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BIBLIOTECA SELECTA
DE
PREDICADORES.
COISSY. — IMPRENTA DE ARB1EU.
BIBLIOTECA SELECTA
DE
PREDICADORES
COLECCION ESCOGIDA
de conferencias, pláticas, sermones y otros discursos sagrados, sacados de los mas
sobresalientes oradores, en especial modernos, de España, Francia, Italia, etc.
T ENTRE OTROS
P. Tentara, Amado, Fortea, Hernández, Troncose, García, Pastor,
P. Muñoz, Ravignan, Laoordaire, Dupanloup, Badoire, Bridaine,
Plantier, Combalot, Ccour, Wiseman, Newmaa, etc.
BAJO LA DIRECCION
SERMONES MORALES.
PARIS.
.854.
I
i
:
BIBLIOTECA SELECTA DE PREDICADORES,
INSTRUCCION PASTORAL.
PUNTO PRIMERO.
SEGUNDA PARTE.
La mision del sacerdote es una mision divina.
TERCERA PARTE.
ADVERTENCIA.
EN LA PROPAGACION DE LA EÉ.
Tu es sacerdos.
íu eres sacerdote.
»
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 121
en el dia de su ordenacion santa, y le tiene dicho : Mira, yo soy tu
reina, y cualquiera de mis ministros y embajadores que se atreva
á alterar alguna cosa de mí, es un sacrílego, y yo lo arrojaré de
mi seno cortándole como rama seca, inútil, dañosa.
Y ¿ qué es lo que representamos nosotros en esta cátedra en
torno de la cual venís á reuniros con tanto apresuramiento ? ¿ En
esta cátedra desde la cual tenemos poder, y aun el deber de juz
gar á los poderosos de la tierra ? ¿ Qué fuerza oculta les trae á
estos aquí, yo os pregunto, á estos que tal vez se erigen en bu
fones y satíricos nuestros ? ¿ Es acaso la palabra de un hombre
lo que vienen á oir ? ¿Vienen acaso para complacerse en percibir
unas cuantas frases floridas, ciertas armom'as retóricas, algu
nas palabras sonoras, algunas cadencias mesuradas? Vense en
efecto hoy dia, como en todas las épocas, que ciertos personajes
elocuentes reunen en torno de sus cátedras muchedumbres de
gentes, ansiosas de fuego, entusiastas de lo maravilloso ; pero
como los tales oradores no apelan sino á las pasiones, las pasio
nes solas les responden. ¿ Qué es menester si no para que al
clamoreo de las ovaciones venga á suceder un silencio tacitur
no ? Basta que desciendan de esa arena de fuego ; basta que en
lugar de proclamas apasionadas, expongan ideas, presenten el
símbolo de la fé : esto basta, el tribuno será acogido con indi
ferencia si no con desden.
El siglo nuestro es desde luego harto afectuoso, ve pasar sin
hacer alto esos doctores que pregonan hoy lo que mañana nie
gan ; oye con desden y aun con sonrisa satírica esos eternos in
vestigadores que exclaman sin cesar : yo he encontrado la so
lucion del problema... He dado con la verdad... la verdad mis
ma. ¡Y qué habeis encontrado, desdichados! un sueño que
os disgustará y cansará muy presto... aunantes que lo juzgueis
posible.
Mas al lado de esa turba de idealistas, cuyos conceptos sume
en la nada la hora que suena despues, al lado de esas ideas efí
meras mirad al sacerdote católico : diez y nueve siglos hace que
predica lo mismo, que anuncia las mismas verdades, la misma
doctrina, la misma moral, sea que el sacerdote explique un libro
humilde en donde aprenda el niño á deletrear, y cuyo solo título
hace sonreir á nuestros espíritus fuertes. El orador sagrado mas
sencillo y menos nombrado reune al pié de su púlpito un auditorio
constantemente mas numeroso de ordinario que el que suministra
la mas populosa ciudad á sus sabios mas brillantes. ¿Y por qué ?
4il APOSTOLibb CATÓLICO.
j Pbr qué! Portftle hd Sbihbs iidsoti-bá §iilt¡ lb§ 8rpiids g iritét--
pretes de tó verdad católica; qtle va pasando Siii dltfetaciori pW
ritiestrds iabids de ühdS Üil btt-oá; y db todos á vbsutrbá; intér
pretes y órgaiitís de esta verdad tple tibs jüfcgará á ildsbtrtis coriib
á vdstftrbs; dé está verdad tjue tibs recliazará tai vez de sí, si por
ventura litis etícdhtrara ihdighos de ella: — ¿ POr <}dé ? —
Pbrqtle ilb^titftis somos" Ütia ddctritia «- üha reiigibri. Si fuéra-
ihtis tari solaifleüté Üübs i-ebfetidores de la palabra humada; ihas
ó ttiefibs felices feri recürsdá de iiigehio* ttiSs 6 menos eibellerites''
nb tihiét-áiá pdi- cierto Vdsdtros A recoger cbii tatitd étlidadd lá
idea estéttl de üho de vÜeStrbs §en1ejahtes. Cansado está ya ei
iriütído y fastiüiadd de éáds idebibgistds', de esos prec'eptores á lá
iflbda ; y tiene razdb el tiiütidti.
De aqüí prdviene; aniadbs hermaiids Mo8j de áquí sé deriva
eSa magnífica idea qué Se halla arráigada eri el ebraíoft del cris
tiano acerba de ia sublime represeiitacidli, eii el bristianisnib y en
la sociedad, del sagrádd carácter sacerdtitaL El sacerddcid e's
una paternidad espiritual que traiismite al pueblo Cristiano la
vitía de ia ititeligericia; al igrioraiite, ai Sabio mas sublitíiadb
en la fciencia ; que participa á los fleles las' vivientes partículas
del alimeiitb eterno ; y pdr este motivo llamais cbri mucha ra
zon al sacerdote : Padre : y le debis, PMre WiiO ; parque él es
quien os ha engendrado á la luz de la verdad eterna; él es quieii
ffiaS tarde os abasteció defé y de caridády de amor á la virtud.
Quiehes quiera que seáis; vóádtrds tbdoS habeis recibido de hc¿
sbtrds ihüchb, sí, mucho, seá de lejbs, sed de certa ; sernos
vuestroS maestros, vuestra alma rtos debe tanto, y tanto, y tahttiJ
Ndpüedo mendsde dejdrhle arrastrar de ütta "santa admira
cion al ver esos hüitilldes y celbsbs bastorbs de las aldeas y
cortijo's de las selvas pasar largas horas, dias, años en enseñar
los rudimentos y la práctica de la fé cristiana á tantas almas in
felices, que por cierto nb son Visitadas de ésos orgüllosbs filoso
fastros, que se sortrieh y burlan al ver el cele apostólicb del mi
nistro de Jesucristo. ¿Ni cómb hah de coiriprender esos hombres
repletos de orgúlld y de sensualidad el que ün Sacerdote se con
dene á una vida escura, incógnita* huhüide, penosa y desinte
resada?;.. Enseñará deletrear, enseñar el catecismo; enseñar
á rezar á pobres y huerfanitos hiñbs. . . ?, cómo entrar en esos vas
tos planes de un filósofo que aspira á la nombradla universal ?
Al ver ese ejercicio tan poco famoso del sacerdote del Evange-
ÜO* la sonrisa y la expresion de lástima se deja ver en sus labios,
LA VERDití; feít., M EL ÍÜfcERDOTE. í II
y a^iBfdtí ese Hjié ÜáWMi Sü MáttóÉ8; pocB BH artíidiiíd ctítí sil
civilizacion.
PM bietí; rgid; iháttb§; 8 teneíi, sí idas" tí§ place; Bolripasion
de ég8 ílgipoS Bscüfb á >ofebtt8§i ^éf8 íbil^ cbnociaBe'Hia asamblea
db lóÉ gatiid^t ese bbfbbrb, e'3Í sáceFflbte' bs grándb atiti á lbs
djBs agibferiiiaBí y del filosofo ! lleta 8oMgo 18§ destúds btefc
ritís fe ififlldHalei de' lb§ Hermáhoá Sttyóá qub trábáján eMM-
d8§lá tierra; rebresehtá cobsIgB 1S vbfadaerS clvllizÜblbli, lá
«libad, la fe' de loba ÜdS ñlB. fcÜabdo juiitk gfl 18s 8o-
áiifi^olj SI fedbdbr tíB sti ptíUbtB; bsoá KBiübres ciiytíá basbs", util)
á bUb; 11S sbllSdb bh la vida bbb übS idea faráii&e, ?, cuátí süpe-
rlBr dtíarbbb i &bs' sabltíS abé tartamüttbkti yo h8 sé que
áistemd nmertb ábenaá hSblbB ? Y cbahdB dirlglBbdbse I hS M-
¿r§§8§ les dibe : Hijos itiib's, beriflahbs níiBs, yB ibe lhclíHB cofc
iüb^idl» atílfe e§tá áübÜbie paternidad. MeñBsprbBiaaiB, si Ssi Bs
place ; tened entendido que él tiene á honra' sÜbrema su tbi-
áibÜ: JesübHstB; el VerbB etbrtíd; HB tibrie eii la' tietrli rBprbsbn-
tabte illas BigllB:
Süi einbargb, amadb§ hbribSbbs niios1, Bl ministerio 8B1 sa-
ebrüoté, respecta de Vi verdad; tíB es übd rep'resentdcidn bibra-
ffleüte p'Ssivá i si bs cierto que hb tiene defbcbb sdbrB ella, lá
vbrdád empero le impddb Id obligacioh de defenderla : } privile-
gití tbrriblb ! hBhrbso deber párd el soídádo que ha dé teiier
eiiárbbladB el eStddddrte sagrado; eñcarharlB cBii sahgre de jstis
vedas y legárlb ihi,ácttí; al morir; ¡i sus hermanos. Y Ssí, déber
tltibstrti eS indy imperioso el cBnservSr incorruptible la palabra
de tiioá; y cüahdo hd HMyd tjüieil lá atáque, dárla uri refugio en
nüeátrd Sbbbj Bstrechárlá ibas cariñoáShieníe bbb bubsWb pálpí-
taritb bBrkzbü;
Efibddeiiddos al batio tritirifal dé lá verdad; y llgádBs bon
ella, hemos de vivir consu vidd, Siifrtr cob sUs' padecimiehtBs, rb-
gbbijárhos' de Sus" gozos : SabelhbS átilatflbtitb qüe nB püede ni
cífer, rii morir: Por lo qüb tóba árib§btbosSÜs eselSvbáhbmildes,
se iios puede Ijüebrabtár cornil fasijás de Barro ; pero lá vbr-
dad; büal tina bSehciá olbrbsa; sb desliza db lás mahBs Bb quien
W qüierb apriálohai- y se sübb al bielb. ¿Sóíl iübilestbr áiióstoleá?
jSbd QecesariOs ittártütés t vedhbS aqttí. No es gloria nuestra, es
k hÜestrB detíbf : 1S gloriá Se qübda pSra iá verddd qub triúhfa
cuando süs servidores" bábn. ES fflehbstbr dbfbhder Id fe &
costa db padecimientos, e impedir qüe hb se qültb ni üilá jotá
al sagrado depósito del Evangelio?... ¿Pero de qué nombre
124 APOSTOLADO CATÓLICO.
echaré primero mano entre los héroes sin número de la palabra
de Dios?
¡ Terribles son en verdad las luchas del sacerdocio contra el
error armado de un acero escondido tal vez bajo un manto de
púrpura! La verdad subsistirá; sacerdotes habrá que cuando sea
necesario la sepultarán en las catacumbas de donde resucitará
gloriosa : se paseará con nobleza y grandor en medio de las
blasfemias de un mundo bramando contra ella. Cada precepto,
cada punto del dogma costará mártires, y los tendrá en número;
en vano agotará Venceslao todos los medios imaginables para
arrancar de la boca de un sacerdote el secreto sacramental fiado
á sufé ; la fidelidad de un Nepomuceno se levantará ante su pre
sencia cual mano de bronce : el emperador, es cierto, lo hará
precipitaren el rio; mas el sacerdote llevará intacto su secreto
al sepulcro, y nosotros le colocaremos en nuestros altares para
aprender á imitarlo.
Hay hombres que se asombran hoy dia en Europa que se atreva
la Iglesia á hablar de su independencia en el orden espiritual :
no conocen estos tales la expresion de uno de nuestros mayores
doctores : « La libertad de su Iglesia es lo mas que quiere Dios en
el mundo. » Cierto dia, en el siglo décimo tercero , un obispo
se levantó contra las pretensiones de un soberano enemigo de
las franquicias y privilegios eclesiásticos : nada pudo hacerlo do
blar. Desterrado de Inglaterra, vino confinado á Francia donde
recibió un sinnúmero de simpatías. Vuelto á llamar para su dió
cesis, y siempre inexorable en la verdad, estaba en oracion
cierto dia al pié del altar, en ocasion que se vió circunvalado
de asesinos, los puñales en la mano. Tomás de Cantorbery se cu
brió la cabeza con su manto episcopal y dió el último suspiro á
la vista del Dios vivo. La historianos deja consignado quién fué
el vencedor, si el obispo ó el soberano.
Algunos dias despues, el rey de Inglaterra, gimiendo, descalzo
de pié y pierna, vino á pedir perdon á su tumba, y la Igle
sia venera al santo que supo morir por la libertad y por la Igle
sia ; porque la libertad de la Iglesia es la libertad del mundo.
Asi es como se transmite la antorcha de la verdad de mano
en mano por todos los sacerdotes cristianos : así es como el sa
cerdote explica y repite la verdad sin poder alterarla. Pero desde
el orden dogmático pasemos ya al orden moral, y examinemos
la segunda idea que en el mundo representa el sacerdote.
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 125
El principio fundamental dela moral cristiana, el que resume
la ley de Dios, del hombre' y del mundo, ¿ sabeis lo que es? El
sacrificio. Ved aquí, hermanos mios, un espectáculo digno de
Dios.
Viene con mesurado y grave paso un hombre, revestido de
ornamentos simbólicos. Sube las gradas de ese altar, entera
mente preocupado por un pensamiento infinito ; no es ese un
mortal cuya voluntad forcejea apurada en el cieno, no ; es un
hombre divinizado, es el pontífice supremo, es Jesucristo que
salva al mundo. Ese hombre, ese personaje humano será tal vez
como vosotros débil, flaco, abrumado bajo el peso de numero
sas faltas ; pero en este momento desapareció su ser perecedero
absorvido por el elemento divino.
Reproduce progresivamente varios pasos del Calvario ; un
poco mas adelante se detiene como si repentinamente quedara
sobrecojido... y levantando las manos dice en secreto, y como
en ligero murmullo y temblando, una expresion misteriosa... y
la obra queda consumada : Dios, todo un Dios obedece á favor
de un hombre que le manda... ¡ milagro de omnipotencia y de
amor ! y de nuevo Cristo se inmola y muere simbólicamente al
filo de una palabra ; y de este altar, cual otra vez desde el Gól-
gota, se derrama á borbotones la gracia sobre el mundo. Este
sacrificio, es la ley de la humanidad rescatada ; el que se inmola
es nuestro Gefe, es la Cabeza de este cuerpo místico del cual
somos nosotros ministros á la par que miembros.
En nuestra mano está el reproducir el heroico espectáculo.
Pronto y preparado está el altar ; la víctima sois vosotros todos
los que me escuchais, la víctima es todo cristiano ; el cuchillo sa-
crificador se levanta : el cristiano sube, el sacerdote sube, lle
vando la pesada cruz sobre sus hombros ; llega á la cima del Cal
vario, y tomando el filo sacrificador lo embota con mano firme
en su seno. Y así, la muerte engendra á la vida : y así traspa
sando el suelo del destierro, el hombre viajero recoge la co
rona, y segun expresion del Evangelio, toma de asalto la eterni
dad. Violenti rapiuntillud. Esto es sacrificio : Dios por el hom
bre, el hombre á Dios, ambos se sacrifican.
Y ved, amados hermanos mios, la idea sublime que representa
el sacerdote en el orden moral ; y así como no debe cesar nunca
de enseñar la verdad evangélica, jamás ha de cesar de ofrecer
el sacrificio augusto : subiendo irá siempre al cielo el suspiro de
la víctima infinita que el sacerdote inmola ; su mortal clamor
126 APOSTOLADO CATÓLICO.
resonará sfomprc para recordar á la humanidad su ley : Hoc
facite in meatfi commemorationem : « haced esto en memoria
de mí. »
Mas como acaho de decir, el sacerdote representa una idea de
sacrificio ; él debe unirse é identificarse con ella por una alianza
indisoluble con la cruz. El sacerdote, segun el Evangelio, es el
holocausto viyq, el sacrificador que ha de inmolarse á sí mismo.
En tanto, que vosotros estais gozandp de las comodidades que
proporciona la familia, mientras que vosotros estais rodeados de
un amor que jamás se cansq de sacrificárseos, el sacerdote
solo, siempre solq, sea para consolar, sea para padecer; sea paca
aliviar vuestras miserias, sea para sobrellevarlas suyas. ¿Ni
quién le servirá de consuelo en ellas? Y por el contrarip ¿ hay una
de vuestras miserias de que no sea él testigo forzoso 2 ¥a de, con
tinuo pasando de la choza del pobre al palacio del potentado, del
pié del altar á la cabecera del moribundo : derrama el agua pu
rificante sobre la frente del recien nacido, consagra mas tarde
su union, y él mismo es todavía el que le acompaña al sepulcro.
Si vé el sonrpir de la yjda es para yerlo cercado de las som
brías tristezas de la muerte-
¿ Podeis haceros cargo yqsotros por ventura de esa mezcla
de emociones suaves y atroces, dulcesy amargas, alegres hasta
el extremo, sombrías basta el abismo 2 ¿comprendeis acaso esa
mezcla de sentimientos diyinos y humanos, de esas escenas ya
tiernas ya dolorosas que en }a misma hora van pasando sucesi
vamente á su vista 3 Predica la verdad, y los hombres pasan
indolentes ante su palabra ; copsúmese á fuerza dq trabajos pe
nosísimos, prolongados, y se cree dichoso si tiene por recom
pensa el olvido en lugar del insulto ó de la persecucion. Guan
tas veces se le dice ; <? no haceis sino cumplir coq yuestro
deber i s se le da á entender que está ya sobrado pagado. Sus
obras, sus acciones de cada dia por mas heroicas que sean...
no se les echan de yer ; y al menor defecto que en él se note
de humana fragilidad, de Ufl descuido tal yez involuntario, un
clamoreo general se levanta contra él, se le desprecia, y se reti
ran de él precisamente aquellos por quiepes mas se habrá sa
crificado.
iyánzage entretanto la fidad, la yejez xiene á toda prisa,
encanécese §u venerable cabellera, sus manos debilitadas no
pueden, levantarse ya para bendecir ; vise á morir en algun
asUo preparado de antemano á sus achaques por la caridad
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 127
pjíblica, y nunca habrá mostrado mayor solicitud que en su le
cho de muerte. No le tengais lástima sin embargo, porque él
ha escogido. libremente y con entero conocimiento de causa la
situacion que le hace su ministerio ; ha echado libre y espontá
neamente en torno de SÍ la doble cadena de la castidad y de la
obediencia.
£n cierto dia, en una peasiOP mpy solemne y memorable para
él, se entabló entre él y el prelado cpnsagrador un diálogo ad
mirable, lujole ej obispo : « Pensad detenidamente y con madu
rez el pesado cargo que váis á tomar : mirad que es una es
clavitud ; tpdayía sois Ubre, pensadlo bien- » Y le repetia la
palabra dp Jesucristo ; « El discípulo no es mas privilegiado que
el }laestro ; si se me ha perseguido á nu', perseguidos sereis
tambiep ypsptrps. »> — Nq importa ; el sacerdote futuro habia
datjo ya el paso irrevocable que uonia up muro de eterna sepa
racion entre él y el mundo : respondió pues entonces : Domi-
nus pars hcereditqds tfieM V,t cqlicu mei. « Ej Cips mio será por
toda la eternidad la parte de mi herencia, la corona de mis
trabajos. » — ¥ así es que el mundo no Pesa de maravi
llarse, de que olvidando su mision, po tome parte en sus regoci
jos prpfanos, en sus placeres encantadores.
¿Es que la víctima del saprifipio puede participar de los gozos
que se pregonan y prometen pon tanta Rompa y delirio en los
apuncios mundanos? ¿Es que la sábana de la mortaja puede
figurar biep entre colgaduras profanas, eptre adornos sensua
les ? Vojveis vosotros la cabeza por no ver á esta muerte qpe
quisiera hermanar una corona de espinas con una corona de
flppes ; y sin embargo, ¿ sabei§ por qué rechina 4 veces tanto
aborrecimiento al rededor (lel sapprdote ? Porque hay entablado
ept,ee el mPPdo y él uii duelo de muerte ; que este duelo se está
batiendo todos ¡los dias, á cada hora, desde los primeros siglos y
imsta el fin de los tiempos. — Es porque el sacerdote repre
senta pl sacrifipio, la abnegacion ; y que el mundo tiene en hor
ror 4 la mortifipaciop y al desprendimiento, y que mira con es
panto la sepultura ep donde lo quiere enterrar la abnegacion de
sí propio-
El sacerdote no ha de tener sino palabras de amor en sus la
bios, y sip embargo tiene que enlamar pon enprgía ; i Desgra-
pjadp rowndQ ! ¿ Y Ror qué ? — Porque el saperdote y el mundo
son 4qs enemigos irrecopeiliaples- Y yed por qué razop el sa
cerdote es execrado siempre que triunfan las malas pasiones : y
APOSTOLADO CATÓLICO.
ved por qué razon no se fijan sobre nuestra ropa talar sino con
ira y furor los ojos de ciertas gentes; porque nuestro hábito
hace despertar en ellos yo no sé qué sentimiento implacable que
nada puede dulcificar. ¿.Cuándo llegará, dicen, la era de la liber
tad, esto es, el momento en que se pueda cerrar la boca á esos
predicadores importunos, en que se arranque á la infancia y á
la juventud de sus doctrinas y escuelas, y si se obstinan, echar
los á un destierro? ¿Es que no hay quien sienta que se haya des
lizado salva la cabeza del sacerdote de manos del verdugo se
senta años há?
No es nueva esta lucha, amados hermanos mios ; data del
tiempo mismo de Jesucristo. San Pablo decia ya : «Destinados es
tamos á la muerte, porque estaremos crucificados para el mundo ; »
palabra enérgica que pinta con exacto colorido la situacion del
sacerdote en el mundo : crucificado está para él, pasa delante
de él, y le echa su maldicion; aun los mas moderados le vuelven
la espalda y huyen para no encontrarse con él.
Ved lo que somos para el mundo en el sentido del Evangelio.
Nosotros añadimos, que el mundo está crucificado para nosotros,
esto es, que mientras viviéremos, combatiremos sin cesar los
entretenimientos insensatos , las voluntades perversas del
mundo, predicaremos la abnegacion y la muerte de los sen
tidos. Nuestra voz llegará hasta vosotros al través del si
lencio de las noches, y atravesará las espesas paredes de
vuestras habitaciones ; os hará palidecer en vuestras fatídicas
algazaras, y llamará en su socorro á los remordimientos de
vuestra fé.
Siempre, por siempre jamás repetiremos la palabra de Jesu
cristo : « Bienaventurados los que lloran. . . si no haceis peniten
cia, todos perecereis: » Esta palabra es el suplicio del mundo,
pero es tambien su anuncio un deber para el sacerdote. Y así
como dicho está : « Desgraciado del mundo, desventurado y
maldito sea el espíritu del mundo » , tambien se nos ha dicho :
« Desgraciado del sacerdote si no evangeliza. . . » Y ¿ sabeis lo que
representa el Evangelio? El Evangelio es la abnegacion, el
Evangelio es el sacrificio, el Evangelio es la muerte de sí
mismo.
Pero ¡cómo! ¿Es que nosotros no representaremos sino la
lucha en la escena del mundo ? Amados hermanos mios, no os
sobrecojais de temor ni de compasion por el sacerdote ; porque
ademas de representar la verdad evangélica y el sacrificio, re
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 129
presenta ademas para consuelo vuestro la mas lisongeray ha
lagüeña idea; á saber, la misericordia.
PRIMER DISCURSO.
PUNTO PRIMERO.
SEGUNDO DISCURSO.
t
LA PALABRA EVANGÉLICA. 179
siste continuamente sin alternativas de menguantes ni crecientes,
siempre lleno, é inmóvil en su majestad : distribuye á los espíri
tus el movimiento y la luz , y en la inmensidad de sus tesoros
todas las formas posibles, millares de sucesivos desenvolvi
mientos y manifestaciones. Sin embargo, no despide sus rayos
sin medida ni regla ordenada ab celerno ; se le ve despuntar y
alborear en el Edén con la revelacion primitiva : muéstrase mas
vivo y brillante en las rocas del Sinai ; manifiéstase en su ple
nitud en el Tabor con la Encarnacion, y nos inunda en el Calva
rio con sus rayos.
Antes de él habia en efecto progreso en los espíritus que ha
bian seguido el desarrollo de la verdad desde su gérmen hasta
su crecimiento ; pero despues del cristianismo, toda la religion
subsiste consumada, llena, perfecta : el sol ha dado sus rayos,
no despedirá ya mas otros nuevos, y sin embargo, ejercerá sobre
el mundo una accion que lo hará progresar en la perfeccion de
la fe ; porque de una parte , penetrando en las costumbres de
las masas, cuanto mas se identifiquen con él, tanto mas hará
engrandecer á los individuos y á los pueblos : los hará acrecen
tar hasta la majestad del Hijo de Dios ! ... Y por otra parte, ga
nando siempre en extension, va preparando, con misterioso tra
bajo, la terminacion de esa vasta unidad católica á donde iráná
abalanzarse los pueblos en el seno de Jesucristo. Mas no hay
que olvidarlo ; el mundo no se verá jámas libertado de la lucha
eterna del mal contra el bien ; aun bajo el reinado mismo de Je
sucristo habrá siempre una mezcla de errores, como en el reino
físico habrá siempre una mezcla de oscuridad y de luces, de
sombras y de claridades.
Ved el progreso que se puede suponer y concebir en la ver
dad ; ved lo que podemos admitir nosotros en el cristianismo. En
ese progreso, así entendido, se concibe muy naturalmente una
forzosa y necesaria variacion en la manera de anunciar la pala
bra evangélica. Ved todos esos hombres animados del espíritu de
Dios; ¿cuál fué el secreto de sus trabajos, el principio de los di
versos caracteres que los distinguen? Echarán entorno suyo
una mirada vigorosa y penetrante ; adivinarán las necesidades
de sus tiempos ; luego, en la palabra evangélica tratarán de bus
car el género de pasto que convenga al auditorio. Los apóstoles,
esas figuras monumentales, se diseñan con su majestad sublime
en la edad heróica , en la cuna del cristianismo.
Cuando mas tarde los espíritus elevados é influyentes vinieron
480 APOSTOLADO CATÓLICO.
á ser tranquilosposeedoresde la fe, solo quedaba por demostrarla
armonía dela gracia con la razon, la naturaleza y la historia. En
tonces hizo brotar Dios los padres de la Iglesia : mas tarde, cuan
do la fe en Jesucristo reinó umversalmente en los ingenios, todo
el trabajo de la palabra evangélica consistia en formar las cos
tumbres ; ese mismo ha ido siendo tambien el carácter, la forma
de que se ha revestido hasta nuestros dias.
Por lo que toca á nosotros, venidos en una época inaudita en
la historia del cristianismo ; nosotros, colocadosá la faz de un si
glo que no niega, pero que duda; que no ataca, sino que resiste;
que no posee, sino que busca ; que despues de haber caido en
un vacío inmenso respecto de su alma, experimenta la necesidad
de llenarlo de cualquier cosa ; que despues de haber amontonado
ruinas, se penetra hoy de la necesidad de construir: nosotros,
repito, ¿ qué podemos hacer, sino mostrarle los materiales y el
ordenamiento magnífico del edificio cristiano, hacerle admirar,
segun le sea dado á nuestras escasas fuerzas, hacerle, digo,
admirar su extension, ventajas, solidez, hermosura? ¿de exhor
tarlo y empeñarlo á entrar en él, y venir, bajo este abrigo, á
garantir su presente y su porvenir, pensar en el tiempo y en la
eternidad?...
¡ Oh palabra de nuestro Señor Jesucristo, tú estarás siempre
en nuestros labios y en nuestro corazon ! A tí sola pertenece la
primacía delos espíritus ; á tí alumbrar nuestra razon, y á nuestra
razon le dejas el cuidado de ir marchando en pos de tí... Verbo
divino, á tí solo queremos pertenecer, contigo solo comunicar, á
tí solo rendir homenaje.
En fin, amados hermanos mios, para entrar en comunicacion
con el Amor del Espíritu Santo, nos es necesario acordarnos de
nuestras antiguas promesas de cristianos, y abandonarnos sin
reserva á la gracia. El tiempo nos falta para desenvolver esta
idea ; vosotros la penetrais empero lo suficiente ; y nosotros
tambien, cristianos, estamos penetrados que se nos ha impuesto
un deber para entrar en comunicacion con la gracia y amor de
Jesucristo. Sabemos que nuestra palabra no ha de ir mezclada
con hiel ni amargura, sino abundante en gracia y en caridad ;
y este deber será muy precioso y muy sabroso para nosotros.
No hemos echado en olvido el fin para que nos ha sido dele
gado este ministerio por Dios ; sabemos que es para mostrarse
mas gustoso, menos pavoroso á un hijo, frecuentemente culpable.
¿Qué os podrá decir de demasiado humillante el hijo del polvo?
LA PALABRA EVANGÉLICA. 181
¿Qué os podrá decir de demasiado duro vuestro hermano, hijo
como vosotros de Adan, hombre débil y culpable tambien?
Guardad pues, amados mios en el Señor, guardad esa palabra
evangélica que os transmitimos de órden de Dios, y guardadla
pura en vuestro corazon y conservadla con el respeto y la docili
dad. No permitais que doctrinas mentirosas vengan á empañar su
divino lustre ; sed cristianos, y sereis grandes, sereis cual pri
mogenitos de la luz, y con vuestro ejemplo atraereis á Dios fe
lices adoradores en el tiempo y para la eternidad. Amen.
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL.
(1) Paria.
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL. 189
les dijeron : padres, acordaos de nosotros cuando estuviéreis en
el cielo. Y el sacerdote, ese hombre de Dios que se habia inmolado
en su amor sobre ese calvario con esos otros Dimas, les dijo :
por hoy, la eternidad se acerca todavía ; pero un dia, estareis
conmigo en el cielo. Ved, católicos, lo que puede la palabra del
sacerdote.
¡ Enviad todas vuestras academias de ciencias morales á un
presidio, todos vuestros pensadores, todos vuestros habladores
de moralidad, todos vuestros compositores de lindos discursos,
y decidles vayan á convertir á un presidiario, de hacerlo ser un
santo, un amigo de Dios ! Solo gozan de esta prerogativa los
jesuitas, los dominicos, los franciscanos, los capuchinos, los
fráiles, los sacerdotes. Todas las academias de la Europa no
son capaces de hacer formar un acto de verdadera contricion á
un presidiario : milagro tal se reservó para la palabra del sacer
dote, del representante de Jesucristo ; para la palabra católica,
evangélica, sacerdotal.
Ya la conoceis ; ahora voy á exponeros lo que de vosotros
exige, y todo cuanto debeis al apostolado católico.
La palabra del sacerdote, amados hermanos mios, es, pues,
el eco vivo de la palabra de 'Dios eterno ; os trae de lo alto la
verdad, el pan del alma, el alimento que regenera, que san
tifica al hombre moral. ¿ Que experimentamos sin embargo noso
tros con relacion á ese grande y santo ministerio ? Dos desór
denes que no podremos llorar nunca debidamente.
La inmensa mayoría de los hombres de nuestro tiempo no vie
ne ya á sentarse al pié de nuestra sagrada cátedra : espectá
culo tan triste estaba reservado á este nuestro siglo. Ved si no
lo que sucede en esta inmensa capital ; ¡ cuán pocos son los que
vienen á recoger el pan de la palabra de Dios ! Y segun esto, ex
trañaos si su alma se halla en un estado tan desgraciado bajo el
punto de vista de sus destinos eternos. Van empero muy presu
rosos á escuchar otros doctores que les predican la apostasía y
la injuria al ministerio sagrado que llenamos. ¡Ycuántos hay en
tre ellos á quienes conduce todavía al pié del púlpito la costum
bre ó rutina; cuántos que hacen inútil este apostolado, que es
cuchan la sagrada palabra como una palabra humana, que vie
nen á hacer una científica anatomía del discurso, cual si fuera
la palabra de un tribuno, de un cómico, de un orador vocin
glero !
¿ Cuáles son pues las disposiciones que solas pueden asegu
190 APOSTOLADO CATÓLICO.
rar el fruto del apostolado que ejercemos para con vosotros
desde este lugar?— Primera disposicion. Una disposicion fle fe.
Al presentaros en este santo templo para oir la palabra sacer
dotal, habeis de formar un acto de fe. La fe os obliga á creer
las cosas que no concebis, que no veis, que vuestra razon no
puede comprender. Habeis de creer cuanto os habla el sacer
dote católico, porque es Jesucristo quien os enseña, es el Verbo
de Dios, la palabra de Jesucristo que se encubre bajo el manto
del verbo humano, bajo la capa de la palabra del sacerdote.
Ahi teneis el acto de fe, y en eso consiste lo que bajo este res
pecto se pide de vosotros.
Pero me direis : mas eso que nos pedis es duro, nos viene
muy cuesta arriba este acto ; se nos hace sumamente difícil : y
por fin no sabemos qué motivos lo determinan. ¿Qué motivos?
Voy á indicároslos. Nada hay mas sencillo, nada mas obvio;
y váis á ver cómo está en mi boca la palabra de Jesucristo, cómo
yo no soy sino el órgano de la palabra de Jesucristo.
Yo soy sacerdote católico : no puede subir á esta cátedra sino
un sacerdote católico. Si á este pulpito subiera un ministro pro
testante, no se estaria de pié derecho en él, ni aun lo podría por
mas que quisiera. Solo puede subir á esta cátedra la verdad ca
tólica. Mi palabra es católica, es la palabra de vuestros pasto
res, la de todo el obispado católico entero ; es la palabra ge-
rárquica. Esme imposible á mí, amados hermanos mios, de
despedir de lo alto de esta cátedra una palabra que no sea cató
lica sin verme inmediatamente condenado á un silencio eterno.
Y así, en esta cátedra, cuando el sacerdote católico sube á ella,
el obispo, reunido á su gefe el romano pontífice, guarda su pa
labra sacerdotal ; todos los doctores de la Iglesia están de pié y
vigilan sus labios : diez y ocho siglos de tradiciones están á sus
costados.
Ved, hermanos mios, cómo está guardada y garantizada la
palabra del sacerdote, cómo centellea hasta Jesucristo, y cómo
no es sino el eco vivo de la de Jesucristo. Si mi lengua hiciese
tráicion á mi ministerio ; si yo profiriese una palabra hereje en
medio de esta asamblea, vosotros mismos, vosotros os levanta
ríáis con santa indignacion, y tapándoos los oidos huiríáis de
esta cátedra profanada. Una sola palabra de error, cayendo de
la boca de un sacerdote católico, haria estremecer de repulsion
á la gerarquía católica entera.
¡ Cuán magnífica es la situacion del sacerdote ! El no puede
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL. 191
enseñar sino la verdad. Poned en su lugar á uno que venga en
nombre de su opinion : se le cortará la palabra con sola una pre
gunta muy justa y aun necesaria. ¿ De dónde vienes ? se le di
ria. ¿ Quién eres tú ? ¿ A dónde vas ? ¿ Qué enseñas?
Mi opinion. Pero tu opinionno es regla de la mia. Pues bien,
yo no tengo sino mi opinion, y te sujeta, eres por el mismo he
cho el esclavo de mi pensamiento. Y es que no hay sino escla
vos cuando un hombre no tiene otra mision que la opinion indi
vidual ó persona].
Y esta es la situacion de los que enseñan el error, la herejía,
la mentira, la duda, los sistemas. El sacerdote católico solo os
emancipa en la verdad eterna. Nunca os someterá el sacerdote
á su pensamiento personal, propio ; porque no tiene pensamiento
suyo. El dice como su Maestro : « Mi doctrina no es la doctrina
mia, sino la doctrina del que me ha enviado. » Yo os transmito
incorruptible esta doctrina, imposible me es alterarla, porque
va eslabonada en la cadena divina de la lengua sagrada de una
gerarquía que cuenta diez y ocho siglos y que sube á Jesucristo.
Ved cómo el sacerdote católico os anuncia la verdad, y cuá
les sean los motivos que justifican ese acto de fe que haceis en
presencia del sacerdote cuando creeis que es Jesucristo quien ha
bla por su boca.
Es pues necesario oir con fe esta palabra ; y entonces ¿ qué
os importa el que esta palabra tenga un vestido brillante y mag
nífico , sencillo y llano ? Porque si el Verbo de Dios se esconde
en la palabra humana, esta palabra humana no toca en nada á la
sustancia del Verbo sagrado, del Verbo evangélico, del Verbo
de Dios. Cuando pasaba nuestro Señor por las plazas públicas de
Jerusalen ó transitaba las aldeas de la Judea con vestiduras po
bres, ¿ no era por ventura el mismo Dios que apareció en la
cima del Tabor con vestiduras de gloria eterna? Pues del mismo
modo, hermanos mios, aun cuando la palabra del sacerdote tu
viera un vestido compuesto de remiendos, si al través de él di
visais á Jesucristo, ¿ qué os importan esas fórmulas ? Si teneis
fe, el sacerdote mas pobre, el menos elocuente de entre los hom
bres, cuando sube al púlpito, lo escuchareis con profundo res
peto, porque es el órgano de Jesucristo.
Segunda disposicion. Recoged la palabra sacerdotal con hu
milde docilidad, con la docilidad de un niño. ¿Por qué? Porque
es la palabra del sacerdote, que os descubre dogmas y verdades
que están muy fuera del alcance de vuestra razon. Os da á cono
192 APOSTOLADO CATÓLICO.
cer todas las verdades y consejos de Dios ; y ¿ cuál seria harto
temerario para penetrar los consejos de Dios, sus secretos, sus
misterios? Si ha querido el señor emplear nuestro lenguaje, ser
virse de él para transmitírnoslos, ¿ no debemos confundirnos
ante su presencia por bondad tanta ? Nosotros os transmitimos
incorruptible esta palabra ; luego vosotros estais obligados á
creerla ; vuestra recompensa será infinita por cuanto vuestra fe
habrá sido llena y entera. Humillaos pues como niños pequeñue-
los, porque ha dicho nuestro divino Maestro : « Si no vem's á
asemejaros á niños pequeños, no entrareis en el reino de los cie
los. » Su reino son las verdades eternas, (sublimes, infinitas, que
os acarrea consigo el apostolado católico.
Mirad vuestros maestros, vuestros doctores sin mision, vues
tros filósofos incrédulos, ¿ qué hacen ellos ? No quieren volverse
como niños en la escuela del sacerdocio de Jesucristo ; no quie
ren abajarse; quieren comprender antes de creer; quieren eri
girse en iguales de Dios en cierto modo ; no quieren admitir las
revelaciones de Dios sino bajo condicion de que han de tomar la
forma de su efímero entendimiento ; quieren hacer pasar á Dios
por el laboratorio que ellos se han construido en sus mezquinas
imaginaciones. Jamás creerán ellos, jamás; porque no tienen fe
sino en su orgullosa demencia.
Jesucristo nos tiene dicho á todos sin excepcion : « Si no bus
cais vosotros sino vuestra propia gloria, no creereis. » Incliné
monos pues, hermanos mios, y entraremos así en las silenciosas
profundidades de la verdad ; veremos nosotros así aparecer el
sol de la gloria. Volveos niños pues en la escuela de Cristo ; no
tenemos nosotros mismos, sacerdotes, la presuncion de pene
trar en las entrañas de esos misterios, no hacemos sino deposi
tarlos en vosotros, los ponemos en vuestras almas sin alteracion,
y haciéndoos cargo de esto, no puede hacérseos cuesta arriba
el creerlos con los sentimientos de una humilde confianza. No os
porteis como esos orgullosos que vienen á colocar el trono de su
orgullo á la faz de estas verdades.
Tercera disposicion. Traed al pié de esta cátedra una necesi
dad de verdad, una sed y hambre de la verdad divina.
Contemplad : ¡ cuán desgraciados son los hombres en la
tierra ! ¡ Cuántos filósofos, cuántos sabios, cuántos incrédulos
hay que andan en busca de la verdad, que andan pordioseando
un rayo de verdadera luz ! Há mas de cincuenta siglos que van
buscando y pordioseando fuera de la influencia de la revelacion.
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL. 193
Fijémonos tan solamente en nuestros filósofos, sábios é incrédu
los modernos. ¿ Están todos de mala fé ? No lo creo yo así. Bus
can la verdad fuera del camino, fuera de sus comunicaciones, y
nola hallarán nunca. Muy dignos son de compasion y lástima,
porque tienen hambre y sed de la verdad ; pero la quisieran en
contrar dentro de ellos mismos. Morirán con su hambre y sed ;
morirán, sí, hambrientos y sedientos, porque no satisface Dios
sino á los que están hambrientos de su verdad misma ; esto es,
de su palabra. « Bienaventurados, dice Jesucristo, los que tie
nen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. » Yo me
prometo, amados hermanos mios, que tales serán vuestras dis
posiciones, y que al venir al pié de la sagrada cátedra, en lugar
de venir movidos por vana curiosidad ó costumbre, vendreis trayén-
do en vuestras almas y corazones una santa sed y hambre de la
palabra evangélica.
Habeis comprendido, católicos, todo lo que se encadena con
el apostolado católico : es el eco de la palabra de Dios, el eco fiel
del Verbo divino, la transmision gerárquica de la palabra misma
de Jesucristo; es la luz que alumbra á todas las inteligencias
acerca de las verdades en el orden presente y en el orden eterno ;
es el pan del alma, el alimento que nos salva, nos regenera, nos
purifica, nos santifica. Conoceis pues muy bien qué lugar tan
preferente ha de ocupar en las convicciones de un cristiano.
Venid pues, amados mios en el Señor, venid á oir la palabra
sacerdotal, palabra evangélica, palabra divina, con tan santas
disposiciones ; pero no vengais solos vosotros, atraed tambien al
cristiano auditorio á todos cuantos conozcais, para que todos de
consuno os aprovecheis de los frutos del apostolado católico.
Amen.
S. M. I.
APROVECHAMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS.
POR EL «. P. POMfXEVOTf,
DE Lk COMPAMU SE JESUS.
*
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 207
les instruye, pero permitidme decíroslo con mi antigua experien
cia, se les instruye en muy pocas cosas hasta de religion.
Mucho se han agitado hace algunos años las cuestiones que
eonciernen á la educacion de la juventud, y una de las palabras
que definitivamente triunfaron de las preocupaciones, de la ce
guedad y prevenciones de la época, es que la instruccion no es
la educacion, ó al menos no es toda la educacion. Esto es verda
dero, profundamente verdadero ; y si la Francia perece hoy, o al
menos si abaja profundamente ; si toda vida intelectual, moral
está en decadencia entre nosotros ; si las clases mas elevadas de
la sociedad descienden de grado ó por fuerza ; si hay un nivel
fatal que nos precipita en la barbarie civilizada, corrompida, cor-r
ruptora, lo debemos precisamente á que durante muy largos
años no hemos sabido conocer lo que era la educacion de los
niños que Dios nos ha dado , io que era la educacion de las al
mas, y que cuando les habiamos hecho estudiar un poco de
griego, de íatin, un poco de matemáticas ó de historia natural,
creíamos haber hecho mucho para educar esas almas, que de
ben subir hasta á Dios y á la vida eterna. Nada habiamos hecho,
absolutamente nada. Hay pues que haeer la educacion de su al
ma. Ya es hora que nos ocupemos de ella. No se pensará en
eso, permitidme os lo diga, porque no se tiene tiempo. Es una
grande desdicha. ¡Desgraciada toda nacion que no tiene tiempo
para pensar en la educacion de la juventud! ¡Desgraciada toda
nacion que no tiene tiempo para pensar en lá obra de regenera
cion mas importante, la sola verdaderamente eficaz y poderosa!
Ella se entregará á todas las ruinas intelectuales y morales que
nos cercan por todas partes, y que las funciones públicas no
curan.
Sea de ello lo que quiera, la instruccion y la edueacion son
dos cosas, no diré profundamente distintas, pero la una no es
la otra.
En la parroquia de Santiago del Alto-Paso y en la de la Mag
dalena antes que el señor presbítero Feurtrier hubiera fundado
la explicacion del catecismo, que ha comenzado la prosperidad
de esta parroquia, se instruia, jamás hubo un sacerdote, que no
mese indigno de este nombre, que haya admitido á la primera
comunion niños que no estuviesen instruidos. Se hacia esto,
pero no se habia quizá hecho nada. Ved lo que la experiencia de
toda mi vida me ha demostrado. El hombre puede ser instruide
en su religion, esto puede ser un adorno del espíritu^ pero el
208 APOSTOLADO CATÓLICO.
alma, que es algo, y la conciencia, de la que hay que acordarse,
y que uno olvida con demasiada frecuencia cuando no se tiene
una bien formada al tiempo de la primera comunion; pero todas
esas facultades ricas, divinas, ved aquí lo que la instruccion pue
de dejar completamente adormecido, ahogado, envilecido, estre
llado en el fondo de las mas ricas y mas nobles naturalezas del
mundo. Sin dar en esta parte á mi discurso un lenguaje acusa
dor, que no me conviene, podré deciros que en todas las casas
de educacion mas alabadas por el celo de todo lo que se llama
letras humanas, se explica tambien el catecismo á los niños ; se
les hace decir este de memoria, se les explica el catecismo...
¿Pero se les hace amar el catecismo ? Cuando el catecismo ha
sido dado como una leccion de inglés ó de aritmética, ¿creeis
que se halle muy amable ? Y cuando las tempestades se levanten
en el alma de este niño, y cuando encuentre sobre la tierra cuanto
hay de mas amable para la corrupcion del corazon, cuando el
orgullo y todo lo demas se subleve, si no ha amado á Dios en su
catecismo, si no ha hallado Dios en su catecismo, si no han ocu
pado el alma de este niño, toda su vida entera, en hacerle gus
tar el buen Dios en su catecismo, ¿ qué habrá quedado en él ?
Nada. Se ha hecho io que todos nosotros lloramos, vosotros y
yo, aquellos mismos que parecen menos interesados en gemir
este mal ; se ha hecho la juventud, que nosotros vemos y sabe
mos. -¿Qué es pues necesario? Se necesita un corral do sean
recogidos estos corderitos, y do se alimente su alma con el pasto
del buen Pastor. Hoy es su fiesta, y es una dicha para mí pro
nunciar su nombre. Necesario es un asilo do se recojan estos ni
ños bajo la presencia de Dios, y do se le descubra el secreto de
todas las virtudes cristianas, do parezca hacerles comprender,
porque no se comprende en esta edad ; es decir, do se les haga
amar la religion. Esto se ha hecho en diferentes parroquias. Si
se quiere hallar madres de familia profundamente adictas á todos
los deberes de su estado, á sus esposos, á sus hijos, que sin
romper con el mundo , pues uno está condenado á vivir con él,
saben sin embargo no precipitarse en sus abismos , y reservar su
alma , sus fuerzas, sus virtudes para sus esposos y sus hijos ; si
se quiere hallar padres de familia, cuyo pensamiento dominante
sea la salvacion de sus hijos ; sise quiere hallar hijos que presen
tan esta gracia inexprimible, cuya virtud embellece la frente dela
juventud, buscad en estas parroquias. Han sido educados en el
catecismo. Hé aquí la verdad, salvo algunas excepciones de la
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 209
gracia de Dios y la virtud, que se encuentran por do quiera.
Ved pues la obra acerca de la que vengo á ocupar vuestra
atencion. Es una obra de un muy grande interés; seria una ex
traordinaria ceguedad desconocerlo. El señor cura de la parro
quia de Santiago del Alto-Paso es quien ha tenido el pensamiento. . .
ó mas bien no es un pensamiento ; uno se siente forzado á obrar
ó á retirarse en el fondo de un desierto ; cuando uno es enviado
para salvar las almas, es de una absoluta necesidad ó conse
guirlo ó morir.
El habia comprendido esto, y se dijo á sí mismo : yo lo conse
guiré. Pero hay una grande dificultad en los negocios humanos.
No tengo presente cuál es el ilustre capitan que decia : dinero,
todavía dinero, siempre dinero. Esto es lo que os repiten siempre
las gentes del mundo, cuando se las hace un grande número de
colectas de limosnas en un año : ¡ dinero , todavía dinero y
siempre dinero ! Sí, así pasa. Estoy condenado, y es la mas hor
rible condenacion que hay en el mundo, á ser obispo de una dió
cesis do seria necesario, para hacer el bien, dinero, todavía di
nero y siempre dinero. Por lo que respecta á milagros, yo no los
hago. Me es pues necesario lo que acabo de deciros, y esto es
precisamente lo que necesita el cura de Santiago del Alto-Paso.
Ha buscado dinero, lo ha pedido, pero esto no es bastante, por
que se necesita mas. Él se ha dicho á sí mismo : ¿ dó iré yo?
Tengo á otro cabo de Paris un hermano lleno de amor no sola
mente á la obra de su parroquia, sino tambien á todas las obras
de caridad, el cura de la Magdalena ; yo me dirigiré á él. Hay
en aquella parroquia una congregacion de mujeres cristianas
verdaderamente caritativas ; hay en aquella parroquia hombres
que han recibido un corazon compasivo para las necesidades
del pobre, hombres bendecidos por Dios ; yo me dirigiré á ellos,
y ellos vendrán á mi socorro y acabarán de edificar mi capilla...
Debo confesaros sin embargo que la capilla está edificada ; pero
los recursos están agotados y aun mas que eso... Nos encontra
mos en grandes apuros , porque no está en estado de recibir á
los niños. He ido, debo decíroslo, á visitar la capilla esta ma
ñana ; no he querido hablaros de ella sin conocerla : es hermosa ;
no se podia hacer mejor. Es sencilla, grave, austera, como con
viene á los que piden la caridad.
Yo respondo por el señor cura de Santiago de Alto-Paso que
cuando su explicacion del catecismo esté establecida, él embe
llecerá su capilla, y que hará la mas magnífica capilla del mundo
S. M. I. U
210 APOSTOLADO CATÓLICO.
sin tener que pediros nada. Lo que se necesita es que sus niños
puedan caber en ella, y conozco, hermanos mios, que cabrán, y
que recibireis las bendiciones evangélicas, aquellas sin disputa
de que he sido por mi parte tan generoso, y que vosotros hareis
bien en recogerlas para vosotros mismos y vuestras familias.
Nuestro Señor dice en cierta parte : « Dejad que vengan á mí
los párvulos : » Sinite parvulos venire ad me. ¡ Habeis alguna
vez comprendido ese rasgo de divinidad manifiesta, que se ha
llaba en esa palabra ! Buscad do querais, no digo solamente en
tre los grandes hombres, que con frecuencia carecen de un gran
corazon, sino entre las almas mas virtuosas y mejores que la
humanidad honra en la tierra: ¿quién ha dicho jamás eso?
¿ Quién ha dicho jamás sobre la tierra antes que Jesucristo : dejad
venir á mí los párvulos ? El solo podia decir esta palabra y tener
su inspiracion, siendo como es el Criador y el Padre de los pár
vulos, su mas tierno amigo, y que cuando vino al mundo, viendo
por todas partes aquellas tropas dispersas , aquellos hombres,
aquellas, mujeres llegar á una edad avanzada con todos los vi
cios y todos los espantosos desarrollos de la corrupcion original
en su cuerpo y en su alma, se condenó á separar de ellos sus
miradas, ó al menos á no dirigirlas sobre ellos sino con aquella
profunda tristeza que experimenta aquel que ha hecho una her
mosa obra, al verla destruida y deshonrada. Ademas, cuando en
contraba aquellos párvulos que el vicio no habia marchitado
todavía ; cuando veia sus miradas, que eran todavía tan puras,
aquellas frentes, que eran todavía tan amables ; cuando apercibia
aquel candor, aquella inocencia, ¡ ah ! decia á voz en grito :
« Dejad venir á mí los párvulos. » Ellos hacian en la tierra su
consuelo y esperanza. Es el consuelo y la esperanza de todos
los santos sacerdotes, de todos los pastores celosos que quieren
salvar las almas , regenerar las familias y la sociedad entera,
que es la congregacion de lasfamilias del género humano. Nues
tro Señor anadia : « El reino de los cielos es para aquellos que
se parecen á los cielos mismos. » Y esta sencilla palabra, dig
naos observarlo bien , era el compendio del Evangelio entero, de
toda la admirable moral evangélica, que es, entendedlo bien, la
grande cuestion entre el siglo y nosotros. La cuestion entre el
siglo y nosotros no es el dogma, no son los misterios; se sirven
del dogma y de los misterios como de protestos ; la dificultad no
está ahí, la dificultad estriba en la moral, de que se huye, por
que espantan la bajeza y corrupcion humanas. La dificultad, re
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 211
pito, no es el dogma ; no hay dificultad real sobre este punto, no
la he hallado jamás en el siglo. Decidios á escuchar la palabra
de Jesucristo ; sed semejantes á esos párvulos por la pureza de
vuestras costumbres, por la simplicidad y verdad de vuestro corr
razon, por la inocencia y humildad ; ahogad en vuestras almas
el orgullo y la sensualidad ; no habrá mas dificultad entre voso
tros y nosotros.
Por consecuencia ved la palabra que quiero dejaros al bajar
de esta cátedra ; « Dejad venir á mí los párvulos ; el reino de los
cielos es para los que se les parecen. » Y nuestro Señor añade,
á fin que no haya entre nosotros el mas mínimo desaliento, y
que los que no tienen la dicha de parecerse por la inocencia á
los párvulos, puedan volver á hallar sin esfuerzo, casi sin tra
bajo, la virtud por la simple inclinacion de su corazon : él aña
de esta palabra, por la que he dado principio áesta conferencia.
« Aquel de entre vosotros que reciba en mi nombre y aeoja coq
caridad á uno de esos párvulos, que yo amo, me acoge y recibe
á mí mismo, y las puertas del reino de los cielos se abrirán á su
presencia como si jamás la inocencia y el candor de la juventud
no se. hubiesen marchitado en su alma. »
Y bien, hermanos mios, yo me reprenderia si os hiciese cum-,
plir esta buena obra por un arranque de- compasion y de terneza
natural de corazon. Seria sin embargo una obra buena, pende-»
ciria á Dios y á vosotros por ella ; pero yo preferiria, yo querria
que vosotros cumpliéseis esta buena obra en un gran pensamien»
to de fe, y que elevando vuestros espíritus y corazones mas allí
de las bajas regiones de este mundo , viéseis esos niños sobre
la tierra en Jesucristo en el cielo, y que é la vista de esas ino*
centes y amables criaturas, cuyas almas perecen á millares á falta
de manos caritativas que les recojan para enseñarles á amar á
Dios y conocer á Jesucristo, que les ha prodigado siempre un
amor tan tierno y unos cuidados tan continuos, dijeseis ; es ne-.-
cesario que yo ayude á Jesucristo mismo á salvar estos niños ;
es necesario que yo les recoja ; es necesario, una vez que no se
me ha concedido ejercer para con ellos el apostolado del cela y
la terneza sacerdotal, que yo dé al menos á esos sacerdotes res
petables, que han tomado á su cargo este mision, el medio de des
empeñarla con buenos resultados , que consuelen su celo y co
ronen su ministerio,
fisto es lo que yo puedo preguntarme : aquel de entre vosotros
que hoy haga el mayor sacrificio, b#rmanps mios, ¿ qué habrá
212 APOSTOLADO CATOLICO.
sacrificado ? Con un sacrificio tan leve salvais esas preciosas al
mas, y permitidme os lo diga, sin entrar aquí en un terreno do
iría demasiado lejos; si no nos decidimos, ya vosotros, ya noso
tros (no acuso pero no escuso á nadie) ; si no nos decidimos ora
vosotros, ora nosotros á salvar la juventud del páis, el páis se ve
infaliblemente perdido. Por mas que nos regocijemos, por mas
que lloremos , las fiestas y las desesperaciones no salvarán nada.
Salvad las almas, elevadlas hasta Jesucristo si está en vuestra
mano, ó al menos permitid á los que se encargan de ello y á los
que Jesucristo llama á hacerlo, que cumplan sériamente su mision.
Habreis hecho entonces en beneficio de vuestro páis cuanto po
deis hacer de mas poderoso. ,
Lo sé ; para entender bien la educacion de estos niños, para
gobernarlos convenientemente, necesaria es una inteligencia y
hasta una ciencia, no vacilo en decirlo, que no sean humanas.
Pero infeliz aquel que no tiene siquiera el tiempo de ocuparse de
ello, cuando pasa sus horas mas puras del dia en todas las lectu
ras mas miserables y viles. Cuando el polvo de las fiestas viene
á robarnos cuanta inteligencia y cuanto corazon tenemos, cuando
las agitaciones de la vispera vienen á darse la mano con las agi
taciones del dia siguiente, no se tiene tiempo. Vosotros sabeis lo
que el mundo hace : os roba vuestras tardes, vuestras noches,
vuestros dias, todas las horas de vuestra vida. ¿ Qué viene á ser
de las almas ? ¿Do se hallan los padres de familia, las madres de
familia ? ¿ Cuándo les ven sus hijos ? Sea de ello lo que quiera,
hay alguna cosa mas fácil que todo eso ; es ayudar á los que se
encargan de una obra semejante á que la cumplan ; esto os pe
dimos en este dia. Y ademas, lo añadiré, haced esta obra, padres
y madres de familia, pensando en vuestros hijos. ¡Oh ! ¡ Cuán
tas veces he sido testigo ! Si esta deplorable vida, que todos es
tamos condenados á vivir, no fuese un obstáculo para seguir las
inspiraciones de los cuidados paternales ó maternales, cuánto
bien se haría que no se hace. Pero vosotros podeis, en fin, lo que
os pido hoy mismo ; vosotros podeis ayudar á hacer un grande
bien á niños que no son los vuestros, es cierto, pero que son
los hijos de Dios ; y todas las bendiciones de Dios recaerán sobre
estos niños, y vuestros hijos entrarán tambien á la parte. No
puedo pensar que Dios no agradezca á un padre, á.una madre de
familia, que hubiera hecho un generoso sacrificio de caridad y
religion en provecho de la obra de que os hablo, y que no con
ceda á sus hijos en la primera comunion de los que se preparan
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 213
á ella y en todos los peligros tan dignos de compasion y enter
necimiento de esta edad, no puedo pensar que Dios no derrame
sobre ellos todas las bendiciones, que los mismos padres no hayan
negado á los que Dios les recomienda.
Hé aquí, hermanos mios, lo que tenia que deciros. Perdonad
la irregularidad y el desórden de este discurso ; os he dicho muy
sencillamente lo que tenia que deciros. Ahora, silo permitis (no
pretendo violentaros), pero áfln que me dejeis seguirla inclina
cion de mi corazon (no creo haber predicado nunca por un ob
jeto que me fuese tan caro), pediré pues me permitais acabar
mi obra. No me he presentado entre vosotros para predicar, no
era este mi pensamiento ; he hablado mas de lo que queria. Voy á
hacer la colecta de limosnas en medio de vosotros. No pretendo
sin embargo impedir á las señoras que se han dignado prestar
su asistencia y devocion, recibir de vuestras manos lo que ha
beis querido destinarlas ; y no las dareis la tristeza de no hacer
una bella y buena colecta porque yo haya tenido la indiscrecion
de ponerme á su lado. Y todos vosotros esta noche, cuando ha
gais vuestra oracion y pidais su bendicion á Dios, si habeis se
guido la inspiracion de vuestro corazon y de la caridad : « hoy
hemos tenido una buena ocasion, hemos hecho una buena obra,
una obra cara al corazon de Dios, que Dios sea bendecido. » Y
este dia habrá sido feliz para vosotros, para vuestras familias, y
le volvereis á hallar, hermanos mios, en un tiempo y un páis un
poco menos agitados que los nuestros ; hablo del tiempo que es
eterno, de un páis que es el cielo , y de cuya esperanza todos
tenemos una muy grande necesidad en el tiempo en que vivimos.
MISION PROVIDENCIAL
DE LA SAGRADA ESCftITÜM.
POR EL P. LACORDAIRE.
PRIMERA PARTE.
SEGUNDA PARTE.
POR EL P. VENTURA.
«
278 [NSTRUCCION RELIGIOSA.
Quam bonus Israel Deus his qui recto sunt corde (Psalm . lvii , \ ) .
Asi san Felipe se unió al Etiope, y subiendo á su carro le dijo :
« Voy á esplicarte eso que tú no comprendes. » El pasage en
que el Etiope se habia detenido en su lectura era el de estas pa
labras : « será conducido al sacrificio como un cordero. » Tan-
quam ovis ad occisionem ductus est (Isai., luí, 7) ; y bien, dijo
el Etiope ásanFelipe : ¿cómo debo entender ese pasage del profe
ta : habla en él de sí mismo ó de algun otro personage? De se
an de alio aliquo. Y san Felipe, aprovechando la ocasion que se
le presentaba á hablar de esta grande profecia, le dijo : Esa pro
fecía es por la cual Isaías ha predicho el grandioso aconteci
miento que acaba de cumplirse en Jerusalen. El cordero de que
habla aquí el Profeta es el Redentor del mundo, el Hijo de Dios
que como un cordero ha sido conducido á su suplicio, sometién
dose á él voluntariamente por la salud del hombre ; y en seguida,
continuó explicándole la encarnacion, el nacimiento, la vida, la
muerte, la resurreccion, la ascension á los cielos de Jesucristo,
la muchedumbre de sus beneficios, el exceso de sus bondades,
la eficacia de sus sacramentos y la extension y la obligacion de
sus mandamientos. Aperiens autem Philippus os suum, et ínct-
piens a Scriptwaista, evangelizavit Mi Jesum. El buen Etiope
escuchó este nuevo catecismo de instruccion tan sublime con
un profundo recogimiento, con un infinito placer, y á medida que
el apóstol desenvolvia estas únicas y grandiosas verdades, ardia
en deseos de hacerse cristiano. En fin encuéntrase al paso con un
rio ; entonces el Etiope con un entusiasmo, con un transporte
que manifestaba toda la fuerza y toda la vivacidad de su deseo y
de su fe dijo á san Felipe : « Ea pues, si todo cuanto has dicho
de tu Dios es cierto, ve ahí el agua ; ¿ qué te impide que me
bautices y que me hagas cristiano ? » Ecce aqua, quid prohibet
me baptizart? « Nada, dijo Felipe, nada, con tal que tú quieras
creer con toda la sinceridad de tu corazon : » Si credis ex foto
oor,de, licel. « Pues bien, yo creo, yo creo que Jesucristo es el
Hijo de Dios y el Salvador del mundo : » Credo Filium Dei esse
Jesum Christum. Y diciendo así se lanzó al agua, llevándose
consigo á san Felipe : recibió el bautismo y se volvió loando y
bendiciendo la misericordia de Dios que acababa de revelarle la
grande verdad que le convertia al cristianismo. Su corazon na
daba en un júbilo inefable : Ibat autemper viam suam gaudens.
Asi pues, hermanos mios, para formar un filósofo, para hacer
un sabio segun el mundo y á los ojos del mundo, son necesarios
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA. 279
largos estudios, son indispensables muchos años de aplicacion ;
pero bastan algunos cuartos de hora para hacer un verdadero fi
lósofo, un sabio verdadero delante de Dios. Para conseguir ven
tajas en la escuela de Jesucristo, no hay inteligencia tan obtusa,
condicion tan tosca, espíritu tan ignorante ni edad tan tierna que
no sea susceptible de aprovecharse de las luces de la enseñanza
divina, dispuesta por Dios de la manera mas sencilla y asequi
ble para todos. En esta escuela se progresa, hermanos mios,
deteniéndose uno en la consideracion de su miseria, de su ende
blez, de su nulidad. Se aprende sin libros, se aprovecha sin
discusion, se instruye sin exámen, se engrandece con la peque
nez, se realza con el abatimiento, se ve con el deseo, se conoce
por la oracion. En esta divina escuela los conocimientos son tanto
mas extensos cuanto uno es mas humilde, mas dócil y mas obe
diente.
Atrás pues, lejos de mí, maestros del error, falsos filósofos,
que prodigándome alabanzas tratais de engañarme, que presen
tándoos como amigos mios, sois mis verdaderos enemigos, que
queriendo, como decis, ilustrar mi inteligencia, es mi alma la que
buscais; que prometiéndome la felicidad, me preparais las mayo
res desgracias. Idos donde no vuelva áver mas ni vuestras doc
trinas ni vuestras personas : Avertantur retrorsum et erubescant,
qui qucerunt animam meam, qui dicunt mihi : Euge, euge... et
volunt mihi mala (Psalm. lxix, 3, 4). Atrás, impostores ; atrás
charlatanes ; otrás, cómicos de la ciencia filosófica : os conozco
ya : sé que me prometeis lo que no podeis tener vosotros : que
reis que yo crea cosas á las cuales vosotros mismos no dáis cré
dito : quereis que me separe, que me sustráiga de la obediencia
de la Iglesia para sujetarme á vuestra dominacion, para atarme
á vuestro carro de triunfo; quereis que cese de ser hijo dócil de la
Iglesia para convertirme en discípulo vuestro , en vuestro sir
viente, en vuestro esclavo profesando vuestras doctrinas, vis
tiendo vuestra librea y llevando vuestras cadenas. ¡ Ah ! So pre-
testo de hacerme bien, quereis serviros de mí como de una
grada para subir mas alto; quereis explotarme y aspirais á mis.
elogios, á mis oraciones y á mis aplausos para aumentar vuestra
importancia en el mundo de las frivolidades : me engañais exa
gerando derechos que no tengo, como los abogados impostores
exageran los de su cliente para empeñarlo en un proceso que le
arruina. ¡ Ah ! ¡os conozco ya ! ¡ Idos con vuestras doctrinas y
con vuestra filosofía tan hueca y tan absurda como vuestras pa-
280 INSTRUCCION RELIGIOSA. ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC.
labras ! Avergonzaos de que se os haya conocido : salid de mi
presencia con el rubor en la frente y el remordimiento en el co
razon ! Erubescentes... confundantur et revereantur .
Y vos, Señor, concededmela gracia de ser del número de vues
tros fieles servidores, de vuestros hijos que no buscan sino á
vos, que no piden sino á vos la luz de su espíritu, la gracia y la
fuerza de su corazon, y que se alegran de serviros y de escucha
ros. Exultent et lcetentur in te omnes qui qucerunt te, et dicant
semper : magnificetur Dominus ; qui diligunt salutare tuum. Dios
mio : yo no quiero dejarme engañar de la impostura humana.
Sé que no hay en mí mas que miseria y debilidad, y no quiero
creerme con bienes que no poseo, sabiendo que mi socorro y mi
luz deben venirme de vos : Ego vero egenus, et pauper sum ; Deus
adjuva me. ¡ Ah : sí, gran Dios! venid á mi socorro, al socorro
de todo este auditorio tan cristiano : haced que sigamos la luz
constante de vuestra doctrina, á fin deque tengamos la dicha de
evitar por toda la eternidad la muerte de nuestra inteligencia :
Si quis sermonem meum servaverit, mortem non videbit in celer-
nurn.
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA,
POR EL P. VENTURA.
AHZOBISPO de burdeos.
EN LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA.
DE LA COMPAÑIA DE JESUS.
PRIMERA PARTE.
SEGUNDA PARTE.
DE NUESTUA PUBLICACION.
DE NUESTRA PUBLICACION.
DE NUESTRA PUBLICACION.
DE NUESTRA PUBLICACION.
DE NUESTRA PUBLICACION.
*
SOLIDEZ DI LA REVELACION. 413
nos que con los sabios de Egipto, de Roma y de Atenas; 110 me
nos que con preocupaciones y cultos milenarios ; no menos que
con el fanatismo de la supersticion gentil tan identificada con su
inmoralidad; no menos que con el fiero é inmensurable poder de
los Césares. Es un hecho por fin, que los dogmas en los cuales
exigian una fe ciega, ponian en ridículo toda la mitología gentil,
destruian hasta los cimientos todo el edificio de la religion pa
gana, y encadenaban la razon cuya libertad los sabios sostenian
decididamente.
Los hechos, señores mios, que acabo de insinuar son tan cier
tos y notorios, que ni los mas encarnizados enemigos de la reve
lacion los pueden negar, afianzando su realidad todas las circuns
tancias que la crítica exige para poner el sello de la certidumbre
á las noticias que se han trasmitido á la posteridad. Tenemos
pues á la vista y están sujetos tambien al exámen de todos los
vivientes, dos partidos en calidades y en número muy desigua
les. Doce ignorantes de un lado; y Roma, y Atenas, y el Pórti
co, y el Liceo de otro. Doce pescadores de un lado, y de otro
emperadores muchos al frente de innumerables ejércitos, á quie
nes precede el espanto y sigue la mortandad y desolacion. Doce
hombres de un lado, y de otro todo el universo en masa.
Pero si es inmensurable la diferencia en el número y calida
des de los litigantes, es infinitamente mayor la contradiccion en
los intereses y pretensiones de ambos partidos. ¿Qué causa de
fiende el universo ? La de los vicios y placeres nefandos que con
apotéosis sacrilega erigió en divinidades para con mayor libertad
soltar, la rienda á los apetitos. ¿Y aquellos doce? La demolicion
física y moral de los ídolos para levantar sobre sus ruinas el al
cázar de la virtud. Los sabios de Roma, de Egipto, de Atenas, del
Pórtico y del Liceo, ¿á qué dirigen sus plumas y elocuencia? A
mantener libres é ilesas las atribuciones dela razon, única maes
tra que veneran. ¿Y aquellos doce ignorantes? A encadenarla y
manciparla al yugo de una fe ciega en misterios, al parecer no
bien avenidos y aun contrarios á la misma razon. Y para soste
ner la causa de la idolatría, el poder colosal de los Césares ¿ qué
fuerzas y qué armas opone á las débiles tentativas de aquellos
pobres é inermes pescadores ? Su furor tan vasto como su poder :
ejércitos innumerables y aguerridos, y las espadas, y las saetas,
y las hachas, y las parrillas, y los garfios, y los ecúleos, y el fue
go, y la pez y el plomo derretidos ; y no satisfecha su barbarie
con estos inertes instrumentos, apela á los leones, á los toros,
4 íi' REVELACION. — CREACION. SOLIDEZ DE LA REVELACION.
á los osos, á los tigres, á las serpientes. Y los pescadores ¿con
qué armas sostienen sus personas y su partido ? No mas, señores,
no mas que con la sencillez, la mansedumbre y la palabra. ¡ Es
pectáculo grande y nunca visto : táctica verdaderamente nueva :
pretension ó temeraria ó divina ! Cuanto hay en el cielo y en la
tierra está en espectacion, deseando con ansia saber cuál será
el resultado.
PRUEBAS DE LA REVELACION.
DE NUESTRA PUBLICACION.
DE NUESTRA PUBLICACION.
DE NUESTRA PUBLICACION
DE NUESTRA PUBLICACION.
Si las muchas bellezas con que hemos visto que la luz matizaba
admirablemente el universo, bañaron el corazon vuestro de ale
gría, es preciso sumirnos otra vez en la oscuridad y tinieblas en
que se nos presentó la tierra luego de su creacion, si queremos
examinar por menor todos los designios de la providencia en la
formacion del mundo.
Envuelta en niebla oscura nació la tierra, para que conocie
sen los mortales que no le era propia la luz ; amaneció esta des
pues por la palabra eficaz de Dios, dando color y brillo á todas
las cosas ; pero luego de corridas algunas horas, quedó desva
necida otra vez, á fin de que el escondimiento de un esplendor
tan bello y necesario, hiciera desear y apreciar mucho mas su
nueva aparicion. Dirigiendo el Criador cuantos seres iba labrando
á beneficio del hombre, no quiso que la duracion de la luz fuese
perpetua, proveyendo á la utilidad y necesidades del mismo
hombre. Como este debia ser el resultado de espíritu y cuerpo
organizado, y en pena de su ingratitud condenado despues á vi
vir del sudor de la frente, le era imposible sin descanso alguno
sufrir todas las fatigas que le produjeran todo lo necesario á la
vida. Por este motivo el próvido Ordenador de todas las cosas
CREACION DE LA NOCHE. 437
distribuyó sabiamente el curso periódico de la luz en dia y noche,
á fin de que la débil humanidad, si en el dia se hallaba en dis
posicion para procurarse con qué vivir, la noche siguiente sola
zara sus miembros cansados por las fatigas sufridas en las horas
antecedentes.
Rompe la aurora, señores mios, y prevenido tal vez su rom
pimiento, se esparcen por los montes y valles con el hazadon,
la hoz y el arado una multitud de gentes que mientras dure la
luz en ejercicios penosos estarán sufriendo los ardores del sol
que tuesta sus carnes, y la intemperie del crudo invierno que las
pone yertas. Rompe la aurora, y anticipando su rompimiento
mil artesanos, se fijan en sus talleres respectivos para sacar de
sus brazos el escaso alimento de aquel de que su mujer con sus
hijos esperan impacientes tal vez hasta la cáida del sol. Rompe
la aurora, y un enjambre de personas de todas clases, ponién
dose de piés, corre, vuela, se esparce en busca de sus negocios,
labores y grangerías. Amanece el sol; y el letrado toma el
asiento consumidor de su quebrantada salud ; el agente de nego
cios mide los pasos y cuenta los momentos ; el gefe, el superior,
el magistrado se preparan para tragar en copa dorada mil cui
dados y disgustos. Para todos, en fin, cuantos pisan la tierra el
rompimiento del dia es la señal que les da naturaleza para poner
en tortura sus miembros y potencias, hasta que la luz se haya
escondido otra vez.
Infeliz condicion de los mortales si de tal manera el cielo hu
biese dispuesto las cosas que, ó la precision, ó el órden de la
naturaleza les pusieran en la indispensable necesidad de sufrir
todos los momentos de la vida la misma agitacion y padecimien
tos que toleran mientras la luz brilla en su hemisferio : si en
manos del interés ó de la indigencia estuviera el arreglo de los
tiempos, ya la frágil humanidad hubiera sucumbido ; somos dé
biles por condicion ; la organizacion nuestra se afloja por la con
tinuacion del trabajo ; la afliccion y contension del espíritu cor
roen insensiblemente los anillos que atan las infinitas y delicadas
partes de que resulta el físico del hombre, y se hace preciso á
tiempos darles soltura á fin de que no se gasten ni se rompan
mas presto de lo que conviene por una no interrumpida tirantez.
Este desahogo saludable y conservador proporcionan á los
mortales las tinieblas de la noche. Luego que á paso tento de
clinando la luz se aproxima la oscuridad, son avisados de que se
acerca el fin de sus labores ; y aunque la ausencia del refulgente
438 REVELACION. — CREACION.
esplendor cubre la naturaleza de un triste velo, el corazon humano
en parte se regocija, porque llegó el tiempo destinado para cesar
del trabajo y reparar las fuerzas perdidas. Las aves buscan su
nido, las bestias su guarida ; un profundo y general silencio su
cede al ruido tumultuoso que sonaba por todas partes, y el hom
bre, abandonado de toda la naturaleza, se halla en la dulce pre
cision de encaminarse al lugar de su descanso.
¡ Oh noche ! en los designios de la providencia tan admirable
como el dia : ¡ oh tinieblas ! tan útiles á la humanidad como la
luz : yo os bendigo á vuestra llegada : buscando los hombres sus
hogares, poneis trabas al acreedor para que no persiga al insol
vente ; al poderoso para que no oprima al infeliz ; al déspota para
que no esclavice al desvalido ; ¡ oh tinieblas! vuestra llegada es
el asilo de la paz, del respiro y descanso de los hombres. Fati
gados todos, señores mios, de la agitacion en que pasaron el
dia, el cuerpo busca naturalmente la quietud, y el silencio gene
ral, y la falta de objetos que le distráigan, y sobre todo la au
sencia de la luz convida á dormir. Tienden en la cama sus miem
bros, y el sueño apoderándose gradualmente de los sentidos,
quedan en suspension todos los pesares ; nada por entonces
aflige el cuerpo, y las potencias del alma sin ejercicio, recobran
con su inaccion el vigor enervado. Descansan entonces también
los órganos que nos ponen en relacion con los objetos esterio-
res; los órganos interiores trabajan con mayor ventaja ; y efec
tuándose con fuerte energía las funciones de la digestion, absor-
qiqn y nutricion, se purga, se nutre, se corrobora el físico para
emprender de nuevo la carrera suspendida y emprenderla con la
misma agilidad con que en el dia antecedente la habia co
menzado.
Para vosotros solos que estais postrados en el lecho del dolor
por una enfermedad grave , son de tristeza doble esas mismas
tinieblas que sirven de alivio á los que gozan de perfecta salud;
para vosotros solos es un golpe mortal la entrada de la noche. En
el curso de ella contáis impacientes las horas, que para vosotros
no son de igual duracion ; en vigilia perpetua, creeis que la luz
retarda mas de lo regular su advenimiento, y en la tranquilidad
y sosiego universal de los hombres vosotros solos estais privados
de los bienes que proporcionan la oscuridad y el silencio de la
noche. Compadezco vuestra suerte, hermanos mios; considerad,
os suplico, que están mezclados mientras dura la vida los males
y bienes, y que en constante alternativa rien unos, cuando otros
CREACION DE LA NOCHE. 439
están sumidos en el llanto y afliccion. Vendrá el dia, dia feliz
jamás oscurecido por la noche , en que un placer sumo , y
no aguado jamás, bañará el alma que esté bien pulida por
el cincel de la tribulacion en gozo y bienaventuranza sem
piterna.
Si me son á la verdad dignos de lástima esos infelices para
quienes sirven de tortura aquellas horas de oscuridad y silencio
en que descansa en placidísimo sueño el resto de las gentes, me
causan horror aquellas almas perversas que como las bestias da
ñinas esperan impacientes la entrada dela noche para volar por
las sendas torcidas de la iniquidad. Esos malvados, trastornando
criminalmente el .orden de la providencia, alteran entonces el
reposo universal ; ponen entonces en cuidado el descanso de los
hombres de bien ; entonces tienden lazos á la inocencia y al pu
dor casto ; entonces bajo el velo de la oscuridad se abandonan
sin rubor alguno á las infames abominaciones de la disolucion.
¡ Insensatos ! si el manto de la noche os oculta á la vista de los
hombres, patentes están vuestros desórdenes al Juez de vivos
y muertos, para quien es muy indiferente que brille la luz ó que
las tinieblas cubran el orbe. Llegará el dia, dia de furor y de ven
ganza, en que las abominaciones de vuestro corazon, conocidas
ahora de solo Dios y de vuestros cómplices, se pondrán de ma
nifiesto ante todas las gentes, y entonces á la vergüenza infame
que estareis sufriendo, seguirá una noche eterna de dolor y de
eterno crugir de dientes.
¡Cuán mejor aconsejadas van, señores mios, aquellas almas
que en el desierto, en los monasterios y en las comunidades de
rígida observancia rompen el sueño para hacer de su cuerpo un
sacrificio agradable al Autor de la luz ! En el profundo silencio
en que está sumida la tierra, en la suspension general con que
naturaleza por condescendencia de su Criador suspende los him
nos de gratitud ; aquellas almas hacen resonar los cánticos de
alabanza, supliendo por su parte la falta de loores al eterno Dios
que no debieran ser interrumpidos jamás. ¡ Oh ! cuánto se agrada
el Señor de aquellos sacrificios voluntarios, y cuántas gracias de
conversion y enmienda recaban de él en bien de los pecadores T
Mientras que estos, descuidados de una felicidad futura, dan so
bre blandos colchones un descanso excesivo á su carne criminal,
aquellas almas sin mancilla, interrumpiendo un breve sueño que
tomaron sobre la tarima ó el duro jergon, se levantan ofrecién
dose víctimas por los pecado? de ellos. Dormid, os diré, j oh
440 REVELACION. CREACION. — CREACION DE LA NOCHE.
pecadores ! dormid á satisfaccion. Pero entended que mientras
dormís, con pasos rápidos se acerca otra noche en la que ya no
habrá lugar á penitencia ; mientras dormis, el enemigo de vues
tras almas está en vela esperando el momento para hacer presa
de vosotros. Esta es la reconvencion que hizo el Salvador á los
discípulos que dormian. Dormitejam... Ecce appropinqmt qui
metradet. ¡Ay de vosotros!...
CREACION DEL FIRMAMENTO
DE NUESTRA PUBLICACION.
DE NUESTRA PUBLICACION.
DE NUESTRA PUBLICACION.
DE SU PRIMITIVO ESTADO.
PRIMERA REFLEXION.
SEGUNDA REFLEXION.
PRIMERA PARTE.
SEGUNDA PARTE.
PUNTO PRIMERO.
PUNTO SEGUNDO.
PRIMERA REFLEXION.
SEGUNDA REFLEXION.
EN LA LEY DIVINA.
EN EL SENO DE LA HUMANIDAD.
DE SERMONES MORALES.
PAG.
Sermon. Ciencia de los predicadores, por el limo. Sr. Affre, arzo
bispo de Paris ^
Mision de los predicadores, por el señor Duquesnay, deán
de santa Genoveva en Paris 10
Objeto que se ha de proponer el predicador, por el R. P.
Newman, del Oratorio 22
Esperanzas del misionero católico, por el R. P. Newman,
del Oratorio 39
El apostolado seglar, por el padre Sartigue, de la Compa
ñía de Jesus 57
Sobre el apostolado universal ó mision de los fíeles, por
el padre Pontlevoy, de la Compañía de Jesus. ... 70
El apostolado considerado en la propagacion de la fe, por
el M. R. P. Lacordaire 83
El sacerdote de Jesucristo ministro del Evangelio, por el
R. P. Newman, del Oratorio 102
La verdad, el sacrificio, la misericordia representados en
el sacerdote del Evangelio 119
El celo del sacerdote segun un sermon predicado en Pa
ris, por el limo. Sr. Dufétre, obispo de Nevers. . . 134
La palabra divina. — Primer discurso. — Por el limo.
Sr. Cceur, obispo de Troyes. 150
S. M. i. 36
INDICE.
PAG.