En la conferencia del día 26 de marzo del 2019, la Dra. Mirentxu Corcoy Bidasolo propuso una teoría en la cual afirma que es posible imputarse fenómenos de autoría y participación (distintos a los fenómenos de concurrencia de culpas) en los llamados delitos imprudentes o culposos. En esta pequeña columna, se pretenderá responder si dicha teoría no presenta discordancia con el ordenamiento jurídico penal colombiano, además de otras consideraciones. Para tales efectos, se hará una breve enunciación de lo que aquí se entiende como delito culposo, y lo que el código penal colombiano consagra como autoría y participación. La estructura de los tipos culposos se encuentra consagrada en el art.23 del Código penal, en este describe que: «la conducta es culposa cuando el resultado típico es producto de la infracción al deber objetivo de cuidado y el agente debió haberlo previsto por ser previsible, o habiéndolo previsto, confió en poder evitarlo.», en dicha descripción legal, se puede interpretar que el legislador no busca castigar una finalidad ilícita, sino, una determinada selección y aplicación de los medios por parte del sujeto activo, entendiendo que dicha selección y aplicación debe ser infractora del deber objetivo de cuidado (el deber de actuar de forma prudente según el determinado ámbito de relación del sujeto activo) y que, en concordancia con el resto del ordenamiento jurídico, debe materializarse en un determinado resultado lesivo (bajo criterios de imputación objetiva, según la sentencia de rad.27338, sala de casación penal de la Corte Suprema de Justicia). La autoría y participación se encuentra consagrada en los artículos 29 y 30 del Código, en estos se describe al autor directo y mediato («quien realice la conducta punible por sí mismo o utilizando a otro como instrumento»), al coautor («los que, mediando un acuerdo común, actúan con división del trabajo criminal atendiendo la importancia del aporte»), al determinador («quien determine a otro a realizar la conducta antijurídica») y al cómplice («quien contribuya a la realización de la conducta antijurídica o preste una ayuda posterior»). Teniendo en cuenta las breves consideraciones anteriores, no parece existir en el ordenamiento jurídico colombiano disposición alguna que dé a entender que los fenómenos de coautoría o participación sean exclusivos a las conductas consagradas en los tipos dolosos o, en otras palabras, que en las conductas culposas no puede haber fenómenos de codelincuencia. Por lo que, en principio, dogmáticamente si es posible hablar de codelincuencia en los delitos culposos. Cuando varios sujetos acuerden la realización de una conducta culposa que crea un riesgo jurídicamente relevante, infringiendo el deber objetivo de cuidado, estaremos hablando de una coautoría en un delito culposo; cuando un sujeto determine a otro a realizar la conducta imprudente, o cuando un sujeto realice un aporte relevante para dicho ámbito situacional (considerando más apropiada esta expresión de Juan Bustos Ramírez), estaremos hablando de participación en un delito imprudente. Sin embargo, a pesar de considerarse aplicable la teoría de la Dra. Corcoy, es necesario expresar alguna consideración más acerca de los temas que se trataron en la conferencia. Es necesario desarrollar una teoría de la autoría y participación clara (incluso para los delitos dolosos), y que el código penal colombiano adopte dicha teoría expresamente en su legislación (algo que muy pocas veces parece realizar). Esta teoría es necesaria para diferenciar claramente cuándo hay un fenómeno de coautoría o un fenómeno de participación en el delito imprudente, debido a que por su naturaleza no se está reprochando una finalidad ilícita, y el elemento del acuerdo entre los sujetos no parece del todo esclarecedor (teniendo en cuenta, además, la división del trabajo existente por esencia en ciertas labores de la vida cotidiana); el criterio diferenciador que recae en la libertad del sujeto que realiza el aporte, el cual planteó la ponente parece, en principio, apropiado. Sobre el tema de concurrencia de culpas, parece no darse en las consideraciones dada por la ponente una respuesta a los fenómenos de causalidad cumulativa, o al menos no por completo, esto bien porque a pesar de que se planteó que la actuación del tercero es relevante en ciertos casos para determinar el ámbito en el que debe obrar el sujeto según el deber objetivo de cuidado, la Dra. Corcoy hizo la aclaración que dicha actuación imprudente del tercero debe ser cognoscible por el sujeto o, en cierto modo, previsible. Por tanto, no parece quedar del todo claro si político criminalmente pueden o no pueden ser punibles aquellas conductas culposas que por sí mismas no se concretan en el resultado lesivo, sino que dicho resultado es producto de la suma de varias conductas culposas paralelas, es decir, no se cumple el segundo criterio de imputación objetiva de Claus Roxin. Algo que no parece coherente, ya que la misma ponente aclaró que en los fenómenos de concurrencia de riesgos cada individuo respondería según el grado de cada uno de estos, por tanto, en un caso de causalidad cumulativa en la que no era previsible la actuación del tercero, igualmente sigue existiendo un riesgo desaprobado por el derecho penal, producto de una conducta imprudente, que influyó en la lesión de un bien jurídico.
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