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Maracaibo, Venezuela
2010
Publicación monográfica arbitrada
COLECCIÓN DE SEMIÓTICA LATINOAMERICANA Nº 8
Semióticas del Cuerpo
Diseño y diagramación:
Javier Ortiz
Jorge Palencia
Rector
Marlene Primera
Secretaria
Fundacite-Zulia
Nelson Márquez
Presidente
Asociación Venezolana de Semiótica
Representantes estudiantiles
Universidad de Los Andes Oscar García
Universidad del Zulia Leydi Infante
Universidad de Los Andes - Núcleo Trujillo Dalimilet Herrera
Comité Científico
TV, cirugía estética y el ideal de la belleza perfecta como aniquilación del sí mismo
Alexander Mosquera / Universidad del Zulia (Venezuela) 101
El cuerpo terrorífico:
La semiótica del cuerpo en el relato de terror
Marco Antonio Rivera Gutiérrez / Escuela de Jurisprudencia
y Humanidades de Puebla (México) 189
9
10 Presentación: Semióticas del Cuerpo
Emanuele Amodio
Universidad Central de Venezuela. Escuela de Antropología
arinsana@gmail.com
Resumen
La percepción y el uso del cuerpo dependen de la representación cul-
tural que cada sociedad produce. A partir de esta consideración, se analizan
algunos relatos míticos producidos por los makuxí, pueblo indígena que habi-
ta en la frontera entre Brasil, Guyana y Venezuela, intentando reconstruir los
núcleos estructurales de la concepción del cuerpo de esta cultura. Los mitos
estudiados fueron recolectados directamente en algunas comunidades makuxí
durante las últimas décadas; tomándose en cuenta también relatos similares
producidos por los arekuna y taurepan, con quienes los makuxí comparten
gran parte de su tradición cultural y lingüística. De esta manera, además de
conseguir reconstruir un primer mapa de la representación cultural del cuer-
po, es posible inferir su importancia para la estructuración de las relaciones
de género y las funciones que desempeña en los ámbitos de la sexualidad, el
territorio y la curación de las enfermedades.
Palabras clave: Mitos, Representación, Cuerpo, Makuxí
15
Hombres sin ano y mujeres sin vulva. Aproximación a la construcción cultural del
16 cuerpo entre los makuxí (Brasil, Guyana y Venezuela) / Emanuele Amodio
Abstract
The perception and use of the body depend on the cultural represen-
tation that each society produces. From this consideration, we analyze some
mythical stories produced by the Makuxi, indigenous people living in the bor-
der between Brazil, Guyana and Venezuela, trying to reconstruct the structural
cores of the conception of the body in this culture. Myths studied were collec-
ted directly in some communities Makuxi during the last decades; taking into
account similar stories produced by the Taurepan and Arekuna, with whom
the Makuxi share great part of their cultural and linguistic tradition. Thus,
in addition to getting to reconstruct a first map of the cultural representation
of the body, it is possible to infer its importance for the structuring of gender
relations and the roles it plays in the areas of sexuality, the territory and the
treatment of the diseases.
Key words: Myth, Representation, body, Makuxi.
Preliminares: de la mirada
La antropología del cuerpo tiene su mayor desarrollo en el contexto
de los estudios sobre la salud y la enfermedad que han dado origen a una sub-
disciplina, la antropología médica, asociada tanto a la medicina como a la
epidemiología y a la ecología. Así, a menudo, esta determinación contextual
ha encerrado el estudio del cuerpo entre los límites de la relación enfermedad/
salud, dejando en segundo plano su uso y su representación en contextos no
médicos. Por otro lado, desde por lo menos Marcel Mauss y su aporte sobre
las técnicas corporales (Mauss, [1936] 1991), es posible identificar otro re-
corrido antropológico sobre el uso cultural del cuerpo y su representación,
reforzado tanto por las teorías construccionistas (Berger y Luckmann, 1968)
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como por los aportes de la semiótica de la cultura (ver, por ejemplo, Lotman,
1996.) y de las pasiones (Greimas y Fontanille, 1994; Bodei, 1995).
Asumimos, de antemano, que la vivencia del cuerpo por parte de los
seres culturales resulta de las prácticas y discursos que cada sociedad produ-
ce para que los individuos puedan regular su manejo en contextos sociales
e individuales. Para obtener este efecto, es necesario reducir la complejidad
que conlleva este uso, de allí que gran parte de las formas culturales que lo
constituyen funcionan de manera inconsciente. De esta manera, gracias a los
automatismos que produce, el cuerpo es vivido más que pensado por los indi-
viduos en general. Entre las formas inconscientes y las prácticas cotidianas, se
insertan los discursos que permiten desplegar las razones de las acciones y las
formas ideológicas, cultural y socialmente determinadas, lo que comporta la
presencia de coacciones y disciplinas.
Siendo que el cuerpo es la interfaz material entre la vivencia psíquica
y el mundo natural y cultural, es evidente la importancia de su “categoriza-
ción” para la existencia de las sociedades, como para las soluciones al proble-
ma que para éstas representa lo corporal en el momento de definir su uso y
función (Le Breton, 1992). Por esto, asumiendo el “mundo” como represen-
tación cultural, aunque siempre anclada en la realidad natural y biológica, es
posible hablar de la representación cultural del cuerpo, característica de cada
sociedad, con sus soluciones particulares frente a los problemas biológicos,
que su misma materialidad le impone, y del medio ambiente, sobre todo en
relación con dos aspectos fundamentales para la supervivencia: la búsqueda
de alimentos, definidos localmente dentro de un abanico de posibilidades; y
la protección frente a las intemperies que el medio ambiente produce: cada
sociedad produce un “cuidado del cuerpo” a partir de la particular represen-
tación que de él historiadamente ha elaborado. Este cuidado vale para la vi-
vencia cotidiana y para las situaciones especiales que perturban su equilibrio
(siempre culturalmente definido), incluyendo las enfermedades como señales
de crisis, que pueden llevar a la terminación de su existencia material, o al
mismo placer que produce.
En verdad, parafraseando a Lévi-Strauss, el cuerpo es “bueno para
pensar” el mundo, es decir, se presta, su forma corporal y las funciones que
realiza, para categorizar realidades tan heterogéneas como el espacio y el
tiempo, las relaciones sociales y las creencias religiosas, unificadas precisa-
mente por las metáforas que el cuerpo permite: la tierra con sus “entrañas” y
sus “golas”; las relaciones amorosas con sus metáforas culinarias; la guerra
Hombres sin ano y mujeres sin vulva. Aproximación a la construcción cultural del
18 cuerpo entre los makuxí (Brasil, Guyana y Venezuela) / Emanuele Amodio
y las administraciones con sus “cuerpos”; el reino como “cuerpo” del rey, así
como la iglesia como “cuerpo” de Cristo; todo concurre a hacer del mundo
un cuerpo y del cuerpo un mundo (Augé, 1987: 35-36). Por esto, el cuerpo
se presta particularmente como “espacio comunicativo”, no sólo en términos
de lenguaje expresivo, sino también como espacio de inscripción de signos y
lugar de “escrituras”: tatuajes, pinturas y adornos (Clastres, 1978).
Sobre el “cuerpo vivido” -las sensaciones interpretadas y las prácticas
sociales- se instala el “cuerpo pensado”, los discursos, un meta-nivel reflexivo
que le da sentido a través relatos míticos y de modelos explicativos de tipo
empírico, sobre todo en el campo médico, aunque en el caso de la modernidad
occidental, se pretende que todo el funcionamiento del cuerpo sea interpreta-
do de esta última manera, es decir, el cuerpo reducido a su pura materialidad.
Tarea imposible de realizar completamente, toda vez que, expulsados por un
lado, los relatos míticos regresan por el otro, ya que se trata de una forma muy
poderosa, tal vez la única, de dar sentido al mundo y a lo que lo contiene.
hijas, decidió hacer una para el sol: reunió cera de abeja y formó el cuerpo de
una mujer y la envió al sol. Sin embargo, vuelta blanda por el calor, mientras
cargaba agua al río, la mujer se acható en un montón de cera. Así que el cai-
mán tuvo que hacer otra mujer. Esta vez utilizó madera de samaumeira (Ceiba
pentandra) y la envió al sol. La mujer consiguió hacer todas las tareas pero,
cuando el sol quiso acostarse con ella, descubrió que no tenía vulva. Irritado
por esta falta, el día después, mientras la mujer estaba sentada, el sol le lanzó
una banana entre las piernas abiertas, abriéndole un orificio. De esta manera
pudo acostarse con ella y tener dos hijos: Enxiquirang y Anike (quienes, en
otros relatos, son considerados hermanos de Makunaima) (texto recopilado en
1983 en la aldea makuxí del Gavião; ver tb. Diniz, 1971: 78-80).
Más allá de los problemas de género que estas historias plantean,
constituyéndose como referente para la subalternidad de las mujeres en re-
lación a los hombres, parece evidente que la pregunta sobre el origen de los
hombres en general, o de las mujeres en el caso específico de los últimos
relatos, obtiene una respuesta a partir de la idea de construcción: el cuerpo de
los hombres y de las mujeres fueron formados utilizando algunos elementos
naturales moldeables, así como los padres makuxí elaboran de la cera, de la
arcilla y de la madera objetos, sobre todo en forma de animales o seres hu-
manos para entretener a los niños. Podríamos decir que el mundo continuo es
discretizado progresivamente por prueba y errores, hasta dar con el proceso
justo que permite pasar de la realidad sin forma a la realidad con forma (Lévi-
Strauss, 1986: 28). Este proceso podría ser representado por la arcilla cocida
o la madera entallada, procesos que permitiría el salto de la naturaleza a la
cultura (por ejemplo, el trabajo alfarero como acción civilizadora).
En consideración del hecho que los mitos, como la cultura, siempre
incluyen elementos de otras sociedades, nos parece importante hacer refe-
rencia también a un mito producido a partir de la predicación cristiana que
contiene elementos que nos permiten ampliar nuestro repertorio. Se trata de
una historia recopilada por primera vez en 1975 en la aldea de Contão por
el misionero Luigi Palumbo (1980) de la Congregación Consolada, y de la
cual hemos escuchado varias versiones en diferentes comunidades. La historia
reproduce en gran parte el relato del Génesis, narrando cómo Paabá (Dios)
volaba sobre las aguas y, queriendo descansar, no encontraba tierra donde
posarse. Finalmente, de las aguas salió un árbol y aprovechó para descansar.
Aquí estiró una pierna (en otras versiones, resbaló) y la hundió en el lodo.
Cuando la retiró vio que debajo de la uña de su dedo gordo había barro, lo re-
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cogió y se puso a jugar con ello haciendo una bolita. Canzado del juego, botó
la bolita de barro en las aguas y ésta se trasformó en tierra seca, mientras las
aguas se reunían en los ríos y lagos. Después creó a Adán y a Eva, hizo crecer
los árboles de frutos comestibles y les dio los animales para que los cazaran
y los peces para pescarlos avisándoles de no prestar oídos a las palabras de
un “mal bicho” que andaba por allí. Por esto los dejó con los ojos y la boca
cerrados. De hecho, llegó el “bicho” y les dio unas bananas para comer, pero
viendo que no podían comer ni verlo, les frotó una de las bananas en la boca
y en los ojos y éstos se abrieron y pudieron ver y hablar. A su regreso, Paabá
se disgustó con ellos, mientras el “bicho” se escapaba. De allí que los makuxí
comen bananas pero tienen que trabajar para ello.
El texto reescribe el relato del Paraíso Terrenal, incluyendo la trans-
gresión y la metáfora del consumo del fruto prohibido, trasformada por los
makuxí en el acto de ver y hablar. En verdad, el tema de la banana y la aber-
tura de orificios corporales no tienen cabida en el relato bíblico, pero sí en la
tradición makuxí de la mujer sin vulva. Excluyendo que los misioneros hayan
predicado explícitamente que el pecado de Adán y Eva era sexual, aunque no
falta en Occidente este tipo de explicación, los oyentes de la predicación de-
ben haber intuido algo de esto para asociar la “abertura de los ojos” a causa del
pecado del relato del Génesis con su relato tradicional de abertura del órgano
sexual femenino.
De esta manera, podemos llegar a la conclusión de que, aunque una
vez creados o construidos los cuerpos humanos funcionan, puede ocurrir que
algunos de sus órganos no se hayan desarrollado, no funcionen o estén au-
sentes. Llama la atención que se trata de “orificios”, es decir, aberturas que
relacionan el afuera con el adentro del cuerpo; de allí la exclusión del pene,
pero, como veremos, no del ano, lo que confirmaría nuestra identificación de
características de la representación makuxí del cuerpo. De cualquier forma,
esta ausencia o no funcionamiento de partes del cuerpo no son pensados como
fijos y absolutos, toda vez que es posible resolverla adquiriéndolas o hacién-
dolas funcionar nuevamente, aunque el proceso de adquisición puede marcar
su forma y hasta su función. Véanse los relatos makuxí y taurepán donde la
parte del cuerpo separada o separable son los ojos (Koch-Grünberg, II, [1924]
1981: 116-117). A menudo el protagonista es el cangrejo o el camarón, tal vez
por la forma globular de sus ojos. En el relato, el camarón tiene la habilidad
de enviar sus ojos del otro lado del río y llamarlos de vuelta. El jaguar quie-
re hacer lo mismo y sin escuchar las advertencias del camarón acaba ciego,
Hombres sin ano y mujeres sin vulva. Aproximación a la construcción cultural del
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obtener un efecto sobre el cuerpo: ser invisible, correr o aguantar más y hasta
curar algunas enfermedades. Por otro lado, la referencia a las araras nos re-
cuerda el tapirage que estos indígenas realizan con los polluelos de las araras
y los papagayos: después de haberles arrancado las plumas, la piel del ave es
frotada con una arcilla especial irritante, proceso que produce unos colores di-
versificados en las plumas que crecerán después del proceso. En este contexto
transformacional, resulta fácil inferir la aplicación de esta lógica a la curación
ritual de las enfermedades, incluyendo a menudo los mitos indicaciones preci-
sas del tratamiento con yerbas, como en el caso de los kumí que forman parte
importante del repertorio curativo vegetal de los curadores makuxí (Amodio,
1991 y 1997).
Sobre este trasfondo general, encontramos un gran número de his-
torias donde las cosas y los seres pueden trasformarse en otras realidades e
intercambiarse. Así, objetos o árboles pueden ser transformados en piedras,
siempre a través de la acción de algún héroe o espíritu, lo mismo que los seres
humanos, conservando su forma, lo que permite la elaboración de una trama
territorial. Es a Makunaima, el espíritu primordial más importante del panteón
makuxí, que se atribuyen gran parte de estas hazañas, constituyéndose así en
el hacedor del orden espacial: gran parte de los objetos de la vida cotidiana
-bancos, cestas, arcos y flechas, etc.-, son trasformados en piedra, así como
hombres y mujeres, anclando los relatos a un realidad material que permite
semiotizar el espacio de cada comunidad. Entre estos relatos, sobresale una
historia de Makunaima, difundida entre makuxí y taurepán (Koch-Grünberg,
II, [1924] 1981: 43-44), que condensa gran parte de la acción transformado-
ra y tiene su centro en la transformación de un hombre en piedra: mientras
Makunaima dormía, un hombre le robó una cesta de urucú y se escapó con
ella. Cuando Makunaima se percató del robo, quiso recuperar su pertenencia
y siguió las huellas del hombre, hasta que lo encontró en una planicie cercana
a la sierra del Mawarí. Después de una pelea, Makunaima despedazó el cuer-
po del ladrón y esparció sus partes por doquiera, trasformando su cabeza, los
brazos y las piernas en piedra. Éstas se pueden todavía ver en la sabana que
tomó el nombre de urucú. En la versión arekuna, se añade que allí cerca “se ve
también a una mujer con las nalgas hacia arriba. Todas sus partes son visibles”
(Koch-Grünberg, II, [1924] 1981: 44), aludiendo a los órganos sexuales. El
furor nominador de Makunaima aprovecha cualquier ocasión para marcar te-
rritorios y definir la forma de la realidad. Así, mientras intenta robar un anzue-
lo a un hombre que pescaba, termina dentro de su catumare (morral de fibra),
Hombres sin ano y mujeres sin vulva. Aproximación a la construcción cultural del
26 cuerpo entre los makuxí (Brasil, Guyana y Venezuela) / Emanuele Amodio
Figura nº 1
(Fuente: Koch-Grünberg, II, [1924] 1981: 60)
orificio que su función sexual.1 Para decirlo de una vez: el pene no es pensado
como peligroso, mientras que sí lo es la vulva y el ano, en consideración de
que los fluidos que salen y los que entran pueden ser productor o signo de una
enfermedad (ver el caso del vómito y de la diarrea; Amodio, 1997). Sin embar-
go, encontramos por lo menos una historia donde hay un cuerpo sin pene, pero
no como condición primordial sino como pérdida: las pirañas vivían dentro de
la barriga de una mujer a la cual el cuñado fuerza a tener relaciones sexuales.
No teniendo el cuidado de usar antes el barbasco, como hacía su hermano, el
marido de la mujer, las pirañas le comen el pene. Por esto va a la búsqueda de
otro órgano sexual, que consigue robándolo a un mono.
Ahora, más allá de la función normativa del relato, que encontramos
en otras historias de cuñados que rompen el orden matrimonial, lo que nos
interesa es que el pene puede ser nuevamente adquirido, es decir, también él es
pensado como un apéndice añadido al cuerpo (intercambiable), además de que
indica el peligro que puede acechar dentro del vientre de la mujer (pareciera
un mito análogo a los de la vagina dentada de otras culturas; Lévi-Strauss,
1986: 164; Báez-Jorge, 2010).2
El caso de la vulva es un poco diferente ya que, como en parte ya
vimos, el cuerpo femenino habría adquirido claramente este importante órga-
1 Estamos conscientes de que los productores y repetidores de los relatos que citamos son
hombres, lo que implica que el universo mítico que estamos describiendo es masculino,
aunque con valor universal. De hecho, sabemos que las mujeres repiten también los relatos
masculinos, lo que implicaría evidentemente la aceptación de la superioridad del hombre.
Sin embargo, no se puede negar la existencia de diferentes relatos femeninos a los cuales
los hombres no acceden o si algún atisbo de ellos les llegan, los rechacen y, por esto, no
lo integran a su repertorio. Janira Sodré Miranda, que ha investigado este tema, llega a
las mismas conclusiones: “Algunas de los relatos narrados por las mujeres makuxí se en-
frentan a los valores establecidos en la cultura, en la jerarquía social makuxí, ya que los
personajes míticos son predominantemente de sexo masculino, además de que también en
la vida social poseen más prestigios en la comunidad adulta, con hijos o, mejor, con nietos.
De hecho, son estas las características del líder político de la aldea, como son estas las
características del chamán: sexo masculino, adulto, hijos y netos” (Miranda, 2002; traduc-
ción nuestra).
2 Sobre los testículos encontramos por lo menos una historia que tiene que ver con una
broma de Makunaima al jaguar: Makunaima finge que está golpeando sus testículos en
lugar de una nuez que tiene entre las piernas. Frente a la curiosidad del jaguar, le ofrece el
contenido de la semilla para convencerlo de cuan buenos son de comer los testículos. El
jaguar cae en la trampa y, sentado, se golpea los testículos con una piedra, aplastándolos
y muriendo por el dolor (una versión algo diferente en Koch-Grünberg, II, [1924] 1981:
123).
Hombres sin ano y mujeres sin vulva. Aproximación a la construcción cultural del
30 cuerpo entre los makuxí (Brasil, Guyana y Venezuela) / Emanuele Amodio
Mucho tiempo atrás, las mujeres no tenían vulva. Pasaron por allí los
hermanos Enxiquirang y Aniké y viendo la situación de las mujeres,
Enxiquirang le dijo a su hermano: ‘Aniké, hay que hacer algo para
resolver este problema. Toma este saco de vulvas y repártelas entre las
mujeres’. Aniké agarró el saco, se lo puso en la espalda y si dirigió a
la maloca. Llegó al atardecer y vio que en la aldea se estaba realizando
una gran fiesta. Aniké colocó el saco en el suelo a lado de una casa
y se fue a bailar con las muchachas. En el medio del festejo, todos
acabaron empujando y dando patadas al saco de las vulvas. Cuando la
fiesta acabó, Aniké se recordó de las vulvas y fue a buscar el saco. Lo
abrió y, a causa de las patadas, las vulvas se habían descompuesto y
hedían. Sin embargo, aún en este estado decidió hacer la repartición.
Llamó a las mujeres y repartió una vulva por cada una aunque fueran
medio descompuestas. Es por esto que las vulvas de las mujeres tienen
esa forma y hieden.
La presencia de héroes culturales dispensadores de dones a la hu-
manidad es común en las culturas amazónicas, aunque no lo es tanto que in-
cluyan los órganos sexuales. Enxiquirang y Aniké, considerados hermanos
de Makunaima, a menudo son sustituidos en versiones recientes por Jesús y
San Pedro, mientras los núcleos centrales de la historia citada se mantienen
(Amodio, 1989), lo que depone a favor de la importancia que a ella atribuyen
los makuxí. El relato explica dos características, reales o presuntas del órgano
sexual femenino: la forma y el olor que, teóricamente, tiene. Una vez más
parece tratarse de una representación masculina del cuerpo de las mujeres,
pero claramente con valor general, expresando una percepción negativa, entre
el asco y el peligro. Precisamente esta última caracterización, junto a la reafir-
mación de la teoría del órgano independiente del cuerpo, está refrendada por
una historia recopilada por Nunes Pereira hacia mitad del siglo pasado entre
los makuxí del Río Branco.
un sexo de mujer. Y aún seco y arrugado era aquello tan horrible que
Makunaima vio en seguida que no se trataba de un fruto marcido o una
vieja piel de murciélago: -Allí está un sexo de mujer-, digo. Makunai-
ma entonces se transformó inmediatamente en un mono capuchino e
intentó escalar el árbol para espiar de cerca aquel sexo. Pero el tronco
era muy ancho y resbaladizo y sus brazos de mono eran muy cortos.
Y Makunaima no consiguió escalarlo. Por eso, se transformó en un
coatí, pero no consiguió escalar el tronco. Se transformó, allí mismo,
en una serpiente, y tampoco lo consiguió. Se transformó en una lagar-
tija y nada consiguió. Se transformó en una hormiga y, caminando en
ziguezague por el tronco arriba, bien despacio, llegó cerca del sexo de
mujer y pudo espíalo cómo quería. Pero el sexo de mujer lo descubrió
y, rápido, lo tragó. Muchos días después, los hermanos de Makunaima,
buscándolo por la selva, al pasar por aquel árbol, vieron que el sexo de
mujer que conocían estaba gordo y floreciente. Desconfiando, pusieron
el árbol hacia abajo, abrieron aquel sexo y allí hallaron el cuerpo de
Makunaima. Soplaron sobre él y Makunaima despertó, riendo, riendo
(en Pereira, 1980: 73).
Peligrosidad y repugnancia se confirman como las dos características
que determinan la percepción del órgano sexual femenino, pero también, como
anota Pereira, una “extraña fascinación” (Pereira, 1980: 53). No es nuestra in-
tención en este espacio profundizar sobre las relaciones de género dentro de la
sociedad makuxí, sin embargo resulta evidente que la construcción cultural de
los cuerpos desempeña un evidente papel en ellas. Pensar la vulva como algo
“sucio” que produce “asco”, es decir, algo “impuro”, conlleva la noción de
“peligro”, como una reacción a algo percibido como perturbante, refrendada,
por ejemplo, por el uso de los pelos púbicos femenino en rituales de brujería,
cuya ejecución es descrita en algunos mitos makuxí y arekuna, como el re-
portado por Koch-Grünberg sobre una suegra que quiere matar a su yerno a
través de un ritual de ese tipo (Koch-Grünberg, II, [1924] 1981: 100). Sobre el
sentido antropológico de este tipo de representaciones, escribe Mary Douglas:
quien de esta manera se murió. Sin embargo, más allá de las indicaciones
comportamentales, el sentido de estas historias parece desbordar ampliamente
el ámbito moral. De hecho, en general los excrementos ocupan un lugar im-
portante en la mitología americana, siendo relacionados tanto con la alfarería
como con el fuego (Lévi-Strauss, 1986: 122-123). Precisamente este último
tema lo encontramos del mismo modo entre los makuxí y taurepán: el relato
se refiere a cuando los hombres no tenían fuego y tostaban su cazabe al sol.
Solamente una vieja, a escondidas, ponía candela a la leña echándole fuego a
través de su ano. Cuando el resto de la gente se percató de lo que hacía le pidió
el fuego pero ella se negó. Por esto la amarraron y exprimiendo su cuerpo con-
siguieron el fuego que salía de su ano. Tanto la apretaron que ella defecó unas
piedras que cuando se golpean dan chispas y permiten prender la leña (Koch-
Grünberg, II, [1924] 1981: 72). Si, por un lado, la realidad biológica de los
gases intestinales puede haber servido de inspiración a este tipo de historia, en
consideración del gran número de relatos que a éstos hacen referencia, amén
de las bromas cotidianas de los niños expulsando ventosidades en la cara de
los durmientes o haciendo competencias de pedos; por el otro, el cuerpo es
asumido como microcosmos que es imagen del macrocosmos, es decir, es uti-
lizado como representación, a veces metafórica otras metonímica, del mundo.
De allí que, como las estrellas y el territorio se conforman a partir de cuerpos
desmembrados, de la misma manera, en su interior se producen sustancias que
inciden directamente en la vida social y material como es el caso del fuego,
verdadero centro de la vida comunitaria y de su misma supervivencia.
La relación tecno-instrumental ano-fuego-comida está confirmada
por otra metafórica entre comida y excremento: protagonista del relato es una
vieja a quien sus nietas le niegan la comida. Yendo al conuco se encontró
con un danto dormido. La vieja le puso la mano en el ano y extrajo su excre-
mento acumulándolo en una cesta que tenía amarrada en una de las manos,
llamando a sus nietas para que trajesen más cestas que había mucha damurida.
Mientras la mujer tenía el brazo dentro del ano del danto, éste se despertó y,
apretando su culo comenzó a correr arrastrando a la vieja. Llegado al río se
lanzó al agua, ahogando a la vieja. En la versión taurepán de Armellada, en
lugar de la damurida, la vieja llamaba el excremento amichó, “un potaje de
hojas molida y de varias especies (Armellada, 1973: 32-33 y nota 1). Se trata
de un hervido de carnes de varias especies cocido por varios días con hojas
de pimientas malagueta y jiquitaia (“ardosa”), cuya característica es la de ser
muy picante, tanto que su ingesta quema a menudo la boca. De este modo,
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 13-44 35
Comentario final
La temporalidad de los relatos míticos no es necesariamente lineal, de
la misma manera que cada uno, en el momento de su producción y repetición,
resuelve una pregunta o problema específico, añadiendo una fragmento de
explicación a la elaboración de una trama cultural y territorial que está cons-
tituida de varias dimensiones, llegando a sobreponerse sobre sí misma y hasta
contradecirse dependiendo de las circunstancias y temporalidades. De esta
manera, el cuerpo humano, en general, se coloca en el centro de las diferen-
tes tramas que hemos intentado desentrañar, llegando a diseñar varios mapas
probables, aunque no necesariamente posibles. Otras miradas podrían delinear
recorridos interpretativos diferentes.
Al final de nuestro examen de algunos relatos makuxí que se refieren
directa o indirectamente al cuerpo y a su construcción simbólica, nos pare-
ce que también para este pueblo indígena americano valen las conclusiones
generales de Mary Douglas: “El cuerpo es un modelo que puede servir para
representar cualquier frontera precaria o amenazada. El cuerpo es una estruc-
tura compleja. Las funciones de sus partes diferentes y sus relaciones ofrecen
una fuente de símbolos a otras estructuras complejas” (Douglas, 1973: 156).
De esta manera, hemos identificado la función que desempeña el cuerpo en
la representación del territorio, así como el lugar que ocupa en las relaciones
Hombres sin ano y mujeres sin vulva. Aproximación a la construcción cultural del
36 cuerpo entre los makuxí (Brasil, Guyana y Venezuela) / Emanuele Amodio
Figura nº 2
vuelta al de la natura, como la historia del perro indica. Así, en cuanto a lo que
“entra” en el orificio de arriba, la boca, hay que discriminar entre alimento y
anti-alimento; de la misma manera que, en el orificio de abajo, el ano, nada
puede volver a entrar, pena la muerte.
Sin embargo, aun considerando válidas estas conclusiones generales,
hay un “residuo” que perturba su orden: la vulva femenina que, siguiendo
la misma lógica, debe considerarse un orificio de abajo, aun que no bioló-
gicamente conectado al de arriba (pero, lo puede ser simbólicamente). De
hecho, el gran número de mitos sobre este importante órgano femenino, pa-
rece demostrar que la perturbación no es sólo de orden lógico, es decir, de
la reconstrucción desde afuera, sino que los mismos productores participan
de ella. Como sí el modelo ideal de esta cultura, eminentemente masculino,
sea perturbado por algo “negado”, es decir, el cuerpo de la mujer y su órgano
sexual que la hace diferente y peligrosa. Así, por debajo del modelo general
delineado, emergería otro que da sentido a la vivencia cultural de las mujeres
makuxí; modelo más complejo, que subsume el masculino en una síntesis más
abarcadora, que funcionaría con las mismas reglas delineadas (Figura nº 3).
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 13-44 39
Figura nº 3
lo es, en otros relatos por los excrementos). Pero, como diría Lévi-Strauss,
nos queda una casilla vacía: el del parto. Aquí también valdría la regla: lo
que sale, el hijo, no puede volver a entrar, por la prohibición del incesto (que,
como hemos visto, desborda los ámbitos de la relación madre-hijo, para vol-
ver peligrosa cualquier relación sexual hombre-mujer). De cualquier manera,
estas inferencias, al límite de la especulación, deberían ser investigadas par-
ticularmente, lo mismo que las relaciones entre vulva, ano y boca, sobre todo
considerando que las sustancias que salen por los orificios de abajo podrían
salir por arriba, produciendo un desarreglo de los cuerpos de mayor dimensión
3
de los considerados.
Más allá de estas consideraciones, vale la pregunta: ¿Pueden coexistir
dos modelos diferentes del cuerpo en un mismo grupo cultural? Mary Do-
uglas identifica cuatro clases de “contaminación social” relacionadas con los
“márgenes”, siendo la cuarta “el peligro que parte de la contradicción interna,
cuando algunos postulados básicos se hallan negados por otros postulados
básicos, de modo que, en ciertos puntos, el sistema parece contradecirse a sí
mismo” (Douglas, 1973, 166). Aunque los dos modelos que hemos descrito se
contradicen en algunos aspectos, su viabilidad se mantiene, ya que su funcio-
namiento parece diferenciado: un modelo masculino que define la percepción
general del cuerpo, que solapa parcialmente otro más abarcante, de carácter
femenino, pero relativamente subalterno. La existencia de este segundo mo-
delo, que los mitos y los ritos reproducen, deja entrever una relación conflic-
tiva que, sin embargo, los contenidos del modelo reequilibran precisamente
a través del miedo que los hombres, en el fondo, les tienen a las mujeres. El
modelo de sociedad masculino excluye a las mujeres, sin poderlas eliminar;
el modelo femenino los incluye, pero en posición subalterna. Así, al fin y al
cabo, “los ritos actúan sobre el cuerpo político mediante el instrumento sim-
bólico del cuerpo físico” (Douglas, 1973: 173).
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Hombres sin ano y mujeres sin vulva. Aproximación a la construcción cultural del
42 cuerpo entre los makuxí (Brasil, Guyana y Venezuela) / Emanuele Amodio
Katya Mandoki
Universidad Autónoma Metropolitana (Unidad Xochimilco)
Postgrado en Ciencias y Artes para el Diseño
Área de estética, cultura y semiótica del diseño
katya_mandoki@yahoo.com.mx
Resumen
Este texto propone analizar el poder como efecto de procesos semió-
sicos que involucran el cuerpo y el lugar. Examina los conceptos de poder
desde las propuestas de Foucault, Bourdieu y Sheets-Johnstone para compren-
der cómo estos tres componentes participan en el proceso de producción de
poder. En contraste con el modelo puramente lingüístico, político e ideológico
con que se ha explicado tradicionalmente, se ha incorporado una perspecti-
va biológica. Se propone la distinción entre “somato-poder” y “somatografía
política” para detectar transformaciones significativas en este proceso de la
zoosemiosis a la antroposemiosis. El papel de la acumulación en la formación
de capitales es una pista indispensable para comprender esta transformación
del poder animal en socio-institucional, pues genera un cuerpo otro, un mega-
cuerpo colectivo, que penetra lugares y discursos enfocados hacia la reproduc-
ción y naturalización de estos efectos.
Palabras clave: Cuerpo, poder, actos de habla, zoosemiosis, capital.
45
Cuerpos, lugares, poderes: una aproximación semiótica
46 desde Foucault y Bourdieu / Katya Mandoki
Abstract
This paper proposes an analysis of power as an effect of semiosic
processes that involve body and place. It examines Foucault, Bourdieu and
Sheets-Johnstone’s concepts of power to explore how each of these three as-
pects participate in the process of power production. A biological perspective
has been incorporated in contrast to the purely linguistic and ideological mo-
del by which power has been traditionally explained. A distinction between
“somato-power” and “political somatography” is proposed to detect signifi-
cant transformations in this process from zoosemiosis to antroposemiosis. The
role of accumulation (of capitals or knowledge) is an indispensable clue to
understand this transformation of animal power into the socio-institutional,
since it generates a body-other, a collective megabody, penetrating places and
discourses towards the reproduction and naturalization of these effects.
Key words: Body, power, speech acts, zoosemiosis, capital.
Poder y discurso
Que la semiótica se ocupe principalmente de la comunicación, como
lo afirma Sebeok (1996: 22), es un hecho. Ello no implica, sin embargo, como
lo esgrime Bourdieu (1991: 37) contra Saussure, que sea necesariamente apo-
lítica o que al hablar de comunicación se excluya la acción. La teoría de los
actos de habla comprueba la íntima relación entre semiosis y acción. Aunque
efectivamente hasta la fecha sus principales teóricos, Austin y Searle, la han
manejado en forma descontextualizada del elemento político y social. Asimis-
mo, como disciplina, la semiótica tiene que reconocer que en buena medida
ha desatendido la dimensión política de la semiosis. Este límite autoimpuesto
no nos exime, por el contrario, de pasar forzosamente por el análisis semiótico
para elucidar los dispositivos de producción de poder. Bourdieu mismo no
puede dejar de hablar de “estrategias discursivas”, de “poder simbólico”, de
“mercados lingüísticos”, de “violencia simbólica” y de “competencia lingüís-
tica” que no son otra cosa que mecanismos semióticos, es decir, semiotécni-
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 45-62 47
cas, como las denominaría Foucault. Asimismo, para este autor, la violencia
se ejerce socialmente por medio del discurso disciplinario al producir efectos
de verdad. Se trata, pues, de violencia semiótica.
El poder tiene que ser analizado como algo que circula, o más bien,
como algo que no funciona sino en cadena. Nunca está localizado aquí
o allí, no está nunca en las manos de algunos, no es un atributo como
la riqueza o un bien. El poder funciona, se ejercita a través de una
que afectan la vida de personas concretas, sino sólo de una lucha figurada,
metafórica o imaginaria, un mero reflejo del poder real, v.g. socioeconómico
y político. Vale, por tanto, proponer el de “violencia semiótica”, término con
el que vamos a entender a toda violencia efectiva ejercida por mediación tanto
de los signos como de los símbolos en diversos registros (acústico, visual,
corporal o verbal).
En su crítica a la teoría de los actos de habla, Bourdieu (1991: 242) re-
marca las condiciones sociales de la producción del discurso: “Cada campo es
un lugar de una lucha más o menos abiertamente declarada para la definición
de los principios legítimos de división del campo”. De esta manera la estruc-
tura social está puesta en cuestión a cada momento en una lucha perpetua que
no es otra cosa que una violencia semiótica por la significación de los lugares
y sus efectos de poder a través de diversas categorizaciones. El lugar social,
efectivamente, provee parte de lo que Austin no consideró en su definición de
las “condiciones de felicidad” para que un acto performativo funcione. No es
posible realizar felizmente el acto performativo de, por ejemplo, bautizar o
excomulgar, excepto por un sujeto que ha sido autorizado para ello al ocupar
un lugar en la institución que le da sentido y enunciarlo en una forma deter-
minada. No obstante para ocupar tal lugar, el sujeto tuvo antes que ejercer es-
trategias discursivas específicas y adquirir cierta competencia de acuerdo con
ciertas reglas performativas del juego. Hay, pues, una integración de la parte
estratégica y la situacional que explica la producción semiótica de efectos de
poder, y que de nueva cuenta afirma el carácter indicial de tales estrategias
discursivas.
Tenemos el caso de la institución médica. Para ejercer el poder de
prescribir un tratamiento, realizar una cirugía o recetar medicamentos, un su-
jeto tuvo que situarse en lugares particulares de la institución médica y se-
guir un itinerario preestablecido: área de químico-biológicas en preparatoria,
escuela de medicina, exámenes, internados y residencias, especializaciones,
congresos etc. Cada movimiento y ubicación quedaron acreditados semióti-
camente en una hoja de papel que certifica que el sujeto efectivamente ocupó
cierto lugar, es decir, que posee la competencia discursiva y práctica que tal
lugar significa (Haas y Shaffir, 1982). Vemos aquí cómo se entrelazan íntima-
mente lugar y discurso como manifestaciones semióticas, puesto que el lugar
solamente es tal en cuanto significa algo, lo mismo que el discurso. Un lugar
está marcado sígnicamente desde un paradigma, generalmente ideológico, que
se distingue de otros por oposiciones y diferencias configurando así una topo-
Cuerpos, lugares, poderes: una aproximación semiótica
52 desde Foucault y Bourdieu / Katya Mandoki
grafía social en la que algunos lugares están por encima o por abajo de otros,
cerca del centro o de la periferia (como en las semiosferas de Lotman, 1990).
El espacio social no es, obviamente, plano.
Sin embargo, el poder de las instituciones es tal que en buena medida
poco llega a importar qué individuo ocupe tal o cual lugar. Pareciera que los
lugares mismos generaran hábitos semióticos que se reprodujeran solos, y que
utilizaran a los sujetos para actualizarse en la locución tal como lo visualizó
Foucault en El orden del discurso (1980). Consideremos el caso de un sujeto
que ocupa en un momento dado un puesto institucional como podría ser la
rectoría de alguna universidad. Materialmente, la rectoría se expresa en un lu-
gar físico particular, la oficina y el escritorio del rector asignados en diversos
momentos a personas diferentes. Tal lugar genera una cartografía del discurso
enunciable, desde el obligatorio hasta el prohibido, de modo que, en última
instancia, el cambio de personas en esa posición puede manifestarse sólo en
la trivial variación gráfica de una u otra firma al pie de los documentos. Al no
ser totalmente automático este proceso de generación discursiva y de toma
de decisiones, hay un rango de maniobras posibles que no son visibilizadas
por legislación alguna y consisten en procesos de decisión y negociación más
personalizados. Me refiero a los usos estratégicos del lenguaje verbal y no
verbal de carácter discrecional en que puede moverse un sujeto desde un lu-
gar determinado. Podrá favorecer a sus amigos, negociar en beneficio de su
capital de respaldo y pecuniario al abusar del lugar que está ocupando en ese
momento o, por lo contrario, abstenerse de hacerlo y asumir o evadir ciertas
responsabilidades. Un sujeto, por lo tanto, podrá o no lograr la excelencia en
su quehacer, mermar o mejorar la calidad de vida de quienes lo rodean, incre-
mentar o paralizar el conocimiento de sus alumnos o la confianza de sus hijos
por medio de este despliegue performativo del discurso y de los movimientos
que realice en el espacio social.
Así como hay procesos de visibilización pública del poder por meca-
nismos semióticos del hacerse-ver (discursos, ceremonias y rituales oficiales),
otros evaden los procesos de visibilidad abierta y permanecen ocultos a me-
nos que se logre volverlos ser-vistos por otros mecanismos.3 Elaborando este
texto, me tocó atestiguar un caso que ilustra con singular claridad las diversas
maneras de producción de efectos de poder que puede revestir el discurso
institucional, es decir, aquél estrictamente vinculado al lugar. En este caso,
3 Este mecanismo de “hacerse ver –ser visto” fue examinado en Mandoki (1991).
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 45-62 53
Capital y poder
Otra imprecisión en Bourdieu radica, como veremos, en no definir la
medida en que el poder es producto del lugar que ocupa un sujeto, o una pro-
piedad de éste, o bien el efecto de las estrategias discursivas que ejerce o de
sus mecanismos de interpretación e incluso del reconocimiento. En el primer
caso implica una postura determinista que explicaría el poder por el lugar en
Cuerpos, lugares, poderes: una aproximación semiótica
54 desde Foucault y Bourdieu / Katya Mandoki
como propiedad para usufructo del sujeto, pues lo considera ligado al capital
que, éste sí, es una posesión. Cabe destacar, sin embargo, que si tal capital no
se enuncia ni se despliega discursivamente, es decir, si no circula para generar
su proceso de semiosis en los otros, no produce efectos de poder, aunque per-
manezca como propiedad del sujeto.
Referencias Citadas
Arendt, Hannah. 1958. The Human Condition. Chicago: University of Chica-
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Gendered Bodies. Chicago: Open Court.
La percepción tecnificada y el sistema
cinestésico
Agustín Berti
Universidad Nacional de Córdoba
Centro de Estudios Avanzados
Unidad Ejecutora CONICET, Argentina
aguberti@yahoo.com.ar
Resumen
El artículo aborda el problema de la percepción en un entorno alta-
mente tecnificado desde del concepto ‘experiencia’ de Walter Benjamin. Para
ello se comparan las lecturas divergentes sobre el autor de dos de sus comen-
taristas más relevantes: Giorgio Agamben y Susan Buck-Morss. A partir de
las implicancias teóricas de las diferentes lecturas, se discute la importancia
de la teoría de la infancia en Benjamin para el desarrollo de ‘experiencia’.
Se indaga por ello la idea de la estética en la modernidad como pasaje de un
sistema sinestésico a uno anestésico desde Buck-Morss frente a la búsqueda
de la ‘experiencia’ en el plano puramente lingüístico de Agamben. La impor-
tancia del vínculo entre el sistema nervioso y el sistema simbólico cultural en
Buck-Morss se relaciona con el proyecto metodológico propuesto por Clifford
Geertz y su idea de ‘incompletitud’ como rasgo característico de la especie hu-
mana. El aporte de Geertz es fundamental dado que Agamben y Buck-Morss
discuten el problema de la percepción y la ‘experiencia’ en Benjamin a partir
del pasaje de la naturaleza a la cultura.
Palabras clave: Percepción, mímesis, lenguaje, técnica, cuerpo.
63
La percepción tecnificada y el sistema cinestésico
64 Agustín Berti
Abstract
This paper considers the problem of perception in a highly technified
environment from the perspective of Benjamin’s concept of ‘experience’. Two
divergent readings on the subject are compared: Giorgio Agamben’s and Su-
san Buck-Morss’, two of Benjamin’s most important commentators. From the
theoretical implications of the different readings, the importance of Benjamin
theory of childhood in the development of the concept of ‘experience’ is in-
vestigated and compared with Agamben’s concept of childhood. The idea of
aesthetics in modernity as a passage from a synaesthetic system to an anesthe-
tics one is opposed to the search of the origins of experience in the purely lin-
guistic level in Agamben. The importance of the link between the nervous sys-
tem and the cultural-symbolic system in Buck-Morss theory relates to Clifford
Geertz’ methodological project and his idea of humans as incomplete animals.
Geertz contributions are central since Agamben and Buck-Morss both discuss
perception and ‘experience’ in modernity in Benjamin based on the passage
from nature to culture.
Key words: Perception, mimesis, language, technique, body.
1 “Al intentar lanzar tal integración desde la antropología y alcanzar, allí, una imagen más
exacta de hombre, quiero proponer dos ideas. La primera es que la cultura no es mejor
visualizada como complejos de patrones de comportamiento concretos –costumbres, usos,
tradiciones, grupos de hábitos- como ha sido, por lejos, el caso hasta hoy, sino como un
conjunto de mecanismos de control –planes, recetas, reglas, instrucciones (lo que los in-
genieros en computación llaman ‘programas’)- para el manejo del comportamiento. La se-
gunda idea es que el hombre es precisamente el animal más desesperadamente dependiente
de tales mecanismos de control extragenéticos, exteriores, fuera de la piel, tales programas
culturales para ordenar su comportamiento.” (Esta traducción y todas las siguientes son
nuestras).
2 “hubo una superposición de, como digo, bastante más de un millón de años, entre el co-
mienzo de la cultura y la aparición del hombre como hoy lo conocemos”.
La percepción tecnificada y el sistema cinestésico
66 Agustín Berti
Between the cultural pattern, the body, and the brain, a positive fee-
dback system was created in which the interaction of increasing tool
use, the changing anatomy of the hand, and the expanding repre-
sentation of the thumb in the cortex is only one of the more graphic
examples. By submitting himself to governance by symbolic mediated
programs for producing artifacts, organizing social life, or expressing
emotions, man determined, if unwittingly, the culminating stages of his
own biological destiny. Quite literally, though quite inadvertently, he
created himself (Geertz, 2001: 48)3.
El elemento que distingue en este punto a los primeros hombres de los
protohombres es un mayor desarrollo del sistema nervioso central que sienta
las bases de la adaptabilidad y flexibilidad. Ambas se originan en la incom-
pletitud que obliga al hombre a desarrollar sistemas simbólico-culturales que
llenen este vacío dejado por los conocimientos innatos:
What sets true men off most distinctively from protomen is apparently
not overall bodily form but complexity of nervous organization. The
overlap period of cultural and biological change seems to have con-
sisted in an intense concentration of neural development and perhaps
associated refinements of various behaviors (Geertz, 2001: 48)4.
Solo podemos decir que el objeto es propio para exponer una sublimi-
dad que puede encontrarse en el espíritu, pues lo propiamente sublime
no puede estar encerrado en forma sensible alguna, sino que se refiere
tan sólo a ideas de la razón, que, aunque ninguna exposición adecuada
de ellas sea posible, son puestas en movimiento y traídas al espíritu
justamente por esa inadecuación que se deja exponer sensiblemente.
Así, no se puede llamar sublime el amplio océano en irritada tormenta.
Su aspecto es terrible y hay que tener el espíritu ya ocupado con ideas
de varias clases para ser determinado, por una intuición semejante, a
un sentimiento que él mismo es sublime, viéndose el espíritu estimu-
lado a dejar la sensibilidad y a ocuparse con ideas que encierran una
finalidad más elevada (Kant, 2007: 177).
La autogénesis es el ideal del sujeto kantiano en tanto voluntad moral
limpiada de la contaminación de los sentidos que establece su propia regla
como norma universal. Este sujeto persiste en el sujeto autónomo y autotélico
nietzscheano, creador viril y autocontenido, en donde el filósofo artista apare-
ce como encarnación de la voluntad de poder y culmina en Heidegger con la
oposición del Mannesaesthetick, un poder de mando que opone a la ‘estética
de mujeres’ de receptividad de sensaciones externas. Susan Buck-Morss afir-
ma que la propuesta benjamineana se opone radicalmente a esta lógica. En su
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 63-80 69
5 Este planteo puede resultar similar a la idea de “círculo hermenéutico” en Heidegger, aun-
que en Benjamin tiene una mayor presencia su lectura particular del materialismo histórico
desde las que el propio Benjamin se posicionaba frente a la tradición filosófica alemana.
6 Este concepto de ‘experiencia’ en Walter Benjamin es desarrollado particularmente en
“Experiencia y pobreza” de 1933 y “El narrador” de 1936 y resultan complementarios a
“La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” escrita y reescrita entre 1936
y 1939.
7 Dentro de la teoría marxista heterodoxa en la que el propio Benjamin inscribe su obra, el ve
al obrero industrial como ejemplo cabal de esta mimetización con la máquina de la línea de
montaje cuyo ritmos y movimientos debe seguir para preservar la integridad de su cuerpo,
pero también hace extensivo este fenómeno a la situación del peatón ante el tráfico y a la
primacía de la vista por sobre los demás estímulos para poder preservarse en la ciudad
moderna.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 63-80 71
8 Aquí es necesario señalar que la connotación sensorial de “estética”, persiste en los tres
conceptos en el idioma original pero se pierde al pasar al español: aesthetic, sinaesthetic,
anesthesic, como lo hace notar el traductor del ensayo de Buck-Morss, Mario López Seoa-
ne (Buck-Morss, 2005: 189, nota 39).
La percepción tecnificada y el sistema cinestésico
72 Agustín Berti
9 Cabe señalar que aquí Buck-Morss utiliza ‘ver’ ya que es la visión el modo primordial de
‘experiencia’ en la vida urbana moderna.
10 Para una descripción detallada del problema de la infancia en Benjamin véase el ensayo
“El Libro de los Pasajes de Benjamin: redimiendo a la cultura de masas para la revolución”
donde a partir de Infancia en Berlín hacia 1900 y Crónica de una infancia en Berlín y el
primer proyecto de El libro de los Pasajes que llevaba como subtítulo Un cuento de Hadas
dialéctico, Buck-Morss desarrolla in extensum las relaciones entre la percepción infantil y
la experiencia en la obra de Benjamin y que contrastan fuertemente con la lectura ahistó-
rica de la infancia plantada en el ensayo de Agamben: “(…) Había una analogía, pero no
una identidad, entre el estado de ensueño de la niñez y el estado de ensueño histórico. La
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 63-80 73
historia natural del niño y la historia social del colectivo eran ejes separados. Debían ser
mantenidos separados para no caer en el error ideológico de confundir la historia social con
el estado natural de las cosas (un problema que en nuestro tiempo tiene la sociobiología).
No obstante, estos ejes siempre se intersectaban, y la perspectiva cognitiva de ambos era
necesaria para capturar la ambivalencia de la situación histórica” (Buck-Morss, 2005: 91)
La percepción tecnificada y el sistema cinestésico
74 Agustín Berti
Referencias Citadas
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Kant, Immanuel. 2007. Crítica del juicio. Madrid: Espasa-Calpe.
:
…Y tomó la arcilla en sus manos y lo creó a su
imagen y semejanza: Arqueología y Semiótica
de la figuración antropomorfa cerámica en
Venezuela
Carlos Escalona Villalonga
Universidad Central de Venezuela
syahoram@gmail.com
Resumen
En Venezuela se han realizado pocas investigaciones sistemáticas
íntegramente enfocadas en la figuración humana cerámica prehispánica de
Venezuela. Estas, han trabajado el problema de forma regional limitada para
la esfera de interacción valencioide y el área andina. Por ello, mediante este
trabajo, nos planteamos una investigación de carácter comparativo entre dife-
rentes épocas, regiones y/o culturas desde la teoría del cuerpo en la arqueolo-
gía tomando como marco de referencia las piezas figurativas antropomorfas
de las sociedades tribales igualitarias barrancoide-saladoide en el Orinoco y
de las culturas tribales jerárquico-cacicales valencioide y Betijoque-Mirinday
en la costa central y andes venezolanos respectivamente. Mediante la decons-
trucción formal de las piezas para la definición de patrones figurativos, nos
atrevemos a decir que las piezas antropomorfas en cerámica fueron, probable-
mente, poderosos vehículos utilizados por la sociedad para difundir identida-
des personales o comunales socialmente aceptadas y evidencian las relaciones
de poder entre los individuos y su medio ambiente. Las visiones de mundo se
revelan y se in-corporan en representaciones materiales como las figurinas.
Palabras Clave: Cuerpo, figuración antropomorfa, barrancoide-saladoide,
valencioide, Betijoque-Mirinday.
81
Arqueología y semiótica de la figuración antropomorfa cerámica en Venezuela
82 Carlos Escalona Villalonga
Abstract
In Venezuela there has been little systematic research has focused
entirely on the pre-Columbian pottery human figuration of Venezuela. They
have worked on a regional problem limited to the Valencioid interaction sphe-
re and the Andean area. Accordingly, by this work, using as a frame of refe-
rence the anthropomorphic figurative pieces egalitarian tribal societies Ba-
rrancoid-Saladoid in the Orinoco and tribal cultures and hierarchical cacicales
Valencioid Mirinday Betijoque-central coast and in the Venezuelan Andes,
respectively. We considered an inquiry by way of comparison between diffe-
rent periods, regions and / or culture from body theory in archeology. Through
formal deconstruction of parts for the definition of figurative patterns, dare we
say anthropomorphic ceramic pieces were probably powerful vehicles used by
the company to spread personal and communal identities and reveal socially
accepted power relations between the individuals and their environment. The
worldviews are revealed and in-corporated in material representations as the
figurines.
Key Words: Body, human figuration, barrancoid-saladoid, valencioid, Beti-
joque-Mirinday.
Serie/Estilo Cantidad
Barrancoide 30
Saladoide 3
Valencioide 76
Mirinday 40
Betijoque 39
Total: 188
cuerpo (humano) se concibe como parte del espacio natural (animal y vege-
tal). Se humaniza la naturaleza y se naturalizan las acciones sociales.
Entonces, podríamos considerar que el sistema de las funciones so-
ciales corresponde a lo natural y éste al mundo de los objetos (Levi-Strauss,
1964: 188), por tanto, el medio ambiente y alfarería son dos conjuntos media-
dores utilizados por estos grupos para transformar la contradicción entre ellos
y la naturaleza y poder pensarlas (o pensarse) como una totalidad donde los
limites del ser social no están claros. Esta relación hombre-naturaleza-cultura
se presenta de tres modos en nuestra muestra. Como la representación del al-
ter ego, como figuras duales, donde se presentan dos rostros iguales, viéndose
el uno al otro o viendo cada uno hacia un lado diferente respectivamente. Por
ultimo, en recipientes efigie, el cuerpo de la vasija y el cuerpo humano son la
misma cosa. Si bien posteriormente estos grupos se expanden hacia la costa
central o oriental, Lago de Valencia y zona insular de Venezuela compleji-
zándose, no existe una separación del cuerpo humano de la totalidad y fun-
cionalidad de la vasija. La negación del hombre como parte de la naturaleza
comienza en tradiciones más tardías y estratificadas como Betijoque, donde la
relación hombre-hombre se convierte en la contradicción principal mediante
representaciones corporales y simbólicas que proporcionan un modelo de di-
ferenciación entre ellos y la naturaleza. Sin embargo, la estratificación social
no implica una necesaria separación entre los individuos y la naturaleza.
del hombre con la naturaleza, sino también entre los elementos naturales (ve-
getales y animales).
En general, dentro de su gran heterogeneidad formal, sus representa-
ciones, mayoritariamente femeninas, consisten en figuras humanas desnudas
en las que se resaltan rasgos corporales de silueta como pies, piernas bulbosas,
glúteos, genitales, brazos y manos (con frecuencia arqueados colocados sobre
la cintura o sosteniendo la cabeza) y cabezas hipertrofiadas que adquieren
volúmenes ovalados o naviformes. Estos iconos femeninos atestiguan la im-
portancia del signo y la magnitud simbólica dentro de esta sociedad y subya-
cen en ellos definiciones estéticas de la visión del mundo valencioide. Para
Delgado (1898),
Conclusión
Estas piezas figurativas pudieron cumplir un papel importante en la
divulgación de un mensaje político, ideológico, ceremonial y, por qué no, es-
tético, en relación con la construcción del ser social, así como en la sociedad
moderna, las muñecas juegan un rol para el aprendizaje (inconsciente) en ni-
ños (y también en adultos) de las relaciones de género, jerarquías sociales, lo
estética y conductualmente aceptado, etc. De hecho, como constituyente en la
definición individual de la persona social, las muñecas o muñecos aportan sin
el menor esfuerzo una imagen previamente convenida que dicta, por ejemplo,
la ropa o el comportamiento sexual socialmente apropiado (Bailey, 2005: 70).
Arqueología y semiótica de la figuración antropomorfa cerámica en Venezuela
98 Carlos Escalona Villalonga
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Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 81-100 99
Alexander Mosquera
Universidad del Zulia (Venezuela). Facultad de Ciencias
Laboratorio de Investigaciones Semióticas y Antropológicas
aledjosmos@gmail.com / amosquera@fec.luz.edu.ve
Resumen
Anorexia, bulimia, ortorexia…, son indicios de que el hombre mar-
cha hacia la aniquilación del sí mismo, por responder a un ideal de belleza
perfecta que impone la industria cultural norteamericana a través de la publi-
cidad, el cine y la televisión. Este trabajo aborda desde la antroposemiótica
y utilizando el método hipotético-deductivo de Hull, cómo la TV establece
cánones de belleza por medio de series como Nip/Tuck, donde se rinde culto
a la reconstrucción física de las personas mediante la aplicación de la tec-
nología de la belleza, lo que promueve esa aniquilación que se hizo patente
en Michael Jackson. Aquí se analizan las estrategias retóricas que usa dicha
serie para manipular ideológicamente al receptor e imponerle un concepto
hegemónico de belleza, que asume el cuerpo como un signo-mercancía. Los
resultados revelan el resurgimiento del mito de Narciso, con características
particulares que lo rebautizan como un neo-narcisismo. En conclusión, el dis-
curso de Nip/Tuck involucra la aludida aniquilación y contribuye a establecer
103
TV, cirugía estética y el ideal de la belleza perfecta
104 como aniquilación del sí mismo / Alexander Mosquera
un régimen escópico, que obliga al mundo a ver como ‘normal’ las imágenes
de los cuerpos re-creados mediante esa tecnología.
Palabras clave: Semiótica del cuerpo, antroposemiótica, belleza perfecta,
mito de Narciso, régimen escópico.
tragedias entre las deidades, en las cuales se vieron involucrados también al-
gunos mortales.
Entre esos ejemplos figura el mito de Narciso, cuya belleza no sólo
condenó a la ninfa Eco a morir de amor al ser despreciada por él, sino igual-
mente a su portador al tratar de alcanzar su propia imagen (de la cual estaba
enamorado) reflejada en el agua, para después (una vez ahogado) transformar-
se en la flor de idéntico nombre (Pérez-Rioja, 1997). Por otro lado está el mito
de Adonis, que si bien no estaba enamorado de sí mismo, su extraordinaria
hermosura –que lo convirtió en el prototipo de la belleza masculina– fue mo-
tivo de la disputa entre la diosa y reina de los muertos, Perséfone, y la definida
como la más bella de las diosas, Afrodita (Repún, 2003).
Por cierto, el origen de Adonis se ubica en una tragedia relacionada
con la belleza, ya que él resultó ser el fruto de la venganza de Afrodita, al ente-
rarse de que la esposa del rey de Chipre decía que su hija Esmirna era más her-
mosa que la citada diosa (la Venus para los romanos), por lo cual la condenó
a enamorarse de su propio padre, a quien engañó para llevarlo a la cama y así
quedó encinta del que después sería, paradójicamente, el amante de Afrodita.
Asimismo está el mito de Hilas, un adolescente de gran belleza que
siempre acompañaba a Hércules (quien se sentía atraído por éste) y al que las
ninfas raptaron para hacerlo inmortal, premio que también recibió Ganimedes,
un príncipe troyano de singular hermosura secuestrado por los dioses para
convertirlo en el copero de Zeus, del que además fue su favorito (Pérez-Rioja,
1997).
A ellos se suman Hermafrodita, hijo de Hermes y de Afrodita, cuya
belleza heredada de ambas deidades cautivó a la ninfa de la fuente donde se
bañaba, a quien rechazó y por eso ésta suplicó a los dioses que lo unieran a ella
eternamente, resultando un ser con los atributos y cualidades de ambos sexos;
Psique, una mortal de radiante belleza que se enamora de Eros y que provoca
la envidia de la diosa Venus (madre de éste), la que termina por conducirla
hacia su transformación en una estatua dormida, pero que es salvada por Eros
al pedirle a Zeus que la volviera inmortal para vivir con ella (Choza, 2002);
Helena, considerada un arquetipo de la belleza fatal, pues trae consigo la de-
vastación y la muerte como en el caso de la guerra entre griegos y troyanos,
provocada por su huida con el príncipe de Troya, Paris (Pérez-Rioja, 1997;
Repún, 2003); y finalmente –aunque no es el último ejemplo–, Pandora, la
primera mujer sobre la Tierra según la mitología griega (equivalente a la Eva
bíblica), creada por orden de Zeus con una belleza y encanto que ocasionara
TV, cirugía estética y el ideal de la belleza perfecta
106 como aniquilación del sí mismo / Alexander Mosquera
las desdichas de los hombres, como venganza contra el titán Prometeo por
haberle robado el fuego que le dio vida a los humanos, castigo que se concretó
cuando se abrió la caja que Pandora llevaba consigo y que encerraba todos
los males y calamidades que entonces se esparcieron por el mundo, quedando
solamente en la caja la esperanza (Pérez-Rioja, 1997).
Según se puede apreciar, el deseo por poseer ese ideal de belleza
perfecta estuvo casi siempre asociado con tragedias, guerras y problemas en
general que recogió la mitología, lo que le dio asimismo un carácter mítico a
dicho ideal. Sin embargo, ello no significó renunciar a esa persecución, sino
que más bien con el pasar del tiempo se fue acentuando, gracias a la interven-
ción de ciertos mecanismos que lograron imponerla como algo intrínseco a la
naturaleza del hombre. De hecho, es en esos términos que la considera Finol,
al afirmar que
Fundamentación teórico-metodológica
Esta investigación parte de la observación de que en Nip/Tuck se toma
el tema de la cirugía plástica como una respuesta a la vanidad humana, sin
conexión con algún tipo de necesidad relacionada con la salud. Dicha ob-
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 103-128 109
1 El mito se asume aquí no en el sentido que le atribuye la mitología como cuentos o histo-
rias tradicionales, que refieren acontecimientos inverosímiles para explicar el origen de las
tradiciones, doctrinas fundamentales, fenómenos naturales, religiones y otros conceptos
importantes (Winick, 1969), sino como las diversas maneras de pensar sobre la gente, pro-
ductos, lugares o ideas, que son estructuradas mediante un conjunto de signos lingüísticos,
visuales, gestuales, etc., con el fin de enviar (connotar) mensajes particulares a un receptor
(lector de un texto o televidente) (Bignell, 1997). En efecto, es una noción que parte del
planteamiento de Barthes, respecto a que “el mito es un tipo de discurso acerca de ciertas
realidades sociales que soporta una ideología, pero ubicando dichas realidades fuera del
debate político” (Bignell, 1997: 26).
TV, cirugía estética y el ideal de la belleza perfecta
112 como aniquilación del sí mismo / Alexander Mosquera
alto, los aprisiona en sí mismos y los hace aún más esclavos, faltos de esperan-
za y de alegría” (Diario La Verdad, 2009: A2).
5 Curiosamente, espejo en latín se escribe speculum, que también significa copia (Ediciones
Nuevo Mundo, S/F), de manera que esa imagen especular se traduce en la imagen del es-
pejo que es una copia, una imitación.
6 Más bien el hiperconsumismo, a decir de Caro Almela (2009), donde el consumo de pro-
ductos pasa a ser entonces un consumo de signos, como esos que venden al televidente
el significado mítico de la belleza perfecta, pues ese deseo “está inscrito en casi todos los
dispositivos simbólicos de la sociedad de consumo” (García Sojo, 2009: 41).
TV, cirugía estética y el ideal de la belleza perfecta
116 como aniquilación del sí mismo / Alexander Mosquera
Fig. 2. Los cirujanos plásticos son presentados como los modernos Frankenstein capaces
de re-crear los cuerpos, aunque su accionar dé origen a antagonistas como El Tallador,
personaje encargado de ‘destruir’ la obra divina de los primeros. (Fuente: www.pic-
search.es y www.cinepremiere.com.mx - 2010).
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 103-128 119
2006) afirma que como gran ritual moderno que ha llegado a ser, dicho medio
es un extraordinario vehículo de transmisión de mitos que dan información
sobre la sociedad y para ello apelan al poder y el desear ser (aunque sólo sea
una ilusión, un sueño inalcanzable) que instalan en el imaginario colectivo al
recurrir, por ejemplo, a las mencionadas figuras retóricas.
De esa forma, Nip/Tuck ha establecido lo que Ledesma (2009) llama
un régimen escópico dominante o aquello que en cada época se considera ve-
rosímil en relación a lo visible (lo que se puede o está permitido ver), un cierto
modo de ver que es determinado por un conjunto de aspectos históricos, cul-
turales y epistémicos, que vuelven ‘normal’ ese cierto modo de mirar, en con-
cordancia con una concepción ideológica particular de un período histórico y
propia de una determinada cultura. Es decir, ese mito de la belleza perfecta y
la vía para alcanzarlo (la tecnología de la belleza) se hacen ‘naturales’, coti-
dianos, y por ello se imponen en ese imaginario como el arquetipo a seguir,
gracias a que los mass-media se han convertido en instituciones que ejecutan
esa función de ‘naturalizar’ las ideologías dominantes en cualquier cultura. Es
a lo que en el fondo se refiere Bignell (1997), cuando afirma que las represen-
taciones de la identidad en los medios están constituidas por signos que son
significativos, porque éstos pertenecen a códigos aceptados socialmente y que
los destinatarios pueden reconocer (y en los que se reconocen) y decodificar.
Se trata de un poder ver que en el mundo actual se ha transformado
en un querer ver sin límites espaciales, simbólicos, referenciales ni éticos, al
que los medios audiovisuales le han dado rasgos de un imperialismo moderno
y que Imbert (1999, 2006) bautizó como el nuevo mito televisivo, por revelar
los imaginarios del ver y del sentir: la hipervisibilidad, donde nada escapa
a la mirada mediática que produce una hipertrofia representativa, para dar
paso a una hiperrealidad (la exacerbación de esa realidad) como un híbrido de
realidad y artificio. En ese sentido, no es una realidad objetiva, pero tampoco
ficción pura, sino más bien un simulacro que da origen a una realidad virtual
caracterizada por la percepción subjetiva de los hechos.
En otras palabras, esa hiperrealidad se relaciona con la imagen espe-
cular lacaniana (copia reflejada en el espejo) que distorsiona y aniquila el sí
mismo, a pesar de que la identidad personal se construye gracias a la presencia
del Otro (la alteridad) y de los Otros (la pluralidad) (Silva, 2002; Choza, 2002;
García Gavidia, 2005), toda vez que la antropología sólo se hace posible y
necesaria sobre la base de esa triple experiencia (Augé, 2006) que Yurman
(2008) ha encerrado en la metáfora de la mirada en el espejo que incluye la
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 103-128 123
mirada del otro y de los otros, lo cual ratifica el hecho de que las identidades
se construyen por la vía de la negociación. Sin embargo, en el caso de los
medios en general y de la serie analizada en particular, habría que preguntarse
hasta qué punto podría hablarse de una negociación real y no de una verdadera
aniquilación del sí mismo, cuando el individuo queda prácticamente indefenso
ante las tres dimensiones antropológicas del engaño mencionadas por Catalán
(2005) y que son utilizadas por la televisión para controlar la inteligencia, el
lenguaje y la libertad de elección del individuo.
Por algo De Kerckhove plantea que “frente al aparato de televisión,
nuestras defensas están vencidas; somos vulnerables y susceptibles a la seduc-
ción multisensorial” (1999: 42), aparte de que en el fondo la gente no es quien
mira a la televisión, sino que es ésta quien mira a las personas por ser ya no
una ventana al mundo, sino una ventana al consumidor, con quien se comuni-
ca a través de mensajes que van dirigidos exclusivamente a hablarle al cuerpo
y no a la mente, toda vez que pensar es muy peligroso para la sobrevivencia
de la ideología que ella difunde. Además, le vende todo un repertorio de iden-
tidades (o imágenes especulares) a imitar, cuyas representaciones alternativas
pueden “generar un extrañamiento respecto de uno mismo (…), en el modo de
percibirse y concebirse el hombre a sí mismo y al mundo” (Choza, 2002: 16).
Producto de ese extrañamiento es que ha surgido el denominado neo-
narcisismo (Finol, 1999; Finol y Finol, 2008) como conciencia social del
cuerpo, ideológicamente interesada e impuesta por programas como Nip/Tuck.
Dicho neo-narcisismo se concibe como “un complejo proceso simbólico, cuya
plataforma ideológica es la mercantilización y fetichización del cuerpo que
define hoy sus usos; se trata de una re-elaboración de las significaciones tra-
dicionales asociadas con el cuerpo, que pone su énfasis principal en su trans-
formación física, en su mantenimiento y conservación” (Finol y Finol, 2008:
399). De ahí que la TV ponga su empeño en hacerlo hipervisible, para volver
‘normal’ la relación de ese cuerpo que se ama a sí mismo y, por tanto, necesita
estar en una permanente auto-contemplación pública (por eso el deseo exacer-
bado de exhibirse en la pantalla) que involucra, igualmente, el deseo de ser
visto, admirado, aceptado y amado por ese Otro que es el complemento con el
que se busca borrar la citada carencia lacaniana del ser humano.
De esa manera, la televisión se convierte en otra expresión más de lo
que Steiner (2001) denominó la nostalgia del absoluto (que Lacan identificó
como completitud o unidad del hombre), para referirse a ese vacío o crisis de
sentido que dejó en la sociedad occidental la decadencia de los sistemas reli-
TV, cirugía estética y el ideal de la belleza perfecta
124 como aniquilación del sí mismo / Alexander Mosquera
7 Por pretender ser cuerpos de pensamientos que encierran la idea de totalidad –pues “una
mitología, en este sentido, es un cuadro completo del ‘hombre en el mundo’ ” (Steiner,
2001: 17)–, de refutación o falsación, que tienen un inicio y un desarrollo con una visión
profética, además de poseer un lenguaje propio con el que describen el mundo y son una
especie de teologías sustitutas (con sus sacerdotes y fieles).
8 De las tantas tricotomías que utiliza Peirce (1987) para hablar del signo, el Interpretante
es uno de los componentes que forma una tríada con el Representamen y el Objeto, para
generar y desarrollar signos de manera infinita. En ese sentido, se entiende como Inter-
pretante “el producto o efecto significado producido por el signo, que puede ser un efecto
mental; otro signo que traduce el signo precedente a otro sistema de signos; o la misma
interpretación del signo” (Redondo, 2005). Dicho concepto, si se quiere, es una ampliación
del aportado por Peirce (1987), quien concibe el Interpretante como ese otro signo equi-
valente o más desarrollado que el signo precedente (o Representamen) crea en la mente
de una persona. En otras palabras, el Interpretante es “un signo que traduce y desarrolla el
signo original en algún sentido diferente en el que estaba en la relación anterior” (Redon-
do, 2005).
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 103-128 125
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TV, cirugía estética y el ideal de la belleza perfecta
128 como aniquilación del sí mismo / Alexander Mosquera
Resumen
El objetivo de esta investigación es analizar la representación del
cuerpo en el discurso informativo de sucesos de Mi Diario, periódico sensa-
cionalista del estado Zulia, Venezuela. Luego se establecerá una comparación
con la representación del cuerpo en los mitos de belleza mediáticos estudiados
por Finol (1999). Teóricamente, el trabajo se sustenta en los aportes de Bau-
drillard (1991), Finol (1999a, 1999b, 2004), Imbert (2003, 2004), González
(1999), entre otros. Se estudia un corpus de un mes tipo del periódico a par-
tir de la perspectiva de la Semiótica del Cuerpo de Finol y Finol (2008): el
cuerpo-objeto y el cuerpo-lenguaje. Se concluye que: 1. En el discurso de su-
cesos el cuerpo se convierte en objeto de fascinación y en excusa de consumo
mediático. 2. El discurso mediático del cuerpo, desde las dimensiones belleza/
violencia, adquiere características similares y se convierte en el elemento cen-
tral de narratividad de la industria del entretenimiento actual, que trivializa la
información. 3. “Belleza” y “mutilación” ya no son dos campos de percepción
distintos, el uno y el otro crean fascinación y espectáculo, por lo que se reivin-
dica el tratamiento del cuerpo como mercancía. 4. Frente al concepto de “tec-
nología de la belleza” de Finol (2004) surge otro contrapuesto: “tecnología de
la violencia”. Ambos tienen un mismo fin, emplean los mismos recursos y le
otorgan al cuerpo una misma significación mediática.
Palabras clave: Semiótica del cuerpo, espectáculo, belleza, violencia.
129
Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia
130 corporal en los medios / Johandry A. Hernández y José Enrique Finol
Abstract
The goal of this investigation is to analyze the representation of the
body in the informative discourse within the accidents and crime section of
Mi Diario, a sensationalist newspaper published in the State of Zulia, Vene-
zuela. This research will also help to establish a comparison of the represen-
tation of the body in the mediatic myths of beauty studied by Finol (1999).
Theoretically, this study is substantiated by the contributions of Baudrillard
(1991), Finol (1999a, 1999b, 2004), Imbert (2003, 2004), González (1999),
among others. The investigation studies a corpus of a regular month of the
journal’s publications from the perspective of Semiotics of the Body, by Finol
and Finol (2008): The body-object and the body-language, which deals with
the body as a semiotic object. The conclusions are that: 1) In the discourse of
the accidents and crime section the body becomes the object of fascination
and consumption. 2) The media discourse of the body from the dimensions of
beauty/violence acquires similar characteristics and becomes the central ele-
ment of the narrative of the current entertainment industry, which trivializes
information. 3) “Beauty” and “mutilation” are no longer two distinct fields
of perception, both create fascination and spectacle. Because of this, the use
of the body as merchandise is vindicated. 4) In the presence of Finol’s (2004)
concept of “technology of beauty” a counterpart emerges: “technology of vio-
lence”. Both have the same end and, though in appearance they are different,
they use the same resources and give the body the same medial significance.
Keywords: Semiotic of the body, spectacle, beauty, violence.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 129-150 131
Introducción
El cuerpo, según sugirió Nietzsche, debe convertirse en criterio para
toda moral y para toda realidad. Hoy más que nunca se asiste a un periodo
particular de la cultura visual en el que el cuerpo se [re] funda como una ins-
titución social, como hilo conductor del pensamiento humano, como signo en
sí y como escenario de una multiplicidad de otros signos.
La mayor parte de la producción discursiva actual de los medios y sus
plataformas masivas de mensajes sustentan sus intenciones de comunicación,
precisamente, en el cuerpo. En un intento por aclarar esta premisa de Nietzs-
che, Navarro (2002) explica que tomar el cuerpo como hilo conductor del
pensar implica que se tome la palabra para articular un discurso mudo que, sin
embargo, se hace visible a través de sus representaciones. Se deduce entonces
que el discurso confeccionado a partir de la corporeidad se convierte en el
nudo de toda tarea interpretativa de la sociedad actual.
Tradicionalmente, su representación en los medios masivos de co-
municación ha sido analizada desde la perspectiva de lo que Rincón (2002)
cataloga como Filosofía Light, la actitud New Age y la política reality. Sin
embargo, pocos estudios se han concentrado en la representación del cuerpo
en el discurso mediático sobre la violencia y la muerte presente en las noti-
cias de sucesos, en las que el cuerpo -generalmente en forma de cadáver- se
consstituye como elemento central de este tipo de discurso informativo.
En los formatos mediáticos mencionados, por ejemplo, el cuerpo se
convierte en mercancía de explotación de la belleza física como construcción
simbólica de la realidad, tal como lo ha constatado Finol (1999). No obstante,
¿qué pasa con su estado contrapuesto en los medios de comunicación social
cuando, contrario a lo “bello”, aparece el cuerpo mutilado en un discurso que
se hace visible a partir de lo sórdido?
Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia
132 corporal en los medios / Johandry A. Hernández y José Enrique Finol
Fundamentos metodológicos
Para el estudio de la representación del cuerpo en el discurso sobre la
violencia en la prensa -específicamente en el periódico objeto de estudio- se
seleccionó un corpus de un mes tipo, a partir de un muestreo aleatorio he-
cho entre enero de 2008 y diciembre de 2009. Se recurre a la Semiótica del
Cuerpo propuesta por Finol y Finol (2008) para el análisis específico de las
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 129-150 135
6 Tronera es un término del registro oral que significa hueco grande en el lenguaje coloquial
zuliano.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 129-150 139
La hipervisibilidad y la mutilación
El cuerpo cobra diferentes significaciones angulares, según las pers-
pectivas o los segmentos que se muestran: el cuerpo, y más específicamente, la
explotación del cuerpo, es el primer indicio que se identifica para comprender
y re [conocer] la maleabilidad de este periódico: la crudeza de las fotografías.
Finol explica que la hipervisibilidad remite a la noción de exceso de
lo visible, una sobreabundancia de la imagen, de su redundancia y sobrees-
timulación perceptiva cuantitativa y cualitativa. “Tiene que ver, en lo funda-
mental, con la transgresión de los límites físicos y fisiológicos de lo visible y
de su perceptibilidad” (2005: 147).
La hipervisibilidad es una extensión, exacerbación y degradación de
la categoría de lo informativo, se trivializa, todo es digno de atención. El cuer-
po se muestra para provocar una solicitación de la mirada y establece una
relación sensible con el medio (que pasa por el imaginario social). Se apoya
en una instancia mediadora que orienta la mirada del espectador hacia lo invi-
sible, lo irrepresentable.
“La hipervisibilidad procede mediante una hipertrofia representativa.
La representación ha entrado en crisis al haber perdido lo único que podía
sustentarla: la credibilidad de las instituciones a las que concedió el derecho a
la información (Imbert, 2003: 84).
La isotopía de la hipervisibilidad se convierte en Mi Diario en técnica
de demostración: los detalles de la violencia abarcan, tal como se observa en
la siguiente imagen, la deliberación de la muerte a través del cuerpo: se sobre-
saltan las heridas, la posición del cadáver, la sangre que discurre.
Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia
140 corporal en los medios / Johandry A. Hernández y José Enrique Finol
7 Tannen explica que la cultura de la polémica es aquello que “nos insta a enfrentarnos al
mundo en un marco mental adverso, porque hemos sido corroídos a fuerza de vivir en una
atmósfera de tensión constante” (1998: 15). Para consecución de una meta en la cultura de
la polémica, lo mejor es desplegar una enconada actitud de oposición frente a todo y frente
a todos. Tannen (1999) agrega que en lugar de comprender al otro, se le elimina.
Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia
146 corporal en los medios / Johandry A. Hernández y José Enrique Finol
puesto en el mundo” (2008: 391); en el caso del discurso del cuerpo desde la
muerte funda un fenómeno contrapuesto que denominaremos tecnología de
la violencia: todo un dispositivo mediático dirigido a convertir el cuerpo en
instancia de mutilación y como eje central de un discurso que subvalora las
categorías informativas de la noticia de sucesos, y desborda todo tratamiento
ético del dolor para también construir el cuerpo como espectáculo y entidad
risible de reconocimiento de la miseria social. La tecnología de la violencia
disipa el miedo como categoría social y transforma lo sórdido en fascinación.
Conclusiones
Manero revela que las formas singulares del cuerpo victimizado remi-
ten a su apreciación como signo y como símbolo: como signo de un lenguaje
macabro y horroroso, como símbolo social de un prestigio asignado de mane-
ra proporcional a la intensidad del sufrimiento vivido. “El cuerpo supliciado,
el cuerpo del terror que habita en las pesadillas propias de cada sociedad”
(Manero, 2008: 57).
La hipervisibilidad del cuerpo en el discurso de la violencia en la
prensa crea un espectáculo de la muerte, similar a una ordalía cotidiana que
provoca, por saturación visual, una invisibilización de la violencia como he-
cho real y sensible. Se sugiere en este estudio que las estrategias comunica-
tivas empleadas contribuyen a alimentar el imaginario de la violencia: crean
fascinación al convertir el cuerpo-objeto y el cuerpo-lenguaje en centro del
discurso informativo desimbolizado.
La espectacularización de la realidad, enfocada en el cuerpo, tiene un
alto componente dramático. Se trata de una estructura simbólica que adultera
la noción de normalidad para reacomodarla como desorden organizador de la
cultura. A través del discurso de la violencia, el cuerpo se convierte en objeto
de fascinación y como hilo conductor de una cotidianidad. Su aceptación se
deriva de la legitimación del espectáculo mismo. Al anular el miedo, se crea
una relación ambivalente: el ver excesivo crea acercamiento, lo fagocita, lo
edulcora en una nueva forma representada que al final creará una anulación
del sentido sobre el valor del cuerpo como entidad cultural.
Desde Mi Diario emerge un imaginario de muerte que cultiva el des-
orden como alternativa de un [re] ajuste desnormalizado de lo social; la pro-
puesta de que en el mal se encontrarán las respuestas a la incertidumbre actual.
En esta lógica mediática, el cuerpo es, como raíz de lo impuro, el desmorona-
miento de la diferencia, la amenaza al orden simbólico y a todo orden, porque,
Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia
148 corporal en los medios / Johandry A. Hernández y José Enrique Finol
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Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia
150 corporal en los medios / Johandry A. Hernández y José Enrique Finol
Resumen
Se discuten aquí los conceptos de creatividad e imitación vinculados
al análisis de la práctica teatral. Los debates surgidos a finales de la década del
setenta alrededor de estos conceptos se retoman aquí, pues los mismos repre-
sentaban dos tendencias opuestas, pero conciliables, de la práctica teatral. La
noción antropológica de corporeidad (Duch y col., 2005) nos posibilita revita-
lizar el debate, pues permite pensar en términos semiológicos la materialidad
corpórea de los significantes y los sentidos sociales que estos conllevan para la
formación y el entrenamiento actoral, pues estas se realizan mediante el estu-
dio y la adaptación de los patrones corporales de movimiento que caracterizan
las distintas comunidades. En consecuencia, proponemos pensar el aprendi-
zaje de la gestualidad, de los movimientos corporales, y del sentido con que
éstos son empleados en la vida cotidiana como un proceso que implica a la
creatividad y a la imitación, operaciones que configuran un eje a lo largo del
cual se establecen puntos de contacto y puntos de fuga entre la corporeidad
característica de un grupo social y la específicamente personal, momento este
último en donde la tarea creativa del actor tiene lugar.
Palabras clave: Actor, entrenamiento, imitación, creación, corporeidad.
151
La actuación: entre la simulación, el contagio y la creatividad
152 Gabriela Pérez Cubas y Miguel A. Santagada
Resumo
Discutem-se aqui os conceitos de criatividade e imitação vinculados
à análise da prática teatral. Os debates surgidos no final da década do setenta
ao redor destes conceitos retomam-se aqui, pois os mesmos representavam
duas tendências opostas, mas conciliaveis, da prática teatral. A noção antro-
pológica de corporeidade (Duch e col., 2005) possibilita-nos revigorar o de-
bate, pois permite pensar em termos semiológicos a materialidade corpórea
dos significantes e os sentidos sociais que estes implicam para a formação e
o treinamento do ator, pois estas se realizam através do estudo e a adaptação
dos padrões corporais de movimento que caracterizam as diferentes comuni-
dades. Em consequência, propomos pensar a aprendizagem da gestualidade,
dos movimentos corporais, e do sentido com que estes são empregados na
vida quotidiana como um processo que implica à criatividade e à imitação,
operações que configuran um eixo ao longo do qual se estabelecem pontos
de contato e pontos de fuga entre a corporeidade característica de um grupo
social e a específicamente pessoal, momento este último onde a tarefa criativa
do actor acontece.
Palavras chave: Ator, treinamento, imitação, criação, corporeidade.
Introducción
Fuera de los estudios sistemáticos de teatro, la labor del actor es en-
tendida en términos de fraude y simulación. La expresión popular “hacer tea-
tro” implica un juicio de valor y al mismo tiempo un juicio de conocimiento.
Según este último, habría una verdad objetiva accesible a todo el mundo. Se-
gún el juicio de valor, la actuación implicaría una representación inaceptable
y “falsa” de dicha verdad objetiva. También en los estudios clásicos sobre el
teatro, se aceptaba la unicidad y accesibilidad de la verdad. El principio de
autoridad, tanto moral como epistémica, servía a los fines de un imaginario
paternalista, que condujo a proyectos como el de la crítica de las costumbres,
por ejemplo. En cierta forma, este imaginario se encuentra bosquejado en la
Semióticas del Cuerpo, 2009, Vol. 8, 151-170 153
nes, las vivencias, las esperanzas y las decepciones que se han hecho historia
y que son la materia de la indagación. De lo que se trata, pues, es de construir
formas alternativas a la corporeidad cotidiana que sostienen, antes que una
“simulación”, su existencia real, aquí y ahora, adaptada a las particularidades
de la espaciotemporalidad escénica. Los materiales para dicha construcción
provienen de la revisión crítica de la existencia corpórea que los actores aco-
meten en su formación y entrenamiento.
¿Qué dispositivos se ponen en funcionamiento cuando indagamos en
las experiencias sociales? Una respuesta tentativa a esta cuestión podría indi-
car al menos dos caminos complementarios: la observación y la imaginación.
El primero de estos dispositivos desemboca en la mímesis, la reproducción
de un objeto por vía de movimientos, gestos y expresiones alusivas. El dis-
positivo restante conduce a la producción -ex nihilo o no- de fenómenos o
entidades que no preexistían al acto de dicha poiesis. Mientras observamos
o imaginamos, no recreamos efectivamente la experiencia: solo accedemos a
ella provisional, sutilmente. Lo que transforma la observación y la imagina-
ción en nuevos objetos son las operaciones denominadas, respectivamente,
imitación y creación.
Otra vez, la tradición y el sentido común han contribuido a distorsio-
nar estas nociones: la creación ha sido pensada como un tipo de tarea del que
resultaría un objeto absolutamente original, nuevo y hasta entonces inexis-
tente en los planos óntico y ontológico. La creación no se pensaba como un
proceso inacabable, como una dinámica contradictoria que abarcara a la vez
lo nuevo y lo conocido; reducida al estatuto de un tipo de acción orientada al
éxito, la creación, que implica esfuerzos y búsquedas, terminó siendo evalua-
da por el resultado -imposible- original. En el polo opuesto, la imitación fue
equiparada a las reacciones motoras -controlables o no por el sujeto- de las
que daban cuenta animales como los simios o las abejas. La imitación impli-
caba falta de talento, el mismo que desbordaba el creador. Ni tanto ni tan poco,
con respecto a la labor del actor, a su formación y entrenamiento, la creación y
la imitación demandan un análisis renovado, que aporte al campo teatrológico
algunas orientaciones más audaces y menos esquemáticas.
Nos proponemos, pues, reflexionar sobre la formación y el entrena-
miento actoral a partir de la desarticulación de ciertas nociones añadidas inde-
bidamente a las operaciones de imitar y de crear. Por lo pronto, preferiremos
referirnos a la creatividad y desistir del término “creación”. La creatividad
es una condición de la búsqueda que en nuestra opinión inicia el actor, sin
Semióticas del Cuerpo, 2009, Vol. 8, 151-170 155
conocer exactamente hacia dónde se dirige. No tiene otro objetivo más que el
del encuentro con los espectadores para reorientar la búsqueda a partir de la
experiencia estética que se genera en el espectáculo. A la vez, con respecto a la
imitación optaremos por reflexionar acerca de la tesis del contagio. La ventaja
de este término reside en su implicación de una fuerza externa al sujeto que
aparece en la interacción social. Mientras que la imitación tiende a ser enten-
dida como una reacción automática, el contagio indicaría la apropiación que
el sujeto hace de las experiencias de los otros recreándolas.
Este escrito está organizado a partir de un eje que vincula el contagio
con la creatividad en el entrenamiento actoral. Sostendremos que lejos de ser
contradictorios son complementarios, pues ambos implican la experiencia so-
cial compartida, el aporte constructivo del sujeto y la dinámica inacabable de
la experiencia teatral. Comenzaremos por una revisión de los estudios acerca
del contagio social, lo que nos permitirá discutir algunos aspectos del conta-
gio emocional. A partir de estas consideraciones propondremos caracterizar la
creatividad en la formación y el entrenamiento actoral en términos matizados
por la denominada “tesis del contagio”. Por último, desarrollaremos algunos
lineamientos relacionados con la investigación empírica en el contexto de la
formación de actores.
transmisión. Estas ideas simples dieron lugar a la tesis del contagio social,
según la cual ciertos fenómenos socioculturales pueden difundirse a través
de poblaciones en la forma de epidemias tales como la del sarampión. En su
forma menos moderada la tesis del contagio considera que los sujetos no nos
apropiamos de ciertas actitudes, conductas o creencias mediante alguna forma
de proceso de elección racional, sino por el contacto (visual, intelectual) con
alguien que las exhibe.
De hecho, esta tesis ha surgido de la analogía que sugiere el término
contagio, cuyas raíces se encuentran en la palabra latina cum tactum, literal-
mente “con (un ) toque”. Contagio se refiere, pues, a un proceso de transmi-
sión por contacto. A partir de la etimología tampoco se despeja la vaguedad
de la idea de una transmisión lograda por contacto (visual, o intelectual), ya
sea de una enfermedad, o de estados de ánimo. En estos casos de “contacto
intelectual” no se requiere la copresencialidad para contagiarse, ya que ciertos
artefactos socioculturales como el relato, la poesía o el cine aseguran la difu-
sión con igual eficacia que el contacto físico: así se explicaron en su momento
la decisiones suicidas de los más desdichados lectores de Werther, la lectura,
la visión a través de los medios o la escucha de un relato que pueden llevar a
ciertos sujetos a adoptar actitudes, creencias, o conductas que ven en los otros.
Especialmente hacia fines del siglo XIX la idea del contagio llegó a
ser muy convincente para explicar ciertos fenómenos sociales, que desper-
taban la curiosidad de algunos investigadores. James Mark Baldwin (1895),
Gustave Le Bon (2000) y Gabriel Tarde (1986), entre otros, dejaron una serie
de reflexiones que no pudieron ser confrontadas mediante la investigación
empírica sino hasta 1950. Esta fase de la investigación menos especulativa,
y más direccionada a la refutación de hipótesis ha establecido el carácter no
necesariamente biológico del contagio, y ha logrado identificar algunas de sus
facetas en diversas áreas de la interacción social. Al cabo de cinco décadas
se ha reunido evidencia que sugiere que bajo ciertas circunstancias, el mero
contacto entre individuos parece ser una condición suficiente para que ocurra
la transmisión social de conductas, creencias o actitudes.
Sin embargo, la falta de precisión en algunas posturas teóricas acerca
de las motivaciones de la conducta ha ocasionado que la investigación en
torno al contagio evolucionara en forma dispersa. Algunos autores deploran
la falta de principios generales de organización y el escaso desarrollo de un
marco conceptual que permita reunir toda la evidencia acumulada en un con-
junto coherente (Levy y Nail, 1993). Esta circunstancia ha impedido que se
Semióticas del Cuerpo, 2009, Vol. 8, 151-170 157
forman conjuntos (no sociedades), tales como las jaurías de perros que per-
siguen, ladran, y se detienen al mismo tiempo frente a un transeúnte, etc. En
estos casos, sólo se advierte el impulso a contagiarse de la conducta del otro;
por su parte, en los seres humanos también se dan casos de este estilo, como
en la carcajada o el bostezo, el caminar al paso, el seguir los movimientos de
un acróbata en la cuerda floja mientras se contempla su acto, o se siente como
una contusión en una pierna cuando el acróbata tambalea, etc. Esta forma de
simpatía juega una parte central en la psicología de las multitudes, o la de
los grupos copresenciales más o menos numerosos, en los que se registran
accesos vehementes y pánicos repentinos. En resumen, la simpatía es origi-
nalmente una propiedad de la materia viviente: del mismo modo en que existe
la memoria orgánica y la sensitividad orgánica que depende los tejidos de los
elementos mínimos de que están compuestos los órganos, también hay un
tipo de simpatía orgánica, que se activa por contagio al estar en presencia de
movimientos externos.
La siguiente fase corresponde a la simpatía en el sentido psicológico,
necesariamente acompañada por la consciencia; esta forma de simpatía crea
en dos o más individuos estados emocionales análogos. Los casos más citados
son el del miedo, la indignación, el placer, o la tristeza. En todos estos casos,
sentimos la emoción que se exterioriza en otro, y que se nos revela fundamen-
talmente por expresiones fisiológicas, tales como gestos faciales, movimien-
tos de brazos y piernas, tono de la voz, etc. Según Ribot esta fase consiste en
dos momentos: el de la armonía psicológica y el de la simpatía propiamente
dicha. La armonía psicológica simplemente es un prerrequisito para que se
pueda dar la simpatía, y constituye la base mínima para cierta solidaridad.
Equivale al momento en que “sintonizamos con los demás”, es decir, nos so-
lidarizamos con lo que están haciendo en términos de actitudes corporales y
gestuales porque reconocemos que dichas actitudes derivan de ciertos estados
de ánimo y comprendemos cuáles son sus estados de ánimo. Por último, en
la simpatía, se agrega a la armonía psicológica la manifestación emocional y
el sentimiento benevolente hacia los demás. No se trata de un mero reflejo de
sentimientos, ya que es un compuesto algo más complejo. En el caso humano
la simpatía debe luchar contra el instinto de supervivencia, que no se verifica
en otras especies animales gregarias. A diferencia del colectivismo extremo
de las hormigas o de las abejas, cuyos individuos se “funden “en una empresa
común, lo característico de la acción colectiva humana reside en que cada
individuo retiene su subjetividad, a pesar de solidarizarse con los demás res-
La actuación: entre la simulación, el contagio y la creatividad
162 Gabriela Pérez Cubas y Miguel A. Santagada
pecto de las causas o los objetivos de la tarea. Mientras los individuos de otras
especies biológicas son indiferentes a la individualidad propia o ajena, los
agentes humanos pueden reaccionar de modos impredecibles, y mutuamente
contradictorios: ante un escenario de alto riesgo físico, como un incendio en
una ambiente cerrado, algunos tenderán a escapar y otros tenderán a ayudar
a los más perjudicados. El contagio, en estos casos, se enfrenta a una fuerza
básica de supervivencia que puede conjurarlo. El que decide, conforme sus
posibilidades, competencias y valores, es el sujeto; éste interpreta la situación
y reacciona frente a ella, acaso inspirado en las reacciones de los otros, pero
resueltamente motivado a actuar por sí mismo.
2 Bonnie Bainbridge Cohen (Cohen 1993) sostiene que los seres humanos, estamos diseña-
dos para organizar nuestros comportamientos en patrones. Si observamos nuestro compor-
tamiento podremos identificar patrones rítmicos, motores, emocionales, expresivos, etc.,
que resultan de la interacción entre nuestro funcionamiento orgánico y nuestro modo sub-
jetivo de comprender y aprehender al mundo. Esos modos, definidos a través del tiempo, se
constituyen en patrones. La experiencia del mundo se registra en el sistema nervioso y este
a su vez establece conexiones con los distintos sistemas corporales para definir patrones
propios de funcionamiento. Los patrones surgen bien como parte de la herencia genética
(Cohen ha identificado dieciséis patrones básicos de desarrollo neurokinesiológico) bien
como la resultante de la interacción entre el sujeto y el contexto. También aquí, es posible
aplicar la hipótesis del contagio, en lo que podríamos definir como un proceso espiralado
donde cada nuevo patrón se edifica sobre la base de los anteriores operando una articula-
ción entre constitución genética y evolución social.
Por esta razón, proponemos aquí que el entrenamiento del actor, debe contemplar una fase
de autoindagación donde sea posible reconocer los patrones motores y expresivos propios,
Semióticas del Cuerpo, 2009, Vol. 8, 151-170 165
Conclusión
A fines de los setenta, Ross Chambers (1980) propuso una teoría rela-
cional del teatro según la cual las artes escénicas conjugaban dos polos opues-
tos: uno orientado a promover la ilusión y el otro, crítico y contradictorio,
a denunciarla. La fuerza del primer polo reside en el aspecto emotivo, que
captura a los espectadores y los sumerge en una vivencia de cuyo carácter
ficcional se es conciente en todo momento.
La intensidad del segundo polo corresponde al juego que sigue al es-
pectáculo: se experimenta lo ficticio como si fuera la realidad, para luego salir
a experimentar lo real como si fuera ficticia. Ambos polos se dejan expresar
en las figuras emblemáticas de la máscara y el espejo. La máscara oculta y a la
vez muestra; el espejo refleja lo que se le pone enfrente, pero al mismo tiempo
insinúa que dentro de él se desarrolla otro mundo. Este juego de remisiones y
contradicciones ha inspirado nuestra combinación de contagio y creatividad.
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Semióticas del Cuerpo, 2009, Vol. 8, 151-170 169
Resumen
Este artículo pretende estudiar las audiovisualidades (cine, TV, web)
que presentan cuerpos mutantes como referencia principal de sus textos, seña-
lando, en esa perspectiva, de la cultura que se constituyen en las conexiones
entre las técnicas audiovisuales, el imaginario social y la vida cotidiana. Así,
aborda cuestiones relacionadas con las corporalidades audiovisuales de seres
artificiales mutantes, así como los estudios teóricos de las audiovisualidades
en su relación con la semiótica. El objetivo del artículo, entonces, es entender
las redes discursivas que se constituyen desde las semiosis que se hacen en la
interconexión de los sentidos de los videos. Así, se puede pensar en descubrir
aspectos de los mutantes representados en los medios de comunicación au-
diovisual y lo tanto que ellos pueden informar sobre la cultura, los discursos
mediáticos, las técnicas audiovisuales.
Palabras clave: Audiovisualidades, corporalidades, semiótica, mutantes.
171
Somos todos mutantes:Atualizações audiovisuais em redes discursivas
172 Nísia Martins do Rosário y Ricardo de Jesus Machado
Abstract
This article has as goal to study the audiovisualities (of TV, web and
cinema) that represent mutant bodies as main reference of its texts, pointing
at this perspective, of culture that are configured at the connections among the
audiovisual techniques, the social imaginary and the daily junctures. Therefo-
re approaches questions related to the audiovisual corporealities from artificial
mutant beings, as well as theoretical studies of audiovisualities and its relation
with semiotics. Hence, the article’s objective is understood of a discursive net-
work that is formed after semiosis that are constituted at the interconnection of
the videos meanings. Thus, it is possible to think about unraveling aspects of
the mutant beings represented at audiovisual media and how much they may
denounce from culture, media speeches, and audiovisual techniques.
Key words: Audiovisualities, corporealities, Semiotics, mutants.
1 Não é tarefa fácil definir imaginário social, mas como o artigo não permite uma abordagem
significativa sobre tal conceito, sobretudo por que os eixos do texto apontam para outros
aspectos também relevantes, toma-se aqui um direcionamento inicial para esclarecer o que
se entende por imaginário social, a partir de Denis de Moraes (2002, disponível em http://
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 171-188 173
tadores de DNA que vive uma jornada na busca de evolução, num uni-
verso sem sentido.
O que parece relevante considerar acerca da mutação genética, desde
os estudos desenvolvidos por Darwin (s/d)5, é que ela é o ponto fundante da
evolução da espécie humana, baseado na sobrevivência dos mais aptos. Ob-
viamente não se pode atribuir apenas à genética e seus desdobramentos o que
somos hoje, contudo as mutações apontam onde fomos capazes de chegar. É
fundamental também entender que o que se se considera evolução genética
pode ter mais o sentido de mudança do que de progresso. Assim, é importante
lembrar que mutante não é aquele ser apenas com capacidades sobre-huma-
nas, mas também com capacidades sub-humanas.
Vale lembrar que somos os únicos capazes de nos rebelarmos contra
o absolutismo do gene na mutação espontânea e é nesse sentido que as pes-
quisas com DNA têm avançado tanto. Por exemplo, criando vida em labora-
tório, sistematizando o genoma mínimo, buscando a cura do câncer, da SIDA
e regenerando membros do corpo6, – tudo isso é possível a partir de estudos
genéticos em desenvolvimento. Assim, estão incluídas nas representações au-
diovisuais de mutantes aqui estudadas corpos que sofrem alterações genéticas
estimuladas pela química e pela ciência e que afetem a genética. Um exemplo
disso, é o Homem Aranha (2002) produção cinematográfica, é picado por uma
aranha modificada geneticamente que altera o seu DNA, fundindo a genética
do personagem com a do aracnídeo. Com isso, ele consegue voar se prenden-
do em teias que lança, tem superforça e um sentido especial para prever as
ameaças.
Mesmo que as narrativas audiovisuais de mutantes, na atualidade,
tragam explícitas as disputas e lutas entre o bem e o mal – elemento que está
presente nas narrativas de todos os tempos da história humana –, a questão
do herói parece assumir contornos um pouco diferenciados nesse foco. Na
cronologia da história humana os heróis nem sempre foram mutantes7, outras
explicações míticas e mágicas esclareciam suas formas de ser. Contudo, com
5 Charles Darwin publicou em 1859 a primeira versão do livro A Origem das Espécies, que
tratava da evolução das espécies, sob o título On the Origin of Species by Means of Natural
Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life.
6 Lopes, Reinaldo José. Salamandras reconstroem suas patinhas quantas vezes for necessá-
rio. Quem disse que a gente também não pode? Super Interessante. São Paulo: Ed. Abril,
nº 265, maio 2009. Reportagem 11.
7 O super homem é um extraterrestre.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 171-188 175
8 A novela Os Mutantes Caminhos do Coração da rede Record, que já teve a segunda tem-
porada e foi substituída por Promessas de amor, no mesmo estilo.
Somos todos mutantes:Atualizações audiovisuais em redes discursivas
176 Nísia Martins do Rosário y Ricardo de Jesus Machado
Redes de sentidos
Nos entrelaçamentos advindos do audiovisual, das corporalidades e
da semiótica se organiza a base teórico-metodológica da pesquisa. Tais eixos
constituem as noções, reflexões e deslizamentos consideráveis acerca dos cor-
pos mutantes eletrônicos. No âmbito da semiótica opera-se com três conceitos
que, apesar de advirem de linhas diferentes não comprometem a organização
de um outro conceito, próprio para este artigo: o das redes discursivas audio-
visuais de corpos mutantes.
Um dos conceitos que se destaca é o de semiose, pela via peircea-
na (1990), uma vez que, ao considerar a produção do interpretante e, conse-
quentemente, a necessidade de um sujeito afetado pelo signo, permite uma
aproximação do processo de comunicação. Ao prever a constituição de uma
cadeia de significação – um signo que leva a outro signo – a semiose também
está antecipando a impossibilidade do emissor ter controle sobre essa série
de eventos interpretantes. Assim sendo, é admissível afirmar que, mesmo que
se consiga organizar e sistematizar linguagens, não é possível controlar intei-
ramente os resultados dos significados. O que se acredita ser plausível não é
delinear suas especificidades de sentidos, mas as tendências dos discursos, as
redes de significação que se constituem, as suas potencialidades e, em parte,
seus diversos modos de significar.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 171-188 177
Semiótica e audiovisualidades
A continuidade dessa abordagem põe em conexão os conceitos de-
senvolvidos anteriormente com conceitos próprios das audiovisualidades,
buscando linhas para o exame desse corpo eletrônico mutante. Esses corpos
mutantes apresentados no audiovisual contemporâneo estão, então, conecta-
dos àquilo que provavelmente há de mais hegemônico, aceitável e criativo
tecnicamente nesses âmbitos. Mas, ao mesmo tempo, precisam deixar linhas
de fuga, desterritorializações e exclusões para permitir a formação de uma
rede discursiva. Nesse percurso, trazem à tona os devires da espécie humana
até então não conhecidos, mas que são modos de querer ser do humano.
Para melhor entender essa reflexão, deve-se ter em conta que as au-
diovisualidades se constituem para além dos meios e suportes em si e buscam
apreender a sua virtualidade (Bergson, 2006) em produtos não reconhecida-
mente audiovisuais, em seus discursos e em seus devires de cultura. No caso
deste estudo, visa refletir sobre as atualizações (Bergson, 2006) que os corpos
Somos todos mutantes:Atualizações audiovisuais em redes discursivas
180 Nísia Martins do Rosário y Ricardo de Jesus Machado
11 Vale lembrar que consideramos os vampiros e lobisomens como mutantes, já que são seres
que sofreram mutação genética. Isso evidencia-se a medida que um sofre uma alteração
física em noites de lua cheia e o outro alimenta-se de sangue, alterando assim todo o meta-
bolismo em relação ao corpo “humano”.
Somos todos mutantes:Atualizações audiovisuais em redes discursivas
182 Nísia Martins do Rosário y Ricardo de Jesus Machado
permite que não se faça a costura de partes de diversos corpos para compor um
ser, mas oferece o transplante de órgãos.
Compreendemos que as atualizações dos corpos mutantes em produ-
tos audiovisuais são construções que configuram redes discursivas capazes
de produzir semioses complexas acerca das audiovisualidades, das corpora-
lidades e dos devires de cultura. Nesse processo, estão sendo atualizadas não
apenas as técnicas, as linguagens e os discursos audiovisuais, mas também o
imaginário coletivo, o imaginário tecnológico, os contextos da vida cotidiana
e os modos de ser e de agir.
Evidentemente há uma série de alterações genéticas que nos tornam
mutantes e que, no entanto, são pouco atualizadas, isto é, não são tratadas
como tal pelos produtos ficcionais dos meios audiovisuais. Tais mutações têm
relação com capacidades sub-humanas, ou seja, com alterações genéticas que
diminuem as capacidades do ser em relação ao que é considerado normalida-
de. Entre elas estão a Síndrome de Down, o nanismo, a hemofilia.
Os discursos audiovisuais sobre os mutantes se organizam a partir
daquilo que o imaginário social aceita como possível, a partir das relações
construídas com os contextos cotidianos permeados pelos avanços tecnoló-
gicos e pelos avanços da ciência. Especificamente no caso dos mutantes, os
referentes do audiovisual estão conectados, no momento, aos avanços do pro-
jeto genoma15 e com aquilo que poderá ser resultado dos desdobramentos dele.
Assim, há um herói em devir em cada um de nós. Enquanto isso, os mutantes
com capacidade consideradas sub-humanas permanecem escondidos, ou pelo
menos mitigados.
O que parece necessário observar é a potencialidade especular do pró-
prio audiovisual, que ao captar as imagens e os sons do corpo desterritorializa-
o do seu meio de origem, reterritorializando-o num ambiente eletrônico. Isso
possibilita explorá-lo por meio de técnicas diversas e criar um sobre-humano
que não está atualizado no cotidiano. A crescente produção audiovisual, im-
pulsionada pelos recursos tecnológicos – principalmente pela técnica – come-
ça a projetar um sem fim de possibilidades de representação do corpo. Diante
dessa perspectiva temos um corpo desterritorializado e reterritorializado cons-
tantemente, um corpo sempre mutante.
15 O genoma humano é formado pelo conjunto de todas as seqüências de DNA que nos ca-
racterizam do ponto de vista biológico. O término do seqüenciamento do genoma humano
levou à identificação de cerca de 25.000 genes. Fonte: Centro de Estudos do Genoma
Humano (CEGH), ligado ao Instituto de Biociências da USP.
Somos todos mutantes:Atualizações audiovisuais em redes discursivas
186 Nísia Martins do Rosário y Ricardo de Jesus Machado
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Escala.
Deleuze, Gilles. Bergsonismo. São Paulo: Editora 34, 2004.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 171-188 187
Resumen
El presente artículo busca explorar la significación del cuerpo como
elemento constitutivo de la Semiótica del Horror, para determinar cuál es el
papel que juega dicho elemento en la generación del horror como efecto de
sentido en los relatos pertenecientes a este género, con lo que se busca contri-
buir a los estudios actuales sobre la Semiótica del Cuerpo. Para ello analiza-
mos el relato The outsider (1921) del escritor norteamericano H. P. Lovecraft
(1890-1937), tomando como base el modelo presentado por Jacques Fontani-
lle en Soma y sema; figuras semióticas del cuerpo (2008). Con fundamento
en el análisis realizado sobre el corpus, podemos adelantar cómo el horror es
producido a raíz de la imposibilidad por parte del descriptor para asignarle una
estructura eidética a los objetos de la percepción, lo que constituye uno de los
rasgos idiolectales propios del horror lovecraftiano.
Palabras clave: Semiótica, horror, estudios del cuerpo, análisis literario, es-
tudios lovecraftianos.
1 El presente ensayo constituye una versión preliminar de una investigación en proceso so-
bre la Semiótica del Cuerpo en el relato de terror. Por cuestiones de espacio, aquí solo pre-
sentaremos una primera aproximación al corpus, la cual será profundizada en una segunda
etapa. Posteriormente, los resultados obtenidos serán proyectados sobre algunos textos de
otros autores canónicos del terror literario para finalmente confrontarlo con el análisis de
discursos provenientes del terror cinematográfico.
191
El cuerpo terrorífico: La semiótica del cuerpo en el relato de terror
192 Marco Antonio Rivera Gutiérrez
Abstract
This article seeks to explore the significance of the body as a consti-
tuent element of the Semiotics of Horror, to determine the role of this element
in the generation of horror as an effect of meaning in stories belonging to this
genre, which seeks contribute to current studies on the Semiotics of the Body.
We analyzed the story The Outsider (1921), of American writer H. P. Lovecra-
ft (1890-1937), based on the model presented by Jacques Fontanille in Soma
and Sema (2008). Based on the analysis of the corpus, we can anticipate how
the horror is produced as a result of the inability of the descriptor to assign
an eidetic structure to the objects of perception, which is one of the idiolectal
features own lovecraftian horror.
Key words: Semiotics, horror, body studies, literary analysis, Lovecraftian
studies.
Introducción
Acercarse al fenómeno de la significación del cuerpo es literalmente
abrir una caja de Pandora: pues se le puede abordar desde múltiples y varia-
dos enfoques: como elemento de socialización, en antropología; como lugar
de confluencia de las tensiones y energías de la libido, en el psicoanálisis;
como punto de referencia de las sensaciones y de la percepción en la fenome-
nología, como elemento de persuasión en la publicidad y los medios de comu-
nicación, como parte de la estética en todas sus variantes, como instrumento
de protesta política y así ad infinitum.
Aún así, su abordaje por parte de las Ciencias del Lenguaje ha resul-
tado inevitable, desde el momento en que su presencia se ha impuesto como
el eterno retorno de lo reprimido. Por ejemplo, en las Ciencias Cognitivas, a
través del concepto de enacción de Varela, Thompson y Rosh (1997) o de la
Teoría de la Metáfora de Lakoff y Johnson (1987), para finalmente hacer su
aparición en semiótica, a través de la puerta abierta por la Semiótica de las
Pasiones de Greimas y Fontanille (1994).
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 191-210 193
3 Tomado de Soma y sema, primera parte, Capítulo I: “El cuerpo, el acto y los esquemas
narrativos”, p. 34.
4 Para una explicación más detallada de la Semiótica Tensiva, véanse entre otros: Claude
Zilberberg. 1999. Semiótica tensiva y formas de vida; Zilberberg. 2000. Ensayos sobre
semiótica tensiva; y Fontanille y Zilberberg. 2003. Tensión y significación.
El cuerpo terrorífico: La semiótica del cuerpo en el relato de terror
196 Marco Antonio Rivera Gutiérrez
El cuerpo terrorífico
La secuencia que vamos a analizar corresponde, en el desarrollo del
relato, al clímax o aparición del elemento terrorífico, en este caso, la presencia
nefasta de un ser de ultratumba a quien el extraño tiene la desgracia de toparse
de frente en una habitación muy similar a la que se encontraba.
Para situar la secuencia, vamos a recurrir a un trabajo anterior, Prole-
gómenos a una Semiótica del Horror (2007), en donde hemos realizado una
primera aproximación al fenómeno del horror desde una perspectiva semióti-
El cuerpo terrorífico: La semiótica del cuerpo en el relato de terror
198 Marco Antonio Rivera Gutiérrez
ca. Ahí, habíamos realizado la segmentación del relato en los siguientes tér-
minos:
THE OUTSIDER
SECUENCIAS
5 La Semiótica Aspectual, desarrollada por Roberto Flores, busca dar cuenta de los procesos
de encadenamiento lógico de las acciones en el relato, a través de una serie de instrumentos
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 191-210 199
Scarcely had I crossed the sill when there descended upon the whole
company a sudden and unheralded fear of hideous intensity, distorting
every face and evoking the most horrible screams from nearly every
throat. Flight was universal, and in the clamour and panic several fell in
a swoon and were dragged away by their madly fleeing companions7.
Para, en un segundo momento, detectar una presencia, tras avanzar
unos pasos hacia una habitación contigua muy similar a donde se encontraba:
In the supreme horror of that second I forgot what had horrified me,
and the burst of black memory vanished in a chaos of echoing images.
In a dream I fled from that haunted and accursed pile, and ran swiftly
and silently in the moonlight9.
Pues bien, de las secuencias 14 y 18, se ubica el fragmento que vamos
a analizar en términos de la Semiótica del Cuerpo, para descubrir cómo es
que los rasgos corporales del ser proyectan sobre el actante observador una
imagen altamente disfórica que, a su vez, producirá en el protagonista primero
un efecto patémico: el horror supremo, y luego un efecto corporal; la huida.
Tenemos entonces un campo de presencia constituido en términos
figurativos por la habitación del castillo 210, en la que se encuentra el extraño,
el cual se erige en la fuente de la percepción. En un momento determinado,
percibe en el horizonte del campo de presencia, la aparición de un objeto ex-
traño. Dicha presencia que primero es tenue, poco a poco se va haciendo más
nítida, a medida que el extraño se desplaza y con ello logra, en primer lugar,
integrar a dicho objeto en el campo –con lo cual lo constituye en la meta de
8 “La habitación se mostró desierta en una somera inspección, pero al llegar a una de las
alcobas creí detectar allí una presencia, un atisbo de movimiento del otro lado del arco
dorado que llevaba a una habitación similar. Al aproximarme al arco comencé a distinguir
con más claridad la presencia y entonces, con el primer y último sonido que haya pronun-
ciado jamás –un alarido espectral que me sacudió casi tanto como la repugnancia desper-
tada por el ser nocivo que lo causaba–, contemplé con espantoso detalle la monstruosidad
inconcebible, indescriptible e inmencionable que, con su mera presencia, había convertido
una alegre concurrencia en un hato de enloquecidos fugitivos”.
9 “En el supremo horror de ese segundo olvidé cuanto me espantaba, y el estallido de negra
memoria se desvaneció en un caos de imágenes retumbantes. Como en sueños huí de ese
sitio fantasmal y maldito, corriendo rápida y silenciosamente a la luz de la luna”.
10 Esta denominación metalingüística obedece a la precisión en los términos toponímicos, ya
que en el relato analizado, el Castillo 2, lugar de la junción con el ser horrendo, se opone
paradigmáticamente al Castillo inferior, espacio de origen del extraño, el cual se describe
en las primeras secuencias del relato.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 191-210 201
refieren la imposibilidad por parte del personaje descrito para establecer re-
laciones sociales, lo que lo caracteriza como un individuo misántropo. Este
rasgo será retomado más tarde en el relato, en la secuencia 18, cuando se de-
scriba la nueva vida del extraño después del terrible suceso: “Now I ride with
the mocking and friendly ghouls on the night-wind, and play by day amongst
the catacombs of Nephren-Ka in the sealed and unknown valley of Hadoth by
the Nile”15.
Entre los adjetivos presentes en la caracterización del ser horrendo
—los cuales pertenecen a la isotopía de lo asocial— podemos establecer re-
laciones de presuposición: si era detestable (detestable) lo era en razón de su
indeseabilidad (unwelcome), puesto que entre ambas características se esta-
blece también una gradación en la intensidad de la aversión. Asimismo, esta
indeseabilidad se basa en su anormalidad (abnormal), la que a su vez tiene
su origen en la extrañeza (uncanny). Según el diccionario Merriam-Webster16
(2009), uncanny se define como “seeming to have a supernatural character or
origin”17, de lo cual se sigue que se trata de algo extraño por ser sobrenatural o,
incluso, antinatural. Todo esto remite en términos del género, a lo que el mis-
mo Lovecraft denominara el Horror Sobrenatural18, el cual se caracteriza por
presentar en los roles principales a seres de ultratumba, o muertos vivientes,
como es el caso específico de The outsider.
Así, si proyectamos estos rasgos sobre el cuadrado semiótico
tendremos el siguiente recorrido: normal (natural) > abnormal (no-
natural) > uncanny (antinatural).
15 “Ahora paseo con los burlones y amigables demonios del viento nocturno, y juego du-
rante el día entre las catacumbas de Nephren-Ka, en el prohibido e inexplorado valle de
Hadoth, en el Nilo”. La traducción de Luis Rutiaga dice: “Ahora frecuento a los burlones
y amigables demonios del viento nocturno, y juego durante el día entre las catacumbas de
Nephren-Ka, en el prohibido e ignoto valle de Hadoth, en el Nilo”.
16 Salvo que se indique lo contrario, todas las referencias lexicográficas pertenecen a esta
fuente: Merriam-Webster Online Dictionary. 2009.
17 “algo que parece tener un origen o carácter sobrenatural” Traducción mía.
18 En su libro El Horror Sobrenatural en Literatura (2002), el cual se aboca a describir la
historia y evolución del género desde las leyendas antiguas hasta los relatos de terror in-
mediatamente anteriores a la producción lovecraftiana.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 191-210 203
19 Para una más amplia caracterización de la foria, remitimos al lector al célebre libro de Gre-
imas y Fontanille, Semiótica de las pasiones (1994), y para una presentación más sucinta
véase mi tesis Prolegómenos a una Semiótica del Horror (2007).
El cuerpo terrorífico: La semiótica del cuerpo en el relato de terror
204 Marco Antonio Rivera Gutiérrez
24 Disolución, pútrido, chorreante, carcomidos, que mostraban los huesos, desintegrada apa-
riencia, carroña, aparición fétida, zarpa pútrida.
25 Un índice, siguiendo a Pierce, es definido como un signo que remite físicamente a su obje-
to, por lo cual su modo de significar se da por contigüidad. El ejemplo clásico es el humo
que, según esta perspectiva, sería el índice del fuego. Para una aplicación de la teoría de
Peirce a la semiótica véase Umberto Eco. 1987. Tratado de semiótica general.
26 Sabe Dios que eso no era de este mundo –o ya no más de este mundo–. Traducción mía.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 191-210 207
27 Traducción mía, la de Luis Rutiaga dice: “la monstruosidad (...) que, con su mera presen-
cia, había convertido una alegre concurrencia en un hato de enloquecidos fugitivos”.
El cuerpo terrorífico: La semiótica del cuerpo en el relato de terror
208 Marco Antonio Rivera Gutiérrez
Referencias Citadas
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El cuerpo terrorífico: La semiótica del cuerpo en el relato de terror
210 Marco Antonio Rivera Gutiérrez
Resumen
El siguiente artículo presenta los avances preliminares de una inves-
tigación iniciada en el primer semestre de 2009. La investigación muestra
el análisis de las obras: El gran Burundún – Burundá ha muerto de Jorge
Zalamea; El Cristo de espaldas de Eduardo Caballero Calderón; Viento seco
de Daniel Caicedo y El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García
Márquez. Las obras anteriormente mencionadas son reconocidas como nove-
las de la Violencia, se registra este periodo en mayúscula ya que se considera
un nombre propio en la historia de Colombia. Se pretende entonces identificar
semióticamente el uso del cuerpo como un elemento más en la construcción
de imaginarios políticos. Estas novelas a su vez hablan de las coyunturas pro-
pias de este país y de los acontecimientos trascendentales que conllevan a la
comprensión del actual Estado de derecho colombiano.
Palabras clave: Semiótica-narrativa, violencia en Colombia, cuerpo, política.
211
Aproximación semiótica-narrativa de la novela de la violencia en Colombia
212 en el periodo de 1952 y 1957 / Erika Zulay Moreno Bueno
Abstract
This paper presents the preliminary progress of a research initiated in
the first semester of 2009. The research shows the analysis of the novels: El
gran Burundún – Burundá ha muerto by Jorge Zalamea; El Cristo de espal-
das by Eduardo Caballero Calderón; Viento seco by Daniel Caicedo and El
coronel no tiene quien le escriba by Gabriel García Márquez. The previous
novels are recognized as novels of Violence, it is written in capital because it
is considered as a period with its own name in the history of Colombia. Then,
this research intends to identify semiotically the use of the body as a one more
element in the construction of the political imaginary. These novels also talk
about the joints of this country and the transcendental facts that have allowed
the comprehension of the current Colombian State of the law.
Key words: Semiotic-narrative, violence in Colombia, body, Politics.
Introducción
Para hacer de un suceso algo trascendental y poder suprimir su natu-
raleza trivial, lo único que se necesita es contarlo, la humanidad siempre se ha
visto rodeada de historias y disfruta de su rol como narrador, se vive la vida
como si se estuviera narrando lo que sucede tanto a nivel propio como ajeno
(Sartre, 1967). Bajo esta naturaleza que a la vez se configura como necesidad,
se plantea una primera razón que justifica el estudio de un acontecimiento
particular a través de la literatura. Como es el caso de la novela colombiana,
en la que se producen una serie de imaginarios que van quedando plasmados
en las diferentes manifestaciones culturales, de las cuales hace parte la política
de este país.
Rafael Gutiérrez Girardot (1990), señala que lo más interesante a
analizar en la literatura hispanoamericana es la función histórica del propio
escritor quien desde su papel en la historia asume el rol mediador entre lo in-
telectual y lo social. El escritor debe enfrentarse a la tarea de introducir nuevos
idearios políticos de la modernidad, la razón como pauta de la vida política y
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 211-224 213
puede hallar una fuente más confiable que las letras para dar explicación a
cientos de interrogantes que viven entre quienes habitan estas tierras.
La mediación que hace la literatura en las sociedades trabaja desde
una doble función ya que ésta participa tanto en la difusión de nuevas tenden-
cias e ideologías como en las resistencias que a éstas se hagan. Además como
manifestación profunda del alma, la literatura es posibilidad de expresión, es
el rastro que se deja para reflexionar sobre las problemáticas que agobian la
humanidad, cada autor narra su tiempo. Entre tantas razones que pueden pro-
mover el estudio de este tema, es necesario nombrar la siguiente, que además
se consolida en el estudio central del mismo: la identificación semiótica del
cuerpo como un elemento más en la construcción de imaginarios políticos,
entendido desde la necesidad de configurar a través de este signo la consoli-
dación del Estado y que podría tratarse de la base para comprender la política
actual colombiana y sus contradicciones.
La complejidad del fenómeno literario apela a la necesidad de una
mirada interdisciplinaria. Para su reflexión y análisis, se trabaja con elemen-
tos propios de la semiótica narrativa y la teoría del relato de Paul Ricoeur. A
lo largo de este artículo se encontrarán más referencias citadas en el campo
literario que en el campo semiótico, por esa razón debe entenderse el concepto
de semiótica particular planteado por Klinkenberg en el Manual de semiótica
general: “(…) las semióticas particulares, llamadas también semióticas espe-
cíficas (…) constituyen la descripción técnica de las reglas que rigen el fun-
cionamiento de un “lenguaje” particular, lenguaje considerado lo suficiente-
mente distinto de otros como para garantizar la autonomía de su descripción”
(2006: 40 – 41). La literatura en su calidad de semiótica particular requiere
entonces de reglas propias que permitan comprender el funcionamiento de su
“lenguaje” particular y es entonces la semiótica narrativa la que construye esa
gramática que a la vez le permite describir el nivel narrativo de sus discursos
(Betancur, 2005).
Se trata de una investigación de tipo cualitativo – interpretativo en la
cual, la teoría del relato y el método de análisis semiótico – narrativo permi-
ten indagar en los diferentes niveles de significación de los textos literarios.
Además de lo anterior, se trata de una propuesta sólida que espera cumplir con
los propósitos con que fue pensada y con ello dar muestra del espíritu inves-
tigativo de los estudiantes de la licenciatura en Educación Básica con Énfasis
en Humanidades, Lengua castellana e inglés de la Universidad Cooperativa
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 211-224 215
tre sus oficios se destaca como poeta, escritor y político colombiano, en 1936
interviene como secretario del ministerio de Educación en el gobierno de Al-
fonso López Pumarejo y secretario general de la presidencia de la república,
además se encarga de las embajadas del país tanto en México como en Italia.
Sin embargo, en 1948 regresa a Colombia y funda la revista Crítica,
donde publica el cuento La metamorfosis de su excelencia (1949), texto que
causó la censura de la revista por parte del gobierno de Mariano Ospina Pérez.
Luego parte al exilio a Buenos Aires en 1950 por razones políticas, allí publica
El gran Burundún Burundá ha muerto (1952), una deslumbrante sátira contra
los tiranos, con secretas referencias a la violencia colombiana. Cabe resaltar,
entre otras cosas, la exquisitez de las metáforas y sátiras que Zalamea emplea
al describir determinados personajes y sucesos.
Daniel Caicedo
Daniel Caicedo nace en Cartago – Valle del Cauca – en 1912. Médico
de profesión que incursiona en el campo de las letras. Entre sus obras más des-
tacadas están: Viento seco (1953), Esquizoideia y dolencias de Simón Bolívar
y Salto al vacío escritas en 1955. Básicamente esta es la única información
que se encuentra sobre este autor. El silencio que hay sobre su vida y obra
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 211-224 217
dir respeto infundiera miedo. Sin embargo, como cualquier mortal y sin que
la muerte respetara el poder que representa la figura del dictador, Burundún
Burundá muere y al momento de darle un último adiós se abre el féretro y para
sorpresa de los asistentes al funeral lo que encuentran allí es un papagayo de
papel.
El personaje del papagayo de papel es una figura representativa de
una persona charlatana que lo único que hace es repetir lo que escucha, se
resalta además que el material con que es metaforizado es el papel, como si
con esto Zalamea explicara el fin de las leyes promulgadas por el dictador.
Ya se anotaba anteriormente la exquisitez en el uso del lenguaje por medio
de metáforas que caracterizan al autor de la novela, la metáfora usada es toda
una ironía al convertir en un animal al que se jactaba de tener el poder, hace
Zalamea un llamado a la atención de su pueblo, pues por más temerario que
parezca el opresor, se trata simplemente de un ser mortal, un animal que no
tiene voluntad sino se dedica a repetir lo que su conciencia o consejeros creen.
obra, este elemento sigue siendo un signo de opresión por medio del miedo a
ser vulnerado.
Daniel Caicedo muestra con su obra, una crítica a dicha práctica pero
como se anota en el espacio de experiencia de este autor, se ha silenciado la
voz de denuncia con que se pretende crear conciencia por medio de la litera-
tura.
Consideraciones finales
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 211-224 223
Referencias Citadas
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vista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile
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Aproximación semiótica-narrativa de la novela de la violencia en Colombia
224 en el periodo de 1952 y 1957 / Erika Zulay Moreno Bueno
Sandra Sánchez
Universidad de Buenos Aires
sandrasanchez@fibertel.com.ar
Resumen
Este artículo explica, con la asistencia del análisis del discurso, es-
pecíficamente de la Semiótica Discursiva, de qué forma aparece representa-
do el cuerpo, a partir de las redes que tejen la experiencia conjetural de la
comunicación de las sensaciones producidas durante la cata presentes en las
contraetiquetas de vinos tintos. Metodológicamente, analizaremos la presen-
cia del cuerpo en las metáforas y metonimias incluidas en la descripción del
producto. Tendremos en cuenta la selección, organización y jerarquización de
los elementos que conforman su estructura; y también a quien percibe, el su-
jeto que recorre el objeto, que no sólo deposita su mirada y sus apreciaciones
sobre lo observado, sino que también es afectado, tocado, por las sensaciones.
Nuestro trabajo nos permitió llegar a la conclusión de que es a partir de la
disposición prototípica de los datos en el dispositivo que nuestra experiencia
corpórea es central a la hora de determinar cómo construimos categorías que
asignen sentido a esta conjetural experiencia. Así pues, afirmamos que la des-
cripción de un vino incluye el encuentro de dos cuerpos y esto forma parte del
pacto discursivo.
Palabras clave: Contraetiquetas de vino, cuerpo, descripción, metáforas, me-
tonimias.
225
El vino y el catador: la representación de los cuerpos en las contraetiquetas
226 de vinos / Sandra Sánchez
Abstract
This article explains, supported by Analysis of the speech, specifica-
lly by Discursive Semiotic, how the body appears as a representation, from
nets that weave the conjectural communication experience of feelings made
by testing in the back label of red wine. Methodologically, we are searching:
the presence of the body in some metaphors and metonimies contained in the
product´s description. We consider selection, organization and hierarchy of all
the elements that shape its structure and also we take into account who percei-
ves. This subject not only pays attention and appreciates the product but also
he\she is affected and touched by different feelings, From the archetypical
layout of information, we understand that our physical experience is central
when we try to comprehend how we construct categories that give sense to
this conjetural experience. Therefore, we confirm that wine’s description in-
cludes the conection of two bodies and this makes up a discursive agreement.
Key words: Wine’s body, back label of wine, feelings, metaphor, metonymy.
mente– por el especialista, que primero mira, luego huele y finalmente prueba.
Veamos un ejemplo:
Vista: Color rojo intenso.
Nariz: Gran complejidad aromática, que recuerda a los pimientos, ave-
llanas y especias.
Boca: En boca es un vino redondo y equilibrado, de gran cuerpo y sua-
vidad (Navarro Correas Colección Privada – Navarro Correas ).
Un cuerpo masculino
Más arriba explicamos que el vino tiene un cuerpo y que es hijo, a lo
que se le suma que el vino tinto es varón. En este sentido, cabe aclarar que por
convención a los vinos tintos se los trata como a seres humanos, pero no como
a damas, sino como a caballeros. A saber:
El vino y el catador: la representación de los cuerpos en las contraetiquetas
234 de vinos / Sandra Sánchez
Notas de autor:
Vista: Color rojo vivo.
Nariz: Aromas intensos que recuerdan a frutos rojos maduros.
Boca: En boca es un vino de gran fineza y equilibrio (Pinot Noir Na-
varro Correas – Navarro Correas).
lar, que está viendo ahora lo que se describe y es convocado por el enunciador
que convoca, a su vez, al lector a evocar.
Conclusión
En las contraetiquetas de vinos tintos se produce una profunda rela-
ción del sujeto de la enunciación con su propio cuerpo. Este, a la vez, no es
solamente un lugar de mediación, sino centro estructurante de la significación.
Es este un género en el que domina la manifestación de la experiencia sensi-
ble, por lo que se observa de forma constante la centralidad del cuerpo en la
organización del discurso descriptivo; así, el cuerpo instaura un foco de orien-
tación, una posición desde la que ora se narra (Sánchez, 2004), ora se describe.
Esta fuente perceptiva, que está constituida por el propio cuerpo (fuente de la
orientación), es quien percibe en el vino (meta de la orientación) las sensacio-
nes que deberán ser transmitidas en las contraetiquetas.
Prevalece, entonces, la presencia de un sujeto sensible afectado por la
omnipresencia del objeto: el vino, cuya representación social (Sánchez, 2007)
está fuertemente arraigada en las culturas de los países del Viejo y del Nuevo
Mundo. El vino tinto es un producto noble, cuidado, exquisito, de buen ori-
gen, hombre e hijo, que aparece descripto con características hiperbólicas y
siempre positivas.
Este objeto con una disposición –a causa de su propia estructura–
mereológica, obliga a un recorrido de reconstrucción propio de la captación
perceptiva. El vino es el objeto que se hace presente con mayor intensidad en
las contraetiquetas y afecta al centro de referencia, ya que posee una cierta
extensión que permite su captación (Fontanille, 2001 [1998]). Objeto próximo
a la experiencia sensible de un sujeto que debe incorporarlo para describirlo,
pues la mera y distante observación no alcanza. En las contraetiquetas, la cata
es un examen que pone en contacto al sujeto con el vino en relación con sus
ojos, su nariz, su boca –y su tacto, por ende–, sentidos que le dan un orden
espacial (corporal) y temporal al dispositivo, dado que el observador primero
mira, luego huele y, por último, prueba. Es por esta razón que la experiencia
sensible, proyectada en los fragmentos descriptivos y apoyada en metáforas y
metonimias, instaura, en el interior del discurso, su propio régimen.
Semióticas del Cuerpo, 2010, Vol. 8, 225-242 241
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El vino y el catador: la representación de los cuerpos en las contraetiquetas
242 de vinos / Sandra Sánchez
Resumen
Más allá de lo físico-material, de lo crasamente objetivo, existe una
corporalidad sublime que permea los discursos para dotarlos de la particulari-
dad del enunciante y hacerlos de una simbología que encuentra en la intrasub-
jetividad su más connotado campo semiótico. Prueba de ello son los discursos
estéticos, y de una manera directa y preponderante la poesía y sus semióticas
significante y postsignificante o pasional de subjetivación. Este trabajo tiene
como finalidad mostrar la nostalgia en la poética de Pablo Neruda en términos
de isotopía existencial que evidencia esa corporalidad del espíritu sensible en
diversas formas y proyecciones, enriqueciendo el universo simbólico desde
lo social, político, telúrico, hasta lo erótico, para aprehender lo intangible del
cuerpo objetivado que intenta ser una realidad fundada desde lo subjetivo.
Para decantar este cuerpo sensible recurrimos a la hermenéutica y la semiótica
como metodologías que nos permiten abordar lo fenomenológico, proponien-
do un análisis desde lo sensible-trascendente como entidad corpórea que evi-
dencia lo trascendido a la intemporalidad de la palabra creadora y la fundación
de mundos posibles para representar lo deseado como goce y éxtasis.
Palabras clave: Nostalgia, corporalidad, sensible, semiótica significante, se-
miótica postsignificante.
243
La nostalgia en la poesía de Neruda. Corporalidad del espíritu sensible en el
244 discurso estético / Luís Javier Hernández Carmona e Írida García de Molero
Abstract
Beyond physical-material, of what is crassly objective, it exists a
sublime corporality that permeates the speeches to provide them of the par-
ticularity of the enunciator and make them of a symbology that finds into
intrasubjectivity his most renowned semiotic field. Proof of that are the aes-
thetical speeches, and in a direct and preponderant way, poetry and significant
and post-significant semiotics or passional subjectivation. This paper has as
main goal to show homesickness into the Pablo Neruda’s poetics in terms of
existential isotopy that points out such corporality of the sensitive spirit in
different shapes and projections, enriching the symbolic universe from so-
cial, politic, telluric, until the erotic, to apprehend what is untouchable of the
objectified body that attempt to be a reality founded from what is subjective.
To praise this sensitive body we resorted to hermeneutic and semiotic as me-
thodologies that allow us to tackle what is phenomenological, proposing an
analysis from what is sensitive-transcendental as a corporeal entity that make
evident what has transcended to the timeless of creative word and the founda-
tion of possible worlds to represent what is desired as enjoyment and ecstasy.
Key words: Homesickness, corporality, sensitive, Significant Semiotics,
Post-significant Semiotics.
Introducción
Sujeto sensible, realidad subjetivada
Partimos de los planteamientos realizados en la fenomenología de
Edmund Husserl y específicamente en Meditaciones cartesianas sobre la
conversión de lo objetivamente ingenuo en subjetivo trascendente a partir de
la corporalidad de lo sensible, que en nuestro caso, a través de la nostalgia y la
construcción de una ontopatía del cuerpo sensible se bifurca en diversas acep-
ciones. En este trabajo las enfocaremos desde lo erótico y lo corpo-vegetal a
manera y razón de realidades subjetivadas dentro del discurso estético-litera-
Semióticas del Rito, 2009, Vol. 6, 243-258 245
los demás hombres y los animales sólo son para mí datos de la expe-
riencia, en virtud de la experiencia sensible que tengo de sus cuerpos,
de cuya validez no puedo servirme, puesto que también ella está en
cuestión. Con los demás hombres pierdo también, naturalmente, las
1 A decir de Max Scheler, el sujeto enunciante construye una Gramática de los sentimientos
fundada por el estado emocional del yo, razón por la cual: “Nunca se logrará ver qué mun-
do y qué contenido de valor del mundo se nos abre en el sentir, en el preferir, en el amar
y en el odiar, sino que únicamente se centrará la visión en lo que previamente ya hemos
encontrado en la percepción interna, es decir, en el relacionarnos <<de modo representa-
cional>>, cuando sentimos, cuando preferimos, cuando amamos, cuando gozamos de una
obra de arte” (Scheler, 2002: 35).
La nostalgia en la poesía de Neruda. Corporalidad del espíritu sensible en el
246 discurso estético / Luís Javier Hernández Carmona e Írida García de Molero
Fundamentos teórico-metodológicos
Corporalidad/corporeidad: el punto de encuentro
entre la hermenéutica y la semiótica
La corporalidad sensible se convierte en espacio y tiempo de la enun-
ciación fundando un cuerpo alegórico que enuncia desde lo intrasubjetivo
para luego entrelazar con el otro hecho cuerpo y tangencialidad sensible, y así
establecer el no-ajeno husserliano que implica la concomitancia empática del
otro en los espacios de la significación, o la mezcla de los cuerpos de Deleuze
para provocar un profuso sincretismo que subvierte las formas y maneras de
percibir la filosofía a través de “Esta nueva dualidad entre los cuerpos o es-
tados de cosas y los efectos o acontecimientos incorporales,[que] entraña[n]
una subversión de la filosofía” (Deleuze, 1971: 16). Mezcla de regímenes de
signos: de una semiótica postsignificante o pasional de subjetivación con una
Semióticas del Rito, 2009, Vol. 6, 243-258 247
2 Imago poética es la manifestación entre lo causal y lo incondicionado que según José Le-
zama Lima producen el discurso poético: “El poema es el testimonio o imagen de ese ser
causal para la resurrección, verificable cuando el potens de la poesía, la posibilidad de su
creación en la infinitud, actúa sobre el continuo de las eras imaginarias. La poesía se hace
visible, hipostasiada en las eras imaginarias, donde se vive en imagen” (Lezama Lima,
1971: 30). Imagen poética o imagen trascendida en cuerpo sensible al crear una causalidad
a través de una lógica del sentimiento.
La nostalgia en la poesía de Neruda. Corporalidad del espíritu sensible en el
248 discurso estético / Luís Javier Hernández Carmona e Írida García de Molero
3 En torno a este efecto paritario, Husserl aduce que la experiencia: “Entra en ella no sola-
mente el modo fenoménico de mi cuerpo físico evocado en primer lugar, sino él mismo en
tanto que unidad sintética de éste y de sus otros múltiples modos familiares de aparecer.
Se hace así posible y recibe fundamento la apercepción asemejadora por la que el cuerpo
externo de allí recibe analógicamente del mío propio el sentido de cuerpo vivo, y, luego,
el sentido de cuerpo vivo de otro <<mundo>> en analogía con el mundo mío primordial”
(Husserl, 1985:182).
Semióticas del Rito, 2009, Vol. 6, 243-258 251
Porque de tantos cuerpos una vida invisible /se levanta Madres, ban-
deras, hijos /Un solo cuerpo vivo como la vida: /un rostro de ojos ro-
tos vigila las tinieblas /con una espada llena de esperanzas terrestres /
Dejad /vuestros llantos de luto, juntad todas /vuestras lágrimas hasta
hacerlas metales: /que allí golpeamos de día y de noche, /allí escupi-
mos de día y de noche /hasta que caigan las puertas del odio (Neruda,
1976: 48).
Esbozada esa intencionalidad permanente en Neruda de corporeizar
el espíritu sensible a través de su discurso poético, queremos ubicarnos espe-
cíficamente en dos textos: Veinte poemas de amor y una canción desesperada,
y Cien sonetos de amor, para destacar la hiperbolización del cuerpo sensible
a partir de lo corpo-vegetal, el espíritu nostálgico y lo erótico. Huellas signi-
ficantes de la evanescencia del cuerpo sensible como isotopía capital de un
discurso estético caracterizado por la nostalgia de la recuperación y autorre-
conocimiento del enunciante ante la ausencia del objeto amado, tal es el caso
de su emblemático poema 15: “Me gustas cuando callas porque estás como
ausente, /y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. /Parece que los ojos se te
hubieran volado/ y parece que un beso te cerrara la boca.”
En esa estrofa inicial se hace uso de la frecuente carencia de los obje-
tos aludidos en el sentir, y dicha carencia permite una corporeidad inherente al
acto objetivador que no requiere de ninguna representación como mediadora,
sino de la subjetivación del objeto-imagen que se desterritorializa y trasciende
hacia la sublimidad, como a continuación lo demuestra la segunda estrofa del
poema citado: “Como todas las cosas están llenas de mi alma /emerges de las
cosas, llenas del alma mía. /Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, /y te pa-
reces a la palabra melancolía5.” El objeto-imagen amado-pretendido se cubre
de subjetivación para emerger más allá de lo cotidiano.
Porque lo nostálgico hay que hacerlo evidente, objeto-imagen a tra-
vés de la corporalidad de lo sensible, a ello recurre Neruda cuando en Veinte
poemas de amor y una canción desesperada, los sonetos ofrecidos a la amada
se hacen de madera, lo corpo-vegetal se hace instancia sensible, espacio y
tiempo de la enunciación para develar la materialidad utilizada como vehículo
de comunicación, y al mismo tiempo, casa para habitar y temporalizar un sen-
timiento desde lo cotidiano: “Así establecidas mis razones de amor te entrego
esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la
vida” (Neruda, 1983: 5).
Y en esa temporalidad subjetivada de lo cotidiano, el poemario está
estructurado en cuatro tiempos; mañana, mediodía, tarde y noche, de lo que
se evidencia un amor reterritorializado en cuatro tiempos cronológicos, que
se desterritorializan y transfiguran en cósmicos al intervenir la voz poética.
Precisamente esta voz poética los traslada al tiempo de la nostalgia represen-
tado por la desnudez del cuerpo femenino como metáfora del cuerpo sublime:
“Desnuda eres tan simple como una de tus manos, /lisa, terrestre, mínima,
redonda, transparente, /tienes líneas de luna, caminos de manzana, desnuda
eres delgada como el trigo desnudo” (Neruda, 1983: 35). La desnudez es la
conjunción de los cuerpos siderales y telúricos, la confluencia de una carto-
grafía universal que metaforiza lo sublime de lo ensoñado a través del cuerpo
verdadero, el cuerpo erotizado, húmedo, dispuesto: “Tu cuerpo es liso como
las piedras en el agua, /tus besos son racimos de rocío, /y yo a tu lado vivo
con la tierra” (Neruda, 1983: 39). Es un autorreconocimiento en el cuerpo
sublime que provee la ensoñación, el otro yo que complementa la estancia
terrena y hace bifurcarse por espacios alternos que permiten el movimiento
traslativo hacia las regiones del discurso poético, tal es el caso de lo cósmico-
telúrico como vehículo de transmigración del cuerpo sublime que se aleja de
lo banalmente bello: “Te amo como la planta que no florece y lleva /dentro de
5 Recordemos el profundo parentesco entre las palabras melancolía y nostalgia, ambas han
desafiado desde la filosofía y la semiótica el discurso médico para rescatar de los aforismos
de la enfermedad un existencial-trascendente. En todo caso, ambas expresan un estado de
ensoñación que transporta al enunciante a un imaginario particular, desde donde construye
una realidad paralela, eminentemente subjetivada, y donde las evidencias pueden acceder
indistintamente a la percepción o al recuerdo en actos completamente distintos.
Semióticas del Rito, 2009, Vol. 6, 243-258 253
6 Caligrafía como ejercicio de las manos, moldeo del cuerpo sublime e ideal a través del
decurso poético que se va decantando desde lo cotidiano, lo culinario, que es también
el ejercicio de las manos que crean una alquimia particular de olores y sabores; cuerpos
aromáticos que hacen incorporar todo un imaginario particularizado en lo estrictamente
exponencial, en el goce particular de la vivencia.
La nostalgia en la poesía de Neruda. Corporalidad del espíritu sensible en el
254 discurso estético / Luís Javier Hernández Carmona e Írida García de Molero
7 Expresión que encuentra una acertada concreción en la siguiente estrofa de Neruda; “Mi
fea, el mar no tiene tus uñas en su tienda,/mi bella, flor a flor, estrella por estrella,/ola por
ola, amor, he contado tu cuerpo” (Neruda, 1983: 28).
Semióticas del Rito, 2009, Vol. 6, 243-258 255
transmigración del enunciante entre las esferas del amor y los linderos del ero-
tismo como fronteras que se tocan y permean para crear un convulso espacio
poético, donde el espacio de significación del amante es construido hacia la
imagen del amado inscrita en la fantasía y hacia el amado mismo, un autorre-
conocimiento en el otro que es él mismo, en una forma de poseerse en la con-
junción unitaria de la mirada poética que se transforma en cópula simbólica.
En esa frontera entre el amor y el erotismo surge la nostalgia mediada
por la intención erótica de querer tocar y poseer el cuerpo que sólo debería ser
objeto de contemplación amorosa, y lo que crea una intencionalidad estética
de crear espacios para convivir con la carencia.
Conclusiones
En estos poemas de Neruda hemos captado un punto de subjetivación
en el cuerpo sensible del objeto-imagen de un proceso lineal en el que el signo
de la nostalgia se precipita a través de los sujetos de enunciación/enunciado
Semióticas del Rito, 2009, Vol. 6, 243-258 257
viejo camino. /Te pueblan ecos y voces nostálgicas. /Yo desperté y a veces
emigran y huyen /pájaros que dormían en tu alma”.
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Esta edición del libro Semióticas del Cuerpo
se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2011,
con un tiraje de 1000 ejemplares en los talleres
de Gráficas Nerio Tip, C.A.
Maracaibo, Venezuela.