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HISTORIA DE LAS IDEAS

LATINOAMERICANAS

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

MAESTRÍA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

VI COHORTE 2016

SEMINARIO: HISTORIA DE LAS IDEAS LATINOAMERICANAS

PROFESORAS: ADRIANA ARPINI- MARCELA ARANDA

ALEGRETTI, RENZO
El discurso intercultural presente en la analítica de Stavenhagen: Una relectura en torno a
las tesis equivocadas sobre América Latina

La filosofía en América Latina se ha comprendido a sí misma durante largo período como


historia de la recepción del pensamiento filosófico europeo. Un rasgo distintivo de este
pensamiento ha sido el culto indiscutible a la racionalidad, la cual se ha consagrado como el
“único modo” para resolver todos los problemas sociales. Es bajo esta lógica de la
racionalidad técnica que Occidente se erige como la cultura en la cual se consagrarán las
grandes conquistas de la civilización.

Desde la óptica de este modelo cultural occidental, la civilización sería el estado de madurez
que ha logrado la humanidad, luego de superar su prematura condición de barbarie. Ella es
fruto de la cultura europea anglosajona, alcanzado en la globalización neoliberal su mayor
esplendor. Por el contrario, la realidad social de la cual formamos parte se encuentra en las
antípodas de esta simple ecuación. Las sociedades contemporáneas, producto de este tipo
de racionalidad mononuclear, son ejemplos palpables de los niveles espantosos de miseria,
hambre y discriminación.

A partir de estos hechos, es interesante preguntarse ¿Cómo la cultura eurocéntrica logró


convertirse en la monocultura dominante en occidente? ¿De qué manera la globalización,
introdujo la lógica que sirvió de molde para todas las culturas? Para dar respuesta a estas
preguntas, es importante entender que no se podría hablar de un único elemento que
responda a estos interrogantes, sino que existe una multiplicidad de factores que han
propiciado el dominio y el posicionamiento de la cultura europea por sobre las demás
culturas. Los medios de producción están en manos de diversos capitales, estos se
convierten en trasnacionales mediante la dinámica comercial mundial; la razón técnica
posibilita la creación de una dinámica industrial, comercial y agroindustrial que dependen
del suministro de bienes y servicios de empresas trasnacionales. La falta de protagonismo y
la endeble respuesta del Estado como ente de protección de los ciudadanos, permite un
escenario en el cual los intereses transnacionales influyen directamente en la vida política y
económica de las poblaciones. Esto, sumado a la influencia de los medios masivos de
comunicación que responden a los intereses de las empresas trasnacionales,
convirtiéndolos en instrumentos de alineación y desinformación, promueven la imposición
de la cultura dominante por sobre las culturas dominadas, de las que América Latina y el
Caribe forman parte. Es así como desde Descartes hasta Habermas, el horizonte discursivo
de la modernidad ha elaborado la reflexión filosófica desde una visión parcial, provinciana,
regional del acontecer ético histórico1, negando la posibilidad a otros horizontes culturales
su derecho a manifestar su modo de realidad particular.

La tradición filosófica de occidente, originada en Grecia, se ha construido a partir de la


negación de los aportes culturales que otros pueblos han elaborado para entenderse a sí
mismos. La filosofía de la liberación latinoamericana inicia el giro innovador por el que la
reflexión filosófica en América Latina entronca con la realidad social y la cultura del
subcontinente, promoviendo un discurso propio con rasgos culturales particulares. De esta
manera, la filosofía empieza a tener un rostro y una lengua latinoamericana distintiva,
diferente a la filosofía dominante europea.

Frente a esta realidad actual se hace necesario repensar la estructura de pensamiento bajo
la cual se organiza a la sociedad. La interculturalidad, tal y como lo señala Raúl Fornet-
Betancour, es una herramienta que nos permite entender el analfabetismo cultural en el
que vivimos, al creer que solo basta una cultura (la propia), para interpretar el mundo. Nos
orienta e impulsa a un proceso de reaprendizaje y de reubicación cultural y contextual. Es
decir, poner en cuestionamiento la supuesta supremacía de la racionalidad sobre otros
valores humanos. Plantearse la urgencia de una nuevo pensamiento, constituye hoy día una
verdadera prioridad histórica frente a la globalización neoliberal. Estamos a la puerta de un
conflicto que ha evidenciado la crisis de la filosofía occidental moderna, y la necesidad de
sentar las bases de una epistemología edificada sobre nuevos conceptos e ideas, que no
puede ni debe tener pretensión de ser hegemónica

Ahora bien, poner en práctica estos postulados interculturalistas en nuestras sociedades no


es nada sencillo, ya que (Arpini, 2002) integrar lo mismo a lo mismo no presenta mayores

1
DUSSEL, Enrique: Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión. 1998, p.55.
dificultades, pero cuando se trata de integrar desde la diversidad, es necesario contar con
herramientas teóricas que hagan posible la comprensión de lo diverso y de la relación
conflictiva de la que emerge la posibilidad de la integración y el diálogo. Para que esto sea
posible, es necesario superar el voluntarismo y el teoricismo en los planteos de la
integración. Mas ello requiere revisar críticamente la teoría, diseñar nuevos paradigmas y
categorías interpretativas.

Siguiendo estos preceptos se abordará el texto de Stavenhagen Siete tesis equivocadas sobre
América Latina, intentando identificar los contenidos ideológicos presentes, y de esta
manera evidenciar la tensión latente entre el reconocimiento de la diversidad en la
dimensión cultural y la integración de las Tecnologías de la Información y de la
Comunicación (TIC) en las culturas. A fin de realizar un abordaje que se inscriba en línea del
diálogo intercultural.

Emergencia de nuevos enfoques teóricos: Siete tesis equivocadas sobre América Latina

En 1965, Rodolfo Stavenhagen publicó “Siete tesis equivocadas sobre América Latina”. Estas
contradicen o cuestionan a la producción científica en el campo de la sociología de su
tiempo, aportando elementos teóricos que demostraban su irrelevancia para la explicación
que se intentaba dar y que 50 años más tarde aún siguen vigentes. En la presentación de su
ensayo Stavenhagen afirma: “En la literatura (…) se encuentran numerosas tesis y
afirmaciones equivocadas, (…). Pese a que los hechos las desmienten, y a que diversos
estudios en años recientes comprueban su falsedad, o cuando menos hacen dudar de su
veracidad, dichas tesis adquieren fuerza…” (p.1).

Una de las razones que explican la persistencia de estas tesis se debe al rol que juega la
ideología hegemónica, la cual sustenta cierto tipo de ideas que pretenden “explicar” las
perspectivas de desarrollo en América Latina. Otro elemento importante que contribuye a
esta explicación es que, como se menciona en el apartado anterior, la fuerza no es el único
medio por el cual el capital domina a la sociedad; sino y por sobretodo mediante la
imposición de sus ideas, dificultando la correcta interpretación y aplicación de herramientas
metodológicas que sirvan para poder cambiarla.

Si bien el concepto de “ideología” es desde una postura positivista rechazada a la hora de


hacer ciencia (entendiendo que esta podría influenciarnos y pecaríamos de falsa
conciencia), es necesario mencionar que la ideología es un aspecto característico del sujeto
individual y colectivo, ya que determina su forma de pensar. La ideología (Acanda, 2002, p.
98) es una estructura más o menos coherente de ideas, principios éticos y prácticas del
mundo, es decir un sistema de valores que orientan y regulan la conducta de los individuos
y las relaciones que estos mantienen entre sí.

En este sentido es necesario dejar en claro que, si bien en los conceptos sociales el
componente ideológico está siempre presente, esto no implica que dichos conceptos sean
falsos. Los argumentos de Stavenhagen están cargados de ideología, pero esto no los
invalida, por el contrario los reivindica desde una perspectiva contra-hegemónica.

El positivismo (Kohan, 2005) presupone en las Ciencias Sociales y en la filosofía un acceso a


la realidad no mediado por ninguna ideología. Como se mencionó anteriormente el
componente ideológico está siempre presente. ¿Porque entonces el positivismo parte de
ese precepto? Lo que ocurre es que cuando no se la reconoce, la ideología que domina es la
del capital, es decir la hegemónica. Al abordar los hechos es necesario hacerlo desde una
postura clara, ya que si no lo hacemos terminaremos asumiendo la ideología hegemónica.
Asumir una ideología determinada y su rol “implica dejar de estar dominado y guiado por
una ideología que no controlamos, (…) que compartimos sin darnos cuenta, de modo
inconsciente y pre reflexivo, para poder hacerla consciente y asumirla -si es que la
compartimos y estamos de acuerdo- de modo crítico” (Kohan, 2005, p.26).

A pesar de haber transcurrido medio siglo, los planteamientos de Stavenhagen aún siguen
siendo vigentes. Ejemplo de ello es lo que sucede en torno al fenómeno tecnológico y el
impacto que este tiene en el devenir de las sociedades marginadas, potenciando los
procesos de exclusión económica y cultural. Por lo tanto, y aunque sería oportuno realizar
un análisis que tuviese en cuenta la manera en la que operan cada una de las tesis en el
actual contexto político, social y económico, esta propuesta refiere sólo a algunas de ellas.

Desde un primer momento el autor se opone al enfoque que afirma que las sociedades
latinoamericanas son “sociedades duales”. Según esta visión existen dos sociedades
diferentes: una sociedad arcaica, tradicional, agraria, estancada o retrógrada; y una
sociedad moderna, urbanizada, industrializada, dinámica, progresista y en desarrollo. La
primera es un obstáculo para la segunda, además de tener cada una de ellas su propia
dinámica y ser hasta cierto punto independiente una de la otra.

Stavenhagen no niega que en los países latinoamericanos existan grandes diferencias


sociales y económicas entre zonas rurales/urbanas, o entre población indígena/no indígena.
Pero para el autor estas diferencias no justifican el empleo del concepto “sociedad dual”,
primero porque estas “dos sociedades” son el resultado de un único proceso histórico; y
segundo porque las relaciones mutuas que establecen entre sí las regiones y grupos
“arcaicos” o “feudales” y los “modernos” o “capitalistas” representan el funcionamiento de
una sola sociedad global de la que ambos polos son partes integrantes (Stavenhagen, 1965).
Es decir que en el análisis de las sociedades el autor prioriza la perspectiva dialéctica ya que
a través de esta perspectiva analítica, la cual considera a “una sola sociedad global”, se
enfoca no tanto en los contrastes entre polos de atraso y desarrollo, sino mas bien en las
relaciones que existen entre esos dos polos. Estas relaciones son muy importantes, puesto
que tienen que ver con las funciones específicas que cumplen las regiones atrasadas en la
sociedad nacional, estas son: proveer de mano de obra y materias primas baratas a los
centros urbanos y al extranjero. Este enfoque permite visualizar y entender que las regiones
atrasadas no son simplemente zonas a las que no ha llegado el desarrollo; por el contrario,
son precisamente este tipo de relaciones funcionales las que favorecen que estas áreas
subdesarrolladas tiendan a subdesarrollarse aún más. “En otras palabras, en las áreas
‘arcaicas’ o ‘tradicionales’ de nuestros países acontece lo mismo que en los países coloniales
con respecto a las metrópolis. Las regiones subdesarrolladas de nuestros países hacen las
veces de colonias internas, y en vez de plantear la situación en los países de América Latina
en términos de ‘sociedad dual’ sería más preciso plantearla en términos de ‘colonialismo
interno’ (Stavenhagen, 1970).

Colonialismo interno: Sus implicancias conceptuales e históricas

La formulación de este concepto se encuentra influenciado por las teorías de: la


dependencia, del imperialismo y del colonialismo; dentro del contexto histórico de las
luchas de liberación nacional y del proceso descolonizador de la postguerra. La visión del
colonialismo interno, pretendía por un lado criticar y al mismo tiempo alejarse de las
concepciones de progreso y desarrollo dualistas, modernizantes o difusionistas; así como
también realizar un aporte a la teoría marxista clásica la cual subrayaba sólo las relaciones
de clase, en detrimento de otro factores como la dimensión étnica.

Para la teoría de la dependencia las economías subdesarrolladas, dependientes y periféricas


están en una relación de desigualdad (asimétricas) respecto de las desarrolladas y
dominantes. Esto se debe al problema del intercambio desigual, el cual se explica por la
menor capacidad negociadora de los países subdesarrollados, debido a que sus productos
son en su mayoría materias primas. Los países dominantes, poseen mayor desarrollo en sus
sistemas económicos y por tanto tienen mayor poder de negociación en el mercado
internacional. Esta sumisión limita y deforma el desarrollo de las economías dependiente ya
que la dominación no es sólo económica o comercial, sino también política, tecnológica y
cultural.

La expansión de la economía capitalista a mediados del siglo XIX y su ideología del


liberalismo económico modificó las relaciones étnicas entre indios y ladinos, dando como
resultado una nueva forma de colonialismo, es decir el colonialismo interno. Esta vez, la
sociedad colonial era la propia sociedad nacional que extendía progresivamente su control
sobre su propio territorio, así las propias comunidades indígenas, en grupo, eran
incorporadas progresivamente a los sistemas económicos regionales en expansión
(Stavenhagen, 1996: 249). Precisamente, estas comunidades se encuentran en las áreas
“arcaicas” o “tradicionales” que antes eran ocupadas por países coloniales, estableciendo
relaciones con unos cuantos “polos de crecimiento” semejante a las que se dan entre una
metrópoli colonial y sus colonias, suministrando fundamentalmente, materias primas y
mano de obra baratas (Stavenhagen, 1965).

Las relaciones que se establecían en las zonas indígenas durante la época colonial servían a
los intereses de una clase dominante bien definida, la que a su vez también estaba
sometida a los intereses de España. Las relaciones coloniales (la discriminación étnica, la
dependencia política, la inferioridad social, la segregación residencial, la sujeción
económica y la incapacidad jurídica) y las relaciones de clases (que se definían en términos
de relaciones de trabajo y de propiedad) constituían la base de las relaciones étnicas.

A medida de que se van definiendo de forma más clara las relaciones de clase, aparece la
estratificación basada en índices socioeconómicos; estratificación ya existente entre los
ladinos y que se extiende progresivamente al grupo indígena. “Los símbolos de status de los
ladinos comienzan a ser valorizados también por los indios” (Stavenhagen, 1996: 251),
cumpliendo la función de relaciones interétnicas, dentro de la dinámica de las relaciones de
clases. El concepto de colonialismo interno permite analizar y explicar integralmente la
persistencia de áreas atrasadas en relación con áreas desarrolladas, así como la dinámica
existente entre relaciones interétnicas y relaciones de clases. “Las relaciones raciales y
étnicas en América Latina pueden ser consideradas como reflejando las relaciones de clases,
pero no deben ser confundidas con éstas. Por otra parte, tienen una dinámica propia y
pueden ser estudiadas en sí mismas, pero no se les puede considerar independientemente
de sus fundamentos en la estructura de clases” (Stavenhagen, 1996: 108).

La propuesta teórica del colonialismo interno se encuentra en línea con la teoría de la


dependencia, partiendo ambas de una visión dialéctica de la totalidad de los procesos
sociales y de las relaciones entre áreas o países desarrollados y países subdesarrollados. La
diferencia medular entre ambas teorías será dada por la incorporación de las relaciones
interétnicas en el análisis desde el colonialismo interno. Este abordaje es el resultado de
una nueva actitud hermenéutica, la cual resigna la sacralización de lo propio y fomenta el
hábito de intercambiar y de contrastar; renunciando a operar con un solo modelo teórico
conceptual que sirva de paradigma interpretativo2. Se promueve una reflexión policéntrica,
que no es únicamente antieurocéntrica, sino que va más allá de la atadura exclusiva de la
filosofía con cualquier otro centro cultural. Posibilitando la apertura de un espacio
interdiscursivo que permite el reconocimiento a la autodeterminación cultural del otro.

El impacto del fenómeno tecnológico en las zonas donde opera el colonialismo interno

Al estudiar la integración de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) en


regiones donde (retomando las conceptualizaciones anteriores) opera el colonialismo
interno, se encuentran cercanías respecto de otra de las tesis refutadas por Stavenhagen,
esta es: “el progreso en América Latina se realizaría mediante la difusión de los productos
del industrialismo a las zonas atrasadas, arcaicas y tradicionales”. En nuestro contexto
actual, esta afirmación aseveraría que los dispositivos digitales (computadoras, laptops,
celulares inteligentes y tabletas) son herramientas para empoderar a grupos marginados,
por caso los pueblos indígenas, para que sus reclamos sean escuchados y de esta manera
fomentar la pluralidad de voces, etc. Cuando en realidad la introducción irracional de las
TICs en regiones multiétnicas promueve el consumo cultural de la industria capitalista
desplazando las prácticas culturales tradicionales.

En la era de la información (Castells, 1999), es controvertida la tesis que sostiene que los
objetos manufacturados por los países del primer mundo contribuirán a mejorar
sustancialmente el desarrollo económico, social y cultural de los países del tercer mundo.
Cada objeto cultural tiene una ideología implícita, esto supone que sería una contradicción
que los opresores creasen instrumentos para generar prácticas liberadoras en las
comunidades o mercados que dominan (Freire, 1985). En este sentido, las TIC no se han
creado con un fin emancipador, por el contrario, promueven la reproducción cultural e
ideológica de las estructuras sociales dominantes. Desde una perspectiva crítica, las TIC
operan como instrumentos camuflados de dominación cultural. Al ser de manufactura

2
FORNET B. Raúl: Transformación intercultural de la filosofía. 2001, p. 30.
capitalista, las TIC tienen implícita una ideología de mercado que favorece más a las
“tendencias” globales que a las “necesidades” locales.

Stavenhagen (1965, p.4) admite: “si bien es cierto que un sinnúmero de artículos de
consumo han llegado en los últimos años a las zonas subdesarrolladas, ello no implica
automáticamente el desarrollo de estas zonas”. Aunque es cierto que el autor se refirió en
su momento a las radios de transistores, las bicicletas, las pastas de dientes y la Coca- cola,
hoy se puede hacer referencia a las a computadoras, celulares, tabletas e internet sin que
sus argumentos sean igual de válidos. La penetración de las TIC en las comunidades rurales
e indígenas se debe más a la eficiencia comercial de la industria que a la capacidad de los
gobiernos de modernizar las zonas marginadas. Por ejemplo, es posible ver casos en los que
la incorporación de dispositivos tecnológicos no se encuentra en sintonía con la
infraestructura y las capacidades reales de dichas regiones, la cuales no poseen cobertura
telefónica ni conectividad. Al respecto, Stavenhagen (1965, p. 4) explica que “muchas veces
no se trata más que de la difusión de la ‘cultura de la pobreza’ a las zonas rurales atrasadas,
porque no produce ningún cambio institucional básico”.

De acuerdo con Stavenhagen (1965, p. 4), la segunda tesis pueden considerarse equivocada
por la siguiente razón: “la difusión de manufacturas industriales a las zonas atrasadas ha
desplazado, con frecuencia, a florecientes industrias o artesanías locales, destruyendo así la
base productiva de una población (...) rural”. La integración de las TIC en las estructuras
sociales de regiones donde opera el colonialismo interno han construido las bases para una
“economía informacional” (Castells, 1999) diseñada con una perspectiva capitalista, que
aún no coexiste con las necesidades del mercado local que se sustenta de las actividades
primarias y el comercio de productos regionales. Por tanto, la economía informacional tiene
efectos negativos para un desarrollo equilibrado y armónico de estas regiones, causando
efectos culturales alarmantes. La incorporación de las TIC en áreas subdesarrolladas, serían
entonces una forma de colonialismo moderno.

Los aportes teóricos de Stavenhagen contribuyen a los efectos de poder realizar un


abordaje crítico sobre el impacto que está causando el fenómeno tecnológico en distintas
regiones de Latinoamérica, donde prevalece la pobreza extrema. Las estrategias
hegemónicas que surge en respuesta a dichas necesidades sugieren aprovechar el potencial
de las TIC como elemento catalizador del desarrollo del país. Con la premisa de apoyar
estos argumentos, se señala que la incorporación de las TIC en todos los aspectos de la vida
cotidiana de las personas, organizaciones y el gobierno, tiene múltiples beneficios que se
traducen en un mejoramiento en la calidad de vida de las personas. Estas declaraciones son
por supuesto falsas y refieren precisamente a los argumentos esbozados por Stavenhagen:
“se afirmará que el progreso en América Latina se realizará mediante la difusión de los
productos del industrialismo a las zonas atrasadas, arcaicas y tradicionales. Para apoyar
estos argumentos se señalará que hasta en las zonas más remotas del mundo se conocen
actualmente los productos del industrialismo” (Stavenhagen, 1970, p.4). Todos los
indicadores de desarrollo muestran que en general las regiones que han funcionando como
colonias internas, se encuentran actualmente relegadas y ocupan los últimos lugares
respecto a los otros sectores de la población. Esta descapitalización, explica Stavenhagen,
ha sido acompañada de la emigración de la población.

A modo de conclusión y en función de lo referido en los párrafos anteriores es preciso


destacar que el abordaje y el interés de Stavenhagen por analizar los procesos sociales,
económicos y culturales de América Latina se centra en las relaciones (funcionales) entre
dinámicas “aparentemente” autónomas que, para este autor, son parte de “una sola
sociedad global”. Queda claro entonces que, no es posible estudiar una parte o un proceso,
un grupo o una región, sin estudiar su contracara; no es posible estudiar el subdesarrollo de
los países en América Latina, sin atender también a los procesos de los países desarrollados.
Así mismo cobra especial relevancia, en este tratamiento analítico, la dimensión histórica y
la dimensión cultural; ya que su estudio le permitirá al investigador vislumbrar aquellas
relaciones que interesan. A diferencia de las corrientes que realizan estudios de procesos,
grupos o áreas independientes unas de otras (que son aquellos que sostienen y se
enmarcan en las llamadas “sociedades duales”), o aquellas que entienden al progreso de
forma lineal, occidental y evolucionista (tesis difusionista y teoría de la modernización),
encontramos a Stavenhagen y su particular mirada analítica relacional, donde interesa
especialmente observar los fenómenos sociales de forma integral e incluir, no sólo las
relaciones de clase sino también las relaciones interétnicas que promuevan un dialogo
intercultural.

Por último, esta parece ser una propuesta analítica estimulante para repensar el estado
actual de las Ciencias Sociales y en la necesidad de reflexionar acerca de las consecuencias
que los contextos de producción ejercen sobre la imaginación sociológica. Entendiendo por
esto que la producción académica en ciencias sociales no debe ser necesariamente una
importación de ideas, una réplica sin filtro de conocimientos foráneos. Es imperioso contar
con una autonomía a la hora de generar las preguntas que abonen las investigaciones, ya
que estas, además de servir como herramientas para el abordaje y modificación de la
problemática concretas de América Latina, conducirán el destino de las ciencias sociales de
América Latina.

REFERENCIAS BLIBLIOGRÁFICAS

 Adriana Arpini, “Acerca de las condiciones de posibilidad para la integración y el diálogo entre
culturas diversas”, en: Antônio Sidekum y Paulo Hahn (Org.), Pontes Interculturais, São Leopoldo,
Nova Armonía, 2007, p. 61 a 77.

 Acanda, J. L. (2002). Sociedad Civil y Hegemonía. La Habana: Centro de Investigaciones y Desarrollo


de la Cultura cubana Juan Marinello.

 Castells, M. (1999). La era de la información: Economía Sociedad y Cultura. La sociedad Red. [Vol. 1].
México: Siglo XXI.

 Dussel, Enrique: Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión, Madrid, Trotta,


1998.

 Fornet B. Raúl (2001): Transformación intercultural de la filosofía, Bilbao, Desclée de Brouwer.

 Fornet B. Raúl (2004): Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual. Madrid, Trotta.

 Freire, P. (1985): Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI Editores

 Kohan, N. (2005). El Capital, historia y método, una introducción. La Habana: Ciencias Sociales.

 Stavenhagen, Rodolfo (1996 [1969]). Las clases sociales en las sociedades agrarias, Siglo XXI, México.

 Stavenhagen, Rodolfo 1965. “Siete tesis equivocadas sobre América Latina”, en América Latina,
ensayos de interpretación sociológico-política. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, p. 82-93.

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