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“Los libros son como las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra” decía
el poeta inglés James Russell Lowel, mas Lowel se sentiría decepcionado con las
cifras que arrojan las estadísticas de lectores, de acuerdo a las investigaciones que
se han hecho al respecto; en las cuales salimos muy mal parados y quedamos en la
categoría de si no leo me…¡ah, burro…!
Como ves, no es nada halagador el lugar que ocupamos, a pesar de los esfuerzos y
programas que se han implementado, ¡seguimos estancados! Razones podemos dar
muchas como por ejemplo: Nuestra población cada vez lee menos porque pasa más
tiempo en la televisión, en la computadora jugando o chateando; también que la
familia no lee, etc. Los argumentemos, el caso es lo mismo: el libro siempre sale
perdiendo.
Y en esa pérdida sale más perjudicada la escuela pública porque existen informes
que en los colegios obligan a los chicos a leer un aproximado de 11 libros al año, que
si es un dato real o no, lo cierto es que hay mayor exigencia y cumplimiento que en
la pública y no afirmo esto porque esté en contra de esta última, sino porque soy
parte de este sistema y me duele la negligencia con que se toman las cosas. Hace
falta más compromiso y entrega de todos los involucrados en este rol. Secretaría,
sindicato, directivos, maestros, padres de familia y alumnos. Hace falta olvidarnos
un poco de que actividad hago para obtener dinero “suspensión de clases” y
dedicarnos a lo nuestro: atención académica de los grupos; formar una cultura de
una “escuela que donde siempre hay clase” y no una cultura que se tiene de “escuela
donde frecuentemente no hay clases”.
Estos son nuestros antecedentes, y por ende los resultados que tenemos…. Y no se
trata de querer medir y maquillar números para quedar bien, ¡no!, como dice Lerner,
Delia (p:36:2001): “Se trata de dar un lugar importante a la lectura para sí mismo,
aunque no sea posible para el maestro evaluar la comprensión de todo lo que han
leído”. Se trata de generar esos espacios alfabetizadores. Es decir, dedicar más
tiempo clase para tener esos espacios, esos tiempos y esa cultura que nos permita
arribar a lo que afirma Lerner en el sentido de que “Hay que brindar a los alumnos
oportunidades de autocontrolar lo que están comprendiendo al leer y de generar
estrategias para leer cada vez mejor, aunque esto haga más difícil conocer los
aciertos y errores producidos en su primera lectura…”
http://www.up.edu.mx/document.aspx?doc=12917
Lerner, Delia. Leer y escribir en la escuela. Fondo de Cultura Económica, 2001.
México.