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Seminario Nacional Nuestra Señora de Fátima

Managua – Nicaragua

Revelación y Fe

Trabajo asignado por: Pbro. José Ramón Alemán.

Elaborado por: Paúl Fernando Tinoco Mejía.

Fecha de entrega: 01/07/16


Resumen de cada numeral (algunos numerales como el 5 y 8 nos los retome por ser
orientaciones que se debían acatar en el año de la fe)

“PORTA FIDEI” es el nombre de la carta Apostólica en forma de “motu proprio” con la que
el Obispo emérito de Roma Benedicto XVI, convocó el año de la fe que inicio el 11 de
octubre de 2012 y finalizó el 24 de noviembre de 2013, inicia su carta haciendo referencia a
un episodio donde los Apóstoles Pablo y Bernabé relatan a otra comunidad que visitan,
«cuanto había hecho Dios con ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe»
(Hch 14,27) dice el santo Padre que el umbral se cruza cuando el corazón se deja plasmar por
la gracia que transforma, al escuchar la palabra de Dios, cruzar esta puerta significa
emprender un camino que dura toda la vida. (Cfr. “PORTA FIDEI” #1 y 4)

La crisis de fe que afecta a muchas personas ha llevado a la iglesia de nuestros tiempos a


ponerse en marcha y rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida,
porque en vastos sectores de la sociedad no se reconoce el contenido de la fe y lo valores
inspirados por ella. (Cfr. “PORTA FIDEI” #2)

Nosotros experimentamos la necesidad que tuvo la samaritana que se acercó al pozo y entablo
una conversación con Jesús y al final le pidió el agua de vida. (cfr. Jn 4,14) para no dejar que
la sal se vuelva sosa (cfr. Mt 5, 13-16) debemos de descubrir la alegría de escuchar la palabra
de Dios, trasmitida fielmente por la iglesia y recordar las palabras de Cristo que nos invita a
trabajar no por lo que perece (cfr. Jn 6, 27) sino por lo que perdura para la vida eterna. Creer
en Jesucristo es el camino para la salvación. (Cfr. “PORTA FIDEI” #3)

La iglesia está en constante renovación, porque los cristianos estamos llamados a hacer
resplandecer la luz que nuestro Señor nos dejó. Cristo Santo e inocente ha borrado los
pecados con su muerte y ha abrazado en su seno a los pecadores. La iglesia continua su
peregrinación en este mundo en medio de sufrimientos y los gozos que Dios nos regala y se
siente fortalecida por el Señor resucitado para superar los males que acontecen. (Cfr.
“PORTA FIDEI” #6)

Le fe solo se fortalece y crece creyendo, testimonio de estos son las palabras de San Agustín
que hablaba de la búsqueda constante de la fe, hasta encontrar en Dios el verdadero consuelo.
El amor de Cristo que llena nuestros corazones y nos impulsa a la misión, nos hace llevar a
todos los pueblos su evangelio. Este amor hace crecer la fe que se recibe y se comunica como
una experiencia de gozo y gracia. (Cfr. “PORTA FIDEI” #7)

Tenemos que seguir publicando nuestra fe en cualquier ambiente en que nos movamos, los
cristianos de los primeros siglos memorizaban el credo y esto les servía de oración cotidiana
y al mismo tiempo se veían obligados a no olvidar el compromiso asumido con el bautismo.
El apóstol Pablo nos aclara como este acto de la fe se debe dar con libre voluntad «Con el
corazón se cree y con los labios se profesa» (cfr. Rm 10, 10) El corazón indica que el primer
acto con que se llega a la fe es don de Dios, el apóstol nos enseña que de nada sirve el llamado
de Dios al corazón del hombre si este se cierra a la gracia. (Cfr. “PORTA FIDEI” #10)

Profesar con la boca nos hace ver que el acto de fe no es un hecho privado, el estar con él nos
mueve a anunciarlo y dar razones por las que se cree, exige también una responsabilidad
social, la iglesia reunida en el día de pentecostés recibió el mandato de publicar la fe, la
misma profesión de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario, porque al decir
creo es también la iglesia, nuestra madre que responde a Dios por su fe y que nos enseña a
decir creo, creemos. (Cfr. “PORTA FIDEI” #10)

El Catecismo de la Iglesia Católica nos presenta en sus páginas que todo lo que presenta no
es una teoría, sino el encuentro con una persona que vive en la iglesia. La vida sacramental
y litúrgica son de gran importancia, porque la profesión de fe sin esto, no tendría eficacia,
pues carecería de la gracia que sostiene el testimonio de los cristianos. (Cfr. “PORTA FIDEI”
#11)

En esta época más que nunca la fe está sometida a un sin número de interrogantes, por el
cambio de mentalidad que busca siempre pruebas científicas y racionales, todo lo que se
puede experimentar con nuestros 5 sentidos. Pero la iglesia nunca ha tenido miedo en
demostrar que entre fe y razón no hay contradicción, pues ambas son regalo del Creador.
(Cfr. “PORTA FIDEI” #12)

Jesucristo es quien «inició y completa nuestra fe» (Hb 12, 2). Por el misterio de su
encarnación, el padeció todos nuestros males, excepto el pecado, por eso comprende nuestra
alegría en el amor, el drama que experimentamos en el dolor y el sufrimiento, la fuerza del
perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte. (Cfr.
“PORTA FIDEI” #13)

Grandes testimonios de fe encontramos en las Sagradas Escrituras y documentos eclesiales,


personajes reales que nos han demostrado dejarlo todo, por seguirle. La respuesta al llamado
de Dios desde la fe llevo a nuestra madre santísima a aceptar la voluntad de Dios y ser madre
del Verbo, lo cuido con su esposo de los peligros humanos y saboreó los frutos de la
resurrección guardando todos los recuerdos en su corazón (Cfr. Lc 2, 19. 51). Por la fe los
apóstoles lo dejaron todo y siguieron al Maestro, configurándose con él, creyeron en sus
palabras que anunciaban el reino de Dios y se hacía presente en él (Cfr. Lc 11,20) por la fe
fueron por todo el mundo, siguiendo el mandato de llevar el evangelio (Cfr. Mc 16,15). (Cfr.
“PORTA FIDEI” #13)

Por la fe muchos mártires dieron su vida sin negar su fe y murieron pidiendo perdón por sus
verdugos. Por la fe muchos hombres y mujeres de toda edad han vivido una vida con signos
concretos de la espera del Señor; obediencia, pobreza y castidad. Estas personas dan
testimonio de lo bello que es la vida al lado de Cristo en todos sus ambientes, sean laborales,
en la familia, estudios y en la vida pública. (Cfr. “PORTA FIDEI” #13)

Pero la fe no puede separarse de las Obras, el apóstol Santiago nos enseña en su hermosa
carta lo lógico que es demostrar la fe por medio de las obras (Cfr. St 2, 14-18) la fe sin la
caridad no da fruto y la caridad sin fe sería un sentimiento constante que generará dudas,
entre las 2 siguen un verdadero camino. Hay muchos cristianos que dedican sus vidas a cuidar
a las personas que han sido abandonadas por sus familiares, porque ven a Cristo en los pobres
y necesitados. (Cfr. “PORTA FIDEI” #14)

El Apóstol Pablo en sus últimos días aconsejó a Timoteo a que buscara la fe, con la misma
constancia de cuando era niño (Cfr. 2 Tm 3, 15). Tenemos que escuchar esta invitación como
nuestra, para que nadie se vuelva perezoso en la fe, esta fe nos tiene que llevar a saber
discernir los signos de los tiempos y tenemos que ser nosotros signos vivos de la presencia
de Cristo. Las pruebas de la vida nos permiten comprender mejor el misterio de la cruz y
participar de los sufrimientos de Cristo, estos son preludio de la alegría y la esperanza a la
que conduce la fe «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Co 12,10). (Cfr. “PORTA
FIDEI” #15)
Comentario personal.

En nuestra sociedad vemos cómo se van perdiendo la trasmisión de los valores espirituales,
no tanto a nivel familiar, creo que uno de los principales problemas de esta pérdida de valores
se genera en los lugares de formación universitaria y hasta en los grupos de amigos; muchas
universidades no promueven actividades de carácter espiritual y los grupos de amigos hablan
de todo menos de Dios, tengo conocimiento que en nuestro país hay universidades que tienen
pastorales juveniles y dentro de algunas diócesis existe la pastoral universitaria, esta trata de
anunciar el kerigma realizando actividades como retiros o conferencias con temas
espirituales.

Como iglesia estamos conscientes que somos seres religiosos por naturaleza y las personas
en la sociedad si no se le anuncia la verdad, estas buscan saciar su sed espiritual con corrientes
espiritistas, astrológicas, naturalistas, etc. Estas llevan a los hombres a buscar cada vez más
experiencias sensitivas, que no sacian su sed espiritual, alejándose cada vez más de una
experiencia espiritual plena, así como podemos vivenciar los cristianos, que ponemos nuestra
fe y confianza no en una ideología, ni doctrinas, ponemos toda nuestra confianza en una
persona y revivimos la experiencia de la mujer samaritana pidiéndole al Señor del agua de
vida eterna.

Sabemos que todos necesitamos palabras de ánimo, de misericordia y consuelo, por esto la
iglesia no se cansa de predicar el amor incondicional que nos ha ofrecido el Padre sin límites,
que envió a su hijo único, no para condenarlo, sino para redimirlo, por eso debemos de
predicar a los cuatro vientos que Dios no condena a nadie, no hay pecado que nos prive del
amor del Señor, si nosotros tenemos la voluntad de cambiar.

Pero los cristianos debemos dar razones de nuestra fe, dar testimonio y así mostrar a todas
las gentes que Cristo está vivo y sigue actuando en su iglesia por medio de su Espíritu, las
exigencias de una fe vivida en el Señor, nos imprime una responsabilidad social, que nuestro
maestro nos enseña a practicar las obras de caridad: visitar al encarcelado, dar de comer al
hambriento, vestir al desnudo, sabiendo que si no lo hacemos, no es a la persona a quien
negamos un bien, sino al mismo Cristo.
Gracias al esfuerzo humano de los teólogos, con la inspiración del Espíritu hoy en día
podemos dar razones de nuestra fe, ante las respuestas que buscan tantas personas en
búsqueda de la verdad. La iglesia ha estado de la mano con la ciencia en búsqueda de aquello
que sea favorable a todos los hombres, y con ayuda de ella también defiende los derechos de
la humanidad como el don de la vida y temas de moral como la procreación natural y el
matrimonio heterosexual.

Debemos de seguir dando testimonio en nuestros ambientes son renunciar a nuestra fe como
lo han hecho muchos mártires y santos, demostrándonos que vale la pena dar o desgastar la
vida por Cristo, porque los frutos para el mundo son inmensos y el premio que nos tocará a
notros, inigualable. Demos de seguir alimentando nuestra fe con la vida litúrgica que se
expresa de manera rica en los sacramentos, porque sin la vida sacramental y las enseñanzas
del magisterio eclesial, nuestra fe carecerá de sentido y pronto se desviará de la verdad.

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