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Un crimen premeditado, de Witold Gombrowicz

Un juez de instrucción visita a un caballero rural para ayudarle con algunos asuntos relacionados
con sus propiedades. Todo queda acordado para que el juez sea recogido en la estación de tren y
posteriormente se aloje en casa del caballero. Sin embargo, cuando el juez llega a la estación, no hay
nadie que lo esté esperando. Decide ir a la casa del caballero con sus propios medios en medio de
una terrible noche invernal, y después de ser recibido con profundo desagrado por la familia del
caballero y de pasar mucho tiempo en medio de una incomodidad inexplicable, se entera de que
dicho caballero murió de muerte natural (un paro cardiaco) la noche anterior.

Sorprendido y turbado por la inesperada noticia, actúa con una humildad desconocida incluso para
él, lo cual termina por sacarlo de quicio y lo instala en un humor de perros. Decide vengarse de
acuerdo a sus facultades: investigará la muerte del caballero y llegará a la enloquecida conclusión,
después de una serie de burdas pesquisas, de que hubo un parricidio que en realidad nunca se
consumó. Es decir, el caballero murió de muerte natural; sin embargo, en su afán por seguir un
orden establecido previamente, el juez hará todo lo posible por lograr que la “muerte natural” del
caballero, adquiera el inequívoco rostro de un parricidio cometido por el hijo mayor, como debió ser
desde un principio, según su lógica.

Perteneciente a esa joyita titulada Bakakaï, "Un crimen premeditado" es una pieza de narrativa
perfecta de Witold Gombrowicz. Pero también es una alucinante vuelta de tuerca al aparente orden
que se busca en los relatos policiacos tradicionales, todo a través de un derroche de humor negro y
un ambiente plagado de escenas lúgubres, asfixiantes. Obligado para los amantes del género policial
* Imagen: Nubes nocturnas radiantes sobre la casa del jardín, dibujo de Johann Wolfgang von
Goethe.

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