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Vladimir Petrovich

Filatov

Acad émico V. P. F I L A T O V

LA
TISULOTERAPIA
(LA DOCTRINA DE LOS
ESTIMULANTES BIOGENOS)
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Académico V. P.
FILATOV

LA
TISULOTERAP
IA
(La doctrina de los
estimulantes biógenos)
DoMINlCVS
GVNDISSAL

EDICIONES EN LENGUAS
EXTRANJERAS M o s c ú 1 9 5 5
El presente folleto es traducci ón del
estenograma de dos conferencias,
dadas por el acad émico V.P. Fil átov
en Mosc ú, en el Auditorio Central de
la Sociedad de divulgaci ó n de
conocimientos pol íticos y cient íficos
de la U.R.S.S. en 1953.
P r i m e r a c o n f e r e n c i a RESUMEN
HISTORICO
La tisuloterapia, nuevo m étodo
propuesto por m í en 1933 para el
tratamiento de diferentes enfermedades, ha
adquirido gran difusi ón tanto en la
U.R.S.S. como en el extranjero.
Antes de abordar la exposici ón de los
principales resultados experimentales y
cl í nicos obtenidos con la tisulo terapia, voy
a referirme a algunas premisas hist óricas
que sirvieron de base a la creaci ón y
desarrollo de este m étodo.
Fundamentalmente, la tisuloterapia
consiste en el empleo, con fines
terap éuticos, de tejidos que se encuentran
en estado de "supervivencia", es decir, en
proceso de vida disminuida, retardada. La
idea de que, tales tejidos "conservados"
pose ían cualidades terap éuticas surgi ó
durante la soluci ón de un problema de
extraordinaria importancia médica: la
lucha contra la ceguera y la invalidez,
consecutivas a las opacidades de la c órnea
transparente.
A pesar de los diversos m étodos de
tratamiento, las opacidades corneales son
persistentes y no tienen tendencia a
recobrar su transparencia. Estas
opacidades se forman a causa de
inflamaciones corneales infecciosas o trau-
má ticas . En la mayor parte de los casos,
las opacidades aparecen despu és de las
ulceraciones de la c órnea .
En las figuras 1, 2 y 3 se muestran
algunos tipos de opacidades de c órnea.
En la fig. 1 la opacidad es s ólo par cial,
ocupando parte de la c órnea. En este
caso, la opacidad
est á situada fuera de la zona pupilar y no
impide que los rayos de la luz penetren a
trav és de las zonas centrales de la c órnea
y de la pupila alcanzando el interior del
ojo. La

Fig. I. Opacidad parcial en la Fig. 2.


Opacidad parcial frente
periferia del ojo. al iris.

presencia de una opacidad corneal de este


g é nero no exige operaci ón de ninguna

Fig. 3. Opacidad
extendida a toda la
c ó rnea transparente.
clase y, a lo sumo, lo que hay que
hacer (si se trata s ólo de fines est éticos)
es proceder al tatuaje (te ñido) de la
opacidad. En la fig. 2 tambi é n se trata de
una opacidad parcial, pero que est á situada
en el centro de la c órnea y tapa la pupila,
por lo que impide el paso de los rayos
luminosos al interior del ojo. El
debilitamiento de la vista ser á tanto mayor
cuanto m ás densa sea la opacidad. Cuando
las opacidades son muy densas, el
individuo s ólo ve la luz, pero es in capaz
de ver los objetos. En estos casos, es
decir, cuando la periferia
4 de la c órnea es
bastante transparente, puede practicarse la
operaci ó n denominada iridectom ía , que
consiste en la resecci ó n de un sector radial
del iris, a fin de formar en éste una
abertura (coloboma o pupila artificial) a

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trav és de la cual penetran los rayos de
luz, que llegan a la retina, restableciendo
parcialmente la funci ón de la vista.
Muy grave es el caso en que la
opacidad es total y ocupa toda la
superficie de la c órnea (ver la fig. 3), ya
que entonces el ojo puede encontrarse en
estado de completa ceguera y la
iridectom ía resulta impracticable. La única
soluci ó n posible consiste en trasplantar un
trozo de c órnea transpa rente a una abertura
hecha en el seno de la opacidad corneal.
Transplante de segmento
central de córnea

Fig. 4. Opacidad Fig. 5. El mismo


antes de ser caso despu é s de la
trasplantada la c órnea trasplantaci ó n de la
transparente. Agudeza c ó rnea. Agudeza
visual = 0,05. visual = 0,8. Per íodo
de observaci ón: 12
a ñ os. Comienzos del siglo
La idea de trasplantar la c órnea surgi ó a XIX
comienzos del siglo pasado. Han
transcurrido m ás de 100 a ños hasta el
momento en que esta operaci ón ha podido
ejecutarse con éxito y ha llegado a ser un
m é todo, pr ácticamente accesible, de
tratamiento de la ceguera, debida a
opacidades de la c órnea. El mejor m étodo
de injerto de c órnea consiste en la
formaci ó n de una abertura en la opacidad
corneal, en la que se coloca un trozo de
igual tama ño de c órnea transpa rente,
procedente de otro individuo, el donador.
La abertura de la c órnea se practica con
un instrumento especial, especie de
tr é pano cil índrico . En la fig. 5 se
reproduce la imagen de un ojo, despu és de
haberse practicado felizmente el injerto de
c ó rnea. (En la fig. 46 se ve el mismo ojo,
con la opacidad corneal antes de la
operaci ó n.) En este caso, la capacidad
visual, que era antes de algunas
cent ésimas, lleg ó a ser de 0,8. La
transparencia del trozo trasplantado de
c ó rnea fue observada en el transcurso de
12 a ñ os.
Yo comenc é a aplicar la trasplantaci ón
de c ó rnea ya en 1913. La primera guerra
imperialista mundial desorganiz ó de tal
manera el trabajo de la Cl ínica
Oftalmol ó gica del Instituto de Medicina de
Odesa, que únicamente en 1922 me fue
posible volver a mis experimentos
interrumpidos. Por esta época se dispon ía
ya de un material cl ínico bastante res -
petable: 206 casos de trasplantaci ón de
c ó rnea realizados por el profesor de Praga
A. Elschnig. En un 15% de los casos la
operaci ó n se hab ía hecho con éxito, es
decir, se hab ía logrado el injerto,
controlado durante m ás de 9 meses, del
trozo de c órnea trasplantado, procedente
del ojo de otro individuo, al que se le
hab í a extirpado a consecuencia de una
grave enfermedad. Yo pude convencerme
muy pronto de que la operaci ón, practicada
por el m étodo de Elsching y sus
predecesores (Eugen von Hippel y C.
Zirm) resultaba extraordinariamente dif í cil ,
peligrosa para el ojo del enfermo y exig ía
la t écnica de un virtuoso. Tal operaci ón
no pod ía llegar a ser un m étodo extendido
de lucha contra la ceguera y la invalidez
debidas a opacidades de c órnea. Deci dí
dedicarme al perfeccionamiento de esta
operaci ó n, y para ello tuve, en primer
t é rmino, que construir diversos instrumen-
tos nuevos, destinados a la trasplantaci ón
de la c ó rnea. El empleo de estos
instrumentos evit ó, en lo sucesivo, el peli -
gro de lesionar el cristalino o de causar
desprendimientos del humor v ítreo, y que,
durante el per íodo postoperatorio, se
desprendiese de la abertura trepanada en la
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opacidad corneal el trozo de c órnea
transparente injertado. Una vez conseguido
este perfeccionamiento, la operaci ón de la
c ó rnea fu é accesible a todos los oculistas.

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Muy pronto, sin embargo, surgi ó una
nueva dificultad: era insuficiente el
n ú mero de ojos de los que fuese posible
extraer una c órnea transparente. La
cantidad de ojos extirpados a enfermos,
con motivo de afecciones graves de este
ó rgano, era insignificante y las c órneas de
los ojos de los animales no eran
utilizables. Mientras tanto, el n úmero de
personas que requer ían una trasplantaci ón
de c ó rnea trans parente ascend ía en el
mundo a varios millones. Surgi ó en tonces
la idea de utilizar ojos de cad áveres. Ya
anteriormente algunos oculistas hab ían
empleado la c órnea de ojos de cad áveres,
pero los resultados no hab ían sido
alentadores. Hubo que abordar de una
forma nueva este problema. En primer
t é rmino, se estableci ó que no era
indispensable extraer el ojo del cad áver
inmediatamente despu és de la muerte, sino
que esto pod ía hacerse transcurridas
algunas horas, con la particularidad de que
tales c órneas pueden conservarse durante
varios d ías en locales fr íos (a la tem-
peratura de 3 ó 4 grados sobre cero ).
Comprob ó se que las c ó rneas procedentes
de cad áveres prend ían magn íficamen te en
los orificios de la opacidad corneal. De
esta manera se descubri ó una rica fuente
de material para el injerto de c órnea, con
lo que la operaci ón pudo practicarse en
gran escala.
Hasta el 2 de agosto de 1949 hab ía yo
practicado un millar de injertos de c órnea.
En los momentos actuales (comienzos de
1955) la cifra de operaciones practicadas
por mis disc ípulos y por m í y por otros
oculistas sovi éticos al canza a cerca de
8.000, lo que supera, con mucho, la cifra
de operaciones realizadas en todo el
mundo durante los 130 a ños transcurridos
desde que se plante ó el problema de la
trasplantaci ón de la c ó rnea . La operaci ó n
da buen resultado, es decir, se logra que
prenda definitivamente el trozo de c órnea
injertado en las opacidades no
complicadas, en un 65% de los casos, por
t é rmino medio, pero en ciertas opaci dades
la proporci ó n de operaciones eficaces
oscila entre el 15 y el 90%, seg ún el
grado y car ácter de la opacidad cor neal.
En muchos casos se ha podido observar el
buen resultado del injerto durante 10 ó 12
a ñ os. En los casos en que la primera
operaci ó n ha sido infructuosa, ésta puede
repetirse. Los trabajos hechos para resolver
este problema est án bien reflejados en el
documental cient ífico "El injerto de
c ó rnea", realizado por indicaci ón del
Consejo de Ministros de la Rep ública
Sovi ética Socialista de Ucrania, con la
intervenci ó n del Instituto Ucraniano de
Oftalmolog ía, y en la pel í cula de
divulgaci ón cient ífica "Volvieron a ver",
que fu é premiada en el festival
internacional cinematogr áfico de Praga.
Como he dicho ya, la c órnea prende y
conserva su transparencia por t érmino
medio en el 65% de los casos. Pero no
siempre el trozo trasplantado conserva su
transparencia, pues hay casos en los que,
despu és de la operaci ón, se en turbia. Para
combatir este enturbiamiento se han
recomendado una gran cantidad de medios,
que, desgraciadamente, no han sido
eficaces. En busca de otros m étodos
mejores, recurr í al m é todo de los cultivos
de tejidos y en los casos en que
comenzaba a enturbiarse la c órnea
trasplantada, ensay é los ba ñ os oculares
con extracto de embri ón de pollo , pero
ú nicamente consegu í cierta influencia
favorable sobre el epitelio de la c órnea
trasplantada. No satisfecho con los
resultados obtenidos, empec é a utilizar
otro hecho del dominio del cultivo de
tejidos.
Se sab ía que el crecimiento
interrumpido de los cultivos de tejidos
envejecidos puede estimularse de nuevo
sembrando en este cultivo otro trozo de
tejido de la misma especie histol ógica y
zool ó gica . Se explicaba este fen ómeno por
la acci ó n de ciertas substancias, llamadas
desmonas, que ser ían espec í ficas , no s ó lo
desde el punto de vista de la especie, sino
incluso del tejido. Sobre la base de este
hecho, prob é a cortar una capa superficial
de la opacidad corneal,10 en un reducido
espacio cerca del injerto enturbiado, e im-
planté en el defecto corneal un nuevo
trozo de capas superficiales de c ó rnea
humana, de similar tama ño . Este m étodo
de trasplantaci ón dio notables resultados y
fu é publicado por m í en 1933. Como, en
este caso, se trataba de la aplicaci ón en el
organismo del paciente de materiales
tisulares con fines terap éuticos, puede
considerarse que este m étodo constituy ó el
comienzo de la tisuloterapia.
En dicha época, la tisuloterapia consist ía
en el trasplante homopl á stico (de persona Transplante homólogo

a persona) de tejidos, que deb ían ser


recientes. Yo comenc é a desarrollar la
tisuloterapia en otros sentidos.
En 1934 fueron publicadas mis
observaciones sobre los resultados del
trasplante de c ó rneas tomadas de ojos de
cad á veres y conservadas de uno a tres d ías
a temperaturas de 2 a 4 grados sobre
cero. Ulteriores observaciones me
convencieron de que estas c ó rneas no
desmerec ían en abso luto de las reci én
extra í das a un enfermo cualquiera y que
incluso eran superiores. Esta circunstancia
ya me hizo pensar que durante la
conservaci ón del material de c órnea en
fr í o se acumulan en la misma ciertas
substancias capaces de favorecer su
prendimiento en la opacidad corneal. Ade-
m á s se demostr ó otro hecho notable.
Algunos autores, que se ocuparon ya a
fines del siglo pasado del injerto de c ór -
nea, hab ían observado que, a veces, La
opacidad se aclaraba ligeramente alrededor
del trozo trasplantado. Este fen óme no
hab í a sido descrito como curiosidad, pero
nadie se sirvi ó de él para sacar
conclusiones. Yo tambi én observ é el
fenómeno del aclaramiento de la opacidad
corneal, aunque en un principio tampoco
hice ninguna deducci ón de mis obser -
vaciones. Sin embargo, cuando empec é a
utilizar c órneas de ojos de cad áveres
conservados en fr ío para injertos con fines
ó pticos, comenc é a encontrarme mucho
m á s a menudo con casos de aclaramiento
de la opacidad corneal despu és del
trasplante y por a ñ adidura m á s acusados .
Este fen ómeno me sugiri11 ó la idea de que
durante la conservaci ón en fr ío se
acumulan en el material, destinado a ser
trasplantado, ciertas substancias que deb ían
estimular los procesos vitales en el injerto
y los procesos regenerativos en la
opacidad corneal del ojo operado. A partir
de este momento comenc é a utilizar con
fines terap éuticos la trasplantaci ón super -
ficial, no de c órneas frescas, sino de
c ó rneas conservadas en fr ío, procedentes
de ojos de cad áveres. Emple é este m éto do
no s ó lo para evitar el enturbiamiento del
injerto, sino para tratar algunas
enfermedades de la c órnea, pensando que
el injerto incrementa en ella los procesos
regenerativos.
Como ejemplo de la eficacia de los
injertos terap éuticos citar é el siguiente
caso (figs. 6 y 7).
El enfermo K. presentaba una queratitis
parenquimatosa del ojo izquierdo
(inflamatoria); la capacidad visual hab ía
descendido a 0,04, presentando espasmo
palpebral y fotofobia. Las queratitis de
este tipo se prolongan corrientemente
varios meses y, a veces, incluso pasa m ás
de un a ño. A las dos semanas del injerto
terap éutico de c órnea , ces ó comple-

Fig. 6. Ojo afecto de Fig. 7. El mismo


queratitis caso al mes del
parenquimatosa, antes tratamiento tisular.
del tratamiento
tisular.
tamente el proceso inflamatorio en los
bordes de ésta, recobrando el enfermo la
capacidad visual normal, sin recidivas
durante todo el per íodo de observaci ón
(m á s de tres a ños). Este caso me dio
grandes ánimos. Comenc é a elabo rar
activamente el m étodo de tratamiento de
las enfermedades de la c órnea, al mismo
tiempo que pensaba12 emplearlo tambi én
para el tratamiento de otras enfermedades
del organismo, sobre todo de las
enfermedades de la piel.

Hay que indicar que en esta fecha no hab ía


renunciado yo todav ía a la teor í a de las
desmonas espec íficas y que, para el
tratamiento de las enfermedades de la
c ó rnea utilizaba la trasplantaci ón
superficial de parte de material corneal a
los tejidos vecinos del tejido enfermo. He
aqu í por qu é tambi én para el tratamiento
de las enfermedades cutáneas comenc é a
trasplantar trozos de piel de cad á veres Lupus tuberculoso
humanos, conservados durante una semana
en fr í o , a defectos de la piel provocados
en zonas pr óximas al lugar enfermo. El
é xito obtenido en el primer caso sobrepas ó
todas mis esperanzas. La enferma R.
llevaba varios a ños padeciendo lupus, y su
tratamiento, tambi én de varios a ños, no
hab í a dado ning ún resultado. Le extirp é un
trozo de ulceraci ón tubercu-

Fig. 8. Lupus antes del Fig. 9. El mismo caso a


tratamiento tisular. los 8 d í as del tratamiento
Un injerto en el tisular.
ángulo mandibular
mejoró toda la cara
losa en el á ngulo derecho del maxilar
inferior e injerté en el defecto producido
un trozo de piel de cad áver, conservada
seis d í as en fr ío . Ya a las cuarenta y ocho
horas se observ ó el comienzo de una
intensa mejor ía y a los 28 d ías la cara de
la enferma presentaba 13 un magn ífico
aspecto. En la fig. 8 se presenta el aspecto
de la nariz de la enferma antes del
tratamiento y en la fig. 9 la misma nariz
al noveno d ía de tratamiento. Aun hice a
esta enferma otro trasplante de piel, pero
desgraciadamente la paciente desapareció
de la observaci ón.
En las figuras 10 y 11 se muestra la
mano derecha de un enfermo con
ulceraciones tuberculosas. En la fig. 10 se
ve la superficie dorsal de dicha mano. El
enfermo hab ía es tado sometido a
tratamiento durante varios a ños, sin resul -
tado. Le apliqu é un trozo de piel de
cad á ver al final del antebrazo, y todas las
ulceraciones curaron r ápidamente , sin
presentar recidivas. En la fig. 11 se ve la
mano del enfermo despu és de la curaci ón
(pasados 3 meses del injerto de la piel). El
enfermo, despu és de curado, estuvo en
observaci ó n durante tres a ños y medio, sin
que presentase recidivas.
Muy pronto, libre ya de la influencia
perniciosa de la teor ía de las desmonas
espec í ficas , comprendí que, al aplicar
material tisular, tanto reciente, como
especialmente conservado en fr ío , penetran
en el organismo, procedentes del tejido
trasplantado, substancias muy activas, sin
especificidad propia de la especie ni del
tejido, a las que denominé m á s tarde
estimulantes de origen biol ógico o
estimulantes bi ógenos .
Despu és de multitud de experimentos
cl í nicos me con venc í de que, para fines
terap é uticos, puede utilizarse cualquier
tejido humano o animal, con la
particularidad de que el tejido no tiene
que coincidir necesariamente, por su ca-
r á cter histol ógico , con el tejido del
organismo afectado por el proceso
patol ó gico. Adem á s, no es indispensable
aplicar este tejido en la proximidad del
tejido u órgano afectado del enfermo.
Quiero subrayar que la trasplantaci ón de
tejidos conservados en fr ío di ó mucho
mejores resultados terap é uticos que la de
tejidos recientes.
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Todas estas conclusiones previas me
permitieron hacer la primera generalizaci ón
importante, que constituy ó el fun damento
de la hip ótesis del tratamiento por medio Transplante autólogo (del
de los estimulantes bi ógenos. El trozo de mismo sujeto);
tejido separado del organismo para su Homólogo de otro sujeto
trasplantaci ón, tanto si es de origen auto, de la misma especie;
homo o heter ógeno (es decir, del propio Heterólogo de un sujeto
enfermo, de otro individuo o de un de otra especie
animal), al ser mantenido a baja tempera-
tura, se encuentra en estado de
"supervivencia". En tales trozos de tejidos,
por ejemplo de piel, separados del orga-

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nismo, se suspende la circulaci ón
sangu ínea y, por lo tanto, la nutrici ón de
las c élulas, se dificulta extraordinariamente
la respiraci ón tisular, se perturba la
inervaci ón y, por consiguiente, se altera el
trofismo. Adem ás, aunque La temperatura
baja defiende en cierto modo al tejido
conservado de la influencia de los
microorganismos, inhibe al mismo tiempo
todos los procesos bioqu ímicos que se
operan en el

Fig. 11. El mismo caso


Fig. 10. Ulceras despu é s del tratamiento
tisular
tuberculosas de la mano
antes del tratamiento
tisular
tejido a temperaturas m ás elevadas,
mientras no se separe del organismo. Al
encontrarse en este nuevo estado cualita-
tivo y adaptarse a las nuevas condiciones
de su existencia, el tejido elabora
substancias especiales, que poseen propie-
dades curativas. En otras palabras, los
estimulantes bi ógenos se forman allí
donde tiene lugar la lucha por la vida y
la adaptaci ón a nuevas condiciones de
existencia.
Sabido es que en el organismo vivo los
procesos vitales se desarrollan gracias a la
aceleraci ón de las reacciones

16
Fermentos=
bioqu ímicas por catalizadores constituidos, enzimas=
en gran parte, por fermentos. catalizadores

Hay muchas razones para admitir que el


tejido separado del organismo y
conservado en fr ío se reorganiza bioqu ími -
camente, originando ciertas substancias
que, en las citadas condiciones
desfavorables, estimulan sus procesos
vitales. Partiendo de estas consideraciones,
llegu é a la conclusi ón siguiente: Cualquier
tejido humano o animal, separado del
organismo y conservado en condiciones
desfavorables, pero que no causen su
muerte, sufre una transformaci ón bioqu í-
mica y genera substancias especiales, los
estimulantes bi ógenos , que mantienen las
reacciones vitales en los tejidos que las
producen. Si estas substancias son
introducidas en un organismo enfermo,
estimular án en él las reacciones vitales, y
ello provocar á su curaci ón.
Ya he recordado que tambi én los tejidos
recientes pueden ejercer una acci ón
curativa cuando se les trasplanta a un
organismo. Las condiciones desfavorables
para la vida del tejido reci én extirpado,
que contribuyen a la aparici ón de los
estimulantes bi ógenos, son, por lo visto, su
separaci ó n del organismo (aunque sea por
corto tiempo) y, una vez trasplantado, su
permanencia en los tejidos extra ños del
nuevo individuo. Pero, repito, la influencia
curativa de los injertos de tejidos
recientes es bastante m ás d ébil que la de
los tejidos conservados en fr ío.
Al llegar a esta conclusi ón, ten ía que
demostrar que los portadores de la acci ón
estimulante de los tejidos trasplantados son
las substancias denominadas por mí
estimulantes bi ó genos. No fu é muy dif ícil
demostrar que los extractos acuosos de
tejidos conservados contienen sus
principios curativos activos. Inyectando
subcut á neamente estos extractos pueden
conseguirse efectos terap éuticos semejantes
a los obtenidos con injertos de tejidos
enriquecidos con estimulantes bi ó genos .
17
La primera generalizaci ón referente a la
formaci ó n de estimulantes bi ógenos en los
tejidos animales, la extend í al mundo de
los vegetales, suponiendo que las partes
vivas de las plantas conservadas en
condiciones desfavorables, pero que no
causen su muerte, tambi én deben
acumular estimulantes bi ógenos . Conseguí
comprobar la justeza de esta generalizaci ón
en las hojas verdes de las plantas. Pero las
condiciones desfavorables para las hojas
separadas del organismo de la planta
consisten, no en su conservaci ón en fr ío,
sino en la oscuridad, por cuanto para la
hoja verde la condici ón indispensable de
su vida completa es la acci ón coordinada
de la clorofila y de los rayos solares. La
hip ó te sis tuvo una completa confirmaci ón:
los extractos acuosos de las hojas de
diversas plantas, conservadas en la oscuri-
dad, mostraron efectos curativos y
precisamente mucho mayores que los
extractos de hojas que no hab ían sido
mantenidas en la oscuridad.
Esto me permiti ó ampliar la primera
generalizaci ón he cha en relaci ón con los
tejidos humanos y animales y darle la
definici ón siguiente: todo tejido vivo (de
hombre, animal o planta), al ser separado
del organismo y conservado en condiciones
desfavorables, pero que no causen su
muerte, sufre una transformaci ón
bioqu í mica y genera substancias especiales
sin car ácter espec ífico —los estimulantes
biógenos— que excitan las reacciones
vitales del organismo en que se introducen
de una u otra manera.

EL METODO TISULOTERAPICO
¿ En qu é consiste el m é todo
tisuloter ápico o del tratamien to por los
estimulantes bi ógenos?
Al comienzo, cuando la tisuloterapia
s ó lo daba sus pri meros pasos, se
empleaban materiales sin esterilizar, por lo
que nos ve íamos obligados a examinar
cuidadosamente a todos los donadores y si
se trataba de material procedente de
cad á veres ten íamos18 que averiguar las
causas de la muerte, a fin de evitar la
transmisi ón al enfermo de cualquier
enfermedad infecciosa. Lo mismo ocurr ía
cuando el material proced ía de animales.
Felizmente, el temor de que se pudiera
transmitir alguna enfermedad oculta, y el
miedo a contaminar casualmente los
materiales tisulares, desapareci ó con un
(hallazgo magn í fico, que no s ólo permiti ó
hacer totalmente inocua la tisuloterapia,
sino que facilit ó el descubrimiento de la
naturaleza de los estimulantes bi ó genos .
V. V. Skorod ínskaia y yo logramos
determinar que tanto los materiales
tisulares de origen animal, despu és de su
conservaci ón en fr í o, como las hojas de
plantas, despu és de haber sido
mantenidas en la oscuridad, pueden
esterilizarse en el autoclave , durante una
hora a 120 grados sin ning ún
inconveniente, con lo que, lejos de perder
sus propiedades curativas, é stas se
intensifican, como se demostró
experimentalmente. Este aumento de
actividad de los estimulantes bi ógenos se
podr í a atribuir, desde el punto de vista
bioqu ímico, a su ulterior liberaci ón del
material tisular conservado. As í pues , los
estimulantes bi ógenos son termoestables,
lo que prueba que no son fermentos.
Antes, al exponer el m étodo de
conservaci ón de los tejidos yo me refer ía
a materiales sin esterilizar. En la
actualidad, puedo decir que ya hace
muchos a ños que no utilizo m ás que
material est éril.
Hablar é más detenidamente del
material sometido a esterilizaci ón en
autoclave.
Como he indicado ya, los materiales
conservados y esterilizados se introducen
en el organismo por el m étodo de la
implantaci ón subcut ánea, o en forma
l í quida , mediante inyecciones de extractos.
Con mayor frecuencia, se emplea piel
conservada en fr ío, que se toma
corrientemente de cad á ver , no m á s tarde
de 10 horas despu és de la muerte . Lo
m á s c ómodo es tomar
19
con la piel una capa no muy gruesa de
tejido celular subcut áneo, de la regi ón
tor á cica y abdo minal, observando,
naturalmente, las reglas de la antisepsia.
La piel se pone en un frasco y se
mantiene durante 6 ó 7 d ías en una
c á mara frigor ífica a la temperatura de 2
ó 4 grados sobre cero.
No es conveniente conservar el tejido en
glucosa o en miel. Tambi én se puede
meter el frasco en una nevera corriente,
coloc á ndolo sobre el mismo hielo, sobre
una tabla. Al fundirse el hielo, se conserva
en el frasco una temperatura de 3 a 4
grados sobre cero. Trascurridos 7 d ías, el
d í a de la operaci ón, se separa el tejido
adiposo y se divide la piel en trozos de
unos veinte cent ímetros cuadrados, que se
colocan en c ápsulas de Petri, dentro de
las cuales se esterilizan en autoclave,
durante una hora, a 120 grados (bajo pre-
si ó n de dos atm ósferas). Las c á psulas
de Petri se llevan a la sala de
operaciones en compartimentos con hielo.
El cirujano hace una incisi ón en la piel
del enfermo, previamente bien anestesiada,
hasta llegar al tejido celular subcut á neo;
lo m á s c ó modo es practicarla en la
superficie lateral de la caja tor ácica. El
tama ñ o del corte debe ser de 2,5
cent í metros . Se lleva el bistur í de plano,
por debajo de los l ímites anteriores del
corte, paralelamente a la piel, en una
extensi ó n de 7 cent ímetros, y haciendo
movimientos como de sierra se hace un
fondo de saco en el que se coloca un
trozo de piel de 6 u 8 cent ímetros
cuadrados. En los bordes de la herida se
dan tres puntos de sutura y se pone un
ap ó sito de cleol*. A los 8 d ías se quitan
los puntos.
De la misma manera debe procederse
para la conservaci ó n de la piel obtenida
durante intervenciones quir úrgicas (como
residuos de las mismas). Tambi én puede
tomarse piel del propio paciente, teniendo
en cuenta que despu és de su
esterilizaci ón en autoclave se reduce su
tama ñ o casi a la mitad . La piel
heter ó gena se obtiene
20 en el matadero, de
ganado vacuno (de la cara interna del
muslo o de los bordes del labio).
Igualmente que la piel, se pueden
conservar tambi én otros tejidos humanos
y animales.
La implantaci ón se repite cada 3 ó 4
semanas. Antes yo recomendaba que, al
repetir las implantaciones heter ógenas, se
variase cada vez de especie de animal, a
fin de evitar manifestaciones anafil ácticas
(aumento de sensibilidad del

* Cleol es un buen sustitutivo de la soluci ón de


colodi ó n y consiste en una soluci ó n de colofonia en
una mezcla de é ter sulf úrico y alcohol, al que se
agrega una peque ña proporci ón de aceite de gira sol.
(N. del trad.)
2—1612

21
organismo), pero m ás tarde me convenc í
en la pr áctica de que esto no era
indispensable, ya que la esterilizaci ón en
autoclave priva al tejido de todas las
propiedades inmunizantes y
anafilactizantes. Desde el a ño 1937 vengo
utilizando tejidos de animales. En una serie
de art ículos y en las instrucciones del
Instituto de Oftalmolog ía de Odesa se
enumeran los siguientes tejidos de
animales: piel, m úsculos, bazo, test ículo,
cerebro, nervios, sangre, cuerpo v ítreo,
gl á ndula mamaria, membrana coroides,
retina y otros.
La placenta, conservada durante 6 ó 7
d í as a tempera tura de 2 a 4 grados, sobre
cero, esterilizada en autoclave y
parcialmente desecada despu és, constituye
un material muy útil para su
implantaci ón.
En 1938 comenc é a utilizar el m étodo
de introducir bajo la piel tejidos
desmenuzados. Para esto se construy ó un
aparato en forma de tubo met álico con
é mbolo. Desde 1949 nuestro Instituto
utiliza, para la implantaci ón de piel y
otros tejidos, una jeringa impelente espiral,
de gran tama ño . El tejido, despu és de su
conservaci ón, se desmenuza y se coloca en
un tubo de cristal de menor di ámetro que
el de la jeringa; uno de los extremos del Disector para
tubo se cierra con un tap ón de caucho y el
otro se obtura con un tap ón de algo d ó n .
De esta manera, se coloca en posici ón
vertical el tubo en el autoclave, donde se
esteriliza durante una hora a 120 grados.
Al practicar la operaci ó n, con una varilla
de vidrio est éril se introduce el material
esterilizado en la jeringa (previamente se
han quitado el tap ón de caucho y el tap ón
de algod ón de los extremos del tubo de
vidrio y se ha adaptado el tubo de goma a
la jeringa).
El m étodo de la jeringa, equivalente al
quir ú rgico , facilita extraordinariamente la
introducci ón de los tejidos con servados y
esterilizados, as í como el tratamiento
ulterior de los enfermos. En 1945
Dumbadze emple ó la22jeringa. Una peque ña
jeringa impelente espiral fu é utilizada en
1947 por Neshich. En la actualidad
nuestro Instituto emplea la jeringa
impelente FZS (Fil átov Z y S ), que posee
seis estr í as espirales, gracias a lo cual se
acelera la propulsi ón del material tisular a
trav és de la aguja. Con la jeringa se
inyectan al enfermo subcut áneamente 3
gramos de masa ho- mogenizada, cantidad
que corresponde a determinado número de
vueltas del mango del émbolo . Utilizando
mi m éto do de implantaci ón para la
tisuloterapia y observando las reglas de
asepsia, no se registran supuraciones.
Seg ú n los materiales de nuestro Instituto,
entre once mil implantaciones, s ó lo en 12
casos se observaron supuraciones, lo que
representa el 0,11% aproximadamente. Con
el m étodo de las inyecciones, esta
proporci ó n aun debe ser m ás peque ña . En
las implantaciones de tejidos heter ógenos
s ó lo una vez entre 600 casos se ha
observado supuraci ón . La operaci ó n puede
hacerse en el consultorio, pero
manteniendo despu és a los enfermos siete
d í as bajo observaci ón. Aun en los casos
en que se hayan obtenido buenos
resultados es conveniente repetir las
implantaciones, por lo menos 2 ó 3 veces
al a ñ o y, en los casos de procesos
cr ó nicos, deben hacerse 5 ó 6 veces
anuales. Se puede limitar el tratamiento a
las implantaciones, sin combinarlas con las
inyecciones de extractos de tejidos
conservados, aunque es preferible la
combinaci ón de ambos m étodos. Nosotros
solemos practicar 4 cursos anuales
de tisuloterapia, cada uno de los
cuales consta de 30 a 45
inyecciones de extractos tisulares
(ver m ás adelante ) y de una o
dos implantaciones de tejidos
esterilizados en autoclave .
En los casos de procesos tuberculosos
de pulm ó n, larin ge y de algunas
afecciones tuberculosas oculares, la im-
plantaci ón de piel y de otros materiales
debe hacerse en dosis muy reducidas,
comenzando por un cent ímetro cuadrado
de piel, y esto s ó lo despu é s de
inyecciones previas 23de extracto, aplicadas
tambi én en peque ñas dosis . La misma
precauci ó n en las dosis se recomienda en
las formas al érgicas de escrofulosis
infantil.
Como ejemplo, en lo que se refiere a
los extractos , expongo a continuaci ón
el m étodo para prepararlos .
Extracto de placenta. La placenta se obtiene
de las clínicas de partos, utiliz ándose s ólo
las procedentes de mujeres sanas. La
placenta, inmediatamente despu és de
obtenida, se coloca en un recipiente
est é ril , que se cubre con papel pergamino,
se ata y se tiene durante 7 d ías a la
temperatura de 2 ó 4 grados sobre cero .
Un trozo de unos 100 gramos de placenta
conservada se sumerge unas cuantas veces
en una c ápsula con 200 mililitros de agua
(preferentemente destilada) con objeto de
lavarlo de sangre y mucosidades, cam-
biando 4 ó 5 veces el l íquido de la
c á psula . Una vez lavado, el trozo de
placenta se parte en peque ños pedazos , se
machaca en el mortero, se le agrega 10
veces su peso de agua destilada o de
Papel Filtro como el

soluci ó n fisiol ógica (de cloruro s ódico ) y


de las cafeteras

se le deja a la temperatura ambiente


durante una hora, removi é ndolo todo de
vez en cuando. Pasado este tiempo, se le
pone durante 30 minutos en ba ñomar ía a
la temperatura de 70-80 grados y despu és
se filtra a trav és de algod ón . Se hierve
el filtrado durante 2 minutos y se vuelve
a filtrar a trav és de papel , despu é s de lo
cual se distribuye en ampollas de cristal,
que se cierran a la llama y se esterilizan
en autoclave durante una hora a la
temperatura de 120 grados. El extracto
obtenido de esta manera est á casi libre de
prote ínas . Su contenido en nitr ógeno
prote ínico no pasa de 0,01%, y es casi
transparente con ligera opalescencia. El
extracto esterilizado en autoclave se
somete a control bacteriol ó gico para
comprobar su esterilidad, siguiendo los
métodos usuales. Estos extractos pueden
conservarse sin que pierdan actividad, por
lo menos 12 meses.
De manera an áloga al extracto de
placenta se preparan
24 los extractos de
La cocina moderna usa
Procesador de
Alimentos para picar y
moler
ó rganos y de tejidos de cad áver (piel,
test í culos, m úsculos, mesenterio, bazo y
otros). La piel conservada en fr ío es
conveniente pasarla por una má quina de
picar carne. La masa obtenida se deja
macerar en agua destilada durante 10
horas en fr ío .
La preparaci ón de extractos de tejidos
heter ó genos (piel, nervios, cerebro,
test ículos, mesenterio, etc.) de vaca, car -
nero, cabra, caballo o conejo, se efect úa
por procedimiento an álogo al descrito.
Como quiera que los extractos no
contienen apenas prote í nas , debido a que
se hierven y despu és se filtran y este -
rilizan en el autoclave, el empleo de
extractos heter ógenos no provoca
fen ó menos anafil á cticos, como demuestran
nuestras observaciones. La actividad de
los extractos se conserva, por lo menos,
durante doce meses. Los extractos se
guardan durante cierto tiempo y luego se
vuelven a esterilizar.
Extractos de hojas conservadas en la
oscuridad ( á loes, pita, llant én, hojas de
remolacha y otras, no venenosas, na-
turalmente). Las hojas de áloes se
conservan previamente en la oscuridad,
para lo cual se las corta y guarda
envueltas en papel negro o en frascos
durante 12 ó 15 d ías a tempera tura de 4
a 8 grados sobre cero en un lugar
completamente oscuro. Pasado este tiempo,
se lavan cuidadosamente las hojas con
agua destilada, se las desmenuza con unas
tijeras y se las machaca en un mortero.
Por cada 100 gramos de masa de hojas,
se agrega 500 mililitros de agua destilada
o de soluci ón fisiol ógica . Esta masa se
tiene durante una o dos horas a la
temperatura ambiente, removi éndola sin
cesar, y luego se pone a calentar, se
hierve durante dos minutos y se filtra a
trav és de papel. El filtrado se vuelve a
calentar y hervir durante dos minutos y se
filtra de nuevo por papel. El filtrado
transparente se distribuye en ampo llas , que
se cierran a la llama y se esterilizan en
autoclave durante una hora a 120 grados.
El control bacteriol ó25
gico se hace siguiendo
las reglas usuales. Las ampollas deben ser
conservadas en la oscuridad. Las
propiedades curativas del extracto no se
pierden, por lo menos, en el curso de doce
meses.
A veces, durante el tiempo de
conservaci ón de las am pollas se observa
un ligero precipitado cristalino, pero esto
no significa ninguna contraindicaci ón para
su empleo: es necesario únicamente
calentar la ampolla y agitarla. Las
inyecciones de extracto de áloes se
practican subcut á nea mente a la dosis de 1
ó 2 mililitros cada d ía . Se recomienda
practicar cuatro cursos anuales de 30 a
45 inyecciones cada uno. Usualmente
combinamos las inyecciones de áloes con
las implantaciones (una a dos
implantaciones por cada curso de
tratamiento).
En los casos de tuberculosis pulmonar o
lar í ngea y en algunos de tuberculosis
ocular, el tratamiento de extractos se inicia
con dosis de 0,1 mililitro.
Adem á s de los extractos, se pueden
emplear algunos humores
biológicos del organismo ,
despu és de la conserva ci ó n del cad áver, o
de partes de éste, en fr ío. Entre estos
humores figuran: el humor acuoso o el
humor v ítreo del ojo del hombre o de los
animales, el l íquido cefalorraqu ídeo, la
sangre humana conservada en fr ío y los
extractos de ésta , as í como sangre venosa
lisada de cad áver . Entre los materiales
activos (por su contenido en estimulantes
bi ó genos) se encuentran el aceite de
h í gado de bacalao , con el cual, seg ún los
datos obtenidos en nuestro laboratorio,
inyectado parenteralmente se obtienen
efectos terap éuticos, no s ólo por su
contenido en vitaminas A y D, sino
tambi én por su con tenido en estimulantes
bi ó genos, que se liberan del h ígado de
bacalao durante el proceso de su
preparaci ón. En nuestro Instituto hemos
usado con éxito el extracto acuoso de
aceite de h ígado de bacalao . Todos los
materiales citados deben emplearse
despu és de esterilizados
26 en autoclave .
Plasma Rico
en Plaquetas

Ahora bien, ¿no es posible emplear


cualquier otro tipo de esterilizaci ón? Esta
cuesti ó n se nos ha planteado y la hemos
resuelto. Cuando se carece de autoclave,
se pueden esterilizar los extractos l íquidos
mediante su tindalizaci ón o ultrafiltraci ón
bacteriol ógica (siempre que exista un la-
boratorio con la instalaci ón adecuada).
El empleo de materiales tisulares no
esterilizados en autoclave únicamente es
admisible cuando se realizan experimentos
en animales. A los materiales biol ógicos
citados debo agregar tambi én otros que
nos ofrece la naturaleza en forma ya
preparada. Seg ú n mis generalizaciones, los
estimulantes bi ógenos se forman cuando
las partes vivas del organismo se
encuentran en estado de "supervivencia" y
luchan con la muerte mediante sus
modificaciones bioquímicas.
Y, ¿ no se formar án tambi én estimulantes
bi ó genos en los organismos vivos, situados
en condiciones desfavorables de
existencia?, ¿acaso no luchan los
organismos vivos por su existencia
mediante la alteraci ón de su estructura
bioqu ími ca? Tambi é n he dado una
respuesta positiva a esta cuesti ón.
Me plante é el problema de investigar si
se forman estimulantes bi ógenos en la
naturaleza all í donde tiene lugar una lucha
por la existencia y tom é para su
investigaci ón limo del estuario de Odesa,
cuyas propiedades curativas son del
dominio p úblico . Como en la formaci ón
del limo participan la microfauna y la
microflora del estuario, era natural suponer
que en el proceso de la muerte de los
seres vivos deben formarse en ellos
estimulantes bi ógenos. V. V.
Skorod í nskaia, V. A. Biber y yo hemos
demostrado que el extracto de limo del
estuario posee cualidades terap éuti cas,
semejantes a las de los extractos de los
materiales ani males y vegetales , antes
citados. Es m á s, destilando el limo con
vapores de agua y recogiendo el destilado,
hemos confirmado que 27 éste no contiene,
en absoluto, materias albuminoideas y que
carece de hormonas, cuya presencia hu-
biera sido posible admitir en los extractos
de limo. A. F. Sis óiev y yo obtuvimos de
hojas oto ñales de árboles un desti lado
con propiedades terap éuticas semejantes .
Al hablar de los m étodos de empleo de
diferentes preparados de tejidos, me he
referido a la implantaci ón de tejidos y a
las inyecciones subcut áneas de preparados
l í quidos . No obstante, son posibles otras
Uso

v í as de administraci ón al orga nismo,


interno

como, por ejemplo: por v ía digestiva, por


v í a infra- mucosa, en forma de polvo
(para su empleo t ópico) y, sobre todo,
por v í a rectal, bajo la forma de
microenemas.
Para uso interno, el extracto de áloes
se emplea m ás concentrado: a cada 10
gramos de hojas de áloes conservadas se
agregan 30 mililitros de agua. El extracto
as í pre parado, una vez esterilizado, se
distribuye en frascos hervidos. Para
prolongar el per íodo de su conservaci ón se
le adiciona alcohol: por cada 100
mililitros de extracto ya preparado, se
agregan 20 mililitros de alcohol de 96
grados. Se administra el extracto a los
adultos a la dosis de 30 a 40 gotas, 2 ó
3 veces al d ía, media hora antes de las
comidas.
Tambi én el destilado del limo de estuario
se puede administrar a las
Constituye mismas dosis.
un recurso
La tisuloterapia constituye un problema
de extraordinaria amplitud, y es mayor
cada d ía el n úmero de m édicos que la
emplean, siendo tambi én m ás variado el
material que se utiliza para las
trasplantaciones y m ás perfecto el m étodo
de preparaci ón y de administraci ón de los
preparados al organismo.
En La actualidad, la escuela que yo
dirijo dispone de un extenso material
cl í nico de tisuloterapia que, en algunos as -
pectos, como por ejemplo, en el de las
afecciones oculares, comprende m ás de mil
casos sometidos a una observaci ón
prolongada.
28
Para la tisuloterapia de cada una de las
enfermedades hemos utilizado diferentes
materiales homo y heter ógenos de
procedencia animal, extractos de tejidos
vegetales ( áloes, pitia, etc.), destilado de
limo del estuario y otros. A pesar de la
gran diversidad de preparados tisulares, no
hemos podido observar diferencia entre la
acci ó n de ninguno de ellos en el
tratamiento de una u otra enfermedad.
Por otra parte, es muy curioso el
siguiente hecho: el preparado de hojas de
á loes que, como es sabido, no contiene
ninguna clase de productos metab ólicos
espec í ficamente se mejantes a cualquier
ó rgano del hombre, se emplea, no obs -
tante, con enorme éxito en m ás de 50
formas de diversas enfermedades.
Todo esto confirma que la tisuloterapia
act ú a sobre to do el organismo en su
conjunto y no en determinadas enfer-
medades.
OBSERVACIONES CLINICAS
¿ Qu é resultados proporciona la
tisuloterapia o tratamiento con los
estimulantes bi ógenos?
Me voy a limitar aqu í a hacer un
resumen escueto de las formas de
enfermedades oculares, en las cuales se
han obtenido buenos resultados con el
m é todo de injerto. Detalles m ás concretos
acerca de esta cuesti ón pueden encon trarse
en mis monograf ías, publicadas en 1945-
1948, en mis art ículos, y tambi én en los
de mis disc ípulos y continuado res,
publicados en los últimos a ños. Sin
detenerme a citar los magn íficos resultados
obtenidos en el tratamiento, libre de
recidivas, de blefaritis ulcerosas, de
orzuelos recidivantes y de conjuntivitis
primaverales, destacar é la intensa acci ón
curativa de los estimulantes bi ógenos en
diferentes tipos de queratitis.
La tisuloterapia da magn íficos resultados
en el tratamiento de queratitis herp ética s:
en la mayor ía de los casos se observan
curaciones definitivas en los l ímites de los
per í odos de observaci
29ón, de 3 meses a 3
a ñ os . Expondr é la observaci ón hecha en la
enferma R., de 19 a ños. Esta en ferma
sufr í a de queratitis herp ética (de forma
circular) del ojo izquierdo, desde
septiembre de 1946. En el centro de la
c ó rnea presentaba una opalescencia circular
de unos 7 mil í metros de di ámetro. La
enferma atribu ía su padecimiento al
paludismo. A causa de los intensos
dolores, del lagrimeo y de la disminuci ón
de la capacidad visual, se vi ó obligada a
abandonar los estudios. Inmediatamente
despu és del primer curso de tratamiento
tisuloter ápico desaparecie ron el dolor y el
lagrimeo, la opacidad corneal se reabsorbió
y la capacidad visual aument ó de 0,02 a
0,6 y al cabo de dos semanas de haber
abandonado el Instituto lleg ó a 1,0. La
enferma pudo reanudar sus estudios y en el
transcurso de 3 a ños de observaci ón no
hubo recidiva alguna.
La tisuloterapia da tambi én muy buenos
resultados en los casos de queratitis
escrofulosas (inflamaci ón de la c ór nea a
consecuencia del escrofulismo). Las
repetidas agudizaciones de esta inflamaci ón
originan con frecuencia la formaci ó n de
opacidades corneales, que llegan a hacer
perder la vista al enfermo. La enfermedad
se observa, particularmente, en los ni ños y
se refleja sobre su estado general. Los
peque ñ os duermen mal y pierden el
apetito. La tisuloterapia permite curar esta
grave enfermedad (v. figuras 12 y 13).

30
Otro ejemplo: la escolar V., de 10 a ños,
a consecuencia de una queratitis
escrofulosa grave en [ambos ojos, se vió
obligada a abandonar la escuela, lo que la
deprimi ó sensi blemente. Al primer curso
de tratamiento desaparecieron ya

Fig. 12 Queratitis Escrofulosa antes Fig. 13. El


mismo caso despu és del del tratamiento tisular.
tratamiento Per í odo de
observaci ón: 2
a ñ os

todos los fen ómenos inflamatorios,


aument ó La agudez visual y, despu és del
segundo curso, cur ó definitivamente,
pudiendo reanudar sus estudios. Durante
dos a ñ os y medio no se han observado
recidivas.
Magn íficos resultados de la tisuloterapia
hemos observado en un caso de queratitis
parenquimatosa (a consecuencia de s í filis
31
cong é nita ) y tambi én en casos de
procesos tuberculosos de la c órnea.
Como resultado del tratamiento se
reabsorbe la opacidad, regresan los vasos
y aumenta la capacidad visual.

32
La enferma S., de 20 a ños, ingres ó en
el Instituto en 1949 a consecuencia de una
queratitis parenquimatosa: en ambas
c ó rneas se observaban enturbiamientos
densos y la visi ón se limitaba a poder
contar los dedos puestos delante de los
ojos.
La enferma fu é sometida a tres cursos
de tratamiento en el per íodo de 11 meses
y, a pesar del tratamiento local (dionina,
pomada de precipitado amarillo de
mercurio) y del tratamiento espec ífico
general, las opacidades corneales

Fig. 14. Queratitis Fig. 15. El mismo


parenqui- matosa caso despu é s del
antes del tratamiento tratamiento tisular.
tisular. Agudeza Agudeza visual =
visual = 0,02. 1,0.
persist ían en su intensidad. Despu és de
cursos repetidos de tisuloterapia, se
reabsorbi ó la opacidad y aument ó la capa -
cidad visual que, al cabo de un a ño, era
de 1,0 en un ojo y de 0,8 en el otro. La
enferma, feliz, pudo volver al trabajo. En
este caso, el tratamiento previo espec ífico
cur ó el orga nismo, pero no influy ó en
absoluto sobre la afecci ón corneal,
mientras que la tisuloterapia condujo a la
reabsorci ón de la opacidad corneal y a la
recuperaci ón de la visi ón normal (v.
figuras 14 y 15).
En los casos de queratitis tuberculosas
tambi én se han logrado buenos resultados.
Por ejemplo: la enferma B. sufri ó de
escrofulismo en la infancia. Pasados veinte
a ñ os, le comenz ó una queratitis
tuberculosa grave en ambos ojos. El
proceso inflamatorio corneal se agudizaba
con frecuencia hasta que la có rnea perdi ó
su transparencia y la visi ón dis minuyó
mucho en ambos 33ojos (hasta 0,02—
0,04). La enferma no pod ía trabajar ni
estudiar, y la p érdida de la visi ón la
deprim ía extraordinariamente. A los dos
primeros cursos de tisuloterapia se
reabsorbieron los infiltrados corneales,
desapareci ó, casi por completo, la opacidad
y despu és de otros cursos de tratamiento
(4 veces al a ño), la visi ón au ment ó hasta
0,5—0,6 y La enferma pudo reanudar el
trabajo.
El tratamiento de las queratitis
escrofulosas y tuberculosas debe
practicarse con dosis reducidas. En las
ú ltimas combinamos frecuentemente la
tisuloterapia con la administraci ó n de
anatuberculina o de estreptomicina.
La tisuloterapia es tambi én muy eficaz
en los casos de ulceraciones supuradas. En
algunos casos de queratitis ros á cea
tambi én se han observado durante largos
per í odos resultados positivos. Con este
tratamiento tambi én pueden ser
susceptibles de reabsorberse parcialmente
las opacidades corneales de antiguo
origen. Un éxito inesperado, pe ro notable,
fu é obtenido en un caso de queratocono:
se reabsorbi ó la opacidad y el pannus , se
mejor ó la forma de la c órnea y el
metabolismo de los hidratos de carbono y
del calcio y potasio. La tisuloterapia
produce tambi én efectos favorables en los
casos de enturbiamiento de la c órnea tras -
plantada. Por regla general, yo empleo la
tisuloterapia antes y despu és de la
trasplantaci ón de la c órnea .
En mi escuela, el m étodo preferido de
tratamiento del tracoma consiste en la
combinaci ón de la tisuloterapia con la
pr á ctica de repetidas expresiones. Hemos
observado los efectos de la tisuloterapia en
centenares de casos de tracoma. No es raro
que la afecci ón de la c órnea consecutiva
al tracoma, invalide a la persona durante
muchos a ños. As í, por ejemplo, la
koljosiana K., a consecuencia del tracoma,
presentaba pannus vascular tracomatoso en
ambas c ó rneas (toda la c órnea se enturbi ó
y cubri ó de vasos), su visi ón hab ía
disminuido bruscamente y las frecuentes
agudizaciones del proceso incapacitaron
por completo a la enferma
34 para el trabajo.
Al mes y medio de haber comenzado el
tratamiento tisuloter ápico desaparecieron
todos los fen ómenos inflamatorios y
despu és de repetidos cursos de tratamiento
se reabsorbi ó la opacidad y la capacidad
visual de ambos ojos se hizo casi normal
(0,8), sin que se observaran recidivas en el
curso de cinco a ños.
La tisuloterapia da tambi én resultados
notables en el tratamiento de las
inflamaciones de la membrana coroides de
diversa etiolog ía y en los casos de
opacidad del humor v ítreo . Se han hecho
centenares de observaciones de tratamiento
tisuloter ápico de uve ítis de diversa
etiolog í a, entre ellas, en casos de uve ítis
traum á ticas en soldados del Ej ér cito
Sovi ético. En casi todos los casos se logró
con la tisuloterapia la desaparici ón de la
inflamaci ón y la reabsorci ón del exudado.
El enfermo G. sufr ía de uve í tis
tuberculosa bilateral con enturbiamiento
del humor v ítreo y formaci ón del exudado
en el mismo. La capacidad visual hab ía
descendido a 0,3 en el ojo derecho y en el
izquierdo s ólo permit ía distinguir los dedos
a corta distancia. Se emple ó la
tisuloterapia implantando placenta bajo la
piel del vientre: el exudado se reabsorbió
y la visi ón mejor ó hasta 0,5 en un ojo y
0,3 en el otro, durante un per íodo de
observaci ón de dos a ños y medio.
Incluso en los casos en que se inicia la
atrofia ocular con proyecci ón incorrecta
de la luz, la tisuloterapia ha contribuido
con frecuencia a la detenci ó n del proceso
y al restablecimiento de la percepci ón
normal de la luz, lo que ha hecho posible
la intervenci ón quir úrgica, logrando que
Oftalmía simpática los enfermos recobrasen parcialmente la
percepci ó n de los objetos incluso en
algunos casos que se consideraban
desesperados. En algunos casos de
inflamaci ón simp ática hemos logrado con
la tisuloterapia La detenci ón completa del
proceso. As í conseguimos conservar la
vista al enfermo Z. En 1920 fu é herido
en el ojo izquierdo por cascos de metralla.
No se le practic ó 35la ablaci ón del ojo,
trat á ndosele únicamen te con
autohemoterapia. A los 24 a ños de la
herida, en enero de 1944, se inici ó el
proceso en el ojo izquierdo, que comenzó
a dolerle. En el otro ojo, hasta entonces
sano, disminuy ó la capacidad visual,
descendiendo hasta 0,05 al cabo de un
mes. Se le extirp ó el ojo izquierdo. Al
cabo de cuatro meses de tratamiento con
autohemoterapia y atropina, la visi ón en
el ojo derecho se elev ó la 0,7, pero
transcurrido un a ño des cendi ó de nuevo
hasta 0,04. El enfermo ingres ó en nuestro
Instituto en febrero de 1946, con
manifestaciones de uve í tis cr ó nica .
Comenz ó a practic ársele la tisuloterapia, y
la capacidad visual ascendi ó de 0,04 a
0,5. As í se ha mantenido durante cinco
a ñ os, hasta el momento presente. Sin
embargo, el enfermo repite
sistem á ticamente la tisuloterapia a fin de
evitar posibles agravaciones.
En vista de los efectos beneficiosos de
la tisuloterapia en los casos de queratitis y
uve í tis, en nuestro Instituto se la emplea
para preparar a los enfermos en todos los
casos de operaciones intraoculares, lo que,
sin duda, reduce el número de
complicaciones.
La tisuloterapia es tambi én muy
beneficiosa en las formas no muy
avanzadas de degeneraciones pigmentarias
de la retina: aumenta la agudez visual,
ampl ía el campo de la visi ón, mejora la
adaptaci ón y, en ocasiones, llega hasta
hacer que desaparezca la hemeralopia. En
los casos no tratados anteriormente, con la
tisuloterapia no se logra m ás que un
ligero mejoramiento de la funci ón ocular,
lo cual demuestra el efecto beneficioso
que se manifiesta en la detenci ó n de la
marcha del proceso. En la fig. 16 se
presenta el campo visual de la enferma Sh.
antes del tratamiento, y en la fig. 17 la
misma despu és del tratamiento. Nuestras
conclusiones acerca de la eficacia de la
tisuloterapia en esta enfermedad se basan
en m á s de 500 casos, algunos de los
cuales presentan un inter és especial.
La enferma V., de 37 a ños, maestra,
llevaba 16 a ñ os pade
36 ciendo degeneraci ón
pigmentaria de la retina. No pod ía sa lir
sola por la noche, pues a causa de la
debilitaci ón de la vista y de la restricci ón
del campo visual, tropezaba con los
objetos. A consecuencia de tan
considerable p érdida de la

Fig. 16. Degeneraci ón Fig. 17. El mismo caso


pigmentaria de la retina despu é s del tratamiento
antes del tratamiento tisular. Agudeza visual =
tisular. Agudeza visual = 0,8.
0,3.

37
dad, con lo que pudo reanudar su labor en
la escuela y salir sola a dar las clases
nocturnas. La observaci ón de esta enferma
se prolong ó durante dos a ños y medio.

38
Otro caso: A la enferma N., de 36 a ños,
obrera de una f ábrica, se le desarroll ó una
retinitis pigmentaria, que rápidamente le
afect ó a la visi ón, hasta el punto de que al
anochecer no pod ía salir de la f ábrica sin
que alguien la acompa ñase. Antes del
tratamiento tisuloter ápico, la pacien te
tomaba aceite de h ígado de bacalao, pero
la enfermedad sigui ó progresando. La
tisuloterapia, bajo la forma de inyecciones
subcut á neas de áloes alivi ó el sufrimiento
de la enferma, mejor ó la funci ón ocular. A
los 10 meses pod ía ya moverse libremente
en la oscuridad, tanto en el recinto de la
f á brica, como en la calle.
Como se ve por los casos expuestos, es
posible luchar contra enfermedades
desesperadas como la retinitis pigmentaria.
Los oftalm ólogos no deben limitarse a
hacer el diagn ó stico de la enfermedad
y/aceptar la ceguera, que aguarda a estos
enfermos. El m édico est á obligado a
ayudar al enfermo, continuando tenaz y
pacientemente el tratamiento.
En los casos de enfermedades de la
retina y de la coroides, en los casos de
miop í a , la tisuloterapia es extraordina-
riamente beneficiosa. Mi escuela ha
publicado observaciones de muchos casos
de esta afecci ón (m ás de 1.500), en el 70-
80% de los cuales se ha comprobado una
mejor ía de los enfermos, con aumento de
la agudeza visual, ampliaci ón del campo
de la visi ón y detenci ón del desarrollo del
proceso.
Independientemente de la clase de
preparado tisular que se emplee, los
distintos autores han observado los
mismos efectos, tanto en lo que se refiere
al incremento de la agudeza de visi ón,
como a la ampliaci ón del campo visual.
Desde 1938 tenemos bajo nuestra
observaci ón a la en ferma B., que al ser
examinada por primera vez, presentaba en
ambos ojos una acentuada miop ía con
alteraciones coriorretinianas. En el ojo
izquierdo, cerca de la mancha amarilla,
presentaba hemorragias. La vista con
cristales estaba disminuida hasta 0,04. En
el ojo derecho la agudeza visual era de
0,2.
Despu és del primer curso de
tisuloterapia comenz ó a reabsorberse la
hemorragia. Y al final del tratamiento la
visi ó n era de 0,07 en el ojo izquierdo y de
0,8 en el derecho. Se prolongó
sistem á ticamente el tratamiento hasta
1941, y la enferma conserv ó la vista en el
mismo estado. Durante el per íodo de la
guerra con la Alemania hitleriana, la
enferma s ólo pudo hacerse dos cursos de
tratamiento. En 1945 ingres ó de nuevo en
nuestra cl ínica, con una visi ón en el ojo
derecho de 0,5, y la misma correcci ón; en
el ojo izquierdo la

40
visi ó n era de 0,06. De 1945 a 1950 la
enferma estuvo sometida a 2 ó 3 cursos
anuales de tisuloterapia. En 1950, es decir,
a los 12 a ños del primer curso de
tratamiento, la visi ó n en el ojo derecho era
de 0,85 y en el izquierdo de 0,1. En la
actualidad, la ex enferma trabaja
normalmente como inspectora de trabajo,
en K íev.
En varias ocasiones hemos podido
observar casos de intensa miop ía
persistente, acompa ñados de disminuci ón
de la agudeza visual. Las personas que
padecen estas alteraciones de la vista se
cansan frecuentemente al leer y escribir.
La tisuloterapia tambi én produce sus
efectos en estos casos: la agudeza visual
aumenta y el cansancio provocado por la
lectura disminuye. Veamos un ejemplo: en
1939 vino a verme la escolar de noveno
grado M., quej ándose de que se cansaba
con facilidad y de que le disminu ía la
vista. Se comprob ó que ten ía una miop ía
de 10,0 D., sin aparentes modificaciones
del fondo del ojo. Tuve ocasi ón de
observar esta enferma de 1939 a 1951, es
decir, durante 12 a ños. Cada a ño (incluso
durante la guerra, en la evacuaci ón), la
enferma hac í a 2 ó 3 cursos de tratamiento
tisuloter ápico. Ya en el primero, la visi ón
aument ó hasta la unidad, man teni é ndose
as í hasta ahora, sin modificaci ón en el
fondo del ojo. Estas observaciones nos
dieron fundamento para practicar la
tisuloterapia con car ácter profil áctico en
los ni ños miopes.
Hemos obtenido resultados muy valiosos
en los casos de atrofia de los nervios
ó pticos . A consecuencia de esta grave
afecci ó n ocular, se declara no pocas veces
la ceguera y la invalidez completa. La
eficacia de la tisuloterapia ha sido
comprobada por mis colaboradores y por
m í en el 70% de los casos, bas ándonos
en m á s de 1.000 historias cl ínicas . Las
inyecciones intramusculares de aceite de
h í gado de ba calao, de extractos acuosos
de placenta, de áloes, de limo de
estuario y de su 33 destilado, etc.,
han surtido en tales casos efecto
curativo. De manera an á loga act úan
las implantaciones subcut áneas de piel y
de placenta conservadas en fr ío y
esterilizadas en autoclave. Se han logrado
é xitos en el
3—1612

42
tratamiento de las atrofias del nervio
ó ptico de diversa etio log ía: traum á ticas,
tab éticas, postinfecciosas, en las debidas al
alcohol met ílico (si no es muy intensa ni
remota), etc. Citar é algunas historias
cl í nicas.
La enferma L., practicante militar,
ingres ó en el hospi tal en 1943, con atrofia
del nervio óptico de ambos ojos,
consecutiva a una contusi ó n . La afecci ó n
databa de seis meses. La visi ón en el ojo
derecho era 0 y en el ojo izquierdo s ó lo
hab í a una percepci ón irregular de la
proyecci ó n lu minosa. El caso se
consideraba desesperado, pero nosotros no
nos consideramos con derecho a dejar de
prestarle ayuda e iniciamos el tratamiento.
La tisuloterapia le devolvi ó su capacidad
para el trabajo. Despu és de un curso
prolongado de tratamiento, la visi ó n del
ojo izquierdo aument ó hasta 0,3 y la del
derecho hasta 0,07. La enferma estuvo
bajo observaci ó n durante a ño y medio.
He aqu í otro caso notable. El sastre B.
sufr í a de atrofia del nervio óptico,
consecutiva a intoxicaci ón con alcohol
met í lico . Joven, pleno de energ ía y salud,
hab í a quedado casi ciego. La visi ón se
hab í a reducido a algunas cent ésimas y no
pod ía andar sin la ayuda de alguien. Se
hab í a tratado, pero sin éxito. Vino a
visitarme en 1945 y comenzamos a tratarlo
con tisuloterapia. Despu és de tres cursos,
el enfermo pod ía andar él solo sin
dificultades y pasado un a ño, la visi ón
aument ó hasta 0,5 y pudo comenzar a tra-
bajar.
La curaci ón, o cuando menos la mejor ía,
de los enfermos con atrofia del nervio
ó ptico —casos al parecer desesperados—
debe acabar con el pesimismo que aun
domina en bastantes oftalm ólogos.
La tisuloterapia tambi én ejerce una
acci ó n favorable en los casos de glaucoma:
aumenta la visi ón, ampl ía el campo visual
e incluso, a veces, logra regular la tensi ón
intraocular. En algunos casos, la
tisuloterapia es capaz de aumentar la
funci ó n ocular , incluso del ojo normal: la
percepci ó n de La luz, la adaptaci ón a la
luz y a la oscuridad y la acomodaci ón .

44
Como se ve por la tabla adjunta, las
observaciones hechas sobre los resultados
de la tisuloterapia en los enfermos de
ojos, abarca un gran n úmero de casos.
Estos resultados han sido sometidos a
observaci ón desde uno a cinco a ños y
m á s.
N ú mero N ú mer Resultad
Nombre de la de o de os
enfermo ojos positivo
enfermedad s s

Queratitis inflamatoria 829 1.463 1.22


6
Coriorretinitis de los 851 1.653 1.37
miopes 6
Retinitis pigmentaria 372 740 665
Atrofia del nervio 649 1.287 830
ó ptico
Inflamaci ó n de la 409 647 513
coroides
Inflamaci ó n simp á tica 80 80 73
Pannus tracomatoso 341 669 447

Resumiendo todo lo expuesto, creo


posible afirmar que la tisuloterapia
constituye un poderoso medio de
tratamiento de las enfermedades oculares,
que al lado de los dem ás m étodos
conocidos aumenta considerablemente las
posibilidades terap éuticas de los
oftalm ó logos.
La tisuloterapia da tambi én buenos
resultados (y en algunos casos incluso la
total curaci ón) en enfermedades de otros
ó rganos y tejidos del organismo: en el
lupus vulgar, en las ulceraciones
tuberculosas de la piel, en otras formas de
ú lceras (incluso tr ó ficas) de la piel, en las
retracciones cicatriciales (del es ófago y
de la uretra), en el bot ó n de Oriente, en
el lupus eritematoso, la esclerodermia, la
psoriasis, los eczemas, en las afecciones
inflamatorias del sistema nervioso
perif érico, en el asma bronquial, en las
ú lce ras g á stricas y duodenales, en las
inflamaciones ginecol ógi cas, en las
anquilosis post-traum áticas , en los
casos de consolidaci ón lenta de las
3* fracturas, en las gangrenas espon-
t á neas, en el tifus exantem ático, en
las neuritis brucelosas, en los gomas
sifil í ticos, en la pelagra, en la epilepsia
(sobre todo la traum ática), en la
esquizofrenia, en la lepra, en la
hiperton ía y en algunas enfermedades
infantiles.
35

46
Me detendr é a tratar sucintamente de
las enfermedades citadas.
La tisuloterapia se recomienda en
algunas formas de tuberculosis. Puede ser
ú til en ciertos tipos de tuberculosis
pulmonar, favorecer la cicatrizaci ón de
ú lceras tuberculosas de la laringe y salvar
al enfermo de la disfagia (he observado
algunos de estos casos). V. V.
Skorod í nskaia y el doc tor Eguiz, ptisiatra,
observaron un caso de ú lcera lar íngea que
se cur ó con la sola administraci ón de
extractos de áloes per os. El enfermo
lleva tres a ños en observaci ón, sin que
apareciesen recidivas. Tambi én la doctora
Malish évskaia (del Instituto
Antituberculoso de Odesa) ha obtenido
buenos resultados con el empleo de la
tisuloterapia.
La cuesti ón del tratamiento
tisuloter ápico de la tuberculosis lar íngea y
pulmonar exige un minucioso estudio cl íni -
co. En estas afecciones, la inyecci ón de
extractos debe comenzarse con dosis muy
reducidas (0,1—0,2), que se ir án
aumentando poco a poco. La implantaci ón
ú nicamente pue de hacerse despu és de una
larga preparaci ón con inyeccio nes, y
siempre empleando s ólo peque ños trozos .
La acci ó n de la tisuloterapia en los
casos de lupus vulgar y de la tuberculosis
cut á nea puede considerarse brillante. En la
fig. 18 vemos al enfermo Ch., que padec ía
lupus contra ído hac ía muchos a ños; en la
fig. 19 se ve al mismo enfermo despu és
del tratamiento. El per íodo de observaci ón
ha durado 5 a ños. La curaci ón del lupus
tuberculoso, vigilada en el transcurso de 5
a ñ os, ha sido observada por el profesor A.
A. Feldman. Resultados muy halag üe ños
obtuvieron el profesor Y. Y. Kramarenko,
L. P. Shmuli án, B. S. Brodski y otros.
Tambi én en algunos casos de orquitis
tuberculosa los resultados conseguidos
fueron excelentes.
48
La curaci ón de ulceraciones consecutivas
a quemaduras, ú lceras tr óficas , entre ellas
las ú lceras de las piernas, ha sido
observada no s ólo por m í, sino tambi én
por L. L Meschan ínov, S. Y. Kramarenko,
Y. Y. Kramarenko y por los profesores M.
V. Du ñ i é, N. N. Sokolov, Barinshtein, G.
O. Landa, por otros muchos m édicos de
otras ciudades y por mis disc ípulos.
Tienen especial inter és los casos de
curaci ó n de las ulceraciones t órpidas de
los inv álidos de la Guerra Patria. En mis
monograf ías he expuesto cerca de 20
casos. A éstos hay que agregar no pocos
de la pr áctica de M. E. Kashuk, del
profesor V. V. Kovalski, de H. T.
Ershk ó vich, de Z. M. Biarg

Fig. 18. Lupus Fig. 19. El mismo


antiguo. caso despu é s del
tratamiento tisular.
y de otros, en los hospitales de Tashkent,
de Sochi, de Ashjabad, etc. En el Hospital
del Consejo Central de los Sindicatos
Sovi éticos, cerca de Tashkent, se ha
empleado la tisuloterapia en casos de
ulceraciones, originadas por osteomielitis
(doctor Shramenko). La intervenci ón
quir ú rgica com binada49 con la tisuloterapia,
ha surtido magn íficos efectos . Es muy útil
La tisuloterapia como m étodo de
preparaci ón de los enfermos pana la
reamputaci ón en los casos de hela duras de
los pies.

Ulcera gástrica y duodenal. Varios


especialistas (D. N. Krantsfeld, M. V.
Du ñ i é , E. Y. Kramarenko, Marshalk óvich,
S. A. Bakkal, M. A. Lomshakov y otros) y
yo hemos comprobado la eficacia de la
tisuloterapia en los casos de úlceras
g á stricas y duodenales. Se han examinado
los materiales correspondientes a 243
casos y se ha visto que en 184 se logr ó la
curaci ó n cl ínica y la desaparici ón del
nicho. Durante el per íodo de observaci ón
de uno a dos a ños no hubo recidivas.
Citar é ahora datos de la tesis de D. M.
K ó rob que emple ó la tisuloterapia en
forma de inyecciones de extractos de áloes
en 100 enfermos de úlcera gastroduodenal,
en la mayor í a de los cuales la enfermedad
era cr ó nica y presentaba frecuentes
recidivas. La tisuloterapia di ó resultados
inmediatos en el 94,4% de los casos. En
un corto espacio de tiempo desaparecieron
el s índrome doloroso y los fen óme nos
disp é pticos, mejor ó el estado general de
los enfermos, aumentaron éstos de peso y
cesaron las hemorragias. En algunos casos
se normaliz ó la secreci ón g ástrica. En 39
enfermos, de 56, desapareci ó el nicho,
anteriormente observado en las
investigaciones roentgenol ógicas.
Reabsorción de las cicatrices. Una
manifestaci ón eviden te de la acci ón de la
tisuloterapia la tenemos en la reabsorci ó n
de las cicatrices. Como ejemplo citar é al
enfermo S., cuyas cicatrices, consecutivas
a quemaduras producidas por vapores
calientes, no le permit ían abrir ni cerrar la
mano. A las tres semanas de hab érsele
trasplantado piel en 50 el antebrazo, el
enfermo pod ía darme la mano al saludarme
y muy pronto pudo retornar a su profesi ón
de pintor. El resultado del tratamiento fué
controlado en el curso de cerca de tres
a ñ os.
Casos an álogos observ ó el profesor S.
A. Bakkal. En uno de ellos, la enferma, un
mes antes de ingresar en la cl ínica, hab ía
sufrido una quemadura de es ófago al
beber, por equivocaci ó n, sosa c á ustica . A
causa de los v ómitos no pod ía deglutir, no
ya los alimentos s ólidos, sino ni siquiera
pur é s, teniendo que beber los l íquidos a
peque ñ os sorbos. La sonda el ástica de 0,3
mm, de di ámetro llegaba a una
profundidad de 22 cent ímetros. La masa
de contraste (espesa y l íquida) se deten ía
al nivel de la bifurcaci ón bronquial. Se le
hicieron a la enferma tres implantaciones
de piel de cad áver con servada en fr ío y
esterilizada en autoclave (ciada trozo de 5
cent ímetros cuadrados de tama ño ), el 22
de junio, el 10 de julio y el 2 de agosto
de 1946. A las dos semanas de la primera
implantaci ón, la enferma pod ía ya tomar
pur é s y a las tres semanas de la segunda
implantaci ón deglut ía sin dificultad
alimentos de diversa consistencia. Despu és
de la tercera implantaci ón (pasados uno o
dos meses), la enferma estaba
completamente curada y pod ía ingerir toda
clase de alimentos. En los 8 casos
restantes (entre ellos cuatro ni ños de 2 a
10 a ñ os), despu és de la primera
implantaci ón se observ ó muy pronto
mejor ía del paso de los alimentos por el
es ó fago. La tisuloterapia es de gran
utilidad en las adherencias intestinales
postoperatorias y en las estrecheces
ureterales.
Enfermedades cutáneas. El dermat ólogo
A. A. Feldman, otros especialistas y yo
hemos conseguido notables resultados con
el empleo de la tisuloterapia en las
enfermedades de la piel. En la fig. 20 se
51
reproduce un caso de lupus eritematoso.
La afecci ó n se inició en la enferma S.
estando embarazada. El proceso continuó
despu és del parto y el tra tamiento habitual
no surti ó ning ún efecto en el curso de 5
meses. Despu és de la trasplantaci ón de
piel en el vientre, la enferma curó
r á pidamente (fig. 21), quedando en obser-
vaci ó n durante 6 a ños, sin que en este
per í odo se diese recidiva alguna.
Muchas veces se ha observado la curaci ón
completa y duradera de casos de psoriasis
generalizada. Grandes éxitos se han
obtenido tambi én en el tratamiento de la
esclerodermia, de las neurodermitis y de
eczemas. Yo tuve bajo mi observaci ón al
enfermo I., ingeniero, que llevaba cuarenta
a ñ os padeciendo eczema de las manos y
hab í a sido tratado sin ning ún éxito por
destacados especialistas. El enfermo ten ía
que llevar las manos continuamente
vendadas y usar diversas pomadas. La
permanente preocupaci ón del vendaje y el
untamiento de las manos con pomadas
deprim ía al en fermo, al mismo tiempo que
el insomnio, provocado por el picor le
desequilibraba.
El ingeniero I. vino a verme hace dos
a ñ os y se le pres cribi ó la tisuloterapia.
Desde el primer curso de tratamien-

52
Fig. 20. Lupus Fig. 21. El mismo
eritematoso antes caso despu é s del
del tratamiento tratamiento tisular.
tisular.
to, desaparecieron los picores, el enfermo
recobr ó el sue ño y, despu és de
tratamientos repetidos, san ó del todo
dejando de vendarse las manos. Su estado
general cambi ó por com pleto, se hizo m ás
sociable y comunicativo y contin úa su
trabajo con gran energ ía.

El bolón de Oriente. Tambi én ha


encontrado aplicaci ón la tisuloterapia en
las leis í hmaniosis cut áneas . Hemos tenido
en observaci ón 53 enfermos y en todos
ellos los efectos del tratamiento han sido
favorables, con la particularidad de que se
obtuvieron resultados iguales con la
implantaci ó n de la piel y de diversos
tejidos esterilizados en autoclave (piel,
placenta, hojas de áloes) y con Las
inyecciones de extractos de hojas de áloes
conservadas y con destilado de limo de
estuario. En la fig. 22 se representa una
enferma antes de la tisuloterapia y en la
fig. 23 la misma enfer-
53
Fig. 22. Bot ó n de Fig. 23. El mismo
Oriente antes del caso al mes y medio
tratamiento tisular. de tratamiento tisular.
Per í odo de
observaci ó n: 5 a ñ os.
ma despu és del tratamiento. La
observaci ón ha durado 5 a ños.
Lepra. En la lepra se consiguen
resultados prometedores con la
tisuloterapia. El estudio de esta cuesti ón
comenz ó en 1938. V. E. Shevaliov, L. Y.
Klopenko y yo obtuvimos resultados
positivos, que fueron publicados en 1939
en la "Colecci ón de trabajos del Instituto
Ucraniano de Oftalmolog í a" y en 1952 en
los Trabajos de la Conferencia de Moscú
sobre Lepra. Tambi én han logrado
resultados halag üe ños Lepejov (Krasnodar)
y Bal ú ieva (Mosc ú).
En una serie de casos la tisuloterapia ha
demostrado tambi én su eficacia en el
tratamiento de las endarteritis obliterantes o
gangrena espontánea del pie (S. N.
Butiaguin y el profesor S. A. Bakkal),
empleando inyecciones de extractos de
hojas de áloes y con la implantaci ón de
piel conservada y sometida a autoclave. Es
de inter és se ñalar que aun sin haber
recobrado el pulso la arteria dorsal del pie,
los dolores y otros s íntomas concomitantes
de la endarteritis cesaron, y esto parece
demostrar que se hab ía operado un intenso
desarrollo de la circulaci
54 ón colateral . La
maestra S., de 50 a ños, sufr ía de
endarteritis obliterante avanzada, con
amoratamiento de los dedos y falta de
pulso en el pie; no pod ía andar y tuvo que
abandonar su profesi ón y pe dir el retiro
por invalidez.
Con el empleo de la tisuloterapia
durante un a ño , le desaparecieron los
dolores a la enferma, empez ó a poder an-
dar normalmente y reanud ó su trabajo .
Repitiendo dos o tres veces al a ño un
curso de tisuloterapia, la enferma se siente
bien. Se encuentra en observaci ón desde
hace 3 a ños.
Un campo muy propicio para el empleo
de la tisuloterapia lo constituyen las a r t
r o p a t í a s b e n i g n a s , en las
que M. V. Du ñi é ( implantando en una
secci ó n de piel un trozo de mesenterio
conservado) ha obtenido muy buenos resul-
tados en 18 casos de 24 observados desde
unos meses hasta dos a ños: disminuyeron
y desaparecieron los dolores y poco a poco
aument ó la amplitud de los movimientos
articulares. S ólo en dos casos se observ ó
que la enfermedad recidivase.
Tambi én M. V. Du ñi é logr ó efectos
notables en 6 casos de artropat í as
malignas. Hay que tener en cuenta que la
trasplantaci ón terap éutica se realiz ó
cuando hab ía fracasa do el tratamiento con
los medios conocidos: Seg ún los datos del
mismo autor, la tisuloterapia permite con
mucha frecuencia aliviar la inmovilidad
que se produce a causa de traumatismos y
luxaciones.
En los casos de c o n s o l i d a c i ó n
r e t a r d a d a d e l a s f r a c t u r a s varios
m é dicos han obtenido buenos re sultados
con el empleo de la tisuloterapia (M. V.
Du ñ i é , Razum ó vich, D. N. Spivakovski).
El enfermo D. sufr ía una fractura del
h ú mero, cerca de la articulaci ón del codo,
sin tendencia a la consolidaci ó n . El
especialista que lo trataba pensaba
proponerle una f érula 55
especial permanente,
pero despu és me envi ó el enfer mo. Le
hicimos la tisuloterapia en 1944 y
logramos la consolidaci ón completa de los
huesos, con lo que el enfermo pudo mover
libremente el brazo. En 1951 recib í carta
del m édico que manten ía al enfermo bajo
observaci ón, en la que «me dec ía que éste
estaba sano y hab ía olvidado su fractura.
Ceden bien a la tisuloterapia l o s
procesos inflamatorios de los
n e r v i o s p e r i f é r i c o s: radicu -
litis, lumbago-ci á tica , neuritis y
neurodermitis. En un material de m ás de
100 casos observados por m í, por S. L.
V é lter, T. I. Grinshpon, I. A. Wasserman
y, sobre todo, por M. V. Du ñi é, en el
85% de ellos se logr ó la curaci ón. Tam -
bi é n hemos obtenido buenos resultados el
profesor Lomtidze y yo en el tratamiento
de las causalgias.
En las e n f e r m e d a d e s de la
i n f a n c i a , sobre todo en los casos de
distrofias post-disent éricas, el profesor E.
E. Granat y el acad émico G. N. Speranski
consiguieron excelentes resultados. Seg ún
los datos del profesor Granat, la
tisuloterapia es eficaz en la enuresis
nocturna de los ni ños .
Recordemos que tambi én la tisuloterapia
es muy recomendable en las
enfermedades ginecológicas
i n f l a m a t o r i a s . Al profesor G. A.
Zhivatov y Rov ínskaia s ólo en dos casos
de 70 no les surti ó efecto. La doctora V.
N. Nej á ieva obtuvo magn íficos resultados
en el 70% de los casos.
Se han conseguido éxitos en el
tratamiento del a s m a b r o n q u i a l : en
272 de 342, los ataques cesaron y no se
repitieron durante todo el tiempo de
observaci ón (de uno a dos a ños).
La enferma T., de 57 a ños, sufr ía de
asma bronquial grave. Comenz ó a tratarse
en 1945 y en 1948 su caso fu é presen -
tado ante el Congreso M édico de Ucrania
56
por la eficacia del tratamiento, cuya
observaci ón se prolong ó m ás de dos a ños.
La beneficiosa influencia de la
tisuloterapia se ha demostrado tambi én en
las enfermedades del metabolismo, la
diabetes y en la escrofulosis.
Hay que se ñalar como fen ómeno
general que con la tisuloterapia cesa por
completo el s índrome doloroso , como lo
hemos observado repetidamente en muchas
enfermedades ( úlceras de est ómago y de
duodeno, en las endarteritis obliterantes y
otras).
En general, la tisuloterapia ha dado
resultados positivos en el tratamiento de
m á s de 40 enfermedades. La indudable
utilidad de este tratamiento, incluso
administrado al interior, est á demostrada
en toda una serie de enfermedades (uve í tis,
escr ó fula, miop í a complicada, ú lcera de
est ó ma go, etc.).
La tisuloterapia puede emplearse en
combinaci ón con otros tratamientos
medicamentosos: la sulfidina y la penici-
lina, con las vitaminas (yo suelo emplear
la vitamina B1 en los casos de atrofia del
nervio ó ptico ), la insulina (en la diabetes),
las hormonas y tambi én con la fisiote -
rapia.
El campo de acci ón de la tisuloterapia
es extraordinariamente amplio. Esto se
comprende, si se parte de la hipótesis que
yo sustento de que la tisuloterapia act úa
sobre todo el organismo y no sobre el
agente morboso.
No obstante, la tisuloterapia puede estar
contraindicada, o por lo menos limitado su
empleo, en enfermedades como las
afecciones graves del sistema
cardiovascular, las afecciones renales
graves, las hemorragias recientes del
enc é fa lo y tambi én despu és del sexto mes
de embarazo.

57
Segunda conferencia
FUNDAMENTOS TEORICOS DE LA
TISULOTERAPIA
Ya desde el momento en que se
obtuvieron los primeros resultados
favorables del empleo de la tisuloterapia
en algunas enfermedades, me plante é el
problema de determinar las premisas
te ó ricas de este m étodo de tratamiento.
En 1942, bas ándome en los resultados
obtenidos experimentalmente y en las
observaciones cl ínicas, di a la publicidad
la hip ó tesis de la tisuloterapia.
En el per íodo transcurrido desde
entonces, la hip ótesis expuesta ha sido
contrastada y confirmada por una serie de
nuevos experimentos y observaciones
cl í nicas.
Los postulados fundamentales, base
te ó rica del m étodo tisuloter ápico, se
reducen a los ocho puntos siguientes:
1. Los tejidos animales o
vegetales, sep a r a d o s del
organismo, al someterse a la
influencia de los factores del
medio que dificultan sus
procesos vitales, sufren una
alteración bioquímica, merced
a la cual se forman en dichos
tejidos substancias estimulantes
de sus procesos bioquímicos.
Estas substancias, que facilitan
a los tejidos el mantenimiento
de los procesos vitales en
condiciones desfavorables,
fueron denominadas por mí
"estimulantes de origen
biológico" o más concre-
tamente "estimulantes
biógenos".
A este prop ósito es necesario subrayar dos
cuestiones:
1) La formaci ón de estimulantes
bi ó genos debe ser con siderada como un
45
m é todo, elaborado en el proceso de la
evoluci ó n, para la adaptaci ón del
metabolismo material a la influencia del
medio, siempre que esta influencia del
medio no sobrepase un l ímite, que puede
causar la muerte.
2) Los estimulantes bi ógenos se forman
en los tejidos mientras éstos se encuentran
en estado de "supervivencia".

45
Existen muchos datos en la literatura
cient ífica demos trativos de que en los
tejidos separados del organismo pueden,
durante su conservaci ón en fr ío,
mantenerse largo tiempo procesos vitales.
Quiero recordar las conocidas investi-
gaciones del bi ó logo Mor ó zov , a las que
a ñ adir é algunos datos obtenidos en la
cl í nica y en los laboratorios del Insti tuto
que yo dirijo.
De la capacidad vital de los tejidos
conservados en fr ío es testimonio, en
primer t érmino, el enorme material cono -
cido sobre injertos de c órnea transparente
de persona a persona. Entre los numerosos
casos de injertos afortunados he observado
que, en muchos de ellos, la transparencia
del trasplantado consolidado se ha podido
seguir en el curso de 10 a 15 a ños . En
condiciones experimentales, en los conejos,
la c ó rnea prendi ó incluso despu és de 15
d í as de su con servaci ó n en fr ío (S. L.
Velter, I. A. Wasserman). En este caso se
ha podido demostrar anatomo-
patol ó gicamente, que el trasplantado no
constituye una regeneraci ón a base de la
trama tisular del injerto, sino que se trata
de un aut é ntico arraigamiento de éste.
M. A. Bazh énova, en sus observaciones
sobre los cultivos de tejidos, demostr ó que
el injerto de c órnea transpa rente,
conservada a 2-4 grados sobre cero
durante 10 d ías e incluso la c órnea
conservada y muerta despu és por la
acci ó n del calor seco a temperatura de
100 grados, provoca una acci ó n
estimulante evidente sobre el crecimiento
de la c órnea fresca . En otros trabajos, M.
A. Bazh énova demostr ó que el tejido
corneal conserva su capacidad de
crecimiento en las condiciones de los
cultivos de tejidos, incluso cuando se le
conserva a temperatura de 25 grados bajo
cero.
D. O. Pupenko investig ó las
modificaciones histol ógicas que se
46
observan en la c órnea durante su
conservaci ón en fr ío (2 a 4 grados sobre
cero) y demostr ó experimentalmente que, a
partir del s éptimo d ía de conservaci ón, se
percibe la penetraci ón en la c órnea de
c é lulas del limbo (borde de la c órnea), en
cuyo tejido se advierte la multiplicaci ón
celular (preferentemente por divisi ón
directa). Lo mismo se observa al someter a
investigaci ón otros tejidos conservados
(pulmones, h ígado, m édula ósea, etc.).
N. A. Puchk óvskaia demostr ó que
despu és de la destrucci ó n por raspado del
epitelio de la c órnea del ojo enucleado de
conejo, se produce su regeneraci ón, que
comienza muy pronto, si se mantiene el
ojo la la temperatura de 14 a 37 grados
sobre cero. Seg ú n datos de V. V.
Skorod í nskaia, la regeneraci ón del epitelio
tambi én tiene lugar cuando se conserva el
ojo a la temperatura de 2-4 grados sobre
cero, aunque, en este caso, la regeneraci ón
no comienza hasta pasados seis d ías. Esto
obedece a que en este tiempo se habr án
acumulado ya suficientes estimulantes
bi ó genos .
V. V. Voino-Yasenetski ha reunido datos
muy convincentes en sus investigaciones
histomorfol ó gicas de la c órnea del ojo
conservado en fr ío. La masa fundamental
de los elementos celulares de la c órnea no
se modifican apenas en su habitual
estructura morfol ógica en 10 ó 15 d ías de
conservaci ó n. Los m ás resistentes son los
elementos celulares poco diferenciados. En
ellos se observa mitosis hasta los 12 ó 15
d í as de su conservaci ón . Se produce la
diferenciaci ó n o irritaci ó n funcional de
algunas c élulas del tejido conectivo y su
emigraci ó n con formaci ón de ac úmulos
celulares en la c órnea. Este fen ómeno
culmina a partir del s épti mo u octavo d ía
de conservaci ón. En los casos de quema -
duras de c órnea, producidas en diversos
per í odos de con servaci ó n, V. V. Voino-
47
Yasenetski observ ó mitosis reaccionales,
progresi ó n regenerativa del epitelio hacia
el lugar de la quemadura y acumulaci ón en
la c ó rnea de macr ófagos y c élulas de tipo
leucocitario. Inoculando la c órnea con
estafilococo áureo, en diversos plazos de
conservaci ón, el autor observ ó que se
formaban en ella infiltrados celulares infla-
matorios. Tambi én advirti ó un mayor
n ú mero de mitosis en la c órnea del ojo
conservado en l íquido de Ringer-Locke, al
que se hab ía agregado extracto de tejidos
conservados en fr ío.

48
Los datos obtenidos en nuestro Instituto
demuestran que no s ólo perduran largo
tiempo en los tejidos los procesos de
actividad vital, durante su conservaci ón en
fr í o, sino que, en determinado per íodo de
la influencia de las condiciones
desfavorables, algunas de estas reacciones
vitales incluso se incrementan. As í lo
atestiguan los experimentos ¡antes citados
de M. A. Bazh énova, D. O. Pupenko y V.
V. Voino-Yasenetski y numerosas
observaciones cl íni cas de casos de injerto
de c ó rnea conservada a temperatura de 3 ó
4 grados sobre cero.
En este aspecto son caracter ísticos los
experimentos de S. R. Muchnik, quien
estudi ó los procesos reactivos en los
tejidos conservados, con el m étodo de
coloraci ón supravital. Este m étodo se basa
en el criterio de que la supervivencia de
las c élulas se demuestra por su capacidad
para retener el colorante vital (rojo neutro)
en forma de gr ánulos. Estas
investigaciones demostraron que en ciertos
per í odos de la conservaci ón, la reactividad
de los tejidos, manifestada en la formaci ón
de gr á nulos en las c élulas, incluso se
incrementa. As í, por ejemplo, el tejido
corneal del ojo de rana, conservado durante
5 d ías, da una reacci ón de formaci ón de
gr á nulos mucho m ás intensa que la c órnea
fresca.
Debe se ñ alarse, sin embargo, que incluso
despu és de haber desaparecido por
completo esta funci ón de la forma ci ó n de
gr á nulos por las c élulas, éstas se
conservan vivas a ún durante bastante
tiempo. As í lo demostr ó el experimen to
que realizamos S. R. Muchnik, I. F.
Kovaliov y yo. El m étodo experimental
fu é el siguiente: Se extirp ó una oreja a un
conejo y se la conserv ó durante tiempo
prolongado (56 d ías) en una c ápsula de
Petri (fig. 24), a baja temperatura. Al cabo
de este tiempo, al te ñir los tejidos con
colorantes vitales ya no encontramos
gr á nulos en los elementos celulares, pero
al trasplantar un trozo de piel de esta
oreja conservada a la otra oreja del mismo
conejo, se produc ía, por regla general, un
arraigamiento real y persistente,
comprobado en el curso de muchos meses.
Por lo general hac íamos la implantaci ón
del colgajo de piel de tal manera que la
direcci ó n del crecimiento del pelo no
coincidiese con la direcci ón del
crecimiento del pelo del lugar donde se

50
hace la implantaci ón. Y es curioso se ñalar
que en el trozo de piel implantada crece el
pelo con m ás densidad y m ás
intensamente que en la restante superficie
de la oreja. Este experimento demuestra
una vez m ás, de una parte, que el proceso
vital se conserva en el tejido aislado,
cuando se le conserva largo tiempo a baja
temperatura y, de otra parte, que en tal
tejido, las funciones fisiol ógicas son m ás
intensas cuando se le traslada a
condiciones óptimas.

Fig. 24. Autotrasplantaci ón de piel en un conejo.


Antes de la trasplantaci ón, el injerto se mantuvo
durante 56 d í as a una temperatura de 2 a 4
grados.

Demostrativos de que las reacciones


vitales de los tejidos y la reconstrucci ón
bioqu ímica perduran durante el per íodo de
conservaci ón, son tambi én los datos
obtenidos con investigaciones bioqu ímicas.
T. P. Shesterikova y sus colaboradores
del laboratorio de bioqu ímica del Instituto,
estudiaron las variaciones de ios procesos
bioqu ímicos en la c ó rnea del ojo de
buey, conservado a la temperatura de 2
a 5 grados sobre cero durante 12 ó
14 d ías. 49

4—1612
Estas investigaciones, de las que
hablar é detenidamente en el punto 5 de
las hip ótesis, demostraron que durante el
primer per íodo de conservaci ón (7 u 8
d í as) : a) subsiste la actividad de los
fermentos (proteinasa, lipasa y catalasa),
con la particularidad de que la actividad
de la catalasa y de la lipasa incluso se
incrementa hacia el octavo d ía de
conservaci ón; b) que durante el plazo de
conservaci ón au menta la cantidad de ácido
asc ó rbico reducido y de ácido l áctico y c)
que al inyectar en la c ámara anterior del
ojo soluci ón de glucosa en buffer de
fosfato, el autor ha observado la
capacidad de sintetizar gluc ógeno.
Estos datos demuestran, por
consiguiente, no s ólo la presencia de
procesos vitales en la c órnea conservada,
sino tambi én que su proceso metab ólico
ofrece ciertas peculiaridades si se le
compara con el metabolismo de la c órnea
fresca, todo lo cual demuestra la
modificaci ón bioqu ímica que se opera en
los tejidos durante su conservaci ón en
fr í o.
De esta manera, puede considerarse
firmemente establecido que los
estimulantes bi ógenos se forman en los
tejidos mientras éstos se conservan vivos.
Es necesario subrayar este postulado, ya
que algunos autores intentan sostener que
el principio activo en la tisuloterapia está
constituido por los productos de los tejidos
muertos.
Es de suponer, que en los tejidos
conservados, faltos de la influencia
reguladora del sistema nervioso, de una
percepci ó n normal de substancias
nutritivas y de ox ígeno, incapacitados para
eliminar los productos metab ólicos, los
procesos de recambio transcurren por v ías
especiales sujetas a la variaci ón de los
procesos bioqu ímicos. Una peculia ridad
52
caracter ística de este metabolismo es la
acumulaci ón de productos de oxidaci ón
incompleta. Desde hace mucho tiempo se
conoce en la literatura que la acci ón
nociva de los factores ambientales
incrementa la acidez de los humores
celulares. Sin embargo, ning ún autor ha
indicado, hasta ahora, la importancia
biol ó gica de estos procesos para el propio
organismo.
El incremento de algunas reacciones
vitales de los tejidos conservados depende,
como ¡hemos demostrado, del acu mulo y
la acci ó n de los estimulantes bi ógenos.
La formaci ón de estimulantes bi ógenos
en los tejidos, bajo la acci ón de las
temperaturas baj ías, explica tambi én, por
lo visto, los resultados de las experiencias
de N. A. Ioff con los renacuajos. Estos
experimentos se llevaron a cabo por el
m é todo siguiente: se secciona al renacuajo
los rudimentos de ambas extremidades
posteriores y uno de éstos, el que sirve de
control, se restituye inmediatamente a su
lugar de origen, mientras que el otro se
pone en la c ámara frigor ífica a la
temperatura de 4 grados sobre cero durante
dos d ías, despu és de lo cual se le vuelve a
implantar en su sitio. A los 10 ó 15 d ías
el rudimento que se hab ía conser vado,
presentaba un crecimiento mucho mayor y
una aceleraci ó n de la diferenciaci ón
tisular.
2. Los estimulantes biógenos,
al ser introducidos en cualquier
organismo por una u otra v ía
(implantación de tejidos
enriquecidos con ellos o
mediante la inyección de sus
extractos), activan en éste los
procesos vitales. Al
incrementar el metabolismo del
organismo intensifican sus
funciones fisiológicas,
aumentan su resistencia a los
factores patógenos y refuerzan
las propiedades regenerativas,
lo que contribuye a la
curación.
Como demostraci ón de este punto de las
hip ó tesis po dr í an aducirse datos cl ínicos
probatorios de que las funciones
fisiol ó gicas se intensifican como resultado
del tratamiento con preparados de tejidos.
54
Aparte de esto, cito aqu í algunos datos
experimentales. D. G. Bushmich y yo
hemos estudiado la influencia de los
estimulantes bi ógenos sobre las funciones
del ojo normal. Con este fin se
investigaron en 34 personas las funciones
del ojo normal.
Todas las investigaciones se practicaron
a la misma hora, dos d í as antes de.
comenzar la aplicaci ón 51 terap é utica

4*
56
del injerto o de la implantaci ón tisular y
cada cinco d ías despu és de ésta.
Bajo la influencia de los preparados
tisulares aument ó la agudeza visual en 10
casos. En 3 casos se observ ó am pliaci ó n
del campo visual con respecto a la luz roja
(en 10 ° ) y en 3 casos la adaptaci ón a la
oscuridad.
El incremento de la sensibilidad a la luz
se observ ó en 25 casos y la desaparici ón
de la astenopia a la percepci ón de los
colores en 2 casos. El incremento de la
funci ó n del ojo normal, bajo la influencia
de los estimulantes bi ógenos, se conserv ó
de uno a tres meses.
Con la inyecci ón de estimulantes
bi ó genos en el orga nismo sano de animales
se acelera la cicatrizaci ón de los defectos
de piel. En este ¡hecho se funda uno de
los m étodos de determinaci ón de los
estimulantes bi ógenos que se em plean en
nuestro Instituto.
La cicatrizaci ón de los defectos es m ás
r á pida en el grupo de los animales
sometidos a experimentaci ón que en el de
los controles.
T. P. Shesterikova y A. F. Sis óiev
demostraron que, bajo la acci ón de los
estimulantes bi ógenos introducidos en el
organismo, aumenta la actividad del
fermento catalasa de la sangre.
Toda una serie de experiencias
demuestra el aumento de las defensas del
organismo bajo la influencia de los esti-
mulantes bi ógenos.
En las investigaciones llevadas a cabo
en el laboratorio de microbiolog ía del
Instituto, se ha demostrado que los
estimulantes bi ógenos activan diferentes
funciones defensivas del organismo.
D. S. Schastny y E. F. Tamberg estudiaron
la influencia de los extractos tisulares
sobre la velocidad de desaparici ó n de los
microbios saprofitos y de los microbios
pat ó ge nos condicionales, de la corriente
sangu ínea. El m étodo 57 se guido en las
investigaciones fu é el siguiente: tomaban
para el experimento dos conejos de igual
peso, sexo y raza. A uno de ellos se le
practicaban 5 inyecciones subcut áneas de
0,5 mililitros de extracto de áloes, en d ías
alternos. El otro conejo quedaba como
control. Despu és de la última inyec ci ó n
de extracto de aloes, se inyectaba a ambos
conejos la misma cantidad de suspensi ón
microbiana de Bact. prodi- giosum o de
Bact. coli (de 100 millones a 1.500
millones). Luego, durante dos d ías, cada 2
ó 3 horas se tomaba sangre de la vena
auricular, para determinar la presencia de
los microbios inyectados. Como resultado
de las experiencias practicadas (en doce
parejas de conejos) se, estableci ó que en
los conejos, previamente preparados con
productos tisu- lares, los microbios
inyectados desaparecen de la corriente
sangu ínea m ás r ápidamente que en los
controles.
Las investigaciones de E. F. Tamberg
demostraron que entre el tercero y el
octavo d ía siguientes a la inyecci ón (le
preparado de áloes, aumenta la actividad
fagoc í tica de los elementos celulares.
Seg ú n las observaciones de
D. S. Schiastny y de M. B. Vurhaft, la
susceptibilidad al ér gica a la tuberculina en
los conejos tuberculosos tratados con
preparados tisulares disminuye vez y
media, en comparaci ó n con los controles.
El aumento de las defensas del
organismo, bajo la influencia de los
estimulantes bi ógenos, puede ilustrarse con
una serie de experimentos realizados por
el profesor
E.S. Shuli úmova y sus colaboradores, en
los cuales estudiaron la acci ón de los
extractos tisulares sobre el incremento de
las cualidades inmunobiol ógicas del
organismo. Con estas investigaciones se
demostr ó que la inyecci ón de preparados
tisulares en los animales en proceso de
inmunizaci ón eleva el t ítulo de
58
aglutininas, hemol ísimas y antitoxina de
los sueros.
Resultados an álogos obtuvo el profesor
I. R. Drobinski, quien los expuso en la
Conferencia de Epidemiolog ía e In munidad
de Ucrania, en 1950.
3. Los estimulantes biógenos
también se originan en el
organismo íntegro, durante el
proceso de su alteración
bioquímica, cuando aquél se
halla sometido a condiciones
desfavorables, si bien no
mortales, del medio ambiente o
de su medio interno.
I. G. Ershk óvich estudi ó la actividad
estimulante de los extractos esterilizados
en autoclave, de la piel y de la sangre de
conejos, que hab ían sido sometidos a la
acci ó n de radia ciones roentgenol ógicas
locales. De control sirvieron extractos de
piel y de sangre de conejos que no hab ían
sido irradiados, as í como tambi én de piel
y de sangre, conservadas en fr ío.
Las experiencias demostraron que al d ía
siguiente de la irradiaci ón en las
condiciones indicadas, no s ólo no se
encuentran las substancias estimulantes,
sino que, por el contrario, los extractos de
piel tomada del lugar irradiado y de
lugares alejados, poseen propiedades
inhibidoras de la regeneraci ón de los
defectos de piel. Tampoco se logró
demostrar la presencia de substancias
estimulantes en el momento c úspide de la
reacci ó n a los rayos Roentgen.
En cambio, los extractos de la piel y de
la sangre del animal irradiado, tomados
tres semanas despu és de la irra diaci ó n, es
decir, un ía vez desaparecida la reacci ón a
los citados rayos, poseen una actividad
estimulante muy acusada.
La serie siguiente de experiencias
demostr ó que la activi dad estimulante de
los extractos de sangre de animal irra-
diado, tomada a las tres semanas de la
59
irradiaci ón, es id énti ca a la de la sangre
de los animales no sometidos a irradia-
ci ó n, pero conservada en fr ío. La sangre
fresca del animal no sometido a
irradiaci ón carece de toda acci ón
estimulante.
D. G. Bushmich estudi ó la aparici ón de
substancias estimulantes en el organismo
del conejo sometido a la acci ón de los
rayos ultravioleta. La primera serie de
experiencias demostr ó que bajo la
influencia de las radiaciones, en estos
conejos se acelera la cicatrizaci ón de los
defectos provocados en la cara interna de
la oreja.
En las siguientes series de experiencias se
comprob ó que un trozo de piel sometida a
autoclave, procedente de conejo irradiado,
tanto si corresponde al lugar que ha estado
sometido directamente a la acci ón de los
rayos, como si es de un lugar alejado,
acelera tambi én, cuando se tras planta a
otro conejo, la cicatrizaci ón de los
defectos de piel. Un efecto estimulante
m á s intenso se observ ó con la im -
plantaci ón de trozos de piel, tomada de un
lugar alejado de la irradiaci ón, a los 10
d í as de haberse practicado.
De tal manera, los datos citados
confirman el tercer punto de la hip ótesis
acerca de la posible formaci ón de esti -
mulantes bi ógenos en el organismo
í ntegro, bajo la influen cia de factores
desfavorables, pero no mortales, del medio
exterior.
4. Los factores del medio ambiente que
pueden provocar la aparici ón de los
estimulantes bi ógenos son diversos.
Entre las condiciones
desfavorables que contribuyen a
la formación de estimulantes
biógenos, la mejor estudiada
consiste en la conservación del
tejido de los animales a
temperatura relativamente baja
(de2 a 4 grados sobre cero) y,
60
en lo que se refiere a las hojas
de plantas, su mantenimiento en
la o s c u r i d a d ( h o j a s d e á l o e s ,
semillas de algodonero en
germinación, hojas de pita,
alfalfa, hojas de la remolacha
azucarería, etc.).
Entre los factores desfavorables que
contribuyen a la formaci ón de estimulantes
bi ó genos en el organismo íntegro se ¡han
estudiado los siguientes:
T. M. Barg encontr ó estimulantes
bi ó genos en los ex tractos de la sangre de
conejos que hab ían sufrido trauma tismos.
Los m á s activos resultaron los extractos
de sangre tomada a los tres d ías del
traumatismo.
Tambi én se deben incluir aqu í los
experimentos de D. G. Bushmich a que me
he referido m ás arriba con cone jos
sometidos a la acci ón de los rayos
ultravioleta; las experiencias de I. G.
Ershk ó vich con conejos sometidos a los
rayos Roentgen, as í como las de V. V.
Skorod í nskaia, quien obtuvo estimulantes
bi ó genos de las hojas de áloes, despu és
de la irradiaci ón de toda la planta con
rayos Roentgen.
A. E. Volok ítenko demostr ó que,
inyectando a los conejos suero
antirreticular citot óxico de A. A.
Bogom ó lets, apa recen en la sangre de los
mismos estimulantes bi ógenos.
Aparte de esto, los estimulantes
bi ó genos pueden tam bi é n originarse en
algunas condiciones fisiol ógicas, como por
ejemplo, por el trabajo muscular (carreras
forzadas de personas o animales). Esta
cuesti ó n la liemos estudiado I. G. Fisher,
I. G. Ershk óvich, V. E. Shevaliov, M. E.
Ka- shuk y yo.
Mencionar é un ejemplo (M. E. Kashuk).
Los individuos sometidos a experiencia
permanec ían durante 15 minutos an tes de
la prueba en completo reposo f ísico y
ps í quico, des pu é s de lo cual se les med ía
61
la agudeza visual y la tensi ón sangu ínea
en la arteria radial. A continuaci ón se les
hac í a correr 1.000 metros e
inmediatamente despu és de terminar la
carrera, se repet ían de nuevo las
mediciones antedichas. En 73 casos de
100 se comprob ó un aumento de la
agudeza visual. En 20 casos inyectamos
subcut á neamente un cent ímetro c ú bico de
extracto de sangre de individuo fatigado a
causa de la carrera, comprobando que en
la persona inyectada aumentaba la
capacidad visual. Como control tomamos
16 personas j óvenes, a las que se inyect ó
extracto de sangre de otra persona que
hab í a permanecido en reposo durante 2
horas. En ninguno de los inyectados se
observ ó aumento de la agudeza visual.
Es l ícito suponer que los resultados de
estas experiencias, despu és de su ulterior
desarrollo, pueden conducir a deducciones
muy importantes tanto en lo que se refiere
al papel de los estimulantes bi ógenos en
las funciones fisiol ó gicas del organismo
como acerca de la necesidad fisiológica de
la actividad muscular para el hombre.

62
5. Los estimulantes biógenos se
acumulan en los tejidos y en el
organismo por la acción que
sobre ellos ejercen los factores
exteriores e interiores que
conducen a la perturbación de
su metabolismo normal y
químicamente representan pro
ductos de estas perturbaciones
m e t a b ó - l i c a s.
El mecanismo de la formaci ón de los
estimulantes bi ó- genos es como sigue.
Si los tejidos o el organismo se
mantienen en condiciones desfavorables se
perturba el metabolismo normal de todos
los grupos fundamentales de substancias
—prote í nas, grasas, hidratos de carbono y
sus complejos. Como resultado de la
perturbaci ón metab ólica se acumulan
diversos productos intermediarios de
oxidaci ó n incompleta. Aparte de esta
acumulaci ón de determinadas substancias
intermedias que existen normalmente y que
intervienen en el metabolismo normal,
pueden aparecer otras substancias que se
encuentren, desde el punto de vista de su
constituci ón qu ímica, alejadas de las
substancias que se forman en el me-
tabolismo normal. Ya se sabe la
importancia que tienen tales productos
intermediarios en los procesos
autocatal íticos del organismo normal.
En opini ón del profesor A. V.
Blagov éschenski, puede contribuir a la
acumulaci ón de productos intermediarios,
por ejemplo, bajo la influencia de las bajas
temperaturas, la circunstancia de que la
velocidad de algunas reacciones bio-
qu í micas var ía de diferente forma al
descender la temperatura. Esto conduce a
la perturbaci ón de ese equilibrio en
algunos procesos bioqu ímicos, que es tan
caracter ístico de la actividad vital normal
del organismo. As í los procesos de
desaminaci ón oxidativa en estas
condiciones comienzan a dominar sobre los
procesos de formaci ón de uniones p ép -
ticas.
Las siguientes experiencias nos
proporcionan algunas ideas acerca de las
modificaciones qu ímicas que se operan en
los tejidos durante su conservaci ón a bajas
temperaturas.
64
T. P. Shesterikova, E. I. Gueguel óvich,
E. L. Rosenfeld, A. V. Yasin óvskaia y K.
M. Magaziner, estudiaron la dinámica de
las modificaciones bioqu ímicas de la
c ó rnea durante la conservaci ón del ojo
a baja temperatura en el
transcurso de 14 57 d í as.

5-1612

65
De estas experiencias se obtuvieron los
siguientes resultados.
Durante la conservaci ón de la c órnea se
producen alteraciones en la distribuci ón de
las substancias nitrogenadas.
En el primer per íodo de la conservaci ón
(hasta 6 ó 7 d ías) se observa un proceso
de peptizaci ón de las prote ínas insolubles,
es decir, una autolisis, poco profunda. Al
quinto d ía de conservaci ón, el contenido
en nitr ógeno de las prote ínas insolubles
desciende del 85% al 77,2%, persistiendo
en adelante sin sufrir nueva alteraci ón. Por
otra parte, la cantidad de nitr ógeno de las
prote ínas solubles se eleva algo hacia el 5
ó 6 d ía de conservaci ón y a partir de
entonces, desciende paulatinamente. La
cantidad de nitrógeno residual hacia el 5 ó
6 d ía de conservaci ón asciende algo,
mientras que en los d ías subsiguientes de
conservaci ó n experimenta un r ápido
aumento.
La din ámica de las variaciones de otras
substancias se caracteriza por las
siguientes cifras: la cantidad de lipoides
disminuye hacia el d écimocuarto d ía de
conservaci ón de 0,83% a 0,31%; la
colesterina desciende en el mismo per ío do
de tiempo, desde 464 mg.% hasta 206 mg.
%; el glucógeno de 2,25% a 0,079%; las
substancias reductoras desde 0,457% hasta
0,302%; el glutati ón reducido, desde 203
mg.% hasta 81 mg.% y la respiraci ón (en
mililitros de 0 2 por mg. de tejido) desde
0,675 hasta 0,309 respectivamente. Por
otra parte, se eleva la cantidad de las
siguientes substancias: los cuerpos
cet ó nicos aumentan hacia el octavo d ía de
conservaci ón desde 14,5 mg.% hasta
60,45 mg.%, el ácido l áctico hacia el
sexto d ía aumenta desde 273 mg.% hasta
456 mg.% y hacia el d écimocuarto d ía
disminuye hasta 256 mg.%. El ácido
asc ó rbico reducido aumenta hacia el sexto
66
d í a desde 92,9 mg.% hasta 131,6 mg.% y
hacia el d ía d écimocuarto descendi ó hasta
34,1 mg.%. Los fermentos ca- talasa y
lipasa aumentaron su actividad hacia el
octavo d ía. Introduciendo en la c ámara
anterior del ojo una soluci ón de glucosa
en buffer de fosfato, la autora comprobó
un incre- mento de la s íntesis del
gluc ó geno hacia el octavo d ía de
conservaci ón.
Los datos expuestos reflejan las
modificaciones de los procesos
metab ó licos que tienen lugar durante la
conservaci ó n a bajas temperaturas e
indican, asimismo, que en cierto per íodo
de la conservaci ón se verifica un aumento
de acumulaci ó n de algunos productos
intermediarios.
En cuanto a las propiedades f ísico-
qu í micas de los esti mulantes bi ógenos, se
han determinado las siguientes:
1) Termoestabilidad: los estimulantes
bi ó genos conser van su actividad biol ógica
despu és de haber sido calentados hasta
120 grados durante una hora.
2) Solubilidad en agua.
3) Los estimulantes bi ógenos no son de
naturaleza albu- minoidea ni enzim ática.
Como han demostrado los trabajos del
profesor A. V. Blagov éschenski y del
profesor V. V. Ko- valski, los preparados
contin úan conservando su actividad
biol ó gica aun despu és de haber sido
precipitadas qu ímica mente las alb úminas.
L. I. Pel ádina y A. M. G údina emplea ron
tripsina para destruir las prote ínas de los
extractos tisulares. A pesar de ello, los
extractos siguieron conservando su
actividad. Si se somete a di álisis el
extracto, disminuye la actividad de la
porci ó n no dializada. Todas estas investi -
gaciones comprueban que los estimulantes
bi ó genos no son de naturaleza
albuminoidea. Por consiguiente, los
estimulantes bi ógenos se diferencian de
los histolisados (lisados de tejidos), en los
67
que, como es sabido, las substancias fun-
damentales son peptona, alb úminas y
polip éptidos.
La presencia de estimulantes bi ógenos
en los preparados tisulares se determina
biol ó gicamente: mediante la acti vaci ó n de
la cicatrizaci ón de los defectos cut áneos
en los animales, por la intensificaci ón de
los procesos de fermentaci ó n de las
levaduras, as í como por la multiplicaci ón
de é stas, por la aceleraci ón del proceso de
germinaci ón de semillas y del crecimiento
de las plantas, y por el incremento de la
actividad de los fermentos y de la
respiraci ón tisular.
Actualmente se estudia la naturaleza
qu í mica de los es timulantes bi ógenos.
El profesor A. V. Blagov éschenski,
partiendo de los trabajos de Inglish,
Bonner y Haagen-Smidt, que obtuvieron de
las cubiertas de las leguminosas un ácido
dicarb ó nico (al que denominaron ácido
traumat í nico) que provoca la multiplicaci ón
de las c élulas, ha emitido la hip ótesis de
que tambi én bajo la acci ón de bajas
temperaturas pueden acumularse en los
tejidos ácidos dicarb ónicos, como
consecuencia de la desaminaci ón y ulterior
oxidaci ó n de los amino áci dos
correspondientes. As í, por ejemplo, del
amino á cido as- p ártico pueden formarse
los á cidos m álico, fum árico y suc- c ínico;
de la fenilalanina, ácido fenilacr ílico; de la
tirosina, ácido paraoxicum árico, etc.
I. l. Chikalo determin ó directamente
que en las hojas de áloes y de la
remolacha azucarera, sometidas al fr ío du -
rante 10 d ías, se acumulan los ácidos
m á lico y t ártrico.
De esta manera, los estimulantes
bi ó genos constituyen, por su naturaleza
qu í mica, seguramente, un sistema com plejo
de substancias. En la actualidad, de este
complejo se han separado algunos
componentes que pueden incluirse en los
siguientes grupos de ácidos org ánicos:
68
1)al grupo de los ácidos dicarb ónicos
alif á ticos;
2) al grupo de hidroxi ácidos
dicarb ó nicos de la misma serie;
3)al grupo de ácidos e hidroxi ácidos
arom á ticos no sa turados;
4)al grupo de los ácidos arom áticos de
peso molecular elevado.
La composici ón de los estimulantes
bi ó genos no se re duce a estos grupos de
substancias. Nosotros no damos preferencia
a ninguno de ellos ni a ninguna substancia
en especial. De manera m ás completa —a
juicio nuestro— estimular á aquel
"conjunto" de substancias que se forman en
los tejidos durante su conservaci ón. La
composici ón m ás o menos completa de
estos estimulantes bi ógenos se encuentra
en los extractos acuosos de los tejidos
conservados.
A esto hay que a ñadir que las
investigaciones de los hombres de ciencia
sovi é ticos A. E. Braunshtein y M. G.
Kritsman han demostrado el enorme papel
que desempe ñ an los amino ácidos y los
hidroxi ácidos dicarb ónicos en las
reacciones óxido-reductoras y de
transferencia en el organismo.
Al hablar de la naturaleza de los
estimulantes bi ógenos se debe se ñalar que
existen muchas substancias que poseen la
capacidad de estimular los procesos
metab ó licos en el organismo. Pero yo
considero como estimulantes bi ógenos
ú nicamente aquellas substancias que se
forman en los tejidos aislados y en el
organismo bajo la influencia de factores
desfavorables y estimo que s ólo estas
substancias responden de la manera m ás
completa a las exigencias del organismo
en su transformaci ón bioqu ímica en el
proceso de las reacciones de adaptaci ón.
Tales son nuestros datos (aun
incompletos) acerca del mecanismo de
formaci ó n y de la naturaleza qu ímica de
los estimulantes bi ógenos.
69
6. La aparición de
estimulantes biógenos, bajo la
influencia de factores desfa-
vorables del medio, es una ley
general para toda la naturaleza
viva. Los estimulantes
biógenos se forman allí donde
tiene-lugar la lucha por la vida
y la adaptación a las nuevas
condiciones de existencia.
Desde este punto de vista se comprende
la presencia, demostrada por nosotros, de
estimulantes bi ógenos, por ejem plo, en el
limo de estuario, en el agua del mar, en el
cieno de los lagos de agua dulce y en
otras materias que contienen restos de
organismos vegetales y animales, muertos
en 1.a lucha por la existencia. Los
estimulantes bi ógenos tambi én se
encuentran en las tierras negras, en la
turba y en las hojas oto ñales de los
á rboles.
Los estimulantes bi ógenos tienen una
enorme importancia en el proceso de la
evoluci ó n, particularmente en el me -
canismo de la variabilidad individual del
organismo. Es de esperar que los
bi ó logos, que tanto inter és prestan a esta
doctrina, presenten pronto ¡abundantes
pruebas en su favor. A t ítulo ilustrativo
voy a copiar algunos pasajes del libro del
profesor A. V. Blagov éschenski
"Fundamentos bioquímicos del proceso de
evoluci ó n en las plant ías", en el cual el
autor desarrolla mis principios,
aplic á ndolos a la evolu ci ó n de las formas
vegetales.
"Los estimulantes bi ógenos deben
considerarse como un factor poderoso de la
selecci ó n natural de las plantas. Re -
cordemos los datos de las plantas del
Pamir, con su elevado nivel energ ético,
adquirido y consolidado, sin duda, bajo la
influencia de la herencia en las
condiciones t érmicas ex tremas de esta
regi ó n de gran altura monta ñosa... La ace -
70
leraci ó n del desarrollo, la formaci ón de un
sistema de raíces poderoso, el incremento
de su resistencia a las enfermedades
producidas por ¡hongos, el aumento del
n ú mero de plantas que florecen en el
primer a ño de su vida, todo ello son
fen ó menos favorables, sin duda, para el
organismo, piara su supervivencia. Al
mismo tiempo, todo ello est á relaciona do
con el aumento del nivel energ ético de los
fermentos del organismo en cuesti ón, con
su "aroquimismo". En esta reacci ó n del
organismo vegetal ante las condiciones
desfavorables del medio, pueden percibirse
rasgos de profunda dependencia rec íproca
entre los procesos del organismo y el me-
dio que lo rodea: las condiciones
desfavorables que difieren de las que
normalmente existen en el medio, provocan
la perturbaci ón del metabolismo del
organismo consolidado hist óricamente,
quebrantan su estructura y, llevando a las
substancias que son m ás importantes para
la vida —las prote ínas activas de los
fermentos— a reaccionar rec íproca mente
con las substancias que se forman en estas
condiciones anormales, provocan la
deformaci ó n de estas prote ínas activas y
las hacen adquirir un nivel energ ético m ás
elevado, aumentando la resistencia y la
capacidad vital del organismo. Como
resultado de ello, el organismo adquiere
una elevada plasticidad, obtiene la
capacidad de producir diversas
modificaciones adaptativas, de acuerdo con
las influencias del medio exterior y
consolidando estas modificaciones, da
comienzo a una nueva serie evolutiva.
No es fortuito que la formaci ón de las
especies vegetales coincida con zonas en
que tienen lugar procesos de formaci ó n
monta ñ osa y en los desiertos, en donde las
plantas se encuentran constantemente en
condiciones extremas para su existencia".
Y m á s adelante:
71
"Las investigaciones de V. P. Fil átov
acerca de los factores de la resistencia
("estimulantes bi ógenos".-—V. F.) abren
el camino para el descubrimiento de los
procesos naturales que se operan en el
organismo en condiciones extremas".
Las citas transcritas del libro de A. V.
Blagov éschens- ki constituyen el primer
intento de interpretaci ón de las causas de
la variabilidad individual desde el punto de
vista de mi doctrina de los estimulantes
bi ó genos.
En la Biolog ía existe abundante material
acerca de la acci ón estimulante que
ejercen sobre el organismo los diferentes
factores desfavorables.
S. A. Sheinis demostr ó que durante la
congelaci ó n de los mam íferos se observa
una pronunciada elevaci ón de la intensidad
de su metabolismo en el primer per íodo de
enfriamiento.
Carrel y tambi én B. D. Mor ózov
demostraron en sus trabajos con cultivos
de tejidos que el breve enfriamiento de los
cultivos tisulares "envejecidos" les
restituye su capacidad para continuar
proliferando.
A. M. Emme demostr ó que lo mejor
para el desarrollo de los huevos de gusano
de seda que viven en la morera es
mantenerlos durante treinta d ías a la
temperatura de 5 grados sobre cero.
Tambi én est án relacionados con esto los
trabajos del profesor I. I. Tum ánov acerca
del cultivo de las plantas, quien somete a
enfriamiento las semillas antes de la siem-
bra, con objeto de aumentar su resistencia
a las heladas.
La influencia de temperaturas elevadas
de corta duraci ó n tambi én favorece la
activaci ón del metabolismo.
B. A. Ast áurov demostr ó que la acci ón
subletal de corta duraci ón de temperaturas
elevadas conduce a la parteno- g énesis
artificial de los huevos de gusano de seda.
72
En el cultivo de las plantas, S. I.
Vorobiov logr ó aumen tar la resistencia de
aqu é llas a la sequ ía, sometiendo las
semillas a temperaturas de 80 ° durante 40
minutos.
Como es sabido, a veces se calientan
las semillas con objeto de interrumpir
artificialmente su per íodo de reposo.
En Biolog ía son muchos los datos
existentes acerca de la acci ón estimulante
que ejercen sobre el organismo los
traumatismos, la presi ón atmosf érica, las
substancias químicas y las radiaciones de
onda corta del espectro.
Entre las condiciones desfavorables del
medio para el organismo, que pueden
modificarlo con la subsiguiente formaci ó n
de estimulantes bi ógenos, figuran las
enfermedades. La intoxicaci ón del
organismo con substancias patogenias
provoca, de una parte, la disminuci ón de
su capacidad de secreci ón de los
estimulantes bi ógenos que le son
necesarios para excitar los procesos
regenerativos y, de otra parte, el proceso
patol ó gico, si tiene una determinada
duraci ó n e in tensidad, puede incrementar
el desarrollo de estimulantes bi ógenos.
Debido a su brusca aparici ón, por
ejemplo, quiz ás pueda explicarse el
fen ó meno de la crisis en las enfermeda des
infecciosas.
En colaboraci ón con S. B. Roz óvskaia,
observ é que el extracto de sangre tomada
de un enfermo infeccioso durante el
per í odo de crisis posee una gran actividad
biol ó gica.
La aparici ón de estimulantes bi ógenos
puede explicar el efecto de algunos
m é todos de tratamiento de los enfermos,
como los m étodos fisioter ápicos y los
llamados m étodos de tratamiento no
espec í fico. Por ejemplo, mediante la
autohe- moterapia, G. V. Panf ílova
demostr ó la aparici ón en el or ganismo de
estimulantes bi ógenos.
73
Se pueden aducir a ún otros muchos
ejemplos de fen óme nos de car ácter
biol ó gico que se explica con la ayuda de
la teor ía de los estimulantes bi ógenos.
Pero la explicaci ón por s í sol ía no es a ún
una demostraci ón de que la teor ía haya
sido aplicada con exactitud en este o
aquel fen ómeno. Esta explicaci ón debe
ser, adem ás, demostrada cient ífica mente.
7. Los estimulantes biógenos
actúan sobre todo el organismo
en su integridad. Así se
explica el amplio campo de
acción de sus efectos.
Existen muchos datos cl ínicos acerca
del empleo de la tisuloterapia en el
tratamiento de las m ás diversas enferme -
dades, demostrativos de que los
estimulantes bi ógenos act úan sobre todo
el organismo.
Entre los efectos de la tisuloterapia
vemos su influencia curativa sobre los
procesos inflamatorios infecciosos y no
infecciosos, sobre los procesos
degenerativos, sobre la reabsorci ó n de
exudados y cicatrices, sobre las
perturbaciones endocrinas, sobre los
procesos de crecimiento, etc.
La tisuloterapia constituye un ejemplo
vivo de la exactitud y eficacia de la nueva
tendencia marcada en Medicina por los
trabajos de los grandes sabios rusos I. P.
P á vlov e I. M. S échenov. A la luz de la
doctrina de P ávlov el or ganismo, con sus
complejos sistemas de relaciones y de-
pendencias rec íprocas, mantenidas por
medio del sistema nervioso, constituye un
todo ú nico e indivisible.
Hasta qu é punto tiene importancia la
unidad del organismo lo demuestra el
siguiente ejemplo. N. A. Ioff, en un caso,
provoc ó un defecto en la aleta natatoria
de la cola aislada de un renacuajo y en
otro directamente sobre la aleta de la cola
en el animal. La regeneraci ón de los
defectos se desarroll ó a velocidades
74
diferentes: en la aleta aislada fu é muy
r á pida, termin ándose ordinariamente ya a
los 3 ó .4 d ías, mientras que la.
regeneraci ón del defecto en la cola no
aislada s ólo se iniciaba pasados esos d ías.
Por-consiguiente, en este último caso se
manifestaba la influencia inhibidora de
todo el organismo (por lo visto de su
sistema nervioso) sobre la regeneraci ón
superflua.
Una importancia- decisiva para la curaci ón
de tal o cual enfermedad tiene la
influencia del propio organismo sobre el
proceso patol ógico. Por ello no hay que
tratar al órgano enfermo, sino a todo el
organismo en su conjunto.
Es sabido que el hombre (o el animal)
puede sanar de cualquier enfermedad, por
ejemplo, de la peste, si ésta no afect ó la
los pulmones, con la particularidad de que
la curaci ó n puede producirse sin asistencia
m é dica. Por consi guiente, el organismo
posee unas funciones, unas reacciones
din á micas que restituyen a la normalidad
su equilibrio perturbado por los factores
pat ó genos. El tratamiento con los
estimulantes bi ógenos que aumentan el
tono general del organismo, su gradiente
fisiol ó gico, intensifica las reaccio nes
curativas del organismo, que podr ían tener
lugar tambi é n sin nuestra intervenci ón. No
nos admiramos, por ejemplo, del efecto
favorable que ejerce sobre los pacientes de
diversas afecciones el clima, los
tratamientos fisioter ápicos, los balnearios,
sanatorios, etc. Los estimulantes bi ógenos
aumentan los procesos energ éticos en el
organismo y en esto consiste su valor.
Adem á s los estimulantes bi ógenos no s ólo
ejercen sus efectos cuando se introducen
artificialmente en el organismo en forma
de "preparados", sino que tambi én pueden
penetrar en él procedentes del medio exte -
rior, por ejemplo, del limo, de la turba,
del agua del mar, etc. Finalmente, los
estimulantes bi ógenos pueden producirse
75
tambi én en el propio organismo en
diversas condiciones, es decir, bajo la
influencia de ciertos tratamientos (por
ejemplo, durante el tratamiento con las
radiaciones ultravioletas o con los rayos
Roentgen).
Teniendo en cuenta el enorme papel de
estas reacciones en el tratamiento,
considero que el sistema nervioso central
desempe ña en la tisuloterapia el mismo
importante papel que en otros tipos de
tratamiento. Se puede, con raz ón, su poner
que en el organismo animal, el sistema
nervioso (la corteza cerebral) es el primero
que interviene en el proceso del
tratamiento por los estimulantes bi ógenos,
gracias a su gran actividad.
Los estimulantes bi ógenos de los
preparados tisulares no son espec íficos ni
en un sentido histol ógico ni por la especie
del ser a que pertenecen. Es m ás, los
estimulantes bi ógenos de origen vegetal
act ú an sobre los tejidos y sobre el or -
ganismo de los animales y del hombre, así
como los estimulantes bi ógenos de estos
ú ltimos act úan sobre los organis mos
vegetales.
El gran material cl ínico existente no
permite admitir que contra tal o cual
enfermedad act úen unos u otros tejidos,
especialmente dirigidos contra aqu élla.
Yo considero que carece de todo
fundamento cient ífico la idea de que tal o
cual tejido act úa únicamente sobre de -
terminada enfermedad, como, por ejemplo,
el tejido de las suprarrenales sobre el asma
¡ bronquial, el tejido del bazo sobre las
cicatrices, el tejido de las gl ándulas
genitales sobre las enfermedades de la piel.
Por cuanto los extractos de tejidos
conservados (y estos mismos tejidos)
contienen todo un complejo de estimu-
lantes bi ógenos que influyen sobre
aspectos fundamentales del metabolismo,
estos extractos carentes de especificidad
histol ó gica o de especie, act úan sobre el
76
organismo de manera completamente
similar. Pero como es posible obtener
extractos que se diferencian por la
composici ón de sus esti mulantes bi ógenos,
se pueden admitir te óricamente, diferen cias
en cuanto al modo de actuaci ón de los
extractos sobre los procesos metab ólicos
del organismo y, por tanto, sobre los
procesos de curaci ón. Lamentablemente,
hasta ahora no hemos logrado determinar
estas diferencias.
La cuesti ón de la diversidad de acci ón
que ejercen unos u otros estimulantes
sobre los procesos metab ólicos es po sible
que se aclare cuando se investiguen los
diferentes estimulantes que intervienen en
la composici ón de los extractos (al
obtenerlos en estado puro).
8. El mecanismo íntimo de
acción de los estimulantes
biógenos se refleja en las
variaciones de los procesos
metabólicos y energéticos del
organismo.
Nos referiremos a la acci ón de los
estimulantes bi ógenos sobre los fermentos.
Se sabe el enorme papel que
desempe ñan los fermentos en el
metabolismo. De aqu í que no tenga nada
de extra ño que los bioqu ímicos se
interesasen por la relaci ón que pueda
existir entre los estimulantes bi ógenos y
los fermentos al estudiar el mecanismo de
su acci ó n sobre el organismo.
Las primeras investigaciones en este
sentido se deben a I. I. Ghikalo (del
laboratorio del profesor A. V. Blago-
v é schenski), quien demostr ó que los
extractos de hojas de plantas conservadas,
desprovistos de substancias albuminoi-
deas, estimulan la actividad de los
fermentos proteol íticos "in vitro", mientras
que la adici ón de extractos de plan tas
frescas a los mismos fermentos no
produce tal activaci ó n.
77
El profesor V. V. Kovalski y V. N.
Kefer demostraron que, aparte de la
activaci ón de los fermentos, los estimu -
lantes bi ógenos ampl ían y desplazan
tambi én el óptimo t érmico de acci ón de
los mismos, lo que observaron en ex-
perimentos "in vitro" con los fermentos
ureasa y catalasa.
No obstante, las experiencias sobre la
activaci ón de los fermentos "in vitro" no
demuestran a ún que en el organismo tenga
lugar un fen ómeno semejante al actuar
sobre éste los factores desfavorables.
Es sintom ático que la adici ón de
extracto a un fermento activado como
consecuencia de su exposici ón previa al
fr í o, no aumentase ya la actividad del
mismo.
Finalmente, quedaba sin resolver la
cuesti ó n de si la activaci ón de los
fermentos en el organismo se produce
cuando se le administran estimulantes
bi ó genos bajo la forma de preparados
tisulares. Esta cuesti ón fu é ya tratada en
parte en el trabajo de T. P. Shesterikova
en 1939.
A. F. Sis óiev utiliz ó el m étodo de
infiltraci ón al vac ío, propuesto por A. L.
Kurs á nov, para el estudio de la acci ón de
los estimulantes bi ógenos sobre los
fermentos del organismo vegetal. Para ello
los estimulantes bi ógenos se inyectaban en
las hojas vivas de las plantas y despu és,
pasadas 2 ó 3 horas de exposici ón, se
determinaba la actividad hidrol ítica del
fermento invertasa. Result ó que este fer -
mento aumenta considerablemente su
actividad hidrol ítica bajo la influencia de
los estimulantes bi ógenos.
M á s tarde A. F. Sis óiev y V. V.
Skorod í nskaia estudia ron la din ámica de la
actividad del fermento catalasa de la
sangre en los enfermos sometidos a la
tisuloterapia y encontraron que la
¡ actividad de este fermento se intensifica.
Los resultados de estos trabajos fueron de
78
gran valor para la elaboraci ón de un
m é todo objetivo de control cl ínico de la
tisuloterapia, ya que permite juzgar la
acci ó n de este m étodo de tratamiento en
relaci ó n con la reactividad individual del
organismo. V. V. Andr éieva, S. A.
Barkash y M. N. Enen- shtein demostraron
que la curva de glucemia de los enfermos
escrofulosos se normaliza bajo el efecto de
la tisuloterapia.
El mecanismo de la activaci ón de los
fermentos por los estimulantes bi ógenos se
est á estudiando ahora. El profe sor A. V.
Blagov éschenski supone que en este caso
se unen los estimulantes bi ógenos y las
mol é culas albuminoideas de los fermentos.
La demostraci ón de la acci ón de los
estimulantes bi óge nos sobre los fermentos
no contradice el postulado establecido del
papel rector que desempe ña el sistema
nervioso en la tisuloterapia.
Yo supongo que el tejido nervioso es
precisamente activo desde el punto de vista
fisiol ó gico, porque contiene los sistemas
enzim á ticos intensamente activos
indispensables.
En la literatura cient ífica existen ya
algunos datos acerca de esta cuesti ón.
El acad émico A. V. Paladin indica que
al estudiar la amilasa cerebral se pudo
comprobar (E. Y. Reshbaj que este
fermento desintegra hasta 150 miligramos
de polisac áridos en una hora, por cada
100 gramos de tejido, mientras que la
amilasa muscular hidroliza únicamente de
6 a 10 miligramos.
Se sabe que los diferentes sectores del
sistema nervioso no respiran con igual
intensidad. La corteza cerebral es la que
utiliza mayor cantidad de ox ígeno, mientras
que la substancia blanca es la que menos
consume.

79
Es l ó gico admitir que los fermentos del
sistema nervioso, por ser los m ás activos,
sean, indudablemente, los m ás sensibles y
los primeros que experimentan la
influencia de los estimulantes bi ógenos, lo
cual garantiza el papel rector del sistema
nervioso en la tisuloterapia.
Sin embargo, esto no descarta la
influencia de los estimulantes bi ógenos
sobre los diferentes sistemas humorales y
sobre los fermentos de otros tejidos. Esto
se ve, en particular, por lo dicho
anteriormente acerca de la influencia de
los estimulantes bi ógenos sobre las
plantas, que carecen de sistema nervioso.
Tales son los datos que poseemos sobre el
¡ mecanismo de acci ón de los estimulantes
bi ó genos.
Con esto doy por terminada la
exposici ón de los datos de laboratorio,
sobre todo del Instituto Ucraniano de
Oftalmolog í a, que confirman los postulados
fundamentales de la hip óte sis de la
tisuloterapia, enunciada por m í. Mis
investigaciones acerca de los estimulantes
bi ó genos descansan en una base cl ínica
muy amplia. En lo que se refiere a las
investigaciones experimentales acerca de la
teor ía de la tisuloterapia, en realidad no
pueden considerarse terminadas todav ía,
sobre todo en lo que se refiere a las
investigaciones bioqu ímicas.
No dudo de que el trabajo sucesivo de
bioqu ímicos, fi si ó logos y bi ólogos, con la
colaboraci ón activa de los cl ínicos, nos
ayudar á a descubrir definitivamente la
esencia de la doctrina de los estimulantes
bi ó genos y, de esta manera, contribuir á al
futuro desarrollo de la Medicina.
Yo me dar é por satisfecho si la
hip ó tesis de la tisulote rapia contribuye al
desarrollo de la ciencia sovi ética, que el
Partido Comunista de la Uni ón Sovi ética
orienta al servicio del pueblo.
INDICE
Primera
conferencia
Resumen hist órico ....................
EI m ètodo tisuloter ápico
Observaciones cl ínicas ....
Segunda
conferencia Fundamentos
te ó ricos de la
tisuloterapia

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