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MAUREEN MURDOCK
“Las mujeres sabias tienen una inmunidad natural. Dejan que todo fluya y refluya,
sin trabajar, sin desear. Se apartan de las expectativas y nunca sienten que las han
perdido. Como no sienten la pérdida, sus espíritus viven para siempre.”
Maureen Murdock
"El viaje heroico de la mujer. Etapas y claves del proceso femenino"
http://demeterypersefone.blogspot.com/2011/02/tareas-para-sanar-tu-naturaleza.html
INVITACIÓN A SANAR LA HERIDA CON LA MADRE
Vivimos aún en una cultura patriarcal donde la ruptura con la naturaleza femenina
se encarna sobre todo en la ruptura de la relación madre-hija.
Algunas de nosotras hemos crecido cuestionadas, desvalorizadas, temidas o hasta
ignoradas por nuestras madres.
Más allá de su amor o de su entrega, nos hemos sentido solas y sin una figura
materna que nos acompañe en el descubrimiento de nuestras vivencias femeninas.
Nos ha costado mucho tiempo entender que ellas, aún más que nosotras, han sido
víctimas de un mundo patriarcal que les impedía crecer o expresarse.
Nos ha dolido comprender que ellas, también fueron alejadas de lo femenino
instintivo, de sus recursos sanadores, de sus cualidades nutricias y contenedoras.
Poco a poco, nos hemos dado cuenta que ellas también carecieron de una madre
que las guiara y las alentara en su búsqueda. Que se vieron separadas de la
sabiduría de sus intuiciones más profundas y fueron víctimas de un mundo donde
las cualidades positivas de lo femenino estaban y están ausentes.
Por ello, hoy quiero invitarte a sanar el vínculo con tu madre, a curar la herida que
te separa de ella y de tu Madre interior, a sanar tus lazos con lo femenino materno.
Una vez más las palabras pueden cumplir su misión transformadora:
Piensa en tu madre.
Conéctate con ella.
Vuelve a nacer de su útero.
Déjate mecer por su tibieza.
Siéntela mujer-hermana-compañera.
Ve su mirada de niña asustada, su rebelión frustrada, su postergación, su
sometimiento a una vida dibujada por otros.
Percibe sus deseos acallados, su llanto escondido, su silencio.
Escúchala, entiéndela, recupera su ternura, intégrala a ti misma.
Puedes nombrarla, abrazarla y comprenderla dentro de ti.
Y entonces escribe.
Escribe cinco palabras (o más) que la nombren y curen esa vieja herida.
Si lo deseas puedes enviarme tus palabras a mi mailpalabrachamanica@gmail.com
y serán compartidas aquí y en los talleres de escritura con otras mujeres para
seguir sanando entre todas nuestro universo femenino.
¡Desde ya muchas gracias por participar!
©Germana Martin
Como hijas, absorbimos de nuestra madre información sobre lo que sentía hacía
ella misma, lo que sentía hacia nosotras, y lo que sentía hacia el mundo.
Aprendimos a tratarnos de la misma manera que nuestra madre se trató a ella
misma.
Nuestra madre solo podía amarnos de la manera que podía amarse a ella misma.
Al sanar tu madre interna, transformas tu vida más allá de lo que puedas imaginar.
Al confrontar este dolor, podemos darnos cuenta de que lo que pensábamos que
era nuestro dolor es en realidad parte del dolor de nuestra madre que nosotras
hemos llevado por amor. Ahora podemos elegir dejar esta carga. De esta manera,
en lugar de atenuar nuestro sentimiento de culpa, podremos sentir la confianza en
nuestros cuerpos y en nuestros corazones para así desarrollar un sentido de
auténtica plenitud y amor propio.
Una vez hemos atravesado el duelo por nosotras mismas, entonces podemos
comenzar el duelo por nuestras madres y por todas las mujeres.
Como mujeres, podemos sanar y darnos lo que nuestras madres no nos podían dar.
Podemos convertirnos en nuestra propia fuente. El “dolor corporal” del colectivo
femenino es sanado una a una. Y a medida que el dolor corporal femenino se cura,
lo mismo ocurre con el dolor de la comunidad humana. Nuestra propia sanación no
es sólo un regalo para nosotras mismas, también lo es para el mundo.
Conforme nos permitimos contactar con lo que se siente como un hambre antigua,
inagotable para una madre inagotable, nos damos a luz a nosotras mismas en
nuestra verdadera identidad – la matriz de luz- una fuente inagotable, desbordante
de amor y abundancia que no depende de las circunstancias o condiciones.
Entonces podemos vivir al servicio de lo que realmente somos- el amor mismo.
He creado este taller, en su Modalidad Libre, para ayudarte a sanar la relación con
tu madre y cerrar la herida que te separa de ella y de tu esencia femenina.
Lo he diseñado especialmente para guiarte, con claridad y sencillez, a través de las
ocho diferentes propuestas de trabajo que vivenciarás en ese proceso.
Al trabajar con este taller verás que se trata de un sendero en espiral que podrás
recorrer una y otra vez, con un nivel de profundidad diferente en cada oportunidad,
trabajando el vínculo que te une con tu madre todo lo que te sea necesario. De este
modo, las propuestas del taller –cada vez que recurras a él– despertarán nuevas
visiones e intuiciones sobre el lazo que te une con ella.
¿CÓMO TRABAJARÁS?
MATERIAL DE TRABAJO
Recibirás, en cualquier lugar del mundo y por correo electrónico, el siguiente
material:
PRECIOS
¡Las mujeres que residen fuera de la Argentina cuentan con PayPal y Western
Union como medios de pago!
Para obtener más información y conocer los medios de pago que te permitirán
acceder al taller, escribe a:
palabrachamanica.info@gmail.com
Germana Martin
Como hijas, absorbimos de nuestra madre información sobre lo que sentía hacía
ella misma, lo que sentía hacia nosotras, y lo que sentía hacia el mundo.
Aprendimos a tratarnos de la misma manera que nuestra madre se trató a ella
misma.
Nuestra madre solo podía amarnos de la manera que podía amarse a ella misma.
Al sanar tu madre interna, transformas tu vida más allá de lo que puedas imaginar.
Al confrontar este dolor, podemos darnos cuenta de que lo que pensábamos que
era nuestro dolor es en realidad parte del dolor de nuestra madre que nosotras
hemos llevado por amor. Ahora podemos elegir dejar esta carga. De esta manera,
en lugar de atenuar nuestro sentimiento de culpa, podremos sentir la confianza en
nuestros cuerpos y en nuestros corazones para así desarrollar un sentido de
auténtica plenitud y amor propio.
Una vez hemos atravesado el duelo por nosotras mismas, entonces podemos
comenzar el duelo por nuestras madres y por todas las mujeres.
Como mujeres, podemos sanar y darnos lo que nuestras madres no nos podían dar.
Podemos convertirnos en nuestra propia fuente. El “dolor corporal” del colectivo
femenino es sanado una a una. Y a medida que el dolor corporal femenino se cura,
lo mismo ocurre con el dolor de la comunidad humana. Nuestra propia sanación no
es sólo un regalo para nosotras mismas, también lo es para el mundo.
Conforme nos permitimos contactar con lo que se siente como un hambre antigua,
inagotable para una madre inagotable, nos damos a luz a nosotras mismas en
nuestra verdadera identidad – la matriz de luz- una fuente inagotable, desbordante
de amor y abundancia que no depende de las circunstancias o condiciones.
Entonces podemos vivir al servicio de lo que realmente somos- el amor mismo.
Tomado de Ser Mujer, Marion Woodman y otros autores, edición a cargo de Connie
Zweig, Segunda parte, 5. La feminidad consciente: Madre, Virgen, Anciana, págs.
113-116.
Digitalizado por Omar Pereira y Germana Martin para Palabra Chamánica.
3 comentarios:
Quiero agradecer a Christian Ortiz, por esta fecunda charla sobre la relación madre-
hija.
En ella, desde su experiencia y calidez, nos brinda un aporte valioso y enriquecedor
para contribuir a la sanación de la herida con lo femenino. Sus palabras nos
permiten una mayor comprensión de la relación con nuestra madre, con otras
mujeres y sobre todo, con nosotras mismas.
Es un honor participar , a pesar de la distancia física, en este audio, junto a
Christian, con el aporte de un sencillo ejercicio. ¡Y es bien bonito escucharlo con su
voz!
Les recomiendo que visiten su blog
"La Diosa Luna. Desarrollo Humano, Sanación y Género"
http://ladiosaluna.blogspot.com/
donde encontrarán sabio alimento para el alma y un auténtico acercamiento a la
energía femenina.
Un abrazo para Christian y para tod@!
Germana
Maureen Murdock
“El viaje heroico de la mujer. Etapas y claves del proceso femenino”
INVITACIÓN AL ÚTERO
Sé que es difícil pues a lo largo de mucho tiempo hemos estado alejadas de él.
Luego escribe cinco palabras( o más, si lo deseas) que lo nombren.
Puedes compartirlas, si lo deseas, aquí debajo en los comentarios.
No es necesario que sean bellas, "femeninas", adecuadas. Sólo te pido que sean las que
nazcan de tu historia, de la memoria de tu cuerpo y de tu alma, aunque expresen heridas o
temores.
Todas las palabras que ustedes me acerquen serán sembradas en mi blog y compartidas en
mi taller de escritura con otras mujeres.
¡Desde ya muchas gracias!
©Germana Martin
Arte: Arla Patch
36 comentarios:
PRECIOS
¡Las mujeres que residen fuera de la Argentina cuentan con PayPal y Western Union como
medios de pago!
Para obtener más información y conocer los medios de pago que te permitirán acceder al
taller, escribe a:
palabrachamanica.info@gmail.com
Por favor, indica tu nombre y país de residencia, además del nombre del taller que quieres
realizar y su modalidad.
¡Me encantará que realices este viaje, utilizando la creatividad como herramienta de re-
descubrimiento y conexión con tu útero y tu cuerpo de mujer para acercarte más al
conocimiento de ti misma y las infinitas posibilidades que atesoras!
¡Un cálido abrazo!
Germana Martin
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©Germana Martin
Arte: Libellune
3 comentarios:
el útero de Adriana
Volcán de sangre
Guarida de vida
Copa de vida/ cáliz sagrado
Tesoro lunar
Cuenco de maravillas
Sostén de misterios
Entramado de raíces rubí
Templo de diosa
Caldero índigo
Cuna de sueños
Crisol femenino
el útero de Andrea
Tomado de Ser Mujer, Marion Woodman y otros autores, edición a cargo de Connie
Zweig, Segunda parte, 5. La feminidad consciente: Madre, Virgen, Anciana, págs.
113-116.
Digitalizado por Omar Pereira y Germana Martin para Palabra Chamánica.
Quiero agradecer a Christian Ortiz, por esta fecunda charla sobre la relación madre-
hija.
En ella, desde su experiencia y calidez, nos brinda un aporte valioso y enriquecedor
para contribuir a la sanación de la herida con lo femenino. Sus palabras nos
permiten una mayor comprensión de la relación con nuestra madre, con otras
mujeres y sobre todo, con nosotras mismas.
Es un honor participar , a pesar de la distancia física, en este audio, junto a
Christian, con el aporte de un sencillo ejercicio. ¡Y es bien bonito escucharlo con su
voz!
Les recomiendo que visiten su blog
"La Diosa Luna. Desarrollo Humano, Sanación y Género"
http://ladiosaluna.blogspot.com/
donde encontrarán sabio alimento para el alma y un auténtico acercamiento a la
energía femenina.
He creado este taller, en su Modalidad Libre, para ayudarte a sanar la relación con
tu madre y cerrar la herida que te separa de ella y de tu esencia femenina.
Lo he diseñado especialmente para guiarte, con claridad y sencillez, a través de las
ocho diferentes propuestas de trabajo que vivenciarás en ese proceso.
Al trabajar con este taller verás que se trata de un sendero en espiral que podrás
recorrer una y otra vez, con un nivel de profundidad diferente en cada oportunidad,
trabajando el vínculo que te une con tu madre todo lo que te sea necesario. De este
modo, las propuestas del taller –cada vez que recurras a él– despertarán nuevas
visiones e intuiciones sobre el lazo que te une con ella.
¿CÓMO TRABAJARÁS?
MATERIAL DE TRABAJO
Recibirás, en cualquier lugar del mundo y por correo electrónico, el siguiente
material:
- CUADERNO/TALLER DE AUTOCONOCIMIENTO Y CREATIVIDAD FEMENINA:
“SANAR LA HERIDA CON LA MADRE: UN RETORNO A LA ESENCIA FEMENINA”,
con textos y vivencias que movilizarán tu cuerpo, tus ideas, tus emociones y tu
alma de mujer, en un archivo pdf preparado para que, si lo deseas, puedas
imprimirlo y así contar con un bello y colorido libro en tus manos.
PRECIOS
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Para obtener más información y conocer los medios de pago que te permitirán
acceder al taller, escribe a:
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Germana Martin
♂PSICOLOGÍA PROFUNDA Y ARQUETIPOS MASCULINOS.♂(CURSO ONLINE)
Programa de estudio.
Dirigido a: Profesionales de la salud, psicología, arte, humanismo, así como a toda persona interesada en
la exploración interior. (Nivel básico).
Dinámica: Se envía link de descarga con todas las clases grabadas en audio y un PDF. Cada estudiante
revisa las clases a su ritmo y al finalizar el curso se habilita la opción a certificado.
Duración aproximada: 8 hrs / a su propio ritmo.
Fechas de disponibilidad: Durante los meses de Junio, Julio, Agosto y Septiembre del 2019.
Miranda Gray
El Despertar de la Energía Femenina
Arte:Tamara Adams
Las Tres Etapas de la Vida de la Mujer por Jean
Shinoda Bolen
Considero la doncella, madre y anciana, las tres facetas de la diosa tripartita, los estadios de
la vida de una mujer con indiferencia de que haya dado a luz o no. La mayoría de las
mujeres pasan la etapa de doncella sin comprometerse y se dedican a catar la vida;
cambiando de trabajo y de estudios o probando y descartando relaciones. El arquetipo es el
de la puella eterna, la eterna niña. Con el control de natalidad y la autonomía que tienen la
mayoría de las jóvenes, la fase de doncella actualmente puede prolongarse décadas, hasta
alcanzar la edad en la que antiguamente las mujeres se
convertían en madres. También pueden permanecer en la fase de doncella incluso cuando
se convierten en madres biológicas, si no son maternales, responsables o maduras.
A veces me refiero a las tres facetas como "doncella, madre (o matrona) y anciana" o "mujer
joven, mujer madura y mujer sabia" para demostrar que no hace falta que una mujer se
convierta en madre biológica en la segunda fase, si bien "madre" es una metáfora apropiada
para lo que normalmente implica la segunda fase. En la segunda fase las mujeres toman
compromisos y, al asumirlos, maduran. El compromiso podría ser con una persona, una
profesión, una causa o un talento: cualquier cosa que sea importante en el ámbito personal.
Los hijos (y cualquier compromiso significativo) conllevan más esfuerzo y devoción de los
que la mayoría de mujeres se esperan, al tiempo que son una fuente de alegría y
sufrimiento, y un impulso para el crecimiento y la creatividad. Esta segunda etapa es la de la
entrega y el esfuerzo activo.
La mayoría de las mujeres entra en la tercera etapa de la mujer sabia o vieja sólo después de
haberse apartado de las preocupaciones de la etapa anterior y de haberse retraído en sí
mismas. Los cambios hormonales y los síntomas de la menopausia a menudo hacen que
entendamos el entrar en la tercera etapa de manera fisiológica (si bien el cese de la
menstruación no implica convertirse en una mujer sabia, ni tampoco llevar el tipo de vida de
una mujer que está viviendo su tercera etapa). Los estadios psicológicos de la doncella, la
madre y la anciana ya no están estrictamente relacionados con la edad. Las mujeres que
han tenido los hijos tarde respecto a su época fértil o los han adoptado tarde siguen muy
ocupadas con los compromisos de la segunda etapa. Entran en la menopausia con los hijos
en la educación primaria o iniciando la adolescencia, y puede que deseen replegarse en sí
mismas justo cuando los demás les reclaman una mayor atención. Las mujeres que
retomaron los estudios a mediana edad o cambiaron de profesión quizá se vean inmersas
en nuevas trayectorias profesionales y en la menopausia al mismo tiempo. Generalmente la
menopausia coincide con un cambio de rumbo: el último hijo abandona el hogar, y la
jubilación anticipada no está muy lejana. Con el inicio de la menopausia, cada
acontecimiento provocará cambios profundos tanto en la psique como en el cuerpo.
Es en la tercera etapa de la vida de una mujer cuando los arquetipos de la diosa anciana se
dan a conocer de forma natural. Cuando una nueva etapa de la vida activa sus arquetipos, lo
hace con vitalidad y energía. Por consiguiente, cuanto más nos conozcamos en este estadio
de la vida, más fácil será activarlos. Cuanto más despierten nuestro interés, y cuanto más
simbolicen la madurez de nuestros propósitos y pensamientos independientes, más calarán
en nuestro interior. Conocer sus nombres, imágenes, características e historias es
importante (y por eso los describiré en los capítulos
siguientes), porque este conocimiento les da vida en nuestra imaginación, a la par que nos
ofrece un vocabulario para expresar las cosas que ya estamos sintiendo.
Cuando oigo a alguna mujer llamar a sus sofocos «olas de energía», me choca que nuestro
sentido del humor supere a esa actitud vagamente aprensiva que mostramos hacia la
menopausia. ¿Qué pasaría si cada vez que una mujer tuviera un sofoco, sintiera realmente
una ola de energía (como si sus arquetipos de sabiduría y autoridad interior fueran
activados)?
Desde que empezó a menstruar, su profunda relación con el cuerpo ha cabalgado de forma
innata y fluida con el ritmo cíclico de las fases de las mareas, las estaciones y la luna.
Como su amada madre tierra, la mujer experimenta eternamente un ciclo infinito de
nacimiento, muerte y renovación. Cada mes es nutrida y colmada por la sabiduría de su
ciclo menstrual, y cada mes potencialmente profundiza más en el misterio de su ser.
Lágrimas de amor, de nostalgia y de remordimiento a menudo afloran desde una pena
profunda que ha formado parte del espíritu femenino durante siglos. Si se trata de una
madre que ha puesto todo el amor en sus hijos, puede que ahora deba enfrentarse a la
realidad de un nido y un corazón vacíos, ahora que sus niños han crecido de golpe, han
desplegado sus alas y han volado.
Ahora bien, en el interior de su vacuidad tiene, esperándola, el tesoro. En el silencio y la
calma tiene, esperándola, el poder. En el desahogo de su duelo tiene, esperándola, el gozo y
la luz radiante.
¿Por qué se lamenta, pues, la mujer? Se lamenta porque esta pérdida inexplicable parece
casi insoportable. Aún no sabe que las bendiciones que recibirá serán abundantísimas,
porque antes debe experimentar el vacío. Se lamenta porque no ha sido reconocida,
comprendida ni amada. Y cuando la preciosa copa, el cáliz sagrado de su útero, se haya
vaciado del duelo, empezará a prepararse para una vida de sabiduría y de paz llena de
gracia. Empezará a llenar su copa con la riqueza abundante de nuevas bendiciones.
Si se trata de una mujer que no ha sentido nunca la madurez de su útero a punto de dar a
luz, que no ha sentido fluir dulce leche de sus pechos, que no ha sostenido sus criaturas
dulcemente cerca del corazón y las ha nutrido hasta la madurez, quizás ahora lamenta que,
irrevocablemente, nunca será madre. Nada puede parar este lamento, porque ahora es el
momento en que debe desbordarse y debe desbordarse hasta que haya disuelto todo lo que
inhibe el nacimiento de su sabiduría, su poder y su libertad.
¿Por qué, querida mujer, sufres tanto? En realidad no has perdido nada, porque no tienes
nada que perder. Sin embargo, ahora debes sufrir, porque es una parte necesaria de la
sabiduría que ha de nacer de ti.
Sufres porque estás soltando todo lo que en ti es irreal.
Sufres porque estás soltando todos los apegos a los roles externos y a los éxitos que has
tenido.
Sufres porque ya no sabes quien eres.
Sufres por todas tus amadas hermanas, el amoroso poder de las cuales ha sido reprimido e
ignorado durante siglos.
Sufres porque eres una mujer que vive en un mundo dominado por los machos.
Sufres porque anhelas que a las profundidades de tu útero llegue, tiernamente, y
apasionadamente, un hombre que está demasiado ocupado pensando, haciendo y viajando
a otros planetas para parar un momento y amarte a ti y a tu venerada madre tierra.
La creciente irregularidad del ciclo menstrual marca su inicio, y el modo en que afecta a las
mujeres puede diferir mucho entre un caso y otro; pero lo cierto es que la mujer que ha
tomado plena conciencia de las fases que ha atravesado a lo largo de su vida menstrual
podrá aceptar con mucha más facilidad los síntomas y el significado de la menopausia que
aquella que desconoce su verdadera naturaleza. Para quien conoce plenamente su
condición, los ciclos erráticos son los últimos “dones” con los que contará antes que sus
ritmos cesen por completo y su percepción y energías cíclicas finalicen. Como si fuese una
niña, la mujer posmenopáusica centra todas sus energías creativas en una sola dirección,
pero mientras la orientación infantil es externa, la de esta mujer se dirige hacia su propio
interior; si las energías de la niña son lineales y las de la mujer menstrual cíclicas, las de la
mujer posmenopáusica pueden considerarse un “punto de origen” o “fuente”.
La vida menstrual femenina es una serie de descensos al mundo interior que se producen
durante la menstruación y tienen por finalidad renovar las energías creativas y devolverlas
al mundo exterior; la mujer menopáusica también desciende hacia su oscuridad interior,
pero a veces el flujo de sangre no aparece y ella no consigue regresar renovada a su fase
joven; poco a poco esa transformación desaparece por completo y la mujer ya no sale de su
fase de introspección. A diferencia de lo que sucede cuando aún experimenta la
menstruación, sus energías no se manifiestan en el mundo exterior sino que toman forma
en su mundo interior, y su percepción deja de ser cíclica para convertirse en un equilibrio
entre los mundos externo e interno.
Desde esta beneficiosa posición de constante conciencia acerca de ambos mundos, la
mujer posmenopáusica es por propia naturaleza sacerdotisa, chamana, sanadora y vidente,
pues cuenta con la ventaja de poder acceder continuamente a aquella dimensión interior de
la vida a la que sólo llegaba una vez al mes durante su faceta de mujer menstrual. Por ello el
conocimiento y la claridad interior propios de la anciana eran ampliamente reconocidos en
las culturas del pasado, donde se le veneraba como consejera, guía y representante de la
tradición, además de cómo vínculo entre el mundo espiritual o ancestral y la comunidad.
En las leyendas del Grial, la anciana Igraine –madre del Rey Arturo- decide retirarse de la
corte para refugiarse en el otro mundo y dirigir desde allí el Castillo de las Doncellas;
aunque ha dejado de actuar en la corte terrenal, ejerce su influencia sobre ella y la guía
desde el más allá, y se le considera poseedora de la tradición femenina y tejedora del
destino de su hijo. Al igual que la mujer posmenopáusica, Igraine reside en el mundo
interior, desde donde percibe el mundo exterior y establece una relación de mutua influencia
con él pero desde otra perspectiva; no se le describe como una mujer débil, deteriorada y
frágil, sino como una persona fuerte y poderosa.
Como reina del Castillo de las Doncellas, el símbolo de Igraine refleja la enseñanza que la
mujer posmenopáusica tiene que impartir a la joven, y en particular a la niña que ha
comenzado a menstruar. En el ritual de la primera menstruación la mujer de edad encarna
aquella dimensión interior presente en todas las fases del ciclo menstrual; su percepción no
se limita a la fase de sus ciclos menstruales: ella está presente en todas las fases y dentro
de cada una de ellas; encarna la totalidad del ciclo. Cuenta con la experiencia de su pasado
menstrual y tiene la capacidad de ponerse en contacto con el futuro, así que en sus
enseñanzas puede hacer referencia tanto a la muerte como a la naturaleza cíclica de la vida.
Ella es la fase del ciclo y la sangre de la menstruación, pues retiene sus propias energías
menstruales así como su sangre; de hecho, en Blancanieves y la Bella durmiente quien da
inicio a la menstruación es una anciana, ya que en estas historias ella encarna la primera
sangre que se derrama.
Para un patriarcado orientado sobre todo hacia la juventud, convertirse en mujer mayor es
convertirse en alguien invisible, en una no-entidad. Pero desde una visión arquétipa esta
tercera etapa es una época de plenitud e integración personal, en la cual nuestros actos
devengan la expresión de nuestra identidad más profunda.
Al final de la década de los treinta o al inicio de los cuarenta la mujer puede empezar a sentir
un persistente sentido de pérdida, generado por esa valoración patriarcal de la juventud y la
menopausia llega sobre los cincuenta, cinco años más, cinco años menos; digamos entre
los cuarenta y cinco y los cincuenta y cinco. Generalmente es la mujer quien decide que ha
pasado la menopausia y se ha transformado…pero llegadas a esta edad las mujeres no
tienen una idea clara de la persona en quien van a convertirse, no conocen o no comprende
que se encuentran en el umbral de una etapa de sus vidas en la cual desarrollan su
personalidad como jamás lo habían hecho antes.
Pero… ¿como puede la mujer estar preparada para recibir los cambios de su cuerpo,
cuando tenemos por ejemplo, una píldora anticonceptiva que te inhibe por completo la
menstruación o tratamientos de substitución hormonal que pueden provocarte la
menstruación?
En mi opinión estas dos cosas, entre otras muchas, complican mucho más de lo que
ayudan.
La menopausia como la menarca (el inicio de la menstruación) son dos rituales importantes
en la vida de una mujer, marcan las transiciones principales de este importante ciclo (los
misterios de la sangre), que vinculan a las mujeres, la luna y la divinidad femenina.
La niña que empezaba a sangrar y se convierte en doncella = luna creciente = primera fase.
La mujer que se queda embarazada por primera vez, gestar vida = segunda fase (si bien no
es necesario convertirse en madre biológica para entrar en esta fase o para gestar), se dice
que durante el embarazo y la lactancia la mujer retiene su sangre en el cuerpo para hacer un
niño. En la segunda fase las mujeres que toman compromisos y, al asumirlos, maduran,
están gestando vida, esta etapa es la de la entrega y el esfuerzo activo, del compromiso (con
una persona, profesión, causa, talento, etc.).
« ¿Qué pasaría si cada vez que una mujer tuviera un sofoco, sintiera realmente una ola de
energía (de cómo si sus arquetipos de sabiduría y autoridad interior fueran activados?»
http://elsenderodemisdias.blogspot/
http://jardineriashumanas.blogspot.com/
Imágenes de Gloria Lizano López
http://glorializanolopez.blogspot.com/
¡Muchas gracias!
Referencias literarias:
* El viaje heroico de la Mujer, Maureen Murdock
* Las Brujas no se quejan, Jean Shinoda Bolen
*Las Diosas de la Mujer Madura, Jean Shinoda Bolen
A diferencia de cuando se cumplen los cincuenta, pasar la menopausia es un episodio muy privado. Para la
mayoría de las mujeres, la menopausia llega sobre los cincuenta, cinco años más, cinco años menos; digamos
entre los cuarenta y cinco y los cincuenta y cinco años. Generalmente es la mujer quien decide que ha pasado
la menopausia y le ha llegado el momento de cambiar de bando cuando lleva sin menstruar durante un año.
No obstante, la mayoría de las mujeres experimentan ciertas irregularidades que dificultan el poder ser
exactos. Hay períodos regulares en que la menstruación cesa, para volver a iniciarse luego, y suelen
observarse con frecuencia pérdidas durante cortos períodos. Para complicar todavía más el asunto, los
tratamientos terapéuticos de sustitución hormonal pueden provocar la menstruación, mientras que la
extirpación del útero o la quimioterapia hacen cesar la menstruación de manera artificial. Ciertas mujeres
perimenopáusicas lamentarán el fin de sus años fértiles, pero habrá otras que se sentirán liberadas. Algunas
quizá se preocupen por la posibilidad de quedar embarazadas durante la menopausia, otras, en cambio,
desearían que así fuera. Es verdad que entre los síntomas se da un cierto malestar físico y psicológico; y la
reacción de los demás, especialmente la de los hombres, hace de la menopausia un acontecimiento
fisiológicamente confuso que la mayoría de las mujeres no celebran.
Sin embargo, el panorama no es así necesariamente. Han existido, y todavía existen, culturas que
muestran su respeto hacia las mujeres mayores o sabias, cuya menopausia se convierte en el
momento que marca la transición hacia una condición nueva y honorable. Esto es lo que sucede
cuando se considera que las mujeres se reflejan positivamente en la naturaleza y viceversa. Como
ocurre en muchas de las tradiciones tribales de los indígenas americanos, la monarquía (el inicio
de la menstruación) y la menopausia marcan las transiciones principales de este importante ciclo
(los misterios de la sangre) que vincula a las mujeres, la luna y la divina feminidad.
Sea en su aspecto de cuarto creciente o cuando se muestra llena y esplendorosa, sabemos que
observamos sólo una faceta de la esférica luna. Del mismo modo, los antiguos veían a la diosa
como una, aun siendo tripartita dadas sus tres facetas de doncella, madre y anciana. Observaban
los ciclos de la luna, de las estaciones y de la fertilidad de la tierra, y también los ciclos de los
cuerpos de las mujeres, que compartían sus mismas características.
En muchas tradiciones indígenas americanas, cuando la mujer dejaba de menstruar, podía ser
elegida para convertirse en madre del clan o incorporarse a la tienda de las abuelas. La sabiduría
adquirida era un valor positivo, y el interés de la anciana se extendía ahora más allá de su familia
para abarcar a todos los niños y al bienestar de la tribu. En esta clase de sociedades la mujer
postmenopáusica ostentaba claramente un lugar y una posición honorables.
(Introducción)
©Germana Martin
Germana Martin
Creadora y Coordinadora de la red Mujeres en Círculo y de los Talleres de
Autoconocimiento y Creatividad Femenina Palabra Chamánica.
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Luzclara
No hay co
VULNERABILIDAD por Fanny Van Laere
Sé como tú eres, de manera que puedas ver quién eres y cómo eres.
Deja por unos momentos lo que debes hacer y descubre lo que realmente
haces.
Arriesga un poco si puedes.
Siente tus propios sentimientos.
Di tus propias palabras.
Piensa tus propios pensamientos.
Sé tu propio ser.
Descubre.
Deja que el Plan para Ti surja Dentro de Ti.
Fritz Perls
Arte: Yuri Kuznetsov
Sólo tengo que acordarme de respirar, quedarme quieta un momento para que algo
en mí se acomode, se suavice, dé lugar a la imperfección. La dura voz del juicio se
vuelve un susurro y recuerdo que la vida no es una carrera de postas, que todos
llegaremos a la línea de llegada, que despertar a la vida es la razón por la que nací.
Todas las veces que me olvido, todas las veces que me encuentro corriendo como
una loca sin saber a dónde voy, tengo siempre la opción de parar, respirar, ser, y
caminar de nuevo, lentamente, hacia el misterio.
Dana Faulds
Arte: Imagen tomada de la Web, se desconoce su autoríaSANANDO:
CONFÍA EN EL PROCESO por Jeff Foster
A veces tienes que comprometerte a sentirte peor con el fin de sentirte mejor. A
veces tienes que perder la esperanza de sentirte mejor, antes de sentirte mejor.
A veces el sanar implica mantenerte muy presente a las poderosas olas de
sensación que se mueven en tu cuerpo. A veces el cuerpo tiembla, se
convulsiona; a veces duele, suda, arde, mientras elimina toxinas, liberando toda
la energía.
La mente dice: «Estoy empeorando». El corazón sabe que estás perfectamente
bien.
La verdadera sanación no es la eliminación de los síntomas, entonces, sino el
coraje, la confianza, y la conexión con cada aliento, y también saber que los
síntomas pueden tomar más fuerza antes de desaparecer. Y podrían nunca
desaparecer. Y aún así, podrías enamorarte de ti mismo tal y como estás en este
momento, sin importar el futuro, y podrías caer de rodillas en gratitud, porque
se te ha dado un día más en esta preciosa tierra.
Tal vez el hecho de sentirte peor fue lo mejor que te pudo haber pasado. Porque
jamás habías sentido la presencia del amor con tanta claridad, y tu camino
nunca había sido tan evidente, y nunca te habías sentido tan vivo.
Jeff Foster
Arte: Tatiana Vezeleva
La niña que está en nuestro interior es frágil, pero está viva e interpreta
nuestras experiencias aún antes de que nosotras seamos conscientes de ellas.
Esa niña es quien puede temer a los lugares nuevos, a las personas
desconocidas y a las situaciones extrañas. Nuestra niña necesita alimento de un
tipo del que quizás no recibió en el pasado. Podemos tomar su mano,
persuadirla y hacerle saber que no la abandonaremos. Ningún lugar nuevo,
ninguna persona desconocida y ninguna situación extraña tienen por qué
abrumarla. Es sorprendente la fortaleza que adquirimos cuando nos cuidamos a
nosotras mismas, cuando reconocemos a nuestra asustada niña interior y la
abrazamos haciéndola sentir segura. No enfrentamos nada solas. Juntas
podemos enfrentar cualquier cosa.
Hoy me haré cargo de mi niña y no dejaré que afronte por sí sola ninguna de las
experiencias que el día pueda ofrecerme.
Karen Casey
Cada día, un nuevo comienzo. Reflexiones para mujeres.
Arte: Elena Shumilova
Este blog ha sido intuido, pensado y creado por una mujer y un hombre: Germana y Omar,
nosotros.
Nos hemos elegido como pareja, no sólo por el profundo amor que nos une sino porque
también creemos que junto al otro tenemos la mejor oportunidad de crecimiento individual.
Sabemos que la pareja es un camino de descubrimientos personales que se nos brindan junto
al compañero, un intercambio de energías y saberes, una experiencia vertiginosa y
comprometida.
Aquí, juntos, como en la vida cotidiana, nos acompañaremos en la búsqueda de nosotros
mismos, aprendiendo el uno del otro, así como de todos aquellos que nos brinden su aporte
desde diferentes visiones.
Encontrarán plasmadas la mirada masculina y femenina, desde lo diferente que atesora cada
una para que entre todos podamos integrar, en lo individual y en la pareja, estos dos aspectos
de nuestra naturaleza humana.
Creemos que somos espejos y maestros uno de otro, ya sea en los conflictos como en las
alegrías, en lo simple de la vida como en lo más sagrado de la existencia.
La apertura al otro como ser elegido para acompañarnos, con la confianza y la entrega
imprescindible que esto requiere, nos conducirá a la integración en cada uno de nosotros
como individuo y como pareja de estas dos caras de la vida: anima y animus, yin y yang,
masculino y femenino.
Estas fuerzas o energías psíquicas al ir haciéndose concientes en este proceso que
transitamos juntos, activando los arquetipos que las simbolizan, contribuirán a la realización
personal de cada uno de nosotros como de nuestra pareja.
Nuestro deseo es recorrer y compartir con todo aquel lector interesado, este sendero de
búsqueda y aprendizaje para multiplicar y expandir todo aquello que nos acerque a una vida
más armónica, más sana y plena para todos.
Un cálido abrazo y bienvenidos!
Germana y Omar
©Germana Martin
©Omar Pereira
2- Elige a alguien que tenga la habilidad de aprender. Si hay algo que verdaderamente hace
diferencia entre un amante para toda la vida y uno fugaz, es una persona que tenga la
habilidad de aprender. Dice el refrán “el ignorante es poco tolerante”. Aquellos que no
pueden aprender cosas nuevas, ver las cosas a la luz de lo nuevo, ser curiosos acerca del
mundo y de cómo funcionan las cosas o las personas, a menudo se cierran y dicen. “No,
esto tiene que ser así, de este modo” y para una relación de toda la vida es mejor estar con
alguien que se abra y se cierre aprendiendo y evolucionando.
3- Elige a alguien que quiera ser como tú, fuerte y sensible a la vez. Para no confundir el
significado de estas palabras, no relacionarlas con la rigidez y la fragilidad. La fuerza en el
sentido en que es fuerte un árbol: pueden soplar fuertes vientos pero se sostendrá porque
es flexible y se moverá para adelante y para atrás con el viento. Y en cuando a la
sensibilidad, estoy hablando de ver, estar alerta a las cosas que están alrededor de uno.
Algunas personas pueden necesitar una pequeña ayuda en esto, pero a menudo en algún en
algún lugar profundo en su mente, o en su corazón, ya están despiertos y alerta a todas
estas cosas, si bien no saben cómo articularlas. Y es por eso que el número 2 es tan
importante: la habilidad para aprender. Puedes tener todas las posibilidades, todas las
potencialidades del mundo para ser amable, amoroso, devoto, bueno y el mejor amante
conocido del género humano pero si no puedes aprender a desarrollar ese potencial.
¡Entonces no sirve de nada!
4- Elige a alguien que cuando lo hieras, sienta dolor y te lo muestre. Y viceversa... elige a
alguien que cuando te hiera, vea tu dolor y lo registre. Esto es muy importante. Hay muchos
modos en que la gente muestra el dolor. A veces reclamando es una de las cosas que hacen
las personas más extrovertidas. Reclaman, se vuelven locos... pero es su propia expresión
de dolor. Lo peor es cuando le haces a tu compañero algo que no es amable, o que es
impensado y él no muestra reacción. Como si no se permitiera a sí mismo mostrarse
verdaderamente humano en tu presencia. Pasamos por muchas relaciones o unas cuantas,
antes de encontrar a alguien con quien querríamos pasar nuestra vida. Sentimos las heridas
en tantas relaciones que empezaban con grandes esperanzas pero que terminaban con
fallas y accidentes. Por otro lado, te vas a encontrar con otro que no está intacto, que
también está herido de algún modo. Como resultado de esto es que la habilidad de tu
compañero de mostrar su dolor es tan importante como su habilidad para percibir tu dolor.
¡Es muy importante! Porque por naturaleza de las relaciones hay momentos de tensión en
que presionamos o hicimos algo que lastimó al otro y esto no puede ser evitado
completamente, pero no debe ser la misma herida una y otra vez. La gente tiene que
aprender cada vez. Puede que alguien haya acumulado enojo y sufrimiento, heridas de los
amantes anteriores, y haya adquirido así la habilidad de herir al nuevo amante y hasta ser
desbordado por el deseo de herirlo. Entonces debe ser capaz de parar, de detenerse cuando
ve el dolor en la otra persona.
5- Elige a una persona que tenga una vida interior. Trabajando, dibujando, escribiendo, a
través de la meditación, la religión, algo que ame. Elige a una persona que esté en viaje y te
vea como a un compañero de camino, un compañero de viaje. La habilidad para estar
completamente con el otro y al mismo tiempo enteramente separado es muy importante. Las
relaciones son cíclicas y hay momentos para estar muy cerca el uno del otro y otros
momentos para apartarse.
6- Elige a alguien que tenga pasiones similares a las tuyas en la vida. Una relación
construye una memoria. Estas memorias, lo compartido, son el “pegamento” lo que une la
relación. Por el placer que es recordar buenos tiempos juntos, pero también los tiempos
duros. Si no hay nada que verdaderamente disfruten juntos, es muy difícil pasar estos
tiempos con el otro. Aun cuando cada uno pueda ser muy distinto del otro y hacer cosas
muy diferentes, tiene que haber algo, algo tan simple como descansar juntos en la bañera o
secarse juntos el pelo al sol, o dar vuelta a la manzana cada noche, o cualquier cosa de
estas muy simple... sé que estarás pensando, cepillarse juntos los dientes a la mañana... Si,
poco más que esto.
7- Elige a alguien que tenga valores similares En cuanto a tener hijos, al nacimiento de los
niños, la familia, roles de hombres y mujeres y las ideas acerca del dinero y la religión. Tal
vez todas estas cosas juntas son el ideal y no las puedas encontrar todas sobre todo al
principio de la relación, pero puedes tener esto en cuenta. Elegir a alguien que tenga valores
similares tiene que ver con disminuir las fricciones en la relación y estas cosas deben
sintonizarse si ha verdadero compromiso. Esta sintonía debe darse también en un nivel
pragmático y cuando se da en estos niveles prácticos en más fácil que pueda darse en otros
niveles más sutiles.
8- Elige a alguien compasivo, a alguien que sea capaz de escuchar, a alguien que te dé
tiempo. Particularmente si eres una persona impulsiva, al tener un compañero que no sea
tan impulsivo como tú, eventualmente hallarás cierta lentitud que será buena para ti.
También alguien que sea un poco lento, al estar con un compañero que sea bien distinto se
acelerará un poco. Y podrán después de un tiempo hallar un ritmo propio de la relación. A
veces las personas tienen que estar ocho o nueve años hasta tener este ritmo
completamente desarrollado. Lleva tiempo construir un milagro... no un milagro porque
estén juntos sino por la fuerza que hay en el centro de una relación por la profunda guía del
amor.
9- Elige a alguien que se pueda reír de sí mismo. Poder hacer un chiste y reír de la situación
y de sí mismo es muy importante. Pero supongamos que no tienes un compañero muy
chistoso, elige a alguien que pueda parar una discusión y aprender a reírse de la situación
(vuelve al punto 2, alguien que tenga habilidad para aprender)
10- Elige a alguien a quien puedas tolerarle las fallas y características. En los momentos de
tensión y cansancio, las cosas que más te atraerían de un compañero, las cosas más
encantadoras, serían las que después te volvería loca... Así que no pienses que podrías vivir
con alguien que tiene cosas que realmente molesta a las otras personas y que para ti no son
importantes porque él o ella las está haciendo y él o ella es tu amante. Hay algunas cosas
que son intolerables en cualquier relación sea el matrimonio o las sociedades y los
negocios. Tales como el alcoholismo, el abuso sexual, el juego, las actividades criminales,
Una persona que no dice la verdad, una persona que no te puede mirar a la cara, una
persona por la que no podrías dar fe, una persona que puede hacer cualquier cosa por tapar
sus errores. Todo eso sería construir una relación en un terreno inseguro.
11- Ser amigos y no-solo amantes. Y no es solo que digas “si yo sé lo que eso significa,
significa que me guste y que lo ame” Significa más que eso y un modo de juzgarlo es
pensar. ¿Harías por tu pareja lo que estás dispuesta a hacer por tu mejor amigo? ¿Estás
dispuesta a escucharlo, estás dispuesta a hablar de las cosas de las que él tiene ganas de
hablar, a prestar atención a los detalles de lo que dice o tiene ganas de hacer? Esto no
significa que tengan que estar cuidándose el uno al otro siempre y para siempre, pero sobre
ciertas bases y en algunos detalles por cierto que deben hacerlo. Entonces cuando pienses
en lo que harías por tu mejor amigo y en lo que harías por tu amante, las cosas se aclararán
para ti.
12- Elije a alguien que haga tu vida más grande y no más pequeña.
Eva Pierrakos
Tomado de la revista Uno Mismo nº 160, octubre 1996
Nuestro cuerpo... ese espejo
El crear palabras que nos representen desde una nueva conciencia
femenina, desde nuestras profundas vivencias como mujeres, desde un
universo genuino y propio. nos pone frente a un espejo diferente.
Un espejo donde la belleza es generada por nosotras mismas. Sin
parámetros sociales, sin normas, sin presiones ni represiones.
Un espejo donde se refleja nuestra auténtica mujer salvaje, bella en su
esencia de poderosa energía femenina,libre,natural, gozosa, creativa en el
placer, amante de lo vital y cíclico.
Un espejo que nos brinda nuestro ser femenino al descubierto con sus
formas únicas, cambiantes, que se escapan de todo juicio o modelo.
Y entonces podemos vernos de otra manera.
Escucharnos desde allí.
Desde este nuevo cuerpo que se siente pleno, osado, diferente, sano, dotado
de hermosos signos que nos hacen ser mujeres únicas e irrepetibles.
Confrontando caras o colas, el espacio que nos separa o el contacto que nos
acopla parece idéntico. Pero en el sutil terreno de las sensibilidades las
cercanías se miden en ciclos, se evalúan en intangibles altibajos de torpes o
tempestuosos temperamentos. Se regulan por impulsos intuitivos que
aparentemente se escapan de nuestro dominio doméstico.
El dolor de la distancia penetra el ser a pesar del aparente estar juntos,
señalando estados desdibujados donde el centro se desliza y se refugia en
los rincones oscuros de su interior. Se esconde detrás de su parecer,
confundiendo al público pero no a la pareja. Las angustias de estas ausencias
en cuerpo presente carcomen la plenitud de la cercanía. Hasta que vuelva el
viajero, hasta una relajada reunión, no hay paz posible.
La realidad no es el gran generador de distancias. Son las fábulas, las
fantasías que descolocan los equilibrios, despistan los sentidos. El casete del
cerebro repite algún agravio de la antigüedad, exagerado. Alguna
programación primitiva rompe repentinamente la tranquilidad y, aunque los
dedos siguen entrelazados, la mente viaja en otras esferas, imagina otras
galaxias donde los dilemas se desvanecen y las tensiones explotan en idílicos
orgasmos de ondas alfa.
Hay horas en que nada atasca la aparentemente eterna armonía, en que no
hay verbos para calificar el grado de síntesis de la pareja integrada, entregada.
Instantes en que el cosmos nos come y somos sólo polvo de estrellas,
pulsaciones de paz perdidas en el descubrimiento de un Todo que nos devora
deliciosamente.
Así son los vaivenes de una vida compartida: fugaces centellas de rapto,
continuas rectas de saludable felicidad y la ocasional curva angustiante,
donde la distancia se inmiscuye a pesar de la concordia entre dos cuerpos
unidos en la constante carrera de mantener vigente la claridad y la
espontaneidad de una relación que cruje, crece, corroe y continúa
reconociendo los espacios, las distancias, brújula en mano, siempre atentos
al estar del otro, siempre preparados a agarrar el imán para atraer al otro de
vuelta de los reinos donde a veces huye en sus incontrolables escapadas.
A veces es difícil acortar caminos y el alejamiento pesa; pero cuando uno se
dedica a seducir al extraviado de sus delirios, sus ilusiones, vuelven a
reunirse en el vacío donde las interferencias y las fricciones se hacen
ficciones y la realidad de la cercanía vuelve a materializarse en dos recipientes
de piel que entremezclan todos sus contenidos y logran ese enlace que es el
resultado de dos seres que solos son uno más uno, pero juntos suman mucho
más.
3. Para ser autónomos será necesario diferenciarnos y construir una vida, con
suficiente contenido e intensidad como para que no necesitemos “colgarnos
de otro” o “vampirizar” su vida.
8. Nuestra pareja, por más que nos ame- y precisamente por esto mismo – no
debe ser un vertedero donde volcar nuestra basura emocional.
9. La gestión emocionalmente ecológica de la relación de pareja supone la
capacidad de ajustar las cláusulas relacionales de forma que no perjudiquen
a un miembro de la pareja y muevan a la mejora de los dos.
“Busco a la persona que sea capaz de amar al otro sin castigarlo por ello, sin
hacerlo prisionero o desangrarlo; esa persona del futuro que sepa llevar a
cabo un amor independiente de ventajas o desventajas sociales, para que el
amor sea siempre un fin en sí mismo y no siempre el amor con vistas a un
fin”. Este era el deseo que Jung expresó, en una carta dirigida a Freud, al inicio del
siglo pasado. ¿Acaso ya nos hemos convertido en esas “personas del futuro” que
anhelaba Jung o, en cambio continuamos castigando, aprisionando, desangrando
o buscando ventajas cuando formamos pareja? ¿Qué nos mueve a elegir y por qué
motivo a menudo acabamos tan lejos conseguir la relación de pareja que
anhelamos?
A raíz de esto surge una pregunta muy interesante: si las relaciones están en
crisis a un nivel cultural, ¿nuestras dificultades se explican porque llevamos
mucha carga personal del pasado, o tendría que ver con la manera en que las
relaciones personales en sí están evolucionando en nuestra cultura?
¿Podemos afirmar que esta crisis es consecuencia de nuestros traumas de la
infancia? ¿Millones de nosotros estamos tan desequilibrados que no somos
capaces de mantener relaciones saludables y duraderas? ¿O es que está
sucediendo algo cultural colectivo en este momento específico en la historia
de la humanidad que hace que las relaciones sean especialmente difíciles?
En este artículo sugiero que estamos todos involucrados en un desarrollo
cultural que es muy doloroso, pero también positivo y necesario, y que una
vez se desvele toda la panorámica nos daremos cuenta de lo similares que
son todas las relaciones de pareja y también cuán similares son nuestras
luchas y dificultades. Para muchas personas darse cuenta de esto no es
solamente consolador, sino que abre una visión expandida e inspiradora de
las relaciones íntimas.
Ninguno de nosotros está fuera de este espacio y este tiempo. Todos nosotros
somos hijos de la era o época en la que hemos nacido y todos heredamos los
hábitos, suposiciones y costumbres de las generaciones que han vivido antes
que nosotros. Su forma de pensar, sentir y comportarse persiste en nosotros.
Cambiar totalmente los prejuicios requiere generaciones.
Para expresarlo de un modo sencillo, digamos que hasta hace cien años el
principio fundamental en el cual se basaban las relaciones era el ‘Sentido del
Deber’, pero que en el último siglo se ha estado produciendo un cambio
progresivo del ‘Deber’ al ‘Placer’.
Así que si antes las parejas permanecían unidas por el ‘Deber’ y no esperaban
disfrutar de su relación, hoy las parejas se unen con una gran expectativa de
ser felices y pasarlo bien. O sea, que lo que une a la pareja ya no es el ‘Sentido
del Deber’ sino el ‘Sentido del Placer’.
Mientras que antes (en los tiempos del ‘Modelo del Deber’) muchas parejas
interpretaban el papel del ‘Papá poderoso y fuerte’ y la ‘Niña indefensa e
inútil’, hoy (en los tiempos del ‘Modelo del Placer’) más y más parejas están
atrapadas en el rol de ‘Mamá Enfadada – Niño Bueno’. Y las mamás no quieren
sexo con sus niños pequeños, lo cual representa un ligero un problema para
el ‘Modelo del Placer’.
Las mujeres tienen una memoria emocional que sorprende e impresiona a los
hombres. En la pasión de su furia pueden sacar acontecimientos emocionales
y datos que el hombre es incapaz de recordar. Mientras ella construye su caso
con infinidad de ejemplos para probar la inmadurez y la incompetencia de su
pareja (y la de todo el género masculino), para él es como estar delante de una
metralleta sintiendo el dolor de las heridas de metralla. Perdido y atrapado en
su dolor tiene que contraatacar, o huir, o ambos. Aquí el escenario puede
variar un poco, pero básicamente es la misma batalla que se libra en millones
de hogares. Es la disputa de la época.
Modelos en el ‘mercado’
Cuando las parejas empiezan a comprender la verdad de todo esto, sus
relaciones a menudo se transforman. Puede ser una revelación para ellas.
Cuando trabajamos con grupos de parejas y cada pareja escucha a las demás
y se dan cuenta de que las historias se repiten una vez tras otra, y otra, cada
cual se dice a sí mismo: “No estamos solos, no solamente somos nosotros;
otras parejas están recreando exactamente el mismo escenario que nosotros.
¡Esto es fascinante y nos da muchísimas esperanzas!” Y entonces, una vez
alcanzada esta perspectiva colectiva cultural más amplia, tendremos que
poner atención en dos áreas: nuestro modelo de relación y nuestro desarrollo
más allá de la Mujer Dura/Mujer Débil y Hombre Débil/Hombre Duro. Como
veremos, estas dos áreas son inseparables.
¿Qué hacemos entonces? ¿No hay un modelo que pueda resolver este masivo
dilema cultural?
El ‘Modelo Arquetípico’
Si empezamos con la pregunta “¿qué difuminaría la disputa de la época?”, la
respuesta parece obvia: para los hombres sería dejar de defenderse con su
mente. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. ¿Por qué? Pues porque lo
que dicen las mujeres es muy doloroso, pero por encima de todo, y aunque lo
digan de una manera distorsionada o incluso desesperada, en esencia es
cierto.
Cuando las mujeres dicen que los hombres han sido culturalmente
condicionados a sentirse superiores, y superficiales tanto a nivel sexual como
emocional, y que han hecho un mal uso de su poder, lo expresan desde la
verdad de su corazón.
Para los hombres darse cuenta de que su pareja es el mejor espejo que jamás
van a encontrar y ver que en realidad ella es su aliada y no su enemiga requiere
un trabajo personal muy fuerte. En otras palabras, los hombres tienen que ir
más allá de la debilidad que reemplazó la dureza machista anterior. Y no hay
bastante con decir: “Tenemos que recuperar un poco la dureza que dejamos
atrás.” Esto es verdad, pero para un hombre es necesario, además de eso,
abrirse al dolor y a la rabia de la mujer. Se requiere del hombre un compromiso
con la verdad y que no se deje llevar por el Ego. Tiene que establecer un
compromiso consigo mismo para alcanzar el máximo potencial como hombre.
Ha de adoptar un compromiso con la propia masculinidad. Y mientras este
compromiso va madurando esto permite a los hombres reencontrarse con las
mujeres de una forma nueva.
En pocas palabras: ambos reconocen que lo que ella sentía, aunque mal
expresado, ha sido siempre cierto. Gradualmente ella se va sintiendo más
segura y confiada en la percepción de su corazón.
Pero ¿qué significa para un hombre ‘no defenderse’? ¿Es solamente decir “sí,
querida, te estoy escuchando, qué horrible debe de haber sido todo esto para
ti, querida”? No; no defenderse de una mujer significa ser penetrado por la
visión del corazón de ella. Lo cual causa mucho dolor. Significa permanecer
juntos en el dolor de su corazón sin tratar de cambiarlo. Cuando un hombre
permite ser penetrado de esta manera será capaz de penetrar también. En la
medida en que él le da la bienvenida a ella en su interior ella le dará la
bienvenida a él. Yo veo esto suceder en las vidas de las parejas con las que
trabajamos. Lo llamamos el ‘Modelo Arquetípico’ de relación, porque cuando
el ‘Hombre Débil’ recupera su poder y va madurando hasta llegar a su plena
masculinidad, la ‘Mujer Dura’ también recobra su ternura y madura hasta
llegar a su plena feminidad. Entonces se produce un ‘Encuentro Arquetípico’.
Asistimos al encuentro de un ‘Hombre’ y de una ‘Mujer’, el encuentro de lo
‘Femenino’ y lo ‘Masculino’, abiertos el uno al otro, pero sin negar su propio
poder.
“Todas nosotras podemos considerar nuestra propia vida como una historia que se desarrolla
a través de una serie de experiencias cíclicas, cada una de las cuales tiene tres fases:
separación, prueba (proceso de aprendizaje), retorno.” Linda Sussman
El viaje fue iniciado hace un tiempo ya, cuando salimos a buscar nuestra propia identidad en
una cultura signada por lo masculino y alejándonos de lo Femenino.
En esa primera etapa de nuestra vida hemos desarrollado habilidades masculinas, nos hemos
vuelto competitivas y productivas, buscando el éxito en lo externo y en todo aquello que nos
prometía nuestra cultura.
Hemos logrado todo lo que nos habíamos propuesto y, sin embargo, nos sentimos vacías,
temerosas, indecisas o frustradas ¿Qué nos sucede entonces? ¿De qué nos ha servido todo
esto?
Creo que la respuesta es que hemos perdido la relación íntima con nosotras mismas.
Joseph Campbell nos dice: “el interés primordial de la mujer es el criar. Puede criar un cuerpo,
un alma, una civilización, una comunidad. Si no tiene nada que criar, de alguna forma pierde
el sentido de su función.” Maureen Murdock agrega: “muchas mujeres que han abrazado el
viaje heroico masculino han olvidado cómo criar, cómo criarse a sí mismas.”
Es así como, luego de enfrentarnos con el vacío al que nos arroja el modelo masculino, ya
que nos hace sentir incompletas, salimos a buscar nuestra perdida alma femenina.
En este tramo del viaje heroico pasamos por momentos de confusión y de dolor, de enojo y
de tristeza, buscando los pedazos de nosotras mismas que hemos perdido en el camino hasta
hoy.
Debemos aprender nuevamente a escucharnos, a reconocernos, a percibir nuestro cuerpo y
nuestro corazón. Debemos encontrar el camino de regreso a casa y es natural que tengamos
miedo, ya que nos sentimos desprotegidas y confusas en un mundo de reglas masculinas,
sin embargo contamos con nuestra sabiduría instintiva que es la que nos guiará de aquí en
más.
Es en este momento de nuestras vidas, cuando sentimos muy fuertemente el anhelo de
reunirnos con nuestra naturaleza femenina y curar esta ruptura.
“Cuando una mujer decide dejar de jugar según las reglas patriarcales, no tiene indicadores
que le digan cómo actuar y sentir. Cuando no quiere ya perpetuar formas arcaicas, la vida se
hace emocionante, terrorífica.” Maureen Murdock
“El cambio asusta, pero donde hay miedo hay poder. Si aprendemos a sentir nuestro miedo
sin dejar que nos detenga, el miedo se convierte en aliado, en una señal que nos dice que
algo que hemos encontrado puede ser transformado. A menudo nuestra verdadera fuerza no
radica en aquello que representa lo familiar, lo cómodo o positivo, sino en nuestro propio
miedo y en nuestra resistencia a cambiar” Starhawk
Al enumerar las etapas del viaje, hemos dicho que luego de un inicial alejamiento y rechazo
de lo femenino (que se manifiesta también en un alejamiento y ruptura con la madre) nos
sumergimos en el mundo masculino para conseguir lo que esta cultura patriarcal nos ofrece
engañosamente como valioso.
Luego de este descenso que puede manifestarse de muchas maneras (depresión, ansiedad,
confusión, pánico) comenzamos poco a poco a curar la herida que nos ocasionó la separación
de nuestro universo femenino.
A este proceso Murdock lo llama sanación de la herida Madre/Hija, aunque esto puede o no
coincidir con una curación literal de la relación con nuestras madres. Esta curación se dará
dentro de nosotras cuando comencemos a nutrirnos, a conectarnos con nuestra intuición,
nuestra sexualidad, nuestra creatividad y nuestro sentido del humor.
Es importante también que podamos identificar y rescatar todo lo masculino que nos ha
enriquecido para poder integrar ambos aspectos, lo femenino y lo masculino.
Maureen Murdock explica muy claramente esta integración:
“La heroína tiene que convertirse en una guerrera espiritual. Esto exige que aprenda el
delicado arte del equilibrio y tenga la paciencia para permitir la lenta y sutil integración de los
aspectos femenino y masculino de sí misma. Primeramente anhela perder su ser femenino y
fundirse con lo masculino, y una vez que lo ha hecho, empieza a darse cuenta de que esto no
es ni la respuesta ni el fin. No debe descartar ni renunciar a lo que ha aprendido a través de
su búsqueda heroica, sino que debe aprender a ver lo que con tanto esfuerzo ha aprendido y
logrado, no tanto como una meta, sino como una parte de todo el viaje. Entonces empezará a
usar estas habilidades que ha aprendido para la obra más ingente de unir a los demás, en
lugar de usarlo para su propio beneficio personal. Este es el matrimonio sagrado de lo
femenino y lo masculino: cuando una mujer puede servir de verdad, no sólo a las necesidades
de los otros, sino a la vez responder y valorar las suyas propias.”
Si bien este viaje es todo un desafío que puede parecernos peligroso, es la más maravillosa
aventura que podamos emprender.
En los momentos difíciles o confusos deberemos recordar que ninguna heroína viaja sola.
Contaremos con muchas aliadas en nuestro camino, para vencer obstáculos y compartir
dones, para acompañarnos en los momentos de crisis y celebrar juntas cada uno de nuestros
logros.
Habremos aprendido a generar nuestros propios espacios, creando círculos de mujeres
donde seremos escuchadas y contenidas, donde podremos espejarnos en nuestras
compañeras de ruta sin ser juzgadas ni rechazadas.
Seremos maestras unas de otras, en un crecimiento mutuo que nos enriquecerá como
individuos, haciendo extensivo este bienestar a nuestros seres más próximos como así
también a nuestra comunidad.
Juntas transitaremos este sendero de retorno hacia lo Femenino Sagrado: nuestros mitos,
nuestras diosas, los arquetipos que atesoran nuestra auténtica esencia de mujeres; todo
aquello que nos llevará, paso a paso, hacia el centro de nosotras mismas.
© Germana Martin
Artículo basado en la interpretación del libro de Maureen Murdock "Ser Mujer. Un viaje
heroico"
La imagen es de Gloria Lizano López
¡Gracias!
Los arquetipos son patrones de nuestra psique que surgen del Inconsciente
Colectivo, que no es individual, sino universal y compartido. Como tales no
tienen forma y no entran en el campo de nuestra consciencia. Cuando se
manifiestan lo hacen a través de las imágenes arquetípicas. Éstas, cargadas
de significado sociocultural e individual, son representaciones simbólicas y
ancestrales que pueden describirse como dioses y diosas, héroes y heroínas,
magos y hechiceras, y sus mitos constituyen las historias arquetípicas, que
evocan sentimientos, imágenes y temas universales que forman parte de la
herencia humana.
"En las etapas iniciales de una relación se mezcla por lo general una gran
parte de proyección,
y ésa es la causa de todas las peleas de amor.
Es decir: ella pide cosas que él no puede cumplir, y él pide cosas que ella no
puede cumplir,
y así Ánimus-Ánima chocan las espadas.
Si uno graba una pelea de amor es lo mismo en todo el mundo, literalmente,
palabra por palabra.
Y eso es proyección!
Pero si las personas no escapan y lo solucionan, y quitan en cambio todo lo
que hay de proyección, entonces aparece, o se descubre, debajo de esto, la
verdadera relación.
Ahora bien: podría no haber nada... o podría haber una relación enorme, una
verdadera relación, construida, que no es lo mismo que proyección."
Virginia Gawel & Eduardo Sosa,
Directores del Centro Transpersonal de Buenos Aires,
http://pensamientosensible.blogspot.com
- Tanto varones como mujeres tenemos las dos energías. La única diferencia
está en la proporción. La energía masculina, tanto en mujeres como en
varones, es la que se pone en juego cuando tengo que usar la fuerza física,
escalar una montaña, actuar sobre los otros en el mundo exterior, avanzar,
penetrar, direccionar, entre otras. La energía femenina es la que necesitaré si
voy a realizar una actividad que requiere de mi delicadeza, relajación, ternura,
receptividad, capacidad de cuidado, apertura o flexibilidad.
- ¿De qué manera debería estar “preparada” una persona que es soltera para
formar una pareja? Y ¿qué sucede si en su trayecto, en el camino de
autoconocimiento, está a medio avanzar?
Entrevista a Norberto Levy, tomada del dossier “La Pareja: un espejo para
autoconocerse” por Florencia Goldsman, para la revista Uno Mismo.
Este hombre tenía poder y prestigio, metas que para alcanzarlas se cobran
la mejor parte de la vida de un hombre y que relativamente pocos consiguen.
Pero padecía una de las enfermedades más importantes que observo en
muchos hombres de mediana edad: depresión leve generalizada. Cuando se
nos separa de nuestras fuentes de vitalidad y dicha, la vida resulta insulsa y
sin sentido.
En esta cultura, los hombres llevan ventaja y parecen tener los mejores
papeles. No cabe duda de que ostentan los de más poder o mejor
remunerados. Sin embargo, muchos hombres padecen depresión que
enmascaran con el alcohol, el trabajo excesivo, demasiadas horas delante del
televisor, todo ello para conseguir insensibilizarse. Y hay otros muchos que
están enojados y resentidos, su hostilidad y rabia se desencadena por
cualquier cosa, desde la forma en que conduce alguien hasta la irritante
conducta de un niño. Su esperanza de vida tampoco es muy larga. El
movimiento feminista expresaba claramente los problemas que tienen éstas
al vivir en un patriarcado pero, a juzgar por la cantidad de hombres infelices
que hay, parece que vivir en este tipo de sociedad tampoco es bueno para
ellos.