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ser?
Por la Presidencia General de la Escuela Dominical
“…sabéis las cosas que debéis hacer en mi iglesia; pues las obras que me
habéis visto hacer, ésas también las haréis…
Jesús nos invitó a que llegásemos a ser como Él, y uno de Sus mayores
atributos es Su habilidad de enseñar. Él es el Maestro de maestros. Para
llegar a ser como Él, nosotros también tenemos que llegar a ser
maestros más amorosos y capaces de cambiar vidas, no sólo en la
Iglesia, sino también en nuestro hogar. Para llegar a ser como Él,
debemos tener en nuestro corazón el ferviente deseo de enseñar como
Él enseñó.
Preguntas e invitaciones
Tres ne tas, por Gary L. Kapp.
Cristo respondió la pregunta de ellos con otra Suya: “¿No han leído las
Escrituras que dicen que debéis tomar sobre vosotros el nombre de
Cristo, que es mi nombre?” (3 Ne 27:5). Esta pregunta les recordó a Sus
discípulos que debían esforzarse por responder sus propias preguntas, y
que en las Escrituras podían encontrar respuestas a muchas de ellas.
Un modelo de enseñanza
En esos breves versículos, Jesucristo nos impartió un modelo divino de
enseñanza. Empezó con una pregunta que invitaba a la re exión con el
objeto de discernir las necesidades de Sus discípulos; después esperó
sus respuestas y las escuchó.
Una vez que los discípulos contestaron, los ayudó a encontrar lo que
buscaban dirigiéndolos a las Escrituras.
Tan grande era Su amor, que lloró de gozo por ellos y los bendijo por su
fe:
“Respondió Simón Pedro y dijo: ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente!” (Mateo 16:13–16).
“Mas yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edi caré mi
iglesia, y las puertas del in erno no prevalecerán contra ella.
“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la
tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra será
desatado en los cielos” (Mateo 16:17–19).
Para enseñar a prestar servicio, prestó servicio. ¡Qué gran lección debió
haber sido para Sus discípulos cuando Él les lavó los pies! “Pues si yo, el
Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis
lavaros los pies los unos a los otros.
2. Prepárense espiritualmente.
Vivan de acuerdo con lo que enseñan.
5. Enseñen la doctrina.
Utilicen las Escrituras.
Notas
1. Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2004, pág.
212.