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IMPLICACIONES ÉTICAS, SOCIOCULTURALES DE LOS PACIENTES CON

DIABETES
El cambio de paradigma que se está demandando en la actualidad provoca la transformación
radical de toda la concepción y la práctica médica desde otras perspectivas de análisis,
esencialmente nuevas, de las cuestiones éticas o bioéticas en el abordaje de la diabetes mellitus.
(Concepción & Ávalos, 2013)
Este nuevo ángulo de estudio debe romper con los esquemas de una valoración marcada
principalmente por la práctica hospitalaria de atención secundaria con una proyección curativa
que ha predominado en los últimos 20 años en la literatura, y descuidado el enfoque preventivo y
de guías anticipadas. (Concepción & Ávalos, 2013)
Se ha podido observar que el tránsito del paradigma biomédico al médico social, no ha sido fácil,
es un proceso lento, que necesita de la participación del gobierno, de las instituciones, del personal
de salud, sobre todo en el grupo de pacientes portadores de diabetes mellitus, que, por la misma
cultura, existe la costumbre desde la perspectiva del paciente: a que "el médico cuide mi salud" y
de ninguna manera comprometerme para ese cuidado. Desde la perspectiva del personal de salud:
no podemos apartarnos del todo de la formación biologicista que hemos tenido durante tantos
años de preparación y de las formas ineficaces de tratar los problemas de salud. (Concepción &
Ávalos, 2013)
Se necesita principalmente, la participación de las instituciones educativas, quienes serán las que
sin duda marcarán la pauta en la formación del personal de salud, para que este proceso de cambio
tenga un buen resultado, sobre todo para los pacientes y su familia.
Dadas las condiciones que anteceden en el caso de las personas con diabetes, se puede agregar
desde el punto de vista económico, que en pleno siglo XXI todavía existe una población
socialmente desfavorecida, con escaso o nulo acceso a los servicios básicos y a la atención a la
salud. (Concepción & Ávalos, 2013)
Un problema de salud como la diabetes se puede atribuir a las condiciones socioeconómicas de
las personas. Sin embargo, en las políticas de salud han predominado las soluciones centradas en
el tratamiento de la enfermedad, sin incorporar adecuadamente intervenciones dirigidas a las
"causas de las causas", tales como, las acciones sobre el entorno social. (Concepción & Ávalos,
2013)
La OMS define la calidad de vida como la percepción que un individuo tiene de su lugar en la
existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con
sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que en la
diabetes mellitus está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado
psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los
determinantes del entorno. (Concepción & Ávalos, 2013)
Si se tiene clara conciencia que los que atienden la salud de la población son parte integrante de
la sociedad, que son seres humanos semejantes con la diferencia en la preparación académica,
que no son los que tienen la verdad absoluta en cuestiones de la atención de las enfermedades,
entonces será inevitable cuestionarse genuinamente si es posible asumir una ética particular, si se
adopta una ética institucional, o si ante la crisis generacional de pérdida de valores sociales se
está a merced de ella. Mejorar la calidad del control de la diabetes en todos los niveles, sobre todo
en la atención primaria, se ha convertido en un reto y en la oportunidad para reducir el efecto de
las complicaciones agudas y crónicas, los costos directos e indirectos por la enfermedad y mejorar
la calidad de vida de las personas con diabetes. El grado de satisfacción de los usuarios en las
instituciones de salud, lleva a analizar la atención recibida, la que incluye los elementos que
permiten conciliar prioridades de un padecimiento crónico degenerativo que basa su control a
través de la atención médica oportuna y adecuada, otorgamiento de medicamentos, y educación
para la salud. Estos elementos determinan la calidad de vida futura del paciente diabético. (Paz,
2008)
La ética médica se basa en el quehacer médico que se dirime fundamentalmente en la relación
médico– paciente, donde el rol del médico debe caracterizarse por “evitar la existencia indigna de
vivir”, de prioridad a la autonomía del ser humano y del empoderamiento del paciente diabético
en el rol de su padecimiento. Sin lugar a dudas, la desregulación del sector Salud ha privilegiado
la ética privada sobre la pública, existiendo un gran sesgo ideológico cuando se sostiene que todo
lo que genera fracaso en manos del estado, es exitoso en manos de la empresa privada, operando
la medicina privada con criterios de rentabilidad desmedida, incrementando su costo para el país
y los individuos. (Paz, 2008)
Los médicos de familia necesitan desarrollar un profesionalismo en atención primaria que lidere
los cambios y sustente un renovado contrato social. Se necesita también que los gerentes
abandonen el papel de capataces que han ejercido hasta ahora y se transformen en auténticos
directivos, líderes, facilitadores de los cambios necesarios. Los médicos tienen la obligación de
comunicar a los ciudadanos las circunstancias que les impidan o dificulten incumplir con los
términos del contrato social que tienen con la ciudadana para no perder o recuperar la confianza
de los pacientes. (Paz, 2008)
- La medicina como negocio en la atención del paciente diabético
No se trata de debatir el derecho de los profesionales de la medicina por el cobro de sus servicios
en la práctica privada, sino cuando estos son excesivos y desproporcionados con el servicio
ofrecido. Si bien lo anterior es muy cuestionable peor aún es la deshonestidad de ofrecer y hacer
procedimientos. La condición del paciente, se subordina a un supuesto saber supremo: el de la
ganancia. (Paz, 2008)
En la situación descrita los pacientes diabéticos, tienen características que les hacen más
vulnerables, como lo es el hecho de que su padecimiento se encuentra dentro de los llamados
crónico degenerativos, esto implica un padecimiento de larga evolución que se va complicando
durante el deterioro de alguno o de varios órganos o sistemas. (Paz, 2008)
El tránsito de estos pacientes diabéticos en la consulta diaria hospitalaria, sean estas en
instituciones de gobierno o particulares, se convierte en un verdadero suplicio, cuando el
propósito de la especialización es aumentar el bienestar. El tiempo que trascurre entre la consulta
con el médico familiar y la atención por algún servicio de especialidad resulta vergonzosa.
Transcurren meses entre uno y otro servicio, el ir y venir durante los exámenes de laboratorio, de
gabinete y la cita médica de control, hacen que el familiar o el paciente se presenten a la fecha
indicada como cita durante las primeras horas del día (casi siempre, antes de la llegada a laborar
del personal de salud) sólo para el hecho de apartar el lugar que les correspondía desde su cita
anterior. Todo esto repercute en el paciente que se siente maltratado, olvidado y denigrado. (Paz,
2008)
Ante estas situaciones, a los pacientes se les oferta el tratamiento en el medio privado, donde son
atendidos con prontitud y excelencia por su médico, pero un eslabón más de esta cadena los
espera: iniciar ahora el recorrido por laboratorios o gabinetes de apoyo diagnóstico, los cuales son
puntualmente precisados y recomendados por él, como lugares “de confianza” ya que en la
mayoría de los casos realizan una retribución económica al médico que le “confió” a sus
pacientes. Hay que tomar en cuenta también las nuevas “boutiques de diabético” que ofrecen
alimentos y golosinas propias para estos pacientes, así como equipo portátil de diagnóstico muy
eficiente y relativamente a buen precio, para el autocontrol de los niveles de glicemia, pero que
encierran otra trampa económica al necesitar comprar cintas reactivas y lancetas específicas para
cada modelo, las que cada vez son más costosas. (Paz, 2008)
Las situaciones antes descritas, han hecho de los pacientes diabéticos entes vulnerables y
potencialmente convenientes para el mercado como “supremo rector”, sin tomar en cuenta
también las citas subsecuentes frecuentes por tiempos prolongados, cirugías de lentes
intraoculares, amputaciones de pie diabético, diálisis peritoneales o trasplantes de riñón, además
de los gastos inherentes a la hospitalización tales como medicamentos, días estancia, honorarios,
derechos de quirófano entre otros. (Paz, 2008)
- Responsabilidad ética de los profesionales de la salud frente al diálogo roto en la
relación médicopaciente
Otro problema es la "desaparición del diálogo", la inexistencia de una comunicación entre médico
y enfermo. “El médico está aceptando un status de superioridad para sí y no identifica en el
paciente a un ser humano con igualdad de derechos. En la práctica, se evidencia cuando no se
pone la atención debida a la queja del paciente, cuando se desautoriza con arrogancia sus
creencias, cuando no se explica con detalle lo que se conoce sobre su padecimiento, cuando se
procede sin su autorización o pleno conocimiento, y sobre todo, en el caso extremo,
desafortunadamente observable, el maltrato que lastima la dignidad del paciente, pero además
denigra al médico, lo hace inepto para ejercer su profesión”.
Es común encontrar una diferencia notoria no justificable, demostrada en el trato personal, entre
la práctica de la medicina en el consultorio privado y el consultorio institucional, donde el
personal argumenta falta de tiempo y sobrecarga de trabajo. Sin embargo, en el consultorio
privado, aun cuando estos argumentos pudiesen ser iguales, la reacción es totalmente distinta, al
tratar con cortesía y esmero a quien le pagará la consulta y ahora es dueño de su tiempo (Paz,
2008)
- La desaparición de la palabra en el paciente diabético
La cotidianidad de los pacientes ha creado en el personal de la salud una confianza casi enfermiza
en la atención de las necesidades de los pacientes diabéticos y el diálogo no existe, se atiende a
los pacientes de manera robotizada. Se ofrece la atención de acuerdo a puntos establecidos en las
normas oficiales de salud, casi como una “canasta básica” de mínimos servicios, pero no con el
carácter personalizado de su atención, canalizando al paciente en virtud de sus complicaciones a
las otras especialidades y/o laboratorios. (Paz, 2008)
La desaparición de la palabra con el paciente diabético lleva implícito otro problema aun de mayor
impacto social, y es el referente al tratamiento de su padecimiento. Si bien se sabe que este
padecimiento no tiene curación y que para su control es necesaria la aplicación permanente de
medicamentos, también hay que reconocer que la comunicación del equipo de salud con el
paciente y sus familiares debiera ser lo más elocuente y explicita, pero lamentablemente no es así.
(Paz, 2008)
Se debe también reconocer que el tratamiento de la diabetes es complejo y sus resultados
dependen, en gran medida, del nivel de comprensión, destreza y motivación con que el paciente
afronta las exigencias terapéuticas. Es por ello que cuidado y educación deben constituir un
binomio integral en los servicios de diabetes. (Paz, 2008)
Corresponde a los profesionales sanitarios educar sobre cómo han de ejercer los derechos los
diabéticos y familiares al proporcionarles información sobre su padecimiento, sin importar la
situación económica o social. (Paz, 2008)
INEQUIDAD Y DIABETES MELLITUS
Equidad significa acceso igual a los servicios para toda la población basado únicamente en la
necesidad y nunca en la capacidad para pagar, por lo que se hace necesario reflexionar en cuanto
al problema de la medicina como negocio. (Lopez & Baelum, 2006)
Los debates éticos sobre equidad se suscitan tras observar como las poblaciones privilegiadas
enferman y mueren menos que los grupos poblacionales con alta vulnerabilidad y con marcadas
diferencias en el nivel de vida. Estas iniquidades han aumentado a pesar del desarrollo de la
ciencia y la tecnología, cuyos beneficios se concentran en un reducido grupo de países. Es tiempo
de preguntarse porque tales desarrollos no contribuyen efectivamente a reducir tales
vulnerabilidades y diferencias (Concepción & Ávalos, 2013)
Las enfermedades no se distribuyen aleatoriamente en la sociedad e individuos en posiciones de
desventaja socioeconómica, pues presentan un riesgo aumentado de sufrir numerosas patologías.
Las explicaciones tentativas para esta asociación, sugieren que las inequidades sociales aumentan
la exposición a factores dañinos y la susceptibilidad a sufrir enfermedades, así como también
obstaculizan los recursos de protección, como el acceso a la educación en medidas de
autocuidado, acceso a la atención médica oportuna y a un amplio espectro de oportunidades en la
vida. Un claro ejemplo de esta situación en adultos es la diabetes. Numerosos estudios
documentan la disminución del riesgo de presentar diabetes en adultos de condición
socioeconómica favorable. Parte de esto puede deberse al uso de indicadores socioeconómicos
inapropiados. Paralelamente, el resultado de un número importante de estudios confirma que el
control glicémico en niños y adolescentes diabéticos es considerablemente mejor en sujetos de
mejor situación socioeconómica, estos últimos hallazgos sugieren que, a nivel poblacional, es
posible encontrar una mayor ocurrencia de diabetes precoz en sujetos en posición de desventaja
socioeconómica. (Lopez & Baelum, 2006)

Es una noción general que sujetos, en desventaja socioeconómica absoluta, presentan con mayor
frecuencia un número importante de patologías en relación al resto de los miembros de una
sociedad. Sin embargo, el problema de inequidades sociales en salud es más complejo y el efecto
de la posición de los sujetos en la ocurrencia y severidad de muchas enfermedades, parece no
restringirse a individuos en grupos caracterizados por deprivación severa o absoluta, sino que se
manifiesta a distintos niveles de las jerarquías sociales, generando lo que hoy se conoce como
gradiente social en salud. Los resultados de varios estudio revelan que la posición
socioeconómica, se asocia a la forma en que reportan la ocurrencia de diabetes; es decir, la
frecuencia de diabetes autorreportada para cada categoría parece ser mayor que la reportada por
sujetos en la categoría inmediatamente superior. (Lopez & Baelum, 2006)

Las desigualdades sociales producen efectos medibles en pérdidas de salud. Los determinantes
sociales de la salud: el género, la etnia, el nivel de ingreso y la educación, constituyen,
indiscutiblemente, la base protagónica de las disparidades en salud. La diabetes mellitus,
constituida en uno de los principales problemas de salud a nivel global por su comportamiento
epidémico en las últimas décadas, es una enfermedad notoriamente afectada por los aspectos
sociales. (Dominguez, 2013)

- Determinantes estructurales de la salud: ¿cómo afectan el riesgo de enfermar de


diabetes mellitus y la evolución de esta?

La diabetes mellitus, particularmente la tipo 2, es una enfermedad cuyo desarrollo y evolución


están directamente afectados por factores sociales. Los estilos de vida no saludables, la carencia
de conocimientos indispensables para la prevención y el control adecuado de la enfermedad, la
no accesibilidad a servicios de salud de calidad, entre otros, favorecen el desarrollo de la
enfermedad a la vez que influyen negativamente en su pronóstico. La base social de todos estos
condicionantes catalogan a la diabetes mellitus, cada vez con más evidencia, como una
enfermedad social. Solo partiendo de este enfoque, se podrán elaborar acciones realmente eficaces
encaminadas a disminuir su frecuencia y lograr un mejor control de esta. (Dominguez, 2013)

La enfermedad que parece concentrarse en áreas de pobreza y entre individuos con bajo nivel
educacional, y condicionan está relacionada al rol que desempeña la posición socioeconómica en
los cuidados de salud, la prevención de la enfermedad, el conocimiento de medidas de promoción
de salud, la disposición a buscar tratamiento y los estilos de vida. (Dominguez, 2013)

- Nivel de ingresos: En las áreas más pobres del Reino Unido el riesgo de padecer diabetes
mellitus es 2,5 veces mayor que en aquellas con un mayor nivel económico. En la región noreste
la prevalencia de esta enfermedad es 45 y 28 % mayor en mujeres y hombres respectivamente, en
relación con el promedio nacional. Complicaciones como las enfermedades cardio y
cerebrovasculares y la nefropatía, son 3,5 veces más frecuentes en grupos con bajo estatus
socioeconómico. (Dominguez, 2013)

- Nivel educacional: Se ha demostrado que las personas con diabetes mellitus de bajo nivel
educacional utilizan menos los servicios relacionados con el cuidado de su enfermedad;
consecuentemente, son más propensas a padecer retinopatía, enfermedad cardiaca y mal control
metabólico. De igual modo, las personas con menor nivel educacional, son más propensas a
pensar que su condición tiene un efecto adverso sobre su vida y a una menor adherencia al
tratamiento. En Europa, la obesidad es mayor en personas con un bajo nivel educacional, lo que
se hace más evidente en las mujeres. (Dominguez, 2013)

- Etnia: en el Reino Unido personas originarias del sur de Asia e individuos de la raza negra
provenientes del Caribe, tienen un riesgo 6 y 5 veces mayor respectivamente de vivir con diabetes
mellitus. El 20 y el 17 % respectivamente de estas poblaciones está afectado por la enfermedad,
en comparación con el 3 % de la población general. (Dominguez, 2013)

- Género: La prevalencia de diabetes mellitus es especialmente alta en las mujeres en los países
anglófonos del Caribe, donde la mayoría de la población es de origen africano. Todo lo anterior
está vinculado a aspectos culturales y a ingresos bajos, como consecuencia de la posición de
desventaja en que aún se encuentra la mujer en la organización social de muchas regiones del
mundo. Las razones tras este desequilibrio parecen estar relacionadas con la discriminación y las
relaciones de explotación, implicadas en los roles tradicionales de cada género. (Dominguez,
2013)

- Calidad de la atención a las personas con diabetes mellitus

La posición socioeconómica está estrechamente vinculada a la accesibilidad a servicios médicos


de calidad. De los 17 indicadores de calidad de la atención a las personas con diabetes mellitus,
10 se han asociado adversamente con situaciones de desventaja social. En estos grupos
poblacionales se encuentra con una mayor frecuencia incumplimiento de los chequeos siguientes:
IMC, hemoglobina glucosilada, pesquisa de retinopatía, toma de tensión arterial, pesquisa de
neuropatía, vacunación antigripal, determinación de creatinina, determinación de colesterol,
chequeo del pulso y determinación de microalbuminuria. Este es un factor que se adiciona a los
antes discutidos como contribuyente a la mayor frecuencia de complicaciones graves y de
mortalidad prematura en grupos de bajo nivel socioeconómico. (Dominguez, 2013)
BIBLIOGRAFÍA

Concepción, R., & Ávalos, M. (2013). Diabetes mellitus hacia una perspectiva social. Revista
Cubana de Salud Pública, 39(2), 331-345. Recuperado el 15 de Julio de 2019, de
https://www.scielosp.org/article/ssm/content/raw/?resource_ssm_path=/media/asse
ts/rcsp/v39n2/spu13213.pdf

Dominguez, E. (2013). Desigualdades sociales y diabetes mellitus. Revista Cubana de


Endocrinología, 24(2). Recuperado el 15 de Julio de 2015, de
http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S1561-
29532013000200009&script=sci_arttext&tlng=en

Lopez, R., & Baelum, V. (2006). Inequidades sociales y diabetes en adolescentes. Revista Médica
de Chile, 134(5), 549-555. Recuperado el 15 de Julio de 2015, de
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=s0034-
98872006000500002&script=sci_arttext&tlng=en

Paz, J. (2008). La ética en el entorno de la atención en el paciente biomédico. Horizonte Sanitario,


7(1), 6-13. Recuperado el 15 de Julio de 2019, de
file:///C:/Users/USER/Downloads/Dialnet-
LaEticaEnElEntornoDeLaAtencionAlPacienteDiabetico-5305281%20(2).pdf

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