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Argumentos en contra

sociedad
de la desigualdad
Carlos Blanco Pérez
Profesor de Filosofía. Universidad Pontificia Comillas (Madrid)
Miembro de la World Academy of Art and Science
E-mail: cbperez@comillas.edu

Recibido: 2 de junio de 2016


Aceptado: 3 de diciembre de 2016

RESUMEN: Asistimos a una escandalosa ostentación de la riqueza. El espíritu purita-


no, de raigambre calvinista, ha cedido el testigo a una exhibición continua del poder,
el dinero y el lujo que no solo supone una clara injusticia en un mundo aguijoneado
por la desigualdad, el sufrimiento y el hambre, sino que representa un peligro mucho
más sutil y lacerante: el de provocar que sean estas figuras, y no las personalidades
reconocidas por sus aportaciones intelectuales, por su solidaridad, por su contribución
al bien de la raza humana, las que conciten la admiración de las nuevas generaciones.
PALABRAS CLAVE: desigualdad, economía, justicia, poder, política, sociedad.

La lacra de la desigualdad desme- 1.  Poder, mérito y justicia


surada flagela nuestro mundo. Si
en 1960, el 20% de los ciudadanos La posesión de riqueza entraña la
más ricos de la Tierra poseía un detentación de un poder inmenso
sobre las voluntades ajenas, quizás
ingreso medio anual treinta y una
de dimensiones no tan despóticas
veces superior al 20% de los habi- y colosales como las que puede ad-
tantes más pobres, en 1999 la cifra quirir el poder político, pero des-
se había multiplicado por prácti- de luego de una magnitud a veces
camente tres. En lo que concierne exorbitada, y por ende no menos-
al patrimonio total, según datos de preciable. Por ello, no debe con-
Oxfam (que se basa en la informa- cebirse como un premio neutro al
talento y al esfuerzo desplegados
ción suministrada por Credit Suis-
por el individuo, sino como una
se), en el 2016 se calcula que el 1%
retribución investida de unas pro-
de las mayores fortunas del plane- piedades tan inusitadas que instan
ta copa casi el 50% de la riqueza a una regulación no menos singu-
neta global. lar, obsecuente de los ideales de

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justicia y humanismo que abrigue perioso atenuar la injusticia congé-


una época concreta. Se trata, cier- nita al sistema, al menos mediante
tamente, de un equilibrio enorme- la mejora de las condiciones labo-
mente complicado y difuso, que rales, de las prestaciones sociales
suspira por conciliar el incentivo y del acceso a las oportunidades
a crear riqueza con la protección educativas. En muchos casos, la
de la sociedad, sobre todo de las herencia, con la consecuente in-
capas más vulnerables, ante la ti- justicia de recibir algo sin atesorar
ranía potencial intrínseca a toda mérito alguno en su obtención, no
acumulación exagerada de poder. solo propaga, sino que aumenta el
nivel de desigualdad y de concen-
Es evidente que la medición del tración de la riqueza en el seno de
esfuerzo no es fácil –aunque tam- una sociedad 1.
poco es imposible, sobre todo a
la luz de la ciencia actual–, por lo El problema del rentismo es más
que fiarla a la oferta y a la deman- serio de lo que se pensaba has-
da se revela como el mecanismo ta hace poco. Quizás como reac-
más parsimonioso desde el punto ción contra la visión apocalíptica
de vista cognitivo. Sin embargo, la de Marx, que abocaba el capita-
injusticia de observar cómo indivi- lismo a fomentar una exacerbada
duos cuyo esfuerzo y mérito son concentración de la riqueza cu-
cuestionables perciben cantidades yos inmorales efectos terminarían
ofensivamente superiores a las de por liquidar el sistema y abrirían
otros nos obliga a introducir crite- las puertas al socialismo, otros es-
rios que mitiguen este fallo del co- tudiosos, como el bielorruso Si-
nocimiento y de la organización mon Kuznets, concluyeron que
económica. ¿Qué es más difícil, el crecimiento económico basta-
asistir a un consejo de administra- ría para paliar la desigualdad in-
ción, trasplantar un órgano, calcu- herente al proceso de desarrollo
lar el valor de una función de onda, capitalista. Así, según la famosa
interpretar a Hamlet? ¿No es in- “curva de Kuznets”, lo que con-
justo que una persona, por el sim- templaríamos sería un incremento
ple hecho de haber nacido en un inicial de la desigualdad, vincula-
entorno poco favorecido, por dis- do a los estados primigenios de la
poner de menores aptitudes para expansión económica de un deter-
el estudio o por haber sido rehén minado país, pues esta situación
de la mala suerte haya de barrer exige acometer grandes inversio-
las calles? La tecnología nos brin-
da la esperanza de que las máqui- 1
  Cf. Th. Piketty, Capital in the Twenty-
nas puedan realizar este tipo de First Century, Harvard University Press,
tareas, pero por el momento es im- Cambridge 2014.

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nes para propiciar la transforma- 70, la mediana de los estadouni-


ción de una economía agraria en denses ha visto cómo se estanca-
una industrial. Pero conforme el ba su riqueza neta, lo que sugiere
crecimiento lograra afianzarse, las que gran parte de la prosperidad
desigualdades se reducirían auto- creada ha lucrado a un porcentaje
máticamente, lo que conduciría a mínimo de la población. Está cla-
una cierta equiparación en la esfe- ro que existen problemas de ín-
ra de las rentas. dole política, no solo económica,
pues es difícil demostrar que el
Piketty aporta datos en los que re- crecimiento económico norteame-
bate la tesis de Kuznets. Se mues-
ricano se habría ralentizado si las
tra mucho menos optimista sobre
rentas más altas hubiesen estado
esas virtualidades intrínsecas al
sujetas al mismo tipo impositivo
capitalismo que le permitirían ar-
que en los años 90. Es el poder de
monizar, feliz y mágicamente, cre-
influencia que otorga el dinero el
cimiento e igualdad de renta. Con
responsable de estas ventajas es-
independencia del juicio que nos
candalosas y económicamente in-
suscite su lectura de unos datos
eficientes, porque la experiencia
cuidadosamente acumulados a lo
señala que en sociedades más co-
largo de las últimas décadas, en
hesionadas y equitativas incluso
un trabajo de acopio encomiable,
los ricos, aunque tengan que re-
el economista francés nos advier-
nunciar a parte de sus ganancias
te sobre el peligro de que elemen-
presentes, acaban por vivir mejor
tos como la herencia, el usufructo
y se benefician de mayores opor-
de las rentas y el desacoplamien-
tunidades, como un mayor núme-
to entre mérito y remuneración se
ro de consumidores potenciales a
consoliden y emponzoñen el siste-
quienes vender sus productos, su-
ma democrático, despojado aho-
periores niveles educativos para la
ra de su entraña meritocrática, la
mayoría de la población y mayores
única racionalmente legítima para
niveles de seguridad y menores
justificar las diferencias de estatus
cotas de violencia. Por supuesto,
social entre los hombres.
en el extremo de cohesión y equi-
Algunas cifras son verdaderamen- dad tendríamos sociedades rígi-
te alarmantes. Así, constatamos das e inmovilistas, donde el afán
que las cuatrocientas rentas más igualitario ahoga los impulsos
elevadas de Estados Unidos paga- creadores del individuo y conde-
ban de media una tasa impositiva na la economía a la más flagrante
del 29% en 1992, mientras que en ineficiencia, pero es evidente que,
2010 estos gravámenes se habían en el espectro comprendido entre
reducido al 21%. Desde los años los polos de la igualdad absoluta y

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la libertad absoluta, caben posicio- insoslayables  3, pues es innegable


nes intermedias razonables. que muchas desigualdades se han
perpetuado e incluso incrementa-
Es cierto que la reducción de los do.
precios de innumerables produc-
tos (billetes de avión, teléfonos El abaratamiento de los precios,
móviles) 2 ha propiciado un mayor que en ocasiones llega al virtuo-
acceso a estos bienes y servicios so extremo de generar un cos-
para sectores mucho más numero- te marginal nulo (de manera que
sos. Semejantes avances, sin duda producir una unidad adicional de
propiciados por el libre mercado y determinados productos no pre-
el desarrollo tecnológico, son es- senta costes marginales, princi-
pectaculares, y han de despertar la palmente en el ámbito digital y
máxima admiración en toda per- del Internet de las cosas) 4, puede
sona que verdaderamente busque traducirse, efectivamente, en una
el progreso de la humanidad en mayor riqueza colectiva, porque
las sendas de la justicia, la libertad más personas logran acceder a ta-
y el conocimiento. Lo que antes les bienes y servicios, pero no hay
constituía un privilegio de los más una conexión lógica apodíctica en-
acaudalados se convierte ahora en
un bien o en un servicio al alcan- 3
  Cf. P. Diamandis-S. Kotler, Abundan-
ce de la mayoría de la población. ce. The future is better than you think, Free
Este potencial del mercado de la Press, Nueva York 2012.
4
  J. Rifkin, The zero marginal cost socie-
tecnología es insoslayable y repre-
ty. The Internet of things, the collaborative
senta, junto con el conocimiento y commons, and the eclipse of capitalism,
las instituciones, la mejor herra- MacMillan, Nueva York 2014. Sin em-
mienta que posee el hombre para bargo, Rifkin parece albergar un cierto
jalonar niveles más elevados de temor ante las tendencias deflacionistas
generadas por el desarrollo de tecnolo-
bienestar e igualdad. Sin embargo,
gías propiciatorias del coste marginal
refugiarse en el argumento liber- nulo. Este miedo es infundado, porque
tario de que la disminución de los resulta perfectamente plausible que la
precios creará abundancia prácti- tendencia deflacionista se compense
ca choca con evidencias empíricas con un incremento notable en el consu-
mo de los nuevos bienes y servicios, por
lo que el crecimiento económico no se
2
  Por ejemplo, en pocos años es pro- ralentizaría, sino que se reforzaría. Cf.
bable que los coches sin conductor (los M. Muñiz – A. Pérez Casares, “Progreso
famosos “self-driving cars”) se comercia- tecnológico y orden internacional: hacia
licen a gran escala y democraticen la fi- una mejor economía y una mejor gober-
gura del chófer, antaño prerrogativa de nanza”, en Globalización y Desarrollo 880
los más afortunados. (2014), 41-42.

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tre este fenómeno y la reducción nará las clases sociales y muchas de


de la desigualdad. las desazonadoras distinciones que
de ellas derivan, pero sí coadyuva-
De hecho, si pensamos en los in- rá a hacerlas cada vez más irrele-
gentes beneficios acaparados por vantes, de modo que el origen no
quien ostente la patente de cual- determine el resultado, ni la extrac-
quiera de las tecnologías que ción social adquiera la injusta im-
ahora emplean cantidades inima- portancia que hoy posee.
ginables de personas, es incuestio-
nable que, aunque en el cómputo Por tanto, el problema fundamen-
global todos ganen, uno seguirá tal no reside en la transmisión au-
ganando bastante más que el res- tomática de la herencia, corregible
to. Habrá quien lo considere justo mediante impuestos que graven la
e incluso positivo, pero el peligro injusticia de lucrarse de un esfuer-
de que gigantescas plutocracias zo no realizado. Por el contrario, la
absorban más y más poder se cier- raíz última de la desigualdad yace
ne como una amenaza apremiante en la diferencia de capacidades,
sobre el buen funcionamiento de contextos e incentivos. El creador
un sistema democrático. La tecno- de una gran empresa tecnológi-
logía puede entonces exacerbar las ca en Silicon Valley que carecía de
desigualdades y provocar exter- riqueza y, al cabo de unos años,
nalidades negativas que afecten a llega a encabezar las listas de las
toda la humanidad (el cambio cli- mayores fortunas del planeta con-
mático nos ofrece un ejemplo acia- tradice de lleno el planteamiento
go de este riesgo). de Piketty, pues presta un servicio
inconmensurable a la humanidad
Las brillantes oportunidades que gracias a haber creado valor, del
nos abre este mundo de asombro- que muchos otros se benefician.
sos avances tecnológicos nos obli- Ciertamente, se nutre de un gigan-
gan también a reflexionar sobre la tesco caudal de invenciones e in-
sociedad que anhelamos y sobre vestigaciones previas, muchas de
el tipo de vida al que aspiramos. ellas financiadas por los Estados,
Quizás haya llegado el momento que impiden atribuirle la exclu-
de proponer un nuevo contrato so- sividad de su desarrollo (y me-
cial que contribuya a distribuir, de nos aún legalizar la retención, en
la forma más equitativa y al uníso- forma monopolística, de su apor-
no eficiente posible, la vasta y es- tación concreta), pero se nos an-
peranzadora cornucopia de bienes toja extremadamente complicado
y servicios a la que nos encamina cuantificar su “porcentaje de mé-
el progreso científico. Por sí sola, la rito” más allá de las convenciones
exuberancia productiva no elimi- legales vigentes. Y, en último tér-

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mino, como sería injusto prohibir y la mayor transparencia en el ac-


el consumo de determinados bie- ceso a la financiación de los di-
nes y servicios objetivamente po- versos proyectos empresariales
sitivos para la sociedad, mas cuyo definirán esta nueva era. Un po-
éxito aboca a clamorosas desigual- der cada vez más huidizo y efíme-
dades, además de vías impositivas ro ofrece la indudable ventaja de
que mitiguen las disparidades de no caer al menos con la misma fa-
renta sin desincentivar el anhelo cilidad que antaño en unas pocas
de crear valor es importante con- manos tentadas de utilizarlo como
figurar nuevas oportunidades. El herramienta tiránica. Sin embar-
conocimiento es la llave hacia un go, un poder tan confusamente
mundo más justo, en el que todos desperdigado entre innumerables
disfruten de posibilidades inédi- agentes también puede impedir-
tas para crear valor. Lo que res- nos tomar las decisiones correctas
plandece es la creatividad como y necesarias, por lo que, al diluir
valor supremo de la cultura y del toda jerarquía, quizás desembo-
hombre. que en caos e incertidumbre 5.
En este sentido, y aunque la tecno- En cualquier caso, la democratiza-
logía pueda conducir inicialmente ción satisface un ineludible ideal
a un aumento de las desigualda- de justicia humana. Así, el acce-
des, no es descartable que auspi- so cada vez más universalizado a
cie, a medio o largo plazo, tales los resortes del poder constituye
niveles de acceso al conocimien- una magnífica noticia para la hu-
to compartido y al establecimiento manidad. Exige, ciertamente, la
de nuevas formas de colaboración asunción de mayores responsabi-
económica que conlleve una ma- lidades por los individuos, pero
yor democratización de la socie- no hace sino satisfacer un anhelo
dad y una mejor distribución de la inveterado: el deseo de que todo
riqueza, reparto que ya no impli- hombre, solidarizado con sus se-
cará, como sucedió históricamen- mejantes, se convierta en rector de
te en los regímenes socialistas, una su propia vida.
disminución de la riqueza colecti-
va y una merma de las libertades La solución al problema de la de-
personales. Características como sigualdad de renta, posición so-
la posibilidad fehaciente de nutrir- cial y patrimonio requiere entonces
se del prodigioso cúmulo de co- de dos medidas simultáneas: cre-
nocimientos de la humanidad, la cimiento económico y políticas
mayor flexibilidad en las relacio-
nes humanas, que derruye barre-   Cf. M. Naím, El fin del poder, Debate,
5

ras raciales, clasistas y nacionales, Madrid 2014.

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fiscales redistributivas. Solo con vocar que cunda la desesperanza


fiscalidad progresiva es imposi- entre amplias capas de la pobla-
ble disminuir las desigualdades, ción. Por ello, la justicia fiscal, el
porque la humanidad necesita ex- cómputo de los límites razonables
pandir sus horizontes económicos, que han de alcanzar los impuestos
crear, innovar, comerciar, para que redistributivos para que no desin-
regiones del globo antes arrumba- centiven la actividad económica
das y prácticamente condenadas al (cálculo hoy más asequible que
subdesarrollo se beneficien de los nunca, gracias a los avances infor-
avances tecnológicos y de los in- máticos y a la disposición de una
tercambios comerciales en un mer- mayor cantidad de datos y de re-
cado libre. Pero el crecimiento no flexiones de científicos, economis-
garantiza la igualdad; reduce, sí, tas y pensadores), se revela como
las diferencias entre países, pero un instrumento neurálgico en el
puede acentuar la brecha entre los camino hacia una sociedad más
ciudadanos dentro de un país. justa.
En un mundo globalizado, quien Al igual que del orden puro no
logra situarse en la vanguardia podría surgir nada, la igualdad
de un determinado sector pue- absoluta (un coeficiente Gini equi-
de vender sus productos en to- valente a 0) 6 conduciría a la paráli-
dos los continentes y multiplicar sis absoluta. Sin cotas no lesivas de
inconmensurablemente su fortu- desigualdad, el desarrollo econó-
na. Antiguas dinastías diluyen su mico sería imposible, pues se anu-
riqueza, potestades otrora cano- laría el juego de los incentivos y
nizadas se desvanecen en la vorá-
gine de la historia y figuras antes
consagradas se disipan como la
6
  El coeficiente de Gini mide el grado
en que la distribución de ingresos en el
bruma matinal. Un inmenso po-
seno de un determinado grupo se aleja
tencial democrático palpita en la de la perfecta equidad: un Gini de 0 sig-
creatividad tecnológica y econó- nifica la equidad absoluta, mientras que
mica, porque el único criterio vá- un Gini de 1 implica inequidad com-
lido es la bondad de un producto pleta (un único individuo concentraría
(tal y como la juzgue la demanda), todos los ingresos de esa sociedad). Por
supuesto, cabe esbozar numerosas críti-
no la extracción social o la ideolo-
cas contra esta variable (por ejemplo, se
gía de quien lo elabora. centra más en la renta que en el patrimo-
nio que posee un individuo), pero resul-
Sin embargo, el abismo entre quie-
ta indudable que, en el plano puramen-
nes triunfan y quienes quedan te cuantitativo, ofrece una perspectiva
arrinconados en esta carrera in- bastante rigurosa sobre el reparto de la
cesante se agudiza, y puede pro- riqueza en un país específico.

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no existiría manera de recompen- hacia una espiral de desconfianza


sar el trabajo bien hecho frente al e inacción cuyo efecto más proba-
viciado. Mientras la psicología hu- ble sería la paralización absolu-
mana no sufra una metamorfosis ta de toda producción y de todo
radical, mientras el hombre siga consumo. Es en este punto donde
precisando de alicientes que le resplandece la aportación funda-
motiven a afanarse en metas cada mental de Keynes a la economía,
vez más sofisticadas, la desigual- hoy por hoy insoslayable 8. De he-
dad emergerá como el resultado cho, es desalentador contemplar
inevitable de la libertad económi- cómo, en la teoría económica con-
ca. Pero mientras el hombre sea temporánea, cultivada por innu-
hombre, persistirá el escándalo merables investigadores a lo largo
ante desigualdades excesivas que y ancho del globo, receptora de in-
signifiquen un premio exagera- contables atenciones y entronizada
do a favor de determinados indi- como la reina de las ciencias socia-
viduos. Por supuesto, en muchas les, surgen pocas intuiciones inte-
ocasiones este recelo ante la de- lectuales tan profundas como las
sigualdad procederá de pasiones de Keynes. Parece que una mayor
nocivas, como el vil rugido de la complejidad del aparato matemá-
envidia y el resentimiento  7, aun- tico con el que expresar los mode-
que en otros escenarios lo justifica- los económicos se ha traducido en
rán un amor profundo a la especie una alarmante pobreza creativa,
humana y una búsqueda honesta como si destreza matemática y po-
de la justicia. der explicativo fueran realidades
inversamente proporcionales. Ya

2. Razones extrínsecas 8
  La teoría de Keynes la resume el pro-
e intrínsecas contra la pio autor de manera sucinta en este texto:
desigualdad «Cuando un país está aumentando su ri-
queza con cierta rapidez, el progreso que
Pensar que la clave del crecimien- sigue a este estado venturoso de cosas
puede interrumpirse, en condiciones de
to económico reside exclusiva- laissez-faire, por insuficiencia de estímu-
mente en el ahorro, la inversión y los para nuevas inversiones. Dado el me-
la iniciativa de los individuos ol- dio social y político y las características
vida que, sin propensión a con- nacionales que determinan la propen-
sumir, la economía se precipitaría sión a consumir, el bienestar de un Es-
tado progresivo depende esencialmente
[...] de la suficiencia de tales estímulos».
7
  Cf. J. Rawls, Teoría de la justicia, Fon- Cf. J. M. Keynes, Teoría general del empleo,
do de Cultura Económica, México 1995, el interés y el dinero, Fondo de Cultura
587. Económica, México 1970, 297-298.

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no despuntan ideas del calibre de parte de la población debemos ba-


las alumbradas por Marx, Schum- sarnos en evidencias empíricas, en
peter o Keynes, aun cuando nun- series históricas y no en la aduc-
ca tantas mentes brillantes habían ción de argumentos apriorísticos
consagrado sus esfuerzos a desen- que corren el riesgo de incurrir
trañar los entresijos de los proce- en auténticas antinomias de la ra-
sos económicos. zón pura, pues con total legitimi-
De acuerdo con Keynes y con la dad puedo defender tanto que se
lógica del sentido común, sin ca- incrementaría el consumo gracias
pacidad de ahorro es imposible al descenso de los precios como
acometer inversiones privadas, que preponderaría la desconfian-
que subyacen –dada la imposibi- za causada por aires entumecidos
lidad de una planificación central de abatimiento y pesimismo.
de la economía que resulte soste-
Ciertamente, la prioridad de una
nible– a la generación de riqueza
en un país, pero la completa abs- sociedad debe residir en la genera-
tención de consumir, la férrea aus- ción de riqueza y en la eliminación
teridad calvinista, la frugalidad de la pobreza, para así propiciar
desbocada, hundiría la economía que el máximo número posible de
en un abismo sin fondo. Podría ar- personas accedan a mayores nive-
güirse que si las tasas de consumo les de bienestar, prosperidad y au-
se redujeran drásticamente, tam- tonomía. La igualdad, o es un fin
bién lo harían los precios, por lo subordinado a la creación de ri-
que algún individuo encontraría queza, o se convierte en un obje-
siempre el incentivo a consumir, tivo vacuo y contraproducente.
pero este razonamiento ignora las Una sociedad en la que todos fue-
volubilidades de la psicología hu- ran igualmente pobres no habría
mana. En efecto, si se palpara una coronado ninguna meta digna del
atmósfera en la que nadie estuviese hombre, ningún perfeccionamien-
dispuesto a consumir, lo que pro- to de la vida individual y social,
bablemente aumentaría sería el bu- ninguna victoria sobre las imposi-
cle de desconfianza generalizada, ciones de la biología, sino que ha-
no el incentivo a consumir para be- bría circunscrito el margen de su
neficiarse de los bajos precios.
actividad política a esparcir mise-
Como careceremos de una teoría ria y a erigir el resentimiento en
predictiva del comportamiento principio moral. Por tanto, perma-
humano, a la hora de juzgar qué necería atenazada por las garras
modelo de crecimiento favore- de la parálisis, la sequía creadora
ce mejor los intereses de la mayor y la envidia.

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Sin embargo, desigualdades des- una sociedad auténticamente me-


comedidas y persistentes condu- ritocrática, basada en los derechos
cen al odio, a la desconfianza y a inquebrantables de un individuo
una irreparable fragmentación so- que no ha de purgar por azares
cial. Inexorablemente enemistan a genéticos o contingencias fami-
unos hombres contra otros y conta- liares, herencias de las que nunca
minan la vida comunitaria con afi- puede considerarse plenamente
lados recelos y heridas no sanadas. responsable. La igualdad de opor-
Al dificultar la comunicación entre tunidades se yergue entonces
los hombres, fácilmente desembo- como la plataforma insustituible
can en el clasismo, la suspicacia y para crear un espacio sazonado
una cohorte de dolorosas divisio- de nuevas oportunidades, donde
nes acendradas por la valoración toda discriminación por motivos
unilateral del individuo desde el de nacimiento, género, orientación
empequeñecido ángulo de la pro- sexual, raza o creencias ceda el tes-
ductividad. Además, desaprove- tigo al ideal de un mundo justo, li-
chan un enorme potencial para la bre y humano.
sociedad y para su desarrollo.
Podemos definir la democracia
De todo ello se sigue la importan- como un sistema político fundado
cia capital de la redistribución de en la razón, esto es, en la aplica-
la riqueza, al menos en aquellos ción de los principios de simetría
márgenes que permitan no desin- y parsimonia a los derechos y de-
centivar el trabajo, y siempre des- beres de todos los ciudadanos, en
de los cánones de la “igualdad de el imperio insobornable de la ley
esfuerzo”: la sociedad ha de exi- y en la noble aspiración a integrar
girles más a quien más posee y a plenamente igualdad, libertad y
quien más puede. De lo contrario, fraternidad en una sociedad ver-
el reparto social del esfuerzo pa- daderamente humana y humani-
decerá desequilibrios irracionales zadora, donde se minimicen las
y no discerniremos ningún prin- colisiones entre todas las liberta-
cipio transversal de justicia, apto des legítimas existentes (indivi-
para sobreponerse a las inevita- duales y colectivas)  9. Presupone,
bles diferencias de capacidades in-
dividuales y de posiciones sociales 9
  Como escribe Rawls, en democracia,
que definen la vida comunitaria. «el poder político, que es siempre poder
coercitivo, es el poder del público, esto
Sin esta transferencia de renta a los
es, de ciudadanos libres e iguales consi-
sectores menos favorecidos es im- derados como un cuerpo colectivo». Cf.
posible crear la anhelada igualdad J. Rawls, El liberalismo político, Crítica,
de oportunidades, fundamento de Barcelona 2013, 228.

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claro está, la participación de indi- dividual, pero a falta de mayores


viduos bien formados, capaces de adelantos en el conocimiento y en
juzgar la realidad por sí mismos y la tecnología, no disponemos de
de alzarse como dueños de su pro- un algoritmo que indique el grado
pio destino, más allá de ideologías, preciso de desigualdad tolerable
propagandas e inercias generali- e incluso beneficiosa para el pro-
zadas. En consecuencia, la base de greso de la sociedad. En cualquier
una democracia madura no puede caso, podemos recapitular las ra-
ser otra que el conocimiento. zones contra una desigualdad ex-
cesiva de la siguiente manera:
La esencia de la democracia estri-
ba en la igualdad política, pero esta a) Extrínsecas: la desigualdad
no tiene por qué implicar igualdad desperdicia talento y divi-
social. Existen, de hecho, diferen- de profundamente a los hom-
cias sanas y tolerables que contri- bres. Malgasta capacidades,
buyen a incrementar el progreso por cuanto no brinda las mis-
colectivo. Sin embargo, la cuestión mas oportunidades a todos los
se refiere siempre al límite permi- miembros de la sociedad, lo
sible en esas desigualdades, de que inevitablemente se tradu-
manera que la desigualdad social ce en un desaprovechamiento
no pervierta el sistema democráti- de las posibilidades que ate-
co. La desigualdad desmesurada sora cada individuo –con in-
quiebra la igualdad política,  fo- dependencia de su condición
menta la distribución asimétrica social para contribuir al bien
del poder, menoscaba la igualdad común. Además, si supera de-
de oportunidades, auspicia la ex- terminados límites que, hoy
plotación de unos hombres por por hoy, no podemos calcular
otros, consiente la exclusión so- con la prolijidad y el rigor re-
cial, promueve la  insensibilidad queridos, esta inexorable des-
colectiva y aboca, tarde o tempra- cohesión social genera toda
no, a la tiranía y el despotismo, ya clase de miedos, envidias y
sea de los privilegiados sobre los recelos: temor en los pode-
desfavorecidos o de los desfavore- rosos y envidia en los desva-
cidos,  sedientos de venganza,  so- lidos. Nada positivo surgirá
bre los privilegiados, impasibles entonces de una sociedad de-
ante el sufrimiento ajeno. masiado polarizada, donde la
riqueza de unos será contem-
En resumen, sabemos que tan- plada por otros con sospecha
to la igualdad absoluta como la y resquemor, mientras que las
desigualdad extrema son perju- carencias de la mayoría sus-
diciales para el bien de social e in- citarán un pavor fundado en

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Carlos Blanco Pérez

las minorías más afortunadas, desplegar los miembros de las


siempre acechadas por el es- clases más afortunadas. Ade-
pectro de la rebelión. más, la complacencia con una
desigualdad excesiva conlle-
Una concentración desmesu- va la aceptación de que la úni-
rada de riqueza confiere un ca forma de valorar el trabajo
poder inmenso sobre el res- humano estriba en su someti-
to de los hombres, fácilmen- miento a la ley de la oferta y la
te dispuestos a contentarse demanda.
con poco, condenados por la
penuria a convertirse en sier-
Este principio es, sin duda, el más
vos de nuevos señores feu-
eficiente en lo que concierne a la
dales, desprotegidos ante los
producción de la mayor parte de
avatares del destino y las ini-
bienes y servicios, cristalizacio-
quidades de la historia. Esta
nes de las necesidades crecientes
situación es impropia de una
y potencialmente infinitas de la
sociedad avanzada, culta y di- humanidad. Sin embargo, es evi-
námica. Como sin confianza dente que el trabajo del hombre
es imposible que una sociedad no puede considerarse un bien o
florezca y se desarrolle crea- un servicio como otro cualquiera.
tiva y armoniosamente, un En una sociedad avanzada, ni si-
análisis racional, aun desde quiera el dinero se somete al im-
planos puramente utilitaristas pasible equilibrio de la oferta y
y consecuencialistas, desaconse- la demanda, sino que, al estimar-
ja vigorosamente convivir con se como una condición de posibi-
desigualdades extremas. lidad de todas las transacciones
económicas, se halla sujeto a regu-
b) Intrínsecas: la desigualdad ex-
laciones especiales que lo exone-
cesiva impide corregir las in-
ran del raso cumplimiento de esta
justicias de partida, sobre las
importante ley rectora de la activi-
que ninguna culpa ha con-
dad económica.
traído el individuo. Castiga-
do por la lotería genética y la En el caso del trabajo, las circuns-
desdicha de haber llegado al tancias son aún más acuciantes.
mundo en ambientes sociales Una desigualdad excesiva impli-
menos favorecidos, el indivi- ca que el trabajo de unos hombres
duo asiste, impotente, a una vale inconmensurablemente más
perpetuación de injusticias so- que el de otros. Este hecho pue-
ciales que solo podrá vencer de justificarse desde la perspec-
con un esfuerzo incomparable- tiva unilateral de la oferta y de la
mente mayor al que habrán de demanda –esto es, desde el ángu-

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Argumentos en contra de la desigualdad

lo de la eficiencia, legítimo en tan- trumentos adecuados para calcu-


tas ocasiones-, pero al tratarse del lar, sin el auxilio de la oferta y la
producto humano por excelencia y, demanda, la remuneración certe-
sobre todo, de lo único que posee ra que ha de percibir el individuo
la mayor parte de los seres huma- por la labor que realiza. Frente a
nos para competir en una sociedad una visión subjetivista, los argu-
siempre ansiosa de incrementar su mentos éticos arrecian, porque el
rendimiento económico, sería in- trabajo no representa un producto
justo que el esfuerzo, la dedicación más, sino el producto por excelen-
y el ímpetu de unos valiesen des- cia de todo hombre, íntimamente
aforadamente menos que los de ligado a la conciencia de su digni-
otros. Nos enfrentamos, eso sí, al dad. Si todo ser humano merece
problema casi insoluble de cómo el mismo reconocimiento jurídico
cuantificar escrupulosamente la con independencia de su origen
desigualdad permisible en la va- y de sus acciones, y si ni los peo-
loración del trabajo, o de si tiene res crímenes lo privarían de esta
sentido estipular una escala de va- grandeza inalienable que, des-
loraciones objetivas del trabajo. de un paradigma filosóficamente
más parsimonioso, menos com-
Mas sin entrar a discutir esta cues- prometido por un mayor núme-
tión tan profunda, que afecta a la ro de supuestos, le corresponde
entraña del sistema económico y como miembro de nuestra especie,
en la que sería ingenuo escorarse su trabajo, la expresión más subli-
tanto hacia una visión totalmen- me de su capacidad transforma-
te objetiva del trabajo como hacia dora, la huella de su creatividad,
una teoría enteramente subjetiva el sello que añade a la naturale-
de su valor, el sentido común, el za, exige una valoración especial.
aprecio por la dignidad humana y Aunque no podamos concretar
la conciencia de que los hombres, cómo debe efectuarse, sí cabe se-
por desiguales que se manifiesten ñalar que una excesiva desigual-
en sus talentos, sus conocimien- dad entre los hombres trasluciría
tos y sus fuerzas, no son en reali- un reconocimiento exorbitante del
dad tan distintos entre sí, sino que trabajo de algunos y una inacepta-
muchas veces las circunstancias y ble minusvaloración de la labor de
las contingencias han fraguado su otros, para menoscabo del indivi-
carácter y han gestado su suerte, duo y de la sociedad.
nos obligan a adoptar una vía me-
dia entre ambas hipótesis. Fren-
te a una concepción objetiva del
trabajo, conviene indicar que la
mente humana carece de los ins-

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* * * * llará en la destreza con que concilie


dos pulsiones dotadas de idénti-
Una persona que en verdad ha co vigor, anhelosa de solventar un
creado algo valioso para la huma- problema siempre acuciante: la ar-
nidad no necesita vanagloriarse monización entre el legítimo dere-
de nada. Sus obras resplandecen cho del individuo a perseguir sus
por sí solas y su figura brilla con propios fines y la necesidad de for-
luz propia. Lo mismo puede de- jar lazos duraderos que estabilicen
cirse de una civilización. Cuando una sociedad y auspicien el pro-
un individuo o una cultura se ven greso del máximo número de sus
conminados a demostrar su poder miembros. El primero es el princi-
y su grandeza, una profunda des- pio de la variedad; el segundo es
confianza anida en su seno, quizás el germen de la cohesión.
el preámbulo de una pronta deca-
dencia. Desde un punto de vista No se trata de proponer solucio-
ético, es injusto sostener que una nes equidistantes, refugiados en la
sola persona y una única compa- falsa tibieza de los justos medios,
ñía puedan atribuirse el protago- sino de refinar continuamente el
nismo exclusivo en la generación sistema según la experiencia his-
de un producto exitoso. Conflu- tórica, los valores asumidos y la
yen tantos otros factores, tantos riqueza disponible. La mente hu-
contextos, tantas confabulaciones mana no ha conseguido todavía
de la diosa fortuna, tantas venta- diseñar una ética o una teoría po-
jas sociales acumuladas (como el lítica lo suficientemente poderosas
acervo cognitivo, las tradiciones como para cubrir todas las de-
heredadas, el orden social y jurídi- mandas del individuo y de la so-
co imperante, el trabajo ajeno), que ciedad sin que ninguna de ellas se
la legitimidad de una cierta redis- vea menoscabada. Ese óptimo de
tribución de la riqueza originada Pareto aún no ha sido desvelado.
salta a la vista. La sociedad debe Solo el ensayo y el error, el filtro
mucho a sus creadores, pero estos insobornable de la práctica, la su-
difícilmente habrían logrado sus misión continua de nuestros idea-
hitos sin el concurso de la socie- les al severo juicio de la historia,
dad y sin el legado de una huma- el crecimiento de nuestra concien-
nidad que, a lo largo de dilatados cia ética y el desarrollo de la tec-
milenios, ha aspirado a explorar nología podrán ayudarnos en esta
nuevos horizontes y a mejorar sus empresa tan ardua como impos-
niveles de vida. tergable.

Una manifestación privilegiada Los europeos podemos sentirnos


del talento de una sociedad deste- orgullosos de nuestro continente,

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Argumentos en contra de la desigualdad

pináculo del desarrollo social hu- los contrarios, mas no los anula,
mano, síntesis de los ideales de li- pues los integra en un marco de
bertad e igualdad cristalizada en comprensión más amplio. Esta-
un modelo capaz de armonizar mos condenados a buscar aproxi-
crecimiento e innovación con segu- maciones cada vez más precisas,
ridad y equidad. En el Estado del y a contemplar la historia con una
bienestar se produce una extraor- mirada más cabal. Mediante el
dinaria síntesis entre la razonable análisis lógico y científico no po-
voluntad de iniciativa privada y demos escrutar aquello que por
personal (libertad) y el necesario su naturaleza depende inexora-
establecimiento de un orden social blemente de la voluntad humana
que proporcione a todos, con inde- y se halla en un incesante proceso
pendencia de su nivel de iniciativa de constitución.
económica, un bienestar, una vida
digna y una capacidad de partici- El Estado de bienestar representa
pación activa en la configuración uno de los hitos sociales e intelec-
de la sociedad: una mayor demo- tuales más trascendentales de la
cratización de todos los elementos humanidad. Ha de extenderse y
que vertebran la sociedad. perfeccionarse, pero es legítimo ar-
gumentar, sin asomo de jactancia,
Ambos parecen oponerse, pero que en él ha fructificado el modelo
en el Estado de bienestar propi- de organización social más exito-
ciado por la socialdemocracia y so concebido hasta ahora. Europa
la democracia cristiana coexis- se enfrenta a profundos desafíos,
ten de manera no siempre armo- mas esta constatación no debe ha-
niosa, si bien sostenible al fin y al cernos olvidar los logros de nues-
cabo, lo que posibilita unas cotas tro continente para, inspirados en
de prosperidad y desarrollo des- ellos, proponer su modelo al res-
conocidas en otras regiones del to de un mundo que encarna, por
globo. Esta Aufhebung hegeliana doquier, la afanosa búsqueda hu-
de igualdad y libertad en la fra- mana de prosperidad, justicia y
ternidad supera la parcialidad de bienestar. n

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ricardo BláZQueZ PéreZ

Memoria y gratitud

360 págs.
P.v.P.: 18,50 €
a la evocación de vivencias eclesiales (50 años del concilio vaticano ii y
de la conferencia episcopal española) y personales (bodas de oro como
presbítero) del cardenal-arzobispo de valladolid se unen en esta obra el
agradecimiento a dios y la esperanza como compromiso cristiano de cara
al futuro. aunque es un libro de teología, pastoral y espiritualidad, las alu-
siones personales le confieren una especial cercanía, integrando estrecha-
mente memoria, gratitud y esperanza. estamos ante el libro de un teólo-
go y un pastor cuya experiencia ministerial, dilatada en el tiempo y
variada geográficamente, se transparenta en cada página.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA)


pedidos@grupocomunicacionloyola.com

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