Sei sulla pagina 1di 2

De polímatas, delirios y otras enfermedades del

poder
lavoz.com.ar/opinion/de-polimatas-delirios-y-otras-enfermedades-del-poder
10 de agosto de 2014

El término “polímata” fue acuñado por el arquitecto renacentista León Alberti (1404-1472).
Etimológicamente, la polimatía implica sabiduría y manejo de diversos campos de la cultura y el
arte, y se basa en considerar a algunos hombres como seres todopoderosos, con capacidades
ilimitadas.

Para que una persona alcance semejante nivel de erudición, es indispensable conocer las
herramientas intelectuales para relacionar diferentes materias, profundizar ideas, elaborar teorías y
aprender a ser crítico con uno mismo, con lo que se lee o con lo que se escucha. No es cuestión de
memorizar frases para deslumbrar a un auditorio, sino de saber reflexionar en el marco de una
realidad compleja.

Algunos de los polímatas reconocidos mundialmente fueron Aristóteles, Santo Tomás, Leonardo Da
Vinci, Copérnico, Descartes, Benjamin Franklin, Erasmo de Rotterdam, Newton y Kant.

Otro aspecto característico de la mayoría de estos polímatas fue la humildad, la entrega generosa y
una vida casi ascética, en la cual los placeres materiales fueron secundarios.

Si bien los argentinos tenemos a los dos mejores futbolistas de la historia y a un Papa, aún no ha
nacido por estas tierras un polímata. De todas maneras, hay una tendencia enfermiza a la
“polimatía”, aunque sin sustento.

Muchos personajes, particularmente vinculados con la política y la economía, creen saberlo todo y
por ello se sienten eternos, indispensables y capaces de opinar sobre cualquier materia cual si fueran
expertos. Lo único que consiguen es quedar en ridículo.

Basta observar la rotación y los enroques que se hacen de ministros y secretarios en todos los niveles
del Estado, para preguntarnos: ¿alguien puede ser erudito en seguridad, turismo, economía, ciencia,
salud, tecnología y ambiente a la vez?

En verdad, el objetivo está lejos de confiar una cartera a quien conoce de manera profunda la
problemática específica, sino que sea “del palo” y fácil de manipular. Personas capaces y con
independencia de pensamiento pueden hacer “sombra”. De todas maneras, ¿para qué querríamos
equipos idóneos, si el “jefe” lo puede todo?

Es el resultado de un cóctel en el que se mezcla la cultura caudillesca vernácula con el personalismo


y la arrogancia del poder. Cuesta entender esta conducta de quienes conducen, ya que la imagen de
quien coordina a nivel global depende de la suma de las buenas gestiones de las diferentes áreas de
gobierno.

Frases memorables

Analicemos algunas frases de la presidenta Cristina Fernández y del expresidente Carlos Menem, de
las cuales puede inferirse lo que provoca el exceso de poder y el personalismo.

Cristina: “Amo construir, debo ser la reencarnación de un arquitecto egipcio”; “la verdad, me siento
un poco Napoleón”; “la diabetes es una enfermedad de gente de determinado poder adquisitivo”;
“hay que consumir carne de cerdo porque tiene mejores grasas que la bovina y además mejora la
1/2
actividad sexual”, “sólo hay que tenerle miedo a Dios, y a mí un poquito”; “Australia tiene menos de
la mitad de las reservas que tenemos nosotros con un PBI mucho más alto y nadie pone en discusión
su solvencia fiscal”; “¿de qué cepo al dólar me están hablando?”; “si la inflación fuera del 25 por
ciento, el país estallaría”.

Menem: “Leo mucho a Sócrates. En mi biblioteca tengo la colección completa de sus obras”
(Sócrates nunca escribió un libro); “en 1995 vamos a ir al Riachuelo a pasear en barco, a tomar
mate, a bañarnos y a pescar”; “se va a licitar un sistema de vuelos espaciales mediante el cual esas
naves van a salir de la atmósfera, van a remontar a la estratosfera y desde ahí elegir el lugar donde
quieran ir, de tal forma que en una hora y media podamos, desde Argentina, estar en Japón, en Corea
o en cualquier parte”; “la convertibilidad se mantendrá por los siglos de los siglos”.

En honor a la honestidad, este tipo de expresiones –en las que se mezclan campos muy diversos del
conocimiento– han estado y siguen estando en boca de muchos dirigentes, oficialistas y opositores, y
los ejemplos permitirían escribir varios tomos de lomo grueso. Claro que toman más trascendencia
cuando provienen de lo más alto del poder.

Para la elección presidencial de 2015, ya se vislumbran en los medios nuevos aprendices de


polímatas. La cartelera es numerosa, pero las propuestas que trasciendan el discurso electoralista son
escasas.

Manejan excelentes diagnósticos, pero evaden y se enriedan cuando de prescripción se trata. La


discusión la reducen a personas, no a equipos; de ideas, ni hablar. Lo único que importa es el éxito
electoral; después, veremos.

El ciudadano lo percibe, pero es tal el grado de confusión de un país sin memoria, que cuando llega
el momento de elegir en un contexto de bombardeo publicitario y seducción mediática, se termina
aceptando más de lo mismo.

Después viene el arrepentimiento y la crítica a los “otros”, que son quienes eligieron a “semejantes
administradores”. Yo, argentino.

Como titulares de derechos y deberes que nos otorga la ciudadanía, debemos exigir planes,
estrategias y equipos para solucionar los graves problemas que afectan a nuestro país y que
trascienden ampliamente lo económico.

De lo contrario, a no quejarnos, a aceptar lo que nos impongan de manera improvisada y a esperar el


próximo turno.

*Docente de la UNC, UCC y CUP

Edición Impresa

El texto original de este artículo fue publicado el 10/08/2014 en nuestra edición impresa.

Publicidad

2/2

Potrebbero piacerti anche