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Es recurrente que se suela confundir términos como sexo y género. Tal y como lo
menciona Jayme (1996), los seres humanos constituimos una especie sexuada,
debido a que nacemos dotados de un sexo (ser macho o hembra, ser hombre o
mujer), determinado por nuestros órganos sexuales y nuestro contenido genético
(cromosomas XY para hombres y XX para mujeres). Por lo tanto, el sexo es una
característica biológica. Sin embargo, el género es una construcción social, que se
compone de todos aquellos componentes del sexo que son resultado de decretos
culturales sobre lo adecuado, psicológica y socialmente, para hombres y para
mujeres respectivamente, reforzando las categorías “masculino” y “femenino” .
Pareciera ser, que todo individuo socialmente adaptado debe identificarse con
estas pautas porque es lo que la sociedad espera de él. Este asunto no depende
únicamente de los padres, el resto de la sociedad se encargará de transmitir al
joven individuo, la información necesaria par asumir su género de manera
aceptable. Las escuelas, los amigos, los medios de comunicación son otros
agentes sociales que transmiten información relativa a los estereotipos de género,
que son aprehendidas y asumidas por los individuos y las integran como parte de
su identidad.
Hasta los cuatro años, los niños perciben el género de las personas basándose en
sus características físicas (cabello, ropa, maquillaje). De los cinco a seis años en
adelante, Kohlberg (1966) denomina que existe una constancia de género, en
donde se comprende que éste es algo invariable a lo largo del tiempo o de las
situaciones, y que por lo tanto, no depende de aspectos externos de la persona,
como un vestido o una corbata. En esta etapa también el niño se estará iniciando
a identificar con un género. A los cinco y seis años de edad, los niños suelen ser
muy rígidos con respecto al tema. Recurrentemente, su género es percibido como
lo “bueno” y aceptable y el género contrario es “malo” y los lleva a huir de ello. Es
por ello que solemos ver jugar a niños con niños y niñas con niñas.
Como conclusión, se tiene que la identidad involucra por una parte la idea de singularidad
que hace diferente y única a cada persona, pero a su vez refiere la homogeneidad o lo que
se comparte con otros y que permite ubicar a la persona como parte de un grupo de
referencia. Cada persona desarrolla un sentido personal de sí misma en función de sus
experiencias, de su historia, de sus características y de sus percepciones, así como en
función de sus interacciones y de los valores y normas que rigen su cultura. Se establece
que la identidad de género es influida por la sociedad. Interviene en este proceso la
cultura de cada civilización, que denomina aquello que resulta ser masculino o femenino.
Sin embargo, el hecho de que la sociedad influya no es sinónimo de que un individuo no
pueda seguir sus propias convicciones conforme a sus deseos y características personales.
El respeto ante la diferencia es un derecho que todo individuo debería tener y que aún es
un área de oportunidad para la humanidad.
Referencias
Money, J. y Ehrarhdt, A.A. (1972). Man & Woman- Boy & Girl. John Hopkins Univ.
Press.