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ENSAYO PALOMA DE CRISTAL.

“EL PERDON ES PAZ”

POR: YULIETH NAVARRO QUIROZ

Sharlok es una niña que siempre pensaba positivo y nunca se dejo afligir
por los problemas que le pasaban ni por las miles de situaciones que le toco
vivir, a pesar de ser una niña que desde muy péquela le toco sufrir y vivir
cosas que para un niño de su edad sería muy tráumate vivir. La diferencia
siempre va a ser un obstáculo.

Aunque la expresión “dejar pasar” podría significar que nos tocaría


“aguantarnos la ofensa”, prefiero entender tal concepto como la cuota de
indiferencia que se le debe dar a quien nos quiere perjudicar.
Mejor dicho: me agrada la idea de no dejarse afectar, ya que perdonar va de
la mano con la paz interior.

En la vida siempre nos vamos a cruzar con personas que nos hacen bien y
mal, así como a la pequeña Sharlok que al llegar a la escuela la profesora
Rochi siempre la trataba con amor y ternura al igual que a los demás niños
y le mostraba lo malo que era tener rencor y trata mal a las personas, pero
en cambio el profesor Carlos siempre la trataba mal y este con su
comportamiento hacia que los demás niños la rechazaran sin conocerla
muy bien.

Nadie que pretenda tener una tranquilidad emocional puede vivir con los
venenos de la rabia, del resentimiento o del odio; tampoco puede intentar
buscar venganza por sus propias manos.
Lo digo porque muchos de los que se sienten traicionados o burlados, al ver
que no se hace justicia, optan por hacerla por sus propios medios.
Es evidente que perdonar y pedir perdón no implican tolerar abusos ni ser
cómplices de la maldad. O sea que no podemos ver el perdón con la
ingenuidad o con la permisividad que lo hacen ciertas personas.
Perdonar no necesariamente nos obliga a olvidar al agresor; la clave es
poder recordar el daño que nos hizo sin que nos duela.
Es decir, no es permitir que nos sigan maltratando o que abusen de nosotros
a toda hora, sino exigir respeto sin que por ello debamos ser agresivos.
Lo que trae el perdón es una actitud de apertura, de comprensión y de
flexibilidad, que son ingredientes fundamentales para que lo malo que nos
hicieron no nos estropee el alma.
Siempre he creído que hay que darle la oportunidad de redimirse al que nos
hace daño, sin olvidar su rostro. Es decir, no podemos verlo como un
perverso, sino como un ser humano que se equivocó y por el que se puede
orar para que Dios le dé la oportunidad de recomponer su camino.
En esto de perdonar es preciso tener una lente distinta a la del rencor; hay
que dialogar, compartir y ceder en algunos casos, sin que por ello estemos
conminados a poner la otra mejilla.
En esto es preciso tener formación y cultivo espiritual. Cuando logramos
grabar en nuestras almas que nadie es ‘completamente malo’ y que se
puede equivocar, estaremos preparados para entender cualquier situación.

La habilidad para perdonar es una virtud que puede sanar tanto tu corazón,
como tu espíritu y tu mente. Puedes llegar a pensar que las acciones que
otras personas cometieron hacia ti son imperdonables y que no merecen tu
perdón, pero al hacer esto no sólo estarías perdiendo tu paz interior, sino
también la única forma en que podrías superar el daño. ¿Realmente piensas
que las acciones que te han herido son tan graves, que no puedes perdonar
al culpable y vivir en paz y felicidad el resto de tu vida?
En este libro muestran la realidad de las cosas de una forma sutil,
entretenida y un poco infantil, pero con el fin de mostramos la inocencia de
la mejor manera por medio del libro, nos hace que tomemos conciencia de
que infectamos nuestra mente con resentimientos y rencores, podemos
empezar a hacer algo para detectar de dónde vienen y para dónde van, pues
si no aprendemos a perdonar a los otros y a nosotros mismos, jamás en la
vida podremos ser felices. . Todos nos hemos sentido dolidos en algún
momento. El rencor se alimenta de esas malas experiencias. Cuando una
persona se ha sentido dolida o dañada por otra persona, la “víctima” sentirá
rencor por ello. Si ese rencor no se gestiona bien puede carnificares.
Cuando más experiencias negativas vivamos a lo largo de nuestra
existencia mayor será el grado de rencor que guardamos dentro. Por ese
motivo debemos superar el rencor. Lo cierto que el rencor no es una vía
factible para subsanar el dolor interno que alguien nos ha producido. Sólo
afecta a quien lo siente. La persona a la que va dirigida ese rencor le será
indiferente lo que podamos sentir hacia ella.
Aunque para ti sea imperdonable lo que te hicieron, para otras personas no
significa nada. Algo que te ayudaría es tener una perspectiva diferente.
Pregunta a tus amigos y familiares qué piensan de esa situación. Sus
respuestas te sorprenderán. No pierdas tu tiempo y energía creando
tormentas en un vaso de agua. El perdón es la única manera de impedir que
los actos del pasado arrastren su carga de venganzas hacia el futuro, así
como la promesa es la única forma de unir el presente al futuro, al hacer
posibles los acuerdos, que son promesas recíprocas.

La gran mayoría de los colombianos apoya haber terminado el conflicto


armado, pero tres grandes grupos se destacan en el proceso social de la
reconciliación: los jóvenes, quienes más ganan con la paz porque recuperan
su futuro y su país; las Fuerzas Armadas, que sufrieron el conflicto y ahora
les dan la mano a los guerrilleros y se disponen a protegerlos, y las
comunidades campesinas, indígenas y negras, que vivieron lo peor de la
guerra y que ya están sintiendo los beneficios de la paz.

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