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Alguien tendrá que hacer limpieza en

el CNI

Marià de Delàs 21/07/2019

La información que Público ha difundido sobre la relación del Centro Nacional de Inteligencia con
Abdelbaki Es Satty, que según todos los indicios fue el principal responsable de los atentados
cometidos en Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, ha tenido, obviamente, un impacto más que
considerable, pero mucho menor del que correspondería a un escándalo de esta naturaleza.

El trabajo extraordinario (1) del autor de la exclusiva, el periodista Carlos Enrique Bayo, y de quienes
han hecho posible su publicación, ha sido reconocido con innumerables felicitaciones por parte de
lectores y de una parte más que significativa de la profesión.

Hay que agradecer esos mensajes de enhorabuena, claro está, por muchos motivos, pero sobre
todo por la solidaridad que transmiten hacia Bayo y sus compañeras y compañeros, que a pesar de
presiones y amenazas, se esfuerzan en la obtención de información, a veces vergonzosamente
oculta, que interesa a la ciudadanía y que dan a conocer como corresponde.

Pero más allá de las necesarias e innumerables muestras de apoyo, sorprende el silencio de
numerosos medios ante un escándalo de primer orden. Cuesta entender que cuando un periódico da
a conocer detalles que demuestran que el aparato de Estado pudo evitar una matanza y no lo hizo,
la respuesta de la mayor parte de importantes medios españoles sea, por el momento, el desvío de
la mirada.

Tal como nos dijo un colega, “la negligencia es la menos bestia de las explicaciones” que puede
tener el hecho de que un grupo de jóvenes, controlado por los servicios de inteligencia del aparato
de Estado, dirigido por un líder religioso que actuaba también como confidente protegido del Centro
Nacional de Inteligencia desde el año 2014, pudiera viajar, adquirir vehículos, confeccionar bombas
cargadas de metralla, y cometer atentados brutales que, si no hubiera mediado un accidente con sus
propios explosivos en la casa en la que los almacenaban, habrían sido muchísimo más sangrientos.

Puede que existan otras explicaciones, pero está claro que quienes controlaban los movimientos del
imam de Ripoll jugaban con fuego. Por supuesto que hay que descartar que lo hicieran
deliberadamente... Tal como dijo la directora de Público, Ana Pardo de Vera, “la simple insinuación”
de una posible programación del atentado por parte del CNI “nos hace un flaco favor” y quien así lo
hace “parece que quiera envenenar la situación, ya de por sí complicada, entre Catalunya y el
Estado español”.

Así es, pero todo indica también que si las fuerzas de seguridad españolas hubieran hecho su
trabajo adecuadamente, hubieran actuado en el momento oportuno, o hubieran facilitado la
información necesaria a Mossos d’Esquadra, se podría haber evitado el atropellamiento masivo en
las Rambles de Barcelona, el acuchillamiento de una persona en la zona universitaria de la misma
ciudad y el atentado en Cambrils. Para tranquilidad de todos convendría que el Gobierno español
informara detalladamente y de la forma más transparente posible sobre los hechos denunciados por
Público, tal como han exigido gobernantes catalanes, fuerzas políticas catalanas y tan solo una de
ámbito estatal.

No le han de faltar medios ni testimonios al Ejecutivo español y a la Audiencia Nacional para poner
luz sobre este terrible y sangriento episodio que tuvo lugar en Catalunya en el verano de 2017.

Es preferible suponer también que se equivocan quienes establecen una relación entre los graves
errores cometidos por la inteligencia estatal con la convocatoria del referéndum que tuvo lugar mes y
medio más tarde, duramente reprimido por la policía española y la Guardia Civil. Pero precisamente
por esa razón es preciso neutralizar con datos claros y precisos las especulaciones que puedan
caber en la cabeza de personas a las que no se les ha proporcionado información suficiente y que se
encuentran al mismo tiempo indignadas por la inseguridad y la ignorancia de sus derechos.

¿Sería mucho pedir, por ejemplo, que el CNI explicara algo sobre la desaparición de la ficha que
había confeccionado sobre imam-confidente de Ripoll, Abdelbaki Es Satty? Tranquilizaría a sectores
importantes de población y, sobre todo, se podría apreciar como una importante muestra de respeto
a las víctimas del grupo terrorista que dirigía tal persona.

No es la primera vez que un medio de comunicación pone el dedo en las llagas infectadas del
aparato de Estado y obtiene por respuesta un silencio ensordecedor. No es la primera vez y, si hay
que hacer caso de la historia, todo indica no será la última muestra de opacidad.

Quien tenga una cierta edad recordará la reserva que se impuso sobre los asesinatos del Batallón
Vasco Español. O el amparo que se brindó durante años a los más altos responsables de los GAL o
la tremenda desinformación que se proporcionó sobre las guerras y los motivos de las ofensivas
internacionales en el Golfo Pérsico, con la complicidad de significados medios españoles; o los
vuelos secretos de la CIA, en los que se trasladaba a personas detenidas ilegalmente a cárceles
secretas, con la contribución del Estado español (2), o las barbaridades que se llegaron a decir
desde el Gobierno, y que mantienen todavía algunos medios de comunicación, sobre la
responsabilidad del atentado del 11 de marzo de 2004, en Madrid, por poner tan solo unos ejemplos.
Podríamos citar muchos más casos de ocultación o tergiversación radical de la realidad por parte de
“servidores públicos”, también de otros países.

La historia de la “democracia”, y la de los estados que hipotéticamente la garantizan, está llena de


casos de guerra sucia, policías paralelas e implicaciones inconfesadas de gobernantes y
funcionarios “demócratas” en actuaciones criminales en las que se atentó contra la vida y los
derechos más elementales de las personas.

Muchos periodistas y algunos medios de comunicación, que ejercen responsablemente su función,


intentan romper el silencio que impone el poder para esconder su suciedad. Algunas veces lo
consiguen y otras no del todo.

Quien suscribe esta nota recordaba hace no mucho, en redes sociales que, cuando casi ningún
medio hablaba de las “cloacas de Interior”, del comisario Villarejo, de la utilización de organismos del
Estado para combatir a adversarios políticos y defender oscuros intereses económicos a cualquier
precio, el diario Público se rompió los cuernos en el empeño de denunciar las tramas creadas dentro
y fuera de la Administración, y luego bastantes periódicos y cadenas “descubrieron” que esas redes
corruptas existían, que actuaban en grave perjuicio de la sociedad en su conjunto y empezaron a
hablar de ellas con toda familiaridad.

Ahora ocurre un poco igual que al principio de les revelaciones sobre las cloacas, al menos fuera de
Catalunya. Unos miran hacia otro lado y otros levantan la voz, pero no para denunciar el escándalo
de la protección del imam hasta el día del atentado, sino para decir que, a fin de cuentas, el
fundamentalismo islámico siempre ha estado controlado en occidente por ministros y policías que
han pagado a confidentes con fondos reservados del Estado, que cada vez que se han producido
grandes atentados luego se ha sabido de la implicación de algunos de estos supuestos “chivatos” y
que nadie ha denunciado por ello la inoperancia de los gobernantes frente a la actividad terrorista.
En los grandes medios siempre hay gente empeñada en matar al mensajero (3).

¿Tienen razón esos gobernantes, políticos y propagandistas, tan henchidos ellos de “sentido de
Estado”?

La brutalidad estatal no es cosa de ahora y los que la practican siempre han encontrado personajes
y medios alienados, que piensan por cabeza ajena o que intentan labrarse un porvenir dócilmente,
justificando lo injustificable.

Llama la atención sin embargo que, a pesar de esta gente, algunos gobernantes, también del actual
Ejecutivo español, tuvieron en su día los escrúpulos hay que tener y hoy se comprometen a
responder por la actividad de los servicios de inteligencia del Estado, aunque sólo sea por lo que
tenga que ver con la gestión de su Gobierno y no con los anteriores. Así lo aseguró la pasada
semana Margarita Robles, actual ministra de Defensa en funciones, que dio a entender de esta
manera que no quería saber nada de lo que podían haber hecho sus antecesores en relación al CNI
y sus confidentes. “Este Gobierno siempre va a colaborar, en todos los ámbitos, en todo aquello que
tanto los jueces como el Congreso requieran”. “Lo que puedo decir es que los 3.500 hombres y
mujeres que trabajan en el Centro Nacional de Inteligencia hacen su trabajo con vocación de Estado
y lo hacen lo mejor posible”. “Este Gobierno, en cualquier momento que tenga que comparecer en el
Congreso lo hará. Evidentemente, yo tendré que contestar a lo que haga referencia a la gestión de
este Gobierno, no a lo que ha ocurrido con anterioridad”, dijo la ministra el pasado 18 de julio.

Margarita Robles, que fue secretaria de Estado de Interior entre los años 94 y 96, con Felipe
González en la presidencia del Gobierno, querrá poner orden en el CNI, si mantiene su actual
responsabilidad cuando se forme nuevo ejecutivo. Ha de sustituir al director del CNI. Sabe de lo que
habla cuando hay que tratar sobre asuntos oscuros en el aparato de “seguridad” y tiene experiencia
por lo que se refiere a acciones de limpieza. Ella fue la que impulsó la investigación que condujo al
conocimiento de la verdad sobre el secuestro y asesinato de Joxean Lasa y Joxi Zabala y quien dió
la voz de alto a la actividad de los GAL.

Nada tiene que ver esta actitud suya, ciertamente, con la del ex-secretario de Estado de Seguridad,
José Antonio Nieto, actual portavoz del PP en Andalucía, que negó que Abdelbaki Es-Sati fuera un
confidente del CNI y dijo que a quien le correspondía “detectar” la actividad del grupo terrorista que
dirigía el imam de Ripoll era a los Mossos d’Esquadra, sin explicar que se había ocultado a este
cuerpo policial catalán lo que sabía la “inteligencia” estatal desde hacía años sobre tal persona. Es-
Sati, aparte de otras facilidades, obtuvo plaza como dirigente religioso en Ripoll gracias al aval que el
propio CNI consiguió que le proporcionaran.

No hay que olvidar, sin embargo, que el PSOE, que confió en Margarita Robles como portavoz y
como ministra, bloqueó en su día la investigación parlamentaria sobre los atentados de agosto de
2017. El Govern de la Generalitat le ha solicitado ahora una reunión, con el formato que desee, para
informar y dar explicaciones que sirvan para poner fin a esta situación. También le ha pedido su
apoyo para la creación de una comisión de investigación en el Congreso.

La ministra, que fue una voz discrepante en el Consejo General del Poder Judicial, que le hizo
perder su condición de magistrada excedente en el Tribunal Supremo, seguirá probablemente al
frente de Defensa. Si así fuera, habrá que ver si pondrá luz en zonas tenebrosas de la
Administración o cederá a las presiones del corporativismo de los servicios inteligencia y de quienes
exigen que se mantenga la hostilidad permanente, al precio que sea, frente al soberanismo catalán.
1. Carlos Enrique Bayo. La verdad sobre el iman de Ripoll

El cerebro de la masacre de Las Ramblas fue confidente del CNI hasta el día del atentado. Público
15.7.2019

El CNI escuchaba los móviles de los asesinos de Las Ramblas cinco días antes de la matança
. Público 16.7.2019

El CNI fichó a Es Satty en 2014 a cambio de no ser deportado y le ayudó a ser imán en Ripoll
. Público 17.7.2019

El CNI quiso poner al imán en Barcelona pero el jefe local se negó a que lo controlara Madrid
. Público 18.7.2019

2. Roberto Montoya. La impunidad imperial. La Esfera de los Libros, 2005


3. Ilsa Lund. Matar al mensajero: cuando publicar la verdad puede costar la carrera
y la vida. Crónica Popular 13.11.2104

Marià de Delàs
periodista

Fuente: www.sinpermiso.info, 21-7-19


URL de origen (Obtenido en 22/08/2019 - 06:37):
http://www.sinpermiso.info/textos/alguien-tendra-que-hacer-limpieza-en-el-cni

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