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Título: Demolición de obras realizadas en contravención al reglamento de administración y abuso del derecho
Autor: Tachella, Diego H.
Publicado en: LA LEY 10/05/2019, 10/05/2019, 5
Cita Online: AR/DOC/967/2019
Sumario: I. El caso en análisis.— II. Cumplimiento del Reglamento de Propiedad Horizontal.— III.
Legitimación activa.— IV. Demolición de obras realizadas en contravención. Abuso del derecho.— V.
Conclusión.
(*)

I. El caso en análisis
En el fallo en estudio, la sala H de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil rechazó la
demanda interpuesta por la accionante, mediante la cual, en su calidad de propietaria de la unidad funcional nro.
1, peticionó la restitución a su estado original de las construcciones hechas en la unidad funcional nro. 2.
Al promover la acción, la parte actora fundamentó su petición alegando que dichas obras no habían sido
autorizadas por el consorcio (compuesto por tan sólo tres unidades funcionales) y que, además, aquéllas la
perjudicaban.
De los considerandos del fallo en análisis se desprenden algunas cuestiones que merecen ser resaltadas:
— Un copropietario que no sea damnificado en forma "directa" en su unidad funcional, pero sí lo es en
relación con las partes o cosas comunes, cuenta con legitimación activa para pedir el cumplimiento del
Reglamento de Administración.
— Si bien debe lucharse por el cabal cumplimiento del Reglamento de Copropiedad como única vía
saludable para mantener la armonía en el seno de la vida consorcial, y que en caso de excesos los comuneros
deben ser obligados a respetar las normas consorciales, disponiéndose por ejemplo la demolición de obras
nuevas que impliquen modificaciones no autorizadas por el ente consorcial, cierto es que importa un abuso del
derecho pretender hacer cumplir el Reglamento cuando quien lo peticiona tampoco lo cumple, y el resto de los
consorcistas tampoco.
Expuestas sucintamente las conclusiones del fallo motivo de este comentario, habré de tratar la cuestión
relativa al cumplimiento del Reglamento de Administración, para luego analizar el tema de la legitimación
activa para pedir el cumplimiento del referido estatuto y, por último, ahondar en la temática atinente a la
demolición de obras realizadas en contravención, con especial tratamiento del instituto del abuso del derecho
(art. 10 del Cód. Civ. y Com. de la Nación).
II. Cumplimiento del Reglamento de Propiedad Horizontal
El Reglamento de Propiedad es un contrato que regula la vida consorcial de un edificio sujeto al régimen de
propiedad horizontal. Opera como una ley, al que, junto a las disposiciones previstas en el tít. V del Código
Civil y Comercial de la Nación (arts. 2307 y ss.) los comuneros y/u ocupantes de las distintas unidades
funcionales deben sujetar su comportamiento.
Aquél representa el vínculo que une a los copropietarios en la gestión de los intereses comunes y constituye,
por lo tanto, el verdadero estatuto inmobiliario regulador de los derechos y obligaciones de la comunidad. Sus
cláusulas constituyen la ley a la que los propietarios deben ajustar sus relaciones recíprocas (1) y se integra al
título suficiente sobre la unidad funcional (art. 2038 del Cód. Civ. y Com.).
Cabe recordar que, conforme a lo previsto por el art. 2036 de dicho Código, aquél debe contener
obligatoriamente: a) determinación del terreno; b) determinación de las unidades funcionales y
complementarias; c) enumeración de los bienes propios; d) enumeración de las cosas y partes comunes; e)
composición del patrimonio del consorcio; f) determinación de la parte proporcional indivisa de cada unidad; g)
determinación de la proporción en el pago de las expensas comunes; h) uso y goce de las cosas y partes
comunes; i) uso y goce de los bienes del consorcio; j) destino de las unidades funcionales; k) destino de las
partes comunes; l) facultades especiales de las asambleas de propietarios; m) determinación de la forma de
convocar la reunión de propietarios, su periodicidad y su forma de notificación; n) especificación de
limitaciones a la cantidad de cartas poderes que puede detentar cada titular de unidad funcional para representar
a otros en asambleas; ñ) determinación de las mayorías necesarias para las distintas decisiones; o)
determinación de las mayorías necesarias para modificar el Reglamento de Propiedad Horizontal; p) forma de
computar las mayorías; q) determinación de eventuales prohibiciones para la disposición o locación de unidades
complementarias hacia terceros no propietarios; r) designación, facultades y obligaciones especiales del
administrador; s) plazo de ejercicio de la función de administrador; t) fijación del ejercicio financiero del

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consorcio; u) facultades especiales del consejo de propietarios.


Asimismo, dada la naturaleza contractual del Reglamento, las partes pueden insertar otras cuestiones que
tienden a regular aspectos que hacen al mejor aprovechamiento de las partes comunes o a fijar pautas de
convivencia. La terminología utilizada no significa que las disposiciones facultativas carezcan de la misma
fuerza obligatoria que las anteriores, dado que unas y otras, una vez incluidas en el Reglamento, configuran la
ley para las partes que adhirieron. Entre las cláusulas facultativas pueden citarse: las que fijan el procedimiento
extrajudicial para perseguir el cobro de expensas atrasadas; los intereses moratorios que se aplicarán en el
supuesto de retardo en el cumplimiento; multas en caso de distintas violaciones al Reglamento; facultad o
prohibición (2).
Cabe puntualizar que el Reglamento de Copropiedad y Administración fija los derechos y obligaciones de
los titulares de derechos reales de propiedad horizontal en un edificio, de modo tal que determina los límites que
recíprocamente se imponen los propietarios. Se trata de un contrato de adhesión, debiendo ajustarse las partes a
sus disposiciones como a la ley misma. Ninguno de los propietarios puede tener derechos absolutos que
menoscaben los de los demás, ni puede existir violación alguna de las garantías constitucionales cuando se
sujetan voluntariamente a las restricciones del dominio; el interés general es el factor determinante de esta
excepcional situación. Las partes aceptan voluntaria y libremente los términos contractuales del Reglamento de
Copropiedad y Administración, y es su obligación observarlo, cumpliendo acabadamente con las obligaciones
asumidas. Ante la violación de cualquiera de sus disposiciones y en los supuestos de evitar daños a la solidez,
seguridad o salubridad del edificio u otros perjuicios que alteren el funcionamiento y uso de lo que a todos
pertenece, el juez podrá adoptar las disposiciones necesarias para el cese de la infracción, estando facultado para
ordenar el allanamiento del domicilio o el uso de la fuerza pública si fuese menester (3).
Así, se ha señalado que si bien las normas sobre propiedad horizontal aluden en forma expresa al propietario
y al ocupante, no cabe duda de que el inquilino, comodatario, usuario o usufructuario deben respetar también el
Reglamento de Copropiedad, y las limitaciones y regulaciones que contenga le son oponibles del mismo modo
que al titular del dominio. Las restricciones y límites al dominio, sean legales o convencionales, deben ser
estrictamente observados, toda vez que su acatamiento, por los copropietarios como por los ocupantes, es
condición esencial para asegurar el buen funcionamiento del régimen comunitario (4).
En esa misma inteligencia, se ha sostenido que la vida común que caracteriza el sistema de propiedad
horizontal importa restricciones más numerosas y de mayor entidad que las que existen respecto de quienes
ocupan casas separadas, por lo que en los supuestos en que debe interpretarse una cláusula del Reglamento de
Copropiedad —cuyos términos puedan dejar margen de duda— corresponde que lo sea en favor o en beneficio
de la comunidad, es decir, conforme al interés general de los copropietarios y no al particular del comunero (5).
Es decir, en la intrincada vida consorcial se da una gruesa trama de derechos y obligaciones entre consorcio
y consorcistas, y de éstos entre sí, anudados o entretejidos sobre la base de la ley y el Reglamento de
Copropiedad y Administración, a lo que se agregan las decisiones asamblearias, administrativas, etc. Las
restricciones y límites al dominio y a la propiedad horizontal son múltiples y conforman los confines normales
dentro de los que puede ejercerse el derecho respectivo. Es el marco dentro del cual deben desenvolverse
normalmente los poderes del propietario horizontal, pues es bajo estas condiciones que el derecho está
consagrado legislativamente. El auge de la convivencia está en relación directa con el aumento de las
restricciones y límites a la propiedad. El fin de las restricciones es poner límites a unos y otros, con el objeto de
garantizar igual derecho a cada uno de los propietarios y evitar que se hagan daño mutuamente (6).
En síntesis, en el régimen de la propiedad horizontal, las exigencias de la vida común tornan mucho más
rigurosas las limitaciones que se imponen a cada uno de sus titulares, a efectos de lograr una vida armoniosa en
el seno de la comunidad consorcial. Así es que la inscripción de un inmueble a dicho régimen configura un
dominio restringido, vale decir, un dominio que tiene más restricciones que las que por lo general pueden
confluir sobre ese derecho real.
Así pues, las restricciones establecidas en el Código Civil y Comercial de la Nación en el ámbito de la
propiedad horizontal (arts. 2037 y ss.) y las pactadas en el Reglamento de Administración cumplen un rol
trascendental y tienen que ser rigurosamente cumplidas, ya que su cabal cumplimiento por parte de los
propietarios horizontales es un requisito primordial para asegurar el buen funcionamiento del régimen de dicho
derecho real.
III. Legitimación activa
Cabe recordar que la legitimación para obrar es la cualidad emanada de la ley para requerir una sentencia
favorable respecto del objeto litigioso, que en la mayoría de los casos coincide con la titularidad de la relación
jurídica sustancial.
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En ese orden de ideas, se ha dicho que la ausencia de legitimación procesal tiene lugar cuando el actor o el
demandado no son las personas especialmente habilitadas por la ley para asumir tales calidades con referencia a
la materia concreta sobre la que versa el proceso (7).
En lo que atañe concretamente al tema en estudio, es dable señalar que, conforme a lo previsto por el art.
2069 del Cód. Civ. y Com., en caso de violación por un propietario u ocupante de las prohibiciones establecidas
en el Código o en el Reglamento de Propiedad Horizontal, el consorcio o cualquier propietario afectado tienen
acción para hacer cesar la infracción.
Así pues, la faz activa para accionar en estos casos pertenece tanto al ente consorcial como a cualquier
propietario afectado.
En cuanto al consorcio, no caben dudas de que su legitimación es amplia y de que no debe argumentar
perjuicio determinado alguno para incoar su reclamo, sino que es suficiente su interés en hacer cumplir el
Reglamento de Administración.
En ese orden de ideas, se ha dicho que aun ante la inexistencia de perjuicios para el consorcio, cuando se
produce una violación a las previsiones legales o contractuales, el consorcio tiene derecho a exigir que se
cumplan las normas dispuestas en interés común, aunque no se ocasione un perjuicio material, no pudiendo
oponerse a éste la ausencia de perjuicios, pues le basta demostrar la infracción cometida, ya que lo que cuenta es
la conducta antijurídica, es decir, la violación a sabiendas de las normas legales y reglamentarias (8).
Por el contrario, con respecto a los copropietarios, las opiniones no son coincidentes. En efecto, existe una
postura que sostiene que la legitimación de los copropietarios para solicitar el cumplimiento del Reglamento es
restringida y sólo pueden peticionarlo quienes hayan sido afectados por la infracción; y otra teoría más amplia,
que asevera que los copropietarios se ven afectados por la sola infracción a las obligaciones impuestas por el
Reglamento de Administración o la normativa legal, y por esa simple cuestión se encuentran legitimados para
ocurrir judicialmente para requerir el acatamiento de dicho estatuto.
Por ejemplo, se ha dicho al respecto que la legitimación activa para instar "la acción" corresponde al
"consorcio" o a cualquier propietario afectado" . Al igual que con la vigencia del art. 6º de la ley 13.512, de las
palabras de la nueva norma se desprende que las infracciones hacen nacer el derecho del administrador a
solicitar el cese por el solo hecho de la perturbación, mientras que el consorcista debe además acreditar el
perjuicio (su afectación) como requisito de procedencia del reclamo (9).
En esa misma inteligencia, se ha sostenido que el copropietario que reclama la demolición de las obras
hechas en infracción debe demostrar que la violación del Reglamento le ocasiona un daño efectivo, mensurable
y demostrable ante la inactividad del consorcio. En cambio, al administrador del consorcio, para poder reclamar
por la construcción de obras en infracción al Reglamento de Copropiedad, le basta con invocar la infracción al
Reglamento, sin necesidad de acreditar, como sí le es reclamado al propietario, la existencia del interés
particular. La circunstancia de ser un consorcio de sólo dos propietarios, que no cuenta con un administrador
designado, no resulta suficiente para que el copropietario que se siente afectado por la obra no deba demostrar el
perjuicio concreto sufrido, ya que la ley no efectúa distingos fundados en esas circunstancias (10).
En ese mismo sentido, se ha dicho que cuando quien demanda no es el consorcio sino uno de los
consorcistas, éste debe demostrar que la transgresión le causa un daño; un perjuicio individual y concreto; una
afectación cierta y personal (11).
En sentido contrario, y en el mismo lineamiento que el seguido en el fallo en análisis, se ha señalado que al
ser todos los consorcistas condóminos sobre las partes comunes, el aprovechamiento de ellas en beneficio
individual supone una usurpación del derecho de dominio que les corresponde a todos y, en consecuencia,
determina la existencia de una lesión patrimonial concreta y directa que afecta a cualquiera de los propietarios
(12).

Es decir, la doctrina y la jurisprudencia no son uniformes en cuanto a la interpretación de la cuestión


atinente a la legitimación de los propietarios para pedir el cumplimiento del Reglamento de Copropiedad.
No obstante ello, cada planteo debe analizarse contemplando las particularidades que presenten las distintas
situaciones. En efecto, no es lo mismo un consorcio en el cual funcionan todos los órganos establecidos en el
Reglamento de Administración y en la normativa de fondo, donde, ante el incumplimiento del Reglamento,
cualquier consorcista puede ocurrir ante el administrador o ante una asamblea a efectos de requerirle al
consorcio que haga cesar dicho incumplimiento, que un consorcio en edificios de pocas unidades, en los cuales
muchas veces hace años que no se celebra asamblea alguna, no se abonan expensas y nadie ejerce la
administración, en cuyo caso parece razonable autorizar a cualquier propietario a efectuar el reclamo ante la
mera infracción del Reglamento.

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IV. Demolición de obras realizadas en contravención. Abuso del derecho


El principio general es que ninguna realización ilícita puede ser mantenida frente al justo reclamo de los
copropietarios, y por tanto cabe que se ordene la demolición de la obra. Esta consecuencia no es absoluta, pues
el ejercicio regular de los derechos no permite que el consorcio o los restantes titulares, conocedores de que la
acción tendrá por objeto la destrucción de lo hecho, dejen avanzar la obra de manera que irrogue un mayor
perjuicio al que la inicia. De alguna manera, quien ve avanzar la obra y lo permite la está consintiendo.
Tampoco la invocación del abuso del derecho podría convalidar un proceder antijurídico ante los hechos
consumados (13).
Establecido ello, cabe recordar que el abuso del derecho es un principio general que tiene influencia en todo
el sistema de derecho privado. Es un límite interno al ejercicio de los derechos, pero no se aplica a las libertades
genéricas. Existe el abuso de un derecho subjetivo (art. 10), el abuso de un derecho subjetivo en relación con un
bien de incidencia colectiva (art. 14) y el abuso derivado de situaciones jurídicas (art. 10). La situación jurídica
se refiere al ejercicio de varios derechos entrelazados por una estrategia diseñada por su titular, creando un
contexto para desnaturalizar, obstaculizar o impedir el ejercicio de un derecho o una facultad de la parte. Lo que
será relevante en el análisis será el examen de esa realidad objetiva, su regulación legal y su incidencia en el
caso, principalmente el resultado práctico final. Para descalificar el ejercicio de un derecho por abusivo se
dispone de varios criterios: la regularidad, los fines que la ley tuvo en miras al reconocerlo, la buena fe, la moral
y las buenas costumbres. Los efectos del acto abusivo son: despojar de toda virtualidad al acto desviado,
privándolo de efectos; impedir el ejercicio de una acción judicial que se funde en el abuso; dar origen a la tutela
preventiva o resarcitoria (14).
La cuestión relativa a la presencia de abuso del derecho en los términos del art. 10 del Cód. Civ. y Com., en
el ámbito del cumplimiento del Reglamento de Copropiedad, fundamentalmente en planteos de demolición de
obras, ya sea por vía de interdicto o por vía sumarísima u ordinaria, a efectos de obtener la restitución de cosas a
su estado anterior, es una cuestión de suma delicadeza que debe ser apreciada con especial cuidado por el
juzgador, ponderando toda la prueba producida a la luz de las reglas de la sana crítica.
En efecto, no obstante la plasticidad con que se aplica este instituto, debe tenerse en cuenta que la
configuración del abuso del derecho constituye una situación excepcional que exige un criterio restrictivo para
su apreciación (15).
Al respecto, se ha dicho que las pautas contempladas a efectos de tener por conformado el abuso del derecho
son la naturaleza del espacio común invadido por la obra nueva, la actitud asumida frente al inicio, prosecución
y culminación de la obra por el consorcio, y los intereses lesionados con la preservación de la obra (16).
Si bien en principio corresponde la demolición de la obra realizada en contra de la prohibición legal, la
cuestión debe juzgarse según dichos principios en casos en que la conducta de las partes, la equidad y a veces la
poca entidad de la obra, que a nadie perjudica aunque beneficie a uno solo, autorizan a mantener lo hecho (17).
Al respecto, la aplicación de dicho principio no ha sido similar en nuestros tribunales, habiendo diversos
precedentes al respecto.
Por ejemplo, se ha establecido que pretender la destrucción de las obras ejecutadas, que no representan un
cambio sustancial en la fachada de la unidad ni significan un desmedro en la armonía del conjunto, así como
tampoco afectan la solidez del edificio, constituye una actitud abusiva que la justicia no puede convalidar (18).
Desde esa misma perspectiva, se ha referido que hay un ejercicio abusivo de su derecho por parte del ente
consorcial en los términos del art. 1071 del Cód. Civil cuando la admisión de su reclamo de demolición de una
obra nueva traería anexo un notorio perjuicio para el demandado, sin un interés atendible o una necesidad
protegible a favor del consorcio. Con mayor razón resulta aplicable este criterio cuando no se trata propiamente
de una obra nueva, sino de arreglos o trabajos relacionados con el uso exclusivo de un sector común, asignado
al propietario de la unidad respectiva (en el caso, se demandó la demolición de una parrilla instalada en el
patio-jardín de una unidad) (19).
Así pues, resulta abusivo por parte de un consorcista pretender la demolición de una obra realizada en
infracción a la ley 13.512 y al Reglamento de Copropiedad, si en su oportunidad guardó silencio y no interpuso
un interdicto de obra nueva para paralizar su construcción, cuando ello estaba a su alcance. Máxime si se trata
de una obra que se fue realizando a plena luz del día, respecto de la cual no se acreditó que afectara la seguridad
del edificio o alterara su fachada, y la acción se inicia varios meses después de finiquitada la construcción, en un
consorcio que se compone tan sólo de dos copropietarios, no existe administrador ni se realizan asambleas
ordinarias o extraordinarias (20).
El Máximo Tribunal sostuvo al respecto que resulta abusiva la demanda promovida por el consorcio para

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restituir una unidad al estado anterior, si la acción fue promovida un año y medio después de comenzados los
trabajos, con conocimiento y sin la oposición de aquél (Fallos 289:400).
Por el contrario, se ha dicho que si bien desde un punto de vista económico la destrucción es lamentable, la
actitud de la vecina damnificada no se presenta como abusiva en los términos del art. 1071 del Cód. Civil, pues
resulta afín al objeto tanto de la Ley de Propiedad Horizontal como del Reglamento de Copropiedad y no se ha
verificado un actuar de la actora reñido con la buena fe, ya que la oposición fue manifestada sin dilaciones y de
manera sostenida. Además, tampoco se ha demostrado que exista una desproporción de valores económicos en
relación con el interés lesionado. De todo lo dicho anteriormente se sigue que no corresponde convalidar la obra
de quien, soslayando las disposiciones legales y reglamentarias mencionadas, ha intentado hacer valer los
hechos consumados como argumento para justificar la afectación del derecho de propiedad e intimidad de su
copropietaria vecina. La construcción existente en las terrazas correspondientes a una unidad funcional del
consorcio de propiedad horizontal debe ser demolida, al haberse acreditado que fue realizada sin autorización
alguna en violación al art. 7º de la ley 13.512 y que causa un perjuicio a otro consorcista, al haber generado
nuevas vistas hacia su unidad funcional, afectando asimismo su luminosidad a nivel de los dos pisos que ésta
comprende, con afectación del derecho de propiedad e intimidad (21).
Así, también se ha decidido que resulta procedente demoler o desarmar una construcción antirreglamentaria,
reponiendo el inmueble al estado anterior a la existencia de esas construcciones irregulares. No media abuso de
derecho por parte del consorcio o de un propietario cuando se requiere el cumplimiento de la normativa
consorcial. El reconocimiento de un derecho expresamente consagrado por el Reglamento de Copropiedad y la
orden de cesar en su violación es un simple ejercicio del derecho y no un abuso de éste. El abuso de derecho no
puede ser invocado por el propietario que en su interés particular pretende utilizar partes comunes en su
exclusivo beneficio. En la especie, se trata de un derecho real, que dentro de los confines normales tiene límites
en la ley nombrada con anterioridad y que deben ser respetados por los consorcistas, no encontrándose
justificado que la mera tolerancia o inacción por algún tiempo por el consorcio o un propietario perjudicado
impida el ejercicio posterior de la acción para exigir su fiel cumplimiento. La tolerancia en este caso no puede
ser fuente de derechos para los consorcistas beneficiados con el uso exclusivo de partes comunes, en donde se
colocó un espacio techado y cerrado con aberturas en el espacio común de uso exclusivo. Las obras en cuestión
no fueron aprobadas por unanimidad por la asamblea de consorcistas, violando con ello lo previsto en el
Reglamento de Copropiedad del ente consorcial (22).
En un supuesto similar al aquí estudiado, se ha dicho que las faltas cometidas por uno de los copropietarios
no son compensables con las de los otros, pues ellas no autorizan a proseguir en una cadena interminable de
infracciones que alterarían el orden, el cual es garantía del derecho generado por la ley 13.512 (23). Si otros
copropietarios cometen infracciones reglamentarias corresponderá hacer valer los mecanismos consorciales a fin
de actuar en lo pertinente con ellos, mas tal conducta no autoriza a una diversa infracción de la aquí demandada
(24)

Expuestos algunos antecedentes jurisprudenciales, debe resaltarse que cada supuesto presenta sus propias
particularidades y tiene que ser analizado de acuerdo con las cláusulas impuestas por el Reglamento de
Administración, sin dejar de olvidar distintos principios, como el abuso del derecho, la equidad, la congruencia
y la doctrina de los actos propios.
Concretamente en lo que hace al fallo en cuestión, debe señalarse que en lo que atañe al caso de los
denominados "PH" o "departamentos tipo casa", respecto de los cuales hubo una gran demanda en los últimos
años por poseer muchas unidades patios, terrazas o espacios verdes, o por abonar pocas expensas (o aun en
algunos casos, por no pagar), se presenta una situación particular que merece ser atendida con especial cuidado,
ya que su vida consorcial diaria es muy diferente a la que se vislumbra en entes consorciales donde funcionan
todos sus órganos. En gran cantidad de esos consorcios, establecidos en muchos casos en edificios de
numerosos años con pocos departamentos, el Reglamento de Copropiedad y la normativa de propiedad
horizontal han pasado al olvido, ya que no se celebran asambleas hace años, no hay administrador ni consejo de
administración vigente y no se abonan expensas. Además, en muchas situaciones, muchos propietarios han
modificado sus unidades afectando partes comunes. Por eso, tal como se resolvió en el fallo en análisis,
pretender la demolición de obras nuevas, si no afectan concretamente a los otros propietarios, cuando el resto de
los comuneros también habían efectuado obras clandestinas, importa un abuso del derecho en los términos del
art. 10 del Cód. Civ. y Com.
V. Conclusión
A tenor de lo expuesto en el presente, cabe concluir que si bien el principio es que ninguna obra clandestina
puede ser conservada frente al reclamo del consorcio o, en su caso, de algún copropietario afectado, dicho

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principio no es absoluto, ya que en ciertos casos pretender la demolición de la obra o la restitución de las cosas a
su estado anterior importa un abuso del derecho que en algunas circunstancias no puede ser admitido.
(*) Abogado (UBA). Profesor de Elementos de Derechos Reales (UBA). Profesor del Curso de
Capacitación Medio de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.
(1) LAMBOIS, Susana, en BUERES, Alberto J. - HIGHTON, Elena I. (dirs.), "Código Civil y leyes
complementarias", BUERES — HIGHTON (dirs.), Ed. Hammurabi, t. 5-B, p. 388.
(2) MALIZIA, Roberto, en HERRERA, Marisa - CARAMELO, Gustavo - PICASSO, Sebastián (dirs.),
"Código Civil y Comercial de la Nación", Infojus, t. V, ps. 170/1.
(3) CNCiv., sala K, 22/03/2012, "Macchi Villalobos, Ernesto O. c. Vigo Pedraza, Olga y otros s/
cumplimiento de reglamento de propiedad".
(4) CNCiv., sala J, 18/05/2010, "Djenderedjian, Julio C. c. Brion Folgar, Ángel Juan y otro s/ daños y
perjuicios".
(5) CNCiv., sala H, 27/06/2008, "Consorcio de Propietarios 25 de Mayo 756/58/62 c. Cáceres, Nelly N. y
otro s/ cumplimiento de reglamento de copropiedad".
(6) Conf. CNCiv., sala F, 01/09/2000.
(7) CNCiv., sala B, 22/11/1995, DJ 1196-2-192.
(8) CNCiv., sala L, 17/07/1992, JA 1993-II-174.
(9) ZELAYA, Mario, en LORENZETTI, Ricardo L. (dir.), "Código Civil y Comercial de la Nación
comentado", Rubinzal-Culzoni Edit., t. IX, p. 559.
(10) CNCiv., sala I, 19/12/2017, "F. M. c. M. J. L. s/ interdicto".
(11) CNCiv., sala M, 04/09/1989, L.33.039; ídem, sala K, 15/07/2008, L.113.604.
(12) RACCIATTI, Hernán, en BELLUSCIO, Augusto C. - ZANNONI, Eduardo A. (dirs.), "Código Civil y
leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado", Ed. Astrea, t. 11, p. 588.
(13) FLAH, Lily R. - AGUILAR, Rosana I., "Legitimación para el ejercicio de acciones en el régimen de
propiedad horizontal", DJ del 07/12/2011, 9.
(14) LORENZETTI, Ricardo, "Código Civil y Comercial de la Nación comentado", Rubinzal-Culzoni
Edit., t. I, p. 57.
(15) LÓPEZ CASTIÑEIRA, José L., en KIPER, Claudio M., "Propiedad horizontal", Rubinzal-Culzoni
Edit., p. 244.
(16) HIGHTON, Elena I., "Propiedad horizontal y prehorizontalidad", Ed. Hammurabi, p. 261.
(17) HIGHTON, Elena I., "Propiedad horizontal...", cit., p. 262.
(18) CNCiv., sala E, 17/02/2003, "Tucci de Colom, Nélida D. y otros c. Consorcio de Propietarios Av.
Cabildo 370/72/74/76/78 y otros s/ cumplimiento de reglamento de copropiedad".
(19) CNCiv., sala C, 11/10/2000, "Consorcio de Propietarios Paraguay 2629 c. De Castro Pérez, María
Fernanda s/ cumplimiento de reglamento de copropiedad".
(20) CNCiv., sala K, 24/05/1999, "Romay de Barreiro, Carmen y otro c. Cobas, Oscar M. y otros s/ daños y
perjuicios".
(21) CNCiv., sala G, 12/12/2013, "G., G. S. c. O., P. E. y otro s/ acciones del art. 15 de la ley 13.512".
(22) CNCiv., sala D, 19/10/2018, "Consorcio de Propietarios Sánchez de Bustamante 62/64/68 c. Regrouth
SA y otros s/ cumplimiento de reglamento de copropiedad".
(23) CNCiv., sala F, 07/10/1996, LA LEY, 1997-E, 494.
(24) CNCiv., sala M, 10/11/2014, "Rendo, Liliana del Carmen c. Pistorio, Marina A. y otro s/ interdicto".

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PROPIEDAD HORIZONTAL ~ DEMOLICION DE EDIFICIOS ~ CONSTRUCCION ~ CONTRAVENCION
~ INTERPRETACION JUDICIAL ~ LEGITIMACION ACTIVA ~ ABUSO DEL DERECHO ~
REGLAMENTO DE COPROPIEDAD
Fallo comentado: CNCiv., sala H ~ 2019/02/25 ~ Ruggeri de Beletti, Alida Casilda c. Palomera, Andrea Liliana y otros s/ ordinario.
Cumplimiento de reglamento.

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