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3. ¿Cuál es la biológica del microorganismo?

Hace trescientos años Antonie van Leeuwenhoek observó por primera vez en un microscopio
primitivo unos “pequeños animáculos” que ahora se conocen como microorganismos. Los
microorganismos son los seres más primitivos y numerosos que existen en la Tierra,
colonizan todo ambiente: suelo, agua y aire, participan de forma vital en todos los
ecosistemas y están en interacción continua con las plantas, los animales y el hombre. Los
microorganismos son clave para el funcionamiento de los sistemas biológicos y el
mantenimiento de la vida sobre el planeta, pues participan en procesos metabólicos,
ecológicos y biotecnológicos de los cuales dependemos para sobrevivir y enfrentar los retos
del futuro. Estos retos son gigantescos para la continuidad de la vida, en particular, para
satisfacer la demanda de alimentos y medicamentos y resolver problemas ecológicos y de
contaminación ambiental. En otras palabras, parte de la actividad biológica esencial que
permite la vida depende de los microorganismos.

Los microorganismos se agrupan en dos categorías: procarióticos y eucarióticos. En la


primera están las archaeas y las bacterias, mientras que en la segunda se encuentran hongos,
algas y protozoarios. No obstante, de manera convencional los virus, viroides y priones son
también considerados microorganismos. En principio, la diversidad microbiana puede
apreciarse en términos de la variedad estructural y funcional de los microorganismos, tal
como sus variaciones en el tamaño celular, en la morfología, en la división celular, o bien en
la capacidad metabólica y de adaptación. No obstante, en la actualidad el estudio del material
genético (ADN y ARN ) revela la existencia de miles de millones de especies microbianas,
sugiriendo que habitamos un mundo plagado de microorganismos que incluso habitan el
planeta desde mucho antes que cualquier otro ser vivo. Aun cuando se estima que sólo se
conoce el 3% de los microorganismos y que pocos se han estudiado con profundidad, resulta
sorprendente su diversidad en relación con la variedad de plantas y animales. Asimismo, se
reconoce que los microorganismos son más diversos y versátiles que los macroorganismos
debido a su historia evolutiva y a su rápida capacidad para adaptarse a los cambios
ambientales. Por ejemplo, hace poco más de 3,300 millones de años las bacterias fueron las
primeras formas de vida en colonizar la Tierra, ya que tienen capacidad para usar distintas
fuentes de energía. Desde entonces y hasta la actualidad las bacterias y otros
microorganismos pueden crecer en los ambientes más diversos. Su capacidad y eficiencia
metabólica permitieron que ellos colonizaran la superficie terrestre, el aire, los lagos salados
y prácticamente todas las regiones geográficas del planeta. Los encontramos desde los polos
en ambientes debajo del punto de congelación, hasta ambientes secos como los desiertos, o
los muy húmedos como las selvas lluviosas. Otro de sus éxitos evolutivos es que pueden vivir
solos o en asociación con otros seres vivos. En las plantas viven hongos y bacterias sin
causarles daño, tal como los hongos micorrícicos en las raíces del 97% de las plantas, o la
bacteria Rhizobium, un simbionte de las leguminosas como el fríjol y el chícharo. En seres
humanos también existen bacterias en elevada densidad, como es el caso de Escherichia coli
en el colon del intestino humano. De esta forma, la diversidad microbiana en un sentido
amplio se define como la variedad de microorganismos y de sus diversos mecanismos de
adaptación.En general, de los microorganismos se han descrito 30,800 especies de
protozoarios, 70,000 de hongos y 45,000 de bacterias; aunque se pronostican hasta 2 millones
de especies de hongos y de tres a diez millones de especies bacterianas. De ellos los más
estudiados son los relacionados con el bienestar humano. No obstante, en los ecosistemas,
hábitats como el suelo tienen una amplia diversidad de protozoarios, cianobacterias, bacterias
y hongos. Se estima que en el suelo existen miles de especies en poblaciones de 100 a 2,000
millones de individuos por gramo de suelo, con hasta 35,000 especies de bacterias y
1,500,000 de hongos, aunque sólo se han identificado entre un 8% y un 1%,
respectivamente.4 Esto sugiere que otros hábitats dentro de cada ecosistema del planeta
podrían contener una elevada diversidad microbiana aún no descubierta. Los
microorganismos participan en procesos ecológicos que permiten el funcionamiento de los
ecosistemas, y biotecnológicos que son esenciales para la industria farmacéutica, alimenticia
y médica. Ellos son los principales responsables de la descomposición de la materia orgánica
y del ciclaje de los nutrientes (carbono, nitrógeno, fósforo, azufre, etc.). Así, en la fijación y
ciclaje del nitrógeno están implicadas bacterias simbióticas como Rhizobium y Frankia, y
bacterias de vida libre como Azotobacter, Azospirillum, Burkholderia, Thiobacillus,
incluidas las cianobacterias: Anabaena y Nostoc. Otros ejemplos son la bacteria Rhizobium
etli la cual aporta nitrógeno a las plantas de frijol, las micorrizas que ayudan a las plantas a
capturar los nutrientes del suelo y Burkholderia que promueve el crecimiento vegetal de los
cultivos.4, 6 En la industria biotecnológica, de los microorganismos se han obtenido y
producido antibióticos de enorme importancia médica como la penicilina, sintetizada por los
hongos Penicillium notatum y P. chrysogenum, la cefalosporina por el género fúngico
Cephalosporium. Mientras que otras bacterias son indispensables para la industria
alimentaria, como ocurre con el género Lactobacillus usado en la producción de vitamina
b12 en el yogurt. En el rubro industrial, las levaduras son también microorganismos
ampliamente utilizados. La levadura Saccharomyces cerevisiae se emplea para elaborar vino,
tequila y cerveza.4, 5 Además, otras numerosas especies de los géneros Candida, Kloeckera,
Picha y Bacillus, participan en la fermentación de bebidas de origen indígena como aguamiel,
pulque, tepache, colonche, tesgüino (cerveza de maíz) y de alimentos como el pozol; lo que
muestra el potencial etnobiológico de los microorganismos en la cultura alimentaría
tradicional de México. A pesar de su importancia y de los servicios ambientales que ofrecen
(Cuadro 1), los microorganismos son los menos conocidos, particularmente en los países
megadiversos, , donde la investigación microbiológica es aún incipiente comparada con la
que realizan países con menor diversidad biológica como Estados Unidos, Japón, Corea,
Alemania, Dinamarca y Suiza. En estos países el uso de la diversidad microbiana es fuente
de nuevos productos y de altas ganancias provenientes de la industria farmacéutica y de otros
procesos industriales. A continuación se describen ejemplos que revelan la utilidad de
algunos organismos y fundamentan la importancia de invertir en la investigación microbiana.
Los microorganismos en los  avances científicos Las bacterias han sido esenciales en la
investigación. Su utilidad se remonta a los trabajos del bacteriólogo inglés F. Griffith (1928),
quien a partir de las bacterias que causan la neumonía (Pneumococcus) aportó la primera
evidencia para demostrar que el ácido desoxirribonucleico (ADN) era la sustancia portadora
de la herencia y de los rasgos estructurales y funcionales de un individuo. Griffith descubrió
que la capacidad de estas bacterias para causar la neumonía depende de la presencia de una
cápsula que rodea a la célula bacteriana (cápside). Este trabajo documentó que las bacterias
muertas con cápside o las vivas sin cápside, eran inofensivas. No obstante, los animales
infectados con una mezcla de estos dos grupos de bacterias contraían la neumonía. La
explicación fue que algo de las bacterias muertas con cápside transformó a las sin cápside
en virulentas. Este fenómeno, hoy conocido como transformación genética bacteriana
(introducción de ADN extraño a una célula), fue esencial para identificar al ADN como el
responsable de que la virulencia de las bacterias muertas fuera transferida a las no virulentas
vivas y de que esta se heredara de una generación a otra. Esto revela la utilidad de los
microorganismos en diversos hallazgos que marcaron importantes avances científicos. Así,
el trabajo de Griffith fue crucial para el posterior descubrimiento del ADN y de su estructura,
y estableció la base para el surgimiento de la genética molecular que posteriormente permitió
eventos como el desciframiento del genoma humano o la obtención de plantas transgénicas
con el uso de Agrobacterium tumefaciens, una bacteria que se encuentra en casi todos los
suelos del mundo.

Los microorganismos tienen una influencia muy significativa en los sistemas biológicos y
biotecnológicos. En este sentido, la diversidad microbiana es también un recurso para
elaborar tecnologías novedosas que generen riqueza y bienestar para el país. Entre estas
podría contemplarse usar a los microorganismos en tecnologías ecológicas y ambientales que
permitan ayudar a la conservación o recuperación de la biodiversidad. Por su utilidad
biotecnológica (por ejemplo en la elaboración de fármacos, productos alimenticios y hasta
armamento biológico) los microorganismos también son punto clave de bioseguridad en los
países, por ello es indispensable conocerlos lo más posible y al mismo tiempo reglamentar
su uso. La existencia de la vida en el planeta depende en gran parte de los microorganismos,
por lo que es alarmante que el conocimiento sobre la diversidad microbiana sea tan escaso.
Esto compromete a países megadiversos, con el difícil reto de incorporar al estudio de su
biodiversidad esfuerzos y apoyos de investigación dirigida a inventariar, conservar, explotar
el uso y regular la protección de la diversidad microbiana, así como a incrementar la
investigación dirigida a explorar la función de los microorganismos en la biodiversidad y en
los ciclos biogeoquímicos vinculados al funcionamiento de los ecosistemas. Hay aún muchas
preguntas por responder; por ejemplo, no se sabe si existen especies de microorganismos en
extinción pero con potencial biológico vital para otros organismos, se desconoce cuántos
microbios patógenos surgen en el ambiente y cómo cambia su actividad ante el cambio
climático o las perturbaciones al ambiente, y falta documentar qué especies bacterianas y
virales surgen o se han vuelto resistentes al uso de antibióticos y pesticidas. El suelo, por
ejemplo, tiene una riqueza microbiana cuyo potencial podría resolver problemas ambientales,
de salud o alimenticios; sin embargo, es necesario intensificar la investigación y el diseño de
método logías dirigidas a identificarlos, preservarlos y a conocer sus usos. A nivel de
ecosistemas falta conocer en qué procesos ecológicos participan en forma individual, en
consorcios o como comunidad o grupo funcional, con la finalidad de identificar cuáles
procesos se alterarían afectando al resto de la diversidad biológica si ciertos microorganismos
desaparecieran. Estas preguntas podrán ser abordadas mediante el uso de técnicas de cultivo
tradicionales, bioquímicas (perfiles de ácidos grasos de membrana) y moleculares (ADN,
ARN, metagenoma.

Históricamente, los microorganismos han sido vistos de manera negativa a causa de su


asociación con muchas enfermedades humanas. Sin embargo, los microorganismos
patológicos son un porcentaje muy minoritario dentro del total de microorganismos, la
mayoría de los cuales desempeñan papeles absolutamente imprescindibles y que de no existir
harían inviable la vida en la Tierra. Algunos ejemplos son las bacterias que fijan nitrógeno
atmosférico (posibilitando la vida de los organismos vegetales), las bacterias del ciclo del
carbono (indispensables para reincorporar al suelo la materia orgánica) o la multitud de
microorganismos que viven de manera simbiótica en nuestro tubo digestivo, sin las cuales la
digestión no sería viable. Así pues, los "organismos superiores" (animales, plantas...) no
podríamos vivir de no ser por las funciones desempeñadas por estos seres microscópicos.
Además, tienen amplias aplicaciones en el terreno industrial, como las fermentaciones (p.e.
para la producción de bebidas alcohólicas o productos lácteos), la producción de antibióticos
o la de otros productos de interés farmacéutico o biotecnológico (hormonas, enzimas,...).
Finalmente, cabe también destacar el papel esencial que los microorganismos juegan en los
laboratorios de investigación biológica de todo el mundo como herramientas para la
clonación de genes y la producción de proteínas.

Según su papel y función en la de la naturaleza se divide a los organismos en tres grupos. Las
plantas verdes producen materia orgánica utilizando energía solar y anhídrido carbónico, y
se les denomina productores.

Los animales son consumidores; consumen gran cantidad de la biomasa primaria para la
síntesis de su propio cuerpo. Plantas y animales sufren par último una descomposición, en la
que la materia orgánica se transforma en compuestos minerales, inorgánicos. En este proceso
denominado mineralización están implicados en primer lugar hongos y bacterias. Actúan en
la naturaleza como descomponedores. Los bioelementos, por tanto, están sometidos a
procesos cíclicos. A continuación daremos brevemente alguna noción de los ciclos
biogeoquímicos del carbono, el nitrógeno, el fosforo y el azufre.

Ciclo del carbono. En el ciclo del carbono cumplen los microorganismos su función más
importante en el mantenimiento de la vida sobre la tierra. Se encargan de la mineralización
del carbono transformado en materia orgánica para las plantas verdes, y con ello del
mantenimiento de un equilibrio muy delicado. EI aire atmosférico contiene poco más del
0,03% de anhídrido carbónico. La capacidad fotosintética de las plantas verdes es tan grande,
que la reserva de CO2 atmosférica se agotaría en poco menos de veinte años. Para nuestra
medida del tiempo es un lapso relativamente corto; sin embargo, se calcula que las reservas
de energía y de carbono de la Tierra pueden durar entre 1000 Y3000 años. Incluso si se tienen
en cuenta las reservas de los océanos, la reserva de anhídrido carbónico solo duraría unos
2000 años.

Las plantas verdes tendrán que detener pronto su fijación de anhídrido carbónico si animales
inferiores y microorganismos no asegurasen la continua mineralización de la materia
orgánica para una regeneración de anhídrido carbónico. Las bacterias y los hongos del suelo
no tienen una importancia menor que las plantas verdes fotosintéticamente activa de la
materia en la Tierra. En el ciclo del carbono es donde queda más clara la interdependencia
de todos los seres vivos de la Tierra.

Indiquemos todavía una particularidad del proceso de mineralización. Una pequeña parte
del carbono mineralizado (1-1,5%) no llega a la atmosfera en forma de CO2, sino como
metano. Este gas se produce a partir de la materia orgánica en aquellos hábitats a los que no
llega el oxígeno atmosférico (tundra, arrozales, panza de los rumiantes), pasa a la atmosfera,
y allí, por oxidación de los radicales OH del aire pasa a través de monóxido de carbono (CO)
hasta CO2. En la formación de metano, así como de otros gases que se encuentran en trazas
(H2, CO, N,O, NO,) participan principalmente bacterias.
A primera vista el mar parece representar una poderosa reserva de anhídrido carbónico.
Frente a esto se puede argüir que la velocidad de intercambio del anhídrido carbónico
atmosférico con el del mar, presente en forma de C03- en más de un 90%, es muy baja; en
un ano se intercambia únicamente 1/10 del anhídrido carbónico del aire con el del mar.
Además, en el intercambio gaseoso participa solo una delgada capa superficial. Las grandes
cantidades de CO, que se encuentran por debajo de la termoclina en los océanos solo llegan
a la superficie en unas pocas regiones de afloramiento
(Africa occidental, Chile) y allí enriquecen también la atmosfera en CO2
(0,05%). Desde hace varios años está aumentando continuamente el contenido en anhídrido
carbónico de la atmosfera. Este incremento puede atribuirse en parte a la combustión de
petróleo y de carbón. Por otra parte, el incremento en el contenido de CO2 también se debe
a un descenso de la fijación fotosintética del CO2, por la desforestación de grandes
superficies y la degradación del suelo. Los océanos constituyen un poderoso sistema tampón
de CO2 y actúan como compensadores del contenido en CO, de la atmosfera.

Fig 1. Las transformaciones de anhídrido carb6nico (fijaci6n, producci6n, intercambio). La


fijaci6n fotosintética de CO2 por las plantas verdes agotarla rápidamente las reservas de
anhídrido carb6nico de la atm6sfera si la materia orgánica no fuese descompuesta y oxidada
a anhídrido carb6nico por los microorganismos. La combusti6n de hidrocarburos f6siles
(petr6Ieo. gas natural, carb6n) conduce a un incremento paulatina del contenido en CO2 de
la atmosfera.

En el mecanismo bioquímico de la fijación fotosintética del anhídrido carbónico por las


plantas verdes participan en primer lugar azucares y compuestos relacionados.
Temporalmente el anhídrido carbónico fijado se almacena en las plantas leñosas y herbáceas
en forma de azucares polimerizados; casi el 60% del anhídrido carbónico fijado en el campo
conduce a la producción de madera. La madera está compuesta en un 75% de polisacáridos
(celulosa, hemicelulosa, almidón, pectinas y arabinogalactanos) y tan solo algo más del 20%
de ligninas; el contenido proteico es pequeño (I %). En las gramíneas y plantas herbáceas el
porcentaje en polisacáridos es aún mayor. EI predominio de los polisacáridos entre los
productos de asimilaci6n de las plantas verdes explica la importancia de los azucares como
sustancias nutritivas para todos aquellos seres vivos que requieren materia orgánica para su
alimentación. La glucosa y otros azucares no solo constituyen en forma de polímeros los
sustratos predominantes por su masa en el proceso de mineralización en la naturaleza, sino
que en forma de monómeros constituyen las sustancias nutritivas preferidas por la mayoría
de los microorganismos heterótrofos.

Ciclo del nitrogeno. En el centro del ciclo del nitrógeno se encuentra el amonio. Este es el
producto de degradación de las proteínas y aminoácidos, que llegan al suelo con la materia
animal y vegetal muerta. En los suelos bien aireados el amonio está sometido a la
nitrificación; a través de las bacterias Nitrosomonas y Nitrobacter el amonio se oxida a nitrito
y nitrato. Tanto el amonio como el nitrato pueden ser utilizados por las plantas en la
asimilación como fuente de nitrógeno. Si el nitrato se encuentra en ausencia de oxígeno tiene
lugar una pérdida de nitrógeno (desnitrificacion). Las bacterias implicadas utilizan entonces
el nitrato como fuente de oxígeno (aceptor de hidrógenos), "respiran" por tanto con
N03- en lugar de O2; por ello se habla de una "respiración de nitratos". La desnitrificación
conduce a pérdidas de nitrógeno del suelo. También hay bacterias capaces de fijar nitrógeno.
Las bacterias fijadoras de nitrógeno viven libres en el suelo (no simbióticas) 0 en simbiosis
con plantas superiores (fijadores simbióticos del nitrógeno). Junto a los animales y las
plantas, las bacterias participan principalmente en el ciclo del nitrógeno.
Ciclo del fosforo. En la biosfera el fosforo se encuentra casi exclusivamente en forma de
fosfato. En los organismos el ácido fosfórico está fijado en forma de ester. Los esteres se
disocian rápidamente al morir las células, y se liberan los iones fosfóricos. La forma del
fosforo en el suelo que es captable por las plantas son los iones libres del ácido orto fosfórico,
H3P04• Su concentración es frecuentemente muy baja; la limitación del crecimiento de los
organismos no se debe por 10 general a una deficiencia en fosfatos, sino a la formación de
compuestos de fosfato difícilmente solubles, como el apatito y los complejos de metales
pesados. Las reservas de fosfatos que puedan descomponerse son abundantes, y no limitan
la producci6n agrícola en un futuro previsible; no obstante, los fosfatos hay que
transformarlos en su forma soluble. En muchos lugares los fosfatos de los abonos llegan a
los ríos y a los lagos. Como sus concentraciones en iones hierro, calcio y aluminio no son
frecuentemente altas, el fosfato permanece soluble y conduce a la eutrofizaci6n de las aguas,
sobre todo favoreciendo a las cianobacterias fijadoras de nitr6geno. En los suelos la mayoría
de las veces los fosfatos se fijan nítidamente en forma de sales insolubles.

Fig 2. Ciclo del Nitrógeno

Ciclo del azufre. En las células vivas el azufre se encuentra principalmente en forma de
grupo mercaptano, formando parte de aminoácidos azufrados (cisteína, metionina,
homocisteina). Su porcentaje en el peso seco de los organismos es del 1%. En la
descomposici6n anaer6bica de la materia orgánica los grupos mercaptano se disocian
mediante desulfurasas; a la forrnaci6n de sulfhídrico en el curso de la mineralizaci6n en
condiciones anaer6bicas se la denomina también desulfuraci6n. Sin embargo, la mayor parte
del sulfhídrico que aparece en la naturaleza se debe a la reducción del sulfato por las bacterias
(bacterias reductoras de sulfatos)
Este sulfhídrico producido en los sedimentos an6xicos de las aguas puede ser oxidado a
azufre y sulfato por bacterias anaeróbicas. Si el sulfhídrico llega a zonas que contienen

Fig 3. (1) A través de la reducci6n asimiladora del sulfato se reduce este al nivel del sulfuro
y se fija transitoriamente en forma orgánica a las proteínas de los seres vivos. EI azufre se
libera de los aminoácidos por degradaci6n de las proteínas y eliminación. EI sulfuro puede
oxidarse bajo condiciones aeróbicas abióticamente hasta azufre o sulfato, o bien por bacterias
(Beggiatoa, Thiothrix) hasta sulfato pasando por azufre. EI azufre libre es oxidado
aeróbicamente por los Thiobacilli hasta sulfato. Bajo condiciones anaer6bicas el sulfuro
puede ser oxidado por las bacterias fototr6ficas hasta azufre (Chlorobium) o sulfato
(Chromatium). En condiciones anaer6bicas el sulfato puede reducirse a sulfuro a través de la
reducci6n disimilatoria de sulfatos por los desulfuricantes (Desulfovibrio,
Desulfotomaculum) y por la reducci6n disimilaría del azufre este puede ser reducido a
sulfuro por Desulfuromonas.

MICROORGANISMOS Y BENEFICIOS
Una tecnología tradicional Aunque los seres humanos han utilizado microorganismos
(especialmente en procesos alimentarios) desde la Antigüedad, estos no fueron conocidos
hasta una época reciente (siglos XVIII y XIX). En el siglo XIX se inició la obtención
industrial de ciertos productos empleando especies concretas de microorganismos. Industrias
alimentarias La mayoría de los productos alimenticios en los que intervienen
microorganismos se obtienen mediante procesos de fermentación, como el pan, el vino, la
cerveza y las leches fermentadas. La levadura Saccharomyces cerevisiae produce una
fermentación alcohólica de los glúcidos de la harina. El etanol se evapora al ser horneado el
pan y el CO2 producido hace que el pan sea esponjoso. El vino y la cerveza son también
productos resultantes de la fermentación alcohólica provocada por la levadura
Saccharomyces cerevisiae. El vino procede del mosto fermentado y la cerveza se obtiene de
la malta previamente tostada (en este producto, además, se añade lúpulo). Ambos productos
contienen etanol debido a la fermentación producida por la levadura. El vinagre se obtiene
por un proceso oxidativo, a partir de vino, mediante el cual el etanol es oxidado hasta
convertirse en ácido acético por bacterias del género Acetobacter. Este proceso consiste en
una respiración aerobia, por lo que es necesario contar con bastante aireación. En la
elaboración del queso y las llamadas leches fermentadas (yogur, kéfir, cuajada, etc.) son
fundamentales las bacterias como Lactobacillus o Lactococcus. Estas realizan la
fermentación láctica cuyo producto final es el ácido láctico, que actúa como conservante
natural. Industrias químicas Los microorganismos producen alcoholes y acetona que se
emplean en muchos procesos industriales. Ácidos orgánicos, como el acético, el cítrico o el
aminoácido glutámico, tienen mucha utilidad en industrias químicas. En el ámbito de la
microbiología industrial se emplean actualmente células microbianas modificadas
genéticamente para la obtención de muchos productos específicos. Industrias farmacéuticas
La microbiología aplicada a las industrias farmacéuticas se desarrolló después de la Segunda
Guerra Mundial, con el inicio de la producción de antibióticos. Actualmente existe un gran
número de productos farmacéuticos en cuya producción intervienen los microorganismos.
Muchas vacunas virales se elaboran en cultivos celulares; las vacunas contra bacterias
implican el cultivo bacteriano y su posterior atenuación. La tecnología del ADN
recombinante adquiere cada vez mayor importancia en la elaboración de vacunas, tanto de
virus como de bacterias. Microorganismos del tipo de los actinomicetos y los hongos
filamentosos, como Penicillium o Cephalosporium, producen la mayoría de los antibióticos.
A partir de estos productos se obtienen los antibióticos semisintéticos en las industrias
farmacéuticas. En el rendimiento de la producción de antibióticos influyen el tipo de estirpe
del microorganismo productor y las condiciones de cultivo del mismo. La producción de
antibióticos La obtención de vacunas La fabricación del queso y las leches fermentadas La
producción de vinagre La fabricación del vino y la cerveza La fabricación del pan El
conocimiento de la fisiología, la biología molecular y la tecnología del ADN recombinante
está permitiendo buscar un procedimiento racional de diseño de fármacos. Existe un gran
interés por el desarrollo de investigación para obtener fármacos anticancerígenos, vitaminas
u hormonas empleando microorganismos modificados genéticamente. Producción
microbiana de enzimas Las industrias emplean en la actualidad muchas enzimas producidas
por microorganismos. Las enzimas de mayor aplicación industrial son las proteasas, las
amilasas y glucoamilasasas y la renina. También se están empleando frecuentemente las
extremozimas. Biotecnología aplicada a la agricultura Los mejores resultados en la
agricultura se han producido en la obtención de plantas y animales transgénicos mediante
ingeniería genética. No obstante, también se han desarrollado aplicaciones biotecnológicas
tradicionales con buenos resultados, como las que se describen a continuación. La fijación
del nitrógeno atmosférico es realizada exclusivamente por bacterias de géneros como
Rhizobium y Bradhyrhizobium, que forman simbiosis con plantas leguminosas. Ambas
forman nódulos radiculares en los que se produce la fijación del nitrógeno, convertido en
amonio y aminoácidos. El enriquecimiento de nitrógeno que experimenta el suelo permite
que el resto de las plantas puedan aprovecharlo. Ha habido un gran interés por la utilización
de bacterias, hongos y virus como bioinsecticidas y biopesticidas. La bacteria Bacillus
thuringiensis se emplea como productor de insecticidas biológicos en cultivos de plantas
agrícolas, árboles y plantas ornamentales. Las proteínas contenidas en los microorganismos
suponen un suplemento alimenticio importante para los piensos. Los microorganismos más
empleados son la levadura Saccharomyces cerevisiae, el alga Spirulina y el hongo Fusarium.
Hoy en día, un gran porcentaje de las setas comestibles son producidas en industrias
agrícolas, donde se cultivan en condiciones ambientales y nutricionales específicas. Los
hongos que más se comercializan son los champiñones y la seta shiitake. Biotecnología
ambiental El término biorremediación, que comprende los aspectos de biodegradación y
biorreparación, se refiere a la eliminación, mediante microorganismos, de hidrocarburos,
productos tóxicos y otros compuestos contaminantes. El tratamiento de las aguas residuales
es una intensificación de actividades microbianas, controladas, de los procesos naturales de
autopurificación. La biodegradación suele ser realizada por los microorganismos. Estas
degradaciones pueden hacerse en el propio entorno contaminado, como ocurre con los
vertidos petrolíferos, o bien en birreactores, como la producción de metano por fermentación
de las basuras. Algunas bacterias, como la Alcaligenes eutrophus, producen compuestos PHA
(polihidroxialcanoatos), que son plásticos biodegradables. Biotecnología y minería La
obtención de metales a partir de minerales con escasos sulfuros metálicos solo es rentable si
se aplica el proceso de biolixiviación, que es especialmente utilizado para la obtención de
cobre. La bacteria Acidithiobacillus ferrooxidans es la más empleada en este proceso.
2. ¿Cree usted que existe entre una bacteria respecto a un ocobo o una ballena?

En la Antigüedad los sabios sostenían que la vida en la Tierra consistía fundamentalmente


en dos formas de vida: las plantas y los animales. Más adelante, cuando los microbios fueron
descubiertos, la división se hizo de una forma similar; los organismos más grandes y que se
movían se consideraban como animales, y los que aparentemente no se movían, incluyendo
a las bacterias, se consideraban como plantas. Conforme avanzó el conocimiento sobre el
mundo microscópico, se llegó a la conclusión de que la clasificación original era insuficiente
y se propusieron categorías adicionales tales como hongos, protozoarios y bacterias.
Sin embargo, posteriormente una nueva simplificación se llevó a cabo, ya que se pensó que
los seres vivos podrían ser divididos en dos nuevamente, sólo que esta división sería a un
nivel más profundo, es decir, sobre la estructura de la célula viviente. Aparentemente todas
las células vistas en un microscopio pertenecían a una de dos categorías: las que tienen un
núcleo bien definido (eucariontes o eucariótico, que significa de núcleo verdadero) y las
células sin núcleo (procarionte, que quiere decir literalmente antes del núcleo, figura 6)
Las plantas y los animales multicelulares, lo mismo que varios organismos unicelulares y
microscópicos como las levaduras y los protozoarios, tienen un núcleo bien definido y son
eucariontes. Por otro lado están las bacterias que no tienen núcleo. Hasta aquí no parecía
haber dificultad alguna en la clasificación, sin embargo, muy recientemente un grupo de
investigadores ha revisado la clasificación que hasta ahora prevalecía y llegó a interesantes
conclusiones: se encontró que entre las bacterias existe un grupo de organismos que no parece
estar relacionado ni con los organismos superiores ni con los más simples. Estos nuevos
organismos tampoco contienen núcleo, como las bacterias, y se parecen mucho a éstas en su
morfología vistas en un microscopio. Sin embargo, en su composición química y en la
estructura de algunos de sus componentes moleculares son tan distintos de las bacterias
(procariontes) como lo son de los organismos superiores (eucariontes).
Estos microbios forman por sí mismos un nuevo grupo, que se caracteriza por tener una forma
de vida completamente diferente a lo conocido hasta ahora, al que se ha dado el nombre de
arqueobacterias (arqueo: viejo o primitivo) y este curioso nombre hace evidentes algunas
conjeturas sobre su origen aún no comprobadas. Hay indicios de que este grupo de
organismos es por lo menos tan antiguo como los otros dos, pero como algunas clases de
arqueobacterias tienen formas de metabolismo que se adecuan bien a las condiciones
climáticas que prevalecían probablemente en los orígenes de la historia de la Tierra,
posiblemente las arqueobacterias son el grupo más antiguo de los tres.
III. BACTERIAS FÓSILES
Un hecho muy importante es que no solamente los animales y las plantas han dejado restos
de su existencia como fósiles, sino que las bacterias, aunque pequeñas, también imprimieron
la huella de su pasado en la Tierra, ya que, como vimos, estos pequeños organismos son
capaces de modificar el medio ambiente. Los microfósiles, es decir los fósiles de las
bacterias, se encuentran en sedimentos de todas las edades geológicas e incluso en las rocas
sedimentarias que tienen 3 500 millones de años y que son las más antiguas que se conocen.
Las bacterias o microbios existieron en un periodo de la historia de la Tierra en el que no
había otras formas de vida. La Era de las bacterias fue muy importante, ya que en ella se
produjo toda una serie de eventos evolutivos y geológicos. Hasta hace muy poco no se sabía
gran cosa sobre la Era de los microorganismos y, por otra parte, los microfósiles aislados no
dan mucha información. Sin embargo, se han descubierto otras estructuras fósiles de
bacterias que forman aglomerados llamados estromatolitos y que son aparentemente colonias
de bacterias mezcladas con minerales. Hoy en día se sabe que tales tipos de estructuras
constituyen efectivamente aglomerados peculiares de bacterias que quizá eran fotosintéticas.
Se piensa que es así porque los estromatolitos de bacterias fotosintéticas que se han fosilizado
recientemente se asemejan a los antiguos, a tal grado que es razonable pensar que las
estructuras antiguas también fueron formadas por bacterias fotosintéticas. Ésta es la única
evidencia que se tiene sobre el origen de la evolución de las bacterias, el cual es tan oscuro
como lo es el origen de las formas de vida superiores.
Figura 16. ¿Cuál es el antecesor común de todas las formas de vida? Ésta es sin duda
una incógnita de gran importancia, ya que dentro de este esquema seforma el tronco
común, de donde emergieron los organismos superiores primitivos (eucariontes), las
bacterias y las arqueobacterias.
III. LA BIOQUÍMICA Y LA EVOLUCIÓN
La biología se ha servido de la bioquímica para tratar de descifrar el pasado de una célula o
bacteria. Para tal fin se han utilizado moléculas propias de la célula como lo son las proteínas
y los ácidos nucleicos (ácido ribonucleico, ARN, y ácido desoxirribonucleico, ADN). La
idea en que se apoya este proceso se basa en que los organismos vivientes son mucho más
ricos en información que los fósiles, información que se extiende más allá de los fósiles más
antiguos. Sin embargo, para poder descifrar los antecedentes biológicos ha sido necesario
desarrollar la tecnología para determinar la estructura del ácido
desoxirribonucleico (ADN) que conforma un gene, la del ARN y la del producto de un gene,
como son las proteínas. Para el caso de las proteínas (del griego proteios, primero), desde
hace aproximadamente 25 años se llevan a cabo las determinaciones de las secuencias de
aminoácidos que constituyen a varias de ellas. Sin embargo, la tecnología para la
determinación de la secuencia de bases de ADN o ARN que forman los ácidos nucleicos ha
sido perfeccionada muy recientemente (premio Nobel de Química 1980). Esta nueva
tecnología permitirá sin duda descubrir rápidamente más acerca de la historia de la vida sobre
la Tierra.
Ha sido con estas técnicas, que un grupo de científicos ha logrado reconocer recientemente a
las arqueobacterias como una tercera forma de vida. Para apreciar la verdadera diferencia
entre las arqueobacterias y las otras dos formas de vida, debemos recordar que se han definido
criterios para distinguirlas.
Recordemos que las células de los organismos superiores son relativamente grandes y están
rodeadas por una membrana dentro de la cual se encuentra una serie de estructuras que a su
vez están rodeadas de otras membranas. Estas estructuras subcelulares se llaman organelos.
Por otra parte, las bacterias son muy distintas. En primer lugar, son más pequeñas, y en
segundo lugar, ninguna de las estructuras que mencionamos antes se encuentra en ellas. Las
bacterias están rodeadas por una sola membrana y en la mayoría de los casos están rodeadas,
además, de una pared celular rígida. Toda la información genética de estos organismos está
contenida en unos 2 000 a 3 000 genes, información que es muy pequeña comparada con la
contenida en la célula de un animal superior. La cantidad de información genética en una
célula eucarionte es varios cientos de miles de veces mayor que la de una bacteria.
La distinción entre seres superiores y bacterias se definió inicialmente en términos de las
pequeñas estructuras subcelulares que se podían observar con un microscopio de luz. A ese
nivel de definición, las células parecían grandes y complejas o pequeñas y simples. Sin
embargo, esta distinción se ha tratado de llevar a niveles biológicos básicos, o sea a las
moléculas que conforman dicha célula.
Ambos tipos de célula tienen procesos bioquímicos comunes, como, por ejemplo, los
mecanismos por medio de los cuales se transforma la información genética que contiene
el ADN en proteínas; sin embargo, algunos detalles sobre los mecanismos de estos procesos
son, o bien típicamente de los organismos superiores, o bien típicamente bacterianos. Estas
diferencias y similitudes dieron la pauta para que pareciera evidente que el árbol de la vida
tenía sólo dos ramas, la de las bacterias y la de los organismos superiores. Recientemente se
han acumulado una serie de evidencias que indican que la relación evolutiva entre ambos
reinos es más complicada de lo que se pensaba. Por ejemplo, dos organelos subcelulares,
como las mitocondrias y los cloroplastos, contienen su propio ADN, aparte del que se
encuentra en el núcleo. Ambos tipos de organelos subcelulares son del tamaño de una bacteria
y el aparato que contienen, destinado al procesamiento de material genético, es muy similar
al de las bacterias.
Estas evidencias, entre otras, han llevado a pensar que tanto las mitocondrias como los
cloroplastos descienden de los procariontes, y que quedaron atrapados dentro de una célula
donde se desarrollaron, según propone la teoría endosimbiótica de la evolución
(endo=interior, simbiosis=convivencia o relación). Esta teoría propone que la mitocondria
era una bacteria respiratoria y el cloroplasto una bacteria fotosintética. Esta conjetura, que
prevaleció durante más de cien años, fue comprobada para el caso de los cloroplastos y se
logró comparando las secuencias de bases de una molécula de ARN(ácido ribonucleico), que
resultaron estar íntimamente relacionadas con las de las bacterias fotosintéticas. Esto implica
que por lo menos dos líneas descendientes de las bacterias están representadas en la célula
de los organismos superiores.
III.UN MODO DE VIDA DIFERENTE
Con estos antecedentes podemos regresar al tema de las arqueobacterias. Cabe aclarar que
hoy en día se conoce poco sobre las leyes biológicas que gobiernan a estos peculiares
microbios y que se trata de un campo en pleno desarrollo. El grupo de las arqueobacterias
incluye tres tipos de bacterias: metanogénicas, las que producen metano; halófilas extremas,
las que viven en medios salinos extremos, y termoacidófilas, las que subsisten en ambientes
calientes y ácidos. De los tres tipos las que predominan son las metanogénicas.
En 1776 Alessandro Volta descubrió la existencia de lo que él llamó aire combustible, que
se forma en las aguas estancadas de riachuelos y lagos, que tienen gran cantidad de
sedimentos ricos en vegetación en proceso de descomposición. Sin embargo, el hecho de que
un microorganismo fuera el responsable de la producción de metano (el gas combustible), se
descubrió mucho más tarde. Las bacterias metanogénicas están ampliamente distribuidas en
la naturaleza en sitios carentes de oxígeno y por esta razón es imposible encontrarlas a cielo
abierto, ya que el oxígeno es altamente tóxico para estos organismos.
Es posible que las bacterias metanogénicas existieran en casi cualquier sitio cuando la Tierra
era aún joven, ya que probablemente las condiciones atmosféricas eran más adecuadas para
ellas. Hoy sólo se encuentran en sitios donde el oxígeno está ausente, y presente el hidrógeno
y el bióxido de carbono (C02). También es frecuente encontrar a estas bacterias asociadas a
otras como las del género Clostridium, que metabolizan la materia orgánica en
descomposición y liberan al medio hidrógeno como producto de desecho.
Este tipo de arqueobacterias, como ya mencionábamos, se encuentra en lugares donde hay
agua estancada en putrefacción o en las plantas para el tratamiento de aguas negras. En la
actualidad, el hombre ya las está aprovechando y se han podido obtener volúmenes
suficientes de gas metano para ser utilizados industrialmente como combustible, hecho que
atrae la atención de muchos científicos, ya que propone una alternativa al agotamiento de los
energéticos no renovables.
Las metanógenas se encuentran también en uno de los estómagos de los rumiantes, en el que
se degrada la celulosa, y en el tracto digestivo de la mayoría de los animales. También se
pueden obtener del fondo de los océanos o de los manantiales de aguas termales, lo que
demuestra que, a pesar de su intolerancia al oxígeno, se encuentran ampliamente distribuidas
sobre la Tierra. Actualmente estas bacterias se mantienen, en condiciones adecuadas, en
varios laboratorios del mundo y son utilizadas en las investigaciones sobre sus procesos
metabólicos.
Otro tipo de arqueobacterias son las halófilas extremas, que requieren concentraciones muy
altas de sal para vivir. Su localización más común es en aguas que contienen cantidades
saturantes de cloruro de sodio (sal). Se encuentran más comúnmente a lo largo de las costas
y en aguas saturadas de sal como los grandes lagos salados o el Mar Muerto.
Las halófilas extremas dan un color rojizo a la sal en los pozos de evaporación y son capaces
de descomponer el pescado salado. Estas bacterias han llamado la atención de los
microbiólogos básicamente por dos razones. La primera es que presentan mecanismos para
mantener diferencias enormes en la concentración de iones, como el sodio o el cloro, entre
el interior y el exterior de la célula, y utilizan estas diferencias de concentración para el
transporte de sustancias hacia el interior o el exterior de la célula. En segundo lugar, estas
bacterias tienen un sistema fotosintético relativamente simple, ya que no se basa en la
presencia de clorofila como en la molécula que capta la energía luminosa, sino en un
pigmento presente en su membrana, llamado bacteriorrodopsina, que es muy similar a uno
de los pigmentos que se encuentran en la retina del ojo. Dicho pigmento ha sido muy
estudiado y actualmente se conocen su estructura y su función con gran detalle, lo que ha
ayudado enormemente al avance del conocimiento de las proteínas membranales y sobre todo
de aquellas proteínas que transforman la luz en energía química.
El tercer tipo de arqueobacteria que se conoce es el de las termoacidófilas, que también se
caracterizan por habitar en un nicho ecológico peculiar. Sulfolobus, uno de los dos géneros
de termoacidófilas, se encuentra en los manantiales de aguas sulfurosas, y crece y se
desarrolla generalmente a temperaturas de aproximadamente 80°C, y algunas variedades lo
hacen inclusive a temperaturas de 90°C. Otra característica particular de Sulfolobus es que
el pH óptimo (la escala de pH se puede dividir en dos partes: 7.5 a 14, alcalino y de 7.5 a 0,
ácido) para su crecimiento es muy ácido (generalmente pH = 2.0), si tomamos en cuenta que
normalmente el pH adecuado para la vida es de 7.5. Así, se ve obligada a mantener en su
interior un pH (el potencial hidrógeno = pH se refiere a la concentración de protones H+ en
una solución) de aproximadamente 7.5. Pero no solamente puede sobrevivir con estas
diferencias tan grandes de pH, sino que las aprovecha para importar nutrientes a su interior
(Figura 14).
Por algún tiempo se pensó que estos microorganismos tan peculiares se habían adaptado a
nichos ecológicos distintos y extremos, pero hoy en día se sabe que integran un nuevo grupo
de microorganismos.
El descubrimiento de un grupo nuevo de organismos es de gran importancia, ya que ayudará
a revelar la historia del origen de la vida. Cuando solamente se conocían dos líneas a partir
de las cuales se originarían todos los organismos vivientes, se hacía muy difícil la
interpretación de las diferencias que las separan. Ha sido a partir del descubrimiento de una
tercera línea de vida que la interpretación de las propiedades ancestrales y las recientemente
adquiridas se ha hecho más equilibrada, ya que estas tres líneas de desarrollo son
equidistantes entre sí.
El descubrimiento de las arqueobacterias ha permitido el acercamiento a dos problemas de
gran importancia. Uno de ellos es la naturaleza del antecesor común a todas las formas de
vida y el otro se refiere a la incógnita sobre la evolución de la célula de los organismos
superiores.
BIBLIOGRAFÍA

 Microbiología Genereal, Schlegel Hans. Ediciones Omega, Barcelona 1997.


 Microbiología Aspectos Fundamentales. Sanchez Marina, Marmolejo Fernando,
Bravo Nelson. Universidad Nacional de Colombia sede Palmira. Cali Colombia

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