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i DE ENERO DE 1881
R O R
iZ Ö MO FÜE A Q C IE L L O ?
P R I M E R C U K R P O D E L E J E R C IT O D E L N O R T E
J K F E C O R O N E L DON M I G U E L IG L E S IA S
T ota l 48 31 9 5.801
11psümen
Jfift*8 Oflcia'es Tropa
Q U E A G R EG A R C O M A N D A N C I A EN J E F E D K L
EJER CITO D E L N O R T E
22 49 2
Fuerzas del l 9 y 2 9 Cuerpo... 84 536 9.288
2* DIVISION
3* DIVISION
4 9 D IV ISIÖ N
5 9 D IV ISIO N
Batallones:
Cajamarca, Ica, Juinn y
Ayacucho.......................... 2 2 5 5
5 bandas de cuerpo, por
no teuer armas 200 2750
II
LA DEFKNSA
Coronel D. M . Mendizabal
,, ,, B. Rabines
Sargento M a y o r Fonseca del “ Z u a v o s”
que era quien mandaba el cuerpo.
Coronel D. Jesus I). del Valle
Tte. Crl. ,, J. N ovoa
,, ,, P. Cisneros y Rubin de Cclis
y otros jefes que se cscapan a mi memoria.
El consejo fue eorto.
El coronel subjefe (Valle Riestra) asegu-
ro que el coronel Suarez a ta can a la dere-
cha del ejercito ehileno. Le constaba que el
general Vargas Machuca habia comunica*
do al coronel Suarez la orden del Jefe Su-
premo.
Se resolviö atacar.
Poco antes, el coronel Borgono, del “ Li
bres de Trujillo” , habia sido herido en la
pierna. Vestfa casaca militar, pantaldn
blanco y botas granaderas de hule. En el
fondo blanco del pantalon se veia la man-
clia circular de la sangre que m anaba de la
herida, E staba palido, pero sereno, y siem-
pre a la cabeza de su tropa.
El coronel Recabarren se encontraba
sumamente excitado y dominado por algo
parecido a una violenta eolera. Salia a pri
mera linea, y con su mirada queria ver mas
alla de lo que podia percibir.
El coronel Mendizabal liablaba medias
palabras— “ jMnchachos, valor Esos
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III
COMBATE EN L A S C A L L E S
*
Este ditro una hora, es decir, el comba- *
tc organizado por losjefes. Si desde el pri
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üayoneta ! ya e s t a s se h a l l a b a n coloca d a s
en lo s ca n o n e s de los rilles y puestas h ori
z o n ta lm e n te s o b re los p ech os en em igos.
La banda de guerra toco j a t a q u e ! y
“ Guardia Peruana” avanzo al trote sobre
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f
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— ]No lo maten!
El coronel Iglesias se volvio al sargento
y, entregandole el reloj y la cadena, le dijo
con t o d a c a lm a :
—jTome, sargento, com o recuerdo!
—Gracias senor, repuso el sargento chi
leno, tom ando el reloj; y, dando algunas
ordenes, agrego:
— Senor: sirvase darse prisionero y se-
guirme.
El grupo siguio por la calle del Tren,
hacia la quebrada de Tenderini.
En este intervalo, al coronel Billin
ghurst y a sus compafieros se les obligaba
a entregar el ultimo centavo, y todo ello en
plena calle, en medio de un eombate en el
que los chilenos haciati fuego los unos con
tra los otros, entre aquella confusion en la
que no habia aun un jefe chileno, puesto
que 'solo se veian soldados y uno que otro
oficial del ejercito enemigo.
El coronel Valle Riestra, avanzo por la
calle del Tren, seguido de sus ayudantes y
de un corto numero de soldados, haeiendo
fuego y tratando de abrirse paso hacia el
Barranco.
E 11 la bocacalle del Pellizco, el capitan
don Carlos Gonzales Larranaga, uno de los
que formaban este grupo, cayo muerto, y
en los mismos instantes, un poco mas a re
taguardia, era herido gfavemente el tenien-
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IV
L A M A T A N Z A Y E L INCENDIO
He concluido.
Mi trabajo tiene un gran merito. Es la
fiel expresion de la verdad, de lo que alli pa-
so, de lo que pude ver y me refirieron perso
nalmente, los hombres que figuran en esta
narracion— mi estilo cansado, la falta de
practica en esta clase de trabajos, mi caren-
cia de conoeimienfcos literarios pueden por
esta causa ser perdonados, y espero que lo
sean.
Por otra parre, estos apuntes encierran
una gran leceion para la generacion que se
evanta, llena de vida v de patriotismo y
que dentro de poco tendra su campo de ac-
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