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Aplicación teoterápica
La búsqueda de Dios es una decisión personal, como lo es el apartarnos de Él para pecar.
Desde la primera razón que abordamos para buscar a Dios, “porque le hemos fallado” hasta
la necesidad de “buscarlo para vivir” surgen muchas más razones para nuestra relación de
intimidad y comunión personal con el Padre. Podemos concluir que son infinitas las razones
para buscar a Dios y no hay ni una sola para no buscarlo.
Nuestra búsqueda de Dios es sinónima también de consagración, aquella que nos hace
felices, la que llena de alegría nuestra vida sirviéndole a Él, dedicándonos a nuestro
cónyuge e hijos y a nuestra familia en la fe.