Sei sulla pagina 1di 4

Psicodrama

Jacobo Levi Moreno estudió medicina, matemáticas y filosofía en la Universidad de Viena,


obteniendo su grado en 1917, siendo todavía estudiante de medicina, rechazó las teorías de Freud y
se interesó en el potencial de los grupos para práctica terapéutica. Continúo su trabajo experimental
( generalmente con niños ) en psicodrama, sociometría y psicoterapia grupal después de mudarse a
Nueva York en 1925. Ocupó varios puestos en la Universidad de Columbia y en la Nueva Escuela
de Investigaciones Sociales.

El psicodrama es un método para trabajar en y con grupos humanos, a través de la acción.

Moreno lo definió como un método para sondear a fondo la verdad del alma, a través de la acción.

Por método se entiende, a los modos e insumos conceptuales, que sostiene para acceder a las
escenas espontaneas que el psicodrama propone: la dramatización.

La misma fue planteada en sus inicios como una modalidad entre las artes teatrales y la psicología.

El alma a la que se refiere la definición, proviene de la tradición griega, que relacionaba el alma
humana con el hálito vital, la vida.

El psicodrama busca poner los fenómenos psíquicos a través de la acción proveniente de las artes
teatrales.

Actualmente se toma el término dramatización para diferenciarlo de la actuación, apelando a dos


motivaciones.

La primera remite a que en la dramatización se caracteriza por la espontaneidad.

La segunda es que en el psicodrama no se trata de repetir, sino de volver a presentar.


fases de una sesión de psicodrama

En la primera fase de la sesión de psicodrama, un grupo de gente se reúne y la persona que


dinamiza el acto anima a los demás a realizar ejercicios para romper el hielo. El objetivo del
calentamiento es hacer que las personas se desinhiban, tomen consciencia del inicio de la sesión y
estén más predispuestas a expresarse mediante acciones que en otro contexto resultarían
estrambóticas.

La dramatización es el núcleo de las sesiones de psicodrama. En esta, se elige una de las


personas que asiste al grupo, y esta explica un poco qué problema le ha hecho asistir a la sesión y
cuál es el trasfondo autobiográfico que está asociado a este. La persona que dirige la sesión intenta
hacer que el o la protagonista de la fase de dramatización explique el modo en el que percibe este
problema en el presente, más que intentar que recuerde con exactitud los detalles del mismo.

Después de esto empieza la dramatización, en la que la persona protagonista es ayudada por el resto
de miembros del grupo, que interpretan un rol, y todos improvisan escenas relacionadas con el
problema a tratar. Sin embargo, esta representación no sigue un guion fijo, sino que se fundamenta
en la improvisación apoyada en muy pocas pautas sobre lo que debe ser la escena. La idea no es
reproducir fielmente escenas basadas en la realidad, sino ofrecer un contexto parecido en ciertos
puntos esenciales; luego veremos por qué.
En la última fase, todas las personas involucradas en la representación explican lo que han
sentido, el modo en el que la actuación les ha hecho evocar experiencias pasadas.

La sesión psico-dramática de grupo prevé un escenario (espacio en el que se desarrolla la acción).

Un protagonista (paciente que elige el tema a dramatizar y que interpreta el papel principal).

Un director (terapeuta que dirige la sesión).

Uno o más auxiliares (otros terapeutas que ayudan al psicodrama e interpretan los papeles
previstos en la representación).

El público (que ayuda al protagonista actuando como caja de resonancia, al manifestar


determinadas reacciones y observaciones de forma espontánea).

El dirigente surge como una figura fuerte a cargo de la coordinación de las actividades del grupo.
Debe de ser capaz de modelar la espontaneidad que desea obtener y de encontrar la forma de
mostrar al grupo hasta donde se puede llegar; da permiso de muchas cosas que los miembros del
grupo quisieran hacer pero se inhiben debido a la timidez o resistencia.

Los objetivos del psicodrama entre otros son darse cuenta de los propios pensamientos,
sentimientos, motivaciones, conductas y relaciones.

Mejorar la comprensión de las situaciones, de los puntos de vista de otras personas y de nuestra
imagen o acción sobre ellas.
Investigar y descubrir la posibilidad y la propia capacidad de nuevas y más funcionales opciones de
conducta (nuevas respuestas).

Ensayar, aprender o prepararse para actuar las conductas o respuestas que se encontraron más
convenientes.

Con el proyecto de Acompañamiento a Docentes Noveles se coordinaron 3 jornadas de psicodramas


que se denominaron, “Resonancia y reflexiones para la construcción profesional a través del
Psicodrama”.

Jornadas realizadas en tres centros de formación docente: en el C.E.R.P del litoral (Salto), en el
C.E.R.P del este y en el IPES (Montevideo).

La duración de cada una de las jornadas se extendió desde las 08:30 horas hasta las 16:00 horas.
Los tiempos disponibles para el trabajo fueron de 150 minutos por la tarde, con un almuerzo
compartido entre todos los participantes

Estimular la participación en la jornada, generando un clima que permita la emergencia de los


problemas y preocupaciones. Intentando pasar del dilema de los conflictos a la problematización de
los mismos.

Fomentar un conocimiento que permita entre quienes participan, niveles mínimos de confianza y
predisposición. Compartir alguno de los conflictos que los interpelan en los comienzos de su vida
laboral.
Generar espacios de vivencias que puedan ser comunicadas para, posteriormente generar
reflexiones en la modalidad ateneo y que se continúe en la plataforma online.

Generar productos audiovisuales por técnicos del proyecto cineduca, que permita retomar lo
trabajado por los noveles docentes.

La práctica del psicodrama, a la vez que recrea el mundo de la dramática, tomando la derivación del griego,
como acción, con su posibilidad de escenario y auditorio, va elaborando la idea de que cada situación tiene
muchas posibilidades. Las mismas se despliegan en el aquí y ahora de la escena: un tiempo que pliega el
tiempo todo, que arrastra el pasado, y lo relanza al futuro desde un presente. Por ello es que en las
dramatizaciones no importa tanto la realidad “verdadera” (apegada a cierta idea de realidad) de la escena
elegida, sino la verdad que se puede ir revelando, con contenidos rememorados, fantaseados, pero comunes.

Por ello es fundamental la resonancia, que es la capacidad que tiene cada escena, o imágenes, de mover algo
en los otros (la audiencia). Ya sea mutualidad en la aceptación o rechazo, esa vibración que mueve a
afectarse de alguna manera con lo que el protagonista o (elegimos decir, para sacarlo de una posición del
“yo”) la escena plantea. La resonancia no trabaja por identificación sino por afectación, nadie sabe muy bien
con qué es capaz de moverse, hasta verse en el encuentro. Las experiencias de las escenas vividas del
docente novel, sus escenas imaginarias y reales entre la vida cotidiana del aula, las instituciones y el mundo
de lo personal, hacen a una multiplicidad de registros que no ignora que hay un mundo relacional, del que
hacemos parte. Dicha composición recrea el universo existencial de las prácticas, y en ellas hemos intentado
trazar algunas líneas de un mundo de posibles que aporten estrategias y visibilicen potencias, en la búsqueda
de una existencia común con menores grados de sufrimiento, que sigue siendo un horizonte ético
imprescindible. La implicación y sobreimplicación cobran fuerza en el trabajo que realizamos, pues
estas muestran la relación consciente e inconsciente que mantenemos con las instituciones. Por ello es tan
importante el contrato de preservación de la confidencialidad y discreción en el uso de imágenes y registro
visual: arrojados al encuentro psicodramático, no se puede detener el acto creativo y espontáneo que
despliegan también las relaciones imaginarias que se mantienen con las instituciones educativas, con el
trabajo, la relacionalidad entre personas y jerarquías, y la relación con el salario. Nombro aquí algunas de
estas relaciones, entre múltiples, a modo de ejemplificación, pues son estas los elementos más difíciles de
una propuesta que trabaja en lo espontáneo, que busca lo creativo y se propone como insumo para una
herramienta audiovisual a compartir:
• relaciones entre pares,
• relaciones con los docentes experientes,
• relaciones con las instituciones educativas,
• relaciones entre los campos disciplinares diferentes,
• relaciones con el trabajo y la comunidad,
• relaciones con las políticas educativas que se llevan adelante
Las denominadas prácticas de acción, como lo es el psicodrama, permiten, a la vez que la vivencia de la
experiencia, la puesta en circulación del ejercicio de pensar en movimiento. Esto es necesario, ya que en la
práctica educativa son permanentes los tiempos en que se debe redireccionar la atención, el foco y la
estrategia. Poder hacerlo en medio de una situación de tensión por indisciplina del estudiante, por violencia
de la situación social de la que proviene el estudiante, por desentendimientos docentes y por conflictos en
aulas o recreos, requiere de un entrenamiento. Pero, básicamente, requiere de un saber posible de que el
movimiento y la acción activan las imágenes de pensamiento, pudiendo salir de un régimen representativo
dominante a la búsqueda de la singularización en situación.
Las escenas, o dramatizaciones, tienen un potencial mostrativo que siempre descubre más de lo que está en la
voluntad de mostrar u ocultar. Por ejemplo, en la jornada de Montevideo, el hecho de mostrar cómo
planifican las actividades docentes y de qué manera se preparan para la clase es de gran valor, no sólo para
quien protagoniza la escena, en tanto lo va pensando, sino para todos quienes resuenan con la escena en tanto
posibilidad de reflexión conjunta. Aludo a reflexión conjunta entendiendo que el campo del pensamiento se
da en el propio campo de la resonancia. Confiamos en que cada quien, al abrir los sentidos y multiplicar
imágenes, puede interpelar sus propias ideas fijas. Y que allí, ya hay transformación.
Hoy en día, los desafíos de las prácticas educativas están asentados en una difícil
configuración con relaciones sociales, comunitarias e institucionales de alta conflictividad y sufrimiento
laboral. Estos son los elementos que más se evidencian en las tres jornadas como modo
de conflicto y padecimiento en los noveles docentes:
• la violencia institucional,
• la falta de confianza y apuntalamiento entre pares y con referentes,
• la difícil construcción de una posición docente, que sin caer en autoritarismos, “gobierne” allí donde el
docente debe hacerlo,
• la violencia y fragilidad del mundo de los estudiantes (niños y jóvenes) que provienen, las más de las veces,
de situaciones altamente vulnerables.
Las potencias comprobadas son:
• el deseo productivo que une al docente novel con su elección profesional,
• la capacidad de compartir y cooperar en situaciones de seguridad afectiva,
• la creatividad que la pasión por el trabajo docente, hace posible,
• la potencia de integrarse a modos nuevos de trabajo.
El hecho de visibilizar que el padecimiento, la dificultad y la transformación no son privados, sino comunes,
permiten la búsqueda de la potencia y la liberación de la situación de agobio. Estar acompañados hace al
mundo, ya no diferenciando el ser y el mundo, sino ser en el mundo.

Potrebbero piacerti anche