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Movimientos politico-sociales y definicién geo-histérica de la Peninsula de Yucatan ANTONIO PAOLI* Jrataremos aqui a la peninsula yucatecs como un contexto geo—histbrico. Es decir, como luna conformacién ecolégica y territorial que ha sido transformada, deslindada, re- creada y aprovechada, segdn como el desarrollo de los procesos sociales [o ha ido imponiendo. Las relaciones sociales s6lo pueden existir en un contexto que es a la par naturaleza y geohisto- ria, Las relaciones sociales siempre estén en praceso, en continua mutacién. La naturaleza, en cuyo seno tene- mos que vivir, se transforma siempre por las activide- des humanas; actividades que se ordenan por las rela- ciones de produccién, de reproduccién, de intercambio Y por otras muchas més. Lo que nos interesa aquf subrayar es le na- turaleza de los procesos relacionares que fueron confor- mando los diversos contextos regionales de la penfnsula yucateca hasta principios del siglo XX. Siguiendo a Sergio Baga, vamos « deli tar tres procesos, a partir de los cuales estudiaremos la conformacién del contexto geo-histérico de la penin- sula yucateca. Estos tres procesos relacionares que guiarén nuestras observaciones son: © El control de le cepacidad productiva © El sistema de agrupamiento social © La distribucién del poder. Bajo los tres criterios haré mencién de ocho procesos histéricos que han influido grandemente en la conformacién de la geograffa humane de nuestra. pe- insula. © Los asentamientos mayas prehispénicos y el desarro- lio de la Conquista. © Las rebeliones de los macehui © EI cometcio colonial condicionade por las fuerzas polftico—econémicas europeas. © El enfrentamiento politico militar entre Mérida y Campeche. © La militarizacién de la peninsula durante la Colonia ¥y en especial en la segunda mitad del siglo XIX. * a0gi, Sergio: Tiempo, Realidad Social y Conosimiento. Si slo XX! Buenos Aires 1975.: 104, © El comercia internacional del henequén. © La consolidacién del modelo de la hacienda hene- ‘quenera y de la zona henequenera © Las pugnas polftico~econémicas entre las fracelones dominantes del estado yucateco durante el porfiriato. CULTIVOS, SENORIOS Y CONQUISTA En Ia peninsula de Yucatén, ala llegada de los espafioles, siglos habfan transcurrido ya desde aque- lla época lejana que los arquedlogos han llamado la era clésica de los mayas. Realizaron entonces cultivos in tensivos que hoy pasman @ los expertos y que entonces hhabrén servido para alimentar a muchos miles de almas de aguellas inconmensurables regiones. Pera nuestro siglo XVI ya todo eso era rut nas y abandono. Centurias ha que se habfan dejado aguellas terrazas de la zona del r{o Bec, en las colindan- clas de Quintana Roo y Campeche, Tumer y Thomas reportan extensos siste mas de calzades, terrazas y posibles huertos amuralla- dos alrededor de unidades de habitacién, en una exten- sién no menor de 10 mil km? >, Muthisimos afios atrés habfan dejado de usarse los sistemas de camellones y canales a lo largo del rfo Candelsria, en el suroeste de |a penfnsula, Tam- bién los sistemas estilo chinampero del Valle de Etzné y del Rio Hondo en frontera de Belice. Lugares preps- rados para grandes cultivos, en depresiones que se acer- aban al nivel freético, se quedaron sin que nadie vol- viera a sembrarlos por el rumbo de Tzitbanche y sus se ‘lites, Esos bajos constituyen una enorme zona de cul tivos, cuya produccién debe haber alcanzado no sélo para las necesidades locales, sino también para satisfe cer Ia demands de alimentos en otras zonas menos propieias® Los cameliones del Rio Hondo datan de entre el afio 1100 y ol 230 antes de Cristo, si confiamos en las pruebas del carbono, y de alrededor del afio 2 Roferido por Sehnidt Peter J. on su artfeulo "Le produces ‘Agricola prehispénica de los mayes". En: Revista Vucatén: torlay Economie, No. 23 ene.—feb. 1981:31, 5 idem. * Universided Auténoma Metropolitana—Xochimileo. 1800 también antes de Cristo, si confiamos en fas del polen. Las terrazas del Rfo Beo, son mucho menos an- tiguas y segtin esas pruebas que los especialistas entien- don, eran cultivadas entre los afos 600 y 830 después de Cristo. Esto no habla de larguisimos periodos de ex- perimentacién de cultivos intensivos. Y toda esa cier- cle agricola, al parecer, fue perdiéndose durante ese tiempo Ignorado, y quizés amargo que los arquebiogos y etnohistoriadores han llamado decadencia*. Sin estos sistemas de cultivo no podrfan he- ber existido poblaciones residentes en terrenos dense- ‘mente habitados como Cob, Uxmal y otros muchos. Eso también habla de posibles sistemas de Integracién regional. Porque en el norte de la penfnsula, donde se dieron las mayores concentraciones de pobla- ci6n, no habfan, o por lo menos no se han encontrado vestigios de ninguna estructura de regadfo, 0 de came- Hones, o de bajos que hicieran posible un sistema intan- sivo de cultivos. Las grandes ciudades del norte reque- fan entonces de un comercio constante. Quizd estas ciudades pudieron tener con- trol del comercio regional. Su cercanfa de la zona nor~ ‘te nos permitfe un Intenso sistema de comercializecién por mar y tierra con otros muchos pueblos de ta penin- sula y de otras lajanas®. A Ia llegada de los espaftoles funcionaben diversos cacicazgos o sefiorfos, que constitufan unida- des polfticas y territoriales, todos ellos tenfan una len- gua comén y, al parecer, sistemes de organizacion simi- lores. Segin Landa los sefiorfos eran 14, Después de la Conquista tres pertenecieron a Valladolid: Ekab, Cochuh y Cupul. Siete a Mérida: Ah Kin Chel, 'zamal, Sotuta 0 Cocom, Champotén, Campech y Tixchel’. Cade cacicazgo era dirigido por un hale] wine, © gran seffor. El seforfo se dividfa a su vez en distritos subal- temnos, con un jefe al que se le denominaba batab. Los bbataboob, los halach winic y otros altos sefiores, subor- dinados a ellos, constitufan la oligerqufa maya de la peninsula, Se ies llamabe con el nombre genérico de almehen. Los cacicazgos habjan creado alianzas y enemistades entre si. Habfan desarrollado un sistema comercial, pero también era frecuente que gente de un * Ver Senevides Antonio: "Uso tecnolégieo entre los mayas prehlstoricos” En: Historia y Economia No, 19 May.—lun. ‘1980. 5 P, androws, Anthony: Puortos costeros dol Precisico tem- fprano on el norte de Yucatin. En: Estudios de Culeura Maya XIU.AM. 1978-70:75-93. § De Landa Fr. Diego: Relacién de las cosas de Yucatén. Edit, Pedro Robredo. México, D.F. 1083: 67 369. Los cacieazgos eran 14 segin Landa, 20 segia Moline Solfs y 18 sayin Raph L. Roys, Sogn este timo el de Zipotén nun- co existé y el do Tixchel pertenece al grupo mayence chontsl {0 fo que hay e¢ Tabasco y no aro parte de Ia pen insula. Pera tne rlacién més detaoca an estas ciferencias, ver Rubio Marie Ignacio en el lbeo Notas y acotaciones sobre ia historia de Yur ‘eatin de Fr. Diego Lépex Cogolludo. Edit. Acadernia Literati México, DF. 1987: 1154 117. 13 cacieazgo robera s otro. Tento las negociaciones poli ‘ices como las pusnas militares eran formas comunes de relaci6n entre los seforfos. Gracias a estas pugnas y alianzas es que por ran dominar los conquistadores. Pueblos asediados ppor sug vacinos preferirén acogerse ala. ““paz"* de la Co- Tonia. Un claro ejemplo de esto nos lo ofrece el sefiorfo de los Ah K’kn—Chel”, que no resistieron a fos espatio- les en su primer Intento de conquista y colaboraron con ellos 2 partir de 1542, Los Xiu son otro caso de ‘amplia colaboracién con los invasores. Vivian en cons: tante enfrentamiento contra los Cacom de Sotuta des- de la guerra que asolaron 2 la ciudad dé Mayapén, unos 80 aos antes de Ia llegada de los ibéricos? . Los Xiu se- ran los principales allados de los espafioles. Quizé sin su apoyo la Conquista hubiera durado muchos afios mas. La centuria anterior @ le Hegada de los es- pafioles estuvo llena de guerras entre los seflorfos. A ls guerras siguieron las pestes junto con ells vinie- ron plages v ciclones, segin lo fue contado a fray Die- go de Landa®®, La agricultuta intensive se habfe abando- nado alrededor de 600 afios antes en las regiones del sur, El maya peninsular habia deteriorado, al perecer, sus sistemas comerciales de entafo, y se habla scostum- brado a basar su sustento en la milpa de roza y quema ¥ en las plantas que logré domesticar en el patio que rodeaba su casa, Pero la milpa de roza supone une po- blacién que se dispersa y que cade afio, o a més tardar cada dos afios, cambia el lugar de su sembrado, como si fuera una plantacién némada. No puede volver al lugar donde sembr6, por lo menos en diez o quince atfos para que [terra regenere sus condiciones produc- tives. La familia no puede vivir en grandes conglomera- dios, porque si asf fuera, los terrenos de los siembras tendrfan que estar @ grandes distancias. Optan mejor por vivir en pequefios pueblos o ranchertas. Le base del sustento a la llegada de los es pafioles era la milpa y el huerto familiar. La una atendi- dda por los hombres y los nifios, Pero la caza, !a pesca y la recolecci6n silvestre, eran complementos vitales de! sustento. La familia campesina era Ie célula fundamen- ‘tal de produccién y repraducctén. Esta es Ia estructura productiva que ccuentran los invasores en el sigio XVI. Y esta estructu- ra serd la fundamental por muchos afjos. En algunas re- giones de la pentnsula continGa come el principal sis- ‘tema de abasto alimentario hasta hoy. En otros, empe- zard a cambiar poco a poce a [a largo de los siglos. A los-alrededores de la ciudad de T’ho que desde 1542 se llamaré Mérida para sus nuevos duefios, el sisteme cambiaré mas que en otras regiones. Se iré yuxtapo- 7 Lande: Opus cit, 70. wider, ? Rubio Mafle: Notas y acotaciones sobre la historie de Yuca- tin de Fr. Diego Lapez de Cogolludo: 135—138, 2° Lands Op. cit. nilendo.con otros modelos productivos que harén cam bar mucho las relaoiones claves de Ia organizacién cam- pesina, Pero hasta hay, la combinacién milpa—huarto— ‘caza—recolecsién no ha desaparecido ni siquiera en es ta zona. Aunque si se ha deteriorado notablemente, y hhace més de un siglo que ha dejado de ser la fuente principal del abasto alimentario de los alrededores de Mérida. El viejo modelo prehispénico es pertinaz. Ni las soberbias plantaciones de henequén, ni los grandes inventos dal siglo XX, ni los despojos rampantes, han podido eliminar dal todo es visjas précticas prehis pdnicas de produccién, Fuera de lo que hoy es la zone henequene- ra, el modelo prehispénico sigue siendo una forma de producci6n clave para sostener Ia vida humana. A la Ilegada de los conquistadores, ese sis- ‘tema maya mantenfa @ 800 mil almas aproximadamen- te en la peninsula, integrados 2 los diversos cacicazgos. Las querras y las enfermedades novedosas que los his panioos trajeron, hicieron violentos estragos. Para 1649, ‘consumada la conquista, se estima que s6lo quedaban 420 mit mayss!*. EL AISLAMIENTO DE LA ZONA ORIENTE ¥ SUR— ORIENTAL Concluida la conquista armada, los espafio- les pudieron reorganizar la vide social en bastas zonas de Ia peninsula, mediante el reparto de los indios en las encomiendas, la catequecis, los tributos, los nuevos sis- temas comerciales y las reptblicas de indios que ence- bezaban un batab 0 seffor del propio pueblo. Pero en el oriente, y sobre todo en la zona sur—oriental, este mo- dolo colonial no pudo imponerse como proponderante. Cuando estallé ia rebeltén en contra de los encomenderos de Valladolid en 1846, los mayas de los rumbos de Cochuah la secundarén y asesinern 18 en- comenderos'?. Semanas después ocurrié otra rebelién en el distrito de Bacalar!? . A fines del afio de 1549 se alzaron los pue- los de Chancenote, Nabalam, Tiouch, Kanxoc. Al en comendero de Tekanxoc lo sorprendieron en el pueblo y lo crucificaron. También apresaron a dos curas y los mataran entre tormentos!* Fray Alonso Ponce visité Ia peninsula a fi- nes dol siglo XVI y afirmé que los indios del noroesta “eran un pueblo piadoso”, en tanto los de la region suroriental (en la que no se atrevi6 a penetrar) eran Id6latras, apéstatas y renegados!* * Cook y Boren: The population of Yucatan 15171960 20 4 Ire: de Cook y Borah: Essays In population History: Max ‘20 And Caribbran Vol. 2 Barkeley U, of Ce Press 1974: 1~170, 4? eiigia ancane: Hictoria de Yueatin, Ecitado por la Univer- sad de Yucatén. Mérida, 1978 volume Il: 28-36. 48 vinta Rojas, Alfonso: Los elogidos de Dios Edit. por ol Inst- tuto Nasional indigenista México, 1978,: 83, clta a Lépez Co- polludo, #4 Baguetro Alduze Oswaldo: Op. +5. vila Rojes: Op. Cit: 99. rh Cuenta el historiador Molina Solfs que los encomenderos de Bacalar vivian en permanente sozo- bra. En 1609 se creyé que el slzamiento era Inminente Y se pidieron rafuerzos a Mérida, Pero la rebeli6n no Las tera expla yo desrofid t vid Hlopana a cantraben an Msi, qua dente 1642 hasta lor tisios aflos de 1847-48 siempre contd con tlados Indios y fuerxs proplts como para sents unt had ante elton Pale. veoren erage fos. Ls espafiolespraferfan estar suros Tl efi fovable vole sant da iw dios y poca poblaién blanca. También cont eon mk tiples agresiones de los piratas ingleses, que para el siglo XVII ya aolaban al erbe Explica Molina Solfs que los piratas aprove- charon el abandono de las casas orientales y establecie- ron sus guardias. Algunos de ellos, con el tiempo lleg fan a formar la colonia inglesa de Belice. Los piratas algunas veces atacaron tierra adentro, En,1868 Lorenci- lo y Grammont atacaron a Tihozuco después de cami- nar 250 kms.2? En 1685, los indios en Chichenhé, cerca de los Ifmites entre lo que ahora es Quintana Roo y Cam- peche, preparaban un complot que fue descubierto y sus organizadores fueron ejecutados en la plaza*®, Es- tos y muchos otros hechos mantuvieron aisladas a estas regiones. El noroeste de la peninsula era mucho mas atractivo 2 los espafioles y contaba con mayor pobla- ci6n indfgen: El modelo de la encomienda, que constitu- ye una estructura clave en el Yueatin colonial, sera d bil en aquellas tierras de 1a costa caribofia, Durante los siglos de la Colonie, iré surgiendo en la regién de Méri- da el modelo de la estancia ganadera que promover’ tun mayor dominio sobre le tierra y una cada vez més fuerte integracion dal Indio a la economfa espafiola y criolla, Esta integracién de indios y tierras se desarro- llaré gracias a la ambigiiedad de las leyes coloniales y alas corruptelas de su administracion. La gran rebslién de 1847 surgiré en la z0- ‘na sur~oriental. Impondré el aislamiento de esa region por més de sesents affos, Tendré que establecerse una zone de frontera con los territorios de los alzados. El estado de Yucatén fijaré sus Ifmites de influencia des- de la costa oriental, a la altura de Valladolid, hasta el pueblo de Yaxcabé, el sur de Peto y lo que hoy cons- tituye los limites entre Campeche y Quintana Roo. Los indios rebeldes establecen relaciones comerciales regulares con la colonia inglesa de Belice 'y maftienen su hostilidad hacia ol gobiorno yucataco hhasta muy avanzado el siglo XX. La amenaza de asal- tos guerrilleros concluira definitivamente hasta fa admi- nistracién det general Alvarado en 1915, pero el alsia- *6 chrado por Vila Rojas: Op. Cit: 85. 27 Gitado por Villa Rojas, Op. Cit: 88. Cita a Moline Solis His toria de Yucatin durante la deminactn espaiola. Vol. I 317-318, 14 miento y la resistencia cultural abierta, continda hasta hoy entre la mayorfa de los habitantes mayas de la regién!®, Los cacicazgos menos radicales de la zona centronorte de Quinta Roo aceptan algunas escuelas hasta 1930 y otros hasta 1940. COMERCIO. Le Conquista no sélo significaba te implan- tacion de un nuevo sistema de dominacién militar, también destruia diversas estructuras de inte- gracién regional entre muchos pueblos de estas tierras que hoy tlamamos América. Al romper con esos siste- mas de integracién, creabs otros nuevos que supontan dependencia de las colonias espefialas. El comercio prehispénico de le peninsuls, al parecer, habia decaido en relacién @ los enteriores si- alos. Pero todav{a era un importante sistema de integra- cidn @ Ia llegada de los espafioles. Lande dice que: “El oficio en el que més inclinados estaban es la mercancfa, levando sal, ropa y esclavos a tierra de Ulia y Tabasco, trovéndola todo por cacao y cuentas de pledra que era su moneda. .."2°, Colén, an su cuarto viaje, se encuen- ‘ra con una gran canoa mercante. Segiin Bartolomé de las Casas, el cargamento consistia en mantas de algo- don, huipiles y biugas sin mangas y taparrabos. Todas sas prendas tenfan disefias vivos y multicolores. Tam- bign trafan mecenas, espades, hachas y semillas**. Eric ‘Thompson recat muchisimas més fuentes para sealer ue habia también comercio de cera y miei que salfa de la peninsula y de Cosumel; comercio de copal que pa tia de Yucatén hacia las tierras alta, al centro dela re- sidn maya, por allé por lo que hoy es el norte de Ci pas y Guatemala; oro que llegaba quién sabe cémo, de dde Panemé hasta la ciudad de Chiehén Itzd?? El mbar ere trabajado por chispanecos, ‘tzotzlles, choles y zoques. Fray Diego de Landa cuen- ‘te que algunos hombres de Yucatén llevaban varilles nasales de amar y Thompson decfa que muy probable- mente venfen de Chiapas?*. Pose a todos Ios supuestos e incertidum- bres, todo parece indicar que le estructura comercial prehispénica hab(a desarrollado ya una regién indepen- diente en algdn grado, con sus reglas y tradiciones de intercambio. La Conquista y después al largo periodo colonial, romperian ese estructura con sus ojércitos, sus alcabalas y sus nuavos sistemas comerciales. El in- dio, con Ia ruptura de sus sistemas de intercambio r gicnal, no s6lo perdia una forma de mercado, también tenia que abendonar una estructura que él controlaba, + vile Rojas: 88. Chisel mismo texto de Molina Solfe: 340— 360, 20 1 anda Fr. D. de: Op. Cits 170. © citado por Thompson Erie S.: Historia y reliton de los ma yas. Siglo XXI, Miéxieo 1980: 163164 de Fr. Bartolomé de les Caste: Historia de las Indias. Litro II cap. 20, Méxioo 1877. 22 Thomason Eric 8: Op. Git: 160-201 25 Thompson Eric 8: Op. Cit: 160-201, La ruptura Ie obliga a restringir su radio de operacio- nes, @ centralizar en la familia, en la aldea y en otros pueblos cercanos, sus sistemas de intercambio. Después de la Conquista los indios van que~ dando excluidos de ios grandes sistemas comerciales, Sus excedentes son absorvides en gran medida por el ‘ributo y participan s6l6 en el pequefio comercio al in- terior de lz penfnsula, E! gran comercio, tanto interno como externo, quedard a cargo de los hispanos y ser severamente reglamentado a partir de 1661, bajo el ret nado de Felipe Il. La Corona reglamenta y controla fé rreamenta el comercio oficial. Sevilla seré el Gnico puerto de partida y regreso de las Indias. Se establecen fechas especificas para las tres partidas de flotas comer- ciales. Una para Nueva Espafia, otra para el Golfo de México y las Antilies y otra pera Penamé y los puertos de Américe del Sur. Se restringe notablemente el co- mercio intercontinental de América, sobre todo a los productos que pudiersn hacer competencia a los que Espafia exporta’*. Ls politica monopolizadora dio lugar a un comercio clandestino entre casi toda Ia América hispa- na. Los focos més poderosos de ese comercio de con- trabando fueron las costas del ‘Caribe y el puerto de Buenos Aires? > La estricta reglamentacién comercial ti 1na con los Habsburgo. A lo largo del siglo XVIII el co- mercio funciona con mayor Iibertad”®, pero los viejos sistemas comerciales clandestinos ya se han desarrolla- do mucho como para eliminarse. Héctor Pérez Martinez sofiala que el fuerte déficit de la balanze comercial de Yucetén a fines del siglo XVIII es soypechoso. Al parecer ol “défieit” no era tal, 0 por lo menos no era tan cuantioso ya que se compensaba con un Impresfonants contrabando? Se in lat estadisticas que presenta Pérez Martinez, el comercio oficiaimente registrado era terriblemente fluctuante. Pera 1796 se imporcan mercancias por un valor superior al mill6n de pesos y se exporten menos de 600 mil. Pero al affo siguiente las operaciones co- imerciales se reducen a menos de le tercera parte. Se importan 270 mil pesos en mercancias y se exportan 189 mil. Pero curiosamente, entre las exportaciones ue ose affo se realizan por Campeche, que os el prin- cipal puerto, casi no aparecen productos propio’ del tributo indio, como las telas, que en buena medida se” crienteben al’ mercado externo, Se exporta arroz, sal, palo de tinte, henequén y eera El comercio de los productos proplos del ‘ribute como tela, gallinas y cora, representaba gran- des utiidades netas. Porque el encomendero’o la Coro na podfan vender un producto en el cual, de modo di- recto, nada habian invertido. El indio era él gran sostén dol sistema comercial, pero no podta participar de él. 24 copdequt JLM. Ors: El extedo Espatil en las Indlas. Fardo sda Cubrans Eco, México, 1982: $020, 25 sider, 25 tiger. 37 perez Martinez, Héstor: Op. Cit: XK. ‘Tanto por los impedimentos legelas, como porque te- nia que cubrir una fuerte carga tributeria que le impe- fa tener exeadentes para el comescio, Ante esta situacién, su dependencia es bru tal, Las clases dominantes, controladoras del comercio y del tributo, son quienes les pueden vender granos en mmalos afios. Muchas repdblicas de Indios venden gran- des extensiones de su territorio para obtener matz. Cierto que las ordenenzas reales impedian estas trensec- clones oficialmente, Pero en la realidad propiciaban las llamadas “composiciones"” mediante las cuales podfan legalizarse eses operaciones. Los sobornos las autori- dades coloniales posibilitaban casi cualquier compra: venta, El comercio empieza é liberalizarse y's cre- cer a principios det siglo XVIII. Los borbones han sido Impuestos en el trono espafiol por los reyes de Francia, precisamente on el afio de 1700. Francia era quien ma: Yor cantidad de productos vendfa a Espaiia, pero en ‘América no habfa ninguna posicién de valor estratégico hasta 1779, cuando Espafia acept6 Ia soberanfa france- 13 sobre Santo Domingo. Pare la élite burocrética del teinado de Luis XIV, reformar el comercio espafiol era ‘muy importante. Era necesario eliminar el contrabando {que favorecta ia entrads de los productos ingleses y ho- landeses lanzacos desde Jamaica y Curazao. Para lograr lo habfe que liberalizer el comercio y favorecer la venta 2 productos franceses. Asf podria entrar Francia al gran comercio de las Indias®®. Diversos ordenamientos favorecen entonces el mercado con puertos espafioles que se habilitan pare el comercio. Se permite comerciar entre las comarcas americanas bajo el dominio espefiol. Hacia la segunda mitad del siglo XVIII empiezan a surgir grandes empre- sas comerciales en América, Por ejemplo, el comercio de Cuba, que en 1770 se hacia con cinco 0 seis navios, necesitaba 200 para 1778. El comercio de Buenos Aires aumenté notablemente, s6lo en cuanto a explotacién ide cueros, paso de 150 en 1778 2 800 mil en 1788. £1 valor total del comercio de Espafia con sus oolonias au- menté en 700%7?, En este contexto surge una clase comercial poderasa en el Puerto de Campeche, que-en el siglo XIX se enfrentara cada vez con mayor fuerza a las cla- ses dominantes de Mérida y de otros centros de poder econdmico de la Penfnsula de Yucatin, En 1777 se otorge a Campeche el titulo de ciuded®®, Campeche se hacfs importante gracias al mercado, no 2 su infraestructura productiva, Por el contrario, an Méride y sus alrededores se generaban fuertes unidades productivas; primero llamadas estan- clas ganaderas y luego haciendas ganaderas~milperas, fen las que habitaba la mayor parte de la poblacién ru- ._ ral de la penfnsula. Sin embargo, los habitantes de Ma- rida no contaban con un puerto desde el que pudieran 28 suain, Stanley J. y Stein Barbara H.: La harencia colonial de ‘América Latina, Siglo XXI. México 1982: 13 14. > capdequt JM. Ota: Op. Cit: 41. 3° ancona, Elgio: Op. Ct. Tomo III: 131 116 ‘comerciar legalmente. Su comercio con el exterior te: nia que hecerse por Ia vfa del contrabando 0 através de Campeche. Esta situacién produjo tensiones desde an- ‘es de la Independencia, Pero también dio lugar @ la ge- neracién de un fuerte sparato productivo en el noros: te que tendia a la autosuficiencia. Las Cortes de" Cédiz, en 1810, autorizan que se abra el puerto de Sisal. La oposicién de los inte- reses comerciales y politicos entre Mérida y Campeche ser cada vez mayor a partir de entonces. Tanto las re- laciones de mercado, como las regiones con las que se realiza ol intercambia, irén siendo diferentes y frecuen- temente contradictories. Les guerras civiles del XIX entre las dos ciudades, serén la expresi6n de esas Ccontradicciones. Las fracoiones de las clases dominan- ‘tes que gobiernan ambos contextos politico—econémi- cos serén cada vez més opuestas. Esos procesos de coli- sidn crearén las condiciones para la gran rebelidn de los macehuales en 1847. Como resultado de esa guerra se separaré Campeche y quedaré casi despoblada la inmen- sa regi6n sur—oriental. Hagamos una brevisima radiografia de las regiones de la peninsula a principios del siglo XIX, pa- +a luego pasar a mostrar, a grandes razgos, los procesos sociales que van conformando una oposicién irrecone!- Hiable, LAS FORMACIONES DE LA PENINSULA DE YU- CATAN A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX Al comenzat el siglo XIX, la peninsula esta- bba estructurada por cinco regiones geo~econémicas ue se desarrollaban con base en sistemas econémico— politicos distintos. Mérida era el centro econémico—politico del norosste, con sus haciendas sefiotisles consolidadas 2 lo largo de 250 affos. Valladolid fa Su/tane def Orien- te, orgullosa de sus blasones y sus prestigios colonials, empezeba a deserrollar plantaciones de algodén y cafia, que se la habfan prohibido durante la Colonia; empeza- ‘ba a crecer una industria de azicar, textiles y alcoholes Que parecta esperanzada, Tekax y Ticul eran las dos ca- pitales de la regién eentro—sur, donde floreeta también [a industria de la cafia. Los decretos posteriores a la In- dependencia eliminarfan restriociones de las viejes le- yes de Indias, lo cual harfa mds féo!l avanzar sobre los terrenos de los macehuales y generar su emporio cafie- ro. Campeche era el centro politico de la regién suroes- te; fue el Gnico puerto comercial autorizado durante casi todo el periodo colonial; ls econom's campechana s@ orlenta fundamentalmente al comercio, se basa muy Poco én el desarrollo de fincas ristices. Al sureste esta- ba la ciudad de Bacalar; a través de ella entraba abun- dante comtrabando Inglés, proveniente de Belice™?: Con la fundacién del puerto de Sisal en 1810, Mérida empieza 2 ganarse Ios mercados de Cuba, de los Estados Unidos y Belice. Esto significa un duro golpe para ta economfa campechane; su comercio se 3% ‘suérex Molina, Victor: Evoludisn econdmica de Yucatén, ceditado por la Universided do Yusatén, Mérida 197: 52-84, orienta bésicamente hacia los puertos det Golfo de Mé- xico, salvo en cuanto se refiere al palo de tinte, que se exportaba @ Europa. La competencia entre Sisal y Cam- ppeche va creciendo®?, En este enfrentamiento comercial, Campe- cche se va quedando a le zaga. Mérida lleva todas las de ganar, Su infraestructura productive, su mayor volu- men de poblacién y su condicién de centro politico, controlador de impuestos y de ejércitos, le da una s6ll- da posicién de predominio. Hacis 1845 Sisal manejaba ‘ya ol doble de la carga que Campeche. En 1871 surgi el puerto de Progreso, que hacia fines del XIX seré segundo puerto de toda la repiblica en cuanto a movi miento financiero. A través de 6! se sacarén el 25% de todas las exportaciones mexicanas*®. Los do Ie zona de Tekex y Ticul exigfan {que se subieran les tarifes de importaci6n de azicer y de alcoholes. Necesiteban proteccién a su industria In- Cipiente. Pero los comerciantes de Mérida y Campeche querfan libertad de comercio para tener mejores marge nes de utilidad. El comercio se convertré, en este caso, fn un serio limitante del crecimiento de las unidades productivas que pueden competir con fos productos ex- ‘tanleros. El comercio seré también promotor de los Productos de exportacién que no encuentran compe- ‘tencia en el exterior. Por otra parte, los comerciantes de Mérida ¥ Campeche se oponen al contrabando de ios comer- ciantes de Bacalar, que inunda la pantnsula y les limi ta su mercado. Las plantaciones y la industria de Vallado- lid en este contexto se encuentra severamente limitada, En materia de cafia, sus perspectivas son de competen- cis contra las plantaciones que se desarrollan répide- mente en Ia zona centro—sur; pero ademés, tiene que compatir contra los productos de importacién. En ma- teria de algodén tiene que competir contra las telas que se trafan del extranjoro, Estas condiciones erean un mundo de con- tradiociones al interior de la peninsula, que enfrenta a las clases dominantes y que impide el crecimiento de las unidades productives que tienen que enfrentarse ‘can los productos de importancién®*. MERIDA Y CAMPECHE Las pugnas entre las clases dominantes de las dos ciudades mas importantes, se desarroliaron des- de los primeros afios del Yucatén independiente, pero a Partir de 1843 los-enfrentamientos eran cada vez mas severos. Apenas se establecié la paz con el gobiemo del centro de Méxieo en 1843, los diputades por Campe- che propusieron el establecimiento de un depésito mer- cantil en la cabecera de su distrito. Afirmaban que ésta favorécerfa al comercio de todo Yucatén. Pero ef de- >? tbidem.. 85 teidem: 167, 34 thidem: 169, "7 pbsito beneficiaba a los comerciantes de Campeche y dafiaba a los de Mérida. Sin embargo, como presentaba algunas ventajas y los respaldaba el gobernador Santia- 90 Méndez, fue aprobado tanto en la cémmara de dipute- ddos, como en Ia de senadores?S, Los comerciantes meridanos y los de otras tegiones del estado quedaban en desventaja frente a los ‘comerciantes cempechenos. Los diputados Francisco Barbachano y Pedro Castillo Pérez publican su voto particular contra este dictamen de la comisién de hi jenda, y Pantaleén Barrera, partidario de Méndez, les ccontesta con un opésculo llemado: “Utilidades y venta- jas del depésito mercantil de Campeche"=*. La discusi6n sobre las ventajas comerciales ser intensa y constante. Los conflictos entre las dos ccludades harén frecuentes referencias @ ellas. La segunda separacién de Yucatén y Méxi- 00 el 1o. de enero de 1846, se debi6 fundamentalmente a razones comerciales. El enfrentamiento entre Mérida y Campeche es muy importante para comprender esta nueva segregacién. Hay que ubicarse en dos dimensio- nes para comprender el proceso de separacién en 1846: tung, el enfrentamfento entre los comerciantes de la pe- niinsula y los monopolios de Veracruz y ef México cen- ‘tral; otra, las pugnas comerciales entre Mérida y Cam- peche, Los dictémenes del congreso yucateco, fa vorables a los comerciantes de Campeche, se hicieron pposibles gracias al apoyo del gobernador Santiago Mén- ddez. Pero al subir Barbachano las cosas camblaron. Las pugnas entre el comercio peninsular y los monopolios del centro, encontraron su expresin politica en las disposicfones de Santa Ana, que el 21 de febrero de 1844 decreté que 130 productos yuc ‘o0s dejaran de ingresar a los puertos del golf, porque el gobierno de su A/teza Seran(sima recite dinero pres- tado de los monopolios®”. Los representantes yucstecas ante el Con- ‘reso Nacional pretendieron apoyarse en los oposito- ros a Santa Ana al interior del parlamento. Pronto Sen- ta Ana disolveria el parlamento. La oposici6n a Santa ‘Ana se consolida y logra derrocarlo. Lo sucaderén dos camarillas politicas. En agosto de 1846 regresa triun- fante, pero Ios fuertes intereses comerciales del centro continuarfan vigentes con o sin Senta Ana. Cuando Ios meridanos, encabezados por Barbachano, se unen al Plan de Guadalajara y procla- ‘man al goblerno de Santa Ana como patribtico, saben que el presidente les daré su apoyo para comerciar con diversos puortos det Caribe. Hacia 1os-puertos del Cari- be y Estados Unidos se orienta el Comercio meridano fen gran medida. Pero el comercio de Campeche estaba dirigido a los puertos del ‘Golfo de México, y en esos puertos, los monopollos volverfan-a imporierse sobre > aqusiro, Serenlo: Revolucionesde Yucatin. Méride 1297, ome 1:12. 3 tbigam: 113 7 ancona, Etigio: Op. Cit. Tomo I Santa Ana o sobre cualquier gobernante, Las promesas de Santa Ana, ahora convertido de nueva cuenta al fe- doralismo y a la constitucién liberal de 1824, no podia ser muy convincenta pare el comercio campechano, El enfrentamiento entre comerciantes de Mérida y Campeche tiende @ definir una politica opues- ‘a tanto en el terreno local, como en 2! nacional y en e! internacional. Pero la politica no sdlo se define por fos intereses de los grandes comerciantes. En Mérida, (os hacendades busoan como siempre un régimen federal {que les permita gobernar su estado con las menos inge- rencias externes, Por eso han abrazado formalmente la ideologfa liberal de! ambito de ta sociedad politica y se han aliado a las clases medias emergentes. Los hacendados moridanos adomés pueden acoptar las promesas ce Senta Ans, porque atin desde el punto de vista de su comercio con el gofe, ellos son randes compradores de insumos para sus haciendas y esto les da una capacidad mayor de negociacion frente alos monopolios. Los comersiantes de Mérida cuentan con un mercado interno bastante mayor que el de Cam- peche. Y el mercado interno del noroeste tends 3 de nirse cada vez més por las estructuras administrativas Ge las haciendes. Las contradiociones econémicas en ‘fe Mérida y Cerpeche, tienen sus expresiones pol 2s peculiares. Al aceptar el gobierno de Yucatin [a re- poblice centralista, el gobernador. Santiago Méndez, acepta nombrar una asemblea depertamental encabeza- da por su opositor Miguel Berbachano. La reciente gue- rra contre Ia invasi6n mexicana habia ecercado a los bandos, Adems Méndez preferfe tener a su enemiga ‘camo subordinedo e Integrado al gobierno. Barbacha- no tiene gran Influencia entre los hacendados y eomer- ciantes meridanos. Dejarlo fuere del gobiemo podte ser peligroso, Segtin las disposicfones centralistas, la ‘asamblea debfe nombrar una terna. Entre los miembros de la tema serfa elegido, por al supremo gobierno, el sgobernadoor del Departamento. Pero he aqut que Barbe- cchano, lider de hacendados y comercinates meridanos, controlabe @ la asamblea. Entre los candidatos propues- tos no se inciuyé el nombre de Santiago Méndez**. El gobernacior elagido por el centro fue Jo- sé Tibure‘o Lopez que tomé posesién en junio de 1844, Lopez era poco enérgico y estaba rodeado de hacenda- dos y comerciantes meridanos. Barbachano empez6 a ser el hombre fuerte de Yucatan. La indignacién de los comerciantes campechanos y sus partidarios fue sirada, tenérgica y sistemética. Los periédicas de ambos bandos se atacaron sin piedad. En las elecciones para designar a los “elea- tores"” que nombrarfan 2 los representantes yucatecos ante e! Congreso de la Unién y a dos nuevos miembros de la asamblea departamental, todos los electores, ox- ccepto el de Campeche, fueron barbachanistas. Por.con- siguiente todos los elesidos fueron de su bando*®. Los 34 gaquatto, Serplo: Op. Git. Tomo I: 124, °° tidom: 127. partidarios de Méndez en Tekex y Yaxcabi, eran perse- ‘guidos por las autoridades barbachanistas*®, En el con- reso del estado, los diputados campechanos repudia- ron la adhesion del gobierno yucateco al Plan de Gua- Galejara. Vociferaron su indignacién. Le unién y las loas al abominado Santa Ana, que ahora prosiamaban los barbachanistas, fue una buena bandera polttica de Méndez**. EI Congreso dal estado, nuevamente separa- do de México, aprobé una ley orgénica para el régimen politico y la administracién de Yucatan. Los diputados or Campeche se negaron a firmarla y muchos de los concejales del ayuntamiento campechano se negaran a jurarla. Pero la energie de los barbschanistas, que tam- bién contaban con adeptos en aquel puerto, no se hizo esperar y destituyeron a los concejales rebeldes*? Estas tensiones se agravaron atin més con el ‘aumento @ los impuestos, Ante los graves estragos que la pasada guerra habla ocasionado y la necesidad de fortalecer el aparato militar de Barbachano y su gobier- ‘no necesitaran incrementar las cargas tributarias. Esto constituyé una nueva bendera de los mencistas*®. Las tensiones politicas se habjan agravado 2 tal punto que lo mas importante para el bando de ‘Méndez no eran ya la violacién a las tratados del 14 de diciembre de 1843, ni los decretos del 21 de febre- ro de 1844, en que se exclufan 130 productos yucata- coos, Eso era ciertamente muy importente, pero lo pri- ‘mordial para conservar sus posiciones econémicas y po- IMticas era quebrar el dominio polftico y econémico de los barbachanistas meridanos, Por eso los campachanos no quedan con- formes cuando, al nuevo triunfo de Santa Ana, el mi- nistra de relaciones interiores y exteriores Manuel Cre- cencio Rején, informa que se deroge le orden del 21 de febrero y se aoeptan los tratados del 14 de diciembre. Lo que més molesta a los campechanos de aquellos co- municados no as que las resoluctones estén avaladas por la “consideracién de las razones expuestas por el exc lentisimo sefior general en jefe del ejército libertador, don Antonio’ Lépez de Santa Ana’, sino que ese exce- lentisimo seffor y su ministro, el yucateco y meridano, Manuel Crecencio Rején, sean cleros aliacios del banda bbarbachanista. Y que, a partir de septiembre de 1846, el encargado del suprema poder ejecutive confirmaba “al nombramiento popular con que Barbacheno sjer- fa el gobierno de Yucatén'’**, Sefiala Jozquin Baranda que st las conce- siones del gobierno de México, comunicadas por Rején, na hubieran venido acompafiadas de la confirmacién 18 3 aranda, Josquin: Recordaciones histicas. México 1907, ‘Tome |: 428 3 449. Ver también Serapio Baqusiro, Op. Cit. 138, 2 aqueiro Serapio: Op. Cit. Tomo |:198. $ tpiaem. 4 carta dctades por Josqutn Baranda en Op. Cit. Tomo Il: 3 av. del riombramiento de Barbacheno “habrian sido acogl- ddas con menos prevencién’, pero con ese nombramien- to, el bando de Méndez se sintié agredido y se pronun- cié contra el decreto de reincorporacién. Los mendis tas proclamaron que la reincorporacién debfe aplazar- se hasta que se constituyera en la nacién mexicana cualquier forma de gobierno que no fuera monérquico, Y $8 consolidara de modo que diera garantias de estabi- lidad, reeonociera la validez de los.convenios del 14 de diciembre y sancionara constitucionalmente las excep- clones estipuladas en esos convenios a favor de la pe- ninsula®®. EI pronunctamiento de los cempechanos contra la anexién llevaba ademés Ia finalidad de man- ‘tenerse neutrales frente a una guerra inminente contra los Estados Unidos. Esto lo hacfa atractivo para gran- des contingentes de la peninsula, que apenas tres afios atras habfa sufrido los estragos de la guerra. La procla- ima, lanzada el 8 de diciembre de 1846, propone en sus considerandos reducir las cargas tributarias y no se lan- za expressmente contra el gobernador Barbachano, si no contra la anarqufa y los abusos del centro. Sefiala que el. plan que ahora enarbolan, no dudan de que "se- ra secundado por el mismo gobierno y por los demas pueblos de la penfnsuls"*®. De esta manera no se de- claran abiertamente enemigos de Barbachano ante sus muchos sliedos, pero exeltan los odios de los yucatecos contra el centro y el temor a la guerre. Segiin le procle: ma rebelde, si ef excelentisimo seffor gobernador no ‘aceptase ol plan, sera nombrado en su lugar el seFor je- fe superior politico de Campeche Domingo Barret. La proclama serd suficientemente popular como para triundar répidamente. Los alzados de Campeche toman diversas plazas y los barbachanistes los resisten. Entre ‘esas escaramusas destaca la masaore del 16 de enero de 1847, Los campechanos se hab/an aliado con una parte importante de los grandes contingentes que po- fan hacer la guerra: los macehuales del oriente. Las ‘tropas de los alzados se unieron con diversos caciques mayss entre los que destacaba Cecilio Chi, Batab de Tepich, hombre al mando de Antonio Trujeque, caye- ron sobre Valladolid. La hecatombe horrorizé a los + propias campechanas, aunque algunos partidarios de Méndez consideraron que esas eran consecuencias natu- rales de la guerra, Los mestizos de los barrios pobres se unieron a los macehuales y la carnicerfa fue brutal & inesperada, Los barbachanistas se rindieron frente a la proliferaci6n y crueldad de Ia rebelion. Domirigo Ba- rot se hizo cargo del gobierno de estado, que pronto dejaré el poder en manos de Santiago Méndez. Una fuerza ancestral, con une nueva Iégica pol{tico—militer, irrumpfa ya en el Smbito de los con- flictos peninsulares. Su presenela violenta pronto cam~ biaria de manera radical los acontecimientos y las 0s- ‘tructuras sociales de la pentnsula, La rebetién india més 5 Barancs, Josqutn. Op. Cit. Tomo plo. Op. Git. Tome I: 148. 6 Et plan y sus considerandos estin iranscrtos eri Baqueiro Op. cre: 145-147, 2 9, Baquelro, Sera. 19 terrible de América estabs en la puerta mientras refifan campechanos y meridanos. Cientos de miles de muer- tos seria el saldo. La masacre de Valladolid fue para muchos dzules, de los. dos bandos, un destello premoni- tori y admonitorio. La hecatombe era ya inminente, El gobernador Méndez ofrecerd la soberanfa de Yuca- ‘tn a Estados Unidos, a Inglaterra y 2 Espafta si impi den que Ios indios acaben con todos los blancos de la peninsule. Pero nedie quiere entrometerse en equella ‘malhadada regién, Nadie sabe con certeza por qué los Indios en 1848 se retiraron al oriente sin etacar Méri- da, Hubieran podido entrar y no dejar vivo a ningdn bianco. La peninsula estaba en sus manos. Los orio: llos volvieron a renacer después de aquella retireda. El desastre y las masacres de la guerra de castas no ter- minaron con los odios y las guerras entre Mérida y Campeche. Las agresiones armadas entre los dos ban- dos s6lo se suspendieron, En 1857 se reanudaron. Y después de la independencla de Campeche en 1862, ha: bran. nuevos enfrentamientos entre los ejércitos de las dos ciudades: la fraccién dominante en el gobierno de Yucatén se define como imperialista pro Maximiliane y la fracci6n de Campeche como republicana y juarlsta. Este contexto guerrero dard como resultae do una fuerte militarizactén del estado yucateco. La clase hacendataria cuenta con fuerzas armadas inusite- damente poderosas de las que se puede servir para con- solidar el orden y la estructura productive de sus h ‘olendas henequenera LA ZONA HENEQUENERA Y EL MERCADO IN- TERNACIONAL Para la segunda mitad del siglo XIX la recu- pperacién econémica es cada vez més prometedora. Los ejércitos de la oligarqufa habfan logrado mantener a ra- ya a los rebeldes. La frontera de guerra contra los ma- yas, que tba desde el sur de Valladolid a Peto, pasando por Yaxcabé, era severamente vigilada. Le militariza Cin en la zona de los alrededores de Mérida es una ga- rentfa pars mantener elejados a los rebeldes y para pre- sentar un frente armado contra las posibles agresiones de Campeche. La militarizacién de la zona permitiS @ los hacendados imponer relaciones de trabajo que el sentido comtin de las clases populares ha denominado como "los tiempos de esclavitud”. Balo la proteccion militar del estado oliér quico se sostuvo de manera constanta un desarrollo de la hacionda yucateoa de la sogunda mitad dal siglo XIX. Se vuelven a impulsar las plantaciones de cafa an el sur. Fero el sige yucateco se base cada vez nis en la pro ducciéni henequeners. Las plantactones érecen de'ma- nora exorbitant @ ios alrededores de Mérida, ene hae ciends que antes fuers ganadero~-milpers. Seat cifras oficiales, en 1860 habia 65 mil mecates* sembrados de henequén; en 1869 153 mil. En diez afos sta cifra se habla quintuplicado. En 1893 la cifra era ya de 2 millo- * Una hactiraa tens 25 mecates, res y medio de mecates y on 1910 da 4 y medio millo- nes.-Es decir que habfa cerca de 200 mil hectéreas sem bradas de henequén en visperas de la revolucién de 1810*7, Para 1880 el despegue econémico es inminen- te, La modernizacion de los equipos de desfibracién he- ee producir tanto como nunca pudo soffarse. La super explotacion del trabajo llega a niveles de fabula. Las compafifas norteamericanas tienen grandes intereses en Hlevarse la produccién henequenera. Las siembras s2 aceleran con una premure Inusiteda. Para el afio fiscal de 1877—78 se exportan 11 mil toneladas de fibra; en el afio de 1885-86, eumenté 2 40 mil toneladas; en 1899-1900 2 80 mil toneladss. La exportacién hen quenera no sélo era muy importante para Yucatin, que era al Gnleo productor en el mundo, también era muy importante para México. En el afio fiscal 1893— 94 era ol articulo de exnortacién més importante del pals. Representaba el 27.8% del valor total de exporta- ciones*®, El puerto de Progreso se convierte en el s2- gundo en importancia del pals por su movimiento de exportacién e importacién. Y sto, que era inmenso motivo de orgullo para las olfgarquias yucatecas, suce- dde desde los afios ochenta y durante toda la citima dé- cada del siglo XIX. Asi, el oro verde se convierte en un mito fasoinente. Las oligarquies yucatecas del noroeste p: recen_obnubiladas con sus increfbles logros econémi cos. Desouldan casi todos los sistemas productivos. Le Importancia empieza a crecer en casi todos los rubros de la economfa. La maquinaria europea y norteameri cana llega en tumultosos cargamentos: motores de ve por, calderas, desfibradoras de henequén, trapiche, lo- comotoras, carros de ferrocarril, rieles, vigas de hierro, clavos, tornillos, herramientas y una infinidad de trebe- jos de ferreteria. Liege también carne que antes se pro- ducfa en abundantes cantidades y se exportaba a Cubs ¥.a otros lugares del Caribe. Se Imporzaban art{culos de lujo a raudales: Carruajes, modas y telas fin(simas, vai- llas, eristalerfas, pedrerfas y. vinatorias y toda equella caterva de cosas que constituye lo més enjundioso del ‘buen vivir europea y norteamericano. Para 1902 fa importaci6n llega a ser supe= rior a los 30 millones da pesos y para el siguiente afio aumenta un 15% . Sin embargo las exportaciones en ‘aquel afio de 1902 son de casi 40 millones. Pronto los precios internacionales del henequén’ sufririn drasticas ccaldas que cambiarén ese penorama’?. Se organiza e! monopolio internacional y Yucatén, al paso de los afios 1y las décadss, se iré hundiendo.cada yez més en la des- ‘racia. Desgracia interrumpida por unos cuzntos respi- ros, que les permiten a la clase hacendataria aferrarse al-suefio de su grandeze, Tiempos de auge que depen- fan de las guerras-y las desgracias ajenas. Solo con las uerras del mundo aumentaban.de modo extraordina- Flo los precios del henequén. Con esas circunstancias $7 suérez Malina, Victor: Op. 4° tpidem, Tomo \: 68. $ tbidem. Tomo Il: 4041. Tomo t: 1450147, ‘tan peculiares, se desarrolla el esplendor de una de les més errocantes oligarquies que este pats ha conocido, 'Y ese esplendor coincide con el nacimiento de la dict dura porfiriana, Durante las dos décades finales de ese siglo XIX, se consolids la estructura productiva de fa hhacienda ‘henequenera. El modelo productive tenia ‘grandes similitudes con sistemas esclavistas y se desa- rrollaba con bese en una militarizacién sul—géneris dol campo, donde Ja represién violenta es sérdida, omni- presente y cotidiana. La polarizacién social crece y se desarrolla. Las clases fundamentales —trabajacores agrl- colas y hacendados— estin marcadas por claras diferen- cias étnicas, culturales y linglisticss. E! modelo pro- ductivo tiends a generar unidades muy similares, con ccaracterfsticas agro—industriales, administrativas, teo- nolégicas, Stnicas, linglfsticas y organizacionales muy pparecidas. La hacienda se convierte on el aparato or- ganizativo fundamental. En 1880 el ndmero de peones integrados a ella era de més de 20 mil. En 1900 segtn los cansos de ese afio, ya eran més de 80 mil®®. Pron- ‘to la meno de obra de le regién no fue suficiente. Lie- sgeron trabajadores migrantes de Cuba, de las islas Ca raarias, de Corea, de China; también llegaron naciona- les del Baifo, de las huasteces y de otras regiones®* Y en 1894 fue samarreada su economta or 10 bajo de los precios. Muchos comerciantes e in: dustriales quebraron. La especulacién capitalista se de- sat para comprar haciendas en quiebra. Sin embargo, Ja tormenta pasaba en 1897, Habfa que darle gracias @ Dios por la guerra de Independencia en Filipinas, por- ‘que ella impecfa que llogara a Estados Unidos la fibra de Manila, llamada abacé, y eso provocd al alza de los precios del henequén yucateco, La guerra era una ben- icién y habia que aprovecharia invirtiendo. Se creé lun mercado de acciones y especulaciones sin la necesi- ad formalista de una botsa de valores*?. El suefio duré pocos afos. A partir de 1903 los precios empiezan a bajar. Pero en 1807 la orisis nor- ‘teamericana provocé un colapso mundial y en Yucatén fa rulna de muchos hacendados y grandes sistemas fi- rrancieros desmantelé muchos suefios de grandeza. Los dos bancos locsles, que para entonces ya estaban par- cialmente en manos de extranjeros, se fusionaron en uno solo y pasaron a ser dependencia del Banco Nacio- nal de México y del Banco Central Mexicano. Gracias @ esas instituciones pudieron esquivar un poco la ruina y @l descrédito®®, Ese mismo dramético afio de 1907 se eclararé en quiebra la Casa Escalante ¢ Hijo, con lo cual quede eliminads la empresa Theband Bros como compradora. La quiebra de esa casa también significa la bancarrote de le empresa Ferrocarriles Unidos de ‘Yuestin, que desde ese momento pasa a manos del gru~ ‘bo encabezado por el indudable patriarca de Yuoatén: Olegario Molina. Pero con ese hecho también se instau £9 twidern, Tomo {2 70-71, © tbidem. 5? thidem, Toma |: 72, 5° thidem, Tomo 1:77. 120 ra.el brutal monopolio de la internecionsl Horvester & Co. come la principalisima compradora de henequén®*, CONCLUSIONES . Los interases contradictorios de las clases dominantes van generando condiciones diferanciales. LLos sistemas de oposieién y resistencia de las clases do- ‘minades reorientan los sistemas de control y redefinen los sistemas da agrupamiento social. Las fuerzas exbge- ras imponen nuevas formas de poder econémico, pol'- tico y militar, que generan nuevos mecanismos para el control de la capacidad productiva, y can ellos se arti- ‘oula de nuevas maneras el sistema de poder y el agrupas miento social. Cualquiera de estos elementos incide en la reformulacién de los otros. Le historia se convierte asi en un mundo de posibilidades que se hacen reali- dad, y no en un mundo de fatalidades. Se nos presen- ‘2 como génesls que nos muestra [as marcas de aque- los proassos que nos han permitido ser Io que somos. YY apreciar Jo que somos, como un conjunto de proce- 08 transformacionales. Provesos que no se dictaminan por estructuras inamovibles, sino por voluntades huma: nas. Voluntades condicionadas por sus intereses y as- piraciones. Las regiones de le penfnsula yucateca se van conformando en la correlacién de fuerzes que se definen, estructuras y desestructuras segiin el enfrenta- miento de los proyectos humanos. La organizaci6n politico—econémica de los mayas pre—hispanicos sigue marcando hoy en dfa ele- mentos altamente relevantes para la comprensién de las estructuras regionales de la actualidad. Las guerras de Jos macehuales han definido clarisimamente las estruc- tures de poblaci6n. El comercio ha condicionado las formas del crecimiento de todas las regiones de la fe ninsula, pero las posibilidades y los limites del comer: clo han dependido siempre de las estructuras producti vag tanto internas como externas. Los privilegios co- merciales al puerto de Campeche, sostenidos por las fuerzas coloniales y los mandatos de la corona, crea- ron una poblacién dependiente del mercado en ese puerto que no dasarroll6 estructuras productivas de im- portancia y tuvo que sucumbir ante las ventajas compa- rativas del comercio meridano, que podia abastecer @ grandes contingentes humanos agrupados en la cluded yen las haciendas que habien atraido 8 su mano de obra desde el sigio XVI, pero sobre todo durante el si glo XVIII, con el desarrollo de las haciendas ganadero— milperas, La demanda masiva y monumental de he- rnequén, como un elemento clave de lz economfa agrt- cola norteamericana y europea, 2 partir de la segunda mitad del siglo XIX, marca nuevas condiciones de desa- rrollo a la vieja hacienda milpero ganadera. Sélo en es- ta regi6n pods desarrollarse la plantaci6n henequene- ra a gran escala, porque allf estaba la gran mayoria de la mano de obra; porque allf esteban las infraestructu- 54 erceld Quintenal, Raquel: "El ferrocartil y Ia otgarquta henaguenara” en revists Yueatén: historia y ezenomia, jul ages. 1981. No. 28. 121 ras de caminos, de habitacién, de seguridad militar, de pozos y puertos; porque allf habfan capitales acumula- dos*. Las sempiternas rebeliones del oriente, y sobre todo Ia gran rebell6n de 1847, hardn imposible el desa- rrollo henequenero a gran escala on esa region. El gran meroado henequenero despertiré una feroz competencia entre los capiteles. Les expresio- nes polfticas y militares de otros tiempos, constituyen fundamentos para [a divisién de fracciones y facciones de las clases ciominenies, que intentsrén consolidar sus emporios econémicos. La separaci6n del territorio de ‘Quintana Roo se enmarca y tiene su razon de ser tanto en las necesidades del gobierno federal, como en la gu rra de poderes de esas fracciones dominantes. La fuerza del general Cantén se basaba en parte en su poder eoo- némico, politico y mifitar, que tendfa a expandirse ha- cia la zona sur—oriental. El era el gran caudillo de la da- rrota final sobre los mayas. Su centro de operaciones tra Valladolid. Cantén era el concesionario del ferroca- rril a Valladolid y los contingentes militares lo respeta- ban. Como gobemnador del estado habfa dirigido sus fuerzas a la empresa de dominar finalmente ese regién donde los guerrilleros mayas impedian fincar todo pro- yecto econémico La fraccién comandads por Olegario Moli- na, vinoulada al grupo de los ciantificos, influye en el presidente Dfaz para tomar medidas contra su eterno opositor. La segregacion de Quinta Roo es un golpe muy fuerte al proyecto de control regional del general Cantén. La oposiotén entre estas facciones es s6rdida y constant. Los Molina y los Pebn lograrén un predomi- rio econdmico inusitedo. El presidente D fez respaldaba a este grupo de molinas y peones. Las rebeliones de 1909, 1910 y 1911 en Yucatén, s6lo pueden explicarse en el marco de esta pugna feccionel El panorama de las transformaciones socia- les incide necesariamente en las formas de uso y en los Iimites que se imponen a los recursos naturales. El pre- sidente Dfaz puede dar concesiones sobre un inmenso territorio, lo cual redunda en impuestos pers et erario federal. Los intereses del general Cantin y su grupo, no pueden competir con ese gran aparato y caen en una desgracia no s6lo econémica, sino también politica, Olegario Molina subiré a le gubernatura, precisamente tn el affo de 1902, eflo on el que se ha escindido el ti rritorio de Quintana Roo. Molina sabe bien de la im- pportancla que tienen las relaciones exteriores para con- solidar los emporios locales. Conjuga todos los elemen- tos imaginables para consolidar su emporio familiar: hhaclendas, barcos, ferrocarriles, banco, politica estatal y federal"a nivel de gobernador y ministro),-ejército, comercio, relaciones internacionales. Logra revertir procesos sociales on su beneficio. Aprovecha a crisis de 1907, la derrots de los mayas, le baja de los precios del henequén, el monopolio comercial de Ia fibra, el co- ‘mercio de los hijos dal henequén que acabaré siendo la ruina del agave yueatoco. El emporio de los Molina constituye un hito en la historia peninsular, en ol que 55 Ancona, Ellgio: Op. Cit. Teme III: 28, puede apreciarse chmo es posible reorientar los proce- 505 sociales en beneficio de un proyecto. Proyecto fa- millar que ha sido uno de los més nefastos para la vida de Yucatén. La estructura de la zona henequenera pron- to se convirtié en una tragedia econémica y politica. Pero no sélo por la accién de los monopolios, sino por- {que se generé en funcién de unos intereses que hoy ya no existen. O, para ser més preciso, han disrminuido su 122 importancia. La competencia internacional es hoy inu- sitadamente grande. En 1907 Yueatin producfae! 100% del agave, hoy apenas produce al 11%. Y ese 11% 58 produce. en él pero de los suelos henequenercs. Brasil, Java o Tanzania siembran en terrenos mucho més férti- les. Por todo esto podemos afirmar, basados en el caso Yyucateco, que el pasado nos marca de maneras siempre peculiares; esti presente en nuestras relaciones sociales Yy territoriales. Es a la par nuestra tragedia y el cémulo de nuestras posibilidades vitales.

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