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Apodos: los apodos pueden parecer una forma

inocente de referirse a alguien. Sin embargo, si


los apodos fueron diseñados con el objetivo de
humillar a alguien y están acompañados de
otros insultos o alguna forma de maltrato,
forman parte de una situación de bullying.

Agresiones físicas cotidianas: cuando un


niño o adolescente agrede físicamente a otro de
forma repetida, es una forma de bullying,
incluso si las agresiones no dejan marcas
visibles, es decir si son agresiones
supuestamente inofensivas como empujones o
pequeños golpes. El efecto negativo de estos
golpes se produce por la repetición, que es una
forma de humillar al compañero.

Golpes: son la forma más evidente de bullying.


Las peleas entre compañeros pueden ocurrir por
diferentes motivos. Sin embargo, se trata de
acoso escolar cuando las situaciones violentas
son repetidas, o bien cuando los agresores son
varios y la víctima es sólo una.

Robos: cualquier persona puede ser víctima de


un robo en el contexto escolar. Se considera
bullying cuando los robos son repetidos siempre
hacia la misma persona, con el objetivo de
dañarlo más que de beneficiarse con los objetos
obtenidos.

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