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UNIVERSIDAD PRIVADA SERGIO BERNALES

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Prefacio:

El curso se caracteriza fundamentalmente porque se vale de la reflexión personal y


profunda a fin de intentar llegar a la esencia de las cosas. Estudia la
relación que tiene la filosofía con el derecho, desde la historia de la
filosofía hasta el estudio de los principios filosóficos. El curso
ejercita a pensar metódicamente. El estudio de los valores
como la vida, la justicia, el valor y la solidaridad, la moral, la
ética, etc., constituyen la base de la filosofía y el derecho.

Comprende Cuatro Unidades de Aprendizaje:

Unidad I: El Pensar Filosófico.


Unidad II: La Justicia y el Derecho.
Unidad III: La Ética, Moral y el Derecho.
Unidad IV: Naturaleza y Razones Filosóficas del Derecho.

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Estructura de los Contenidos

Naturaleza y
La Justicia y el La Ética, Moral Razones
El Pensar Filosófico
Derecho Y el Derecho Filosóficas del
Derecho

Filosofía y La justicia. La Moral. El derecho


experiencia. natural,
historicidad y
El derecho como La sociedad y los relatividad de la
Filosofía del objeto de la valores éticos. realidad jurídica.
derecho y justicia.
práctica de la
filosofía del Administración
de la justicia. Los derechos,
derecho. La norma
deberes y las
jurídica.
normas
El nivel naturales.
Filosofía del prudencial.
La ley.
hombre, el
mundo del ser y Razones
él debe ser. filosóficas de
derecho civil,
protección social
Razones de
y buena fe.
epistemología
del derecho.
Razones
filosóficas de
derecho
comercial,
Antecedentes, el
proceso según la
filosofía.

La competencia que el estudiante debe lograr al final de la asignatura es:


“Comprender el porqué de la filosofía, los fundamentos y principios de la
filosofía del derecho y explicar la naturaleza del pensamiento filosófico,
valorar su importancia en la búsqueda del sentido de la naturaleza del ser
humano y la verdad”.

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Índice del Contenido
I. PREFACIO 02
II. DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS 03 - 174
UNIDAD DE APRENDIZAJE 1: EL PENSAR FILOSÓFICO 05-48
1. Introducción 06
a. Presentación y contextualización 06
b. Competencia 06
c. Capacidades 06
d. Actitudes 06
e. Ideas básicas y contenido 06
2. Desarrollo de los temas 07-34
a. Tema 01: Filosofía y experiencia. 07
b. Tema 02: Filosofía del derecho y práctica de la filosofía del derecho. 17
c. Tema 03: Filosofía del hombre, el mundo del ser y él debe ser. 23
d. Tema 04: Razones de epistemología del derecho. 31
3. Lecturas recomendadas 35
4. Actividades 35
5. Autoevaluación 46
6. Resumen 48
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: LA JUSTICIA Y EL DERECHO 49-87
1. Introducción 50
a. Presentación y contextualización 50
b. Competencia 50
c. Capacidades 50
d. Actitudes 50
e. Ideas básicas y contenido 50
2. Desarrollo de los temas 51-73
a. Tema 01: La justicia 51
b. Tema 02: El derecho como objeto de la justicia 60
c. Tema 03: La norma jurídica. 65
d. Tema 04: La ley. 70
3. Lecturas recomendadas 74
4. Actividades 74
5. Autoevaluación 85
6. Resumen 87
UNIDAD DE APRENDIZAJE 3: LA ÉTICA, MORAL Y EL DERECHO 88-125
1. Introducción 89
a. Presentación y contextualización 89
b. Competencia 89
c. Capacidades 89
d. Actitudes 89
e. Ideas básicas y contenido 89
2. Desarrollo de los temas 90-118
a. Tema 01: La Moral 90
b. Tema 02: La sociedad y los valores éticos. 95
c. Tema 03: Administración de la justicia. 106
d. Tema 04: El nivel prudencial. 113
3. Lecturas recomendadas 119
4. Actividades 119
5. Autoevaluación 123
6. Resumen 125
UNIDAD DE APRENDIZAJE 4: NATURALEZA Y RAZONES FILOSÓFICAS DEL DERECHO 126-170
1. Introducción 127
a. Presentación y contextualización 127
b. Competencia 127
c. Capacidades 127
d. Actitudes 127
e. Ideas básicas y contenido 127
2. Desarrollo de los temas 128-156
a. Tema 01: El derecho natural, historicidad y relatividad de la realidad jurídica. 105
b. Tema 02: Los derechos, deberes y las normas naturales. 136
c. Tema 03: Razones filosóficas de derecho civil, protección social y buena fe. 145
d. Tema 04: Razones filosóficas de derecho comercial, Antecedentes, el proceso según la 151
filosofía.
3. Lecturas recomendadas 157
4. Actividades 157
5. Autoevaluación 168
6. Resumen 170
III. GLOSARIO 171
IV. FUENTES DE INFORMACIÓN 173
V. SOLUCIONARIO 174

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Introducción
a) Presentación y contextualización:

El estudiante se prepara para discernir sobre la filosofía, la filosofía del derecho, la


epistemología, etc.

b) Competencia:
El estudiante discierne sobre el que hacer filosófico, el rol de la filosofía
jurídica como saber especulativo y como un valor práctico.

c) Capacidades:

1. Desarrolla la filosofía y con la experiencia, ahonda su formación.


2. Desarrolla la filosofía del derecho y práctica de la filosofía del derecho.
3. Comprende la filosofía del hombre, el mundo del ser y él debe ser.
4. Estudias las razones de la epistemología del derecho.

d) Actitudes:

 Conoce la filosofía.
 Determina la filosofía que se utiliza en el derecho y la práctica de la filosofía del
derecho.
 Identifica la Misión, Función y sentido de la filosofía y del derecho.
 Conoce las verdades de hecho y razón.

e) Presentación de Ideas básicas y contenidos esenciales de la Unidad:

La Unidad de Aprendizaje 01: El Pensar Filosófico, comprende el desarrollo de


los siguientes temas:

TEMA 01: Filosofía y con la Experiencia.


TEMA 02: Filosofía del Derecho y Práctica de la Filosofía del Derecho.
TEMA 03: Filosofía del Hombre, el Mundo del Ser y él Debe Ser.
TEMA 04: Razones de la Epistemología del Derecho.

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Filosofía y TEMA 1
con la
Experiencia
Competencia:
Conocer la filosofía.

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Desarrollo de los Temas
Tema 01: Filosofía y con la Experiencia

Siempre que estudiamos un determinado tema, en este caso de la filosofía, es correcto


y necesario conocer su significado etimológico, ya que permite visualizar su objeto de
estudio. La palabra filosofía proviene de dos raíces griegas: philos (amigo, amante) y
sophía (sabiduría), motivo por el cual, usualmente, ha sido traducida como “amor al
saber” o “Amor a la sabiduría”.

En la antigua griega, esta definición fue entendida como


búsqueda desinteresada del saber. Se ha considerado
que la filosofía de Occidente surge en Grecia, en las
colonias Jonias de Asia Menor, en el siglo vi a.C., y hace
referencia a la actitud de los primeros pensadores de
hacer frente a los problemas que les presentaba la
naturaleza mediante la reflexión racional. Los griegos
fueron quienes dejaron de lado las explicaciones conservadoras, tradicionales, acríticas,
fundamentadas en mitos, para dar paso a una explicación de la naturaleza, la realidad
y el hombre, mediante el uso exclusivo de la razón. Así, hemos de reconocer que la
capacidad de cuestionar racionalmente todo cuando nos rodea ha dado origen al
pensamiento filosófico.

A partir de lo anterior, es posible sostener que la filosofía ha nacido de la curiosidad


que tiene el hombre por entender y explicar todo cuanto le rodea. El deseo de investigar,
de conocer el sentido último de todo lo que existe, el desarrollo de su curiosidad ha
estado presente en el hombre a lo largo de la historia. Aristóteles en el libro I de su
Metafísica, lo comenta de la siguiente manera: “los hombres –ahora y desde el principio–
comenzaron a filosofar al quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer
momento ante lo que comúnmente causa extrañeza y, después, al progresar poco a
poco, sintiéndose perplejos también ante las cosas de mayor importancia, por ejemplo,
ante las peculiaridades de la luna, y las del sol y los astros, y ante el origen del Todo.
Ahora bien, el que se siente perplejo y maravillado reconoce que no sabe.”1

1
Aristóteles (2006). Metafísica. pp. 76-77

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ORIGEN DE LA FILOSOFÍA
La filosofía comenzó mezclada con la metodología o con
Cosmogonía. Este término es procedente de la palabra griega
"Kosmogonia", compuesta a su vez de "kosmos" (orden, mundo
universo) y "goné" (generación, producción) que etimológicamente
significa "origen del universo". La cosmogonía es un relato de
carácter mítico con el que se quiere explicar el origen y la
constitución del universo, a partir de la acción de los dioses y a
través de varias generaciones.
El primero que se autodenominó como filosofo fue el griego Pitágoras de Samos (-572
a -496. Nació en Jonia, en la isla de Samos, hacia el 572 a.C.).

Mencionaremos algunas tesis sobre el origen de la filosofía, como:


- Platón (- 428 a – 347) y Aristóteles (- 384 a – 322). Sostenían que la filosofía
se origina gracias al asombro o admiración. El filósofo es aquél hombre libre
que, a diferencia de la gran mayoría, se admira por los hechos que suceden en
el mundo y por eso busca investigar sus causas.
- Rene Descartes (1596-1650). La filosofía se inicia con la duda. La actividad
filosófica debe dirigirse a encontrar ideas absolutamente claras. Para alcanzar
tal fin, debe desecharse las ideas que se presentan dudosas.
- Karl Jaspers (1883 a 1969). La filosofía se debe a las situaciones límites. En
momentos de angustia, debido a momentos difíciles (como la muerte, el
sufrimiento o el azar), los hombres reflexionan sobre el sentido de la vida, Dios
y el destino del hombre, entre otros de interés filosófico.

La filosofía como ciencia, tema discutido. Algunos filósofos, como Kant, refieren que la
filosofía es ciencia, pero, es más. Dado los temas materia de análisis, interpretación que
son de carácter universal, general, abstracto y sobre todo la problematización de un
determinado tema, como por ejemplo la vida.
La filosofía no tiene la particularidad de la ciencia, los métodos de investigación,
interpretación y estudio pueden ser los mismos, pero la diferencia está en el uso que se
da; pues en la filosofía es de carácter amplio, integral y externo, mientras que en la
ciencia es de carácter interna, trata de explicar físicamente la composición y
funcionamiento de la cosa investigada.

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Entre la filosofía hay una relación constante, se diría que es mancomunada, ambas se
desarrollan, se necesitan, pero nunca se las debe confundir, como ha sucedido. Cada
una en su campo, pero están relacionadas, no son islas, y cada una por su lado, si ello
sucede solo es porque el ser humano, ya no tiene nada que explicar filosóficamente o
científicamente.

Ante los diversos problemas ecológicos, cambio climático,


contaminación varia, etc. desde el año 1972, la ONU se vio
obligada a organizar un evento internacional, donde
participaron cerca de 110 países, en Estocolmo (Suecia),
crearon el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente y a la vez acordaron que cada Estado debe
incorporara entres sus funciones la función ambiental.

El problema ecológico, ya se trataba en siglos anteriores, pues Federico Engels, en


1876, escribe: “Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras
victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma
su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las
previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias
muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los
hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques
para obtener tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los
bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las bases
de la actual aridez de esas tierras. Los italianos de los Alpes, que talaron en las laderas
meridionales los bosques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas
septentrionales, no tenía idea de que con ello destruían las raíces de la industria lechera
en su región; y mucho menos podían prever que, al proceder así, dejaban la mayor parte
del año sin agua sus fuentes de montaña, con lo que les permitían, al llegar el período
de las lluvias, vomitar con tanta mayor furia sus torrentes sobre la planicie”2

2
Federico Engels. El papel del trabajo en el proceso de transformación del mono en hombre. 1876.

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En la actualidad los filósofos tienen la preocupación de conocer más de la naturaleza,


no para destrozarla sino relacionarla que tiene vital importancia con la vida, en especial
con la vida del ser humano. Ello ha generado rescatar actitudes y aptitudes de nuestros
antepasados en relación al trato con la naturaleza, en nuestro país, el “pago a la tierra,
la mamapacha”, “el pago al agua”, “el pago a los apus”, etc. en el caso peruano.

Hay la opinión que la filosofía es consecuencia de la existencia de las clases sociales,


es decir: amo-esclavo; dominante-dominado; señores-pueblo; patricios-plebeyos, etc.
Esta relación evidentemente da motivo de imponer dominio el uno sobre el otro, por ello
se desarrollará diferentes temas como: ciencia, religión, filosofía, arte, moral, leyes y
costumbres). Pues, el filosofar solo fue posible para los señores o hijos de los señores,
es decir de la clase dominante. Pero cabe ser justo, como en toda sociedad hay
rebeldes, en los filósofos surgieron rebeldes como Sócrates, Heráclito de Efeso,
Epicuro, etc.

¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
Gran pregunta hasta la actualidad no se ha dado respuesta definitiva, lo que resulta un
problema filosófico. Es una de las más importantes interrogantes filosóficas, para la que
no se tiene una respuesta única. La filosofía como la ciencia están consideradas como
formas superiores del conocimiento humano, es la expresión del desarrollo cultural del
hombre.

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Ante esta inquietud de dar respuesta a la pregunta planteada, recogemos las diferentes
definiciones hechas por los filósofos:
 Pitágoras, Amor a la sabiduría. El filósofo no es un sabio sino un buscador
desinteresado del saber.
 Sócrates (- 470 a – 399), Modo de vida dedicada a la búsqueda de la
sabiduría. La sabiduría es de carácter moral e igual para todos.
 Platón, en su obra titulada Eutidemo, define a la filosofía como el uso del saber
para ventaja del hombre. O también dirá: Dialéctica o procedimiento racional
que permite conocer las esencias. Estas esencias o formas existen
independientes de las cosas materiales.

 Aristóteles, en su obra titulada Metafísica. Señalo que la filosofía es la ciencia


que estudia las causas supremas y principios primeros. O también expreso:
Ciencia que estudia los primeros principios y causas de todo lo existente.
Es un producto puramente teórico y por tanto no tiene alguna utilidad práctica.
Por eso los que se dedican a ella solo buscan el saber por el saber mismo. Y el
ser la más teórica hace que esta ciencia sea superior a todas.
 Epicuro de Samos (- 341 a – 271). Ciencia que tiene por objeto curar al
hombre del miedo a los dioses y a la muerte. La filosofía se convierte,
entonces, en un fármaco que cura a los hombres de estos traumas con el fin de
que ellos sean felices.

 Agustín de Hipona (354 – 430). Ciencia sierva de la teología. Su tarea es


defender racionalmente las verdades alcanzado por la fe religiosa.
 René Descartes (1596-1650), Prefacio a Los principios de la filosofía, escribió
que la filosofía significa el estudio de la sabiduría como perfecto
conocimiento de todas las cosas que el hombre puede conocer. También dirá:
Ciencia raíz de las demás ciencias. Tiene por finalidad proporcionar ideas
claras al conocimiento científico dándole así una base sólida.
 Inmanuel Kant (1724-1804). Propone las siguientes definiciones:
- Ciencia que da fundamento a las demás ciencias y por tanto valiosa por
sí misma.
- Ciencia que busca responder: ¿qué puedo conocer? ¿qué debo hacer?
¿qué me cabe esperar? y ¿qué es el hombre?

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 Georg Hegel (1770-1831). Ciencia que tiene por objeto la totalidad de la


realidad. Es uno de los máximos productos del Espíritu y, por tanto, surge
cuando las sociedades que la generan se encuentran en su decadencia.
 Friedrich Engels (1820-1883). Ciencia de las leyes más generales de la
naturaleza, sociedad y pensamiento.
 Edmund Husserl (1859-1938). Ciencia estricta de esencias. Tiene por objeto
las esencias que den bases sólidas a las demás ciencias. Para hallar tales
esencias, utiliza el método de la suspensión dl juicio sobre el mundo.
 Bertrand Russell (1872-1970). Saber intermedio entre la ciencia y la teología.
Al igual que la ciencia, se apoya en la razón. Pero, del mismo modo que la
teología, trata temas que no han alcanzado un conocimiento definitivo.

 Ludwig Wittgenstein (1889-1951). Actividad esclarecedora del lenguaje.


Permite realizar una distinción entre las ideas que representan al mundo de las
que no representan, delimitando así el lenguaje.
 J. Piaget (1896- 1980) «la filosofía consiste en una búsqueda de lo absoluto o
en un análisis de la totalidad de la experiencia humana”3

ACTITUD FILOSÓFICA
La actitud filosófica es una de las tantas formas de reaccionar frente a la realidad. (¿Por
qué? ¿Para qué? ¿Cómo?).
La actitud filosófica es la disposición humana superior
de aceptación o valoración del conocimiento. Parte de
la propensión natural del hombre por conocer la
realidad, con una particularidad analítica, crítica,
problematizadora, buscando el fundamento de los
objetos, los hechos y las circunstancias que le rodean, y
asumiendo una posición totalizadora.

La actitud filosófica es crítica, analítica, trascendental, racional y universal. Es


universal por cuanto estudia la realidad en su conjunto: al hombre, a la ciencia, a la
cultura, la religión, al arte, a la historia, la estética, etc. en general, todo cuanto existe.

3
PIAGET, J., Epistemología de las ciencias humanas, Buenos Aires, 1972, Proteo, p. 172

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El surgimiento de la actitud filosófica o las causas del filosofar, históricamente, tienen


múltiples interpretaciones, entre ellas tenemos:
- “La pasión por la admiración es propio del filósofo”
(Platón, Obra “Teeteto”)
- “El asombro empujó a los primeros pensadores a las
especulaciones filosóficas” (Aristóteles, Obra “La
Metafísica).
- “La duda metódica es la condición de todo verdadero
filosofar y la vía de la “certeza” (Renato Descartes, Obra
“Discurso del Método”)
“Las situaciones límite hace que se tome el más profundo pensar” (Karl Jaspers, Obra
“Introducción a la Filosofía”).

OTRAS ACTITUDES
Dentro de una sociedad, los seres humanos reaccionamos de diferentes maneras ante
alguna situación que nos encontremos. Los filósofos ante estas situaciones tienen
reacciones nada comunes, tal como podremos diferencias de las siguientes actitudes:

LA ACTITUD PRAGMÁTICA
Es la actitud práctica, la más común y de todos los días. Considera las cosas como
objetos de uso y de consumo; las cosas las distingue por su utilidad. Todas son para
algo, para la alimentación, vestido, vivienda, etc. Es la actitud visible en la señora que
va al mercado por ejemplo o el trabajador en la fábrica; pero, también en el filósofo o el
científico, cuando se viste y cuando se alimenta.
Podemos decir de la actitud pragmática es una actitud práctica, por
ejemplo, el hecho de usar un par de zapatillas mientras estén en
buen estado, luego cuando ya estén muy usados, simplemente no
la uso, las desecho, o cuando la madre de familia está en actitud
pragmática cuando en el mercado busca lo más barato y lo más rendidor. Barato y útil.

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LA ACTITUD MORAL
Es la actitud frente a las acciones humanas, a la
conducta humana. Para esta actitud los actos humanos
son buenos o malos. Sus manifestaciones son la
aprobación y el aplauso o el reproche y la censura. La
abnegación y la benevolencia son aplaudidas; la
hipocresía y la deslealtad son censuradas.
Es la evaluación que las personas hacemos de las acciones de acuerdo a las normas y
valores del grupo social. Por tales acciones pueden ser calificadas con criterios morales
como bueno, malo, justo, honesto, etc.

Esta actitud se refiere en sí, a que cada persona dependiendo de la sociedad en la que
viva va a juzgar determinada acción correcta o reprochable. Un ejemplo que se me viene
a la mente ahora es el hecho de que en la mayoría de países occidentales la poligamia
es considerada una infidelidad y en definitiva que no está bien, mientras que en el medio
oriente (ejemplo países árabes), ésta práctica es de lo más normal.
También podemos mencionar la actitud moral de un profesor cuando califica de “malo”
la tardanza del alumno.

LA ACTITUD ESTÉTICA
Es la actitud que goza con la presencia de las cosas. Es la actitud ante un bello rostro,
un bello cuerpo, una hermosa flor, una hermosa
canción, un hermoso cuadro, una bella página bien
escrita, una catedral, un acantilado, un espectáculo o
simplemente un insecto. Para esta actitud, las cosas
no son útiles; no son objetos de conocimiento, son
objetos para gozar de su presencia.

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LA ACTITUD RELIGIOSA
Es la actitud que ve las cosas como la obra de un ser supremo. Todas las cosas son
obra de Dios; en todas está la presencia divina; no hay una sola cosa que no obedezca
a su poder y a su bondad. La expresión de esta actitud es la devoción. Es decir, es la
relación que establecemos entre las cosas, personas o hechos y la divinidad con un
ente superior. Cuando nos persignamos y oramos pidiendo a Dios cese un temblor, y
evitar el daño consiguiente. O consideramos que tales temblores es consecuencia a la
desobediencia a Dios, y éste sanciona.

LA ACTITUD CIENTÍFICA
La actitud científica se trata de una predisposición a detenerse frente a las cosas para
tratar de desentrañarlas: interrogando, buscando respuestas y sin instalarse en certezas
absolutas.

La esencia de una actitud científica es la persona frente a una realidad a la que se


admira e interroga. Para lograr esta actitud se necesitan dos atributos esenciales: una
actitud de búsqueda de la verdad y una curiosidad insaciable. La búsqueda de la verdad
consiste en avanzar encontrando incertidumbres provisionales, no se trata de la verdad
como “algo” o que se pueda poseer. En cambio, la curiosidad insaciable es la
interrogación permanente de la verdad, es por esto que se habla de actitud científica
como estilo de vida.

Pues, la actitud científica se caracteriza como objetiva, explicativa, fundada,


sistemática, metódica y verificable.
La actitud científica es selectiva porque el hombre de ciencia estudia determinadas
áreas de la realidad, así los psicólogos investigan los procesos del comportamiento, los
químicos las transformaciones internas de la materia, etc.

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Filosofía del
Derecho y TEMA 2
Práctica de la
Filosofía del
Derecho
Competencia:
Determinar la filosofía que se utiliza en el
derecho y la práctica de la filosofía del
derecho.

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Tema 02: Filosofía del Derecho y Práctica


de la Filosofía del Derecho

Se ha indicado que la filosofía es consecuencia de estudiar los problemas existentes en


la realidad, por ello también se ha dicho que existen diversas filosofías, evidentemente
por el problema que les ocupa, es decir su objeto de estudio.

Ante la variedad de objetos de estudio, la filosofía tiene una rama o disciplinas


debidamente caracterizados e identificadas. Debido al objeto de estudio filosófico ha
surgido una diversidad de ramas de la filosofía, como se ilustra en el cuadro precedente.
De esta esta variedad de filosofías, estudiaremos la denominada filosofía del Derecho.

FILOSOFÍA DEL DERECHO


La Filosofía del derecho o también denominada Filosofía Jurídica es una rama de la
filosofía general, por lo que presenta los mismos caracteres que esta. Encara pues las
cuestiones más hondas y generales del derecho, ubicando su estudio en una
sistematización general de los conocimientos humanos, lo que nos permite comprender
no sólo el sentido, o si se quiere, la significación de lo jurídico en una concepción total
del mundo y de la vida, sino también el carácter y fundamentación de las disciplinas que
lo toman por objeto.

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Aquí se ven claramente los dos caracteres


básicos del conocimiento filosófico: el de ser
Pantonomo (porque es omnicomprensivo,
abarca todas las ciencias y las estudias todas
por igual-definición dado por Ortega y Gasset,
en su obra qué es filosofía), pues abarca el
derecho en su totalidad, y el de ser autónomo, pues si bien fundamenta las diversas
ciencias jurídicas, la filosofía del derecho es, en sí misma, un saber sin supuestos.

Dijimos que encara los problemas de mayor generalidad referentes al derecho. En


efecto, el jurista stricto sensu utiliza una serie de nociones (derecho, norma, sujeto,
relación jurídica, justicia, etcétera), que da por supuestas; en cambio, el filósofo del
derecho, encara como problema lo que es un presupuesto para el científico del derecho,
tratando de llegar a un esclarecimiento cabal de esos conceptos. Así por ejemplo, el
concepto de derecho es un problema cuya solución pertenece a la filosofía jurídica y no
a las ciencias jurídicas hasta aquí consideradas. De este modo, una vez recorrido el
amplio panorama de la filosofía jurídica, de logra un conocimiento plenario del derecho,
así como la fundamentación de las diversas disciplinas que a él se refieren, es decir, el
conocimiento de sus peculiares enfoques, métodos adecuados, etcétera, tarea que
también corresponde a la filosofía del derecho.

Del Vecchio, eminente jusfilosofo italiano, define la filosofía


jurídica como la disciplina que estudia el derecho "en su
universalidad lógica (a), investiga los fundamentos y caracteres
generales de su desarrollo histórico (b), y lo valora según el ideal
de justicia trazado por la pura razón (c)".
Como es fácil comprenderlo, esta definición incluye en el
apartado marcado con la letra "b", un aspecto criticable, pues pertenece indudablemente
a la sociología jurídica o, más bien, a la filosofía de la historia del derecho.
Esto no implica desconocer que se trata de una investigación que puede aportar
interesantes conclusiones.

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Stammler, por su parte, la define sintética y acertadamente de la siguiente manera:


"entendemos por filosofía reflexiones jurídicas aparece como de un valor incondicionado
y universal". Actualmente, la filosofía del derecho es dividida por la mayoría de los
autores en tres ramas: ontología, lógica y axiología jurídica.
Ahora bien, la filosofía del derecho, ¿es una ciencia? la respuesta variará según se
considere a la filosofía como ciencia o no, ya que al respecto las opiniones se
encuentran divididas, pues mientras para unos la filosofía no es sino una ciencia más,
para otros se trata de un orden de conocimientos de distinto grado.

Por nuestra parte, creemos acertada la segunda opinión, pero claro que entendiendo la
palabra ciencia en sentido estricto. Para comprenderlo mejor basta contener en cuenta
que la filosofía nos da no sólo la fundamentación de las ciencias, pues investiga y
esclarece los presupuestos de las mismas, sino que es también una coronación de las
ciencias, porque nos da el sentido último de los objetos a que se refiere (el derecho, por
ej.). Dentro de una concepción total del mundo y de la vida. Y esto, entiéndase bien,
referido a cualquier sector ontico, pues hay no solo una filosofía de lo cultural, sino
también, de la naturaleza, de los objetos ideales, etcétera.

Parte de la Enciclopedia o Ciencia Jurídica, consagrada al examen y estudio de los


principios supremos del Derecho; la introducción científica de su exposición
especulativa, que prescinde de la ley o Derecho positivo, pero no de la realidad,
personas y cosas, en sus relaciones y situaciones jurídicas, cuya generalización
sistemática pretende.4

La filosofía analizadora y problematizadora de su objeto de estudio, debe tener presente


hoy en día los temas de los derechos humanos, la naturaleza 5, a pesar de ser tan amplia,
parece insuficiente para dar respuesta a problemas como la corrupción, la desidia, la
apatía, etc. Evidentemente la tecnología en manos en propiedad de unos pocos, sin
control administrativo y jurídico, han generados nuevos problemas que se debe filosofar.

4
Enciclopedia jurídica http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/filosof%C3%ADa-del-derecho/filosof%C3%ADa-del-
derecho.htm
5
Al respecto Friedrich Engels, en su opúsculo titulado “el papel del trabajo en la transformación del mono al hombre” y su obra
Dialéctica de la Naturaleza, tratan sobre la naturaleza, hoy debe ser preocupación filosófica la afirmación: EL SER HUMANO PARA
SU EXISTENCIA NECESITA DE LA NATURALEZA, PERO LA NATURALEZA PARA SU EXISTENCIA NO NECESITA AL SER HUMANO.

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Pues, la filosofía del derecho, como manera de regular determinadas relaciones


intersubjetivas, organizar un determinado sistema de Estado para organizar a las
sociedades, en cuanto se tenga que satisfacer sus necesidades comunes; es importante
generar un instrumento que, de sustento al Derecho como base de estructura de éste,
es decir la norma jurídica, tema que se tratará más adelante.

Según Julio Fernández Bulté, la filosofía del derecho


constituye una esfera especulativa concreta, que trata de
elucidar las leyes y regularidades del fenómeno jurídico
entendido en su dimensión más general y abstracta6. Se
trata de una rama aplicada de la filosofía, al estilo de la
filosofía de la ética o de la estética.
El Derecho como creación, es uno de los fenómenos más
antiguos con el que ha tenido que convivir el hombre,
precisamente para garantizarse, aunque sea medianamente, una convivencia social y
pacífica, aunque tuvo que, en algunos o los muchos, ser sometido por otros, ejemplo la
esclavitud.

Karl Marx, en su diversidad actitud crítica filosófica, sobre todo a uno de los máximos
exponentes de la filosofía alemana, es decir a Georg Wilhelm Friedrich Hegel, nos ilustra
respecto el carácter especulativo del derecho, tal como se puede abstraer de la siguiente
cita: “La crítica de la filosofía alemana del Estado y del Derecho, filosofía que ha
alcanzado en Hegel su versión más consecuente, rica y definitiva, es ambas cosas: por
una parte es análisis crítico del Estado moderno junto con la realidad que éste comporta;
por la otra, es además la negación decidida de todo el tipo anterior de conciencia política
y jurídica en Alemania, cuya expresión más distinguida y universal, elevada a Ciencia,
es precisamente la filosofía especulativa del Derecho. Sólo en Alemania ha sido posible
la filosofía especulativa del Derecho, este pensamiento abstracto y exaltado acerca del
Estado moderno, cuya realidad se queda en un más allá, aun si este más allá sólo es
un más allá del Rin.” 7 La elaboración del concepto de Filosofía del Derecho como
disciplina académica empieza en la función y acaba en el concepto.

6
Fernández Bulté, Julio. Filosofía del Derecho. Editorial Felix Varela. La Habana. 1997.
7
Karl Marx. Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.

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En otros términos, que al elaborar el concepto de dicha disciplina constituida por temas
que explican aspectos del derecho no presentados por las disciplinas particulares -
función- que se tendrá en cuenta, ante todo, tal función para, en base a la misma,
constituir la disciplina adecuada. Es lo que los clásicos de la filosofía, desde Aristóteles,
al constatar ese carácter de elemento determinante del ser, en lo que aquí llamamos
función, han denominado «Causa Final». Sobre el hilo conductor de las posibles
funciones, elaboramos el concepto. En tal sentido observamos que el legislador, al dictar
la norma, expresa ese deseo de protección de un interés; desde otra perspectiva, de un
Derecho Natural. Así, castiga al homicida, protegiendo la vida humana; castiga el robo,
protegiendo la propiedad privada; y, protegiendo este mismo interés, exige
responsabilidad civil por demora en él pago de la deuda.

Se diferencia, así, la norma, constituida por la disposición, del interés -quizá valor-
protegido por la misma. La ciencia jurídica, en sus distintas partes, viene prescindiendo
de la fundamentación de la norma, estudiando el sentido exclusivo de sus palabras. Y
afirmamos que no es tener una visión completa del derecho lo que consiste meramente
en el conocimiento del contenido de sus disposiciones, prescindiendo de la razón
motivante de las mismas: el interés que protegen. En síntesis, hay conocimiento plenario
del derecho implica el estudio de la realidad «Derecho» en lo que es su contenido, pero,
sobre todo, en lo que constituye su razón de ser: ¿Protege la norma un valor o
simplemente un interés? ¿Ese interés lo es de clase, de toda la sociedad? Preguntas
como éstas, están en la base de cualquier ordenamiento jurídico, y piden la respuesta
del estudioso del mismo.8

El Derecho es especulativo y práctico, por su misma razón de ser. Especula el futuro


deber ser, el juez aplica la norma jurídica, para establecer el deber ser, frente al ser.
Este aplicar es base una interpretación y el interés que esté presente y cuál es, eso
depende de la actitud del juzgador, pero no olvidemos que es un ser humano, formado
en un ámbito determinado. Si desarrolló en su ser la condición consciente de SER
HUMANO, se desligará de influencias políticas, sociales, económicas, religiosas,
amicales, etc., y actuará como se tiene pedido con plena independencia, imparcialidad
y objetividad, entonces se dirá: la justicia y la justicia social está garantizada.

8
NORBERTO ALVAREZ Alcalá de Henares. La función de la Filosofía del Derecho como disciplina académica.

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Filosofía del
Hombre, el TEMA 3
Mundo del Ser
y él Debe Ser
Competencia:
Identificar la Misión, Función y sentido de la
filosofía y del derecho.

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Tema 03: Filosofía del Hombre, el Mundo


del Ser y él Debe Ser

El origen del ser humano, aún no está determinado, por lo


que tampoco se podrá señalar categóricamente ¿cuál es
el origen de la filosofía, en la Historia? Pero ya no hay
duda que el ser humano es consecuencia de muchos
factores naturales, que le permitieron desarrollarse frente
a la entonces hostil naturaleza. Uno de los factores
importantes que le permitió sobrevivir al ser humano, es
mantener la condición grupal o de equipo, por ello se
señala que el hombre es un ser social por naturaleza, a
ello el desarrollo del trabajo, lo que le permitió moldear su cuerpo, en especial sus
extremidades inferiores como superiores.

Contar con un cuerpo endeble ante la naturaleza, el ser humano incipiente era flanco
para su desaparición inmediata, pero el proceso de conocer, reflexionar, aun
arcaicamente, pero le permitió dotarse de elementos extraños para defenderse y a la
vez atacar, cazar, recolectar primero luego descubrir que bajo la tierra está su nuevo
alimento, nace la agricultura. No solo descubre la forma de alimentarse, sino que
también entendió y acepto tener a su lado ciertos animales que los va a domesticar para
tenerlo a su servicio, y algunos también para su alimento.

Así, puede ser considerada una actividad racional, de reflexión sobre todos aquellos
aspectos que son considerados fundamentales en distintos ámbitos de la vida humana,
profundizando hasta los cimientos o bases sobre las cuales se edifica el conocimiento.
Dicha actividad implica someter a crítica, a través de todos los medios con los que
dispone el hombre, ciertas creencias, conceptos y presupuestos básicos.

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Explicar el origen del hombre o ser humano, desde el punto filosófico, no es posible sin
la presencia y desarrollo de la antropología, arqueología, el arte, la botánica, la biología,
etc. ello orientó a la explicación común en dos vertientes: una la idealista, que el hombre
es creación divina, es decir que el hombre fue creado por un ser misterioso,
omnipotente, todopoderoso, es decir: Dios (Ra-Egipto; Inti-Incas ; Zeus-Grecia; Júpiter-
roma; o Jehová para los hebreos, etc.

La otra la evolucionista, es decir que el hombre es la consecuencia de la evolución y


transformación de las especies, después de millones de años, aparecerá cuando se ha
extinguido los denominados grandes animales: Dinosaurios en la tierra, los gigantescos
mosasaurios y plesiosaurios en los mares y los pterosaurios en los cielos.

El origen del hombre es un misterio, pero lo que si se tiene claro, nunca fue solo, sino
en grupo, pequeño, pero grupo, no uno sino varios en distintos lugares de la tierra,
siendo los grupos los más evolucionados el denominado sapiens sapiens, de los cuales
somos sus herederos congénitos ¿? Esto es preocupación del filósofo, que, a través de
la filosofía antropológica, se trata de explicar su origen, su vivencia y cómo es posible
que haya superado tantos retos ante la naturaleza, para sobrevivir y crear sistemas de
vida, las que deben ser analizadas y comprendidas, para frenar la vorágine de los
grandes explotadores, devastadores, destructores y principales enemigos de la
naturaleza y del ser humano.

José María de Estrada, sostiene: “Se ha dicho, y suele repetirse a menudo, que el
hombre no tiene naturaleza sino historicidad. Esto es importante y encierra no poco la
verdad, pero sólo en la medida que con ello se pone de manifiesto la nota de
temporalidad que califica la vida humana, no en cuanto implica desconocer que el
hombre posee una naturaleza determinada y propia.”9

9
José María de Estrada. El hombre: su naturaleza e historicidad. Actas del Primer congreso Nacional de Filosofía,
Mendoza, Argentina. T.II. 1942

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Sobre el hombre se escribe, se piensa, se escribe y se


seguirá pensando y escribiendo, hasta el extremo de
preguntarse ¿qué es el hombre?, hoy diremos en sentido
social, ¿qué es el ser humano?, ya como especie.
Desde el punto biológico, tiene un cuerpo o soma, que lo
identifica y diferencia físicamente en relación a los demás
seres vivientes, es independiente, tiene movimiento
propio, pero es limitado, aun siendo osado. Evidentemente lo físico en cuanto es externo
visible, pero lo físico en cuanto es interno, lo que predomina para su existencia su lado
mental (cerebro), que es el lugar del raciocinio o donde se produce la razón o la
razonabilidad o el pensar para decidir en actuar o no.

Ello en el ser humano muy evolucionado frente a otros


seres vivientes, he ahí la afirmación de que el ser humano
es un ser superior en la naturaleza, por ser pensante,
racional, creativo, inventivo. Ello conlleva que sus
derechos se autoreconozca como especie, pero también
asuma la responsabilidad plena de sus actos frente a la
naturaleza, como individuo o como especie. Para ello ha creado e inventado sus propios
instrumentos para ello.

También tendrá un elemento no físico pero intrínseco, muy propio, no religioso pero
tiene que ver mucho con sus diferentes manifestaciones ya de alegría o tristeza; ya de
aceptación o de rechazo; de nostalgia o regocijo, etc. es decir su lado espiritual
(psicológico) que tiene relación con sus emociones, sentimientos, sensaciones, etc. es
decir su autoestima.
El ser humano tanto en su origen como en su evolución, nunca fue en condición de
individuo, sino como ser social, tal como lo señalan autores, que el hombre es un ser
social por naturaleza, ello será así porque si no, no hubiese sobrevivido y no lo
escribiríamos hoy, como antaño, y si se entiende esta condición, las generaciones
futuras estará garantizado su futuro debidamente sostenido.

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El ser humano es un ser complejo, heterosexual, contradictorio, con valores, creyente,


etc. que se discurre entre el vivir (eros) y morir (Thanatos) a la vez, se ha autoorganizado
en las formas vistas y se proyecta a otras asombrosas, pero peligrosas para la existencia
de la especie, tarea para clarificar y orientar.

La filosofía trata de problematizar la existencia del hombre, los sistemas que ha


construido para su vivencia y convivencia social, el Derecho que se ha creado para
regular su relación convivencial; buscará explicar la justicia, la equidad entre los seres
humanos, en fin una complejidad de problemas y situaciones orientadas para que el ser
humano logre la felicidad, planteadas desde los griegos hasta la actualidad. Mediante la
religión se propaga: “acoge a Dios o Jesús y ser salvo y feliz”

¿Qué es el Ser?: El ser es infinito, sin límites, inconmensurable – No puede medirse -.


Su idea cubre la máxima y total extensión en más vasta acepción de la palabra. Y porque
el ser abarca todo, sin dejar residuo alguno, en principio es indefinible, pues, toda
definición, para determinar con exactitud su objeto, necesariamente, lo delimita y aísla
de los demás10 y aquí se da el caso singular de que "lo demás" también es el "ser".
Circunscribirlo es una operación verdaderamente inconcebible: el ser es todo, y todo
cae dentro del ser.

Por consiguiente, a falta de otro concepto inclusivo que contenga el ser, el método
definitorio del género próximo y la diferencia específica, es impracticable.
El intento de explicar al ser por la enumeración de sus inagotables caracteres, uno tras
otro, no es hacedero porque como género supremo, en verdad, carece de notas
distintivas y, en consecuencia, de él puede predicarse todo, absolutamente todo, lo que,
paradójicamente, equivale a no enunciar nada11.

10
Francisco Romero y Eugenio Pucciarelli, Lógica, pág. 57,
11
Manuel García Morente: Lecciones Preliminares de Filosofía, págs. 50, 51 y 52. A. Pescador, Ontología, págs. 18 y 19

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Una vía de aproximación es el circunloquio sugestivo: el ser


abarca todo, lo conocido y lo no conocido, lo actual y lo
posible, lo concreto y lo abstracto (ser ideal), lo inmediato y
lo ignoto, lo transitorio y lo eterno.

Sin embargo, no carecemos por entero de alguna noción del ser. Aunque indefinible,
trabamos contacto directo con él. Además de percibir la presencia con que los objetos
externos delatan su existencia, cada uno de nosotros en una intuición introspectiva y
radical se siente así mismo como algo, algo que es, como un ser, y postula y confirma
su existencia al decir: "yo soy". El ser lo llevamos en nosotros.
El “Deber ser”: También el "deber" es una idea renuente a la determinación conceptual.
Rebasa cualquier intento de encerrarla en una definición.12 Mas, nuestra conciencia
capta intuitivamente los deberes, cada uno de los cuales al ser apropiado implica la
exigencia inexcusable de su realización en la conducta humana. Esta impulsión
apremiante hacia su efectividad en obras, expresan los términos "deben ser".

Nuestra vivencia interna nos persuade de cuan reatados


estamos a ciertas reglas de conducta obligatoria: cuando una
persona nos solicita un falso testimonio, la petición choca con
nuestra conciencia, vale decir, con una actitud previa que nos
impone la veracidad. Así tenemos experiencia íntima del "deber
ser" veraces.
Lo que es característico de la experiencia del deber es,
precisamente, que aprehendemos en ella un impulso a la
acción, que se presenta como una demanda independiente de
todo lo que nuestros deseos, inclinaciones e intereses nos sugieren"13

12
"Si se pregunta a la ciencia la definición del deber considerado como el valor absoluto deberá limitarse a responder: Tú debes lo
que debes'. Esta tautología a la cual se ha dado formas variadas y disfraces laboriosos, aplica el principio de identidad, dado que
se limita a la comprobación de que el bien es el bien y no el mal, que lo justo es lo justo y no injusto, que A es A y no, no - A". Hans
Kelsen, Teoría Pura del Derecho (traducción de la edición francesa de 1953 de Moisés Nilve), 11a. ed., Eudeba, Buenos Aires, 1973,
pág. 61
13
Alf Ross. Sobre el Derecho y la Justicia, pág. 353

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El hombre en contacto con el “ser” y “deber ser”


De esta manera, aunque indefinibles, el "ser" y el "deber ser" no son ignorados
completamente. Un instantáneo movimiento intuitivo nos pone en contacto con ellos.
Todos, en un modo u otro, nos sentimos partícipes en el ser y obligados a actuar o
inhibirnos – tr. Impedir o reprimir el ejercicio de facultades o hábitos - en situaciones
específicas.

Estas dos categorías "ser" y "deber ser", a más de heterogéneas – compuesto de partes
de diversa naturaleza -, son primarias porque cada una constituye el fundamento de
estructuras completamente diversas, la una de todo lo que es -del ser real e ideal-y la
otra del orden normativo con sus imperativos que se traducen en deberes u
obligaciones.

Relación entre el “ser” y “deber ser”


Desde el punto de vista lógico son independientes e irreductibles: del "ser" no se puede
inferir válidamente el "deber ser", ni viceversa.
Dadas ciertas condiciones, de lo que "es" concluimos que algo "será" en el futuro, pero
no cómo "debe ser"; por ejemplo, verificamos que en pasado, próximo y lejano, algunos
hombres victimaron a otros, y esto nos lleva a pensar, coherentemente, que en el futuro,
mientras no cambien los factores sociales y humanos, habrá homicidios; pero no
podemos sentar que el hombre, mejor dicho, que algunos hombres "deben ser"
homicidas14.

Tampoco del "deber ser" se puede deducir correctamente el "ser"; por ejemplo,
partiendo de la norma "el hombre debe ser bueno" es inaceptable enunciar que el género
humano, sin exceptuar a nadie, es bueno; correlativamente, un "deben ser" que nunca
fue del todo obedecido, pese a su reiterada violación, afirma incólume la obligación de
cumplirlo: "no matarás".

14
"Cuando un hecho se da en la realidad natural, de ello no resulta que debe existir o no. Del hecho de que los peces grandes se
coman a los pequeños no es posible deducir que su conducta es buena o mala. Ningún razonamiento lógico permite pasar de lo
que es a lo que debe ser, de la realidad natural al valor moral o jurídico" Hans Kelsen, ob. cit, pág. 105,

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A este respecto, fuera del plano lógico, cabe recordar que el


hombre, como realizador de valores, tiene el privilegio de convertir
un deber concreto en auténtica realidad: admite la asistencia como
un deber de la amistad y en aras de ella protege al amigo
desvalido.

El ser del derecho


Existe un orden normativo social por excelencia que es el Derecho. El Derecho es un
determinado tipo de ser y como tal hay que enfocarlo filosóficamente, planteándonos
aquello en que consiste su esencia y localizando el lugar donde radica su inserción con
la realidad. Conocer filosóficamente el Derecho, significa saber de un modo radical lo
que es, plantear el problema de su auténtica y rigurosa existencia y de su sentido. El
solo hecho de preguntarse por el ser del Derecho, hace surgir el problema de su razón
justificativa, y si nosotros queremos ver como se articula el ser del derecho con el ideal
jurídico y con la justicia, advertiremos que este problema pertenece a la vida humana,
al orden del espíritu, que no admite mera constatación, sino que requiere valoración y
justificación. Si se dice que el Derecho es pura seguridad, tendríamos que preguntarnos
la razón en virtud de la cual se aseguran dentro de este orden unos determinados
principios y realidades valoradas.

El derecho se desarrolla en la vida efectiva de las relaciones interhumanas, pero en


cuanto a éstas se refiere, queda al margen de dicho concepto. Tras la norma jurídica
hay una fuerza real que la establece y mantiene, así como tras el conjunto de las
mismas, una entidad social concreta, el Estado. No hay duda que la oposición entre el
ser y el deber ser, mientras se mueva en el marco del conocimiento lógico formal está
separada por un abismo infranqueable, es decir, no puede pasar del ser al deber ser.
¿Qué cosa será un deber ser, que no sea al mismo tiempo un ser? Desde el momento
en que el deber ser tiene su realidad y expresión en las normas y éstas existen, no cabe
duda de que son, o lo que es igual que participan del ser. Lo que no es, la nada absoluta,
no puede recibir nombre alguno y menos el de deber ser. Tan las normas tienen ser,
que el propio Kelsen dice que se formulan para que influyan sobre la conducta humana;
es más, el fin de las normas consiste en que actúan como causa motivadora sobre la
voluntad del hombre.

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Razones de la TEMA 4
Epistemología
del Derecho

Competencia:
Conocer las verdades de hecho y razón.

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Tema 04: Razones de la Epistemología del


Derecho

A la epistemología se le denomina la
disciplina cuyo objeto de estudio es la
naturaleza, el origen y la validez del
conocimiento. La palabra se compone con
las voces griegas ἐπιστήμη (epistéme), que
significa ‘conocimiento’, y λόγος (lógos), que
traduce ‘estudio’ o ‘ciencia’.

La epistemología, como tal, es una rama de la filosofía que estudia los fundamentos
y métodos del conocimiento científico. Para ello,
procura dar respuestas a interrogantes tales como:
¿qué es el conocimiento?, ¿cómo se produce el
proceso de razonamiento en la mente humana?,
¿cómo determinamos que aquello que hemos
entendido es, en efecto verdad?

Así, la epistemología también se encarga de estudiar el grado de certeza del


conocimiento científico en sus diferentes áreas, con el objetivo principal de estimar su
importancia para el espíritu humano. Como tal, la epistemología también se puede
considerar parte de la filosofía de la ciencia.
La epistemología surgió con Platón, quien oponía el concepto de creencia u opinión al
de conocimiento. De este modo, mientras la opinión es un punto de vista subjetivo, sin
rigor ni fundamento, el conocimiento es la creencia verdadera y justificada que se ha
obtenido luego de un riguroso proceso de comprobación y validación.

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Así, según la teoría de Platón, el conocimiento es el conjunto de todas las


informaciones que describen y explican el mundo natural y social que nos rodea.
La epistemología, además, provoca dos posiciones, una empirista que dice que el
conocimiento debe basarse en la experiencia, es decir, en lo que se ha aprendido
durante la vida, y una posición racionalista, que sostiene que la fuente del conocimiento
es la razón, no la experiencia.
Por otro lado, la epistemología, desde el punto de vista de la filosofía, también puede
referirse a la teoría del conocimiento o gnoseología. En este sentido, vendría a
referirse al estudio del conocimiento y del pensamiento en general. No obstante, hay
autores que prefieren distinguir la epistemología, que se enfoca fundamentalmente en
el conocimiento científico, de la gnoseología.

Razones de epistemología del derecho


Aristóteles manifestó: “una vida sin reflexión no vale la
pena vivirla”; en este caso el presente estudio permitió
reflexionar sobre los estados de formación y
aprendizaje.
Estableciendo a la epistemología como método inicial
del conocimiento del Derecho y tratar de dilucidar si
este conocimiento es posible, qué forma o estructura ha de tener, cuáles son las
maneras de presentarlo ante la sociedad académica y la sociedad del conocimiento.

Teniendo presente que el conocimiento se ha definido como la relación que el hombre


establece con la realidad para producir en el alma el objeto cognitivo (Demócrito, 460-
370 a.C. Larroyo, 1972 y Gonzales de Ibarra, Juan de Dios, 1997); además la
epistemología como rama de la filosofía o como propuesta de ciencia se encarga de
estudiar los procesos de aprendizaje del ser humano, por lo que la epistemología del
Derecho es la forma en la que un ser humano aprende sobre derecho, se tuvo en cuenta
que el pensamiento lógico-jurídico es diferente al pensamiento de sentido común, por lo
tanto la forma de aprender Derecho es especializada.

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El Derecho natural es el primer modelo epistemológico y


tiene su desarrollo desde los griegos hasta el nacimiento del
mecanicismo a finales del siglo XVII o comienzos del XIX, el
positivismo sigue el modelo epistemológico científico. El
primer modelo es uno metafísico y por ello presta mucha
atención al derecho ideal, mientras que el segundo es un
modelo físico y hace mucho hincapié en la medición y
valoración de los hechos relacionados con el Derecho.

La epistemología, en general, se centra en aclarar en qué consiste el conocimiento, cuál


es su naturaleza propia, cuáles las características necesarias y suficientes que definen
el conocimiento como tal, no los tipos de conocimiento, como la geometría, el cálculo o
el derecho. Pero el "modelo" de producción de conocimiento pertenece a la
epistemología en general.
La epistemología jurídica tiene por objeto el estudio del conocimiento del derecho, de
su veracidad, factibilidad, génesis y estructura.

¿Cuáles son los problemas que deben ser resueltos por la epistemología jurídica?
Respondiendo de manera genérica, se diría que los mismos que para las epistemologías
de las ciencias sociales:
1. Que su explicación sea funcional y compatible con todas y cada una de las
teorías y paradigmas de las ramas del derecho.
2. Que conforme un "todo unitario", integrado con todas las ramas del derecho,
sus teorías y paradigmas.
3. Que sea capaz de definir las características comunes que poseen todos los
razonamientos que hayan sido productores de conocimiento, en el ámbito del
derecho.
Dar razón de los principios que de manera implícita y explícita han sido aceptados por
cada una de las ramas del derecho.

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Lecturas Recomendadas
 HISTORIA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO
http://www.derecho.unt.edu.ar/Ingresantes/PROGRAMAS%202014/I%20semestr
e/Historia%20del%20Pensamiento%20Filosofico.pdf

 EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO EN EL PERÚ


http://textos.pucp.edu.pe/pdf/2051.pdf

Actividades y Ejercicios

1. Ingresa al link "Lectura 01" lee atentamente las indicaciones, desarróllalo y envíalo por el
medio que se indique en la descripción.
 Identificar los conceptos relevantes de la lectura, máximo 30 conceptos.
 Identificar las ideas principales. Máximo 15 ideas principales.
 Hacer comentario sobre la lectura, en dos páginas como mínimo.

La ciencia. Su método y su filosofía. Pp 11-2315. Mario Bunge.


En esta lectura se podrá conocer el planteamiento de Mario Bunge que hace sobre lo que es el
conocimiento científico, los elementos que se debe tener en cuenta para determinar que se hace ciencia
y por ende conocimiento científico. Se considera que esta lectura será de vital importancia para el
estudiante de derecho, para adentrar al conocimiento científico. El autor aludido relaciona lo que es el
conocimiento científico, la ciencia y el que hacer filosófico.
La formación profesional en Derecho, ya en la investigación a que debe someter cada caso que tenga que
enfrentar y contribuir a solucionar, debe darle una tratativa de contenido científico y filosófico, en pro de
una práctica constante de contribuir a la justa y necesaria paz social.
“1) El conocimiento científico es fáctico: parte de los hechos, los respeta hasta cierto punto, y siempre
vuelve a ellos. La ciencia intenta describir los hechos tal como son, independientemente de su valor
emocional o comercial: la ciencia no poetiza los hechos ni los vende, si bien sus hazañas son una fuente
de poesía y de negocios. En todos los campos, la ciencia comienza estableciendo los hechos; esto requiere
curiosidad impersonal, desconfianza por la opinión prevaleciente, y sensibilidad a la novedad.

15
Bunge, Mario Augusto, La ciencia. Su método y su filosofía. Buenos Aires. Ediciones Siglo Veinte, 1996

35
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Los enunciados fácticos confirmados se llaman usualmente "datos empíricos"; se obtienen con ayuda de
teorías (por esquemáticas que sean) y son a su vez la materia prima de la elaboración teórica. Una subclase
de datos empíricos es de tipo cuantitativo; los datos numéricos y métricos se disponen a menudo en
tablas, las más importantes de las cuales son las tablas de constantes (tales como las de los puntos de
fusión de las diferentes sustancias). Pero la recolección de datos y su ulterior disposición en tablas no es
la finalidad principal de la investigación: la información de esta clase debe incorporarse a teorías si ha de
convertirse en una herramienta para la inteligencia y la aplicación. ¿De qué sirve conocer el peso
específico del hierro si carecemos de fórmulas mediante las cuales podemos relacionarlos con otras
cantidades?
No siempre es posible, ni siquiera deseable, respetar enteramente los hechos cuando se los analiza, y no
hay ciencia sin análisis, aun cuando el análisis no sea sino un medio para la reconstrucción final de los
todos. El físico atómico perturba el átomo al que desea espiar; el biólogo modifica e incluso puede matar
al ser vivo que analiza; el antropólogo empeñado en el estudio de campo de una comunidad provoca en
ella ciertas modificaciones. Ninguno de ellos aprehende su objeto tal como es, sino tal como queda
modificado por sus propias operaciones; sin embargo, en todos los casos tales cambios son objetivos, y
se presume que pueden entenderse en términos de leyes: no son conjurados arbitrariamente por el
experimentador. Más aún, en todos los casos el investigador intenta describir las características y el
monto de la perturbación que produce en el acto del experimento; procura, en suma estimar la desviación
o "error" producido por su intervención activa. Porque los científicos actúan haciendo tácitamente la
suposición de que el mundo existiría aun en su ausencia, aunque desde luego, no exactamente de la
misma manera.
2) El conocimiento científico trasciende los hechos: descarta los hechos, produce nuevos hechos, y los
explica. El sentido común parte de los hechos y se atiene a ellos: a menudo se imita al hecho aislado, sin
ir muy lejos en el trabajo de correlacionarlo con otros o de explicarlo. En cambio, la investigación científica
no se limita a los hechos observados: los científicos exprimen la realidad a fin de ir más allá de las
apariencias; rechazan el grueso de los hechos percibidos, por ser un montón de accidentes, seleccionan
los que consideran que son relevantes, controlan hechos y, en lo posible, los reproducen. Incluso
producen cosas nuevas desde instrumentos hasta partículas elementales; obtienen nuevos compuestos
químicos, nuevas variedades vegetales y animales, y al menos en principio, crean nuevas pautas de
conducta individual y social.
Más aún, los científicos usualmente no aceptan nuevos hechos a menos que puedan certificar de alguna
manera su autenticidad; y esto se hace, no tanto contrastándolos con otros hechos, cuanto mostrando
que son compatibles con lo que se sabe. Los científicos descartan las imposturas y los trucos mágicos
porque no encuadran en hipótesis muy generales y fidedignas, que han sido puestas a prueba en
incontables ocasiones. Vale decir, los científicos no consideran su propia experiencia individual como un
tribunal inapelable; se fundan, en cambio, en la experiencia colectiva y en la teoría.
Hay más: el conocimiento científico racionaliza la experiencia en lugar de limitarse a describirla; la ciencia
da cuenta de los hechos no inventariándolos sino explicándolos por medio de hipótesis (en particular,
enunciados de leyes) y sistemas de hipótesis (teorías). Los científicos conjeturan lo que hay tras los hechos
observados, y de continuo inventan conceptos (tales como los del átomo, campo, masa, energía,
adaptación, integración, selección, clase social, o tendencia histórica) que carecen de correlato empírico,
esto es, que no corresponden a preceptos, aun cuando presumiblemente se refieren a cosas, cualidades
o relaciones existentes objetivamente. No percibimos los campos eléctricos o las clases sociales: inferimos
su existencia a partir de hechos experimentables y tales conceptos son significativos tan sólo en ciertos
contextos teóricos.

36
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Este trascender la experiencia inmediata, ese salto del nivel observacional al teórico, le permite a la ciencia
mirar con desconfianza los enunciados sugeridos por meras coincidencias; le permite predecir la
existencia real de las cosas y procesos ocultos a primera vista pero que instrumentos (materiales o
conceptuales) más potentes pueden descubrir. Las discrepancias entre las previsiones teóricas y los
hallazgos empíricos figuran entre los estímulos más fuertes para edificar teorías nuevas y diseñar nuevos
experimentos. No son los hechos por sí mismos sino su elaboración teórica y la comparación de las
consecuencias de las teorías con los datos observacionales, la principal fuente del descubrimiento de
nuevos hechos.
3) La ciencia es analítica: la investigación científica aborda problemas circunscriptos, uno a uno, y trata de
descomponerlo todo en elementos (no necesariamente últimos o siquiera reales). La investigación
científica no se planta cuestiones tales como "¿Cómo es el universo en su conjunto?", o "¿Cómo es posible
el conocimiento?" Trata, en cambio, de entender toda situación total en términos de sus componentes;
intenta descubrir los elementos que explican su integración.
Los problemas de la ciencia son parciales y así son también, por consiguiente, sus soluciones; pero, más
aún: al comienzo los problemas son estrechos o es preciso estrecharlos. Pero, a medida que la
investigación avanza, su alcance se amplía. Los resultados de la ciencia son generales, tanto en el sentido
de que se refieren a clases de objetos (por ejemplo, la lluvia), como en que están, o tienden a ser
incorporados en síntesis conceptuales llamadas teorías. El análisis, tanto de los problemas como de las
cosas, no es tanto un objetivo como una herramienta para construir síntesis teóricas. La ciencia auténtica
no es atomista ni totalista.
La investigación comienza descomponiendo sus objetos a fin de descubrir el "mecanismo" interno
responsable de los fenómenos observados. Pero el desmontaje del mecanismo no se detiene cuando se
ha investigado la naturaleza de sus partes; el próximo paso es el examen de la interdependencia de las
partes, y la etapa final es la tentativa de reconstruir el todo en términos de sus partes interconectadas. El
análisis no acarrea el descuido de la totalidad; lejos de disolver la integración, el análisis es la única manera
conocida de descubrir cómo emergen, subsisten y se desintegran los todos. La ciencia no ignora la síntesis:
lo que sí rechaza es la pretensión irracionalista de que las síntesis pueden ser aprehendidas por una
intuición especial, sin previo análisis.
4) La investigación científica es especializada: una consecuencia del enfoque analítico de los problemas es
la especialización. No obstante la unidad del método científico, su aplicación depende, en gran medida,
del asunto; esto explica la multiplicidad de técnicas y la relativa independencia de los diversos sectores
de la ciencia.
Sin embargo, es menester no exagerar la diversidad de las ciencias al punto de borrar su unidad
metodológica. El viejo dualismo materia-espíritu había sugerido la división de las ciencias en
Naturwissenschaften, o ciencias de la naturaleza, y Geisteswissenschaften, o ciencias del espíritu. Pero
estos géneros difieren en cuanto al asunto, a las técnicas y al grado de desarrollo, no así en lo que respecta
al objetivo, método y alcance. El dualismo razón experiencia había sugerido, a su vez, la división de las
ciencias fácticas en racionales y empíricas. Menos sostenible aún es la dicotomía ciencias deductivas—
ciencias inductivas, ya que toda empresa científica —sin excluir el dominio de las ciencias formales— es
tan inductiva como deductiva, sin hablar de otros tipos de inferencia.
La especialización no ha impedido la formación de campos interdisciplinarios tales como la biofísica, la
bioquímica, la psicofisiología, la psicología social, la teoría de la información, la cibernética, o la
investigación operacional. Con todo, la investigación tiende a estrechar la visión del científico individual;
un único remedio ha resultado eficaz contra la unilateralidad profesional, y es una dosis de filosofía.
5) El conocimiento científico es claro y preciso: sus problemas son distintos, sus resultados son claros.

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El conocimiento ordinario, en cambio, usualmente es vago e inexacto; en la vida diaria nos preocupamos
poco por definiciones precisas, descripciones exactas, o mediciones afinadas: si éstas nos preocuparan
demasiado, no lograríamos marchar al paso de la vida. La ciencia torna impreciso lo que el sentido común
conoce de manera nebulosa; pero, desde luego la ciencia es mucho más que sentido común organizado:
aunque proviene del sentido común, la ciencia constituye una rebelión contra su vaguedad y
superficialidad. El conocimiento científico procura la precisión; nunca está enteramente libre de
vaguedades, pero se las ingenia para mejorar la exactitud; nunca está del todo libre de error, pero posee
una técnica única para encontrar errores y para sacar provecho de ellos.
La claridad y la precisión se obtienen en ciencia de las siguientes maneras:
a) los problemas se formulan de manera clara; lo primero, y a menudo lo más difícil, es distinguir cuáles
son los problemas; ni hay artillería analítica o experimental que pueda ser eficaz si no se ubica
adecuadamente al enemigo;
b) la ciencia parte de nociones que parecen claras al no iniciado; y las complica, purifica y eventualmente
las rechaza; la transformación progresiva de las nociones corrientes se efectúa incluyéndolas en esquemas
teóricos. Así, por ejemplo, "distancia" adquiere un sentido preciso al ser incluida en la geometría métrica
y en la física;
c) la ciencia define la mayoría de sus conceptos: algunos de ellos se definen en términos de conceptos no
definidos o primitivos, otros de manera implícita, esto es, por la función que desempeñan en un sistema
teórico (definición contextual). Las definiciones son convencionales, pero no se las elige caprichosamente:
deben ser convenientes y fértiles. (¿De qué vale, por ejemplo, poner un nombre especial a las muchachas
pecosas que estudian ingeniería y pesan más de 50 kg?) Una vez que se ha elegido una definición, el
discurso restante debe guardarte fidelidad si se quiere evitar inconsecuencias;
d) la ciencia crea lenguajes artificiales inventando símbolos (palabras, signos matemáticos, símbolos
químicos, etc.; a estos signos se les atribuye significados determinados por medio de reglas de designación
(tal como "en el presente contexto H designa el elemento de peso atómico unitario"). los símbolos básicos
serán tan simples como sea posible, pero podrán combinarse conforme a reglas determinadas para
formar configuraciones tan complejas como sea necesario (las leyes de combinación de los signos que
intervienen en la producción de expresiones complejas se llaman reglas de formación);
e) la ciencia procura siempre medir y registrar los fenómenos. Los números y las formas geométricas son
de gran importancia en el registro, la descripción y la inteligencia de los sucesos y procesos. En lo posible,
tales datos debieran disponerse en tablas o resumirse en fórmulas matemáticas. Sin embargo, la
formulación matemática, deseable como es, no es una condición indispensable para que el conocimiento
sea científico; lo que caracteriza el conocimiento científico es la exactitud en un sentido general antes que
la exactitud numérica o métrica, la que es inútil si media la vaguedad conceptual. Más aún, la investigación
científica emplea, en medida creciente, capítulos no numéricos y no métricos de la matemática, tales
como la topología, la teoría de los grupos, o el álgebra de las clases, que no son ciencias del número y la
figura, sino de la relación.
6) El conocimiento científico es comunicable: no es inefable sino expresable, no es privado sino público.
El lenguaje científico comunica información a quienquiera haya sido adiestrado para entenderlo. Hay,
ciertamente, sentimientos oscuros y nociones difusas, incluso en el desarrollo de la ciencia (aunque no en
la presentación final del trabajo científico); pero es preciso aclararlos antes de poder estimar su
adecuación. Lo que es inefable puede ser propio de la poesía o de la música, no de la ciencia, cuyo lenguaje
es informativo y no expresivo o imperativo. La inefabilidad misma es, en cambio, tema de investigación
científica, sea psicológica o lingüística.
La comunicabilidad es posible gracias a la precisión; y es a su vez una condición necesaria para la
verificación de los datos empíricos y de las hipótesis científicas.

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Aun cuando, por "razones" comerciales o políticas, se mantengan en secreto durante algún tiempo unos
trozos del saber, deben ser comunicables en principio para que puedan ser considerados científicos. La
comunicación de los resultados y de las técnicas de la ciencia no sólo perfecciona la educación general
sino que multiplica las posibilidades de su confirmación o refutación. La verificación independiente ofrece
las máximas garantías técnicas y morales, y ahora es posible, en muchos campos, en escala internacional.
Por esto, los científicos consideran el secreto en materia científica como enemigo del progreso de la
ciencia; la política del secreto científico es, en efecto, el más eficaz originador de estancamiento en la
cultura, en la tecnología y en la economía, así como una fuente de corrupción moral.
7) El conocimiento científico es verificable: debe aprobar el examen de la experiencia. A fin de explicar un
conjunto de fenómenos, el científico inventa conjeturas fundadas de alguna manera en el saber adquirido.
Sus suposiciones pueden ser cautas o audaces simples o complejas; en todo caso deben ser puestas a
prueba. El test de las hipótesis fácticas es empírico, esto es, observacional o experimental. El haberse
dado cuenta de esta verdad hoy tan trillada es la contribución inmortal de la ciencia helenística. En ese
sentido, las ideas científicas (incluidos los enunciados de leyes) no son superiores a las herramientas o a
los vestidos: si fracasan en la práctica, fracasan por entero.
La experimentación puede calar más profundamente que la observación, porque efectúa cambios en lugar
de limitarse a registrar variaciones: aísla y controla las variables sensibles o pertinentes. Sin embargo los
resultados experimentales son pocas veces interpretables de una sola manera. Más aún, no todas las
ciencias pueden experimentar; y en ciertos capítulos de la astronomía y de la economía se alcanza una
gran exactitud sin ayuda del experimento. La ciencia fáctica es por esto empírica en el sentido de que la
comprobación de sus hipótesis involucra la experiencia; pero no es necesariamente experimental y en
particular no es agotada por las ciencias de laboratorio, tales como la física.
La prescripción de que las hipótesis científicas deben ser capaces de aprobar el examen de la experiencia
es una de las reglas del método científico; la aplicación de esta regla depende del tipo de objeto, del tipo
de la hipótesis en cuestión y de los medios disponibles. Por esto se necesita una multitud de técnicas de
verificación empírica. La verificación de la fórmula de un compuesto químico se hace de manera muy
diferente que la verificación de un cálculo astronómico o de una hipótesis concerniente al pasado de las
rocas o de los hombres. Las técnicas de verificación evolucionan en el curso del tiempo; sin embargo,
siempre consisten en poner a prueba consecuencias particulares de hipótesis generales (entre ellas,
enunciados de leyes). Siempre se reducen a mostrar que hay, o que no hay, algún fundamento para creer
que las suposiciones en cuestión corresponden a los hechos observados o a los valores medidos. La
verificabilidad hace a la esencia del conocimiento científico; si así no fuera, no podría decirse que los
científicos procuran alcanzar conocimiento objetivo.
8) La investigación científica es metódica: no es errática sino planeada. Los investigadores no tantean en
la oscuridad: saben lo que buscan y cómo encontrarlo. El planeamiento de la investigación no excluye el
azar; sólo que, a hacer un lugar a los acontecimientos imprevistos es posible aprovechar la interferencia
del azar y la novedad inesperada. Más aún a veces el investigador produce el azar deliberadamente. Por
ejemplo, para asegurar la uniformidad de una muestra, y para impedir una preferencia inconsciente en la
elección de sus miembros, a menudo se emplea la técnica de la casualización, en que la decisión acerca
de los individuos que han de formar parte de ciertos grupos se deja librada a una moneda o a algún otro
dispositivo. De esta manera, el investigador pone el azar al servicio de orden: en lo cual no hay paradoja,
porque el acaso opera al nivel de los individuos, al par que el orden opera en el grupo con totalidad.
Todo trabajo de investigación se funda sobre el conocimiento anterior, y en particular sobre las conjeturas
mejor confirmadas. (Uno de los muchos problemas de la metodología es, precisamente averiguar cuáles
son los criterios para decidir si una hipótesis dada puede considerarse razonablemente confirmada, eso
es, si el peso que le acuerdan los fundamentos inductivos y de otro orden basta para conservarla).

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Más aun, la investigación procede conforme a reglas y técnicas que han resultado eficaces en el pasado
pero que son perfeccionadas continuamente, no sólo a la luz de nuevas experiencias, sino también de
resultados del examen matemático y filosófico. Una de las reglas de procedimiento de la ciencia fáctica
es la siguiente: las variables relevantes (o que se sospecha que son sensibles) debieran variarse una cada
vez.
La ciencia fáctica emplea el método experimental concebido en un sentido amplio. Este método consiste
en el test empírico de conclusiones particulares extraídas de hipótesis generales (tales como "los gases se
dilatan cuando se los calienta" o "los hombres se rebelan cuando se los oprime"). Este tipo de verificación
requiere la manipulación de la observación y el registro de fenómenos; requiere también el control de las
variables o factores relevantes; siempre que fuera posible debiera incluir la producción artificial
deliberada de los fenómenos en cuestión, y en todos los casos exige el análisis de los datos obtenidos en
el curso de los procedimientos empíricos. Los datos aislados y crudos son inútiles y no son dignos de
confianza; es preciso elaborarlos, organizarlos y confrontarlos con las conclusiones teóricas.
El método científico no provee recetas infalibles para encontrar la verdad: sólo contiene un conjunto de
prescripciones falibles (perfectibles) para el planeamiento de observaciones y experimentos, para la
interpretación de sus resultados, y para el planteo mismo de los problemas. Es, en suma, la manera en
que la ciencia inquiere en lo desconocido. Subordinadas a las reglas generales del método científico, y al
mismo tiempo en apoyo de ellas, encontramos las diversas técnicas que se emplean en las ciencias
especiales: las técnicas para pesar, para observar por el microscopio, para analizar compuestos químicos,
para dibujar gráficos que resumen datos empíricos, para reunir informaciones acerca de costumbres, etc.
La ciencia es pues, esclava de sus propios métodos y técnicas mientras éstos tienen éxito: pero es libre de
multiplicar y de modificar en todo momento sus reglas, en aras de mayor racionalidad y objetividad.
9) El conocimiento científico es sistemático: una ciencia no es un agregado de informaciones inconexas,
sino un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí. Todo sistema de ideas caracterizado por cierto
conjunto básico (pero refutable) de hipótesis peculiares, y que procura adecuarse a una clase de hechos,
es una teoría. Todo capítulo de una ciencia especial contiene teorías o sistemas de ideas que están
relacionadas lógicamente entre sí, esto es, que están ordenadas mediante la relación "implica". Esta
conexión entre las ideas puede calificarse de orgánica, en el sentido de que la sustitución de cualquiera
de las hipótesis básicas produce un cambio radical en la teoría o grupo de teorías.
El fundamento de una teoría dada no es un conjunto de hechos sino, más bien, un conjunto de principios,
o hipótesis de cierto grado de generalidad (y, por consiguiente, de cierta fertilidad lógica). Las
conclusiones (o teoremas) pueden extraerse de los principios, sea en la forma natural, o con la ayuda de
técnicas especiales que involucran operaciones matemáticas.
El carácter matemático del conocimiento científico —esto es, el hecho de que es fundado, ordenado y
coherente— es lo que lo hace racional. La racionalidad permite que el progreso científico se efectúe no
sólo por la acumulación gradual de resultados, sino también por revoluciones. Las revoluciones científicas
no son descubrimientos de nuevos hechos aislados, ni son perfeccionamientos en la exactitud de las
observaciones, sino que consisten en la sustitución de hipótesis de gran alcance (principios) por nuevos
axiomas, y en el reemplazo de teorías enteras por otros sistemas teóricos. Sin embargo, semejantes
revoluciones son a menudo provocadas por el descubrimiento de nuevos hechos de los que no dan cuenta
las teorías anteriores, aunque a veces se encuentran en el proceso de comprobación de dichas teorías; y
las nuevas teorías se tornan verificables en muchos casos, merced a la invención de nuevas técnicas de
medición, de mayor precisión.
10) El conocimiento científico es general: ubica los hechos singulares en pautas generales, los enunciados
particulares en esquemas amplios.

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El científico se ocupa del hecho singular en la medida en que éste es miembro de una clase o caso de una
ley; más aún, presupone que todo hecho es clasificable y legal. No es que la ciencia ignore la cosa
individual o el hecho irrepetible; lo que ignora es el hecho aislado. Por esto la ciencia no se sirve de los
datos empíricos —que siempre son singulares— como tales; éstos son mudos mientras no se los manipula
y convierte en piezas de estructuras teóricas.
En efecto, uno de los principios ontológicos que subyacen a la investigación científica es que la variedad
y aun la unicidad en algunos respectos son compatibles con la uniformidad y la generalidad en otros
respectos. Al químico no le interesa ésta o aquella hoguera, sino el proceso de combustión en general:
trata de descubrir lo que comparten todos los singulares. El científico intenta exponer los universales que
se esconden en el seno de los propios singulares; es decir, no considera los universales ante rem ni post
rem sino in re: en la cosa, y no antes o después de ella. Los escolásticos medievales clasificarían al científico
moderno como realista inmanentista, porque, al descartar los detalles al procurar descubrir los rasgos
comunes a individuos que son únicos en otros respectos, al buscar las variables pertinentes (o cualidades
esenciales) y las relaciones constantes entre ellas (las leyes), el científico intenta exponer la naturaleza
esencial de las cosas naturales y humanas.
El lenguaje científico no contiene solamente términos que designan hechos singulares y experiencias
individuales, sino también términos generales que se refieren a clases de hechos. La generalidad del
lenguaje de la ciencia no tiene, sin embargo, el propósito de alejar a la ciencia de la realidad concreta: por
el contrario, la generalización es el único medio que se conoce para adentrarse en lo concreto, para
apresar la esencia de las cosas (sus cualidades y leyes esenciales). Con esto, el científico evita en cierta
medida las confusiones y los engaños provocados por el flujo deslumbrador de los fenómenos. Tampoco
se asfixia la utilidad en la generalidad: por el contrario, los esquemas generales de la ciencia encuadran
una cantidad ilimitada de casos específicos, proveen leyes de amplio alcance que incluyen y corrigen todas
las recetas válidas de sentido común y de la técnica precientífica.
11) El conocimiento científico es legal: busca leyes (de la naturaleza y de la cultura) y las aplica. El
conocimiento científico inserta los hechos singulares en pautas generales llamadas "leyes naturales" o
"leyes sociales". Tras el desorden y la fluidez de las apariencias, la ciencia fáctica descubre las pautas
regulares de la estructura y del proceso del ser y del devenir. En la medida en que la ciencia es legal, es
esencialista: intenta legar a la raíz de las cosas. Encuentra la esencia en las variables relevantes y en las
relaciones invariantes entre ellas. Hay leyes de hechos y leyes mediante las cuales se pueden explicar
otras leyes. El principio de Arquímedes pertenece a la primera clase; pero a su vez puede deducirse de los
principios generales de la mecánica; por consiguiente, ha dejado de ser un principio independiente, y
ahora es un teorema deducible de hipótesis de nivel más elevado. Las leyes de la física proveen la base
de las leyes de las combinaciones químicas; las leyes de la fisiología explican ciertos fenómenos psíquicos;
y las leyes de la economía pertenecen a los fundamentos de la sociología. Es decir, los enunciados de las
leyes se organizan en una estructura de niveles. Ciertamente, los enunciados de las leyes son transitorios;
pero ¿son inmutables las leyes mismas? Si se considera a las leyes como las pautas mismas del ser y del
devenir, entonces debieran cambiar junto con las cosas mismas; por lo menos, debe admitirse que, al
emerger nuevos niveles, sus cualidades peculiares se relacionan entre sí mediante nuevas leyes. Por
ejemplo, las leyes de la economía han emergido en el curso de la historia sobre la base de otras leyes
(biológicas y psicológicas) y, más aún, algunas de ellas cambian con el tipo de organización social.
Por supuesto, no todos los hechos singulares conocidos han sido ya convertidos en casos particulares de
leyes generales; en particular los sucesos y procesos de los niveles superiores han sido legalizados sólo en
pequeña medida. Pero esto se debe en parte al antiguo prejuicio de que lo humano no es legal, así como
a la antigua creencia pitagórica de que solamente las relaciones numéricas merecen llamarse "leyes
científicas".

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Debiera emplearse el stock íntegro de las herramientas conceptuales en la búsqueda de las leyes de la
mente y de la cultura; más aún, acaso el stock de que se dispone es insuficiente y sea preciso inventar
herramientas radicalmente nuevas para tratar los fenómenos mentales y culturales, tal como el
nacimiento de la mecánica moderna hubiera sido imposible sin la invención expresa del cálculo
infinitesimal.
Pero el ulterior avance en el progreso de la legalización de los fenómenos no físicos requiere por sobre
todo, una nueva actitud frente al concepto mismo de ley científica. En primer lugar, es preciso
comprender que hay muchos tipos de leyes (aun dentro de una misma ciencia), ninguno de los cuales es
necesariamente mejor que los tipos restantes. En segundo lugar, debiera tornarse un lugar común entre
los científicos de la cultura el que las leyes no se encuentran por mera observación y el simple registro
sino poniendo a prueba hipótesis: los enunciados de leyes no son, en efecto, sino hipótesis confirmadas.
¿Y cómo habríamos de emprender la confección de hipótesis científicas si no presumiéramos que todo
hecho singular es legal?
12) La ciencia es explicativa: intenta explicar los hechos en términos de leyes, y las leyes en términos de
principios. Los científicos no se conforman con descripciones detalladas; además de inquirir cómo son las
cosas, procuran responder al por qué: por qué ocurren los hechos como ocurren y no de otra manera. La
ciencia deduce proposiciones relativas a hechos singulares a partir de leyes generales, y deduce las leyes
a partir de enunciados nomológicos aún más generales (principios). Por ejemplo, las leyes de Kepler
explicaban una colección de hechos observados del movimiento planetario; y Newton explicó esas leyes
deduciéndolas de principios generales explicación que permitió a otros astrónomos dar cuenta de las
irregularidades de las órbitas de los planetas que eran desconocidas para Kepler.
Solía creerse que explicar es señalar la causa, pero en la actualidad se reconoce que la explicación causal
no es sino un tipo de explicación científica. La explicación científica se efectúa siempre en términos de
leyes, y las leyes causales no son sino una subclase de las leyes científicas. Hay diversos tipos de leyes
científicas y, por consiguiente, hay una variedad de tipos de explicación científica: morfológicas,
cinemáticas, dinámicas, de composición, de conservación, de asociación, de tendencias globales,
dialécticas, teleológicas, etc.
La historia de la ciencia enseña que las explicaciones científicas se corrigen o descartan sin cesar. ¿Significa
esto que son todas falsas? En las ciencias fácticas, la verdad y el error no son del todo ajenos entre sí: hay
verdades parciales y errores parciales; hay aproximaciones buenas y otras malas. La ciencia no obra como
Penélope, sino que emplea la tela tejida ayer. Las explicaciones científicas no son finales pero son
perfectibles.
13) El conocimiento científico es predictivo: Trasciende la masa de los hechos de experiencia, imaginando
cómo puede haber sido el pasado y cómo podrá ser el futuro. La predicción es, en primer lugar, una
manera eficaz de poner a prueba las hipótesis; pero también es la clave del control y aun de la
modificación del curso de los acontecimientos. La predicción científica en contraste con la profecía se
funda sobre leyes y sobre informaciones específicas fidedignas, relativas al estado de cosas actual o
pasado. No es del tipo "ocurrirá E", sino más bien de este otro: "ocurrirá E1 siempre que suceda C1, pues
siempre que sucede C es seguido por o está asociado con E". C y E designan clases de sucesos en tanto
que C1 y E1 denotan los hechos específicos que se predicen sobre la base del o los enunciados que
conectan a C con E en general.
La predicción científica se caracteriza por su perfectibilidad antes que por su certeza. Más aún, las
predicciones que se hacen con la ayuda de reglas empíricas son a veces más exactas que las predicciones
penosamente elaboradas con herramientas científicas (leyes, informaciones específicas y deducciones);
tal es el caso con frecuencia de los pronósticos meteorológicos, de la prognosis médica y de la profecía
política.

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Pero en tanto que la profecía no es perfectible y no puede usarse para poner a prueba hipótesis, la
predicción es perfectible y, si falla, nos obliga a corregir nuestras suposiciones, alcanzando así una
inteligencia más profunda. Por esto la profecía exitosa no es un aporte al conocimiento teórico, en tanto
que la predicción científica fallida puede contribuir a él.
Puesto que la predicción científica depende de leyes y de ítems de información específica, puede fracasar
por inexactitud de los enunciados de las leyes o por imprecisión de la información disponible. (También
puede fallar, por supuesto, debido a errores cometidos en el proceso de inferencia lógica o matemática
que conduce de las premisas (leyes e informaciones) a la conclusión (enunciado predictivo)). Una fuente
importante de fallos en la predicción es el conjunto de suposiciones acerca de la naturaleza del objeto
(sistema físico, organismo vivo, grupo social, etc.) cuyo comportamiento ha de predecirse. Por ejemplo,
puede ocurrir que creamos que el sistema en cuestión está suficientemente aislado de las perturbaciones
exteriores, cuando en rigor éstas cuentan a la larga; dado que la aislación es una condición necesaria de
la descripción del sistema con ayuda de un puñado de enunciados de leyes, no debiera sorprender que
fuera tan difícil predecir el comportamiento de sistemas abiertos tales como el océano, la atmósfera, el
ser vivo o el hombre.
Puesto que la predicción científica se funda en las leyes científicas, hay tantas clases de predicciones como
clases de enunciado nomológicos. Algunas leyes nos permiten predecir resultados individuales, aunque
no sin error si la predicción se refiere al valor de una cantidad. Otras leyes; incapaces de decirnos nada
acerca del comportamiento de los individuos (átomos, personas, etc.) son en cambio la base para la
predicción de algunas tendencias globales y propiedades colectivas de colecciones numerosas de
elementos similares; son las leyes estadísticas. Las leyes de la historia son de este tipo; y por esto es casi
imposible la predicción de los sucesos individuales en el campo de la historia, pudiendo preverse
solamente el curso general de los acontecimientos.
14) La ciencia es abierta: no reconoce barreras a priori que limiten el conocimiento. Si un conocimiento
fáctico no es refutable en principio, entonces no pertenece a la ciencia sino a algún otro campo. Las
nociones acerca de nuestro medio, natural o social, o acerca del yo, no son finales: están todas en
movimiento, todas son falibles. Siempre es concebible que pueda surgir una nueva situación (nuevas
informaciones o nuevos trabajos teóricos) en que nuestras ideas, por firmemente establecidas que
parezcan, resulten inadecuadas en algún sentido. La ciencia carece de axiomas evidentes: incluso los
principios más generales y seguros son postulados que pueden ser corregidos o reemplazados. A
consecuencia del carácter hipotético de los enunciados de leyes, y de la naturaleza perfectible de los datos
empíricos la ciencia no es un sistema dogmático y cerrado sino controvertido y abierto. O, más bien, la
ciencia es abierta como sistema porque es falible y por consiguiente capaz de progresar.

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En cambio, puede argüirse que la ciencia es metodológicamente cerrada no en el sentido de que las reglas
del método científico sean finales sino en el sentido de que es autocorrectiva: el requisito de la
verificabilidad de las hipótesis científicas basta para asegurar el progreso científico.

Tan pronto como ha sido establecida una teoría científica, corre el peligro de ser refutada o, al menos, de
que se circunscriba su dominio. Un sistema cerrado de conocimiento fáctico que excluya toda ulterior
investigación, puede llamarse sabiduría pero es en rigor un detritus de la ciencia. El sabio moderno, a
diferencia del antiguo no es tanto un acumulador de conocimientos como un generador de problemas.
Por consiguiente, prefiere los últimos números de las revistas especializadas a los manuales, aun cuando
estos últimos sean depósitos de verdad más vastos y fidedignos que aquellas. El investigador moderno
ama la verdad pero no se interesa por las teorías irrefutables. Una teoría puede haber permanecido
intocada no tanto por su alto contenido de verdad cuanto porque nadie la ha usado. No se necesita
emprender una investigación empírica para probar la tautología de que ni siquiera los científicos se casan
con solteronas.

Los modernos sistemas de conocimiento científico son como organismos en crecimiento: mientras están
vivos cambian sin pausa. Esta es una de las razones por las cuales la ciencia es éticamente valiosa: porque
nos recuerda que la corrección de errores es tan valiosa como el no cometerlos y que probar cosas nuevas
e inciertas es preferible a rendir culto a las viejas y garantizadas. La ciencia, como los organismos, cambia
a la vez internamente y debido a sus contactos con sus vecinos; esto es, resolviendo sus problemas
específicos y siendo útil en otros campos.

15) La ciencia es útil: porque busca la verdad, la ciencia es eficaz en la provisión de herramientas para el
bien y para el mal. El conocimiento ordinario se ocupa usualmente de lograr resultados capaces de ser
aplicados en forma inmediata; con ello no es suficientemente verdadero, con lo cual no puede ser
suficientemente eficaz. Cuando se dispone de un conocimiento adecuado de las cosas es posible
manipularlas con éxito. La utilidad de la ciencia es una consecuencia de su objetividad; sin proponerse
necesariamente alcanzar resultados aplicables, la investigación los provee a la corta o a la larga. La
sociedad moderna paga la investigación porque ha aprendido que la investigación rinde. Por este motivo,
es redundante exhortar a los científicos a que produzcan conocimientos aplicables: no pueden dejar de
hacerlo. Es cosa de los técnicos emplear el conocimiento científico con fines prácticos, y los políticos son
los responsables de que la ciencia y la tecnología se empleen en beneficio de la humanidad. Los científicos
pueden, a lo sumo, aconsejar acerca de cómo puede hacerse uso racional, eficaz y bueno de la ciencia.
La técnica precientífica era primordialmente una colección de recetas pragmáticas no entendidas, muchas
de las cuales desempeñaban la función de ritos mágicos.

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La técnica moderna es, en medida creciente —aunque no exclusivamente—, ciencia aplicada. La


ingeniería es física y química aplicadas, la medicina es biología aplicada, la psiquiatría es psicología y
neurología aplicadas; y debiera llegar el día en que la política se convierta en sociología aplicada.

Pero la tecnología es más que ciencia aplicada: en primer lugar porque tiene sus propios procedimientos
de investigación, adaptados a circunstancias concretas que distan de los casos puros que estudia la
ciencia. En segundo lugar, porque toda rama de la tecnología contiene un cúmulo de reglas empíricas
descubiertas antes que los principios científicos en los que —si dichas reglas se confirman— terminan por
ser absorbidas. La tecnología no es meramente el resultado de aplicar el conocimiento científico existente
a los casos prácticos: la tecnología viva es esencialmente, el enfoque científico de los problemas prácticos,
es decir, el tratamiento de estos problemas sobre un fondo de conocimiento científico y con ayuda del
método científico. Por eso la tecnología, sea de las cosas nuevas o de los hombres, es fuente de
conocimientos nuevos.

La conexión de la ciencia con la tecnología no es por consiguiente asimétrica. Todo avance tecnológico
plantea problemas científicos cuya solución puede consistir en la invención de nuevas teorías o de nuevas
técnicas de investigación que conduzcan a un conocimiento más adecuado y a un mejor dominio del
asunto. La ciencia y la tecnología constituyen un ciclo de sistemas interactuantes que se alimentan el uno
al otro. El científico torna inteligible lo que hace el técnico y éste provee a la ciencia de instrumentos y de
comprobaciones; y lo que es igualmente importante el técnico no cesa de formular preguntas al científico
añadiendo así un motor externo al motor interno del progreso científico. La continuación de la vida sobre
la Tierra depende del ciclo de carbono: los animales se alimentan de plantas, las que a su vez obtienen su
carbono de lo que exhalan los animales. Análogamente la continuación de la civilización moderna
depende, en gran medida del ciclo del conocimiento: la tecnología moderna come ciencia, y la ciencia
moderna depende a su vez del equipo y del estímulo que le provee una industria altamente tecnificada.
Pero la ciencia es útil en más de una manera. Además de constituir el fundamento de la tecnología, la
ciencia es útil en la medida en que se la emplea en la edificación de concepciones del mundo que
concuerdan con los hechos, y en la medida en que crea el hábito de adoptar una actitud de libre y valiente
examen, en que acostumbra a la gente a poner a prueba sus afirmaciones y a argumentar correctamente.
No menor es la utilidad que presta la ciencia como fuente de apasionantes rompecabezas filosóficos, y
como modelo de la investigación filosófica.

En resumen, la ciencia es valiosa como herramienta para domar la naturaleza y remodelar la sociedad; es
valiosa en sí misma, como clave para la inteligencia del mundo y del yo; y es eficaz en el enriquecimiento,
la disciplina y la liberación de nuestra mente.”

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Autoevaluación
1) La filosofía como inquietud humana ha nacido:
a. La racionalidad.
b. La curiosidad.
c. Las luchas sociales.
d. El patriotismo.
e. La paz.

2) Descartes, señala que la filosofía se inicia con la …


a. Razón.
b. Conciencia.
c. Duda.
d. Decisión.
e. Psicología.

3) "entendemos por filosofía reflexiones jurídicas aparece como de un valor


incondicionado y universal", definición de Stammler.
a. Afirmación correcta.
b. Afirmación incorrecta.
c. Afirmación de Del Vecchio.
d. Julio Fernandez Bulte.
e. Vicente del Bosque.

4) Julio Fernandez Bulte, señala que “la filosofía del derecho constituye una
esfera concreta, para lucidar las leyes y regularidades del fenómeno jurídico”
a. Lo señalado es correcto
b. Karl Marx.
c. Afirmación incorrecta.
d. Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
e. Hegel.

5) Se entiende: el ser es…, sin límites,…


a. Infinito – inconmensurable.
b. Inconmensurable – duradero.
c. Informal - inconmensurable.
d. Real – inconmensurable.
e. Formal - duradero.

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6) “Tras la norma … hay una fuerza real que la establece y …., así como tras el
conjunto de las mismas, una entidad ……. concreta, el Estado.” Completar la
expresión.
a. Jurídica- conserva- social.
b. Moral – mantiene – social.
c. Jurídica – mantiene – social.
d. Legislativa - innova - social.
e. Judicial - mantiene - social.

7) La epistemología estudia el conocimiento, entonces:


a. La filosofía estudia el amor.
b. La ética estudia la axiología
c. La filosofía es amor a la sabiduría.
d. La filosofía estudia la psicología.
e. La ética estudia el comportamiento de las personas.

8) …el "ser" y el "deber ser" no son ignorados completamente..


a. La afirmación es correcta.
b. La afirmación es incorrecta.
c. Sólo importa el deber ser.
d. .
e. .

9) La epistemología... tiene por objeto el estudio del …del derecho, de su


veracidad, ..., génesis y estructura
a. jurídica – hombre – fluidez.
b. jurídica – conocimiento... factibilidad.
c. social - factibilidad – conocimiento.
d. Jurídico - hombre – factibilidad.
e. Social – conocimiento - fluidez.

10) El "modelo" de producción de conocimiento pertenece a la _____ en general.


a. Sociología.
b. Psicología.
c. Filosofía.
d. Epistemología.
e. Gnoseología.

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Resumen
UNIDAD DE APRENDIZAJE I:

Trata sobre la filosofía, su significado etimológico, señalando que es el “Amor a la


sabiduría”. Se considera como el primer pensador que se autodenominó como filósofo,
el griego Pitágoras. Se incluye tesis sobre el origen de la filosofía mencionados a
filósofos como Platón, Aristóteles, Rene Descartes, Karl Jaspers; como la definición
hecha por Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles entre otros. Exponemos sobre la
actitud filosófica entendida como el que hacer crítico, analítico, trascendental, racional y
universal. Hacemos mención de otras actitudes como la pragmática, la moral, la estética,
la religiosa, la científica.

Se estudia la filosofía del derecho, también denominado filosofía jurídica, ubicando su


estudio en una sistematización general de los conocimientos humanos, lo que nos
permite comprender no sólo el sentido, o si se quiere, la significación de lo jurídico en
una concepción total del mundo y de la vida, sino también el carácter y fundamentación
de las disciplinas que lo toman por objeto de estudio. Consideramos definiciones hechas
como la Del Vecchio; Stammler y otros. Se tratará sobre el derecho en cuanto a su
carácter especulativo, en relación los conceptos, teorías y sobre todo la del Ser Humano
en relación de la justicia y la paz social.

Trata sobre la filosofía del hombre, es decir estudiaremos filosóficamente al ser humano,
tratando de conocer su origen, sus actividades, sus diferentes relaciones jurídicas-
sociales en una determinada sociedad, pero también en su relación con la naturaleza.
Para el campo del Derecho la regulación esta proyectada sobre temas como el bien
común, el interés general, la utilidad pública, el bienestar general, constituidos como
fines del Estado. Hoy en día el Derecho tiene que ser menos elitista o favoritista a un
determinado grupo o clase social, o interés del líder, el Derecho debe, cada vez más,
romper con esas cadenas de injusticia, parcialismo y contrario a la humanidad.

Abordamos sobre las razones epistemológicas del derecho, comprendiendo el


significado de la epistemología como disciplina que estudia al conocimiento humano, a
la ciencia, la naturaleza, a la realidad en su contexto. En el desarrollo de este tema cabe
tener muy en cuenta lo señalado por Aristóteles cuando manifiesta: “una vida sin
reflexión no vale la pena vivirla”, el derecho sin previa reflexión para su práctica, no tiene
sentido su existencia.

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Introducción
a) Presentación y contextualización:

El alumno desarrolla una actitud analítica y crítica que le permita valorar los
conceptos de misión, visión de las organizaciones en el mundo actual.

b) Competencia:

Reconoce la justicia en el pensamiento jurídico en el arte del jurista,


comprende el objeto de la justicia en el sistema jurídico, reconoce e interpreta
la norma jurídica en el Derecho.

c) Capacidades:

1. Identifica la justicia.
2. Reconoce el derecho como objeto de la justicia.
3. Identifica la norma jurídica.
4. Analiza la ley.

d) Actitudes:

 Conoce el orden justo, la justicia en el pensamiento jurídico moderno.


 Utiliza la obligatoriedad, la medida, el sistema jurídico de deberes, la equidad.
 Conoce la norma y el derecho, la norma irracional e injusta.
 Identifica la estructura de la sociedad, finalidad.

e) Presentación de Ideas básicas y contenidos esenciales de la Unidad:

La Unidad de Aprendizaje 02: La Justicia y el Derecho, comprende el desarrollo


de los siguientes temas:

TEMA 01: La Justicia.


TEMA 02: El Derecho Como Objeto de la Justicia.
TEMA 03: La Norma Jurídica.
TEMA 04: La Ley.

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La Justicia TEMA 1

Competencia:

Identificar la justicia.

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Desarrollo de los Temas
Tema 01: La Justicia

La justicia (del latín iustitĭa) es la concepción que cada


época y civilización tiene acerca del sentido de sus
normas jurídicas. Es un valor determinado como bien
común por la sociedad. Nació de la necesidad de
mantener la armonía entre sus integrantes. Es el
conjunto de pautas y criterios que establecen un marco
adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo
y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones.

Existen diversas teorías sobre la justicia, destacamos la de los filósofos:


 Platón: La justicia como armonía social. En su libro República, Platón propone para
la organización de su ciudad ideal, a través del diálogo de Sócrates, que los
gobernantes de esta ciudad se transformen en los individuos más justos y sabios, o
sea en filósofos, o bien, que los individuos más justos y sabios de la comunidad, es
decir, los filósofos, se transformen en sus gobernantes.
 Aristóteles: La justicia como igualdad proporcional: Dar a cada uno lo que es suyo,
o lo que le corresponde. Dice que lo que le corresponde a cada ciudadano tiene que
estar en proporción con su contribución a la sociedad, sus necesidades y sus méritos
personales.

 Tomás de Aquino: La ley natural. Dice que los ciudadanos han de tener los
derechos naturales, que son los que Dios les da. Estos derechos
fueron llamados posteriormente derechos humanos.
Para los utilitaristas las instituciones públicas se componen de
una forma justa cuando consiguen maximizar la utilidad agregada
(en el sentido de felicidad). Según esta teoría, lo justo es lo que
beneficia al mayor número de personas a la vez.

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 Ulpiano: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi;
«La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su
derecho». Los preceptos o mandatos del derecho son: «honeste vivere, alterum
non laedere et suum quique tribuere...» «vivir honestamente, no hacer daño a
nadie y dar a cada uno lo que le corresponde».
 John Rawls: Define la justicia como equidad, que consiste básicamente en el
principio de igual libertad, el principio de justa igualdad de oportunidades y el
principio de diferencia.
 Cicerón: La Justicia es un hábito del alma, que observado en el interés común
otorga a cada cual su dignidad.

Hablar de Justicia, en la actualidad es reconocer que el otro tiene derechos como los
tuyos. Aceptar que el ser humano es un ser social por naturaleza y que su desarrollo
solo es posible en sociedad, y no en la individualidad como sostienen algunos filósofos
que defienden el sistema capitalista o la teoría liberal o neoliberal. Hay filósofos que se
preocupan por explicar la existencia de lo inexistente, como los teólogos, pues si se
hable de la existencia de tal o cual idea solo es posible y será siempre así, en tanto
exista el ser humano.

Veamos algunas opiniones de filósofos del derecho que explican a su manera lo que es
la justicia en el Siglo XX.
La Justicia no es el dar o repartir cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quién le
pertenece esa cosa por derecho. La Justicia es ética, equidad y honestidad. Es la
voluntad constante de dar a cada uno lo que le corresponde. Es aquel referente de
rectitud que gobierna la conducta y nos constriñe a respetar los derechos de los demás.
La Justicia es para mí aquello cuya protección puede florecer la ciencia, y junto con la
ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la Justicia de la libertad, la justicia de la paz, la
justicia de la democracia, la justicia de la tolerancia.

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Hans Kelsen
Otro nivel de análisis lo constituye el hecho de entender la justicia como valor y fin del
Derecho (más que como virtud subjetiva) al que podemos conceptuar juntamente con
Norberto Bobbio como «aquel conjunto de valores, bienes o intereses para cuya
protección o incremento los hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que
llamamos Derecho». Ahora bien en cuanto al bien jurídico tutelado por el Derecho, o
sea, el conjunto de condiciones protegidas por las normas jurídicas, se puede considerar
desde una perspectiva absoluta ius naturalista dentro de la cual todo derecho es justo y
si no es justo no es derecho. Pero desde una óptica ius positivista el Derecho es
condición sine qua non de la justicia y a la vez, esta es una medida de valoración del
derecho, por lo que podemos decir que un derecho positivo determinado puede ser
«justo o injusto» de acuerdo con un ideal subjetivo de Justicia.

Todas las virtudes están comprendidas en la Justicia. En definitiva,


la verdadera Justicia es el arte de dar a cada uno lo suyo, o bien,
hacer a un individuo dar lo suyo a otro, ello con base en los
principios de la ciencia del Derecho, lo cual debe hacerse sin
discriminar ni mostrar preferencia alguna por nadie, toda vez que
las personas deben ser tratadas por igual para, poder estar en
condiciones de aplicar la Justicia a plenitud.

John Rawls
Igualmente la justicia ha sido entendida como virtud humana, puede
ser definida como el arte de hacer lo justo, y de «dar a cada uno lo
suyo» (latín: «suum quique tribuere» contenido en el Ars Iuris),
básicamente esto nos dice que la justicia es la virtud de cumplir y
respetar el derecho, es el exigir sus derechos, es otorgar los
derechos a un individuo. Para diversos autores la justicia no consiste en dar o repartir
cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quién le pertenece esa cosa por derecho.
La Justicia es ética, equidad y honradez.

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Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que es suyo. Es aquel sentimiento de


rectitud que gobierna la conducta y hace acatar debidamente todos los derechos de los
demás. Hans Kelsen la define así:
“La Justicia es para mí aquello cuya protección puede florecer la ciencia, y junto con la
ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la Justicia de la libertad, la justicia de la paz, la
justicia de la democracia, la justicia de la tolerancia.”

Todas las virtudes están comprendidas en la justicia. En definitiva, la verdadera justicia


es el arte de dar lo justo o hacer dar lo justo a un individuo, basándose en los principios
del arte del derecho, sin tener ningún tipo de discriminación o preferencia hacia ninguna
persona; de lo contrario se estaría dando una justicia falsa, y ello no sería «dar a cada
uno lo suyo», sino «dar a él lo que le toque», dependiendo de su clase social o raza,
etc.

Justicia y Derecho
La justicia es uno de los principios generales del Derecho: a
ella recurre el legislador cuando quiere establecer un
estatuto jurídico programático, y también recurre a ella el
juez, al tener que dar solución a las controversias jurídicas
que carecen de un estatuto jurídico que les den solución.
Otro nivel de análisis es entender la justicia como valor y fin del Derecho (más que como
virtud subjetiva) al que podemos conceptuar juntamente con Norberto Bobbio como
«aquel conjunto de valores, bienes o intereses para cuya protección o incremento los
hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que llamamos Derecho».

Ahora bien en cuanto el «ideal de justicia» o sea, ese conjunto


de condiciones protegidas por el derecho se puede considerar
desde una perspectiva absoluta ius naturalista dentro de lo cual
todo derecho es justo y si no es justo es derecho.

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Pero desde una perspectiva ius positivista el derecho es condición de la justicia y a la


vez esta es una medida de valoración del derecho, por lo que podemos decir que un
derecho positivo determinado es justo o es injusto de acuerdo a un ideal de justicia
subjetivo. El Digesto, uno de los componentes de la obra de recopilación del derecho
romano realizada por Justiniano (el Corpus Iuris Civilis), comienza así (D.1.1.1): (...) ius
a iustitia (...) ius est ars boni et aequi (El Derecho es justicia, el Derecho es el arte de lo
bueno y lo equitativo.)

Representación de la justicia
La justicia se representa con una mujer que lleva los ojos vendados, una balanza en
una mano y una espada en la otra. Los ojos vendados pretenden destacar que la justicia
no mira a las personas, sino los hechos, es decir, que la justicia es igual para todos. La
balanza representa el juicio que determinará poniendo a cada lado de la balanza los
argumentos y pruebas de cada lado. La espada expresa que la justicia castigará con
mano dura a los culpables.

Justicia General
La expresión “justicia general” nos la encontramos ya en el Libro V de la Ética a
Nicómaco, de Aristóteles. Ahí la equipara con la justicia legal. La justicia general o legal,
según Aristóteles, es la manifestación de toda la virtud en la relación con los demás. En
este capítulo veremos cómo, con el paso del tiempo, se fue desvirtuando la noción de
justicia legal hasta reducir su significado a aquella manifestación de la justicia por la cual
se contribuye al bien común en la medida establecida por las leyes.

¿Por qué Aristóteles dice que la justicia general es compendio de toda virtud y la
identifica sin más con la justicia legal? Las leyes del Estado ético de Aristóteles tendían
a hacer del ciudadano una buena persona, o lo que es lo mismo, una persona
completamente integrada en la comunidad, de tal modo que quien cumplía todas las
leyes, quien estaba habituado a cumplirlas, era una persona completamente buena (cf.
Política, L III, c.2 y 3) Las leyes de la antigua Grecia tendían a asegurar esta perfecta
integración en la polis, y quien las cumplía de buen grado, porque apetecía el mismo fin
que el legislador, tenía la justicia general o legal.

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Y la justicia así entendida era la virtud perfecta, por un doble título: primero, por lo que
es común a toda justicia, esto es, que perfecciona los actos —no sólo los apetitos—; y
segundo, porque la justicia general dispone al hombre a amar un bien mayor que el bien
particular, que es el de la comunidad en su conjunto.

La doctrina iusfilosófica posterior fuera


abandonando progresivamente la expresión
justicia general, quedándose sólo con la de justicia
legal, referida a aquella manifestación de la virtud
de la justicia por la que los miembros de una
comunidad contribuyen a soportar las tareas comunes en la medida establecida por las
leyes del Estado.

Justicia Particular
En la primera clasificación de la justicia que hace Aristóteles, la justicia particular es
considerada como una especie dentro del género de la justicia general o legal. Como
hemos visto, la justicia general engloba toda manifestación de la virtud en el trato con
los demás, y así cualquier virtud moral, en la medida en que tiene trascendencia hacia
los demás, caería bajo la justicia general.

La justicia particular, en cambio, equivale a lo que hoy comúnmente entendemos por


justicia, como aquella virtud de dar a cada uno lo debido. De
ahí que la justicia particular se caracterice por una especial
exigibilidad y una cierta igualdad, ya sea entre lo previamente
dado y lo debido, ya sea entre lo lesionado y lo reparado, o ya
sea la igualdad proporcional propia de los repartos.

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Por la justicia particular, el hombre se dispone a dar lo estrictamente debido, ni más ni


menos. Lo estrictamente debido también puede ser llamado lo justo, que se corresponde
con el ius suum de los juristas romanos. Lo justo constituye la medida de la justicia, el
importe de la deuda. A lo justo se le llama también lo igual, porque con ello se mantiene
la igualdad en una relación entre dos personas. En este sentido, podemos decir que la
justicia particular es una virtud de respeto o de solidaridad mínima, no de amor —
aunque ciertamente el respeto sea el primer paso del amor—. Por la justicia particular
damos a cada uno lo que previamente, antes del acto de justicia, era suyo, no lo que
era nuestro.

La igualdad a la que se refiere la justicia particular se fundamenta en la igual dignidad


entre las personas, y tiene, al menos, tres manifestaciones concretas: primero, igualdad
entre lo pactado y lo entregado; segundo, igualdad entre la prestación y la
contraprestación, o entre la lesión y su reparación; y, tercero, igualdad proporcional por
la que se equiparan dos relaciones.

Que la justicia particular atienda a la razón perfecta de débito


significa que el bien debido no es sólo lo conveniente a otro,
sino algo que realmente es del otro, pero que el deudor guarda
todavía en su poder, y por eso tiene una especial exigibilidad.
Esta cuestión nos remite al tema clásico de las fuentes de las obligaciones, esto es, de
las causas por las cuales debemos algo a alguien: la naturaleza, el contrato y la lesión.

Por naturaleza los hombres nos encontramos en determinadas situaciones que nos
hacen estar en deuda unos con otros, y así, por ejemplo, los padres están en deuda con
sus hijos, sin cuya colaboración inicial éstos no podrían subsistir; y, en general, estamos
en deuda cuando una especial situación de indigencia o quebranto de alguien sólo
puede ser remediada con nuestra colaboración.

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Por contrato surgen también otras tantas obligaciones de justicia, como consecuencia
de un acuerdo de administración o de intercambio de bienes o servicios entre deudor y
acreedor. Y, en fin, por lesión o apoderamiento de los bienes de otro, surge también la
obligación de justicia de reparar o restituir el bien lesionado o sustraído.
La noción de justicia particular, concebida inicialmente como una especie de la justicia
general, se ha convertido en la noción de justicia por excelencia, y esto ha sucedido en
el ámbito de la teología y de la filosofía moral, y por su influjo, también en la filosofía del
derecho.

Pero, de este modo, al perder de vista la noción aristotélica de justicia general, se ha


tomado la parte por el todo, lo particular por lo general. Tan sólo en el ámbito de la
exégesis bíblica se ha mantenido la noción de justicia general, calificada con frecuencia
como justicia bíblica, pero concebida como una noción periférica, y en cualquier caso,
sin acomodo en la estructura conceptual de la teoría de la justicia. Esta marginación de
la justicia general explica, entre otras cosas, la dificultad de catalogar adecuadamente
el concepto de justicia social en el marco de una teoría de la justicia presidida ya sólo
por los principios de estricta igualdad y razón perfecta de débito.

Dentro de la justicia particular, Aristóteles distinguía dos


subespecies: la que se verifica en los intercambios o conmutaciones,
llamada justicia conmutativa o correctiva, y la que se aplica a la
distribución de cargas, bienes, funciones, honores o cualquier cosa
compartida entre los miembros de una comunidad, llamada justicia
distributiva.

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El Derecho TEMA 2
Como Objeto
de la Justicia
Competencia:
Reconocer el derecho como objeto de la
justicia.

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Tema 02: El Derecho Como Objeto de la


Justicia

Entendido que el derecho como instrumento de la organización social, la regulación de


las relaciones intersubjetivas de los sujetos, entonces se constituye en la efectivización
de la justicia, ya estudiada.
Tenemos claro que la justicia es posible entre dos
personas, una que acepta y reconoce que a la otra le
corresponde tal o cual situación por su naturaleza,
entonces es justo hacer realidad tal aceptación y
reconocimiento.

El Derecho, en el cual se materializa la regulación, debe tener muy en cuenta lo afirmado


sobre la justicia, pues de no ser así, simplemente ésta es una mera retórica, una
expresión romántica, una palabra hueca. Por ello el Derecho positivisa a la justicia, o
mediante el Derecho Natural, la justicia también debe ser aplicación implacable, porque
solo así la paz social, su desarrollo y los actos de no discriminación se serán una
realidad plena.
Veamos algunas opiniones de jusfilosofos:

WERNER GOLDSCHMIDT expresa que “el principio


supremo de la justicia consiste en asegurar a cada cual un
espacio de libertad dentro del cual pueda desenvolver su
personalidad y transformarse de hombre a persona; agrega
este autor, que la justicia es el reparto de todos los bienes
y males entre todos los hombres por personas autorizadas
y de acuerdo con reglas derivadas de la razón, y concluye
diciendo que la justicia es la más expresiva e impresionante, la más grandiosa y
específica manifestación de la moral sobre la tierra”16

16
Citado por TORRES VÁSQUEZ, Aníbal en “Introducción al Derecho”. Lima-Perú. Editorial Palestra Editores S.R.L. 1° Edición; 1999.
Pág. 699.

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Como dice PERELMAN, de “entre todas las nociones prestigiadas,


la justicia parece una de las más eminentes y la más
irremediablemente confusas... desde hace miles de años todos los
antagonistas en los conflictos públicos y privados, en las guerras, las
revoluciones, los procesos, las querellas de intereses, declaran
siempre y se esfuerzan por probar que la justicia está de su parte,
que se invoca a la justicia siempre que se recurre a un árbitro,
inmediatamente se da uno cuenta de la multiplicidad inverosímil de los sentidos que se
dan a esta noción, y de la confusión extraordinaria provocada por su uso”17

En su aspecto ideal la justicia es el sentimiento que cada uno lleva consigo en cada
lugar y en cada época sobre cómo deben ser los actos humanos y el Derecho. La justicia
subsiste siempre como una instancia crítica y valorativa del Derecho; éste no satisface
los ideales de justicia más que parcialmente; el Derecho siempre es imperfecto respecto
de la justicia. El Derecho tiene en la justicia un fin superior que alcanzar, que
persistentemente le sirve de meta y de fundamento.

La justicia no es solamente el ordenamiento positivo


vigente, sino también el ideal que el Derecho aspira
realizar.
La justicia como ideal nunca puede ser alcanzada
totalmente, pero, como estrella polar inasequible, es
siempre orientadora del anhelo constante de
perfeccionamiento del Derecho. El ideal de justicia no es el mismo en todas las
personas, en todo tiempo y en todo lugar. La esclavitud fue un Derecho justo para los
romanos, pero ya no lo es más; hasta hace poco era justo el Derecho que establecía la
superioridad del hombre sobre la mujer, ahora ya no lo es; la poligamia es justa en el
Derecho musulmán e injusta en el Derecho occidental.

17
PERELMAN, CHAIM, De la justicia, trad. de Ricardo Guerra, cit. De HERMANN PETZOLD PERNÍA, “Algunas notas sobre la noción de
justicia de Chaim Perelman”, en Anuario de Filosofía Jurídica y Social, t. 3, Año 1983, Abeleceo-Perrot, Buenos Aires, 1984, p. 213.

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Si el contenido de los ordenamientos jurídicos –expresa


RECASÉNS SICHES- varían en los distintos lugares y a través
del tiempo, resulta que habrá diversos ideales jurídicos y, por
consiguiente, distintos Derechos igualmente justos; y así, a cada
situación histórica corresponderá un especial ideal jurídico, es
decir, un esquema propio de Derecho justo: aquel que resulta
de ordenar según el criterio formal de la idea de justicia, la
concreta realidad de que se trate.
El derecho, siguiendo a Tomas de Aquino es “la misma cosa justa”, esto es el objeto de
la justicia: lo justo.
“Lo justo” se refiere a una relación de igualdad, adecuación, ajuste. El derecho es
“aquello que se ajusta a otro, según una cierta forma de igualdad”

Sanz: el derecho es la relación real de igualdad que vincula entre sí a personas, cosas
e instituciones, de acuerdo a un criterio de justicia.
La relación es una referencia, dirección o inclinación hacia otro. Existe la relación real,
aquella que se da entre realidades que existen independientemente de nuestro
pensamiento, y la realidad lógica que se da en la mente del sujeto. El derecho es una
relación real.

Las relaciones jurídicas pueden ser:


 Entre personas: derechos personales
 Entre personas y cosas: derechos reales
 Entre las personas y el Estado: relaciones políticas
 Entre Estados: relaciones políticas internacionales

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El derecho es una realidad objetiva, puesto que la rectitud del objeto se da en sí misma
y no depende de las disposiciones subjetivas del hombre (en el caso de prestar dinero,
lo debido no lo determina el acreedor ni el deudor, sino la relación que se da entre ellos).
Para que haya derecho debe haber al menos dos sujetos, dado que el derecho existe
en la sociedad.

Este derecho se caracteriza por la alteridad, la cual


consiste en el alcance del orden justo en la
sociedad.
El derecho importa una relación de igualdad, ajuste,
proporción. Lo fundamental es hallar la solución
justa del caso concreto, utilizando las distintas
fuentes del derecho (la ley), pero sin dejar de lado las particularidades y exigencias del
caso y a la igualdad perdida que se trata restablecer.

En caso que la aplicación de una ley justa conduzca a una solución injusta, debe
rectificarse mediante la equidad: “la ley debe ajustarse al caso, y no a la inversa…”
Pues la ley no debe ser considerada como la supremacía y el acatamiento absoluto, por
el contrario se la debe tener muy en cuenta para la orientación objetiva de la regulación
de los comportamientos intersubjetivos. Su mayor conocimiento debe significar, tanto
para el entendido como para el “común” un instrumento para el mejor comportamiento,
de tal forma que todos garanticen la vital importancia de convivir en PLENA ARMONIA
Y PAZ SOCIAL, en otras palabras lograr la felicidad tanto individual como colectiva. Ello
evidentemente, será posible cuando la humanidad comprenda su existencia colectiva y
el grado de importancia que significa ello.

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La Norma TEMA 3
Jurídica

Competencia:
Identificar la norma jurídica.

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Tema 03: La Norma Jurídica

La norma jurídica es una regla u ordenación del comportamiento humano dictado por
la autoridad competente del caso, con un criterio de valor y cuyo incumplimiento trae
aparejado una sanción. Generalmente, impone deberes y confiere derechos.
La naturaleza de la norma jurídica es un mandato por lo siguiente: Cuando el Poder
legislativo sanciona una ley, manda a que se observe tal ley. En “... el propietario tiene
derecho a disponer...”, el mandato es para terceros que deben dejar hacer al propietario
lo que la ley le consiente hacer. En “...quien matare a otra persona...”, se ve nomás el
mandato, prohibiendo el acto.

Se diferencia de otras normas de conducta en su carácter


heterónomo (impuesto por otro), bilateral (frente al sujeto
obligado a cumplir la norma, existe otro facultado para
exigir su cumplimiento), coercible (exigible por medio de
sanciones tangibles) y externo (importa el cumplimiento de
la norma, no el estar convencido de la misma).
Por último, cabe mencionar también que los iusnaturalistas añadirán a la definición
anterior "con miras al bien común."

La norma jurídica es la base de la estructura del


ordenamiento jurídico, como el ladrillo es la base de
la construcción de un inmueble. He allí la importancia
de estudiarla, interpretarla y aplicarla a los casos
concretos. Aquí está la parte técnica de la formación
del estudiante de derecho.
La relación entre ordenamiento jurídico y norma es el de todo con la parte. Es de carácter
cuantitativo. El ordenamiento jurídico está constituido por el conjunto de las normas
jurídicas. Es común que se confunda el concepto de norma jurídica con el de ley o
legislación.

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Sin embargo, la ley es un tipo de norma jurídica, pero no


todas las normas son leyes, pues son normas jurídicas
también los reglamentos, órdenes ministeriales,
decretos y, en general, cualquier acto administrativo que
genere obligaciones o derechos. Cabe agregar que
constituyen normas jurídicas aquéllas emanadas de los
actos y contratos celebrados entre particulares o entre éstos y órganos estatales cuando
actúan como particulares, sujetándose a las prescripciones de derecho privado.

FUNCIONES
Función Motivadora: La norma trata de motivar para que se abstengan de violar las
condiciones de convivencia y en especial, de dañar ciertos bienes jurídicos. Despliega
sus efectos ex ante. Por ello, la sanción atiende a la prevención especial.
Función Protectora: La norma trata de proteger las condiciones de convivencia y en
especial ciertos bienes jurídicos. Despliega sus efectos ex post. Por ello, la sanción
atiende a la prevención general.

Características
Existen una serie de características que hacen diferentes a las normas jurídicas de
cualquier otro tipo de normas, nos permiten distinguir unas de otras a continuación las
analizaremos tomando como punto de referencia principalmente las normas morales.

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Son Heterónomas:
Esto supone, en primer término, que la norma jurídica no ha sido dictada por el mismo
sujeto obligado, sino por otros sujetos encargados de emitir la orden. En otras palabras,
la norma jurídica impone una obligación que no fue creada por el sujeto obligado, sino
que impuesta, independientemente de su voluntad. Sin embargo, esta característica
debe ser relativizada al considerar la lógica del sistema político democrático que indica
que, quienes legislan, son representantes del pueblo, de modo que, de manera indirecta
al menos, el sujeto obligado ha creado la norma en la medida que ha elegido a quienes
la crean (o sea, diputados y senadores).

Son abstractas:
Salvo excepciones, las normas jurídicas regulan situaciones tipo, que pueden ser
aplicadas al común de los casos. Las normas jurídicas no se refieren a casos
particulares sino a una generalidad de situaciones posibles. Así, por ejemplo, no existe
la ley que diga que si Pedro no paga su deuda a Juan, deberá indemnizarlo; sino que
prescribe que si el deudor de una obligación no paga será obligado a indemnizar los
perjuicios que ello ha ocasionado a su respectivo acreedor.

Son coercibles:
Esto quiere decir que su cumplimiento no es voluntario, sino que, el ordenamiento
jurídico ha previsto que, en caso de incumplimiento se aplicará sanción incluso por
medio de la fuerza pública. La coerción es, consecuentemente, la facultad de emplear
la fuerza en caso que la norma se incumpla.

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Son bilaterales:
La norma jurídica establece, como contenido de la misma, derechos y deberes
correlativos. Es decir, toda vez que la norma supone una relación entre sujeto activo y
pasivo, en la medida que le impone una obligación a uno le está reconociendo,
implícitamente, un derecho a otro: el derecho del otro consistirá, precisamente, en exigir
que el sujeto pasivo cumpla la obligación que le ha sido impuesta.

Son de Exterioridad:
La norma jurídica únicamente toma en cuenta la adecuación externa de la conducta con
el deber estatuido en la norma, sin importarle la intención o convicción del sujeto
obligado; se pone a la Interioridad en la cual el cumplimiento del deber no se realiza solo
de acuerdo con la norma, sino conforme a los principios y convicciones del obligado.

La Relación Jurídica
El hombre sostiene y emprende una gran variedad de relaciones en su vida social
(económicas, políticas, religiosas, sentimentales) son las relaciones sociales, muchas
de las cuales adquieren relevancia jurídica, es decir, son tomadas en cuenta por el
Derecho, debido a las consecuencias que engendran, o a los efectos que producen.
Esas relaciones sociales reciben la protección y regulación de las normas jurídicas y se
hacen, por ese motivo, relaciones jurídicas. De ahí que toda relación jurídica es relación
social, pero no sucede a la inversa, no toda relación social es una relación jurídica.

Podemos definir a la relación jurídica diciendo que es “un vínculo jurídico que une a dos
o más personas en cuya virtud una de ellas puede exigir a la otra algo a lo que esta
aparece obligada”. Por éste concepto apreciamos que en la relación jurídica actúan dos
o más personas; que una posee la facultad de exigir a la otra; que esta otra tiene una
obligación; que ambas están vinculadas jurídicamente, o sea reguladas por las normas
jurídicas. A las personas que concurren a dicha relación, con facultades y derechos, se
les denomina sujetos activos, y a quienes corresponde el cumplimiento de obligaciones
y deberes, se les denomina sujetos pasivos.

69
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La Ley TEMA 4

Competencia:
Analizar la ley.

70
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Tema 04: La Ley

La ley contiene en su propia noción la obligatoriedad, y la necesidad de su cumplimiento.


Las leyes pueden ser naturales, que rigen en todos los espacios de la naturaleza, o
establecidas por la autoridad estatal para reglar las conductas humanas. Las primeras
existen en tanto rigen el comportamiento de la naturaleza y han sido y son descubiertas
por el ser humano (los científicos) y las segundas son impuestas sin participación de la
voluntad de quien debe acatarlas; las leyes humanas pueden modificarse, mientras que
las de la naturaleza no dependen de decisiones humanas, y por lo tanto son
irrevocables, invariables y eternas. Por ejemplo, son leyes naturales, la ley de gravedad,
o las leyes de la herencia genética.

Ley. Genéricamente, modo de ser y obrar los seres.


Propiedades y relaciones entre las cosas, según su
naturaleza y coexistencia. Regla, norma, precepto de
la autoridad pública, que manda, prohíbe o permite
algo. La expresión positiva del Derecho. Regla de
conducta obligatoria dictada por el Poder legislativo, o
por el ejecutivo cuando lo sustituye o se arroga sus
atribuciones. Ampliamente, todo reglamento ordenanza, estatuto, decreto, orden u otro
mandamiento de una autoridad en ejercicio de sus atribuciones. El Derecho escrito,
como contraposición a la costumbre. Cualquier norma jurídica obligatoria. El Derecho
objetivo18.

Ley, en este sentido, puede referirse a la norma jurídica dictada por una autoridad
competente, generalmente un legislador, donde se ordena o prohíbe algo de acuerdo
con la justicia y para el bien de los ciudadanos. Según el jurista venezolano Andrés
Bello, la ley es “una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la forma
prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite”.

18
Guillermo Cabanellas de Torres. Diccionario Jurídico Elemental. Editorial Heliasta S.R.L. Primera edición. 1979. Undécima
edición, 1993

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El incumplimiento de la ley, no obstante, trae consigo sanciones. De allí que su


existencia como norma obedezca a la necesidad de regir y corregir la conducta social
de los seres humanos.
En la religión, ley hace referencia al culto de Dios y a todo aquello que es arreglado a
la voluntad divina: la ley de Dios.
Ley también puede designar al conjunto de estatutos o condiciones que se han
establecido para la celebración de un evento particular, que podrá ser una justa, un
certamen, o un juego.

La ley en el campo del Derecho, se caracteriza:


 Generalidad: La ley comprende a todos aquellos que se
encuentran en las condiciones previstas por ella, sin
excepciones de ninguna clase.
 Obligatoriedad: Tiene carácter imperativo-atributivo, es
decir, que por una parte establece obligaciones o deberes
jurídicos y por la otra otorga derechos. Esto significa que
siempre hay una voluntad que manda, que somete, y otra que obedece. La ley
impone sus mandatos, incluso en contra de la voluntad de sus destinatarios. Su
incumplimiento da lugar a una sanción, a un castigo impuesto por ella misma.

 Permanencia: Se dictan con carácter indefinido, permanente, para un número


indeterminado de casos y de hechos, y sólo dejará de tener vigencia mediante su
abrogación, subrogación y derogación por leyes posteriores.
 Abstracta e impersonal: Las leyes no se emiten para regular o resolver casos
individuales, ni para personas o grupos determinados, su impersonalidad y
abstracción las conducen a la generalidad.
 Se reputa conocida: Nadie puede invocar su desconocimiento o ignorancia para
dejar de cumplirla.
 Irretroactiva: Como norma general, regula los hechos que ocurren a partir de su
publicación, hacia lo futuro, jamás hacia lo pasado, salvo ciertas excepciones (como
la retroactividad en materia penal).

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La ley, como parte del Derecho Positivo, es un instrumento fundamental en la regulación


de las conductas humanas, en sus diferentes actividades en una determinada sociedad,
en ella encierra intereses, de los grupos dominantes, sus principios, normas jurídicas,
etc., esta puede ser muy variada, pueden ser Constitucional, orgánicas, declarativas,
derogatorias o abrogatorias. Un contrato celebrado entre dos personas o más, es ley
entre ellas.
Pues la ley es compleja, no conocida como debe ser, sólo tienes contacto con la ley
cuando estas envuelto en un determinado problema frente a una autoridad pública. Eso
en el campo jurídico.

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Lecturas Recomendadas
 LOS CONCEPTOS DE JUSTICIA Y DERECHO EN KANT, KELSEN, HART, RAWLS,
HABERMAS, DWORKIN Y ALEXY
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/jurid/cont/35/pr/pr11.pdf

 LA JUSTICIA
http://www.derechoycambiosocial.com/RJC/REVISTA5/justicia.htm

Actividades y Ejercicios
1. Ingresa al link "Lectura 02" lee atentamente las indicaciones, desarróllalo y envíalo por el medio
que se indique en la descripción.
 Extraer las ideas principales, como mínimo en dos páginas.
 Según la lectura porque es importante la Justicia.
 Plantear cinco problemas relacionados con la Justicia, a partir de la lectura.

LA JUSTICIA19
Autor: Jesús García López Publicado en: Virtud y personalidad. Según Tomás de Aquino,
EUNSA, Pamplona 2003, pp. 137-155.
***
La tercera de las virtudes activas es la justicia, que radica en la voluntad como en su propio
sujeto y que tiene por objeto todo lo que es debido a otros, a las demás personas con las que
estamos en relación. La palabra latina justicia viene de iustus, y ésta, a su vez, de ius, que
significa lo justo, lo debido y, por consiguiente, el derecho. Los autores no están de acuerdo
sobre la etimología de ius. Según unos deriva de la raíz sánscrita yu, que significa “obligación”,
o “vínculo obligatorio”, y según otros deriva de la raíz también sánscrita yoh, que significa
“algo sagrado o procedente de la divinidad”. Esta segunda raíz también se relaciona con
términos de claro significado religioso, como Iovis o Iupiter, y iurare o iuramentum. Por ello
para los antiguos y sobre todo para los romanos el derecho fue entendido como un regalo de
la divinidad. Como la palabra castellana “derecho”, que traduce la latina ius, deriva sin
embargo de directum, dirigido en derechura o rectamente, también el derecho y la justicia
tienen que ver con la rectitud moral en general. Así, pues, en la palabra “justicia” se puede
descubrir un sentido amplio, que es el de rectitud o bondad moral sin más aditamentos, y otro
restringido, que es el de cumplimiento de lo debido, de lo ajustado, de lo que uno está obligado
a dar a otro.

Santo Tomás define a la justicia en sentido estricto por referencia a su objeto, que es lo justo,
lo debido, lo que pertenece a cada cual (lo suyo, lo de cada uno).

19
García López, Jesús. La Justicia. http://www.mercaba.org/FICHAS/VyV/ljjg.pdf

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Así la famosa definición de la justicia que dice así: “Justicia es la constante y perpetua voluntad
de dar a cada uno su derecho”1, es comentada por el Doctor Angélico del siguiente modo:
“Dicha definición es aceptable si se entiende rectamente. Siendo, en efecto, toda virtud un
hábito, que es el principio del acto bueno, es necesario que la virtud se defina por el acto
bueno que tiene por objeto la materia propia de la virtud. Ahora bien, la justicia versa
propiamente, como su peculiar materia, acerca de aquellas cosas que se refieren a otro (...),
y por tanto el acto de la justicia se designa en relación con la propia materia y objeto cuando
se dice que «da a cada uno su derecho» (...).

Mas para que algún acto acerca de cualquier materia sea virtuoso, se requiere que sea
voluntario, estable y firme, porque, como dice Aristóteles, para el acto de virtud se requiere:
primero que «se obresabiendo», segundo que «haya elección y fin debidos», y tercero que «se
obre invariablemente». Mas el primero de estos requisitos está contenido en el segundo, pues
«lo que se obra por ignorancia es involuntario», como dice también Aristóteles, y por esto en
la definición de la justicia se pone primeramente la «voluntad», para manifestar que el acto
de justicia debe ser voluntario, y añade la «constancia» y la «perpetuidad», para designar la
firmeza del acto. Por consiguiente, la citada definición de la justicia es completa, sólo que en
vez del hábito, que es especificado por el acto, se pone a éste, pues el hábito se ordena al
acto. Si alguno quisiera reducir la definición de la justicia a su debida forma podría decir que
«justicia es el hábito según el cual alguien, con constante y perpetua voluntad, da a cada uno
su derecho». Esta definición es casi la misma de Aristóteles, quien dice que la «justicia es el
hábito por el cual uno obra según la elección de lo justo»”2. Atendiendo, pues, a lo que hay
en la justicia de genérico —que es también su aspecto subjetivo— la justicia es una virtud, un
hábito del bien obrar, es decir, una disposición estable, permanente, que hace bueno al que la
posee y torna buenas las obras del mismo. En esto la justicia coincide con las demás virtudes
humanas y especialmente con las virtudes activas o morales. Empieza, sin embargo, a
distinguirse de las otras en cuanto que radica en la voluntad, en cuanto es un hábito bueno de
la voluntad; no del entendimiento (como la sindéresis y la prudencia), ni de los apetitos
sensitivos (como la fortaleza y la temperancia). Por ello debe consistir en una cierta inclinación
o tendencia adquirida, pero estable y permanente, de la misma voluntad. Lo que se recibe o
adquiere tiene que estar acomodado o ser congruente con la naturaleza del sujeto que lo recibe
o adquiere. Pero aquí el sujeto es la voluntad. Luego el hábito de la justicia, recibido en la
voluntad o adquirido por ella, tiene que estar acomodado a la naturaleza de la voluntad. No
puede consistir por tanto en una posibilidad próxima y una habilidad inmediata de conocer, o
de juzgar, o de razonar, ni tampoco de realizar otras operaciones externas, como andar o
hablar o construir un artefacto cualquiera. Se tratara, por el contrario, de una posibilidad
próxima y de una habilidad inmediata de querer, de realizar determinados actos de la voluntad,
especialmente actos de intención, de elección y de uso activo. Por ello el mencionado hábito
debe configurarse como una inclinación, como una tendencia sobreañadida, que encarrile por
determinados derroteros la energía innata de la voluntad; y esa inclinación no debe ser
pasajera, sino “constante y perpetua”.
Pero no basta con determinar el aspecto genérico y subjetivo de la virtud de la justicia. Para
que su intelección sea completa hay que considerar también el aspecto objetivo, es decir, el
objeto sobre el que versa dicha virtud y que es distinto del objeto de otras virtudes. Ese objeto
es lo justo, lo debido, lo suyo (de cada cual).
Tomás de Aquino dice también que el objeto de la justicia es el derecho. Lo hace en el texto
citado hace poco, al comentar la definición clásica de la justicia. Esta (la justicia) es “el hábito
según el cual alguien, con constante y perpetua voluntad, da a cada uno su derecho. Y en otro
sitio escribe: “Se llama a algo justo en cuanto tiene la rectitud de la justicia o en cuanto termina
la acción justa (...). La justicia, entre las demás virtudes, se determina especialmente en razón
de su objeto al que se llama justo. Y esto es también el derecho. De donde es manifiesto que
el derecho es el objeto de la justicia”3. Si nos quedáramos sólo en estos textos estaríamos en
una definición circular de la justicia, pues, por un lado, se definiría a ésta como la virtud que
tiene por objeto al derecho, y por otro, se definiría al derecho como el objeto de la virtud de
la justicia. Pero Santo Tomás sale de este círculo aclarando por sí misma la noción de lo justo,
de lo debido a otro, de lo suyo (de cada cual), que es precisamente el derecho objetivamente
considerado. Citemos a este respecto los dos siguientes textos: “Lo propio de la justicia entre
las otras virtudes es que ordena al hombre en aquellas cosas (y operaciones) que se refieren
a otro. La justicia comporta, en efecto, cierta igualdad, como lo indica su mismo nombre, pues
aquellas cosas que se adecuan se dice vulgarmente que se ajustan, y la igualdad se refiere a
otro.

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Las demás virtudes perfeccionan al hombre únicamente en relación consigo mismo, y así lo
recto en las operaciones de estas otras virtudes, aquello a lo que tiende la inclinación de ellas
como a su propio objeto, se determina sólo por referencia al agente. En cambio, lo recto en
las operaciones de la justicia se constituye, además de por referencia al agente, por referencia
a otro, pues se llama justo en nuestras obras a lo que corresponde a otro según cierta igualdad,
como el pago del precio debido por un servicio prestado”4.
“La materia de la justicia —dice en otra parte— es la operación exterior, en cuanto que esta
misma, o la cosa que por ella usamos, esta proporcionada (o ajustada) a otra persona, a la
cual somos ordenados por la justicia. Ahora bien, llamase suyo —de cada persona— lo que se
le debe según una igualdad proporcional, y por consiguiente el acto propio de la justicia no es
otro que dar a cada uno lo suyo”5. Lo “suyo” o lo “justo” es así lo debido, lo ajustado, a una
persona en su relación con otra. Eso debido puede ser una cosa o una operación externa, y se
dice “suyo”, de la persona a la que se le debe, no en el sentido de que lo tenga como una
propiedad de la misma, sino en el sentido de que lo debe tener, según la relación proporcional
de unas personas a otras. En efecto, si una persona hace algo o da algo a otra persona, ésta
otra, para que exista un ajustamiento proporcional en las conductas y en las cosas, debe a su
vez hacer algo o dar algo a aquella persona que hizo otro tanto por ella. Esta es la noción
primera de lo “debido” o “ajustado” (lo “suyo”, lo “justo”), que se determina por la estricta
igualdad de las transacciones o los contratos. Pero la noción de lo “debido” no se agota aquí,
sino que se extiende a campos más amplios. A las personas se les debe algo, no sólo por lo
que hacen, sino también por lo que son. De no ser así estarían injustificados los derechos
fundamentales de las personas, que son anteriores a cualquier prestación de servicios o de
cosas de unas personas a otras.
Dos maneras hay de justificar los derechos esenciales y fundamentales de las personas.
Primera, atendiendo a las inclinaciones naturales, y segunda, atendiendo a la ley eterna de
Dios.
La persona humana tiene, en efecto, unas inclinaciones naturales, que nacen o brotan de su
misma naturaleza. Estas inclinaciones naturales fundamentan otros tantos derechos a
satisfacerlas en la persona que las tiene, y a la par otros tantos deberes u obligaciones en las
demás personas de no impedir esa satisfacción y hasta ayudarla. Toda persona humana tiene
derecho a la vida, a la integridad corporal, al alimento, al vestido, a la habitación, a la
asistencia sanitaria, a la educación, al trabajo, a la verdad, etc. Precisamente porque todo
hombre está naturalmente inclinado a los bienes arriba expresados, sin los cuales no podría
subsistir, ni vivir como hombre, por eso tiene derecho a ellos, y tienen los demás el deber de
respetar (no entorpecer) e incluso ayudar a que se realicen. En definitiva es derecho de alguien
(es suyo o es correspondiente a él) todo aquello que inexorablemente necesita para cumplir
su destino en el mundo, para llenar la trayectoria de su vida y alcanzar la relativa plenitud de
que es capaz.
Hay que aclarar que las inclinaciones naturales no constituyen propiamente hablando los
derechos de cada cual: son solamente su fundamento. Una inclinación natural no se convierte
en derecho más que cuando es racionalmente asumida o en cuanto toma la forma de una ley
moral. Por eso, propiamente hablando, no tienen derechos los animales ni las plantas, aunque
unos y otras tengan también inclinaciones naturales.
Por eso cabe remontarse a una fuente más alta (y es incluso preciso para una fundamentación
plena) en el empeño de justificar los derechos esenciales del hombre. Esa fuente superior es
la ley eterna de Dios.
En efecto, la finalidad que manifiesta la naturaleza humana y cualquier naturaleza creada (en
último término, las inclinaciones naturales) coincide exactamente con la finalidad del Creador
y Gobernador del universo. Como escribe Santo Tomás: “El mismo es el fin del agente y del
paciente en cuanto tales, pero de distinta manera; pues uno y lo mismo es lo que el agente
intenta comunicar y lo que el paciente tiende a conseguir”6.
Lo que el Creador y Gobernador del universo intenta comunicar en todas sus operaciones ad
extra es la participación por semejanza de su infinita bondad, y lo que todas las criaturas
tienden a conseguir por impulso de su naturaleza es la asimilación, cada una a su modo, de la
bondad divina. Por eso, la ley interna por la que cada cosa tiende a su fin no es más que un
reflejo de la ley eterna de Dios por la que todas las cosas son dirigidas a sus respectivos fines.
El Aquinate expresa así la naturaleza de la ley eterna: “Dios, por su sabiduría, es el fundador
de todas las cosas, a las cuales se compara como el artífice a las cosas artificiales. Es, pues,
el gobernador de todos los actos y movimientos que se encuentran en cada una de las
criaturas.

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Por eso, así como el plan de la sabiduría divina en cuanto todas las cosas son creadas por ella,
tiene razón de arte o de ejemplar o de idea, así el plan de la sabiduría que mueve todas las
cosas a su debido fin alcanza la razón de ley. Y según esto la ley eterna no es otra cosa que el
plan de la divina sabiduría en tanto que es directiva de todos los actos y movimientos”7.
De esta ley eterna así descrita deriva cualquier otra ley y, por supuesto, la ley inscrita de modo
indeleble en la misma naturaleza humana, a la que Santo Tomás llama “ley natural”. Oigamos
sus mismas palabras: “La ley importa cierta razón directiva de los actos al fin. Pero en todas
las cosas ordenadas que se mueven es necesario que la virtud del segundo motor se derive de
la virtud del primer motor, pues el segundo motor no mueve sino en cuanto es movido por el
primero (...). Luego como la ley eterna es la razón de la gobernación en el supremo
gobernante, es necesario que todas las razones de la gobernación que radican en los
gobernantes inferiores se deriven de la ley eterna. Estas razones de los gobernantes inferiores
constituyen cualesquiera leyes a parte de la eterna. De donde todas las leyes, en tanto
participan de la recta razón, en cuanto derivan de ley eterna”8.
Y por lo que hace a la ley natural, participación en el hombre de la ley eterna de Dios, escribe
asimismo el Doctor Angélico: “La ley, como es una regla y medida, puede encontrarse en algo
de una doble manera: como regulante y mensurante, o como regulado y medido, pues en
tanto algo es regulado y medido en cuanto participa de la regla y medida. Pues bien, como
todas las cosas que están sometidas a la divina providencia son reguladas y medidas por la
ley eterna, es manifiesto que todas las cosas participan de algún modo de la ley eterna, a
saber, en cuanto por la impronta de ella tienen las inclinaciones hacia sus propios actos y fines.
Pero entre las restantes cosas, la criatura racional se subordina de un modo más excelente a
la providencia, pues tiene providencia de sí propia y de otros seres. De donde también en sí
misma está participada la razón eterna por la cual tiene una inclinación natural a sus debidos
actos y fines, y tal participación de la ley eterna en la criatura racional se llama ley natural”9.
De esta suerte, la ley eterna de Dios, a través de su participación en nosotros que es la ley
natural, es el fundamento de toda ley y de todo derecho humano, y muy especialmente de los
derechos esenciales o fundamentales. Así coincide el fin del agente (la ley eterna) y el fin del
paciente (las inclinaciones naturales). Aquello a lo que inclina la ley eterna es lo mismo que
aquello a lo que inclina la naturaleza humana o la ley natural inscrita en ella. Porque la
naturaleza humana no es autosuficiente y autónoma; es obra del Creador, y obra realizada
con arreglo a un plan. Ese plan es la ley eterna. Por ello los derechos esenciales se fundan de
manera inmediata en la ley natural o en la misma naturaleza humana; pero de manera mediata
y última se fundan en la ley eterna de Dios.
Habíamos dicho que la justicia, subjetivamente considerada, es una inclinación permanente
de la voluntad por la que ésta realiza, con prontitud y facilidad ciertos actos de intención, de
elección y de uso activo. Pero objetivamente entendida, la justicia es una inclinación
especificada por lo justo o por el derecho de los demás; es la constante y perpetua voluntad
de dar a cada uno su derecho. Esto hace que la justicia sea una virtud adquirida, un hábito
sobreañadido a las inclinaciones naturales de la voluntad; porque la voluntad humana tiende
naturalmente al bien, pero no tiende naturalmente a ese bien que constituye el derecho de los
demás. Santo Tomás se hace cargo de esta cuestión en el siguiente texto: “Dado que el hábito
perfecciona a la potencia en orden al acto, la potencia necesita que un hábito, que es
precisamente la virtud, le dé esa perfección para obrar bien cuando su propia naturaleza es
insuficiente a tal efecto. Ahora bien, la naturaleza propia de una potencia se mide por relación
a su objeto. Y así, siendo el objeto de la voluntad, como ya dijimos, el bien de la razón
proporcionado a ella, en este caso no necesita una virtud que venga a perfeccionarla. Pero si
el hombre desea un bien que exceda la capacidad volitiva, ya de la especie humana, como el
bien divino, que trasciende los limites de nuestra naturaleza, ya del individuo, como el bien
del prójimo, entonces la voluntad necesita de la virtud. Por eso, las virtudes que dirigen los
afectos del hombre hacia Dios o hacia el prójimo residen en la voluntad como en su sujeto, y
tales son la caridad, la justicia y otras”10.
Ahora bien, ¿cuál es “el bien de la razón proporcionado a la voluntad”, para tender al cual no
necesita ésta virtud alguna? Pues sencillamente el bien en general, que es el objeto formal de
la voluntad, o el bien supremo bajo la razón de felicidad, que es el fin último que la voluntad
quiere necesariamente, o finalmente el bien particular del propio sujeto volente, ya que cada
ser apetece naturalmente su propio bien. Todo lo cual puede verse confirmado en los siguientes
textos de Santo Tomás: “El principio de los movimientos voluntarios tiene que ser algo
naturalmente querido.

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Y esto es el bien en común, al cual tiende la voluntad naturalmente, como cualquier otra
potencia tiende a su objeto”11. “La voluntad tiende por necesidad al último fin, que es la
felicidad”12. “No se requiere hábito alguno para lo que conviene a una potencia por su propia
naturaleza (...). Y esta razón se aplica a la virtud que ordena al bien propio del mismo sujeto
que quiere”13.
No se necesita, pues, virtud alguna para que la voluntad humana tienda al bien en general, al
último fin del hombre bajo la razón de felicidad o al bien particular del propio sujeto volente.
En todos estos casos se trata de una inclinación natural y, según Tomás de Aquino la inclinación
natural es siempre recta, y no necesita por ello ser rectificada por virtud alguna. En efecto:
“del mismo modo que el conocimiento natural es siempre verdadero, el amor natural es
siempre recto, ya que el amor natural no es otra cosa que la inclinación de la naturaleza
infundida por su Autor. Decir, pues, que la inclinación natural no es recta, es hacer injuria al
Autor de la naturaleza”14.
He aquí por qué, aunque Santo Tomás habla muchas veces de derecho natural (ius naturale)
y paralelamente de ley natural (lex naturalis), no habla nunca de justicia natural, y eso que
ha definido al derecho como “el objeto de la justicia”. No se puede hablar de justicia natural,
porque la justicia es una virtud, un hábito sobreañadido a la facultad correspondiente, en este
caso la voluntad; mas para tender al bien que le es connatural la voluntad no necesita hábito
alguno, sino le basta la sola inclinación natural.
Pero hay otros muchos bienes a los que la voluntad puede tender y que requieren la rectitud
de las virtudes. Así, para tender a Dios como autor del orden sobrenatural se requieren las
virtudes de la caridad y de la esperanza; para tender a Dios como autor del orden natural se
requiere la virtud de la religión (parte potencial de la virtud de la justicia); para tender al bien
común de la sociedad se requieren, ya la virtud de la justicia legal o general, ya la virtud del
patriotismo; y para tender al bien de los demás hombres se requieren la virtud de la justicia
conmutativa, de la justicia distributiva, de la gratitud, de la veracidad, de la afabilidad y otras.
Aquí nos interesa solamente lo que corresponde a la virtud de la justicia en sus distintas
formas. Y el bien al que la justicia inclina es siempre el que le es debido a otras personas, lo
que es justo, lo que constituye el derecho de los demás. Es este un bien al que nuestra voluntad
no tiende naturalmente, y por ello es necesario que dicha voluntad sea enriquecida o
perfeccionada por la virtud de la justicia, por esa inclinación sobreañadida que, de manera
estable y permanente, nos lleve a querer para los demás lo que les pertenece (su derecho) y
a dárselo efectivamente.
Por lo demás, hay tres clases distintas de justicia: la legal o general, la distributiva y la
conmutativa. Veamos ahora el fundamento de esta división y cada uno de sus miembros.
La justicia comporta siempre una relación entre personas distintas, pero esta relación puede
establecerse entre una persona individual y otra, o entre una persona individual y la comunidad
de todas ellas, el todo social. Supuesta, pues, esta doble perspectiva, caben aquí tres
relaciones distintas: la de las partes (personas individuales) al todo (sociedad civil); la del todo
a las partes, y la de unas partes con otras. La relación de las partes al todo, es decir, de los
individuos a la comunidad en cuanto tal, es la que tiene en cuenta la justicia legal o general.
La relación del todo a las partes, o sea, de la comunidad, o mejor, de la autoridad que la
representa, a los individuos, es la que tiene en cuenta la justicia distributiva. Por último, la
relación de unas partes a otras, a saber, de unos individuos a otros, es la que tiene en cuenta
la justicia conmutativa.
La justicia legal se llama así porque realiza lo que es propio de la ley: ordenar a todos al bien
común. Recuérdese que, según la definición de Santo Tomás, la ley es “una ordenación de la
razón enderezada al bien común”15. Por consiguiente, cuando la justicia llamada legal ordena
a los individuos respecto de la comunidad, no hace más que realizar la ley, y por eso es una
justicia propiamente legal. Tomás de Aquino lo dice claramente: “Y puesto que a la ley
pertenece ordenar al bien común (...), síguese que la justicia denominada “general” en el
sentido expuesto, es también “legal”, esto es, por la que el hombre concuerda con la ley, que
ordena los actos de todas las virtudes al bien común”16.
Esta especie de justicia se denomina también “general”, y la razón es que ordena los actos de
todas las demás virtudes al bien común, y así domina o impera sobre el resto de las virtudes.
Y es que los bienes que las demás virtudes proporcionan al hombre son bienes particulares
que, como tales, pueden ser referidos al bien común, referencia que lleva a cabo precisamente
la justicia general. Oigamos al Doctor Angélico: “Es evidente que todos los que componen
alguna comunidad se relacionan a la misma como las partes al todo, y por ello cualquier bien
de la parte es ordenable al bien del todo.

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Según esto, el bien de cada virtud, ya ordené al hombre a sí mismo, ya le ordene a otras
personas singulares, es referible al bien común, al que ordena la justicia (general). Y así los
actos de todas las virtudes pueden pertenecer a la justicia, en cuanto que ésta ordena al
hombre al bien común. En este sentido es llamada la justicia virtud general”17.
Y no se crea que la justicia general en cuanto ordena los actos de todas las demás virtudes al
bien común se reduce al conjunto de esas virtudes, sino que es una virtud especial. Es común
a todas las virtudes por causalidad en cuanto impera a todas ellas; pero no lo es por
predicación, como si las contuviera en sí misma o se identificara con ellas. El Aquinate lo dice
también claramente: “Así como la caridad puede decirse virtud general en cuanto ordena los
actos de todas las virtudes al bien divino, así también la justicia legal en cuanto ordena los
actos de todas las virtudes al bien común. Por eso, al igual que la caridad, que mira al bien
divino como objeto propio, es una virtud especial por esencia, del mismo modo la justicia legal
es una virtud especial en su esencia, en cuanto mira al bien común como objeto propio”18.
Pero además de la justicia legal o general, está la justicia particular, cuyo término ad quem es
siempre una persona singular. Esta justicia particular se subdivide en dos especies, que son:
la justicia conmutativa y la distributiva. La diferencia entre ellas, como ya vimos, está en que
la primera ordena una persona particular a otra persona particular, mientras que la segunda
ordena la comunidad (o la persona que la representa, es decir, la autoridad) a una persona
particular. Es lo mismo que dice Santo Tomás en el siguiente texto: “Toda parte puede ser
considerada de dos maneras. Una en la relación de parte a parte, a lo que corresponde en la
vida social el orden de una persona privada a otra, y este orden es dirigido por la justicia
conmutativa, consistente en los intercambios que mutuamente se realizan entre dos personas.
Otra, en la relación del todo respecto de las partes, y a esta relación corresponde el orden
existente entre la comunidad y cada una de las partes individuales. Este orden es dirigido por
la justicia distributiva, que reparte proporcionalmente los bienes comunes. Por consiguiente
son dos especies de justicia (particular): la conmutativa y la distributiva”19.
Estas dos especies de justicia son diversas no sólo en atención a que una —la distributiva— va
del todo a las partes, y la otra —la conmutativa— va de una parte a otra parte, sino también
en atención a como se establece el justo medio en ambas y a la materia sobre las que versan.
En efecto, el justo medio de la justicia distributiva es distinto del justo medio de la justicia
conmutativa, porque en el primer caso hay que atenerse a una medida proporcional, mientras
que en el segundo, a una medida igual. En efecto, la distribución de los beneficios y de las
cargas sociales no debe hacerse por igual entre todos los miembros de la comunidad, sino
según una proporción: a mayor necesidad, mayor ayuda; a mayores posibilidades, mayores
cargas. En cambio, la conmutación de bienes y servicios entre los particulares debe regirse
por la más estricta igualdad. Lo justo en una compraventa es que por lo vendido se pague
exactamente lo que vale; pero lo justo en el pago de los impuestos es que el que más tiene
pague más.
“En la justicia distributiva —escribe Santo Tomás— no se determina el justo medio según la
igualdad de cosa a cosa, sino según la proporción de las cosas a las personas, de tal suerte
que en el grado que una persona excede a otra, la cosa que se dé a ella excede a la que se dé
a la otra (...). Pero en los intercambios (...) es preciso igualar cosa a cosa, de suerte que
cuanto esta persona tenga de más en lo que le corresponde, otro tanto debe restituir a aquella
persona a quien pertenece”20.
Por lo que hace a la materia sobre la que versa cada una de estas especies de justicia, hay
que distinguir entre la materia próxima y la materia remota. Por lo que hace a esta última no
hay diferencia entre la justicia distributiva y la conmutativa, pues las dos versan sobre unas
mismas cosas (bienes o cargas) que se distribuyen o se intercambian. Mas por lo que atañe a
la materia próxima sí que hay distinción, pues dicha materia próxima son las mismas
operaciones que realizan una y otra justicia. Así la justicia distributiva “reparte” los bienes y
las cargas, y la conmutativa “intercambia” los bienes y los servicios; y no es lo mismo repartir
que intercambiar. Por lo demás, a esta materia próxima la llama Santo Tomás “acciones
principales”, como se ve en el siguiente texto: “Si consideramos como materia de una y otra
justicia aquella cuyo uso son las operaciones, la materia de la justicia distributiva y la de la
conmutativa es una y la misma, pues las mismas cosas que son distribuidas a los particulares
pueden también ser intercambiadas entre estos, y asimismo existe cierta distribución y cierto
intercambio de los trabajos penosos. Mas si tomamos como materia de una y otra justicia las
acciones principales por las cuales usamos de las personas, de las cosas y de las obras,
entonces descubrimos diversa materia, porque la distributiva regula las distribuciones, y la
conmutativa dirige los intercambios”21.

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Descritas así las distintas especies de justicia, es decir, las partes subjetivas de dicha virtud,
conviene ahora decir algo de las partes integrales y de las potenciales.
Las partes integrales de la virtud de la justicia son estas dos: hacer positivamente el bien
debido y evitar el mal que priva de dicho bien. Estas dos cosas se requieren, en efecto, para
que la acción justa sea completa: que se dé a cada cual lo que le es debido cuando todavía no
lo tiene y que se le respete cuando lo tiene o que no se le quite. Hacer el bien y evitar el mal
es propio de toda virtud moral, pero en las demás virtudes morales (aparte de la justicia) viene
a ser lo mismo hacer el bien y evitar el mal; lo que no ocurre en la justicia. En ésta, en efecto,
no es lo mismo hacer a cada uno el bien que se le debe y retraerse de hacer el mal o de dañar
injustamente a nadie. Santo Tomás lo explica así: “Pertenece a la justicia establecer la igualdad
(lo justo) en aquellas cosas que se refieren a otro. Pero pertenece a la misma virtud establecer
algo y conservar lo establecido. Pues bien, una persona establece la igualdad de la justicia
haciendo el bien, es decir, dando a otro lo que se le debe, y conserva la igualdad de la justicia
ya establecida apartándose del mal, es decir, no causando ningún daño al prójimo”22.
Y aclara poco después: “Las otras virtudes morales versan acerca de las pasiones y en ellas
hacer el bien es colocarse en el medio, lo que implica apartarse de los dos extremos viciosos,
y así en dichas virtudes viene a ser lo mismo hacer el bien y apartarse del mal; pero la justicia
versa acerca de las operaciones y de las cosas exteriores, y aquí una cosa es establecer lo
justo y otra no destruir lo justo ya establecido”23. Porque: “apartarse del mal, en cuanto
constituye una de las partes integrantes de la virtud de la justicia, no implica una pura negación
(...); implica un impulso de la voluntad que rechaza el mal, como lo indica el mismo nombre
de “apartarse”; y esto es meritorio, sobre todo cuando alguien es empujado a que haga el mal
y, sin embargo, se resiste”24.
Por eso una justicia que se limitara a establecer lo justo no sería completa, pues le faltaría su
lado negativo: respetar lo justo ya establecido. Y del mismo modo una justicia que se limitara
a no dañar injustamente a nadie tampoco sería completa, pues le faltaría su lado positivo: dar
a cada cual lo que le es debido. La justicia completa requiere las dos cosas.
Y ahora pasemos a examinar las partes potenciales de la virtud de la justicia. Son éstas otras
tantas virtudes anejas, que no son especies de la justicia, pero sí virtudes semejantes a la
justicia, que coinciden en algo con ella, pero no en todo.
La diferencia de estas virtudes respecto de la justicia tiene estas dos vertientes: falta de
ajustamiento entre lo que se debe y lo que se puede dar, y falta de correspondencia entre el
derecho de unos y el deber de otros. Respecto de lo que es debido a otros hay algunas veces
para una persona deudas impagables, y otras veces hay deudas que son irreclamables, que
no se está obligado a satisfacer. En el primer caso estamos lejos de la estricta justicia, porque
no podemos pagar lo que debemos; en el segundo caso, porque no estamos estrictamente
obligados a satisfacer el derecho que otros indudablemente tienen. De aquí nacen dos series
de virtudes anejas a la justicia, pero que no son justicia propiamente hablando. Dentro de la
primera serie están la religión, la piedad y la observancia. Dentro de la segunda serie están la
gratitud, la veracidad, la afabilidad y la liberalidad. Digamos algo de estas virtudes, aunque
sin detenernos a tratar con detalle cada una de ellas.
La virtud de la religión se parece a la justicia, pero sólo en parte, ya que en otro aspecto difiere
esencialmente de ella. Se parece a la justicia en que comporta alteridad, relación entre dos
personas (en este caso, el hombre y Dios), de las cuales una (el hombre) debe algo a la otra
(Dios) y está obligada a restituir; pero se distingue esencialmente de la justicia en que nunca
es posible equipar o ajustar lo que el hombre debe a Dios y lo que de hecho le puede dar. El
hombre le debe a Dios todo lo bueno: no sólo todo lo bueno que él tiene, sino también todo lo
bueno que él es; pero nadie puede dar a otro su propio ser; luego el hombre no puede devolver
a Dios todo lo que de Él ha recibido.
Otra diferencia esencial entre la religión y la justicia está en que la justicia regula sobre todo
las obras externas, mientras que la religión se refiere sobre todo a los actos internos,
concretamente a la devoción (acto de la voluntad) y a la oración (acto del entendimiento); los
actos externos de la virtud de la religión, como la adoración, los sacrificios o los rezos, en tanto
pertenecen a dicha virtud en cuanto son expresión de los actos internos de devoción y de
oración.
También hay que aclarar que la virtud de la religión no regula todas las relaciones del hombre
con Dios, como creer en El o amarle o cumplir sus mandatos. Para esto hay que apelar a las
virtudes teologales, sobrenaturales e infusas, de la fe, la esperanza y la caridad. La virtud de
la religión—virtud natural y moral— se limita a ordenar los actos del culto que los hombres,
por derecho natural, debemos dar a Dios, como Creador y Gobernador supremo del universo.
Lo que es la religión respecto de Dios, es la piedad respecto de los padres y de la patria.

80
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La voz castellana “piedad” se ha cargado con otras connotaciones hasta hacerse sinónima de
“misericordia” y “compasión”; pero todavía conserva, en alguna de sus acepciones, el
significado que aquí le damos. El Diccionario de la Real Academia dice así: “2. Amor entrañable
que consagramos a los padres y a objetos venerados”. En el latín este sentido era el más
propio. Escribe Cicerón: “la justicia para con los dioses se llama religión; para con los padres,
piedad”. Y también: “la piedad nos prescribe cumplir nuestros deberes para con la patria, para
con nuestros padres y para con todos aquellos a quienes estamos unidos por los vínculos de
la sangre”25.
No es propiamente hablando una especie de justicia, pues tampoco hay ajustamiento entre lo
que debemos a los padres y a la patria y lo que les podemos dar a cambio. Con los padres y
con la patria tenemos contraídas deudas que son literalmente impagables. Por eso estamos
obligados y ordenados, por la virtud de la piedad, a dar a los padres y a la patria un cierto
culto, hecho de amor, de agradecimiento, de veneración, de honor, de defensa, de servicio,
de sustentación (respecto de los padres si llega el caso), de sacrificio de la propia vida
(respecto de la patria si fuera preciso). La piedad respecto de la patria tiene en castellano un
nombre sonoro y muy apropiado: se llama patriotismo.
En esta misma línea de la piedad está la observancia, virtud que nos ordena a rendir el culto
debido a todas las personas que están constituidas en alguna justa dignidad. También esta
palabra ha perdido en castellano mucho del poder significativo que tenía en latín. No obstante,
el Diccionario de la Real Academia recoge entre sus acepciones la siguiente: “3. Reverencia,
honor, acatamiento que hacemos a los mayores y a las personas superiores y constituidas en
dignidad”. De esto se trata ciertamente.
A propósito de la observancia escribe Santo Tomás: “Así como el padre carnal participa de un
modo peculiar de la razón de principio que en su grado máximo se encuentra en Dios, así
también cualquier persona que en algún aspecto tiene providencia sobre nosotros participa a
su manera de la propiedad de padre, porque el padre es el principio, ya de la generación, ya
de la crianza y la educación, ya de todas las demás cosas que pertenecen a la perfección de la
vida humana. Ahora bien, la persona constituida en dignidad es como el principio de la
gobernación respecto de ciertas cosas: así el príncipe de la ciudad respecto de los asuntos
civiles; el general en jefe del ejército respecto de las cosas de la guerra; el profesor respecto
de lo que enseña, y lo mismo en los demás casos. De aquí que a tales personas se les
acostumbre a llamar “padres”, por la semejanza de su oficio (...). Por tanto, así como, cabe la
religión, por la cual se tributa culto a Dios, se encuentra en un segundo plano la piedad, por
la cual se da culto a los padres, así también, cabe la piedad, se encuentra la observancia, por
la cual se rinde culto y honor a las personas constituidas en dignidad”26.
Y veamos ahora las otras virtudes anejas a la justicia que se distinguen de ésta porque no
entrañan una absoluta obligación de pagar o restituir. Y en primer lugar, la gratitud. La virtud
de la gratitud o el agradecimiento nos ordena a devolver gratis los beneficios que
gratuitamente hemos recibido. Hay muchas cosas que las demás personas hacen en nuestro
favor y que no están obligadas a hacer. Nos procuran estos beneficios por pura liberalidad,
gratuitamente. En primer lugar Dios, a quien debemos todo lo bueno que tenemos y somos, y
que todo nos lo ha dado gratis; y en segundo lugar nuestros allegados y nuestros amigos.
Pues bien, lo que hemos recibido gratuitamente no es propiamente objeto de débito, sino de
agradecimiento. Especialmente cuando se trata de cosas que no nos hacen falta, que no
necesitamos, y el que nos las da no busca más que manifestarnos su afecto, sin obligarnos en
manera alguna a la restitución. Pero si no hay obligación de estricta justicia, hay una obligación
de conveniencia moral de mostrarnos agradecidos y de devolver otros beneficios, no
inmediatamente, sino en el momento oportuno. Santo Tomás distingue aquí entre el “débito
legal” y el “débito moral”27. Al primero atiende la justicia; al segundo, la gratitud. El refrán
castellano asevera que “quien no es agradecido, no es bien nacido”, y ser bien nacido hace
referencia a la buena índole o buena contextura moral.
Refiriéndose a la ingratitud, que es el vicio opuesto al agradecimiento, escribe Santo Tomás:
“En relación a la gratitud se requieren varias cosas por este orden: primero, que el hombre
reconozca el beneficio recibido; segundo, que alabe al que se lo ha hecho o le dé las gracias,
y tercero, que devuelva a éste algún otro beneficio, en tiempo y lugar oportunos, y con arreglo
a sus posibilidades. Y en relación con la ingratitud el orden es el inverso, pues lo primero es
que el hombre no devuelva beneficio alguno; lo segundo, que disimule y dé a entender que no
ha recibido ningún beneficio, y lo tercero y más grave, que no reconozca el bien que le han
hecho, por olvido o de cualquier otro modo”28.
La virtud de la veracidad se relaciona también con la justicia y está ordenada a que cada cual
manifieste con verdad los conocimientos que él posee.

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La naturaleza de dicha virtud y sus relaciones con la justicia son expuestas así por el Aquinate:
“La virtud de la veracidad conviene con la justicia de dos cosas: primero, en que entraña
alteridad, pues la manifestación, que es el acto propio de esta virtud, se ordena a otro, en
tanto que lo que uno sabe se lo manifiesta a otro; segundo, en que la justicia establece cierta
igualdad en las cosas, y esto también lo hace la veracidad, pues adecúa los signos exteriores
a los pensamientos del que dice la verdad. Pero difiere de la razón propia de la justicia en
tanto que no se refiere a lo estrictamente debido. Esta virtud, en efecto, no atiende al débito
legal, al que atiende la justicia, sino más bien al débito moral, o sea, en cuanto pertenece a la
honestidad de un hombre el que manifiesta la verdad a otro”29.
Y tratando de explicar mejor ese débito moral añade poco después: “Como el hombre es un
animal social, un hombre debe naturalmente a otro aquello sin lo cual la sociedad no podría
conservarse. Pero los hombres no podrían convivir si no se creyeran los unos a los otros en
tanto que se manifiestan la verdad entre ellos. Por tanto, la virtud de la veracidad atiende en
cierto modo a la razón del débito”30.
Ahora bien, no todos los conocimientos que una persona posee se comportan de la misma
manera en orden a la manifestación a otras personas. En primer lugar están las verdades
científicas, que no son patrimonio de nadie en particular o que no son bienes privados, sino
que son patrimonio de todos, es decir, bienes comunes. Las verdades de este tipo no están
ligadas a la virtud de la veracidad, porque no son objeto de creencia, sino de ciencia. Cuando
una persona manifiesta a otra una verdad científica no reclama de esa otra que la crea, sino
simplemente que la entienda; esa verdad no nos es conocida por el hecho de que quien la
manifiesta merece nuestro crédito, sino por el hecho de que es inteligible por si misma. Pero
la virtud de la veracidad —parte potencial de la justicia— entraña cierta rectitud de la voluntad,
y en ello nos apoyamos para dar crédito a lo que se nos dice, aunque no sea inteligible por sí
mismo. Los conocimientos a los que se refiere la virtud de la veracidad no son las verdades
científicas, sino los que versan sobre hechos concretos y contingentes, que no son conocidos
por todos, sino tal vez solamente por el que los manifiesta.
En segundo lugar están las verdades que expresan hechos de nuestra intimidad. Tales hechos
son conocidos inmediatamente por la persona en que se dan; pero no pueden ser conocidos
por ninguna otra persona, a no ser que la primera los manifieste, expresando así exteriormente
una verdad de hecho, enteramente contingente, y que pertenece de suyo a la intimidad de la
persona que la manifiesta. Pues bien, nadie está obligado a manifestar a otros su propia
intimidad, sino que tiene derecho a que se la respete. Y es que las verdades que expresan
estos hechos íntimos de la conciencia de cada cual son bienes esencialmente privados, que
nadie tiene obligación de compartir con los demás.
Pero hay un tercer tipo de verdades que, siendo contingentes o expresiones de hechos
singulares y concretos, no son, sin embargo, bienes privados, sino públicos o comunes, es
decir, que interesan a toda la comunidad. Respecto a estas verdades existe a la vez un derecho
y una obligación: un derecho por parte de todos los ciudadanos, ya que dichas verdades están
contenidas en el bien común al que todos los ciudadanos tienen derecho, y una obligación, por
parte de cualquiera que llegue a tener conocimiento de esas verdades, de manifestarlas a los
demás, según aconseje la prudencia. A este tipo de verdades pertenecen también todos
aquellos conocimientos que los testigos están obligados a manifestar cuando son citados a
juicio por la autoridad competente.
Esto supuesto, la virtud de la veracidad versa principalmente sobre las verdades del segundo
tipo. Así se entiende que no sea justicia en sentido estricto (como lo es la veracidad en los
procesos judiciales, o la veracidad en las informaciones referentes al bien común), y que no
sea tampoco la simple comunicación de una verdad científica, que no entraña de suyo rectitud
en la voluntad. Las verdades sobre las que versa la veracidad no está uno obligado a
manifestarlas, pero a veces es bueno que lo haga. Este sería el débito moral. En todo caso, a
nadie le es lícito mentir. Puede callar, pero si habla, debe decir la verdad, acomodando sus
palabras (o cualesquiera otros signos manifestativos) a sus pensamientos.
La virtud de la afabilidad ordena al hombre a que guarde las reglas de la cortesía y del buen
trato con todos, y especialmente con aquellos con los que habitualmente convive. Tomás de
Aquino explica así su necesidad: “Es necesario que cada hombre se halle convenientemente
ordenado en la convivencia con los otros hombres, ya en sus hechos, ya en sus dichos, de
suerte que se comporte con cada cual como es decoroso. Por ello es necesaria una virtud
especial que incline a esta convivencia ordenada, y esta es la virtud llamada amabilidad o
afabilidad”31.
El propio Santo Tomás aclara enseguida que se trata de una virtud aneja a la justicia, pero
que no se identifica con ésta, pues le falta la estricta obligación que la justicia entraña.

82
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Así escribe: “Esta virtud es una parte (potencial) de la justicia en cuanto se relaciona con ésta
como lo secundario con lo principal. Conviene con la justicia en que implica alteridad, pero
difiere de ella en que no entraña plena obligación. En efecto, en esta virtud no queda alguien
obligado por un débito legal, al que constriñe la ley, ni por un débito nacido de algún beneficio
recibido, sino sólo por un débito moral, que más se funda en la persona virtuosa que en la otra
a la que trata como es decoroso”32.
La afabilidad no es lo mismo que la amistad, pues esta última consiste sobre todo en la unión
afectiva habitual entre dos personas, mientras que la afabilidad se ordena a las acciones
exteriores, al trato amable de las personas con las que convivimos. La amistad, absolutamente
hablando, es mejor que la afabilidad, pero esta última es más necesaria, porque la verdadera
amistad siempre es con pocos, mientras que la afabilidad debe ser con todos los que se
convive.
Por último, la virtud de la liberalidad o de la generosidad ordena al hombre respecto al uso
conveniente de las riquezas, de suerte que esté desprendido de ellas y las comunique o
entregue con facilidad al que las necesita o a los amigos. Es también virtud aneja a la justicia,
pero distinta de aquélla por la misma razón que se adujo en el caso de la gratitud, de la
veracidad y de la afabilidad: por falta del débito estricto. “La liberalidad —escribe Tomás de
Aquino— no es una especie de la justicia, pues la justicia entrega a otro lo que es de él (del
otro), pero la liberalidad entrega a otro lo que es propio (lo que pertenece al que da). Coincide,
sin embargo, con la justicia en estas dos cosas: primero, en que implica alteridad, y segundo,
en que se refiere a las cosas exteriores, pero según una razón distinta, como se ha
señalado”33. Y aclara poco después: “La liberalidad, aunque no atienda al débito legal, como
hace la justicia, atiende al débito moral, que se mide según cierta conveniencia o decoro, pero
no porque uno esté obligado. Tiene, pues, en grado mínimo la razón de débito”34.
Hasta aquí las virtudes anejas de la justicia; y ahora, para terminar, digamos algo de la virtud
de la equidad, que no es propiamente una virtud aneja a la justicia, sino una especie o parte
subjetiva de la misma justicia. La equidad, en efecto, inclina a lo que es justo, pero no según
la letra de la ley, sino según su espíritu. Y es que las leyes no pueden prever todos los casos,
variadísimos, de las distintas acciones de los hombres. Regulan, pues las mencionadas
acciones en general y según lo que es más ordinario o frecuente, y por eso se requieren una
cierta corrección para los casos excepcionales, que es lo propio de la equidad. Santo Tomás lo
explica así: “Los actos humanos, acerca de los cuales versan las leyes, están colocados en lo
singular y contingente, y pueden presentarse de infinitos modos distintos. Por eso no es posible
una ley que no falle en algún caso. Los legisladores, por ello, atienden, al hacer las leyes, a lo
que es más frecuente o a lo que ocurre en la mayoría de los casos. Sin embargo, el cumplir
estrictamente la ley en todos los casos puede ir contra la justicia y contra el bien común, que
es la finalidad de la ley (...). Por eso, en algunos casos excepcionales es malo seguir la ley
establecida, y es bueno que, pospuesta la letra de la ley, se haga aquello que es realmente
justo y redunda en la común utilidad. Y a esto se ordena la epikeia, que entre nosotros se
denomina equidad”35.
Por lo demás, al decir que la equidad es una parte subjetiva, o una especie, de la virtud de la
justicia, no se descalifica la división que se hizo más atrás de las especies de justicia en tres:
legal, distributiva y conmutativa. En realidad, la equidad se encaja dentro de la justicia legal
a la que, sin embargo, completa. El Doctor Angélico lo expone así: “La equidad corresponde
propiamente a la justicia legal, y en parte se contiene en ella y en parte la supera; pues si se
llama justicia legal a la que se atempera a la ley, ya en cuanto a la letra, ya en cuanto al
espíritu del legislador, que es mejor, entonces la equidad es la mejor parte de la justicia legal;
pero si se llama justicia legal a la que se atempera a la ley solo en cuanto a su letra, entonces
la equidad no es una parte de la justicia legal, sino una especie de justicia tomada en general
y que se distingue de la justicia legal, como más excelente que ella”36.
Después de todo lo dicho a propósito de la justicia y de las virtudes anejas a ella conviene
hacer esta última consideración: que lo que la justicia regula son las operaciones exteriores, y
no propiamente los actos internos de la voluntad. Sin embargo, estos actos internos son la
base y como el alma de las operaciones exteriores. Por eso la justicia radica en la voluntad y
torna inmediatamente rectas las intenciones, las decisiones y las ejecuciones de la misma
voluntad, que luego se traducirán en las correspondientes acciones externas. Por lo demás,
esa rectitud de la justicia difícilmente se lograría si, alentando en la misma justicia, no se diera
también el amor: el amor al bien común (inmanente y trascendente) y el amor a los demás
hombres. Es verdad que el amor no puede ser reclamado en justicia, pues se trata de un libre
don que tiene lugar en la más estricta intimidad: pero también es cierto que, sin la savia
vivificante del amor, la propia justicia se seca y muere.”

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NOTAS
1 Digest., lib. I, tit. 1, leg. 10.
2 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 1.
3 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 57, a. 1.
4 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 57, a. 1.
5 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 11.
6 TOMÁS DE AQUINO, S. Th ,I, q. 44, a. 4.
7 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I-II, q. 93, a. 1.
8 TOMÁS DE AQUINO, S. Th, I-II, q. 93, a. 3.
9 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I-II, q. 91, a. 2.
10 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I-II, q. 56, a. 6.
11 TOMÁS DE AQUINO, S. Th, I-II. , q. 10, a. 1.
12 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I q. 82. a. 1.
13 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I-II, q. 56, a. 6, arg. 1 y ad 1.
14 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I, q. 60, a. 1, ad 3.
15 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 90, a. 4.
16 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 5.
17 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 5.
18 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 6.
19 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 61, a. 1.
20 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 61, a. 2.
21 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 61, a. 3.
22 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 79, a. 1.
23 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 79, a. 1, ad. 1.
24 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 79, a. 1, ad. 2.
25 CICERÓN, De invent. reth., lib. II, cap. 53.
26 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II. q, 102, a. 1.
27 TOMÁS DE AQUINO, S. Th. II-II, q. 106, a. 4, ad 1.
28 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 107, a. 2.
29 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 109, a. 3.
30 TOMÁS DE AQUINO, S. Th. II-II, q. 109, a. 3, ad 1.
31 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 114, a. 1.
32 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 114, a. 2.
33 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 117, a. 5.
34 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 117, a. 5, ad. 1.
35 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 120, a. 1.
36 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 120, a. 2, ad. 1.

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Autoevaluación
1) «Aquel conjunto de valores, bienes o intereses para cuya protección o
incremento los hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que
llamamos Derecho», afirmación hecha por:
a. John Rawls.
b. Hans Kelsen.
c. Norberto Bobbio.
d. Norbert Wiener.
e. Alexander Kant.

2) IUSTITĬA, es palabra:
a. Griega.
b. Latina.
c. Etrusca.
d. Árabe.
e. Babilónica.

3) “Es la Justicia de la libertad, la justicia de la paz, la justicia de la democracia,


la justicia de la tolerancia”, afirmación hecha por Hans Kelsen.
a. Correcta.
b. Incorrecta
c. Norbert Wiener.
d. Alexander Kant.
e. John Rawls.

4) La expresión “justicia general”, se le encontró en el Libro IV de la Ética a


Nicómaco.
a. Incorrecta
b. Se encontró en “La República” de Platón.
c. Se encontró en la “Eneida” de Virgilio.
d. Se encontró en la “Ilíada” de Ulises.
e. Se encontró en la “Divina comedia” de Dante.

5) Respecto a la igualdad, cuantas manifestaciones concretas tiene:


a. Al menos tres manifestaciones.
b. Al menos dos manifestaciones.
c. Al menos cuatro manifestaciones.
d. Al menos cinco manifestaciones.
e. Al menos ocho manifestaciones.

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6) “El principio supremo de la justicia consiste en asegurar a cada cual un


espacio de libertad dentro del cual pueda desenvolver su personalidad y
transformarse de hombre a persona” es expresión de:
a. Goldschmidt.
b. Perelman.
c. John rawls.
d. Otonashi.
e. Mars.

7) Completar la expresión: “Cuando el Poder... sanciona una..., manda a que se


observe tal ley.”
a. Legislativo – ley.
b. Legislativo – norma.
c. Ejecutivo - ley.
d. Ejecutivo - ética.
e. Legislativo - .

8) Señale cual, no es característica de la norma jurídica


a. Heterónoma.
b. Bilateral.
c. Unilateral.
d. Coercible.
e. Externo.

9) Andrés Bello, dice que la ley es “una declaración de la … soberana que,


manifestada en la forma ……. por la Constitución, manda, ...... o permite”
a. Voluntad – establecida – prohíbe.
b. Voluntad – prescrita – prohíbe.
c. Verdad – prescrita – prohíbe.
d. Mentira - establecida - prohíbe.
e. Verdad - establecida - prohíbe.

10) Por irrectroactividad se entiende como:


a. Regula los hechos a partir de la vigencia de la ley hacia el futuro.
b. Regula los hechos anteriores a la vigencia de la ley.
c. Norma los hechos por suceder, aún vigente la ley.
d. Norma los hechos anteriores a la vigencia de la ley.
e. Establece los hechos por sucederé, aún vigente la ley.

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Resumen
UNIDAD DE APRENDIZAJE II:

Trata sobre la justicia, (del latín iustitĭa) es la concepción que cada época y civilización
tiene acerca del sentido de sus normas jurídicas. De los filósofos como Platón,
Aristóteles, Cicerón, Tomás de Aquino, Ulpiano, John Rawls, se ha recogido sus teorías
sobre la justicia, resaltando la dada por Ulpiano: “La justicia es la constante y perpetua
voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho”. En un aparte establecemos la
relación existente entre la justicia y el derecho, señalando que desde una perspectiva
ius positivista el derecho es condición de la justicia y a la vez esta es una medida de
valoración del derecho. También desarrollamos sobre la justicia General y la Justicia
Particular, que fue planteados por Aristóteles en el Libro V de la Ética a Nicómaco.

Se trata sobre el Derecho como objeto de la Justicia, es decir que, para que la justicia
se materialice como se le visiona, se vale del Derecho como el objeto o medio para la
realización. Se considera las opiniones de dos juristas como Werner Goldschmidt, quien
dice: “el principio supremo de la justicia consiste en asegurar a cada cual un espacio de
libertad dentro del cual pueda desenvolver su personalidad y transformarse de hombre
a persona” y para Perelman, “la justicia parece una de las más eminentes y la más
irremediablemente confusas... desde hace miles de años todos los antagonistas en los
conflictos públicos y privados, en las guerras, las revoluciones, los procesos, las
querellas de intereses,..”.

Se ha laborado sobre la Norma Jurídica entendida como una regla u ordenación del
comportamiento humano dictado por la autoridad competente del caso, con un criterio
de valor y cuyo incumplimiento trae aparejado una sanción. Al respecto se la ha
conceptualizado como expresión de un mandato; a su vez, se expone sobre sus
funciones y características.

Se trata sobre la ley, su sentido, abstracto y general, contiene materializado los


principios, la o las normas jurídicas, reglas orientadas a regular en la práctica la relación
del ser y del deber ser, entre los seres intersubjetivos. También señalamos sus
características básicas, como la Generalidad; Obligatoriedad; Permanencia; Abstracta
e impersonal; Se reputa conocida y lo Irretroactivo.
La ley es parte del Derecho Positivo, constituido en un instrumento fundamental en las
relaciones intersubjetivas, por lo que obliga conocerla y cumplirla, desde la puesta en
vigencia.

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Introducción
a) Presentación y contextualización:

El estudiante desarrolla una actitud analítica y crítica la ética, los valores jurídicos,
normas morales y la administración de justicia.

b) Competencia:
Reconoce la jerarquía de las normas morales y jurídicas; Comprende los
valores éticos y jurídicos; Aprecia la importancia de la Libertad, igualdad y paz
social en la defensa de los derechos y la administración de la justicia, y el nivel
prudencial.

c) Capacidades:

1. Identifica las diferentes clases de la Moral.


2. Reconoce la sociedad y los valores éticos.
3. Conoce la administración de la justicia.
4. Analiza el nivel prudencial.

d) Actitudes:

 Conoce la sanción moral, sanción jurídica, jerarquía de las normas morales.


 Comprende Teorías del Valor, Valores jurídicos y estimativa Jurídica.
 Identifica la libertad, igualdad y paz social, la defensa de los derechos.
 Diferencia los Fines del derecho como producto de la interdependencia social.

e) Presentación de Ideas básicas y contenidos esenciales de la Unidad:

La Unidad de Aprendizaje 03: La Ética, Moral y el Derecho, comprende el


desarrollo de los siguientes temas:

TEMA 01: La Moral.


TEMA 02: La Sociedad y los Valores Éticos.
TEMA 03: Administración de la Justicia.
TEMA 04: El Nivel Prudencial.

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La Moral TEMA 1

Competencia:

Identifica las diferentes clases de la Moral.

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Desarrollo de los Temas
Tema 01: La Moral

Moral es una palabra de origen latino, que proviene del término moris (“costumbre”).
Se trata de un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona
o de un grupo social, que funciona como una guía para obrar. Es decir, la moral orienta
acerca de qué acciones son correctas (buenas) y cuales son incorrectas (malas).
Según otra definición, la moral es la suma total del conocimiento que se adquiere sobre
lo más alto y noble, y que una persona respeta en su conducta. Las creencias sobre la
moralidad son generalizadas y codificadas en una cierta cultura o en un grupo social
determinado, por lo que la moral regula el comportamiento de sus miembros. Por otra
parte, la moral suele ser identificada con los principios religiosos y éticos que una
comunidad acuerda respetar.

El conjunto de normas morales es denominado como moralidad objetiva (existen como


hechos sociales más allá de que el sujeto decida acatarlas). En cambio, los actos a
través de los cuales la persona respeta o viola la norma moral conforman la moralidad
subjetiva.
Cabe mencionar que la idea de responsabilidad moral aparece con el convencimiento
de que el accionar del individuo siempre se realiza con un fin, a menos de que se
encuentra inconsciente (ya sea por una enfermedad mental, un desequilibrio
psicológico, los efectos de una droga, etc.). Se dice que una persona que hace uso de
los valores morales de su sociedad puede forjarse un mejor destino.
El término moral también puede utilizarse como sinónimo de ética, por lo que adquiere
sentido como disciplina filosófica o como sinónimo de la teología moral (una
disciplina teológica).

ÉTICA Y MORAL
La ética es diferente de la moral, porque la
moral se basa en la obediencia a las normas, las
costumbres y preceptos o mandamientos
culturales, jerárquicos o religiosos, mientras que
la ética busca fundamentar la manera de vivir por
el pensamiento humano.

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ÉTICA

Ética es una rama de la filosofía dedicada a las cuestiones morales. La palabra ética
proviene del latín ethĭcus, y este del griego antiguo ἠθικός (êthicos), derivada de êthos,
que significa 'carácter' o 'perteneciente al carácter'.
Referida al ámbito laboral, se habla de ética profesional y que puede aparecer recogida
en los códigos deontológicos que regulan una actividad profesional. La deontología
forma parte de lo que se conoce como ética normativa y presenta una serie de
principios y reglas de cumplimiento obligatorio.

En la filosofía, la ética no se limita a la moral, que generalmente se entiende como la


costumbre o el hábito, sino que busca el fundamento teórico para encontrar la mejor
forma de vivir, la búsqueda del mejor estilo de vida.

La ética puede confundirse con la ley, pero no es


raro que la ley se haya basado en principios éticos.
Sin embargo, a diferencia de la ley, ninguna persona
puede ser obligada por el Estado o por otras
personas a cumplir las normas éticas, ni sufrir
ningún castigo, sanción o penalización por la desobediencia de estas, pero al mismo
tiempo la ley puede hacer caso omiso a las cuestiones de la ética.

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Ética y Moral: Dos Niveles Diferentes


Tan antiguo como la misma humanidad es el interés por regular, mediante normas o
códigos, las acciones concretas de los humanos; en todas las comunidades, en todos
los pueblos, sociedades o culturas encuentran prescripciones y prohibiciones que
definen su moral.

Ahora bien, junto al nacimiento de la filosofía apareció otro tipo de interés, el de


reflexionar sobre las normas o códigos ya existentes, comparándolos o buscando
su fundamento. Estos dos diferenciados niveles de interés o de actividad humana
constituyen lo que conocemos hoy, respectivamente, por moral y ética. Veamos.

La moral es un conjunto de juicios relativos al bien y al mal,


destinados a dirigir la conducta de los humanos. Estos juicios se
concretan en normas de comportamiento que, adquiridas por
cada individuo, regulan sus actos, su práctica diaria. Ahora bien, ni
las normas o códigos morales se proclaman como el código de
circulación, ni cada persona asume o incorpora automáticamente el conjunto de
prescripciones y prohibiciones de su sociedad, ni cada sociedad o cultura formulan los
mismos juicios sobre el bien y el mal.

Es por todo eso que la moral a menudo es un conjunto de preguntas y respuestas


sobre qué debemos hacer si queremos vivir una vida humana, es a decir, una vida no
con imposiciones sino con libertad y responsabilidad.
La ética, por otro lado, es una reflexión sobre la moral. La ética, como filosofía de la
moral, se encuentra en un nivel diferente: se pregunta por qué consideramos válidos
unos y no otros comportamientos; compara las pautas morales que tienen diferentes
personas o sociedades buscando su fundamento y legitimación; investiga lo qué es
específico del comportamiento moral; enuncia principios generales o universales
inspiradores de toda conducta; crea teorías que establezcan y justifique aquello por el
que merece la pena vivir.

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Ética: ¿por qué estas normas?


La moral da pautas para la vida cotidiana, la ética es un estudio o reflexión sobre qué
origina y justifica estas pautas. Pero las dos, si bien son distinguibles, son
complementarias. Del mismo modo que teoría y práctica interaccionan, los principios
éticos regulan el comportamiento moral pero este comportamiento incide alterando los
mismos principios. A menudo los conflictos de normas morales que aparecen cuando
tenemos que tomar decisiones son el motor que nos impulsa a una reflexión de nivel
ético. Es por ello que Aranguren, reconociendo la vinculación entre teoría y práctica,
llama a la ética moral pensada y a la moral, moral vivida.

Estamos a nivel moral cuando: Estamos a nivel ético cuando:

Cumplo una promesa hecha ayer pese Razonamos que los pactos han de
a que hoy me doy cuenta de que su cumplirse siempre, del contrario, en
cumplimiento me crea problemas. lugar de acuerdos entre amigos,
tendríamos que hacer contratos
legales.

Ayudo voluntariamente a un compañero Me pregunto sobre qué tiene más


de clase si bien me arriesgo a herir su valor moral, la intención que inspira un
orgullo. acto o los resultados que con él se
obtienen.

Decido si tengo que ser o no sincero Reflexiono sobre valores,


con un compañero de clase que parece preguntándome si el valor de la
quiere ser amigo mío. autenticidad es preferible el valor de la
amistad.

Rechazo robar la calculadora de un Tengo presente la máxima o regla de


compañero de clase sabiendo que oro: "No hagas a los demás lo que no
nadie me ve. quieras que te hagan a ti".

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La Sociedad TEMA 2
y los Valores
Éticos
Competencia:
Reconoce la sociedad y los valores éticos.

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Tema 02: La Sociedad y los Valores Éticos

Al respecto considero valedero incorporar como parte de este texto el artículo titulado:
Crisis de los valores morales y éticos en la sociedad actual. POSMODERNISMO.
De la Dra. Zoe Valdomir.20 Abril 2009

Comisión del Recuentro y la Amistad


Quiero comenzar diciendo lo obvio. No todas las personas
que se encuentran habitando en este momento este planeta
Tierra se comportan de la misma manera, por lo cual lo que
expondré a continuación se refiere a tendencias
mayoritarias, aunque por supuesto tampoco son mayoritarias
en todas las regiones del mundo ya que hoy existe un abismo
que separa por un lado un mundo, el de los bendecidos por el destino que usufructúan
de los adelantos de la ciencia, la medicina y la tecnología y por otro el de los excluidos,
olvidados o ignorados por la suerte o mejor dicho olvidados por los hombres que tienen
en sus manos los destinos de la vida en el planeta.

Y menos aún estos quebrantos de los valores morales y éticos son exclusivos de estos
tiempos que estamos viviendo, que se han dado en llamar post modernidad, sino que
siempre existieron y seguirán existiendo, generados por personas perversas, con
trastornos en su personalidad que nacieron con el designio de hacer el mal y que dañan
y contaminan con su maldad a su entorno y a la sociedad en general habiendo llevado
a la misma en diferentes oportunidades a tremendas crisis cada una con sus
características particulares pero de las cuales creo importante tener presente que de
alguna manera siempre se salió y terminaron dejando entre tanto dolor, algún beneficio
para la raza humana.

20
Zoe Valdomir. Crisis de los valores morales y éticos en la sociedad actual. Posmodernimo. Abril 2009.
http://www.smu.org.uy/elsmu/co
misiones/reencuentro/crisis-valores.pdf

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Y como testimonio de ello quiero mencionar, sólo como un ícono


que nos concierne, al tango “Cambalache” de Enrique Santos
Discépolo escrito por los años 30 del siglo XX y que insistía con
que “el mundo siempre fue y será una porquería” o “todo es igual,
nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”… donde
denuncia situaciones similares a las que voy a plantear, pero
éstas no tenían la preeminencia y algunas de las características
que tienen hoy o quizás nosotros no lo vivíamos así. Por otro lado debo dejar sentado
desde ya que dentro de la sociedad siempre restan “núcleos sanos” en los cuales
mantienen su vigencia los valores clásicamente admitidos como valederos y que tanto
esfuerzo y dolor le ha costado a la humanidad instaurar, para beneficio de todos.

Primero intento ubicar los tiempos a los cuales me voy a referir en el presente artículo:
La Edad Moderna y el Postmodernismo.
Edad Moderna.
La fecha más aceptada del inicio de la Edad Moderna sería la toma de Constantinopla
por los turcos en 1453 coincidente con la invención de la imprenta y el desarrollo del
humanismo en el Renacimiento. Fue en ese momento que se produjo la revalorización
de los postulados neoplatónicos, en Italia los cuales quedaron plasmados como
documento en magníficos frescos de Rafael. Uno de ellos “La escuela de Atenas”
celebra la investigación de la verdad racional, la FILOSOFÍA, y es donde se honra las
cualidades máximas del espíritu humano, LA VERDAD, EL BIEN y LA BELLEZA. En
otro fresco, en el consagrado a la LEY, se exaltan las tres virtudes a que podían aspirar
los hombres: LA PRUDENCIA, LA TEMPLANZA y LA FORTALEZA.

Estas fechas concuerdan con el descubrimiento de América


por Colón, lo que permitió el encuentro de dos mundos que
habían permanecido separados por más de 20.000 años con
el consabido atropello y opresión de las civilizaciones
americanas por parte de los europeos.

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Otros historiadores en cambio, opinan que los comienzos de la


Edad Moderna serían a partir de la Revolución Francesa, forjada
también por una crisis de valores, con el cambio de pensamiento
que ella generó. Esta época, inspirada y fundamentada en el
pensamiento de Descartes se caracterizó por la racionalización
de la existencia. De cualquier manera la modernidad se
extendería hasta aproximadamente el año 1970 del pasado siglo
XX, cuando comenzaría la llamada Postmodernidad.

Como el paso del tiempo ha ido alejando tanto estas épocas del presente se ha
agregado una cuarta: la Época contemporánea cuando se intensificó la tendencia a la
modernización. Fue la era de los descubrimientos científicos, el S.XIX o siglo de la luces,
con el triunfo y desarrollo de fuerzas económicas y sociales que llevaron a la creencia
de una cercana victoria sobre la ignorancia y la servidumbre por medio de la ciencia y
de las diferentes doctrinas sociales que tenían como finalidad la búsqueda de la felicidad
del ser humano y que equivocados o no y a pesar de que implicaron terribles y
devastadoras guerras que marcaron este período, siempre tuvieron como objetivo el
bien común, inspirados en la razón y en la validez de los viejos valores morales y éticos.

Resumiendo podemos decir que durante la modernidad el Hommo Sapiens Sapiens dio
un salto imponente en su evolución cuando se dedicó a buscar en que habitaba
buscando unificar todos los conocimientos que iba adquiriendo, tanto los científicos ( lo
verdadero de los griegos) como los morales (lo bueno) y los artísticos (lo bello) para
conseguir el control de las fuerzas naturales y lograr así el progreso Social entronando
a “la diosa razón” lo que generó la aparición de grandes utopías, tanto sociales como
políticas, económicas, tecnológicas, industriales etc.

El hombre moderno centró entonces su atención fundamentalmente en la gente,


redescubrió la naturaleza y la cultura y adoptó una posición científica positiva,
abandonando a Dios como el centro absoluto de universo tal cual lo había hecho en el
medioevo.

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Comprometido con la humanidad, enamorado de la vida se sintió básicamente optimista


y trató de cambiar el mundo, para lo cual comprometió su presente. Los siglos XVII XVIII
Y XIX constituyeron la era de las revoluciones: revolución científica newtoniana, la R.
industrial, la R burguesa y las liberales (Francesa y las independentistas americanas)
con sus ideas de progreso y de confianza en la ciencia, que se caracterizó por el
crecimiento de las grandes ciudades y la aparición de una nueva conciencia social
donde se reafirma el valor del hombre y se lo considera el protagonista de la historia
procurando un futuro mejor para el mismo.

Durante el S. XX la integración mundial creció y todo este crecimiento se hizo no sólo


con un esfuerzo inmenso de múltiples y brillantes pensadores, científicos y artistas que
signaron este tiempo, sino también como consecuencia de la necesidad de aceptar y
suplir la pérdida de millones de vidas humanas en las terribles guerras que se habían
suscitado, siempre en la búsqueda de cumplir con el ideal de una mejor vida para todos
lo que llegó a implicar la pérdida del “yo” en beneficio del “nosotros”.

Según Eladio Urbina los hombres modernos se identificaron con Prometeo el dios griego
que por haber entregado el fuego a los hombres debió transcurrir el resto de su
existencia encadenado a una roca, sufriendo atroces dolores al ser sus órganos
devorados diariamente, los cuales volvían a crecer indefinidamente como condena de
haber puesto en marcha la evolución de los seres humanos.

Posteriormente Camús en 1932 cambió a Prometeo por


Sísifo (mito del cual ya nos ha hablado el compañero Dr.
Carlos Melogno) condenado éste por los dioses a hacer
rodar una pesada roca desde la base hasta la cumbre de
una montaña desde donde volvía a caer por su propio
peso y que él debía constantemente volver a levantar.
Sísifo sufre, acepta su condena y trabaja.

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Los objetivos que se plantearon en la modernidad son sin lugar a dudas los más caros
a la humanidad. El problema no estaba en ellos sino en los medios que se estaban
utilizando los que llevaron en los años sesenta a una nueva crisis en el mundo, en un
tiempo de guerras, discriminaciones y conflictos de todo tipo, lo que generó la reacción
fundamentalmente de la juventud que buscó separarse y diferenciarse de sus mayores
surgiendo diferentes movimientos de protesta por Ej. El movimiento Hippie con sus
banderas de anarquía y no violencia, los Beatles con sus baladas de crítica, la lucha por
la liberación de la mujer, contra la discriminación étnica y de los homosexuales entre
otros.

Aparece en ese momento una canción emblemática contra la guerra de Vietnam,


pregonando paz, compasión y libertad: “La respuesta está en el viento” de Bob Dylan
que decía entre otras cosas ¿Cuántos caminos tiene que andar el hombre antes de que
lo llamen hombre?- ¿Cuántos mares tiene que surcar la paloma blanca antes de que
descanse en la arena?- Sí y ¿Cuánto tiempo tienen que volar las balas de cañón antes
de que sean prohibidas para siempre? - La respuesta amigo mío está soplando en el
viento.

Y el viento sopló, y se hizo temporal y otra vez la ley del péndulo se cumplió haciendo
que los seres humanos terminaran siendo arrastrados para el otro extremo.
El hombre posmoderno comienza a sentir que el proyecto moderno es muy arduo y no
lo acepta más diciéndose: dejemos la roca abajo y disfrutemos de la vida ya que ésta
es muy corta para desperdiciarla así. Se abandonan entonces los ideales y se decide
disfrutar del presente con una actitud despreocupada. Es el tiempo del “YO”.

Tras la pérdida de confianza en los proyectos de transformación de la sociedad piensa


que sólo cabe concentrar los esfuerzos en la realización personal y comienza a sentir
que es posible vivir sin ideales. Lo importante es conseguir dinero, mucho dinero, no
importa cómo; disfrutar la vida al máximo; mantenerse lo mejor posible. Aún la familia
pasa a un segundo lugar.

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El símbolo de esta época es Narciso, el hombre enamorado de sí mismo que deja


transcurrir su tiempo admirando su imagen en la fuente. Los grandes principios éticos y
morales de la modernidad dejan de ser universales.
Y son los medios de comunicación, en gran medida, los responsables de estas
transformaciones ya que ellos han permitido la salida a la superficie de las voces de
todas las culturas, de todos los subgrupos, con sus diferencias de perspectiva de los
hechos que permiten conocer al momento las tremendas dificultades de millones de
personas para sobrevivir en el mundo actual, o las terribles perversiones de otros que
con un gran monto de agresividad nos asaltan diariamente desde pantallas del televisor,
los diarios y la radio. Y estas diferentes perspectivas generaron la caída de una visión
unitaria del mundo, de su historia y sus valores, lo que lleva a buscar “la libertad de
hacer la mía” sin respetar los derechos del otro.

Entonces aparece el “esto no se arregla más, no me concierne, no puedo hacer


nada,…”, siendo la juventud fundamentalmente la que se ve arrastrada en esta manera
de sentir al considerarse aislados e incomprendidos al tiempo que no comprenden
tampoco lo que está pasando y tratando de diferenciarse transgreden y desdeñan las
normas de la sociedad exigiendo con violencia lo que ellos entienden “su verdad y sus
derechos”. La violencia que se ve en el cine, la televisión, Internet, y también en la calle
se suma a una educación tanto familiar como formal cada vez más devaluada.
También por los años setenta comienzan a aparecer los llamados libros de autoayuda
que impulsan a aumentar el amor por sí mismo lo cual fue en muchas oportunidades
mal interpretado.

Por ejemplo insistían en “tú eres la persona más importante para ti mismo” lo cual no es
lo mismo que “tú eres la persona más importante” que muchos interpretaron, olvidando
que los derechos de cada uno terminan donde comienzan los de los demás.
Asimismo llevaron a la presentificación de la vida. Todo tiene que lograrse “ahora”, “ya”
se olvida del valor de la afirmación de Kierkegard –“La vida sólo puede ser comprendida
mirando para atrás y sólo puede ser vivida mirando para adelante”.

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Al futuro se lo ve lejano, quizás improbable. Por un lado la ciencia, la medicina van


ganando batallas a la enfermedad, pero los jóvenes se mueren cada vez más temprano
en accidentes de todo tipo, o por tremendas enfermedades que irrumpen o reaparecen
como el sida, el Ébola, el dengue y en guerras o en catástrofes naturales. Entonces
¿para qué preocuparse e hipotecar años en un futuro impredecible? a la vez que se
desvaloriza el pasado la experiencia y los valores admitidos.

Se resta importancia al otro y a su esfuerzo. Paradigmas de la sociedad como los


médicos y los maestros son atacados y desvalorizados, tal como lo estamos viviendo
en el presente en nuestro medio, aunque también es cierto que ellos han cambiado
muchas pautas de su actuar.
El hombre posmoderno obedece a juicios múltiples y
contradictorios entre sí. En lugar de un yo común lo
que aparece es una pluralidad de personajes que
dejan su huella, aunque por poco tiempo (a disfrutar
los quince minutos de fama que les corresponde).
Esas razones serán entonces cambiadas
rápidamente y lo que en la modernidad se vivía con tensión y conflicto ahora se vive sin
drama ni pasión, excepto que sea un partido de fútbol.

El PM no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, sus opiniones


pueden modificarse de un momento a otro y hay una pérdida de la preocupación por la
realización colectiva importando solamente como ya se ha dicho, la obtención de logros
personales.
También aparece una cierta desvalorización de la ciencia y de
quienes la cultivan. Solamente la tecnología parece valorarse. Se
afirma que por Internet se puede estar al tanto de cualquier cosa,
sin necesitar largos años de formación. Y se duda de los científicos,
produciéndose como compensación un retorno a lo esotérico y a lo
religioso con una explosión de lo sobrenatural y de las ciencias ocultas (la astrología,
los horóscopos, la quiromancia, las cartas astrales y hasta la vieja alquimia retornan).

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No hay prejuicios de aceptar explicaciones por más irracionales que éstas sean. Van
junto con lo científico, o a veces por delante. En lo religioso se estructura un mundo
metafísico mezclando en un “vale todo” ideas cristianas, judías, hindúes pseudo
científicas, umbandistas, etc.etc.

Es que buena parte de la sociedad no estaba preparada para la secularización y al


desaparecer los límites impuestos por las religiones se hace necesario que los valores
morales sean asumidos por la conciencia individual y no todos podían o estaban
interesados en hacerlo. Por lo contrario esto lleva a la pérdida del operar del super yo
sin que ello produzca aparentemente pena o congoja. Pero la angustia y la depresión
hoy campean por el mundo.

Con ésta postura de cada cual haga la suya surgen entre otros:
Crisis económicas mundiales tal como se está sufriendo
en la actualidad por la ambición desmedida, sin ética
alguna y sin control, por parte de especuladores
inescrupulosos.
Políticos que engañan y que entre muchas otras cosas
permiten por ej. la venta de armas a países pobres con
conflictos internos o guerras abiertas mientras se desgarran las ropas por la existencia
de las mismas y rechazan a los inmigrantes que logran acceder a sus tierras.
Los policías corruptos. Autoridades policiales traficando armas y drogas. A otros niveles
los “poliladrones”.

La mentira descarada en los medios. Las noticias son adaptadas a las convicciones o
necesidades de cada uno. Las mismas dejan de ser imparciales.
Mal uso de recursos tecnológicos estupendos, por ejemplo Internet usado para
pornografía infantil y prostitución explícita entre otros muchos usos inadecuados
mientras algunos se ocupan de crear distintas formas de destruir equipos e información
a través de virus, gusanos u otros recursos.

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La aceptación de la vulgaridad, la grosería y la agresividad en todos los ambientes con


la excusa de la valoración de lo popular.
Drogadicción incluyendo alcoholismo en niveles nunca conocidos con total indiferencia.
Hoy no se sale a divertirse, se sale a “emborracharse”.
Degradación del medio ambiente en que vivimos a niveles inaceptables debido a la
ambición desmedida de algunos con un total desinterés del bien de la mayoría y del
destino del propio planeta.

Media humanidad sufriendo de hambre y la otra mitad de obesidad.


A nivel individual disminuyen o aun desaparecen entre otras cosas:
 -El aprendizaje y el gusto por la educación y la
cultura
 -La ambición de ser alguien en la vida y hacer el
esfuerzo por lograrlo. Es más fácil robar y rapiñar
y esto en todas las clases sociales, sin importarse
de la vida o el respeto por el otro, sobre todo si
“el otro” es “un viejo”.
 -La paciencia y la tolerancia en las relaciones humanas lo que incluye el
compromiso de la pareja y la responsabilidad de la paternidad.

A la vez disminuye la prudencia en la hora de gastar y el


ahorro como forma de enfrentar situaciones inesperadas
en el futuro lo que es sustituido por la compulsión de
comprar. Es la época del consumo.
También se hace innecesaria la melodía en la música, la
buena voz para cantar, el talento y el ingenio en las
creaciones artísticas. La lista puede llegar a ser muy larga
y no quiero cansarlos.
En fin todos los valores que conocimos y estimamos están enfrentando una dura batalla.

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Pero, también es cierto, que con los años nos volvemos cada vez más exigentes y
quizás no debamos asustarnos o escandalizarnos por la situación sino que debemos
conversar de ello para concienciarlo. Con la ocultación y el miedo no se gana nada y
algo que podemos ofrecer son nuestras propias palabras.

Debemos hablarlo y ver como apoyar desde nuestro lugar a esas personas que integran
esos núcleos sanos que resisten en nuestra sociedad y que son nuestra esperanza: los
que continúan estudiando, trabajando, investigando y creando como forma de
satisfacción personal y para servir a los otros.

Y debemos también asumir nuestro rol en la educación de las nuevas generaciones a


través de nuestro entorno. Y aportar ideas para hacer que el péndulo comience
nuevamente a volver y se retorne a los hermosos ideales de la modernidad, con otras
herramientas y con la experiencia de las nefastas consecuencias de este período que
nos ha tocado vivir.

Como dijo Borges “Sé que para volar solamente se requiere dar fuerzas a las alas de
nuestra imaginación y tomar rumbo hasta donde la nada existe”.

…………::::::………

105
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Administración TEMA 3
de la Justicia

Competencia:
Conocer la administración de la justicia.

106
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Tema 03: Administración de la Justicia

La Administración de Justicia, dice Héctor Fix-Zamudio, es un


concepto con dos acepciones: en primer término, se refiera a la
actividad jurisdiccional del Estado y, segundo lugar, implica al
gobierno y administración de los órganos jurisdiccionales. La
primera tiene la función fundamental de ejercer la función del
Estado, atendiendo, cautelando, tutelando los derechos
fundamentales de las personas, sean estas naturales o jurídicas,
con el objeto de brindarles la justicia, la paz social y con ello la garantía jurídica de la
convivencial social. Los segundos, deben preocuparse por brindar todos los medios
logísticos, personal y otros necesarios para que los órganos jurisdiccionales ejerzan sus
funciones indicadas, sin impedimentos o limitaciones, salvo las señaladas por la
constitución y la ley.

Actualmente hay caos, zozobra en la administración de justicia. Los hechos que a diario
se denuncia, ha motivado señalar, que la administración de justicia en el Perú requiere
de un cambio para solucionar los problemas que tiene y así responder a las necesidades
de los usuarios y recuperar el prestigio de los jueces y de la institución. Pues el sistema
judicial abarca a personas e instituciones públicas y privadas que no están en el Poder
Judicial como son, entre otras, el Tribunal Constitucional, el Ministerio de Justicia, los
abogados, las facultades de Derecho, los colegios de abogados y los estudiantes de
Derecho; todos tienen un compromiso pero se diluye en el silencio o simplemente con
hechos bochornosos, que cuestiona de la proba e idónea administración de justicia, que
desde la formación de los operadores de justicia hasta el ejercicio profesional y de cargo
público no cumplen tal rol.

En nuestro país, como en otros Estados, la administración de Justicia se centra en una


Institución que es el Poder Judicial, pero ello no es correcto.

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Sin bien es cierto que esta Institución constitucionalmente está asignada en nombre del
Estado ejercer la administración de justicia mediante sus órganos jurisdiccionales, pero
en la práctica por la lucha de poderes - “control de poder”- no se le ha dado el lugar que
le corresponde, por el contrario, se le ha invadido de personas con filiación política o
vinculados con las denominadas mafias, y los integrantes no atinan a librarse de las
acusaciones o señalamiento de los yerros. La justicia, así es literatura, solo un ideal,
jamás será una realidad, y los administrados a merced de la injusticia y en los sueños
de lo injusto. Evidentemente perjuicio más perjuicio.

La esperanza es lo último que se pierde. Todos


los actores sociales debemos asumir nuestra
responsabilidad, y hacer que nuestras
instituciones realmente actúen conforme a la
Constitución y la Ley, y si ello no es posible,
entonces pensar en una nuevo sistema judicial,
organización judicial, con el respectivo cambio de Constitución Política, porque la actual
ya no responde a las expectativas de nuestra población. Aquí también es importante la
filosofía del derecho.

Participación de la mujer en el Poder Judicial


Paulino Rueda Romero, en su artículo La Administración de Justicia en
el Perú: Problema de Género, trata sobre un problema cardinal en la
relación de los géneros: Masculino y Femenino. Pues la administración
pública en general, por siglos era de manejo exclusivo del sexo
masculino, y el femenino no era, simplemente, aceptado. Esto ha
motivado que desde el punto de vista filosófico sea materia de reflexión y análisis,
buscando las respuestas lógicas y sustentadas.
Por las diferentes luchas y reconocimiento de los derechos humanos, especialmente de
la mujer, se hizo posible que este género se incorpore activamente al sector público, he
allí poder verla, tratarla y recibir sus mandatos, disposiciones, etc. a la mujer en un igual
a igual que el hombre.

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Nuestro tratadista señala que durante “la segunda mitad del siglo XX, la conciencia
sobre la necesidad de superar la discriminación contra las mujeres, ha producidos
significativos avances en el ámbito legislativo internacional. La Declaración Universal de
los Derechos Humanos de las Naciones Unidas del 10 de diciembre de 1948, proclama
que su contenido se aplica a todos los seres humanos de manera incondicional y sin
distingo de raza, color, sexo, idioma.” 21

Tal normatividad, fue el inicio legislativo para que los diferentes estados, ya de manera
voluntaria o de manera obligatoria, regulasen la incorporación de la mujer en la
administración pública, evidentemente también en la administración de justicia. Ello no
se pretenda indicar que la mujer nunca expreso su cuestionamiento a la línea machista,
por el contrario, se la enfrentó y lucho contra ella.

En nuestro país, la administración de justicia ya no es solo patrimonio del género


masculino, sino se cuenta con la participación activa y en todos los niveles de la
administración a la mujer. Pero, el trato justo y equitativo con la mujer no es completo
y racional. Sobre todo, cuando la mujer está cumpliendo su rol natural de ser madre.
Aquí, no hay trato justo, con ella, y porque no decirlo, también con el hijo. La
administración pública sin perder su condición de autoridad y de ejemplo de
cumplimiento del Derecho, y garantizador de la JUSTICIA, se debe crear programas con
carácter humano a favor de las mujeres e hijos que están en situación de cuna.

Este tema, de género en la Administración de Justicia,


es muy relevante. Porque si la Administración de
Justicia en la práctica no resuelve dicho problema, con
qué carácter moral puede irrogarse cumplir tal función
a nombre del Estado, si en la práctica existe
discriminación por la condición de sexo, y otros
aspectos. Entonces la administración de justicia, evidentemente no tiene el carácter para
ser tal, ni mucho menos ser la garante de la denominada JUSTICIA.

21
Paulino Rueda Romero. La Administración de Justicia en el Perú: Problema de Género.
http://www.usmp.edu.pe/derecho/instituto/revista/articulos/articulo_Dr_PaulinoRueda.pdf

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La administración de Justicia, en el ejercicio de su función debe respetarse su


independencia ya establecida en la Constitución y la ley, pero ello no se cumple, por dos
motivos, porque hay otros poderes que lo controlan como el Tribunal Constitucional, y
dos por la falta de comprensión del rol del juzgador, sobre todo respecto a lo contenido
en la Constitución. Por ejemplo, para entender en qué nivel la función judicial incide
sobre la libertad general, y, a partir de ello, que presupuestos se requieren para que la
administración de justicia cumpla con su función, la Sociología y la Filosofía política
entregan instrumentos más precisos de análisis.

A la respuesta, que para estos efectos es tautológica, respecto a que la función del
derecho es, a partir de un mínimo de coacción necesaria, permitir el ejercicio de la
libertad, la sociología ha precisado en qué sentido el Derecho, y por lo tanto la actividad
de los jueces, es necesaria al funcionamiento de una sociedad moderna que le reconoce
capacidad de decisión y acción libre al individuo.

Estamos con una sociedad desorganizada, sus supuestos representantes no cumplen


con su rol, por lo que la administración también flaquea, dando muestras de no estar a
la altura de los problemas existentes, y estén dispuestos a resolver un determinado
conflicto con la motivación debida.
Para que la administración de justicia como la administración pública en general está a
la espera de una autentica transformación social, para que se produzca el ejercicio
funcional judicial marcado de ser democrático e independiente para la toma de
decisiones.

110
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El vació existente en el conocimiento de la administración de justicia ha dado lugar a la


reproducción ilimitada de prejuicios e imágenes distorsionadas sobre la compleja y vasta
realidad de las instituciones jurisdiccionales. A ello si sumamos los desaciertos, el
incumplimiento de los plazos, por ejemplo, para la emisión de la sentencia de un
determinado caso, peor si la sentencia no cumple con la debida motivación o la decisión
era incoherente con los de la materia demandada. Las observaciones y
cuestionamientos serán implacables, sobre todo en un país, donde la mentira es plena
verdad.

El sistema en general no responde a las necesidades de la población, la sociedad


desorganizada, la administración pública carece de respuesta a la falta de atención de
los servicios públicos, como es la atención de la justicia. Entonces la problemática de
la administración de justicia, no debe ser tratada aisladamente, sino también
conjuntamente con la Administración Pública, conforme a ley.
Pues, la Justicia durante mucho tiempo ha sido considerada como el último garante de
los derechos de las personas gozando de respeto y consideración.

Pero, según un estudio realizado en 1994 por el Instituto Gallup de Argentina "La justicia
padece actualmente una profunda crisis de credibilidad dentro de la sociedad. Esta falta
de credibilidad genera en la población opiniones negativas que apuntan, principalmente,
a la excesiva lentitud o demora en la resolución de las causas y a su creciente
politización. A los ojos de la población la justicia deja entonces de cumplir su función
esencial: deja de ser justa y equitativa.

111
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A su vez, este deterioro provoca una marcada


sensación de desprotección. La gran mayoría de
la gente se siente poco o nada amparada por la
justicia y sostiene que ésta no salvaguarda de sus
derechos sino que sólo favorece a los más ricos
y poderosos".

La suerte de la Administración de Justicia se


encuentra unida a la independencia de los poderes
del Estado y al funcionamiento de cada uno de
ellos, como así también a la sociedad que necesita
saber y comprobar que sus derechos serán
respetados y amparados.

Todos los sectores de la sociedad concuerdan mayoritariamente que algo debe hacerse
para solucionar este problema, pero no coinciden en un plan de reformas para lograrlo.
Por otra parte, se debe tener en cuenta que para solucionar el problema deben coincidir:
el gobierno, los miembros del Poder Judicial, las Asociaciones de Magistrados y
Funcionarios, Colegios de Abogados, Uniones de Empleados, Instituciones
gubernamentales, ONGs dedicadas al tema, y la sociedad en general ya que la
respuesta al problema no se puede encontrar en forma independiente sino todos los
sectores involucrados.

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El Nivel TEMA 4
Prudencial

Competencia:
Analizar el nivel prudencial.

113
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Tema 04: El Nivel Prudencial

La Frónesis como Hábito Intelectual22


Es bien sabido que Aristóteles fue el primero en desarrollar
la noción de frónesis, al menos tal y como ha perdurado en
la historia del pensamiento, en su conocido libro VI de la
Ética Nicomaquea. En este libro, el Estagirita desarrolla su
doctrina de los hábitos intelectuales, según la cual el
ejercicio excelente de la razón requiere de ciertas puestas a
punto, habilidades o disposiciones adquiridas, sin las cuales
el entendimiento no alcanza una operación adecuada – y
menos aún, perfecta – de la facultad intelectual, en ninguna
de sus dimensiones o modos de operación.

Existe una erudita controversia acerca de la cantidad y enumeración de las virtudes


intelectuales en Aristóteles, pero en cualquier caso es indudable que el Estagirita
reconoce siempre la existencia de una virtud intelectual propia del uso práctico de la
razón, distinta de las que corresponden a su uso teorético o técnico, a la que denomina
frónesis, tomando prestada la expresión de una antigua tradición en el uso de esa
palabra, aunque las diferentes acepciones tradicionales no siempre coinciden con la que
le da el filósofo.

En concreto, Aristóteles denomina frónesis - prudentia en su


traducción latina - a aquel hábito intelectual que corresponde al
uso normativo de la razón humana en el ámbito de la praxis –
diverso del de la póiesis o actividad productiva – y que define
como “una disposición racional práctica, conforme a una regla
verdadera (metá lógos), respecto de lo que es bueno y malo para
el hombre”.

22
Carlos I. Massini Correas. Determinación del Derecho y Prudencia. El conocimiento jurídico concreto y su hábito
intelectual. http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo57/files/det_del_dcho_y_prud.pdf

114
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Se trata, por tanto, de un hábito o virtud – disposición operativa hacia el bien – radicado
en el entendimiento en su uso práctico (no se trata aquí de otro entendimiento, sino del
mismo que tiene a su cargo la teoría, pero ordenado a la dirección de la praxis), que
tiene por objeto propio la formación, dirección o valoración ética de la acción humana
concreta.

En la dinámica operativa de esta virtud intelectual, es preciso distinguir dos dimensiones:


una de ellas que hace referencia a la estructura universal-particular y la otra a la
estructura fin-medios. En este sentido – y según lo explicita Aristóteles en diferentes
pasajes – la prudencia sería el hábito operativo que perfecciona la actividad de la razón
práctica en el ámbito de lo particular y en lo que se refiere a los medios necesarios para
alcanzar fines que no son determinados por ella misma, sino que le vienen impuestos
desde fuera.

Prudencia, Virtudes Morales y Verdad Práctica


Luego de los desarrollos realizados, queda por estudiar algunos puntos acerca del
carácter y medida de la labor de la prudencia, para pasar luego a establecer su función
en la tarea de determinación del derecho. En cuanto al primer aspecto, es necesario
efectuar algunas aclaraciones sobre una nota propia de la prudencia como virtud, que
la singulariza respecto a todas las restantes virtudes: su pertenencia tanto a la nómina
de las virtudes intelectuales, cuanto de las éticas o morales.

“Hay que reconocer que la prudencia – escribe Santiago Ramírez – es una virtud sui
géneris, por ser una virtud intelectual que se ocupa exclusivamente de cosas morales
(…). Su materia es moral, aunque su forma sea intelectual. Porque esa materia es
primordialmente buena o mala, por ser objeto del apetito (…), y como tal pertenece a
las virtudes meramente morales. Pero puede considerarse también en cuanto ordenable
por la razón práctica, es decir, como materia de consejo, de juicio y de precepto, o sea,
como verdad práctica, y entonces corresponde a la prudencia”, en su condición de
hábito intelectual.

115
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Dicho en otras palabras, si bien es evidente que la función de


la prudencia es constitutivamente racional, ya que se trata de
conocer e informar racionalmente la conducta más apropiada
en una situación concreta, no puede dejarse de lado que el
objeto de su información es la conducta ética – o jurídica en
su caso – ordenada a la realización del bien humano, i.e. la
conducta ética - o jurídica, que es una especificación dentro
del género de la conducta ética.

En este último sentido, y en cuanto esa información racional resulta indispensable para
la eticidad del obrar, la prudencia participa del carácter ético de la conducta que regula
y dirige. “En realidad – precisa Ramírez – es más intelectual que moral, porque es
formalmente intelectual y sólo materialmente moral, en cuanto que aplica los principios
de la razón práctica a la materia moral”.

La segunda consideración se refiere al problema,


arduamente debatido en la historia del pensamiento,
referido a la necesidad de la presencia en el sujeto de las
virtudes morales para la adecuada operación de la
prudencia. Aristóteles hizo la formulación clásica del
principio, cuando escribió, en la Ética Nicomaquea, que “la
recta conformación de este ojo del alma (la frónesis, CIMC)
no se produce sin virtud, como hemos dicho y es evidente, ya que los razonamiento de
orden práctico tienen un principio, por ejemplo, ‘puesto que el fin es éste’, o ‘puesto que
lo mejor es esto’, sea cual fuere (…), y este fin no aparece claro sino al bueno, porque
la maldad nos pervierte y hace que nos engañemos en cuanto a los principios de la
acción. De modo que, evidentemente, es imposible ser prudente no siendo bueno”.

116
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Conclusiones sobre determinación del derecho y prudencia


Llegado el momento de extraer y explicitar las conclusiones que se siguen de los
desarrollos realizados hasta ahora, estas se reducirán solamente a tres:

a) De todo lo expuesto es posible concluir razonablemente que el necesario proceso


de determinación-aplicación del derecho, exigido por la naturaleza misma de lo
jurídico, reviste a la vez un carácter racional y práctico; esto en razón de que su
objeto, el derecho concreto, su finalidad, la recta ordenación de la praxis jurídica,
y su modo de conocer, de síntesis desde los primeros principios hasta las
conclusiones más cercanas a la conducta concreta, revisten un indudable carácter
práctico; si bien en el desenvolvimiento del proceso aplicativo aparecen
necesariamente dimensiones predominantemente especulativas o teóricas, ellas
se integran en el contexto de una sinergia de carácter constitutivamente práctico,
por lo que también ellas quedan transidas de practicidad, aunque sea por
participación.

Ahora bien, el hábito intelectual por el que se habilita a la razón práctica, en


especial en los niveles de su máxima concreción, para el ejercicio de su función
propia de informar la praxis – en este caso jurídica – máximamente determinada,
ha sido denominada desde Aristóteles, frónesis (en latín prudentia), y consiste en
la disposición intelectual y ética por la que se dirige adecuadamente la praxis
humana; por ello, cuando se trata de la praxis humana jurídica, es posible hablar
de una prudencia jurídica, como de un momento cognitivo indispensable al
momento de la determinación del derecho concreto.

b) esta prudencia jurídica tiene mayor o menor grado de intervención en los diferentes
momentos o dimensiones en los que se divide el proceso de aplicación del
derecho: lógico, de teoría del derecho, de calificación jurídica y de interpretación;
pero en todos ellos participa, unificando y sintetizando estos momentos y
ordenándolos hacia el imperativo jurídico concreto,

117
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que establece e impera lo que es justo en cada caso; puede decirse que la
participación de la prudencia en estas diversas dimensiones de la aplicación se
incrementa en el trayecto que va desde la perspectiva meramente lógica a la
interpretación jurídica y es la misma prudencia la que, en definitiva, realiza la
síntesis aplicativa estructurando estos diversos elementos hasta culminar en el
imperativo concreto que es el acto más propio de la prudencia; en esta síntesis, la
prudencia parte necesariamente de principios práctico-jurídicos y de normas
generales, pues de lo contrario se caería en un situacionismo relativista y anómico,
pero su normatividad no se reduce a la que proviene de normas y principios, sino
que completa aquella normatividad con la determinación concreta de lo que es
derecho en una circunstancia determinada e irrepetible; en esta determinación se
toman en cuenta elementos particulares, cuya concreción agrega un plus de
valoración y dirección que excede el provisto por principios y normas generales.

c) Finalmente, cabe consignar que esta necesaria mediación de la prudencia en la


tarea de determinación de lo que es derecho en una situación concreta, reviste
carácter eminentemente racional, que trasciende a las dimensiones emocionales,
sensibles o meramente decisionales de la acción humana, si bien las supone y las
integra; y esta integración se realiza a través del ejercicio práctico de la razón, que
si bien no reviste el carácter especulativo de la razón teórica, no abandona la
dimensión argumentativa y directiva, que no sólo conoce, sino que también
constituye a partir de este conocimiento sus objetos, informando la praxis para
ordenarla a la plenitud del bien humano; y en esta ordenación de la conducta
jurídica – y de las realidades que se vinculan a ella estructuralmente, recibiendo
por ello también el nombre de derecho – la prudencia jurídica, o sabiduría práctico-
jurídica, cumple un cometido inexcusable como garantía, a la vez, de racionalidad
y de compromiso con el bien humano.

Y esta garantía resulta indispensable en nuestro


tiempo, en el que la abdicación de la inteligencia y
el predominio de los impulsos y las tendencias
sensibles han transformado a la ética y al derecho
en el campo de batalla del mero egoísmo y de la
nuda ambición de poder.

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Lecturas Recomendadas
 ÉTICA Y MORAL Y DERECHO
http://www.fgbueno.es/med/dig/gb96sv1.pdf

 DERECHO, MORAL Y ÉTICA; LEGITIMIDAD DE LOS ORDENAMIENTOS


JURÍDICOS
http://www.eticaed.org/Herrera.pdf

Actividades y Ejercicios
1. Ingresa al link "Lectura 03" lee atentamente las indicaciones, desarróllalo y envíalo por el medio
que se indique en la descripción.
 Dar tres ejemplos de la administración de justicia.
 Hacer una relación de la administración de justicia con los fines del Estado
 Opinión crítica de la lectura, respecto a la realidad peruana.

La Administración de justicia como un bien Jurídico, de Javier Wilenmann. Revista de


Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso XXXVI (Valparaíso, Chile, 2011, 1er
Semestre) [pp. 531 – 573. http://www.scielo.cl/pdf/rdpucv/n36/a15.pdf

“I. La función judicial y el bien jurídico de la Administración de justicia


El objeto del presente artículo es realizar una reconstrucción del objeto y del fundamento de protección
de la categoría de delitos contra la Administración de justicia23.
Al igual que en todas las discusiones sobre la reconstrucción de un bien jurídico penal determinado, una
labor de este tipo cumple al menos dos roles distintos: permite entregar un argumento a favor de una
justificación de la existencia de una categoría de normas penales, esto es, constituye una postura en una
discusión acerca de la legitimación sustantiva de la categoría; y, sobre todo, permite construir un criterio
central de sistematización e interpretación de los tipos individuales que componen la categoría en
cuestión24.
En el caso de la reconstrucción del bien jurídico de la Administración de justicia, el análisis correcto de las
razones que dan cuenta de la necesidad de protección –su fundamento de protección– y la configuración
que tiene en cuanto objeto de protección, requiere una exposición preliminar de presupuestos de la
comprensión de ambas cosas.

23 En lo que sigue, se utilizara la expresión administración de justicia, con mayúsculas, para designar al bien jurídico en
cuestión. La expresión sin mayúscula designa al concepto tradicional, no penal, de administración de justicia, es decir, la
actividad de los jueces o la función judicial.
24 Ello produce una consecuencia peculiar en el contexto de la dogmática de la Parte especial. Como en cualquier rama del

derecho, la interpretación dogmática y judicial dispone de tres tipos de argumentos interpretativos: lingüísticos, sistémicos
y teleológicos o funcionales. La imposición de la sistematización a partir del concepto de bien jurídico produce como
consecuencia analítica que los argumentos de tipo funcional (objetivo) tienden a coincidir con argumentos sistémicos. Ello
refuerza el peso de la argumentación teleológica y, en parte, permite compensar la orientación a la argumentación formal
impuesta por el principio central de la argumentación jurídico penal, a saber, el principio de legalidad.

119
UNIVERSIDAD PRIVADA SERGIO BERNALES

En primer lugar, el carácter lesivo de las conductas que típicamente se reconducen a la categoría en
cuestión, para ser entendido con precisión, requiere poder comprender desde el punto de vista de la
configuración de nuestra sociedad cual es la importancia institucional de la actividad de los jueces, cual
es la forma de ejercicio correcto de su oficio, y de que forma un ejercicio incorrecto de su función puede
resultar dañoso social e individualmente.
A partir de ello, y dando cuenta de la función que el derecho cumple en la posibilitación del libre desarrollo
de la personalidad al estructurar condiciones de coordinación de la acción, se sostendrá la tesis que el
fundamento de protección de la Administración de justicia debe reconducirse a este carácter de condición
de posibilidad que ella cumple. Ello, según se sostendrá, permite al mismo tiempo reconocer que en tanto
objeto de protección, la Administración de justicia se encuentra constituida por el conjunto de
condiciones y deberes que requiere la administración de justicia para cumplir, en las condiciones
contingentes de cumplimiento de la función del derecho, con la prestación que entrega a la sociedad. Las
distintas sub-categorías de delitos contra la Administración de justicia atacan presupuestos distintos: así,
por ejemplo, directamente el principio de sujeción al derecho en el caso de la prevaricación, o la necesidad
de confianza en las declaraciones y otras pruebas presentadas en el proceso, en tanto contexto
especialmente protegido respecto de representaciones falsas dada la fragilidad de la posición cognitiva
de los jueces, en el caso de delitos de falso testimonio y otras falsedades en el proceso.

II. La función del Derecho y la función judicial


1. Vínculo conceptual e histórico entre función del Derecho y función judicial.
La prestación que cumple la actividad judicial, desde el punto de vista de la configuración de la sociedad,
coincide, al menos parcialmente, con la función que asignamos al Derecho. La actividad judicial se define
precisamente en relación con el Derecho: si, como en la modernidad, es posible distinguir legislación y
jurisdicción, esta última no es sino la actividad que tiene por objeto aplicar el Derecho25.
Al parecer no ser más que la manifestación institucional visible de la idea puramente normativa de
Derecho, la administración de justicia manifiesta una dependencia conceptual respecto de este. Aun en
su comprensión mas simple, la administración de justicia es dependiente de la concepción del Derecho
no solo por tratarse de la encargada de su aplicación, sino que además porque se encuentra configurada
por este y creada por este. Por ello función del Derecho y función de la administración de justicia tienen
necesariamente un campo de coincidencia, al menos, parcial.
La dependencia entre administración de justicia y Derecho no es puramente unilateral, lo que manifiesta
con aun mayor fuerza la casi-coincidencia necesaria como categoría funcional que existe entre Derecho y
administración de justicia. La administración de justicia, incluso entendida simplemente como órgano, es
un presupuesto necesario de la idea de Derecho, ya que permite su exigibilidad coactiva y su
funcionamiento en condiciones de relativa certeza264.

25 Desde Kelsen es, por cierto, problemática la distinción fuerte entre producción y aplicación del Derecho. Según Kelsen, todo
acto de una cadena de validez es, lógicamente, producción y aplicación del derecho, a excepción de ambos extremos, de los
que no forma parte ni la producción típica de este (la ley), ni la aplicación típica de este (la sentencia judicial). Sobre lo
anterior, véase: Kelsen, Hans, Teoría pura del Derecho (México D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1979), pp.
246 ss. Por la razón anterior, suele discutirse la idea de que la función judicial sea simplemente la aplicación de la ley. En
todo caso una cuestión es evidente: la crítica de Kelsen no funciona en el mismo plano que la distinción reseñada. La
distinción entre creación y aplicación como correlato de la distinción entre legislación y jurisdicción no es una distinción
pura de lógica normativa, como lo pretende Kelsen, sino una distinción de alcance (alcance normativo general vs. alcance
normativo particular), de justificación argumentativa (justificación normativamente innecesaria para la validez de la norma
vs. justificación como fuente de la validez de la decisión judicial) y una distinción política (creación como lo propio de la
legislación, políticamente legitimada vs. Aplicación como lo propio de la jurisdicción, sin legitimación política salvo en su
vínculo institucional y profesional con la ley). El propio Kelsen reconoce, aunque los presenta como diferencias de grado, las
dos primeras distinciones relativas a la aplicación y creación de derecho.
26 Cfr. Habermas, Jurgen, Facticidad y validez (4a edición, Madrid, Trotta, 2005), pp. 200 ss.

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En ese sentido, y pese a que parezca intuitivamente que se trata de dos conceptos fácilmente discernibles,
Derecho y administración de justicia manifiestan una dependencia reciproca tan fuerte que puede hacer
parecer ilusoria la distinción entre ambos. Tanto el normativismo radical como el realismo radical, de
hecho, defienden su confusión27.
Por lo mismo, la función de la administración de justicia reproduce, al menos, una parte de la función del
Derecho. Ya en la construcción de la idea misma de una función estatal específicamente aplicadora de
Derecho, se manifiesta conceptualmente el vínculo de la función de lo que debe ser aplicado, con la
prestación que se entrega al aplicarlo. Este vínculo conceptual se manifiesta, asimismo, en tradiciones
jurídicas determinadas y en la historia de las instituciones. Así lo hace históricamente de forma
particularmente clara en la Ilustración. A la concepción continental de la Ilustración de la función del
Derecho como coacción necesaria para la compatibilidad y el ejercicio de la libertad determinado
precisamente por quienes ven afectada su libertad28, subyace la idea de la separación de poderes y del
ejercicio independiente pero vinculado a la ley de la función judicial, como una condición necesaria del
cumplimiento de la función del Derecho. Esta forma de estructuración institucional de la administración
de justicia, que puede parecer intuitiva en la actualidad, solo es conceptualmente necesaria bajo esa
construcción del Derecho y, de hecho, fue este cambio en la comprensión de su función el que llevo a una
estructuración institucional de este tipo. Como presupuesto de aplicación, la separación de poderes solo
es contingentemente necesaria para permitir la libertad de los ciudadanos, e incluso puede ser
contraproducente al establecimiento de un Estado externamente poderoso o para llevar a cabo cambios
sociales radicales29. En su exposición, Montesquieu es sumamente claro al vincular la separación de
poderes al objetivo específico de permitir el ejercicio de libertades, utilizando reiteradamente expresiones
como “il n’y a point de liberté”30 cuando se reúnen dos o más poderes. La separación de poderes como
condición esencial del ejercicio de la actividad judicial no tiene una explicación funcional para la
maximización de la eficacia del poder, sino una justificación relativa a la libertad de los ciudadanos, y por
ello nace con la identificación de una función liberal del Derecho.
La ideología de la Revolución Francesa, y la institucionalización de esta, marcaron de forma aún más
directa esta relación. Conforme a esta, el Derecho no solo sería una condición para el ejercicio de la
libertad, necesario para articular el posible conflicto de varias libertades en juego, sino que además el
Derecho seria directamente una manifestación de la libertad de los ciudadanos 31.

27 Como se verá más adelante, en materia de bien jurídico manifestar una confusión entre ambos, y constituir a los delitos
contra la administración de justicia en delitos contra el Derecho conduce a una dificultad importante. Ello lleva
necesariamente a tener que, o bien, distinguir entre administración de justicia, como bien jurídico, y administración de
justicia, como concepto autónomo, o bien tener que defender la diferencia conceptual entre Derecho y administración de
justicia. Pese a que del trabajo puede deducirse, correctamente, que presupone una distinción como la segunda, hacer el
trabajo argumentativo correspondiente excede el interés y las posibilidades del presente artículo. Por ello debe asumirse
que, al menos, hay una distinción necesaria entre “administración de justicia” –concepto penal– y “administración de
justicia” –concepto de teoría del Derecho.
28 Montesquieu, De l’esprit des lois (Paris, Gallimard, 1995), pp. 327 ss. En materia penal ello corresponde a la fundamentación

de Feuerbach de la pena, inspirada en la filosofía kantiana del derecho. A su vez, la concepción kantiana del derecho es
central en la comprensión de las relaciones entre derecho, libertad y moralidad en la filosofía ilustrada. Sobre ello, véase:
Kant, Immanuel, La metafísica de las costumbres (Madrid, Tecnos, 2002). Respecto de la conexión con Feuerbach, Jakobs,
Gunther, La pena estatal: significado y finalidad, en El mismo, El fundamento del sistema jurídico penal (Lima, ARA Editores,
2005), pp. 32 ss.
29 Esto se encuentra en la base de la crítica de Schmitt a la supuesta preponderancia puramente teórica de una concepción

parlamentaria del Estado a través del concepto de voluntad general. Según Schmitt, el parlamentarismo jurídico constituye
antes una solución de compromiso, adaptada a necesidades políticas contingentes, frente a la posibilidad de estructurar el
derecho de forma puramente conservadora (Estado jurisdiccional, en el que los tribunales defienden el statu quo de lo justo)
o de forma radicalmente rupturista (Estado gubernativo, en el que el poder central tiene mayores facultades de llevar a cabo
cambios relevantes). Cfr. Schmitt, Carl, Legalidad y legitimidad (Granada, Comares, Colección Critica del Derecho, 2006), pp.
1 a 8.
30 Montesquieu, cit. (n. 6). La mejor traducción de esta expresión al español es, tal vez, simplemente “No hay libertad”. Pero la

fórmula que elige Montesquieu tiene por objeto reforzar la idea de lo que falta, por sobre la negación simple“il n’y a pas de
liberté”.
31 Rousseau, Jean Jacques, El contrato social y otras obras (Buenos Aires, Losada, 2003), pp. 67 a 77; Garcia de Enterria,

Eduardo, La democracia y el lugar de la ley (Madrid, Civitas, s.d.), pp. 29 ss.

121
UNIVERSIDAD PRIVADA SERGIO BERNALES

Por ello, la administración de justicia no solo tendría que configurarse como poder independiente, sino
que además esta agotaría sus posibilidades de actuación en la aplicación puramente mecánica de la ley:
solo ella podría ser considerada coacción originada en la voluntad del propio sujeto coaccionado.
Cualquier forma de creación o de discreción de los jueces seria manifestación de la voluntad de este y no,
en cambio, de la voluntad general, expresión de la libre determinación ciudadana en la interpretación
formalista de Rousseau. Ello la haría injustificable32. El rechazo a la discrecionalidad y a la concesión de
facultades creativas al juez dio lugar durante la Primera Republica a la instauración de un sistema
institucional en el que en cualquier caso difícil, en que la ley no resultara claramente aplicable o existiera
un conflicto de normas, el juez debía dirigirse a la Asamblea Legislativa, representante formal del pueblo,
para que esta se manifestara respecto de la verdadera interpretación de la ley en cuestión, o solucionara
eventuales vacíos legales33. Este es probablemente el ejemplo más fuerte de la construcción de un vínculo
claro entre la concepción de la función del Derecho y la configuración de la actividad judicial, así como de
la influencia directa que la concepción que se tenga de la función del derecho tiene sobre los deberes y
prohibiciones de la administración de justicia.

Pese a la superación, dada sus propias imposibilidades y producto del desarrollo de la teoría de la
argumentación jurídica, de la posibilidad de un positivismo puramente legalista, la justificación liberal del
Derecho sigue siendo, en una sociedad republicana y democrática, la forma más verosímil de reconstruir
la función de este, sobre todo a la luz del mantenimiento de una configuración institucional parcialmente
vinculada a la concepción ilustrada, en virtud de la cual el postulado de que la administración de justicia
tiene por objeto posibilitar el libre desenvolvimiento de la personalidad sigue siendo su mejor
justificación.

Sin embargo, desde el punto de vista de la configuración liberal del Derecho penal, entender que la
posibilitación del ejercicio de la libertad es el objeto de protección de una clase de delitos determinada,
es una respuesta demasiado vaga e imprecisa como para ser aceptable. La justificación liberal del Derecho
penal derivada de la Ilustración precisamente constituye a todos sus bienes jurídicos, en algún nivel, en
objetos de protección del libre desenvolvimiento de la personalidad34. Convertir a los delitos contra la
Administración de justicia en una especie de meta-categoría que protege todos los otros bienes jurídicos
y a la libertad general de acción, no solo daría lugar a una construcción poco interesante por no tener
posibilidad de aplicación alguna, tal como lo sería constituir a los delitos contra la libertad en una categoría
omnicomprensiva o subsidiaria35, sino que además sería sumamente inverosímil dada la especificidad de
los delitos contra la administración de justicia.”

32 Garcia de Enterria, cit. (n. 9), pp. 38-41. En materia penal, particularmente relevante desde un punto de vista histórico:
Beccaria, Cesar, De los delitos y las penas (México D.F., Fondo de Cultura Económica, 2000), p. 220.
33 Sobre el “refere legislatif”, véase: Garcia de Enterria, cit. (n. 9). Más allá de sus problemas prácticos y de la deformación de

la distinción entre razonamiento universal centrado en la legislación y razonamiento particular centrado en el juez, la
referencia legislativa descansaba sobre un presupuesto errado. Su fundamento se basaba en la idea que permitía conciliar
un caso sin voluntad universal con la voluntad universal a través de una manifestación concreta de esta, de forma tal de
respetar el derecho del individuo a no ser sometido a coacción externa. Pero este fundamento se desentiende de la
dimensión de legitimación temporal (base de las prohibiciones de retroactividad) que subyace al problema de la autonomía.
No se trata solo que el sujeto haya prestado formalmente su consentimiento a la aplicación de la coacción por la infracción
de la norma, sino que lo haya hecho antes de infringir la norma. Si la norma aparece como expresión universal de la voluntad
de forma retroactiva, es indudable que hay imposición de una voluntad (ahora colectiva) heterónoma al sujeto coaccionado.
34 Esta consideración es la que constituye la dificultad en la demarcación de la libertad como objeto general de protección y la

libertad como bien jurídico especial, ya que “estrictamente considerado, todo delito es un delito contra la libertad”,
Tittmann, Karl August, Contribuciones a la doctrina de los delitos contra la libertad (Meiβen, 1806) (traducción de Bascunan
Rodriguez, Antonio); véase también: Carrara, Francesco, Programa de Derecho criminal (Bogotá, Editorial Temis, 1958), II,
pp. 323 ss. .
35 Sobre el particular, véase: Bascunan Rodriguez, Antonio, La regulación española de la coerción en el marco de la codificación

europea (Madrid, ADPCP, 1994), pp. 266 ss..

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Autoevaluación
1) Entre las diferencias indicadas, entre Ética y Moral, señalar la que no
corresponde
Moral Ética
A Cumplo una promesa hecha Razonamos que los pactos han de
ayer. cumplirse siempre.
B Ayudo voluntariamente a un Me pregunto sobre qué tiene más valor
compañero. moral.
C Decido si tengo que ser o no Reflexiono sobre principios sin valores
sincero.
a. La A y B.
b. La B.
c. La C.
d. No hay opción incorrecta.
e. La A.

2) Señale quien dijo: “el mundo siempre fue y será una porquería”
a. Enrique Santos Discépolo.
b. Enrique Santos Discípulo.
c. Enrique López Albujar.
d. Enrique Hernández.
e. Enrique Alonso Albujar.

3) ¿Quién buscó las realidades trascendentales del mundo?


a. Enrique Santos Discépolo.
b. Eladio Urbina Spiens.
c. Hommo Sapiens Sapiens.
d. Enrique Segoviano.
e. Dalas Alzahar.

4) “La .... sólo puede ser comprendida ....... para atrás y sólo puede ser .....
mirando para adelante”
a. vida – mirando – vivida.
b. moral – mirando – entendida.
c. vida – viendo – vivida.
d. Vivida – mirando - vida.
e. Moral – viendo - vida.

5) Entre las funciones del Estado, señale la que corresponde:


a. Administrativa.
b. Legislativa recaudadora.
c. Administración de justicia.
d. Legislativa fundadora.
e. Civil administrativa.

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6) La Administración de justicia se efectiviza mediante:


a. Los operadores de justicia.
b. Los órganos reguladores.
c. Los órganos jurisdiccionales.
d. Los órganos no reguladores.
e. Los órganos estatales.

7) El texto siguiente: “el Estagirita desarrolla su doctrina de los hábitos


intelectuales, según la cual el ejercicio excelente de la razón requiere de
ciertas puestas a punto, habilidades o disposiciones adquiridas”. Es de:
a. Sócrates.
b. Aristóteles.
c. Platón.
d. Da Vinci.
e. Pitágoras.

8) La prudencia sería el hábito operativo:


a. “que perfecciona la actividad de la razón práctica”
b. “que perfecciona la actividad de la razón pura”
c. “que motiva la actividad de la razón práctica”.
d. "que motiva la actividad de la razón pura".
e. "que perfecciona la actividad de la razón mediática".

9) “consiste en la disposición intelectual y ética por la que se dirige


adecuadamente la praxis humana”, definición de
a. Frónesis.
b. Prudente.
c. Razonamiento.
d. Lógica.
e. Psicología.

10) Completar en el siguiente texto: “las… que se vinculan a ella.........., recibiendo


por ello también el nombre de...”
a. verdades – estructuralmente – derecho.
b. realidades – estructuralmente – derecho.
c. frases – proporcionalmente - ética.
d. Mentiras – proporcionalmente -demagogia.
e. Mentiras – estructuralmente - estafa.

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Resumen
UNIDAD DE APRENDIZAJE III:

Desarrollamos sobre la Ética, la Moral y el Derecho. Tres temas básicos del curso. La
Ética es una rama de la filosofía dedicada a las cuestiones morales. La moral orienta
acerca de qué acciones son correctas (buenas) y cuales son incorrectas (malas). Se
ha establecido las diferencias entre la Ética y la Moral, y como se tiene explicado la
moral trata sobre nuestros actos correctos o incorrectos y la Ética trata sobre la moral,
estudia el origen de los conflictos morales, sus consecuencias. Sobre estos dos temas,
el tratadista Aranguren, a lo que, llama a la ética: moral pensada y a la moral: moral
vivida.

Se trata con un tema actual y crítico, la sociedad y los valores éticos. Este tema se ha
considerado tratarlo, teniendo en cuenta los cambios sociales como consecuencia del
avance de la tecnología, la cibernética, la informática, no solo local sino internacional.
Lo que ofrece la comunicación vía INTERNET, como es recepcionada por la sociedad
especialmente la juventud, pero como quedan los valores, la moral, la ética, como
explica la Dra. Zoe Valdomir, la sociedad actual está en crisis de valores. La
comunicación familiar, no se dá, en clases los alumnos en vez de atender al docente o
expositor prefieren el chateo, etc. El respeto como valor y práctica, se soslaya,
peligrosamente y permite que campos negativos, incorrectos permitan y sobre alimenten
con el mal denominado corrupción.

Desarrollamos sobre la administración de justicia, tema considerado clave para la


seguridad jurídica de la justicia y de la paz social, y con ello la garantía que la sociedad
pueda desarrollarse en todos los campos, sin diferencias. En nuestra sociedad dicha
administración está muy cuestionada y no se la respeta. Tema para filosofar desde la
perspectiva del Derecho y de las ciencias sociales. En este tema, también se plantea
como problema aun no resuelto respecto a la situación de género, es decir dar a la
mujer, como integrante de la administración de justicia, la atención y garantía de justicia
y equidad en dicha administración como ejemplo de cómo debe ser una correcta y justa
administración de justicia.

Sobre la prudencia como practica en la toma de decisiones del juzgador, sobre todo en
sus argumentos o motivaciones. Sobre la prudencia se ha recopilado algunas
conclusiones que la consideramos importantes y que se debe tener en cuenta.

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126
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Introducción
a) Presentación y contextualización:

El estudiante desarrolla una actitud analítica y crítica sobre la realidad jurídica y las
razones filosóficas jurídicas en lo civil y comercial.

b) Competencia:
Comprende la relatividad de la realidad jurídica, Los derechos, deberes y las
normas naturales, Define la importancia de las razones filosóficas del derecho
civil y derecho comercial y Reconoce los antecedentes del Derecho penal.

c) Capacidades:
1. Identifica el derecho natural, su historicidad y la relatividad de la realidad jurídica.
2. Reconoce los derechos, deberes y las normas naturales.
3. Desarrolla las razones filosóficas de derecho civil, protección social y buena fe.
4. Analiza las razones filosóficas de derecho comercial, Antecedentes, el proceso
según la filosofía.

d) Actitudes:

 Conoce correctamente la historia del derecho natural


 Diferencia los derechos de los deberes y normas.
 Identifica las razones filosóficas del derecho civil y su función a favor de la
protección y buena fe.
 Interpreta las razones filosóficas del derecho comercial.

e) Presentación de Ideas básicas y contenidos esenciales de la Unidad:

La Unidad de Aprendizaje 04: Naturaleza y Razones Filosóficas del Derecho,


comprende el desarrollo de los siguientes temas:

TEMA 01: Derecho Natural, Su Historicidad y la Relatividad de la Realidad


Jurídica
TEMA 02: Los Derechos, Deberes y las Normas Naturales.
TEMA 03: Las Razones Filosóficas de Derecho Civil, Protección Social y
Buena Fe.
TEMA 04: Las Razones Filosóficas de Derecho Comercial, Antecedentes, el
Proceso Según la Filosofía.

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Derecho Natural,
Su Historicidad y
TEMA 1
la Relatividad
de la Realidad
Jurídica
Competencia:
Identificar el derecho natural, su historicidad
y la relatividad de la realidad jurídica.

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Desarrollo de los Temas
Tema 01: Derecho Natural, Su Historicidad y
la Relatividad de la Realidad Jurídica

Definiendo el concepto derecho natural, primero la palabra derecho que deviene del latín
directum, el término derecho puede traducirse como aquello “que está conforme a la ley”
y permite desarrollar postulados de justicia que constituyen la organización de las
instituciones y las normas que rigen una sociedad.
Luego la palabra: Natural, por su parte, es lo que está vinculado a la naturaleza. Este
término tiene múltiples significados y puede referirse a lo esencial de un ser, al conjunto
de los fenómenos físicos y elementos del mundo terrenal y a la cualidad de algo, entre
otras cosas.

De ambos conceptos se desprende la idea de derecho natural, que está formado por los
postulados acerca de la justicia que se inspiran en la condición natural del hombre. Estos
principios buscan materializarse a través del derecho positivo o efectivo, que está
formado por las leyes dictadas por el Estado (que tienen que ser respetadas, de manera
obligatoria, por todas las personas) para mantener el orden social.
El derecho natural (o, en latín, Ius naturale) no puede ser definido con precisión, ya que
su concepción ha variado a lo largo de la historia. Por lo general, el derecho natural es
fundamentado en un ente abstracto natural que resulta superior a la voluntad de las
personas (como Dios).

El Derecho Natural es una doctrina ética y jurídica que


defiende la existencia de derechos del hombre fundados o
determinados en la naturaleza humana. Es un conjunto de
derechos universales, anteriores, superiores e independientes
al derecho positivo y al derecho consuetudinario. No se debe
confundir iusnaturalismo con derecho natural, iusnaturalismo
hace referencia al conjunto de pensadores o escuela, mientras
que el derecho natural se refiere al conjunto de normas o preceptos.

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En concreto podríamos establecer que el Derecho natural es el conjunto de normas que


los seres humanos deducimos o establecemos a partir de nuestra propia conciencia y
que son los que priman y se determinan como justicia en un momento histórico
determinado. Esta última seña de identidad es la que establece que el mismo vaya
cambiando en base a la etapa que se esté viviendo en una sociedad y en una época
concreta.

El derecho natural es el fundamento del derecho positivo, es decir, éste está


subordinado al natural. El derecho natural sirve al ordenamiento positivo de control y
límite, y además de complemento. El derecho natural justifica la existencia y
obligatoriedad del positivo, pero no es éste una mera repetición del primero, ya que los
preceptos naturales son abstractos, generales y universales, de lo que nace la exigencia
de la existencia de un derecho positivo concreto y adaptado a cada sociedad en cada
tiempo, incorporando el valor de justicia subyacente en estos principios naturales. Una
expresión contemporánea -no única- del derecho natural se traduce con los derechos
humanos fundamentales.

Éstos se pueden definir como aquellos de los que es titular el hombre, no por graciosa
concesión de las normas positivas, sino con anterioridad e independientemente de ellas,
y por el mismo hecho de ser hombre, de participar de la naturaleza humana (A.
Fernández-Galiano). Los orígenes remotos de la idea de Derecho Natural se encuentran
en Platón (s. IV a.C.), particularmente en su obra "República" y "Leyes". En su Ética
nicomáquea, Aristóteles, por su parte, distingue entre la justicia legal o convencional y
la justicia natural. Esta última hace referencia a aquello "que en todo lugar tiene la misma
fuerza y no existe porque la gente piense esto o aquello" (V, 7).

En el mismo lugar, Aristóteles insiste en que las leyes naturales no son inmutables, pues
en la propia naturaleza humana hay cambios naturales debido a principios internos de
desarrollo. Y el ser humano tiene como rasgo fundamental la racionalidad que permite
indagar en la vida característicamente humana.

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Este aspecto de la racionalidad será retomado por el Estoicismo desde otro punto de
vista. La naturaleza humana forma parte del orden natural. La razón humana es una
chispa del fuego creador, del logos, que ordena y unifica el cosmos. La ley natural es
así: ley de la naturaleza y ley de la naturaleza humana, y esta ley es la razón. Y esa
razón ha sido implantada por la divinidad o los dioses. Como la razón puede pervertirse
al servicio de intereses fuera de la propia razón se decía que la ley natural es la ley de
la recta o sana razón.

De este modo, Cicerón (s. I a.C.) afirmará que para el hombre culto la ley es la
inteligencia, cuya función natural es prescribir la conducta correcta y prohibir la mala
conducta -es la mente y la razón del hombre inteligente, la norma por la que se miden
la justicia y la injusticia (Leyes, 1.VI). Cicerón escribe en el contexto de la formación del
Derecho romano, el cual es fundamental para la idea de Estado de Derecho, y tiene
como fuente intelectual el Estoicismo.

El Cristianismo prosiguió las concepciones estoicas. Perfeccionó


este concepto, que coincidía con sus orientaciones filosóficas y
políticas. La necesidad de libertar a la persona humana de la
tutela absorbente del estado que debía conducir, lógicamente, a
buscar un sistema jurídico que no fuera sólo la expresión de la
voluntad de los gobernantes. En el siglo VII, San Isidoro de Sevilla
recogió de la tradición romana la idea de un derecho commune
omnium nationum... Numquam injustum, sed naturales,
aequumque (común a todas las naciones..., Que nunca es tenido por injusto, sino por
natural y equitativo).

131
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Fue santo tomas de Aquino (1225-1274) quien dio a esta doctrina su más perfecto
desarrollo. Hay tres clases de leyes o de sistemas jurídicos que derivan jerárquicamente
el uno del otro: la ley eterna es la razón divina que gobierna al mundo físico y moral, y
no puede ser conocida sino a través de sus manifestaciones; la ley natural es "la
participación de la ley eterna en la criatura racional", y podemos conocerla con "la luz
de la razón natural, por la que discernimos lo que es bueno y lo que es malo"; y la ley
humana deriva racionalmente de la anterior para "disponer más particularmente algunas
cosas".

Esta ley natural-que ahora nos interesa- es universal e


inmutable, y superior a las leyes humanas. Sus
preceptos son muy generales, y podrían reducirse
a uno solo: hacer el bien y evitar el mal. Pero santo
tomas da algunos ejemplos: pertenecen a la ley
natural aquellas reglas por las cuales se conserva la vida del hombre y se impide lo
contrario; las que permiten hacer lo que la naturaleza enseñó a todos los animales, como
la Unión de los sexos, la educación de los hijos y otras semejantes; y las que coinciden
con la inclinación del hombre a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad. De
esta última deriva la obligación de no dañar a otros.

Esta teoría fue desarrollada durante los siglos XVI y XVII


por los teólogos españoles, especialmente Domingo Soto
(de justitia et iure, 1556) y Francisco Suárez (tractatus de
legibus ac deo legislatore, 1612). Convertida en la doctrina
oficial de la Iglesia Católica, ha encontrado en este siglo
nuevos y brillantes expositores, que forman el movimiento
que se ha llamado el renacimiento del derecho natural.

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La escuela del derecho natural y de gentes debe su origen a


Hugo Grocio, que público en 1625 su libro de iure Belli AC
pacis. Grocio reconoce la existencia de un derecho natural,
pero se aparta de la escolástica al considerarlo como "una
regla dictada por la recta razón", la cual nos indica que una
acción es torpe o moral según su conformidad o
disconformidad con la naturaleza racional.

Y esta regla existiría-agrega- aunque no hubiera Dios o no se ocupara de los asuntos


humanos.
Grocio separó así netamente el derecho de su fundamento religioso y moral. El derecho
natural ya no es una aspiración instintiva hacia la justicia, ni un reflejo de la sabiduría
divina, sino un producto totalmente intelectual y humano. Más aún: el derecho natural
no comprende solamente los preceptos fundamentales de la convivencia social, sino
que puede llegar, por el esfuerzo racional de los hombres, a elaborar sistemas jurídicos
completos. Y la diversidad que se advierte entre las legislaciones positivas solo revela
que los pueblos no siempre han tenido una conciencia clara de lo que debe ser el
derecho.

La doctrina del derecho natural -en su expresión


tomista que podemos llamar tradicional- es, por lo
tanto, la única que consigue dar un fundamento y
una finalidad al orden jurídico. Ese fundamento
reside en la existencia de principios superiores a la
voluntad humana, y a los cuales debe ésta
someterse. Así como el hombre no se ha creado a
sí mismo ni a la sociedad, tampoco quedan enteramente a su arbitrio las leyes que
deben gobernarlo y regir el desenvolvimiento colectivo.

133
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Hay principios generales que se imponen como una


necesidad racional a las determinaciones de los legisladores,
porque derivan de la naturaleza misma de los seres humanos
y de las exigencias de su vida en común, y esos principios
son universales e inmutables, porque dan las normas
básicas de la convivencia social en todas las épocas y lugares.

Estos preceptos no derivan de una determinación más o menos arbitraria de los


hombres, sino que vienen impuestos por fuerzas que gravitan decisivamente en la
elaboración de las normas, y que se presentan al espíritu como una exigencia natural.
En otros términos, no son solamente principios racionales-pues en tal caso podrían
variar con las circunstancias y los distintos criterios intelectuales-, sino que existen del
mismo modo que las leyes naturales que rigen el mundo intelectual, pero se imponen a
la razón humana, y ésta puede desarrollar progresivamente su conocimiento.

Si atendemos al contenido de este derecho natural, advertimos que se funda en


exigencias de la vida humana en sociedad, y que deriva de las características comunes
a todos los hombres, cualesquiera sean su raza o sus modalidades peculiares. El ser
humano revela, ante todo tres instintos o tendencias, de los cuales provienen ciertas
normas básicas de la vida social: el instinto de conservación, la tendencia a propagar la
especie y la necesidad de vivir en sociedad con sus semejantes.

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Todo derecho debe, por consiguiente, fundarse sobre esos requerimientos de la


naturaleza: debe proteger la vida y la integridad física de los hombres; favorecer la Unión
de los sexos para la propagación de la especie y la educación de los hijos, haciendo del
matrimonio y la familia dos instrumentos cuyos fines específicos merecen ser
reconocidos y afianzados; y organizar un gobierno que mantenga el orden de la
comunidad y oriente la conducta de sus miembros a fin de asegurar el bienestar
colectivo. Con éste último fin es preciso reconocer a la autoridad cierto imperio sobre
los individuos, a los cuales puede exigir los sacrificios destinados a realizar el bien
común.

Además, el derecho, establecido para regular la actividad


humana en sociedad, no puede olvidar que las personas
tienen fines particulares y supremos que cumplir, y debe
por lo tanto asegurarlos. Para ello es preciso que
reconozca las libertades esenciales: de conciencia, de
culto, de acción en sus múltiples formas, de asociación y
de intervención en el gobierno de la comunidad, sujetas
todas ellas a las restricciones que derivan de los derechos de las demás personas y de
los intereses colectivos.

Estas restricciones, y los demás sacrificios que


puede exigir el estado, deben naturalmente fundarse
en la igualdad de tratamiento que merece todo ser
humano, sin que puedan establecerse distinciones
arbitrarias o injustas entre los grupos e las clases,
sobre estos dos principios fundamentales, la libertad
y la igualdad, reposan racionalmente las relaciones entre el estado y sus miembros.
El Derecho Natural continúa el camino de identificarse con su naturaleza la sociedad
humana, pero ésta la sustenta o la extingue.

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Los Derechos,
Deberes y las TEMA 2
Normas
Naturales
Competencia:
Reconocer los derechos, deberes y las
normas naturales.

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Tema 02: Los Derechos, Deberes y las


Normas Naturales

¿QUÉ ES EL DERECHO?
Si el hombre tiene el deber de obrar el bien, debe
tener también el poder de hacerlo sin que nadie se
lo impida. A esta facultad que tiene el hombre se
denomina derecho. El derecho es el poder que el
hombre tiene para hacer, omitir, poseer o exigir algo
de acuerdo a las normas morales o a las leyes civiles.
El derecho puede ser: natural o positivo.

a. El derecho NATURAL es el poder moral que posee toda persona para alcanzar su
propia perfección, siendo el camino señalado por la ley moral, es decir, por la propia
conciencia. El derecho natural es inviolable, absoluto, universal y puede ser
exigido por la fuerza.
El derecho natural es inviolable, no porque no pueda ser violado por la fuerza bruta,
sino porque no debe serlo jamás: nada en el mundo podría autorizar la injusticia. Es
absoluto porque contra él no puede prevalecer ni el capricho, ni el interés, ni el
sentimiento, ni la fuerza. “No existe derecho contra el derecho”.
Es universal, como el deber: resulta tan imposible concebir un hombre desprovisto
de todo derecho, como liberado de todo deber.

Puede ser exigido por la fuerza, porque el derecho otorga a


quien lo posee el poder de exigirlo y de defenderlo; de lo
contrario, resultaría ilusorio. En la sociedad este poder está
confiado a la sociedad misma, que es más imparcial y más
fuerte. Salvo ciertos casos de fuerza mayor, no podemos
hacernos justicia por nosotros mismos.
Los principales derechos naturales son: el derecho a la vida, la libertad de
conciencia, el derecho de ejercer libremente las propias facultades, como ser:
trabajar, instruirse, etcétera.

137
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b. El derecho positivo es la facultad que tiene el hombre para hacer, omitir, poseer o
exigir algo de acuerdo con las normas jurídicas que rigen en toda sociedad
organizada.
Estas normas jurídicas se distinguen de las normas morales porque varían según
las épocas y los países. Además, su violación produce sanciones exteriores
únicamente.
El derecho positivo comprende los derechos sociales, civiles y políticos que
estudiaremos más adelante.

¿QUÉ ES EL DEBER?
El hombre emplea bien su libertad cuando cumple con su
deber. El deber es la obligación de hacer o de no hacer algo.
El deber es aquello a que el hombre se siente obligado por la
ley moral o por las leyes civiles. En general, el deber es lo que
el hombre necesita cumplir si quiere alcanzar su propia
perfección. El deber es un mandato, es una orden que
conduce al bien. Debo hacer todo lo bueno (debo estudiar, debo acatar las normas
morales, debo respetar las leyes civiles) y al mismo tiempo debo evitar todo lo que me
aparte del bien. Violar el deber, es provocar el desorden moral.

Tomado en su mayor amplitud, el deber es la norma


ideal que domina a la humanidad. En este sentido, el
deber es la conciencia moral, la ley natural.
La conciencia nos indica la existencia del deber, de esta
obligación que se impone a la voluntad como norma
interior de nuestras acciones.
El hombre puede ajustar o no su conducta a las normas que le impone su propia
conciencia (es decir, la ley moral) o a las que le impone la sociedad (es decir, las leyes
civiles). En esto reside su grandeza o su debilidad. Si lo hace, alcanzará su
perfeccionamiento moral; si no lo hace, no podrá llevar una vida moralmente normal y
sana.

138
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Sócrates se dispone a beber la cicuta que le alcanzó un criado.


Está en su prisión, rodeado de discípulos con quienes dialoga
sobre la inmortalidad del alma. Acusado de impiedad, por criticar
los vicios atribuidos a los dioses, y de haber querido corromper la
inteligencia de la juventud, al indicarle la superioridad de la
conducta virtuosa, Sócrates prefirió la muerte antes que renegar
de sus ideas. La conciencia nos indica que estamos obligados a
cumplir con el deber, que no podemos eludir la ley moral y que ningún poder podría
revocar esa ley o eximirnos de cumplir con sus disposiciones, aun cuando en la práctica
podamos violar la ley y no cumplir con nuestro deber.

Junto al deber que impone la ley moral existe otro deber que imponen
las leyes civiles. Las leyes civiles varían de acuerdo con los tiempos
y las circunstancias. Están hechas por los hombres y para los
hombres de tal o cual país.
Mientras la ley moral alcanza a todas nuestras acciones y debe ser
obedecida por respeto hacia ella misma, las leyes civiles no castigan
más que las acciones que amenazan el orden público y la moral o perjudican a un
tercero.
A pesar de estas diferencias, existen vínculos estrechos entre la ley moral y las leyes
civiles. La legislación civil debe basarse en la moral. Pues entre la norma moral y la
norma jurídica existe un mínimo de relación (Teoría del Mínimo Moral).

CORRELACIÓN ENTRE DEBER Y DERECHO


La correlación, es decir, la relación mutua entre deber y derecho hay que considerarla
en una misma persona y en personas diferentes.
1. Si consideramos el deber y el derecho en una misma persona, a todo deber
corresponde el derecho de cumplirlo. Así, por ejemplo, el deber que tengo de
cuidar mi salud está unido al derecho de no realizar nada que atente contra ella.
Pero hay derechos sin deberes en lo que es simple-mente aconsejado o permitido;
por ejemplo, el derecho de pasear cuando no se tiene nada más importante que
hacer.

139
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2. Si se considera el deber y el derecho en personas diferentes, es necesario


distinguir los deberes de justicia, de los deberes de caridad.
a) Cuando se trata de deberes de justicia, es decir, de respetar el derecho
ajeno, la correlación existe. Todo derecho en una persona supone en las
demás el deber de respetarlo. Así, por ejemplo, al derecho que toda persona
tiene de poseer bienes, corresponde el deber en las demás de no despojarla
arbitrariamente de ellos. La ley se contradiría si impusiera un deber y no
garantizara al mismo tiempo la posibilidad de cumplirlo.
b) Cuando se trata de deberes de caridad no hay reciprocidad, por lo menos en
sentido estricto. Yo tengo el deber de dar limosna, sin que el pobre tenga el
derecho de exigírmela.

A lo sumo, se puede admitir que los indigentes y los necesitados tienen el derecho de
ser socorridos y que ellos pueden reivindicar ante la sociedad en general lo que
necesitan para su conservación. Esto sería una consecuencia de su derecho a la vida.

NORMAS NATURALES
Los seres humanos vivimos entre iguales. Nuestra igualdad de
naturaleza es la fuente de los derechos humanos y de sus
correspondientes deberes: exigencias racionales de ámbito
universal que, desde Sócrates, han sido denominadas leyes no
escritas, y también ley natural. Si la ley escrita supone un avance
notable en la organización de la sociedad, el descubrimiento y
respeto de leyes no escritas, vigentes en la naturaleza, tiene una
importancia similar, pues toda ley humana es, en el fondo, traducción de la ley natural.
La conexión con la ley natural otorga a las leyes humanas su legitimidad.

Todo hombre, al preguntarse por qué obligan las leyes, intuitivamente sabe que el mero
ejercicio del poder no constituye su fundamento, pues tener el poder no es sinónimo de
ser justo. Por eso intuye también que, en última instancia, la ley humana sólo es
verdadera ley cuando respeta la verdad sobre el hombre. Si se aparta de ella, se
convierte en violencia, en ley del más fuerte al servicio de una autoridad corrompida.

140
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Colón no inventó América, la descubrió. La ley natural


tampoco es un invento de la cultura humana, es un
descubrimiento que cada hombre realiza dentro de sí. De la
misma manera que la inteligencia entiende la importancia de
respirar para vivir, descubre también que hay
comportamientos naturalmente buenos y naturalmente malos.
Cualquier hombre aprecia espontáneamente que el respeto a los semejantes, cumplir
las promesas, etc., son cosas buenas y deseables; y que, por el contrario, el odio, la
traición, la discriminación, etc., representan conductas detestables. Cicerón, hacia el 45
a.C., recoge en su tratado Las leyes cómo se descubre y se plantea la ley natural en la
filosofía griega y romana:

Sería absurdo pensar que todas las leyes e instituciones son justas. ¿Acaso son justas
las leyes de los tiranos? Si el fundamento del Derecho lo constituyera la voluntad de los
pueblos, las decisiones de sus jefes o las sentencias de los jueces, entonces el Derecho
podría consistir en robar, cometer adulterio o falsificar testamentos, si tales acciones
fueran aprobadas por votación o por aclamación popular. Hay, por el contrario, una
distinción entre ley buena y ley mala que sólo puede hacerse desde el criterio de la
naturaleza.

Sería absurdo pensar que todas las leyes e instituciones son justas. ¿Acaso son justas las
leyes de los tiranos?
El punto de partida para entender la ley natural es advertir
que se trata de una evidencia. Y es ésta: la razón no juzga
como indiferentes todos los actos posibles sino que, con
independencia de las leyes humanas, emite juicios de
obligación: debe hacerse esto, debe evitarse aquello. Juicios
anteriores a la acción, que aparecen como una ley del obrar
distinta muchas veces de las preferencias del sujeto. Por tener todos los hombres una
naturaleza común, la ley de esa naturaleza necesariamente regirá a todos: será una ley
universal y objetiva, aunque su conocimiento pueda ser parcial, subjetivo y erróneo.

141
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El orden social requiere la delimitación clara de los derechos y deberes de millones de


personas. Se entiende por «leyes positivas» las que el gobernante promulga para lograr
ese orden. Las leyes positivas son aplicaciones de la ley natural a la infinita variedad de
situaciones que el hombre es capaz de crear. La ley natural manda, por ejemplo,
respetar la vida de los demás, pero las situaciones concretas que pueden constituir un
peligro para la vida -falta de seguridad en el trabajo, conducción temeraria, negligencias
médicas, ignorancias culpables, etc.- son tan complejas que requieren la
pormenorización de la ley general. Lo que se quiere decir es que las leyes humanas han
de ser determinaciones particulares de la ley natural, pensadas para regular las
variadísimas condiciones concretas en las que se desenvuelve la existencia humana:
deben hablar donde la naturaleza calla.

En el siglo XIII, santo Tomás de Aquino realizó una importante síntesis entre
aristotelismo y cristianismo, y entendió por justicia el cumplimiento de dos tipos de leyes:
la ley positiva, promulgada por el legislador humano, y la ley natural, impresa por el
legislador divino en la inteligencia humana. A partir de esta idea de ley natural se fue
abriendo paso la creencia en unos derechos naturales de las personas. Esos derechos
serán esenciales en la noción de justicia de la Edad Moderna, y se considerarán innatos,
eternos y evidentes a la razón humana.

Los derechos naturales son afirmados por Locke, Hobbes y Rousseau, filósofos que
entienden la sociedad política como resultado de un contrato social en el que las
personas ceden parte de sus derechos naturales al Estado, para que éste utilice el poder
resultante en beneficio de la paz y la prosperidad de todos. Superado el esquema social
del feudalismo, con sus estamentos cerrados, la justicia tenderá a garantizar a las
personas el disfrute de las libertades fundamentales: las de movimiento, contratación
y religión, entre otras. La nueva
justicia traerá también garantías
procesales y protección a la
propiedad privada, aspectos
indispensables para la estabilidad de
las relaciones sociales libres.

142
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LOS DERECHOS HUMANOS


Las leyes positivas han de ajustarse al derecho natural, de modo que, si una ley no es
conforme al derecho natural, carece de legitimidad.
El derecho es un sistema de reglas públicas que rige las relaciones humanas y cuenta
con el respaldo coactivo de las instituciones políticas. La distinción entre leyes naturales
y positivas origina históricamente la contraposición entre derecho natural y derecho
positivo. Los partidarios del iusnaturalismo sostienen que las leyes positivas han de
ajustarse al derecho natural, de modo que, si una ley no es conforme al derecho natural,
carece de legitimidad.

El positivismo jurídico niega ese planteamiento y afirma que sólo existen leyes humanas.
Pero ¿qué ocurriría si no existiesen leyes naturales? Sucedería que, antes de promulgar
las leyes humanas, no serían injustos el asesinato ni el robo, por ejemplo. Además, si la
ley humana fuera justa sólo por ser ley, los regímenes políticos que violasen legalmente
los derechos humanos no serían injustos, nadie podría protestar contra ellos, nadie
podría exclamar ¡no hay derecho! En otras palabras, no existirían regímenes tiránicos,
opresores o totalitarios.

En nuestros días, por una parte se impone un positivismo que niega el derecho natural,
y por otra, de forma paradójica se defienden los derechos humanos, versión moderna
de los derechos naturales. Se afirma que los derechos humanos tienen validez
universal, estén o no reconocidos jurídicamente por un Estado. Si no lo están, se
conciben como exigencias morales que los individuos pueden plantear ante los poderes
públicos.

Como ha recordado Adela Cortina, en la historia de Occidente se


distinguen tres fases en el progresivo planteamiento y reconocimiento
de estos derechos. Fases también llamadas «generaciones»,
marcadas sucesivamente por uno de los tres valores básicos de la
tradición política moderna: la libertad, la igualdad y la solidaridad.

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Los llamados derechos de la primera


generación son las libertades individuales y los
derechos de participación política reivindicados
en los siglos XVII y XVIII frente a las monarquías
absolutas: el derecho a la vida y a la integridad
física, la libertad de pensamiento y de conciencia,
las garantías procesales a un juicio justo y una pena proporcionada, el derecho a la
intimidad y a la fama, los derechos de propiedad privada, de libre contratación y de
elección de gobernantes mediante el voto. Estos derechos están relacionados con el
concepto de «Estado de derecho»: todo aquel sistema político que respeta las libertades
básicas, de tal modo que nadie se encuentra «por encima de la ley».

Los derechos de la segunda generación son los económicos, sociales y culturales: el


derecho a un salario digno, a una jubilación digna y a la protección contra el desempleo,
el derecho a la atención sanitaria, al descanso y al ocio, a la educación y a la cultura.
Los derechos de la tercera generación son los más recientes. Entre ellos se encuentra
el derecho a vivir en una sociedad en paz y a disfrutar de un medio ambiente sano, no
contaminado, así como el derecho al desarrollo de los pueblos que padecen una
situación de atraso económico y social. Si no se cumplen los derechos de la tercera
generación no parece posible que se puedan ejercer los anteriores. En tal caso, su
defensa precisa un esfuerzo de solidaridad internacional.

Los derechos humanos, tema que tiene íntima relación con el derecho subjetivo. Los
derechos humanos su regulación, su aceptación por parte de sociedades y estados,
debido a los actos oprobiosos que a lo largo de la historia sufrió el ser humano. Situación
que motivo la Toma de Las Bastilla, Francia-1789, por ello la famosa Declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano, aún discriminadora contra la mujer. Después lo
sucedido en la Segunda Guerra Mundial. Motivando que la nueva Organización de las
Naciones Unidas emita la Declaración de los Derechos Humanos (1948), y de allí todo
estado integrante de la ONU debería adoptar en su Constitución la regulación de los
Derechos Humanos; en nuestro país, debido a las presiones sociales, laborales y
políticas de los años 77 y 78, en la Constitución de 1979, se instituyeron los derechos
humanos, como derechos fundamentales, los mismos que han sido recogidos en la
actual y vigente Constitución de 1993.

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Las Razones
Filosóficas de
TEMA 3
Derecho Civil,
Protección Social
y Buena Fe
Competencia:
Desarrollar las razones filosóficas de derecho
civil, protección social y buena fe.

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Tema 03: Las Razones Filosóficas de


Derecho Civil, Protección Social y Buena Fe

Este tema empezaremos su estudio conceptualizando la


buena fe, diremos con Galindo Garfias, Ignacio36, que la
“buena fe expresa un principio que debe normar o regir: a) a
la dirección de la conducta del sujeto de la relación jurídica y
b) el criterio interpretativo de la ley y de los actos jurídicos”.
La buena fe es un valor, es un principio, de aceptación de
alguna propuesta hecha por el otro, que por tal actitud debe
tener como respuesta de manera recíproca lo bueno, lo
positivo, permitiéndole la satisfacción de su objetivo.

En materia civil, como lo señala Galindo, el principio de la buena fe debe tenerse en


cuenta no solo como conducta a realizar, sino también en la correcta y acertada
interpretación de la ley y el acto jurídico, cabe indicar en ambos casos como en todo lo
que hace y deja de hacer el ser humano, está impregnado de dicho principio. Pues, toda
interpretación si es con buena y acertada intención se cumple con la buena fe, sino se
estaría contraviniendo, y evidentemente se perjudica al emisor de la buena fe o el que
recibió con buena fe.

Los actos regulados en el código sustantivo civil, desde la


realización del acto jurídico como los otros regulados están
enmarcados en la buena fe de las partes. Situación subjetiva que
permita la realización del acuerdo y concreción del mismo. La
norma jurídica civil ha regulado dicho principio, pero de manera
simple sin darle mayor importancia, por lo que se debe reflexionar
sobre dicho tema para plantear propuestas de modificaciones al
normativo civil señalado.

36
Galindo Garfias, Ignacio. El principio de la Buena Fe en el Derecho Civil.
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/facdermx/cont/120/dtr/dtr2.pdf

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Hay temas que tratar filosóficamente, por ejemplo, la filiación, la herencia, los contratos
en sus nuevas modalidades, y figuras jurídicas que estén actualizadas conforme al
dinamismo socio-económico vigente.

Protección social
Sobre este concepto hay diferentes definiciones y opiniones, dependiendo de la función
a realizar o materia comprometida; desde el punto de vista de la filosofía y el derecho
civil, ¿cómo se entiende la protección social a partir de una relación privada, que regula
el Código Civil?

La conceptuación de protección social no se presenta como algo sencillo, una vez que
existe una diversidad de factores que contribuyen, en mayor o menor grado, a la
satisfacción de las necesidades humanas. Sin embargo, este apartado propone una
búsqueda de una definición general, tomando como base la evolución del concepto de
bienestar social y su consecuente aplicación en el denominado Estado de Bienestar
(Welfare State)37

Dado que bienestar social es “el conjunto de cosas para vivir bien”, es posible considerar
que Protección Social sea el conjunto de instrumentos utilizados por el Estado con
objetivo de promover y mejorar este bienestar. La Protección Social constituye, de esta
forma, un mecanismo de redistribución que trata de minimizar los efectos negativos
generados por la organización social capitalista que pone en la margen una parcela
importante de la población (ORRIOLS; 2002).38 Aquí ya nos adentramos a nuestro tema.

37
Tomado del trabajo titulado. La Protección Social en la Unión Europea.
https://www.uam.es/personal.../Trabajo%20Prot%20Social%202005.doc
38
Id Idem. Pág. 4

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Pues generalmente la Protección Social tiene como funciones lo siguiente:


- Enfermedad y atención sanitaria: actividades relacionadas al mantenimiento de la
salud y al tratamiento de enfermedades.
- Invalidez: prestaciones de mantenimiento de la renta y las ayudas en efectivos o en
servicios relacionados a atención de las personas con disminución de sus
capacidades físicas o psíquicas.
- Vejez: prestaciones de jubilación y ayudas dinerarias o en servicios relacionados
con la vejez.
- Supervivencia: incluye las prestaciones por viudedad y orfandad y las ayudas en
efectivo o en servicios relacionados con la muerte de un miembro de la familia.
- Familia e hijos: prestaciones en efectivo o servicios de atención al embarazo,
nacimiento, adopción y maternidad.
- Paro: mantenimiento de una renta mínima para los parados y servicios relacionados
con la situación de paro.
- Vivienda: financiación de la vivienda.
- Exclusión social no clasificada en otros apartados: mantenimiento de renta y
otros servicios relacionados con la lucha contra la exclusión social.39

Constitucionalmente, se tiene regulado la Defensa de la Persona Humana,40 ello importa


que el ser humano sea objeto y fin de la protección, cautela, garantía, etc. en la sociedad
y ante la sociedad. En materia civil, hay temas que tiene plena relación con la
denominada protección social. Pues tenemos temas como de la familia, de los
alimentistas, filiación, sucesión hereditaria, en relación a los contratos, etc.

Pues, la titularidad de los derechos debe guiar las políticas públicas. Se trata de orientar
el desarrollo conforme al marco normativo de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales, plasmado en acuerdos
vinculantes, tanto nacionales como internacionales.
Esto exige a su vez un contrato o pacto social que
debe materializarse políticamente tanto en la
legislación como en políticas públicas.

39
Todas estas funciones, también es tomado del trabajo precedente.
40
Artículo 1° de la Constitución Política del Perú, 1993.

148
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En este sentido, solo la plena institucionalidad democrática asegura el proceso por el


cual se construye un pacto y se consagra normativamente en la ley y en su aplicación.
Los acuerdos políticos son la forma en que se manifiesta la democracia, y la afirmación
de los valores de la democracia y la adhesión a acuerdos y principios éticos globales
por parte de los Estados de la región llevan hoy a plantear la protección social en el
cruce entre la efectividad de las políticas y la fuerza normativa de los derechos sociales.

Vivir protegido o protegida no es solo una conquista social o un logro de gobiernos: es


exigible como imperativo de la ciudadanía41.
Este tema de la Protección Social, en el ámbito civil debe ser motivo de futuras
reflexiones, dado que toda persona se compromete o no, a las decisiones entre
particulares. El Derecho no se focaliza ni se encierra, sino que trasciende, por que el
Ser Humano es transcendente por su propia acción u omisión, respecto a la satisfacción
de sus necesidades, que por un lado se trata de resolver entre los particulares, y otra
que la Administración Pública, hace mediante la atención de los Servicios públicos.

Pues, la noción de Protección Social, se presenta como un concepto integrador que


involucra y articula diversos objetivos, valores y políticas, y a la vez es un concepto
dinámico cuyo contenido evoluciona con el progreso social y económico. Como se dice
toda acción tiene su reacción, y frente a esta reacción que protección se da.

41
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La Protección Social de cara al futuro: acceso, financiamiento y
solidaridad. © Naciones Unidas • Impreso en Santiago de Chile. 2006. Pág. 14.

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Ello solo es posible en tanto se plasme concretamente el derecho fundamental y


constitucional la Defensa de la Persona Humana, es decir no solo sea una literatura,
sino sea una práctica constante.

Las personas en sus diferentes transacciones deben tener presente su propia


protección, evidentemente conocer y respetar la práctica de la buena fe mutua, para que
garantizar sus actos jurídicos y la paz social. Y no caer en la incertidumbre, zozobra,
caos o haber sido víctima de engaño o estafa.

La protección social está en el respecto de los derechos subjetivos de las personas, que
toda autoridad pública, debe cautelar, proteger, teniendo en cuenta el fin del Estado: EL
BIEN COMÚN.

Esta protección social, debe tener tratamiento en las diferentes transacciones, sobre
todo las relacionadas a las de consumo, ya de bienes o de servicios. Aquí surge otro
tema vinculado con los derechos de los consumidores.

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Las Razones
Filosóficas de
Derecho TEMA 4
Comercial,
Antecedentes, el
Proceso Según la
Filosofía
Competencia:
Analizar las razones filosóficas de derecho
comercial, Antecedentes, el proceso según la
filosofía.

151
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Tema 04: Las Razones Filosóficas de


Derecho Comercial, Antecedentes, el
Proceso Según la Filosofía

En la evolución histórica del Derecho mercantil se pueden distinguir dos periodos bien
diferenciados: el de su delimitación subjetiva como Derecho de los comerciantes en el
tráfico, y el intento que resultó infructuoso de definir objetivamente su concepto; y que
se corresponden respectivamente con la etapa que se desarrolla desde su nacimiento
en el medioevo hasta la codificación del siglo XIX y desde ésta hasta nuestros días.

Estas etapas no coinciden con periodificación de la historia general, pero las edades en
que ésta se divide (en lo que nos interesa Edad Media y Edad Moderna por una parte y
Edad Contemporánea por otra) sí nos pueden servir como referencias para entender
mejor la evolución del concepto y de las fuentes del Derecho mercantil, que, en
definitiva, es lo que se pretende.

Esa primera etapa del Derecho mercantil, que se


caracteriza por ser un Derecho subjetivo del
comerciante, ocupa parte de la Edad Media y la
Edad Moderna. La Edad Media se presenta como
un periodo histórico dominado por un ideal religioso
de vida y por una economía feudal; y la Edad
Moderna se caracteriza por una transformación
progresiva de dichas notas, con la afirmación del Estado nacional como unidad política
y la significación económica del mercantilismo y el cambio sociocultural de la época, con
un mayor individualismo y una paulatina y manifiesta pérdida de la influencia de la
teología moral de la iglesia; cambios que, como se verá, afectarán al desarrollo del
Derecho Mercantil aunque todavía sin perder -si alguna vez la perdió del todo- su
orientación subjetiva.

152
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En el plano económico, el gran comercio significó la causa de la transformación del


sistema económico en un embrionario capitalismo comercial que, en su desarrollo,
conducirá a un sistema de economía de mercado. Pero, al igual que los cambios en la
historia se producen lentamente y no de una manera homogénea en todas las zonas
geográficas, el Derecho mercantil evoluciona progresivamente y sus características no
se presentan todas de la misma manera ni con la misma intensidad en una misma época
y lugar.

Hoy estamos frente a nuevas formas de realizar el comercio, es decir el comercio


electrónico. Este comercio las partes lo celebran mediante Internet (equipo de cómputo
o móvil) en el cual la práctica de la buena fe, la confianza es al 100%, tanto así que la
transacción se efectúa solo por medio del teclado o por el celular, las partes contratantes
no se conocen y no buscan conocerse solo esperan que ambas partes cumplan con su
obligación constreñida.

Este tipo de comercio ha superado temas de nacionalismo o chauvinismos. Es más, se


ha permitido la cobertura a todo nivel. La pregunta: ¿hasta cuándo será?, pues el
comercio mediante el crédito está generando sus consecuencias de incumplimiento de
pago y los consiguientes requerimientos de pago, ya vía notarial o judicial, o
simplemente la presión bajo amenaza, la de siempre.

El derecho, la filosofía del derecho en general, tiene temas de


estudio. Los cambios como consecuencia de la tecnología, ha
marcado las nuevas relaciones comerciales como otras, entre las
personas humanas, éstas organizadas en nuevas formas de
corporaciones, que les permita realizar su actividad económica
con soltura y seguridad, pero con su inminente riesgo.

153
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Rosa María Montoro Rueda42 señala que existe una estrecha correlación entre Orden
económico, Sistema o Régimen político y Derecho. Esa conexión se hace
especialmente patente en el Derecho mercantil, aunque, como advierte el Prof. E.
Langle, el Derecho mercantil positivo obedece más a necesidades prácticas que a
principios ideológicos. Estas prácticas obedecen a satisfacer las necesidades de los
consumidores en general.
El Derecho mercantil, como otras ramas del Derecho, obedece, en su configuración y
desarrollo, a supuestos de carácter económico y político. Esto hace que el Estado
marque su ausencia en el control de precios y de entrega de mercadería.

El Derecho mercantil en su contenido material y en sus ámbitos de validez espacial o


territorial y personal es flexible, elástico y por ello dependerá siempre de los
condicionamientos del poder social y especialmente del poder político imperante, pero
cabe indicar situaciones de manejo internacional, ya político, económico, administrativo,
etc. de las grandes empresas transnacionales, que están constituidas como el poder
económico oculto, se desconoce con certeza su movimiento económico ni sus
influencias en los países donde ejerce su poder económico, a veces, hasta político.

Según Miguel Ángel CIURO CALDAN43nos plantea que


“En la autonomía científica hay espacios jurídicos
excepcionales donde el ámbito espacial, temporal o
personal prevalece sobre la materia, en los que la
diversidad de las fuentes aplicables suele determinar el
curso del estudio, pero hay muchos otros, sobre todo
cuando se trata de ámbitos relativamente comunes, donde la materia ha de prevalecer
sobre el ámbito. Lo primero sucede, v. gr., cuando el Derecho Constitucional se divide
según se trate de la referencia al Derecho Constitucional Federal o Provincial.

42
Rosa María Montoro Rueda. Economía, Poder y Derecho Mercantil. (Tres puntos de vista sobre el Derecho Mercantil como
categoría histórica)
43
CIURO CALDAN, Miguel Ángel. Filosofía y Sistema del Derecho de la Integración. http://www.corteidh.or.cr/tablas/15393a.pdf
pág.30.

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Lo segundo ocurre, por ejemplo, en el Derecho Civil y el Derecho Internacional Privado,


en el Derecho Comercial, el Derecho Penal, el Derecho Administrativo, etc. Aunque
estén en distintas fuentes, las soluciones se consideran próximas por los temas que
tratan.” Ello, respecto al Derecho Comercial nos permite considerar que es una materia
autónoma, pero no aislada de las demás materias o disciplinas del Derecho y la Filosofía
del Derecho.

Como se tiene afirmado, el comercio como en la historia de la


humanidad, no tiene el carácter local, nacional sino
internacional. El comercio como actividad económica tiene
fronteras para su accionar, pero políticamente, administrativa y
jurídicamente se ha determinado ciertos parámetros, lo que
hace que los actores no impongan sus mercaderías y formas
comerciales, sino sean dentro del marco del derecho. Esto nos lleva a entender otro
tema el de la globalización.

Sobre la globalización y el derecho, Paulino Rueda Romero, nos señala que desde hace
algunas décadas la globalización “forma parte del análisis de diversas agendas
intelectuales y políticas. Ello obedece a la necesidad de responder a las interrogantes y
problemáticas que plantean las transformaciones actuales en las relaciones e
instituciones sociales y económicas.”44

44
Rueda Romero, Paulino. Filosofía y Globalización del Derecho.
http://www.derecho.usmp.edu.pe/instituto/revista/articulos/paulino_rueda/paulinos_Filosofia_y_la_Globalizacion_del_Derecho.
pdf.

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El proceso de la globalización respecto al derecho


mercantil, ha generado cambios respecto a los
actores, generalmente los Estados en primer orden,
luego los particulares sea personas naturales o
personas jurídicas. A efecto de garantizar el
comercio a nivel internacional, también han surgidos
organismos internacionales que nacen jurídicamente de la ONU, por lo general y a
través de ellos se dispone los procesos de comercialización, o en todo caso entre
países, como sucede con los Tratados de Libre Comercio celebrados, ejemplo en el
caso peruano, con EE.UU., China, México, etc.

Como dice Rueda Romero, “El proceso de globalización no ha pasado desapercibido


para el derecho, por el contrario éste ha sido un tema que ha preocupado a amplios
sectores de la misma. La inquietud jurídica no sólo ha girado en torno a los efectos que
la globalización está teniendo respecto al ámbito jurídico interno de los Estados
nacionales o respecto al papel que el Derecho debe asumir en la regulación de la misma,
sino también, y muy especialmente, en lo que tiene que ver con las respuestas jurídicas
clásicas ante los problemas y novedosas circunstancias que se les presentan a los
sistemas jurídicos contemporáneos. Cuestión que, dicho sea de paso, ha provocado
que salten a la palestra de la discusión cuestiones y conceptos que hasta hace
relativamente poco tiempo eran considerados como intocables.” 45

Es claro que el tema del derecho comercial ya no es un tema interno sino externo, hoy
se le reta con la globalización, por lo que se debe ser objeto de estudio desde el punto
de vista de la filosofía del derecho y de la ciencia del derecho, pero como se ha
expresado teniendo en cuenta la integralidad y la vinculación que existe entre las
diferentes materias jurídicas y la realidad socio económico nacional y mundial.

45
Id ídem.

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Lecturas Recomendadas
 LA NATURALEZA DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO
http://publicaciones.ua.es/filespubli/pdf/02148676RD47031396.pdf

 EN TORNO A LA DOBLE NATURALEZA DEL DERECHO DE ROBERT ALEXY


http://www.unife.edu.pe/publicaciones/revistas/filosofia/Phainomenon/2012/arti
culo%207.pdf

Actividades y Ejercicios
1. Ingresa al link "Lectura 04" lee atentamente las indicaciones, desarróllalo y envíalo por
el medio que se indique en la descripción.
 Extraer las ideas principales, como mínimo en dos páginas.
 Según la lectura porque es importante la Justicia.
 Plantear cinco problemas relacionados con la Justicia, a partir de la lectura.
Ius natural y derechos naturales46
Frank van Dun
Sección I: Ius natural
1. El concepto de ius natural
La palabra “ius” significa orden, por lo tanto, el ius natural es simplemente el orden natural. En el sentido
en el que el ius natural es relevante para los juristas, éste es el orden natural de las personas,
específicamente el orden de las personas naturales: seres humanos capaces de actuar racionalmente y
teleológicamente, de hablar y de pensar. En pocas palabras, el ius natural es el orden natural del mundo
de los hombres.
Las leyes son los patrones de un orden. Por lo tanto, las leyes naturales son los patrones del orden natural,
y en el sentido jurídico relevante, los patrones de orden que hay entre las personas naturales.
2. Teoría y praxis del ius natural
Un estudiante del ius natural estudia el orden natural del mundo humano. Su principal objetivo teórico es
descubrir e identificar las leyes naturales del mundo de los hombres, es decir, responder a la pregunta:
¿cuál es el ius natural? Claramente, este objetivo teórico no implica ninguna valoración positiva o negativa
de ese orden, su propósito no es argumentar que el ius natural debe ser respetado. El estudio teórico del
ius natural es una empresa libre de valoraciones.

46
Frank van Dun. Ius natural y derechos naturales. Traducido por Luis Eduardo Zamorano Aragón. Tomado de
<http.//allserv.rug.ac.be/-frvandun/Texts/Logica/NaturalLaw.htm>

157
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Obviamente, no sólo juristas sino también economistas, antropólogos y practicantes de otras disciplinas
científicas estudian los patrones de orden del mundo humano. Sin embargo, por ejemplo, mientras los
economistas se concentran en cómo surgen patrones ordenados de acciones coordinadas en el mundo
humano, los juristas se concentran en el orden de las personas en cuanto tal. Se preocupan por las
condiciones en las que las personas humanas pueden ser y son distinguidas apropiadamente unas de
otras, y de otras cosas. Esto implica que igualmente se preocupan por las condiciones en las que las
personas son o pueden ser confundidas unas con otras, o con otras cosas.
El objetivo práctico primario del estudio jurídico del ius natural es la de proponer reglas o principios
prácticos, los cuales, si fueran seguidos por los seres humanos, mantendrían, fortalecerían y
restablecerían el respeto del orden natural del mundo humano. Ellos son los principios y reglas que
constituyen la justicia. La palabra “justicia” significa literalmente aquello que conduce al ius. Al igual que
la palabra “law”, ius denota el orden natural de personas que son capaces de un hablar solemne (latín:
iurare; español: jurar), de hacer y honrar compromisos y acuerdos (que son llamados iura). En pocas
palabras, la justicia es el arte de hacer que el ius prevalezca.
Claro que el objetivo práctico del estudio jurídico del ius natural presupone no solamente que podemos
conocer cuál es el orden del mundo humano, sino también que es un orden respetable –que debe ser
respetado por todos. En su aspecto práctico, el estudio del ius natural no es una empresa libre de
valoraciones. Una parte significativa de la filosofía del ius natural trata del análisis y la evaluación de los
argumentos que se proponen probar o refutar la afirmación de que las personas deben respetar el ius
natural.
La razón obvia (y suficiente para la mayoría desde un punto de vista práctico) del porqué debemos
respetar el ius natural implica primariamente el hecho de que el no hacerlo causa usualmente un daño
inmediato o una pérdida a alguna persona y a la larga termina siendo perjudicial para muchas más. El
daño resulta del hecho que al no respetar el ius natural, ya no se puede distinguir apropiadamente entre
las personas y las cosas, o entre una persona y otra.
Nótese, sin embargo, que la suposición acerca de la respetabilidad del ius natural es compatible con la
suposición de que no respetar el ius natural puede beneficiar, y usualmente lo hace, a aquellos que lo
irrespetan y quizás también a otros. En todo caso, a diferencia de los filósofos utilitaristas, los juristas
iusnaturalistas hacen una distinción, por una parte, entre beneficios adquiridos justamente y daños
sufridos justamente, y por otra, entre beneficios adquiridos y daños sufridos como consecuencia de
acciones injustas. Ellos pueden hacer esto si la distinción entre personas y la distinción entre personas y
otras cosas son objetivas, lo cual es algo que pocos ponen en duda.
Los oponentes del ius natural creen o que no hay un orden natural del mundo humano o sino que no es
respetable. Por lo tanto, ellos no ven ninguna razón de por qué deba alguien respetar las distinciones que
definen ese orden.
3. El ius natural del mundo humano
No hay nada misterioso en relación con el ius natural del mundo humano. Repitámoslo, es el orden natural
de las personas naturales, seres humanos que son capaces de actuar racionalmente y teleológicamente,
de hablar y de pensar.
Cada uno de nosotros es por naturaleza un elemento del mundo humano y cada uno de nosotros es por
naturaleza capaz de hacer, pensar y decir cosas, independientemente de lo que los otros están haciendo,
pensando y diciendo al mismo tiempo.

158
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Esta independencia nos marca a cada uno como una persona distinta de las demás. Es verdad,
obviamente, que las personas dependen de las otras para muchas cosas y que generalmente nosotros
solamente podemos tener éxito en lo que hacemos si contamos con la cooperación pasiva o activa de los
demás. Sin embargo, esa cooperación nunca es automática. Ella debe ser querida. Puede ser otorgada o
negada. Implica nuestra existencia como personas separadas, como personalidades individuales.
El carácter de separación de las personas humanas es el orden natural del mundo de los hombres, el
hecho fundamental que concierne a nuestra vida en cuanto seres racionales. Es fundamental para la
biología, la psicología y la praxeología, para nuestras vidas, pensamientos, sentimientos y acciones.
Sin embargo, el hecho de que seamos racionales no garantiza que seamos personas razonables. Tampoco
garantiza que actuemos y hablemos justamente siempre. Podemos pensar, hablar y actuar
razonablemente y justamente, esto es, cuando se respeta el hecho fundamental de nuestra existencia
como seres separados. También podemos pensar, hablar y actuar de forma no razonable e injustamente,
esto es, cuando inadvertidamente o deliberadamente se lo irrespeta.
Si no respetamos el hecho de nuestra existencia como personas separadas, entonces creamos desorden
en el mundo humano. Esto pasa, por ejemplo, cuando intentamos ocultar nuestra identidad verdadera,
haciendo que otros crean que lo que decimos o hacemos son las palabras o acciones de otros. Pasa cuando
intentamos ocultar la identidad verdadera de otra persona para hacer creer a los otros que sus palabras
o acciones eran realmente nuestras. Pasa cuando unilateralmente tomamos el trabajo de otro y lo
hacemos aparecer como si fuera nuestro. Pasa cuando tratamos a otro como si no fuera una persona sino
una cosa o un animal que nosotros podríamos usar unilateralmente como un medio o un recurso para
nuestros propios fines. Pasa con mayor claridad cuando tratamos a otro como un simple objeto que
podemos golpear o herir a placer. También pasa, y a gran escala, en la mayoría de sociedades políticas
que practican el arte de quitarles a algunos para darles a otros y de gravar o perjudicar a algunos para
darles a otros una “ventaja competitiva”.
Acciones de este tipo crean desorden en el mundo de los hombres porque hacen difícil, y a menos que se
las detenga y se las deshaga rápidamente, hacen imposible el distinguir quién dijo, hizo o produjo algo.
Ellas nos impiden asignar correctamente la responsabilidad, el elogio o la culpa, al hacer confusa la
diferencia entre el productor y el parásito, el criminal y su víctima, el que actúa y el que padece la acción,
el culpable y el inocente, el deudor y el acreedor, etc. En pocas palabras, ellas interfieren, algunas veces
deliberadamente, con los datos que son esenciales para el funcionamiento de nuestra “brújula moral”.
Estas acciones son llamadas correctamente injurias [inuriae] y también injusticias, ya que ellas niegan o
apuntan a negarle a otro lo que es rectamente suyo, en particular, obviamente, su existencia e identidad
como una persona. De hecho, los dos tipos principales de injusticias son, en primer lugar, tratar a una
persona como si no lo fuera, y segundo, tratarla como si fuera otra persona diferente a la que es.
De otra parte, cuando respetamos el hecho fundamental de nuestra existencia como personas separadas,
mantenemos el orden del mundo humano en lo que hacemos y decimos. Ninguna persona es confundida
por una simple cosa o por un animal; ninguna persona es confundida con otra. Entonces, podemos
asegurarnos de que le atribuimos cada palabra, cada acción, cada producto a su autor o dueño verdadero.
Al hacer esto, estamos actuando justamente. En palabras de un gran jurista romano, le atribuimos a cada
uno lo que es suyo47.
Los patrones básicos del orden en el mundo humano son el respeto por las otras personas y su propiedad
(véase la sección II: Derechos naturales), y como consecuencia inmediata, la responsabilidad personal por
los actos propios ya sea que ocurran en el curso de la ejecución de un acuerdo (contratos) o no.

47
3 El jurista romano del que se habla es Ulpiano y la frase en latín es la siguiente: “Iustitia est constans et perpetua voluntas ius
suum cuique tribuendi”. (N. del T.)

159
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Las acciones humanas que son conformes a esos patrones evitan y previenen la confusión acerca de las
personas, lo cual es la esencia de la injusticia. Repitamos, la justicia se ocupa del desarrollo de principios,
reglas y métodos de acción, cuya aplicación asegura esa conformidad o busca restaurarla cuando ha
habido desviaciones.
Se sigue de lo anterior que así como la justicia exige que respetemos a las otras personas, también exige
que actuemos en contra de aquellos que por sus acciones injustas irrespetan a los otros. Esto no significa
que las exigencias de la justicia sean contradictorias. Una persona que inadvertidamente o en un arrebato
temporal viola el ius natural, siempre puede voluntariamente deshacer su transgresión o someterse a un
proceso de arbitraje para determinar la clase y la cantidad de restitución que le debe al otro. Ninguna
acción violenta es necesaria contra un agresor de este tipo.
En cambio, alguien que se rehúsa a deshacer su transgresión y en vez de ello, deliberadamente y a
sabiendas, retiene algo que pertenece a su víctima y busca “huir de la justicia”, anuncia, por lo tanto, que
quiere estar por fuera del ius. Anuncia que no quiere ser parte del mundo de las personas humanas y que
quiere ser un criminal, una persona incapaz de hacer distinciones y que se rehúsa a reconocer la existencia
separada e independiente de su víctima. Mantiene una situación en la que es imposible para la víctima (o
sus justos herederos) tener y disfrutar lo que con rectitud es suyo a menos que se use la violencia contra
el criminal. Consecuentemente, las víctimas (o los justos herederos) no cometen una injusticia cuando
usan la violencia y la fuerza en contra del criminal en la extensión necesaria para restaurar el respeto del
ius.
4. Naturaleza y convención
Ya que los principios de justicia se aplican a los seres humanos en cuanto tales, ellos son tan válidos para
aquellos que les acontece ocupar la posición social de un rey, un gobernante o un político como para
aquellos que les acontece ocupar la posición social de un súbdito, un sirviente o un ciudadano.
Generalmente, las exigencias de la justicia son independientes de la posición, papel, o función social de
cada cual. Ellas son exigencias a las personas naturales, cualquiera que sea su estatus social, sea que
tengan un estatus social o no. Además, las exigencias que la justicia nos hace a cada uno son las mismas
sin importar si las personas con las que estamos tratando son miembros de algún grupo social al que
pertenecemos o no, sin importar si son conocidos o extraños.
En otras palabras, el ius natural no es el orden de ninguna sociedad u organización social (en latín:
societas; en alemán: Gesellschaft; en holandés: maatschappij); no se ocupa de las complejas y
normalmente sofisticadas distinciones sociales de estatus o posición, papel o función que caracteriza este
tipo de organización. En vez de esto, es el orden de convivencia (literalmente, el orden de los que viven
juntos; en holandés: samenleving).
Las condiciones de la convivencia son universales, independientes de tiempo y lugar, son las mismas aquí
y ahora que en la antigua China o la antigua Grecia. La razón de ello es que la convivencia es una relación
entre personas naturales, y la naturaleza humana no es diferente aquí y ahora de lo que fue allá y en ese
entonces. Obviamente, algunas y quizás la mayoría de nuestras costumbres y regulaciones aquí y ahora
son muy distintas de las costumbres y regulaciones de esas civilizaciones antiguas en cualquier periodo
de su existencia. También lo son nuestros vestidos y herramientas. Pero ninguna de esas cosas tiene un
peso determinante sobre el ius natural o las condiciones de convivencia que las reglas y principios de
justicia apuntan a preservar. Aquellas son cosas convencionales, no naturales, y como ya lo señalaron los
sofistas griegos de la antigüedad, es un error grave confundir lo natural y lo convencional, o las nociones
relativas de legalidad o conformismo social y la noción universal de la justicia. Tiene sentido exigir que
nuestras costumbres, regulaciones y convenciones se adecuen a los requisitos de la justicia. Pretender
que derivemos nuestra noción de justicia de nuestras convenciones sociales es igual a insistir en que
derivemos las proporciones de un cuerpo sano de la ropa en nuestro vestuario.

160
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A diferencia del ius natural, que está en la naturaleza de las cosas y por lo tanto no se ve afectado por el
deseo o la opinión, los órdenes sociales son siempre convencionales. Ellos reflejan al menos lo que algunas
personas quieren, esperan y temen en un tiempo y lugar determinados, y cómo piensan que pueden
alcanzar sus metas y evitar lo que perciben como peligros. Los que proponen un orden social determinado
insistirán en un respeto general por las convenciones de su sociedad, independiente de si estas están de
acuerdo con los principios de la justicia o no. Sin embargo, como lo revela rápidamente incluso un
conocimiento mínimo de la historia, pocas son las convenciones que resisten la prueba del tiempo. Con
circunstancias, conocimientos, tecnologías, fuentes de riqueza, ambiciones, opiniones y creencias
cambiantes, no sólo el apoyo sino la razón de ser de convenciones particulares pueden crecer o menguar.
Evidentemente, los factores del cambio social pueden afectar también el apoyo que diversos grupos de la
sociedad le brinden a los principios de la justicia, pero ellos no afectan, ni pueden hacerlo, la razón de ser
de esos principios.
A través de la historia, muchas sociedades han perfeccionado el arte de la organización de la injusticia al
aplicar con habilidad las técnicas de la administración de los recursos humanos: castigos y premios,
intimidación, amenazas y promesas, propaganda y adoctrinamiento. Por lo tanto, para la mayoría de los
miembros de esas sociedades la injusticia de su vida convencional está oculta a la vista; al menos es un
tabú, el cual es peligroso cuestionar en público. Sin embargo, aquellos que están por fuera de esas
sociedades y las contemplan desde una distancia segura en el tiempo o en el espacio, pueden ver con
facilidad la injusticia de sus convenciones. No necesitamos ser especialistas en la organización social de la
antigua Roma para saber que la esclavitud romana fue un paradigma de injusticia, pero a menos que
tengamos algún conocimiento del derecho romano, no tendremos ninguna manera de saber si era legal
o no.
5. Desatención actual del ius natural
Hoy en día el estudio del ius natural ha sido virtualmente eliminado de la preparación de los abogados. Lo
que queda de él en el currículo académico de la mayoría de las facultades de derecho no es más que un
poco de “historia intelectual”, que comprende principalmente las obras de unos cuantos escritores y
filósofos antiguos, medievales y de la temprana modernidad. Normalmente lo estudiantes tienen la
impresión que el ius natural es algo que sólo puede ser encontrado en libros (de la misma manera que la
normas, los veredictos de las cortes y los tratados internacionales son simples textos). Se les enseña a
creer que el ius natural no es más que una colección de teorías iusnaturalistas. Como si el universo físico
fuera simplemente una colección de teorías físicas.
El ejercicio del ius natural también ha sido prácticamente eliminado por los profesionales del derecho. Es
común que el estudio y el ejercicio del ius natural sea despreciado si es que no es ridiculizado.
Las razones para este desinterés en relación con el ius natural son muchas. Una de ellas es ideológica.
Muchas personas están suscritas a una ideología que es virulentamente antihumana. No creen que haya
algo respetable en los seres humanos tal y como son. Usualmente combinan esta creencia con la idea de
que “la naturaleza humana puede y debe ser cambiada” de tal forma que pueda conformarse a su propio
ideal de Hombre. De ahí afirman que a hombres y mujeres debe enseñárseles o forzárseles a no respetar
el orden del mundo humano y a respetar, en vez de este, el “orden normativo” imaginario que los
ideólogos prefieren. Debe forzárseles o enseñárseles a no respetarse los unos a los otros por los seres
humanos que son, sino solamente por el ideal “nuevo hombre” en que deberían convertirse.
Sin embargo, la razón más importante para esta actitud negativa es que el gremio de los abogados ha
descubierto que puede conseguirse mucho más dinero al tratar con un complejo altamente politizado de
sistemas de regulación social que cambian constantemente, del que pudiera soñarse con obtenerse al
estudiar y ejercer el ius natural.

161
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En la situación actual de nuestra civilización, las personas generalmente tienen mucho más que temer de
sus Estados que de los actos ocasionales de criminalidad o negligencia cometidos por sus semejantes. En
el curso de la historia los Estados han monopolizado el uso de la fuerza para hacer obedecer sus normas
[rule-enforcement] al interior de sus territorios. No es de sorprenderse que le hayan prestado mayor
atención a la aplicación y obediencia de sus propias regulaciones que a la aplicación de las reglas de
justicia. Después de todo, el propósito de un Estado no es la aplicación de las reglas de justicia sino la de
hacer cumplir a las personas sus propias demandas y regulaciones. Además, si los Estados tuvieran la
intención real de erradicar la injusticia, entonces realizarían la mayor parte de este propósito al
erradicarse ellos mismos, ya que sea lo que sea que los Estados acostumbran hacer, respetar a las
personas y su propiedad no hace parte de ello.
Por lo tanto, la justicia es sólo una preocupación accidental y usualmente marginal del Estado. Por otra
parte, la legalidad o la conformidad con las reglas que impone o que desea que sean obedecidas es su
preocupación central. La palabra “legalidad” viene de la latina “lex”, la cual denota una orden general
emitida por una autoridad pública, que originalmente fue una autoridad militar.
Es comprensible, en estas circunstancias, que la gente esté dispuesta a pagar más por asesoramiento en
cómo quitarse de encima y mantener de su parte al Estado y a sus agentes que por asesoramiento en la
búsqueda de la justicia. A diferencia de los principios básicos de justicia, los cuales cualquier persona con
un módico sentido común puede descubrir por sí misma, las regulaciones sociales son simplemente lo
que otras personas dicen que son. La única manera de conocer estas regulaciones es la de prestar mucha
atención a lo que aquellas personas están diciendo. Muy pocas personas tienen el tiempo o la inclinación
para hacer eso, la mayoría prefiere pagar por la información y el asesoramiento acerca de esas
regulaciones cuando lo necesitan.
Los abogados han respondido a esta situación abandonando el estudio y el ejercicio del ius, y
convirtiéndose en especialistas de las regulaciones sociales del momento. Sin embargo, en vez de admitir
lo anterior abiertamente, han preferido generalmente redefinir la palabra “ius” [law] para que sea en la
actualidad virtualmente sinónima de la regulación social impuesta o sancionada políticamente48.
6. El derecho [law] positivo
Hoy en día se entiende usualmente por “derecho” cualquiera de los sistemas nacionales de regulación,
esto es, un sistema de regulación social impuesto por los gobernantes de un Estado nacional y
adicionalmente coordinado por sus agentes y sirvientes. Por extensión, “derecho” también se refiere en
la actualidad a los sistemas de regulación que han sido acordados por los gobernantes y los agentes
diplomáticos de varios Estados nacionales. Todo esto cabe bajo la etiqueta académica de “derecho
positivo”, que cubre cualquiera de los muchos y particulares sistemas de regulación impuestos por normas
legales que encontramos en las diferentes sociedades organizadas políticamente.
Los elementos de un sistema de este tipo constituyen el derecho positivo, por ejemplo, sus órganos
legislativos, ejecutivos, administrativos, judiciales, militares y de policía, sus agencias y sus burócratas, las
reglas que ellos siguen y aplican, y las decisiones que toman. Estos sistemas no tienen una conexión
necesaria con el ius natural o la justicia. Ellos definen solamente lo que es legal en una sociedad particular,
no lo que es jurídico entre seres humanos. El derecho positivo no es el orden natural del mundo humano.
Es el orden artificial que alguna gente poderosa (individuos y grupos) en una sociedad particular intenta
imponer a otros.

48
De hecho, en las lenguas latinas la palabra “ius” simplemente desapareció, es decir, dejó de usársela, y se la reemplazó por
“derecho” que como se verá más adelante tiene un significado fundamental diferente al que va naturalmente implicado en la
expresión latina. En todo caso, es interesante darse cuenta que, por un lado, hay un esfuerzo por mantener la ilusión de que la
noción de derecho tiene una dimensión de justicia, y por otro, el que para cualquier persona que haya tenido alguna relación con el
mundo del derecho actual no cabe la menor duda de que este se agota en las normas y decisiones de órganos estatales. (N. del T.)

162
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No es un orden de relaciones entre hombres en cuanto tales, sino de relaciones entre posiciones, roles y
funciones sociales. Por lo tanto, el derecho positivo de un país particular nos dice qué poderes,
inmunidades, derechos, obligaciones, deberes y responsabilidades tienen legalmente las posiciones, los
roles y las funciones sociales de un general, un ministro, un representante del pueblo, un ciudadano, un
extranjero registrado, un pensionado, un policía, etc. Exactamente de la misma forma en que las reglas
del ajedrez nos dicen qué puede hacer o no hacer el rey, la reina, un caballo, un peón o cualquier otra
pieza.
Como el rey o la reina en ajedrez, un general, un ciudadano o un oficial de policía no es una persona
natural, sino una posición o función en cierto tipo particular de juego (al que se suele llamar de manera
grandilocuente “sistema social”). Normalmente la posición es ocupada y la función ejecutada por una
persona natural, pero esto no tiene que ser necesariamente así. Es un error grave confundir la posición
con su ocupante. Sin importar qué sea lo que el derecho positivo (de este o cualquier otro país) pueda
decirnos acerca de lo que un ciudadano es, o de lo que puede hacer o no, no nos dice nada acerca de lo
que una persona a quien le acontece estar ocupando esa posición en un momento dado es, o lo que puede
hacer o no.
El derecho positivo, entonces, tiene que ver primariamente con “personas artificiales”, posiciones, roles,
y funciones sociales dentro de una organización social particular, especialmente aquella que es impuesta
por un Estado o grupo de Estados. Tiene que ver con seres humanos sólo indirectamente, en la medida
en que se supone que ellos realizarán el trabajo físico e intelectual que esas posiciones requieren. En otras
palabras, tiene relación con los seres humanos en cuanto medios o recursos para organizar la actividad
social.
Sin embargo, es concebible (en algunos casos es ya un hecho) que máquinas automatizadas tomen el
lugar de los hombres en la oferta de trabajo socialmente requerido. Es concebible que una organización
social pudiera desarrollarse de tal forma que fuera independiente de la disponibilidad de personas
humanas para la realización de ciertas tareas. Entonces los seres humanos quedan reducidos al estatus
de meros objetos a los que puede aplicarse la acción social. Cuando esto pasa, si es que pasa, las relaciones
entre los individuos humanos y la “sociedad” son análogas a las relaciones entre un granjero y su ganado
o entre un grupo de mascotas y quien las cuida. Un resultado de este tipo es de hecho el deseo de
socialistas [filosóficos], quienes aceptan al menos una, pero usualmente las dos proposiciones siguientes:
1) la sociedad es dueña de los individuos por lo que tiene el derecho de hacerlos obedecer sus
prescripciones; 2) la sociedad debe cuidar a los individuos ya que ellos son incapaces de dirigir
decentemente sus vidas y sus asuntos.
Cuando el derecho positivo es llevado a su consecuencia lógica socialista, se convierte en el esquema por
medio del cual la “sociedad” administra sus recursos humanos y de cualquier otro tipo, de forma análoga
a los esquemas que usa un granjero en la administración o cuidado de sus recursos humanos y de
cualquier otro tipo.
Se sigue que el derecho positivo no tiene una conexión lógica o necesaria ni con la vida humana ni con la
acción. El concepto del “derecho positivo”, como ya se ha dicho, es el concepto de un orden artificial, un
orden de personas artificiales.
Sin embargo, no importa que tanta regulación pueda haber, mientras la naturaleza humana sea lo que es
y lo que siempre ha sido, la búsqueda del conocimiento y la comprensión del orden natural del mundo
humano permanece como un objetivo válido.
7. La caricatura del ius natural de los positivistas
Lamentablemente los estudiantes de hoy en día reciben la mayoría de su información acerca del ius
natural de positivistas, cuya comprensión del mismo es virtualmente nula.

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Para los positivistas, tal y como hemos visto, el “derecho” denota un conjunto de normas legales,
veredictos judiciales y decisiones administrativas. El derecho positivo es un conjunto de normas tal que
consiste en aquellas que actualmente están puestas de manera efectiva, esto es, impuestas y apoyadas
por los gobernantes y sus seguidores en una sociedad dada. Consecuentemente, los positivistas sólo
pueden pensar en el ius natural como otro conjunto de normas, veredictos y decisiones, uno que no es
impuesto por las autoridades de una sociedad determinada, sino por alguna imaginaria autoridad mítica,
sobrenatural o impersonal (Dios, la Naturaleza, la Razón, o cualquier cosa que se quiera).
De ahí que los positivistas piensen que el ius natural es un sistema alternativo de normas, veredictos y
decisiones que se aplicaría a las mismas cosas que el derecho positivo y que también las regularía. Este es
un error muy grave.
Normas, veredictos y decisiones son cosas que uno obedece o desobedece. En cambio, decir que uno
puede obedecer o desobedecer el ius natural no tiene ningún sentido. El ius natural, como ya se ha
anotado, es un orden de cosas, en particular un orden de personas. Un orden como este no puede
obedecérsele o desobedecérsele. Uno solamente puede respetarlo o irrespetarlo. Ahora bien, respetar
un orden de cosas no implica obedecer ese orden, de la misma forma que respetar a una persona no
implica obedecerla o que respetar a un antiguo edificio no significa obedecerlo.
Repitamos, el ius natural es el orden natural, el orden de convivencia de las personas naturales. No tiene
que ver con ningún orden artificial, por ejemplo, el orden de reyes, reinas, caballos, peones, etc. en el
“sistema social” del ajedrez, o el orden de presidentes, miembros del gabinete, ministros, parlamentarios
o ciudadanos en el “juego” de algún Estado.
El ius natural y el derecho positivo no son sistemas alternativos de normas que se aplican a lo mismo. El
ius [law] natural es el orden [law] de personas naturales y el derecho [law] positivo es la ley [law] de
personas artificiales. En este sentido, el ius natural y el derecho positivo se refieren a diferentes cosas.
Por lo tanto, un conflicto entre el ius natural y el derecho positivo es concebible solamente porque las
personas artificiales del orden positivo no son más que posiciones, roles y funciones sociales que por el
momento son ocupadas o ejecutadas por personas naturales. Además, solamente hay un conflicto real
para aquellos débiles intelectual y moralmente cuya autoestima depende de la identificación con su
posición social. Se supone que un adulto maduro sabe la diferencia entre el mundo real y los juegos en
los que la gente participa, entre lo natural y lo artificial. Se supone que es capaz de mantener estas cosas
en la perspectiva adecuada.
8. Racionalizando la injusticia
Una definición antigua pero adecuada del ius natural del mundo humano es la siguiente: es el orden de la
libertad [freedom] entre semejantes. Los seres humanos son libres [free], en el sentido de separación e
independencia del que se habló más arriba, y todos ellos son semejantes, en el sentido de ser miembros
de la misma especie natural.
El objetivo práctico del estudiante del ius natural es el de inculcar el respeto por ese orden de libertad
entre semejantes, esto es, de inculcar el sentido y la práctica de la justicia. Obviamente ese respeto tiene
costos personales, pues en muchas circunstancias una persona o un grupo puede obtener enormes
beneficios al no respetar a otras personas o su propiedad. En muchas ocasiones, el crimen, la
deshonestidad, el fraude y el trasladarle la culpa a otro sí pagan, algunas veces pagan muy bien,
especialmente cuando están organizados a gran escala.
Es común que la justicia exija que uno no haga lo que está en nuestro poder hacer. De ahí que los
poderosos y los que tienen influencias, sean estos individuos, grupos u organizaciones, vean usualmente
en la justicia un obstáculo para la realización de sus designios. Lo mismo es cierto, en un nivel teórico,
para muchos ideólogos e idealistas.

164
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Ellos comprenden que la implementación de sus ideas e ideales para “un mundo diferente y mejor” sería
virtualmente imposible si tuviera que ajustarse a los requisitos de la justicia, si tuvieran que respetar no
sólo las diferentes ideas e ideales de los demás sino su escepticismo.
Aquí podemos ver parte del sentido del famoso dicho de H. L: Mencken: “Injustice is relatively easy to
bear, it is justice that stings”. Si la justicia es aplicada rigurosamente, priva a los poderosos, ideólogos e
idealistas de muchas de las posibilidades para realizar sus planes. Si la justicia es estimada como un valor
objetivo, se erige como un argumento poderoso en contra de la pretenciosa vanidad con que usualmente
proponen sus planes y proyectos.
Es claro que muchas personas tienen un fuerte interés en desacreditar la justicia, esto es, en “racionalizar
la injusticia”. Usualmente esta desacreditación adquiere la forma de una “redefinición” de la justicia como
algo distinto de lo que ella es, en efecto, muy pocos están dispuestos a abandonar el prestigio que esta
palabra ha acumulado a través de la historia.
Debido a que la justicia es el respeto por el orden de libertad entre semejantes, esta desacreditación
procede a través del ataque de la respetabilidad de la libertad o de la semejanza (“igualdad”). Esto se hace
en cualquiera de las dos siguientes formas: 1) argumentando que la libertad (la separación o
independencia de las personas) o que la igualdad (la semejanza de las personas) no existen, que son en el
mejor de los casos una ilusión que puede ser desechada adoptando un “sistema metafísico verdadero”, o
2) argumentando que la libertad o que la igualdad, aunque una propiedad real de las personas humanas,
no son una propiedad respetable, incluso quizás son una propiedad peligrosa.
En este sentido, Platón (y una larga cadena de pensadores después de él) decía que la semejanza
(igualdad) era un hecho, pero que a las personas debía enseñárseles que no, no fuera que se rehusaran a
aceptar los diferentes beneficios y cargas que acompañan las diferentes posiciones en una sociedad
políticamente organizada. Aristóteles, por otro lado, dijo que la semejanza no es más que una ilusión
superficial. Por lo tanto, enseñó que no hay una semejanza verdadera entre griegos y bárbaros, y
consecuentemente no hay nada malo en que los griegos superiores mantengan a pueblos inferiores como
esclavos.
Rousseau (y muchos socialistas después de él) mantuvo que la libertad humana era un hecho de la
naturaleza pero que debía enseñárseles a las personas que era peligrosa y que debían renunciar a su
naturaleza humana en favor de la condición artificial de ciudadanía. En esta condición, todos son criaturas,
no de la naturaleza, sino de las leyes promulgadas por el Estado, que no es más que el nombre de la
colectividad de ciudadanos. En pocas palabras, las personas naturales deben convertirse en personas
artificiales, esto es, ciudadanos, ya sea de manera conciente o inconcientemente, voluntariamente o por
compulsión legal.
Marx, de otra parte, apeló a la idea más radical del socialismo universal. Afirmó que ningún ser humano
es libre y que solamente la especie humana, en cuanto tal, puede serlo. En la medida que la libertad se
refiere a los individuos es una ilusión. De ahí que ella no pueda justificar ninguna reclamación. En cambio,
aquellos que se identifican a sí mismos con la humanidad como un todo son individuos universales. Como
“seres- especie”, que se saben idénticos con la raza humana, ellos son los verdaderos comunistas. Como
tales, representan una evolución superior de la humanidad. No deben detenerse ante las ilusiones de
moralidad y justicia de aquellos que todavía están atascados por la falsa conciencia de su individualidad
particular.
Los políticos y los buscadores de poder encuentran muy poca utilidad en los sistemas metafísicos que
suponen estos intentos por desacreditar el ius natural y la justicia. Sin embargo, normalmente están más
que dispuestos a referirse al prestigio que aquellos sistemas gozan entre los intelectuales para justificar
la imposición de sistemas de regulación que violan flagrantemente los principios de justicia.

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Un motivo poderoso para desacreditar la justicia en el mundo occidental proviene del hecho de que ésta
es central para la visión cristiana de la condición humana. Con el nacimiento de los movimientos
anticristianos y anticlericales en Europa, muchas personas han creído que sus críticas de las teologías
cristianas y prácticas de la Iglesia, las cuales son válidas algunas veces, deben extenderse a todo aquello
que la tradición cristiana defiende, especialmente su compromiso con la justicia como la virtud primaria
de las relaciones humanas.
Algunas veces estas críticas van aún más allá, llegando a la destrucción de cualquier noción moral, sea
cristiana o no. En este sentido, muchos han sido persuadidos de apoyar la ideología según la cual la
humanidad debe liberarse de “las cadenas de la moralidad” y debe enseñársele a vivir “más allá del bien
y del mal” o más allá “de la libertad y de la dignidad”. El argumento sugiere que esto sería para el bien del
hombre, claro que no para su bien “moral” sino para su bien “utilitario”, es decir, para la satisfacción de
sus deseos.
Al hacer de la satisfacción del deseo el bien supremo del hombre, estas posiciones proveen la justificación
para la idea de que otros pueden ser sacrificados cuando se interpongan a la realización de lo que uno
cree que es deseable para el hombre, o para usar el eufemismo de moda, se interpongan a los deseos del
hombre expresados democráticamente. Sin embargo, debido a que este “hombre” no es un individuo real
sino una simple construcción estadística, estas teorías tienden a reducir a los individuos humanos a una
estadística para ser usada en algún cálculo (usualmente no especificado) de maximización de la utilidad.
9. El ius natural y la moralidad
Una de las principales críticas del positivismo a la teoría iusnaturalista es la de que confunde el derecho
con la moral. De hecho, hay una conexión cercana entre el ius natural y la moralidad, pero no es la que
los positivistas suponen.
Como hemos visto, en su aspecto práctico, el estudio del ius natural asume que las personas deben
respetar el orden natural y consecuentemente deben aceptar los principios y las reglas de justicia. Según
la crítica positivista esto supuestamente implica una confusión entre ius y moral. Pero esto no es verdad.
Al igual que con las convenciones y regulaciones sociales, tiene sentido exigir que la moralidad de cada
uno se ajuste al orden natural del mundo humano. No tiene sentido exigir que el orden natural del mundo
humano se ajuste a las convicciones morales de cada uno.
La verdad es que una cierta moral o teoría moral que no afirma el respeto del orden natural del mundo
humano, condona necesariamente la injusticia y por lo tanto no puede pretender tener una validez
universal. Ladrones, asaltantes, conquistadores y políticos, por ejemplo, pueden desarrollar una
moralidad propia y sentirse orgullosos de ella, tal y como supuestamente hacen los mafiosos respecto de
su código de honor, pero uno difícilmente esperaría que sus víctimas y súbditos compartan los mismos
sentimientos.
El respeto del ius natural es una condición previa de la moral. Esto no significa que por el hecho de haber
solamente un ius natural no pueda haber más de una moralidad. Al contrario, puede haber muchas
morales diferentes, todas las cuales serían compatibles con el respeto del ius natural. Para entender esto,
debe tenerse presente que el propósito de una moral es el de dirigir a una persona en el vivir “una buena
vida”. Obviamente, ninguna persona puede descubrir lo que es la buena vida para sí misma sin la
experiencia real de su vivir, su personalidad y sus circunstancias. El conocimiento de estas cosas no es
innato. Debido a su propósito una moral es relativa al agente. Si es cuidadosamente construida de acuerdo
a los hechos relevantes de una persona, su vida y sus circunstancias, es válida objetivamente para esa
persona, pero no necesariamente para otra. Yéndonos al extremo, cada persona puede tener su “teoría
moral” verdadera. Sin embargo, todas esas moralidades tienen que presuponer la respetabilidad del
mismo ius natural, si es que pretenden ser válidas.

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Es decir, una moral que no dirigirá necesariamente a una persona a ser injusta hacia otras. De lo contrario,
no puede ser una teoría moral respetable, y por lo tanto, no podrá darle ningún peso a las exigencias y
argumentos basados en ella.

Además, el respeto del ius natural es una condición necesaria para aprender cómo ser moral. Nuestra
experiencia personal por sí misma no nos dice si, o hasta qué punto, nuestras ideas de cómo navegar el
océano de la vida son compatibles con las ideas de otros. En este sentido, la experiencia de una persona
sólo es instructiva cuando el ius natural es respetado, cuando hay una cantidad razonable de orden en el
mundo humano. Sólo entonces, los hombres pueden estar razonablemente seguros de que asumen, y de
que tienen que responder por las consecuencias de todas sus palabras y acciones, y solamente de ellas.
En donde no se respeta el ius natural, hay confusión acerca de quién hizo, produjo o dijo algo. Entonces,
las personas no tienen ninguna manera de saber si les está yendo bien al hacer el bien o al hacer el mal,
o si les está yendo mal a pesar de hacer el bien. Solamente la experiencia puede enseñarles si les está
yendo bien o mal, pero solamente cuando esas experiencias del vivir no están contaminadas por la
confusión acerca de quién dijo, hizo o produjo algo, pueden aprender de los resultados de sus propias
palabras, acciones y trabajo.

Por lo anterior, donde el ius natural no es respetado, la responsabilidad y la imputación serán dirigidas
probablemente a las personas equivocadas. Consecuentemente, el mal comportamiento (irresponsable y
por lo tanto inmoral) generará recompensas inmerecidas, mientras que el buen comportamiento
(responsable y por lo tanto moral) no recibirá sus frutos. En estas condiciones, ser una persona moral y
responsable “no paga” mientras que la irresponsabilidad y la inmoralidad son subsidiadas.
Las organizaciones sociales son diseñadas y establecidas usualmente con el propósito expreso de desviar
e incluso disipar la responsabilidad y la imputación. Esto es particularmente verdadero en las sociedades
políticas. Por ejemplo, en los Estados democráticos, la responsabilidad y la imputación de las acciones y
decisiones de los políticos que gobiernan son desviadas hacia algo llamado “el votante”, “el electorado”
o “el ciudadano”. Sin embargo, si intentamos asignarle responsabilidad al “votante”, descubrimos de
inmediato que las reglas del juego democrático no nos permiten hacerlo. La responsabilidad y la
imputación se disipan por completo. No hay nada en las reglas del juego del votar que pueda disuadir a
las personas de actuar irresponsablemente. En sus roles políticos se les motiva a actuar como si no le
debieran respeto a nadie.

Pongamos otro ejemplo: en la organización institucional actual, las decisiones de unos cuantos miembros
de los órganos directivos de los bancos centrales (la Reserva Federal Americana, el Banco Central Europeo
o el Banco del Japón) tienen repercusiones en las vidas y fortunas de cientos de millones de personas. Sin
embargo, ellos no son responsables de lo que hacen. Mientras actúen de acuerdo a las reglas del juego,
tienen la “excusa perfecta” de que “sólo están haciendo su trabajo”. Por su parte, los políticos, quienes
fueron en primer lugar los que organizaron ese juego y crearon las posiciones de aquellos potentados
monetarios, también tienen la “excusa perfecta”: el banco central es “independiente”. El dinero que es el
medio de intercambio y la condición primaria para la coordinación entre grandes números de personas,
al ser socializado se lo divorcia completamente del ius natural y por lo tanto de la vida moral.”

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Autoevaluación
1) “La idea de derecho natural, que está formado por los postulados acerca de la
justicia que se inspiran en la...” señale lo correcto.
a. Condición natural del hombre.
b. Condición de filósofo del derecho.
c. Condición de erudito del derecho.
d. Condición de artificial del hombre.
e. Condición de sabia del derecho.

2) “Para el hombre culto la ley es la inteligencia”, ¿Quién dijo?


a. Cicerón.
b. Aristóteles.
c. Platón.
d. Euclides.
e. Pitágoras.

3) "La luz de la razón…, por la que… lo que es… y lo que es… ", en este texto de
Tomás de Aquino, completar.
a. Natural – discrepamos – bueno – responsable.
b. Natural – discernimos - bueno - malo.
c. Artificial – discernimos – bueno – malo.
d. Natural - artificial - malo - bueno.
e. Artificial - discernimos - malo - responsable.

4) ¿Quién debe reconocer las libertades esenciales: de conciencia, de culto, de


acción…?
a. La Norma Jurídica.
b. El derecho.
c. El derecho natural.
d. La ética jurídica.
e. El derecho penal.

5) “El derecho natural es … y puede ser exigido por la fuerza”, señale la palabra
incorrecta
a. Inviolable.
b. Singular.
c. Metafísico
d. Natural.
e. .Múltiple.

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6) “Es la facultad que tiene el hombre para hacer, omitir, poseer o exigir algo de
acuerdo con las normas jurídicas que rigen en toda sociedad organizada”, es
definición de:
a. Derecho subjetivo.
b. Derecho natural.
c. Derecho positivo.
d. Derecho real.
e. Derecho a la vida.

7) Señale la no considerada como relación entre deber y derecho


a. En una misma persona.
b. Deberes de caridad.
c. Deberes de justicia.
d. Deberes éticos.
e. Deberes de salud.

8) “Buena fe expresa un principio que debe normar o regir: a) a la dirección de la


conducta del sujeto de la relación jurídica y b) el criterio interpretativo de la
ley y de los actos jurídicos”, dijo:
a. Galindo Garfias, Ignacio.
b. Adela Cortina.
c. Tomás de Aquino.
d. Ermo Quisbert.
e. Nicolás de Durazzo.

9) Complete lo siguiente: “existe una... correlación entre Orden..., Sistema o


Régimen... y Derecho.
a. Corta – Económico – Político.
b. Estrecha – Moral – Político.
c. Estrecha – Económico – Político.
d. .Larga - Moral - Político
e. Pequeña – Económico – Civil.

10) “El Derecho mercantil positivo obedece más a necesidades prácticas que a...”.
Señale lo correcto.
a. Principios ideológicos.
b. Principios políticos.
c. Principios normativos.
d. Principios reglamentarios.
e. Principios.

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Resumen
UNIDAD DE APRENDIZAJE IV:

Se ha tratado sobre el derecho natural, desde su significado etimológico, su evolución


en la historia, y en la actualidad que nivel de importancia tiene frente al derecho positivo.
Es interesante discurrir el papel de los teólogos de la edad media en su afán de explicar
sobre el Derecho Natural, como por ejemplo, durante el siglo XVI y XVII, los teólogos
españoles, especialmente Domingo Soto (de justitia et iure, 1556) y Francisco Suárez
(tractatus de legibus ac deo legislatore, 1612). Convertida en la doctrina oficial de la
Iglesia Católica, han encontrado en estos siglos nuevos y brillantes expositores, que
forman el movimiento que se ha llamado el renacimiento del derecho natural.

Se ha desarrollado los conceptos de derecho, deber y norma natural. Aquí se trata sobre
el derecho NATURAL como poder moral que posee toda persona para alcanzar su
propia perfección, siendo el camino señalado por la ley moral, es decir, por la propia
conciencia. El deber es lo que el hombre necesita cumplir si quiere alcanzar su propia
perfección. El deber es un mandato, es una orden que conduce al bien. Para luego
establecer un nivel de correlación entre Deber y Derecho. Y luego se esboza sobre la
norma natural, señalando que es la base de los derechos fundamentales, que el derecho
positivo debe contener y ser materia de defensa respectiva. En este tema, también se
tratado sobre los derechos humanos, tema que tiene íntima relación con el derecho
subjetivo. Los derechos humanos su regulación, su aceptación por parte de sociedades
y estados, a fin de evitar los actos oprobiosos al ser humano.

Es importante lo tratado sobre las razones filosóficas en materia civil y materia mercantil,
evidentemente en ambos casos el razonamiento filosófico no se debe soslayar, por el
contrario debe ser motivo de nuevos temas de análisis y reflexión para contribuir a
resolver las nuevas formas de relaciones intersubjetivas, por ejemplo poner mayor
énfasis en lo que respecta a la tecnología y su traslación sin fronteras, y que cada vez
se adentra más y más en todos los contornos donde hay vivencia humana.

Tratamos sobre las razones filosóficas de derecho comercial o mercantil, teniendo en


cuenta la relación: Estado-economía -mercado, nos permite regular y comprometer a
los organismos principales de la tutela de toda relación jurídica, es decir al Estado
(gobierno-administración de justicia), los gestores y emprendedores de la economía en
todas las materias y productos o niveles, y donde se encuentra a los consumidores, que
a su vez se debe dar una tratativa especial, por ser los que llegan a consumir el producto
ya sea un bien material o inmaterial(servicios), se debe incidir en los derechos
fundamentales, protegerlos de estafas, compromisos ladinos de intereses económicos,
etc.

170
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Glosario
 ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA: es un concepto con dos acepciones: en primer
término, se refiera a la actividad jurisdiccional del Estado y, segundo lugar, implica
al gobierno y administración de los órganos jurisdiccionales. La primera tiene la
función fundamental de ejercer la función del Estado, atendiendo, cautelando,
tutelando los derechos fundamentales de las personas, sean estas naturales o
jurídicas, con el objeto de brindarles la justicia, la paz social y con ello la garantía
jurídica de la convivencial social. Los segundos, deben preocuparse por brindar
todos los medios logísticos, personal y otros necesarios para que los órganos
jurisdiccionales ejerzan sus funciones indicadas, sin impedimentos o limitaciones,
salvo las señaladas por la constitución y la ley.

 ACTITUD MORAL.- Para esta actitud los actos humanos son buenos o malos. Sus
manifestaciones son la aprobación y el aplauso o el reproche y la censura. La
abnegación y la benevolencia son aplaudidas; la hipocresía y la deslealtad son
censuradas.

 DEBER SER: es una idea renuente a la determinación conceptual. Nuestra


conciencia capta intuitivamente los deberes, cada uno de los cuales al ser
apropiado implica la exigencia inexcusable de su realización en la conducta
humana.

 DERECHO NATURAL: doctrina ética y jurídica que defiende la existencia de


derechos del hombre fundados o determinados en la naturaleza humana. Es un
conjunto de derechos universales, anteriores, superiores e independientes al
derecho positivo y al derecho consuetudinario.

 FILOSOFÍA: Proviene de dos raíces griegas: philos (amigo, amante) y sophía


(sabiduría), motivo por el cual, usualmente, ha sido traducida como “amor al saber”
o “Amor a la sabiduría”.

 FILOSOFÍA Del DERECHO: es una rama de la filosofía general. Encara pues las
cuestiones más hondas y generales del derecho, ubicando su estudio en una
sistematización general de los conocimientos humanos, lo que nos permite
comprender no sólo el sentido, o si se quiere, la significación de lo jurídico en una
concepción total del mundo y de la vida.

 EPISTEMOLOGÍA: disciplina cuyo objeto de estudio es la naturaleza, el origen y la


validez del conocimiento.

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 JUSTICIA: (del latín iustitĭa) es la concepción que cada época y civilización tiene
acerca del sentido de sus normas jurídicas. Es un valor determinado como bien
común por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus
integrantes. Es el conjunto de pautas y criterios que establecen un marco adecuado
para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y
permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones.

 LEY: Genéricamente, modo de ser y obrar los seres. Propiedades y relaciones entre
las cosas, según su naturaleza y coexistencia. Regla, norma, precepto de la
autoridad pública, que manda, prohíbe o permite algo. La expresión positiva del
Derecho. Regla de conducta obligatoria dictada por el Poder legislativo, o por el
ejecutivo cuando lo sustituye o se arroga sus atribuciones. Ampliamente, todo
reglamento ordenanza, estatuto, decreto, orden u otro mandamiento de una
autoridad en ejercicio de sus atribuciones. El Derecho escrito, como contraposición
a la costumbre. Cualquier norma jurídica obligatoria. El Derecho objetivo.

 MORAL: es una palabra de origen latino, que proviene del término moris
(“costumbre”). Se trata de un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas
de una persona o de un grupo social, que funciona como una guía para obrar. Es
decir, la moral orienta acerca de qué acciones son correctas (buenas) y cuales son
incorrectas (malas).

 NORMA JURÍDICA: es una regla u ordenación del comportamiento humano dictado


por la autoridad competente del caso, con un criterio de valor y cuyo incumplimiento
trae aparejado una sanción.

 PRUDENCIA: Una disposición racional práctica, conforme a una regla verdadera


(metálógos), respecto de lo que es bueno y malo para el hombre.
 SER: es infinito, sin límites, inconmensurable – No puede medirse -. Su idea cubre
la máxima y total extensión en más vasta acepción de la palabra.

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Fuentes de Información
BIBLIOGRÁFICAS:

BUNGE, Mario Augusto, La ciencia. Su método y su filosofía. Buenos Aires. Ediciones


Siglo Veinte, 1996.
COPLESTON, F. 2004. Historia de la filosofía. 9 Tomos, Ariel. Barcelona.
GARCIA MAYNEZ, Eduardo. 1994. Filosofía del Derecho. 7°Edicion. Edit. Porrua. México.
GARIA TOM, Víctor. 2001. Introducción a las Ciencias Jurídicas. Univ. De Lima.
GUERRERO DE LUNA T., Alfonso. 1996. Filosofía del Derecho y Derecho Natural. Rev.
Antenor Orrego. V.6-7.
KAHN Paúl. 2001. El análisis cultural del derecho. dit. GEDISA.
KAUFMANN, Arthur, HASSEMER, Winfried. 1992. El Pensamiento Jurídico
Contemporáneo.
RADBRUCH, Gustav. 1993. Introducción a la Filosofía del Derecho.
REALE, D. y ANTISERI, D. 2001. Historia del pensamiento filosófico y científico. 3
TOMOS. Herder. Barcelona.
TRAZEGNIES, Fernando. 1991. Introducción a la Filosofía del Derecho y la Teoría General
del Derecho.
TRAZEGNIES, Fernando. 2001. Pensando insolentemente. (tres perspectivas académicas
sobre el Derecho). Univ. Católica del Perú. Lima.

ELECTRÓNICAS:

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http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/filosof%C3%ADa-del-
derecho/filosof%C3%ADa-del-derecho.htm
 NORBERTO ALVAREZ Alcalá de Henares. La función de la Filosofía del Derecho
como disciplina académica.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/142089.pdf
 La Justicia. Por Jesús García López.
http://www.mercaba.org/FICHAS/VyV/ljjg.pdf
 Paulino Rueda Romero. La Administración de Justicia en el Perú: Problema de
Género.
http://www.usmp.edu.pe/derecho/instituto/revista/articulos/articulo_Dr_PaulinoRue
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 Carlos I. Massini Correas. Determinación del Derecho y Prudencia. El conocimiento
jurídico concreto y su hábito intelectual.
http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo57/files/det_del_dcho_y_prud.pdf
 Wilenmann, Javier. La Administración de justicia como un bien Jurídico. Revista de
Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso XXXVI (Valparaíso, Chile,
2011, 1er Semestre) [pp. 531 – 573.
http://www.scielo.cl/pdf/rdpucv/n36/a15.pdf
 Galindo Garfias, Ignacio. El principio de la Buena Fe en el Derecho Civil.
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/facdermx/cont/120/dtr/dtr2.pdf
 Frank van Dun. Ius natural y derechos naturales. Traducido por Luis Eduardo
Zamorano Aragón. Tomado de
http://allserv.rug.ac.be/-frvandun/Texts/Logica/NaturalLaw.htm
 Kelsen, Hans. La doctrina del derecho natural y el positivismo jurídico.
http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/rev_academia/revistas/12/la-doctrina-del-
derecho-natural-y-el-positivismo-juridico.pdf

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Solucionario

UNIDAD DE UNIDAD DE
APRENDIZAJE 1 APRENDIZAJE 2:
1. B 1. B
2. C 2. C
3. A 3. A
4. C 4. C
5. A 5. A
6. C 6. C
7. C 7. C
8. A 8. A
9. B 9. B
10. E 10. C

UNIDAD DE UNIDAD DE
APRENDIZAJE 3: APRENDIZAJE 4:
1. C 1. A
2. B 2. A
3. A 3. B
4. A 4. C
5. B 5. C
6. A 6. C
7. A 7. B
8. C 8. A
9. B 9. C
10. A 10. A

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