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La jubilación y el proceso de envejecimiento

El envejecimiento es un fenómeno afín a la vida misma; incluye todo el proceso de vivir desde la
concepción hasta la muerte, y como tal, la edad no puede ser una construcción social, porque no
todas las personas con la misma edad muestran el mismo nivel de envejecimiento (Hidalgo, 2002).
Lo que sí es evidente es que durante ese proceso de envejecimiento se da una serie de cambios,
conforme transcurre el tiempo. Cambios en la personalidad, en los papeles sociales, en la
capacidad de ajuste o de adaptación al entorno.

El retiro de la actividad laboral contempla una transición del rol de ser persona trabajadora al
papel de persona jubilada; transición que en gran medida va a estar acompañada de una serie de
pérdidas, entre las cuales destaca la pérdida de los papeles laborales, de estatus y que,
dependiendo del nivel de autoestima, puede generar un vacío existencial, con los riesgos
psicosociales que ello implica. Para Soley (2007) es muy común que la imagen de la persona esté
asociada con su rol de trabajador, y que por lo tanto al dejar de trabajar, la imagen se ve afectada,
sobre todo por la carga de mitos y estereotipos que sobre la jubilación tiene la sociedad. Al ser
percibida como personas desvalorizadas e improductivas la jubilación no sólo afecta por la pérdida
de ese rol, sino que se reducen las posibilidades de reinserción para recuperar esos papeles. De
ahí que autores como Mata (1993) destaquen que: La persona al jubilarse sufre pérdidas
dolorosas, que afectan sobre todo su autoestima, como son: la pérdida del rol social y laboral,
amigos, compañeros y estatus. Y aunque la persona llene su vida de proyectos nuevos durante sus
años de jubilación, los patrones sociales se encargarán de hacerle sentir inútil

La reforma del estado y la seguridad social

Un referente obligado La seguridad social, como área estratégica en el modelo de desarrollo


hegemónico, ha significado para los planeadores económicos un nicho sumamente poderoso para
incentivar la productividad económica general y el crecimiento a través de un mecanismo de
ahorro obligatorio. Para otros, la seguridad social también representa uno de las mecanismos
institucionales más relevantes en la distribución de la riqueza generada por la sociedad. Forma
parte de la política social del Estado y en ella se sostiene gran parte de la oferta de satisfactores de
las necesidades elementales para sectores importantes de la población, tanto porque la
organización institucional es en sí misma generadora de empleos, como por la cadena de
prestaciones y servicios orientados al mantenimiento de la salud (maternidad, planificación
familiar, salud reproductiva, atención general, guarderías, cuidados prolongados, etc…). Lo cierto
es que en el debate sobre la reforma a la seguridad social se desprende una gran preocupación
sobre la reorganización que tendrán las instituciones encargadas de la salud de la población como
resultado de este proceso. La mala calidad de los servicios públicos, la falta de cobertura entre la
población, la limitada infraestructura en áreas rurales, el escaso personal capacitado y la
deficiente administración de los recursos, junto con la desconfianza hacia la "privatización", al
papel de las instituciones lucrativas y el temor a reproducir de una manera más costosa las mismas
deficiencias del servicio público, son parte de las percepciones entre la población usuaria de los
servicios de salud. Todo advierte la existencia de un terreno, confuso y complejo, en el cual se
deben fincar los nuevos retos de las instituciones de salud.

Toda la reforma se fincó en una serie de privatizaciones de las empresas de servicios públicos
junto con un proceso de atomización social y un reforzamiento de la economía de mercado. Los
críticos a la nueva organización del sistema de seguridad social argumentaron que mientras el
modelo chileno se adaptaba a las realidades locales, los costos sociales recayeron sobre los grupos
sociales más vulnerables. Al incentivar el papel del sector privado en el área de salud, se
propiciaba una reducción del papel del Estado como actor fundamental en política social. Para los
analistas, el sistema de salud chileno "aseguró un mínimo nivel de atención a la salud de la
población pobre y la clase trabajadora, mientras se invirtió en alta tecnología para los grupos
sociales que tuvieran mayor poder adquisitivo" (Scarpaci, 1988).

Proyecto de vida

Típicas de la personalidad de cada cual, de las condiciones del ambiente y del modo de vida que se
lleve, y no tanto de la edad, si se mantiene el individuo sano. 1 El desarrollo de la personalidad
hasta alcanzar la madurez y en consecuencia altos niveles de salud y bienestar, deviene un
complejo proceso a lo largo de todo el ciclo vital de una persona, en que la formación y
consolidación de los procesos autorreguladores se convierte en un importante indicador. Entre los
procesos de autorregulación, uno de los más importantes es la capacidad de elaborar proyectos de
vida, saber lo que se quiere y entonces ser capaces de poner la brújula en dirección para
conseguirlos.

Según D´ Angelo (1995), el proyecto de vida es un subsistema psicológico principal de la persona


en sus dimensiones esenciales, o sea, un modelo ideal sobre lo que el individuo espera o quiere
ser y hacer, que adquiere forma concreta en la disposición real y sus posibilidades internas y
externas de lograrlo, definiendo su relación hacia el mundo o hacia sí mismo, su razón de ser como
individuo en un contexto y tipo de sociedad determinada. El proyecto de vida es la estructura que
expresa la apertura de la persona hacia el dominio del futuro, en sus direcciones fundamentales y
en las áreas críticas que requieren decisiones vitales. De esta manera, la configuración, el
contenido y la dirección del proyecto de vida, por su naturaleza, origen y destino están vinculados
con la situación social del individuo, tanto en su expresión actual como en la perspectiva
anticipada de los acontecimientos futuros, abiertos a la definición de su lugar y las tareas en una
sociedad dada.

Vivienda, urbanización

Según D´ Angelo (1995), el proyecto de vida es un subsistema psicológico principal de la persona


en sus dimensiones esenciales, o sea, un modelo ideal sobre lo que el individuo espera o quiere
ser y hacer, que adquiere forma concreta en la disposición real y sus posibilidades internas y
externas de lograrlo, definiendo su relación hacia el mundo o hacia sí mismo, su razón de ser como
individuo en un contexto y tipo de sociedad determinada. El proyecto de vida es la estructura que
expresa la apertura de la persona hacia el dominio del futuro, en sus direcciones fundamentales y
en las áreas críticas que requieren decisiones vitales. De esta manera, la configuración, el
contenido y la dirección del proyecto de vida, por su naturaleza, origen y destino están vinculados
con la situación social del individuo, tanto en su expresión actual como en la perspectiva
anticipada de los acontecimientos futuros, abiertos a la definición de su lugar y las tareas en una
sociedad dada.

Los programas intergeneracionales

Posibilitan experiencias de relación y cooperación entre personas de diferentes edades, orientadas


a favorecer la transmisión e intercambio de conocimientos, competencias y valores, y que además
de posibilitar el enriquecimiento personal y grupal, pueden contribuir activamente a la cohesión y
desarrollo comunitarios.

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