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Gabriel García Márquez y el cuento

Por: Fernando Chelle


Esa mágica forma de contar
Premio Nobel de Literatura, novelista magistral. Los relatos breves recorren prácticamente toda su
obra, desde sus primeras publicaciones en la prensa colombiana hasta Memoria de mis putas
tristes, su última novela. En este artículo: sus diferentes libros de cuentos, Los funerales de la
Mamá Grande y un análisis de Un día de estos.
I
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y EL CUENTO
Resulta normal, y hasta casi lógico, que al pensar en la figura de Gabriel García Márquez
(Aracataca, Colombia, 6 de marzo de 1927 – Ciudad de México, México, 17 de abril de 2014) lo
primero que se nos venga a nuestra mente sea la imagen del gran novelista, ganador del Premio
Nobel de Literatura en el año 1982. Esto es algo incuestionable, porque desde La hojarasca (1955)
hasta Memoria de mis putas tristes(2004), pasando por la mítica Cien años de soledad (1967), o
por cualquiera de sus otras siete novelas, el escritor colombiano se ganó, tanto dentro de la crítica
literaria como entre los lectores, el reconocimiento de gran novelista. No obstante esto, se podría
decir, que lo que forma la base de su gran literatura son los relatos cortos, los cuentos. Las
historias breves, dentro de la literatura de Gabo, están presentes, no solo en los cuatro libros de
cuentos que encontramos dentro de su obra, sino también en la gran mayoría de novelas, en los
guiones cinematográficos y en su vasta obra periodística. El propio autor reconoció, en más de una
oportunidad, que para él son las “pequeñas historias” las que hacen interesante y fantástico al
mundo. En su libro de memorias, Vivir para contarla (2002), como en numerosas entrevistas,
García Márquez refirió cómo las anécdotas de antiguas guerras referidas por su abuelo, un coronel
a quien llamaba Papalelo y los relatos fantásticos de apariciones que le contaban las mujeres de
su casa, se conjugaron en su mente y pasaron a ser un material primario e importantísimo de su
universo literario. Si bien es cierto que García Márquez comenzó su andanada literaria, como
tantos otros escritores, con la poesía y después escribió algunos comentarios humorísticos, las
primeras producciones literarias importantes fueron sus cuentos. El primero que registran sus
memorias, es el titulado Psicosis obsesiva, un relato fantástico, de su época de estudiante de
bachillerato en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá. A partir del año 1947, el más reconocido
de los autores colombianos, comienza a escribir relatos breves, cuentos, de forma más sistemática.
Los primeros fueron publicados por el diario El Espectador de Bogotá, van desde el año 1947, con
la publicación de La tercera resignación, el 13 de septiembre de 1947, hasta el año 1955. Estos
primeros relatos fueron reunidos y publicados en forma de libro, recién en el año 1974, en la obra
titulada Ojos de perro azul. Posteriormente a la etapa bogotana, encontramos los relatos escritos
en la costa colombiana, cuando García Márquez se desempeñaba como periodista en
Cartagena de Indias y en Barranquilla. De esta época es el cuento Un día después del
sábado, relato que obtuvo el primer premio de un concurso organizado por la Asociación de
Escritores y Artistas de Colombia, y que figura en el libro Tres cuentos colombianos, publicado en
el año 1954. Del año 1959, cuando García Márquez ya se encontraba nuevamente radicado en
Bogotá, es el cuento Los funerales de la Mamá Grande. Este relato extenso, antecedente claro
de Cien años de soledad, forma parte de un libro que lleva su mismo nombre, publicado en el año
1962. En esta última obra me detendré más adelante, porque de ella forma parte el cuento Un día
de estos, relato que analizaré y comentaré literariamente. A finales de la década del 60, el Nobel
colombiano comenzó a escribir una serie de cuentos, que algunos estudiosos de su obra dicen que
estaban destinados a un libro de historias infantiles que nunca publicó. Estos relatos, junto con
otras historias, pensadas en un principio como guiones cinematográficos, fueron publicados en el
año 1972, bajo el título de: La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y de su abuela
desalmada. El último libro de cuentos de Gabriel García Márquez se publicó en el año 1992, bajo el
título de Doce cuentos peregrinos. Son relatos de inmigrantes latinoamericanos en el viejo
continente, un libro que García Márquez decidió publicar el año en que se festejaron los 500 años
de la llegada de los europeos al continente americano.
LOS FUNERALES DE LA MAMÁ GRANDE
Los funerales de la Mamá Grande es el primer libro de cuentos, publicado por el escritor
colombiano Gabriel García Márquez, en el año 1962. Si bien no fueron los primeros cuentos
escritos por el Nobel, como se refirió en el apartado anterior de este artículo, sí son los primeros
publicados en forma de libro. En la obra se reúnen ocho cuentos, todos breves a excepción de Los
funerales de la Mamá Grande, el relato que cierra y da nombre al libro, texto que algunos críticos
prefieren catalogar, más que como un cuento, como una novela corta. En este libro aparece
nuevamente como escenario el pueblo Macondo, ya lo habíamos visto en La hojarasca (1955), su
primera novela, y lo volveremos a ver en su obra más conocida, Cien años de soledad(1967).
Mario Benedetti dijo en 1972 que este libro de cuentos funcionó dentro de la obra de Gabriel
García Márquez como un “trampolín para el gran salto imaginativo” que supuso la escritura de Cien
años de soledad. Es una gran verdad, porque no solo el escenario de Macondo funciona en este
libro como un antecedente de Cien años de soledad, también se encuentran personajes como el
coronel Aureliano Buendía y su hermano José Arcadio. Hay también algunas historias que García
Márquez abordará en La mala hora, una novela publicada el mismo año 1962, y cinco años
después, en Cien años de soledad. Los funerales de la Mamá grande es un libro en el que ya
aparecen los elementos propios del realismo mágico, que tanto caracterizarán a algunas de las
obras posteriores del escritor colombiano. Diferentes historias que superan lo real y verosímil
transcurren en medio de una atmósfera de intenso calor. Una mujer que fallece a los noventa y dos
años, virgen, y a sus funerales concurren el presidente de la República y el Papa; un cura que dice
haber visto al diablo y numerosos pájaros que caen sobre el poblado, rompiendo mosquiteros y
alambradas, constituyen algunas de las historias que se desarrollan en la obra. Todos los cuentos
presentan un narrador omnisciente, que cuenta las historias de forma ordenada, lo que permite una
lectura ágil. Como es característico dentro de la literatura garciamarquiana, hay muy pocos
diálogos y monólogos. Se le da mucha importancia a las descripciones de los ambientes donde
transcurren las acciones, pero las descripciones, casi siempre están insertas en las mismas
narraciones. En cuanto a la temática que presentan los relatos, es perceptible una sociedad en
conflicto, injusta, desigual, sometida a las arbitrariedades del poder. Por las páginas del
libro desfilan tanto los personajes marginados como los privilegiados. Encontramos desde viudas,
ladrones, carpinteros, y dentistas, hasta alcaldes, tenientes, médicos y sacerdotes
ANÁLISIS DE UN DÍA DE ESTOS
Del libro de Gabriel García Márquez Los funerales de la Mamá grande (publicado por la
Universidad Veracruzana de Xalapa en México en 1962), he elegido para el análisis literario el
cuento titulado: Un día de estos.
Este relato concreto del novel colombiano, donde nada sobra ni falta, está muy relacionado con el
cuento titulado Espuma y nada más, del escritor bogotano Hernando Téllez. El cuento de Téllez,
publicado en 1950 en el libro titulado Cenizas para el viento y otras historias, habla de un barbero y
un capitán, los que serían comparables al dentista y al alcalde militar del cuento de Gabriel García
Márquez. Ambos relatos transcurren en la misma época y si bien el de Téllez es más explícito, en
cuanto a los papeles que juegan los protagonistas, las dos narraciones aluden inequívocamente al
conflicto armado que se vivía en la sociedad.
La línea argumental del cuento que nos ocupa muestra el encuentro de un dentista empírico y un
militar que ejerce como alcalde del pueblo, en un viejo consultorio, donde se lleva a cabo la
extracción de una muela. Hay solo tres personajes, dos principales, Don Aurelio Escovar (el
dentista) y el alcalde (teniente); finalmente, el hijo del dentista, un personaje secundario que
funciona como intermediario entre los dos principales. Tras esta anécdota breve y hasta cotidiana,
aparece en el relato un trasfondo de violencia social, corrupción, abuso de poder, tensión y
enemistad entre los personajes principales.
Al igual que todos los cuentos de Los funerales de la Mama Grande, este relato presenta algunos
diálogos y un narrador omnisciente, que cuenta en tercera persona. Es una narración lineal, que se
desarrolla en un único escenario y presenta una sola acción.
El tema central del relato es la tregua que se establece dentro del conflicto ideológico, entre el
pueblo (representado por el dentista) y el Estado (representado por el alcalde), y la inversión de los
poderes, donde el pueblo, al menos por un momento, va a imponer sus normas.
Internamente, encontramos tres momentos diferentes en la narración. En un primer momento se
nos presenta al dentista y su entorno laboral. Hay un segundo momento, el más extenso, que
abarca el diálogo de Escovar con su hijo, la irrupción del alcalde en el consultorio y la extracción de
la muela. Finalmente, el tercer momento, muy breve, estaría constituido por el diálogo final de los
personajes.
En el comienzo del relato todo parece tranquilo, cotidiano y hasta agradable. El narrador
omnisciente se encarga de contarnos las características del dentista. Es importante el tratamiento
que se le da desde el punto de vista narrativo a este personaje (representante del pueblo), de él se
nos van a dar detalles significativos, cosa que no se va a hacer con el personaje del alcalde-
teniente (representante del Estado). El dentista tiene un nombre (Aurelio Escovar), se nos dice que
es buen madrugador, trabajador, se lo ve ordenado, metódico y observador. En esta primera parte
de la narración, además de conocer las características del dentista, conocemos el escenario donde
se desarrollará el relato. La acción propiamente dicha correspondiente al segundo momento de la
narración, comienza con las palabras del hijo de Escovar. La mediación del niño, de quien solo se
oye la voz, y no hace más que trasladar la petición del alcalde, muestra la distancia inamistosa
entre los dos personajes. El pedido consiste en un servicio profesional, la extracción de una muela.
En un principio, el dentista se niega a recibir al alcalde, y le indica al niño que le diga que no está,
pero el alcalde escucha su voz y lo amenaza con pegarle un tiro si no le saca la muela. El hecho
de que Escovar se niegue a atender a su visitante y que sienta que es mejor que lo haya
escuchado cuando dijo que no quería atenderlo, muestra una clara oposición por parte del dentista
al poder que ostenta el militar. Hay elementos en el relato que nos permiten suponer cosas que no
están referidas explícitamente. Escovar está armado, esto no solo muestra que está dispuesto a
contrariar las órdenes del alcalde, sino que es un ciudadano preparado para acontecimientos
militares. Quizá pertenezca a algún grupo de resistencia popular, esto no lo sabemos, aunque más
adelante, cuando se disponga a extraerle la muela a su indeseado visitante, le va a decir que le
cobra veinte muertos. Por su parte el militar actúa con la conducta estereotipada de los de su
especie, se muestra prepotente, orgulloso, alguien que quiere imponer su voluntad a través de la
violencia. Pero los acontecimientos de la narración no siguieron el rumbo que los lectores
estábamos esperando. Escovar, antes de desafiar al alcalde a que haga efectiva su amenaza, se
cercioró de que su revólver efectivamente estuviera en la gaveta inferior de la mesa. El alcalde por
su parte irrumpió en el gabinete después de amenazar concretamente, de manera que lo más
lógico habría sido que hubiera existido al menos un intercambio de disparos. Pero nada de esto
pasó. Cuando el dentista ve las marcas del dolor en la cara del alcalde se compadece de su
sufrimiento y es precisamente este sentimiento el que posibilita la prestación del servicio casi con
normalidad. El alcalde tampoco se encontraba gustoso con la visita, de otra forma no hubiera
pasado cinco noches de tormento, pero seguramente Escovar era el único dentista del pueblo, y
aunque empírico, sabía hacer su trabajo.
El conflicto del cuento está vinculado con la salud, no con lo militar, y los personajes, en ese
terreno, deben tratar de interactuar de la forma más civilizada posible. Esta situación lleva a que en
ese viejo consultorio se inviertan los papeles en lo que respecta al poder. El militar pasa a estar a
la merced de lo que pueda decir el dentista y no tiene otra alternativa que obedecer si quiere dejar
de sufrir por la muela. Por esta razón es que dije en la definición del tema del relato que el pueblo,
por un momento, va a imponer sus normas. Porque después, el conflicto social seguirá intacto. El
alcalde aliviará su tormento y dejará en claro que es él quien ostenta el poder absoluto en esa
sociedad. Conocedor de esa realidad transitoria, Escovar maneja el tiempo y la situación a su
favor: hierve los instrumentos, los retira con unas pinzas frías sin ningún apuro, se lava las manos,
todo bajo la atenta mirada de un desesperado alcalde. Incluso tiene la excusa perfecta para
generarle al militar un sufrimiento extra: como tiene un absceso, la intervención debe ser sin
anestesia. Esto puede llegar a ser verdad o no, es algo que queda librado a nuestra imaginación, lo
cierto es que el dolor de ese momento para el alcalde sería tan intenso, que el dentista le dice:
“Aquí nos paga veinte muertos, teniente”. Es muy significativo que el dentista no le diga
alcalde, sino teniente, aludiendo a su condición de militar. Que le cobre veinte muertos, de los
cuales este alcalde-teniente seguramente es responsable y que hable de ese cobro en plural, lo
que muestra que esos muertos son del pueblo, del que Escovar forma parte. Una vez que el
dentista le saca la muela, le ofrece al alcalde con ironía un trapo limpio. Se encarga de
especificarle que el trapo es para que se seque las lágrimas, con lo que se crea un contraste entre
la situación y la altivez característica del militar.
El último momento del relato está constituido por un mínimo diálogo de los personajes. Allí queda
al desnudo la corrupción de esa sociedad violenta. Ese militar, que seguramente se hizo del poder
por las armas, que tiene sometida la población y que carga al menos con decenas de muertos,
financia sus cuentas personales con las arcas del Estado. No tiene ningún tipo de vergüenza de
decir que él y el municipio son la misma vaina.

https://www.culturamas.es/blog/2016/04/25/gabriel-garcia-marquez-y-el-cuento/

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