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Introducción
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Originada hace más de tres décadas en el Institute for Development of Mathematics Education ( IOWO, por
sus siglas en holandés) de la Universidad de Utrecht, donde un grupo de investigadores, encabezado por el
matemático Hans Freudenthal, tomó posición respecto a la enseñanza de las matemáticas cuando declaró que
la educación debiera darle al estudiante la oportunidad “guiada” de “reinventar” la matemática haciéndola
(Rojano & Solares, 2017)
Por otro lado la NCTM, de manera sintética parte propone los siguientes principios
curriculares:
A partir de un estudio el INEE realiza una evaluación sobre la calidad del diseño
curricular de Matemáticas en todos los niveles de la educación obligatoria, en éste
se parte del siguiente problema de investigación: “Establecer criterios de calidad del
diseño curricular, a fin de hacer una valoración del currículo de matemáticas vigente
en los niveles de enseñanza obligatoria en México, desde una perspectiva
internacional” (Rojano & Solares, 2017), para esta investigación se analiza la
propuesta curricular y los materiales de 2011 para educación primaria, de manera
sintética los describen de la siguiente manera:
Como se describe en estos tres documentos, la asignatura de matemáticas se
organiza y estructura para que en la escuela los profesores trabajen con los
contenidos matemáticos de manera que éstos tengan sentido y significado para los
alumnos.
3.- ¿Cómo se enseña matemáticas en la escuela primaria?
Enseñar matemáticas en una escuela primaria hoy en día se torna una actividad
impersonal, ya que en muchas ocasiones no se piensa en los alumnos, sino en
cumplir con un programa y con demandas de tipo administrativo; de esta manera la
enseñanza se convierte en una actividad que muchas veces no tiene ningún
significado para el alumno.
No podemos afirmar que conociendo ampliamente el currículum y una metodología
de enseñanza, sea suficiente para enseñar matemáticas ya que no podríamos
repetir la misma clase a dos grupos diferentes, es decir hay diferencias de orden
cultural y social. En cualquier caso, los estudiantes son sujetos diferentes y por lo
tanto no es posible replicar la misma clase. Esta variabilidad de situaciones, eventos
y características que el profesor debe conocer para enseñar, se convierte en un
mundo infinito de elementos a tomar en cuenta, por lo que tener un buen
desempeño como docente, en buena medida implica la toma de decisiones
considerando todas estas variables.
Esto se realiza a partir de mirar, describir y caracterizar lo que sucede en relación
con los tres elementos fundamentales que conforman la relación didáctica en
Matemáticas: el docente, los alumnos y el saber matemático (Chevallard, et al,
1997).
De acuerdo con la didáctica francesa de las matemáticas, el proyecto de la escuela
tiene como cuestión central la comunicación de saberes. Así, según sus postulados,
la que ahí se establece es una relación entre el profesor y los alumnos alrededor de
un cierto objeto de saber. El siguiente esquema resume esta relación ternaria
(Chevallard, citado por Ávila, 2001), el famoso triángulo didáctico que en reiteradas
ocasiones se utiliza:
La aproximación teórica que contribuye no sólo a explicar lo que sucede en el aula
de Matemáticas, sino que también es un importante recurso teórico que orienta la
práctica docente es la didáctica de las matemáticas, que Chevallard, Y. , Bosch
M., Gascon J. (1997), definen explícitamente como “… la ciencia del estudio y de
la ayuda al estudio de las matemáticas. Su objetivo es llegar a describir y
caracterizar los procesos de estudio –o procesos didácticos- de cara a proponer
explicaciones y respuestas sólidas a las dificultades con que se encuentran todos
aquellos (alumnos, profesores, padres, profesionales, etc.) que se ven llevados a
estudiar matemáticas o a ayudar a otros a estudiar matemáticas”, quienes han
tenido una contribución importante al estudio de la Didáctica de las Matemáticas es
la escuela francesa.
Una de las principales aportaciones de la escuela francesa es la Teoría de las
Situaciones Didácticas desarrollada por G. Brousseau, cuya influencia se ha
extendido a varios países del mundo y en México es muy conocida. Esta teoría
subyace al enfoque de enseñanza y muchos de los materiales curriculares con que
se trabaja actualmente en la educación primaria. Si bien muchos de los elementos
de la Teoría de las Situaciones Didácticas están presentes desde la reforma de
1993, es hasta La Propuesta Curricualr para la Educación Obligatoria (2106) que se
habla explícitamente de esta teoría.
Brousseau afirma que el proceso mediante el cual los alumnos pueden aprender
matemáticas está constituido por diversas fases:
1.-Las situaciones de acción, en las que se genera una interacción entre los
alumnos y el medio físico. Los alumnos deben tomar las decisiones necesarias para
organizar su actividad de resolución del problema planteado.
2.- Las situaciones de formulación, cuyo objetivo es la comunicación de
informaciones, entre alumnos. Para esto deben modificar el lenguaje que utilizan
habitualmente, precisándolo y adecuándolo a las informaciones que deben
comunicar.
3.- Las situaciones de validación, en las que se trata de convencer a uno o varios
interlocutores de la validez de las afirmaciones que se hacen. En este caso, los
alumnos deben elaborar pruebas para demostrar sus afirmaciones. No basta la
comprobación empírica de que lo que dicen es cierto; hay que explicar que,
necesariamente, debe ser así.
4.- Las situaciones de institucionalización, destinadas a establecer
convenciones sociales. En estas situaciones se intenta que el conjunto de alumnos
de una clase asuman la significación socialmente establecida de un saber que ha
sido elaborado por ellos en situaciones de acción de formulación y de validación.
(cf. Brousseu; en Parra y Saiz; 1994)
Brousseau estudió los procesos por los cuales es posible un buen aprendizaje de
las matemáticas, procesos que aseguren que los conocimientos que se comuniquen
a los alumnos en la escuela, tengan sentido (Brousseau; 1994). Como resultado de
sus indagaciones, dicho autor concluyó que el camino adecuado para lograr lo
anterior consiste en “devolver” a los alumnos la responsabilidad de su aprendizaje,
mediante un proceso en el que el profesor deja de exigir directamente a los alumnos
soluciones y formas de hacer. Se trata, dice, de que el maestro deje de expresar su
voluntad y los alumnos respondan a las exigencias de la situación que se les ha
planteado con base en un interés intelectual, no por exigencias del profesor (cf.
Brousseu; en Parra y Saiz; 1994)
El docente reorganiza el saber que obtiene de las diversas fuentes mencionadas,
para relacionar a sus alumnos con él. “El saber puede presentarse en la escuela
bajo formas diversas, por ejemplo bajo la forma de ejercicios, de preguntas y
respuestas, de definiciones, de problemas. Cualquiera que sea la presentación
seleccionada para posibilitar la enseñanza, ésta aísla ciertas nociones y
propiedades del entramado de actividades donde dichas nociones tuvieron su
origen, su sentido, su motivación y su empleo” (Y. Chevallard citado por Ávila, 2001,
p.26); es decir, los contenidos matemáticos no son presentados a los alumnos tal
y como los producen los matemáticos; este saber sabio (Chevallard 1991), es
interpretado por los encargados de elaborar los planes y los programas de estudio,
y al plasmarlo en estos documentos sufre adecuaciones para convertirse en un
saber a enseñar.
La reorganización de los saberes matemáticos implica adecuar el saber sabio (el
conocimiento matemático científico) para convertirlo en un saber a enseñar, al que
los alumnos estén en posibilidades de acceder. Esta idea se puede esquematizar
de la siguiente manera:
Figura.. Transposición didáctica.
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