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Universidad Nacional del Nordeste

Facultad de Humanidades
Departamento de Letras
Literatura Española II

ESTRATEGIAS NARRATIVAS CERVANTINAS:

PERSPECTIVISMO Y REALIDAD/FICCIÓN EN

ÚLTIMAS TARDES CON TERESA DE JUAN MARSÉ

Monografía final
por
Emmanuel Vallejos
Profesor a cargo:
Mgtr. Rafael Ernesto Costarelli
Auxiliar:
Prof. Marcela Giménez

2019
ÍNDICE

1. Introducción………………………………………………………………pág. 3

1.1 Fundamentos teóricos y descriptivos………………………………..pág. 5

2. Desarrollo………………………………………………………………….pág. 6

2.1 Análisis de “Últimas tardes con Teresa”…………………………...pág. 10

2.1.1 El tópico dicotómico realidad/ficción en Manolo y Teresa...pág.10

2.1.1.1 Manolo o el sueño pijoapartesco………………………...pág.10

2.1.1.2 Teresa o el idealismo revolucionario……………………pág.16

2.1.2 El perspectivismo en “Últimas tardes con Teresa”………..pág. 20

3. Conclusiones……………………………………………………………..pág. 25

4. Bibliografía………………………………………………………………pág. 27

2
Introducción

La obra cumbre del escritor Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la


Mancha de los años 1605 y 1615, es seguramente una de las composiciones literarias
más comentada y analizada por los estudiosos de la literatura occidental. Es considerada
la primera novela por varias razones, entre las cuales se pueden nombrar: una estructura
episódica con un fin temático unitario, la creación de personajes complejos que
evolucionan o tienen transformaciones a lo largo de la historia que se narra, un ejemplo
de ello es lo que se denomina “quijotización y sanchificación”1, es un total mundo
ficcional en el cual se incluyen muchísimos subgéneros cultivados durante la época del
autor o anterior al mismo (pastoril, picaresca, epopeya, romance, refranes etc.), pero sin
perder su coherencia interna, incluye temáticas que serán abordadas por la literatura
posterior como la distinción entre la realidad y ficción, y aparece la figura de un
narrador que revolucionará para siempre la manera de contar historias por medio de
diversas técnicas o estrategias narrativas.

Sobre este último aspecto se pueden desplegar varias aristas dignas de mención,
pero para este trabajo me centraré en una, y que considero permite el despliegue de la
discusión o debate interno en la obra sobre la realidad/ficción, el perspectivismo. Esta
técnica o estrategia narrativa consiste en mostrar por parte del narrador las diversas
perspectivas que presentan los personajes sobre un mismo hecho o sobre lo que
consideran realidad o ficción, como es el caso de Alonso Quijano, don Quijote, en la
novela de Cervates, y asimismo, el mismo narrador incluye su perspectiva (y la de otros
narradores) sobre los hechos que él mismo narra, dotándolo al texto de una polifonía
compleja que hasta el momento de la aparición de este texto no se había realizado.

Por lo brevemente expuesto resulta tan verosímil la afirmación de Harold Bloom


de que “no hay dos lectores que den la impresión de haber leído el mismo Quijote”2, ya
que sin lugar a dudas Miguel de Cervantes Saavedra escribió una de las obras más
complejas de la literatura universal y exige por parte del lector su participación en el
hecho literario. Pero no es mi intención en este trabajo centrarme en la novela del

1
de Riquer, Martín. Aproximación al Quijote.1970. Versión PDF. Disponible en:
https://letrasiessalinas.files.wordpress.com/2017/03/martin-de-riquer-aproximacion-al-quijote-98-
pgs.pdf
2
Bloom, Harold. El canon occidental. 1994. Versión PDF. Disponible en:
http://assets.espapdf.com/b/Harold%20Bloom/El%20canon%20occidental%20(11703)/El%20canon%20
occidental%20-%20Harold%20Bloom.pdf

3
escritor español, sino en sus proyecciones literarias, esto es en las
evocaciones/continuaciones/influencias que suscita en la narrativa de otros escritores de
los siglos siguientes, particularmente en un autor y una de sus novelas: Juan Marsé en
Últimas tardes con Teresa publicada en el año 1966.

Cabe destacar que a lo largo de la historia de la literatura occidental, ésta se ha


concebido como un palimpsesto, término acuñado por el teórico francés Genette para
aludir al fenómeno literario de la transtextualidad y, particularmente, intertextualidad.
Es decir las huellas que un texto deja en otro texto, como si al final la literatura pudiera
resumirse en una única y gran obra interminable reescrita una y otra vez. En este sentido
Lubomir Dolezel desarrolló una idea parecida en torno al concepto de “transducción”,
que consiste en la elaboración de un nuevo texto partiendo de otro, en el cual se reflejan
las transformaciones interpretativas del primero en el segundo. En efecto, para este
autor “Los textos literarios transcienden constantemente las barreras de los actos del
lenguaje individuales y entran dentro de unas complejas cadenas de transmisión”3.
Dichas cadenas de transmisión pueden observarse en uno o más elementos presentes en
el nuevo texto literario y permiten la permanencia “viva” del texto primigenio, esto es
cada concreción del proceso comunicativo en un nuevo texto tenderá a la pervivencia
del primer texto.

Así pues mi intención es responder ciertos interrogantes, problemas de


significación, que me surgieron durante y luego de la lectura de Últimas tardes con
Teresa: ¿de qué modo se observa el fenómeno de transducción en la literatura de Juan
Marsé?; ¿consiste en estrategias discursivas, en tópicos, personajes, caracteres de
personajes?; ¿la transducción es una mera copia de esos elementos o se puede leer en
Marsé un estilo propio que parte de las lecturas que hizo este autor de Cervantes?

A modo de respuesta hipotética considero que el escritor barcelonés en su novela


Últimas tardes con Teresa se sirve o “transduce” (si se me permite el término) la
estrategia narrativa del perspectivismo inaugurada por Miguel de Cervantes en dos
sentidos:

1 La perspectiva de los personajes entre lo que es real y ficticio: los personajes


centrales Manolo y Teresa ficcionalizan la realidad del otro o, mejor, la

3
Martínez de Antón, D. Transducción, tradición literaria y contraescritura. IES Severo Ochoa, Alcobendas
(Madrid)

4
idealizan, considerando que en la consumación de una relación afectivo amorosa
hallarán sus respectivos objetivos: Manolo busca el ascenso social que le
permitirá salir de Monte Carmelo y dejar atrás su vida de ladrón, razón por la
cual alimentará la ficción que Teresa ha montado sobre su persona, pues ella
cree que Manolo es un obrero que anhela la revolución del proletariado y será
quien la lleve a la consumación de sus objetivos políticos.
2 El narrador de Últimas tardes con Teresa se presenta y narra desde diversos
puntos de vista a lo largo de la obra. Sin dejar de asumir la omnisciencia -que
caracteriza al narrador en tercera persona, propio de la novela decimonónica en
la cual la obra de este autor halla también influencias- juzgando, parodiando,
incluso burlándose de las situaciones y de los personajes.

Por lo brevemente expuesto, en el presente trabajo se pretenderá, entonces,


rastrear las estrategias discursivas utilizadas en esta obra que hallan sus raíces en la obra
de Miguel de Cervantes y explicar en qué sentido y con qué fines son llevadas a cabo.
En primera instancia estas dos maneras de desarrollar la perspectiva se complementan y
permiten el funcionamiento de la obra en su conjunto. Es decir, por medio de las
diversas focalizaciones e intervenciones del narrador en la historia que está contando se
construye y dinamiza la historia de amor entre los personajes que oscila en un vaivén de
fantasía y realidad.

Fundamentos teóricos y descriptivos

Antes de iniciar con el análisis propiamente dicho de la obra en cuestión es


necesario profundizar conceptualmente aquellos aportes teóricos que cobrarán
pertinencia para el presente análisis.

En primera instancia, ahondar en el concepto de transducción, acuñado por


Lubomir Dolezel resulta insoslayable, ya que sus ideas en torno a este fenómeno del
hecho literario son cruciales para comprender cómo opera y en qué sentido o sentidos,
al menos en este trabajo.

Así pues como se ha mencionado anteriormente la transducción se define como


el fenómeno en el que “la obra literaria que es leída a través de las generaciones de

5
lectores, que conduce a nuevos textos ya sean interpretativos o puramente literarios,
permanecerá viva y presente (...) cada concreción del proceso comunicativo literario que
se prolonga en un nuevo texto producirá una serie de transformaciones que se verán
plasmadas en ese segundo texto.”4. Esta idea en torno a concebir la literatura no ya
como un palimpsesto, particularmente el fenómeno de la intertextualidad, en la que
Genette lo define como “toda relación que une un texto B (que llamaré hipertexto) a un
texto anterior A (al que llamaré hipotexto)”5, sino como un proceso de transducción
tiene como distinción la posibilidad de la “reelaboración activa de un “mensaje” sobre
el que su fuente ha perdido el control”6 y esto implica necesariamente la participación
de un lector activo que utilice el sentido, el ejercicio de la hermenéutica sobre una
determinada obra, y lo vuelva escritura. O en palabras de Martínez de Antón: “(si la)
lectura se prolonga en la escritura de un segundo texto, tenemos el fenómeno de la
transducción literaria en funcionamiento. Por tanto, este segundo texto guardará una
serie de relaciones con el primer texto: se ha producido primero una transformación
―en la reconstrucción― y después una transmisión ―escritura del segundo texto―.”7.

Si tenemos en cuenta lo antes expuesto y pensamos en la obra de Cervantes y en


su cabal relevancia para la literatura posterior, el fenómeno de la transducción no puede
no hallar lugar en las centurias siguientes y el eco de la prosa cervantina se expresará en
la literatura occidental casi como condición “sine qua non”, pero no como una burda
copia de las técnicas o tópicos narrativos (al menos no en la literatura que acá nos
ocupa), sino expresando un estilo propio que no se angustia de sus influencias, por el
contrario las expone gozosamente y con buenos resultados artísticos.

Juan Marsé es un declarado lector fanático de la obra cervantina y del cine, por
ello en sus novelas, sobre todo en la que se centrará este trabajo, las influencias del
escritor renacentista y del séptimo arte son muy fáciles de reconocer. Ahora bien
considero que, en Últimas tardes con Teresa, a diferencia de otra de sus obras
populares- me refiero a La muchacha de las bragas de oro (1959 donde explota
magistralmente el tópico “realidad/ficción”-, abordará la técnica discursiva del
perspectivismo que inundará y guiará todo el entramado de la novela, logrando una
prosa que trenzará una historia complejísima en donde el juego de las apariencias estará

4
Op.cit. pág.5
5
Genette, Gerard. Palmimpsestos. Editorial Taurus. 1989. Pág. 14
6
Op. Cit. Pág. 6
7
Op. cit. pág. 7. Los paréntesis son míos.

6
mediatizado por el narrador, quien como un titiritero moverá los hilos narrativos de los
personajes a su antojo. Por esta razón, es necesario ahondar en el concepto de
perspectivismo y en sus alcances discursivos, pues como se verá más adelante, esta
técnica es indisoluble de la trama y las miradas/creencias de los actantes novelísticos.

En primera instancia considero que es necesario tratar el concepto


“perspectivismo” en los sentidos más amplios, para luego llevarlo a terrenos más
específicamente literarios. Es así que cuando se habla o nombra alguna flexión de este
lexema (perspectiva, por ejemplo) el significado más común y aceptado por la sociedad
en general es el de “mirada” o “visión propia sobre algo”. Si bien es cierto que el
concepto es mucho más complejo, ya que halla sus raíces semánticas en ideas
filosóficas (Ortega y Gasset ha abordado este concepto hondamente, por ejemplo)8, lo
que interesa de esta noción es aquella que tiene que ver con lo expuesto anteriormente y
que se relaciona intrínsecamente con la idea de que cuando hablamos de
perspectivismo, estamos abordando o rondando el postulado de que es la mirada que
cada sujeto tiene sobre la realidad. Esto es, cada ser humano -que transita y habita este
mundo- comprende, interpreta y acciona de acuerdo con sus propias creencias. De esto
se desprende que también, en esta definición entra en juego el concepto de verdad, pues
la realidad en tanto ‘verdad’ se concibe a partir de la percepción individual que tiene
cada sujeto de lo que le rodea y esto es posible ya que como se sabe hoy en día lo que
consideramos la ‘realidad’ no es ontológicamente una cosa fija, sino que justamente se
mediatiza/relativiza tanto como sujetos la contemplan y transitan.

Lo antes mencionado es útil en tanto nos sitúa en un marco desde donde partir
hacia una idea de lo que se considera perspectivismo en la .literatura. En principio y
relacionado con lo anterior -que soslayaba aspectos filosóficos y sociológicos-, se
podría establecer como primera aproximación conceptual la idea de que se entiende por
este término como “el uso de diversos puntos de vista dentro de la narración a fin de
mostrar la complejidad de lo que se intenta describir”9. Ahora bien, esta definición o
delimitación conceptual del término al campo literario abre la puerta a la discusión de
quiénes son los que detentan los puntos de vista: ¿el narrador, los narradores, un mismo
personaje o varios?

8
Ortega y Gasset, José. El tema de nuestro tiempo. Santiago de Chile: Ediciones Nueva Epoca, 1932.
9
Varios autores. Glosario de términos útiles de la literatura española. Disponible en:
https://glosarios.servidor-alicante.com/terminos-utiles-literatura-espanola/perspectivismo

7
Como se ha dicho al principio, en la obra de Cervantes el perspectivismo marca
un antes y después en toda la literatura occidental, pues a través del juego con los
diferentes puntos de vista de distintos narradores va trazando líneas hermenéuticas que
configuran un mundo posible literario ambivalente que oscila entre la realidad y la
ficción. Así como el narrador cambia a lo largo de la novela, la realidad novelística y la
concepción de lo que es real y no lo es también se ve afectada. Tal vez recurrir a uno de
los tantos estudiosos de la obra cervantina pueda aclarar este planteo. Américo Castro
afirma que “en lugar del es admitido e inapelable, Cervantes se lanzó a organizar una
visión de su mundo fundada en pareceres, en circunstancias de vida, no de unívocas
objetividades. (…) Cada observador posee un especial ángulo de percepción, en función
del cual varían las representaciones y los juicios. En ciertos casos, lo que a Cervantes le
interesa es el mero espectáculo de esa oscilación ideal…”10.

Sin fines utilitarios, sino puramente estéticos, Miguel de Cervantes pudo


capitalizar el sentir de la época barroca en que se desarrollaba la literatura del siglo
XVI. En otras palabras Oliveira Costa expresa que “Mientras lee la novela, el lector
puede cuestionarse: ¿qué es lo real? ¿dónde terminan los engaños y empiezan los
hechos? ¿cuáles son los hechos? ¿la respuesta? Todo depende del punto desde donde se
observan las acciones y varía conforme la capacidad crítica individual. Los límites se
vuelven borrosos, relativamente claros y a veces oscuros en este juego, que manifiesta
la tensión, la crisis que vivió el artista barroco.”11.

El autor del Quijote introducirá este perspectivismo por medio de la figura del
narrador o, mejor dicho, de narradores que irán construyendo un relato donde las
versiones de un mismo hecho variarán. El claro ejemplo de esta estrategia se observa a
partir del capítulo VIII de la primera parte con la introducción del narrador Cide
Hamete, Gerli, dice al respecto:

“El tema de la perspectiva estilística se introduce a mediados del capítulo


VIII al enfrentarse don Quijote, quien habla de una manera grandilocuente y
arcaizante, con el vizcaíno, cuyo castellano no es más que algarabía. La
disonancia lingüística entre estos dos personajes plantea de una vez la

10
Castro, Américo. El pensamiento de Cervantes. Versión PDF. Pág. 623
11
Oliveira Costa, Aziele Cristina. El barroco Quijotesco: El perspectivismo barroco en la novela del Curioso
Impertinente. Versión PDF. Disponible en:
http://www.ufjf.br/revistagatilho/files/2009/12/quixoteAziele.pdf

8
importancia del estilo verbal, o la manera en que se interpreta la realidad a través
de las palabras. Este primer encuentro entre el hidalgo manchego y el escudero
vasco es seguido por una pormenorizada descripción en tercera persona de la
batalla; una lucha que será descrita en menos de cinco páginas de texto cuatro
veces, desde cuatro perspectivas diferentes, cada una con su propio estilo”12.

Por otra parte cabe mencionar el estudio de Leo Spitzer sobre otro tipo de
perspectivismo presente en la obra cervantina que es el lingüístico. El crítico plantea
que el perspectivismo no solo tiene asidero en los hechos narrados, sino en la forma de
nombrar a los personajes de la historia. Así pues, por ejemplo la esposa de Sancho a lo
largo del relato tiene muchos nombres (Juana Gutiérrez, Juana Panza, Teresa Panza,
entre otros) y que “no son fallas artísticas que manifiesten el poco control que el autor
ejerció sobre su creación, sino aciertos suyos que expresan una cosmovisión y un punto
de vista esencialmente perspectivisticos”13.

Por último, cabe mencionar la dicotomía realidad/ficción presente en el Don


Quijote de la Mancha (1605), personificado o encarnado en muchos de los personajes,
pero especialmente en el protagonista don Quijote y su escudero Sancho Panza.
Recordemos que Alonso Quijano (Don Quijote) perdió el juicio por leer tantos libros de
caballerías y decide un día encarnar las aventuras propias de esas obras y toma como
escudero a su vecino, quien se somete a la ficción en un mundo aparentemente no
ficcional. Así a lo largo de toda la historia las situaciones novelísticas rondarán en la
interpretación ‘errónea’ del Quijote de su realidad circundante.

Lo anteriormente expuesto será de gran utilidad en el análisis de Últimas tardes


con Teresa, pues el fenómeno de la transducción desarrollado por Dolezel se observa en
la literatura de Juan Marsé y toma forma justamente en estos dos aspectos que he
abordado someramente de la obra cervantina: perspectivismo y la dicotomía
realidad/ficción como tópico recurrente en la primera novela moderna.

12
Gerli, Michael. Estilo, perspectiva y realidad : «don Quijote». Versión PDF. Disponible en:
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/37/TH_37_002_166_0.pdf
13
Spitzer, Leo. Perspectivismo lingüístico en el Quijote. Versión PDF. Disponible en:
https://cvc.cervantes.es/literatura/quijote_antologia/spitzer.htm

9
Análisis de Últimas tardes con Teresa

Como se planteó anteriormente lo que me interesa es analizar de qué manera el


proceso de transducción se realiza o concretiza en la obra de Juan Marsé. De acuerdo
con la hipótesis de este trabajo -a saber que el fenómeno de la transducción se observa
en dos aspectos: el tópico temático realidad/ficción y el perspectivismo adoptado por el
narrador de la historia de la novela-, es necesario recurrir a un análisis lo más
exhaustivo posible de, valga la redundancia, el narrador. Pues es esta estrategia
narrativa, esta manera de contar es la que permite que el relato funcione, que se
desarrolle y vaya construyendo el mundo discursivo en el que se desenvuelven y actúan
los personajes.

El tópico dicotómico realidad/ficción en Manolo y Teresa

Estaría, tal vez, de más decir que si hay alguna proyección clara en la obra de
Marsé es el tópico presente en la narrativa cervantina, a saber: el de realidad/ficción que
es el que moviliza la historia del Quijote. Un hidalgo venido a menos que de tanto leer
libros de caballerías queda preso de ese mundo de antaño, respecto de su realidad
inmediata. En Últimas tardes con Teresa el proceso no es parecido y son dos los
personajes involucrados, pero el resultado es el mismo: Manolo es un personaje
proveniente de la clase baja y que ha recurrido a la vida de ladrón con el propósito de
poder en algún momento salir de su situación social y del lugar donde reside; Teresa en
cambio, es una chica de clase alta, estudiante universitaria y con un ferviente interés por
las ideas de izquierda. Ambos idealizarán, o como se expresará más adelante
“mitificarán”, en el otro la concreción de sus deseos. Manolo verá en ella la oportunidad
de salir al fin de su status social, Teresa creerá que él es un obrero, revolucionario, a
quien poder acompañar y realizar sus ideales de izquierda. En este sentido cabe
mencionar el estudio realizado por Gundín Vázquez, el cual proporcionará aportes
analíticos interesantes sobre la temática que aquí nos ocupa.

Manolo o el sueño pijoapartesco

Lo primero que hay que mencionar es que Manolo, personaje principal, proviene
de los barrios bajos, por ende también de clase baja, de Barcelona. Él persigue el
objetivo de salir para siempre de su status social y para ello solía colarse en las fiestas

10
de las clases altas con el fin de conquistar alguna chica “bien”. En efecto, en el capítulo
dos se infiltra a una fiesta donde conocerá a Maruja y por medio del narrador podemos
determinar que el muchacho fingía sobremanera para conseguir sus fines. En dicho
capítulo donde conoce a Maruja, criada de la familia de Teresa, a quien seduce, se
produce un inconveniente donde la dueña de casa lo interroga por ser un desconocido en
la fiesta, y el narrador nos deja entrever lo forzada de su actuación para mezclarse con
una clase social ajena a él:

En su voz había una secreta arrogancia que a veces traicionaba su evidente


esfuerzo por conseguir un tono respetuoso. Su acento era otra de las cosas que
llamaba la atención; era un acento que a ratos .podía pasar por sudamericano,
pero que, bien mirado, no consistía más que en una simple deformación del
andaluz pasado por el tamiz de un catalán de suburbio —como una dulce caída
de las vocales, una abundancia de eses y una ternura en los giros muy especial—
, deformación puesta al servicio de un léxico con pretensiones frívolas a la
moda, un abuso de adverbios que a él le sonaban bien aunque no supiera
exactamente cómo colocar…14.

Este esfuerzo casi sobrehumano para aparentar lo que no es refleja que este
personaje, así como más adelante se observará en Teresa Serrat, no quiere pertenecer al
mundo de donde en verdad proviene. En palabras de Gundín Vázquez: “…se plantea en
toda la literatura del novelista barcelonés: el conflicto del hombre con la sociedad y con
el tiempo. Los protagonistas de esta novela, por diferentes razones, no están cómodos en
su mundo y anhelan salir de él…”15
Para llegar a ser quién era Manolo en los tiempos narrativos en que ocurren los
hechos, el narrador nos cuenta cómo en el Pijoaparte se fue configurando cierto
imaginario. Así el personaje principal develará en las primeras páginas cómo construyó
el ideal de un mundo donde sale al fin del barrio pobre de Carmelo. En efecto, quien
cuenta la historia que nos ocupa explica que la vida del murciano en su infancia había
sido más que difícil:

De su diario trato con el hambre le quedó una luz animal en los ojos y una
especial manera de ladear la cabeza que sólo los imbéciles confundían con la
sumisión. Muy pronto conoció de la miseria su verdad más arrogante y más útil:

14
Marsé, Juan. Últimas tardes con Teresa. 1966. Versión PDF. Pág. 11.
15
Gundín Vázquez, J. L. La novela de Juan Marsé: Análisis de las tendencias y de las técnicas narrativas.
Universidad Nacional de Educación a Distancia. 1999. Versión PDF. Pág. 192

11
que no es posible librarse de ella sin riesgo de la propia vida. Así, desde niño
necesitó la mentira lo mismo que el pan y el aire que respiraba.16

Este pasado de miseria en el que se crió es determinante para configurar el


carácter del personaje principal. Su odio a la pobreza en la que está sumido, en fin su
realidad, incita en el murciano la necesidad, según su parecer, de hallar la manera de
escapar de ella y lo más antes posible. En relación con lo expuesto, esto es, la necesidad
que siente el protagonista por ascender socialmente, Bellón Aguilera agrega que es en
esta temática donde halla sustento la novela de Marsé:

La problemática de las novelas que vamos a leer se centra en torno a la cuestión


del ascenso social, y la representación del cuerpo de los personajes femeninos
proporciona un mapa de la estructura social en la que se mueven los implicados
en la peripecia: el cuerpo de Teresa engloba el estilo de vida de la clase
dominante, y su concepción del mundo pertenece al de una nueva clase que
emergerá con fuerza en los setenta, la nueva burguesía…17

Sin embargo, cual si fuera una novela naturalista propia de la época


decimonónica, al Pijoaparte lo persigue la desgracia de no poder escapar de dicho sino.
Tal es así que luego de conquistar a Maruja, creyendo que era una chica de clase alta, y
luego de consumar su seducción logrando acostarse con ella, la mañana le devuelve a su
innegable realidad al darse cuenta de que Maruja no es quien creía, más bien era apenas
una criada de la familia Serrat:

…hasta que no cantó la alondra, no pudo él darse cuenta de su increíble,


tremendo error. Sólo entonces, tendido junto a la muchacha que dormía,
mientras aún soñaba despierto y una vaga sonrisa de felicidad flotaba en sus
labios, la claridad del amanecer fue revelando en toda su grotesca desnudez los
uniformes de satín negro colgados de la percha, los delantales y las cofias, sólo
entonces comprendió la espantosa realidad.
16
Op. Cit. Pág. 40
17
Bellón Aguilera, J. L. La mirada pijoapartesca (lecturas de Marsé). Ostrava, 2009. Pág. 50.

12
Estaba en el cuarto de una criada.18

En relación con lo anterior en el trabajo de Gundín Vázquez podemos leer que:


“Los protagonistas de esta novela, por diferentes razones, no están cómodos en su
mundo y anhelan salir de él, salida que dificulta el narrador propiciando una serie de
equívocos -el más importante de ellos es imaginar en el otro una figura opuesta a lo que
realmente es- y poniendo en contacto distintas formas de vida, para demostrar que el
sueño pijoapartesco es una quimera, como lo es el de Teresa.”19

Manolo Reyes en las primeras páginas de Últimas tardes… se construye como


un personaje que recurre a la búsqueda de una quimera; al igual que Alonso Quijano
quien tiene que asumir otro papel en la vida porque quedó atrapado en el pasado idílico
que le ofrecieron los libros de caballerías, el murciano siente la imperiosa necesidad de
ficcionalizar su mundo para poder escapar finalmente de su triste realidad: un bastardo,
sin abolengo, viviendo en uno de los barrios más pobres de Barcelona, y cuyo sostén
económico es el delito.

Por lo expuesto es que este personaje se decepciona al saber que Maruja es tan
pobre como él y por ello más adelante se empeñará en conquistar una mujer como
Teresa Serrat: joven, hermosa, familia adinerada, elegante; en fin miembro de las clases
sociales pudientes. En este sentido Gundín Vázquez aporta que estamos en presencia de
la búsqueda de la concreción de un mito:

La historia de Manolo es la historia de una búsqueda, la de una mujer que pueda


ser el compendio de belleza y nivel social que apreció en la hija de los Moureau.
Cuando en la primera aventura de la novela y bajo el nombre de Ricardo de
Salvatierra irrumpe en la fiesta y ve a dos chicas sentadas al borde de la piscina
se fija en la rubia porque responde exactamente a sus expectativas, ha
encontrado su mito particular, y el resto de la novela será la historia de la
conquista de este mito.20

18
Op. Cit. Pág. 26.
19
Op. Cit. Pág. 192.
20
Op. Cit. Pág. 208.

13
A partir de lo expuesto y según avance la novela, luego de que Maruja tenga el
accidente con la consecuencia del coma en principio que culminaría en la muerte de la
criada, al entablar los primeros contactos con Teresa, Manolo como Alonso Quijano
aparentará ser un galán de cine que pretende conquistar a la bella doncella de clase alta.
Tal es así, que cuando Teresa va en busca del murciano a Monte Carmelo, el narrador
explora la fantasía de este personaje:

Viéndola así, de perfil, el joven del Sur empezó a barajar nuevamente su


preciosa colección de postales azulinas: un accidente, Teresa malherida, el coche
arde, él la salva...
—Estás muy callado —dijo ella—. Afectado por lo de Maruja, ¿verdad?
—Sí.21

Este fragmento es revelador en cuanto expresa los puntos mencionados


anteriormente, ya que el narrador pone de relieve el tópico que aquí nos interesa:
Manolo escapa de su realidad pintando en su mente escenas típicas del cine donde él es
el héroe-galán y ella la amada hermosa que está en peligro. Pero ésta no es la única
expresión del tópico, sino que Teresa interpreta que el Pijoaparte está “afectado” por el
estado de Maruja y el murciano reafirma esa creencia, configurando de esta manera la
ficción ya no de Manolo, sino de la rubia protagonista.

Una vez que Manolo y Teresa empiecen a salir, el primero creerá que esa
quimera está al alcance de su mano. Tal es así que cuando se encuentra en la casa de los
Serrat el narrador nos expresa los pensamientos y deseos del Pijoaparte:

Manolo recostó cansadamente la cabeza en el respaldo del diván y contempló de


nuevo los luminosos cuadros de las paredes y la intimidad tranquila del hogar
con una curiosidad vagamente insatisfecha y obsesionante, pero muy grata. Le
apetecía fumarse un pitillo.”22

21
Op.cit. pág. 92
22
Op. Cit. Pág.

14
Pero como acota Bullón Aguilera “el Pijoaparte no ve lo que ve: sabe que hay
diferencias sociales y que debe de jugar de determinada forma pero sabe que no puede
ser él, tiene que hacer literatura de su propia vida…”23; y por esta razón es que debe
encarnar un personaje que no es: el galán de cine de los años ’30 y ’40 del siglo pasado.
En consecuencia en sus ensoñaciones actuará, como hemos visto ,el papel del héroe que
salva siempre a la bella doncella en peligro y en el trato diario con Teresa se mostrará
como dicho galán, lleno de misterio, indescifrable para la rubia Serrat, hasta que ya se
vuelva insostenible porque no puede escarpar de “la suerte negra que lo perseguía”24.

Estas diferencias sociales se harán más patentes en los hechos aunque solo al
final de esta historia, pasados dos años, el murciano comprenderá luego de su fallida
relación con Teresa, debido a que los padres de la rubia la enviaran lejos del Pijoaparte,
que todo no fue más que una quimera. Solo en ese momento ocurrirá el proceso de
desmitificación en Manolo que también experimentará, tal vez más temprano, la hija de
los Serrat.

En efecto, en el último capítulo, luego de haber salido de la cárcel tras dos años
de encierro por haber robado una moto y ser denunciado por la hija del Cardenal,
despechada por enterarse de que solo era usada por el murciano para conseguir sus
fines, Manolo entrará a un bar y se encontrará con Luis Trías, ex compañero de Teresa,
quien ante la pregunta del murciano de si ella se había enterado de su encarcelamiento,
el joven universitario le responderá:

¿Quieres saber lo que hizo Teresa cuando lo supo? Bueno. Luis Trías le puso
una mano en el hombro. “Se echó a reír, Manolo. Como lo oyes. Creo que
todavía se está riendo.”25

A partir de esta revelación, tardía pero necesaria, el murciano cerrará el círculo


necesario de la mitificación y paso siguiente de la desmitificación. La ficción de
ascender socialmente se esfuma. Se cumple así lo que Gundín, citando el trabajo de

23
Op. Cit. Pág. 114.
24
Op. Cit. Pág. 102.
25
Op. Cit. Pág. 214.

15
Margery, plantea como un ciclo propio de la novela desmitificadora; esto es:
desplazamiento mítico – deterioro mítico – retorno al status.26

Teresa o el idealismo revolucionario

En el apartado anterior nos ocupamos del conflicto que experimenta Manolo


entre la realidad y la ficción, Teresa la coprotagonista de esta historia por ser su pareja
también padecerá esta equivocación de apreciación de la realidad. Cabe destacar que si
bien la confusión, entre lo que es real y no, es la misma en ambos personajes, no se
expresa de la misma manera. Es más, en Teresa el fenómeno se parecerá mucho más al
que experimenta el personaje de Cervantes, pues a diferencia de Manolo quien creía que
podía conquistar a una chica de familia adinerada y así escapar de su sino de pobreza,
siendo todo el tiempo consciente de que utilizaba estrategias de manipulación, con tintes
de persona ruin, la rubia, en cambio, se mostrará siempre inocente, incrédula de la
realidad hasta lo último, alimentando una ficción que jamás será realidad.

La hija de los Serrat es una militante de izquierda, va a la universidad y está


inmersa en lecturas e ideales que persiguen la revolución, Gundín Vázquez aporta al
respecto:

La vida de Teresa es totalmente opuesta a la de su pareja en la novela, todo lo


que Manolo tiene de pícaro lo tiene la joven de burguesa, que sin embargo ha
creado de sí misma una figura discordante con las expectativas de su familia,
quiere ser lo que no puede o no debe ser : un líder estudiantil. Con esta idea pasa
la mayor parte de los días en compañía de Luis Trías de Giralt, un joven
universitario que se sospecha "conectado" con las más altas instancias del
Partido Comunista, hasta que a partir de la enfermedad y muerte de Maruja
conoce a Manolo y enseguida ella comprende que el mito perseguido está ahora
a su alcance…27

26
Op. Cit. Pág. 192.
27
Op. Cit. Pág. 208.

16
En efecto, en las primeras entrevistas con Maruja donde la rubia le pregunta por
su amante ésta hará caso omiso a lo que trata de decirle la criada y esbozará su quimera:
Manolo Reyes es un obrero revolucionario. El narrador nos dejará clara esta
equivocación o, mejor, ficción:

Maruja (…) balbuciendo una serie de excusas en su nombre y en el de su novio


que de momento confundieron a la estudiante, pero que luego ésta, al
interpretarlas de acuerdo con una singular idea que ella tenía de los jóvenes
obreros que se parten el pecho en la vida (había decidido que el novio de la
criada tenía que ser forzosamente un obrero) habían de dejarla sorprendida y
encantada.28

Así pues, Teresa erigirá un mito que tratará de concretarlo o creerá que lo va
concretando a medida que avance su vínculo con el murciano. En este sentido Gundín
Vázquez acota que “…a partir de la enfermedad y muerte de Maruja conoce a Manolo y
enseguida ella comprende que el mito perseguido está ahora a su alcance.”29 Entonces a
medida que avance la novela los equívocos se harán más evidentes: su amado obrero no
es más que un ladrón de motocicletas, Manolo le hablará de Bernardo, ella creerá que
Bernardo es un gran revolucionario y no su secuaz en el robo de ciclomotores, el Monte
Carmelo será el paraíso donde vive el obrero y no un barrio venido a menos por la
ausencia del Estado donde vive la gente más pobre de Barcelona.

Este idilio la seducirá sobremanera, aún antes de establecer algún contacto con el
Pijoaparte:

—Es un obrero ¿no? Estaba segura. —No tenía ningún interés en oír la respuesta
(…) Por algún motivo, acaso porque de pronto notó la presencia sobrehumana
del joven obrero, se subió los tirantes del bañador precipitadamente.30

28
Op. Cit. Pág. 79.
29
Op. Cit. Pág. 208.
30
Op. CIt. Pág. 81.

17
El equívoco es evidente y llevará a la rubia hasta reprocharse ciertas actitudes o
emociones que ocurrían en los encuentros con Manolo:

Eran, sin duda, sugestiones fugaces, espejismos de burguesita reprimida e


insatisfecha —se decía a sí misma, muy dada a la autocrítica—, pequeños
egoísmos de la carne que ahora, frente a un auténtico militante, resultaban
indignos y ridículos.31

Instalada la ficción porque “Teresa Serrat ya sabe, ya tiene su idea y su dulce


veredicto sobre la vida de un joven como éste en un suburbio.”32, la negación de la
realidad, en Teresa el proceso que retoma Gundín Vázquez sobre la desmitificación
expresado más arriba por Margery; a saber desplazamiento mítico – deterioro mítico –
retorno al status33, se observará en el plano ideológico, ya que la seducción o la ficción
encarnada por Teresa sobre la vida del murciano tiene estos alcances. De esta manera la
rubia irá experimentando a medida que avance la novela desilusiones que la llevarán
definitivamente a ese retorno al status.

Uno de los primeros tragos de sabor amargo de realidad se le presentará a la


coprotagonista en una salida a bailar con el Pijoaparte:

¿Dónde estaba aquella alegría directa y sana de los bailes populares? Un olor a
sobaco, eso era todo.34

El deterioro del mito, de la figura del héroe revolucionario, comienza a tomar


forma cuando la rubia se adentra en la intimidad del murciano, esto es: a medida que
empiece a visitar más de seguido el Monte Carmelo, en dicho lugar entrará en contacto
no solo con ese ambiente que solo expide “olor a sobaco” en sus bailes, sino con los
personajes que ella había imaginado compañeros de lucha del ficticio Manolo. El
encuentro que se dará en el bar Delicias entre los amantes, Bernardo (supuesto amigo
revolucionario del Pijoaparte) y el hermano (supuesto vendedor de coches) será clave
31
Op. Cit. Pág. 165.
32
Op. Cit. Pág. 101.
33
Op. Cit. Pág. 192.
34
Op. Cit. Pág. 165.

18
para entrar en este deterioro del mito. Así es que en ese encuentro el narrador nos
expresará que para Teresa:

…el Monte Carmelo no era el Monte Carmelo, el hermano de Manolo no se


dedicaba a la compraventa de coches, sino que era mecánico, aquí no había
ninguna conciencia obrera, Bernardo era un producto de su propia fantasía
revolucionaria, y el mismo Manolo...35

En efecto, la desmitificación a partir de este momento, será irrefrenable y la


rubia universitaria, ya no verá en su amado al obrero militante de izquierda con quien
cumplir sus ideales políticos, sino apenas un ser humano pobre del cual se ha
enamorado y que tan solo por eso insistirá un poco más en que su vínculo amoroso
funcione, pero como afirma Gundín: “Una vez que la pareja ha adquirido pleno
conocimiento del ambiente en que se mueve el otro comienzan las decepciones y
Teresa, como señala Margery ha de comprender pronto su error de querer plasmar el
pensamiento revolucionario de los que la rodean con su capacidad erótica para liberarla
de la virginidad”36, y sobre todo “descubrir la verdadera identidad de Bernardo, y al
comprobar cómo Manolo no tiene que ver con la resistencia obrera llega su decepción
definitiva.”37
El retorno al status, planteado por Margery y recogido por Gundín Vázquez en
su investigación, se llevará adelante no por ella misma, sino por la familia de ésta.
Luego de la muerte de Maruja el padre de Teresa, al enterarse de que su hija estaba en
un posible idilio amoroso con Manolo, se encargará de apartar a su primogénita de
dicho vínculo. La afirmación de esto nos llega por medio de una de las cartas que
Teresa le hace llegar a su amado:

En casa se han empeñado que pase aquí en la Villa lo que queda de mes, hasta
que empiece el curso.38

35
Op. Cit. Pág. 171.
36
Op. Cit. Pág. 216.
37
Op. Cit. pág. 217.
38
Op. Cit. Pág. 197.

19
Y más adelante en la misma carta ella le confiesa que todo es culpa de la familia de
donde proviene:

…la estúpida educación familiar que se me ha dado, he aquí un nuevo ejemplo,


he aquí cómo reaccionan, cómo entienden la defensa de la hijita descarriada y
descocada, sin ver que ya es demasiado tarde (1966:198).39

A pesar de todo lo expuesto, del amor que siente la rubia por el Pijoaparte a
pesar de que no es quien creía que era, su abolengo, su ascendencia de clase la forzará a
que se olvide de aquel amor de verano que tuvo más tintes quiméricos que reales.
Finalmente, las palabras de Luis Trías citando a Teresa al final, cuando le cuenta
qué dijo o qué hizo Teresa al enterarse de que el murciano había caído preso por robar
una motocicleta, recordemos que Trías le dice que su amada se echó a reír y que lo hizo
de tal forma que aún lo debe estar haciendo, nos confirma que para la rubia universitaria
solo fue eso: un idilio de verano, un mito que jamás sería realidad.

El perspectivismo en “Últimas tardes con Teresa”

Todo lo expuesto en los apartados anteriormente desarrollados sobre el conflicto


realidad/ficción que padecen los personajes protagonistas de la novela que nos ocupa
solo es posible gracias a la figura del narrador que será quien se encargue de develarnos
no solamente los mitos que encarnan los personajes, sino también las verdaderas
intenciones y concepciones que tienen sobre el mundo, permitiendo un gran juego de
perspectivas que develan la complejidad del relato.

De la misma manera que el narrador del Quijote, que se encarga siempre de


develar o hacer distinción entre lo que es real de lo que no, el narrador de Últimas
tardes con Teresa realiza la misma labor. Esto se debe al grado de focalización que
tiene el mismo como estrategia narrativa utilizada por Marsé. En su trabajo Gundín
retoma estas ideas utilizando categorías de otros estudiosos: “el narrador de esta novela

39
Op. Cit. Pág. 198.

20
responde al modelo que definen Friedman como "editorial omniscience" (1955:1169) y
Dolezel "rethorical narrator" (1967:549), pues el grado de intervención del narrador es
muy alto y son muchos los ejemplos de lo que denomina Genette "focalisation O"
(1972:206)”40. Sin embargo cabe destacar que este alto grado de intervención está
mediatizado por ironías, sarcasmos y burlas sobre los personajes, teniendo como efecto
la complicidad del lector. Como ejemplo podemos leer algunos de estos comentarios
hechos sobre Manolo y Teresa en cuanto a su verdadero sentir o en cuanto a lo que en
verdad está ocurriendo y que los personajes ignoran completamente.

Por ejemplo, se encarga de desenmascarar, por medio de la ironía, la supuesta


característica de obrero que Teresa creyó ver en el Pijoaparte:

—Bueno —contestó el ladrón de motocicletas—. Todos trabajamos.41

Y más adelante muestra la vulgaridad del murciano y su carácter de mentiroso:

Qué poco me conoces, pensó él. El culo se me ruboriza a mí. Pero lo que dijo
fue:
—¿Es que quieres impresionarme, niña, te las das de intelectual?42

O nos anticipa cómo culminará el amorío entre los protagonistas o, como en el


siguiente ejemplo, nos hace cómplices de que dicho amorío no es más que un mito que
se irá esfumando a medida que los equívocos entre los personajes vayan
esclareciéndose, a comienzos de uno de los capítulos del apartado número tres el
narrador empieza comentando:

El lento deterioro del mito trajo sus delicias, a pesar de todo: Teresa veía, tocaba
y luego creía.43

40
Op. Cit. Pág. 196.
41
Op. Cit. Pág. 102.
42
Op. CIt. Pág. 104.
43
Op. Cit. Pág. 182.

21
Gundín en su trabajo nos plantea que la intención de Marsé ante esta burla
evidente de los personajes “busca la sonrisa cómplice del lector mediante diversos
procedimientos entre los que destacan la hipérbole, la parodia, y la ironía, (...) un uso
particular del lenguaje que Marsé había utilizado ya con intención de buscar la
complicidad del lector y provocar su hilaridad.”44
El efecto de esta técnica narrativa, eco de Miguel de Cervantes, tiene como
resultado un entramado de perspectivas que podemos plantear de la siguiente manera: 1)
el mundo en que viven los personajes y se desarrollan los acontecimientos, en síntesis la
ficción que viven los protagonistas; 2) la burla de dicha ficción develando la realidad
con sus comentarios por parte del narrador y 3) la complicidad en el plano metaficcional
con el lector como efecto del uso de este recurso narrativo.
Por otra parte cabe mencionar el trabajo de Leo Spitzer sobre el perspectivismo
lingüístico en el Quijote, quien afirma tras un análisis de la obra cervantina que a lo
largo de las peripecias del Hidalgo el narrador debate y nombra de diferentes maneras a
sus personajes, recuérdese que al principio del Quijote el narrador lo nombra de varias
maneras “Quijada, Quesada o Quijana”, ya que Cervantes, de acuerdo con Spitzer,
perseguía “un deseo de destacar los diferentes aspectos bajo los que puede aparecer a
los demás el personaje en cuestión.”45
En relación con este planteo realizado por el estudioso cervantino, hay en esta
novela un claro uso de este perspectivismo lingüístico. Esto es, Marsé “transduce” la
estrategia narrativa del perspectivismo hasta en la manera de nombrar sus personajes.
Para ilustrar este planteo los ejemplos abundan en la obra Últimas tardes con Teresa,
pues el narrador para profundizar el contraste entre lo que aparenta Manolo y lo que en
verdad es a lo largo de la novela le dará ciertos epítetos que profundizarán el efecto
burlesco y la comicidad. Así leemos que el murciano es nombrado como "altísimo
señor" y "legendario caudillo". Sin embargo, considero que el apodo de Pijoaparte es el
que destaca mejor este perspectivismo lingüístico, pues este término solo lo utilizará el
narrador para referirse al murciano. Para los personajes de la novela, es decir en el plano
de la diégesis no existe el Pijoaparte como tal, sino tan solo Manolo Reyes, pero para el
lector nuevamente cómplice de las valoraciones del narrador este término denota
etimológicamente y connota, por ende, el carácter real del murciano.

44
Op. Cit. Pág. 202.
45
Op. Cit. Pág. 135.

22
Vázquez retoma el apodo de este personaje y citando a Marraco nos habla de la
etimología de este epíteto: pijo dentro del lenguaje coloquial significa persona que
quiere aparentar, darse ínfulas o estar a la última (1984:60).”46De este análisis se
desprenden las interpretaciones de lo que en verdad es nuestro protagonista: un farsante
que pretende aparentar lo que no es para escalar socialmente. De esta manera, Marsé
degrada a sus personajes, ya sea mostrándolos como inocentes idealistas ilusos en el
caso de Teresa, por ejemplo o, como verdaderos rufianes aprovechadores y
manipuladores como en el de Manolo.
Por último, me gustaría abordar la crítica que encierra, a mi entender y en
consonancia con Gundín Vázquez, el uso de este tipo de narrador con alta intervención
dentro del relato, tanto que pareciera ser el que propicia los equívocos entre realidad y
ficción.

En el Quijote Cervantes explaya por medio del tópico realidad/ficción una dura
crítica a los tiempos que corrían por el siglo XVI. En “La razón crítica de Cervantes a
través de la locura de Don Quijote” de Frei Betto (2005) retomando los trabajos de
Américo Castro y otros estudiosos de la obra cervantina afirma que “Don Quijote no es
una novela picaresca, sin embargo está repleta de pícaros. Es una sátira inconformista
que arranca la máscara del imperio español, mostrando que no hay héroes ni caballeros,
hay sí malos escritores, soldados indisciplinados, inquisidores disfrazados, médicos
incompetentes, bandidos, asaltantes, campesinos y pastores.”47De igual manera
considero que Juan Marsé por medio del mismo tópico manejado por el perspectivismo
del narrador de Últimas tardes con Teresa, también critica a ciertos pareceres y planteos
que corrían por los años 60 del siglo pasado en que se publica esta novela.

Gundín Vázquez aborda esta cuestión, hallando vinculaciones entre el idealismo


de Teresa Serrat y el propio Marsé en sus años de militante del Partido Comunista.
Militancia que en la praxis trajo frutos de desilusión. Así lo confiesa Marsé en una
entrevista recogida en el trabajo doctoral de Vázquez:

“Cuando era joven y del partido comunista en París, tenía las ilusiones a flor de
piel (...). Mis ilusiones eran a más largo plazo, pero me desengañé pronto. ( ... )

46
Op. Cit. Pág. 213.
47
Betto, Frei. La razón crítica de Cervantes a través de la locura de Don Quijote. Versión ONLINE.
Disponible en: https://www.voltairenet.org/article125271.html

23
Mis propias relaciones emotivas con el partido, en las que solían confundirse la
realidad con el deseo me propusieron un ajuste de cuentas conmigo mismo.”48

La vinculación entre el planteo de la crítica a la izquierda y el reflejo de ésta en


su obra es clara, pues a lo largo de la obra la desilusión de Teresa y el anticipo de dicha
desilusión por parte del narrador nos acerca a esta hipótesis de que la obra encierra un
fuerte reproche a los intelectuales burgueses de ideales progresistas y/o revolucionarios
de aquellos años. Así el mismo conflicto entre realidad y ficción es el que experimenta
el intelectualismo comunista de aquellos años. Éstos al igual que Teresa solo son
revolucionarios en tanto no salen de su zona de confort, en un bar mientras beben, en
tanto su militancia sea acotada y lejos del “olor a sobaco” de las clases bajas. En este
sentido, recuérdese el capítulo donde Manolo junto con Teresa asiste a una reunión con
los amigos de la rubia universitaria, en donde el narrador expresará de manera burlesca
su crítica a esta particular manera de ser de izquierda:

Crucificados entre el maravilloso devenir histórico y la abominable fábrica de


papá, abnegados, indefensos y resignados llevan su mala conciencia de señoritos
como los cardenales su púrpura, a párpado caído humildemente, irradian un
heroico resistencialismo familiar, una amarga malquerencia de padres
acaudalados, un desprecio por cuñados y primos emprendedores y tías devotas
en tanto que, paradójicamente, les envuelve un perfume salesiano de mimos de
madre rica y de desayuno con natillas: esto les hace sufrir mucho, sobre todo
cuando beben vino tinto en compañía de ciertos cojos y jorobados del barrio
chino.49

De este modo, el narrador asume una posición determinante frente a sus


personajes permitiendo que el lector obtenga como resultado no solo un rico juego de
perspectivas que oscilan entre lo que es real y no del cual se sentirá cómplice, sino que a
su vez adopta un carácter de novela social que permite resignificar estos procedimientos
transducidos por Marsé como elementos propios para realizar crítica social y denunciar
la hipocresía que vivía y aún vivimos en nuestros días.

48
Op. Cit. Pág. 186.
49
Op. Cit. Pág. 149.

24
Conclusiones

A lo largo de este trabajo se ha intentado demostrar cómo opera el fenómeno de


la transducción, acuñado por el teórico Lubomir Dolezel, en la obra Últimas tardes con
Teresa del escritor barcelonés Juan Marsé a partir de sus lecturas de Don Quijote de la
Mancha del escritor Miguel de Cervantes Saavedra; entendiendo este concepto como el
mecanismo que se visibiliza en la producción de nuevas obras, por parte de los
novelistas, a partir de un cúmulo de lecturas de otras obras literarias.
El fenómeno de la transducción de la obra de Cervantes a la de Marsé,
particularmente en este trabajo se ha limitado a la observancia de dos estrategias o
técnicas narrativas que configuran el mundo novelesco de Últimas tardes con Teresa: el
tópico realidad/ficción y el perspectivismo y sobre éstas, la manera en que se
desenvuelven en la narración, no como meras copias de técnicas narrativas, sino como
materia de punto de partida para tejer la complejidad narrativa de la historia de dicha
novela. Cabe destacar que estas dos estrategias han sido analizadas por separado, en
desmedro, tal vez, de la riqueza literaria que se aprecia en la lectura de la novela del
barcelonés, pues en el hecho literario el perspectivismo, donde el narrador tiene una
gran injerencia en la trama, permite la construcción del tópico realidad/ficción en que se
sumen los personajes de la historia.
En cuanto al tópico realidad/ficción el análisis se ha centrado en las figuras de
los personajes principales, Manolo y Teresa, quienes en el relato caen, por expresarlo de
algún modo, en una dicotomía de la cual no pueden escapar y que en la novela pasarán
por un proceso de mitificación y desmitificación.
Manolo en su realidad pertenece a las clases bajas, vive en un barrio pobre como
lo es el Monte Carmelo y se gana la vida como ladrón de motocicletas. Éste al conocer a
Maruja, la criada de una familia rica en una fiesta, la seducirá creyendo que no es una
sirvienta y, más tarde, ante la vejación que siente al entrar en contacto con la verdad
sobre el status de Maruja y la “fortuna” de que ésta caiga en coma, sus planes se
configurarán en torno de la conquista de la hija de la familia rica para quien trabajaba la
criada, Teresa Serrat. De esta manera, el personaje conocido como el Pijoaparte
alimentará una ficción, mostrándose como un galán de cine y obrero revolucionario, en
definitiva alguien que no es, con la ilusión de que así podrá escapar de su status social
para siempre. Sin embargo, cual novela naturalista, Manolo no podrá escapar de su sino,

25
ya que al final terminará preso y lejos de su amada Teresa. Así es como este actante
atravesará la mitificación y desmitificación.
Teresa, por su parte, es una chica rica e idealista revolucionaria y su experiencia
de la dicotomía que nos ocupa es más parecido a la que transita Alonso Quijano en la
obra cervantina, ya que su incredulidad llegará hasta casi el final de la historia. La hija
de los Serrat al conocer a Manolo creará una imagen del murciano, totalmente contraria
a la realidad, pues verá en él la encarnación de todos sus ideales de izquierda, creerá que
es con quien podrá quitar a este mundo la maldad ejercida por el capitalismo y las clases
dominantes. Para que este personaje pueda caer en la realidad, es decir desmitifique el
mito, será necesario que atraviese diferentes situaciones bastante deshonrosas para ella y
para su clase, baste nombrar el episodio en que se entera de quién en verdad es el
supuesto aliado revolucionario de Manolo, Bernardo Sanz, o en el mismo episodio el
“olor a sobaco” cuando va a un baile que le quita el áurea romántica que envolvía su
idilio amoroso con el murciano. Si bien es cierto que ante la verdad, que Manolo no es
más que un mocetón pobre y que solo es un ladrón de motocicletas, ella intentará
ayudarlo a su amante, pero el retorno a su status y consiguiente desmitificación será
inevitable, no por ella, sino por la familia Serrat, que se encargará de alejarla del
murciano.
Por último, en cuanto al perspectivismo presente en la obra, entendido éste como
el uso de diversos puntos de vista dentro de la narración a fin de mostrar la complejidad
de la obra en su conjunto, cabe mencionar la labor que tiene el narrador en esta
estrategia, pues por medio de su alto grado de intervención será quien se encargue no
solo de los procesos de mitificación y desmitificación de los personajes, sino que a
partir de esta figura narrativa el autor realizará una crítica mordaz a los movimientos de
izquierda, que corrían por los años en que se publicó la novela. Asimismo el alto grado
de intervención en los acontecimientos de la trama permitirá la complicidad en el plano
metaficcional con el lector de la obra, baste recordar en este sentido el efecto
perspectivístico que se genera con el epíteto “pijoaparte” con el que nombra a Manolo,
logrando no solo un alto nivel de complicidad con el lector, sino esgrimiendo una burla
sobre sus propios personajes.

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