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Manuscrito Preliminar
No permitido la publicación o distribución
1. Introducción
2. Observa lo que hay ahí
3. El contexto literario
4. El contexto histórico
5. Análisis de narraciones
6. Análisis del discurso
7. Resolución de problemas
8. Desarrollo de temas
9. El reto de la aplicación
10. La práctica de la aplicación
11. Reflexión sobre la idea central del texto
12. Reflexión sobre el enfoque redentor de la Escritura
13. Comienzo
Sermones como este pueden dar lugar a largas discusiones a la salida de la iglesia
mientras que los niños corren desenfrenados y el hambre aumenta. Aunque algo
perturbadoras, las historias de África y Lutero pueden ser persuasivas. Y si nadie es capaz
de demostrar bíblicamente los errores del predicador invitado, tal incapacidad puede
terminar siendo más preocupante que el sermón mismo.
¿Es suficiente decir que el pastor tendrá una respuesta cuando regrese? ¿O deberían
los creyentes ser capaces de formular por sí mismos cuando menos una respuesta
rudimentaria? Después de todo, ¿no oímos a menudo a oradores, o leemos libros que
afirman haber descubierto verdades olvidadas o esclarecer pasajes que por cientos de años
han sido malinterpretados por la iglesia? Sus posturas pueden sonar muy interesantes, casi
convincentes; sin embargo, algo parece no estar bien. Pero a menos que contemos con una
abultada biblioteca, o podamos llamar al pastor inmediatamente, a menudo nos sentiremos
perdidos. Y nos preguntaremos si nuestras viejas ideas simplemente deben morir, o si hay
algo erróneo en el mensaje que escuchamos, algo que no alcanzamos a identificar
exactamente. Aunque nunca tengamos la oportunidad de ir al seminario, ¿no deberíamos
saber cómo distinguir entre enseñanzas verdaderas y falsas?
¿No has deseado a menudo poder manejar la Biblia con más seguridad? Quizás te
has confundido cuando maestros de la Biblia se contradicen, o cuando un sermón va más
allá de tus pensamientos básicos acerca de un texto. O te das cuenta de que el material de
escuela dominical que existe en tu iglesia no va a funcionar para tu clase, pero no tienes
idea de cómo preparar tu propia lección.
¿Por qué los cristianos no tienen la capacidad de evaluar sermones, o de aprovechar
más su lectura devocional, o de preparar lecciones propias? Es porque carecen de un
método de estudio de la Biblia. Este libro presenta un método directo para el estudio bíblico
efectivo. La meta de este estudio no es simplemente entender mejor la Biblia, sino también
poder aplicarla a la vida.
La necesidad de instruirnos
En muchas comunidades, un estudio bíblico consiste en leer un pasaje de la
Escritura y preguntar, “¿qué me dice este pasaje a mí?” En otras palabras, “cuando leo este
texto, ¿qué pensamientos o sentimientos surgen dentro de mi?” Plantear esa pregunta de
una forma tan subjetiva les permite a las personas “descubrir” casi cualquier idea que a
ellas les guste en el texto. De este modo, se fomenta en los cristianos la idea de aferrarse a
un pedazo de verdad – moralismo, o un texto que pruebe una doctrina favorita – mientras se
ignora todo lo demás. Cuando observamos esta práctica en otros (cuesta descubrirla en
nosotros mismos), nos damos cuenta de que la Biblia tiende a “decir” cosas seguras, de
moda, o egoístas.
Sí, es verdad que los creyentes deberían esperar oír la voz de Dios durante su
estudio bíblico. Sí, todos los creyentes son sacerdotes (1 Pedro 2:5,9; Apocalipsis 5:10) y
tienen acceso directo a Dios y a su Palabra sin la intervención de sacerdotes o expertos. Sí,
Dios es el maestro por excelencia de todo aquél que lo conoce (Jer 31:33-34). Y su unción
nos guía hacía la verdad (1 Juan 2:27). Pero nosotros abusamos de este privilegio cuando
dejamos que nuestras impresiones ahoguen a los profetas y apóstoles. Precisamente porque
creemos en la autoridad de la Biblia, necesitamos un método objetivo para determinar, de la
mejor manera posible, lo que la Biblia intentaba decir originalmente, y lo que significa hoy
en día.
Necesitamos instrucción porque vivimos en un mundo muy distante del mundo de la
Biblia ―en tiempo, lenguaje, y costumbres. Nosotros hablamos español, inglés, o alemán;
ellos hablaban hebreo, arameo, o griego. Nosotros vivimos en una sociedad tecnológica,
conformada por carros, refrigeradores, teléfonos, videos, y redes computacionales; todos
bajo el gobierno de oficiales electos, moneda canjeable, y mercados mundiales. Ellos vivían
en una sociedad agraria conformada por burros, arados de madera, vasijas de barro y
caminos de tierra; todos bajo el gobierno de un emperador Romano y sus ejércitos.
Debido a las diferencias entre los tiempos bíblicos y los nuestros, necesitamos
instrucción en el lenguaje y costumbres bíblicas. Con respecto al lenguaje, ¿cuántos de
nosotros sabemos con exactitud qué significan los términos expiación, justificación,
redención y propiciación? En cuanto a las costumbres, incluso los lectores casuales de los
evangelios pueden observar que, en contraste con los hábitos de la gente “religiosa” de sus
días, Jesús se asociaba con parias, pecadores, y gente de otras razas; pero no logran percibir
que Jesús quebrantó otras costumbres sociales. Por ejemplo, en la cultura occidental actual,
hombres y mujeres conversan libremente casi en cualquier situación o lugar, así que
difícilmente nos impacta que los evangelios muestren a Jesús hablando con mujeres.
Pero, de hecho, cuando los discípulos encontraron a Jesús hablándole a una mujer
samaritana en Juan 4, el texto dice que se sorprendieron, no de encontrarlo hablando con un
samaritano despreciable, sino de encontrarlo hablando con una mujer (4:27). Los discípulos
estaban sorprendidos porque los rabinos creían que enseñar a las mujeres era una pérdida de
tiempo. Un rabino dijo “Sería mejor que las palabras de la Ley fueran quemadas antes que
fueran dadas a una mujer.”2 En su opinión, todas las mujeres eran peligrosamente
seductoras. A menos que estemos conscientes de dichas actitudes, no podemos apreciar que
la conversación de Jesús con la mujer samaritana fue muy audaz y arriesgaba la
condenación.
Por razones como éstas, necesitamos saber acerca de la vida y la religión judías para
sacar el mayor provecho a la lectura bíblica. De hecho, el problema de la distancia cultural
ya había surgido durante la época en que el Nuevo Testamento fue escrito. Es por eso que
Marcos, Lucas y Juan, escribiendo para una audiencia gentil, explicaron términos arameos
y costumbres judías que surgían en sus narrativas. Por ejemplo, Marcos interrumpió su
historia del conflicto entre Jesús y los fariseos sobre la limpieza ritual para explicar a sus
lectores gentiles que los Judíos tenían tradiciones que requerían limpiezas ceremoniales
(Marcos 7:1-5). También explicó términos arameos que surgieron durante la crucifixión de
Jesús (15:22, 34; para ejemplos similares véase 5:41; 7:19; 9:6; 11:32; 15:16). Juan incluso
interpreta términos judíos comunes como Rabí, Mesías, y el nombre Cefas (Juan 1:38-42).
Por lo tanto, costumbres y términos extraños ya impedían la comunicación con gente que
vivía quizás a pocos cientos de kilómetros de distancia, y tan sólo a unas pocas décadas
después de los acontecimientos. ¡Cuánto más necesitamos instrucción ahora, dos mil años
después y en una cultura extranjera, si esperamos entender el lenguaje y la cultura de la
Biblia!
Entrenar nuestra mente también nos ayuda a aplicar la Biblia a nuevas situaciones.
Por ejemplo, nos ayuda a determinar quién está en la posición de la mujer samaritana en
nuestra sociedad de hoy. Por otro lado, los cristianos que trabajan con tecnología médica
tienen que luchar con dilemas éticos de cuestiones como la inseminación artificial o el uso
de “medidas heroicas” en pacientes terminales. Cada discípulo debe decidir cómo usar la
televisión y la radio. ¿Deberíamos ver programas con actores y escritores de calidad, pero
que regularmente emplean lenguaje obsceno y muestran inmoralidad? ¿Podemos ver dicho
programa si la inmoralidad es ocasional e incidental? ¿Y si es permanente? Y hablando de
la música popular, ¿importa que ésta use vulgaridades si no podemos entender las palabras?
O, ¿es la industria de la música popular en su totalidad corrupta y poco digna de nuestro
apoyo?
La Biblia nunca aborda ni estas ni muchas otras cuestiones similares directamente.
De hecho, no lo puede hacer, ya que ella debe hablar a todas las épocas y culturas. Si Dios
hubiera decidido dictar instrucciones acerca de las computadoras o de sistemas de apoyo a
la vida a Pedro o a Ezequiel, éstas no habrían tenido ningún sentido para nadie, excepto
para los lectores de finales del siglo veinte. Por lo tanto, los textos de prueba aislados
raramente responden a preguntas que surgen de situaciones nuevas o contemporáneas. “No
matarás” no resuelve cada dilema ético que se presenta en un hospital. Necesitamos buscar
en toda la Biblia para encontrar principios relevantes, y la instrucción nos ayudará a hacer
más rápida la búsqueda.
Hasta ahora, hemos dicho que la interpretación exitosa depende de métodos
sensatos de interpretación. Sin embargo, debemos añadir que también depende de
intérpretes sensatos. La mayor parte de este libro se enfoca en técnicas usadas para
interpretar o hacer exégesis de la Biblia. Pero de vez en cuando debemos volvernos hacia
los intérpretes, ya que el espíritu con el que hagan exégesis de la Biblia es tan importante
como las técnicas que utilicen.
Aunque la pregunta anterior pide un simple sí o no como respuesta, hay mucho más
que decir. Aun si damos un sí provisional, podemos seguir fallando a causa de nuestra
inmadurez o insensibilidad espiritual, o incluso por rebelión.
Este libro está muy lejos de ser el primero en presentar un método de estudio de la
Biblia. Entonces, ¿qué es lo que lo hace diferente del resto? Primero, es un manual de
interpretación Bíblica. Está escrito para aquellos que están listos para pasar de una lectura
devocional casual de la Escritura a una lectura más teológica y exegética. 13 No hay nada de
malo con leer la Biblia de manera devocional, pero el reino necesita líderes que hayan
adquirido mayores habilidades. Este libro es una guía de nivel básico para aquellos que
quieren tomarse la exégesis en serio.
Segundo, como un manual, este libro utiliza un plan fácil de recordar para la
interpretación. Muchos libros dispersan los principios básicos de interpretación a lo largo
de muchos capítulos que están organizados de acuerdo a los “géneros literarios” de la
Escritura, como son la ley, poesía, profecía, y epístolas.14 Este libro presenta los pasos de
interpretación en el orden que realmente se usarán y resume los principios primordiales de
la interpretación en una sola palabra, el acrónimo CAPTAR:
C = Contexto
A = Análisis
P = Problemas
T = Temas
A = Aplicación
R = Reflexión
____________________
Notas
1
Este sermón es ficticio, pero está basado en los reportes de Bill Myers, misionero de Togo, el Obispo
Francis Ntiruka y el Reverendo Angolwisye Malumbugi, ambos de Tanzania, y del misiólogo de África,
Adrian Hastings. Ninguno de ellos es partidario del punto de vista expresado.
2
El Talmud de Jerusalén, citado por James B. Hurley, Man and Woman in Biblical Perspective (Grand
Rapids: Zondervan, 1981), 72.
3
Muchas obras sobre la interpretación parecen asumir que la meta de la interpretación es la aplicación, pero
relativamente pocas lo afirman abiertamente. Vea Gerhard Maier, Biblical Hermeneutics, trad. al ingles
Robert Yarbrough (Grand Rapids: Baker, 1994), 57-58, 62; Bernard Ramm, Protestant Biblical
Interpretation, 1a edición. (Boston:W.A. Wilder, 1950), 88ff.; Jay Adams, Truth Applied: Application in
Preaching (Grand Rapids: Zondervan, 1990), passim; Bryan Chapell, Christ Centered Preaching: Redeeming
the Expository Sermon (Grand Rapids: Baker, 1994), 199-204. En la hermenéutica secular, Hans-Georg
Gadamer toma una posición similar en Truth and Method, trad. Garrett Barden y John Cumming, 2ª. Edición
(New York: Seabury Press, 1965), 289-99. Calvino constantemente habla implícitamente de la centralidad de
la aplicación sin afirmarla abiertamente. Vea capítulo 9, nota 17.
4
Por supuesto, es posible entender lo que la Biblia dice y estar en desacuerdo con ella, pero estamos hablando
de tomar la enseñanza bíblica de corazón, y no simplemente comprenderla en forma abstracta.
5
George Lindbeck, “Scripture, Consensus and Community,” This World 23 (Otoño, 1988): 19-24. Para un
análisis extensor del rol que desempeña el corazón en el quehacer teológico, vea John Frame, The Doctrine of
the Knowledge of God (Phillipsburg, N.J.: Presbyterian and Reformed, 1987), 319-28.
6
Para una encuesta sobre los puntos de vista respecto a esta cuestión, vea Maier, Biblical Hermeneutics, 47-
63.
7
Para una descripción simpatizante de la exégesis que no fluye de un compromiso religioso o un respeto
especial por la autoridad de la Escritura, vea James Barr, Holy Scripture: Canon, Authorithy and Criticism
(Philadelphia: Westminster Press, 1983), 110-16, y James Barr, The Bible in the Modern World (New York:
Harper & Row, 1973), 5-12, 23-34.
8
Gadamer, Truth and Method, 236-74.
9
Vea John Calvin, Institutes of the Christian Religion, ed. John T. McNeil (Philadelphia: Westminster Press,
1960), 1.7.4-5; Maier, Biblical Hermeneutics, 53-55. (O la publicación en español, Juan Calvino, Institución
de la Religión Cristiana, Rijswijk-ZH, Holanda: Fundación Editorial de Literatura Reformada, 1967)
10
D.A. Carson, “Hermeneutics: A Brief Assessment of Some Recent Trends,” Themelios 5 (January
1980):20.
11
Calvino trató brevemente esta pregunta en su Institución, 1.7.4.-5; 1.8.1, 11-13, y asume la importancia
central de una respuesta afirmativa a esta pregunta en su descripción de la vida cristiana como autonegación,
en la Institución, 3.6-8.
12
William Carver, The Course of Christian Missions: A History and an Interpretation, ed. Rev. (Westwood,
N.J.: Revell, 1969), 83-85; Kenneth Latourette, A History of the Expansion of Christianity, vol.2: The
Thousand Years of Uncertainty: A.D. 500 - A.D. 1500 (New York: Harper and Brothers, 1938), 400.
13
Para un breve análisis de las diferentes formas de leer la Biblia, vea a Richard Longenecker, “On Reading
the Bible Devotionally, Homiletically, and Exegetically,” Themelios 20 (Octubre 1994): 4-8.
14
Por supuesto, explicar la interpretación género por género no tiene nada intrínsicamente erróneo; de hecho,
el apéndice D hace justamente esto. Sin embargo, los principiantes necesitan un método que funcione para
todo género antes de aprender los pasos especiales necesarios para un trabajo más avanzado.
2
OBSERVA LO QUE HAY AHÍ
____________________________________________________________
¡Mira esto!
Tal vez ya has escuchado la historia del maestro de ciencias y su ansioso grupo de
estudiantes de primer año. Mostrándoles un matraz lleno de un líquido amarillento, el
maestro comenzó su primera clase diciendo: “La esencia del método científico, desde los
microscopios de electrones hasta el telescopio de Hubble, es la observación. Sin importar
qué herramientas inventemos, los sentidos humanos siguen siendo el conducto para toda
información. Además, aún nuestros sentidos humanos sin ayuda de instrumentos tienen una
enorme capacidad. Por ejemplo, aquí tenemos un frasco que contiene sudor de caballo;
vamos a ver qué podemos aprender de él. Por favor, hagan lo que yo haga.” Él profesor
entonces sumergió su dedo índice en el matraz, y se chupó el dedo. Desanimados, pero bajo
la influencia de la autoridad que tenían por delante, los alumnos sumisamente procedieron a
sumergir sus dedos índices en el frasco y a chuparlos. “¿Qué han aprendido de esto?”
Preguntó el profesor, explorando sus rostros sorprendidos. “¡Ya han descubierto la
importancia de la observación! Verán”, dijo él, mostrándoles sus dedos, “Yo me chupé mi
dedo anular.”
La capacidad fundamental para la interpretación bíblica, como para muchas cosas
en la vida, es la observación. Todas las demás habilidades dependen de ella. Tal como en la
vida, hay muchas cosas de la Biblia que no advertimos porque la examinamos precipitada y
descuidadamente. Miramos un árbol en otoño, resplandeciente de amarillo, naranja,
morado, y verde oscuro y decimos “¡Ay, qué bonito!”, sólo para luego voltearnos sin
haberlo visto realmente. El mensaje de la Biblia se nos escapa de la misma manera.
Leemos apresuradamente, quizás pensando, ya sé lo que este pasaje dice y significa. Sin
esperar ver algo que nos afecte, miramos los textos fijándonos únicamente en lo que ya
sabemos de antemano o lo que alguien alguna vez nos dijo que debíamos ver. Así, la
belleza y sutileza de la Biblia pasan inadvertidas.1
Los niños pueden enseñar a los adultos en este respecto. Ellos ven el mundo como
es y no como alguien les ha dicho que debe ser. Una tarde de invierno, salí a caminar en la
nieve con mi hija mayor, que entonces tenía tres años y medio. Conforme el sol se ponía,
las sombras comenzaron a posarse en el suelo. “¿De qué color es la nieve, Abigail?” le
pregunté. Un adulto respondería, “blanca.” Pero mi pequeña niña miró a la nieve bajo las
sombras y la luz lánguida, y replicó lenta pero deliberadamente “Azul. La nieve es azul.”
Le contesté, “¿Nada más? ¿No es la nieve de algún otro color?” Ella volvió a mirar y
respondió observante, “Es gris, la nieve es gris – y también un poco morada.”
De la misma manera, nosotros necesitamos aprender a describir lo que realmente
vemos cuando leemos la Biblia, y no simplemente lo que alguien nos dijo alguna vez qué
debíamos ver.
Principio 1: Cuidado con las ideas preconcebidas. Observa lo que los textos
bíblicos realmente dicen.
Por ejemplo, observa el relato de las preguntas de Juan el Bautista con
respecto a la identidad de Jesús como el Mesías. Jesús ya estaba sufriendo oposición
de líderes Judíos cuando los discípulos de Juan se acercan.
“Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a
enseñar y a predicar en las ciudades de ellos. Al oír Juan en la cárcel los hechos de
Cristo, le envió dos de sus discípulos a preguntarle: ‘¿Eres tú aquel que había de
venir o esperaremos a otro?’ Respondiendo Jesús, les dijo: ‘Id y haced saber a Juan
las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados,
los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el
evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí’” (Mateo 11:1-6).
Dado que Juan fue el primero en testificar que Jesús era verdaderamente “el que
había de venir,” la gente frecuentemente se extraña de la pregunta de Juan. ¿Cómo podía
ahora tener dudas el profeta que preparó el camino del Señor, el que presentó a Jesús como
el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo? Él bautizó a Jesús, y confesó que Jesús
era totalmente limpio de pecado, vio a los cielos abrirse, y miró cómo el Espíritu descendió
sobre Él en forma de paloma, mientras oyó al Padre decir, “Tu eres mi Hijo amado; en ti
tengo complacencia” (Lucas 3:22). ¡Y ahora ni siquiera está seguro si Jesús es el Cristo!
En la iglesia primitiva, así como en la era de la Reforma, muchos comentaristas
negaron que Juan haya preguntado genuinamente, aduciendo que el profeta no podía haber
vacilado tanto. En lugar de esto, ellos sugirieron que Juan realmente preguntó para
beneficio de sus discípulos. Quería que ellos oyeran la respuesta de Jesús, aunque él mismo
no tenía ninguna duda.2 Nuestro primer principio nos pide que tengamos precaución al
ignorar la pregunta de Juan con base en una interpretación tradicional. Observamos que el
texto describe a Juan haciendo una pregunta, algo que no debemos pasar por alto. Pero,
¿qué debemos pensar de la interpretación tradicional? Nuestro segundo principio guía nos
ayuda a responder esa pregunta.
¿Era genuina la pregunta de Juan o no? Primero podemos observar que Jesús se
tomó la pregunta en serio, tal como fue preguntada (11:4). Cuando Jesús responde, no
simplemente informa a los discípulos de Juan, sino que les da instrucciones para que lleven
su respuesta a Juan. Segundo, el texto nunca insinúa que Juan no estuviera siendo sincero, y
nosotros como lectores, debemos esperar de Mateo alguna indicación si es que Juan carecía
de dudas genuinas.
Alguien podría objetar, “No hace mucha diferencia para nosotros el que Juan haya
dudado verdaderamente o no. De cualquier forma, el pasaje nos enseña lo mismo: Jesús es
el Cristo, como ha sido comprobado por el cumplimiento de las profecías mesiánicas.”
Este comentario es sólo una media verdad como teología; la cristología del pasaje es la
misma de cualquier forma. Pero está completamente errado como una aproximación a la
Biblia. Si Juan realmente titubeó, el texto implica que casi cualquier persona puede tener
dudas. Observa también la respuesta de Jesús a los mensajeros de Juan. A pesar de que Juan
debería haber sabido la respuesta, Jesús honró su pregunta al contestarla, alabando entonces
a Juan por su servicio valiente y estratégico. Estos puntos pueden ayudar a aquellos que
dudan a poner sus problemas en la perspectiva adecuada, pero si vemos este episodio como
una farsa interpretada únicamente para beneficio de los discípulos de Juan, habremos
pasado por alto estas enseñanzas.
El rol de la teología
Nuestra breve mirada a las preguntas de Juan nos recuerda que no debemos permitir
que las preferencias teológicas influyan negativamente sobre la forma en que leemos la
Biblia. Debemos admitir que Juan tenía dudas, aún si eso lo hace ver mal. Si sus dudas
muestran que el líder más valiente puede titubear, entonces que así sea. Es más, debemos
incorporar esta lección a nuestra teología de la fe y liderazgo, aún si al principio la
encontramos algo incómoda. De igual manera, tampoco debemos atrevernos a decir que
Juan realmente dudó solo porque nos gusta la teología de la duda que esto implica.
Si ya “sabemos” lo que un pasaje debe decir, y permitimos que eso anule nuestras
observaciones, ¿cómo podemos aprender entonces lo que realmente dice? Si estamos
demasiado comprometidos con alguna teología en particular, será imposible corregir
cualquier defecto en el sistema. Así se vuelve cada vez más difícil aprender algo nuevo. Si
nos negamos a permitir que la Biblia hable por sí misma, al final nuestro sistema teológico
puede convertirse en una tradición cuya autoridad reemplaza a la de la Biblia misma.
Desde luego, debemos escuchar a los teólogos del pasado. Actuar como si nosotros
fuésemos los primeros lectores perspicaces e imparciales de las Escrituras sería
absolutamente arrogante. Aún si nuestros anteriores maestros cometieron errores o
percibieron solo parte de la verdad, ellos tenían una enorme sabiduría, o cuando menos,
razones interesantes para las interpretaciones que quizás rechacemos. Desafortunadamente,
para cuando la sabiduría de nuestros antiguos maestros llega al cristiano promedio, ésta ya
ha sido domesticada, sistematizada, y simplificada. Y puede parecer anticuada si trata los
temas controversiales de una generación distante. Por lo tanto, aunque respetamos a los
eruditos del pasado, nada puede sustituir a la interpretación fresca de la Biblia de cada
cristiano en cada generación. Cada generación debe observar el texto de la Palabra de Dios,
aprendiendo a escuchar todo lo que éste responda a las preguntas de su época.
La importancia de los detalles
Principio 4: Toma nota de cualquier detalle que, por alguna razón, sea
especialmente llamativo.
Pon atención a todos los detalles inesperados. Fíjate en cualquier detalle que a
primera vista parezca irrelevante. Recuerda cualquier cosa que revele los motivos y
sentimientos de la gente. Observa las frases idiomáticas, palabras inusuales, y formas
gramaticales, como los pronombres y las conjugaciones verbales. Date el tiempo para
considerar la importancia de los detalles.
Un dramaturgo dijo una vez que si un personaje pone una pistola sobre la mesa en el
primer acto, mas vale que alguien la use antes del final del último acto. Por ejemplo, el
héroe ficticio Indiana Jones tiene un padre excéntrico que en las primeras escenas de la
película Indiana Jones y la última cruzada, carga una sombrilla con un ademán peculiar.
¿Por qué aparece la sombrilla en la película? ¿Estará allí meramente porque las sombrillas y
bastones muestran excentricidad? Finalmente lo descubrimos cuando Indiana y su padre
caminan en la playa, considerándose a salvo de los malvados que los persiguen. De repente,
un aeroplano de ataque, listo para disparar, apunta a Indiana y a su padre, mientras ellos
permanecen de pie, indefensos en playa abierta. Pero en lugar de salir huyendo, cuando el
padre de Indiana ve el aeroplano, camina directamente hacia una bandada cercana de
pelícanos, abriendo y cerrando rápidamente su sombrilla. Asustadas, las aves se levantan, y
vuelan directamente en dirección al aeroplano, dañando su motor hasta que se estrella.
Ahora sabemos por qué el dramaturgo hizo que el padre cargara su sombrilla.
De la misma manera, los detalles bíblicos frecuentemente reaparecen algún tiempo
después de que los vemos por primera vez.3 Por supuesto, la Biblia escatima detalles más
que el drama moderno, que usa muchos detalles simplemente para rellenar una historia. La
Biblia registra menos detalles, pero usualmente éstos hacen la diferencia antes de que la
historia termine.4 Tomemos el cabello como ejemplo. La Biblia raramente describe el
cabello de sus personajes, así que es fácil recordar las pocas ocasiones en las que lo hace:
Esaú era un hombre velludo; Sansón tenía cabello largo, y después nada de cabello;
Absalón tenía cabello largo y grueso; Eliseo era calvo. En Daniel leemos acerca del cabello
que no se quemó de Sadrac, Mesac, y Abed-nego, y del cabello largo de Nabucodonosor
(Daniel 3 y 4). En Lucas conocemos a una mujer que lavó los pies de Jesús con su cabello.
Ninguno de estos detalles acerca del cabello carece de importancia, pero sólo en
unos pocos casos el cabello desempeña un papel crucial. La belleza del cabello de Absalón
es esencial en su historia. Contribuye a su complejo de superioridad, y posiblemente a su
rebelión contra su padre David. Entonces, cuando sus fuerzas pelean contra las de David, su
cabello contribuye a su derrota. Al huir sobre su mula, después de que su ejército pierde
una batalla esencial, su cabello flotante se enreda en las ramas de un árbol, y él queda
colgado, sin poder liberarse. Finalmente, los hombres de David lo encuentran, y Joab, el
general de David, lo mata. La rebelión de Sansón también gira alrededor de su cabello.
Cuando permite que Dalila se lo corte, él esta rechazando a Dios, sus votos, y su función
como juez. Más tarde, el regreso de su cabello es parte de su arrepentimiento y su
vindicación.
A veces, los detalles acerca del cabello simplemente completan una escena. Por
ejemplo, ya que Esaú era un hombre velludo, su hermano Jacob tuvo que cubrir su propia
piel cuando entró a robar la bendición de su padre ciego, para que Isaac no lo descubriera al
tocarlo. Ese pequeño engaño añade a la imagen de Jacob de mentiroso calculador. El
cabello también muestra el pecado de Isaac. Isaac comenzó rechazando el decreto de Dios
de que Jacob debía ser el líder. Él acabó con sus cinco sentidos deteriorados mientras
trataba de tomar decisiones espirituales por medios naturales: ojos ciegos, oídos que no
podían distinguir voces, narices oliendo las ropas de Esaú, dedos que intentaban palpar sus
vellos, y la decisión final tomada sobre la base de su gusto.5
Ocasionalmente, podemos lograr que una narrativa bíblica tenga sentido únicamente
a través de los detalles. Un episodio así es el que marcó el principio de la carrera profética
de Eliseo. Poco después de que Elías ascendió al cielo, dejando atrás su manto, Eliseo hizo
un milagro “sanando” las aguas de Jericó. Luego leemos:
“Después Eliseo salió de allí hacia Betel; y subiendo por el camino, salieron unos
muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡Calvo, sube!
Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos
osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos. De allí fue al
monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.” (2 Reyes 2:23-25).
¿Cómo pueden los detalles ayudarnos a comprender un pasaje inquietante que a
primera vista parece mostrar a un profeta enfadado que usa su poder para infligir un castigo
desproporcionado a unos jóvenes malcriados? Primero, observamos la escena. Eliseo iba
camino a Betel. Betel era una de las dos ciudades en donde Jeroboam I, el primer rey del
reino del norte, estableció centros de adoración para evitar que su gente fuese a adorar a
Jerusalén. La gente supuestamente adoraba al Señor, pero lo hacía frente a altares de
becerros de oro bajo supervisión de sacerdotes ilegítimos. La ciudad rápidamente cayó en la
idolatría y el paganismo. Peor aún, después de varias generaciones, los sacerdotes de Betel
consideraban el templo de ese lugar como el “santuario del rey y el templo del reino”
(Amós 7:13). El rey esperaba mensajes agradables y pagaba a los sacerdotes para que así
fuera (1 Reyes 22; Amos 7:10-17). Los mensajes proféticos de Elías, sin embargo, habían
sido una piedra en el zapato de los reyes del norte. Ellos comenzaron a verlo como enemigo
(1 Reyes 18:17) y todos consideraban a Eliseo su sucesor (2 Reyes 2:15,19). Así que,
cuando leemos que los jóvenes de Betel se mofaban de Eliseo, dudamos que haya sido una
simple burla hacia un hombre calvo.
En segundo lugar, necesitamos investigar la burla de los muchachos, “¡Calvo,
sube!” Eliseo era un hombre joven en ese tiempo, y, a juzgar por representaciones que han
sobrevivido del antiguo Cercano Oriente, la calvicie era rara en hombres jóvenes. Más aun,
dado que los viajeros usualmente cubrían sus cabezas, los muchachos no podían haber visto
que Eliseo era calvo. Los jóvenes sabían (o pensaban que sabían) que él era calvo por otras
razones. Quizás reconocieron a Eliseo y sabían que, de hecho, era calvo. También puede
que sus ropas hayan señalado que era profeta.6 Los profetas de muchas religiones orientales
antiguas rasuraban sus cabezas, como lo hacen algunos monjes hoy en día.7 La religión en
Betel era ecléctica, y como los muchachos habían crecido cerca de profetas, probablemente
habían visto a muchos que eran calvos. Así que, ya sea que Eliseo realmente fuera calvo o
no, los jóvenes se burlaron de él y del Dios que representaba.8
En tercer lugar, las palabras usadas en la burla indican que los jóvenes se mofaban
de Eliseo por su papel como profeta de Dios. Ellos decían “Sube,” no “Fuera” o “Vete.”
Asumiendo que ellos reconocieron a Eliseo, la burla “¡Sube!” lo urgía a imitar la reciente
“subida” de Elías. Por lo tanto, los detalles de esta historia explican por qué el profeta pidió
que bajara juicio sobre la pandilla. Eliseo no era un profeta malvado dando rienda suelta a
su poder en contra de niños bromistas. Más bien, idólatras de una ciudad rebelde se
mofaban del profeta del Señor, y el Señor mandó juicio sobre ellos y sus familias.
Raramente los detalles desempeñarán un papel tan vital como sucede en la historia
de Eliseo. Más a menudo ellos enriquecen nuestra apreciación de un texto que ya
comprendemos. Por ejemplo, considera la conocida parábola del hijo pródigo (Lucas 15).
¿Qué tan miserable es el hijo pródigo antes de regresar a casa de su padre? Cada detalle
responde esa pregunta. Ha tomado una de las ocupaciones más bajas ante los ojos de los
judíos: cuidar rebaños. Peor aún, él cuida cerdos ―animales impuros. Es más, su agonía se
hace más clara cuando observamos la conjugación del verbo en el versículo 16: “Y deseaba
llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba”9. Él deseaba
la comida de los puercos, pero, como indica la forma verbal, nunca logra entregarse a ello.
Ahí lo tienen, desgarrado entre un hambre terrible y el deseo de conservar una pizca de
dignidad.
Cuando el hijo prodigo regresa a casa, varios detalles culturales ayudan a describir
la bienvenida del padre (15:22). Por ejemplo, él ordena que alguien ponga sandalias en sus
pies, ya que los esclavos en los tiempos de Jesús regularmente andaban descalzos, pero los
hijos vestían sandalias. Esta acción, junto con darle una túnica y un anillo, muestra que el
padre hace caso omiso de la petición de su hijo de ser un siervo, y lo restituye como hijo.
Finalmente, los pronombres y otras palabras en el diálogo entre el padre y el hijo
mayor profundizan nuestro entendimiento de la segunda fase crucial de la parábola. Nota
los pronombres de escarnio en las protestas del hijo mayor hacia la bienvenida del pródigo
por parte del padre: “Pero cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tus bienes con
rameras, [tú] has hecho matar para él el becerro gordo.” (v.30). El padre responde, “Hijo, tú
siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y
regocijarnos” (v.31, 32a). “Hijo” o “Hijo mío” (NVI) es una forma cálida e interesada de
referirse a él, en contraste con las palabras frías del hijo enojado. Entonces, al decir “era
necesario hacer fiesta y regocijarnos” en lugar de decir “regocijarme”, el padre
amorosamente invita a su hijo a unirse a la celebración.*
Los pronombres también ayudan a interpretar el encuentro entre Samuel y Saúl en 1
Samuel 15. Después de que Saúl vence a los Amalecitas siguiendo órdenes de Samuel,
¿habla honestamente al informar que únicamente guardó lo mejor de los rebaños
Amalecitas para ofrecerlos como sacrificio? Nota que hay tres pronombres importantes en
la autodefensa de Saúl, en el versículo 15: “Y Saúl respondió: De Amalec los han traído;
porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová
tu Dios, pero lo demás lo destruimos.” Primero, Saúl intenta culpar a su pueblo –“(ellos)
los han traído” – a pesar de que la decisión fue suya (véase v.9). En segundo lugar, trata de
apropiarse el crédito de lo que fue hecho correctamente al decir: “pero lo demás (nosotros)
lo destruimos.” Finalmente, Saúl hace obvia su propia deslealtad cuando dice que es su
intención ofrecer sacrificios a “Jehová tu Dios,” en lugar de decir “mi Dios” o “nuestro
Dios.”10
A propósito, yo aprendí a poner mucha atención a los pronombres cuando era
pastor. Sabía que los visitantes habían tomado la decisión de unirse a nuestra iglesia,
cuando menos informalmente, cuando dejaban de decir “tu” o “su iglesia” y comenzaban a
decir “nuestra iglesia.” Y, al dar consejería familiar, me estremecía al oír que alguno de los
cónyuges se refiriera a los niños como “tuyos” en lugar de “nuestros.”
Los detalles también arrojan luz sobre 2 Samuel 9, un capítulo que describe la
relación entre David y Mefiboset, el hijo de Jonatán, amigo de David. Este episodio
muestra que el peso de los detalles varía. Podemos distinguir entre detalles que podríamos
llamar esenciales, accidentales, y capciosos. Un detalle es esencial si es difícil que la
historia se sostenga por ella misma sin él. Detalles accidentales son aquellos que juegan un
papel mínimo o nulo en un texto. Los detalles capciosos puede que sean o no importantes.
Por favor, lee 2 Samuel 9 antes de proseguir y anota los detalles que parezcan esenciales o
accidentales.
Nota de la traductora:
*
En la versión Reina Valera 1960 es aún más evidente el uso de pronombres al final del versículo 32. En éste,
el padre responde al hijo mayor, quien se ha referido al pródigo como “tu hijo”, diciendo “porque este tu
hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”
El linaje de Mefiboset es un detalle esencial. Si no sabemos que Mefiboset es hijo
de Jonatán y nieto de Saúl, la historia tiene escaso impacto. David se interesó en este
hombre precisamente por su linaje. Su bondad es sorprendente, porque Mefiboset, como
heredero potencial al trono de Saúl, pudo haber sido usado en contra de David por alguno
de sus rivales. La bondad de David también muestra su fidelidad a la promesa que había
hecho mucho tiempo antes a Jonatán, el padre de Mefiboset. El juró que mostraría
misericordia a los hijos de Jonatán, aun si esto le fuera inconveniente (1 Samuel 20), y
ahora lo está cumpliendo. El siervo Siba también es esencial ya que su servicio constituye
parte del honor dado a Mefiboset.
Lodebar es un detalle accidental. La localización de Mefiboset en Lodebar no ayuda
a que avance la historia. Lodebar no tenía ningún papel especial durante el tiempo de Saúl,
ni ninguna importancia simbólica. La referencia a este lugar simplemente da información,
pero no conlleva ningún significado especial.
Los hijos de Siba y el hecho de que Mefiboset estuviera tullido son capciosos. Estos
detalles son “pistolas sobre la mesa,” aparentemente sin sentido, pero intrigantes
precisamente por esa misma razón. Si Siba tenía quince hijos y veinte siervos (v. 10),
quiere decir que era un hombre prominente. Si David hizo que este hombre prominente
fuera el sirviente personal de Mefiboset, entonces David estaba estableciendo a Mefiboset
de por vida. Así que la magnitud de la generosidad de David crece. En segundo lugar,
Mefiboset estaba lisiado de ambos pies. Los inválidos no podían hacer gran cosa en
aquellos días. Las prótesis eran desconocidas y los trabajos “detrás de un escritorio” eran
muy inusuales. Ya que un lisiado era tal carga, la generosidad de David crece nuevamente.
Al ser tomados juntos, los detalles elevan los hechos de David del ámbito de la generosidad
rutinaria al del sacrificio, lealtad, y piedad. En cierta forma dicen más acerca de él que sus
conquistas militares.
Puede que algunos lectores se inquieten con la sugerencia de que categoricemos
detalles como esenciales y accidentales, como significativos o insignificantes. Ciertamente
existe una buena razón para esta inquietud. Para que el proceso de observación sea muy
fructífero, necesitamos dejar de analizar el método de observación y empezar a hablar de la
actitud del observador, que es el tema de la siguiente sección.
Observaciones y observadores
Como vimos en el capítulo 1, los intérpretes necesitan acercarse al texto bíblico con
fe y humildad. Esa fe puede disminuir conforme comenzamos a ver el texto como un mero
artefacto; un objeto a ser sometido a escrutinio por un ojo crítico e indiferente. La fe se
puede desvanecer conforme adquirimos larguísimas listas de cosas que analizar. Esas listas
son una parte indispensable de la educación teológica. Así como los oradores preparados no
pueden evitar notar el fraseo, ademanes, modulación vocal, cadencia, y estructura en cada
discurso o plática que escuchan, asimismo los intérpretes instruidos no pueden evitar notar
ciertas cosas en un texto. Mientras mayor sea la instrucción, más difícil es regresar a una
simple lectura devocional de la Palabra. La persona enteramente preparada ha perdido su
ingenuidad.
Para beneficio de la familia de la fe, algunos intérpretes capacitados – eruditos,
pastores, y teólogos laicos—tienen que renunciar a los placeres de escuchar pasivamente.
Estos intérpretes deben adquirir capacidades analíticas, ya que una enseñanza efectiva no
resulta de ninguna otra manera. La iglesia necesita expertos, gente que haya adquirido el
conocimiento y métodos para entender la Biblia más profundamente. Dichos líderes son los
que enseñan a la iglesia, aplicando las verdades históricas de la fe a las situaciones actuales.
Ellos detectan y resisten la invasión del espíritu del siglo en el pensamiento y vida de la
iglesia. Pero el precio de su servicio es la pérdida de la ingenuidad, el fin de la lectura
casual.11
Nada conseguimos con negar esta dificultad. Pero tenemos que estar en guardia
contra la apatía o arrogancia. Mientras los desarrollados métodos analíticos pueden
profundizar nuestra fe al mismo tiempo que profundizan nuestro entendimiento, el peligro
está en que ellos también pueden aniquilar nuestra piedad. Con el incremento de las
capacidades analíticas, algunos intérpretes se resisten a someterse a la autoridad de un texto
y comienzan a pararse sobre él como analistas críticos.
La humildad nos enseña a admitir los límites de nuestra percepción. Siempre
pasaremos por alto gran parte del mensaje de un texto porque nuestra habilidad para
observar está limitada por nuestra cultura y tradiciones.
Nuestra cultura, en primer lugar, dirige nuestra atención implícitamente hacia
algunos aspectos de un texto y la aleja de otros. Con facilidad podemos ignorar las cosas
más comunes, los puntos en los que todos están de acuerdo.12 Pero es difícil observar las
cosas que están “siempre frente a nuestros ojos.” Como vimos en el capítulo anterior,
nosotros asumimos que las mujeres pueden ser educadas, por lo tanto, apenas y nos
percatamos cuando los Evangelios muestran a Jesús hablando con mujeres. Pero un lector
del siglo I estaría asombrado de oír a Jesús decirle a Marta que María había escogido la
mejor parte al dejar la cocina para sentarse a sus pies (Lucas 10:38-42). Asimismo, cuando
una mujer clama a Jesús diciendo “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que
mamaste” (11:27), sus palabras reflejan la noción de que las mujeres encontraban grandeza
o bendición en casarse con un gran hombre o en tener un gran hijo. Ella estaba elogiando a
Jesús al alabar a su madre. Pero Jesús responde que las mujeres pueden tener bendición por
derecho propio al decir “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la
guardan.” (v.28). Nuevamente, la mayoría de los occidentales nunca notan cuán radical es
este diálogo, ya que actualmente ésta es la perspectiva común. Las cosas más importantes
pueden estar escondidas porque son simples y familiares para nosotros.13
Nuestras tradiciones también limitan nuestra percepción. Al hablar de tradiciones
me refiero a las presuposiciones o creencias fundamentales que usamos para categorizar y
analizar ideas. Las tradiciones teológicas lo hacen, lo mismo que una más amplia
mentalidad occidental que incluye ideas acerca de la naturaleza humana, la propiedad, la
buena vida, lo que cuenta como evidencia, etcétera. La mente humana no puede operar en
lo abstracto, sin tradiciones o presuposiciones. Por lo tanto, traemos ciertos compromisos y
preconcepciones a cada texto que leemos.
Dichos compromisos nos llevan a realizar juicios respecto a los textos antes de que
todos los elementos que determinan el caso hayan sido dados. Ellos limitan nuestra
capacidad de escuchar un texto. Nos llevan a hacer predicciones o proyecciones
preliminares sobre lo que un texto dice. Estos prejuicios pueden ser verdaderos o falsos. En
última instancia, no causan daño si nos mantenemos dispuestos a revisarlos, de tal manera
que el texto pueda seguir cautivándonos y asombrándonos. Las tradiciones no son enemigas
de la mente. Son parte de nosotros y pensamos el interior de ellas. Pero debemos estar
conscientes de nuestros prejuicios y examinarlos para descubrir su veracidad; debemos
tener cuidado de la tiranía de las presuposiciones escondidas.14
Las tradiciones pueden servirnos para bien o para mal. Positivamente, son anclas
mentales que impiden que seamos llevados de aquí para allá por la ráfaga de cada idea
nueva. Ellas nos proporcionan herramientas mentales, incluyendo una terminología que nos
permite observar, etiquetar, y recordar cosas. Negativamente, las tradiciones son peligrosas
si nosotros (1) rechazamos inmediatamente cualquier cosa que parezca contradecirlas, (2)
reinterpretamos rápidamente las nuevas ideas para hacer que concuerden con nuestras
tradiciones, (3) o estamos tan sumergidos en nuestras tradiciones que no las podemos ver.
No podemos despojarnos de nuestra cultura y tradiciones como si fueran un viejo abrigo, ni
debemos como cristianos intentar hacerlo. Pero sí debemos filtrarlas, “distinguiendo entre
prejuicios verdaderos, a través de los cuales entendemos, y falsos, a través de los cuales
malinterpretamos.”15
Las tradiciones y culturas son como microscopios. Un microscopio es muy eficaz
para ver objetos pequeños cercanos, pero al ver a través de un microscopio estamos
eliminando, al menos momentáneamente, cualquier otra forma de ver las cosas. Un ejemplo
asombroso de esto aparece en un relato escrito por una mujer estadounidense del siglo XVII
acerca de su captura por parte de los indios Pequot. Al describir su encuentro con Felipe, el
jefe indio que estaba dirigiendo devastadores ataques contra las colonias inglesas, ella no
relata nada de interés estratégico para la guerra, como la fuerza de sus ejércitos o la
localización de su campamento; y casi nada que le interesaría a un antropólogo o a un
historiador hoy en día, como sus creencias, ecología, o la estructura social de su tribu. En
lugar de eso, el informe de esta mujer se concentra casi exclusivamente en la invitación del
jefe a fumar tabaco con él, hábito que ella una vez había tenido, después había rechazado, y
durante ese tiempo lo desaprobaba fuertemente. ¿Por qué explotar escribiendo acerca de
las maldades del tabaco? Porque fumar era un tema moral que había sido debatido
acaloradamente dentro de su tradición Puritana. Su tradición le enseñó a ver el tabaco, pero
no cuestiones ecológicas o militares.16
Podemos menear la cabeza ante la forma en que el poder de la tradición puede cegar
a alguien, pero nosotros también estaremos ciegos a menos que nos esforcemos por
expandir nuestros horizontes. La meta de la observación consiste en superar nuestros
puntos ciegos tanto como nos sea posible. A continuación presentamos algunas
sugerencias:
1. Recuerda la distancia entre tu cultura y las culturas bíblicas. Existe continuidad
y discontinuidad entre ellas. Aprende tanto como puedas acerca de los tiempos
bíblicos, para que no vayas a introducir ingenuamente formas occidentales en el
mundo bíblico, o asumir perezosamente que “todo era diferente en aquellos
tiempos”.
2. Trata de entender a los escritores bíblicos en sus propios términos. Entra en su
cultura, su forma de pensar, su tradición. Únete al mundo de la Biblia lo mejor
que puedas.
3. Mira más allá de la comodidad de lo que conoces con certeza ―las cosas que
repites una y otra vez― para que puedas expandir tu rango de visión. El
objetivo no es abandonar tu tradición, sino más bien dejarla crecer conforme ella
se encuentra con nuevas ideas, aceptando algunas y desarrollando una respuesta
para otras.17
Conclusión
Ejercicios
Antes de leer el siguiente capítulo, observa los detalles en los siguientes pasajes. Cada uno
tiene detalles importantes; ve si puedes observarlos y entonces determina cómo te pueden
ayudar a entender el texto.
____________________
Notas
1
Las clases sobre los idiomas bíblicos prueban este hecho una y otra vez. Mientras los estudiantes se
esfuerzan por obtener el sentido de cada palabra en un versículo en griego o hebreo, se ven forzados a ir más
despacio y a fijarse en todo. A menudo dicen, “este enunciado es sorprendente. ¿Porqué ninguna de las
traducciones expresan lo que acabamos de ver?” Luego buscamos la forma en que las Biblias en nuestro
idioma traducen el versículo y encontramos que sí expresan el nuevo matiz que acabamos de descubrir. Los
estudiantes simplemente han estado leyendo en su propia lengua tan rápidamente y sin cuidado que nunca se
habían percatado de ello.
2
Para una lista de nuestros padres de la iglesia que han tenido este punto de vista, vea Ante-Nicene Fathers,
ed. Alexander Roberts y James Donaldson, 10 vols. (Grand Rapids: Eerdmans, 1985-87), 3:375, nota 15.
3
Sorprendentemente, la sombrilla simplemente desaparece (no la tiran, ni es robada o perdida de ninguna otra
manera) después de que juega su papel en la escena de la playa.
4
Leland Ryken, Words of Delight (Grand Rapids:Baker, 1987), 75ss.; Robert Alter, The Art of Biblical
Narrative (New York: Basic Books, 1981), 114-30, esp. 126; Meir Sternberg, Poetics of Biblical Narrative:
Ideological Literature and the Drama of Reading (Bloomington:Indiana University Press, 1985), 331-37,
passim. Para un ejemplo del uso de los detalles para ayudar a la interpretación, ver Bruce Waltke, “Cain and
His Offering,” Westminster Theological Journal 48 (Fall 1986): 363-72.
5
Derek Kidner, Genesis: An Introduction and Commentary (Downers Grove, Ill.; InterVarsity Press, 1967),
156. El cabello también tiene un papel menor en las historias de Daniel y Lucas.
6
Johannes Lindblom, Prophecy in Ancient Israel (Philadelphia: Muhlenberg Press, 1962), 66-67. Para el
mismo relato de los hechos, pero con un punto de vista de la historia muy diferente, ver John Gray, I and II
Kings: A Commentary, 2a ed. (Philadelphia: Westminster Press, 1964), 480.
7
William L. Reed, “Baldness,” en The Interpreters Dictionary of the Bible, ed. George Arthur Buttrick
(Nashville: Abingdon, 1962) 1:343-44.
8
El Antiguo Testamento prohibía rasurarse la cabeza, cuando menos a los sacerdotes (Levítico 21:5) y a las
personas de luto (Deut. 14:1), pero no a los profetas.
9
Mi traducción. Los tres verbos están en tiempo imperfecto en el griego, tiempo que se usa para una acción
continua o intentada en el pasado (entre otras cosas). La NASB y RSV, como de costumbre, se acercan más a
la traducción literal. La NVI, como frecuentemente lo hace, intercambia precisión por facilidad de lectura.
10
Robert Alter, The World of Biblical Literature (New York: Basic Books, 1992), 149-51.
11
Donald Carson describe este peligro, que él denomina “distanciamiento,” en Exegetical Fallacies (Grand
Rapids: Baker, 1984), 19-22, 129-30, 136-37.
12
Anthony Thistleton, The Two Horizons: New Testament Hermeneutics and Philosophical Description
(Grand Rapids: Eerdmans, 1980), 305-6, 371-72; Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, trad.
G.E.M. Anscombe (Oxford: Basil Blackwell, 1958), sec. 129, 109; Wittgenstein, Remarks on the Foundations
of Mathematics (Oxford: Basil Blackwell, 1964), 1, sec. 141 (p.43e).
13
Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, sec 129 (p. 50e), 66 (p.31e); Wittgenstein, Remarks on
the Foundations of Mathematics, 1, sec. 141 (p.43e).
14
Hans-Georg Gadamer, Truth and Method, trad. Garrett Barden y John Cuming, 2 a ed. (New York: Seabury
Press, 1965), 236-45.
15
Ibid., 263-66
16
Jane Tompkins, “Indians: Textualism, Morality, and the Problem of History,” Critical Inquiry 13 (1986):
111-13.
17
Gadamer, Truth and Method, 272-73.
3
EL CONTEXTO LITERARIO
____________________________________________________________
Ciertos cristianos se oponían a la radio en los comienzos de este medio. Ellos creían
que era satánica y encontraron un texto para apoyar su caso: “Satanás es el príncipe de la
potestad del aire.” Este tipo de abuso de la Biblia produce una fácil carcajada hoy en día.
Después de todo, cualquier maestro cristiano experimentado conoce el lema, “Texto sin
contexto es un pretexto.” Aun así, con frecuencia cometemos errores similares y tomamos
declaraciones bíblicas fuera de contexto en formas sutiles. ¿Por qué? En la práctica, toma
tiempo y esfuerzo el estudiar el contexto de un pasaje.
Aún si sabemos que el contexto es importante, quizás no sepamos cómo estudiarlo
efectivamente. Además, “contexto” significa cosas distintas para distintas personas.
Definiciones
Contexto Literario
Por ejemplo, lee Lucas 17:5. Tomada por sí sola, la petición de los apóstoles,
“Auméntanos la fe”, aparentemente es algo loable. Pero si leemos Lucas 17:1-10,
comenzaremos a dudar al respecto. En los versículos 3-4, Jesús pide a los discípulos que se
perdonen el uno al otro siete veces en un día, si es necesario. A la luz de esto, “Auméntanos
la fe” se vuelve ambiguo. Ellos podrían estar diciendo, “Danos más fe, para que te podamos
obedecer,” o quizás, “No podemos obedecerte a menos que nos des más fe.” La respuesta
de Jesús (vs. 6-10) muestra que son culpables de la segunda actitud. Cuando Jesús dice que
una semilla de mostaza de fe puede mover montañas, Él está insinuando que ya tienen
suficiente fe (v. 6). Después, Jesús cuenta una breve parábola acerca de un siervo
cumpliendo sus obligaciones (vs. 7-10). Esta historia implica que la acción de perdonar a
nuestros hermanos no es un servicio extraordinario – ni un gran acto de fe, sino
simplemente la obligación de un siervo (vs. 7-10).
Por lo tanto, el contexto demuestra que la petición, “Auméntanos la fe,” lejos de ser
loable, es más bien una excusa para la desobediencia. La aplicación cambia
significativamente una vez que entendemos el contexto. Aunque algunos textos sí nos
animan a orar y pedir fe, Lucas 17:5 no es uno de ellos. Más bien, nos exhorta a no
esconder nuestra desobediencia detrás de palabras piadosas.
Grupos de párrafos, o aun grupos de capítulos, pueden irse apoyando en otros. Por
ejemplo, supongamos que deseas estudiar el tema de premios y castigos. Mateo 19:28-30,
que promete recompensas y tronos a los discípulos, está en tu lista. ¿Cómo puede el
contexto dar luz a este pasaje? El contexto comienza con la historia del joven rico, que se
negó a vender sus posesiones y seguir a Jesús. Él se alejó de Jesús entristecido. Entonces,
Jesús comentó a sus discípulos, “Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que
entrar un rico en el reino de Dios” (v.24). Pedro respondió, “Nosotros lo hemos dejado
todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?” (v. 27). Pedro estaba diciendo que los
discípulos, a diferencia del joven rico, habían dejado todo para seguir a Jesús. Pedro está
pensando, “nosotros hemos entrado en el reino, y el rico que se negó a hacerlo será
castigado. Pero, ¿cuál es nuestra recompensa?”
Jesús le respondió a Pedro y describió las generosas recompensas que los discípulos
tendrían (19:28-29). Pero también los previno en contra de una mentalidad hambrienta de
recompensas. “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros,” dijo
enigmáticamente (v. 30). ¿Qué puede significar esto? Jesús se explica en el siguiente
capítulo, en la parábola de los obreros de la viña. En esa parábola, un terrateniente contrata
a varios grupos de obreros por día. Contrata a algunos por doce horas, por un sueldo de un
denario. Otros trabajan nueve horas, seis horas, o una hora, y el dueño promete pagarles lo
justo. Al final del día, aquellos que laboraron sólo una hora reciben un denario completo.
Por lo tanto, aquellos que trabajaron más tiempo a pleno sol empiezan a esperar que
recibirán más. Pero cuando reciben el mismo pago que los otros, comienzan a refunfuñar.
“¿Por qué se quejan?” les pregunta el terrateniente. “¿No les pagué lo que acordamos? ¿Por
qué deben envidiar mi generosidad hacia otros?” Jesús concluye repitiendo, “Así, los
primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas
pocos escogidos.” (20:16). Así, Jesús le advierte a Pedro ―y a todos los demás― que un
interés indebido hacia las recompensas puede causar que fijemos nuestros ojos en esa
recompensa, y apartemos nuestro corazón del dueño, y por lo tanto arriesguemos la
recompensa más alta de todas, el gozo en el Señor mismo.
El contexto de las enseñanzas de Jesús sobre las recompensas muestra, por lo tanto,
que si bien las preguntas acerca de las recompensas son naturales (19:16-26), y Dios sí
premia a su pueblo (19:28-29), un interés egoísta en esas recompensas puede causar un
alejamiento de Dios, quien es nuestra mayor recompensa. Cuando la madre de Santiago y
Juan aparece un poco después, pidiendo tronos para sus hijos (20:20-28), vemos que la
búsqueda de recompensas no muere tan fácilmente, y tiene una faceta fea e ignorante. Al
situar la enseñanza sobre las recompensas en este contexto, Mateo advierte a los discípulos
que no busquen recompensas, sino más bien sigan a Cristo, buscando servirle, aun si es a
un alto precio (20:26-28).2
Muchos pasajes abren o cierran con una gran verdad que el resto de la sección
desarrolla. A continuación se muestran algunos ejemplos; y aparecerán más de ellos en los
ejercicios para este capítulo.3
Génesis 1:1 dice, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Esto introduce y
resume la narrativa de la creación de Génesis 1 y 2.
Jueces 17:6 y 21:25, ambos dicen, “En aquellos días no había rey en Israel; cada
uno hacía lo que bien le parecía.” Estos versos introducen y explican los terribles hechos
descritos en Jueces de los capítulos 17 al 21.
1 Samuel 23:14b dice, “...y [a David] lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo
entregó en sus manos.” Esto resume la mayor parte de 1 Samuel 20-27, que relata el tiempo
en que huyó David de Saúl.
En Mateo 5:20, Jesús les dice a sus discípulos, “Porque os digo que si vuestra
justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los
cielos.” En Mateo 5:21 al 6:33, Jesús presenta sus estándares de justicia que sobrepasan
aquellos de los escribas y fariseos.
En Gálatas 1:11-12, Pablo niega que el evangelio que él predica haya sido inventado
o le fuera enseñado por hombres, “sino por revelación de Jesucristo.” El resto de Gálatas 1
y 2 describe lo que Pablo era antes de recibir el evangelio y cómo el evangelio lo cambió a
él y a sus relaciones con la iglesia.
Santiago 1:26-27 dice que la religión verdadera significa tener un firme control de la
lengua, tener cuidado de los huérfanos y viudas (el pobre y desvalido), y el guardarse de la
contaminación del mundo. Los capítulos 2, 3, y 4 desarrollan cada tema.
Pequeños episodios bíblicos pueden desconcertarnos hasta que los ubicamos dentro
de una unidad más grande. Por ejemplo, podemos preguntarnos: por qué 2 Samuel 9 nos
cuenta la historia de la bondad de David hacia Mefiboset (también discutida en el capítulo
anterior). ¿Es esto realmente una parte significativa del gobierno de David, comparado con
todas sus proezas militares y actos de fe? Sí lo es, si reconocemos que la totalidad de 2
Samuel 6-9 retrata el reino de David en su apogeo. Dios habita en el centro del reinado de
David (cap. 6). El reino es regalo y bendición de Dios, gobernado en última instancia por el
Mesías (cap. 7), y su rey disfruta la victoria sobre sus enemigos (cap. 8). La historia del
tratamiento generoso de David para con Mefiboset, por lo tanto, demuestra las cualidades
morales de su reino. Hay justicia y misericordia para el débil; el rey es fiel a su palabra y a
su pueblo. La historia, lamentablemente, también tiene algunos vínculos con la larga
sección del declive de David (caps. 11-20), ya que allí vemos cómo David rescinde
abruptamente de mucho de su favor hacia Mefiboset (caps. 16 y 19).
Ilustración del contexto
Notas de la traductora:
*
Aquí el autor se refiere específicamente a las traducciones hechas al idioma inglés. Pero también aplica a
algunas traducciones al idioma español.
**
La versión aquí mencionada es “The New American Standard Bible” (La Nueva Biblia Estándar
Americana). La versión Reina Valera 1960 también es una buena traducción literal al español. Ésta expresa en
participio la mayoría de los verbos del texto estudiado.
Conclusión
Este capítulo describe la primera de la serie de técnicas resumidas por el acrónimo
CAPTAR: Contexto, Análisis, Problemas, Temas, Aplicación, y Reflexión. El estudio del
contexto literario ilumina a un texto a través del examen de palabras, enunciados, párrafos,
y capítulos que rodean y explican un texto. Primero, se estudian los versículos que van
inmediatamente antes y después del texto. Luego se arroja una red más ancha, para ver de
qué manera el texto está inserto en una discusión más amplia, y para determinar de qué
forma el texto contribuye a esa discusión. El estudio del contexto literario es el primer y
quizás más importante método de todos. El contexto literario es distinto del contexto
histórico, el cual consideraremos en el capítulo 4.
Ejercicios
Los ejercicios de este capítulo brindan la oportunidad de practicar los seis principios para
examinar el contexto literario.
3. Intenta determinar por qué el texto está ubicado precisamente en donde está.
a. ¿De qué manera Génesis 6:1-8 forma un puente entre Génesis 5 y la narrativa del
diluvio?
b. ¿Por qué Romanos 4:1-8 sigue a Romanos 3? ¿De qué manera avanza en la
enseñanza iniciada en el capítulo 3?
c. Ejercicio desafío: ¿De qué manera Mateo 13:1-17 es una respuesta al 12:22-45?
____________________
Notas
1
Los lingüistas a veces denominan esto el “cotexto.” El cotexto es “las oraciones, párrafos y capítulos que
rodean al texto y están relacionados con él.” Ver Peter Cotterell y Max Turner, Linguistics and Biblical
Interpretation (Downers Grove, Ill.: Inter Varsity Press, 1989), 16. Al llamar “cotexto” a las palabras que
rodean un texto, se puede limitar el significado de “contexto” al escenario social e histórico de un pasaje. Si
bien este es un uso más preciso, el capítulo actual sigue el uso en boga.
2
La unidad estudiada abarca desde el 19:16 al 20:28, mostrando así que las divisiones de los capítulos a
menudo dividen las discusiones unificadas; ver el apéndice B, sobre cómo elegir un texto.
3
Para más información acerca del tema de la repetición de una frase al principio y final de un pasaje, ver la
discusión acerca de la inclusión en el apéndice B, sobre cómo elegir un texto.
4
El predominio de la palabra sabiduría en este pasaje es aun más sobresaliente si tomamos en cuenta que
Pablo aquí usa el término dieciséis veces, pero solo once veces más en el resto de sus escritos.
4
EL CONTEXTO HISTÓRICO
____________________________________________________________
El mundo bíblico
Este conocimiento ayuda a nuestro estudio de cada libro, aun si, como en el caso de
Josué, Samuel, Reyes, Crónicas, y Hebreos, nadie sabe quién los escribió o cuándo fueron
terminados.
Cómo aprender acerca de la Antigüedad
Si una sensibilidad general hacia los detalles de la cultura antigua fuera una moneda
de plata, entonces el conocimiento de las condiciones que impulsaron a los profetas y
apóstoles a escribir algún libro en particular sería la de oro. Aquí exploramos por qué los
autores dijeron lo que dijeron cuando lo hicieron. ¿Cuál era el tema del momento? ¿En
dónde clamaba la mente humana por la mente de Dios? ¿Dónde fue que el fuego de la
batalla espiritual se avivó? Aquí debemos preguntarnos, “¿qué fue lo que incitó a Moisés,
Jeremías, Pablo, o Lucas a escribir? ¿Qué esperaban conseguir?”
Por ejemplo, hace unos dos años decidí escribir un artículo sobre la planificación
familiar. Por varios años, había dado clases acerca del tema ocasional y casualmente. Pero
en un corto periodo de tiempo leí un par de libros gravemente equivocados y conocí a
varios matrimonios que estaban en fuerte desacuerdo conmigo en cuanto al asunto, en gran
medida porque habían leído uno de esos libros mal enfocados. Me pareció que alguien
debía hacer un análisis crítico de esos libros, y de pronto me encontré en la biblioteca frente
a la computadora, y allí emergió un artículo. De un modo relativamente análogo, muchos
de los libros de la Biblia fueron escritos cuando el Espíritu Santo usó las crisis locales para
inspirar a sus siervos a escribir.
Igualmente importante, aunque más difícil, es localizar a los primeros lectores del
libro y considerar de qué forma los impactó. ¿Cuáles eran sus necesidades, problemas, y
esperanzas? ¿Qué acontecimientos los atemorizaban o incitaban? Detrás de varios libros
del Nuevo Testamento se esconde la persecución. La lujuria constante del pueblo de Israel
hacia otros dioses estimuló la escritura de la mayor parte del Antiguo Testamento. Pero,
¿qué forma tomaron precisamente esas tentaciones, y qué otros asuntos aquejaban a Israel o
la iglesia?
1. De aceptación. Puede que los autores esperen que su audiencia acepte su mensaje sin
reservas. Sus libros nunca revelan que sus lectores puedan cuestionar o rechazar lo
que se escribe. En esta categoría podríamos pensar en Génesis, Jueces, Ruth, Salmos,
Proverbios, Mateo, Filipenses, 1ª. y 2ª. a Timoteo, Tito, 1ª. de Pedro, y 1ª. de Juan.
Sabemos que hay tensión cuando un autor tiene que defender su autoridad,
contestar preguntas desafiantes, o regañar fuertemente a su auditorio. Pero no todas las
preguntas significan rebelión. Tanto Romanos como Santiago responden a objeciones, pero
éstas son más teológicas que personales. Pablo y Santiago sabían que sus lectores podrían
vacilar en aceptar sus mensajes por razones espirituales o intelectuales. Su estatus como
portavoces de Dios no estaba en juego, pero sabían que tenían que atravesar ciertas
defensas. Algunos de sus oyentes eran personas apáticas que quizás asentían perezosamente
solo para luego despertar y hacer lo que les placiera.
En forma similar, reprimendas fuertes, por sí solas, sólo comprueban que los
lectores son culpables de pecado. En libros como Hebreos, Números, y partes de Isaías y
Ezequiel, los autores lanzan agudas reprimendas, pero todavía esperan que su pueblo
escuche con respeto. En Jeremías y Gálatas, sin embargo, el hombre de Dios tiene que
luchar simplemente para que le escuchen. Santiago tiene que reprenderlos, sin embargo,
frecuentemente habla con afecto a sus lectores. Los llama “amados hermanos míos”
(Santiago 1:16, 19; 2:5). Juan muchas veces se dirige a sus lectores como “amados,”
“hijitos míos,” y “hermanos míos.” Similarmente, Pablo llama a Timoteo “hijo amado” (2
Timoteo 1:2).
Ocasionalmente, podemos detectar cuánto espera el autor que sus lectores sepan.
Por ejemplo, Samuel y Reyes dan por sentado que sus lectores conocen la ley del Antiguo
Testamento, porque aluden a ella frecuentemente. Por ejemplo, la descripción del reinado
de Salomón en 1 Reyes 1:28-11:8 invita a la comparación con las leyes para los reyes de
Israel descritas en Deuteronomio 17. Pero Reyes no explicita detalladamente que Salomón
quebrantó todas las normas. El autor confiaba en que sus lectores lo verían por sí mismos.
Muchos dicen que Mateo escribió su evangelio para los judíos, Marcos para los
romanos y Juan para todos. Estas aseveraciones surgen tras leer los Evangelios y
preguntarse a qué tipo de audiencia le vendría mejor cada uno de ellos. Mateo cita las
Escrituras con frecuencia y rara vez explica costumbres judías, lo cual es apropiado para un
Evangelio escrito teniendo en mente a los judíos. Marcos rara vez cita las Escrituras y
explica las costumbres y palabras judías en términos familiares a los romanos. Juan rara vez
cita las Escrituras, pero esparce alusiones sutiles a las Escrituras y a las costumbres judías
por todo su evangelio. Esto sugiere que quiere llegar tanto a los gentiles sencillos como a
los judíos sofisticados.
Hasta ahora, hemos analizado la mente de autores y lectores. Esto nos dice la mayor
parte de lo que necesitamos saber para las Epístolas, los profetas y los libros sapienciales.
Nuestro tercer principio concierne a los escritos históricos.
Principio 3: En los libros históricos, necesitamos entender la cultura de la gente
que actuó en los dramas bíblicos.
Por ejemplo, Abraham y Elías no escribieron ninguna parte de la Biblia, pero para
poder sacar mayor provecho de Génesis o Reyes, necesitamos caminar unos cuantos
kilómetros en sus zapatos. Antes de que Abraham llegara a Palestina, por ejemplo, la Biblia
menciona que vivió en Ur y Harán. Ur era una ciudad grande y rica de la antigüedad, llena
de bibliotecas y casas elegantes de dos pisos (además de un sistema completamente
desarrollado de adoración a la luna).6 En contraste, en Palestina Abraham fue un nómada
que vivía en tiendas. Este contraste nos ayuda a apreciar el sacrificio que hizo Abraham
cuando siguió el llamado de Dios.
A muchos lectores del Nuevo Testamento encuentran les cuesta creer que Herodes
ordenara una matanza de todos los infantes de dos años o menos en Belén. ¿Qué rey
mataría a docenas o cientos de niños en su propio reino, a unos cuantos kilómetros de la
ciudad capital? Pero historiadores como Josefo nos aseguran, tristemente, que tal acción fue
completamente consistente con el carácter de Herodes. Herodes asesinó a su propia esposa
y a varios de sus hijos cuando sospechó que ellos conspiraban contra él. Era un hombre de
guerra y mató a muchos. De hecho, al final de su vida dio órdenes para que mataran a
cientos de líderes judíos en el día en que él muriera – ¡para asegurarse de que no tramaran
nada en contra de él y para que hubiera dolor en Israel en el día de su muerte!
Afortunadamente, los sucesores de Herodes ignoraron su decreto, pero esto muestra una
crueldad de carácter que es consistente con su matanza de los niños de Belén.7
Hay formas de descubrir los rasgos de los actores en las historias bíblicas. Primero,
lee el libro completo, anotando los nombres de los personajes y haciendo seis preguntas
básicas respecto a ellos ―¿quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo?― conforme lees.
Segundo, lee una introducción seria sobre tu libro, buscando respuestas a las mismas
preguntas.
¿Quién? ¿Quiénes son las personas y grupos mencionados en el libro? ¿Tienen una
historia? Considera a Jacob y Esaú, David y Saúl, los israelitas y los filisteos, Jesús y los
fariseos, Pablo y los judaizantes. Es útil enumerar a todos los individuos y grupos de mayor
importancia en un libro, y mejor aun hacer una lista de todos los personajes y grupos que
participan en un suceso (ver el capítulo siguiente para detalles).
¿Cuándo? ¿Cuándo se llevaron a cabo los sucesos descritos, y cuándo fue escrito el
libro? ¿Qué habían hecho Dios y su pueblo recientemente? ¿En qué lugar de la historia de
la redención cabe el suceso? ¿Cuánto sabía la gente respecto del camino de la salvación?
Recuerda cómo era la vida en esa etapa de la historia bíblica. Si el evento está escrito en el
Antiguo Testamento, ¿es la gente fiel o infiel, próspera u oprimida? Si el evento está en el
Nuevo Testamento, ¿sucede antes o después de la resurrección?
¿Dónde? ¿En qué tierra y cultura ocurrieron los sucesos? La mayoría de los eventos
en la Biblia tuvieron lugar en Palestina, pero la cultura cambió con el paso de los años.
Abraham viajó a través de Palestina como un nómada sencillo, cuando estaba ligeramente
poblada. Cuando Josué conquistó la misma tierra más de quinientos años después, ésta
sostenía una vida agrícola avanzada, aunque degradada. Jerusalén era una fortaleza rocosa y
aislada cuando David la capturó. La Jerusalén de Jesús se expandía desordenadamente y las
influencias greco-romanas se infiltraban por cada rincón. Por supuesto, cuando la acción se
desplaza a Babilonia o Roma, a Filipos o Antioquia de Siria, necesitamos asegurarnos de
que sabemos algo de aquellas tierras.
¿Qué? y ¿Por qué? ¿Qué quería enseñar el autor a su pueblo por medio de la
historia que relata? ¿Y por qué actuaron los personajes como lo hicieron? ¿Qué sabían o no
sabían? ¿Cuál es su historia? Estas preguntas nos ayudan a encontrar la perspectiva correcta
del libro y nos señalan hacia sus ideas principales.
Una vez más, después de que hayas leído el libro por ti mismo, buscando las
respuestas a las seis preguntas básicas, consulta un artículo en un diccionario o enciclopedia
bíblicos o incluso en una Biblia de estudio. Si has leído con cuidado, ellos confirmarán
muchas de tus ideas y añadirán algunos puntos que pasaste por alto. Si no tienes mucho
tiempo, simplemente puedes leer un libro de referencia, pero aprenderás mucho más si
haces tus propias indagaciones primero.
El estudio del contexto histórico nos recuerda que la Biblia fue escrita originalmente
para personas cuyo mundo difería mucho del nuestro. Nos recuerda que todo lo que la
Biblia nos dice, se lo dijo a ellos primero, así que la Palabra viene a nosotros casi por
segunda mano. El estudio del contexto histórico nos otorga acceso a mundos de
expresiones, costumbres y problemas misteriosos. También previene errores al recordarnos
que todo lo que significa la Biblia hoy, primero lo significó para otra persona. Así que un
texto no puede significar hoy lo que nunca significó a la audiencia original.8 Las
aplicaciones pueden cambiar, por supuesto. “No robarás” ahora incluye hornos de
microondas y programas computacionales. Pero cada principio que encontramos en la
Biblia debe ser uno que ellos pudieron haber encontrado primero.
Ahora volteemos la vista hacia algunas enseñanzas bíblicas que nos muestran cuán
valioso puede ser el conocimiento del contexto histórico.
Todo joven creyente aprende que somos salvos por fe, no por obras. Como dice
Pablo, “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de
Jesucristo… Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El
justo por la fe vivirá… Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras
de la ley” (Gal. 2:16; 3:11; Rom. 3:28). Los cristianos jóvenes que cuentan con guías
confiables aprenderán rápidamente que las obras justas sí tienen un lugar importante en la
vida redimida. Pero esta sencilla verdad no los preparará para cuando descubran lo que dice
Santiago sobre la fe y las obras.
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras? ¿Podrá la fe salvarle?9... ¿No fue justificado por las obras Abraham
nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la
fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?
Y se cumplió la escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado
por justicia… Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las
obras, y no solamente por la fe. Así mismo también Rahab la ramera, ¿no
fue justificada por las obras...? Porque como el cuerpo sin espíritu está
muerto, así también la fe sin obras está muerta (Santiago 2:14-16).
¡Esto suena muy diferente a la doctrina de Pablo de la justificación por fe! ¿Por qué
difieren tanto Santiago y Gálatas? ¿Están realmente enseñando cosas opuestas? Una
reconstrucción del contexto histórico resolverá nuestro problema.
¿A quiénes? ¿Cuándo? y ¿Dónde? Santiago dirigió su carta a “las doce tribus que
están en la dispersión.” La frase “doce tribus” sugiere que Santiago escribió para los judíos.
Cinco citas del Antiguo Testamento y numerosas alusiones adicionales a ello confirman
esta impresión. Sin embargo, Santiago también escribió para los cristianos, como podemos
ver por sus referencias a Cristo y sus enseñanzas. Las ilustraciones que utiliza Santiago
concuerdan con la vida en Palestina, así que podemos saber que su primera audiencia vivía
en Palestina. Por ejemplo, el labrador paciente de Santiago 5:7 espera por las lluvias
tempranas y tardías, un fenómeno climático limitado al extremo Este del Mediterráneo.11
La carta también menciona la pobreza repetidamente (1:9-11,27; 2:1-5, 14-16; 4:1-4, 13-
5:6) y los historiadores saben que la pobreza se había extendido por Palestina, sobre todo
entre los creyentes, en el siglo I. Santiago también describe a los pobres como obreros
contratados por día (5:3-4), como sucedía en Palestina, en vez de esclavos, como eran
muchos en el resto del imperio Romano.
Santiago les escribió a los cristianos judíos. Por siglos los judíos tendían a saber más
de lo que practicaban. Ellos se enorgullecían por su conocimiento de la doctrina ortodoxa.
A veces actuaban como si solo el conocimiento bastara, como si el saber lo correcto los
eximía del tener que hacerlo. (Ver Mateo 2:1-12 y 23:2. Los escribas le dijeron a Herodes y
a los magos dónde tenía que nacer el Cristo, pero nunca se unieron a ellos en su peregrinaje
para verlo.) Ésta es la preocupación central de Santiago. Él dice, “Pero sed hacedores de la
palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. ¿Quién es sabio y
entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia
mansedumbre… Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado (1:22; 3:13; 4:17).
¿Cómo? Algunos capítulos posteriores detallarán los métodos que los autores usan
para comunicarse efectivamente. Por ahora, basta con observar el tono de un libro y ver de
qué forma el escritor hace contacto con sus lectores. En Gálatas, Pablo recurre en parte a
los recuerdos compartidos de la cálida relación que alguna vez tuvo con los gálatas y del
gozo que ellos sintieron cuando recién fueron salvos. Santiago intenta sacudir a sus
lectores. Les hace preguntas provocativas: ¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe,
y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” No, la fe no puede salvar a alguien de esa forma,
sugiere Santiago.12 Tales comentarios probablemente aturdieron tanto a los lectores
tempranos de Santiago como a nosotros, y los animaron a examinarse a sí mismos, para ver
si su fe podía salvarlos.
Después de tomar en cuenta las diferencias entre las situaciones tratadas por Pablo y
Santiago, concluimos que los dos tomaron exactamente la misma posición en cuanto a la
relación entre la fe y las obras.
La siguiente tabla resume las principales alternativas: (La flecha significa
“produce(n)”).
Conclusión
1. Libros completos: Lee uno de los libros que más discutimos en éste capítulo,
Gálatas o Santiago, y añade lo que puedas conforme contestas las siguientes
preguntas.
a. ¿Quién escribió el libro? Describe el carácter e intereses del autor. ¿Quién lo
recibió? ¿Cuál era su relación con el autor?
b. ¿Cuáles son los temas principales del libro?
c. ¿Cuándo fue escrito? Olvídate de la fecha, más bien, intenta sentir el espíritu de
la época. Describe la cultura y la tierra de la audiencia.
d. ¿Qué quiso lograr Pablo o Santiago al escribir esta carta?
____________________
Notas
1
Ver Mishnah: A New Translation, trad. y ed. Jacob Neusner (New Haven: Yale University Press, 1988),
passim. Ver, por ejemplo, 1050-53 (Tohorot 7: 1-8:3) La Mishna es una compilación de las creencias y
costumbres de los rabinos judíos. Las tradiciones escritas en ella datan de tiempos más lejanos, pero
probablemente fue compilada más de cien años después de que fuera completado el Nuevo Testamento.
2
De un comentario acerca del Éxodo, citado por I. H. Marshall, Commentary on Luke (Grand Rapids:
Eerdmans, 1978), 599.
3
Mishnah, 37 (Demai 22)
4
El griego de 15:12-13 dice en parte, que el Padre “dividió su vida entre ellos” y que el hijo “despilfarró su
existencia viviendo de forma licenciosa.”
5
Kenneth Bailey, Poet and Peasant and Through Peasants Eyes, ed. Combinada, Grand Rapids: Eerdmans,
1976), 1:194ss.
6
Este es el tipo de información con que debe contar todo buen diccionario o enciclopedia bíblicos ―como los
mencionados en el apéndice E.
7
Para más información sobre Herodes, ver Josefo, Antigüedades, y Josefo, La Guerra de los judíos, que se
pueden encontrar en varias ediciones. Ver también Bo Reicke, The New Testament Era, (Philadelphia:
Fortress, 1968). Para más información sobre la importancia de entender a los personajes bíblicos, ver capítulo
5 y apéndice D.
8
Gordon Fee y Douglas Stuart, How to Read the Bible for All Its Worth (Grand Rapids: Zondervan, 1982),
27.
9
La mayoría de las traducciones en inglés formulan esta pregunta como: “Tal fe no puede salvarlo, ¿o si?”
Sin embargo, la palabra “tal” no está en el griego. El fraseo de Santiago pone al asunto tan directamente como
sea posible ―“la fe.” La versión Reina Valera respeta éste énfasis diciendo: “¿Podrá la fe salvarle?”
10
Esto es el consenso de la mayoría de los estudiosos evangélicos modernos. Ver las siguientes
introducciones evangélicas destacadas: Donald Guthrie, New Testament Introduction (Downers Grove, ILL.:
InterVarsity Press, 1991), 723-33; D. A. Carson, Douglas J. Moo, and Leon Morris, An Introduction to the
New Testament (Grand Rapids: Zondervan, 1992), 412-13.
11
Peter Davids, The Epistle of James (Grand Rapids: Eerdmans, 1982), 171-72, 183.
12
Al hacer la pregunta “¿Podrá la fe salvarlo?”, Santiago usa una forma griega que requiere que la respuesta
sea “No, no puede.” Aun sin saber griego, el lector puede ver la convicción de Santiago de que la fe sin obras
no puede salvar.
5
ANÁLISIS DE NARRACIONES
____________________________________________________________
“Había una vez cuatro pequeños conejitos, y sus nombres eran Flopsy, Mopsy,
Colita de Algodón, y Pedrín. Vivían con su Mamá en un banco de arena, bajo las raíces de
un gran abeto…”
“Había una vez un pescador que vivía con su esposa en una pobre casucha al lado
del mar…”
“Había una vez un rey muy rico cuyo nombre era Midas. . . .”
“Estos son los viajes de la Nave Espacial Enterprise. . . .”
Frases como éstas nos invitan a acomodarnos en el asiento y relajarnos, porque
viene una historia. Cuando ésta comienza con las palabras “Había una vez,” sabemos que a
continuación viene cierto tipo de historia. En el momento en que oímos que Pedrín es un
conejito travieso, cada niño sabe o puede adivinar que Pedrín va a meterse en problemas,
pero que, después de aprender una lección, logrará salir de ellos. Y, de hecho, Pedrín sí
desobedece a su mamá. Se mete en el jardín del Sr. McGregor, donde mordisquea lechugas
y zanahorias hasta que casi choca con el Sr. McGregor, quien lo persigue y por poco lo
atrapa. Después de deambular atemorizado por un largo tiempo, Pedrín ve el portón abierto,
se lanza hacia él y logra escapar. Exhausto, Pedrín se va a la cama con nada más que un té
de manzanilla en el estómago, mientras que sus buenos hermanos disfrutan de leche, pan y
zarzamoras.
Por sencillas que sean las aventuras del Conejo Pedrín, siguen la estructura más
común del drama, desde Cervantes hasta Shakespeare, de la Guerra de las Galaxias a la
Biblia. En esa estructura, los lectores conocen a un héroe (Pedrín) en un escenario (el jardín
del Sr. McGregor) que trae aventuras (mordisquear comida robada), seguidas por una
tensión que alcanza un clímax (la persecución) y una resolución (el escape del jardín). Al
final, leemos algún comentario acerca del relato que nos ayuda a interpretarlo después de
que se ha desarrollado. En el cuento de Pedrín, el pequeño conejito cojea hasta su casa y va
a la cama sin cenar, lo cual sugiere que la rebelión no deja nada bueno.
Tipos de narrativa
1. Los reportes son breves registros de cosas como batallas (por ejemplo, la derrota de los
amonitas por parte de David, 2 Samuel 10), proyectos de construcción (por ejemplo, el
templo y el palacio de Salomón, 1 Reyes 6-9), sueños, o el reinado de un rey menor. Los
reportes presentan hechos o eventos sencillos. Típicamente carecen de personajes vívidos o
tensión dramática. Aunque quizás no nos revelen demasiado por sí solos, los reportes
frecuentemente desarrollan o aluden a importantes temas recurrentes en textos más amplios.
Lo que se dice es lo más importante. Los relatos de una disertación incluyen los
discursos de Moisés al Faraón (Ex. 5-10), el discurso y oración de Salomón en la
dedicación del templo (1 Reyes 8), y los sermones de Pedro y Pablo (Hechos 2; 13; 17). En
las narrativas de una disertación, hay personajes en un escenario y tal vez acción limitada,
pero el discurso es la acción principal. Para interpretar el relato de una disertación, debemos
preguntar, ¿por qué dio su discurso el orador? ¿Cuáles eran las cuestiones del momento y
cuál era su postura al respecto? ¿Qué quería el orador que pensaran o hicieran sus oyentes?2
Los relatos de una disertación (a veces llamados relatos de una declaración*)
ocurren con frecuencia en los Evangelios. Puede ocurrir un milagro breve, un encuentro, o
un conflicto, seguido de una declaración crucial que presenta un punto importante. Por
ejemplo, en Mateo 8, un centurión romano le pide a Jesús que sane a su siervo. Jesús ofrece
ir a sanar al hombre. El centurión, quizás consciente de que Jesús transgrediría las normas
judías si entraba en la casa, le dice, “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo;
solamente di la palabra, y mi criado sanará” (vs. 8). Esta sorprendente confesión hace que
Nota de la traductora:
*
Se ha escogido el término “narrativa o historia de una declaración” en lugar de “historia de un discurso”
para enfatizar que se refiere a un tipo de narrativa, y evitar confusión con el concepto de “discurso” definido
en este texto como incluyente los otros géneros literarios representados en la Biblia, aparte de la narrativa.
(Alternativa sugerida: “relatos de una disertación”… a veces llamados “relatos de una declaración” [Nota del
revisor]).
Jesús se maraville: “De cierto os digo, que ni aún en Israel he hallado tanta fe. Y os digo
que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob
en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí
será el lloro y el crujir de dientes” (vs. 10-12). Dado que las declaraciones de Jesús sobre la
fe del centurión y la infidelidad de Israel son más largas que el reporte del milagro
propiamente tal, y parecen ser más importantes, llamamos a este pasaje un relato de una
disertación.
El llamamiento de Mateo (Leví) es similar (Mateo 9:9-13, Marcos 2:13-17). Como
lo describe el propio Mateo, el llamado de Leví, el cobrador de impuestos, carece de
desarrollo de los personajes o tensión: Jesús llama a Leví para que le siga y él responde
inmediatamente, sin dificultad aparente. Entonces, él invita a “pecadores” a conocer a Jesús
en una cena. Cuando los fariseos protestan, Jesús responde, “Los sanos no tienen necesidad
de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y
no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.”
Por supuesto, el llamamiento de Mateo es importante, pero el evangelio subordina el
llamamiento de Mateo al comentario que hace Jesús acerca de su misión.
En los relatos de una disertación, por lo tanto, nos enfocamos en el discurso, aun
cuando de hecho estemos leyendo una narración. El punto principal del discurso
generalmente viene al principio o al final del mismo. Si es suficientemente largo, podemos
interpretar el discurso por sí solo de acuerdo a los principios detallados en el siguiente
capítulo. En el resto de este capítulo, pondremos atención a los principios para interpretar
verdaderos dramas.
3. Los dramas, el tipo de narrativa más largo y complejo en la Biblia, son el enfoque de
este capítulo. Podemos reconocer los dramas por la presencia de uno o más personajes
vívidos, incluyendo un héroe, y una progresión desde la tensión (algún problema en la vida
del héroe o de la gente con quien se encuentra) a la resolución.3
Antes de continuar, quiero enfatizar que mi uso de las palabras relato y drama no
implican de ninguna forma que sean meros relatos o dramas. Aparte de la ficción obvia,
como las parábolas, los dramas bíblicos son informes verídicos que describen sucesos
reales. Algunos críticos consideran a las narrativas bíblicas como relatos independientes
que no se refieren al mundo externo. Lo que realmente pasó es irrelevante, dicen ellos,
siempre y cuando estemos dispuestos a entrar en el mundo imaginario de la Biblia y le
permitamos estimular nuestra fe. Pero la Biblia constantemente da por hecho que Adán,
Abraham, Moisés y David, por nombrar sólo unos cuantos, fueron personas reales, cuyas
acciones forjaron la historia. En el Nuevo Testamento, Pablo dice que todo depende de la
historicidad de los relatos de la vida de Jesús: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces
nuestra predicación, vana es también vuestra fe.” (1 Co. 15:14; 15:17).
Los estudios en arqueología, historia y lingüística respaldan la confiabilidad de la
narrativa bíblica, y es correcto que busquemos dichas confirmaciones, porque nuestra fe
descansa en la certeza de que Dios realmente cumplió su plan de redención en la historia.
Los dramas bíblicos, por lo tanto, no siguen el patrón de los dramas literarios en que
alguien “manipuló” las historias para hacerlas caber en el molde. Más bien, Dios ha
estructurado la naturaleza humana y la creación de tal forma que ciertos elementos estén
presentes en todas las historias que vale la pena contar. Si los dramas bíblicos tienen la
misma estructura que la ficción, es porque el arte imita la vida, no porque la Biblia imite al
arte.
Casi todas las historias dramáticas, incluso muchos relatos breves, tienen
determinadas fases. Primero, conocemos a los personajes en su ambiente. Los personajes
principales rebosan de vida y enfrentan luchas tan parecidas a las nuestras que es difícil
olvidarse de ellos, aún si lo intentamos. La acción puede comenzar despacio, pero, a poco
andar, surgen los problemas. Éstos progresan hasta un clímax, seguido de una resolución.
Después, la historia se relaja hacia una conclusión tranquila. Entonces alguien, ya sea el
narrador o un personaje en la historia, típicamente dice o hace algo que interpreta el evento
y sus consecuencias. Si analizamos una historia bíblica que abarque menos de un capítulo,
pocas de estas etapas tendrán un desarrollo extenso.
A veces el patrón varía. Un clímax puede llevar rápidamente a otro problema y a un
segundo clímax, como es el caso en algunos de los conflictos de Jesús con los líderes judíos
o en su juicio (Mateo 12; Lucas 22-23). A veces un comentario explica varias historias
desarrolladas a lo largo de varios capítulos. Por ejemplo, la oración “Y lo buscaba Saúl
todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos” (1 Sam. 23:14) interpreta la mayor
parte de 1 Samuel 21-23. A veces el autor interpreta una serie de eventos antes de que
sucedan. Esto es especialmente cierto de las predicciones de Jesús acerca de su muerte
(Lucas 9:44, 51; Mateo 20:25-28).
El clímax y los comentarios finales de un drama generalmente se unen para
presentar el punto central. Principalmente exploraremos de qué manera esto se aplica a
sucesos individuales, como los milagros de Jesús. Pero también se aplica a libros enteros,
como Rut y Ester, y a historias que se desarrollan en varios capítulos, como la narrativa de
José (Gn. 37-45), el escape de Egipto (Ex. 1-20), la vida de Sansón (Ju. 13-16), y los años
de David antes de su coronación (1 Sam. 17-31). A continuación presentamos algunos de
los elementos principales de los dramas bíblicos:
3. Conflicto.
4. Crisis y clímax
5. Desenlace
Aquí, descubrimos qué sucedió, lo que nos lleva a nuestro tercer principio para analizar
narraciones.
Hay dos buenas maneras de seguir una historia. Primero, puedes parafrasearla,
escena por escena, resumiendo cada una a medida que la trama avanza hacia su clímax y
desenlace. Segundo, puedes hacer una breve lista de los sucesos de cada escena en una
gráfica visual. Puedes trazar la gráfica de los dramas usando el sencillo patrón dado a
continuación. Cada número representa una de las etapas del drama.
4. Crisis 5. Desenlace
3c. El conflicto crece
3b. Comienza el conflicto 6. Acciones
3a. El problema se desarrolla subsecuentes
2. Personajes
1. Ambiente
He aquí una pista para reconocer una nueva escena dentro de un drama: una escena
generalmente tiene solamente dos personajes o grupos. Las escenas cambian cuando un
drama continúa en un nuevo lugar o cuando ocurre un pequeño cambio de personajes. Pero
no te preocupes si no puedes decir claramente en dónde comienza cada fase; las fases de un
drama pueden traslaparse.
Ilustración: curación de un paralítico (Lucas 5:17-26)
Jesús estaba enseñando y sanando a la gente en una casa en Galilea (compare con
Marcos 2). Los fariseos y los escribas se juntaron con la multitud que excedió la capacidad
de la casa. Algunos amigos de un paralítico lo llevaron a Jesús para que fuera sanado.
Determinados a llevarlo hasta Jesús, pero bloqueados por la muchedumbre, decidieron
bajarlo por el techo. Hicieron un hoyo en el techo, amarraron cuerdas al lecho, y bajaron al
paralítico a través del agujero. Podemos imaginar que la gente abajo oyó el martilleo, sintió
los escombros cayendo sobre ella, y miró con asombro mientras el agujero crecía ante sus
ojos. Todos los ojos y oídos convergían en el paralítico, hasta que Jesús, viendo la fe del
hombre y de sus amigos, declaró, “hombre, tus pecados te son perdonados” (Lucas 5:20).
Crisis y clímax. El diálogo lleva a la historia a una crisis más profunda. Jesús,
conociendo los pensamientos de los fariseos, incita una crisis, un enfrentamiento. “¿Qué
caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o
decir: levántate y anda? Pues, para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la
tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y
vete a tu casa” (vs. 22-24).
En efecto, Jesús les dice a los fariseos, “He perdonado a este hombre, en verdad
declaro que soy Dios, y probaré ambas cosas sanándole ahora.” Cuando Jesús mandó al
paralítico a levantarse frente a todos, el cuarto probablemente estaba tan quieto que podías
haber oído el más mínimo crujido de su lecho. ¿Qué pasaría después? ¿Se levantaría el
hombre o no? ¿Realmente tenía poder Jesús para perdonar pecados o no? ¿Es Jesús el
Señor o un blasfemo?
Dos pistas más: Trazar la acción es efectivo, pero la naturaleza del drama bíblico
requiere que estemos atentos para notar unas cuantas cosas más cuando interpretamos una
historia. Primero, busca palabras o ideas repetidas. En esta historia, notamos la frase
repetida “perdonar pecados,” y en verdad ese es el asunto primordial del pasaje. Segundo,
recuerda que las narraciones bíblicas proporcionan muy pocos detalles. Las descripciones
físicas, el diálogo interno y la revelación de motivos se dan muy frugalmente. Esto significa
que la mayor parte de los detalles incluidos son importantes (vea el capítulo 2). Por otro
lado, la Biblia a veces omite detalles que quisiéramos saber. El intérprete entonces debe
entrar en la historia y “llenar los vacíos” con imaginación.
Esto nos recuerda que, aun después de que hayamos dado todos los pasos correctos,
raramente tendremos la lección completa en mano, definida y nítida como un billete nuevo.
En lugar de ello, tenemos que rascarnos la cabeza y meditar un poco antes de que el punto
principal de una narración fluya de nuestra lengua. Podríamos decir que los dramas bíblicos
dicen la verdad y nada más que la verdad, pero toda la verdad viene en susurros, no a gritos
―es decir, a través de pistas implícitas más bien que explícitas.7
Hasta ahora, hemos dado pasos para descubrir lo que significaban las narraciones
cuando fueron escritas por primera vez. Pero, ¿qué significan o cómo se aplican hoy en día?
Después de haber dado todos los pasos descritos anteriormente, podemos hacer dos tipos de
preguntas que nos llevarán a aplicaciones actuales. Primero, ¿qué nos muestra este drama
acerca de la vida que Dios bendice o juzga? ¿Hay acciones aquí que debemos imitar o
evitar? ¿Cómo podríamos hacerlo hoy en día? Segundo, ¿qué revela este pasaje acerca de
Dios y su manera de actuar con la humanidad?
Las narraciones tienen pocos mandatos que podamos aplicar de forma directa en
nuestras vidas. Aun cuando el Señor mismo da un orden, generalmente es imposible o
innecesario hacer esa cosa precisa hoy. Dios mandó a Adán y a Eva no comer de cierto
árbol, pero ahora que el Edén y el árbol no están, ¿qué debemos hacer? Así que, aunque
muchas narraciones bíblicas contienen mandatos, muy pocos se aplican a nosotros en una
forma directa y literal. En vez de buscar mandamientos directos, debemos preguntar qué
revela esta narración acerca de la vida que Dios juzga o bendice.
Para hacer esto, necesitamos leer la historia desde adentro, como si estuviésemos
allí. Primero, ve tu lista de los personajes en tu drama. Trata de ver la historia a través de
los ojos de uno de ellos. Busca los tres tipos principales de personajes: creyentes,
incrédulos y observadores indecisos. Como observamos anteriormente, pocas historias
tienen precisamente tres personajes. Puede haber dos creyentes y ningún observador, etc.
Aún así, estos tres tipos ofrecen a cada lector ―creyente, incrédulo o indeciso― a alguien
con quien el o ella pueda identificarse. Se convierten en un espejo, mostrando a los lectores
cómo respondió aquel tipo de persona a los sucesos.
Por ejemplo, enumera a todos los que presenciaron la pelea de David contra Goliat
(1 Sam. 17).8 Considerando todo lo que sabemos de ellos, ¿qué podría estar pensando cada
grupo a medida que los combatientes se acercaban el uno al otro? ¿Qué pensamientos
giraban en las mentes de Saúl, los hermanos de David y el ejército de Israel? ¿Y en la
mente de Goliat y los filisteos? ¿Qué pensaba David? ¿Qué pensaba Dios? O toma el papel
de Zaqueo o la gente de Jericó cuando Jesús anunció que iba a cenar con aquel infame
pecador (Lc.19). ¿Puedes ver por qué gruñía la gente? ¿Puedes ver por qué Zaqueo
prometió restitución cuadruplicada a todos los que había defraudado?
Por supuesto, no podemos simplemente ignorar las reacciones de los no creyentes e
imitar a los creyentes. ¡Eso no funcionaría cuando leemos acerca de los doce discípulos! De
hecho, siempre que conocemos al héroe humano de una narración, tendemos tanto a
identificarnos con él como a evaluarlo. Es decir, nos vemos reflejados en él y a la vez
guardamos nuestra distancia. Aspiramos a su fidelidad, pero admitimos que nos falta
mucho. Desaprobamos sus fallas, pero podemos admitir que fallamos en maneras similares.
Y, por supuesto, reconocemos que algunas de sus acciones no tienen ningún paralelo en
nuestras vidas. Pero a pesar de las limitaciones, los personajes de un drama nos muestran
cómo debemos responder a Dios.
Así como no podemos obedecer cada mandato que leemos en una narración,
tampoco podemos imitar directamente cada acto justo que encontramos. Por ejemplo, no
nos atreveríamos a imitar a Jesús cuando llamó discípulos para sí, o cuando dominó a la
naturaleza, o leyó las mentes. Tenemos que recordar la singularidad de Cristo cada vez que
consideremos imitar alguna de sus acciones. Por otro lado, el apóstol Pablo dice que
debemos ser como Jesús en bondad, compasión, perdón, amor y humildad (Ef. 4:32; 5:2,
25; Ro. 15:7; Fi. 2:5-8). Ciertamente el destino del cristiano es ser transformado a la
imagen del Hijo (Ro. 8:29; 2 Co. 3:18; Ef. 4:13). Así que, aunque no podemos ser
crucificados por el pecado, si podemos frenarnos en insultar a aquellos que nos maltraten (1
Pe. 2:18-23). Por lo tanto, aunque si no podamos imitar las obras puntuales de Jesús,
podemos imitar al Espíritu con el cual realizó aquellas obras. Como dice Juan Murray,
“Aspirar a ser como Dios es en un sentido la esencia de la virtud; aspirar a ser como él en
otro sentido es iniquidad. Preservar esta línea de distinción es indispensable para todo
pensamiento correcto en cuanto a la verdad y el bien”.9
Dios es el primer actor en cada drama bíblico. Nada pasa por casualidad en la
Biblia; los eventos se llevan a cabo porque Dios los ordena. Si, cuando leemos la Biblia,
únicamente vemos quién hizo qué a quién, y cómo el héroe pasó las pruebas y escapó a sus
crisis, perderemos el impulso central de la narrativa bíblica. La Biblia no se trata de las
proezas de hombres y mujeres, sino de los poderosos actos de Dios.
En consecuencia, la historia bíblica muestra constantemente la manera en que Dios
actúa hacia sus criaturas, especialmente los humanos. Dios no trata a toda la gente de la
misma manera todo el tiempo; ni siquiera trata a la misma persona de igual manera todo el
tiempo. No obstante, Dios siempre actúa según su carácter y planes inmutables. Si conoces
quién es Dios, si sabes lo que él ha dicho acerca de su justicia, misericordia, santidad,
sabiduría y verdad, página tras página rebosa de ejemplos de cómo aquellos atributos
tuvieron un papel en su trato hacia los hombres. Puesto que él no cambia, podemos ver
entonces cómo tratará a la gente de hoy.
Conclusión
Este capítulo ha mostrado que las narraciones bíblicas son similares en forma a las
narraciones en todo el mundo. Podemos analizar reportes, relatos de disertaciones y
dramas; podemos inspeccionar a los personajes y trazar gráficas de la acción. El contenido
y propósito de los dramas bíblicos, sin embargo, son muy diferentes a los de otras historias.
Las narraciones bíblicas transmiten lecciones acerca de la vida bajo las bendiciones y
maldiciones del pacto. Aun más importante, describen los hechos redentores de Dios ―sus
hechos a favor de su pueblo y su fidelidad al pacto para con ellos.10 Son historias― y
mucho, muchísimo más.
Ejercicios
1. Haz un bosquejo de una historia no bíblica usando los pasos descritos en este
capítulo. Usa un libro, un artículo del periódico, una película o una aventura
personal. ¿Qué aprendiste de este ejercicio?
2. Analiza el drama de Génesis 22 usando los mismos pasos que usamos para Lucas
5:17-26.
____________________
Notas
1
Gordon Fee y Douglas Stuart, How to Read the Bible for All It’s Worth (Grand Rapids: Zondervan, 1982),
74-75.
2
William Klein, Craig Blomberg, y Robert Hubbard, Introduction to Biblical Interpretation (Waco: Word,
1993), 270-271.
3
Las mejores guías para la narración bíblica son: Robert Alter, The Art of Biblical Narration (New Cork:
Basic Books, 1981), Leland Ryken, Words of Delight (Grand Rapids, Baker, 1987), Meir Sternberg, Poetics
of Biblical Narrative: Ideological Literature and the Drama of Reading (Bloomington: Indiana University
Press, 1985). Ver también Mark Allen Powell, What Is Narrative Criticism? (Minneapolis: Fortress, 1990).
4
Elizabeth Struthers Malbon, Narrative Space and Mythic Meaning in Mark (San Francisco: Harper & Row,
1986), 84-89, 131-37; Powell, What Is Narrative Criticism? 76-77
5
Ver Robert Tannehill, The Narrative Unity of Luke-Acts: A Literary Interpretation (Philadelphia: Fortress,
1986), 1:170-171, 217-19, 289-92. Algunos libros, como Lucas, sitúan un serie de episodios en escenarios
notablemente similares; los académicos los llaman escenas tipológicas (ver Tannehill, 1:170-72).
6
Powell, What Is Narrative Criticism? 52-53.
7
Sternberg, Poetics of Biblical Narrative, 230-63; Robert Fowler, Let the Reader Understand (Minneapolis:
Fortress, 1991), 127-94. Como señalan tanto Fowler como Sternberg, las pistas a veces traen más perplejidad
que certeza, por lo menos a corto plazo.
8
Fueron: Saúl, los hermanos de David, el ejército de Israel, el ejército filisteo, David y Goliat y el Señor.
9
John Murray, Principles of Conduct (Grand Rapids: Eerdmans, 1957), 177. Los profetas y apóstoles también
tuvieron posiciones, poderes y conocimiento que nos han sido negados. No podemos secar los cielos, llamar
fuego del cielo o establecer estándares para la iglesia. Sin embargo, podemos imitar su fe (Heb. 11). Ver
también el apéndice D.
10
Vea el cap. 13 y S. G. DeGraff, El Pueblo de la Promesa, 4 vols. (Grand Rapids, Subcomisión Literatura
Cristiana de la Iglesia Cristiana Reformada, 1990).
6
ANÁLISIS DEL DISCURSO
___________________________________________________________
¿Me entiendes?
El análisis del discurso es el estudio de la manera en que los autores arman sus
oraciones y párrafos para plantear su argumento.4 Un discurso puede ser una carta, un
sermón, una conferencia pública, una conversación, o incluso un poema, un canto o una
oración, siempre y cuando haga afirmaciones. El discurso bíblico incluye los sermones de
Moisés sobre la ley en Deuteronomio, el Sermón del Monte, el sermón de Pedro en
Pentecostés y las cartas del Nuevo Testamento. El análisis del discurso descubre las ideas
principales de secciones de la Biblia y explora la manera en que los autores bíblicos
presentan y defienden sus ideas por medio de la lógica y la retórica. La meta de este
capítulo es explicar cómo descubrir los puntos principales del discurso bíblico.
Analizar un discurso nos ayuda a iniciar por lo menos con una idea general del tema
antes de empezar el análisis detallado. Afortunadamente, los buenos autores esparcen pistas
que ayudan al lector a encontrar los temas e ideas principales:
21
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi
hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22Jesús le dijo: No te digo hasta
siete, sino aún hasta setenta veces siete. 23Por lo cual el Reino de los Cielos es
semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos…” (Mt. 18:21-23)
Principio 1: Busca palabras y frases que conecten explícitamente una idea con
otra.
Nota de la traductora:
*
La división de párrafos en la Nueva Versión Internacional en español concuerda con la “New International
Version” a excepción del versículo 6, que se incluye en el primer párrafo (3:1-6) y por lo tanto el segundo
párrafo incia en el vs. 7. Hemos respetado la división de la NIV que presenta el autor, sin embargo, la nota 11
al final de éste capítulo provee una alternativa plausible para el estudio con la división de la NVI en español.
el primero, pero la base del argumento es ahora la experiencia de Israel. El ambiente
emocional también cambia de angustia a confianza, conforme Pablo dice a los gálatas que
ellos son los hijos de Abraham, bendecidos junto con él.11
Pero Gálatas 3 tiene un aspecto emotivo al igual que un aspecto lógico. Pablo
regaña a los gálatas al principio del capítulo (3:1- 6). Pero pronto los anima, incluyéndolos
entre objetos del amor salvador de Dios (3:7-14).
Nota de la traductora:
**
En inglés aparece la palabra “and” trad. “y” que no se encuentra en la versión Reina Valera 1960.
[La Reina Valera Contemporánea sí incluye el conector “y”. (N. del revisor)].
Análisis de la poesía hebrea
Los primeros dos ejemplos no requieren comentario, pero el texto de Isaías muestra
que el paralelismo puede ser más complejo. En la primera comparación de Isaías, el buey,
no es especialmente digno de alabanza; sin embargo, los bueyes sí trabajan duramente y
obedecen bien. Aún el asno, un animal famoso por ser reacio, por lo menos sabe en donde
recibe su comida. Pero Israel ni siquiera llega a eso: ni sabe ni obedece.
Muchas líneas paralelas se asemejan al ejemplo de Isaías. Tienen la forma “A, y, de
hecho, B” o “No sólo A, sino aun B.” El hecho de que la segunda línea añada a o
intensifique la primera, produce una agudeza y quizás un toque de misterio en muchos
textos. Proverbios 26: 9 (traducido literalmente del original) posee ambas cosas.
Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.
porque todo aquel que pide recibe,
y el que busca, halla,
y al que llama, se le abrirá. (Mateo 7:7-8)
Para desarrollar cualquier destreza poderosa y gratificante, hay que pagar el precio.
En la película Una liga muy especial, que muestra la vida en la liga femenina de béisbol en
la década de 1940, la receptora estelar del equipo decide renunciar justo antes del
campeonato de la liga. “Se puso demasiado difícil,” explica. El entrenador explota, “¡Se
supone que debe ser difícil! Si no fuera difícil, todo el mundo lo haría. Lo ‘difícil’ es lo que
lo hace grandioso.” El entrenador tenía toda la razón, tanto en relación al béisbol como a la
exposición bíblica. Si quieres ir más allá de la mediocridad y alcanzar la excelencia, este es
el momento de calcular el costo. Es difícil enseñar la Biblia fielmente y con exactitud.
Precisamente por esta razón, no muchos lo hacen. Las siguientes páginas son para aquellos
que están dispuestos a hacer el esfuerzo.
Hasta ahora, hemos examinado las relaciones entre proposiciones de forma
inductiva, observándolas entre párrafos y oraciones, pero sin etiquetarlas. Ahora nos
volveremos a una discusión más sistemática de las relaciones entre proposiciones. A
continuación presentamos una breve lista de las relaciones más comunes. (Descripciones
largas y más técnicas sobre las relaciones entre proposiciones aparecen en el apéndice C.
Una aplica a todos los idiomas; la segunda, al griego del Nuevo Testamento.)
Esta lista ofrece un poco más de precisión de la que se puede obtener encerrando
palabras claves. En primer lugar, describe las relaciones más comunes entre ideas. Esto es
especialmente útil cuando solo tenemos indicadores implícitos. En segundo lugar, muchos
términos que señalan relaciones lógicas tienen dos o más significados. Cuando tratamos de
decidir cual sentido de la palabra era el que se pretendía expresar, necesitamos conocer
todas las opciones. Por ejemplo, “entonces” puede denotar secuencia (una acción sigue a
otra) o causalidad (una acción causa a otra). Nuestro sencillo sistema dividirá las posibles
relaciones en tres grupos: adición y sustracción, causa y efecto, clarificación y explicación.
Adición y sustracción
La adición se lleva a cabo cuando leemos una secuencia sencilla de eventos, cosas,
o ideas, como en la oración “cenamos y luego caminamos en la playa.” Las tres
posibilidades principales son: pero, y, luego.
1. Las declaraciones con pero contrastan dos proposiciones. Sustraen o restan algo de
otra declaración, por ejemplo, “Kevin anotó el punto que ganó el partido, pero el
pase de Jorge lo dejó en posición de tirar.” Palabras como aun así, por el contrario,
por otro lado, no obstante y sin embargo, también expresan contrastes.
2. Las declaraciones con y añaden ideas. Palabras similares a y son, también, además,
y asimismo. Las comas frecuentemente funcionan como la palabra y. Por ejemplo,
“El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,… mansedumbre y templanza” (Gálatas
5:22-23).
3. Las proposiciones con luego describen secuencias de eventos. Entre las palabras
como “luego” están antes, después, entonces, a continuación y enseguida.
Describimos eventos simultáneos con palabras como durante, mientras, conforme, y
mientras tanto.
Causa y efecto
Las relaciones de causa y efecto existen cuando una afirmación da las razones,
resultados, medios, condiciones, o conclusiones que se puedan inferir de otra, por ejemplo,
“Estábamos muy satisfechos después de una gran cena, así que fuimos a caminar a la
playa.” Para estas relaciones de causa y efecto, es conveniente recordar estos cinco tipos:
propósito, razonamiento, si-entonces, concesión, y efecto.
1. Las afirmaciones de propósito describen acciones realizadas para obtener
resultados específicos. Ellas nos dicen por qué se lleva a cabo una acción. Algunas
palabras de propósito son para que, con el fin de, y, en algunas oraciones, sólo
para.
2. Las afirmaciones de razonamiento sacan conclusiones de declaraciones anteriores o
dan la base para conclusiones que ya han sido expresadas. Algunas palabras de
razonamiento son por lo tanto, por esto, entonces, así, así que, por consiguiente,
por esta razón, porque y otras combinaciones que incluyen estas palabras u otras.
3. Las afirmaciones de si-entonces expresan posibilidad. Algunas describen lo que es
realmente posible. Otras explican que a causa de ciertas condiciones, algo ya no es
posible: las declaraciones si-entonces generalmente empiezan con si, pero dan por
sentado el entonces.
4. Las afirmaciones de concesión conceden que algo es verdad, aun cuando tenemos
razones para esperar otra cosa, como en “Tuvimos un maravilloso día de campo,
aunque llovió.” Algunas palabras comunes para introducir concesiones son:
aunque, sin embargo, no obstante, a pesar de, con todo y si bien.
5. Las declaraciones de efecto vienen en parejas. Una proposición describe lo que
pasó o lo que es verdad y la segunda explica cómo o porqué sucedió. Por ejemplo,
“Como llovió tan fuerte, tuvimos que cancelar el juego.” Las palabras que expresan
efecto incluyen ya que, puesto que, dado que, porque, entonces, en consecuencia, y
ocasionalmente como. Recuerda, sin embargo, que una declaración puede seguir a
otra sin tener necesariamente alguna conexión causal con la primera. Sencillamente
pueden ser dos hechos o reportes de eventos que ocurrieron juntos, sin que uno
haya ocasionado el otro.
Clarificación y explicación
1. Las introducciones. La Biblia usa fórmulas como: os ruego, quiero que sepan, de
cierto os digo, así dice el Señor y como está escrito para preparar a los lectores a
recibir las declaraciones importantes que seguirán.
2. Los resúmenes y repeticiones le recuerdan al lector lo que ya ha pasado, a menudo
antes de empezar un nuevo tema.
3. Las ilustraciones usan acontecimientos, historias o figuras retóricas para hacer más
concreta una idea abstracta o para añadir un componente emocional al pasaje.
Ejercicios
Recuerda, el análisis del discurso es más importante cuando un texto clave es difícil de
seguir. Requiere tiempo, así que no lo uses en cada texto. Si puedes seguir la lógica del
autor sin dificultad, dedica la mayor parte de tu tiempo a otra investigación.
1. Analiza el grupo de párrafos en Mateo 6:19-24, que tiene tres secciones: vs. 19-21,
22-23 y 24. ¿Cuál es el tema global? ¿Cuál es el tema de cada sección y cómo se
relacionan entre si?
3. Analiza estas secciones más extensas (este ejercicio toma más tiempo):
a. ¿Cuál es el tema de 1 Samuel 24-26? ¿Cómo desarrolla o modifica el tema
global cada capitulo?
b. ¿Cuál es el punto principal de Romanos 1-3? ¿Cuáles son las secciones
principales? ¿Cómo se respaldan una a otra y construyen una sobre otra?
____________________
Notas
1
Robert Hughes, “The NRA in a Hunter’s Sights,” Time (April 3, 1989), 86.
2
Michael Kinsley, “The Check Is in the Mail,” Time (April 9, 1990), 98.
3
Charles Krauthammer, “In Praise of Low Voter Turnout,” Time (May 21, 1990), 88.
4
El análisis del discurso es en realidad una disciplina muy sofisticada con varias ramas o subcampos. Para
una introducción más sofisticada, consulta a Peter Cotterell y Max Turner, Linguistics and Biblical
Interpretation (Downers Grove, ILL.: InterVarsity Press, 1989), 188-292; John Beekman y John Callow,
Translating the Word of God (Grand Rapids: Zondervan, 1974), 212-342; y Robert E. Longacre, The
Grammar of Discourse (New York: Plenum Press, 1983). El análisis de la retórica tiene algunas afinidades
con el análisis de discursos. Para una introducción, ver Burton Mack, Rhetoric and the New Testament
(Philadelphia: Augsburg, 1990), y George A. Kennedy, New Testament Interpretation Through Rhetorical
Criticism (Chapel Hill, N.C.: University of North Carolina Press, 1984). La definición de análisis del discurso
dado aquí es deliberadamente más amplia que aquella dada en algunas obras técnicas.
5
Típicamente, cada oración es un poco diferente: “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. . . . La fe
sin obras es muerta. . . . La fe sin obras está muerta” (Stg 2:17, 20, 26). Una afirmación doble del punto
principal es muy común, de hecho existen también declaraciones triples.
6
El griego respalda esta interpretación, en que la palabra traducida como “cosa” en “cualquier cosa” en 18:19
(pragma) típicamente refiere a una “cuestión” o “asunto” (Ro 16:2), con posible maldad (1 Ts 4:6; 2 Co.
7:11), o aun la posibilidad de un juicio legal (1 Co 6:1). Vea la documentación completa en Duncan M.
Derretí, “`Donde están dos o tres congregados en mi nombre. . .: un triste malentendido,” Expository Times 91
(Diciembre 1979): 83-86.´
7
En el cap. 7 vamos a estudiar los números que Jesús usaba.
8
Gordon Fee, New Testament Exegesis: A Handbook for Students and Pastors (Philadelphia: Westminster
Press, 1983), 34-35, 128-129.
9
También funciona en segmentos más pequeños, como cláusulas y frases dentro de oraciones. Esa exigente
tarea puede ser seguida a través de las fuentes mencionadas en la nota 4.
10
La NIV no tiene una palabra correspondiente al termino griego kathos (“tal como”), que inicia el vs. 6. La
NIV añade el mandato “considere” para compensar y sugerir vagamente que el lector necesita pensar acerca
de algo. La NASB dice “aun así”; la RSV, “por lo tanto.” Esto ilustra otra vez el valor de tener varias
traducciones, y de saber cuales son más literales y cuales son más dinámicas, y de tener un pastor que sepa
griego. [Nota de la traductora: El autor aquí se refiere a las versiones en inglés: The New International
Version, The New American Standard Bible, and the Revised Standard Version en inglés. En español, las tres
versiones: Reina Valera 1960, la Nueva Versión Internacional, y la Biblia de las Américas traducen el griego
kathos con la palabra “Así”]
11
Incidentalmente, el v. 6 además de introducir los versículos 7-9, también concluye 3:1-5, diciendo, “Así
Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.” La idea es esta: Dios suple el Espíritu y obra milagros
entre los gálatas por fe (3:1-5); aún así justificó a Abraham por fe (3:7-9). En capítulos anteriores de este libro
hemos visto que Efesios 5:21 y Santiago 1:5 concluyen una sección e inician otra. [Nota de la traductora: Esto
explica la diferencia en la división de párrafos entre la New International Version y la Nueva Versión
Internacional, que incluye el vs. 6 en el primer párrafo, y provee una alternativa válida para la división en el
estudio de éste pasaje.]
12
La palabra “misericordias” también podría estar en plural sencillamente porque el lenguaje del versículo
evoca patrones hebreos, y el término hebreo para misericordia es plural.
13
Ver James Kugel, The Idea of Biblical Poetry (New Haven: Yale University Press, 1981), 1-58, esp. 1-12.
Para más información en cuanto a la poesía bíblica, ver Robert Alter, The Art of Biblical Poetry (New York:
Basic Books, 1985); David L. Peterson y Kent Harold Richards, Interpreting Biblical Poetry (Minneapolis:
Fortress Press ), 1992.
14
Kugel, The Idea of Biblical Poetry, 11. El siguiente versículo (26:10) introduce explícitamente el tema del
comportamiento aleatorio, fortaleciendo la probabilidad de esta interpretación.
15
Ibid., 58.
16
Ver Robert Stein, The Method and Message of Jesus (Philadelphia: Westminster Press, 1978), 27-32. Las
categorías de Stein básicamente siguen el esquema que Kugel rechaza. No obstante, Stein demuestra la
frecuencia del paralelismo en las enseñanzas de Jesús.
7
RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
___________________________________________________________
Un día, cuando sentí un especial aprecio por todo lo que mi esposa había hecho por
mí, decidí demostrarle mi gratitud cocinando para ella una cena gourmet sorpresa.
Hojeando su libro de cocina favorito, buscaba algo que se viera y sonara impresionante,
hasta que el encabezado “Coq au Vin,” atrajo mi atención. El título en francés me
impresionó y noté que sólo me faltaban uno o dos ingredientes. Pero, ¿a qué sabría?
Oportunamente, el libro daba una descripción al final de la receta: “Un platillo
maravillosamente robusto, lleno de sabores amigables en una rica salsa oscura — y una
buena manera de usar una gallina de mediana edad”.
Esto me dejo preguntándome, ¿qué es un sabor amigable? ¿Cómo puede alguien
saber si el pollo en el congelador es de edad mediana, especialmente cuando ya no está
vivo? Para entender la receta y después tomar una decisión informada acerca de ella, tenía
que resolver estos dos problemas. (Como te podrás imaginar, aquella noche cenamos
afuera.)
Para principiantes, leer la Biblia es como leer un libro de recetas o un manual sobre
el mantenimiento de aviones. Desde el principio se sienten vagamente incómodos, fuera de
lugar. Y si encuentran varias frases y conceptos complejos, pueden estar en peligro de
perder el mensaje por completo. Al no saber cómo proceder, quizás quieran rendirse. Los
cristianos experimentados también encuentran incógnitas. Mientras que los lectores
maduros probablemente puedan captar el punto principal, es posible que pasen por alto el
enfoque preciso o algún punto secundario significativo.
Para estudiar la Biblia de forma efectiva, debemos aprender a reconocer y resolver
los problemas que encontramos cuando leemos un texto. Reconocemos los problemas al
leer despacio y cuidadosamente, tomándonos el tiempo para hacer una pausa, y reflexionar
sobre cualquier cosa que no entendamos. Este capítulo define un problema como cualquier
término, frase, concepto, costumbre, o enseñanza que escapa de nuestra comprensión.
Muchos problemas se solucionan con un conocimiento extenso del trasfondo histórico.1
Tipos de problemas
Identificación de problemas:
Tres pasajes de ejemplo
Hechos 13:1-3
Tu lista de problemas obvios podría incluir estas preguntas objetivas. ¿Dónde está
Antioquia? ¿Qué sabemos de la iglesia en ese lugar? ¿Qué sabemos acerca de los hombres
Simón, Lucio y Manaén? ¿Es “Saulo” la misma persona que el apóstol Pablo?, y, si es así,
¿por qué tiene dos nombres? Preguntas teológicas obvias incluyen: ¿Cómo reveló el
Espíritu que debían apartar a Bernabé y a Saulo? ¿Oyeron una voz con sus oídos? ¿Oyeron
algo internamente? ¿Algunos de ellos o todos tuvieron una impresión potente al respecto?
Los maestros tal vez querrán investigar el ayuno, la oración y el acto de imponer las
manos. Casi todos los adultos tienen un conocimiento superficial de estas prácticas, pero
buenos maestros quieren llevar su clase a un nivel más profundo. ¿Cómo ayunaron y
oraron? ¿Bebieron líquidos o no? ¿Uno debe ayunar todo un día para que cuente, o puede
uno ayunar sólo una parte del día? Si es así, ¿cuál es la diferencia entre ayunar y saltarse
una comida o comer sólo un poco? ¿Qué significa la imposición de manos? ¿Es algo
formal, como la ordenación, o un acto de comunión? ¿Es sacramental? ¿Impartió poder
espiritual verdadero para la misión, o fue simplemente un acto de bendición y aprobación? 2
Los problemas ocultos empiezan con algo que pensamos que sabemos. Entonces
vemos un aspecto del texto que nos hace preguntarnos si nuestra confianza está bien
fundamentada. En estos versículos, los profetas y maestros podrían ser un problema
escondido. El texto es tan casual respecto a ellos que nos preguntamos qué tipo de profetas
eran. ¿Eran profetas menores, como los hombres en las escuelas de los profetas con Samuel
y Elías? ¿Son iguales todos los profetas? ¿Son iguales todos los maestros? ¿Pueden profetas
y maestros ser muy parecidos?
No es el momento de contestar todas las preguntas que hemos hecho, por valioso
que ello pudiera ser. La tarea del momento es reconocer los problemas. Así que, sigamos
con otro pasaje.
1 Samuel 17:1-10
Hay docenas de problemas obvios en esta parábola. ¿Por qué ofrece Pedro perdonar
a su hermano precisamente siete veces? ¿Por qué algunas versiones dicen que Jesús
respondió: setenta y siete veces, mientras que otras dicen setenta veces siete? (Respuesta:
El griego es ambiguo.) ¿Es muy importante saber si quería decir setenta y siete veces o
setenta veces siete? (Respuesta: No muy importante. Podríamos perdonar siete veces con
autodisciplina, pero después de siete, o explotamos o el perdón se convierte en una forma
de vida en nosotros antes de que contemos hasta setenta y siete, y mucho antes de llegar a
setenta veces siete.)
El destino final del primer siervo y su comportamiento también nos dejan perplejos.
El hecho de que podía ser vendido implica que era más como un esclavo. Pero, por otro
lado, ¿qué tipo de siervo es éste, que maneja tanto dinero y acumula deudas tan enormes?
¿Cuánto dinero está involucrado en la historia? ¿Por qué es tan duro el primer siervo con su
compañero? ¿Por qué es encarcelado y torturado al final? ¿Está creando Jesús una historia
fantástica, o nos hace falta conocimiento sobre algunas costumbres cruciales del día? Los
maestros pueden interesarse en todos estos problemas, pero también podrían explorar el
simbolismo de la parábola. ¿A quiénes representan los personajes? ¿Por qué crea Jesús un
rey misericordioso y un siervo ingrato y cruel? El fin del siervo que no perdonó hace surgir
una pregunta escondida - ¿Es esta una parábola de gracia, o trata fundamentalmente las
raíces y consecuencias de un espíritu que no perdona?
¿Cómo resolver problemas?
Hasta ahora, hemos enfocado nuestra atención en los problemas que se atienen a los
hechos.
El talento y el denario
Nota de la traductora:
sugiere que la historia apela a la imaginación popular sobre los “reyes fabulosamente ricos
del oriente.”9 Craig Blomberg, citando a Perkins, sugiere que el número se tambalea sobre
la línea fronteriza entre la realidad y la fantasía.10
El denario presenta un enigma menor, pero genuino. Las notas en los márgenes de
las traducciones bíblicas al inglés puede que digan que el denario vale dieciocho centavos
de dólar (KJV), veinticinco centavos de dólar (Berkeley), o unos cuantos dólares (NIV).
Los comentarios y obras de referencia están todos de acuerdo en que un denario era el
salario de un día para un peón, algo comparable a un salario mínimo. Por lo tanto, la deuda
del segundo siervo es el salario de cien días ―una cantidad mucho menor que la deuda del
primer siervo, pero aun así, una deuda sustanciosa.
Todo esto hace una verdadera diferencia en la interpretación de la parábola. Una
deuda de diez mil dólares, aunque muy abultada, es comprensible y quizás se podría pagar.
Una deuda de mil millones de dólares, por otra parte, va casi más allá de la imaginación o
de la posibilidad de pagarla. ¿Cuál expresa mejor el concepto de nuestra gran deuda ante
Dios y su asombrosa misericordia? ¿Qué número expresa mejor la deuda del segundo
siervo? ¿Dieciocho dólares o el salario de cien días? Al llegar a este punto, uno podría
decir, “Esto es muy complejo; hasta los expertos están divididos en sus opiniones. ¿Quién
soy yo para meterme en este lío? Pero es mucho mejor decidir, “necesito investigar esto.
Quizás existan algunos hechos básicos que todo el mundo está interpretando en forma
diferente. Quizás una o dos malas interpretaciones son la causa de todo el problema.”
He aquí, entonces, lo básico. Tanto factores antiguos como modernos causan que
varíe el cálculo aproximado del valor del talento y denario. En primer lugar, el talento era
una medida de peso, que variaba entre veintiséis y treinta y seis kilogramos, dependiendo
del lugar y de la época. Aunque el talento era comúnmente un peso de monedas de plata,
también podía ser un peso de oro o de cobre. En segundo lugar, la inflación complica todo,
ya que el valor de los metales preciosos y de otros tipos de dinero sigue cambiando.
Cuando las notas de estudio de una Biblia fijan el valor de un denario entre dieciocho y
veinticinco centavos de dólar, tenemos que preguntar, “¿dieciocho centavos en qué época,
en la de Inglaterra bajo los reyes Tudores? ¿En la que los exploradores pioneros llegaban a
asentarse en la zona fronteriza de Estados Unidos? ¿En la Gran Depresión? ¿En el año
2000? Desafortunadamente, muchas guías de estudio sencillamente repiten valores del
pasado distante mientras que la inflación sigue su curso.
Con dinero, la mejor manera de evaluar y comunicar los datos sobre monedas y
metales es pensar en términos de poder adquisitivo. La mejor forma de medirlo ―y
comunicarlo― es el tiempo que tomó ganarse la moneda. Todos están de acuerdo en que un
*
Aunque 1 billion (U.S.) se traduce al español como mil millones, el redondear libremente al número más
grande de uso común hoy en día nos lleva a pensar en un billón, mas que en mil millones. Sin embargo, más
adelante cuando se expresan cantidades específicas que buscan hacer comparaciones aproximadas a la
realidad, se ha respetado la traducción apropiada de mil millones.
jornalero ordinario ganaba un denario al día. Así que el siervo malvado en la parábola tenía
cierta razón para estar molesto con su compañero. Aquella deuda de cien denarios igualaba
el salario de cien días, ¡No eran sólo unos cuantos dólares! Pero, por el otro lado, aquella
deuda se vuelve insignificante en comparación con la cantidad debida al rey, ya que tomaba
casi veinte años para que un peón llegara a ganar un talento. Si un talento iguala a veinte
años de salario, entonces ¡La deuda del siervo con el rey por diez mil talentos llegaba a un
total del salario de doscientos mil años!11 Fijar un equivalente en moneda actual es difícil,
porque los sistemas y estándares económicos antiguos y modernos son muy diferentes. Sin
embargo, para satisfacer al curioso, si ponemos el salario de un año en diez mil dólares, el
valor de la deuda es de dos mil millones de dólares, un número enorme y redondeado, como
los diez mil talentos. El número de mil millones refuerza la lección principal de la historia:
el siervo debió haber perdonado, porque se le había perdonado muchísimo más.
Esclavos y siervos
El segundo problema tiene que ver con los siervos en el pasaje. Ya que el primer
siervo podía ser vendido, debe haber sido un esclavo. Pero, ¿cómo podría un esclavo
adquirir tal deuda? La esclavitud era diferente en el mundo antiguo. Los esclavos no tenían
libertad para ir y venir como querían, o para casarse, y tenían pocos derechos legales. Sin
embargo, no eran segregados por raza, lenguaje o ropa, como en Estados Unidos. Ellos
podían recibir salario, tener propiedades (hasta sus propios esclavos) y tomar casi cualquier
tipo de trabajo. Muchos se convertían en esclavos al ser capturados en una guerra, al
contraer demasiadas deudas o por nacimiento. Pero unos cuantos se vendían a sí mismos
como esclavos para obtener seguridad o recibir una educación a expensas de su dueño.
Ciertas posiciones altas, como la tesorería de una ciudad, tenían que ser ocupadas por
esclavos. Algunos personajes prominentes fueron esclavos, y nuestro siervo que se rehusó a
perdonar parece ser uno de ellos. Así que, la historia de Jesús tiene sentido, aun si es algo
extravagante ―como a menudo es el caso de muchas parábolas.12
Estos dos estudios, por sí solos, no descubren el enfoque de Mateo 18: 21-35. Pero
son un paso vital en el proceso de exégesis. En algunas ocasiones, la exposición es
esencialmente un ejercicio de resolución de problemas, como en el caso de Eliseo
maldiciendo a los muchachos de Betel (ver el capítulo 2). Sin embargo, la mayor parte del
tiempo, el resolver problemas es solamente un paso en el proceso de interpretación bíblica;
un paso importante, pero limitado en su alcance. La resolución de problemas tiene una
destreza hermana, el desarrollo de temas, el cual estudiaremos en el siguiente capítulo.
Ambas constituyen dos poderosas herramientas en el taller del estudio bíblico.
Resumen
Ejercicios
Enumera todos los problemas que puedas encontrar en los siguientes pasajes. Puedes
categorizarlos como obvios, ocultos, o para maestros. ¿Cuáles te parecen más importantes
para poder entender el pasaje? Resuelve algunos en cada pasaje.
1. Enumera los problemas en Mateo 10:1-16 por párrafo (vs. 1-4, 5-10, y 11-16).
¿Cuáles parecen ser los más importantes? Resuelve unos cuantos, usando un
diccionario bíblico o una enciclopedia. Sugerencia de un problema sencillo: ¿Qué
significa la referencia a Sodoma y Gomorra? Y uno más difícil: ¿Por qué Jesús
prohibió a los discípulos ir a los gentiles?
2. Para un pasaje rico del Antiguo Testamento, ver 1 Samuel 24 o Génesis 15:1-19.
Aun después de consultar pacto y sacrificio, probablemente necesites un comentario
para poder entender completamente Génesis 15.
3. Para un texto del Nuevo Testamento que tiene pocos problemas obvios, intenta
Romanos 8:1-4 o 12:1-2.
____________________
Notas
1
Para detectar problemas, necesitamos la habilidad de observación (cap. 2). Para resolverlos, con frecuencia
necesitaremos conocer el contexto histórico del pasaje (cap. 4).
2
Comprueba tu capacidad de descubrir preguntas comparándolas con el contenido de un comentario
confiable. Probablemente pasarás por alto algunas cuestiones importantes y el comentario probablemente se
saltará algunas de tus buenas preguntas. Un buen comentario algo popular sobre Hechos es I.H. Marshall,
Acts (Grand Rapids: Eerdmans, 1980). Un comentario respetable en el campo académico es F.F. Bruce,
Hechos de los Apóstoles, Introducción, Comentario y Notas (Buenos Aires – Grand Rapids: Nueva Creación,
1998). No es necesario empezar a adquirir comentarios todavía. Pídelos prestados ocasionalmente hasta que
puedas reconocer uno bueno.
3
Daniel Patte, The Gospel According to Matthew: A Structural Commentary on Matthew´s Faith
(Philadelphia: Fortress, 1987), 257.
4
Leon Morris, The Gospel According to Matthew (Grand Rapids: Eerdmans, 1992), 473.
5
Josefo, Antigüedades, 17.318-20.
6
W.D. Davies y Dale C. Allison, The Gospel According to Matthew (Edinburgh: T. & T. Clark, 1991), 2:795-
98.
7
Duncan Derrett, Law in the New Testament (Londres: Darton, Longman & Todd,; 1970), 34-37. Joachim
Jeremias cree que Mateo exageró los números pero que la audiencia original hubiera podido pensar en un
sátrapa regional encargado de los impuestos. Vea Jeremías, The Parables of Jesus, 2a. ed. (New York:
Scribners, 1963), 28, 210.
8
Para dólares, ver Morris, Gospel According to Matthew, 473, n. 71; para libras, ver David Hill, The Gospel
of Matthew (London: Oliphants, 1972), 278.
9
Pheme Perkins, Hearing the Parables of Jesus (New York: Paulist Press, 1981), 123-24.
10
Craig Blomberg, Interpreting the Parables (Downers Grove, ILL.: InterVarsity Press, 1990), 241-42.
11
E. M. Cook, “Weights and Measures,” en The International Standard Bible Encyclopedia, ed. Geoffrey W.
Bromiley, ed. rev. (Grand Rapids: Eerdmans, 1979-88), 4:1046-55; H. W. Perkin, “Money,” en The
International Standard Bible Encyclopedia 3:402-09. The International Standard Bible Encyclopedia puede
ser la mejor fuente del tipo de información citada aquí. El valor de un denario, el peso de un talento y otra
información factual similar se puede encontrar en cualquier buen libro de referencia o comentario.
12
Muchas fuentes describen cómo era la esclavitud en la época bíblica. Ver Wayne Meeks, The First Urban
Christians: The Social World of the Apostle Paul (New Haven: Yale University Press, 1983), 20-22, 63-64; S.
S. Bartchy, “Slavery,” en The International Standard Bible Encyclopedia, 4:539-46.
8
DESARROLLO DE TEMAS
___________________________________________________________
1. ‘Temas candentes en la cultura: las apuestas, la lotería, las huelgas, guerras entre
los géneros, ética sexual.
2. Preguntas personales: nacimiento y muerte; prosperidad y tragedia; y la
búsqueda de amor y dignidad.
3. Temas candentes en la iglesia: requisitos para el liderazgo, estilos de alabanza.
4. Temas de temporada: Navidad, Semana Santa, Día del Amor y la Amistad, Día
de las Madres, Día del Padre.
5. Preguntas provocadas la propia Escritura: ¿Se salvan las mujeres por tener
hijos?
Así que, los estudios temáticos surgen cuando alguien le hace una pregunta a la
Biblia o cuando la Biblia provoca una pregunta. Las preguntas pueden brotar de un
encabezado, una experiencia personal, una prueba en la iglesia o un acertijo en la Biblia.
Los maestros sabios ven oportunidades para dar estudios temáticos útiles desde varias
semanas antes, y se preparan.
Los estudios temáticos son importantes porque preparan a los cristianos a pelear
donde la batalla arrecia, a tomar una posición firme frente a las controversias del momento.
Por otro lado, debemos proclamar todo el consejo de Dios, y no simplemente correr de un
debate al siguiente. Debemos estar dispuestos a tratar cada tema bíblico, aún cuando
parezca irrelevante para el momento.
Presentación temas y estudio de palabras
Ejemplo: el dinero
Ya que el dinero es un asunto de actualidad, así como bíblico, empezaremos por ahí,
usando Mateo 6:19-24 como nuestro texto central.
En el caso del dinero, tenemos que distinguir entre el concepto de dinero y las
palabras usadas para describirlo, como riquezas, tesoros, Mamón y dinero. Por supuesto,
los estudios de palabras y de temas están relacionados. Hablamos de temas con palabras, y
usamos palabras para expresar conceptos. Aún así, el estudio de las palabras es un asunto
más estrecho. Pensando que son la misma cosa, alguien podría buscar dinero en una
concordancia en español y pasar por alto otros términos importantes. U otra persona podría
atorarse en docenas de referencias irrelevantes a compras y colecciones. Podría aprender
que el término para dinero en Mateo 6 es “Mamón” (en algunas traducciones) (Griego:
mamonas), y entonces encontraría que aquella palabra se usa únicamente cuatro veces en el
Nuevo Testamento. Como resultado, podría llegar a la conclusión de que la Biblia dice
poco acerca del aspecto espiritual del dinero.
Entonces ¿cuál es la diferencia entre la palabra dinero y el concepto del dinero?
Hablando estrictamente, el dinero no es nada más que el medio aceptable de pago e
intercambio económico, desde una moneda de oro hasta la tarjeta de crédito doradas. Pero
el concepto de dinero en Mateo 6 es otro asunto. Éste abarca al concepto del dinero como
tesoro, como el objeto de nuestro afecto, como una fuente de poder y prestigio, y como el
objeto de la sugerente pregunta, “¿qué harías por un millón de dólares?” Así que, el estudio
de éste concepto implicaría la búsqueda de referencias del amor al dinero y del dinero como
una mujer seductora, como Babilonia (Ap. 18), y como una alternativa a Dios. Este
concepto sólo concuerda parcialmente con el término dinero. Por lo tanto, un recorrido por
la concordancia no sería suficiente; necesitamos otros métodos para localizar textos que
describan el amor al dinero o el dinero como un dios falso.
Dinero Dinero
Tema Palabra
Paso 1: Haz más preguntas. Las declaraciones llenas de significado de Jesús sobre los
tesoros en Mateo provocan preguntas más específicas. Si nos mantenemos alerta a las
respuestas, esto agudizará nuestro enfoque. Podríamos preguntar:
¿En qué sentido el dinero, una mera herramienta de comercio, se hace rival del
Señor del universo?
¿Acepto la dicotomía, “No podéis servir a Dios y a las riquezas”? Después de todo,
si estoy del lado de Dios y Él está de mi lado, ¿no es probable que me bendiga tanto
económica como espiritualmente?
¿Qué enseña el resto de la Biblia acerca del dinero? ¿Hay otros pasajes que traten la
tendencia del dinero a convertirse en un dios? ¿Explican cómo es que esto sucede, y
cómo romper su control?
¿Qué piensa Dios de mis posesiones, mi manera de gastar el dinero, mis ahorros, y
mis sueños financieros?
Paso 2: Haz una lluvia de ideas. Ahora, pasa 15 minutos con una hoja en blanco. Anota
las cosas más importantes que ya sabes acerca del dinero. Haz memoria de todo, desde tus
lecturas más recientes hasta tus recuerdos más antiguos. Si el tema es el dinero como un
dios, he aquí algunas ideas que quizás tengas.
El joven rico rehusó vender sus posesiones y darlas a los pobres cuando Jesús hizo
de ello una condición para el discipulado. Por otro lado, Pedro, Santiago, Juan y
Andrés dejaron atrás sus barcos para la pesca y sus ingresos cuando siguieron a
Jesús. Y Zaqueo dio la mitad de sus posesiones a los pobres cuando Jesús lo visitó
en su casa.
Cuando Dios bendecía a un hombre en el Antiguo Testamento, con frecuencia éste
se hacía rico, como lo muestran Abraham, Jacob, José, Job, David, Salomón,
Josafat, Josías y otros. Así que el dinero no siempre se ve como una amenaza.
Jesús les dijo a algunas personas que dejaran todo para seguirle, y Él mismo no
tenía donde reclinar su cabeza. Sin embargo, tenía seguidores ricos, como José de
Arimatea, quien conservó algunos de sus bienes.
Proverbios 30:8-9 considera a la riqueza como un peligro: “No me des pobreza ni
riqueza,” dice, “Mantenme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y
diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi
Dios.”
1 Timoteo 6:9 también nos advierte del amor al dinero. “Porque los que quieren
enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que
hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es
el amor al dinero.” Sin embargo, Pablo recomienda el contentamiento y el gozarse
de las riquezas.
Si notaste que la palabra dinero se encuentra muy poco en las citas mencionadas
arriba, podrás ver por qué es sabio tener una lluvia de ideas al comenzar. La mente hace
conexiones que desafían a las concordancias y a las búsquedas en la computadora; si
simplemente buscáramos el término dinero, las perderíamos. Como ejemplo, considera la
ocasión en que Jesús demostró su humilde amor lavando los pies de los discípulos. Ya que
Juan nunca usa las palabras amor o humildad, un estudio de estas palabras nunca nos
llevaría a Juan 13. Por lo tanto, empieza con una lluvia de ideas.
Paso 4: Revisa la concordancia. Para un estudio sencillo, los pasos del uno al tres
probablemente proveerán todo lo que necesitas. Pero, para un análisis completo, necesitas
saber cómo usar una concordancia. Las concordancias completas, ya sea en libros o
software, te permiten localizar cada uso del término en cualquier edición o traducción de la
Biblia en particular. (Hay concordancias en hebreo y griego, así como para varias
traducciones, como la Reina Valera o la NVI.) El hecho de que las concordancias sean tan
completas es tanto su fortaleza como su debilidad. En primer lugar, al suplir
(aparentemente) todos los datos, ¡muchas veces proveen demasiada información! Por lo
tanto, ya que pueden saturarte con más de lo que quieres saber, debes saber cómo usar una
concordancia eficazmente.
Paso 6: Como paso final, consulta un manual de teología bíblica o sistemática. Los pasos
anteriores deben haber generado una gran cantidad de información. No siempre será fácil
ver cómo la coherencia entre las variadas enseñanzas de la Escritura. Por ejemplo,
encontramos que las enseñanzas acerca del divorcio en Nehemías y Mateo son algo
diferentes. Y hay un duro contraste entre las descripciones del estado en Romanos 13 y en
Apocalipsis. También hay tensión entre la costumbre de Jesús de asociarse con cobradores
de impuestos y pecadores y el mandato para el pueblo de Dios de salir y apartarse de los
pecadores. No existe una fórmula rápida para resolver estas cuestiones. Más que nada,
necesitamos llenar nuestra mente de principios bíblicos y usarlos para probar todas las
cosas.
Si es necesario, aquí podemos volvernos a la teología sistemática. Ésta nos permite
recoger la cosecha escrita de una mente que se ha llenado de pensamientos bíblicos. Las
mejores teologías sistemáticas presentan los elementos esenciales de la verdad bíblica en
forma temática. Algunas presentarán la historia del pensamiento cristiano o debatirán sobre
un tema antes de presentar sus propias conclusiones. Otras empiezan con una declaración
en un credo, o un texto bíblico crucial y parten de allí. Otras enfatizan el desarrollo de
temas, de Génesis a Apocalipsis. Esto te permite ver cómo se desarrollan los conceptos
bíblicos, ya sea en forma creciente, por la adición de verdades en armonía, o
dialécticamente, cuando las ideas se presentan en tensión.4 Sea cual fuere el método que
escojan, las mejores teologías muestran cómo se desarrollan las ideas. Quizás las teologías
sistemáticas no tengan una sección especial sobre el dinero, pero una búsqueda en los
índices probablemente mostrará alguna mención de dinero o riqueza, quizás bajo los
encabezados de creación o discipulado.
Hasta ahora hemos discutido métodos para los temas que traemos a la Biblia. Sin
embargo, también surgen temas conforme leemos las Escrituras. Cuando leí el Evangelio de
Lucas con mis hijos, ellos hacían por lo menos una pregunta temática cada noche: ¿Cómo
supieron los demonios quién era Jesús? ¿Por qué pidió Jesús a sus discípulos que dejaran
todo para seguirle? ¿Cómo podía Jesús leer los pensamientos de la gente? ¿Por qué el
propio pueblo de Jesús no creyó en él? Los niños pueden encontrar temas sin esfuerzo, pero
los adultos hemos sido forzados a frenar la curiosidad sin límite de la juventud para poder
cumplir con nuestro trabajo. Con el tiempo, es posible que hasta olvidemos cómo hacer
Nota de la traductora:
*
Se refiere a un templo de la antigüedad dedicado a todos los dioses. [La segunda parte de la oración hace
innecesaria esta nota (N. del revisor)]
preguntas. Así que, ¿cómo podemos entrenarnos para identificar temas importantes? A
continuación algunas pautas:
1. Algunos temas se repiten casi en cada pasaje. Cada texto dice algo acerca de la
naturaleza de Dios y de la humanidad. Todos tratan nuestra condición caída y el
remedio de Dios para este problema. Así que, siempre busca respuestas a la
pregunta, “¿qué nos enseña este pasaje acerca de Dios, la humanidad y la
redención?”
2. Los temas a menudo empiezan con un problema. En el capítulo anterior, hicimos
una lista de los problemas en Hechos 13:1-3 que necesitaban respuestas concretas.
¿Dónde estaba Antioquia? ¿Cómo era la ciudad? Pero al poco tiempo nos
comenzamos a preguntar por qué la iglesia en Antioquia llegó a ser la primera en
mandar misioneros a los gentiles. ¿Cómo empezó la iglesia? ¿Quiénes eran los
profetas mencionados en el versículo 1? ¿Revelan algo sus nombres acerca de la
congregación a la que pertenecían? Las respuestas a estas preguntas nos llevan al
tema del crecimiento de la iglesia y el evangelismo. Nuevamente, la pregunta “¿de
qué forma reveló a todos el Espíritu Santo que deberían apartar a Bernabé y Saulo?”
puede llevarnos al tema, “¿cómo se comunica Dios con el hombre?” El texto
también menciona el ayuno, la oración y la imposición de manos ―todos temas
muy valiosos. La última cuestión podría llevarnos a un estudio sobre la
ordenación― un término escaso, pero un concepto significativo.
3. Algunos temas surgen solamente cuando leemos porciones extensas de las
Escrituras. Si leemos todo Génesis en una semana, por ejemplo, estamos listos para
ver ciertos temas. Notamos que el Señor se relaciona con su pueblo, desde Adán
hasta José, por medio de los pactos y promesas que hace con ellos y sus
descendientes. También vemos que el Señor providencialmente garantiza sus
promesas a pesar de las amenazas por doquier: dos patriarcas no tienen hijos por
mucho tiempo, un tercero inicialmente desprecia el pacto, y un cuarto es vendido
como esclavo.
4. Algunos temas surgen al volver a leer. En Lucas uno puede pasar por alto la
costumbre de Jesús de asociarse con parias, porque esto se menciona sólo
ocasionalmente y carece de un vocabulario especial. Sin embargo, en su primer
sermón, Jesús declaró que había venido a predicar las Buenas Nuevas a los pobres y
oprimidos (4:18). Al poco tiempo hizo eso precisamente al ministrar a los leprosos,
a endemoniados, y a mujeres con enfermedades inmundas (Lucas 5:12-16; 8:26-39,
40-56). Jesús se acercó públicamente a los rechazados morales de la sociedad. Un
cobrador de impuestos llegó a ser uno de los doce, y Jesús se invitó a la casa de un
jefe de los recaudadores de impuestos, Zaqueo, a quien convirtió en un modelo de
arrepentimiento y salvación (5:27-32; 19:1-10). Reprendió a los Fariseos por no
invitar a los pobres, lisiados, ciegos y cojos a sus fiestas (14:12-14), y entonces
narró una historia acerca de un rey con características divinas que invitó a gente
como aquella de todo el país a su banquete (14:15-24). Jesús no era dueño de una
casa, así que no podía seguir su propio consejo de hacer fiestas para los rechazados,
mas hizo lo más cercano, yendo a sus fiestas y comiendo con ellos (15:1-2; 19:5-
7).6 Aparte de pasar tiempo con estas personas, Jesús las bendijo. Aún en la cruz,
por ejemplo, se acercó a un absoluto paria, el ladrón ejecutado a su lado, y lo
bendijo (23:40-43).
Estos puntos sugieren que el amor de Dios hacia los marginados está muy
cerca del corazón del evangelio.7 Si es así, ¿por qué los púlpitos y atriles descuidan
este punto? Quizás el exclusivismo es para los adultos lo que la falta de respeto es a
los adolescentes ―casi invisible para aquellos que lo practican. No podemos ver
que menospreciamos a personas de otros estratos sociales, porque pensamos que es
digno de loor el saludar a nuestros amigos, y dar la bienvenida a visitantes que se
parecen a nosotros. O quizás la razón sea que la bienvenida a los parias adorna la
periferia del texto, pero nunca ocupa el centro.
¿Cómo podemos escapar de nuestro culpable descuido? En primer lugar, si
en realidad practicáramos lo poco que sabemos, avanzaríamos grandemente en
nuestra consciencia de la situación. En segundo lugar, los maestros de la iglesia
deben reconocer que el tema de dar la bienvenida a los rechazados se extiende a lo
largo de toda la Biblia. Debemos saber que Dios recibe a los pecadores, y que
nosotros debemos hacerlo también.
Conclusión
Ejercicios
1. Haz una lista de los temas que vale la pena desarrollar, que surjan de algunos pasajes que
hemos estudiado, como Mateo 18:21-35, I Samuel 17, y Romanos 12:1-2.
2. Estudia un tema de interés que parezca no tener un texto específico. Por ejemplo,
a. ¿Qué se debe hacer si un jefe o patrón manda a su empleado a hacer algo que es
éticamente “gris” –no inmoral ni ilegal, pero sí lejos de lo ideal?
b. ¿Qué enseña la Biblia como un todo acerca del medio ambiente? ¿Y acerca del
proceso de envejecimiento?
____________________
Notas
1
Biblia de Referencia Thompson con Versículos en Cadena Temática, Versión Reina Valera 1960 (Miami:
Kirk Bride Bible Company, Inc y Editorial Vida, 1987), 920.
2
Colin Brown, “mamonas,” en Dictionary of New Testament Theology, ed. Colin Brown (Grand Rapids:
Zondervan, 1967-71), 2:837.
3
James Barr, The Semantics of Biblical Literature (Oxford: Oxford University Press, 1961), 218 ss.; Moisés
Silva, Biblical Words and Their Meaning (Grand Rapids: Zondervan, 1983), 22-32.
4
A veces llamada “teología bíblica.” Este método examina especialmente la manera en que la verdad bíblica
se desarrolla en las diferentes eras de la historia redentora. La obra de un evangélico en este campo, quien
hizo época, es Geerhardus Vos, Biblical Theology: Old and New Testaments (Grand Rapids: Eerdmans,
1948).
5
Este párrafo lo debemos a Jacques Ellul, Money and Power (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1984),
9-33, 73-93.
6
En tiempos bíblicos, el compartir la comida con alguien indicaba un grado de amistad o intimidad mucho
más fuerte que en la actualidad.
7
Por el contrario, la auto-justificación, la característica que definía a la élite de los religiosos de Israel, lo
destierra a uno del reino. Ver Mark Alan Powell, “Religious Leaders in Luke: A Literary-Critical Study,”
Journal of Biblical Literature 109 (Spring 1990): 93-110, esp. 95-99; Jack Dean Kingsbury, Conflict in Luke:
Jesus, Authorities, and Disciples (Minneapolis: Fortress, 1991), 23, 82-83.
9
EL RETO DE LA APLICACIÓN
___________________________________________________________
En una templada mañana dominical, en la tierra de los patos, todos los patos se
despertaron, se acicalaron las plumas, y caminaron balanceándose hasta la iglesia. Al
encontrar sus respectivas bancas se acuclillaron, y el Pastor pato se dirigió al púlpito
meneándose vigorosamente. Abriendo la Biblia de los patos, empezó a leer acerca del gran
regalo de Dios para los patos: las alas. “Con las alas,” pontificó el pato predicador, “ustedes
patos pueden volar. Pueden remontar los aires como águilas y elevarse hasta los cielos.
Pueden conocer la libertad fuera de las cercas y corrales. Deben darle gracias a Dios por un
don tan grande como las alas.” Todos los patos en la congregación asintieron efusivamente,
gritando “¡Amén!” Y entonces, todos caminaron meneándose de regreso a casa.1
Esta parábola de los patos ilustra algunos de los desafíos en la aplicación de la
Escritura. El pastor pato fue demasiado cognitivo, apelando únicamente a la mente de los
patos. Los instó a agradecer a Dios por las alas, pero no a usarlas. O quizás sus propias
deficiencias ―él también se balanceó hacia la iglesia― lo cegaron a la aplicación correcta.
Sería vergonzoso que un pato que no sabe volar anime a otros a hacerlo, y más vergonzoso
verlos hacer lo que él no podía o no estaba dispuesto a hacer. Así que, el pastor pato le
facilitó a su congregación el descuido de la aplicación.
En realidad, probablemente haya más nudos y rompecabezas en la aplicación que en
cualquier otro aspecto de la interpretación bíblica. Tanto liberales como conservadores,
protestantes y católicos, fieles maestros de Biblia y maestros agnósticos de literatura, todos
ellos están de acuerdo en que la interpretación válida de los textos depende de las
habilidades descritas en los capítulos anteriores. Están de acuerdo, en gran medida, en los
procedimientos de la exégesis.2 Pero surgen diferencias cuando tratamos de establecer
nuestras obligaciones morales y espirituales.3
Primero, ¿quién aplica las Escrituras? ¿Dios, el lector, o el maestro? Segundo, ¿cómo se
lleva a cabo la aplicación? ¿Podemos dejársela al testimonio interno del Espíritu? ¿O es el
resultado de un esfuerzo intensivo y de introspección? Si llegamos a la Escritura con un
corazón dispuesto, ¿surgirán desde el interior las aplicaciones correctas? Tercero, ¿cuál es
la meta principal de la aplicación? ¿Mayor felicidad humana? ¿Decisiones éticas correctas?
¿La formación del carácter? ¿Comunión con Dios?
Algunos críticos niegan que los textos antiguos puedan tener autoridad moral absoluta
en la sociedad moderna. Insisten que una obra “compuesta en una época y cultura antigua
tiene su significado en aquella época y cultura, pero en las nuestras puede tener un
significado diferente o, ciertamente podría no tener ningún significado en absoluto.”4 James
Gustafson dice que la Biblia informa a nuestros ideales, juicios morales, motivos y metas,
pero que hay demasiados factores en una evaluación moral, y demasiados temas
divergentes en la propia Escritura, como para que un hecho bíblico específico determine
una decisión moral.5 Los críticos han dudado especialmente que los pasajes históricos de la
Biblia puedan tener autoridad moral. Ellos preguntan si podemos estar seguros de que los
sucesos reportados realmente sucedieron. Si no, ¿cómo pueden tener autoridad moral?6
Además, ¿cómo puede la historia antigua guiar el comportamiento moderno?
Los críticos afirman con toda razón que las culturas cambian y que el proceso de la
toma de decisiones es complejo. Pero el cambio y la complejidad de ninguna manera minan
la autoridad de la Escritura. Solamente muestran que necesitamos ser meticulosos cuando
aplicamos las Escrituras a nuevas situaciones. Puede ser que los lineamientos básicos de
una conducta recta nunca cambien, pero sí lo harán los ataques contra ella. Cuando
prolifera la confusión y las marañas del pecado se vuelven densas, no se disolverán con la
estocada de un solitario texto base. Sin comprometer ni una jota de la autoridad bíblica,
podemos decir que el discernimiento moral no es un asunto sencillo.
El celo simplista ejerce presión por un lado y las preguntas espinosas por el otro, pero
los eruditos evangélicos han prestado poca atención teórica a la tarea de aplicar la Biblia.7
Aún así, la necesidad ciertamente existe, ya que con demasiada frecuencia los maestros
cristianos evitan las cuestiones difíciles y se limitan a repetir aplicaciones añejas,
subjetivas, vagas e irrelevantes. Por lo tanto, examinemos dos enfoques incorrectos a la
aplicación, demos respuesta a ellos y propongamos un programa positivo.
Esta perspectiva considera que la aplicación es fácil; que fluye de nuestra espiritualidad
personal. Según este punto de vista, la aplicación depende de la vida espiritual privada de
los maestros y predicadores, por un lado, y de sus oyentes cristianos, por el otro. La
aplicación es un asunto subjetivo y personal. Los maestros y predicadores se preparan para
aplicar los textos meditando en ellos conforme los estudian. Al profundizar en las
Escrituras, alguna verdad sobre el temor o el dominio propio, por ejemplo, hace eco muy
dentro de ellos. Ellos piensan, “sí, es verdad; necesito desafiar mis temores; necesito
controlar mis apetitos.” Por consiguiente aplican el pasaje a ellos mismos, y sólo medio
conscientes de lo que están haciendo. Para algunos pastores, la mayoría de las aplicaciones
cuando menos empiezan con esta experiencia subjetiva. Después se preguntan, “¿Soy yo el
único que lucha con esto, o es algo universal?” Un pastor expresó esta idea diciendo: “En
todos mis sermones, me predico a mí mismo; y la congregación sólo escucha.”8
Llevada a su conclusión extrema, la perspectiva de la “espiritualidad personal” ve la
reflexión teórica sobre la aplicación como algo superfluo. Si el orador oye fielmente el
texto, sabrá qué decir. Si un predicador tiene en mente a su congregación conforme prepara
su sermón, “lo que sabe sobre ellos sugerirá ideas y asociaciones inesperadas.”9 Por lo
tanto, desde el punto de vista del orador, la aplicación ocurre sin un esfuerzo especial. El
usar métodos de aplicación es rechazar la vida espiritual propia a cambio de una fastidiosa
preocupación sobre la metodología. Según esta opinión, la aplicación es mejor cuando se
contagia que cuando se enseña. Los estudiantes y novatos la aprenden observando a
predicadores sabios hablar desde el corazón. Conforme ellos son atraídos a los pastores que
proclaman sin temor lo que obviamente han aprendido en la escuela de la vida, la escuela
del alma, aprenderán a hacer lo mismo.
Este punto de vista contiene ideas tanto loables como cuestionables. Es verdad que una
devoción servil a los métodos anula nuestro deleite espontáneo en la Palabra de Dios. Es
cierto que debemos dar lugar a la voz de Dios en la interpretación bíblica; ciertamente los
maestros no necesitan dar ocho pasos antes de oír al Maestro. Demasiado método puede
excluir a Dios del estudio.
Pero, no seamos ingenuos. Aquellos que meditan silenciosamente en la Palabra oyen
otras voces, no solamente los susurros del Señor, y algunas de ellas no son tan confiables.
Las experiencias recientes tendrán mucho peso en aquellos que meditan sin estructura.
¿Qué libros están leyendo? ¿Qué males de la sociedad han notado? ¿Qué personas
atribuladas han entrado a sus oficinas? ¿Qué canciones han estado cantando? ¿Y qué pasa si
estas experiencias recientes tienen poco que ver con el texto?
Además, no nos atrevemos a pasar por alto el papel del corazón humano corrompido en
el proceso de la aplicación. ¿Cuáles son los deseos y sueños frustrados del maestro? ¿Quién
lo ha ofendido y de qué forma? ¿Qué desearía que sus oidores hicieran por él? Algunos
líderes pueden encontrar, en una variedad amplia de textos, evidencia de que sus metas y
sus programas son exactamente la voluntad de Dios para ellos o su iglesia. En suma, la
meditación libre tiene pocos salvaguardias contra las infecciones de un corazón engañoso.
El punto de vista 3 reconoce que la aplicación sólida es difícil, y por lo tanto, merece
nuestra mayor atención.13 Las dos secciones previas han mostrado que, si la aplicación es
un don de Dios, es como el don del pan diario. Oramos por pan y esperamos en Dios, pero
también tenemos que trabajar por él. Sin su provisión, los corazones “reciben” los sermones
de la misma forma que las llamas “reciben” al papel. El Señor hace que las palabras
alcancen su objetivo y vayan mucho más allá. Sin embargo, nuestra pereza y pasividad
destruirán aplicaciones sólidas, por varias razones.
1. Para hacer una aplicación con excelencia, se necesita capacitación en exégesis
―las habilidades que este libro presenta. Los pastores y los estudiosos también necesitan
dominar los idiomas bíblicos y un conocimiento extenso del mundo antiguo. Como la
mayoría de las destrezas, esto es en gran medida algo amoral y abierto a todos.14 Los
agnósticos con entrenamiento son intelectualmente capaces de comprender la Biblia
―hasta que llegan a la aplicación.
2. Para hacer una aplicación con excelencia, se necesita tener carácter. Un espíritu
abnegado libera una empatía que ve las luchas ―tratadas en el texto― en toda la gente. El
amor dice lo que debe decir, tierna pero claramente. La intrepidez observa con atención
nuestra cultura, para que podamos enfrentarla como realmente es, y no como los guetos
cristianos la imaginan. La osadía se arriesga a la crítica y al rechazo que enfrentan todos los
que hablan con franqueza sobre asuntos reales. La paciencia escucha serenamente la
historia de gente igual a nosotros, así como de gente completamente distinta a nosotros, sea
joven o anciana, rica o pobre, sencilla o sabia, tranquila o quebrantada, para poder contarle
la historia bíblica. La mansedumbre aplica cada texto a sí misma primero, ahuyentando así
las indicaciones petulantes sobre cómo deben vivir los demás. La integridad provee
consistencia entre la palabra proclamada y la palabra vivida, no sea que, por ejemplo, los
excelentes sermones sobre el dominio propio sean destrozados por los bien conocidos
berrinches del predicador.
Además, las fallas morales obstaculizan la interpretación. No entendemos plenamente
algunas cosas a menos que sepamos cómo aplicarlas.15 Un hombre no “entiende” su guía de
“hágalo usted mismo” para reparaciones en casa si tiene todas las herramientas pero todavía
no puede arreglar la llave del lavabo. Un juez no entiende la ley y los precedentes si no los
puede aplicar a nuevos casos. De la misma manera, los maestros de la Biblia pretenderán
tontamente entender la fidelidad si rompen sus promesas cada vez que éstas son
inconvenientes. Ellos pueden tratar asuntos que no han experimentado. Puede que la
explicación de una persona soltera sobre el amor matrimonial sea poco profunda, pero no
estará corrompida por la falta de experiencia. Lo mismo es cierto respecto a muchas
situaciones (desempleo, cáncer, etc.) que los maestros quizás tengan que abordar. Pero el
fracaso en ejercitar una virtud cristiana, cuando una prueba provee la oportunidad de usarla,
es otro asunto. La persona que permanentemente falla en ser honesto o puro o generoso no
sabe casi nada acerca del discernimiento y la resistencia necesarios para desarrollar aquellas
virtudes.
3. Para hacer una aplicación con excelencia, uno debe estar preparado para todo tipo
de oyentes reacios. Algunos son flojos. Los predicadores no pueden aventurarse
simplemente a impartirles información, dijo Juan Calvino, sino que deben aplicar y
amenazar, ya que “si dejamos a la elección de los hombres seguir lo que les es enseñado,
nunca moverán un pie.” Por sí sola, la doctrina puede “no servir de nada,” a menos que esté
acompañada de exhortaciones.16 Otros son escépticos; exigen aplicación o dejan de
escuchar.
Algunos cristianos vienen a la iglesia buscando mayormente estímulo intelectual. Ven a
sus maestros como intérpretes espirituales. Olvidan que la meta de la exposición bíblica es
el vivir cristianamente, no solamente pensar cristianamente. Olvidan que la fe sin obras es
vana. De igual manera, la instrucción que no produce amor, misericordia, servicio y
comunidad cristiana es vana y, en última instancia, carece de vida.
4. Para hacer una aplicación con excelencia, uno debe estar preparado para los
oyentes entusiastas ―personas que quieren ser piadosas, pero que enfrentan preguntas
desconcertantes. Como los soldados penitentes que se pararon ante Juan el Bautista,
preguntándose cómo comprobar su arrepentimiento, los fieles vienen a su maestro
preguntándose qué hacer. Quieren saber cómo amar a sus adolescentes, cómo responder a
las presiones para transigir en el trabajo y mucho, mucho más.
5. Para hacer una aplicación con excelencia, hay que combinar las facultades
aparentemente opuestas de disciplina e imaginación. La disciplina da un paso a la vez,
perseverando en el estudio de un texto conocido, para que no se pierda nada de él.
Desarrolla las varias fases de la aplicación. Plantea los principios de una vida piadosa y
sugiere formas de cumplirlos.
La imaginación salta de aquí para allá, conectando ideas de maneras inesperadas,
trayendo una comprensión fresca al proceso de la aplicación. Por medio de la imaginación,
el maestro localiza respuestas a preguntas que nunca surgen explícitamente en la Biblia.
Encuentra conexiones oscuras entre las culturas bíblicas y las modernas. Olfatea las formas
en que las personas pueden objetar a la verdad. Sabe que van a inclinarse ante la verdad, y
después evadirla. Anticipa obstáculos a la obediencia e ingenia planes para esquivarlos.
Ofrece sugerencias específicas a personas de buen corazón que quieren hacer lo correcto,
pero no pueden distinguir el siguiente paso.
Tomemos, por ejemplo, el tema del servicio. En un nivel, cada discípulo entiende lo que
significa servir. Pero las personas están tan llenas de malos hábitos, malos ejemplos y
egoísmo puro que no nos atreveríamos a dar por hecho que saben cómo servir. La
imaginación reconoce la incongruencia del hombre que dice creer en el servicio pero actúa
como un holgazán en casa y como visitante en la iglesia, y completa la tarea de la
aplicación sugiriendo lo qué debe significar el servicio para él, en detalle, con incidentes
concretos. Dice algo como esto:
Hombres, si quieren servir en casa, levántense y ayuden a recoger la mesa después
de la próxima comida, en vez de buscar un pretexto para huir. Si hay abrigos en el piso,
si la leche se está asoleando, o si hay toallas amontonadas en un rincón, pónganlas en su
lugar, en vez de gritarle a tu esposa o hijos para que hagan algo al respecto. Limpien el
auto antes de que el vestido de alguien se arruine. Cuando hayan terminado el quehacer,
dejen que sea un secreto. En la iglesia, no eviten las tareas desagradables diciendo,
“¡ese no es mi don!” Como un examen diagnóstico, pregúntese ¿cuándo fue la última
vez que ayudé en el salón de cuna? O en general, “¿estoy haciendo algo por alguien de
quien no obtenga nada ―ni salario, ni favores, ni alabanza?”
Para recapitular, el primer principio de la aplicación es:
Nuestro segundo caso aborda una pregunta que la Biblia nunca trata: ¿Cómo debe orar
un creyente antes de una competencia deportiva? Los cristianos preguntan esto con
frecuencia, pero, por varias razones, los maestros rara vez contestan. La pregunta tiene un
vergonzoso olorcillo a interés personal. Sospechamos que quizás los deportes nos importan
más de lo que deberían. Y no sabemos dónde buscar una respuesta. Los argumentos
sensatos de ambos lados tienen más o menos el mismo peso. Por un lado, no, no podemos
orar por nuestro triunfo. Orar por ello es egoísta, porque mi victoria es necesariamente la
pérdida de otra persona. Por otro lado, sí podemos orar por la victoria, porque nuestro Padre
celestial quiere que pongamos delante de él todo lo que nos importa, y nos importan los
deportes. El siguiente es un método para tratar preguntas oscuras: (1) Enuncia la pregunta
con tanta precisión como sea posible. (2) Enuncia lo obvio, o ciertas partes claras de tu
respuesta y úsalas como anclas o parámetros para el resto de tu reflexión. (3) Apóyate en
tantos textos bíblicos como sea posible. (4) Si es imposible llegar a una respuesta con
autoridad, no trates de forzarla.
Sean cuales fueren los obstáculos, la pregunta es genuina y merece una respuesta.
¿Cómo deben orar los creyentes sobre los deportes? Obviamente, podemos orar que nadie
se lastime o que nadie pierda los estribos. Y luego, ¿qué? ¿Podemos orar para que
ganemos? Una oración apostólica (Fil. 1:9-11) contiene algunas pistas.
Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en
todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e
irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de
Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
Notamos que este texto carece de cualquier petición por beneficios materiales, sean
salud o prosperidad, buenos trabajos u hogares felices. Más bien, Pablo pide virtudes
espirituales más amplias: amor, conocimiento, entendimiento, discernimiento y una vida
intachable. El resto del libro muestra que los filipenses sí tenían necesidades concretas,
pero Pablo declinó orar por las necesidades concretas y particulares.20 Quizás él razonó, “si
Dios les concede las cosas grandes ―amor, discernimiento, y pureza― las dificultades más
pequeñas se arreglarán solas.”
El enfoque bíblico sobre beneficios espirituales parece descartar la petición ingenua,
“querido Señor, permítenos ganar.” Sospecho que “querido Señor, déjanos jugar lo mejor
que podamos” también tiene un elemento egoísta, ya que virtualmente está pidiendo un
triunfo ―o, en el peor de los casos, una derrota digna. ¿Podemos entonces orar que nos
esforcemos lo más que podamos? Esto parece mejor, ya que el esforzarnos con todo es una
virtud. Sin embargo no le hace justicia a las peticiones centrales de Pablo, de amor,
discernimiento, pureza y rectitud.
¿Cómo, entonces, mostramos discernimiento y amor en una competencia atlética? La
pureza y rectitud requieren que juguemos según las reglas, aun cuando –―y esto puede ser
atroz― nuestro oponente esté haciendo trampa. Sin importar qué deporte, el amor disipa
“palabrotas”―lenguaje abusivo― y “golpes bajos”―dados con la intención de herir o
provocar a un oponente. Necesitamos discernimiento para distinguir entre explotar una
debilidad para derrotar a nuestros oponentes, y explotar una debilidad con el fin de
humillarlos.
Meditar en estas cualidades nos lleva a preguntarnos si hay otras virtudes cristianas que
apliquen en forma particular a las competencias deportivas. El dominio propio y la
honestidad vienen a la mente. Sin embargo, erraremos si simplemente hacemos una lista de
los rasgos del carácter cristiano y oramos para que el atleta los produzca todos. Pedir que
los futbolistas cristianos sean amables y gentiles (Ga. 5:22-23) es, por decir lo menos, una
petición incompleta. Pasa por alto la naturaleza del fútbol, y en última instancia evita la
cuestión que nos ocupa. El impulso para esta virtud, entonces, tiene que ser redirigido.
En última instancia, en una competencia deportiva la meta es conducirnos en una
manera digna de nuestro llamado, mientras nos divertimos y ejercitamos. Si nuestros
compañeros de equipo y rivales no comparten nuestra fe, queremos evitar especialmente
cualquier cosa que comprometa nuestra confesión de Cristo. En forma negativa, podemos
orar que evitemos hechos que permitan a los observadores concluir que las convicciones
cristianas no tienen ningún efecto en la conducta cristiana.
Positivamente, podemos orar que nuestro juego, aunque en forma muy tenue, represente
el carácter de Dios. Dios es fiel; por esto, debemos ser fieles a nuestro equipo, llegando
listos para jugar con la concentración que desvanece al juego descuidado. Dios es poderoso;
por esto, podemos orar que juguemos reflejando su poder. El reto de Pablo en I Corintios
16:13 parece aplicarse: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” El
cristiano tiene todo derecho de orar que pueda jugar como hombre ―como el hombre
Adámico en su grandeza original, como un hombre de Dios sintiendo las primicias de la
restauración. Jugar como hombre es jugar con una intensidad y fuerza que desmienta la
idea de que los cristianos son debiluchos que usan la religión como muleta porque son
débiles. Así que, podemos orar que corramos rápidamente y peguemos con fuerza;
podemos orar por buenos rebotes, dobles brillantes, bloqueos limpios, bolas rápidas, y
remates arrasadores.
La oración por virtud y fuerza finalmente nos lleva de nuevo a la victoria, no como un
fin en sí, sino como la consecuencia de la virtud y fuerza que buscamos rectamente. Darnos
cuenta de que la victoria no es nuestra meta final debe permitirnos jugar sin temor, y por lo
tanto, más libremente. Entonces, ¿debemos orar pidiendo que ganemos o no? Cada uno
deberá responder por sí mismo. Pero todos podemos pedir que manifestemos las virtudes
divinas que tienden a producir victoria en cualquier competencia ―deportiva u otra―, ya
sea que ganemos o no.
Conclusión
Ejercicios
1. Haz una lista de las obligaciones básicas que se encuentran en Gálatas 6:2-5, un
texto claro. Enumera las formas en que la gente se resiste a obedecer el mandamiento de
llevar cada uno las cargas de los otros. Contesta algunas de ellas.
2. Esta es una pregunta muy polémica que la Biblia nunca aborda específicamente:
¿Debe una mujer permanecer en su casa, en un matrimonio con un esposo abusivo? Usa
todos tus recursos para desarrollar una conclusión convincente.
____________________
Notas
1
En ocasiones se atribuye esta historia a Soren Kierkegaard, quien contó muchas parábolas, pero
aparentemente esta no es una de ellas, según los índices de sus obras y algunos expertos a quienes he
consultado.
2
No están completamente de acuerdo. Los cristianos conservadores creen que todas las partes de la Escritura
son verdad y concuerdan entre sí, y normalmente tratan de demostrar esto en sus sermones expositivos. Los
críticos pueden creer o no que un pasaje sea verdadero y coherente. Además, algunas escuelas de exégesis
(deconstrucción, algunos tipos de teoría de la respuesta del lector, y algunas hermenéuticas feministas)
practican lo que se denomina “la hermenéutica de la sospecha.” Estas escuelas pueden negar que (a) los
autores bíblicos fueran capaces de presentar un mensaje recuperable, o que (b) el significado aparente de los
textos bíblicos sea su verdadero significado.
3
Una confesión: Hablo de “obligaciones” para poder meter la O en el acróstico CAPTOR [versión en inglés].
Sin embargo “aplicación” es el término más común para las destrezas descritas en este capítulo.
[Incidentalmente, la A de “Aplicación” funciona a la perfección en el acróstico CAPTAR en Español].
4
James Barr, The Bible in the Modern World (New Cork, Harper & Row, 1973), 39-44. Esta es la descripción
de Barr del “relativismo cultural,” un punto de vista que él generalmente rechaza, aunque lo encuentra
“estimulante y provechoso.”
5
James Gustafson, “The Place of Scripture in Christian Ethics,” Interpretation 24 (October 1970): 444-55,
esp. 450-51. En este sofisticado artículo, Gustafson está bastante interesado en la autoridad bíblica, pero
conscientemente se abstiene de otorgarle autoridad moral suprema.
6
Los filósofos como Lessing han argumentado que los sucesos históricos no pueden comprobar verdades
morales. Las verdades morales son universales. Toda la gente racional puede ver la necesidad de las verdades
morales básicas. Pueden ver que debe existir una prohibición al asesinato, la mentira y la traición, por
ejemplo, o la sociedad humana sería imposible. En el mejor caso, los reportes históricos ilustran verdades
morales. Pero solamente la razón puede establecer la verdad moral. Vea Gotthold Lessing, “On the Proof. Of
the Spirit and of Power,” en Lessing’s Theological Writings, trad. y ed. Henry Chadwick (Stanford: Stanford
University Press, 1957), 51-56.
7
Como dice I. H. Marshall, “La discusión sobre la hermenéutica bíblica nos ha brindado una cantidad
bastante razonable de orientación sobre cómo elucidar lo que el texto dijo ―su sentido original y su
significado para sus lectores originales. No han hecho mucho para ayudarnos a llevar el pasaje desde lo que el
texto dijo a lo que dice” a los lectores hoy en día (“New Occasions Teach New Duties? 2. The Use of the New
Testament in Christian Ethics,” Expository Times 105 [February 1994]: 136). En su texto de hermenéutica,
Klein, Blomberg, y Hubbard comentan que la destreza en la aplicación es más bien algo que se contagia que
algo que se enseña, y luego añaden irónicamente, “pero la aplicación sólida muchas veces parece muy difícil
de encontrar, mucho menos contagiarse de ella.” William Klein, Craig Blomberg, y Robert Hubbard,
Introduction to Biblical Interpretation (Waco: Word, 1993), 403.
8
Las citas en esta sección vienen de una serie de entrevistas con pastores en 1994 y 1995. La mayoría de los
pastores que entrevisté articularon alguna forma de esta postura, aunque a veces la combinaron con elementos
de otras perspectivas. Los libros de interpretación no abogan explícitamente por este punto de vista, aunque
uno puede detectarlo entre líneas.
9
Karl Barth, Prayer and Preaching, trans. B. E. Hooke y Sara F. Terrien (London: SCM Press, 1964), 107.
10
Ibid., 66, 108-9.
11
S. G. DeGraff, Promise and Deliverance, 4 vols. (St. Catherine’s, Ont.: Paideia Press, 1977-81), 1: 17-23.
12
John Stott, La predicación: puente entre dos mundos (Grand Rapids, Libros Desafío, 2000).132-138.
13
Tres libros semi populares que representan este punto de vista son: Jay Adams, Truth Applied: Application
in Preaching (Grand Rapids: Zondervan, 1990); Jack Kuhatschek, Taking the Guesswork out of Applying the
Bible (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1990); Dave Veerman, How to Apply the Bible (Wheaton, Ill.:
Tyndale, 1993).
14
Son amorales en el sentido de que uno no necesita ser una buena persona para poder ser una buena actriz,
violinista, poeta, carpintero o un buen exégeta. La moral no es totalmente irrelevante, por supuesto. Fallas
morales como la pereza, deshonestidad o alcoholismo afectan el uso de cualquier destreza.
15
Este párrafo depende en gran parte de Hans-George Gadamer, Truth and Method, trad. Garrett Barden y
John Cumming, 2a ed. (New York: Seabury Press, 1965), 277-305.
16
Juan Calvino, Sermons on Epistles to Timothy and Titus (1579; reimp., Edinburgh: Banner of Truth, 1983),
947.
17
Vea la discusión de este pasaje en el capítulo 6.
18
A veces sueño con leer un pasaje como éste y predicar un sermón de un minuto sobre él. El bosquejo sería
algo así como: “Has oído lo que dice el texto, y sabes que no lo estás haciendo. Dios te perdonará por tu falla,
pero aún así debes empezar a obedecer ahora.” De hecho, lo hice una vez en un escenario casual, con el
conocimiento y aprobación de los que me invitaron. Sin embargo, el pastor malentendió mi intención y
pronunció con voz profunda una “oración de despedida” de diez minutos que cubría el texto entero.
19
Vea también Prov. 3:11; 15:31; 17:10; 19:25; 25:12; 27:5; Ecl. 7:5.
20
Esto es común en las oraciones de Pablo: por ejemplo, Ef. 1:15-21; 3:14-19. Ver W. B. Hunter, “Prayer,”
en Dictionary of Paul and His Letters, ed. Gerald Hawthorne, Ralph Martin y Daniel Reid (Downers Grove,
Ill.: InterVarsity Press, 1993), 733-34.
10
LA PRÁCTICA DE LA APLICACIÓN
___________________________________________________________
Habíamos comido todo lo que quisimos en el almuerzo tipo buffet del Restaurante
Pekín; hicimos a un lado nuestros platos y nos enfocamos en nuestros negocios ―una
discusión sobre el desafío de la aplicación de la Biblia. Mi amigo acababa de predicar sobre
1 Corintios 10:14-33, la enseñanza de Pablo respecto a la carne ofrecida a los ídolos. “El
mensaje de Pablo,” declaró, “es perfectamente claro, pero perfectamente irrelevante a un
nivel literal hoy en día. Pablo tiene tres puntos,” continuó. “Primero, los corintios no
pueden comer carne en una fiesta a un ídolo, porque van a estar involucrados en algo más
grande que una cena (vs. 18-22). Pero, en segundo lugar, en privado pueden comer lo que
quieran, porque la carne realmente le pertenece al Señor, no a un ídolo (vs. 23-26). Sin
embargo, en tercer lugar, si un pagano invita a algunos de ellos a comer y dice, “Esto fue
ofrecido a los ídolos,” los corintios no deben comerlo, porque el pagano pensará que ellos
están violando su propia conciencia (vs. 27-28).” Estuvimos de acuerdo en que el problema
radica en que los cristianos contemporáneos no enfrentamos la situación que Pablo trata.
Después de todo, ¿cuántos cristianos norteamericanos alguna vez se han sentado ante una
cena servida con esta advertencia: “Antes de empezar, quizás le interesaría saber que esta
carne asada fue ofrecida a un ídolo en la mañana”?
“Así que, ¿cómo aplicaste el pasaje a tu congregación?” le pregunté.
“Lo apliqué a las cartas y las apuestas,” contestó. “Como la carne, las cartas en sí no
son moralmente buenas ni malas. Así que, en privado, puedes usarlas. Sin embargo, les
dije, no jueguen cartas en el casino del barco.* Te puedes enredar en algo que es más
grande que las cartas, algo mucho más allá de tu control. Como un festival de ídolos, las
apuestas son parte de un sistema impío que involucra más de lo que parece en la
superficie.”
Pensé que mi amigo había hecho una aplicación sólida, pero también me pregunté,
“¿cómo llegaste a conectar la carne con la apuesta? ¿Qué te hizo estar tan confiado de que
era lo correcto?” Su enérgica sonrisa se desvaneció en un pensativo ceño fruncido. “No sé,”
respondió. “Solamente me vino a la mente. Las cartas y las apuestas son problemas en mi
iglesia, y la enseñanza sobre la carne parecía venir al caso.”
*
Nota de la traductora:
El término hace referencia a los casinos a bordo de barcos fluviales, muy comunes a mediados del siglo XVII
en ríos como el Mississippi. Actualmente es una atracción turística en varios estados, además de ser el único
lugar en dónde es legal apostar en estados como Missouri.
Nuestra discusión ilustra varios asuntos claves en la aplicación de la Biblia. Muestra
que aún a los mejores maestros les sería útil un método para la aplicación. Si dependemos
de un destello de inspiración, de ideas que vienen a la mente, ¿qué haremos cuando la
creatividad se seque? Y si no sabemos de dónde vienen nuestras aplicaciones, ¿cómo
podemos confirmar que son sólidas y confiables?
Esta historia también nos muestra que la aplicación a menudo comienza al enfrentar los
asuntos de la vida y traerlos a la Escritura. ¿Es un accidente que mi amigo haya aplicado 1
Corintios a las apuestas justo cuando los juegos de apuestas en barcos era un tema en las
elecciones de nuestro estado? Muchas veces la aplicación empieza cuando reconocemos
nuestra necesidad de la dirección divina y llevamos nuestras necesidades a las Escrituras,
esperando respuestas. Somos mucho mejores aplicando la Biblia cuando la leemos teniendo
preguntas en mente. Por ejemplo, cuando estamos enfermos o hemos sido abusados,
encontramos más orientación para los que sufren. O, si hemos llegado a tener mayor
conciencia del pecado en nuestra vida, los pasajes acerca de la penitencia, misericordia y
perdón saltan de la página.
Hablando en términos generales, la clave está en buscar en cada texto un remedio para
algún aspecto de nuestra condición humana caída.1 La aplicación siempre debe mostrar
cómo Dios sana alguna parte de nuestro pecado y quebrantamiento. No quiero decir que
siempre debemos estar buscando instrucciones en cuanto al camino de la salvación; hay
relativamente pocos pasajes que proveen esto. Sino que toda la Escritura dice algo acerca
de la salvación de Dios y nuestra vida nueva. Nuestra tarea, en la aplicación de la Biblia, es
examinar toda la Biblia para encontrar respuestas a las preguntas que surgen durante toda la
vida.
El objetivo de este capítulo es presentar un método para la aplicación rica, variada, y
sensata, en varios pasos. Primero, veremos en mayor detalle por qué la aplicación es difícil,
y requiere de un método. Segundo, veremos que podemos encontrar una aplicación en todo
tipo de pasajes de las Escrituras, no solamente las porciones éticas. Tercero, presentaremos
un método para construir puentes desde lo preceptos bíblicos antiguos hasta la cultura
contemporánea. Después de ver algunos estudios ilustrativos, consideraremos el rol de la
voluntad en la aplicación. Ideas más detalladas para aplicar géneros particulares de la
Escritura, tales como narraciones y literatura sapiencial, aparecen en el apéndice D.
Por lo tanto, nuestro deseo de aplicar la Biblia se enfrenta con obstáculos. Por sobre
todo, la Biblia es la historia de la salvación, no un manual de ética o liderazgo de la iglesia.
Más aún, las culturas cambian constantemente, lo cual crea aparentes brechas entre los
mandatos bíblicos y asuntos contemporáneos. Por un lado, los enunciados bíblicos sobre
carne, ídolos, bueyes, festivales y sacerdotes parecen irrelevantes. Por el otro, a veces
buscamos en vano respuestas en la Biblia a preguntas que surgen como resultado de una
sociedad tecnológica – preguntas en cuanto a la ética médica, los medios, y mucho más.
Por lo tanto, debemos tener una estrategia para encontrar nuestros deberes. Algunos
acercamientos están claramente equivocados. Si alguien nos dice que ha encontrado un
versículo en Ezequiel que resuelve la cuestión de la ingeniería genética o de los viajes
interplanetarios, debemos ser cautelosos. Sin embargo, dado que la Escritura capacita al
siervo de Dios para toda buena obra, no podemos descartar ningún asunto con el arrogante
comentario, “oh, la Biblia no trata ese tema.” Así que, la interrogante permanece: ¿Cómo
encontramos dirección ética para una sociedad contemporánea en los antiguos mandatos de
la Biblia?
Para ser precisos, podemos identificar siete lugares parcialmente superpuestos donde
encontrar aplicaciones en la Escritura.3 Esta amplia lista muestra que, aunque no es un
conjunto de instrucciones, la Biblia en su totalidad es instructiva.4
1. Las leyes o reglas requieren obediencia a mandatos específicos. Algunos de estos se
transfieren a nuestra cultura fácilmente, y otros no. Por ejemplo, Moisés dijo, “Si. . . [un]
buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo
hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su
dueño” (Ex. 21:29). Asimimo, Pablo dijo a los romanos que se saludaran con ósculo santo
(Ro. 16:16). Más tarde mostraremos cómo se aplican hoy en día algunas de estas reglas.
2. Los ideales o principios orientan un amplio rango del comportamiento humano, sin
especificar hechos particulares. Por ejemplo, Jesús dijo, “Amad a vuestros enemigos. . . .
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” y
“Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mt. 5:44,48; 6:33). En Oseas, el
Señor dice, “Misericordia quiero, y no sacrificio” (Os. 6:6), y Pablo declaró, “Si es posible,
en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18). Los
principios no mandan ni prohíben una acción en particular, pero proveen la base para
muchos hechos.
3. Los hechos en las narraciones muestran ejemplos positivos a imitar y negativos a
evitar. Es posible que la Biblia nos diga qué imitar, o quizás tengamos que verlo por
nosotros mismos. Pablo y Pedro nos dicen que vivamos como vivió Cristo, poniendo a los
demás en primer lugar, sacrificándonos por otros y sufriendo pacientemente (Fi. 2:3-8; Ef.
5:25 y ss.; 1 Pe. 2:18-25). De igual manera, cuando los Israelitas hicieron su becerro de oro,
Moisés condenó explícitamente su rebelión (Ex. 32). Pero cuando David muestra valentía
en su batalla con Goliat, la Biblia deja que saquemos conclusiones por nosotros mismos (1
Sam 17). Cada narrativa también nos enseña algo acerca de Dios y su plan redentor, y por
lo tanto requiere que creamos algo acerca de Él.
4. Las imágenes y símbolos bíblicos crean nuevas formas de ver las cosas, nuevas
oportunidades de ver la vida como Dios la ve y actuar de acuerdo a ello. La mayoría de los
símbolos son objetos concretos que representan un concepto abstracto. Por ejemplo, la cruz,
como un símbolo de la obra de Cristo y nuestro compañerismo en sus sufrimientos, nos
llama a la fidelidad, a cualquier precio. Nos libera de los cálculos egoístas de costos y
beneficios de la obediencia. Nos anima a hacer lo correcto y a confiar los resultados a Dios.
La imagen de Dios como Padre calma nuestros temores cuando nos sentimos heridos,
preocupados o solos. La imagen del perezoso en Proverbios nos advierte contra la pereza
con mayor eficacia que la de un mandamiento sencillo. Lo podemos ver dando vueltas en
su cama como una puerta en sus bisagras, gritando, “El león está en el camino,” y metiendo
su mano en la comida, demasiado flojo como para llevarla a su boca (Pv. 19:24; 26:13-16).
No hace falta añadir, “no seas como el perezoso.” Entendemos el cuadro y resolvemos que
nunca haremos el papel del perezoso.
5. Las doctrinas, es decir, las creencias primordiales de la fe, requieren que actuemos
según nuestras convicciones. Si creemos que Jesús es el único Salvador, debemos
evangelizar. Si creemos que Dios creó a toda la gente a su imagen, tenemos que tratarla con
dignidad. Si creemos que los redimidos son una nueva creación, entonces tenemos que
deshacernos del viejo yo y sus deseos.
6. En las promesas divinas, Dios se compromete a hacer algo en el futuro.5 Las
promesas nos enseñan qué acciones Dios aprueba y recompensa, y cuales desaprueba y
disciplina. Ellas guían al pueblo de Dios mostrándoles cómo vivir para que descansen bajo
la bendición de Dios, aun si no hay garantías de una vida libre de problemas.
7. Los cantos y las oraciones nos enseñan cómo adorar y orar. Los Salmos son
ejemplos divinamente aprobados de la alabanza y gratitud del creyente. Las oraciones de
los justos nos muestran lo que debemos desear.6 Unas pocas, como la del fariseo que se
auto-justifica en Lucas 18:9-14, nos enseñan cómo no orar.
Vemos, entonces, que podemos encontrar aplicaciones en cada texto. En cada uno, un
mandato, principio, acción, símbolo, doctrina o promesa nos mostrará de qué manera la
obra salvadora de Dios nos libera del pecado y de la Caída. Pero, ¿cómo aplicamos lo que
encontramos a las culturas contemporáneas? ¿Existe un método para trasladarnos
confiablemente de la carne sacrificada a los ídolos a las apuestas? A modo de respuesta,
pensemos en una vereda y en un puente.
La vereda
El puente
Ilustremos esto con el mandato de Pablo, “Saludaos los unos a los otros con ósculo
santo” (Ro. 16:16; 1 Co. 16:20; 2 Co. 13:12; cf. 1 Pe. 5:14).
Paso 1: Determina el significado original. El adjetivo santo, junto con la oposición
general de la Biblia a la sensualidad, comprueba que Pablo no está ordenando besos
románticos. La investigación muestra que un beso santo era un saludo estándar, dado tanto
en la sociedad secular como en la iglesia, para demostrar confianza y afecto. Fue
ritualizado, y puede no haber implicado más que el tocarse mejilla con mejilla en ambos
lados. Además, solamente personas del mismo género intercambiaban este “beso”.
Paso 2: Encuentra el principio.10 Pablo no enuncia el principio detrás del beso santo,
pero esto sí nos recuerda que todos los cristianos pertenecemos a la misma familia.
Debemos sentir amor fraternal hacia ellos y darles alguna muestra de nuestro afecto (Ro.
12:10; Ef. 4:32).
Aunque el principio detrás del beso no se expresa, el texto a veces anuncia sus
principios. En el caso de la carne ofrecida a ídolos y los juegos de apuestas (arriba), el texto
fue parte de una larga discusión sobre la libertad cristiana (1 Co. 6-10). La mayor parte de
los mandatos de Pablo en esa sección desarrollan uno de tres axiomas explícitos de alguna
forma: (1) Todas las cosas son lícitas, pero no todas convienen (6:12; 10:23). (2) Todas las
cosas son lícitas, pero no debemos dejarnos dominar por ninguna (6:12). (3) Todo lo que
hacemos debemos hacerlo para la gloria de Dios (10:31). Estos principios dirigen la
discusión de Pablo en cuanto a la libertad y la sexualidad, el matrimonio y la comida.
Cambiando a un ejemplo del Antiguo Testamento, el principio, “Sed santos, porque yo, el
Señor, soy santo,” está detrás de muchas regulaciones en Levítico (11:44-45; 19:2; 20:7).
Como regla general, podemos decir que un mandato descansa en un principio eterno si está
fundado, como los dos últimos, en el orden de la creación, la naturaleza de Dios, la obra de
redención, o la vida redimida por venir.11
A veces tenemos que deducir el principio fundamental. Por ejemplo, muchos proverbios
descansan en la idea de que la calamidad alcanza al necio. Por ejemplo, el sabio ordena a su
hijo a evitar a los hombres malos porque asechan su propia vida; y acabarán por destruirse a
sí mismos (Prov. 1:18). Debe evitar a las rameras porque le robarán la fuerza y darán sus
bienes a extraños, y lo arruinarán delante de la asamblea (5: 8-14). Debe rehuir la pereza
porque al perezoso le llega la “necesidad como caminante, y [la] pobreza como hombre
armado” (6:11). El principio detrás de estos dichos (y muchos más) es que los hacedores de
maldad se destruyen a sí mismos. “Prenderán al impío sus propias iniquidades” (5:22; cf.
1:25-27).
Los principios para el comportamiento también pueden derivarse de las doctrinas. Por
ejemplo, Pablo exhortó a los gálatas a no observar los días judíos de celebración (4:9-11) ni
a circuncidarse (5:2-3), porque algunos esperaban ganar el favor de Dios por medio de
ellos, lo cual se opone al evangelio de la justificación por fe (2:16-17). Los símbolos
también nos pueden proveer principios. Usando la cruz como símbolo, Pablo le encomendó
a los filipenses poner a los demás en primer lugar, porque están unidos a Cristo, quien puso
a los demás en primer lugar, aún cuando esto le costó la vida (2:1-8).
Paso 3: Aplica el principio a una situación similar hoy en día. Aquí necesitamos
conocer nuestra cultura y confiar en una intuición guiada por el Espíritu Santo y amigos
sabios. Volviendo al beso fraternal, sabemos que un beso de saludo literal hoy en día
causaría espanto en una sociedad como la de Estados Unidos. La pregunta para construir un
puente es: ¿qué saludo expresa aceptación y calidez en nuestra sociedad? Entre mujeres,
quizás sea un abrazo; entre hombres, un firme apretón de mano. A veces una cálida sonrisa
y un saludo serán suficientes1. Nuestra cultura ha desarrollado otras muestras de amistad,
como llamar por teléfono para charlar o enviar una tarjeta (¿o correo electrónico?). Por
medio de estas acciones algo ritualizadas, vivimos y expresamos el ideal de saludarnos los
unos a los otros con un beso santo.
1
Nota del revisor: si bien esta aplicación es válida para sociedades como la estadounidense, seguramente no
lo es para Hispanoamérica, donde el saludo de beso es muy común y aceptado ―no menos entre cristianos―,
sin distinción de género, incluso entre hombres en algunos lugares. Quizá sería necesaria una nota que
explique este punto, o una adaptación del texto.
absuelto. Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere
notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y
también morirá su dueño.” Hoy en día esta ley parece irrelevante para todos excepto
granjeros y rancheros. Pero, ¿es así? Sigamos los pasos para construir un puente y veremos.
Paso 2: Encuentra el principio detrás del mandato específico de los bueyes. El mandato
sobre los bueyes se encuentra en el pasaje de Éxodo que trata de lesiones y accidentes (Ex.
21:12-36). Las enseñanzas prohíben y castigan tanto el matar como el herir, ya sea
premeditada o accidentalmente. Puesto que el pasaje describe la prevención de muerte y
lesiones accidentales, ordena a los dueños matar a sus bueyes si cornean a alguien a muerte.
El principio del puente, entonces, es éste: el asesinato está prohibido, y también cualquier
cosa que se asemeje al asesinato, como el poner a otros en peligro imprudentemente.
Paso 3: Descubre una situación similar hoy en día. Yo propuse que una máquina
peligrosa de cualquier tipo es similar al buey de la antigüedad. Al igual que los bueyes, el
equipamiento de producción, los químicos explosivos, la construcción y la ingeniería
industrial, y los rubros de las aerolíneas y los camiones de carga, todos éstos sirven a la
humanidad, y sin embargo pueden causar daño accidentalmente. El mandato de Moisés
probablemente aplica también a la operación imprudente de máquinas potencialmente
peligrosas, como un automóvil. Quizás un chofer temerario es a las placas metálicas de su
vehículo lo que el dueño imprudente es a los cuernos de su buey. El texto requiere que la
familia del pacto preserve la vida previniendo accidentes.
En este paso 3, nos volvemos un poco indecisos, porque es difícil estar seguros de que
un buey es equivalente al equipo de fabricación. Así que vamos al siguiente paso para
verificar esta conclusión provisional.
Paso 4: Compara nuestra aplicación con otros textos. Esto prueba el buen estado del
puente. Una mente saturada de la Escritura tiene menos probabilidad de cometer un error
garrafal. Además, cuando una aplicación concuerda con varios pasajes bíblicos, aumenta
nuestra confianza en ella.
Por lo tanto, observamos la preocupación de la ley por la seguridad en regulaciones
concernientes a la muerte accidental y las peleas (Ex. 21:12-13. 18-19) o golpes a mujeres
embarazadas (Ex. 21:22-23). Esto reaparece en Deuteronomio 22:8, donde Moisés ordena a
los israelitas poner un parapeto (una pared baja) alrededor de sus techos. Los techos en
Palestina eran planos, y la gente pasaba tiempo sobre ellos (Jo. 2:62; 2 Sam. 11:2), y hasta
dormían allí en las noches calurosas. Otros textos que tratan del homicidio accidental o
negligente incluyen Génesis 9:5 (por hombre o animal), Números 35:6-34 (diferenciación
entre un accidente y un asesinato; ciudades de refugio), y Josué 20-21 (ciudades de
refugio). Ciertamente, la Biblia trata con frecuencia la preservación de la vida, quizás
porque es la naturaleza de Dios dar vida y cuidarla (Sal. 37; 91; 121; Lc. 12:7; 1 Pe. 5:7).
Vistos en conjunto, estos textos confirman que Dios requiere que tomemos medidas
razonables para prevenir accidentes.12
En suma, cuando encontramos un mandato que parece lejano a nuestros días, no
debemos descartarlo. La intuición nos dará algo de comprensión sin esfuerzo. Sin embargo,
cuando falla la intuición o hay necesidad de verificarla, seguimos este método: (1)
Determina el significado original. (2) Encuentra el principio. (3) Aplica el principio a una
situación similar hoy en día. (4) Verifica tus conclusiones comparándolas con otros textos.
Este capítulo ha asumido que los principios generales y las reglas particulares ―por
ejemplo, “No matarás,” y “Vigila a tu buey”― son inseparables si deseamos crecer en
santidad. Al igual que las carreteras principales y las calles residenciales, tenemos que
viajar en las dos si queremos llegar a nuestro destino, es decir, a una vida llena de
pensamientos, palabras y acciones justas. Si los principios son como carreteras de carriles
múltiples que atraviesan un vasto terreno, las reglas son como las calles más pequeñas que
nos llevan a casa.
Para su propia pérdida, muchos cristianos leen la Biblia buscando principios como amor
y justicia, y pasan por alto sus reglas.13 Otros dicen que toman todos los mandatos como
leyes universalmente vinculantes. Es mejor ver a los mandatos específicos como
aplicaciones inspiradas de principios universales. Ellos nos impulsan a hacer algo concreto.
Quizás podremos aplicar aquellos mandatos hoy en día exactamente como los creyentes lo
hicieron hace mucho tiempo. Si no es así, de todas formas funcionan como señales del
tránsito, que nos dirigen a aplicaciones correctas para las nuevas situaciones de hoy.14
Tomemos, por ejemplo, el principio de preocuparnos por los pobres. Dios cuida de los
pobres (Sal. 14:6; 35:10; 112:9; Is. 25:4; Mt. 11:5; Lc. 4:18; 7:22) y condena a sus
opresores (Am. 2:7; 4:1; 5:11; Stgo. 2:2-6). Por lo tanto, los hijos de Dios deben
protegerlos, ser generosos con ellos (Dt. 15:7,11; Lc. 12:33; 14:13,21), hacerles justicia
(Ex. 23:6; Lv. 19:15; Stgo. 5:4), y ministrarlos (Stgo. 1:27). Pero ¿cómo podemos aplicar
concretamente el principio “cuida de los pobres” hoy en día? ¿Qué hacemos, por ejemplo,
con aquellos mendigos que muy posiblemente son adictos? Ellos podrían usar tu donación
para comprar más alcohol o drogas.
Las leyes específicas de Israel sobre recoger espigas ofrecen ayuda. “Cuando siegues la
mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y
no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el
extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios” (Lv. 19:9-10). La obediencia literal a esta
regla sería de poca ayuda para la mayoría de los pobres de hoy. La regla se adecúa a una
sociedad rural, agrícola, mientras que la mayoría de los pobres hoy en día viven en las
ciudades. Sin embargo la ley contiene un principio vital: debemos dar al pobre sin fomentar
la pereza o la dependencia. Aunque no podemos aplicarlo literalmente, el mandamiento
sobre espigar es más que una cáscara que se desecha, una vez que encontramos en ella el
grano de verdad universal. Es un paradigma inspirado para el cuidado de los pobres; y debe
estimular nuestra imaginación para crear nuevas maneras de cuidar de ellos.15
Y así sucede con muchos principios; su aplicación varía de cultura en cultura. Sin
embargo, una vez que localizamos un paralelo contemporáneo, debemos aplicar el
principio, si respetamos la autoridad de la Escritura. Así que, los principios forman los
cimientos, el techo y los castillos del edificio de la ética cristiana. Las reglas específicas y
las acciones que están aprobadas en las narraciones bíblicas terminan las paredes, la
iluminación y el alfombrado.
Ya hemos concluido la discusión del trabajo mental de la aplicación, pero quedan dos
asuntos que tienen más que ver con la voluntad. El primero tiene que ver con ser
imaginativo. El segundo es el reto de realmente decirle a la gente lo que debe hacer.
Tomás Edison dijo, “Ser genio es uno por ciento inspiración y noventa y nueve por
ciento transpiración.” Su máxima sigue en pie en cuanto a la aplicación bíblica. A veces las
ideas se presentan solas, pero la imaginación no es una bestia domesticada que responda a
nuestro llamado. ¿Qué hacemos, entonces, cuando tenemos ideas generales sobre la
aplicación, pero nada concreto viene a la mente? Si estás leyendo la Biblia en forma
devocional, esto rara vez es un problema. Si te estás preparando para un estudio bíblico en
casa, puedes conseguir el apoyo de tus amigos. Diles, “este pasaje requiere que hagamos
esto y aquello. ¿Quién de ustedes ha tenido que enfrentar este asunto últimamente? ¿Qué
pasó? ¿Qué aprendieron?” Pero si enseñas más formalmente, o quieres estar bien preparado
para reuniones casuales, debes estimular tu imaginación de vez en cuando. A continuación
algunas ideas:
1. Empieza el estudio de la lección con mucha anticipación y mantén los ojos abiertos
para ver aplicaciones en el trabajo, en la casa, o en las noticias. Lee extensamente. Escucha
a la gente; y pídeles que te hablen de lo que más les importa.
2. Sumérgete en los fundamentos de las Escrituras. Regresa a la persona de Dios,
sabiendo que su imagen es nuestro destino. (Ro.8:29; Ef. 4:24; 5:1). Reflexiona sobre la
humanidad caída y redimida. Domina los fundamentos de la ética cristiana ―los Diez
Mandamientos, el Sermón del Monte, el significado del amor, la rectitud, y la gratitud. En
tu aplicación, como en otros lugares, tienes que atreverte a ser aburrido (ver cap. 9).
3. Trata de ver el pasaje desde una nueva perspectiva. ¿Cómo lo entendería un nuevo
creyente o un niño? ¿Cómo lo veremos desde el cielo? ¿Qué diría un cristiano nominal?
¿Cómo lo resistirían algunos no creyentes con varios estilos de vida: un hombre de
negocios, un ama de casa, un estudiante, una persona jubilada? ¿Cómo ve Dios el asunto?
4. Si tienes los recursos, ve cómo aplicaron el pasaje algunos líderes cristianos en el
pasado.
5. Suponiendo que el mandamiento es claro, pregunta, ¿qué obstáculos impiden la
obediencia? ¿Qué excusas damos para desobedecer?
Al reflexionar sobre estas cosas, invitamos al relámpago de la inspiración a caer sobre
nosotros. Alimenta tu imaginación con estos ejercicios y se seguirá fortaleciendo. Por
supuesto, aunque nos esforcemos al máximo, algunas lecciones nunca remontan el vuelo.
Es entonces cuando debemos contentarnos con gatear, si es en la dirección correcta.
¡Abre la boca!
Como el pastor pato del capítulo anterior, a muchos maestros les cuesta trabajo abrir la
boca para dejar salir un mandato vehemente. Odian decirle a la gente lo que debe hacer.
Dirán que algo es sabio, que Dios lo bendice, o que debemos pensar en ello, pero mandatos
puros rara vez salen de sus labios. Yo también he batallado con esto. Como mis estudios
doctorales se enfocaron en la familia, las iglesias ya estaban pidiéndome que enseñara sobre
el matrimonio y la crianza de los hijos cuando tenía 27 años y ningún hijo después de cinco
años de matrimonio. Al entregarme a la tarea, ofrecí consejos y mandatos con brío.
Entonces mi esposa se embarazó y empecé a tartamudear un poco, pensando, “todavía no
tengo un hijo propio; ¿cómo me atrevo a instruir a personas con tres? ¿Qué si mis hijos se
convierten en salvajes rebeldes, desmintiendo todo lo que he dicho?” Con el tiempo, la
duda de mí mismo me silenció, y rehusé toda petición de hablar sobre el tema.
Hay algo de mérito en dicha vacilación. Jesús quiere que practiquemos lo que
predicamos (Mt. 23:3). Además, ¿quién confía en un nutriólogo obeso, un dermatólogo
cacarizo, o un terapeuta familiar divorciado? Sin embargo, la precaución puede caer en un
silencio mal encaminado. El Señor encarga a sus vigilantes que proclamen toda la verdad y
hagan que sus oyentes sean responsables por lo que oyen (Ez. 3:16-19; 33:1-20; Mt. 13:9;
Ap. 2:7, 11, 17). Después de todo, el valor de la proclamación descansa en la verdad del
mensaje, no la virtud del mensajero. Por lo tanto, cuando enseñas, tienes que articular los
requisitos de Dios, aún cuando tú mismo estés fallando en obedecerlos por completo.
En resumen, para proclamar los mandatos bíblicos, los maestros necesitan ambas cosas,
osadía y humildad. Necesitan osadía para vencer una renuencia indebida a hablar, pero
necesitan humildad para reconocer que es posible que fallen en practicar lo que predican
―y en ocasiones lo harán.
Cuando efectivamente pronuncies mandatos, sé concreto. Ve más allá de las vagas
generalizaciones sobre el amor y servicio cristiano. Háblale a la gente sobre lavar trastes,
servir en la guardería de la iglesia, e invitar a gente fastidiosa a comer. Si piensas que estás
diciendo algo que nunca antes han oído, sugiere como podrían empezar a hacerlo.
Tomemos por ejemplo el área del devocional personal. En primer lugar, la vida
devocional de la mayoría de los maestros es una desgracia. Segundo, si bien la Biblia a
menudo muestra acciones devotas de los justos, nunca bosqueja un programa para la
adoración privada. Así que, ¡tenemos dos excusas para quedarnos callados respecto al
tema! Sin embargo, no nos atrevemos hacerlo, porque queda absolutamente claro que los
creyentes debemos orar diariamente, y es absolutamente seguro que muchos no lo hacen.16
Así que, si el tema de la oración surge mientras estás dirigiendo un estudio, no tienes
derecho a disculparte, diciendo, “mi propia vida devocional está lejos de ser ejemplar;
¿cómo me atrevería a decir a otros como vivir?” Tampoco podemos decir, “esperen hasta
que desarrolle mi teología de la devoción, y entonces hablaré.” Por supuesto,
menospreciamos el legalismo que dice, “haz tus devocionales diarios o Dios te castigará”,
o, “si no tienes devocionales no puedes considerarte un creyente serio.” Pero los excesos
del legalismo tampoco justifican el silencio. Algunas personas sinceramente quieren saber
qué hacer y quizás tengan la esperanza de que tú puedas guiarlos. Así que, si surge el tema
del devocional, debemos callar nuestros miedos, armarnos de valor, y sugerir un plan, aún
si es tan sencillo y mínimo como este: “Sobre todo, haz algo. Cada cristiano debe leer la
Biblia y orar un poco cada día. En cuanto a los devocionales familiares, Dios requiere que
los padres cristianos capaciten a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor, y los
devocionales familiares proveen una excelente oportunidad para hacerlo”. Entonces
sugiere algunas formas de llevar a cabo devocionales con eficacia. Cuando a mí me
preguntan, digo algo como: “mi familia tiene devocionales familiares casi todos los días,
pero no a diario. Los tenemos después de la cena cuando es posible, pero a veces esperamos
hasta la hora de ir a la cama. Cambiamos el formato de vez en cuando, ya que la variedad
parece ayudar a los niños. Después de algunas semanas con una guía devocional, leemos un
libro o dos en la Biblia y examinamos cualquier pregunta que surja.” Al presentar algunas
reglas (“Lee y ora diariamente”), algunas opciones, y algo de testimonio, trato de dar
directrices sin llegar a ser legalista.
Debemos evitar dos malentendidos. Primero, no necesitas tener un plan detallado, o una
aplicación para cada versículo antes de hablar. Las obligaciones típicamente fluyen de un
pasaje entero más bien que de sus partes. Segundo, podemos aplicar la Biblia sin enunciar
mandatos, animando a la gente a pensar sobre carácter, sus metas y una perspectiva piadosa
de la vida. Verdaderamente aplicamos la Biblia cuando instamos a la gente a adorar a Dios
por rescatarnos de nuestra insensatez y rebelión. Verdaderamente aplicamos la Biblia
cuando les animamos a descansar en la misericordia de Jesús. Una plena descripción de la
obra salvífica de Jesús y sus consecuencias ya ha comenzado la tarea de la aplicación.
Conclusión
Ejercicios
Encuentra la aplicación principal de los siguientes pasajes. Examina una o dos de ellas
de la siguiente forma: (1) piensa en maneras especificas en que tú o tus amigos podrían
ponerlas en práctica, (2) enumera algunas de las objeciones u obstáculos a la obediencia, y
(3) dales una respuesta ―y, si es apropiado, propón pasos para una obediencia fiel.
1. Narraciones.
a. El casi sacrificio de Isaac por parte de Abraham (Gn. 22)
b. La liberación de Ezequías de los Asirios invasores (2 Re. 18-19)
c. La predicación de Pedro a la familia de Cornelio (Hch. 10)
2. Textos éticos.
a. Las instrucciones de Jesús para la primera misión evangelística de los discípulos (Mt.
10.1-16)
b. La ley del pacto para la conducta del rey de Israel (Dt. 17:4-10)
3. Textos doctrinales.
a. La ausencia de condenación (Ro. 8:1-4)
b. Los nombres de Cristo (Is. 9:6-7)
___________________
Notas
1
Para más información sobre aplicación y nuestro estado caído, ver Bryan Chapell, Christ-Centered
Preaching: Redeeming the Expository Sermon (Grand Rapids: Baker, 1994), 40-44, 263-66. Regresaremos a
este tema en el capítulo 12.
2
Para una lista más detallada de los desafíos de la aplicación, ver la lista de los once obstáculos para la
aplicación de I. Marshall en su “New Occassions Teach New Duties? 2. The Use of the New Testament in
Christian Ethics,” Expository Times 105 (February 1994): 131-32.
3
Esta lista está en deuda con listas más breves de Richard B. Hays, “Scripture-Shaped Community: The
Problem of Method in New Testament Ethics,” Interpretation 44 (January 1990): 47-51, y Richard
Longnecker, New Testament Social Ethics for Today (Grand Rapids: Eerdmans, 1984), 1-15.
4
Richard Bauckham, The Bible in Politics: How to Read the Bible Politically (Louisville, KY:
Westminster/John Knox, 1989), 6; Richard Pratt, He Gave Us Stories: The Bible Student’s Guide to
Interpreting Old Testament Narratives (Phillipsburg, N.J.: Presbyterian and Reformed, 1990), 313-14.
5
Las promesas pueden considerarse un tipo especial de doctrina porque afirman algo acerca de Dios.
6
Ver Gordon Fee y Douglas Stuart, How to Read the Bible for All Its Worth (Grand Rapids: Zondervan,
1982), 169-86.
7
Este es otro sermón soñado (el primero está en el cap. 9, nota 19): “A lo largo de toda la historia de la
iglesia, los teólogos han pensado que el sentido de este pasaje es ‘x’. La mayoría de ustedes probablemente
han tendido a leerlo de la misma manera. Hoy quiero decirles que, durante todo este tiempo, todos han estado
absolutamente… en lo cierto”.
8
Ver Richard N. Longenecker, “On Reading a New Testament Letter – Devotionally, Homiletically,
Academically,” Themelios 19 (December 1994): 5.
9
Alistair E. McGrath, “New Occasions Teach New Duties?” 4. The Reformation,” Expository Times 105
(April 1994): 198.
10
Para más información sobre cómo encontrar principios, ver cap. 12 y Jack Kuhatschek, Taking the
Guesswork out of Applying the Bible (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1990). 57-61.
11
William Larkin, Culture and Biblical Hermeneutics: Interpreting and Applying the Bible in a Relativistic
Age. (Grand Rapids: Baker, 1988), 108-9
12
Al tomar un ejemplo de la Ley de Moisés, no es mi intención declarar algo en particular referente a la
continuidad entre los pactos, la teonomía, o temas de esa índole. La suposición de esta sección es modesta:
que la ley civil de Israel descansa en principios perdurables de justicia.
13
Considera, por ejemplo la monomanía por el amor en la obra de Joseph Fletcher, Situation Ethics: The New
Morality (Philadelphia: Westminster Press, 1966). Muchas feministas cristianas de igual manera decretan que
todos los textos que sugieren el liderazgo masculino deben subordinarse al marco establecido por Gal. 3:28.
Ver Andreas Kostenberger, “Gender Passages in the NT: Hermeneutical Fallacies Critiqued,” Westminster
Theological Journal 56 (Fall 1994):273-79.
14
Richard Longenecker, New Testament Ethics for Today (Grand Rapids: Eerdmans, 1984), 27-28; Larkin,
Culture and Biblical Hermeneutics, 104-7. Para una discusión simplificada, ver R. C. Sproul, Knowing
Scripture (Downers Grove, Ill.:InterVarsity, 1977), 106-8.
15
Richard Bauckham, The Bible in Politics, 12-13
16
La prueba no descansa en una ley, sino en el patrón de la Biblia entera. Vemos a Abraham, Moisés,
Nehemias, Esteban, y Jesús en ferviente oración. Vemos a Daniel orando tres veces al día (Dan. 6:10) y a
David clamando “en la noche, mañana, y tarde” en su sufrimiento (Sal. 55:17). Sabemos que los fieles claman
a Dios día y noche (Sal. 88:1;Lc 18:7), y que muchos pasajes instan a la oración continua (1 Cr 16:11; Ef
6:18; 1 Ts 5:17; Stg. 5:13).
11
REFLEXIÓN SOBRE LA IDEA CENTRAL DEL TEXTO
____________________________________________________________
Los grandes maestros no tienen miedo de plantear muchos puntos a la vez, pero sí
se preocupan de enfatizar la idea principal. Para los maestros de la Biblia, aquella idea
única debe fluir de los versículos en particular que constituyen el texto del día. Sin
embargo, los mensajes verdaderamente cristianos también deben tener coherencia con el
mensaje cristocéntrico de toda la Biblia.
En este capítulo, veremos cómo planificar lecciones que hagan eso precisamente.
El objetivo de la reflexión
Punto
Tema Principal Mensaje Aplicación Cristo
Los temas pueden ser menos obvios en los discursos como cartas, profecías, salmos y
sermones. Normalmente vemos el tema de un discurso en la primera o última oración, o en
palabras o frases repetidas. Por ejemplo, la repetición de las palabras ley y hacer muestra
que el tema de Romanos 7:14-25 es nuestra capacidad – o mas bien, nuestra dolorosa
incapacidad – de guardar la ley. De la misma forma, en Hebreos 11, la frase repetida “por la
fe” anuncia el tópico del capítulo. En Hebreos 11:32-39, la aparición repentina de leones,
espadas (dos veces), llamas, prisión, tortura, muerte (dos veces), vituperios, azotes,
pedradas y persecución introduce un nuevo subtema: nuestra necesidad de tener fe cuando
enfrentamos la amenaza del sufrimiento violento.
Una vez determinado el tema, la lección cobra fuerza al enunciarlo claramente. Una
gran cantidad de lecciones se ha ahogado en un mar de imprecisión. Por maravillosa que
pueda ser la gracia de Dios, no surgirá ninguna respuesta de atención intensa si el maestro
anuncia, “El tema de la lección de hoy es la gracia de Dios.” Un maestro eficaz anunciará
algo específico sobre la gracia de Dios. Enunciar el tema en forma precisa, clara y
finamente articulada lo vuelve llamativo.
Muchísimos maestros hacen que un texto y otro suenen igual. Reducen la Biblia a
diez o veinte lecciones que cuentan y vuelven a contar, acerca del amor de Dios, la
santidad, la oración, la fe, y otros cuantos caballitos de batalla. Es cierto que tenemos que
adherirnos a los fundamentos de la fe y enunciarlos a menudo. Sin embargo si repetimos sin
cesar unas cuantas lecciones fundamentales y entretejemos poco que sea nuevo o
específico, es como servirles a los niños atole aguado.
No hace mucho observé a un visitante sonreír y llorar, y sonreír y llorar, mientras yo
daba un sermón. Cuando hablamos más tarde, me explicó, “uno de mis hijos murió hace
tres años, y he tenido dudas desde entonces. Semana tras semana voy a la iglesia y escucho
que Jesús es la respuesta a todas nuestras preguntas. Pero en tres años, este es el primer
sermón que realmente trató mis preguntas.”
La familia de Dios merece más que la repetición de unos cuantos lemas favoritos.
Además, una alta estimación de la Escritura va en contra de la noción de que docenas de
pasajes dicen lo mismo. Cada texto tiene un propósito o perspectiva única, una verdad o
aplicación distintiva. Los buenos maestros permiten que esa verdad emerja y enuncian el
tema de tal manera que puedan preparar a su auditorio para ella.
Para crear un enunciado de un tema específico, se requiere tanto diligencia como
precisión. Los maestros mediocres conocen tan solo unos cuantos hechos sobre su tema.
Apuntan a la nada y le atinan, como dice el adagio. Los maestros excelentes afinan su
conocimiento. Ellos responden las grandes preguntas: ¿Qué sobresale o es único en el
mensaje del autor? ¿Cómo podemos verificar que es verdad, que realmente hace una
diferencia? Los maestros descuidados tienen ideas vagas de lo que quieren decir. Se agarran
de algo atrayente, aún si es un asunto menor aislado del punto principal. Los maestros
precisos atienden primero a lo primero. Después de descubrir la idea central única de su
pasaje, se preparan para explicarlo, ilustrarlo, responder objeciones a él y aplicarlo.
Quizás alguien pueda preguntarse por qué tengo en tan alta estima la diligencia y la
precisión, cuando seguramente lo que más necesitan los maestros es amor. Eso es cierto,
pero la diligencia y la precisión son los instrumentos del maestro verdaderamente amoroso.
La precisión es una expresión de amor, ya que distingue a los maestros que se esfuerzan
para saber lo que necesitan sus alumnos y para encontrar respuestas escriturales a aquellas
necesidades.
Las proposiciones pueden ser declarativas o llamativas. Puedes declarar lo que se debe
hacer como una consecuencia de la verdad: “Ya que X es verdad, debemos creer o hacer
Y.” O puedes atraer a tus oyentes invitándolos a decidir que es verdad: “Si X es verdad,
entonces debemos creer y hacer Y.” Veamos cómo funciona esto con algunos pasajes que
ya hemos examinado.
El tema de 1 Samuel 17 es “David demuestra que la batalla es del Señor al usar las
armas más pequeñas para derrotar a un enemigo satánico totalmente preparado para el
combate.” Debemos condensar este enunciado del tema si queremos conectarlo con la
aplicación y lograr una oración de extensión razonable. Entonces llegamos a lo siguiente:
“Puesto que la batalla es del Señor, debemos enfrentar a nuestros enemigos con confianza,
aún cuando parezca que estamos en desventaja”.
Romanos 7:14-25 presenta un caso más difícil, porque el mensaje de Pablo es
multifacético. Pablo dice, “Tengo un ser doble. Pero mi ser mejor es incapaz de evitar que
haga lo malo (vv. 14- 17) o de llevarme a hacer lo bueno (vv. 18-20). Por lo tanto, existe un
conflicto constante dentro de mí; me deleito en la ley de Dios, pero el pecado obra lo
opuesto dentro de mí. No puedo liberarme a mí mismo de este conflicto, pero, gracias a
Dios, la liberación viene por medio de Jesucristo (vv. 22-25)”10. Aquí oímos tres temas -
incapacidad, conflicto y liberación – cada uno de los cuáles podría ser la base para una
proposición.
1. Incapacidad. Ya que nuestra naturaleza pecaminosa nos impide la obediencia,
debemos rendirnos en nuestros esfuerzos de autocontrol moral y recibir la liberación
de nuestros pecados a través de la fe en Cristo Jesús.
2. Conflicto. Aunque nuestra naturaleza pecaminosa frustra nuestro deseo de obedecer
la ley de Dios, aún así debemos deleitarnos en su ley.
3. Liberación. Ya que nuestra naturaleza pecaminosa nos impide obedecer la ley,
pongamos nuestra esperanza únicamente en la misericordia de Jesús, que nos ha
liberado de la condenación.
Si las tres proposiciones tienen validez, ¿cuál debemos usar? Eso puede depender de tu
audiencia. Los expositores sabios dan forma a su mensaje para llenar las necesidades de
audiencias diversas. El no creyente necesita el primer mensaje. Los creyentes libertinos
pueden necesitar la segunda. Puede que los cristianos esforzados con tendencias legalistas
necesiten la tercera.
La invitación a escoger entre las tres proposiciones de Romanos 7 hace surgir una pregunta
vital. ¿Tiene cada pasaje un único punto central? O, ¿tienen los textos dos o tres puntos
principales, de manera que podemos enfocarnos en cualquiera de ellos que sea más
relevante? ¿Estamos obligados a descubrir y presentar ese punto único? O, ¿Podemos
reconocer la idea principal, pero luego enfocarnos en algo que nos toque más de cerca?11
Este mismo asunto surgió una vez en un devocional familiar en nuestro hogar. Mis
tres hijas (en aquel entonces de seis a doce años) normalmente se llevaban bastante bien,
pero recientemente la casa se había llenado de alaridos, lágrimas y peticiones a mi esposa y
a mí para que castigáramos a las hermanas malvadas cuyas infracciones nos habían
informado. En este ambiente, leí la historia de la visita de Jesús a la casa de María y Marta
(Lucas 10:38-42). Al leer la línea de Marta, “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me
deje servir sola? ¡Dile, pues, que me ayude!” la vergüenza se hizo notar en sus caras. “Ya
sé por qué estás leyendo eso,” dijo la mayor, en parte con cautela, y en parte confesando.
“Últimamente hemos sonado bastante como María y Marta.”
En realidad, estábamos leyendo el evangelio según Lucas de manera continuada, y
la noche anterior habíamos leído 10:25-37, así que su suposición era incorrecta. Pero ahora
yo me enfrentaba a un dilema exegético. La tensión entre María y Marta solamente es una
circunstancia que pone el escenario para el clímax y la lección de una historia sobre el
discipulado. ¿Debía entonces decir, “No, niñas, estos versículos tienen poco que ver con
sus riñas recientes; el punto es...”? Eso sería fiel al texto, pero también habría
desaprovechado una oportunidad de oro para la reconciliación. Así que, de hecho, el
devocional cubrió dos asuntos aquella noche: (1) Puede ser que las hermanas discutan
cuando una no está de acuerdo con lo que hace la otra, y (2) escuchar a Jesús es lo más
importante, aún si alguien piensa que debes estar al cuidado de los asuntos en la cocina.
Pero, ¿fui infiel a mis principios cuando hablé de hermanas pendencieras?
Primero, fíjate en que muchos textos tienen varios puntos interrelacionados que giran
alrededor del tema principal.12 Por ejemplo, el tema de Lucas 5:17-26 es este: al sanar al
paralítico, Jesús demostró que él es el Redentor divino que tiene derecho a perdonar
pecados (ver cap. 5). La proposición de la historia puede ser articulada de diferentes
maneras, sin embargo, esto depende de cómo queramos aplicar el tema. De hecho, hay una
aplicación para cada personaje en la historia. Cada uno sugiere una aplicación para aquellos
que se encuentran en la misma situación hoy en día.
Los fariseos. En la medida que la curación del paralítico prueba que Jesús tiene el
poder de perdonar pecados –una prerrogativa que pertenece solamente a Dios –los fariseos
deberían reconocer la deidad de Jesús y creer en Él. Hasta hoy, el milagro desafía a los que
dudan y a los escépticos a reconocer la evidencia a favor de Jesús y a creer en Él.
El paralítico. Ya que su enfermedad está relacionada con su pecado personal, el
paralítico necesita completar su búsqueda de sanidad recibiendo el perdón que Jesús ofrece.
Aún hoy, el pecado y los problemas están conectados. El orgullo y la sofisticación se
resisten a esta idea, pero a veces es necesario aceptarla para poder ser sanados.
Los amigos. Creyendo que Jesús tenía el poder de sanar, actuaron con audacia,
abriendo un hoyo en el techo para presentar su amigo al Señor. También hoy, debemos
llevar a nuestros amigos a él, actuando con audacia si es necesario. A veces tenemos que
romper las reglas de buenos modales para agradar a Dios.
Jesús. La curación del paralítico demuestra tanto la compasión como el poder
divino de Jesús, y llama a los que dudan a la fe y a los creyentes a la confianza en su
bondad.
Como la historia del paralítico, la parábola del hijo perdido (o del “hijo pródigo”)
tiene un tema que puede ser presentado de varias maneras. El tema de todo Lucas 15 es que
Dios busca comunión tanto con “los justos” como con los pecadores. La proposición podría
ser, “Puesto que Dios busca comunión tanto con los justos como con los pecadores, todos
deben venir y disfrutar su acogida.” El punto principal es teocéntrico. Dios el Padre recibe a
todos a su banquete de celebración. Dios el Hijo ha venido a llamar a todos los que están
perdidos, ya sea abiertamente en pecado o en el pecado de la auto-justificación. Pero esta
lección puede generar proposiciones más específicas.
Para pródigos. Si regresas, Dios te dará la bienvenida con un amor tan fuerte, tan
extraordinario, tan generoso, tan perdonador, que va a molestar a la gente “justa.” Si
recapacitas, si admites que has pecado contra Dios y tu prójimo, él pondrá sus sandalias en
tus pies, su anillo en tu dedo y su túnica en tu espalda.
Para los que se justifican por sí mismos. Dado que Dios recibe a pecadores,
también nosotros debemos darles la bienvenida, aunque huelan como si hubiesen estado
con puercos y se vean como si hubiesen estado con prostitutas. Aún hoy, la gente
“cristiana” que imagina que ha hecho algo para merecer las misericordias de Dios debe
cuidarse de juzgar a los demás. Si la gracia de Dios te parece de mal gusto, si mides cuánto
tiempo y cuán arduamente has trabajado para él, ¡ten cuidado, porque podrías quedar fuera
de la puerta! Sin embargo, el Señor da la bienvenida incluso a todos los que se han
considerado superiores, aún si su orgullo los ha descarriado más lejos que todos.
Segundo, en una vertiente muy distinta, las lecciones pueden tener hoy un punto que difiere
del punto original, debido al progreso en el plan de redención de Dios. Esto es
especialmente cierto para el Antiguo Testamento, pero también es verdad para parte de los
Evangelios e incluso para Hechos. Por ejemplo, sabemos que el tabernáculo, el templo y el
sistema sacrificial apuntan más allá de sí mismos a la obra expiatoria de Cristo. Sabemos
que los ministerios de profeta, sacerdote y rey sugieren aspectos del ministerio de Jesús.
Entendemos claramente que Dios eligió a Israel no como un fin en sí mismo, sino como un
paso en el proceso de ofrecer el evangelio a las naciones.13
Tercero, la mayor parte de los textos históricos muestra a varios personajes. Tal como los
colores de luz que emergen de un prisma nos permiten ver de qué está compuesta la luz que
entra al prisma, así también los personajes en una narración nos permiten ver la historia, a
través de sus ojos, de diversas formas. Por medio de ellos podemos detectar cómo
percibieron el drama sus distintos testigos. Como hemos visto, debemos buscar primero la
acción de Dios, que es el personaje principal. Después exploramos cómo responden los
seres humanos a sus dichos y obras, buscando específicamente a un creyente, a un
incrédulo y a un indeciso. En los Evangelios, por ejemplo, conocemos a Jesús, el hombre
verdaderamente fiel; a los discípulos, que son fieles pero débiles; a los líderes judíos, que
son hostiles, y las multitudes, que tienen “buena disposición” hacia Jesús pero no tienen
fe.14 Además de ellos, encontramos a gente que busca, gente que vacila, a mujeres
amigables, y otros. Pero los tres tipos básicos de personas reaparecen continuamente, y
representan las reacciones típicas que la gente siempre ha tenido a la revelación de Dios:
confianza, incredulidad y vacilación. Los personajes en un drama nos proporcionan ángulos
para ver el mensaje hoy en día. Podemos leer las epístolas y los escritos proféticos de la
misma manera. Entre sus lectores, tanto entonces como ahora, hay discípulos, adversarios,
y personas no comprometidas.
En resumen, los maestros fieles se mantienen apegados al tema principal de su pasaje, para
evitar que el texto se convierta en un pretexto para sus propias ideas. Sin embargo, el
enfoque de una lección no necesita ser idéntico a su tema. Al considerar las necesidades de
cada alumnado, los maestros podrían decidir enfocarse en un aspecto del tema. Los líderes
sabios oran por la capacidad de discernir lo que sus alumnos necesitan escuchar. A veces
necesitarán escuchar más sobre algo que está cerca del tema principal del pasaje, pero que
no es, en sí mismo, la idea central. Concluimos, por lo tanto, que los maestros pueden
rodear el punto principal de un pasaje para poder atender una idea secundaria importante.
Conclusión
Ejercicios
Estos ejercicios repasan algunos pasajes que ya hemos visto en varias ocasiones. Léelos
nuevamente, siguiendo los métodos analizados en este capítulo. Para cada texto, encuentra
el tema, enuncia el tema específico, una proposición, y el enfoque a la redención.
____________________
Notas
1
Ahorra las ideas extra, que pueden caber en lecciones posteriores o contestar preguntas que surjan en la
discusión.
2
Richard Pratt describe de qué manera se usan cinco de las siguientes siete pistas en el Antiguo Testamento,
en He Gave Us Stories (Phillipsburg, N.J.: Presbyterian and Reformed, 1990), 244-50.
3
Generalmente esto no aplica para Proverbios o los oráculos autocontenidos en los libros proféticos.
4
Estas tres obras eran el arquetipo de buenas obras para los judíos piadosos. Como lo expresa una obra judía
apócrifa, “La oración es buena cuando está acompañada por el ayuno, el dar limosnas y la justicia” (Tobías
12:8; Tobías probablemente fue escrito entre el 200 y el 170 a.C.).
5
Ver George A. Kennedy, New Testament Interpretation Through Rhetorical Criticism (Chapel Hill, N.C.:
University of North Carolina Press, 1984); Burton Mack, Rhetoric and the New Testament (Philadelphia:
Augsburg, 1990). La retórica aparece en el Nuevo Testamento porque era la materia fundamental de una
educación formal en aquel tiempo. Usada en las cortes, los lugares públicos y la literatura, permeaba el
imperio romano, incluyendo a Palestina. Al estar tan expuesta a ella, era difícil que la gente promedio no
supiera algo sobre retórica, ya sea que la hubieran estudiado formalmente o no. Esto permitió que Jesús y los
apóstoles utilizaran algunas de sus técnicas.
6
Craig Blomberg, en Interpreting the Parables (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1990), 45, 166, 176,
passim, muestra que los detalles extravagantes llaman la atención hacia puntos con peso simbólico en las
parábolas. Ver también el cap. 2.
7
Pratt, He Gave Us Stories, 246-47.
8
Robert Fowler, Let the Reader Understand (Minneapolis: Fortress, 1991), 11-14, 156-75; Mark Allen
Powell, What Is Narrative Criticism? (Minneapolis: Fortress, 1990), 30-32. La obra definitiva sobre la ironía
quizas sea Wayne Booth, The Rhetoric of Irony (Chicago: University of Chicago Press, 1974).
9
Se las denomina las formas consecuenciales y condicionales. Ver Bryan Chapell, Christ-Centered
Preaching: Redeeming the Expository Sermon (Grand Rapids: Baker, 1994), 142-43.
10
Esta paráfrasis está basada en la de William Sanday y Arthur C. Headlam, A Critical and Exegetical
Commentary on the Epistle to the Romans, 5th ed. (Edinburg: T. and T. Clark, 1902), 176.
11
Esta es una de las preguntas más comunes que hacen los alumnos sobre la interpretación.
12
Dos autores respetados que argumentan que las parábolas tienen varios puntos o una agrupación de puntos
son Craig Blomberg, Interpreting the Parables, 166ss., y Kenneth Baily, Poet and Peasant y Through
Peasant’s Eyes, ed. Combinada (Grand Rapids: Eerdmans, 1976), 1:107, 133, 205; 2:21, 55-56, 70-71, 87,
111-12, passim.
13
Ver Geerhardus Vos, Biblical Theology: Old and New Testaments (Grand Rapids: Eerdmans, 1948);
Willem Van Gemeren, The Progress of Redemption (Grand Rapids: Zondervan, 1988); Gerard Van
Groningen, Messianic Revelation in the Old Testament (Grand Rapids; Baker, 1990).
14
El lenguaje proviene de Jack Dean Kingsbury, Conflict in Luke: Jesus, Authorities, and Disciples
(Minneapolis, Fortress, 1991), 28-31. En este libro y los volúmenes acompañantes, Conflict en Mark
(Minneapolis: Fortress, 1989) y Matthew as Story, 2a ed. (Philadelphia: Fortress, 1988), Kingsbury analiza los
Evangelios contando por separado la historia de Jesús, la de los discípulos y la de las autoridades. Ver
también el cap. 5.
12
REFLEXIÓN SOBRE EL ENFOQUE
REDENTOR DE LA ESCRITURA
_______________________________________________________________
El enfoque correcto
Cuando estaba en el seminario, poco antes de que predicara por primera vez en mi iglesia
de ese entonces, el pastor me mostró una placa que colgaba por encima del pasillo que
llevaba de su estudio al púlpito. Ésta decía, “Señor, queremos ver a Jesús” (Juan 12:21).
Más tarde, cuando yo era un pastor joven, uno de mis ancianos me dijo, “creo que
necesitamos oír el mensaje del evangelio, al menos por unos cuantos minutos, en cada
sermón.” Recientemente, en una iglesia de dos mil personas, justo antes de subir los
escalones hacia el púlpito, el pastor titular se inclinó hacia mí y dijo, “en un domingo
promedio, asisten doscientos interesados.* ”
Aunque lo expresaron en formas muy distintas, cada líder quería ver si yo compartía
con ellos una convicción vital, una convicción que espero que también compartas tú: cada
mensaje verdaderamente cristiano lleva la atención a Jesucristo, Redentor y Señor. En
cambio, no importa cuan verdadero, moral, informativo, conmovedor, o práctico sea un
sermón, es sub-cristiano si fracasa en presentar a Jesús a este mundo caído.
Este capítulo sugiere dos maneras en que los maestros pueden enfocarse en Cristo:
el “enfoque en la condición caída” y el “enfoque redentor-histórico.”1 El enfoque en la
condición caída (ECC) es un sendero mas experiencial. Cuando preparas un mensaje, éste
pregunta, “¿qué aspecto de la condición caída de la humanidad trata este pasaje?” Entonces
muestra cómo se presenta a Jesús en aquel texto como el remedio para nuestra experiencia
de pecado, inmadurez, sufrimiento o quebrantamiento. Si el enfoque en la condición caída
es una perspectiva más experiencial, el enfoque redentor-histórico (ERH) es una
perspectiva mucho más teológica. El ERH parte afirmando que Dios tiene un plan soberano
y misericordioso para redimir a su pueblo. Éste enfoque pregunta, “¿qué aspecto del plan
divino revela este pasaje?” Y entonces muestra de qué manera se presenta a Jesús en aquel
pasaje como el único Redentor verdadero.
* Nota de la traductora. En términos generales ‘seeker’ (aquí traducido como ‘interesado’) se refiere a la
persona no creyente que asiste a la iglesia con cierto interés en cosas espirituales. Este término o el adjetivo
“seeker-sensitive” se ha relacionado con las mega-iglesias en los Estados Unidos que han surgido desde
finales del siglo XX y que enfatizan la sensibilidad al contexto sociológico de la población que buscan
alcanzar.
Principio 1: Cada pasaje de la Biblia presenta a Cristo tanto como el remedio
para la condición caída de la humanidad, como el punto final del plan de Dios
para la salvación.2
El ECC se centra en la persona y obra de Cristo observando las muchas formas en que
la gente lo necesita. Cuando hablo de la “condición caída” me refiero a cualquier aspecto de
la naturaleza humana que requiera de la gracia de Dios. Aun si es indirectamente, cada
pasaje de la Biblia señala algún aspecto de nuestra condición caída y algún aspecto del
remedio de Dios.3 La condición caída en cuestión puede ser un pecado individual o
colectivo. Incluye la codicia, la rebelión, la dureza de corazón, o cualquier violación de los
Diez Mandamientos. La condición caída también incluye las consecuencias de vivir en un
mundo con cicatrices del pecado, como son el vivir con enfermedad, perder a un ser amado
o vivir bajo la autoridad de una persona malvada, ya sea en la casa o en el trabajo. Nuestros
anhelos frustrados también son parte de nuestra condición caída. Esto incluye la búsqueda
de una vida mejor, ya sea buscando una pareja con quien casarse o intentando ganar mayor
dignidad en el trabajo. Incluye la búsqueda de logros morales más altos ―más
autodisciplina o un corazón más abierto. También incluye una búsqueda de paz interior o
una adecuada aceptación de sí mismo.
Podemos ilustrar el ECC al preguntar por qué sufrimos. Comúnmente
experimentamos nuestra condición caída a través del sufrimiento, pero podemos sufrir por
muchas razones.
1. Podemos sufrir a consecuencia de nuestro propio pecado. Por ejemplo, los
borrachos comúnmente sufren resacas, pierden sus trabajos y viven en la pobreza.
2. Sufrimos porque vivimos en un mundo devastado por el pecado. Sufrimos, por
ejemplo, cuando un ser amado muere, sobre todo cuando parece algo prematuro.
Asimismo, sufrimos cuando ocurren sequías o inundaciones, solo porque vivimos
en un mundo desordenado. En estos casos, muy probablemente, ningún pecado ha
causado el sufrimiento.
3. Sufrimos aun cuando no pecamos personalmente, si estamos conectados con
malhechores. Los ciudadanos sufren las guerras insensatas de sus líderes. Los niños
sufren cuando sus padres pierden su dinero apostándolo.
4. Los cristianos sufren persecución y opresión satánica. Ambas son consecuencias de
la Caída, pero los cristianos que son perseguidos por causa de la justicia no han
pecado. De hecho, sufren precisamente a causa de su justicia.
5. Podemos sufrir por ignorancia. Las personas presionan los botones equivocados,
escogen palabras ofensivas, toman medicamentos dañinos y mucho más, todo por
ignorancia, quizás aun con la convicción de que sus acciones son apropiadas.
Observando las causas del sufrimiento, vemos que la condición caída es una
categoría más amplia que la pecaminosidad.
Como dice Pablo, toda la Escritura redarguye, enseña, corrige e instruye en justicia (2
Tim. 3:16). Al estudiar la condición caída, simultáneamente somos atraídos a Jesús y a la
necesidad universal que conecta el texto antiguo con los lectores modernos.
Los maestros que piensan en términos de un ECC concentran sus lecciones en la
respuesta bíblica a la pregunta universal de la humanidad. Esto ayuda a los maestros a
eludir la tentación de enumerar todos sus pensamientos sobre un texto, posiblemente en una
caótica mezcolanza de “ideas que a mí me parecen importantes.” Si el ECC dirige a los
maestros a asuntos genuinos, convencerá a los oyentes de que necesitan escuchar el
mensaje. Una vez que ellos ven cómo un texto aborda un problema humano común, estarán
más preparados para la solución bíblica, que viene a través de la gracia de Dios en Cristo.
Para comprender como funciona el ECC, necesitamos ver algo concreto y particular.
Podemos regresar brevemente a Mateo 6:24 y el tema del dinero (del cap. 8) para ser más
específicos. Allí Jesús dice, “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al
uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a
las riquezas.”
El ECC, compartido tanto por antiguos como modernos, es la tendencia a tratar al
dinero como un rival a Dios. Es decir, el ECC es más específico que “la gente tiene
problemas con el dinero.” Casi cualquier persona admitirá que su actitud hacia el dinero a
veces se sale de control, ya sea al preocuparse en exceso, gastar demasiado, o envidiar a
otros. El ECC específico de este pasaje es que el dinero realmente pretende ser un dios
alternativo, aún para los creyentes, que podrían considerarse por encima de esto.
Pero la enseñanza de Jesús sugiere que la tentación de adorar al dinero generalmente es
sutil (ver especialmente la doble advertencia “Mirad, y guardaos de toda avaricia” en Lucas
12:15). Es decir, el Dinero no es el tipo de dios que exige adoración directa y exclusiva. No
necesitas postrarte ante él, y está dispuesto a darle cabida a otros dioses. Así, el dinero no
parece tan peligroso.
Considera otra pregunta de “¿qué harías por un millón de dólares?” (ver el cap. 8 para
la anterior). En esta ocasión el encuestador le preguntó a la gente si estaría dispuesta a pasar
dos años en la cárcel, mudarse permanentemente a un país extranjero, nunca volver a ver a
su mejor amigo, o tirar a su mascota del precipicio por un millón de dólares. Cuarenta y dos
por ciento de los encuestados dijeron que harían por lo menos una de esas cosas por un
millón de dólares. Aunque la encuesta era más una broma que un estudio (especialmente
para los dueños de periquitos), nuestro mero interés en tales preguntas revela nuestra
fascinación con el dinero. Esto seguramente es parte de la condición caída tratada en el
pasaje. Pero muchos de nosotros reprimimos esto, pues quisiéramos guardar tesoros tanto
en el cielo como en la tierra. Quisiéramos poder servir a dos señores; quisiéramos no tener
que escoger entre Dios y el Dinero.
Como sugiere el caso del dinero, a veces tenemos que persuadir a la gente de que el
ECC del texto realmente tiene importancia para ellos. Cuando, por ejemplo, la Biblia insiste
en la pureza doctrinal, quizás tengamos que persuadir a la gente de que la verdad doctrinal
importa. Una vez más, muchos pasajes de la Escrituras presentan el remedio de Dios para la
culpa humana. Pero gran parte de la psicología popular niega la existencia de la verdadera
culpa. Se dice que sólo tenemos sentimientos de culpa, y que debemos deshacernos de ellos
lo antes posible. Nosotros debemos mostrar que, si bien efectivamente existe tal cosa como
la falsa culpa, también existe la culpa genuina. Hay un remedio para ella, y necesitamos ese
remedio.
El ERH se centra en Cristo al observar cómo cada texto de la Biblia presenta algún aspecto
de su persona y obra. El enfoque redentor histórico examina el desarrollo del plan salvífico
de Dios en el tiempo y el espacio. Dentro de ese plan, cada profecía, cada evento, cada ley
y cada canto cumple su papel. La comprensión esencial del ERH es que Jesús es el punto
focal de la Escritura. En el primer día de la resurrección, cuando Jesús encontró a sus
discípulos desconcertados y les explicó su muerte y resurrección, dijo,
Más temprano aquel día, Jesús dijo a dos discípulos en el camino a Emaus que el Cristo
tenía que sufrir y después entrar en su gloria. “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo
por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (24:27).
Principio 3: Ya que Jesús mismo dice que toda la Biblia habla de él, entonces
cada lección cristiana debe, a su manera, presentar a Jesús como Redentor y
Señor.
Él cumple todas las esperanzas del Antiguo Testamento y constituye el centro del
Nuevo.
Por supuesto, Jesús dijo esto aun antes de que el Nuevo Testamento fuera escrito. Así
que, cuando Jesús explicó lo que “todas las Escrituras” decían acerca de él, estaba pensando
en el Antiguo Testamento. ¿En qué sentido se refieren todas las Escrituras a Jesús? ¿Qué
tienen que ver con Jesús los Proverbios o las narrativas de los reyes malvados del norte? En
primer lugar, cuando Jesús habló, estaba pensando en el Antiguo Testamento como una
unidad, y no en testimonios individuales. En Lucas 24:46, Jesús usa la expresión “está
escrito,” que comúnmente introduce una cita del Antiguo Testamento. Pero en esta ocasión,
no sigue ninguna cita, lo cual indica que Jesús estaba pensando en el Antiguo Testamento
en su totalidad.4 Cuando Jesús dice que “Moisés y todos los profetas” (24:27) o “la ley de
Moisés, los profetas y los salmos” (24:44) testifican de su sufrimiento y gloria, está
comunicando lo mismo, ya que los judíos usaban ambas frases para referirse a su Biblia
completa.5 Está anunciando, por lo tanto, que el tema del Antiguo Testamento como un
todo es su sufrimiento y gloria para el perdón de los pecados.
Cada porción del Antiguo Testamento anticipa el sufrimiento y la gloria de Cristo a
su propia manera. Los desarrollos históricos preparan a Israel para la venida del Mesías.
Las desgracias muestran la necesidad de un Salvador. Los triunfos dan una pista de su
futura gloria y reino. Algunas profecías lo predicen en forma específica. Un número mucho
más grande describe el fracaso de la gente en guardar el pacto y la advertencia del juicio, el
cual Jesús vino a quitar. O prometen la misericordia que Jesús vino a proveer.
Pocos negarán que el Nuevo Testamento se centra en Jesús. En términos generales,
los Evangelios relatan la historia de su vida, ministerio, muerte y resurrección. Hechos
narra la extensión del evangelio de Cristo y las Epístolas explican y aplican la obra de
Cristo a la iglesia y al mundo. Así, cada época de la historia bíblica, cada libro de la Biblia
y muchos pasajes individuales revelan rasgos únicos del plan de Dios para la salvación. El
resto de este capítulo dará una explicación más específica, aunque todavía algo básica, de la
manera en que la totalidad de la Biblia presenta a Cristo.
Los libros de la Ley apuntan la necesidad humana universal de Cristo en varias maneras.
1. Al describir la entrada del pecado al mundo y después su extensión y desarrollo
(Gn. 3-6), los libros de la Ley claman por un redentor. La primera promesa de un salvador
llega ya en Génesis 3:15. De este modo, desde el principio, el lector del Antiguo
Testamento espera la venida de aquel que aplastará la cabeza de la serpiente que introdujo
el pecado a la humanidad. Pero ninguno de los patriarcas de Génesis y ninguno de los
primeros líderes de Israel podrían ser aquel salvador, porque todos ellos pecaron y murieron
y tuvieron la necesidad de redención para ellos mismos.
2. Muchas personas no ven ningún problema especial en el pecado humano universal.
Ellos razonan, “sólo somos humanos y Dios es misericordioso. Si todos están reprobando
un curso, los buenos maestros elevan las notas y bajan un poco los estándares. Así debe ser
con Dios. Él nos perdonará; ¡ese es su trabajo!” Pero la ley no podría estar más en
desacuerdo. Ésta codifica los estándares de justicia y santidad propios de Dios, que fluyen
de su misma naturaleza. Cada transgresión de su ley viola su buena estructura para el
mundo. Por lo tanto, el pecado universal produce culpa universal y la necesidad del castigo.
La Ley le recordaba constantemente esta realidad a Israel al establecer un sistema de
ofrendas de sacrificio para el pecado.6 Día tras día, año tras año, los sacerdotes ofrecían
sacrificios por el pecado. La repetición sin fin de los rituales sugerían que, de hecho,
ninguno de ellos quitaba la culpa humana. La sangre de toros y machos cabríos no puede
hacer expiación por el pecado humano (Heb. 10:1-4,11).
3. La gente moderna propone una segunda solución al problema del pecado. Ellos
imaginan, “Tal vez no podamos hacer nada para expiar los pecados pasados, pero podemos
reformarnos a nosotros mismos y vivir mejor. Nuestras buenas obras y buenas intenciones
van a pesar más que nuestros errores.” Aquí, nuevamente, la Ley muestra su desacuerdo al
demostrar nuestra esclavitud al pecado. Si la gente continúa pecando después de conocer
las consecuencias, eso sugiere que, o son débiles y no pueden cambiar, o son rebeldes y
rehúsan cambiar. Por lo tanto, la Ley puede informar, pero no puede transformar. En efecto,
lejos de refrenar el pecado, la Ley a veces nos tienta a pecar. Si la Ley prohíbe el adulterio,
algunos cuestionarán por qué; y se preguntarán qué es lo que se están perdiendo (Ro. 7:1-
12). Así que, cada estudio de la Ley lleva lógicamente a una discusión sobre Jesús, el único
que puede liberar a su pueblo de la esclavitud del pecado.
Por lo tanto, cada vez que leemos la Ley, encontramos nuestra debilidad,
culpabilidad, y necesidad de un libertador. Cada vez que leemos sobre un sacrificio por el
pecado, nuestra atención se dirige a Jesús, el sacrificio final y perfecto.
Jesús y los Libros Históricos (Josué a Ester)
Cada líder de Israel –cada rey, sacerdote, profeta y juez – apunta hacia Jesús de alguna
manera. Los líderes justos dan indicios de su redención; los malos sugieren la necesidad de
un verdadero líder. Por supuesto, aun el mejor tuvo fallas, así que nadie pudo guiar
perfectamente al pueblo de Dios.
1. La realeza de Israel ilustra la forma en que la historia del Antiguo Testamento nos
conduce a Cristo. El relato empieza en el desastroso periodo de los jueces. En aquel tiempo
no había rey en la tierra y “cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jue. 21:25, también
17:6). Así que pidieron un rey, uno “como tienen todas las naciones” (1 Sa. 8:5). Y
consiguieron eso precisamente en Saúl; como los reyes de las naciones, él era orgulloso y
autocomplaciente, propenso al motín desde el principio y un rebelde total y un desastre
militar al final.7 Después de los días de gloria relativamente cortos de David y Salomón,
aproximadamente la mitad de los reyes del sur y todos los reyes del norte llevaron a Israel
por el mal camino, con algunos promoviendo activamente la adoración a deidades paganas.
Los líderes fracasados como Jeroboam, Acab, Manasés y Acaz nos enseñan a anhelar al rey
verdadero. Nos muestran cómo no reinará Jesús, el buen rey.
2. Israel disfrutó de unos cuantos reyes nobles, pero graves fallas mancharon aun a los
mejores de ellos, como a David, Josías y Ezequías, sin mencionar los reinados totalmente
mixtos de reyes como Salomón y Uzías (2 Cr. 26:16-23). Los reyes justos cumplieron
tareas reales vitales. Protegieron a Israel de sus enemigos, proveyeron prosperidad,
respaldaron la ley y establecieron justicia. Pero Jesús cumple perfectamente todas estas
misiones, para siempre.
3. Otros oficiales no fueron mucho mejores que los reyes. Muchos sacerdotes se
unieron a los reyes malvados para pervertir a la nación. Sirvieron a otros dioses, a veces al
mismo tiempo que al Señor, y otras echándolo a un lado para dar lugar a las deidades
paganas ―a veces en las colinas de Israel, otras veces incluso en el templo (Ez. 8). Los
jueces tampoco podían ofrecer redención final. La mayoría de los profetas que encontramos
en la historia bíblica fueron fieles. Sin embargo, como regla general, la nación los ignoró.
Sus palabras, por sí mismas, no pudieron restaurar la lealtad de Israel al Señor. Al igual que
los profetas, aun los sacerdotes fieles tuvieron poco efecto, ya que sus sacrificios no podían
hacer remisión del pecado y pocas personas hicieron caso a su buena instrucción.
4. La historia de Israel es esencialmente una espiral descendente. Después de su
prometedor comienzo, primero con Moisés, después con el rey David, la nación siguió en
declive, hasta que primero la parte del norte y después la parte del sur del reinado sufrieron
una devastadora derrota militar y el exilio. La nación nunca se recuperó completamente de
estas tribulaciones. En todos estos fracasos reconocemos las señales del conflicto cósmico
entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente (Gn. 3:15). Los pesares de Israel
muestran que Jesús es aquella semilla de la mujer que puede aplastar la cabeza de Satanás.
5. La historia de la batalla de David contra Goliat ilustra varios de estos puntos. Israel
enfrentaba una invasión debido en gran parte a que los pecados de Saúl causaron que Dios
retirara de él su favor. Saúl mismo debió haber peleado contra el gigante, ya que él era el
rey alto y bien armado (1 Sa. 9:2; 10:23). Su cobardía causó que los demás se hundieran en
el miedo y nadie respondió a las provocativas burlas del gigante. Sin embargo, detrás de los
insultos y amenazas de muerte de Goliat hacia David, detectamos un conflicto cósmico
entre las fuerzas de Dios y las de Satanás; David ciertamente vio su combate de esa manera,
y con buena razón (1 Sa. 17:45-47). Repetidamente, los filisteos habían invadido a Israel y
tratado de exterminarlo (Jue. 13:16; 1 Sa. 4-6; 29-31). Goliat en particular intentaba matar a
David, el ungido de Dios y un ancestro del Mesías. Cuando David derrotó a Goliat,
simultáneamente libró a Israel de un enemigo ―una tarea vital de la realeza― y de forma
tenue prefiguró la derrota de Satanás por Jesús. Con toda la nobleza de corazón que tuvo
David, más adelante cometerá pecados atroces, lo cual nos recuerda que incluso aquellos
que prefiguraron al Redentor también lo necesitan.8
1. Los diversos libros de sabiduría nos dirigen a Cristo de varias maneras. Por
excelente que pueda ser la Ley de Moisés, estos libros, especialmente Proverbios,
presuponen que ésta apenas comienza a sondear el corazón humano. Proverbios investiga
los puntos más delicados de la vida, los puntos que la Ley no puede regular.10 Su crítica de
la necedad nos dirige al consejo con respecto a la mente y actitud de los fieles. Jesús lleva
este aspecto de la sabiduría a su más alto nivel, examinando los pensamientos y motivos de
todos (Mt. 5:21-48; 23:1-33).
2. La enseñanza de Jesús es más pura que la literatura sapiencial. Tanto Job como
Eclesiastés deliberadamente usan falsedades parciales para hacer resaltar y estimular
nuestro deseo por la verdad. Pero la enseñanza de Jesús no tiene aleaciones. Los aspectos
más oscuros de Eclesiastés y Job también muestran que nuestra existencia es impredecible,
breve y vana, de manera que la mera sabiduría no puede otorgarnos una vida satisfactoria.
Aquí, nuevamente, Jesús sobrepasa la sabiduría al abrir la puerta a la vida eterna.
3. Dado que los Salmos son tan diversos, apuntan hacia Jesús de diversas maneras.
Algunos predicen aspectos de su vida y ministerio. Por ejemplo, el Nuevo Testamento
repetidamente cita la predicción del Salmo 118:22-23 de que la gente rechazaría a Jesús, la
piedra del ángulo elegida por Dios. Jesús mismo usó algunos de los Salmos para explicar su
ministerio. Usó un salmo de lamento para expresar su dolor en la cruz (Sal. 22 en Mt.
27:46). Y cumplió los salmos que elogian a los humanos ―ora toda la humanidad, ora un
rey― con un lenguaje que parece demasiado extravagante para meros mortales (Sal. 45 en
Heb. 1:5-6; Sal. 8 en Heb. 2:6-9).
4. Jesús también encarnó el concepto de la sabiduría. Salomón fue el hombre más
sabio del antiguo pacto, pero en Jesús alguien mayor que Salomón estaba presente (Mt.
12:42). En Mateo 11 y Lucas 7, Jesús se compara a sí mismo y a Juan el Bautista con los
profetas y la sabiduría. Esa generación no escucharía su sabiduría. Sin embargo la sabiduría
de Jesús y de Juan sería vindicada por sus hijos (Lucas 7:35). Jesús revelaría su sabiduría a
ellos (Mt. 11:25-27) y sus obras vindicarían su enseñanza (Mt. 11:19). Proverbios 8:22-31
personifica la sabiduría que Dios usó para crear al mundo y formarlo adecuadamente. El
Nuevo Testamento revela que Jesús es la sabiduría verdadera y personal que se unió con el
Padre en la creación de todas las cosas (Jn. 1:1-14; 1 Co. 1:24, 30; Col. 1:16; Heb. 1:1-4).
Vemos, por lo tanto, que el Antiguo Testamento señala a Cristo de muchas formas. La Ley
demuestra que necesitamos un salvador. La historia de Israel demuestra que la nación no
puede salvarse a sí misma. Aún los mejores líderes fallan activamente y en forma pasiva se
quedan cortos ante el tipo de liderazgo que la humanidad necesita. Jesús es el único y
verdadero profeta, sacerdote, rey y hombre sabio de Dios.
Jesús y los Evangelios y Hechos (Mateo a Hechos)
2. Profeta. La gente de Israel vio a Jesús como un profeta, y él aceptó el título. Vino
como un profeta, anunciando las buenas nuevas a los pobres (Lc. 4), y murió como todos
los profetas murieron, en Jerusalén, por mano de la gente que debería haberlo recibido (Lc.
13:3-35; cf. Jn. 1:10-11). Sin embargo, Jesús se distinguió a sí mismo de todos los demás
profetas. Habló de forma diferente. Ellos decían, “Así dice el Señor,” pero Jesús dijo, “De
cierto os digo.” El combinó los roles de profeta y juez cuando leía los pensamientos y
evaluaba los corazones.11 Como un profeta, también predijo su propia muerte y
resurrección y hasta explicó su significado (Mt. 16:21-23; 17:22-23; 20:17-28).
6. Hijo del Hombre. Día a día, Jesús se comportó como el verdadero hombre y en
silencio trazó los contornos de una verdadera humanidad.13 Este proceso ya había
empezado con la Tentación, cuando Jesús pasó las pruebas que Adán y Eva reprobaron. A
diferencia de ellos, Jesús resistió el impulso de satisfacer sus deseos de probar comida o
cualquier otro placer físico que no era suyo para disfrutar. También rehusó tentar a Dios o
postrarse ante Satanás, sin importar los beneficios que Satanás pusiera ante sus ojos para
incitarlo. A lo largo de toda su vida, Jesús modeló la aceptación amorosa que le debemos al
pobre y al marginado, la compasión y generosidad que debemos a los débiles, y el valor que
debemos mostrar ante los fuertes y malvados.
7. El verdadero israelita, fiel al pacto. Jesús fue el verdadero israelita, el único que
permaneció fiel al pacto hasta el final. Resistió las tentaciones a las que Israel sucumbió en
el desierto (compara Mt. 4:4 con Dt. 8:3; Mt. 4:7 con Dt. 6:16 y Ex. 17:1-7; Mt. 4:10 con
Dt. 6:13). Él cumplió la ley del pacto. Y entonces, al final de su ministerio terrenal, cargó
voluntariamente las maldiciones del pacto que debían caer sobre aquellos que fracasaron en
guardar el pacto.
El libro de los Hechos describe el esparcimiento del evangelio de Cristo, a través del
cual gente de todas las naciones viene a Dios. En Hechos oímos que los apóstoles
proclaman a Jesús, el único nombre “dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch.
4:12).
Conclusión
Ejercicios
Toma los mismos pasajes usados en los ejercicios del capítulo 11 y ve de qué forma cada
texto apunta a la persona y obra de Jesús en una de las maneras descritas en este capítulo.
2. Romanos 12:1-2
3. Gálatas 1: 6-9
4. Mateo 18: 21-35
__________________
Notas
1
El término “enfoque en la condición caída” ha sido tomado de Bryan Chapell, Christ-Centered Preaching:
Redeeming the Expository Sermón (Grand Rapids: Baker, 1994). La sección sobre ese tema depende de
Chapell, aunque mi concepto difiere ligeramente del suyo.
2
Para una explicación del concepto de un “pasaje,” ver el apéndice B, “Selección de un texto.”
3
Chapell, Christ-Centered Preaching, 40-44, 201-2, 231-36, 263-66.
4
El griego es gegraptai, “está escrito.” Lucas 18:31 y 21:22 y Hechos 13:29 también se refieren a “todas las
cosas escritas” sin referirse a un sólo texto. Por supuesto, Lucas cita textos específicos en otras ocasiones: vea
Lucas 4:17-21 (citando Is. 61:1-2 ) y Lucas 22:37 (citando Is. 53:12.) Vea también Hechos 4:11 (citando Sal.
118:22) y Hechos 4:25-26 (citando Sal. 2:1-2).
5
En 24:27, “Moisés” se refiere a los cinco libros de Moisés, de Génesis a Deuteronomio. “Los Profetas”
refiere de Josué a Reyes, pero puede incluir a los libros proféticos y la literatura sapiencial. En 24:44, “los
Salmos” se refiere a todos los libros de sabiduría.
6
De hecho, muchos sacrificios expresaban gratitud o comunión con Dios, pero dentro de la teología bíblica,
las ofrendas de expiación por el pecado tienen mayor prominencia.
7
Con respecto a la rebelión de Saúl desde el principio, ver V. Philips Long, “The Art of Biblical History,” en
Foundations of Contemporary Interpretation, vol. 5 (Grand Rapids: Zondervan, 1994), cap. 6. Para un
análisis más técnico, ver Long, The Reign and Rejection of King Saul: A Case for Literary and Theological
Coherence, SBL Dissertation Series, vol. 118 (Atlanta: Scholars Press, 1989).
8
Para un extenso, y a veces excesivamente entusiasta tratado de Cristología en la historia del Antiguo
Testamento, ver S.G. DeGraff, Promise and Deliverance, 4 vols. (St. Catherine;s, Ont.: Paideia Press, 1977-
81), vols. 1-2. Disponible en Español como El Pueblo de la Promesa, 4 vols. (Grand Rapids, MI:
Subcomisión de Literatura Cristiana, 1981).
9
Los nombres significan “no compadecida” y “no es mi pueblo.”
10
Para más sobre sabiduría, ver el apéndice D.
11
Dan Doriani, “The Deity of Christ in the Synoptic Gospels,” Journal of the Evangelical Theological Society
37 (September 1994): 340-43.
12
Robert Stein, The Method and Message of Jesus (Philadelphia: Westminster, 1978), 1-2.
13
Michael Griffiths, The Example of Christ (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1984); E. J. Tinsley,
“Some Principles for Reconstructing a Doctrine of the Imitation of Christ,” Scottish Journal of Theology 25
(February 1972): 45-57; Alistair McGrath, “In What Way Can Jesus Be a Moral Example for Christians?”
Journal of the Evangelical Theological Society 34 (September 1991): 289-98.
13
COMIENZO
____________________________________________________________
Entretenimiento e “info-tenimiento”
El lugar más fácil para empezar a usar el plan CAPTAR es en los devocionales privados,
porque solamente tienes que persuadir a una persona de que vale la pena. Primero, decídete
a cambiar tus devocionales privados para bien. Entonces pregúntate cuál podría ser una
meta razonable para tu lectura privada. ¿Quieres leer una cantidad específica de la Biblia en
un mes o un año? ¿O quieres pasar una cantidad fija de tiempo en el estudio, sin
preocuparte por cuánto material estas cubriendo? Yo recomiendo la segunda opción
inicialmente, porque el plan CAPTAR busca calidad más que cantidad, y la calidad
requiere tiempo. Por esta razón, es mejor empezar con un libro corto, como Filipenses, Rut
o 1 Pedro, los cuales podrás terminar en poco tiempo. Cuando termines un libro o dos,
intenta con un libro más grande, como un evangelio.
En segundo lugar, organízate. Decide cuándo, dónde, y aproximadamente cuánto
tiempo vas a estudiar. Entonces reúne tus materiales: una Biblia, pluma y papel (o
computadora), y las obras básicas de referencia, como una Biblia con referencias cruzadas,
un diccionario o una enciclopedia bíblica, y una concordancia. Considera decirle a un
amigo lo que estás haciendo, y pedirle que te de la oportunidad de rendirle cuentas.
Tercero, comienza, siguiendo los pasos analizados en este libro. Empieza por el
contexto histórico de tu libro: ¿quién lo escribió? ¿Cuándo y por qué fue escrito? Y
entonces sigue con el análisis, solución de problemas, temas, aplicaciones y reflexión.
Después de una semana aproximadamente, y luego nuevamente después de un mes, detente
y evalúa cómo te está yendo. ¿Cuánto has progresado? ¿Necesitas hacer algunos ajustes?
Comienzo en grupo
1. Organización. El líder eficaz llega a tiempo y comienza la reunión. Prepara una hoja
para la discusión, incluyendo quizás algunos hechos clave sobre el pasaje, un bosquejo
corto del pasaje y algunas preguntas abiertas.
2. Discusión. Los líderes eficaces involucran a todos los integrantes. Animan a la gente
callada y piden que los miembros parlanchines esperen la participación de otros. No le
temen al silencio ni tratan de llenar cada pausa, pues saben que pensar sobre algunas de las
preguntas toma tiempo. También mantienen el grupo enfocado en la Biblia y el tema a
tratar.
3. Facilitación. Los líderes efectivos también tratan de encontrar algo positivo en cada
pregunta y comentario honesto. Escuchan y ayudan a la gente a articular sus preguntas y
observaciones. Saben cuándo una discusión está completa y la cierran haciendo un resumen
de los mejores descubrimientos del grupo.
Cualidades del carácter del líder
Si bien cada virtud bíblica realzará el trabajo de un líder, Timoteo y Tito distinguen las
cualidades que aplican especialmente a los líderes cristianos. Varias de ellas corresponden
al líder de estudio bíblico.
1. Amor. El amor a Dios, a su Palabra y a su pueblo motiva a los líderes a prepararse
para guiar a un grupo fielmente, semana tras semana.
2. Paciencia. Los líderes piadosos no pueden ser contenciosos o propensos a
discutir. La explicación amable y la persuasión ganan a la gente hacia la verdad. Un líder
también debe ser paciente con alguien que habla abruptamente y demasiado a menudo; sin
embargo, también saben cuándo es necesario intervenir, por el bien de los demás.
3. Humildad. Los líderes sabios no se promueven a sí mismos o sus propios
intereses. Respetan las contribuciones de todos, pero resguardan la verdad.
4. Honestidad. La honestidad guía al líder excelente de varias maneras. La
honestidad hace que un líder admita su ignorancia cuando no conoce las respuestas, en vez
de esconderse bajo una nube de palabras vacías. La honestidad requiere que el líder se
enfrente a preguntas difíciles, sin negar las diferencias reales de opinión. Esta no es una
invitación a la polémica, pero no llegaremos a ningún lado si negamos que los cristianos
tengan diferencias de opinión con el mundo y entre ellos mismos.
Para que haya fruto, los miembros del grupo deben estar de acuerdo en que su propósito
principal es examinar las Escrituras y aplicarlas a la vida. La estimulación intelectual, el
compañerismo y la comida están en segundo lugar. Recluta a personas que estén de acuerdo
con el propósito de tu reunión.
Aquellos que ya son maestros o aspiran a serlo deben recordar que el plan CAPTAR es un
método de investigación, no un bosquejo para oradores públicos (ver apéndice A). Después
de haber reunido tu material, todavía necesitas encontrar una forma adecuada de
presentarlo. Este no es el lugar para empezar a explicar el arte de la oratoria, pero estos son
algunos principios ampliamente aceptados.
1. La introducción estimula el interés de la audiencia. Ya sea que partas con una
ilustración o no, debes mostrarles que el tema que vas a abordar importa. Una introducción
podría investigar algún aspecto de nuestra condición caída y promover un interés en el
remedio de Dios para ella (cap. 12). Por lo general, intenta expresar tu proposición al
principio de tu exposición, para que todos sepan cómo se aplica la Palabra de Dios a esta
situación (cap. 11).
2. Deja que el flujo natural del pasaje que descubriste durante tu análisis dicte el
bosquejo de tu mensaje. Conforme desarrolles tus puntos, resume tus notas de investigación
sobre el análisis, problemas y temas para crear una exposición ininterrumpida. Es posible
que desees detenerte y aplicar tus puntos frecuentemente, o puedes introducir tu aplicación
al final de cada sección.
3. La conclusión debe hacer hincapié en tus ideas principales. Es tentador improvisar
la conclusión, pero escoge tus palabras con cuidado aquí también. Asegúrate de cimentar tu
plática en la gracia de Dios y la persona de Cristo. Ten cuidado de no dejar la impresión de
que el conocimiento de las ideas es suficiente, o que estás meramente dando consejos sobre
moral o cómo manejar la vida.
4. Enfócate en Cristo, no en el esfuerzo humano. ¿Necesita el mundo más buenos
consejos realmente? La mayor parte del tiempo, la gente sabe lo que debería estar haciendo.
El problema no es la ignorancia, sino la incapacidad o indisposición a hacer lo que ya
sabemos. El mundo no necesita otro filósofo de la ética; necesita un Redentor que perdona
nuestras fallas y nos fortalece para la obediencia agradecida.
Conclusión
Este libro empezó presentando tres razones por las cuales los cristianos serios necesitan
tener un método para el estudio bíblico inductivo. Oímos sermones problemáticos pero no
podemos determinar la raíz del error; nos volvemos demasiado dependientes de
comentarios y manuales de lección; y nuestros devocionales personales están muy lejos de
nuestro ideal. En los capítulos que siguieron, recibiste una gran cantidad de información
sobre cómo estudiar y aplicar la Biblia, y sé que, a menos que ya haya sido familiar para ti,
vas a olvidar mucho de ella. Pero también hay simplicidad en todo lo que has leído. De
hecho, puede que olvides muchos detalles, pero si recuerdas el acróstico CAPTAR, ya
habrás dado un gran paso adelante. Cada vez que quieras desentrañar el significado de la
Escritura, los pasos básicos son sencillos:
El siguiente paso lo debes dar tú. Que nuestro Señor te guíe mientras adquieres
destreza en interpretar la Palabra; que tu deseo de obediencia crezca junto con esa destreza.
Que él te infunda valor para guiar a otros hacia el redescubrimiento de la verdad bíblica en
tiempos de gran ignorancia de la Escritura.
El apóstol Pablo llama a los líderes cristianos a convertirse en trabajadores
adiestrados en la Palabra, que usen correctamente la Palabra de Verdad (2 Tim. 2:15). Es
mi deseo que leas y estudies adecuadamente la Palabra de Dios. Y que entonces, al meditar
en ella, encuentres consuelo, desafío y dirección, tanto para ti como para otros, y que así
demuestres ser, como dice Jesús, una luz para el mundo.
___________________
Notas
1
Debo algunas de las ideas sobre cómo empezar un grupo pequeño a Howard G. Hendricks y a William D.
Hendricks, Living by the Book (Chicago: Moody Press, 1991), 324-40.
Apéndice A
________________________________________
Lección modelo
Las siguientes páginas ilustran cómo pongo en práctica el plan CAPTAR en mi predicación
y enseñanza. Esta lección modelo es un sermón ligeramente revisado que preparé usando
los métodos de este libro. En los títulos a la izquierda, etiqueto los pasos que di para que
puedas reconocerlos. Este es un registro escrito de un sermón real y, como todos mis
sermones, utiliza CAPTAR como plan para la investigación, pero difiere un poco de él en
la presentación.
Tema El servicio de Jesús fue concreto. Lavó los pies a los que
necesitaban ser lavados. Curó a la gente que necesitaba sanidad.
Fue a la cruz cuando había pecado y una necesidad para la expiación. Nosotros también
necesitamos ser concretos en nuestro servicio.
____________________
Notas
1
En algunos otros enunciados en cuanto a su propósito, Jesús dijo, “Para esto he venido al mundo, para dar
testimonio a la verdad” (Juan 18:37), y, “Fuego vine a echar en la tierra” (Lucas 12:49).
Apéndice B
_______________________________________________________________
Selección de un texto
1. Los textos de un tamaño adecuado tienen una idea prominente y coherente. Como en
Ricitos de Oro, queremos textos que no sean demasiado largos, ni demasiado cortos, sino
justo a la medida. Pero, ¿cómo encontramos un texto que sea “justo a la medida”? Una
oración raramente transmitirá una idea completa, ya que la mayoría de las oraciones
necesitan un contexto donde cobrar sentido.xvii Pero un capítulo completo puede presentar
tantas ideas que la coherencia se vuelve esquiva. Ordinariamente, un texto a la medida
tendrá de uno a cinco párrafos. Un párrafo es el conjunto de oraciones caracterizadas por su
coherencia y prominencia.xviii Coherencia significa que todas las oraciones tratan una idea o
acción principal. Prominencia significa que se hace énfasis en una idea, de manera que
todas las demás desarrollen, expliquen o preparen para esa idea principal. La meta, por lo
tanto, es localizar un grupo de versículos en los cuales una idea o un tema tenga
prominencia y los subtemas la desarrollen.
2. Los textos unificados comúnmente tienen un vocabulario distinto. El uso repetido de
terminología especial a menudo señala una unidad de texto. El tema de Marcos 7 es
obviamente “tradición,” ya que el término aparece cinco veces en Marcos, todas en 7:1-13.
¿Termina entonces el pasaje en el 7:13? No, el vocabulario especial de cosas limpias e
inmundas empieza en el 7:2 pero continúa hasta el versículo 23, después del cual estos
términos también dejan el vocabulario de Marcos. En Marcos 7, el vocabulario por sí solo
podría revelar los límites del texto. (Confirmando la pista dada por el vocabulario, Marcos
7:24 empieza, “Levantándose de allí, se fue. . . .”) En 1 Corintios, Pablo repite el término
“sabiduría” unas dieciséis veces del 1:17 al 2:13, y entonces desaparece hasta el capítulo 8,
así que sabemos que la sabiduría es el tema en los capítulos 1 y 2. Asimismo, Pablo habla
repetidamente de la “justicia” en Romanos 6, indicando que ese es su tema.
3. Los textos unificados frecuentemente repiten frases o ideas claves. Génesis 1 repite la
frase, “Y fue la tarde y la mañana del día ‘x.’” En el Sermón del Monte, la repetición de
una frase clave delinea varias secciones. La frase de Jesús de “Bienaventurados los...”
caracteriza las Bienaventuranzas (Mat. 5:1-12). Cuando deja de usarla, sabemos que se ha
terminado la sección. Más tarde, la oración “Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará
en público,” unifica la sección sobre la hipocresía en Mateo 6:1-18. La sección también usa
términos como Padre, mostrar/no mostrar, secreto y saber una y otra vez.
La inclusión (también llamado inclusio), un tipo especial de repetición, es el uso de
la misma frase o idea al principio y al final de una sección. El enunciado, “Todas las cosas
me son lícitas, mas no todas convienen;” aparece al principio y al final de la larga discusión
de Pablo sobre la libertad cristiana en 1ª a los Corintios (1 Cor. 6:12; 10:23). En Mateo
19:30 leemos, “Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.” A esto le
sigue una parábola sobre cosas invertidas, y concluye, “Así los primeros serán postreros, y
los postreros, primeros” (20:16). Conceptos paralelos también pueden crear una inclusio.
Por ejemplo, el pasaje que incluye la parábola del rico insensato (Lucas 12:13-21) empieza
y termina con una pregunta sobre quién va a recibir una herencia.
4. Consulta el contexto más amplio para ver de qué manera tu pasaje se adecúa dentro
de él. Cada pasaje contribuye algo a la sección más amplia. Los temas de secciones
extensas generalmente están claros; un texto escogido para el estudio debe aportar una idea
definida a dichos temas. Por ejemplo, Romanos 1:18-3:20 describe la condición
pecaminosa de la raza humana. Cada texto en la sección desarrolla la forma, el origen o el
significado de la pecaminosidad humana. Cada texto coherente pertenece de alguna forma a
la sección más grande en la que está. Si no puedes ver una conexión con la unidad más
grande, quizás no tienes un texto adecuado.
Estos cuatro principios aplican a todos los textos. Algunos principios más
especializados aplican a los principales tipos de textos: narraciones y discursos.
Los textos narrativos cuentan una historia, típicamente en un lugar, en un tiempo y con un
grupo de personajes. Hemos visto que la historia termina cuando la acción ha llegado a su
fin, cuando la tensión ha relajado, cuando el protagonista “gana” y el antagonista sufre una
derrota. Ahora vamos a añadir que cuando el tiempo, el lugar o los personajes cambian,
probablemente está empezando una nueva historia.
1. Nuevos personajes. Raramente cambiarán todos los personajes de un pasaje al
siguiente; con frecuencia solo ocurren una o dos variaciones. Algunos personajes, como
Saúl en 1 Samuel o los Fariseos en los Evangelios, entran y salen. Pero un cambio de
personaje puede marcar el principio de una nueva historia, si aquel personaje es central.
2. Nueva geografía. A través de los libros históricos de ambos testamentos,
comienzan nuevos acontecimientos cuando los actores principales se mudan a un nuevo
lugar.
3. Nuevo período de tiempo. A veces un libro menciona un intervalo específico de
tiempo (por ejemplo, “seis días después”). Un nuevo episodio puede empezar refiriéndose a
la última historia: por ejemplo, “Después de que pasó tal cosa...” Reyes y Crónicas
mencionan tiempos en el reinado de un rey. Los Evangelios pueden establecer el tiempo en
referencia a los días festivos de los judíos. Aún un vago indicador del tiempo, tal como,
“después de esto,” “entonces,” o “un día,” pueden indicar el principio de un nuevo suceso.
4. Comentarios de resumen. Las secciones extensas a menudo concluyen con un
comentario de resumen. Por ejemplo, “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los
discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes
obedecían a la fe” (Hechos 6:7). Especialmente en el Antiguo Testamento, el resumen
puede venir en la mitad o al principio. El enunciado “Y lo buscaba Saúl todos los días, pero
Dios no lo entregó en sus manos” (1 Sa. 23:14) resume 1º de Samuel 21-23. (Ver también 1
Sa. 15:34-35, 18:30, o 1 Re. 13:34-35; 2 Re.17:40-41). Los comentarios de resumen pueden
delinear una historia o una serie de historias relacionadas que deberían estudiarse por varias
semanas.
No hay una señal única que marque el principio de una nueva unidad en un discurso.
Busca cualquiera de las siguientes señales de que un autor está abordando un nuevo tema
en su carta, disertación o profecía:
1. Términos para dirigirse a la audiencia. Para enumerar unos cuantos ejemplos, los
autores se dirigen a sus oyentes y lectores como “hermanos,” “queridos amigos,” “gálatas
insensatos,” “O Israel,” o “mi hijo.”
2. Preguntas. Las preguntas retóricas hacen que el lector responda a la enseñanza
recientemente presentada. Por ejemplo, la pregunta “¿Qué pues, diremos a esto? Si Dios es
por nosotros, ¿quién contra nosotros?” abre una sección de reflexión sobre la salvación
misericordiosa de Dios (Ro. 8:31-39). Las preguntas también presentan potenciales
objeciones a enseñanzas anteriores. Romanos 6:1 inicia una sección sobre la santificación
comprendida del 6:1 al 14 con “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para
que la gracia abunde?” (La inclusio, “¿Qué, pues? ¿Pecaremos. . .? En ninguna manera” del
versículo 15, que hace eco de los versículos 1-2, también distingue la sección.) Las
preguntas “¿Está alguien entre vosotros afligido? . . . ¿Está alguno alegre? (Santiago 5:13)
nos preparan para el texto que nos dice cómo responder a los gozos y las tristezas de la
vida.
3. Actos de comunicación. Los escritores bíblicos frecuentemente instan a su
audiencia a escuchar, poner atención, o usar sus oídos para oír. También hacen pausa para
decirles a sus oyentes lo que están haciendo y lo que quieren cumplir, usando frases como
“Quiero que sepáis,” “No os engañéis,” “No quiero que ignoréis,” “Les escribo para,” “Lo
que digo es,” etcétera. Asimismo, los autores a veces le dicen al lector lo que están
haciendo: “Os ruego”, “Os exhorto”, “Os suplico.”
4. Fórmulas para la conclusión de una unidad de pensamiento. “Por lo tanto,” “así
que,” y “ahora” son comunes; se mencionan otras en el capítulo 6. Estos términos pueden
empezar una nueva unidad o concluir una anterior. Cada autor en particular desarrolla su
propio estilo y pautas para terminar una sección. Por ejemplo, en puntos cruciales el autor
de Hebreos usa la fórmula “Por lo tanto + ya que, o viendo que tal cosa es cierta + hagamos
tal cosa.”xix
5. Marcadores múltiples. Puedes sentirte bastante seguro de que una nueva unidad
está iniciando cuando dos o tres marcadores aparecen juntos. Considera la frase, “Así que,
hermanos, os ruego” (Ro. 12:1). Esta contiene una fórmula de conclusión (“así que”), un
acto de comunicación (“os ruego”) y una forma directa de referirse a su audiencia
(“hermanos”). Estos verifican nuestro presentimiento de que una nueva unidad empieza en
Romanos 12. Nota algunas otras oraciones que muestran señales múltiples de que una
nueva idea principia. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis” (1 Juan
2:1). “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?”
(Santiago 2:14). “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis
arrogantes en cuanto a vosotros mismos” (Rom. 11:25).
Arte y ciencia
Si bien estas pistas te capacitaran para escoger bien los textos en la mayoría de las
ocasiones, no debemos pensar en escoger un texto de la misma manera en que pensamos en
rebanar un pedazo de pan ―como un procedimiento sencillo y automático que se realiza
para generar pedazos del tamaño de un bocado. A veces los maestros tienen que pintar
saliéndose un poco de la raya para lograr que se noten las extrañas conexiones entre las
ideas. Por ejemplo, las partes posteriores de un libro con frecuencia aludirán a las
anteriores. Así, los diversos paralelos entre el ministerio de Pablo en Hechos 13-19 y el de
Pedro en Hechos 2-12 muestran que Dios está trabajando por medio de ambos. xx Dos
narraciones también pueden entrelazarse, de tal forma que cada historia interpreta a la
otra.xxi Por ejemplo, en Marcos 5:21-43, la historia de la mujer con el flujo de sangre
“interrumpe” la historia de la resurrección de la hija de Jairo, para que la curación de la
mujer dé esperanza para la aún más milagrosa sanidad de la niña muerta.
A veces es plausible dividir o conservar unidos los textos. Por ejemplo, uno podría
tomar Romanos 12:1-13:7 como una unidad, como la respuesta del cristiano al evangelio. O
bien, uno puede estudiar 12:1-2 como una obertura a la vida cristiana, y después examinar
12:3-8 sobre el creyente en la sociedad cristiana, 12:9-16 sobre el creyente y su relación
con cristianos individuales, 12:17-21 sobre el creyente e individuos no-creyentes y 13:1-7
sobre el creyente y la sociedad no cristiana. Con todo, la selección de textos no es una
decisión arbitraria en la exégesis; existen muchas certezas.
Conclusión
El cuerpo de este libro se enfocó en la interpretación correcta de textos establecidos o
asignados. Pero los alumnos y los maestros de la Palabra con frecuencia deben escoger los
textos por sí mismos. Ciertamente no puedes confiar en que las divisiones de capítulo,
versículo y párrafo en la Biblia hagan el trabajo por ti. Si el texto que has escogido es
demasiado pequeño, es más fácil sacarlo de su contexto y caer en interpretaciones
subjetivas y moralistas. Si es demasiado extenso, tu lección puede tener demasiados puntos
y perder su enfoque. Este apéndice ha presentado sugerencias específicas para establecer
unidades textuales que enseñen historias enteras y presenten ideas completas. La elección
de un texto es tanto un arte como una ciencia y muchos pasajes pueden ser divididos
convincentemente en una variedad de maneras. Aún así, algunas elecciones de divisiones
de textos son mejores que otras, y la selección sabia fomenta lecciones coherentes.
Ejercicios
En un libro que no es técnico, uno no puede hacer más que introducir conceptos complejos
y destrezas avanzadas. Este apéndice introduce a los lectores en un estudio más profundo
de las relaciones entre las proposiciones. Este apéndice primero introduce el tipo de
relaciones que todos los idiomas usan. Después describe relaciones entre proposiciones en
el Nuevo Testamento.
Todo discurso coherente tiene un tema principal, una idea predominante que trata de
explicar o probar. Dentro de un libro entero, las secciones más grandes desarrollan los
subpuntos principales del tema, los párrafos desarrollan las secciones, y las oraciones y
cláusulas desarrollan los párrafos. Sin importar su cultura y lengua, la mayoría de la gente
relaciona una idea con otra de ciertas maneras universales.
Las proposiciones individuales y los grandes temas se relacionan unos con otros en
una de dos formas: o añaden la una a la otra; o se apoyan mutuamente. Cuando las ideas
añaden una a la otra, estas desarrollan el tema. Uno puede añadir cronológicamente, al
describir sucesos. Los sucesos pueden ser secuenciales (por ejemplo, “Pablo fue a Atenas y
luego a Corinto”) o simultáneos (por ejemplo, “Cuando Jesús estaba saliendo de Jericó, dos
hombres ciegos clamaron a él”). Uno puede añadir todo tipo de proposiciones no
cronológicas. Por ejemplo, uno puede añadir razones: “Tomé el trabajo porque la labor era
más interesante y porque redujo mi tiempo diario de traslado de una hora a cinco minutos.”
O uno puede también añadir circunstancias: “Me estaba sintiendo enferma y acababa de
llegar a la casa cuando sonó el teléfono.” Uno también puede añadir conclusiones, medios,
circunstancias, etc., y también añadir ideas no cronológicas. Podemos añadir alternativas
en enunciados de “ya sea esto/o aquello”. O podemos hacer una lista de una serie de ideas
conjuntas (enunciados “y”). Por ejemplo, “Cuando estoy de vacaciones, me gusta dormir
hasta tarde y comer fuera.”
Cuando las ideas se apoyan entre sí, una idea es la cabeza y la otra la sostiene de
una de tres maneras principales: La proposición secundaria puede clarificar a la otra,
argumentar a su favor, u orientar al lector respecto a ella.
Una proposición puede clarificar el tema principal volviéndolo a expresar o no.
Replantear clarifica una proposición al expresar la misma idea en palabras diferentes. Con
mayor frecuencia, una proposición de apoyo da un poco más de información, al expandir,
ilustrar, o dar un ejemplo específico de la idea central. Por ejemplo, un enunciado general
puede ser clarificado diciendo un caso específico de la idea general. “A ella le fascina
cantar” puede hacerse más específica con “A ella le gusta cantar a voces con su familia
especialmente en los días festivos.” Los autores también pueden reformular el tema
principal haciendo un resumen de una serie de oraciones que lo amplifiquen.
Sin replanteamiento, los autores pueden comparar o contrastar la idea principal con
otras ideas. También describen la manera en que un suceso se lleva acabo o la forma en
que una proposición es verdadera. Las proposiciones pueden argumentar a favor de su tema
al proveer el razonamiento que llevó a ella o al describir las consecuencias que le siguen.
Los lingüistas especifican seis tipos de argumentos lógicos, seis maneras de razonamiento
de causa a efecto.2 Estas son:
1. Razón-resultado. Se da un resultado, con las razones para ello. “Las chuletas se
quemaron porque puse muy alta la temperatura del horno.”
2. Medios-propósito. Describe las acciones tomadas para conseguir algunos resultados
deseados, sin decir si el resultado se llevó a cabo o no. “José salió corriendo a
comprar pollo frito.”
3. Medios-resultado. Esto describe cómo (los medios por los cuales) se obtuvo un
resultado. “José salvó el día al salir corriendo y comprar pollo frito.”
4. Condición-consecuencia. Se dan las condiciones bajo las cuales una consecuencia
propuesta podría actualizarse. “Si vuelvo a hacer chuletas en aquel horno, pondré
más baja la temperatura.” A menudo se trata de enunciados si…entonces, con el
entonces implícito.
5. Concesión-contraexpectación. El resultado es inesperado, pues invalida los factores
que apuntaban en otra dirección. “Aunque arruiné las chuletas, pasamos un tiempo
agradable.” De Pablo: “Aún cuando éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.”
6. Bases-conclusión. Un escritor saca conclusiones con base en ciertos hechos. La
conclusión puede ser una nueva proposición. “Justificados, pues, por la fe, tenemos
paz para con Dios.” O puede ser un mandato: “Si pues, habéis resucitado con
Cristo, buscad las cosas de arriba.”
Finalmente, las proposiciones pueden apoyar un tema orientando a los lectores a él.
(“Finalmente” orienta al lector de este párrafo, al identificarlo como el último en una
serie.) Pueden apoyar la idea principal al proveer el contexto de tiempo (“Hubo en los
días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías” [Lc. 1:5]) o de lugar
(“Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de
Judá” [1 Sa. 17:1]). O pueden indicar otras circunstancias acompañantes, otras cosas
incidentales que estaban pasando al mismo tiempo. Una proposición puede introducir
una idea al dar el escenario o transfondo o preparar de alguna otra forma al lector para
lo que sigue. Pensamos en frases paulinas como “Os ruego,” “Os recuerdo”, “Quiero
que sepáis”, “No quiero que ignoréis”, etc. Considera la primera oración en 1 Corintios
7, “En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar
mujer.” Esta orienta al lector a la primera proposición, “Un hombre no debe ‘tocar’
(sexualmente) a una mujer,” en dos maneras. Primero, la proposición se identifica como
respuesta a una carta. En segundo lugar, evalúa: “Bueno le sería.”
Complemento: relaciones de las proposiciones
en referencia al griego del Nuevo Testamento
Esta sección es para personas que leen el Nuevo Testamento en griego. Describe las
palabras más comunes en griego que indican las relaciones entre dos proposiciones en el
Nuevo Testamento. Recuerda que las proposiciones pueden estar relacionadas
implícitamente, sin las palabras mostradas abajo. En ese caso, los lectores deben ejercitar su
propio juicio. Los lectores del griego también recordarán que ciertas construcciones
lingüísticas tienen una habilidad intrínseca para sugerir algunas de las relaciones mostradas
adelante. Por ejemplo, un infinitivo simple, puede connotar propósito y un simple dativo
puede connotar medios. Las palabras en griego citadas aparecen cuando menos quince
veces en el Nuevo Testamento.
Las relaciones aquí descritas no aplican sólo a las proposiciones contiguas. Más aun,
cualquier proposición puede relacionarse con una o muchas más. Por ejemplo, en la
declaración “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 5:20), la primera cláusula expresa
una condición para la segunda. Pero, tomadas juntas, introducen el resto de las
proposiciones del capítulo 5, las cuales explican cómo un discípulo realmente sobrepasa a
los fariseos y maestros de la ley en justicia. Pero cada una de esas proposiciones también
contrasta con la segunda proposición en su párrafo, ya que cada una comienza diciendo,
“Habéis oído lo que fue dicho… pero yo os digo…”
Serie Cada proposición o frase hace una y, en adición, por otra parte,
contribución independiente a la idea además; , , ,
principal. …ί, ί …
Progresión Como la serie, excepto que cada idea y, entonces, también,
añade a la precedente, construyendo además; ί
hacia un clímax.
Alternativa Las proposiciones expresan dos o, ya sea… o, por un lado…;
posibilidades teóricamente viables en εἰ, μέν…δέ, ἤ, ἀντί
una situación o argumento dados.
Contraste Como la alternativa, excepto que dos pero, no…sino, por el
posibilidades se excluyen contrario;
mutuamente; una afirmada para negar ἀλλά, δέ, οὔτε, μήτε, καί
la otra. (escaso)
Proposiciones que apoyan una idea principal a través de un argumento lógico
Comparación Una idea, acción, o cosa seguida de así como, asimismo, de igual
otra que la clarifica al compararla con manera, tal como, ilustra;
otra.
Manera Proposición o suceso y cómo o de qué cómo, de este modo;
forma es verdadera o sucede. participios, dativo simple.
Este apéndice complementa los capítulos sobre la aplicación al ofrecer pautas para aplicar
tipos o géneros específicos de la Escritura. Sugiere puntos básicos a evaluar cuando te
preparas para aplicar cada género de la Escritura. El apéndice empieza con comentarios
sobre textos históricos, teológicos y éticos. Después analiza los géneros más específicos de
profecía, sabiduría, promesas, y cantos y oraciones.
Cualquiera que sea el género del texto, encuentra su mensaje siguiendo las reglas
normales de la exégesis, como están bosquejadas en el resto de este libro. Luego haz una
serie de preguntas de diagnóstico:
1. ¿Este pasaje llama primordialmente a la fe o la acción? ¿Habla primordialmente a la
mente (con información) o al corazón (con un mandato)?
2. ¿Qué tipo de texto es? En términos generales, ¿es historia, teología, o instrucción
moral? ¿Estás leyendo profecía, sabiduría, un canto, una oración o una promesa?
3. ¿Qué asuntos importantes de la fe cristiana y la vida humana surgen? Haz una lista
y bosqueja lo que dice el pasaje sobre ellos.
Aproximadamente una tercera parte de la Biblia es narrativa histórica. Cada narración entra
en algún lugar del plan de Dios de salvación. Dentro de ese plan, el Antiguo Testamento
describe la obra de Dios con Israel, mientras que el Nuevo Testamento describe la
extensión de la salvación a las naciones. En cierta manera, toda la Biblia es una narración,
pero aquí consideramos la aplicación de narraciones específicas más cortas, que abarquen
de unos pocos versículos hasta uno o dos capítulos.
La historia bíblica difiere de la historia ordinaria en que Dios es el personaje
principal en cada narración. Estas narraciones nunca documentan meramente lo que pasó
sino que describen la forma en que Dios ha obrado en la historia. Describen su acción de
establecer y mantener un pacto con su pueblo.
Probablemente tengas que deducir las respuestas a estas preguntas; rara vez se dan en forma
explícita.
1. ¿Qué revela este pasaje acerca de Dios? ¿Acerca de la manera en que trata con la
gente?
2. ¿Qué nos muestra acerca de la vida del pacto – la vida que Dios bendice o juzga?
3. ¿Hay aquí algún comportamiento que debamos evitar? ¿Algún comportamiento que
debemos imitar?
4. ¿Cómo describe este pasaje a la comunidad del pacto y su vida en conjunto?
1. Haz una lista de todos los personajes en la narración. Trata de ver la historia a través
de los ojos de cada uno. Espera por lo menos una lección y una aplicación para cada
persona o grupo.
2. Busca a estos personajes y sus áreas de aplicación: Dios o el representante de Dios,
un creyente fiel, un creyente infiel, un no creyente y una persona o grupo no
decidido o ambivalente. No busques solamente individuos. Algunos grupos, tribus y
aun naciones pueden ser una de las partes.
Las narraciones pueden tener solamente dos personajes o un gran reparto. Moisés y
Elías encontraron a Dios a solas en montañas desoladas. Pero en la historia de
David y Goliat, tenemos a Dios, al protagonista (David), a su aliado fiel (Jonatan), a
varios antagonistas (Saúl, los hermanos celosos de David, Goliat, el ejército de los
filisteos), y a dos grupos semi-neutros, el ejército de los israelitas y las mujeres
israelitas que animan a David. Los diversos participantes humanos pueden ser
catalogados como fieles, infieles u observadores neutrales.
3. Dios es un personaje en cada narración, aun si lo es implícitamente. Como él actúa
según su naturaleza inmutable, sus acciones en el pasado nos enseñan lo que
ordinariamente hace en circunstancias similares hoy en día.
4. Los personajes fieles generalmente revelan la forma en que uno debe responder en
situaciones similares actuales. Los infieles muestran lo opuesto. El grupo neutro
puede mostrar las diversas maneras en que la gente trata de evitar el compromiso.
1. No todo el mundo está de acuerdo con la idea de buscar ejemplos.xxii Pero el Nuevo
Testamento muchas veces exhorta a los lectores a imitar al justo y evitar la vida del
malo.xxiii
Jesús mandó a sus discípulos a seguir su ejemplo (Jn.13:15; Mat. 16:21-25; 20:28).
Pedro y Pablo presentan a Jesús como un ejemplo en sus cartas (Fil. 2:3-11; 1 Tim.
1:16; 1 Pe 2:21).
Pablo se considera a sí mismo como un ejemplo para sus iglesias (1 Co. 11:1; Fil.
3:17; 4:9; 2 Tes. 3:7).
Otros líderes deben ser ejemplos para la congregación (1 Ti. 4:12; Ti. 2:7; 1 Pe.
5:3).
Hebreos 11 elogia la fe y la perseverancia de muchos héroes del Antiguo
Testamento.
Tanto Pablo como la carta a los Hebreos prohíben a los cristianos rebelarse como lo
hizo Israel (1 Co. 10:6-11; He. 4:11).
2. El Antiguo Testamento rara vez menciona la imitación, pero sus historias ilustran las
leyes de Dios sutilmente.
El relato de Deuteronomio de las bendiciones por la obediencia y las maldiciones
por el pecado nos invitan a evaluar las narrativas posteriores como ejemplos de
conducta bendecida o maldecida (Dt. 28-32).
El libro de Rut muestra la bendición que la obediencia a la ley trajo a algunos
israelitas durante el periodo de los jueces.
El libro de Jueces anima a los creyentes a leer su historia como una advertencia
contra las consecuencias de la rebelión (Jue. 2:16-23).
1º y 2º de Samuel presentan a David con defectos, y no obstante, a menudo como un
rey ejemplar, cuya fidelidad a Dios es el estándar por el cual medimos a los
monarcas postreros (1 Re. 11:4,6; 14:8; 2 Re. 16:2).
3. El pueblo de Dios ―primero Israel, luego la iglesia― es instado con frecuencia a imitar
a Dios o a imitar a Cristo, y a vivir vidas dignas de él, dignas de la pertenencia a su familia.
4. La idea de que los cristianos deben seguir los ejemplos mostrados en la Biblia ha
sufrido amplio abuso. La búsqueda de ejemplos ha llevado a algunos a reducir la Biblia a
un mero cuento de moralidad. Ciertamente es insensato para los cristianos pensar en imitar
los hechos específicos, versículo por versículo, de Abraham, Moisés, David o Pedro
(abajo). Pero no podemos permitir que los abusos impidan el correcto uso de los ejemplos.
No podemos repetir cada buena acción descrita en las Escrituras. A veces la imitación de
Cristo es la cumbre de virtud; otras veces intentar imitarle sería la cúspide de la
blasfemia.xxiv Por lo tanto, necesitamos algunas pautas para la imitación.xxv
1. ¿Tienes alguna razón para creer que la intención del autor era que la acción de un
protagonista o antagonista sentara un ejemplo o un precedente? ¿Esa acción
claramente guarda o transgrede algún mandamiento?
2. ¿Establece un patrón la acción? Por ejemplo, la Biblia menciona como modelo de la
manera de actuar de Dios su castigo a Egipto simultáneo a la liberación de Israel (Sal.
78; 80; Os. 2:15; 12:9; Amos 4:10; Miq. 7:14-ss.). Las oraciones de Jesús también
deben ser modelo para las oraciones de los discípulos.
3. La lección extraída del ejemplo, ¿es consistente con el resto de la ética bíblica?
¿Ilustra mandatos bíblicos? ¿Expresa virtudes e ideales bíblicos?
4. Las acciones del héroe, ¿inspiran valor o excelencia moral? Las acciones de los
villanos, ¿inculcan repulsión hacia la maldad?
5. ¿Establece la narración la forma de vida del pacto? ¿Describe la manera correcta de
vivir en la familia y en el reino de Dios?
6. Busca lecciones morales que surjan de la historia completa, no de hechos particulares
tales como el viajar a un lugar específico o conseguir un objeto específico. Al
examinar una acción, pregunta si las razones para ella son universales y permanentes
o locales y temporales. Además, si las acciones de un personaje surgen de una
considerable ignorancia de la revelación bíblica, es menos probable que sean para
nuestra imitación.
7. Cuando los agentes de Dios muestran poderes y conocimiento únicos, no podemos
imitarlos. No podemos secar los cielos o llamar fuego del cielo como los profetas; no
podemos leer los pensamientos, perdonar pecados, expulsar demonios o sanar a
alguien por nuestra propia autoridad, como lo hizo Jesús.
E. Ilustración
1. La historia del paralítico (Mr. 2:1-12; Lc. 5:17-26) muestra a cuatro personajes:
Jesús (Dios Hijo), el paralítico y sus amigos (hombres fieles), los escribas y fariseos
(no creyentes/ antagonistas), y la muchedumbre en la casa (neutral). Cada uno de
los cuatro grupos nos enseña algo.
2. El pasaje revela varias cosas acerca de Jesús. Debemos creer y descansar en ellas.
Estos hombres ejercieron su fe juntos: “Jesús vio su fe” (Lucas 5:20). Al igual
que ellos, muchas veces progresamos mucho más cuando ejercitamos nuestra fe
en comunidad.
La fe lucha aun en medio de obstáculos. Ellos no hicieron lo que dice el dicho:
“espera a que se abra una puerta.” La puerta no se abrió, así que hicieron un
agujero en el techo. No debemos tomar esto como una justificación para la
imprudente destrucción de propiedad (abrir un agujero en el techo no era tan
destructivo en aquel entonces como lo sería hoy en día), sino como una
ilustración de la perseverancia.
La fe y el conocimiento imperfecto pueden coexistir. Aunque los hombres
actuaron obedientemente, no sabían exactamente qué buscar. Los hombres
buscaron sanidad física y Jesús la concedió, pero primero perdonó los pecados
del paralítico.
F. Observaciones concluyentes
1. Existen dos bases para la aplicación de las narrativas bíblicas hoy: Dios es el mismo
ayer y hoy, y, cuando menos en cuanto a su naturaleza espiritual, las personas
también son fundamentalmente iguales.
2. Por otro lado, las culturas cambian constantemente. Los lenguajes y las costumbres
se desarrollan, los sucesos históricos alteran las estructuras sociales, y el
conocimiento se gana y se pierde. Por lo tanto, tenemos que ser cautelosos cuando
aplicamos narrativas antiguas a la vida moderna. Lessing se equivoca al ver una
“zanja fea y ancha” entre los hechos pasados y la ética presente, tan ancha que nadie
puede cruzarla.xxvi Hay una zanja, pero podemos cruzarla si lo hacemos con
cuidado. Esto puede involucrar un compromiso de rediseñar nuestro mundo para
que refleje la estructura y valores positivos de las sociedades bíblicas.
Examina tu texto para encontrar la instrucción doctrinal central así como la tangencial.
Busca la instrucción doctrinal especialmente en las siguientes áreas:
La aplicación de la doctrina parte con una pregunta: ¿cuáles son las implicaciones de las
verdades doctrinales de este pasaje? Si la doctrina es verdadera, ¿qué sigue? Deja que tu
mente explore la totalidad de la vida, no solamente acciones externas e individuales.
1. ¿De qué manera habla a la mente? ¿Qué deben creer los cristianos? ¿Qué falsedades
deben rechazar? ¿De qué debemos estar pendientes en nosotros, en la iglesia, en el
mundo?
2. ¿De qué manera habla al corazón, a nuestras emociones y sentimientos? Si la
doctrina es verdadera ¿qué temores o ansiedades debemos dejar? ¿Qué consuelo o
ánimo debemos recibir?
3. ¿Cómo afecta este pasaje nuestras actitudes y nuestra forma de hablar, ya sea a Dios
o al ser humano?
C. Ilustraciones
La teología propiamente tal es el estudio del Dios trino. Cuando un texto revele la
naturaleza de Dios, debemos detenernos, porque somos hijos de Dios, miembros de su
familia. Por ejemplo, en el Éxodo, Dios liberó a los pobres esclavos de Egipto. Él amó a los
forasteros. Por lo tanto, Israel tiene que mostrar compasión a los pobres y a los forasteros
(Dt. 26:1-15).xxvii
E. Conclusión
Aplicamos doctrina al encontrar la enseñanza doctrinal primordial y entonces preguntar,
“¿Qué pensamientos, emociones, actitudes y acciones son consistentes con las verdades del
pasaje?”
Como vimos en el capítulo 10, cada pasaje tiene implicaciones éticas, pero sólo una
modesta porción de la Biblia es abiertamente ética. Gran parte del capítulo 10 explicó la
aplicación de textos específicamente éticos, pero no abordó cada punto.
A. Principios básicos
IV. Profecía
A. Lo básico
V. Sabiduría
A. Lo básico
B. Tipos de sabiduría
Los libros sapienciales son diferentes los unos de los otros en maneras cruciales.
1. Job contiene sabiduría para los días oscuros, las tormentas y las tragedias de la vida.
Refuta la noción simplista de que la justicia prevalece en esta vida.
2. Eclesiastés es sabiduría a la hora de la puesta del sol en un día caliente del verano.
El autor de Eclesiastés lo tenía todo; él debería haber sido un hombre feliz. Sin
embargo, al mirar con escepticismo el sol ponerse sobre sus goces mundanos,
lamenta lo efímero, lo débil, lo vano de todo. Solamente en ocasiones nos señala la
forma de vida correcta.
3. Tanto Job como Eclesiastés contienen una gran cantidad de falsedad que sirve para
resaltar la verdad. Los amargados “consoladores” de Job se toman un largo tiempo
para presentar interpretaciones erradas de su sufrimiento. Las secciones de
“vanidad” de Eclesiastés describen la vida y la “sabiduría” como uno los ve
estrictamente “bajo el sol,” es decir, sin la perspectiva de la eternidad. Como agua
salobre a un hombre sediento, sus medias verdades estimulan nuestro deseo de la
verdad pura. Aplicamos estas secciones tomándolas como patrones de pensamiento
que los fieles deben evitar. Las secciones bien fundamentadas de Eclesiastés y
partes de Job generalmente funcionan como proverbios.
4. El libro de Proverbios describe la sabiduría para un día soleado, un día normal.
Dice, “Vive de esta forma y, comúnmente, te irá bien en la vida”.
C. Proverbios
2. Los proverbios no son estrictamente ley. Son, en parte, consejos dados a un joven
empezando en la vida (Prov. 1:8; 2:1; 3:1; 4:1). No dictan la acción correcta para
cada situación. Algunos sencillamente indican las situaciones en las que los sabios
nunca deben entrar.
Por ejemplo, los sabios se quedan lejos de una mujer contenciosa, porque saben
que nada la refrena; una casa en un desierto o en el techo es mejor que una casa con
ella (Prov. 21:9, 19; 27: 15-16). Esto no quiere decir que el hombre que percibe que
su esposa es contenciosa deba cambiarse al techo para conseguir algo de paz. En
vez de esto, el proverbio advierte a un joven tener cuidado de con quien se case.
3. Ningún proverbio solitario debe ser leído como toda la verdad acerca de un asunto,
como muestra un par famoso: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su
necedad, para que no seas tú también como él” (Prov. 26:4). “Responde al necio
como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión” (Prov.
26:5). Solamente en yuxtaposición nos dicen estos dos proverbios lo que debemos
hacer cuando un necio suelta necedades. A veces debemos quedarnos callados;
hablarle es bajarnos a su nivel. En otras ocasiones, tenemos que quebrar la burbuja
de su confianza ridícula por su propio bien. El sabio sabe qué cosa hacer y cuando.
E. Sabiduría y la totalidad de la Escritura
Busca la vida excelente, como la sabiduría la define, tanto observando la vida como
dominando la Escritura. Adopta la mentalidad del hombre sabio. Mantén los ojos y oídos
abiertos. Deja que cualquiera que sea sabio te instruya, sean expertos, pares o principiantes.
Déjales enseñarte por sus palabras y sus caminos, para que tú también puedas decir, “He
visto. . . .”
VI. Promesas
A. Lo básico
1. Dios hace algunas promesas a personas, algunas a grupos y algunas a todos. Las
promesas hechas a personajes bíblicas no deben ser tomados automáticamente como
promesas para nosotros. El juramento de Dios de dar a Abraham un hijo no quiere
decir que va a darnos hijos. Todos los creyentes nos gozamos por las consecuencias
de la promesa de Dios a Abraham, pero no como una promesa directa a nosotros.
2. Algunas promesas a personas sí tienen una aplicación secundaria para nosotros. Así
que, Dios prometió a Josué que nunca le abandonaría, y que iría con él a
dondequiera que fuera, cuando preparaba a Israel para la guerra contra los Cananeos
(Jos. 1:5-9). Esta promesa a Josué no nos garantiza la victoria en la batalla o
protección física. No obstante, Hebreos 13:5 aplica la misma promesa (también se
encuentra en Dt. 4:24) a los creyentes bajo la amenaza de persecución.xxxviii
3. Si una promesa se da a un grupo, tenemos que determinar si pertenecemos a aquel
grupo. Podemos dar por entendido que las promesas dadas a la iglesia como un todo
aplican a nosotros. Pero no podemos presuponer que las promesas hechas a Israel
aplican a la iglesia. Por ejemplo, la promesa de bendición material para Israel si
diezma (Mal. 3:8-12) se aplicaba a aquella nación, no a otras naciones hoy en día.
Pero sigue para la iglesia el principio de que es bueno dar generosamente a Dios, y
que él recompensa a aquellos que lo hacen.xxxix
4. Muchas promesas de bendición o maldición son condicionales; quiere decir, la
bendición prometida solamente se otorgan a los fieles, mientras que la maldición
cae solamente sobre el impenitente. Esto aplica especialmente a las promesas del
Antiguo Testamento, aunque no es ajeno al Nuevo Testamento (por ejemplo, Ro.
11:22).
Puede ser difícil determinar si una afirmación es una promesa o un proverbio y si una
promesa es limitada o universal. Confirmamos o negamos que tenemos una promesa
universal al consultar el resto de la Escritura.
1. Sabemos que la promesa “Nunca te dejaré, ni te abandonaré” es universal, porque
aparece varias veces, sin condiciones y en varios contextos bíblicos. Se da a la
iglesia en Hebreos 13:5, a Israel en Deuteronomio 31:6, y al líder de Israel en Josué
1:5, 9. Jesús hace promesas similares a sus discípulos en Mateo 28:20, Juan 14:23 y
Hechos 18:10.
2. Marcos 11:24 parece ser una promesa universal acerca de la oración: “Por tanto, os
digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” Pero
esta promesa está limitada por otras declaraciones acerca de la oración.
Específicamente, Dios oye nuestras peticiones si pedimos según su voluntad (1 Juan
5:14). No concederá peticiones que buscan solamente gratificar nuestros propios
deseos (Santiago 3:3). Si recordamos estas calificaciones, no caeremos en los
errores del evangelio de salud y prosperidad y su fantasía de que cada bendición
terrenal es nuestra con sólo pedirla.
1. En los Salmos y otras oraciones bíblicas, los autores le hablan a Dios en primera
persona.xl Los Salmos y otras oraciones bíblicas son las palabras personales de
creyentes a Dios. Pero, ¿cómo pueden las palabras humanas dirigidas a Dios ser de
todos modos la Palabra de Dios para nosotros? ¿Cómo puede la expresión de fe de
otra persona guiar nuestras expresiones de piedad?
2. Los Salmos adoptan un estilo poético, lleno de imágenes y metáforas, y un tono
emocional. Hablan el lenguaje del corazón. Como lo expresó Lutero, los vientos
tormentosos de la vida “nos enseñan a hablar con sinceridad, a abrir el corazón y
derramar lo que queda en lo más profundo de ello. . . .¿Cuál es la cosa más grande
del Salterio sino el hablar sincero en medio de estos tormentos y vientos de cada
tipo? ¿Dónde encuentra uno palabras más finas de gozo que en los Salmos de
alabanza y acción de gracias?” ¿Dónde encuentra uno “palabras más lastimeras de
tristeza que en los salmos de lamentación?” El Salterio, concluye, es el libro donde
todos los santos encuentran palabras que se ajustan a su condición.xli Así, los
Salmos informan la vida emocional del creyente.
3. Los Salmos moldean nuestras sensibilidades, no solamente nuestras emociones. El
hábito de meditar en ellas moldea nuestra sensibilidad, así que atesoramos la
gratitud, la alabanza, la humildad, el respeto reverencial, la justicia y la rectitud,
igual a los salmistas.xlii
4. El lenguaje de los Salmos es general, nunca específico. Los escritores lloran sobre
aflicción y enemigos, pero nunca derraman detalles tales como, “Mi esposa ha
muerto, mi espalda y mis dientes me duelen y mis enemigos robaron todos mis
camellos.” La falta de detalle nos permite identificarnos con los salmistas. Las listas
específicas de problemas no establecen una brecha entre sus aflicciones y las
nuestras. Podemos identificar sus angustias con las nuestras.xliii
Hay varios tipos de salmos, cada uno con una forma reconocible y una función en la vida
de Israel. Los eruditos han diferido en sus categorías y algunos de los salmos son
inclasificables, pero de todos modos las categorías principales ayudan a explicar y aplicar
los Salmos. A continuación una lista:
1. Lamentos. Hay sesenta o más lamentos individuales o corporativos en los Salmos.
Podemos usar los lamentos para expresar cualquier tipo de angustia ante Dios. Los
lamentos desahogan una queja acerca de un opresor o una aflicción física o
espiritual. Los lamentos dirigen cada llanto a Dios, y después suplican su ayuda.
Los salmos de lamento esperan que Dios oiga y salve, y casi siempre terminan con
una nota de alabanza confiada. Algunos Salmos de lamento son el Salmo 3, 22, 31,
y 94. Ver también 2 Samuel 1:19-27.
2. Acción de Gracias. Unos quince salmos alaban a Dios, especialmente por la
liberación de su pueblo en tiempos de dificultad. Éstos típicamente dan gracias a
Dios, describen un periodo de aflicción y después relatan su misericordiosa
provisión. Ver Salmos 18, 34, y 107, y Éxodo 15:1-18.
3. Alabanza. Los salmos de alabanza son parecidos a los salmos de acción de gracias,
pero exaltan a Dios por su carácter y su obra como creador, redentor, proveedor y
regidor, sin enfocarse en un acto particular de liberación. Estos son especialmente
apropiados para la adoración y el canto, e incluyen los Salmos 8, 100, 103, 104, y
145-47. Ver también 1 Samuel 2:1-10. Algunos de estos salmos se enfocan en Sión
(por ejemplo, Sal. 46, 48 y 76). Puede parecer un poco extraño si no recordamos
que Sión fue la ciudad del rey David, el hogar del templo y por esto el punto focal
de la presencia de Dios.
4. Sabiduría. Instructivos, meditativos y pronunciados en tercera persona, estos salmos
se parecen a la literatura sapiencial. Contrastan al justo con el malvado, dan consejo
para la conducta e instan a las personas a temer al Señor. Al igual que la sabiduría,
el ancla de estas oraciones es la ley y la experiencia humana, más que la salvación
de Dios. Ver Salmos 1, 32, 34, 37, 49, 111 y 112.
5. Salmos de venganza o imprecación. Muchos de los salmos piden a Dios que lleve a
los malhechores a la justicia, pero unos pocos, conocidos como los salmos
imprecatorios, incitan nuestro enojo, lo canalizan hacia Dios y le piden
enérgicamente que envíe sus maldiciones del pacto sobre los malvados. Dado que el
llamado a juicio ocupa el centro de estos salmos, nos pueden hacer sentir
incómodos. ¿Cómo podemos aplicar los salmos que declaren la bendición de
aquellos que matan a los hijos de los babilonios (Sal. 137:7-9) o declaran de los
malhechores, “Los aborrezco por completo” (139:22)?
La verdad en el centro de la imprecación es que la fe en un Dios justo requiere su
juicio sobre un mundo injusto. Nuestro sentido de justicia y de la rectitud de Dios
genera un deseo de retribución. El llamado para hacer justicia se dirige a Dios y la
disposición final queda en sus manos.xliv
1. Las oraciones bíblicas nos enseñan a orar. Todos los cristianos oran, pero, ¿cuántos
han aprendido a orar? Al faltarnos instrucción, decimos peticiones y poco más. O
repetimos el Padrenuestro, u oraciones que hemos oído de padres o líderes. Al
contemplar la variedad de oraciones en la Biblia, adquirimos variedad en nuestra
vida de oración. Aprendemos presentar nuestras tristezas, gozos y perplejidades, ¡no
solamente nuestras necesidades! Las oraciones bíblicas nos ayudan a dejar atrás
hábitos añejos.
2. Las oraciones bíblicas profundizan nuestra adoración, tanto en privado como en
público. Nos invitan a considerar por qué amamos a Dios. Sus imágenes, tal como
“Jehová es mi pastor,” son universales, y todavía nos hablan. El lenguaje denso y
las formas poéticas nos sosiegan y nos llevan a la contemplación.
3. Los cantos y oraciones bíblicas nos enseñan a relacionarnos honestamente con Dios.
Nos invitan a expresar cada emoción, positiva o negativo, tenue o incontenible. Nos
animan a llevar cada experiencia a Dios, dejar cada carga delante de él y recordar su
presencia especialmente en los momentos de necesidad.
Las oraciones bíblicas nutrieron a Jesús y los apósteles, Agustín, y Calvino y
Lutero, y nos nutrirán también a nosotros, si se lo permitimos.
Conclusión
El estudio bíblico eficaz comienza con varias traducciones del griego y hebreo original que
sean precisas pero diferentes. La cuestión principal es la teoría de traducción que guía a
cada versión.2 La primera opción, una traducción literal, se mantiene tan cerca como sea
posible de las palabras exactas y las frases del idioma original. Aunque una buena
traducción literal tiene sentido en español, suena más distante de nuestra cultura y
pronunciación. La segunda opción, una traducción libre, busca transferir ideas de un
idioma a otro, sin ser tan precisa con respecto a las palabras y frases originales. Las
traducciones libres actualizan tanto el lenguaje como las referencias culturales del idioma
original. Éstas se sienten más contemporáneas, pero sacrifican cierta exactitud. La tercera
opción, la equivalencia dinámica, traduce palabras, frases, y modismos a palabras, frases y
modismos equivalentes en el español. Actualizan el lenguaje pero no las referencias
culturales. Los traductores hoy en día por lo general prefieren abordar la traducción con
equivalencia dinámica. Consulta los tres tipos cuando un versículo o frase resulte confusa.
La siguiente tabla sitúa algunas de las versiones populares de la Biblia en español e inglés
de acuerdo a estas tres opciones.
Cada cierto tiempo aparecen nuevas Biblias de estudio, así que no recomendaré alguna
versión en particular. Sin embargo, te aconsejo lo siguiente: usa una antes de comprarla.
Pregúntate, ¿son informativas las notas? ¿Dónde se puede verificar la exactitud de las
notas? ¿Son sólidas y de sana doctrina? ¿Es exhaustivo y útil su sistema de referencias
cruzadas? Trata de usarla varias veces antes de decidir si la compras o no.
Diccionarios bíblicos
Diccionario Bíblico Mundo Hispano. Ed. Por J.D. Douglas y Merrill C. Tenney, Editorial
Mundo Hispano, 1997
Manual Bíblico de Unger. Por Merrill F. Unger, Editorial Portavoz, 1985.
Nuevo Diccionario Bíblico. Ed. Por J.D. Douglas. Editorial Desafío.
Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Ediciones Certeza Unida, 2003.
Enciclopedias bíblicas
El siguiente paso, que puede costar desde 600 hasta 2000 pesos, es comprar una
enciclopedia bíblica. A continuación se encuentran tres buenas opciones. Baker es la más
sencilla, y la Enciclopedia Internacional de la Biblia Estándar es la más exhaustiva y
técnica de las tres.
2
Nota del revisor: quizá lo más “universal” y apropiado para el mundo hispanoparlante sea hablar de dólares,
tanto en éste como en los casos a continuación.
Otras obras de referencia
1. Una concordancia. Esta es la primera del resto de tus herramientas. A menos que sepas
hebreo o griego, consigue una que esté basada en la traducción de la Biblia que más uses, y
que tenga un sistema para encontrar la terminología hebrea y griega.
2. Un manual de teología sistemática. Aquí hay tres buenas opciones:
Berkhof, Louis. Teología Sistemática. Ed. T.E.L.L. 4ª Edición española rev. 1979
Erickson, Millard Teología Sistemática, Ed. CLIE. 2009.
Grudem, Wayne. Teología sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica. Ed. Vida,
2007.
3. Un Atlas bíblico contiene docenas o cientos de mapas del mundo bíblico, y provee
muchos más detalles que los pocos mapas que tiene una Biblia de estudio común.
4. Los comentarios también ameritan consideración. Dado que los comentarios son
costosos, cómpralos conforme los vayas necesitando, en lugar de comprar sets completos.
Los maestros cuidadosos nunca deberían necesitar adquirir comentarios devocionales. Sin
importar qué tan intuitivo pueda ser un autor, si él vive en otro lugar o época, el maestro
local que conoce a su audiencia está en ventaja. Busca más bien comentarios que te
informen sobre las áreas donde el plan CAPTAR te enseñaría a esperar información.
Finalmente, al igual que con los estudios bíblicos, es sabio pedir prestado un comentario de
la biblioteca para determinar su valor antes de comprarlo. Busca las siguientes categorías de
información:
a. Trasfondo histórico, lo cual incluye costumbres sociales, geografía, el estado de la
religión y la historia secular durante ese periodo, y el contexto de un libro.
b. Un análisis del flujo del pasaje, incluyendo su lugar en el contexto más amplio del libro.
c. El significado del griego o hebreo original, que abarque el significado de las palabras,
construcciones gramaticales, modismos, juegos de palabras, y énfasis sutiles en el texto
original.
d. Referencias a otros pasajes bíblicos especialmente relevantes para tu texto.
e. Para pasajes controversiales, un bosquejo de las opciones interpretativas y sus fortalezas
y debilidades.
f. El punto principal de un pasaje, cuando menos para la audiencia original.
Este apéndice ha proporcionado una lista de bastantes libros, pero no temas: sólo necesitas
cinco libros, que costarán menos de mil quinientos pesos, para iniciar una biblioteca de
estudio. Necesitas dos buenas traducciones (con referencias cruzadas), un diccionario
bíblico, una concordancia, y una teología sistemática.
Notas
1
Para un estudio breve pero profundo sobre los estilos de traducción y las fortalezas y debilidades de cada
uno, ver Gordon Fee y Douglas Stuart, Lectura Eficaz de la Biblia (Editorial Vida, 1985). El siguiente párrafo
fue tomado de la página 35.
2
El segundo asunto es el texto que la traducción esté usando. Generalmente, mientras más nueva sea la
traducción, hay más posibilidades de que esté basada en manuscritos más antiguos y más confiables. La
Versión King James, y otras traducciones más antiguas simplemente no tenían acceso a las copias manuscritas
más confiables del Nuevo Testamento que circularon antes de la invención de la imprenta.
3
Nota de la Traductora: Agradecemos al Dr. Mariano Ávila su contribución en la categorización de las
traducciones bíblicas en español presentadas en esta tabla, así como sus recomendaciones bibliográficas del
suplemento a este Apéndice. El Dr. Ávila fue miembro del Comité de Traducción Bíblica (International Bible
Society) que produjo la Nueva Versión Internacional y también es uno de los traductores de la Traducción en
Lenguaje Actual (United Bible Societies). Actualmente es Director del programa de Maestría en Teología
(ThM) y profesor de Nuevo Testamento en Calvin Theological Seminary en Grand Rapids, Michigan, así
como profesor de Hermeneútica bíblica y social en Prodola (Programa doctoral en Teología en Latinoamérica
y Brasil).
Ciencias bíblicas:
Ávila, M. (2008). Comentario exegético sobre Efesios. Miami, EE, UU.: SBU.
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significado. São Paulo: Paulinas-Sinodal, 1986.
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