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El Señor te necesita

“Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo


necesita.” (Lucas 19:31)

Introducción

En tiempos antiguos cuando un rey entraba como conquistador a una ciudad, cabalgaba sobre
un corcel macho, que es lo que hará Cristo cuando venga a la tierra como Rey de reyes y Señor
de señores según Apocalipsis 19:11-16.

Pero cuando las intenciones eran de paz, entonces el rey entraba cabalgando sobre un pollino
o asno, que fue lo que Cristo hizo al entrar a Jerusalén montado en un pollino el domingo antes
de su crucifixión.

Jesús no estaba viniendo como un soberano con pompa, triunfo y conquista de guerra para
enfrentar y doblegar al ejército romano que los oprimía, Jesús venía como el Salvador del
mundo, como el Príncipe de Paz, como el único mediador entre Dios y los hombres. Venía a
buscar y a salvar lo que se había perdido. Venía a mostrar el amor, la gracia y la misericordia
de nuestro Padre celestial a una humanidad perdida y esclava del pecado.

Te invito a mirar tres detalles interesantes en esta historia que sirven de base a tres grandes
verdades respecto al carácter de Cristo.

A. El Señor sabe dónde encontrar lo que Él necesita

“Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado…” (Lucas 19:30)

Es interesante notar cómo el Señor le precisa a sus discípulos de manera exacta donde
encontrarían el pollino y qué dirían a sus dueños. Jesús controla los acontecimientos y está
consciente de lo que ocurre. Los hechos ocurridos en Jerusalén no lo tomaron por sorpresa.

En el lago de Genezaret el Señor encontró a tres hombres profesionales de la pesca, que


después de pasar toda una noche pescando, nada habían pescado. Ya lavaban sus redes para
irse a sus casas, cuando llega Jesús y usando la barca de Pedro como plataforma, se dirige a
la multitud que le seguía.

Cuando terminó de enseñar le dijo a Pedro exactamente donde encontrar abundancia de peces.
“Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar.” (Lucas 5:4 DHH).

Pero el Señor sabía que en aquel lago encontraría a tres pescadores que luego se convertirían
en columnas del evangelio, defensores de la verdad de Cristo. Esto me enseña una vez más
que el omnisciente Señor sabe donde están los peces y donde los pescadores que pesquen
esos peces (Lucas 5:1-11).

Un día, como a las tres de la tarde, Cornelio, un centurión romano que vivía en Cesarea [un
centurión tenía a su mando cien soldados], tuvo una clara visión en la que un ángel de Dios se
le apareció llamándole por su nombre.

El ángel le dio instrucciones precisas acerca de dónde encontrar al apóstol Pedro. “Envía, pues,
ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. Éste posa en
casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que
hagas.” (Hechos 10:5-6).

Yo no sé donde el Señor te encontró, que hacías o como vivías cuando él te llamó de las
tinieblas a su luz admirable. Tal vez estabas en un país del Caribe, Norte, Centro o Sur América,
o viviendo en América, pero ten encontró para salvarte y ocuparte en su reino. Quiero
confirmarte que los propósitos de Dios con-tigo son eternos.

B. El Señor conoce a quiénes ocupa

“hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás, desatadlo, y traedlo”
(Lucas 19:30).

El Señor sabía todo tocante al burrito que iba a usar para entrar como un rey de paz a Jerusalén:
estaba atado, nunca se había montado, sabía que era pequeño, sabía que preguntarían porque
se lo llevan. ¿Habrá algo que él Señor no sepa de ti y de mí? Nada lo sorprende.

En el sentido espiritual necesitamos estar libres para poder servir al Señor. La biblia dice que
cuando conocemos la verdad del evangelio, esa verdad nos hace libres de la ley, del pecado y
del mundo para que podamos servir con toda libertad al Rey de reyes y Señor de señores.

Pero aún en la vida cristiana pueden persistir cargas pesadas de las cuales debemos liberarnos
para que no limitan el potencial que Dios ha puesto en nosotros. También debemos ser libres
de resentimientos, de celos amargos, de malas compañías que pretenden impedir nuestra
capacidad de servicio en el reino de Dios.

El pollino (asno) que le trajeron a Jesús ninguna persona lo había montado (Marcos 11:2).
Nunca había sido domado. Y en el sentido espiritual esto implica que Dios nos necesita para
hacer algo que nunca hemos hecho.

Nunca has enseñado una clase bíblica, nunca has ido a evangelizar a las calles, nunca has
visitado hospitales, nunca has limpiado el templo, nunca has predicado desde un púlpito, nunca
has cantado, sin embargo, Dios te necesita para que hagas cosas nuevas. Él nos capacita para
que lo hagamos con excelencia.

Nos consuela saber que el Dios del Universo nos conoce y sabe todo de nosotros. Conoce tus
luchas, tus altos y bajos, tus sueños y tus anhelos. Te conoce por dentro y por fuera.

Conoce tu sentar y tu levantar. Conoce tus debilidades, tus secretos, y tus luchas personales.
Pero el Dios todopoderoso, creador del universo decidió insertarnos dentro de Su plan eterno.
Él decidió llevar adelante Sus planes mediante instrumentos humanos insignificantes como tú
y como yo.

ILUSTRAR CON EL BILLETE DE 100 DÓLARES: Presentar un billete de 100 dólares y


preguntar si alguien lo necesita. Estrujarlo y pisotearlo y volver a preguntar si alguien lo necesita.
No importa lo que hice con el billete, ustedes lo usarían para ir de compras al mall (centro
comercial).

A veces a lo largo de la vida somos maltratados por los problemas, pisoteados por otros; en
esos momentos sentimos que para Dios no valemos nada y que nunca nos ocuparía en su
reino, sin embargo, Dios mira nuestro verdadero valor, no por las cosas que hayamos pasado,
sino mira nuestro corazón.
C. El Señor te necesita

“Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo


necesita” (Lucas 19:31).

Todo parece indicar que los dueños del burrito sabían quién era el Señor, porque cuando oyeron
decir que el Señor lo necesita, no se opusieron a que se llevaran el pollino. Quién sabe si habían
recibido alguna bendición por medio del Ministerio de Cristo y se ofrecieron para ayudarle
cuando él lo necesitara.

Todos sabemos muy bien que Dios no necesita nada de nosotros para sentirse mejor, Él es
Dios y dueño de todo cuanto existe. Y aunque esto es verdad, la historia del pollino nos da una
enseñanza práctica para nuestras vidas cristianas.

No somos imprescindibles, pero si necesario. La iglesia es las manos y los pies de Dios, es la
voz de Dios por medio de la cual se proclama el evangelio a toda criatura.

El Señor necesita tu ejemplo, tu talento, tu esfuerzo, tu oración, tu compromiso y sentido de


pertenencia. Dios hace su obra a través de hombres y mujeres que se comprometen con el
Evangelio de Jesucristo.

El Señor te necesita para cumplir la Escritura. Este pollino que se iba a usar era para cumplir la
profecía de Zacarías 9:9 “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén;
he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un
pollino hijo de asna.”

De igual manera el Señor te necesita para cumplir con la Gran Comisión y llevar el evangelio
hasta el fin del mundo (Mateo 28:19; Marcos 16:15) Dios decidió usar a hombres y mujeres,
no a sus ángeles, porque los ángeles no pueden hablar de perdón de pecados, de salvación
por la fe, del evangelio de gracia, ni de transformación. El Señor te necesita para cumplir este
propósito y no tiene otro plan más que usarte a ti y a mí.

El pollino no pudo creer que los vítores y los hosannas eran para él. La gente no puso su
atención en el pollino sino en el Señor que lo montaba. Aprendemos que la gloria y la honra
siempre es para Dios, a pesar de todo lo que hayamos hecho en su reino.

CONCLUSIONES

El Señor no necesitó de un GPS para encontrarte. El Señor conoce tus defectos y también tus
virtudes. Y a pesar de todo, el Señor te necesita, no porque seas imprescindible en su reino,
sino porque quiere convertirte en un instrumento para su gloria.

Valdría preguntarse: ¿En qué manos las cosas producen más, en las nuestras o en las del
Señor? Pongamos todo en SUS manos, porque todo en SUS manos obra para bien. (Romanos
8:28).

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