Sei sulla pagina 1di 3

AMOR: Un comentario del texto de Alexandre Stevens

Graciela Esperanza

El texto de A. Stevens traza un amplio arco que va desde la definición del Amor en el
diccionario de Voltaire hasta el poema "A una razón" de Rimbaud.
Este arco se acompaña de otro que se sitúa en relación a la enseñanza de Lacan y
comprende una lectura que va desde el Seminario I hasta el XXI.
Este extenso recorrido le permite a Stevens ir circunscribiendo los diferentes momentos- en
los que emergen nuevas definiciones, o declinaciones del amor tanto en la enseñanza de
Freud y de Lacan como en la cultura- él dice: "El amor tampoco se priva de la cultura". El
ejemplo princeps de una de esas emergencias es el amor cortés.
Bajo ese marco se enumeran amores múltiples y diferentes: el amor como repetición, el
amor narcisista, el amor como signo, como don, como suplencia, el amor como goce, como
síntoma, el amor y la diferencia sexual, el amor macho, el amor femenino, finalmente el
amor como uno de los Nombres del Padre. Sin duda es un trabajo en el que se despejan las
vicisitudes doctrinarias del amor.
Como les decía el texto concluye con el poema de Arthur Rimbaud, pero antes recuerda
una indicación de Lacan en la "Nota italiana" que retengo y de la que me voy a servir
puesto que me parece deja en el punto justo desde el que se podrían interrogar las
vicisitudes del amor para la práctica lacaniana.
En la pag 311 de los Otros Escritos, en la "Nota Italiana", que recuerda Stevens, leemos lo
siguiente "El saber que Freud llama inconsciente como lo que el humus humano inventa
para su perennidad de una generación a la otra y ahora que se lo ha inventariado sabemos
que da pruebas de una falta de imaginación extrema y luego concluye que hay que
"intentar a partir de lo simbólico, y lo real que aquí anuda lo imaginario, agrandar los
recursos mediante lo cual uno podría prescindir de esa fastidiosa relación, (entiendo de la
relación del saber y del inconsciente) para hacer al amor más digno que esa charlatanería
excesiva en la que hoy consiste".
Se desprende de esa Nota que Lacan apuesta a que el vaciamiento de esa fastidiosa
relación de lugar a que una dimensión más descente, es decir desprovista de sentido,
puede alcanzarse en el amor.
No es la primera vez que Lacan anuncia un amor diferente, no es la primera vez que Lacan
insinúa en el amor una dimensión que puede ir más allá del espejismo narcisista y del
padre.
Ya estaba su anuncio en el seminario XI cuando hablaba de la posibilidad de acceder a la
significación de un amor más allá de la ley, más allá del padre como resultado de la
operación deseo del analista, un amor que llegaba hasta la renuncia / destrucción del
objeto.
La lectura que Miller hace en "El banquete de los analistas" de este anhelo de Lacan, parte
de considerar que en ese pequeño texto lo que se juega es cuál es el acceso a lo real que
da el psicoanálisis, para lo cual allí, -en el contexto de la Nota Italiana- su mejor partenaire
es la ciencia, en tanto ella sí inscribe un saber en lo real.
Siguiendo esa línea utiliza la construcción que realiza Cantor al inventar un nuevo número-
el transfinito- para nombrar la Cardinalidad de la serie de los números enteros.
Con el número transfinito de Cantor lee este párrafo y define a esta operación como una
operación de desplazamiento en la serie de los números enteros de lo no sabido desde el
interior de la serie al exterior.
Cantor, dice Miller, al ubicar lo no sabido en el exterior encuadra la serie de los números y
la convierte en un conjunto.
Esto tiene dos consecuencias, por una lado totaliza el infinito con lo cual en el interior del
conjunto puede seguir habiendo crecimiento de la cadena infinitamente, pero con un límite,
es decir se trata lo infinito como finito, y además en ese espacio de lo no sabido se puede
inventar algo que es radicalmente diferente a lo enmarcado.
Miller extrae esta operación aritmética para leer el anhelo de Lacan, y destaca que ese
amor más digno es del orden de una invención científica, en la medida en que
determinará lo real de manera nueva.
La exigencia de un amor más digno separaría así al psicoanálisis de cualquier práctica
filosofante y abriría para el humano el campo de lo no sabido y a partir de allí de la
invención. Por la vía del amor el psicoanálisis haría ciencia.
El amor más digno es esa exterioridad de lo no sabido. Queda así excluido que se trate de
una salida ilusoria o incluso mística.
Si esto es así el amor más digno sería un amor que se sostiene del número, es decir de lo
único que en la lengua vehiculiza lo real, en oposición al sentido. Solo que aquí pone en
lugar del número el anudamiento RSI que es como el número pero no se descifra. Que en
definitiva queda apuntado en el poder pasar del los dichos del amor a la carta de a muro,
como función de lo escrito.
Tampoco que no es la primera vez que Lacan ve en el nudo la posibilidad de alcanzar un
real. Al finalizar la Tercera del 75 dice que debiéramos poder servirnos de lo que hay en el
aplanamiento del nudo.
Vuelvo entonces, ese amor es un punto de llegada, pero también de partida.
Si pasamos esto a la experiencia analítica para interrogar lo que concierne al amor en
nuestra práctica, es necesario introducir un tercer término, además del Nombre del Padre y
es precisamente el que queda por fuera del texto de Stevens: es la transferencia.
Al pasar, recuerdo que en la clase del 9 de febrero del 1972 , "…Ou Pire", Lacan habla por
primera vez del nudo Borromeo y lo hace en relación al amor de transferencia, vehiculizado
en la demanda a través de la frase analizante "Te pido que rechaces lo que te ofrezco
porque no es eso". Verdadero hueso transferencial.
Por lo tanto para llegar al amor como transfinito y como función matemática, es necesario
en el paso por la experiencia analítica, haber atravesado las vueltas de la demanda,
haberse desembarazado de la enfermedad del amor, la que se sostiene de ese engaño que
es el sujeto supuesto saber suposición, suposición a su vez impensable sin estar soportada
en el Nombre del Padre (Lacan Seminario XXIII).
Paradoja del amor: debe desembarazarse de aquello mismo que contribuyó a engendrar.
En este punto voy a recordar el final de "Una fantasía"de Jacques-Alain Miller en
Comandatuba, cuando caracteriza a la época como la época en la que el discurso analítico y
la hipermodernidad estarían emparentados.
Allí Miller dice que a él le parece que el último Lacan invierte la fórmula que dice que el
pivote de la transferencia es el SsS, para considerar que la transferencia es soporte del SsS.
Más bien lo que hace existir el inconsciente como saber es el amor, el amor que puede
mediar entre los uno-totalmente-solo, para hacerlo existir como saber, puesto al estar
hecho de unos separados, hace falta el amor para hacer existir la relación simbólica: S1
articulado a S2. El sujeto supuesto saber oficiando de tapón.
Recordemos que en la página 83 de Aún, Lacan dice que lo que hace que el amor no se
distinga de la transferencia es el sujeto supuesto saber, al que contribuye a constituir,
puesto que es el amor el que liga el saber al inconsciente.
La función del deseo del analista, que en el Seminario XI separaba el Ideal del objeto a, y la
función amo del deseo que en el Seminario XII separaba la demanda de la identificación, se
desplaza aquí a la separación de la transferencia y del amor por la vía de la caída del SsS.
La operación analítica apuntará entonces a separar a la transferencia del amor, el amor se
suelta del saber y ese soltarse del saber como semblante da lugar a que el referente se
localice. Si volvemos al Seminario XIX, se tratará en el aplanamiento del nudo no de cómo
surge un sentido, sino como de un nudo de sentido surge el objeto a. Es localizar el
referente.
Este amor soltado del saber-que es el reverso del amor de transferencia- está destinado a
alojar la operación del análisis, por eso es punto de partida y también de llegada. La
transferencia, que no se liquida se dirige, al no saber, pero en tanto disponibles y
distinguidos, el amor y la transferencia por recurrencia pueden volver a poner en marcha el
dispositivo del análisis.
El amor en la operación analítica es algo de lo que no se puede prescindir. Se entra al
inconsciente por amor y con el amor se podrá acceder más lejos que el inconsciente a lo
real.
El amor más digno-así trato de cernirlo- no es una calificación del amor, es el nombre de
una operación del post-analítico.
Por último se me plantea una pregunta que si bien Miller no formula, nos deja en el umbral
de su formulación, en la conferencia que mencionaba concluye que el analista no podría
amar los efectos de verdad de su inconsciente, menos aún, aristotélicamente amar lo bello,
lo verdadero o lo bueno…pero entonces, un analista ¿ama?

Potrebbero piacerti anche