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2012
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© Copyright by
Leandro García Ponzo
Madrid, 2012
ISBN: 978-84-9031-686-3
Maquetación:
Bൺඅൺඎൾඋ Vൺඅൽංඏංൺ, S.L.
gbalaguer@telefonica.net
Escribí este libro hace casi tres años con la ayuda y el estímulo
de mi querido Quintín Racionero Carmona. Él fue también quien me
alentó a publicarlo. En todo este tiempo, Quintín tuvo tiempo para
enseñar, enfermar, escribir, amar, conversar, viajar, polemizar, bro-
mear y morir, dejándome un dolor insalvable y la felicidad de haber
compartido la vida con él. Todo este libro, incluido el prólogo trunco
que no pudo escribir, va ofrendado a mi amigo y maestro.
En esta ola de recuerdos que refluye la ciudad se embebe como
una esponja y se dilata. Una descripción de Zaira tal como es hoy
debería contener todo el pasado de Zaira. Pero la ciudad no cuenta
su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las
esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos
de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las
banderas, cada segmento surcado a su vez por arañazos, muescas,
incisiones, comas.
AGRADECIMIENTOS ........................................................................15
PRIMERA PARTE
CONDICIONES FORMALES DEL PROBLEMA. HACIA UNA
COMPRENSIÓN SINGULAR DEL MISMO
SEGUNDA PARTE.
ANÁLISIS DEL CARÁCTER ONTO-LÓGICO DE LAS
MATEMÁTICAS A PARTIR DE LA PRESENTACIÓN
EFECTUADA EN LOS DIÁLOGOS
TERCERA PARTE.
PROYECCIONES
FINALES .............................................................................................273
APÉNDICES.
PERSPECTIVAS CONTEMPORÁNEAS DEL PROBLEMA
MATEMÁTICO EN PLATÓN
BIBLIOGRAFÍA
Por ello procuramos que los niños aprendan las sentencias y las
frases que los griegos llaman «khrías», ya que a éstas las puede captar
su inteligencia infantil, que ya no podría abarcar más. Pero al hom-
bre con notorio aprovechamiento le resulta vergonzoso ir a recoger
florecillas, apoyarse en máximas muy conocidas y compendiadas,
y depender de su memoria: debe ya sustentarse en sí mismo. Que
exprese tales conceptos sin retenerlos mentalmente; pues resulta
indecoroso para uno ya anciano, o que frisa en la ancianidad, obtener
sus conocimientos apoyándose en un libro de memoria. “Esto dijo
Zenón”: ¿Y tú qué? “Esto dijo Cleantes” ¿Y tú qué? ¿Hasta cuándo
te moverás al dictado de otro? Ejerce tú el mando, expón alguna idea
que llegue a la posteridad, ofrece algo y que eso sea de tu repuesto.
Así, pues, todos esos personajes, nunca creativos, siempre comen-
tadores, agazapados al amparo del prestigio ajeno, no considero que
tengan nobleza alguna de espíritu, puesto que nunca se han decidido
a poner en práctica siquiera una vez lo que durante largo tiempo
habían aprendido. Su memoria la han ejercitado sobre pensamientos
de otros; pero no es lo mismo recordar que saber. Recordar supone
conservar en la memoria la enseñanza aprendida; por el contrario,
saber es hacer suya cualquier doctrina sin depender de un modelo,
ni volver en toda ocasión la mirada al maestro.
“Esto dijo Zenón”, “esto Cleantes”. Que medie alguna distancia
entre ti y el libro. ¿Hasta cuándo has de aprender? Es tiempo ya de
18 LEANDRO GARCÍA PONZO
que enseñes, ¿qué motivo hay para que escuche de ti lo que puedo
leer? “Grande es el efecto que produce”, dices, “la viva voz”. Pero
no ésta que toma en préstamo palabras ajenas y hace las veces de
un escribano.
Añade, asimismo, que esos tales que nunca dejan de estar bajo tu-
tela, primeramente, siguen a los anteriores en aquellas cuestiones en
que todos han abandonado ya a sus predecesores; después, también
le siguen en los temas que todavía se están investigando. Pues, bien:
nunca se harían hallazgos si nos contentáramos con los ya realizados.
Además, quien va en pos de otro, no descubre nada; mejor dicho, no
investiga nada.
¿Y entonces, qué?, ¿No voy a seguir las huellas de los antiguos?
Por supuesto tomaré el camino trillado, mas si encontrare otro más
accesible y llano, lo potenciaré. Quienes antes que nosotros aborda-
ron estas cuestiones no son dueños sino guías de nuestra mente. La
verdad está a disposición de todos. Nadie todavía la ha acaparado.
Gran parte de su estudio ha sido encomendado también a la poste-
ridad.
1
Laques, 182d.
26 LEANDRO GARCÍA PONZO
II
2
República, 504e5. ȀĮ ȝȐȜĮ, ijȘ, [ਙȟȚȠȞ IJઁ įȚĮȞȩȘȝĮ]ǜ ȝȑȞIJȠȚ ȝȑȖȚıIJȠȞ ȝȐșȘȝĮ
țĮ ʌİȡ IJȚ ĮIJઁ ȜȑȖİȚȢ, ȠİȚ IJȚȞ’ ਙȞ ıİ, ijȘ, ਕijİȞĮȚ ȝ ਥȡȦIJȒıĮȞIJĮ IJȓ ਥıIJȚȞ.
3
República, 505a. ਥʌİ IJȚ Ȗİ ਲ IJȠ૨ ਕȖĮșȠ૨ ੁįȑĮ ȝȑȖȚıIJȠȞ ȝȐșȘȝĮ, ʌȠȜȜȐțȚȢ ਕțȒțȠĮȢ,
ઞ į țĮ įȓțĮȚĮ țĮ IJਛȜȜĮ ʌȡȠıȤȡȘıȐȝİȞĮ ȤȡȒıȚȝĮ țĮ ੩ijȑȜȚȝĮ ȖȓȖȞİIJĮȚ.
La fundación de una ciudad 27
9
Fedón, 99d.
INTRODUCCIÓN.
UNA HIPÓTESIS DE LECTURA
10
Aunque la entrada de Sócrates en el diálogo es tardía, habiendo ya sido montada la
discusión, es posible verificar por la estructura del mismo que el problema que lo recorre por
completo es el de la unidad y la multiplicidad. Desde 127d hasta 130a, se dedica a examinar
las dificultades de la multiplicidad; luego, hasta 135d, se abordan los problemas conjuntos
de la unidad y de la multiplicidad en relación con diversos niveles de análisis. Finalmente,
hasta 166c, el diálogo se dispone a evaluar las dificultades de la unidad.
11
Cfr. Pritchard, P. Plato’s philosophy of mathematics, Akademia Verlag-Sankt Augustin,
Alemania, 1995. Capítulo 4 de la primera parte: “Monás cannot denote the numer 1”. La
relación entre lo uno y la unidad es un poco más compleja. Basta para anoticiarse de ello
reparar en la primera definición del libro VII de los Elementos de Euclides (justo la anterior
a la de arithmós, número): “Unidad es aquello en virtud de lo cual cada cosa que existe se
llama uno”. Euclides, Elementos, VII. 2. Introducción de L. Vega; traducción de Ma. L.
Puertas, Gredos, Madrid, 1994.
12
Cfr. Aristóteles, Metafísica, 1090 b32. Además, en 987b14, dice: “[Platón] afirma,
además, que entre las cosas sensibles y las Formas existen entes matemáticos, distintos de las
cosas sensibles por ser eternos e inmóviles, y de las Formas porque hay muchos semejantes,
mientras que cada Forma es solamente una y la misma”.
34 LEANDRO GARCÍA PONZO
estatizante que confunde ser con ente y mucho menos localizar parte de este equívoco en las
matemáticas como su forma visible. Mientras el máthema procure la inestabilidad radical
de lo indecidible y su polémica política, será difícil que pueda situársele como mostración
cúlmine del pensamiento técnico-metafísico. La temporalidad del máthema, cuestión que
no será tocada quizáss lo suficiente en mi análisis, no está caracterizada por la primacía del
presente en tanto que exige –siempre– un instante de sustracción al posicionarse como un
mero intersticio, como un simple entreacto que, a su vez, exige el discurrir, el diferir como
procedimiento propio de la diánoia. Un buen ejemplo lingüístico de lo que considero el
desacierto heideggeriano estaría dado por el recurso platónico, al querer hablar del máthema,
al término hyperphýos que se vierte por “maravillosamente, de modo extraordinario” en
República, 525b2. La raíz phýo que lo compone es la misma que la de phýsis y denota
“nacer, crecer, hacer salir, engendrar, producir”. De ahí que si este es un rasgo característico
del máthema, difícilmente pueda ubicársele como el punto de manifestación de la esencia
metafísica por cuanto respeta cierto patrón rítmico de la naturaleza. Para profundizar el eje
Platón/Heidegger respecto de la cuestión matemática sugiero al lector remitirse al primer
apéndice de esta tesis.
19
Repetición que conlleva, claro está, su par dialéctico: la diferencia.
20
Un palmario ejemplo de tal repetición se encuentra actualmente en la obra del filósofo
francés Alain Badiou. Cfr. Badiou, A. El ser y el acontecimiento, Manantial, Bs. As., 1998,
Introducción y primera parte. Ver también Infra. Segundo apéndice de esta tesis.
38 LEANDRO GARCÍA PONZO
21
Aquí “contenidos” posee un doble sentido. El primero da cuenta de “incluidos,
pertenecientes”; el segundo de “sometidos, subyugados, limitados”.
La fundación de una ciudad 39
25
Ciertamente, la consideración que hace Jacques Derrida de la letra matemática
merecería una mayor atención de la que puedo le he brindado en estas páginas. Menos por
la atención directa que le otorga que por lo que se deja entrever en páginas aisladas de su
obra capital De la Gramatología (podría considerarse también el tratamiento que hace del
tema en la Introducción a «El origen de la geometría» de Husserl pero en esa instancia
la cuestión no alcanza el carácter sinóptico que se observa en De la Gramatología). Allí
condensa la idea de que las matemáticas poseen un origen y un soporte por sí mismo
subversivo que las liga indefectiblemente a lo indecidible [indécidable]. Resulta lamentable
que no extraiga más consecuencias de esta intuición. Sólo por mencionar algunos ejemplos
refiero aquí algunos pasajes. “Ya hicimos alusión a la matemática teórica: su escritura,
ya se la entienda como grafía sensible (y esto supone ya una identidad, por tanto una
idealidad de su forma, lo que en principio vuelve absurda la noción tan corrientemente
admitida de “significante sensible”), como síntesis ideal de los significados, como huella
operatoria a un nivel distinto o, inclusive, más profundamente, que se la entienda como
el pasaje de unos a otros, nunca estuvo ligada a una producción fonética” en Derrida,
J. De la Gramatología, Siglo XXI editores, México, 1998, p.17. (Dónde ‘producción
46 LEANDRO GARCÍA PONZO
fonética’ indica para Derrida el statu quo dominado por el ejercicio falologocéntrico);
“Pero por importante que sea, y aunque sea universal o esté llamado a serlo, este modelo
particular que es la escritura fonética no existe: nunca ha existido una práctica que fuese
puramente fiel a su principio. Incluso antes de hablar, como lo haremos más adelante,
de una infidelidad radical y necesaria a priori, pueden ya señalarse fenómenos masivos
en la escritura matemática o en la puntuación, en el espaciamiento en general, que son
difíciles de considerar como simples accesorios de la escritura”. Ibíd., p. 52. Y acto
seguido comenta: “El simbolismo vacío de la notación escrita –por ejemplo el de la técnica
matemática– es también para el intuicionismo husserliano lo que nos exilia lejos de la
evidencia clara del sentido, vale decir de la presencia plena del significado en su verdad
y abre así la posibilidad de la crisis”. Ibíd., p. 52. Cfr. también pp. 344, 354 y 359.
26
Por todo esto, aunque haya señalado en la advertencia preliminar ciertas reservas
básicas en relación con cierta tradición hermenéutica, no dejaré de sustentar mi estudio en
los comentarios e introducciones que eruditos han hecho sobre el tema. No puedo dejar de
declararme deudor en una primera aproximación a la filosofía de Platón de algunos famosos
intérpretes contemporáneos. Por el lado de la Escuela de Tubinga-Milán, debo mencionar:
Slezak, T. Leer a Platón, Alianza, Madrid, 1997; Gaiser, K. Platone come scrittore filosofico;
saggi sull’ermeneutica dei dialoghi platonici, Bibliopolis, Napoli, 1984; Krämer, H. Platón
y los fundamentos de la Metafísica, Monte Ávila, Caracas, 1996 y Reale, G. Por una nueva
interpretación de Platón, Herder, Barcelona, 2003. Para un lego como yo nunca deja de ser
sumamente útil la Historia de la Filosofía Griega de Guthrie (Guthrie, W.K.C. Historia de la
filosofía griega, Gredos, Madrid, 1992), sobre todo en lo concerniente a la ubicación de los
diálogos y su contextualización respecto de la cronología absoluta. He recurrido, a su vez, a
dos libros canónicos que me han servido –cada uno a su modo– a sumergirme en el mundo
platónico. Me refiero, en primer lugar a la Paideia de Jaeger (Jaeger, W. Paideia: Los ideales
de la cultura griega, FCE, México, 1984) de donde he extraído algunas consideraciones
relevantes respecto de la noción de paideia –el rango y alcance de la misma– como así
también del mundo preplatónico y aquél que le tocó habitar y construir al filósofo. A su
vez, he localizado en otro de sus libros (Jaeger, W. La teología de los primeros filósofos
griegos, FCE, México, 1993) ciertas notas centrales sobre el poema de Parménides que han
servido a mi investigación. En segundo lugar, no puedo dejar de nombrar el emblématico
Plato de A.E. Taylor (Taylor, A.E. Plato: the man and his work, Methuen, Londres, 1948).
Si bien aparece como un tanto desactualizado, su planteo del problema matemático no deja
de ser muy importante. Siguiendo el lado de la filosofía de linaje anglosajón, me han sido
de suma utilidad algunos artículos del Cambridge Companion to Plato, Richard Kraut ed.,
Cambridge University Press, 1992. (En especial “Mathematical method and philosophical
truth” de Ian Mueller [pp. 170-199]) Finalmente, ya en una tradición que se aleja un tanto
del ideal de la preocupación exegética ceñida al texto platónico, quisiera indicar dos libros
La fundación de una ciudad 47
a uno de los dos polos de la tensión (a uno de los dos conjuntos) porque:
(a) si pertenece a un conjunto pertenece al otro; (b) se distingue simul-
táneamente de ambos. Hay algo de básico en esta idea, algo sumamente
necesario para una comprensión cabal del fenómeno, que se enuncia así:
la indecidibilidad depende, forzosamente, de un momento de indiscer-
nibilidad. Sucede que cuando no es posible decidir –lo que podría pen-
sarse no ya en un plano formal sino también en uno subjetivo– convoca
en un comienzo la indistinción entre las alternativas seleccionables, su
profunda confusión. El propio teorema de Gödel requiere de la indiscer-
nibilidad sintáctico-semántica entre el nivel matemático (aritmético) y el
metamatemático para que la indecidibilidad pueda presentarse.
El máthema se debate entre oralidad y escritura, lógos y álogos, Ideas
y cosas. Esto significa que no termina por acomodarse dócil y exclusi-
vamente sobre alguna categoría. Así, por ejemplo, posee un aspecto que
lo obliga a ser escrito a la vez que tiende a escapar del registro sensible
y permanecer en la inteligibilidad que caracteriza al discurso oral para
Platón. En este caso, como también en el que se observará acerca del par
lógos/álogos, opera de fondo una especie de indiscernibilidad parcial
que permite la coexistencia de ambos rasgos en el máthema. De ello
da cuenta también el carácter intermedio del mismo en el que ahonda-
ré enseguida. Algo distinto sucede con el par Ideas y cosas, donde el
máthema ejercerá su potencia diferenciante, al igual que cuando queda
posicionado como dispositivo de ruptura con la pólis democrática: no
es la democracia (se opone a ella), pero tampoco es un sistema poste-
rior claramente definido. En este caso, tomará su carácter indecidible
en la medida en que no es propiamente elemento de ninguno de los dos
conjuntos y sin embargo está constreñido a permanecer en continua
conexión disruptiva con ambos.
En el marco de esta perspectiva “intuitiva” de la indecidibilidad,
ensayaré algunas variaciones. Sin embargo, deberá retenerse que lo
indecidible no es propiamente lo que intenta caracterizarse en esta tesis,
sino más bien el presupuesto básico que llega para habitar la hipótesis
e ir ganando cuerpo con el correr de la exposición. Se trata de un con-
cepto irreemplazable que nace con el comienzo de estas palabras y que
pretende subsistir más allá de ellas. El máthema es el nombre de esta
continuidad. Lo indecidible es sólo su reverso necesario. Variaciones:
La fundación de una ciudad 51
31
Cfr. Heidegger, M. Conferencias y artículos, Serbal, Barcelona, 1994, pp. 179-199.
Allí dice el autor: “Decir es un dejar-estar-delante-junto que, reunido, reúne”.
La fundación de una ciudad 53
otro nivel de lo indecidible sobre sí. No será posible ubicar a las matemá-
ticas junto a las Ideas ni tampoco con la mera visibilidad del orden que
éstas prescriben. Este desajuste es la causa de que pueda establecerse
este registro de lo indecidible sobre el plano del lenguaje.
B. Una segunda nota de la indecidibilidad que, sin dejar de visitar la
cuestión de la lengua anuncia una nueva dimensión de análisis, responde
a la definición formal dada más arriba. Las matemáticas han instalado
en el seno de la historia de la filosofía un elemento extraño. Si bien es
cierto que el establecimiento de los principios lógicos básicos proviene
de Parménides, lo que sucede en el caso platónico es por completo dis-
tinto. En su célebre poema, Parménides entrelaza pensamiento racional y
fuerza emotiva explicitando los principios lógicos que prescriben lo que
puede pensarse sobre el ser. En la efectuación pura del poema, la lógica
clásica parece dar sus primeros pasos en el marco de una lengua cara a
la pedagogía poética del siglo VI y V a.C. Hay un equilibrio, una tensión
irresoluble, que ve despuntar el carácter racional de la filosofía griega.
Con Platón parecería ser diferente. La introducción «desde el exterior»
de un dispositivo que es diverso del estrictamente filosófico (siendo ello
comprendido por el propio Platón), marca la pauta de la aparición de un
saber suplementario, marginal hasta el momento, que viene a disputarle
el centro de la escena a lo cotidiano de la ciudad. La independencia de
ese nuevo dispositivo, la separabilidad de su funcionamiento respecto
de la situación (i.e. la disputa entre epistéme y doxa), la alteridad radical
que plantea en relación con los dispositivos discursivos hasta entonces
conocidos, garantizan la instalación de un complejo indecidible. Cuando
Platón pone la dialéctica bajo condición matemática, no hace más que
articular jerárquicamente. Se ha generado una suerte de invaginación
forzada, necesariamente violenta, que no agrada ni a filósofos ni a ma-
temáticos: los unos tienden a la contemplación general sin involucrarse
–según el paradigma de la epistéme theoretiké– en los asuntos cotidianos;
los otros son técnicos que nada saben sobre los fundamentos de su saber.
La delicada torsión exige una pérdida por parte de ambos, por lo que, en
adelante, el filósofo estará supeditado al aprendizaje de una ciencia que
no le es propia, y cuyas reglas deberá seguir. No hay otro camino para la
verdadera filosofía. Por contrapartida, el matemático encuentra su límite
allí donde toma la posta el filósofo, pues no sabe, ni podrá saber jamás, lo
que opera “detrás” de sus razonamientos. Ellos se desenvuelven mientras
La fundación de una ciudad 55
36
Aristóteles, Metafísica, 995b13.
La fundación de una ciudad 57
37
Platón, República, 511.
58 LEANDRO GARCÍA PONZO
38
Oneirôttousi proviene de oneirússô que, además de “soñar”, puede significar “tener
una polución nocturna”, “una emisión de semen cuando se duerme”. Parte del supuesto de
fondo que operará en mi tesis indica que la inestabilidad del máthema intentó ser sofocada por
la tradición y que resurgió a principios del siglo veinte con el teorema de Gödel. De ahí que
no sea en absoluto descabellado conducir la semántica de oneirússô hacia eso «reprimido»
que retorna en sueños como en forma de polución involuntaria. Por lo demás, el proceso de
estabilización que depende de la definición de la dialéctica queda declarado por República
533c7: “Por consiguiente, el método dialéctico […] es el único que marcha cancelando
supuestos, hasta el principio mismo, a fin de consolidarse allí [ína bebaióstetai]”.
60 LEANDRO GARCÍA PONZO
Sócrates: -En esto hay algo que no nos discutirán cuantos sean
siquiera un poco expertos en geometría, a saber, que esta ciencia es
todo lo contrario de lo que dicen en sus palabras los que tratan con
ella
Glaucón: -¿Cómo es eso?
Sócrates: -Hablan de un modo ridículo aunque forzoso, como si
estuvieran obrando o como si todos sus discursos apuntaran a la ac-
ción: hablan de ‘cuadrar’, ‘aplicar’, ‘añadir’ y demás palabras de esa
62 LEANDRO GARCÍA PONZO
Poco podría decirse sin contemplar este difícil juego de fuerzas que
se manifiesta en la dinámica del máthema y se cristaliza en la lengua
griega para insistir en lo que filosóficamente autoriza el pensamiento
de lo indecidible en cuanto tal. Habrá que mostrar antes cómo Platón
hace progresar lo indecidible matemático abrevando en aquel sistema de
relevos cuyos elementos caracterizan sus rasgos capitales bajo la forma
apareciente del máthema. Y es que ocurre un evento tan extraño, se ofre-
ce al pensamiento algo tan potente, que hay obligación de detenerse. Si
la indecidibilidad es constitutiva de las matemáticas, al determinarlas, al
39
República, 527a.
40
Menón, 98c11.
41
República, 533c3.
La fundación de una ciudad 63
42
Principalmente a través de los libros M y N de la Metafísica.
43
Cfr. Robin, L. La théorie platonicienne des idées et des nombres d’aprés Aristote,
París, 1908.
44
Cfr. Cherniss, H. Aristotle’s Criticism of Plato and the Academy, Johns Hopkins Press,
Baltimore, 1944 y también Cfr. The Riddle of the Early Academy, University of California
Press, Berkeley, 1945.
45
Cfr. Burnyeat, M. F. “Platonism and Mathematics: A Prelude to Discussion”, en
Graeser ed., Mathematics and Metaphysics in Aristotle, Berna, 1987.
46
Cfr. Annas, J. Aristotle’s metaphysics: books M and N, Clarendon Aristotle series,
Oxford University Press, 1988 y también Cfr. “Aristotle, Number and Time” en Philosophical
Quarterly, 1975
47
Cfr. Gaiser, K. Platons ungeschriebene Lehre. Klett-Cotta, Stuttgart, 1998.
48
Cfr. Pritchard, P. Plato’s Philosophy of Mathematics, Academia Verlag, 1995
66 LEANDRO GARCÍA PONZO
que conforman junto con los Números Ideales el total del plano inteli-
gible. Finalmente, ya en dos órdenes inferiores también en relación de
subalternación entre sí, se encuentran los «objetos matemáticos» y el
ámbito de lo sensible de manera respectiva por lo que las matemáticas
sufren un primer desdoblamiento. Por una parte, los entes matemáticos
intermedian entre lo sensible y lo ideal. Por otro lado, se distinguen de
los Números Ideales, los que se presentan como síntesis numéricas de-
terminantes de la posición relativa de cada Idea respecto de las demás.
Así lo registra Krämer:
52
Cfr. Krämer, H., Platón y los fundamentos de la Metafísica, Monte Ávila Editores,
Venezuela, 1996, p. 153 y ss.
La fundación de una ciudad 69
53
República, 510a – 511e.
54
Fedro, 278b.
70 LEANDRO GARCÍA PONZO
55
Carta VII, 344c4.
56
Reale, G. Op. cit, Herder, 2003.
57
Reale, G. Platón, Herder, Barcelona, 2002.
58
Platón, Timeo, 50c.
La fundación de una ciudad 71
61
Platón, Protágoras, 357b.
La fundación de una ciudad 73
62
Político, 284b8-285a. [Cursiva mía]
La fundación de una ciudad 75
de medida, las identifican sin más, con el pretexto de que las juzgan
semejantes, y hacen, en cambio, todo lo contrario con otras cosas, al
no dividirlas en sus partes, siendo así que el método razonable sería,
una vez uno ha advertido que un número determinado de cosas tienen
algo en común, no abandonarlas sin haber distinguido, en el seno
mismo de esta comunidad, todas las diferencias que constituyen las
especies, y en lo que respecta a las desemejanzas de toda clase que
uno pueda advertir en una multitud, el método recto sería el no des-
corazonarse ni desprenderse de las cosas antes de haber conseguido
encerrar en una semejanza única todos los rasgos de parentesco que
ellas ocultan y antes de haberlas comprendido en la esencia de un
género. Pero ya es suficiente con lo dicho acerca de esta cuestión,
así como sobre los defectos y los excesos: observemos solamente
que hemos encontrado ahí dos géneros de ciencia de la medida y
recordemos los caracteres que les hemos asignado.
Sócrates el joven: -No los olvidaremos.
Extranjero: Concluido este razonamiento, demos entrada a otro,
que tiene relación no solamente con la cuestión presente, sino tam-
bién con todas las conversaciones que suscitan estas discusiones.63
“esta es una cuestión sobre la que podemos volver más adelante” se debe
a que Sócrates acepta el carácter provisional de la hipótesis de Critias
de que es posible una ciencia de la ciencia, tomándolo como un punto
asumido, a la vez que pretende darle continuidad a la conversación
después de un atolladero en el cual se dice: “Critias, al oír mis palabras
y al ver mi embarazo, me pareció experimentaba un efecto análogo al
que se siente al ver bostezar a alguien: mi embarazo pareció, pese a él,
invadirle también”. Allí Platón formula claramente: “Entonces, para
hacer avanzar la discusión, le dije: […]”. La posibilidad de “volver más
adelante” sobre la cuestión, marca también una vía de escape que se
presenta menos como un coto al registro escrito que como un recurso
argumental interno del diálogo. En la misma línea, Menón 76e presenta
un caso especial, puesto que “la imposibilidad de sostener largo tiempo
estos razonamientos” proviene de que Sócrates ya no podrá hablar al
modo de los trágicos como cuando dijo en lo anterior inmediato que “el
color es una emanación de figuras proporcionada a la vista y sensible”.
La dislocación tiene que ver con un cambio en el tono socrático, dado
que, hasta ese momento, el maestro había estado ironizando al tomar
prestadas las palabras de los poetas que tanto agradaban a Menón.
Por su parte, Fedro 246a consigna:
también. Pero, afanoso de mantener su reputación, no quería enrojecer ante los asistentes y
confesarse incapaz de resolver la dificultad que yo le planteaba. Habló, pues, sin decir nada
en claro, solo para disimular su turbación. Entonces, para hacer avanzar la discusión, le
dije: -Si te parece bien, Critias, admitiremos por el momento que es posible una ciencia de
la ciencia: esta es una cuestión sobre la que podremos volver más adelante; ahora bien:
suponiendo determinado este punto, explícame, te ruego, cómo esto permite mejor saber
qué es lo que uno sabe y lo que uno no sabe. ¿No es, en efecto, en esto que hemos hecho
consistir el conocimiento de sí mismo y la sabiduría?. Platón, Cármides, 169d.
78 LEANDRO GARCÍA PONZO
66
Timeo, 29d.
La fundación de una ciudad 79
el canal de comunicación tiene que ver con una decisión política que
confirma que «estas cosas» no deben decirse a la mayoría, –porque no
obtendrían de ellas los beneficios adecuados–70 y no con algún tipo de
inefabilidad. Siendo entonces una regla práctica, ¿cómo podría el máthe-
ma –que acaso construye ese mismo registro práctico pero en la direc-
ción contraria, es decir, en el afán de inclusión de “los que están afuera”
hacia el interior de la Academia– formar parte exacta de «las cosas más
serias» destinadas a sustraerse obligatoriamente de las formas escritas?
Que no exista un Peri mathematiká de Platón no arguye que el máthema
se agregue a ese grupo. Que no se conozca un diálogo platónico desti-
nado a las matemáticas permanece profundamente en verdad ligado a la
intuición de que éstas cristalizan la totalidad del proceso de enseñanza
y que, por lo tanto, son convocadas como condición de posibilidad de
algo y no como el objeto preciso a ser estudiado. Ciertamente, la línea
que divide el interior de «las cosas de mayor mérito» y lo que queda en
su exterior es sumamente difusa y encarna aquí todo el problema. No
queda más que tomar una decisión metodológica en función de una hi-
pótesis de lectura. Sin embargo, lo que intento mostrar por el momento
aquí es bastante simple: incluso si el máthema pudiera ser encontrado
parcialmente en las enseñanzas orales, su aparición incidental evitaría
por regla general que el mismo pudiera ser descripto ontológicamente
como algo preciso.
El mismo Reale brinda sobre este aspecto información valiosa ela-
borando un listado de los contenidos que habitan los ágrapha dógmata.
Se puede observar que en ninguno de los componentes de dicha lista las
matemáticas aparecen siquiera como un elemento subsidiario:
70
Cfr. Carta VII, 344a.
La fundación de una ciudad 81
Nada más claro para tales fines que evocar la consideración platónica
efectuada en el Teeteto77 respecto del eléata: “Venerable y temible”, decía
allí y, ciertamente, la relación es un vínculo de filiación admirante, de
sujeción a un gesto inaugural, de asunción de elementos que se declaran
deudores del célebre poema y, al mismo tiempo, de distancia, de temor
que aleja. En el Sofista lo llama “el grande”78 y también “padre” 79, de-
jando fijado de una vez por todas su presencia, como también lo sugiere
la elección de intitular uno de los diálogos con su nombre. De todos
modos, la posición permanece indefinida en la medida en que Platón
designa sus diálogos con nombres de sofistas o personajes de renombre
que habitaban en la Grecia socrática de los cuales pretendía diferen-
ciarse desde un punto de vista especulativo. Aunque no sucede en todos
los casos –pienso en República, Simposio, Apología de Sócrates, entre
otros– la atribución del título de un diálogo corresponde a una solicitud
emancipatoria ejercida en la violencia de la letra.
En este entramado de fuerzas se desenvuelve la relación filosófica
que se concentra en y se acompaña con la implicación a menudo olvi-
dada de que la estructura de la obra parmenídea se presenta bajo una
forma estética que acusa no sólo elementos prefilosóficos sino también
un estilo que evoca rasgos de las composiciones poéticas precedentes,
rechazando al mismo tiempo algunos de los giros propuesto por filósofos
anteriores.
En efecto, el poema épico-didáctico de Parménides arraiga en la
Teogonía hesiódica a la vez que se aleja de la prosa introducida por
Anaximandro.80 Su arquitectura remite a los grandes relatos de la anti-
güedad y también, al hallar elementos cosmogónicos y de divinidades
como el Deseo o la Discordia81, se construye una atmósfera religiosa
similar a la que crearon los grandes pedagogos del pasado. El proemio
está plagado de referencias homéricas y especialmente hesíodicas82
mientras que la imagen del carro con dos ruedas tirado por un par de
77
Teeteto, 183e.
78
Sofista, 237a.
79
Sofista, 241d.
80
Cfr. Jaeger, W. La teología de los primeros filósofos griegos, FCE, México, 1952, p.
95 y ss.
81
Parménides, Poema, A 37.
82
Cfr. Jaeger, W. Op. cit., p. 96.
La fundación de una ciudad 89
83
Píndaro, Olímpicas, 6, 22-26.
84
Parménides, Poema, Fr. II.
90 LEANDRO GARCÍA PONZO
85
Se me ocurre que otros grandes ejemplos han quedado definidos por la tradición –no
causalemente– como propios del campo artísitico: Mallarmé, Borges, Joyce y, porqué no,
Poe.
La fundación de una ciudad 91
86
Heidegger, M. Identidad y Diferencia, Anthropos, Barcelona, 1990.
87
Ibíd., p. 61.
92 LEANDRO GARCÍA PONZO
88
Ibíd.
89
Platón, Simposio, 202e6.
90
Reale, G. Op. cit, p. 466.
La fundación de una ciudad 93
95
Cfr. Platón, República, 525d. Allí justamente apela a la noción de “número en sí”
[autón tôn arithmón]. Cfr. también, Platón, República, 510d.
96 LEANDRO GARCÍA PONZO
96
República, 509e.
97
República, 510a6.
La fundación de una ciudad 97
105
El mejor análisis que conozco sobre este punto es el de Cornford. Cfr. Cornford, F.M.
Platón y Parménides, La balsa de la Medusa, Visor, Madrid, 1989, pp. 309 y ss.
La fundación de una ciudad 101
107
Sofista, 241d.
La fundación de una ciudad 103
1. ORALIDAD Y ESCRITURA
forma escrita de la ley –visible para todos, ante todos, en marcas sobre
piedra para conocimiento general– condensara parte de su espíritu. La
escritura poseyó hasta el siglo V una función meramente práctica y
organizacional: registros, listados y detalles de documentos públicos
y privados. Empero, el avance será tal durante ese siglo y el siguiente
que la misma adquirirá una fisiología completamente nueva. Ya en el
403 un decreto de Eucleides crea el Metrôn (archivo de la ciudad) y se
suceden una serie de eventos que atestiguarán la estabilización del modo
escritural para ciertas actividades públicas. La escritura fue extendida a
casi la totalidad de las actividades ciudadanas y el manejo accesible de
los signos fue generalizado.
Al parecer, su crecimiento ha ido de la mano con un tipo de operación
mental original que consistía en “calcular” con objetos puros del intelec-
to que podían mezclarse, vincularse, disgregarse y sintetizarse gracias
a un trabajo estrictamente lógico. El paso de un lenguaje con primacía
oral a otro cuyos elementos pueden verse y manipularse, dominados
por la vista, indica que sustrayéndose a la resonancia emocional y en-
fática, la palabra es neutralizada para ser dispuesta por completo por la
organización racional. El cambio en la ordenación espacio-temporal que
presupone la instalación de la forma escrita anuncia un desplazamiento
desde una cultura memorística hacia una de la abstracción. En efecto, si
la voz y el tacto se topan con la discontinuidad, sea bajo interrupciones y
modulaciones, sea bajo la forma del encuentro con objetos delimitados,
la vista por su parte encuentra en la escritura cierta linealidad que con-
duce al pensamiento del continuo. Es el alfabeto –como escritura foné-
tica– el que ha permitido el vínculo entre lo continuo y lo discontinuo y,
en el seno mismo de esa relación, se ha cristalizado el primer momento
de la abstracción. Un signo, un código visual, remite a lo uniforme y
homogéneo del continuo que aparece como entidad diferida respecto
114 LEANDRO GARCÍA PONZO
113
Al respecto existe una cita iluminadora de Hegel: “El aprender a leer y a escribir
una escritura alfabética debe ser considerado un medio de formación infinita que nunca
se apreciará lo bastante, en cuanto conduce al espíritu desde lo sensible concreto hacia la
atención a lo formal, a la palabra sonora y sus elementos abstractos, aportación esencial para
fundar y depurar en el sujeto el suelo de la interioridad”., que luego Spengler reelaborará
del siguiente modo: “La escritura[...] implica un cambio total en las relaciones del despertar
de la conciencia del hombre, en tanto que libera de la tiranía del presente; [...] la actividad
de leer y escribir es infinitamente más abstracta que la de hablar y escuchar”.
La fundación de una ciudad 115
114
Cfr. Fedro, 277a.
115
Cfr. Fedro, 276b.
116
Cfr. Carta VII, 341b y Fedro, 278b.
116 LEANDRO GARCÍA PONZO
[…] Y tanto lo que ingresa como lo que sale son siempre imitacio-
nes de los seres, impresos a partir de ellos de una manera difícil de
concebir y admirable que investigaremos más adelante.121
119
Cfr. Capítulo 6, parte II.
120
República, 510e.
121
Timeo, 50c6.
118 LEANDRO GARCÍA PONZO
122
Aquí la inestabilidad remite al indecidible perteneciente al registro estructural que
no acaba de resolverse entre su ubicación local en la obra platónica y su emergencia como
rasgo primario de la historia de la metafísica.
La fundación de una ciudad 119
corresponde uno del otro con la misma posición relativa. Sin embargo,
hay algo que los distingue, hay una diferencia.
Sabemos gracias a Jacques Derrida que la diferencia conjuga el doble
sentido del espaciamiento y de la temporalidad. Por un lado, se trata de
observar series discretas, objetos y cuerpos separados, heterogéneos,
diferentes y, por otro, la diferencia es el preciso acto de diferir, demorar,
atrasar el arribo de la Presencia, de los Dioses, de la Muerte. Es en este
último sentido es que se puede entender la distinción entre ontología y
política.
La correspondencia topológica puede hacerse rodar –no sin polémi-
ca– 123 en el tiempo, para mostrar un contraluz mínimo, un eclipse exiguo
que se produce en el trazo que va desde un par de puntos del conjunto
ontológico en su tránsito hacia el otro par que éste prescribe en la políti-
ca. Pero además, más inmediatamente, porque la ontología es la correcta
distribución de los entes de acuerdo a un criterio explícito –o al menos
explicitable–, y la política no es sino la organización colectiva de los
cuerpos y los lenguajes y de los lugares propios que les son asignados.
Se impone, a los fines que aquí me ocupan, mostrar el caso de la
ontología poética pre-platónica, su compromiso con la democracia, y la
interrupción llevada a cabo por el proyecto de Platón. Se trata menos de
un ejercicio especulativo que de una exigencia de todo pensamiento: dar
cuenta de cómo opera una descripción del mundo en el mundo mismo.
La tragedia, como práctica dispuesta en el espacio público donde
intervienen varios personajes –casi siempre representando distintos
temperamentos o direcciones de la conducta divina y humana–, es el
redil de intercambio de logoi donde el azar renueva períodicamente su
debate. La división que se produce en el agente trágico entre lo correcto y
lo incorrecto, lo íntimo y lo destinal, le imprime una responsabilidad ante
los demás. La tragedia es la reintroducción artístico-técnica de las reglas
formales de la democracia; es el espectro soportado por la democracia
que devuelve una imagen, un doble, a la democracia misma para fijarla
discursivamente. Resume magistralmente Julián Gallego:
123
Este es quizás todo el esfuerzo de Derrida en Ousía y Grammé. Nota sobre una nota de
Sein un Zeit: una utilización estratégica del espacio para desbaratar el imperio del tiempo y,
simultáneamente, una retención de la dimensión temporal a fin de imposibilitar una extrema
topologización de la différAnce. Por lo demás, este doble ataque es el que hace posible la
tarea de la deconstrucción.
La fundación de una ciudad 123
124
Gallego, J. La democracia en tiempos de tragedia. Asamblea ateniense y subjetividad
política. Miño y Dávila, Bs.As., 2003, p. 419.
125
República, 525c.
124 LEANDRO GARCÍA PONZO
126
Sobre este punto me permito remitir al capítulo sexto de la segunda parte “Philía y
matemáticas”.
127
República, 592b.
La fundación de una ciudad 125
128
Carta VII, 325d-327c.
126 LEANDRO GARCÍA PONZO
131
Teón de Alejandría fue, aparentemente, el que creó la redacción de los Elementos que
ha pervivido hasta las enmiendas efectuadas por Heiberg.
132
Diógenes Laercio, La vida de los filósofos…, VIII, 1, 15; 7, 85.
133
Diógenes Laercio, La vida de los filósofos…, III, 21-22; VIII, 4, 79-81; Platón, Carta
VII, 350 a.
134
Cfr. C. Mazzarelli, Presentazione del “Teeteto”, en Platone, Tutti gli scritti, p. 193.
Citado en Migliori, M. “Non entri chi e’ ageométretos” en Filosofia Logica Máthematica
dal periodo classico al nostro secolo, Atti del Convegno, Ancona, 1993, p. 18.
La fundación de una ciudad 129
Y agrega:
135
Hösle, V. “Zu Platons Philosophie der Zahlen un deren mathematischer und
philosophischer Bedeutung”, citado en Reale, G., Platón, Herder, Barcelona, 2002, p.208
136
Proclo, Comentario al Libro I de Los Elementos de Euclides, s/d.
130 LEANDRO GARCÍA PONZO
140
Cfr. Pritchard, P. Op. cit. Capítulo 4 de la primera parte “On the difference between
ancient greek and post-renaissance mathematics”. [pp. 7-51]
141
Homero, Odisea, 11.448.
142
Cfr. especialmente Eurípides, Hécuba, 1185-6.
143
Cfr. Pritchard, P. Op. cit. p.55.
144
Menón, 75d.
La fundación de una ciudad 133
Si, pues, el cuerpo del Mundo hubiera debido ser un plano despro-
visto de todo espesor o tercera dimensión, un único término medio
hubiera sido suficiente para darse la unidad y darla a los términos
concomitantes. Pero, de hecho, convendría que este cuerpo fuera
sólido y, para armonizar los sólidos, no ha bastado jamás un solo
medio, antes siempre son necesarios dos. Por eso Dios colocó el aire
y el agua en medio, entre el fuego y la tierra, y ha dispuesto estos
elementos unos por relación a los otros [anà tòn autòn lógon], en la
medida en que era posible dentro de una misma relación [...] 145
145
Timeo, 32b.
146
Euclides, Elementos, Libro VIII, Proposiciones 11 y 12. Introducción de L. Vega;
traducción de MªL. Puertas, Gredos, Madrid, 1994.
134 LEANDRO GARCÍA PONZO
147
República, 510c.
La fundación de una ciudad 135
proporcionales cuyos extremos son números primos entre sí, éstos son
los menores de aquellos que guardan la misma razón que ellos) se ob-
serva que el procedimiento:
(a) Supone la noción de “número continuamente proporcional” y
“números primos” dada anteriormente. Una definición es, por
lo demás, lo que no se prueba sino lo que se asume para proce-
der.
(b) Dispone además una hipótesis. Allí se dice “Sean […]” [Eàn
ôsin], que, en este caso, es lo que se desea probar. Luego supondrá
su negación y alcanzará la misma conclusión por el absurdo.
(c) Deduce según una regla precisa lo que se deriva de cada instancia
de la prueba.
En suma, cuando Euclides compila el saber matemático acumulado
hasta entonces lo hace con arreglo a la descripción de la actividad de los
geómetras que efectuara Platón.
Que los conceptos matemáticos utilizados por éste no sean otros que
los que Euclides incluye en los Elementos indica al menos dos verdades.
La primera, que Platón fue un claro partícipe de la teorización matemáti-
ca de su tiempo y que su saber bebió directamente de ella. La información
biográfica acerca de la educación matemática por él recibida refuerza
esta proposición. En segundo término, y con suma relevancia para lo que
aquí se disputa, significa que Platón no transgredió ese mismo espíritu
y que no pretendió un exceso epistémico respecto del momento que
representaba la Grecia clásica en la historia de las matemáticas. No está
en discusión aquí si Platón produjo o no algún avance parcial dentro del
momento matemático griego (algo, por lo demás, difícil de documentar)
sino sólo si Platón perteneció al mundo científico de su tiempo. De esta
manera, se impide metodológicamente incurrir en un anacronismo que
puede resultar devastador para la comprensión del status ontológico de
las matemáticas asignado en su obra. El único aspecto determinante que
por ahora se puede adscribir al despliegue matemático en los diálogos
es la fundamentación metafísica que inunda al máthema en tanto objeto
de intelección, pero bajo ningún punto de vista un avance premonitorio
respecto de las modernas concepciones del número. ¿Qué hay de sustan-
tivo en esta consideración? ¿Cuál es su clave de formulación? ¿Qué dice
su registro literal? Que, aunque la Academia haya sido un gran centro de
intercambio científico de la Atenas clásica y de allí haya surgido algún
136 LEANDRO GARCÍA PONZO
148
Filebo, 55d.
149
Político, 258e3.
La fundación de una ciudad 143
- […] Pero, Protarco, ¿No habrá que decir que también éstas son
dobles, o qué
- ¿Cómo dices?
- La aritmética en primer lugar, ¿no hay que decir que hay una de
la masa y otra de los que son filósofos?
- ¿Dónde hay que poner el linde para separar una y otra aritmé-
tica?
- No es pequeña la diferencia, Protarco. En efecto, algunos de los
que se ocupan de los números cuentan unidades desiguales, como
dos ejércitos o dos bueyes, o dos cosas cualesquiera, así sean las más
150
Filebo, 55e.
151
Filebo, 56b5.
144 LEANDRO GARCÍA PONZO
152
Filebo, 56e.
153
Aunque mediante algunos pasajes uno podría inclinarse a suscribir a la hipótesis
de que el autodominio revela un intento de eliminación de las pasiones, yo prefiero la
interpretación que conjuga y no pretende separar lo que ha dado en llamarse “Modelo de
Autodominio” [The Self-Mastery Model] y el “Modelo de la Armonía” [The Harmony
Model]. Sencillamente, creo que la atribución fisiológica correcta a cada una de las partes
del alma, arroja que el logistikón debe gobernar sobre la parte irracional y en eso consiste
básicamente la posibilidad de armonizar el todo consigo mismo.
La fundación de una ciudad 145
163
Timeo, 53b.
LAS MATEMÁTICAS COMO CIENCIA
PROPEDÉUTICA. LA SUSTITUCIÓN DEL
PARADIGMA POÉTICO-MIMÉTICO POR EL
MATEMÁTICO
164
Los documentos que testimonian en favor de la existencia de esta cifra emblemática son
demasiado recientes como para garantizarla. Algunos bizantinos del siglo XII, otros del siglo
VI y, la más antigua, en un discurso del emperador Juliano en el año 362. Independientemente
de su localización efectiva, los estudiosos acuerdan en que “es, ciertamente, en su fondo,
de inspiración platónica, y, en su forma, puede situarse fácilmente en el contexto de ciertos
ámbitos de la vida griega” [Saffrey, H.D., “Ageometreetoos médeis eisitoo. Une inscrption
légendaire”, en Revue des Études Grecques 81 (1968) N° 71]
150 LEANDRO GARCÍA PONZO
165
Timeo, 27d.
La fundación de una ciudad 151
166
En el conjunto de diálogos formado por Sofista y Político falta de manera deliberada
completar la trilogía con el diálogo acerca del Filósofo. Platón evade así su propia
planificación establecida en Sofista, 216a.
167
Cfr. Reale, G. Por una nueva interpretación de Platón, Herder, Barcelona, 2003,
capítulo III: “Los «autotestimonios» de Platón y los testimonios de sus discípulos como
fundamentos del nuevo paradigma”
168
República, 517a
152 LEANDRO GARCÍA PONZO
Sócrates: - Por ejemplo, eso común que sirve a todas las artes,
operaciones intelectuales y ciencias, y que hay que aprender desde
el principio.
Glaucón: - ¿A qué te refieres?
169
Hipias Mayor, 285b.
La fundación de una ciudad 153
170
República, 522c.
171
Cfr. Filebo, 56d
172
Pareciera presentarse cierta complejidad en la conjugación entre poesía e historia,
sobre todo atendiendo a la famosa consideración que hace Aristóteles en Poética 1451 b-5:
“El historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa [...]; la
diferencia está en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso
también la poesía es más filosófica que la historia; pues la poesía dice más bien lo general
y la historia, lo particular”. Hay que decir, no obstante ello, que el Estagirita ya habita un
mundo en que la poesía (y con ésta, el arte en general) ha adquirido un espacio propio que
se acerca más a la crítica de sí misma y de la tradición, como lo representa el palmario caso
de Aristófanes, que al testimonio siempre heterogéneo de una cadena oral que codificaba,
a través de la historia, la moral griega.
173
G.B. Vico, Ciencia Nueva, Tecnos, Madrid, 1995, XX [156]
154 LEANDRO GARCÍA PONZO
Y agregaba:
178
La cuestión de la proscripción de los poetas trágicos de la ciudad ideal es por demás
delicada. En efecto, aunque es evidente que Platón reniega de la educación tradicional
sostenida por la filiación épico-trágica, en Leyes VII presenta el contenido de las normas
como “una cierta poesía” (811c9) que posiciona a los guardianes de la ley como “poetas
de la tragedia más bella y mejor” (817b4). Además, en Leyes IX, afirma el papel central
del poeta legislador como educador de la ciudadanía. Empero, la poesía tal y como era
conocida por la Atenas del siglo V y IV a.C. será drásticamente modificada en el corazón
del planteo platónico en la medida en que su télos habrá sido modificado. Ya en República
379a, se dice: “Glaucón:-En este momento ni tu ni yo somos poetas sino fundadores de un
Estado. Y a los fundadores de un Estado corresponde conocer las pautas según las cuales no
deben apartarse sus creaciones; mas no corresponde a dichos fundadores componer mitos.
Sócrates:- Correcto –dijo–, pero precisamente en relación con este mismo punto: ¿cuáles
serían estas pautas referentes al modo de hablar sobre los dioses?”.
179
Gorgias, 501a y ss.
180
Snell señala que paradójicamente es Aristófanes el primero en “moralizar” la poesía.
En Las ranas, le reclama a Eurípides el haber corrompido a los atenienses, destruido el
viejo espíritu cívico y hecho triunfar la mediocridad moral. Para Aristófanes, la verdadera
poesía debe hacer al hombre mejor (1008 y ss.). Cfr. Snell, B. El descubrimiento del espíritu,
Capítulo VII: Aristófanes y la estética., Acantilado, Barcelona, 2007, p. 206 y ss.
156 LEANDRO GARCÍA PONZO
181
Cfr. Leyes 801b10 - c1.
182
Leyes 801b10 - c1.
La fundación de una ciudad 157
Sócrates: -Lo que en primer lugar hay que censurar –y más que
cualquier otra cosa– es sobre todo el caso de las mentiras innobles.
Adimanto: -¿A qué llamas así?
Sócrates: -Al caso en que se representan mal con el lenguaje los
dioses y los héroes, tal como un pintor que no pinta retratos seme-
jantes a lo que se ha propuesto pintar.183
Toda vez que se refiera en este trabajo a pedagogía, educación, formación y cualquiera de
sus derivados, deberá entenderse en este sentido amplio y no en que hace de éstas simples
disciplinas parciales del conocimiento humano.
188
Cfr. República, 393c.
189
República, 395d.
190
Cfr. Reale, G. Platón. En búsqueda de la sabiduría secreta, Herder, Barcelona, 2002,
p. 63.
191
Cfr. República, 397e.
192
Cfr. República, 397c.
193
Cfr. República, 596e.
La fundación de una ciudad 159
194
La descalificación bajo el signo del juego es habitual en Platón. De hecho, sus dos
críticas más célebres, aquella dirigida a la poesía y la que ataca la escritura, comulgan en la
utilización de este concepto [paidiá]. Es sintomático que frente a la “seriedad” que sugiere
Platón, Nietzsche –ese gran antiplatónico– rehabilite la figura del niño y del juego como
nuevo nacimiento [del pensamiento, del hombre, de Occidente]. Cfr. Nietzsche, F. Así habló
Zaratustra”.De las tres transformaciones del espíritu”, Alianza Editorial. Allí dice hacia el
final del texto: “Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se
convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño”. Algo similar, en lo
relativo al recurso al aléa y lo lúdico con propósito de desbancar al platonismo, sucede con
los Sprachspiele de Wittgenstein y con el Juego Ideal de Deleuze.
195
República, 602 a11.
196
Cfr. República, 605 a-c.
160 LEANDRO GARCÍA PONZO
197
República, 606e-607d. La idea de un “posible regreso” de Homero a la República
ideal permanece sujeta, como señalé en la nota 14, a una funcionalidad respecto del Estado
en los términos novedosos en que Platón lo plantea.
La fundación de una ciudad 161
200
Leyes, 747b.
201
República, 526b.
La fundación de una ciudad 163
202
.Filebo, 57d3.
203
República, 510d6. El pensamiento discursivo, diánoia, efectúa su ruptura con la
opinión preparando el alma para la aprehensión dialéctica de las ideas. Por otra parte, la
tesis de que los objetos sensibles nos remiten a realidades que están más allá de éstos es
traspasada del ámbito matemático al moral en Fedón 75 a-b y d.
164 LEANDRO GARCÍA PONZO
204
Protágoras, 356d
La fundación de una ciudad 165
nesis, debe captar la esencia, sin lo cual jamás llegará a ser un buen
calculador.
Glaucón: -Así es, dijo.
[…]
Sócrates: -Sería conveniente, Glaucón, establecer por ley este
estudio y persuadir a los que van a participar de los más altos car-
gos del Estado a que se apliquen al arte del cálculo, pero no como
aficionados, sino hasta llegar a la contemplación de la naturaleza de
los números por medio de la inteligencia [noêsei]; y tampoco para
hacerlo servir en compras y ventas, como hacen los comerciantes y
mercaderes, sino con miras a la guerra y a facilitar la conversión del
alma desde la génesis hacia la verdad y la esencia.
Glaucón: -Es muy bello lo que dices.205
205
República, 525a-c.
166 LEANDRO GARCÍA PONZO
todo lo contrario de lo que dicen en sus palabras los que tratan con
ella.
Glaucón: - ¿Cómo es eso?
Sócrates: - Hablan de un modo ridículo aunque forzoso, como si
estuvieran obrando o como si todos sus discursos apuntaran a la ac-
ción: hablan de ‘cuadrar’, ‘aplicar’, ‘añadir’ y demás palabras de esa
índole, cuando en realidad todo este estudio es cultivado apuntando
al conocimiento.
Glaucón: - Completamente de acuerdo.
Sócrates: - ¿No habremos de convenir algo más?
Glaucón: - ¿Qué?
Sócrates: - Que se la cultiva apuntando al conocimiento de lo
que es siempre, no de algo que en algún momento nace y en algún
momento perece.
Glaucón: - Eso es fácil de convenir, pues la geometría es el cono-
cimiento de lo que siempre es.
Sócrates: - Se trata entonces, noble amigo, de algo que atrae al
alma hacia la verdad y que produce que el pensamiento del filósofo
dirija hacia arriba lo que en el presente dirige indebidamente hacia
abajo.206
208
República, 537c.
168 LEANDRO GARCÍA PONZO
209
República, 526c.
210
República, 536d.
211
República, 537a y Leyes 819a.
212
En otro capítulo, me dedico a mostrar cierta paradoja entre la transmisión aristocrática
del conocimiento matemático, la universalidad de su objeto y la tendencia a ser-escrita que
éste posee.
La fundación de una ciudad 169
Ateniense: -Bien, hay aún tres materias de estudio para los hom-
bres libres: el cálculo y los números constituyen una disciplina;
también el arte de la medida de la extensión, de la superficie, de la
profundidad forman, como un único ámbito, la segunda materia,
mientras que la tercera es el estudio de las revoluciones de los cuer-
pos celestes, cómo es el movimiento natural de unos en relación
con los otros. No es necesario que la mayoría estudie todo eso hasta
alcanzar un conocimiento exacto, sino unos pocos, que menciona-
remos cuando hayamos progresado hasta el final de la exposición,
pues convendría que se hiciera así.213
Luego, hay que ir más allá, yendo a través de las exigencias mate-
máticas. Es inevitable volver hacia el esquema formal de la sustitución
del paradigma pedagógico. En la comunión, en el terreno común entre
poema y máthema, resuena menos una posible vinculación que la apuesta
misma por la disyunción: ambos dispositivos, si van a ser confrontados,
cohabitan el mismo registro al menos por un tiempo. Gracias a ello es
posible la íntima oposición, el contraluz punto a punto entre ambos.
¿Qué poseen de común? Son dos tipos de artes [tékhnai]214. Una vez
homogeneizado el espacio, Platón procederá, como es de esperarse, a la
separación y selección de la mejor alternativa. Dada la igualdad potencial
entre discursos, se practicará la operación de jerarquización y simultáneo
desasimiento del “falso pretendiente”.
Más aún: es posible instaurar una hipótesis filosófica que dirija este
movimiento hacia el seno mismo de la ontología platónica, es decir,
que introyecte exactamente, sobre los pilares fundacionales de dicha
filosofía, la potencia discursiva de las matemáticas. No pocos pensado-
res contemporáneos han señalado que la operación fundamental por la
cual se constituye el platonismo conforma un mecanismo de selección
entre copia [eikón] y simulacro [phántasma] en atención al modelo
213
Leyes, 817e.
214
En tanto discurso imitativo acerca del ser, la matemática podría enmarcarse como
tékhnê eikastiké: rama del arte imitativa que genera copias semejantes al modelo y que
se acercan a la verdad. Pertenecería a esa parte de las artes imitativas que produce cosas
diferentes de lo original o paradigmático pero semejantes. Cfr. Sofista, 236a. El verbo eikásô
indica comparación. No se podría comparar lo que no tiene una procedencia común y alguna
propiedad compartida. Modelo y copia pueden ser comparados en tanto y en cuanto los
reúne la symmetría.
170 LEANDRO GARCÍA PONZO
220
Al definir la apariencia en Sofista 236b7, Platón dice: “parece, pero no se asemeja”
[phaínetai mén, éoike dé oú] De este modo, se establecería la diferencia entre la copia, que
se asemeja propiamente al modelo y que qua imagen a través de esta buena mímesis, y la
apariencia que, pretendiendo engañar, presentan lo parecido como el ser mismo y, de esta
manera borra la posibilidad de una recta semejanza.
221
La distinción entre buena y mala mímesis, está soportada por un criterio ético. Mientras
la mala mímesis es la imitación indiscriminada de lo malo, la buena mímesis encamina el
alma hacia la virtud. Cfr. Leyes 801b10 - c1.
172 LEANDRO GARCÍA PONZO
222
República, 533a10.
223
República, 533b8.
224
Cfr. República, 526d. Por lo demás, el diagnóstico platónico es, en efecto, actual.
Para una lectura contemporánea del working mathematician y sus límites epistémicos, Cfr.
Badiou, A. El ser y el acontecimiento, Manantial, Bs. As., 1998, Apéndice II: “Una relación,
o una función, no es más que un múltiple puro” [pp. 485-489].
La fundación de una ciudad 175
225
República, 531c6.
226
República, 531d.
227
República, 531d8.
228
República, 531e.
176 LEANDRO GARCÍA PONZO
232
Eutidemo, 290b7.
233
Sumado a ello, cabe destacar que en el Menón 75c la palabra “dialéctico” se aplica
aún al que posee el arte de conducir una charla dialéctica propiamente dicha. En este pasaje,
por el contrario, el sentido se emparenta más con aquel de República que da cuenta de aquel
que es capaz de remontarse hacia los principios. Cfr. República, 533b y ss.
178 LEANDRO GARCÍA PONZO
Sócrates: -[...] todo este tratamiento por medio de las artes que
hemos descrito tiene el mismo poder de elevar lo mejor que hay en
el alma hasta la contemplación del mejor de todos los entes [...]236
Y luego:
Para concluir:
3. OBJETOS O MÉTODOS
239
República, 537c.
240
República, 537d.
241
Cornford, F.M., “Mathematics and dialectic in The Republic VI-VII” en Studies in
Plato’s Metaphysics, Routdledge & Kegan Paul, Londres, 1965, pp. 61- 95.
242
República, 510b.
La fundación de una ciudad 181
Y completa:
248
República, 510b.
184 LEANDRO GARCÍA PONZO
249
República, 534a.
250
Simposio, 210e. Cornford señala: “De modo que el curso de instrucción intelectual
de Platón a través del discurso verbal, en matemáticas y dialéctica, es un pasaje desde la
oscuridad hacia la luz, y termina con una experiencia de un orden diferente –una visión”.
Cornford, F.M., Op.Cit., p. 93. [La traducción es mía].
251
Cfr. Cornford, F.M., Op.Cit., p. 95.
252
República, 533c7.
ESTUDIO DEL MENÓN COMO CASO
EJEMPLAR DE LA OPERACIÓN PLATÓNICA
DE INTRODUCCIÓN DE LA RACIONALIDAD
MATEMÁTICA
Una lectura cuidadosa del Menón viene dada por la asunción de que
en él se condensa lo que ha dado en llamarse el «giro constructivo» de
la filosofía platónica. Si se considera que los primeros diálogos, a los
que la tradición ha signado no ingenuamente como socráticos, están
dedicados a exponer –sin llegar a agotarlas y muchas veces de una ma-
nera difusa– algunas de las problemáticas fundamentales de lo que será
el desarrollo ulterior del pensamiento de Platón, el Menón constituye
el primer escrito que atiende a la formación de sus tesis centrales. Se
distingue de los diálogos precedentes no tanto por su temática, a saber, si
es enseñable o no la virtud, sino más bien por el rigor de su tratamiento
y el alcance del programa que de allí se desprende. Fue Wilamowitz
quien consideró que este diálogo conjuga la vía refutatoria, típicamente
localizable en las primeras construcciones dramáticas, con una incipiente
delimitación de la futura edificación del pensamiento. El Menón sentaría
las bases para una dialéctica estrictamente filosófica y, con ella, para la
consolidación de una ontología positiva. De manera que la aparición del
mismo en relación con las obras que lo anteceden sería, desde el punto de
vista formal y evolutivo, una síntesis que al mismo tiempo posibilitaría
la ejecución de la propuesta platónica, contenida en el proyecto de los
diálogos de madurez (principalmente República, Fedón y Simposio). El
Menón cristalizaría el devenir completo de la obra escrita de Platón, pero
¿qué hay de las matemáticas?
186 LEANDRO GARCÍA PONZO
254
Ver Cuadro p. 262.
188 LEANDRO GARCÍA PONZO
El paso desde el tema central del diálogo –la virtud– hacia el ejemplo
local de la redondez está dado por analogía y presenta como interme-
diario residual el concepto de figura, delimitándose así tres instancias
sucesivas:
1) Planteo del problema de la unidad o pluralidad de la virtud.
2) Analogía con el problema de la unidad o pluralidad de la figu-
ra.
3) Elección deliberada de la redondez como instancia de la figu-
ra.256
Platón está introduciendo una noción matemática a modo de caso
local y a fines eminentemente elucidatorios. Por lo demás, se trata de
una herramienta explicativa ampliamente utilizada en los diálogos: el
interlocutor de Sócrates acusa algún tipo de dificultad para entender
lo que éste quiere discutir y entonces se produce una interrupción mo-
mentánea del registro temático del diálogo a fin de explicitar lo que no
era comprendido. Este desplazamiento tiene propósitos pedagógicos y
apunta a hacer accesible el contenido que se presentaba como oscuro.
Sin embargo, la selección del ejemplo no es accidental. Persiste detrás
de ella la búsqueda de un terreno que nivele a Sócrates y a Menón en un
lenguaje común cuya referencia sea también común. De ahí la aparición
de una terminología y de una semántica que designan de modo directo
la forma dialéctica de esta aproximación [dialektikóteron]257 y también
el contexto de amistad [phíloi]258 que tiende a la concordia y el acuerdo
acerca del objeto de discusión259. Entonces, aunque ciertamente las ma-
temáticas son presentadas aquí como una analogía parcial con objetivo
aclaratorio, no menos verdadero es que representa un elemento que
abre la comunidad conversacional preparando –o quizás obligando– un
motivo de abstracción ulterior. Signo de ello es la definición explícita
255
Menón, 73e.
256
Cfr. Menón, 75b.
257
Menón, 75d.
258
Ibíd y también Menón, 98a5.
259
Ver Infra. Capítulo sexto de esta segunda parte: “Philía y matemáticas”.
La fundación de una ciudad 189
que brinda Sócrates –aquél que jamás define– de la figura: “De toda
figura digo, en efecto, esto: que ella es aquello que limita lo sólido, o,
más brevemente, diría que la figura es el límite de un sólido”260; como
también lo es el asentimiento tácito de Menón que pasa automáticamente
a la pregunta por el color. En suma, las matemáticas quedan por el mo-
mento expresadas como un átomo último e irreductible, una piedra de
toque que en el universo discursivo es susceptible de ser empleada con
fines propedéuticos. De manera similar, en el conjunto de los diálogos
que preceden al Menón el máthema no aparece sino bajo la forma de una
determinación exterior a la sabiduría, sencillamente caracterizándose,
en el mejor de los casos, algunos de sus atributos o divisiones internas.
El procedimiento podría ser catalogado como un ejercicio de aproxima-
ción, de rodeo, de seducción histérica. Así, en el Alcibíades Mayor261 ,
el Ion262, el Cármides263 y el Protágoras 264 se delinea la competencia
del aritmético y del logístico, mientras que en el Gorgias se traza una
distinción entre matemáticas y retórica265 a la vez que se distingue entre
aritmética, logística y astronomía266. En el Hipias Mayor la nota casi
anecdótica que atribuye el odio de los espartanos a la matemática indica
el cariz correspondiente a este período de acercamiento a la técnica ma-
temática. Estamos en la antesala de la invaginación más asombrosa de
la racionalidad matemática en el marco de una filosofía que ya advierte
un paso suplementario. Consumado por la metáfora de la «segunda
navegación», la construcción de una ontología meta-física dependerá
en su fase más íntima del operador matemático. Habrá que examinar el
siguiente estadio del Menón.
2. ADVENIMIENTO E INVAGINACIÓN
267
“Pues, en efecto, el buscar y el aprender no son otra cosa, en suma, que una
reminiscencia”
268
Menón, 82b4.
269
Menón, 85e.
270
Ibíd.
271
Existen innumerables detalles argumentales de la prueba. Dado que no es mi intención
desarrollarla aquí, remitiré fundamentalmente a la mejor que conozco: Toth, I. Lo schiavo
di Menone : il lato del quadrato doppio, la sua misura non-misurabile, la sua ragione
irrazionale, Vita e Pensiero, Milán, 2003.
272
Ver. Supra. Capítulo segundo de esta segunda parte.
273
Cfr. República, 510d.
274
Menón, 82b9.
275
Menón, 83c.
La fundación de una ciudad 191
276
Menón, 83d.
277
Menón, 84a.
278
La utilización de diagramas sensibles sirve de modo principal a la elucidación de
cuestiones en primera instancia inaccesibles o de difícil conocimiento. Cfr. también Menón,
85a8. Asimismo, atestiguan un carácter intrínseco de las matemáticas.
279
Los números cuadrados son aquellos que se obtienen como producto de sí mismos.
Por ejemplo: 2x2=4; 3x3=9 o 4x4=16. El caso utilizado en el Menón otorga los siguientes
valores L=2, ergo S=4 y S*=8, siendo L* la incógnita. Para profundizar el empleo de los
números cuadrados (o “equiláteros”) en la obra de Platón, cfr. Teeteto, 147d.
192 LEANDRO GARCÍA PONZO
284
Menón, 86b.
285
Toth,I. Op. Cit. p. 15.
194 LEANDRO GARCÍA PONZO
288
Incluso se impone considerar que Platón mismo utiliza muchas veces valoraciones
negativas de lo álogos. El caso más patente se halla en Timeo, 53b.
289
Menón, 84a2.
196 LEANDRO GARCÍA PONZO
290
Toth, I. Op. Cit., p. 10. Para el primer sentido de irracional: Téeteto, 199a3, 203d6 y
Parménides, 131d2, 144b3. Para el segundo: Téeteto, 201d1, 202b6, 203a4/b6, 205c9/e3.
La fundación de una ciudad 197
propio de cualquier salto metafísico: más allá del “todo es número” hay
una idealidad trascendente que fundamenta lo sensible inmediato (pro-
piedad característica por lo demás de toda la especulación platónica).
Inmediatamente después, se recae en el contacto y sujeción que poseen
las matemáticas con los dibujos y diagramas, tal y como lo confirmará el
planteo de República. Es ése el sentido justo de tò metaxý (lo intermedio,
comúnmente atribuido al máthema), seña de la indecidibilidad de las
matemáticas, anuncio de la presencia inesperada de un elemento extra-
ño, patógeno en cierta medida, onírico, que viene a invaginarse –desde
fuera y dentro al mismo tiempo, respetando la topología paradójica de
lo indecidible– de improviso e ilegalmente en las entrañas de un lógos
que podrá asimilarlo mas sin poder evitar la violencia de su propia tor-
sión. Una vez más, si las matemáticas aparecen como el dispositivo que
instaura la interrupción, la cesura de lo dado en función de un deseo de
trascendencia, no escapan inmunes al riesgo inmediato de toparse con
lo irracional, lo otro de sí, la diferencia misma.291 Cuando esto suceda
–y de hecho se está cada vez más seguro de su acaecimiento– Platón no
dudará en obstruir rápidamente aquel devenir de lo imprevisible.
3. EXCESO
fuera la virtud apelando a una definición sino más bien cómo es. Ante
esta rotación, se produce el recurso a un mecanismo hasta el momento
desconocido para la filosofía, que ésta extraerá puntualmente del método
de los matemáticos ilustrado también en el libro sexto de la República295:
“Pero, no obstante, si no todo, déjame un poco de tu gobierno y concé-
deme que investiguemos si la virtud es enseñable o cómo es, y que lo
hagamos a partir de una hipótesis”.296
El paralelo que trazará el Menón con esta idea se halla en el carácter
auxiliar que adquirirá la recta o buena opinión, que, aún lejos de ser
considerada conocimiento en un sentido estricto, puede guiar en el bien
a los hombres de Estado.297 Platón establece en este diálogo una jerar-
quía en el conocimiento en cuyo nivel inferior está el hombre que no es
consciente del saber que sin embargo ejerce.298 Aquí, la inconsciencia
depende de un operador divino, dado que es gracias a la inspiración que
es posible actuar con arreglo al bien y no saber por qué se está haciendo
tal o cual tarea:
295
República, 510c.
296
Menón, 86e3.
297
Menón, 99a.
298
Esta sustracción de los fundamentos que soporta cierta técnica a la que se enfrenta el
versado es también propia de las matemáticas. Obsérvese este elocuente pasaje de República
527a-b: “Sócrates: -En esto hay algo que no nos discutirán cuantos sean siquiera un poco
expertos en geometría, a saber, que esta ciencia es todo lo contrario de lo que dicen en sus
palabras los que tratan con ella Glaucón: -¿Cómo es eso? Sócrates: -Hablan de un modo
ridículo aunque forzoso, como si estuvieran obrando o como si todos sus discursos apuntaran
a la acción: hablan de ‘cuadrar’, ‘aplicar’, ‘añadir’ y demás palabras de esa índole, cuando
en realidad todo este estudio es cultivado apuntando al conocimiento”.
299
Menón, 98c11.
200 LEANDRO GARCÍA PONZO
Menón:- Me parece que no hay otro remedio sino que sea así; ade-
más, es evidente, Sócrates, que es enseñable, según nuestra hipótesis
de que la virtud es conocimiento.
Sócrates:-Quizás, ¡por Zeus!, pero tal vez no estábamos en lo
cierto al admitirla.
Menón:-Parecía, sin embargo, hace poco, que la decíamos bien.
Sócrates:- Pero no tiene que parecer bien dicha sólo anteriormente,
sino también ahora y después, si quiere ser válida.
Menón:- ¿Y entonces qué? ¿Qué obstáculo encuentras y por qué
sospechas que la virtud pueda o no ser un conocimiento?303
303
Menón, 89c.
202 LEANDRO GARCÍA PONZO
304
Parménides, 135e.
305
Parménides, 136c9.
306
Parménides, 136b.
LA LÍNEA DIVIDIDA: APERTURA PARA UN
BREVE ANÁLISIS DE KHÔRA Y DEL SISTEMA
QUE CONFORMAN LOS TÉRMINOS «ORDEN,
PROPORCIÓN, BELLEZA Y ARMONÍA»
1. PRELIMINARES
307
Cfr. Pritchard, P. Op Cit. p. 92. Uno de los numerosos ejemplos de tal perspectiva queda
registrada en el análisis de la línea dividida, sólo por mencionar alguno: “La terminología
aquí [510a8] es un primer llamado de atención de que lo visible debe ser tomado no sólo
de todas las cosas sensibles; el foco de interés no es tanto los varios tipos de objetos como
los diferentes estados mentales. Esto se vuelve bastante claro en 511d-e” [La traducción
es mía].
La fundación de una ciudad 205
dor, así como todo lo que crece, y también el género íntegro de cosas
fabricadas por el hombre.
Glaucón: - Pongámoslo.
Sócrates: -¿Estás dispuesto a declarar que la línea ha quedado
dividida, en cuanto a su verdad y no verdad, de modo tal que lo
opinable es a lo cognoscible como la copia es a aquello de lo que es
copiado?
Glaucón: - Estoy muy dispuesto.
Sócrates: - Ahora examina si no hay que dividir también la sección
de lo inteligible.
Glaucón: - ¿De qué modo?
Sócrates: - De éste. Por un lado, en la primera parte de ella, el
alma, sirviéndose de las cosas antes imitadas como si fueran imáge-
nes, se ve forzada a indagar a partir de supuestos, marchando no hasta
un principio sino hacia una conclusión. Por otro lado, en la segunda
parte avanza hasta un principio no supuesto, partiendo de un supuesto
y sin recurrir a imágenes –a diferencia del otro caso–, efectuando el
camino con Ideas mismas y por medio de Ideas.
Glaucón: - No he aprehendido suficientemente esto que dices.
Sócrates: - Pues veamos nuevamente; será más fácil que entiendas
si te digo esto antes. Creo que sabes que los que se ocupan de geome-
tría y de cálculo suponen lo impar y lo par, las figuras y tres clases de
ángulos y cosas afines, según lo que investigan en cada caso. Como
si las conocieran, las adoptan como supuestos, y de ahí en adelante
no estiman que deban dar cuenta de ellas ni a sí mismos ni a otros,
como si fueran evidentes a cualquiera; antes bien, partiendo de ellas
atraviesan el resto de modo consecuente, para concluir en aquello
que proponían al examen.
Glaucón: - Sí, esto lo sé.
Sócrates: - Sabes, por consiguiente que se sirven de figuras visibles
y hacen discursos acerca de ellas, aunque no pensando en éstas sino
en aquellas cosas a las cuales éstas se parecen, discurriendo en vista
al Cuadrado en sí a la Diagonal en sí, y no en vista de la que dibujan,
y así con lo demás. De las cosas mismas que configuran y dibujan
hay sombras e imágenes en el agua, y de estas cosas que dibujan se
sirven como imágenes, buscando divisar aquellas cosas en sí que no
podrían divisar de otro modo que con el pensamiento.
Glaucón: - Dices verdad.
206 LEANDRO GARCÍA PONZO
317
República, 511d.
La fundación de una ciudad 211
318
República, 511a.
319
Cfr. “Matemáticas y dialéctica”.
212 LEANDRO GARCÍA PONZO
Ella le exige al texto que decida entre la clasificación por vía de los
objetos o por vía de los métodos. De lo contrario, la insolubilidad del
problema atestiguará una falta platónica. No puede ver, no alcanza a
hacerlo, que el rasgo característico del máthema retoza en el hiato, en lo
insoluble mismo. Por eso no puede prolongar la discusión y la aprisiona
entre tres posibles interpretaciones, todas incoherentes desde su punto
de vista:
320
Annas, J. An introduction to Plato’s Republic, Clarendon Press, Oxford, 1981, p. 251.
[La traducción es mía]
321
Ibíd, p. 252. [La traducción es mía]
La fundación de una ciudad 213
322
Pritchard, P. Op cit., p. 111.
214 LEANDRO GARCÍA PONZO
323
Aquí “número” debe ser entendido principalmente como relación. Se sabe que si dos
magnitudes son conmensurables, el número que arroja su división es racional, mientras que
si las magnitudes son inconmensurables el resultado es un número irracional.
La fundación de una ciudad 215
327
Alcibíades mayor, 126c.
La fundación de una ciudad 217
328
Es ese el motivo por el cual las Ideas y, en particular la Idea del Bien, puede
considerarse como modelo [parádeigma] de todas las cosas y se dice que éstas participan
de aquélla. Siendo un tanto osados y tratando de subvertir la delimitación matemática
efectuada por Platón para aplicarla a el modelo filosófico completo, es posible decir en un
sentido amplio que las cosas se deducen racionalmente de las Ideas.
329
República, 529d-530a.
218 LEANDRO GARCÍA PONZO
Y en ella, por ser tal como es, las plantas crecen proporcionada-
mente [anà lógon]: árboles, flores y frutos. Y, a la par, los montes
presentan sus rocas también con igual proporción, más bellas por su
lisura, su transparencia y sus colores.335
Recuperemos dos elementos: (a) que todo lo que nace, todo lo que
está sujeto al cambio, a causa del esfuerzo creador del demiurgo, actua-
liza la forma y las propiedades del paradigma (de la Idea); (b) que tal
actualización garantiza que la producción sea necesariamente bella. La
evidencia de proporción y belleza del paradigma resuena en las cosas
sensibles a través de una mediación también armónica. El cielo entero
334
Por eso insisto en recaer sobre la semántica de hyperphýos que describe la aparición
“de modo maravilloso” del máthema en República, 525b2. Como he dicho, la raíz phýo
(“brotar”, “nacer”, “engendrar”) de resuena etimológica y ontológicamente en phýsis y
orotga garantías de la evanescencia inicial del máthema.
335
Fedón, 110d3.
336
Timeo, 28a5.
220 LEANDRO GARCÍA PONZO
337
Timeo, 28b.
338
Timeo, 37d3.
La fundación de una ciudad 221
339
Timeo, 36e6.
340
Timeo, 37a.
341
Tanto el modo dórico, el frigio y el hipodórico responden a la determinación de la
cuarta justa como 4/3 y de la quinta justa como 3/2. Cfr. González Ochoa, C. La música del
universo. Apuntes sobre la noción de armonía en Platón. UNAM, México, 1994, p.76.
342
Ya desde los pitagóricos, la relación entre matemáticas y música aparecía como
evidente. Por lo demás, las influencias pitagóricas sobre Platón están a la vista a lo largo
de casi toda su obra.
222 LEANDRO GARCÍA PONZO
4. EL PROBLEMA DE KHÔRA
[…] y tanto lo que ingresa como lo que sale son siempre imitacio-
nes de los seres, impresos a partir de ellos de una manera difícil de
concebir y admirable que investigaremos más adelante.351
Bien, si alguien modelara las figuras de oro y las cambiara sin ce-
sar de unas en otras, en caso de que alguien indicara una de ellas y le
preguntase qué es, lo más correcto con mucho en cuanto a la verdad
sería decir que es oro –en ningún caso afirmar que el triángulo y todas
las otras figuras que se originan poseen existencia efectiva, puesto
que cambian mientras hace dicha afirmación– […].352
352
Ibíd, 50a6.
353
Timeo, 49a.
La fundación de una ciudad 225
354
Timeo, 53a.
226 LEANDRO GARCÍA PONZO
355
Al respecto, puede aducirse lo mismo de la mímesis. Entre modelo y copia deberá
existir siempre un hiato mínimo. De lo contrario, Modelo y copia llegarían a identificarse
y con ello se destruiría el proceso mismo de imitación.
La fundación de una ciudad 227
decir que a la Idea de Bien se le exige aún ser buena en sí misma puesto
que ya lo es. La oscilación como juego no es ingenua: responde al camino
cognoscitivo-moral que Platón devela en su obra. Justamente por ello es
posible hallar el siguiente pasaje de Leyes que liga lo divino cósmico y
la formación del alma, a partir de este doble cariz de las matemáticas:
356
Leyes, 967c.
PHILÍA Y MATEMÁTICAS
Entonces, mientras tú y yo
estemos de acuerdo,
mandemos de paseo
los pareceres de los demás.
Político, 260c.
1. RUPTURA Y LOCALIZACIÓN
357
República, 521d.
La fundación de una ciudad 231
En primer lugar, [...] ¿parece justo que los griegos esclavicen a Es-
tados griegos, o no deberían permitirlo incluso a ningún otro Estado,
y acostumbrarlos a respetar la raza griega? [...] Más bien, deberían
volverse contra los bárbaros, y abstenerse de combatir entre sí.358
Y más adelante:
358
República, 469c.
359
República 470c, 471a.
232 LEANDRO GARCÍA PONZO
2. COMUNIDAD
Igual que yo conozco que éstos son cinco dedos y tú estás de acuer-
do conmigo en ello; si te preguntase si tú y yo lo sabemos gracias a la
misma técnica, o sea la aritmética, o gracias responderías, sin duda,
que gracias a la misma.366
367
Alcibíades, 126b.
236 LEANDRO GARCÍA PONZO
do. Pese a que el tratamiento pareciera ser superficial –puesto que los
números son uno de los infinitos tópicos posibles sobre los cuales debe
discutirse– la apelación de Platón es deliberada y plantea la cuestión de
su legitimidad. ¿Qué permite a la utilización de las matemáticas como
ejemplo parcial de la convergencia entre los espíritus? Al mismo tiem-
po que se da por supuesto que la aritmética hace que las ciudades y los
hombres estén de acuerdo, se sugiere que la matemática posee, como
carácter inherente y propio, la capacidad de propiciar el consenso. El
objeto seleccionado para ilustrar una posible convergencia entraña una
especificidad ineludible. Naturalmente, el acuerdo es viable si el ente
sobre el cual se pretende acordar lo permite y es ese el hondo motivo
ontológico que caracteriza a las matemáticas: univocidad ofrecida sólo a
la razón. No podrían ser utilizadas casualmente para ilustrar un acuerdo
que no depende en ninguna medida de ellas, sino que, por el contrario,
su constitución acaba por condicionar lo que antes se presentaba como
una simple comunidad lingüística.
En simultáneo, Platón apela a un arte específico que forja acuerdo:
la amistad tomada en sí misma. Philía, en tanto operador:
368
Alcibíades, 126c.
La fundación de una ciudad 237
3. ONTOLOGÍA
universo, consigo misma y con las demás. Philía es el nombre que Platón
utiliza para tal proceso:
Este es, en mi opinión, el fin que se debe tener ante los ojos y,
concentrando en él todas las energías de uno mismo y las del Estado,
obrar de tal modo que la justicia y la moderación acompañen al que
quiere ser feliz, sin permitir que los deseos se hagan irreprimibles y,
por intentar satisfacerlos, lo que es un mal inacabable, llevar una vida
de bandido. Pues un hombre así no puede ser grato ni a otro hombre
ni a ningún dios, porque es incapaz de convivencia, y el que no es
capaz de convivencia tampoco lo es de amistad. Dicen los sabios,
Calicles, que al cielo, a la tierra, a los dioses y a los hombres los go-
biernan la convivencia, la amistad, el buen orden, la moderación y la
justicia, y por esta razón, amigo, llaman a este conjunto «kósmos» y
no desorden y desenfreno. Me parece que tú no fijas la atención en
estas cosas, aunque eres sabio. No adviertes que la igualdad geomé-
trica tiene mucha importancia entre los dioses y entre los hombres;
piensas, por el contrario, que es preciso fomentar la ambición, porque
descuidas la geometría.371
371
Gorgias, 507d.
La fundación de una ciudad 239
372
Timeo, 31a.
373
Cfr. Lisis, 216c-220e.
240 LEANDRO GARCÍA PONZO
374
Así lo corrobora República, 603d que señala la amistad del alma consigo misma en
detracción del desorden que impone la mímesis poética.
La fundación de una ciudad 241
375
Esta articulación ya ha sido defendida en la en el capítulo “Matemáticas y
dialéctica”.
TERCERA PARTE
PROYECCIONES
EL PROBLEMA DE LA RECEPCIÓN.
DECISIÓN METODOLÓGICA Y COMPROMISO
ONTOLÓGICO
si forman parte del programa que Platón dictaba en sus selectos cursos
–y ello comporta la dimensión de la decisión que aparece en el título de
este apartado–, poseen una clara vocación de estabilización metafísica.
Por estabilización metafísica entiendo la voluntad de sofocar la potencia
desorganizadora de lo indecidible y de restaurar un orden de acuerdo
a reglas de pensamiento claras y accesibles. No hay espacio aquí para
justificar la fuerza filosófica que reviste –desde una perspectiva de la
historia de las ideas– el paso entre Platón y Aristóteles. Sólo podemos
afirmar:
(a) Que las tesis consignadas por Aristóteles no están contenidas
parcial ni completamente en los diálogos, de acuerdo con la
recensión que he efectuado en la segunda parte de este escrito.
Por el contrario, suelen oponerse a dicha recensión.
(b) Que dichas tesis propenden todas hacia la estabilización meta-
física.
El deseo de aquietar el texto encuentra su origen en el propio pen-
samiento platónico, tal y como he intentado probarlo en el capítulo
“Matemáticas y dialéctica”. Allí se ve cómo Platón sutura la indecidi-
bilidad a un soporte ontológico rígido y, gracias a un esquema de subor-
dinación, domestica la fuerza incontenible de la ruptura matemática. La
domesticación proviene de adoptar, a pesar de la violencia sepultada, la
racionalidad matemática para la escritura filosófica.
La sujeción no ha podido ser total. La energía deslocalizante del
máthema será reprimida para aparecer sintomáticamente en la superficie
misma del texto, como se observa en el Parménides. El deseo de silen-
ciarla bajo proposición y mandato filosófico/dialéctico no ha hecho sino
soltar un exceso irremediable, que acabará por marcar perdurablemente
a su captor y verdugo. La decisión platónica que conjura lo indecidible
dirigiéndolo hacia una línea definida consistente en proporcionarle fun-
damento, resonará más agudamente en las palabras de Aristóteles.
A menudo los comentadores se han preguntado si la interpretación
aristotélica de la cuestión matemática en la filosofía de Platón es correcta
o incorrecta. La respuesta a la pregunta obtiene su dificultad de la exi-
gencia de fijación de ciertos puntos de referencia sumamente arbitrarios.
La cuestión se responde en tres variables pues. Si por “corrección” se
entiende el ajuste del relato de Aristóteles a lo que Platón indica en los
diálogos, cierta concordancia básica –terminológica y conceptual– entre
248 LEANDRO GARCÍA PONZO
376
Aristóteles, Metafísica, 995b13. Utilizaré la traducción que brinda Arana Marcos,
J.R en Platón. Doctrinas No Escritas. Antología, Universidad del País Vasco, Bilbao, 1998
precisamente a causa de que no sólo pareciera ajustarse bastante bien al texto griego y a la
traducción canónica de García Yebra sino también porque ataca directamente la cuestión
que aquí me interesa, a saber, la de las “doctrinas no escritas” de Platón.
La fundación de una ciudad 249
Puesto que ya están claras las cuestiones sobre las ideas, está bien
analizar de nuevo lo que ocurre con los números a quienes sostienen
que son sustancias separadas y causas primeras de los entes.377
377
Metafísica,1080a1.
378
Desplazamiento que, por lo demás, el mismo Aristóteles reconoce: “Además, algunos
no creen que aparte de lo sensible haya nada por el estilo, pero otros creen que hay varias
cosas y que son más eternas, como Platón, que consideraba a las especies y a lo matemático
dos sustancias, y una tercera a la sustancia de los cuerpos sensibles, y Espeusipo pensaba
en más sustancias, comenzando por el uno, como principio de cada sustancia, una para los
números, otra para las magnitudes, y luego para el alma: de esta manera amplia [el número
de] sustancias. Otros [Jenócrates, según la referencia de Metafísica, 1080b11] sostienen
que las especies y los números tienen la misma naturaleza, y que las demás cosas les
siguen, las líneas y los planos, hasta la sustancia del cielo y las cosas sensibles”. Metafísica,
1028b16.
379
Cfr. Metafísica, 1085 b34.
250 LEANDRO GARCÍA PONZO
comentar: “De modo que todos en cierto sentido tienen razón, pero en
conjunto no la tienen”.380
Retomemos el centro de la discusión. La separación [khôrismós]
obligaría a Platón a postular una distinción entre números ideales, nú-
meros matemáticos y números sensibles en la medida en que aquellos
con los que se opera cotidianamente no pueden ser los mismos que los
que supuestamente refiere Platón:
Y también se encuentra:
[Platón] afirma, además, que entre las cosas sensibles y las Formas
existen entes matemáticos, distintos de las cosas sensibles por ser
eternos e inmóviles, y de las Formas porque hay muchos semejantes,
mientras que cada Forma es solamente una y la misma.382
380
Metafísica,1085 b34.
381
Metafísica,1090 b32.
382
Metafísica, 987b14
La fundación de una ciudad 251
383
Metafísica, 1001 b19.
384
Metafísica, 1060 b6.
252 LEANDRO GARCÍA PONZO
385
Metafísica, 1085 a23.
La fundación de una ciudad 253
386
Metafísica, 1085 b34.
254 LEANDRO GARCÍA PONZO
387
Metafísica, 1084 b2.
388
Cfr. el cuidadoso estudio que se halla en la página de la Stanford Encyclopedia of
philosophy (http://plato.stanford.edu/entries/aristotle-mathematics/), sobre todo capítulos
1 y 2.
389
Cfr. Ibíd., capítulo 1.
La fundación de una ciudad 255
392
Benacerraf, P. “Mathematical Truth” en Hart, W. D. (ed.): The Philosophy of
Mathematics, Oxford University Press, 1996.
La fundación de una ciudad 261
396
Quizás podría resumirse todo el esfuerzo de mi hipótesis en la célebre sentencia de
Stéphane Mallarme en su no menos famoso poema Un coup de dés… “Algo habrá tenido
lugar más que el lugar”. Si el trabajo de la lectura metafísica es el de vaciar de sentido
la posible existencia de un instante caótico de indecidibilidad bajo el estandarte de que
“nada ha tenido lugar”, mi intento apunta entonces a indicar la exigua existencia de dicho
evento bajo la insistencia en que algo mínimo, sutilmente diferenciable del espacio que le
dio albergue, al borde de la corrección sintáctica en tanto se apela al futuro anterior como
forma evanescente de lo que quizás habrá sucedido.
La fundación de una ciudad 265
397
Balaguer, M. Op.cit., p. 4. [La traducción es mía].
398
Cfr. Balaguer, M. Op.cit., p. 152 y ss. Cito aquí sólo el comienzo de la última parte
a fin de mostrar el tenor y registro de los argumentos y reforzar la idea de indecidibilidad
que allí yace: “Desde que FPB es la única versión viable del platonismo matemático y el
ficcionalismo es la única versión viable del anti-platonismo matemático, la disputa sobre la
existencia deviene la disputa entre FPB y el ficcionalismo. El argumento para la conclusión
epistémica fuerte que quiero desarrollar en esta sección está basado en la observación de que
FPB y el ficcionalismo son, sorpresivamente, muy similares filosofías de las matemáticas.
Ahora bien, obviamente, hay algún sentido en el cual estas dos perspectivas son polos
opuestos; después de todo, FPB sostiene que todos los objetos matemáticos posibles existen,
mientras que el ficcionalismo sostiene que ningún objeto matemático existe. Pero más allá
de esta diferencia obvia, estas dos perspectivas son muy similares. De hecho, tienen mucho
más en común entre sí que lo que el FPB posee en común con otras versiones del platonismo.
266 LEANDRO GARCÍA PONZO
[…] las principales conclusiones a las que llegó Gödel fueron dos.
Demostró: 1) que es imposible presentar una prueba metamatemá-
tica de la consistencia de un sistema lo bastante comprensivo como
para contener toda la aritmética, a menos que se empleen reglas de
deducción que difieran esencialmente de las reglas de transformación
utilizadas para derivar teoremas dentro del sistema, y 2) que la poten-
cia del método axiomático es fundamentalmente limitada.
Los pasos principales de la argumentación de Gödel fueron:
I. Mostró cómo construir una fórmula G que represente la decla-
ración metamatemática ‘La fórmula G no es demostrable’.
II. Mostró que G es demostrable si, y solo si, es demostrable su
negación formal. En cualquier caso, si una fórmula y su negación
son ambas formalmente demostrables, el correspondiente cálculo es
inconsistente. Es decir que, si el cálculo es consistente, entonces ni
G ni la negación de G son formalmente derivables de los axiomas
de la aritmética. O sea, que si la aritmética es consistente, entonces
G es una fórmula formalmente indecidible.
III. Mostró también que, aunque G no sea formalmente demostra-
ble, es sin embargo una fórmula verdadera.
IV. Mostró asimismo que, dado que G es al mismo tiempo verda-
dera y formalmente indecidible, los axiomas de la aritmética adolecen
de incompletud. Es decir, que no es posible deducir todas las verdades
aritméticas de los axiomas.
V. Describió la manera de construir una fórmula aritmética A que
represente la proposición metamatemática ‘La aritmética es con-
sistente’, y mostró que la fórmula ‘A si y solo si G’ es formalmente
demostrable. Tras lo cual probó que la fórmula A no es demostrable.
La fundación de una ciudad 269
403
Nagel, E. y Newman, J.R. El teorema de Gödel, Tecnos, Madrid, 2005, pp. 30-31.
404
Cfr. República, 527a-b, entre otros.
270 LEANDRO GARCÍA PONZO
Por muy extraño que pueda parecer, todo lo que existe y ha exis-
tido sobre la tierra referente a la libertad, delicadeza, audacia, danza
y magistral seguridad, sólo ha podido florecer bajo la tiranía de leyes
arbitrarias.
F. Nietzsche
405
Cfr. Reale, G. Op. Cit., 2003, p. 241.
276 LEANDRO GARCÍA PONZO
411
Teeteto, 183e.
278 LEANDRO GARCÍA PONZO
412
En el sentido sustractivo del término, varias veces puntualizado a lo largo de la
investigación.
413
De acuerdo con el paralelo entre oralidad e inteligibilidad autorizado por la crítica
platónica a la escritura desplegada en el Fedro (principalmente 274b-278e) y la Carta VII
(principalmente 340b-344d).
414
La evasión puede localizarse tanto a nivel de la construcción dramática de los
diálogos como desde una perspectiva estrictamente ontológica. Aunque ambos niveles no
La fundación de una ciudad 279
416
Protágoras, 357a y Teeteto, 198 a.
417
Hipias Menor, 368 a.
418
Gorgias, 465b.
419
Político, 259e.
La fundación de una ciudad 281
420
De ahí el tratamiento e interpretación que hago del célebre parricidio de Platón
–recogido por Sofista, 258a1-259 b7– como la reorientación epistémica que introduce
el ámbito intermedio de la diferencia donde el máthema vendrá a emplazarse. Cfr. la
segunda parte de “Sobre pensar y ser. Exégesis primaria de los conceptos de «pensar» y
«ser» tendiente a la apertura de la orientación epistémica clásica y las modalidades de la
inscripción platónica en su interior”.
421
Protágoras, 356d.
422
República, 525e, 602d; Leyes, 747c.
423
República, 607e7.
424
Leyes, 801b10; República, 377e1, 395d.
425
República, 526d.
426
República, 525c7.
427
República, 525a4-525c7.
282 LEANDRO GARCÍA PONZO
431
Timeo, 49a, 50c, 52b.
432
República, 509d7-511e6.
433
República, 511c.
434
Cfr .“Matemáticas y dialéctica”.
284 LEANDRO GARCÍA PONZO
“lo que hay”, sino más bien toda enunciación filosófica. Pero, desde mi
punto de vista, habría que captar lo que está el centro de este argumento
y sostenerlo hasta las últimas consecuencias: la indecidibilidad esen-
cialmente matemática, pero cuando este saber intenta ser determinado
filosóficamente –fijado, conocido, dis-puesto, precisado, objetualizado,
parcializado o, dicho de otro modo, ser tomado como un pensamiento–,
lo indecidible será traspasado a la corporalidad misma de la filosofía,
de su historia, de su hondo motivo de diagramación política. En el eje
de mi argumentación se halla:
a) El encuentro con lo irracional [álogos] en el marco de la teoría
de la reminiscencia.440
b) La formulación de un nuevo concepto de lógos superador al pita-
górico441 producto de un desplazamiento forzado por la aparición
–geométrica– de lo irracional.
c) La funcionalización del procedimiento matemático con fines
filosóficos. El razonamiento por hipótesis442 que retoma el tema
propio del diálogo a partir de 86d, a saber, ¿Es o no enseñable
la virtud?.443
Sobre el corte estático que sucede a este capítulo, se han detenido
“La línea dividida..”. y “Philía y matemáticas”. La estática se aparta de
la dinámica porque la sucede; y se acerca porque queda incluida en ella.
Mientras la descripción dinámica requiere de tres instantes correlativos
(advenimiento, inscripción y enfrentamiento, suspensión), la estática es
el residuo visible del proceso dado por la primera. Por ello, “La línea
dividida..”. se aviene al estudio de ciertos desprendimientos observables
del indecidible ontológico. En consecuencia, verificó:
1. Que el símil de la línea dividida debidamente interpretado, bajo
la lectura que inició “Sobre pensar y ser..”., impide concluir apo-
dícticamente acerca de la existencia o no existencia separada de
entes matemáticos. Aquí la indecidibilidad surge como operador
negativo pues impide disgregar elementos que comulgan en la
mismidad.
440
Menón, 84a.
441
Cfr. el apartado “Advenimiento e invaginación” en dicho capítulo.
442
Menón, 86e3.
443
Menón, 86d.
286 LEANDRO GARCÍA PONZO
444
Cfr. Pritchard, P. Plato’s philosophy of mathematics, Academia Verlag, 1995 y Annas,
J. An introduction to Plato’s Republic, Clarendon Press, Oxford, 1981.
445
Timeo, 35b, 36b.
446
República, 529d; Timeo, 28a, entre otros.
447
Timeo, 36e; Leyes, 664e.
448
Cfr. “Philía y matemáticas”.
449
Filebo, 64e.
450
Timeo, 52c-d.
La fundación de una ciudad 287
451
Timeo, 52b.
452
Ibíd, 50c6.
453
Leyes, 967c.
454
Ver, entre otros, República, 602d y recordar la inscripción en el frontispicio de la
Academia. Para la ruptura “previa” que supone toda amistad ver Político, 260c; República
470c, 471a; Menéxeno, 244a2, entre otros.
455
Eutifrón, 7 b7; Ión, 537e4; Alcibiades, 126b.
456
Gorgias, 507d.
288 LEANDRO GARCÍA PONZO
467
Cfr. Balaguer, M., Platonism and Anti-Platonism in Mathematics, Oxford University
Press, Londres-Nueva York, 1998.
292 LEANDRO GARCÍA PONZO
468
Ver Esquema B, p. 265.
APÉNDICES
PERSPECTIVAS
CONTEMPORÁNEAS DEL
PROBLEMA MATEMÁTICO EN
PLATÓN
ODIAR A PLATÓN. EL CASO HEIDEGGER
469
Cfr. Derrida, J. “Ousía y Grammé. Nota sobre una nota de Sein und Zeit” en. Márgenes
de la Filosofía, Cátedra, Madrid, 1988
296 LEANDRO GARCÍA PONZO
II
470
El uso del futuro perfecto del indicativo es deliberado. Responde fundamentalmente
a la necesidad de señalar un acontecimiento –en este caso el acontecimiento griego– que
La fundación de una ciudad 297
III
presencia sin traspasar las fronteras que nos nombran como Occiden-
te. Ahora bien, ¿cuál es la manera de efectuar el tan mentado salto de
Heidegger? ¿Cómo acceder al abismo [ab-grund] que des-fundamenta
aquella presencia? El pensador alemán opta por el recurso a la poesía.
Como es sabido, Hölderlin, Trakl y Rilke se inscriben en el límite de
la palabra heideggeriana: sólo ellos saben y cantan –para sí mismos y
en silencio473– la desdicha de la huida de los dioses, sus estertores y el
anhelo de su retorno. Heidegger establece de este modo la distancia
entre filosofía y poema al mismo tiempo que restituye a esta última el
privilegio de la palabra en la proximidad con la verdad del ser. Distancia
que será la diferencia necesaria para que la tarea del pensar adquiera la
continuidad que la filosofía no pudo darle. ¿Por qué no pudo hacerlo?
Se dirá: la filosofía no hizo sino obliterar la experiencia del pensar en
el acto mismo de constituirse para sí como historia de la metafísica. El
nombre del olvido es el de Platón.
Pero una consideración más antes de avanzar. Heidegger observará
que el ente matemático, encarnación absoluta del presente, no hace más
que re-producir la presencia irradiante de la idéa como interpretación de
la verdad (aléetheia). Así se percibe el ambiguo status que adquiere la
verdad a partir de su asimilación lo inteligible. Las matemáticas adop-
tarán punto a punto este status paradójico:
473
Cfr. Heidegger, M. “El Poema” en Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlin,
Ariel, Barcelona, 1983. Allí Heidegger repite los versos de una variante de El archipiélago
que condensan, creo yo, el espíritu de la responsabilidad del poeta en tiempos de penuria:
“Pero porque están tan cerca los dioses presentes / debo estar yo como si estuvieran lejos, y
oscuro en las nubes / debe estarme su nombre; sólo que, antes que la mañana / se me ilumine,
antes que la vida arda al mediodía, / me los nombro yo en silencio, para que el poeta tenga
/ su haber, pero cuando desciende la luz celeste / me gusta pensar en la del pasado, y digo:
¡florece sin embargo!”
474
Heidegger, M. La doctrina de Platón acerca de la verdad, Versión castellana de Juan
David García Bacca. s/d. p.16.
La fundación de una ciudad 299
IV
475
El motivo de esta indecidibilidad quizás reste en la potencia semántica de lógos. Como
se sabe, este término indica tanto el discurso racional como la proporción y la armonía que
informa « lo que hay ».
476
Cfr. Timeo, 35b-36a.
477
República, 607a: “Por lo tanto, Glaucón, cuando encuentres a quienes alaban a Homero
diciendo que este poeta ha educado a la Hélade [...] debemos amarlos y saludarlos [...], y
convenir con ellos en que Homero es el más grande poeta y el primero de los trágicos, pero
hay que saber también que, en cuanto a poesía, sólo deben admitirse en nuestro Estado los
300 LEANDRO GARCÍA PONZO
478
, luego de prescribir el tipo de poesía que se debería permitir en la
constitución del Estado, se concibe imprescindible que los hombres
libres se ejerciten en tres disciplinas: el cálculo y el estudio de los
números; la medida de las longitudes, superficies y sólidos; y, final-
mente, el estudio del curso de los astros. Un doble movimiento que
converge en la actitud inaugural que Heidegger reconoce en Platón
como marca de la metafísica de la presencia, alejamiento del misterio
poético/divino. Al sentido de la palabra poética, Platón le opondrá la
univocidad literal y universal de la ciencia matemática.
El llamamiento de Heidegger se dirige a recuperar la dimensión
perdida del ser, su carácter esencialmente velado; aquella tensión que
encarnaran, entre otros conceptos, aléetheia y la eclosión de la phýsis.
La vía es, ya se dijo, el recurso al poema y la crítica al ente matemático
como nombre calculador de la culminación técnica de la metafísica.
Para recapitular: Heidegger reviste el opuesto aparente de la herencia
platónica al invertir de modo sugestivo la relación de aquella filosofía
con el poema, anunciando una sutura del pensamiento al lenguaje que
será central para nuestra práctica filosófica.
Intentaré mostrar que esta inversión, contenida en el intento de tras-
cendencia respecto del texto metafísico llevado adelante por Heidegger,
no es tal.
pretensión de hallar un lugar propio, una verdad del ser que se identifica
con la libertad. “Dejar ser al ser”, dice Heidegger. Dejar ser al ser como
diferencia, como diferencia ontológica que lo torna distinto del ente.
Por eso es que aventuré que la tríada parádeigma (modelo), eikón
(copia), phantásma (simulacro), jerarquizada con arreglo a la prescrip-
ción del modelo, reaparecerá en el pensamiento de Heidegger. Invertida
la jerarquía, claro está, pero idéntica en su determinación fundamental.
Si Platón acerca el máthema como recto pretendiente de la Idea y ex-
pulsa a los poetas de la pólis ideal –o al menos legisla sobre ellos el tipo
de poesía adecuada para una constitución ateniense ordenada, por lo
demás, por el discernimiento crítico con resultado apodíctico del que
participan sin lugar a dudas las matemáticas–, Heidegger apelará a la
alternativa contraria: el pensar poetizante brinda acceso al ser mientras
que el máthema cristaliza la estática que produce una imagen, residuo
propio de la historia de la metafísica. Todo esto, para decirlo un poco
brutalmente, no hace sino repetir el esquema del que pretendía salirse.
El factor que ayuda sobre este punto es la mutua exclusión que proveen
ambos dispositivos. Ni Platón admite que la poesía pueda existir sino
en relación de subordinación con el máthema479, ni Heidegger que la
poesía pueda ser vivir sin ser complicada por la presencia de un lógos
fijante como el matemático. Se trata de vías propias, ajustadas, íntima-
mente vinculadas con lo que fuera el ser y con su verdad. Poco importa
aquí la evidente diferencia que hay entre el “ser” de Platón y el “ser”
de Heidegger. Se trata, para ambos, del sitio de la verdad, lo real que da
soporte a la existencia.
El segundo factor, a menudo excluido de la discusión, es que, en
ambos casos, la decisión es política. En lo concerniente a Platón, se torna
evidente. La prescripción sobre la poesía se concentra en República y
en Leyes. En el caso de Heidegger se requieren de más rodeos, pero el
registro será finalmente el mismo.480 En El origen de la obra de arte, dice
479
Cabe recordar que en República 602d se recurre al “medir, numerar y pesar” como
terapia ante la seducción de pintores y poetas. Asimismo, es de destacar que si se saca del
resto de las artes su componente matemático, el resto sería nulo, de acuerdo con Filebo 55e.
480
Hanna Arendt dará en el blanco diciendo: “considerar la política desde la perspectiva de
la verdad quiere decir asentarse fuera del dominio político”. Arendt, H. “Verité et politique”,
p. 330, citado en Nuestros griegos y sus modernos, Barbara Cassin comp. Manantial, Bs.As.,
1994, p. 106. El mejor libro que conozco para atacar la cuestión del fondo onto-polítitico
302 LEANDRO GARCÍA PONZO
VI
“Pero porque están tan cerca los dioses presentes / debo estar yo
como si estuvieran lejos, y oscuro en las nubes / debe estarme su
nombre; sólo que, antes que la mañana / se me ilumine, antes que la
vida arda al mediodía, / me los nombro yo en silencio, para que el
poeta tenga / su haber, pero cuando desciende la luz celeste / me gusta
pensar en la del pasado, y digo: ¡florece sin embargo!”485
482
Cfr. “El origen de la obra de arte” en Caminos de Bosque, Alianza, Madrid, 1998,
p. 53
483
Heidegger, M., Op. Cit., p. 210
484
Ibíd. p. 236
485
Heidegger, M. “El Poema” en Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlin, Ariel,
Barcelona, 1983.
486
Cfr. Heidegger, M., “Y para qué poetas” en Caminos de Bosque Alianza, Madrid,
1998, p.211
304 LEANDRO GARCÍA PONZO
VII
487
Cfr. Heidegger, M., Carta sobre el humanismo, Ediciones del 80, Bs. As., p. 87
488
Heidegger, M., “Y para qué poetas” en Caminos de Bosque, Alianza, Madrid, 1998,
p. 228.
489
Nuevamente acierta Arendt: “Nos es imposible no encontrar sorprendente y quizáss
escandaloso que tanto Platón como Heidegger, al adentrarse en los asuntos humanos, apelaran
a los tiranos y dictadores. Tal vez la causa no esté solamente, cada vez, en las circunstancias
de la época, y menos aún en una preformación del carácter, sino más bien en lo que los
franceses llaman «deformación profesional». Arendt, H. “Martin Heidegger a quatre-vingt
ans” en Vies politiques, Paris, Gallimard, 1974, p. 320. Citado en Nuestros griegos y sus
modernos, Barbara Cassin comp. Manantial, Bs.As., 1994, p. 105.
La fundación de una ciudad 305
490
Irreductible, por lo demás, tal y como lo señalará Derrida en Violencia y Metafísica
(Cfr. Derrida, J., La escritura y la diferencia, Anthropos, Barcelona, 1989, pp. 107-210)
NUEVA VISITA A PLATÓN. EL CASO BADIOU
II
495
El caso de Deleuze es especial en este sentido puesto que no se detiene tanto en la
potencia desestabilizadora del texto nietzscheano como en otros de sus tópicos: el eterno
retorno, la afirmación rotunda de y por la vida, la desorganización lúdica y el azar. Cfr.
Wolff, F. “Trios. Deleuze, Derrida, Foucault, historiadores del platonismo” en Cassin, B.
Nuestros griegos y sus modernos, Manantial, Bs. As. 1994.
496
Cfr. Badiou, A. Petit Manuel d’ inesthétique, Seuil, Paris, 1998, p. 62 y ss.
497
Cfr, Rancière, J. El desacuerdo. Política y Filosofía., Nueva Visión, Bs. As., 1998.
312 LEANDRO GARCÍA PONZO
498
Badiou, A. Condiciones, Siglo XXI, México, 2003, p. 57.
499
Cfr. República, 602d.
La fundación de una ciudad 313
502
Esta fidelidad no es, ni puede ser, algo similar a la búsqueda heideggeriana de lo
originario y de lo auténtico. Mucho más allá de la (in)autenticidad de Platón o de la lengua
griega, se trata más bien de leer formalmente dónde reside la importancia de su ruptura y
su coraje.
ESQUEMAS Y CUADROS
COMPLEMENTARIOS
ESQUEMA RELACIÓN MENÓN OBRA SITUACIÓN
FORMAL FILOSOFÍA / PLATÓNICA HISTÓRICO-
MATEMÁTICAS POLÍTICA EN
RELACIÓN CON EL
PROYECTO
PLATÓNICO
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Esquema A. Enfoque General y Dinámico del Problema.
320
Matema: Emergencia Reaparición de lo
P de lo indecidible y indecible en el campo
a posterior sofocación matemático
r del mismo. (Teoremas de Gödel)
m
é
n S.XIX S. XX
Platón
i
d Historia de la
e
Metafísica
s
322
( I ) Máthema
-Instalación
súbita
Saber extra-
filosófico
-Aparición de
pólis lógos lo indecidible
FUENTES
Taylor, A.E. Plato: the man and his work, Methuen, Londres, 1948.
Toth, I. Lo schiavo di menone : il lato del quadrato doppio, la sua misura
non-misurabile, la sua ragione irrazionale, Vita e Pensiero, Milán,
2003.