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Octubre 3 - 4, 2009

Solemnidad de San Francisco de Asís


(Lecturas y Oraciones para la Celebración Eucarística)

Burlington, 2009
www.jacekleszczynski.mex.tl
NUESTRO PADRE SAN FRANCISCO
Diácono y fundador de las Tres Órdenes
Solemnidad para toda la Orden

Antífona de entrada
Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de
nuestro santo Padre Francisco; los ángeles se alegran de esta solemnidad y
alaban a una al Hijo de Dios.

Acto Penitencial
Antes de compartir la mesa del Pan y de la Palabra, reconozcamos ante
Dios y ante los hermanos, en unos instantes de silencio, aquello que
hace que nuestras manos y nuestra vida no se entregue
incondicionalmente, aquello que en nosotros no es minoridad, ni
servicio (silencio)

- Por las veces que nuestras manos no están abiertas, ni acarician,


ni adoptan un gesto de entrega. Señor, ten piedad
- Por las veces que nuestras manos se cierran y se convierten en
puños que golpean, amenazan y dañan. Cristo, ten piedad
- Por las veces que nuestras manos no ofrecen amistad sincera, ni
consuelan las penas, ni se aferran a otras con fuerza derribando los
muros del odio. Señor, ten piedad

Dios todopoderoso, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros


pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén

Oración colecta
Dios todopoderoso,
que otorgaste a nuestro Padre san Francisco
la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza;
concédenos caminar tras sus huellas,
para que podamos seguir a tu Hijo
y entregarnos a ti con amor jubiloso.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración sobre las ofrendas
Al presentarte, Señor, nuestras ofrendas,
te rogamos nos dispongas
para celebrar dignamente el misterio de la cruz,
al que se consagró nuestro Padre san Francisco
con el corazón abrasado en tu amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

PREFACIO
V. El Señor esté con vosotros. W. y con tu espíritu.
R. Levantemos el corazón.
V. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario darte gracias


siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo,
Dios Todopoderoso y eterno.

Porque has llamado


a la más alta perfección evangélica
a tu siervo Francisco
por el camino de la verdadera pobreza y humildad.

Encendido en el fuego de tu amor,


te bendijo en la contemplación
de las obras de tus manos
con cantos de, júbilo y alegría.

Marcado con las llagas de Cristo, nos mostraste en él


la imagen de Jesucristo crucificado, Señor nuestro.

Por él
los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales celebran tu gloria
unidos en común alegría.

Permítenos asociarnos a sus voces


cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión 1 Pe 4,13
Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo,
para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Oración después de la comunión


Por este sacramento que hemos recibido,
concédenos, Señor,
imitar a nuestro Padre san Francisco
en su caridad y en su celo apostólico,
para que gustemos los frutos de tu amor
y nos entreguemos a la salvación de nuestros hermanos.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición solemne Num 6, 24-26


V. El Señor os bendiga y os guarde.

R. Amén.

V. Haga brillar su rostro sobre vosotros


y os conceda su favor.

R. Amén.
V: Vuelva su mirada a vosotros y os conceda la paz.
R. Amén.
V. y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
V. Amén.
NUESTRO PADRE SAN FRANCISCO, diácono y
fundador de las Tres Ordenes
Solemnidad para toda la Orden

Monición de entrada (Sábado)


Bienvenidos a esta Eucaristía en la que recordaremos el Tránsito de San
Francisco de Asís, su paso definitivo a las manos del Padre, que desde el
atardecer de aquel 3 de Octubre de 1226, la familia franciscana
conmemora. Enfermo y con las cinco llagas de Cristo en su cuerpo, junto
a la ermita de la Porciúncula, Francisco se despidió del mundo,
celebrando su muerte como una Pascua de liberación, pues moría en
Cristo para resucitar a la vida definitiva. Mandó que leyeran el relato de
la Pasión según san Mateo y poco después se presentaba la Hermana
Muerte liberadora. Viéndola entrar en su chabola, el Poverello la saludó
cortésmente diciendo: "¡Bienvenida seas, Hermana Muerte!" y rogó al
médico que le asistía, que anunciara a todos esta visita porque, añadió
Francisco: "Ella es quien me ha de introducir en la vida eterna".
Que esta celebración nos ayude a discernir cómo vivimos nuestro
ser cristianos, cuánto de servicio a los demás hay en nuestro día a día,
cuántas veces echamos una mano al que camina a nuestro lado.

Monición de entrada (Domingo)


Buenas tardes, sed todos bienvenidos a esta eucaristía en la que
celebramos con gran alegría la Solemnidad de nuestro hermano
Francisco de Asís, diácono y fundador de la gran familia franciscana
repartida por todo el mundo. Francisco, el hombre de manos orantes,
de manos fraternas, de manos serviciales... Francisco el hermano
menor al estilo de Jesús de Nazaret.
Podemos decir que hoy Francisco extiende su mano y nos
ofrece su estilo de vida, que no es otro que el de vivir el Evangelio
de Jesucristo desde la minoridad.
Que esta gran fiesta nos ayude y anime a vivir nuestra vida y el
carisma franciscano con más ilusión, con más compromiso, con más
fidelidad.
Lectura de la Leyenda Mayor de San Buenaventura (LM 14 5-6 y
CtaF)

Acercándose, por fin, el momento de su tránsito, hizo llamar a su


presencia a todos los hermanos que estaban en el lugar y, tratando de
suavizar con palabras de consuelo el dolor que pudieran sentir ante su
muerte, los exhortó con paterno afecto al amor de Dios. Después se
prolongó, hablándoles acerca de la guarda de la paciencia, de la
pobreza y de la fidelidad a la santa Iglesia romana, insistiéndoles en
anteponer la observancia del Santo Evangelio a todas las otras normas.
Sentados a su alrededor todos los hermanos, extendió sobre ellos
las manos, poniendo los brazos en forma de cruz por el amor que
siempre profesó a esta señal, y, en virtud y en nombre del Crucificado,
bendijo a todos los hermanos tanto presentes como ausentes. Añadió
después: "Estad firmes, hijos todos, en el temor de Dios y permaneced
siempre en él. Y como ha de sobrevenir la prueba y se acerca ya la
tribulación, felices aquellos que perseveraren en la obra comenzada. En
cuanto a mí, yo me voy a mi Dios, a cuya gracia os dejo encomendados
a todos". (Y de manera especial los religiosos, que renunciaron al siglo,
están obligados a hacer más y mayores cosas, pero sin omitir éstas.
Debemos amar a nuestros enemigos y hacer el bien a los que nos tienen
odio (cf. Mt 5,44; LC 6,27). Debemos guardar los preceptos y consejos
de nuestro Señor Jesucristo. Debemos, igualmente, negarnos a nosotros
mismos (cf. Mt 16,24) y poner nuestros cuerpos bajo el yugo de la
servidumbre y de la santa obediencia, según lo que cada uno prometió
al Señor. Pero aquel a quien ha sido encomendada la obediencia y que
es tenido por mayor, sea como el menor (Lc 22,26) y siervo de los
otros hermanos. Y con cada uno de los hermanos practique y tenga la
misericordia que quisiera que se tuviera con él si estuviese en caso
semejante. Tampoco se deje llevar de la ira contra el hermano por
algún delito suyo, sino con toda paciencia y humildad amonéstelo y
sopórtelo benignamente. Nunca debemos desear estar sobre otros, sino,
más bien, debemos ser siervos y estar sujetos a toda humana criatura
por Dios (1Pe 2,13). )
Concluida esta suave exhortación, mandó el varón muy querido
de Dios se le trajera el libro de los evangelios y suplicó le fuera leído
aquel pasaje del evangelio de San Juan que comienza así: Antes de la
fiesta de Pascua. Después de esto entonó él, como pudo, este salmo: A
voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor, y lo recitó
hasta el fin, diciendo: Los justos me están aguardando hasta que me
des la recompensa.
Cumplidos, por fin, en Francisco todos los misterios, liberada su
alma de las ataduras de la carne y sumergida en el abismo de la divina
claridad, se durmió en el Señor este varón bienaventurado.

PRIMERA LECTURA
Francisco, como sol refulgente sobre el templo real

Lectura del libro del Eclesiástico 50, 1-3. 7.


Este es aquel que en su tiempo se reparó el templo,
en sus días se afianzó el santuario.
En su tiempo cavaron la cisterna
y un pozo de agua abundante.
Protegió a su pueblo del saqueo
y fortificó a la ciudad para el asedio.
Qué majestuoso cuando salía de la tienda
asomando detrás de las cortinas;
como estrella luciente entre nubes,
como luna llena en día de fiesta,
como sol refulgente sobre el templo real,
así brilló él en el templo de Dios.

Salmo responsorial Cfr. Sal. 15, 1-2a. 5. 7-8. 11.

V. El Señor es el lote de mi heredad.


R. El Señor es el lote de mi heredad.
V. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa.
R. El Señor es el lote de mi heredad.
V. Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R. El Señor es el lote de mi heredad.
V. Me enseñarás el sendero de la vida;
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
R. El Señor es el lote de mi heredad

SEGUNDA LECTURA
En la cruz el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 6, 14-18.


Hermanos:
Dios me libre de gloriarme
si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
en la cual el mundo está crucificado para mí,
y yo para el mundo.
Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión,
sino criatura nueva.
La paz y la misericordia de Dios
vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma;
también sobre Israel.
En adelante, que nadie me venga con molestias,
porque yo, llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo
está con vuestro espíritu, hermanos.
Amén.
SECUENCIA

Ya estás, Francisco, clavado


sobre la cruz redentora.
Triunfas del mundo y la carne
y es de Cristo tu victoria.
El ideal de tu vida
un mundo nuevo jalona,
y el árbol del evangelio
florece con nuevas rosas.
Una cuerda a tu cintura
ciñe tu pureza. Y brotan
las flores por donde pisas
con tus plantas milagrosas.
La pobreza fue tu dama,
la que era de Cristo esposa.
Viuda del primer marido,
de nuevo tú la desposas.
Y en arras cinco rubíes
tu cuerpo llagado adornan.
Cinco ventanas abiertas
por las que el alma se asoma.
La cruz fue el árbol de vida
que te cobijó a su sombra.
Bajo sus ramas abiertas
tus hijos trabajan y oran.
Padre bueno, Padre santo,
de esta familia que implora
tu espíritu, que da vida,
tus virtudes, que dan gloria.
A los que llevan tu nombre
dales proseguir tu obra.
La semilla aquí sembrada
dará en el cielo sus rosas.
Aleluya
Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Francisco, pobre y humilde,
entra rico en el cielo
y es honrado con himnos celestes.
Aleluya.

EVANGELIO
Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla

+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 11, 25-30.

En aquel tiempo, Jesús exclamó:


Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí,
Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie
conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél
a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad
con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
Oración Universal
Padre, sabes que nos sentimos necesitados de tu ayuda y de tu
protección. Por ello te dirigimos nuestras oraciones.

1. Para que tu Iglesia no olvide que no vino a ser servida sino a servir.
Oremos al Señor… Te lo pedimos Señor.

2. Para que nuestras manos sean fraternas, acojan, abracen y apoyen a


los demás, especialmente a los más necesitados.
Oremos al Señor… Te lo pedimos Señor.

3. Para que nuestra comunidad cristiana sirva con generosidad en todos


los ámbitos de su misión.
Oremos al Señor… Te lo pedimos Señor.

4. Para que aprendamos de Francisco a ser menores con los otros, en la


humildad y en la actitud de servicio.
Oremos al Señor… Te lo pedimos Señor.

5. Por nuestro mundo, para que no falten hombres y mujeres que


entreguen su vida gratuitamente en servicio a los demás.
Oremos al Señor… Te lo pedimos Señor.

6. Para que nuestra comunidad parroquial viva la fraternidad franciscana


como una riqueza que se nos ha dado para vivirla y anunciarla.
Oremos al Señor… Te lo pedimos Señor.

7. Por toda la familia franciscana repartida a lo largo y ancho de


nuestro mundo: para que su vida sea testimonio de minoridad y de
experiencia de Dios.
Oremos al Señor… Te lo pedimos Señor.

Oración: Acoge Padre las oraciones que te dirigimos y todas


aquellas que llevamos en nuestro corazón. Te lo pedimos por
Jesucristo, tu Hijo, el cual vive y reina en la unidad del Espíritu Santo
por los siglos de los siglos. Amén

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