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UN RESGUARDO A LAS ESCRITURAS

Por Alejandro Quezada

Los escribas o copistas: aquellos encargados del cuidado de las Escrituras y otros textos

En los siglos antes de Cristo, había judíos encargados de guardar, escribir y trasmitir los
textos sagrados. A ellos se les llamaba (Soferim Escribas), Copistas o Masoretas.

La pequeña escritura que está en la


parte de arriba o debajo de la página es
llamada la Masora Magna o la Gran
Masora, y cuando está al lado del
margen y en medio de las columnas es
llamada la Masora Parva o La Masora
pequeña.

La Masora es llamada “un resguardo


a las Escrituras” porque encerraba
todas las palabras y letras en su lugar.
Estas notas indican el número de veces
que ciertas letras aparecían en varios
libros de la Biblia, el número de palabras,
y la palabra intermedia, el número de
versículos, el versículo intermedio, el
número de expresiones y combinaciones
de palabras etc…todo esto con el único
fin de proteger el Texto Sagrado de las
Escrituras y prevenir perder o colocar
mal una sola letra o palabra. Un ejemplo
de ello la expresión “los pecados de
Jeroboam,” la cual aparece quince veces,
es en diez ocasiones seguida por “el hijo
de Nabat.” La frase pequeña indica al escriba a no hacer ninguna de las cinco como las otras
diez, al añadir “el hijo de Nabat.” Los ejemplos podrían ser enumerados por centenares, pero
con este es suficiente para enseñar como la Masora era en realidad “un resguardo a las
Escrituras” Los escribas fueron muy cuidadosos en su trabajo.

Se copiaban los textos letra por letra, contando cada letra para ni perder ni agregar ninguna.
En caso de equivocarse en una sola letra, se tenía que destruir completamente toda la copia y
empezar de nuevo. Eso fue pesado porque podrían tardar semanas o meses en hacer una sola
copia de la Escritura. Hoy en día sabemos cuál es la Escritura hebrea qué está hasta la mitad de
la Biblia, y otros detalles como ese, por el trabajo de los escribas en contar cada letra de cada
palabra.

Desde tiempos antiguos, algunos detalles se incluyeron en los textos escritos. Por ejemplo,
unas pocas escrituras tienen letras mal formadas, o sea chiquitas, torcidas o con algún otro
defecto, y los escribas tuvieron que copiar tales irregularidades tal cual. También en algunas
partes aparecen puntitos extras arriba o debajo de una línea de texto, y los escribas conservaron
cuidadosamente todo de la misma forma que en la copia anterior. También hay algunos casos
de errores ortográficos de copistas muy antiguas, y no se corregían, sino que se preservaron
fielmente y sin interferencia.

En resumen, los escribas fueron exageradamente cuidadosos en preservar la calidad de las


copias de las Santas Escrituras sobre el paso de los años.

Los Masoretas eran muy cuidadosos en su


forma de copiar las Escrituras. Aun replicaba a las
letras que se escribían más grandes o pequeñas, o
chuecas. También incluyeron otras cosas
irregulares como unos puntos extraordinarios con
que los soferim marcaron ciertas letras o palabras
en quince pasajes del texto hebreo. No hay
consenso sobre el significado de estos puntos
extraordinarios.

Eran rabinos y escribas estudiosos que


compilaban el llamado Texto Masorético, que es el texto más usado para hacer traducciones
visto por muchos estudiosos como el más fiable del Antiguo Testamento. Los masoretas
empezaron su trabajo siglos después de Cristo y lo siguieron hasta el siglo XI,

La palabra masoreta tiene su raíz en la palabra hebrea mesoret (‫)תרוסמ‬, que quiere decir
'tradición' y cómo estaba pasando a lo largo del tiempo. Llegó a usarse para referirse a las notas
que los masoretas pusieron en los textos. Estas notas generalmente tenían información sobre
como deletrear palabras, pronunciación, palabras con letras perdidas.

También se aplica el nombre de masoreta a la doctrina rabínica que seguían para conservar la
pureza de los textos. Los judíos que perpetuaron la tradición concerniente al texto del Antiguo
Testamento han sido llamados masoretas, de Masora, el término técnico hebreo para la
“tradición remota en cuanto a la forma correcta del texto de las Escrituras”. Estos hombres
se esforzaron por asegurar la transmisión exacta del texto a las generaciones futuras y
consignaron los resultados de sus labores en monografías y en anotaciones hechas a la Biblia.

Puesto que el hebreo había sido una lengua muerta durante siglos - reemplazada
completamente por el arameo como lengua viva - existía el peligro de que su pronunciación se
perdiera enteramente con el correr del tiempo. Por esa razón los masoretas inventaron un
sistema de signos vocálicos que se añadieron a las consonantes hebreas. Así se simplificó la
lectura de la Biblia hebrea y se garantizó la conservación de la pronunciación que existía
entonces. Sin embargo, no debiera pasarse por alto que la pronunciación conocida a través del
texto común de la Biblia hebrea es la de los masoretas del siglo VII de la era cristiana que,
como lo sabemos ahora, varía algo de la del período del Antiguo Testamento.
Los masoretas también inventaron dos complicados sistemas de acentos, uno para los libros
en prosa y otro para los Salmos y Job. Los acentos consisten en muchos signos diferentes
añadidos al texto con el propósito de indicar los diversos matices. Los masoretas establecieron,
además, reglas detalladas y exactas que debían aplicarse en la producción de nuevas copias de
la Biblia. Nada se dejó a la decisión de los escribas, ni el largo de las líneas y columnas, ni el
color de la tinta a emplearse. Se contaban las palabras de cada libro y se fijaba la palabra que
quedaba a la mitad a fin de poder comprobar la exactitud de las nuevas copias. Al final de cada
libro se añadía una nota que daba la cantidad total de palabras contenida en el libro, que decía
cuál era la palabra que estaba en la mitad y que además daba otras informaciones estadísticas.
Pronunciación y énfasis. Cada vez que los masoretas creyeron que algo debía leerse en forma
diferente de la que estaba escrita en el texto, colocaron en el margen los cambios sugeridos,
pero no cambiaron el texto mismo.

La forma como eran copiados los textos antiguos

El hecho es que las Escrituras judías se copiaban


con escrupuloso cuidado. Los Escribas eran los
guardianes de los escritos sagrados en tiempos
bíblicos, a quienes históricamente sucedieron los
masoretas (palabra que significa "transmisores").
Los entrenados Escribas judíos copiaban porciones
de la Escritura a mano, en pieles de animales.
Alrededor del 100 a. C., estos Escribas empezaron
a usar papiros o pieles para copiar el Antiguo
Testamento. Cuando estos judíos copiaban varias
porciones de la Biblia, tenían extremo cuidado
para asegurar la precisión de esa copia particular
escrita. De hecho y en algunos casos, si había más
de un error entre una copia y el original, la copia era quemada. Uno de los factores que
contribuyeron a la exactitud del Antiguo Testamento fue la creencia judía en el carácter
sagrado de las Escrituras. Respecto a éstas decía Josefo: "...nadie se ha atrevido a añadir, quitar
o alterar ni siquiera una sílaba." Dt.4:2; 12:32; Pr.30:6; Rev.22:18,19

¿Qué dice Cristo del Antiguo Testamento? Mt. 5:17, 18 “que ni una jota ni una tilde iban
a pasar”

No penséis que yo he venido para destruir la ley o los profetas: no soy venido para destruir, sino
para cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que pase el cielo y la tierra, ni una jota ni un
tilde pasará de la ley, hasta que todas las cosas sean cumplidas.

¿A qué pueblo pues fue confiada la Sagrada Escritura? En Rom. 3:1-4 se nos dice que
Dios confió a los judíos su palabra, él mandó a los Levitas que hicieran copias cuando fuera
necesario Deut.17:18, 19; Vemos entonces que es el deber del pueblo de Dios el encargado de
proteger y velar porque las Escrituras no sean cambiadas por aquellos ladrones sin escrúpulos
que le añaden y le quitan a la palabra de Dios con fines de lucro sin importarles que con ello se
acarrean maldición sobre sí mismos como se nos advierte en Rev. 22:18,19

Se sabe acerca de los cristianos de los primeros siglos como los Valdenses, Albigenses, Ana-
bautistas y otros grupos; como ellos mismos hacían sus propias copias de las Escrituras y las
resguardaban de los mercaderes fraudalentos y de sus falsas doctrinas, era el deber de la iglesia
el de velar que las Escrituras fueran copiadas correctamente como la verdadera palabra de Dios
y no aceptar alguna otra escritura algo parecida a ella, es por eso que hoy contamos con un sin
fin de Biblias adulteradas que se dicen ser la palabra de Dios. La Biblia en inglés KJV 1611 se
ha mantenido pura hasta nuestros días porque ha tenido defensores a través de los años lo que
no fue así con nuestra Biblia castellana de Valera 1602, la cual cayó en manos de ladrones
como las Sociedades Bíblicas y otros grupos que la han cambiado
como han querido con fines de lucro sin importar que con ello
confundan o desvíen a otros al quitar doctrinas fundamentales de ella
como la Salvación por gracia, la Sangre expiatoria de Cristo, la
Deidad de Cristo y otras más. Que tengamos celo por la palabra pura
de Dios como esos Masoretas que Dios usó para defender el Antiguo
Testamento libre de errores o como aquellos cristianos de los primeros
siglos que defendían la Biblia pura libre de errores aún que con ello les
costara la vida. Que podamos levantar la Biblia en el púlpito cada vez
que predicamos y que podamos
con verdad decirle al pueblo de
Dios “Así dice el SEÑOR.”
Es por eso que en nuestra iglesia tuvimos esa carga de
restaurar la Biblia que Dios dio al mundo hispano la
Biblia basada en textos fidedignos como lo son el Texto
Masorético de Jacob Ben Chayím, y Texto Recibido de
Erasmo de los cuales se basó Cipriano de Valera para
hacer la Valera 1602 y ahora tenemos la Biblia Valera
1602 Purificada y como dijo Moisés “¿Quién es del
SEÑOR? Júntese conmigo.” Éx. 32:26

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