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REVOLUCIONES SOCIALES
Hemos visto que existen relaciones de explotación entre los seres humanos, y que esta
explotación se funda en que unos pocos son los que poseen los medios de producción
mientras otros muchos no y, por tanto, deben trabajar a cambio de un salario. A esta
relación la llama Marx la estructura. La denomina así porque es la base, los pilares,
sobre los que se mantiene el capitalismo. Sin esta base económica donde se dé la
propiedad privada y sin dos clases sociales (la capitalista y la obrera), sería imposible
pensar el capitalismo.
Sin embargo, ¿notamos nosotros que estamos siendo explotados? ¿Acaso las leyes no
dicen que somos hombres libres e iguales? ¿O por qué respetamos la propiedad privada
si es tan solo una fuente de injusticias? Para Marx, esto se debe a que existe una
superestructura que se encarga de que nada afecte a la base económica y que, de
algún modo, disimula la explotación que se da en la estructura. Para Marx, la
superestructura consiste en la sociedad política que nos organiza socialmente (el Estado y
sus instituciones, las leyes, la policía, la educación, etc.), a lo que otros marxistas luego
agregarán .también la sociedad civil (la ideología, las tradiciones, las religiones, etc.) todo
aquello que nos conduce a comportarnos de determinado modo. Por ejemplo, si no
respetáramos la propiedad privada y tomáramos algo que no nos pertenece legalmente,
seríamos condenados como delincuentes tanto por la ideología de quienes nos rodean así
como también por las leyes y por las fuerzas de seguridad del Estado, como ser la policía
(nótese que mientras la sociedad civil ejerce su poder por medio del convencimiento, el
poder político lo hace mediante la fuerza directa). La superestructura no es más que un
disfraz que oculta aquello que es propio del capitalismo y que es la estructura. Así,
mientras podemos sentirnos contentos porque nuestras leyes dicen que somos libres e
iguales, Marx sostiene que eso no es más que una mentira, porque si miramos la
estructura vamos a notar que los obreros no son libres (no les queda otra opción que
vender su fuerza de trabajo para sobrevivir) y que tampoco son los hombres iguales (hay
unos que tienen medios de producción y otros que no).
Marx percibe que incluso muchas veces la superestructura cambia, por ejemplo, existe la
posibilidad de cambiar las leyes o de aumentar los salarios de los trabajadores, pero él
está convencido de que aquello no deja de ser un maquillaje porque la estructura no se
estaría cambiando. Es por esto que sostiene que lo que importa es cambiar la estructura
para lograr una sociedad más justa, y a esa tarea vuelca todos sus esfuerzos.
En el Manifiesto Comunista, libro que Marx escribió junto a su amigo Engels, Marx nos
cuenta que la actual estructura capitalista no ha sido siempre así. La estructura de la
época feudal se basaba en otras relaciones sociales y formas de explotación, por ejemplo
donde se daba el dominio directo (la riqueza se obtenía dominando a los propios siervos
e invadiendo nuevos territorios). En cambio, a partir del siglo XVIII y principalmente con
la revolución industrial, esto se fue modificando por el actuar de la burguesía capitalista.
Esto lleva a Marx a notar que la burguesía capitalista ha tenido un rol revolucionario en
la historia, porque ha modificado la base económica, ha logrado enormes inventos y
tecnologías, ha podido expandirse por el mundo entero, etc. Sin embargo, Marx creía que
había llegado la hora de terminar con la explotación generando una nueva estructura.
Lógicamente si para él la principal fuente de injusticias era la propiedad privada que
hacía que existieran dos clases sociales entre los hombres, una revolución implicaba
cambiar eso precisamente: abolir la propiedad privada y lograr una sociedad sin clases
sociales