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Nombre: Fabiana Arias Briceño

Fecha de entrega: 19/11/15


Asignatura: Psicoanálisis y Justicia Social
Docente: María Cristina Hernández
Departamento: Filosofía e Historia del Derecho
Fundamentalismo: ¿Cómo goza un fundamentalista?

El presente texto pretende crear un análisis de la forma en la cual el actuar


del fundamentalista contemporáneo se encuentra significativamente distanciado
de lo que es – o debería ser- el fundamento en sí, y la forma en que este
distanciamiento se ve mediado por los fenómenos de prohibición, goce, placer-
displacer, sacrificio, entre otros… Dicha explicación será realizada a partir de los
textos “Tótem y Tabú” (Freud, 1913), “El malestar en la cultura” (partes 1, 2 y 3)
(Freud, 1920), “El espíritu del terrorismo” (Baudrillard, 2001) y “Objet a in social
links” (Zizek, 2006).

Partiendo de la idea general de que a un fundamentalista se le conoce por


su compromiso absoluto frente a una idea, y la actitud innegociable frente a ésta,
se entendería entonces que su idea sagrada e irrefutable vendría siendo
concebida como el fundamento que motiva su comportamiento e ideología
fundamentalista.

Sin embargo, en análisis de algunas posturas de autores como Freud


(1912-1920), Lacan (1970), Baudrillard (2001) y Zizek (2006), deja mucho que
decir frente a este presupuesto; haciendo al espectador cuestionarse acerca del
momento en que aquel que actúa como fundamentalista está utilizando su
identificación bajo este nombre para comportarse de determinada forma –inmoral,
en muchos casos- con la excusa de tener un sustento teórico que lo apruebe.

El Discurso Universitario propuesto por Lacan en 1970, y desglosado


posteriormente por Zizek (2006), propone que existe un objeto a; un objeto
epistemológico que permite hacer articulaciones teóricas y tiene dos funciones
principales. La primera es ser causa del deseo intelectual, de la lógica; y la
segunda es motivar el plus del goce, dando al sujeto la posibilidad de satisfacer
placeres corpóreos por medio de la economía y la regulación de sus pulsiones, sin
dejarlo acceder a la fuente del deseo. Este concepto lacaniano referente al plus
del goce puede ser ligado con la propuesta freudiana (en Tótem y Tabú, 1913) de
la fantasía como un hecho que perdería su esencia en caso de ser alcanzado, en
tanto el ser un ente deseoso implica, a su vez, el hecho de mantenerse
inalcanzable.

Retomando el rol del objeto a en el Discurso Universitario propuesto por


Lacan (1970), podría entenderse que éste se convertiría en el fundamento
(intelectual, ideo-lógico, teórico), que motivaría la conducta del fundamentalista;
pero a la hora de la verdad, manteniéndose la lectura de estas teorías bajo el
contexto posmoderno, existe una evidente inconsistencia entre esta idea y la
realidad.

En primera instancia, el fundamentalista contemporáneo se declara


poseedor de las ideas que lo mueven, punto desde el cual es posible eliminar el
postulado que propone que estas ideas pertenecen al objeto a, en tanto para
Lacan, por naturaleza, éste no puede ser apropiado por nada o nadie. Zizek
(2006) explica en su texto Objet a in social links, que la tergiversación de las
teorías clásicas en la modernidad, hace que el nuevo discurso del sujeto dividido
(sujeto fundamentalista que ejerce estos actos), sea mediado por el superyó,
volviéndose la perfecta excusa para la ejecución de actos violentos (ellóicos). En
este punto, entonces, el sujeto dividido es “reemplazado” por el objeto a a su
conveniencia, de manera que las ideologías (que alguna vez fueron verídicas,
intocables, deseosas –objeto a-) puedan ser manipuladas y utilizadas para ayudar
al significante amo a tolerar su necesidad incontrolable de gozar.

En segunda instancia, el ego, entonces, reconoce la irracionalidad e


insensibilidad de la violencia como medio para encontrar el placer, por lo que
debe, motivado por las exigencias del superyó, elaborar un discurso secundario
que excuse su violencia. Aquí es donde la violencia, o la necesidad de violencia
para encontrar el placer necesita ser sublimada por su condición ellóica; pero
debido a la imposibilidad de esta sublimación, se convierte en un síntoma
contemporáneo. Esta imposición de las teorías pertenecientes al objeto a como
medio de sublimación de los actos violentos, explica la segunda incoherencia con
el Discurso Universitario lacaniano, y la forma en que se distancia el fundamento
del fundamentalista. El fundamento (teórico y lógico) era parte del objeto a; y el
fundamentalista moderno eliminó la esencia pura e intocable que éste poseía en
cuanto lo manipuló para conseguir ajustarlo a su discurso secundario.

Baudrillard (2001) explica este fenómeno al hacer referencia a los


acontecimientos del 11/09/01. El autor plantea que esta imagen casi
cinematográfica de dos aviones atravesando el símbolo de la grandísima
hegemonía estadounidense, había sido deseada por todos, y que verla
inevitablemente causó placer en el espectador, aun cuando conscientemente
(desde el superyó) se sabía lo inmoral que era gozar a partir de esto. La tragedia,
entonces, dejó de ser fantasía y se convirtió en un hecho real. El componente
deseoso de esta situación se perdió en tanto fue alcanzada, y su característica
simbólica que permitía que esta fuese una fantasía masiva (ubicable dentro del
objeto a), se desvaneció dejando al mundo con una única salida: construir un
discurso secundario fundamentalista. Los terroristas, entonces, basaron sus
justificaciones en un fundamentalismo religioso, mientras que los demás se
dedicaron a observar documentales e imágenes morbosas y amarillistas del
incidente con el ánimo de “solidarizarse con las víctimas”.

Teniendo en cuenta la distinción entre el fundamento y el fundamentalismo,


se pueden crear hipótesis acerca de la forma en la que un fundamentalista
posmoderno goza.

Miller (1988) propuso que el deseo surgía de la falta (lack). Con esto se
refería al espacio en el que podría visualizarse algo, aunque no hubiera nada en
concreto. Así mismo, propuso que las pulsiones (el plus del goce) surgían a partir
del hueco (hole). Esto, por otro lado, representaría el vacío donde no hay, ni habrá
nada. En esta medida, la mejor forma de satisfacer las pulsiones es bajo el
movimiento circular donde se ronda en torno a un objeto inalcanzable (incluso
inexistente), y por tanto fantasioso.
El fundamentalista, por tanto, cumplirá su plus del goce (placer corpóreo),
por medio de actos irreverentes de violencia ellóica que le permitirán rondar
continuamente alrededor de los límites inexistentes de la ley. El fundamentalista
posmoderno, el <<terrorista experto>> que menciona Baudrillard (2001), aspira
por lo tanto a desafiar la fantasía de ser culpado por sus actos, y consigue la
inmensa satisfacción de nunca verse limitado por prohibiciones legales que en
efecto vayan a ser aplicadas a él.

REFERENCIAS

- Sigmund Freud. El malestar en la cultura. Partes 1, 2, 3 (1920)


- Sigmund Freud. El malestar en la cultura partes 4, 5, 6 (1920)
- Sigmund Freud. Tótem y Tabú. “Animismo, magia y omnipotencia de los
pensamientos. (1920)
- Jean Baudrillard. “El espíritu del terrorismo” (2001)
- Slavoj Zizek. “Object a in social links” en Jaques Lacan and the other side of
psychoanalysis. (2006)

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