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Sobre la casa habia una nube grande, nivea, ahora; de} 4” ba en sombra todo lo de El novio de Hilda conversaba dentro. El tatii estaba a uw Parecia un pedazo de MISA CONHILDA Y TATL madera; esto le d idad y tristeza. Tenia el manto rigido. Cara de anciano, angosta y lustrosa. El sexo como tuna draga. No se atrevia a llamarla, Nunea se habian mira Gran Tati nacié y de, Tenta costras, do, Se decia: {Hasta cuando? Me van a descubrir. Aqui mi gotes y un miembro enorme que llevaba escondido y jo. Miro y vuelvo a mi cocina. S6lo mirando. No queria Cuidaba mucho. Era su jora. Se daba cuenta. Sus vec easarse con otra. Solo con Hild: ponerle un pantaiin, lentes, y él se negé. Darle Esta tenia la cara redonda, blanca, afelpada, los ojos is, que nc gros, un poco saltones, la boca colorada, por donde comia Lo sensato era buscar majet. Eso si que si Raranjas. Era lo tinico que sabia de ella, Aunque mirarla ya Habia varias. En sus ocultas recorridas, las veia. Iban d i disfrutar negro con delantal de pla Is chietia brocificaria Tenian perfume a az ‘que se alimentaban casi s6lo Tal vez no le viniese mal el trago de anis ahora. Y dar el con naranjas asalto final nguna se le dibujaba mas. Como si fuesen mantos Se ilusionaba. Le parecia que Hilda lo conocia, que lo entreveia, que ahora lo estaba espiando. P ar y Bou No venia a él? (El no podia mostrarse) y se quitaba las polle ti estaba inquieto. No se ad s cdscaras ve fas? Qué habria debajo? La pollera parecia una tabla lisa, color aluminio de ollas, daba espanto. Iludas se dafiaban un tantoal darse vuelta sobre la tierra de eee re area ares Uae eae Le vio los pies chicos y desnudos y un poco gruesos. Se atrevi6 a dar un silbido, un leve “chist” Que ella no oy6. Contest6 un paj No, que no estuviese muert:. Acaso después la devoraria. Se nutria de hierbas, pero estaba dispuesto a ser carnivoro. Como no. Y en eso descubrié a Hilda; primero le parecié que la lamaban “Elvia”, pero no, era “Hild Su nombre, el suyo, Tati, le pai Las dos silabas de madera Tat Y bien, Hilda, te mondai ri, Aqui est se dijo, como si ella también tuviera cascaras. Lacasa de Elvia, de Hilda, era vieja. Vio la pared, gris, un La noche se venia. La nube se habia vuelto sombri De las manos de Hilda partié la naranja vacfa. ¢lria a ‘comer otra? En eso Hild. att se le erizaron @éscaras y el vello que las salp Vio que Hilda arrancaba cas y las pasaba en Famos por su sexo. Le vio las piernas gruesas y netas. Y a Rie haha sridé raijere, La made y becriscas de Hilda: combas como si ya hubiesen varios. le interesaban. Sdlo Hilda, a la que vio sentada atrisde das, finitas, y adentro de su recta po- Pero, en ese mismo instante la casa se acallaba y se entre Se dirigio. Temblando se le ana mata de flores n Hera de plata. Vio que Hild: bebia una naranja. El vinill Aabria. Un sefior sali6. Alcanz6 a ver con la luz de la noche laiatanja le corria por la cara, la mareaba un poquito. que era joven y apuesto. Vio que era el novio de Hilda, Se acere stro de ella. Dijo, fuerte, para que 0 Cémo voy a estar de a casa: “Venga, sora Hilda, vamos a eomar nara Pasaba el tiemp I tatui se metid en su sitio. Observaba como con gafas El, a ratos, decia: ~Sefiora. Sefiora. Dofia Hilda Todo lo veia aumentado y brillante ¥ ¥ era casi una siplica, como sile dijera:—Vistase ya. Otro 1g ba Patela trots riendo, mirando un algo hacia la cas dia, Otra noch a pareja se metié en un naranjo Porque la sefiora Hilda estaba desnuda sobre su recta Lo que aquellos habian dicho era cie faldina de plata, los pies en el suelo carpian un poco com Se le venian cerca. EI novio decia: ~Seiora Hilda, nos impacientindose, como si estuviese atada. Las flores blan emos. La vi Orinary afelparse con flores. Estoy con us 4s, livianas, que habia por todos lados, le rayaban el rostr¢ querida sefiora. Sus hermanas estén solas, no esté sola La luna se metio por entre los ramos; vigronse el ombligo usted. La caso yo. Yo la cazo de ella, el de su nacimiento, las chicas tetas sin hijos, el virg Ella dijo con una vor de hilo que se fi do ot lah | pel hub le ¢ fue haciendo obese fasi en la luz, bajo el pelo un poco brillante como si le hubie Mis seforas hermanas, todas, ya tienen marido. Sola estoy yo. sen prendido llama, “:Se estar quemando?”, pens6 el novio jovio pareci6 asombrado. gue un poco ya deliraba. Cuando la iba a abrazar, a engarzar De noche las visitan. Yo lo veo. Bilssa cl hgado (su higado que seria oreado y quemant Ah, alguien salts ala pista. Estaba en cuatro, y se puso en dos pies. El tatty el novio escuchaban asombrados. 1Qué ser ext ande! {Tan chico! ;Su cuerpo d Piedra! jSus ojos raya bajo las orejuelas! (Su manito! La sefiora Hilda se entrego, No sabia bien cémo hacerl El novio apret6 a la sefiora Hilda, que gimié contra él Topé al novio. Le mostré un seno, que sacé fugazmente y gue cant6, como si él le hubiese tocado la médula! volvio a esconder en el vestido plateado y negro. “Retirese -decia el novio al otro-. Maldito. Retirese El novio qued6 rigido. Se dijo: -Esta diabla, Es mi sefiora. Ahora me posesionaré jya! Salga. No quiero Y rectifico para si: ~Est4 Santa, atin sin marido, festigos. Lo mato, Retirese Pero empez6 a temet E] Tati no se abria. No murmuraba. Apretaba la boca cazaramos otra naranja finita, tremolaba adentro de la caja, chistaba, babeaba, pe Jeando por Hilda, El novio sacé una navaja que parecia que no llevaba. Se la metié en el cuello, abajo de las ciiscaras, ~éTiene miedo, sefior? No aguardo mis. Mi casamiento La vista se oscurecié al Tati. Sangr6 su dura camisa, Pe s hoy. Aq atin volvi6 a ver. Era muy duro Las ramas por el viento se mecian de un modo raro como La sefiora Hilda hizo una carcajada boba. Dijo: -EI bi no fuera por elven, se animaba cho zqué queri acilaba. Le parecia que no era el dia todavia, EI novio dijo: =Lo que vamos a hacer ahoran Queria lo mismo que usted y que yo, sefiora, Miré vagamente hacia el lado de la casa. La abrazé un Gozaron un poco. La sefiora Hilda se portaba bien, daba ears sitter efica: Brititos sinceros, y él la picoteaba, lacerindola suavemente dijo al azar: ~;Como esta, ternera: por doquier. Ella se queria qued: por doquier. Ella se queria q arder de verdad, 1 En un momento dijo: ~ u 10 dijo: ~Despréndase, seiior préndase ya, Yo me vo. cho, tamb tie ida, des EL ALHELI DE LA MISA El pe6n miré el cielo, el aire verde y celeste de la chacra Y caminé un poco mas. Las flores del pasto, a las veras, y por todas partes, agitaban levisimas, las celestes alas. El sol habia cruzado ya el punto critico, Fue cuando topé a ese ser en medio del sendero. Y medio dormido. No era raro que alguna sefiora se durmiese. Habia Visto otras en el pasto, durmiendo. Cerca se posé un ave; tenia cuatro patas y caminaba como exhibiéndolas. El tomé una rama y tocé con cautela a la mujer. Le dijo: Para empezar a hablar, mire, sefiora, esa pa Joma de cuatro piernas. La seftora se estremecié abajo de las envolturas verdes. Y se puso de pie con cierta lentitud porque era muy grande y muy maciza; en sus ojos se reflejaba todo el pasto. Llevaba laveste lena de flores y los senos fuera, como se usaba en- tonces, entre las sefioras agrestes en el verano. El le tocé uno, fespetuiosamente, como si le diese la mano. Ella le hizo una leve inclinacién de cabez: Y conté: -Me dormi, no sé... son las flores, el perejil, las granadas, el benjui. Y parecia que iba a continuar la cuenta cuando él dijo: Usted se lamentaba un poco mientras estaba en el sueito. Yo oia y crefa que estaba poniendo o pariendo Ella se asust6 y dijo: -No, no sciior, si yo estoy virgen. No, no. Se lo aclaré como un aviso a muchas cosas inciertas que pudieran veni A veces, se pare virgen -repuso él-. O se le podria haber metido algo alld, un rayo de este mismo sol, 0 un clavel, 0 MISAL DEL NOVIO. Se forms y parecia una piedra y ostra. Al poco tiempo se formaron muchas y ya era un establecimiento, bajo los euca liptos, Se le cay6 una gota de sangre, y luego, mas. Tuvo mied¢ de que a alguna otra pasase lo mism Lejisimos, todo fue acusado. El lleg6 al caer de una tarde y floté delante de tesco, cintura fina, pollerin, pero de masculo; grandes alas rigidas volaban mas alla de su cabeza Todo en color m je. La cabeza larga, delgada, era una vara; al parecer sin ojos ni boca. Cuando bajé se formé una mariposa, de unos dies centimetros, parecia de zinc, volé hacia arriba'o hacia abajo verdoso, castaiio; como un pluma: y luego sin ton ni son. El no vio eso 0 hizo que no vic Llamé a ella, la atrajo hacia el marsupios ella subié en un salto, Se izaron enseguida. Todavia en ascenso fue la primera combustién; hubo una luz. Y otra, y otra Iban por las enormes arboledas. Ella hacta: Y...! Yiu! Youd El tenia vibraciones en todo el espesor de su ser. La luz se guia apagando y prendiendo. Hasta que llegaron a un es acio desolado. De stibito, ella fue desprendida. Alcanz6 a dar un grito. =iYo estoy encinta! ! Yo ya voy prefiada!? El alcanzo a expresat, desde su cabeza larga, sin boca delgada, fija Y equé me importa? Si yo ya me complaci Maus INSECTOS EN LA MISA Esa la siesta. Y en el comedor en penumbras no hay nadie BY sicstuviese alguno sentado no se notaria. Se oye una pala bra diaria, pero dicha de un modo raro, como si una manza fa en la frutera estuviera aprendiendo a habla Lo central es el canastillo de claveles. Pero los claveles stan fuera del canastillo, tendidos, seis a cada lado. Y par Gen rojas cucharas, tizones, jesucristos Esos claveles son los familiares ¢quién lo duda?, abuelos, Padres, madres y madrinas. Hay un vuelo y como si buscaran flores entran de golpe insectos sexuales, gloriosos y temibles. Ansian oidos, ojos, nariz, toda clase de bocas. Las primas y amigas corren iniitilmente a ocultarse abajo de la cama; se enredan en las colchas. Yo, por milagro, hallo las salidas. Corre Ingreso en el perai Y ya vienen los grandes gritos de lujuria. Prosigo huyen do de aqui para alla. Hasta que se pone el sol Los Arboles estan fijos. Yen la casa ya ha pasado todo y nada. \ MISAL CON DIENTES DE AJO Era un ajo, y sin saber él mismo cémo, estaba abi en es estante del aparador. Estaba como todo ajo envuelto en gasa; y tenia varios dedos, 0 hijos, 0 testiculos; apretados y d tamaiio diverso. Por ellos, bajo la gasa, estaba constituido. Yen algiin lugar de su ser habia también un microscépice cerebro con el que iba registrando todo lo de esa casa, sus Algunos decian: -Mira ese ajo. Pero... qué. El quedaba trémulo. Se obsesioné por la nifia de la casa. La espiaba cuandc iba y venia, siempre bajo los velos, blanca como el cristal y e alabastro. No tendria mas de quince, pero por algo que veces le pasaba por el rostro, representaba treinta. Llevab, una muiieca y un misal, Iba por igual a la capilla y a | escuela Un dia, porque si, se arrojé en el piso, ¢ hizo ejercicios raros. El resistié vibrando. Luego, ella se iba a la alcoba y se cerraban esas puertas. Muy de tarde, la sefiora de la casa lo tomé entre los dedos y dijo: ~Pero, este ajo?... A ver... A la olla, ya...! O qué? Pero, después, como si hubiese percibido algo extraio Ic dej6 alli. El se dijo: -iAh, no! Tengo que proceder. Estoy en peligro. Casi me hierven. Casi. En eso pasé la nifia de paso hacia la alcoba. (Ya habia venido la noche negra.) Se le colgé en los velos. Ella entro su cuarto, cerré la puerta, se despojé de todo. Era blanca y olvidadiza, infinitamente. Y algo lista, también. Se estiré en la cama debajo de una gasa. Y quedé dor mida El esperé un instante y luego con un tic le salté encimz Le recorria el busto, la cintura breve, la barriga dulce Encontré el sitio obsceno, Meroded, golped y se introdujo. Ella dormida, casi clamé a Y fingié seguir durmiendo. Estaba sentada delante de la vifla, ¥ podia aparecer el mons: truo delante de esas vifias. Su edad era la que, justamente, atraia a los monstruos, segin decian siempre. Escribié con un palo en la arena de la vid, salpicada de uva, su edad, “Trece Tal vez ya habfa divisado a alguno; aunque no se fjé bier Empezé la noche, 0 por lo menos, el atardecer, pero gcémo? si era apenas después del mediodia. Asf, varias horas para siempre se perdieron. Miré si habia nubes y no; s6lo vio tun cielo negro donde chispeaban ya las estrellas celestes. Noté una presencia y no era de planta, no. Un muchacho de la sombra estaba parado delante de ella, como si estuviese en el vano de una puerta inexistente Le dijos y no entendié bien: -Me llamo Albert... O Alar Y tii eres... Anastasia. No entendio. “Anastasia, ven para mi, ven para acd Asi, la confundia con una de sus primas. Iba a explicar y no se atrevia. Se puso, tambaleando, de pie. Sentia miedo al estar sentada, y pavor al estar de pie El le dijo: Ven, conmigo, ven. A ese arbol que ahi ves. ‘Adentro, tiene un sillén. Donde yo voy con cada... sefiora, cada vez Y agreg6: -Es lo tinico que yo sé hacer bien. Luego, se le acerc6; pregunt6 sonriendo: ~Y td... @Usas bombachas?. Ella, sin contestar, pens6, si, si Elise atrevié a mas. Ella recordé que llevaba una de color de rosa, algo abu- Honada, con dos lazos en ese mismo color. Su mama la habia hecho asi Trat6, temblando, deliberarse. Eile suiet6 un brazo (pero squé era és0 que estaba aconte Jcomo evitando fue a escaparsele; casi le rompia los husesos. Luego, suavemente, le pego en la cara. Un alheli oscuro s ndié a ella de nariz. Entonces, él sacé la lengua y sorbid esa sangre, ese codigulo. La abraz6, la bes6, La arrastraba hacia el 4rbol; los pies de ella no caminaban, la llevaba arrastrando, la hizc subir. La sent6 en el sillon adentro del érbol Como? ZY este arbol... asi? Nunca lo habia visto, siem pre pasando por ahi. 20 recién se habia formado? =Ves, todo es hermoso ac; descansa —dijo él- y quita es delantal Mientras el delantal cafa, él se transformé; ella lo desc Lo veia negro, ahora, brillante, como con disfraz, como con mascara, y con otra pierna, otro brazo, un gajo en la ‘0 de si, con la punta quemando, florida. Ella Aaah... El la hostig6, la perford, asi casi de perfil, has ta que él también clamé jaaah! Pero en otro tono muy dis: tinto, casi indescriptible alta, jahora! ;Al suelo! ;Ya! A ella pareci6 como cuando en los suefios se cae al abism También cayé la bombacha como un papel salmén, cay6 mas alld ; El huia tal si lo persiguieran, como si por nada del mur do quisiese quedar ahi ; A ella le rodaba por las piernas una menstruacién redo: da, despacio, en forma de rosa, en forma de hilo; y de hi negro, perfumado. Desde la fronda o de por ahi nomds aparecié un ps Le dijo: ~Anastasia, no llores hermosa, te digo que no. Anastasia. Seguian equivocdndose con el nombre, la se guian confundiendo. El perro lamié la rosa, dijo: -jAh! —suspiré, se toms « espiritu de ella, el espiritu de abajo, de adentro. Entonces, se puso en dos pies. Y la abraz6. Fn idioma de perro, dijo: .Guau, hubiese querido entrar primero. Pero no fue Ya le lamia un ofdo, le sorbié Ia boca. Se le cay6 w poco ansioso de baba. Estaba en dos patas, en puntas de pie, a tenia abrazada: ~Miré bien todo lo que te hizo el otro. Lo miraba desde abajo. ;Ya veris! De entre las ramas se salié la una como un espejo. Y mostraba a una muchacha color de rosa adherida a un perr Aparecicron los ponis, los asados y las caballetas. Primeros y Gilkimas iban con la crin, las melenas, cerca de las barrigas. Los otros tenian un lomo chiquito y bordado. Iban por la vera oriental de los rios. En ese entonces llegé la Reina del Amor Voces lejanas la venian acompafiando. Y con otras, de ~iVa para ahi la Reina del Amor. ~ZY de dénde es que procede? -se pregunt6. De “Angeles”. O de “Alejandra” Dos ciudades, por igual, embleméticas. Pero gde cual? » se sabe. Da igual. De una de las dos. De las dos. La Reina del Amor abrié su bata de dalias. Tenia pechos con puntas rojas y en cada punta una perla blanca y ovala da. Que ella sacaba y volvia a colocar En el viento una voz dijo: ~jEs la Reina del Amor! La Novia del Cacique, es! Pero sélo en el cine, en el aire de I que no se puede tocar. Es una nifia, pues. “Angeles” y “Alejandra” dormian muy a lo lejos, bajo la red de ampollas eléctricas y con las cabelleras negras 0 dureas, entrelazadas. La Reina del Amor se sacaba las perlas de las puntas del pecho y se las volvia a incrustar. Repetia la operacién. gaba en la pared en forma de abanico, Y cada pluma, blan. a, abierta y parada Como flor de gladiolo, gladiolo con flo Escondia las patas vidas. Y al removerse un poco deste aban los huevos que parecian hechos de se Su excremento velase ms alld, ya cuajado, con fragancia de amarga almendra. La mitad oscura como ia plata; la mi tad, blanca como alabastro. i Sus huevos eran muy profusos y muy incubados y hasta con dos criaturas, por la infinita sucesién de gallos que le habfa frecuentado el ano férvido. La gallina sofiaba, deliraba; siempre tenia en vista a otro gallo; hacia planes; le entraba furia y abria el pico y rompia alguna cdscara brillante, un polluelo. De su capelin rojo -la pechera igual~ caia un grano, un rubi, y lo devoraba como si fuese anis o maiz Parecia emborracharse de si mism: Era una gallina librica, blanca y muy arriesgada. Y llevé una vida algo sérdida y ardua, antes de intentar casarse. Tiempos después. Cuando atraves6 el jardin, levando un: gico final Cayé una varita de nardo, al lado del aparador, muy chica, con ese blanco de iglesia, yun leve toque en rosa imaginario. Por el ventanal se veta una luz de gloria, las arboledas en el esplendor; y se acercaban como nunca, caballos blancos en hilera y por diversos rumbos, con restros largos y misterio: sos, y sueltas melenas, y eran de nievecon las patas de mér mol. Y algunos, en tono oscuro, hacian massorprendentes a los primeros. - Pero gqué pasé? Ella miraba. Acaso una desconocida gue tra y ya habjan muerto todos los soldados. 2Y las cabalga: duras se habjan salvado y venian a avisar y a pedir agua? En eso una voz partié del aparador y fue mas fuerte que la alucinacién. Expres6: -Soy Ia voz. Aquella que ya una tarde te conocié. Oye, maravillosa. Oye. Me tornaré caba: Ilo. Lo que quieras. Si soy yo. Fila, sin pensar nada, apart6 el tinico botén del velo, y solt6 los senos, un poco caidos ya, pero a los cuales se encen: di¢ en el pico, una luz, un clavelino. La vor sin hacer caso fue directamente al hoyo entre las pienas y mas adentro, a la encrucijada feroz. Y empez6 a hace , Ella se desesperaba, se contorsionaba, abrazindose aun mueble, a una ventana, ya que no habia a quién abrazar Le parecié, absurdamente, era la prima vez, y perdia la virgi nidad. Hasta oy6 un tic magico como cuando se sueltan los mas secretos hilos, los més atados. Lloré como en aquellos lejanisimos catorce afios. O nue ve. O doce. Vayase a saber La voz se detuvo, entonces, un rato. Al ofr el lloro. ¥ des: pués partié como vacilando. Se metié en el armario. Este parecié tornarse obeso y luego volvia a la natural presencia. Era de noche, subitamente; afuera, lo inusitado hacia rato se habia apagado. A tientasy encontr6 el arc6n, Al instante una gotita de sangre le rodaba por las piernas. Y llevaba restos de una tela: rafla pequefia Unos minutos después sintié que algiin trozo de la vor se le habfa quedado adentro, oh, y reiniciaba, con estilo distin to, la misma accion. Salieron cocriendo de la iglesia, atravesaron un bosque que no estaba antes, y encontraron, cémo no, una cama pronta El le quité los vestidos sacros, le desaté las largas retamas de oro, Se metié en sus piernas. Le preguntaba: -Digame, teng que saberlo, ya se habré tendido con algin otro... con a guien. Digame, sefiora, donde esta, para matarlo. ¢Quién era? :Quién es? Porque en esta hora usted no me parece virgen. No sé. Hay algo. La miro mejor: ~Parece hembra ya... vieja. Parece u hembra antigua, vieja, Digame con quién o quiénes, Ella contest6, vacilante y firme: -S. Y mucho. Fue por mucho tiempo. Pero zcon quién? Pero gcon quiénes? Veo que han sidc varios. Eran de un pueblo chico y esto tenia importancia suma, al parece ae Arturo, Si. Con él, El nombre es ése EI dio un brinco. Grité: -No se lo perdonaré. jNo! {Us ted tambiént Pero, ella sonreia, ahora, angelicalmente, y sar leve y sin parar. Se le cafan todas las perlas. Desde adentro. Como si se hubiese roto un collar. EI dijo: -Ah, bien. Bien. La molest6, {ntimamente, atin mas, dudaba, insistia Decia: -{No serd una trampa? ;Calidad fingida, falsa perla apenas colocada por una... modista? Ella se asombraba. O no. En ese instante él not6 a las valvas de ella que lo apresa: ban, se cerraban y abrian, echando més sangre y mostacillas. Pero de las buenas, de las legitimas Volvié a molestarla con molestias de todo tipo. La ponia en mas trance, la hizo trotar. Adentro de aquellas sabanas corrieron mucho. Hasta detenerse, exhaustos. Hasta abra zarse. Hasta dormirse Pero, entre los dos se quedaba Arturo. Una vara de nardo triste como el mirmol, que los separa. ba, como si fuera Arturo. 54 ys Era esbelta. Con la corola marmolada, y adentro de la coro: la, en lo hondo, tenia una cosa, un cofrecito, estuche su cosa, era su cosa. Y no se veia bajo un tampén de ddrio. Parecia eso, envuelto en tul blanco, donde a veces se enredaba algin insecto, Ella le pedia: ~Queda, queda Pero, el insecto siempre se marchaba. A ella, asi, siempre restaban impresiones locas. Asistia diariamente a clase, seria y tan distante ntendia al vuelo lo que deca Ja maestra. Y habia un murmullo en su forno, entonces; un fru fru de envidia; y de No hizo aso de los junquillos tristes, que se le paraban al Jado, y al sentirla proxima, se quedaban hiimedos, y a veces, Je hacian un cerco; ni del nardo nupcial y religioso, que le ofrecia un pecado blanco. Habia sf un clavel rojo, con su ca falo ardiendo como llama. Le echaba de soslayo, procaz mirada; y hacia como una ptia, como una cresta, y parecia un gallo. Ella lo nots y tremé. Ahora, si. Pero no lo demostraba. Salian al bajar la tarde. Cada uno a su jardin, tan lejos. 7 Un dia ella se paré bajo la estrella de oro que anunciaba el principio del atardecer. Sin querer y queriéndolo, pensan do acaso en el clavel, entreabrié la tan guardada puerta, su valvo céntrico. Salié un perfume caro, ansioso. Ese su puntc era oscuro, como un ojaz0, con algunas hebras, poca felpa; un poco triste; a trechos era vidriado. Como un menudo ataiid, un atatid menudo, Asi ella se mir6 a si misma. Y prosiguié la march; uuego, se repitis el hecho. Bajo la estrella de la tarde abria el escondido aroma, lo aspiraba un rato como si fuese una comida excelsa, un divino espejo. Cuando iba a continuar la marcha un dia la asalté el clayel rojo; la habia seguido con paso leve y torvo. Le dijo enseguida, obscenas cosas, enseguida, para deter minar los hechos, darles el color debido. Le decia: =La espié, divina, mi prostituta, mirarse el sexo. E50, es0es. Usted. Pero, sola, jamas podria, creo. Por mas que interte. Abra, ya vera la como, la estoy comiendo. Hacia un raro movimiento, un ritmo, se combaba, un baile, quedaba cada vez mas crespo, la monté y desmonté sin pausa, pero en el aire. Ella abri6 al maximo toda la coro Ja, Para asf facilitar el paso. El se eriz6 mas entonces. Com tun diablo. Ya no parecfa ni clavel. Un diablo. Le puso en Ia corola la cabeza crespa, roja. Se le ech¢ adentro, sin perder ningiin tiempo, dando un perfume a fue 0, a vardn en fragua. Sele caian gotas. La hendié como lo que era, un clavel, un clavo, Como un alfiler la fisur6 casi Alld en lo hondo le hacia sin pausa un empecinado trazo. Pasado el segundo sobrecogedor, que se repitié tres veces, se retird de golpe, aunque le bordeé la corola, el alma, con uin razonamiento tenue, una clase de pequeiio adids, se fue Rapido y gallardo, sacudiéndose un fuerte y liviano olor ovario, con una sonrisa arrollante en todos los penes rojos, en todos los rojos penes. , Una sonrisa algo cinica. Que le sentaba bien. Ella habia dado un grito, un murmullo, que no eran de su especie. Ahora, se le caia una perla larga, breve, espesa Pero, al rato, se partia en dos. Al rato, se murié, rota y sola, en medio de una emocién tan grande, un embarazo en ciernes. Estaban sentados mirando nada en un jardin casi vacio. En eso volo y se acercé peligrosamente una mujer vestida al ‘ojo. Tenia una capelina, pero se le fue por los aires y se la vio mas lejos y chica, como una flor que ya nunca iba a volver Al descender dijo, sin mayores miramientos: Me llamo Rosa Leda Smith Wetson. Pero, prontinciese Rosa-lida Asi tenia nombre de revolver. Pero era una mujer. ;Qué duda habia Se senté sin que se lo indicasen. Su bella falda ondeaba como el fuego. Tenia un gran escote por donde se asomaban las ubres largas y hasta un pezén pasé la tela. Y goted una especie de jugo de uva. Salia un rumor, un ruidito de ese pez6n, también, Ella era muy hermosa, los dientes de estrella que mostra ba a cada rato; el pelo negro se le erguia y bajaba como si tuviese vida independiente Vieron usaba zapatos rojos y muy picudos. Uno le quit6 uno por ver qué hacia. Otro le quit6 otro por ver qué hacia. Ella, primeramente, qued6 quieta, aunque era esto casi imposible; vibraba, de continuo, como una mandolina, como una rana al ser frita Pero un instante después se quit6 la braga diminuta y de color dorado, Alguien clamé: ~Entonces, es una mujer de Es una Pero, se call6, helado. Ella arrojé la braga-sobre la mesa, donde estaban los nai pes y los cigarros. La braga se desenroll6 sola y daba un per- fume a dama,a flor del monte, a leo grueso. Este perfume cerecia y abullonaba el aire. Uno, medio enano, medio ahogado, trajo un tallo con escamas y alguna espina. Dijo: -Vamos a hurgarla con este tallo, Se ve que est acostumbrada a mucho. Est habituada a todo. Vamos. Se acere6. Pero, qued6 quieto como congelado. Entonces, otro se puso a la comandancia, y expres6:~;Bas ta, yal Y avanz6 con fuerza. Ella, de inmediato, siempre sentada en la silla, dijo: Si, pero aqui noméds. Estoy cansada. Volé mucho. Ven: go de alli... -y sefialé muy alto. Por donde se habia ido su capelina Se hizo un misterioso minuto. Abrié las piernas. Los dientes, blancos como astros, ya le castafieteaban. jadeaba; se le sali6 e1 otro pezing que eta distinto del prime ro. Era un pimpollo de rosa, atin no abieno, rodeado de unas hojuelas verdes. Era un pezén de artificio, hecho de género, con alguna tela El que embatia lo tocé, y decia de modo entrecortado: ~Aiin més, Smith Wetson. Mas. Mas. Ese pezén tan rarc Auin mas Smith Wetson, Rosa-lida. AGn mas. Y més. Y mas. lla respondéa:-Orrce esa expecdndapip.schinstore De las valvas ya le salia humo, una luz fuerte, porque se habian prendido llaga. Caian unos hueveritos rotos, de cds cara celeste, alguna pequefia criatura, también caia y se es trellaba -Estaba gruesa. =Tal vez, si, y no se le notaba, Lo mismo da. Rinde igual, igual rinde a Seguia saliendo luz y humo del agujero rojo y negro. Los embates eran ya terribles, ya sin cuenta, Todos miraban formando un circule a circulo con el pene pronto. Y decian: -Cémo puede ser esto verdad...? 2Eh. {Cémo...? {Cémo...? Pero, gc6mo?... ;Cémo puede ser? No, no ~contesté uno que permanecia mis lejos-. ven que no es c iEsto no es cierto! Pero, no ven que no? Pero, nada de esto es realidad. Pero, ge6mo no ven que no? Pero, :e6ionno ven? Estamos todes horsiblemente equi 6 iOh, sefiora... Diamante Rosa... oh, seiora.. Salmén Dia: mantel... Pero, qué Tha a decir: ;Qué maravilla, qué casualidad! No, no, seiior, est confundiendo; 6:as son. mis primas, Ah, sf, si, ya las recuerdo... ;Y bient... {Muy bien!... jh, as recordaré...! Ya... Y se relamié. Ella, algo perpleja, explic6, explicaba: ~Yo soy, s6lo, Se- fiora Silvia, la Buena... La sefiora Silvia. Sélo esa. Esa s6lo Y qued6 tiesa bajo la cara oval, los ojos de cielo, Parecia algo tonta, bella, como esas campanillas azules que se van por Ja pared hasta el cielo. El se present: Yo, sefiora Silvia, :la Buena?, soy el Hombre-lobo. Nada mas, ni nada menos. Usted lo encontr6. Soy el Lobo-hom bre. :Me ve? Eh? ;Lo ve? “Oh -dijo ella. Y agreg6: ~Sefior, mucho gusto. Mucho. El se encocord. Con esa cortesia del vulgo, ella le atenua ba toda su ultranza, su otra dimension. Asi, el rostro se le desfiguré. Se le contrajo mucho, se le aprets. Ella lo miraba ahi, agazapado, en cuatro pies. Por ver si denotaba algunas hermosuras. Tal vez, los ojos (sin iris ni pupilas). Sdlo de vidrio rojo, de rojas cuentas; muy facetados, algo abullonados, que pa: recian isele de la cabeza, y vefan hacia todos lados. Ella, con una voz que vino gde donde? y, sin embargo, le salté por la boca, dijo, firme y temblando: -Sefior, yo, yo, ya soy su... amante. De usted. El, rapido, replicé, andando sigilosamente, con el garfio en rojo vivo, en gran iridiscencia: -Venga, entonces. Pase ase del dia. El bosque estaba casi ciego. El explic6: ~Esas son las col chas. Ahi es. Es ahi ¥ se alcanzaba, sin embargo, a distinguir, unas flores ro jas, y otras blancas, inméviles y fijas. Ella, en un impulso, y porque entendid que asi debia ¢ ser, de sibito, se revoled en el piso, se refocilaba sola, con desquicio. Luego, se contuvo. Y, castamente, levanté su ropa hasta el ombligo. Y quitd la braga, con dos dedos finos, largos, y cortos, de Galié la duefia, Recibid otro bolo. Llevé a Luminile, la baie, la bes6, intent6 ponerla de pie, ponerla en cama, y no se podia. Le decia: Vamos, ya esta, Y sin empezar. Ahora, ya esté. Quédate quieta. Le nacera de nuevo el himen, €50 ¢ no se va asi nomas. Otros la buse Sehora Luminile se sent6 en el sofa. Inexplicablemente habla legado la noche, Estaba rigida. Los ojos sedondos, celestes, rayados, brillaban en la oscuridad, como dos estre las, Azales, fijos, se veian en medio dela sombra espesa, Por donde la duenia hacia los trabajos de la casa sin luz algun: sin cirios, ante tan tremenda instancia ~es0s oj0$ fijos,fijos- segura, le parecia, de que no iba a acabarse es: Hlegar mas el dia wy ee Usted, ya tuvo novio: Ella quedo inmévil, pero vio a Citilo, el Peon de Chacr Heacipadre, cl peon. Lo mir6 como si lo esperase, lo hubiera estado esperando. fi repitic: ~¢Ya tuvo novio? ¢Marido por alain tiempo sn rato? Eh, sefiora Lises. Sefiora. Usted. yun poco espantante. Tenia algo ma- .caso, una noche, lla era muy b ravilloso, tenia... la maravilla: rostro angosto, ojos eelestes, rast inmoviles, mechas negras, rubias, rojas lilas, codas mez: cladas. Casi no poseia memoria. Se olvidaba. De todo. Vio al ana. Oscuro, ¥ usaba chambergo, aun- rdecido. Para hablarle se tocé el ala hombre su talla me que ya habia, algo, Fila, que no sabia nada, de pronto enrendid todo, de la, en profundidad. habia dicho. golpe, en pocos segundos, oyé una as palabras que éI Sélo por esas pc nenhires romos, de pura paja. Sie mad mano. Ell Lo sigui6, magnetizada. Fyeron tomados de la masta at estabe inmévil y temblaba. El propuso: ~Redecmos la par vay ésa, Detras esta més oscuro. las se habjan nas; como ramos de jazmines blancos. EI miré sino venia el patrén; ella dre, el patron. No sabfa qué temia o no temia nat ® La nove da, Como la escuela a la que ya no iba desc encendido palidas y leja La luna y las estrel a estaba olvid: algiin tiempo. ‘Comenté: -Yo ya sé leer. Pero, por decir, sin estar segura. Te suits la leve casaca plateada, debajo de Ia cual no Hevaba nada. Y se vieron las tetas. De nifia. Chics andes, teva das, los pezones con luz, en llama. El los fore For apagarios y se encendieron més, eran fOsfore,fOs!400 jcomo brillaban! —Sefiora Lises, Tila creullé apenas. Se sentia perfume a diamela, reson ban timbres en la eternidad. timbres delito ~dijo él-, extrafiamente, pecade algu no, Vamos a huir, a correr. vanes 2 habia caido el sombrero, y ahora, en poses Sty rnutos, tenia un bigote espeso y sexual. Nacido recisn Era un bigote para pecar ans 5 de ella contra la parva; la sujet6, le past Srnperle Ia intimidad. Ella 3 o museca. El no la A prisa se adueaié ba el bigote profundamente hasta pestafied. Dio un grito como de r Pea ew aés. de rodilas, le bebié la sangre, el come rsclo entero. Y volvié a lamer amio hasta sacarlo, tragai ‘Corsieron pot el llano, alguien gritaba: ~Lisess di Otro decia: -No se la lleve, lo denunciaré! sa irboles volaban tomados de la mano. Algwiett mabar Ah; va la sefiora de todos colores, a que tiene © PSS ro y colorado y....Parece que ya se caso! Corrian y corrian; parecia que alguien los seguia; y los seguia, tal vez. Tomados dela mano corrieron y corrieron por el presente yel pas corrian y corrfan hasta hoy y aye . ys Era de noche y vino un planeta; yo dejé mi labor y pequeita cena. Me puse una rosa en el escote El planeta se habia posado en el jardin, cerca del drbol ¢ las rosas, Era redondo, esférico, de cristal celeste espeso, ligera mente verde. Era liso, enorme, sin ninguna espina ni estria algun: Resolvi no hacer barullo, caminaba con pasos de seda. Que nadie se enterara, ni él huyese No sé cémo cabia en el jardin. Si era un planeta! Y, sin embargo, estaba ahi uuego de un rato de mirarlo mucho, lo abracé, me quité el vestido, tiré la rosa, lo abracé, lo abrazaba con mis brazos Y piernas y pequeiias tetas. Lo besé muchas veces. Se me cayé algo del sexo, como un pimpollo, un huevo, se lo aplasté (con aroma a vida intima), se lo refregué. El planeta levit6, subié un poco, salié del suelo. Rapida, me le acosté debajo, abri las piernas; entonces, estiré un garfio, recién aparecido, lo inserté en mi lugar de que habia volado el huevo. Quedamos por ahi prendidos. fhamos en el cielo; él hacia ahora un ramor raro, como si fuera un hombre, como si fuera un animal, © Dios Proseguimos asi y navegando. Cada tanto me fijo en los abismos, por si se ven mi casa, mi jardin, 20 Estaba con los animales. Era de dia y de noche; oscuro, cla Parada en dos pies, con las manos sobre una piedra, el so me remiraba, La larga boca abierta y la baba brillante goteando en lagrimas. Esperaba més alla un elefante, cuya trompa félica copulaba en la tierra, para entusiasmarme Yo lo miraba, y al os; a punto de conceder. clegi ia cebra. Que se habia elegantemente conservadc en otro plano. Las rayas, de tan nitidas, ttilaban, se le movian Me acerqué (los otros animales gimieron, partido el éxtasi), Yo miré, y si, era una cebra macho. E macho de cebra me fich6, me reproché mis amorosos dolores con el os0 y el elefante, Exhibia sus bajos con puntas de plata En un minuto estuvo todo hi Yo dije Ah y me corri6 un poco de sangre de la boca y de la otra boca, como si hubiera perdido algtin clavel y una rosa. Comenzamos a huir; de tanto en tanto nos deteniamos a epetir el hecho. Mi herida se revolvia misteriosa Iban el macho de cebra y sefiora, velozmente, por el campo raso, bajo el cielo y sus estrellas, tantas, que algunas se caian por el suelo. pI x Vinieron falenas. Son negras con el borde brillante, en oro vivo; asf, no se ven; viene alguna sola; otras en’ pareja copulando toda la noche, otras por ciento y desaparecen de golpe, dejando una honda impresién. Como era verano yo estaba destapada y vino esa falena y me ronds el pezén, entr6 por su agujero ~que es muy labil y hacia adentro un cosquilleo; yo me contraia, tenia espas mos. El clitoris se mx engord6 como un clavel, Adentro, € mariposin se revolviasin cesar, sutrabajo exquisito, me dab frio, fiebre, amor, se me caia agua, aceite, se me caian rosas, mn me crecian amatistasen la honda vulv Yo daba un ronroneola noche entera, un repetido grtitc Nos reuniamos alrededor de la laguna, Sail, Joaquina, Pétrio, pero diferente; el mariposin subia y bajaba dentro del senc Sebastidn, Rosicler, Pérfido, Yo. En el alba se ofa a le gente de la casa trajinar, cocina Por el agua iban esas “mojarras”, navegando sin rambo. venia el perfume de parpadeantes budines. © daban un salto en la luz y volvian a lo subacuatico, La falena hizo su iltimo ardid, yo di un grito, ella salié Por esos dias a Joaquina salié un ojo en la espalda, y lo del pezén. Le dije: Mi marido, no te vayas, vere mostré a todos. Iba con la espalda desnuda, mostrindolo. Y vientre mis dedos caerse su ceniza, Era celeste bells, rodeado de pestis oscuras, larga Después, ese ojo se volvié algo frio, como cielo y hiel Poxrto fescbado sabia sobre Jonguina, pace boca abe jo, la montaba un poco, para contemplar de cerca aquel iris 7 azul; los ojos de él parecfan negros y chicos. Z| Nosotros lo mirabamos mirat Hasta que cierto dia Pétriro sacé de si su vaina aleve y Me dijeron que estaban carneando una mujer. Que fuera. hendié a Joaquina, que era casi nifia y tembl6 ante las nue Pregunté si la conocia; no. Entonces, fui vas cosas. Ella ya estaba en un citculo, le habjan quitado la pie Dias més tarde, Joaquina fue llevada a la ciudad. Se le Habia quedado roja como un tomate. Era un tomate gigan quit6 el ojo azul, que con las copulaciones, habia quedado tesco. Le habjan sacado ya varias tajadas grandes, la mitad linguido y miraba el més all. del pelo negro, Ella atin miraba y parecia contestar Vinieron Nos reuniamos en torno a la laguna, Saiil, Joaquina, muchos hombres desde el horizonte, giraban en torno de Potriro, Sebastian, Azucena, Pérfido, Rosicler. ella, que todavia miraba como una oveja o un serafin. Daba Y yo. Pequerio jadeo, jaleo, gemido ronco, bajito. La nombraron Amelia, Delia, Rosa, Emilia, Carmen, Libertad, todos los nombres y por uno sale Le sacaron la otra mitad del pelo, que ella quiso retener on su roja mano, y atin quedaba un pedazo de sefiora. 24 Al fin, la liquiaron. Al gato, que siempre habia vivido en el jardin, le entregaron Por la ladera y hasta el agua, se sentia el perfume de flores de el sexo, rojo, cerrado, delicado, grueso, rodeado de pestis los bosques. El tinico idioma era el de ahi. Habia cincuenta negras, y el gato lo comiG. con miedo y gusto, mirando hacia lenguas por el mundo. Y seria bueno saberlas todas, mas s6lo los hombres como diciendo Vean; vacil6, si, ai principio, Lue- estaba la de ahi, y otra de un pais limitrofe, pero remoto. go, Se agazap6 mirando 4 la luna que subio de golpe, casi Como un bello zurcido, un bordado sutil, se enmaraiia hecha con granos deuva, y en un lila aterrador jamés visto. pan a ratos, en la conversacién cotidiana, parrafos de ese pais.

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