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EL ESPIRITU SANTO
NOTA: El estudio de la Biblia se debe hacer con temor, reverencia y oración, permitiéndole al Señor que hable a su corazón y trate con
su vida y el Espíritu de la Profecía escondido en su Palabra brotara como agua para calmar su sed y nutrirá su espíritu para que siga
creciendo como un discípulo del Señor.

DIOS EL ESPÍRITU SANTO: SU VENIDA.


Lectura inicial:
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:8.

SEGUNDA PARTE
La venida del Espíritu al mundo en el día de Pentecostés debe verse en relación a su obra en
dispensaciones previas. En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo estaba en el mundo como el Dios
Omnipresente; sin embargo, se dice que El vino al mundo en el día de Pentecostés.
Durante la edad presente se dice que El permanece en el mundo, pero que partirá fuera del mundo en
el mismo sentido como vino en el día de Pentecostés cuando ocurra el arrebatamiento de la iglesia.
Con el propósito de entender esta verdad del Espíritu Santo, deben ser considerados varios aspectos
de la relación del Espíritu con el mundo.
A. El Espíritu Santo en el Antiguo Testamento.
A través del extenso período antes de la primera venida de Cristo, el Espíritu estaba presente en el
mundo en el mismo sentido en el cual está presente en cualquier parte, y El obraba en y a través del
pueblo de Dios de acuerdo a su divina voluntad. Veamos algunas citas:
“Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el
Espíritu de Dios?” Génesis 41:38.
“Y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte,”
Éxodo 31:3.
“Y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte,”
Éxodo 35:31.
“Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu
mano sobre él.” Números 27:18.
“El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.” Job 33:4.
“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” Salmos 139:7.
“Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac,
sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo
estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando
salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis.” Hageo 2:4-5.
“Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No
con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Zacarías 4:6.
En el Antiguo Testamento el Espíritu de Dios se ve teniendo una relación con respecto a la creación del
mundo. Él tuvo parte en la revelación de la verdad divina a los santos profetas. El inspiró las Escrituras
que están escritas, y tiene un ministerio en general hacia el mundo restringiendo el pecado, capacitando
a los creyentes para el servicio y ejecutando milagros. Todas estas actividades indican que el Espíritu
era muy activo en el Antiguo Testamento; sin embargo, no hay evidencia en el Antiguo Testamento de
que el Espíritu morara en cada creyente.
Como indica Juan 14:17, Él estaba «con» ellos pero no «en» ellos. De la misma manera, no hay
mención de la obra de sellar del Espíritu o acerca del bautismo del Espíritu Santo antes del día de
Pentecostés.
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De acuerdo a ello, podía anticiparse que después de Pentecostés habría una obra mucho mayor del
Espíritu que en las edades precedentes.
“El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” Juan 14:17.
Alguien que está junto a uno, otro de la misma clase. La palabra alude a similitudes, pero también
pone de manifiesto diversidad de funciones y ministerios. El uso que Jesús hace de ellos para referirse
a otro Consolador equivale a «uno junto a mí, además de mí y en adición a mí, aunque exactamente
igual a mí, que en mi ausencia hará lo que yo haría si estuviera físicamente presente con ustedes». La
venida del Espíritu asegura la continuidad de lo que Jesús hizo y enseñó.
B. El Espíritu Santo durante la vida de Jesús en la tierra.
Es razonable suponer que la presencia encarnada y activa de la Segunda Persona de la Trinidad en el
mundo afectaría los ministerios del Espíritu, y encontramos que esto es verdad al verlo en lo siguiente:
1. En relación a Cristo, el Espíritu era el poder generador por medio del cual el Dios-hombre fue
formado en la matriz virginal. (Quedaría mejor así: “Por medio del Espíritu Santo, Cristo es
engendrado en María y llamado Hijo de Dios”. Dado que de la otra manera pareciera que al
Espíritu Santo se le despersonaliza en un mero “poder”)
2. El Espíritu también es visto descendiendo, en la forma de una paloma, sobre Cristo en el
momento de su bautismo.
3. Y otra vez se revela que era solamente a través del Espíritu eterno que Cristo se ofreció a sí
mismo a Dios.
“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo
sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al
Dios vivo?” Hebreos 9:14.
4. La relación del Espíritu para con los hombres durante el ministerio terrenal de Cristo era
progresiva. Cristo les dio primeramente a sus discípulos la seguridad de que ellos podrían recibir
el Espíritu pidiéndolo.
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Lucas 11:13.
Aunque el Espíritu había venido previamente sobre los hombres de acuerdo a la soberana voluntad de
Dios, su presencia en el corazón humano nunca había estado antes condicionada a la petición, y este
nuevo privilegio nunca fue reclamado por ninguno en aquel tiempo, con respecto a lo que las Escrituras
muestran. Al término de su ministerio y justamente antes de su muerte, Cristo dijo:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: El
Espíritu de verdad” Juan 14:16-17.
De igual manera, después de su resurrección el Señor sopló sobre ellos y dijo:
“Recibid el Espíritu Santo.” Juan 20:22.
Pero, a pesar de este don temporal del Espíritu, ellos deberían de permanecer en Jerusalén hasta que
fueran investidos permanentemente con poder de lo alto.
“He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad
de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” Lucas 24:49.
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del
Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.” Hechos 1:4.
C. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés.
Como fue prometido por el Padre y por el Hijo, el Espíritu, quien como el único Omnipresente había
estado siempre en el mundo, vino al mundo en el día de Pentecostés.
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
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vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros…Más el Consolador, el
Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14:16-17; 26.
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador
no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré.” Juan 16:7.
La fuerza de esta repetición aparente de ideas se ve cuando queda comprendido que su venida en el
día de Pentecostés era para que Él pudiera hacer su morada en el mundo.
 Dios el Padre, aunque Omnipresente:
“un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” Efesios 4:6. El Dios
que es sobre todo (en su soberanía y por su gracia), es la gran fuente y culminación de la
Salvación. Y en cuanto a su morada, “Padre nuestro que estás en los cielos.” Mateo 6:9.
 Dios el Hijo de la misma manera, aunque Omnipresente:
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Mateo 18:20.
“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta
todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros
pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”
Hebreos 1:3.
“Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha
sentado a la diestra de Dios.” Hebreos 10:12.
 Dios el Espíritu santo, del mismo modo, aunque Omnipresente, está ahora aquí en la tierra
en lo que respecta a su morada. El ocupar su morada en la tierra era el sentido en el cual el
Espíritu vino en el día de Pentecostés. Su lugar de habitación fue cambiado del cielo a la tierra.
Fue por esta venida del Espíritu al mundo que se dijo a los discípulos que esperaran. El nuevo
ministerio de esta edad de gracia no podría comenzar aparte de la venida del Espíritu.
En los capítulos que siguen será presentada la obra del Espíritu en la edad presente. El Espíritu de Dios
primeramente tiene un ministerio hacia el mundo, como se indica en Juan.
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador
no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo
de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto
voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya
juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de
venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre
es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.” Juan 16:7-15.
Aquí Él está revelado convenciendo al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Esta obra que prepara
a un individuo para recibir a Cristo inteligentemente es una obra especial del Espíritu, una obra de
gracia, la cual ilumina a las mentes de los hombres incrédulos, cegados por Satanás, respecto a tres
grandes doctrinas:
a) Al incrédulo se le hace entender que el pecado de la incredulidad en Jesucristo como su Salvador
personal es el único pecado que permanece entre él y su salvación. No es cuestión de su justicia,
sus sentimientos o cualquier otro factor. El pecado de la incredulidad es el pecado que impide
su salvación. “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” Juan 3:18.
b) El incrédulo es informado en lo que concierne a la justicia de Dios. Mientras que en la tierra
Cristo fue la viva ilustración de la justicia de Dios, luego de su partida el Espíritu es enviado para
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revelar la justicia de Dios hacia el mundo. Esto incluye el hecho de que Dios es un Dios justo,
quien demanda mucho más de lo que cualquier hombre puede hacer por sí mismo, y esto elimina
cualquier posibilidad de obras humanas como base para la salvación. Más importante, el Espíritu
de Dios revela que hay una justicia obtenible por la fe en Cristo, y que cuando uno cree en
Jesucristo puede ser declarado justo, justificado por la fe y aceptado por su fe en Cristo, quien
es justo en ambas cosas, su persona y su obra en la cruz.
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel
que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios
se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” Romanos 1:16-17.
“La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no
hay diferencia.” Romanos 3:22.
“más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”
Romanos 4:5.
c) Se revela el hecho de que el príncipe de este mundo, esto es, el mismo Satanás, ha sido juzgado
en la cruz y está sentenciado al castigo eterno. Esto revela el hecho de que la obra en la cruz
está terminada, que ese juicio ha tenido lugar, que Satanás ha sido vencido y que la salvación
es obtenible para aquellos quienes ponen su confianza en Cristo. Mientras que no es necesario
para un incrédulo comprender completamente todos estos hechos para ser salvado, el Espíritu
Santo debe revelar lo suficiente de manera que, a medida que él cree, inteligentemente recibe
a Cristo en su persona y su obra.
Hay un sentido en el cual esto fue parcialmente cierto en las edades pasadas, ya que incluso en el
Antiguo Testamento era imposible para una persona creer y ser salvada sin una obra del Espíritu. Sin
embargo, en la edad presente, siguiendo a la muerte y la resurrección de Cristo, estos hechos se
vuelven ahora mucho más claros, y la obra del Espíritu, al revelarlos a los incrédulos, es parte de la
razón importante para su venida a la esfera del mundo y hacer de ella su residencia.
En su venida al mundo en el día de Pentecostés, la obra del Espíritu en la iglesia tomó lugar en muchos
aspectos nuevos.
 Se dice que el Espíritu Santo regenera a cada creyente.
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no
puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo…El que cree en el Hijo tiene
vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está
sobre él.” Juan 3:3-7 y 6.
 El Espíritu Santo mora en cada creyente.
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene
sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos
de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no
había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” Juan 7:37-39.
“Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros
al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó
en agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió
también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo
que pudiese estorbar a Dios?” Hechos 11:15-17.
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“Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5:5.
“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora
en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros,
el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia.”
Romanos 8:9-11.
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual
tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
1Corintios 6:19-20.
 Habitando en el creyente, el Espíritu Santo es nuestro sello hasta el día de la redención.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la
redención.” Efesios 4:30.
 Luego, cada hijo de Dios es bautizado dentro del cuerpo de Cristo por el Espíritu.
“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean
esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” 1 Corintios 12:13.
D. El Espíritu Santo en total realidad.
La expresión Espíritu Santo es propia del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento solo aparece
en tres ocasiones: Isaías 63:10, 11; Salmos 51:11. La traducción griega del Antiguo Testamento,
conocida como la Septuaginta, la usó para traducir las referencias al "Espíritu de YHVH", evitando así
el uso del nombre de Dios (del mismo modo en que el Evangelio de Mateo usó la expresión "reino de
los cielos" en lugar de "reino de Dios").
Dado que los autores del Nuevo Testamento usaron la Septuaginta para citar el Antiguo Testamento,
la expresión Espíritu Santo se transformó en la denominación neo testamentaria estándar para referirse
al Espíritu de Dios. En el Nuevo Testamento se observa un claro proceso de personificación, como por
ejemplo en Juan 16:7.
Las palabras hebrea (ruakh) y griega (pneuma) que se emplean para hablar del espíritu significan
literalmente "viento" o "aire en movimiento". Sin embargo, en la opinión de los especialistas su
sentido original es aliento, o sea, el aire puesto en movimiento por la respiración. Una adecuada
traducción sería entonces "hálito de vida".
 Entre las muchas referencias bíblicas que confirman esta significación, lo vemos como ejemplo
en el Salmo 104:29b dice: "Les quitas el hálito [esta vez ruakh], dejan de ser, y vuelven al
polvo". Véase Job 27:3; 33:4; 34:14ss). El espíritu que anima a todos los seres vivientes procede
del Espíritu (aliento) de Dios.
Por consiguiente, la acción primordial del Espíritu Santo tiene que ver con la animación y el
sostenimiento de la vida, no solo humana, sino de toda la creación. Pero en la medida que las citas
bíblicas refieren el Espíritu de Dios mayormente como otorgado a los hombres, la humanidad aparece
como el lugar privilegiado de la acción vivificante del Espíritu Santo.
El Evangelio de Juan, al describir el don del Espíritu Santo que tras la resurrección marca el inicio de la
nueva vida del creyente, es decir, el nacimiento de la nueva criatura, (20:22) recurre a un evidente
paralelismo con Génesis 2:7. Así como al comienzo el soplo (aliento, Espíritu) del Creador transformó
el ser de polvo en un ser viviente, ahora el Jesucristo resucitado sopla sobre sus discípulos el Espíritu
Santo, transformándolos en nuevas criaturas, nacidas del Espíritu (Juan 3). El Espíritu Santo es por lo
tanto la fuerza de la vida verdadera, la vida en plenitud.
1. De lo anterior se desprende que el Espíritu Santo es el que inaugura el Nuevo Pacto. Ante la
precariedad del antiguo pacto, profetas como Ezequiel y Jeremías anunciaron que Dios
establecería un "nuevo pacto", cuya ley estaría "escrita en el corazón" (Jeremías 31:33).
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 Ezequiel, quien propiamente puede llamarse "profeta del Espíritu" (3:24), anuncia el papel que
al Espíritu de Dios correspondería en el nuevo pacto (36:26-28).
 Con el nuevo pacto nacería también una nueva humanidad, un hombre con un corazón nuevo
(de carne y no de piedra), que tendría la Ley escrita en su corazón y actuaría conforme a su
conciencia, un hombre responsable (Ezequiel 18; 33:10-20).
 Esta nueva humanidad es obra del Espíritu Santo (Joel 2:28).
2. Para Lucas (Lucas-Hechos), el derramamiento del Espíritu ocurrido con ocasión del día de
Pentecostés (Hechos 2) marca el comienzo de la era del Espíritu Santo anunciada por los
profetas.
 La Fiesta de las Semanas o Pentecostés (Levíticos 23:16) se fue convirtiendo en tradición judía
en la fiesta conmemorativa de la legislación de Sinaí, el antiguo pacto.
 Al cumplirse la promesa del derramamiento del Espíritu Santo (Hechos 1:5) con ocasión de esa
fiesta, se inaugura el nuevo pacto.
 Este derramamiento del Espíritu fue posible solo después de la glorificación de Jesús (Hechos
2:33). Jesús, transformado por su muerte y resurrección en Señor del Espíritu, lo dona a su
pueblo para transformarlo en el pueblo del nuevo pacto.
 Antes, el propio Jesús debió iniciarse en la era del Espíritu, el cual interviene en su concepción
(Lucas 1:35, 41), en su bautismo (3:22) y en el desarrollo de su conciencia mesiánica (4:1).
3. El inicio de la era del Espíritu marca también el nacimiento de la Iglesia. El libro de los Hechos
de los Apóstoles es en realidad el testimonio del nacimiento de la comunidad que llamamos
Iglesia, a partir del don del Espíritu (Hechos 2:42-47; 4:32-35; 5:12-16).
 No se trata fundamentalmente de la fundación de una institución, sino del nacimiento de una
comunidad que, animada y dotada por el Espíritu Santo (1 Corintios 12), comienza a vivir y
proclamar las buenas nuevas de la era de la Gracia.
 Que el inicio de la era del Espíritu Santo sea también el inicio de la era de la Iglesia no significa,
sin embargo, que la Iglesia sea propietaria del Espíritu Santo. No es que la Iglesia tenga o posea
el Espíritu Santo. Es el Espíritu el que tiene a la Iglesia como un instrumento para la renovación
de la humanidad y de toda la creación.
4. Que el Espíritu Santo sea el que dirige, que convoca y anima a la Iglesia nos lleva a un cuarto
eje de significación: el de la vocación o el llamado a la misión.
 En efecto, en el Antiguo Testamento el Don del Espíritu de Dios aparece con frecuencia asociada
a vocaciones (llamados), sean estas en el área de la políticas, sacerdotales o proféticas.
 Así ocurre, por ejemplo, cuando ungen a David como rey (1 Samuel 16:13).
 Con la vocación sacerdotal y profética de Ezequiel (2:1; 3:24).
 Con el siervo sufriente (Isaías 42:1-2; Mateo 12:18-21).
 Con el anuncio del Mesías (Isaías 61:1-3; Lucas 4:16-18).
 En todos los casos, es el Espíritu el que proveerá la fuerza y la autoridad para cumplir con la
misión. En este sentido, ocurre algo similar con la promesa que recibe Moisés en Horeb, aun
cuando en esa ocasión no se mencione el Espíritu Santo: "Yo estaré contigo" (Éxodo 3:12).
 El Espíritu es la presencia viva de Dios en la vida y acción del enviado.
 En el Nuevo Testamento el envío misionero de los discípulos tras la resurrección de Jesús se
formula de acuerdo al modelo de las vocaciones del Antiguo Testamento (Juan 20:19-23; Marcos
16:14-18; Mateo 28:16-20; Lucas 24:36-49; Hechos 1:6-9).
 De acuerdo a este modelo, el Espíritu Santo es la autoridad para la misión y a Él se somete todo
aquel que ha sido llamado: "Pero recibiréis poder... y me seréis testigos... hasta lo último de la
tierra" (Hechos 1:8).
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En resumen:
En la Biblia encontramos una personificación del Espíritu Santo con la misma claridad que en los casos
de Dios Padre y de su hijo Jesús, el Cristo, y además encontramos con toda claridad desde el Antiguo
Testamento hasta el Nuevo Testamento lo que podemos llamar la misión del Espíritu Santo.
En el Antiguo Testamento, la acción del Espíritu aparece ligada fundamentalmente a la
animación y sostenimiento de la vida (humana y de toda la creación), y como la fuerza que
anima a los enviados de Dios.
En el Nuevo Testamento comienza un proceso de personificación del Espíritu Santo, sobre todo
a partir de las promesas de Jesús (Juan 14:15; Hechos 1:6) y del acto bautismal de Mateo 28:19.
Entroncando con los anuncios de Ezequiel y Joel, la promesa de Jesús anuncia la inauguración
de la era del Espíritu Santo, cuya misión fundamental será el don de una nueva vida para todos
los verdaderos creyentes (Juan 3:1-15), la edificación de la comunidad del nuevo pacto (la
Iglesia), y el lanzamiento de la Gran Comisión "hasta lo último de la tierra".
De este modo, la Biblia fundamenta nuestra fe trinitaria.
Todos estos ministerios se aplican a cada creyente verdadero en esta edad presente. En adición
a estas obras que están relacionadas a la salvación del creyente, está la posibilidad del ser lleno
del Espíritu y el andar por el Espíritu Santo, lo cual abre la puerta a todo el ministerio del Espíritu
en cuanto al creyente fiel.
Estas grandes obras del Espíritu son la llave no solamente de la salvación sino que también para
una vida cristiana efectiva si se vive en integridad en estos días de descontrol.
Cuando el propósito de Dios en esta edad sea completado por el arrebatamiento de la iglesia, el Espíritu
Santo habrá cumplido el propósito de su especial advenimiento al mundo. Como Cristo, sin embargo,
el Espíritu Santo continuará siendo omnipresente y seguirá una obra después del arrebatamiento similar
a aquella que fue verdadera antes del día de Pentecostés.
La época presente es, de acuerdo a esto, en muchos aspectos, la edad del Espíritu, una edad en la
cual el Espíritu de Dios está obrando en una manera especial para llamar a una compañía de creyentes
de los judíos y los gentiles a formar el cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo continuará trabajando después
del arrebatamiento, como lo hará también en la edad del reino, la cual tendrá sus propias características
y probablemente incluirá todos los ministerios del Espíritu Santo.
La venida del Espíritu debería ser vista como un acontecimiento importante, esencial para la obra de
Dios en la edad presente, así como la venida de Cristo es esencial para la salvación y el propósito
elemental de Dios para proveer salvación para todo el mundo y especialmente para aquellos que creen.
Que nuestro Dios nos haga entender, amen.
CONTINÚA…

¡Despertad, el Yom YHVH día de YHVH


Esta cerca!
REDACCION HNO. JOSÉ PARRA.

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