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Emergencias y paz

La tragedia del edificio Space en Medellín y sus efectos, que probablemente derivarán
en mayores controles y posibles desalojos preventivos de estructuras vulnerables,
ofrecen una dimensión de análisis interesante, que a su vez resulta pertinente ahora que
se discute qué hacer con los excombatientes y si es posible o no plantear mecanismos de
redención alternativa de las penas.

Quisiera atar esta cuestión de justicia a un hecho objetivo que no siempre ha merecido
la mayor atención: la extrema vulnerabilidad de Colombia a las emergencias complejas,
derivadas de la combinación entre la exposición a los peores efectos del cambio
climático y la vulnerabilidad social que surge no solo de la presión del conflicto
armado, sino de otros factores, como el crecimiento demográfico, la urbanización
descontrolada, las presiones económicas, la degradación del suelo y el potencial de
desarrollo de epidemias, factores que se refuerzan mutuamente.

No es poco común que las emergencias en Colombia se complejicen rápidamente por la


coincidencia de estos factores, como lo vimos durante el extenso periodo de
inundaciones de amplia dispersión territorial que conocimos como “el fenómeno de la
Niña”. La emergencia adquirió proporciones espectaculares con el rompimiento del
canal del Dique en el Atlántico, la masiva fractura de suelos en los Santanderes
(Gramalote es el caso más conocido) y las enormes dificultades que se afrontaron para
garantizar la atención oportuna de poblaciones en zonas bajo la presión del conflicto
armado.

Un estudio sobre la ocurrencia mundial de desastres naturales, emergencias complejas y


epidemias en la década de 1995-2004 llegó a la conclusión de que existe una fuerte
correlación entre emergencias complejas y desastres naturales: 27 por ciento de los
mayores desastres naturales observados durante la década ocurrieron en áreas con al
menos una emergencia compleja en curso, mientras que el 87 por ciento de las mayores
emergencias complejas han experimentado al menos un desastre natural adicional. Entre
el 2000 y el 2012, 219,3 millones de personas, en promedio, fueron afectadas y 91.238
fallecieron por causa de un desastre natural cada año.

Desde 1946 hasta el 2003 se han registrado 166 nuevos conflictos armados en el mundo,
2,86 por año, en promedio, que han provocado, aproximadamente, 41 millones de
muertes, a 796.897 víctimas militares y civiles cada año. Un estudio más amplio
realizado en el 2008, que utilizó los datos disponibles de 187 unidades políticas en el
período 1950-2000 para explorar sistemáticamente la conexión entre la ocurrencia de un
desastre natural y el riesgo de una guerra civil, concluyó que los desastres naturales
aumentan significativamente el riesgo de un conflicto armado interno, tanto a corto
como mediano plazo, en particular en países de ingresos bajos o medianos, que
muestran niveles de desigualdad medios o altos, regímenes políticos mixtos y un
crecimiento económico lento. Otros estudios demuestran que el Niño puede haber
influido en el 21 por ciento de todos los conflictos civiles que surgieron en los trópicos
desde 1950. Se habla cada vez más de la probabilidad de guerras provocadas por el
cambio climático.

Colombia es altamente vulnerable a este tipo de emergencias y sus contingencias, pero


también ha avanzado mucho en la creación de mecanismos de contención de daño y
cuenta con personal extraordinariamente calificado, como el que evitó, gracias a la
evacuación oportuna del Space, que la tragedia cobrara cientos de vidas. Con la
multiplicación de estas emergencias en el mundo, Colombia cuenta con un know how
estratégico y la posibilidad de profesionalizarlo valiéndose del importante recurso que
surgirá de los excombatientes.

Natalia Springer

Publicación
eltiempo.com
Sección
Editorial - opinión
Fecha de publicación
21 de octubre de 2013
Autor
Natalia Springer

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