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ANDERSON, Perry

El Estado absolutista

Ed. Siglo XXI, 6ª ed., Madrid 1984.

(t. o.: Lineages of the Absolutist State)

ÍNDICE

I. CARACTERÍSTICAS

II. RESUMEN:

A. EUROPA OCCIDENTAL

1. El Estado absolutista en Occidente

2. Clase y Estado: Problemas de periodización

3. España

4. Francia

5. Inglaterra

6. Italia

7. Suecia

B. EUROPA ORIENTAL

1. El Absolutismo en el Este

2. Nobleza y Monarquía: la variante oriental

3. Prusia

4. Polonia

5. Austria

6. Rusia

7. La casa del Islam


III. CONCLUSIONES

IV. ANEXOS:

A. El feudalismo japonés

B. El "modo de producción asiático"

V. BIBLIOGRAFÍA

I. CARACTERÍSTICAS

Estudio histórico marxista de la formación del absolutismo en los distintos países de Europa y
Asia, desde el siglo XIV hasta el XVII (en Occidente), o hasta el XIX (en Oriente).

Valor científico

Después de enumerar los aspectos que le parecen característicos y determinantes de este


proceso político, el autor va aplicando ese esquema a los distintos países, diferenciándolos en
dos bloques: Oeste y Este. Abarca un amplio espectro de tiempo y espacio, aportando gran
cantidad de datos; sin embargo, hay un excesivo simplismo en los mismos, sin apuntar más
causas o razones que las inmediatas (se parece más a un guión que a un estudio del tema), por
lo que o bien ofrece sucesivamente una visión corta y parcial de los hechos, haciendo difícil
reconstruirlos en su conjunto, o bien hace farragosas disgresiones sin encuadramiento
cronológico y con causas mal delimitadas. En el Prólogo dice que quiere ser una explicación
y exposición de las "razones teóricas de posibilidad" de los distintos hechos y procesos
históricos, en un esfuerzo por unir los datos empíricos de los historiadores marxistas con
explicaciones a los problemas teóricos del materialismo histórico, a los que dice que los
filósofos no han sabido acercarse. Mezcla lo general y lo particular como método de intento
de entendimiento de ambas cuestiones (a menudo en dicotomía, dice por soslayo de alguna de
ellas, en otros estudios también marxistas). Y busca un tratamiento paritario de estudio para
los países del Este, cuyo estudio detenido según el autor que no se había hecho, sino como
una realidad genérica y lejana. También intenta con esto analizar las circunstancias del
nacimiento del Estado como tal (dice el autor que nace en el absolutismo), para entender
mejor cómo y por dónde va a venir su abolición.

Contenido ideológico

El autor defiende la tesis de que el poder —estructura, gobierno— siempre ha estado en


manos de la nobleza (en la que incluye también a la Iglesia), hasta las Revoluciones burguesas
del siglo XVIII; el absolutismo no sería más que un modo de defenderse ésta ("caparazón", lo
llama) de los nuevos ataques del proletariado, ahora en forma de incipiente burguesía. Reduce
el sujeto histórico a tres personajes prácticamente: Estado, nobleza y siervos (incluyendo a la
Iglesia de vez en cuando en la segunda); y la acción a la lucha de clases, según los modos de
producción. Alude con simpleza, y como determinantes, a aspectos o hechos socio-
económicos, analizando la historia en base a los modos de producción exclusivamente.
Concibe el feudalismo como un modo de opresión y alienación del trabajador previo al
capitalismo (por lo que el hombre viviría en esclavitud desde la Edad Media...).
Ofrece una visión meramente humana de la Iglesia y, como siempre, tan sólo político
económica; así, al observar el hecho de las posesiones de la Iglesia en algunas épocas tan sólo
desde ese prisma y prescindiendo de cualquier otra circunstancia, deja falseado su sentido.

No utiliza más fuentes que otros autores marxistas (citados con profusión). En algunos temas
establece una contraposición de posturas interpretativas de algunos de ellos, en una aparente
autocrítica interna que le da visos de verosimilitud y de honradez intelectual.

El que tenga explicación para todo hace sospechar que distorsione la Historia de modo
apriorístico.

El modo de exposición, no virulenta ni hiriente, sino sosegada y aparentemente objetiva, hace


más fácil que el lector vaya consintiendo como causas y razones verídicas lo que no son sino
meras hipótesis partidistas. En general, viene a ser un "amasijo" de datos históricos ciertos,
falseados por la interpretación marxista que elabora de ellos.

II. RESUMEN

A. EUROPA OCCIDENTAL

1. EL ESTADO ABSOLUTISTA EN OCCIDENTE

En el transcurso del siglo XVI apareció en Occidente el estado absolutista, cuya estructura
administrativa era calificada por Marx como "instrumento específico burgués": la condición
fundamental de antigua monarquía era el equilibrio entre la nobleza terrateniente y la
burguesía, mientras que el poder estatal centralizado con sus órganos omnipotentes, el ejército
permanente, la policía, la burocracia, el clero y la magistratura —órganos creados con arreglo
a un plan de división sistemática y jerárquica del trabajo— procede de los tiempos de la
monarquía absoluta y sirvió a la naciente sociedad burguesa como arma poderosa en sus
hechos contra el feudalismo.

Las monarquías absolutas introdujeron unos ejércitos y una burocracia permanente, un


sistema nacional de impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un mercado
unificado; todas estas características, esencialmente capitalistas, dice el autor, coinciden con
la desaparición de la servidumbre que era la institución nuclear del primitivo modo de
producción feudal. Y añade que, sin embargo, las relaciones feudales no desaparecieron en el
campo mientras el trabajo no se transformó en "fuerza de trabajo"; las relaciones de
producción rurales continuaban siendo feudales, pues los señores que continuaron siendo
propietarios de los medios de producción fundamentales fueron los nobles terratenientes.
Según el autor, los cambios en las formas de explotación feudal que acaecieron al final de la
época medieval fueron precisamente los que modificaron las formas del Estado: y así entiende
que "el absolutismo fue un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal", pues
incluso cuando el campesino pide créditos al noble, los intereses son muy altos y se arruina
("refeudalización", la llama). También C. Hill opina lo mismo: "la monarquía absoluta fue
una forma diferente de monarquía feudal".

El estado absolutista nunca fue un árbitro entre la aristocracia y la burguesía, ni un


instrumento de la naciente burguesía contra la aristocracia. Y, mientras el feudalismo como
modo de producción, se definía por una unidad orgánica y política distribuida en soberanías
fragmentadas a lo largo de toda la formación social, el estado absoluto fue —lo mismo que los
estados monárquicos del Renacimiento— instrumento modernizado para el mantenimiento del
dominio nobiliario sobre las masas rurales; la nobleza tenía que adaptarse, sin embargo, a la
burguesía mercantil que se había desarrollado en las ciudades medievales.

En el siglo XII los conceptos legales romanos comenzaron a extenderse hacia el exterior de
Italia. A finales de la Edad Media ningún país importante de la Europa Occidental estaba al
margen de este proceso: pero la recepción decisiva del derecho romano ocurrió en la era del
Renacimiento, correlativamente con el absolutismo.

Económicamente, la recuperación e introducción del derecho civil clásico favoreció el


desarrollo del capital libre en la ciudad y en el campo (la gran nota distintiva del derecho civil
romano había sido su concepción de una propiedad privada absoluta e incondicional, mientras
que el modo de producción feudal se definía precisamente por los principios jurídicos de una
propiedad escalonada o condicional, que servía de complemento a su soberanía fragmentada).
La reaparición plena de la idea de una propiedad privada absoluta de la tierra fue un producto
de la primera época moderna.

La recepción del derecho romano en la Europa renacentista fue un siglo de la expansión de las
relaciones capitalistas en las ciudades y en el campo, y económicamente respondía a los
intereses vitales de la burguesía comercial y manufacturera; políticamente correspondía a las
exigencias constitucionales de los estados feudales reorganizados de la época. El sistema legal
romano comprendía dos sectores distintos y aparentemente contrarios:

—el derecho civil, que regulaba las transacciones económicas entre los ciudadanos: "Ius"; y

—el derecho público, que regía las relaciones políticas entre el estado y sus súbditos: "Lex"
("la voluntad del príncipe tiene fuerza de ley").

El auge de la propiedad privada desde abajo, se vio equilibrado por el aumento de la autoridad
pública: los estados absolutistas de Occidente apoyaron sus nuevos fines en precedentes
clásicos: el derecho romano era el arma intelectual más poderosa que tenían a su disposición
para programas de integración territorial y centralismo administrativo.

Innovaciones institucionales:

A. El estado absolutista echó los cimientos del ejército profesional. No constituían un ejército
nacional obligatorio, sino una masa mixta de hombres en la que los mercenarios extranjeros
desempeñaban un papel constante y central, y cuya explicación encuentra él en la negativa de
la clase noble a armar en masa a sus propios campesinos (según cita de Jean Bodin, por si se
sublevaban); y, a la inversa, se podía confiar en las tropas mercenarias para aplastar
rebeliones sociales.

B. La burocracia civil y el sistema de impuestos. El sistema nació en el siglo XVI y se


convirtió en un soporte financiero fundamental de los estados absolutistas durante el siglo
XVII (no parece tener en cuenta que también los no absolutistas y marxistas —que lo cobran
en directo sin incluirlo en el salario— de todos los siglos siguientes...).

La burocracia absolutista reflejó el ascenso del capital mercantil. Acusa al absolutismo de


tener también unos impuestos reales para financiar la guerra que gravaban también en los
pobres (no se fija en que la infraestructura en general era muy precaria, tanto más en cuanto a
la siempre difícil justicia distributiva).

C. El comercio: la teoría mercantilista —dice Bodin— era profundamente belicista, al hacer


hincapié en la necesidad y rentabilidad de la guerra (lo "recogen" del marxismo, porque el
mercantilismo era más bien y simplemente liberalista).

D. Diplomacia, que fue la marca del nacimiento del estado renacentista, y en la que el autor
ve también el predominio feudal. La entiende como un sistema formalizado de presión e
intercambio interestatal, con el establecimiento de embajadas recíprocamente asentadas en el
extranjero, cancillerías permanentes, etc. (se diría que piensa en la KGB...).

El E.A. realizó funciones sociales en la acumulación agraria necesaria para el triunfo final del
modo de producción capitalista, puesto que favorecía indirectamente los intereses de la clase
mercantil. La clase noble nunca tuvo un desplazamiento político, sino que era la misma
nobleza feudal, en época de transición al capitalismo y atada ahora al Estado: ejército,
burocracia, diplomacia y dinastía formaban un inflexible complejo feudal que regía toda la
maquinaria del Estado y guiaba sus destinos, hasta que la nobleza desapareció y llegaron las
"residencias" burguesas y la aparición del estado capitalista.

2. CLASE Y ESTADO: PROBLEMAS DE PERIODIZACIÓN (según las relaciones entre


nobleza y monarquía)

Los estados del reino representaban usualmente a la nobleza, al clero y a los burgueses
urbanos, organizados en un sistema de tres curias, o en otro diferente de dos cámaras. El autor
entiende la Iglesia como una parte más de la nobleza, y explica los servicios que como tal
prestaba en beneficio del Estado y de ella misma.

Época del Renacimiento (primera fase): consolidación del absolutismo, gran auge secular de
grandes señores provocado por el rápido crecimiento demográfico y cultura universitaria en
las aristocracias occidentales, pero subsistía la pirámide medieval en torno al soberano, hasta
que los teóricos del absolutismo empezaron a propagar las concepciones del derecho divino
que elevaba la soberanía regia por encima de la lealtad limitada y recíproca de la Edad Media.

Bodin formula a este respecto la idea moderna del poder político como capacidad soberana de
crear nuevas leyes e imponer su obediencia indiscutiblemente: "Su signo principal es el de
imponer leyes sobre los súbditos, generalmente sin su consentimiento", y "la ley no es más
que el mandato de un soberano en el ejercicio de su poder"; pero también habla en contra del
mero arbitrio del monarca. Y, de hecho, ningún estado absolutista en Occidente pudo disponer
a placer de la libertad, ni de las tierras de la nobleza, ni de la burguesía; tampoco pudieron
alcanzar una centralización administrativa, ni una unificación jurídica completa, sino que
siempre estuvo doblemente limitada:

a) por la persistencia de los organismos políticos tradicionales que estaban por debajo de ella,

b) por la presencia de la carga excesiva de una ley moral situada por encima de ella.

El siglo XVII presenció la implantación plena del estado absolutista:

—en un siglo de depresión agrícola y demográfica


—los ejércitos multiplican su tamaño

—el costo de estas enormes máquinas militares creó profundas crisis de ingresos en los
estados absolutistas: se incrementaron los impuestos sobre las masas, y se hizo venta de
cargos y honores públicos, que hace que crezca el número de burgueses "arribistas" entre los
funcionarios del Estado.

Pero la extensión de la guerra, la burocratización de los cargos, la intensificación de los


impuestos, la invasión de las clientelas..., empujaban a la eliminación de lo que Montesquieu,
un siglo después, teorizaba con nostalgia como los "poderes intermedios" entre la monarquía
y el pueblo: las asambleas de estados se hundían bajo la fuerza centrípeta de la nobleza en
torno al monarca. A pesar de todo, hubo en el siglo XVII repetidas rebeliones locales
nobiliarias contra el Estado absolutista (la Fronda en Francia, la república catalana en España,
la revolución napolitana en Italia, la rebelión de los estados de Bohemia y la gran rebelión en
Inglaterra; con diferentes proporciones), pero no hubo nunca una rebelión permanente, pues
estaba unida por cosas en común a la monarquía. La gran rebelión únicamente triunfó en
Inglaterra. El siglo XVIII es, en comparación, de gran tranquilidad y consolación, estabilidad;
la nobleza vuelve a ganar confianza en su capacidad para regir los destinos del Estado. Las
relaciones civiles del estado absolutista de Occidente en la era de la Ilustración reflejan un
exceso de adornos, refinamiento de las técnicas, influencias burguesas, pérdida del dinamismo
y la creatividad. Todavía se predicaba y practicaba el mercantilismo, aunque las nuevas
doctrinas insisten más en el comercio libre y la inversión en la agricultura.

Se extendió el "vincolismo", para la protección y consolidación de las grandes propiedades


agrarias contra las presiones y riesgos de desintegración por el mercado capitalista. Se
prohibía a los propietarios de tierras la enajenación de la propiedad familiar e investía de
derechos únicamente al hijo. Así preserva intactos los grandes bloques de propiedades, los
latifundios de los potentados, contra los peligros de la fragmentación o venta en un mercado
comercial abierto.

Se extendió por toda Europa una nueva cultura, cosmopolita y elitista de corte y salón,
tipificada por la nueva preeminencia del francés como idioma internacional del discurso
diplomático y político (penetrado por las ideas burguesas representadas en la Ilustración). La
fuerza real de los ejércitos en general se estabilizó o disminuyó en la Europa Occidental tras
el tratado de Utrecht. Pero la frecuencia de las guerras y su importancia capital para el sistema
estatal internacional no cambió sustancialmente.

Común determinante fue la orientación feudal-territorial (Guerra de los Cien Años, lucha de
Habsburgo y Valois); reforma y contrarreforma (Treinta Años).

Que fue reemplazado por un tipo nuevo de conflicto militar, las guerras comerciales
capitalistas: angloholandesas (enfrentamientos marítimos, cuyo objetivo era el monopolio
colonial mundial); de ahí la guerra mixta del siglo XVIII —la de los Siete Años—.

3. ESPAÑA

Auge de la España de los Habsburgo.

—Se benefició por los pactos de política matrimonial dinástica.


—Volumen de territorio e influencia que ninguna monarquía rival pudo igualar.

—La conquista colonial del nuevo mundo le dio una superabundancia de metales
preciosos que puso en sus manos un tesoro (el autor no tiene en cuenta que la mayor parte era
invertida en Europa).

El absolutismo español debió su fuerza tanto a la fuerza del engrandecimiento feudal en el


interior como al botín de la extracción de capital en el exterior.

El poderío español ahogó la vitalidad urbana de la Italia del Norte y aplastó las florecientes
ciudades de la mitad de los Países Bajos (aunque habría que tener en cuenta que ellos mismos
estaban en guerra, y había continuos levantamientos).

Según el autor, el absolutismo español nació de la unión de Castilla-Aragón por el


matrimonio de Isabel y Fernando en 1469. Comenzó con una base económica aparentemente
firme:

—Castilla se convirtió en una lucrativa economía lanera.

—Aragón fue una potencia territorial y comercial en el Mediterráneo.

El dinamismo político y militar se completó en Granada, Navarra y Nápoles, y el


descubrimiento de América; la vinculación con los Habsburgo añadió Milán, el Franco
condado y los Países Bajos. Esto convirtió a España en primera potencia de Europa durante
todo el siglo XVI; sin embargo, el Estado que presidió este vasto imperio era en sí mismo un
montaje destartalado, unido solamente por la persona del monarca.

Castilla

—Aristocracia con enormes posesiones.

—Poderosas órdenes militares.

—Numerosa pequeña-nobleza de hidalgos.

La rápida expansión de la lana, que proporcionó las bases para la fortuna de tantos
aristócratas, estimuló al mismo tiempo el crecimiento urbano y el comercio exterior.

Políticamente su constitución era inestable. Las Cortes eran una asamblea ocasional e
indefinida y carecían de poderes para iniciar una legislatura; por otra parte, la nobleza y el
clero gozaban de inmunidad fiscal, por lo que sólo las ciudades tenían que pagar los
impuestos.

También destacaban las ricas y poderosas órdenes militares de Calatrava, Alcántara y


Santiago; pero su naturaleza no era la de un Estado nobiliario, y carecía por tanto de su
autoridad.

Aragón
El alto Aragón tenía el sistema señorial más regresivo de la Península Ibérica: la aristocracia
local con todos los poderes feudales estaba sobre un campo estéril, en el que aún sobrevivía la
servidumbre y un campesinado "morisco" esclavizado.

Cataluña

Había sido tradicionalmente el centro de un imperio mercantil en el Mediterráneo. La


prosperidad catalana había sufrido la larga depresión feudal; epidemias y pestes; las
bancarrotas comerciales se mezclaban con la competencia de los genoveses en el
Mediterráneo, mientras los pequeños comerciantes y los gremios se rebelaban contra los
patricios en las ciudades; también los campesinos se rebelan y hay guerra civil entre
monarquía y nobleza. Todo esto debilita la economía.

Valencia

La nobleza explotaba el trabajo morisco; durante el siglo XV se extendió una comunidad


mercantil, a medida que el dominio financiero bajaba desde Barcelona por la costa.

Estas tres provincias de Aragón sumaban un millón de habitantes, mientras que Castilla tenía
entre 5 y 7 millones.

La estructura de estados era compleja y defensiva. Cada provincia contaba con Cortes
independientes y su funcionamiento estaba sujeto a la regla de la unanimidad; cada provincia
tenía además instituciones especiales de control jurídico permanente, y en las Cortes cuatro
curias.

Todo este complejo de "libertades" medievales ofrecía un panorama difícil para la


construcción de un absolutismo centralizado; Castilla tenía mayor riqueza y menos trabas, así
que los monarcas (católicos) pusieron en marcha un programa de reorganización de la
economía y de gobierno real inconmovible en Castilla:

—órdenes militares decapitadas y sus posesiones anexionadas;

—demolidos castillos, desterrados señores y prohibidas las guerras privadas;

—la autonomía municipal de las ciudades quedó suprimida por la implantación de


corregidores oficiales y, además, la justicia real fue reforzada y extendida;

—se conquistó para el Estado el control de los beneficios eclesiásticos, poniendo el


aparato local de la Iglesia fuera del alcance del papado;

—las Cortes fueron dominadas por la omisión efectiva de la nobleza y el clero a sus
asambleas desde 1480;

—las recaudaciones fiscales aumentaron de forma impresionante;

—el Consejo Real fue reformado y la influencia de los grandes excluida de él.

La máquina de Estado castellana fue nacionalizada y modernizada.


Las altas posiciones militares y diplomáticas quedaron reservadas a los magnates que
conservan virreinatos y gobernadurías; los nobles menores llevan el rango de corregidores.

Se confirma la inamobilidad de la propiedad rural mediante el mayorazgo; se conceden


privilegios a los intereses pastoriles de la Mesta en detrimento del cultivo de cereales. En las
ciudades se impuso el sistema de gremios para la naciente industria.

Aragón

Se intentó un programa parecido, pero lo único que se pudo conseguir fue la pacificación
social y la restauración de la última Constitución medieval. Las libertades catalanas fueron
reconocidas en la observanza de 1481, y a los campesinos se les concedió también la remisión
de sus obligaciones de 1486. Fernando estableció en cada provincia un virrey que ejercía el
poder por él, y creó un Consejo de Aragón con base principal en Castilla, para que sirviera de
lazo con ellos.

Los Reyes Católicos no consiguieron un reino unificado, no tuvieron una moneda única, ni un
sistema fiscal o legal dentro de sus reinos. El autor entiende que la Inquisición fue la única
institución española unitaria en la Península, y que servía como aparato ideológico para
compensar la división y dispersión administrativas del Estado.

Carlos V

La primera novedad fue la llegada, con el soberano de Habsburgo, de una corte llena de
extranjeros que trajo una xenofobia popular. Cuando el monarca se vuelve al Norte de Europa
existirá una revuelta urbana: Rebelión Comunera (1520-1521), que consiguió el apoyo inicial
de muchos nobles, pero su fuerza impulsora fueron las masas artesanas populares de las
ciudades; era una sublevación del tercer Estado. El aplastamiento de la rebelión comunera
eliminó los últimos vestigios de una constitución contractual en Castilla.

Lo más espectacular de su reinado fue la ampliación de la órbita internacional de los


Habsburgo. Esta expansión territorial reforzó la interior tendencia del naciente Estado
absolutista hacia una delegación de poderes por medio de consejos y virreyes.

Las Américas quedarán jurídicamente unidas al reino de Castilla, y el Sur de Italia a la corona
de Aragón; las economías atlánticas y mediterráneas se fundieron en un único sistema
comercial.

Con el reinado de Carlos V, aparecen también las guerras europeas, la dimensión y el gasto de
los ejércitos de los Habsburgo aumentaron gradualmente durante el reinado de Carlos; los
préstamos financieros y las presiones fiscales crecieron de forma equivalente. El imperio
español del Viejo Mundo heredado por Felipe II, siempre administrativamente dividido, se
fue haciendo insostenible a mediados de siglo; el Nuevo, habría de restaurar su tesoro.

Primera bancarrota: Castilla tuvo que soportar prácticamente sola la carga fiscal de las
interminables campañas en el extranjero. Los metales preciosos de las colonias representaban
el 20 ó 25% y el resto lo cubría Castilla. Se desarrolló un comercio floreciente con las
colonias, y el control monopolista de este mercado cerrado benefició inicialmente a los
castellanos. España se convirtió en la América de Europa, en un terreno para competencia de
bienes extranjeros, por lo que la economía agraria y urbana sufrió duros golpes.
Felipe II

En el Sur: victorias

—en el Mediterráneo la expansión naval turca fue bloqueada en Lepanto, en 1571,

—Portugal fue incorporada y con ella sus posesiones en Asia, África y América,

—el poder ultramarino aumentó Filipinas.

En el Norte: derrotas

—rebelión en Holanda,

—Armada Invencible,

—guerras de rebelión francesas.

Castilla tiene la capital en Madrid, lo que facilita el gobierno central. Segunda bancarrota en
1596, y, tres años más tarde, la peste.

Felipe III

—Paz con Inglaterra,

—otra bancarrota en 1607,

—tregua con Holanda.

Dominio del Duque de Lerma:

—para salvar las finanzas reales, inundó el país de vellón devaluado,

—expulsión en masa de los moriscos: debilitó la economía rural.

Resultados: inflación de precios y disminución de fuerza de trabajo.

Desde 1600 las colonias americanas estaban alcanzando la autosuficiencia en artículos básicos
que habían importado tradicionalmente de España (aceite...).

Este cambio coincide con el crecimiento de una aristocracia criolla en las colonias, cuya
riqueza nacía más de la agricultura que de la minería. Las minas entraron en crisis, también
por el colapso demográfico de la fuerza de trabajo india, y por el agotamiento del filón.

Felipe IV (Conde-Duque de Olivares: Guerra de los 30 años)

Sublevación de las tierras de Bohemia; la guerra europea se volvió a desencadenar. Los


estados de Bohemia fueron aplastados, pero estas hostilidades hacen que Florencia entre en
guerra contra España.
La nueva naturaleza y peso del absolutismo francés fueron los que habrían de provocar la
caída del poderío imperial español en Europa.

Los costes de la guerra provocaron nuevos tributos sobre el consumo, y una nueva bancarrota
en 1627. Queriendo meter también a Cataluña en el empeño, Cataluña se sublevó y se
convirtió en protectorado francés por una década. Portugal también se sublevó.

Olivares cae; y después Nápoles y Sicilia se independizan. Con el estallido de la Fronda se


salvó para España a Cataluña e Italia.

La desilusión militar era absoluta entre los españoles. Su único resultado: ruina de la nación,
peste de Extremadura, y la reducción de las finanzas gubernamentales al fondo.

Carlos II "el hechizado"

Negra depresión económica, reconquistada del poder político central por los grandes.

Su muerte era esperada por las cancillerías europeas como la señal que convertiría a España
en botín de Europa.

El resultado de la guerra de sucesión española renovó el absolutismo en Madrid.

Los Países Bajos e Italia quedarán definitivamente perdidos. Aragón y Cataluña, que
apoyaron al candidato austríaco, fueron derrotadas y sometidas.

Una breve dinastía francesa se instaló en España. La monarquía borbónica consiguió lo que
los Habsburgo no pudieron.

Los funcionarios civiles expatriados crearon en el siglo XVIII un Estado unitario y


centralizado. Los sistemas de Estado de Aragón, Valencia y Cataluña fueron eliminados y su
particularismo quedó suprimido. Hubo resurgimiento demográfico (de 7 a 11 millones).

En el siglo XVIII, más de la mitad de las ciudades españolas no está bajo la jurisdicción
monárquica, sino señorial o clerical, resto del feudalismo —dice el autor—.

4. FRANCIA

Evolución diferente a la hispánica. La monarquía Capeto extendió lentamente en la Edad


Media, siglos XIII-XIV, sus derechos de soberanía hacia el exterior de su base original, en la
Isla de Francia; abarcaría desde Flandes hasta el Mediterráneo, sin oposición de reinos, lo que
permitía una jerarquía jurídica y facilitaba una integración política, aunque menos conseguida
cuanto más se alejara de la Corte en París.

Un problema era la gran demografía; estaba poblada de unos 20 millones.

Las tres grandes rupturas de orden político:

— guerra de los 100 años, s. XV.

— guerra de religión, s. XVI


— la Fronda s. XVII

La historia de la construcción del absolutismo francés habría de ser de una progresión


convulsiva hacia un Estado monárquico centralizado, interrumpido por recaídas en la
desintegración y en la anarquía provincial, seguidas de una reacción intensificada hacia la
concentración del poder monárquico. Resultado: culto a la autoridad real en la persona de
Luis XIV.

La transición de la monarquía medieval a la absoluta se vio paralizada en un primer momento


y luego acelerada (época de Carlos VII). La guerra de los Cien Años contribuyó a la
emancipación fiscal y militar de la monarquía de los límites del sistema medieval. Además, la
monarquía se vio reforzada a finales del s. XV, con un ejército regular, pagado con el
impuesto de la "taille" (nobleza, clero y algunas ciudades quedan exentos); la nobleza retuvo
el poder autónomo local por la fuerza de sus espadas, de las que dependía toda la
responsabilidad de la estructura social, que aún era muy precaria para dirigir un país tan
grande como Francia.

La nueva monarquía inaugurada por Luis XI no era un estado centralizado. Estaba formado
por doce gobernadurías confiadas a nobles o a príncipes. Se desarrolló un conjunto de
"parlaments" locales creados por la monarquía y que tenían autoridad judicial suprema en sus
territorios (época de Carlos VIII y Luis XII).

S. XVI: —el reino crece, prospera (época de Francisco I y Enrique II);

—los estados generales dejan de existir;

—las ciudades no son convocadas;

—la política exterior depende más del rey.

El prestigio dinástico se vio favorecido por las otras guerras exteriores en Italia, convertidas
en una salida a la belicosidad nobiliaria, aunque no se consiguió Italia (derrota frente a España
y tratado de Château-Cambresis. 40 años de guerra civiles después, iniciadas por los
conflictos religiosos que acompañaron a la reforma y alimentadas después por la lucha por el
control de la monarquía, políticamente vacante a la muerte de Enrique II: lucha entre
hugonotes: La Santa liga. Dirigidos por los Guisa, Montmorency y los Borbones; cada linaje
controlaba una zona de influencia (el protestantismo siempre atrajo a los artesanos burgueses
en las ciudades, pero no a los campesinos). A consecuencia de esta guerra, se producen
levantamientos en toda Francia, hasta que Enrique IV se "convierte" al catolicismo por
táctica: reunió a los aristócratas de la Liga, aisló los Comités y suprimió las rebeliones
campesinas: la guerra de religión acabó con al reafirmación del Estado real.

Enrique IV

El absolutismo, a partir de ahora, iba más rápidamente con Sully (hugonote), Richelieu y
Colbert. Los príncipes reales eran todavía rivales del monarca, y en las ciudades la burguesía
comercial controla el poder municipal. Pero Enrique IV restableció la presencia real y el
poder central en París, reconstruyendo la ciudad y convirtiéndola en capital permanente del
reino. Promueve la recuperación agrícola y promoción del comercio de exportación. Y con el
Edicto de Nantes, soluciona l problema protestante al concederles una autonomía regional.
Se conservó la paz exterior y la economía administrativa. Sully duplicó los ingresos por medio
de los impuestos indirectos, la reordenación de de las contribuciones agrarias, la reducción de
gastos, la venta de cargos oficiales (sinecuras y prebendas). Richelieu los "intendants"
representaron el nuevo poder del Estado absolutista en los rincones más alejados del reino.
Eran funcionarios enviados con misiones temporales y ad hoc y que más tarde se convertirían
en delegados permanentes del gobierno central de Francia.

Con Mazarino, las presiones fiscales por la guerra de los Treinta Años motivaron continuas
rebelines urbanas y rurales; se consiguió agrandar el territorio (victoria de Rocroi sobre
España y tratado de Westfalia), pero provocó la crisis de la Fronda y no se pudieron llevar a
cabo conquistas en el Mediterráneo.

Luis XIV

Asumió el mando personal de todo el aparato del Estado en 1661. Reunidas la autoridad real y
el poder ejecutivo en un único soberano, todo el potencial político del absolutismo francés
llegó rápidamente a su plenitud.

Las medidas adoptadas contra el particularismo refractario de los grupos e instituciones


tradicionales, provocaron el resentimiento de príncipes y pares y de la pequeña aristocracia
provincial.

Administraciones competentes, disciplinadas (Colbert, Tellier) ocuparon la cima del orden


burocrático, puesto a disposición de la monarquía.

El volumen del ejército creció enormemente en este reinado, pasando de 30 ó 50.000 hombres
a 300.000 al final del reinado; introdujeron la paga regular, la instrucción y el uniforme.
También se creó una fuerza de policía permanente.

El absolutismo francés alcanzó su apogeo en las últimas décadas del s. XVII. La estructura del
Estado de Luis XIV iba a convertirse en el modelo de la mayor parte de la nobleza europea.

Las realizaciones organizativas del del absolutismo borbónico estaban destinadas a la


expansión militar.

Los mejores años desde el punto de vista administrativo, económico y cultural fueron 1661-
1672: los gastos del Estado disminuyeron gracias a la supresión general de cargos, las tierras
reales fueron recuperadas, la recaudación de impuestos indirectos se elevó en trono al 60%
por medio de un control del sistema de arrendamiento: los ingrasos netos de la monarquía se
duplicaron; se lanzó un ambicioso programa mercantilista para acelerar el desarrollo
manufacturero y comercial de Francia y la expansión colonial en el exterior. Este mismo
mercantilismo llevó a la decisión de invadir Holanda en 1672 para suprimir la competencia de
su comercio, la guerra holandesa fue inicialmente un éxito, pero con una coalición
internacional para la defensa (España y Austria) la dinastía Orange volvía a tomar el poder en
Holanda.

La reducción fiscal de Colbert en el interior quedó eliminada; en adelante la guerra iba a


dominar prácticamente todos los aspectos del reinado.

Miseria, hambre, malas cosechas provocaron nuevos levantamientos del campesinado.


La nobleza, aligerada de los cargos monetarios que Richelieu y Mazarino habían intentado
imponerle, permaneció completamente leal.

El restablecimiento de la paz en la década de 1680 se limitó a acrecentar la arrogancia del


absolutismo borbónico. El rey se encerró en Versalles, el calibre de sus ministros descendió.

En el interior: continuó la depresión agraria, el comercio marítimo recuperó prosperidad; la


derrota del candidato francés al electorado del Colonia y la subida de Guillermo III al trono
inglés fueron las causas del conflucto internacional:

Liga de Augsburgo (1689-97):

Alineó a casi toda Europa contra Francia (Holanda, Inglaterra, España, Austria, Saboya y la
mayor parte de Alemania). Los objetivos bélicos de Luis XIV fallaron en casi todas partes.
(La única ganancia, por el tratado de Ryswick, absorbe Estrasburgo). Los demás territorios
ocupados tuvieron que ser evacuados.

Para financiar los gastos de la guerra se inventaron nuevos cargos que se pusieron a la venta,
se subastaron títulos, aumentaron los empréstitos obligatorios y rentas públicas. Se manipuló
el valor de la moneda, por primera vez se introdujo un impuesto por capitalización, del que no
se libró la nobleza. Cinco años después, Francia entra en conflucto por la Sucesión española;
la tranquilidad llegó con la derrota final en la guerra; la paz fue mitigada por las divisiones en
la coalición victoriosa contra Luis XIV, que permitieron a la dinastía borbónica conservar la
monarquía española con el precio de la separación política de Francia.

Paradoja del absolutismo francés: su brillantez interior no coincidió con su gran predominio
internacional: la estructura de estado de Richelieu y Mazarino, todavía defectuosa e
incompleta, fue la que consiguió espectaculares éxitos en el extranjero, mientras que la
monarquía consolidada y estabilizada de Luis XIV fracasó. El absolutismo francés no gozó de
un periodo de hegemonía comparable en Europa occidental.

La derrota final de Luis XIV se debió al cambio en la posición relativa de Francia dentro del
sistema político europeo concomitante con las revoluciones inglesas de 1640-1688 y su
consiguiente imperialismo.

Regencia en 1715

La alta nobleza reaparece en escena. El regente obtuvo del "Parlament" dejar a un lado el
testamento de Luis XIV. El gobierno pasó a manos de los pares que acabaron con el sistema
ministerial del régimen anterior y asumieron el poder en la "plysinodi".

Época de carácter abiertamente clasista del absolutismo; predominio colectivo de una alta
aristocracia. La toma de regencia de los grandes no fue duradera, pero en adelante la nobleza
mantuvo un control tenaz de los más altos cargos del gobierno:

— los "parlaments"

— los arzobispos y obispos


— los altos mandos militares; pero el absolutismo continuaba siendo un poder
inaccesible e irresponsable, que gravitaba sobre las cabezas del conjunto de la nobleza.

Luis XIV había dejado el Estado cargado de una masa de deudas, la regencia las redujo a la
mitad por el sistema de Law, pero los gastos de la política exterior desde la guerra de sucesión
de Austria, combinadas con el despilfarro de la corte, mantuvieron en un déficit constante y
cada vez más profundo a la hacienda. Los intentos de recaudar menos impuestos fueron
rechazados en los parlamentos y en los estados provinciales. La monarquía pretendía gravar
con los impuestos la riqueza de la nobleza, y ésta exigía un control sobre la política de la
monarquía. La aristocracia se negó a enajenar privilegios económicos sin obtener derechos
políticos sobre la dirección del Estado monárquico.

A partir de la regencia, hubo en general una época de expansión económica con un alza de
precios, una prosperidad agrícola y una recuperación demográfica. La agricultura continuaba
siendo la más importante producción, las manufacturas y el comercio registraron avances. La
industria francesa aumentó. El progreso del comercio fue mucho más rápido. El monopolio
aristocrático del aparato del Estado, hizo disminuir la venta de cargos. En este siglo XVIII el
absolutismo se inclinó hacia los empréstitos públicos.

La disminución simultánea del ascenso de los plebeyos al Estado feudal y el desarrollo de una
economía comercial al margen de éste, emanciparon a la burguesía de su dependencia
subalterna del absolutismo: la monarquía se mostró incapaz de proteger los intereses
burgueses, cuando incluso coincidían nominalmente con los del absolutismo. Los costos de la
intervención borbónica en la guerra de la Independencia de EE.UU fueron los que provocaron
la definitiva crisis fiscal del absolutismo francés en el interior. En 1778 la deuda del Estado
era tan grande, y el déficit presupuestario tan agudo que los últimos ministros de Luis XVI,
decidieron imponer contribución sobre la tierra a la nobleza y al clero. Los parlamentos se
resistieron, la monarquía decretó su disolución, después los restableció.

La reacción aristocrática contra el absolutismo se transformó en una revolución burguesa que


lo derribó (1789).

5. INGLATERRA

En la Edad Media, la monarquía feudal inglesa era más poderosa que la francesa. Las
dinastías argevina y normanda crearon un Estado monárquico de una autoridad y eficacia sin
comparación en toda la Europa occidental. Esa fuerza fue la que le permitió sus ambiciosas
aventuras territoriales en el continente a costa de Francia (la guerra de los Cien Años) durante
la cual varios reyes ingleses y sus aristocracias pretendieron conquistar y dominar zonas de
Francia atravesando el mar; representó una empresa militar única en la Edad Media,
demostrando así su superioridad organizativa del Estado. Paradójicamente, esa monarquía
tradicional medieval más fuerte produjo el absolutismo más débil y de más corta duración.

La transición de la época medieval a los primeros tiempos de la moderna correspondía a un


cambio profundo y radical; algunas pautas feudales se conservaron. La primera centralización
administrativa del feudalismo normando había generado una clase noble muy reducida y
unificada regionalmente. Las ciudades fueron desde el principio parte de la heredad real y
gozaron de privilegios comerciales sin la autonomía política de las ciudades continentales.
Los señores eclesiásticos no dispusieron nunca de enclaves señoriales. La monarquía evitó así
los diversos peligros para el gobierno unitario a los que se enfrentaban los soberanos feudales
de Francia, Italia y Alemania. Resultado: centralización concurrente del poder real y de la
representación nobiliaria dentro del sistema político medieval. El poder monárquico sólo
podía sostenerse fuera de los límites de su soberanía, gracias a asambleas de vasallos, capaces
de votar un apoyo económico y político: las asambleas no pueden contraponerse de forma
directa a la autoridad monárquica. Pronto surgen los "parliaments" instituciones colectivas de
la clase dominante-feudal, con un carácter unitario excepcional. Siglo XVIII eran
instituciones únicas y entremezcladas, sólo había una asamblea para todo el país, y dentro de
la asamblea no existía la división tripartita de nobles, clérigos y burgueses.

Desde Eduardo III los caballeros y las ciudades estaban representadas en el Parlamento inglés
juntamente con los barones y los obispos. El sistema bicameral de Lores y Comunes fue una
evolución posterior, que no dividió al Parlamento según una línea estamental, sino que
básicamente supuso una distinción intra clasista dentro de la nobleza: una monarquía
centralizada produjo una asamblea unificada.

Consecuencias de la temprana centralización:

1º) Parlamentos unitarios que se reunían en Londres: no alcanzaron el nivel de control fiscal
ni derechos de convocatoria regular, pero aseguraron una limitación negativa tradicional del
poder legislativo real, que había de tener importancia en la época del absolutismo. Después de
Eduardo I se aceptó que ningún monarca pudiera decretar nuevas leyes sin el consentimiento
del Parliament. Se ven algunas exigencias objetivas del poder de la clase noble.

2º) Rasgo del feudalismo inglés : fusión entre la monarquía y la nobleza en el plano judicial y
además local; en el continente estaba significativamente dividido entre jurisdicciones reales y
señoriales, separadas. En Inglaterra, sheriffs que presidían los tribunales de los condados; eran
cargos no hereditarios, pero procedían de la gente local y no de la burocracia central.
Autoadministración de los condados por parte de la aristocracia, que no cobraba; evolucionará
en los jueces de paz de la Edad Moderna.

En la guerra de los Cien Años, lucharon compañías contratadas esencialmente, que fueron
reclutadas para la monarquía por los grandes señores sobre la base de contratas de dinero. No
participó ningún ejército permanente o profesional. El predominio inglés durante la mayor
parte de esta guerra que determinó que el territorio francés fuese permanente campo de batalla
(con sus secuelas de ruina y desolación) no fue una consecuencia del poderío naval, sino un
producto de la solidez y la integración política muchísimo más joven que la monarquía feudal
inglesa, capacidad administrativa para explotar su patrimonio y agrupar a su nobleza, y la
lealtad de la aristocracia inglesa que estaba cimentada en las victoriosas empresas exteriores.

Enrique IV

El reinado de Enrique IV preparó gradualmente la aparición de una nueva monarquía en


Inglaterra. Durante el último régimen lancasteriano las facciones aristocráticas habían
desarrollado y manipulado de forma prominente los Parlamentos para sus propios fines,
mientras que los soberanos de la casa de York se habían esforzado en medio de la Monarquía
reinante por concentrar y reforzar una vez más el poder de las instituciones centrales de la
monarquía. Cuando aumentó la seguridad interior y se consolidó el poder de los Tudor,
Enrique VII desechó esa institución. El gobierno monárquico centralizado se ejercía a través
de una pequeña camarilla de consejeros personales y de hombres de confianza del monarca.
Enrique VIII

La dinastía Tudor había iniciado en el siglo XVI, un camino para la construcción de un


absolutismo inglés. Enrique VIII heredó un poderoso ejecutivo y una hacienda próspera. Por
la crisis matrimonial que le lleva a un enfrentamiento con el Papado, tiene que movilizar a la
clase terrateniente. Enrique VIII hizo uso del Parlamento como medio necesario para sus fines
reales. En el marco heredado por el sistema político feudal inglés, que había conferido
poderes singulares al Parlamento, se estaba formando un absolutismo nacional que en la
práctica era equivalente a los continentales. El poder personal de Enrique VIII durante toda su
vida fue exactamente igual al de su coetáneo Francisco I en Francia, pero con la limitación
fundamental de que carecía de un sólido aparato militar: la construcción de un ejército fuerte
era una condición indispensable para la supervivencia de las monarquía renacentistas del
continente.

Las guerras "sin objeto" de Enrique VIII, con falta de propósito coherente, no fueron por
capricho personal sino que correspondían precisamente a un curioso intermedio histórico,
cuando la monarquía había perdido ya su antigua importancia militar en Europa, pero no
había encontrado todavía el futuro papel marítimo que le esperaba. Cuando al fin se
restablezca la paz, la masa de ganancia se había perdido. Y así también la única oportunidad
que tuvo el absolutismo inglés de crearse una base económica firme e independiente de la
contribución parlamentaria. Se debilitó el Estado y se reforzó la gentry, compradora de tierras
, cuya riqueza aumentó: esto tuvo después gran importancia para el equilibrio interior de
fuerzas dentro de la sociedad inglesa.

Mucho antes que en cualquier país del continente tuvo lugar en Inglaterra una progresiva
disociación entre la nobleza y la función militar básica que le había caracterizado en el orden
social medieval, y esto permitió una conversión gradual de la aristocracia hacia las
actividades comerciales. El camino económico que condujo a la metamorfosis de la renta
feudal en los siglos XII y XV a la aparición de un sector capitalista rural en expansión
empieza en el s. XVIII. La nobleza se estratifica, se crean varios rangos. Es un Estado con:

— una pequeña burocracia,

— una fiscalidad limitada,

— carece de ejército permanente.

Isabel I

Con Isabel I la Cámara de los Comunes aumentó de tamaño porque la nobleza rural aumentó
en proporción: Parlamento inquieto que hizo que Isabel vendiera tierras reales con el objeto
de reducir su dependencia de él. Anexionó Irlanda a Inglaterra aunque trataron de defenderse
y atacaron varias veces.

Dinastía Estuardo

La extinción del linaje Tudor en 1603 y la llegada de la dinastía Estuardo, crearon una
situación política nueva para la monarquía. Escocia se unió por vínculo personal con Jacobo
I. Durante el último período medieval la monarquía escocesa no pudo consolidar la disciplina
real en sus dominios, pero tampoco mejoró hasta Jacobo VI.
La dinastía Estuardo persiguió Los ideales de la realeza absolutista que reinaba en Europa
Occidental. Jacobo I, acostumbrado a un país en el que los magnates territoriales hacían sus
propias leyes y en el que el parlamento contaba poco, se encontró un reino en el que el
militarismo de los grandes había sido destruido y no fue capaz de ver que el Parlamento
representaba el núcleo central del poder nobiliario. El carácter más desarrollado de la
sociedad inglesa le hizo creer que era más fácil de gobernar (engaño). Tuvo un régimen de
gobierno directivo y falto de comprensión hacia el Parlamento, y no hizo esfuerzo alguno por
suavizar el creciente sentimiento de oposición de la gentry inglesa. Tenía una corte ostentosa
combinando con una política exterior inmobilista basada en el acercamiento a España, que
eran cosas impopulares para la clase terrateniente.

A finales de siglo, Inglaterra ya contaba con algo semejante a un mercado interior único, el
capitalismo había experimentado avances más rápidos que cualquier nación excepto los Países
Bajos, y los sectores más importantes de la aristocracia inglesa ya se habían adaptado a ellos.
Existía una paz social relativa en el campo, por lo que no era necesaria una máquina
centralizada a disposición del Estado; al bajar el sistema impositivo impidió el surgimiento de
una burocracia para el funcionamiento del sistema fiscal (al asumir la aristocracia las
funciones administrativas locales desde la Edad Media, la monarquía siempre estuvo privada
de un aparato profesional regional: la tendencia estuarda hacia el absolutismo tropiezo con
muchos obstáculos). La última intentona de Carlos I por crear una base fiscal fue extender el
único impuesto tradicional para la defensa que existía en Inglaterra: pago por los puertos de
una contribución para el mantenimiento de la armada; en pocos años fue saboteada, por la
negativa de los jueces de paz locales para recaudarlo. El absolutismo continental se había
construído sobre sus ejércitos. Paradójicamente, el absolutismo inglés sólo podía existir con
débiles ingresos suyos mientras no tuviera necesidad de crear un ejército.

Sólo el Parlamento podía proveer los recursos necesarios, pero una vez convocado empezaría
a desmantelar la autoridad de los Estuardo.

En Escocia, levantamiento religioso por la imposición de una liturgia anglicanizada: Escocia,


que poseía todavía vínculos guerreros de un tardío sistema político medieval, se organizó e
hizo frente a Carlos I, que tuvo que pactar el castigo por su falta de fuerzas armadas. El
Parlamento, convocado por el rey in extremis, sólo suprimió los avances de la monarquía
Estuardo, proclamando un marco constitucional; un año después, salta la rebelión católica en
Irlanda. La necesidad de crear un ejército inglés para dominarla llevan al Parlamento y al rey
a una verdadera guerra civil.

El absolutismo inglés se vio arrastrado a la crisis por el particularismo aristocrático y la


desesperación de los clases periféricas (fuerzas históricamente más atrasadas que él); fue
derribado por una gente comercializada, una ciudad capitalista y un artesanado plebeyo
(yeomercy): (fuerzas que iban delante de él): el absolutismo fue derribado por una revolución
burguesa.

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