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CULTURA

“Otra gente, otra lengua, otro país”


"El país del río" reúne textos menos conocidos de dos de los prosistas
más destacados de la Argentina. El Nordeste retratado en las
Aguafuertes fluviales de Arlt y en las crónicas de Walsh.

Por Mariano Pedrosa


25 de Marzo de 2017

El tiempo separa irremediablemente las vidas de Roberto Arlt y de Rodolfo


Walsh. Ambos fueron escritores que fijaron en tinta sobre papel una manera
de relatar el mundo. Además de vitalizar la narrativa argentina en obras
como Los siete locos y Cuentos para tahures transitaron los arduos pasajes del
periodismo. Arlt, a través de sus aguafuertes; Walsh directamente tuvo que
inventar un género: la no ficción, Operación Masacre es su obra de
referencia.

Ambos escritores, en algunos de sus textos menos conocidos – pero en los que
aparecen sus plumas en su máximo esplendor– se aventuraron en una región
común: el Nordeste argentino. Relataron esta zona, cada uno en su tiempo
(con poco más de treinta años de diferencia), cada uno a su modo, cada uno
persiguiendo aquello que más le interesaba. Los dos fueron enviados por los
medios de prensa en los que trabajaban, el diario El Mundo para el primero,
las revistas Panorama y Adán para el segundo.

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El reconocimiento de Walsh está anudado a los fusilamientos en un
descampado en José León Suárez. El de Arlt, en buena medida, a sus
“ cuadros urbanos” sobre Buenos Aires. El país del río es un libro que
muestra a estos escritores fuera de su circuito más habitual, que cruza sus
miradas en un solo volumen. Para deleite de los lectores conjuga momentos
más encumbrado y menos conocidos de dos de los prosistas más destacados
de la Argentina. El “ hiperrealismo” de las aguafuertes fluviales de Arlt, que
navegó el Paraná en 1933; y las crónicas de Walsh, “ modelo de periodismo
etnográfico y social” , que viajó junto al fotógrafo Pablo Alonso a Corrientes,
Chaco y Misiones entre 1966 y 1967.
Cristina Iglesia estuvo a cargo de esta ejemplar edición de la Universidad
Nacional de Entre Ríos y la Del Litoral, que incluye al final un cuerpo de
notas producto de una minuciosa investigación realizada por Montserrat
Borgatello con datos que iluminan la lectura. En el estudio introductorio,
Iglesia manifiesta: “ Walsh demuestra que la crónica no es la descripción más
o menos ágil o ingeniosa de lo que se ve, sino la persecución de una historia
que a veces puede estar encerrada en un objeto de culto como las tallas de San
la Muerte, o en un tren en miniatura que recorre con lentitud exasperante unos
doscientos kilómetros hacia el interior de la provincia de Corrientes.”

La reunión de estos textos proyecta una mirada renovada sobre una zona
históricamente ligada a otros autores, como Horacio Quiroga, Haroldo Conti,
Juan L. Ortiz y permite un sugerente diálogo literario. “ Apasionados u
ofuscados, interesados o condescendientes, inmersos en el paisaje fluvial, Arlt
y Walsh se vuelven, en estas crónicas, pasajeros intuitivos del río, escritores
metonímicos del agua. Historia y memoria, imagen y palabras: la zona vuelve
a ser nuestra a través suyo.”

En entrevista con Tiempo Argentino, Cristina Iglesia cuenta cómo surgió la


idea de este cruce: “ Me interesó mucho ver cómo narraban ese trópico
nacional, esas incursiones en el mundo acuático del nordeste estos escritores
tan urbanos y, a la vez, dueños de estilos tan diferentes. Y también me
interesó ver de qué modo sus escrituras se esforzaban por apropiarse o por
ignorar ese paisaje, cómo escuchaban el guaraní mezclado con el castellano, si
se dejaban llevar por la extrañeza como le sucede a Walsh o se refugiaban en
la soledad del camarote para protegerse del afuera como hace a veces Arlt.”

– El Litoral parece representar un enigma, una realidad muy distinta a la


urbana, más asociada a ambos escritores. ¿Hay un quiebre en sus
trayectorias narrativas en este pasaje a una zona menos urbana-
industrial?

– Se trata de una zona atravesada por el agua – grandes ríos, pequeños


riachos, esteros, bañados, islas– caracterizada por un calor por momentos
agobiante y sumida en poderosos contrastes entre una pobreza silenciosa y
tenaz y una riqueza por momentos obscena, para ambos escritores es un
mundo “ otro” . Sus viajes son, en este sentido, viajes hacia lo desconocido de
su propio país.

– ¿Condiciona los escritos el hecho de que ambos hayan sido envidados


por medios de prensa?

– Las de Arlt son notas breves, escritas en su máquina en la cubierta del barco
y enviadas por correo al periódico mientras que las de Walsh son notas más
extensas (con un tiempo de investigación) para revistas
como Panorama o Adán y eso marca una diferencia. Pero de todas maneras es
notable como Arlt en estas crónicas no convierte en personajes ni a los
lugareños ni a sus compañeros de travesía por el río como sí lo hará en sus
crónicas de España donde toreros, obreros, bailarinas ocuparán el centro de la
escena mientras que Walsh arma sus crónicas precisamente sobre las historias
de los personajes con los que se va cruzando. Y es este rasgo de la
construcción del relato en Walsh lo que permite trazar una línea que va
de Operación Masacre a estas crónicas: los personajes, sus vidas, sus miedos,
sus miserias son siempre centrales.

– ¿Arlt ha sido una referencia en estos escritos de Walsh?

– Me he preguntado, y me han preguntado los primeros lectores de El país del


río, si Walsh conocía las crónicas fluviales de Arlt. Existe la posibilidad – un
tanto remota– de que enterado de este viaje arltiano a esas tierras del
nordeste, Walsh hubiera realizado una investigación previa en el archivo del
periódico. Pero no hay ninguna mención o algún indicio que nos permita
suponer ese conocimiento así que la pregunta permanece sin respuesta.

– Una pregunta abierta: ¿qué significa el río para ambos escritores?

– No sé qué significó ese enorme río para ambos escritores pero lo que sí sé es
que haberlo recorrido, cruzado una y otra vez en un buque de carga, en lancha,
en vaporcito, en balsa, contemplarlo al comienzo del día o en las tardes
nostálgicas desde su mismo medio o desde algún punto de la orilla, no pudo
haberlos dejado indemnes.

Roberto ArltRodolfo WalshLiteratura argentina

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