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Se trata de los textos cuyo propósito es transmitir información y difundir conocimientos acerca

de un determinado tema. Se caracterizan, por lo tanto, por la exhibición de datos objetivos junto
a sus correspondientes explicaciones.

El texto expositivo puede ir dirigido al público en general o a un grupo de lectores con intereses
específicos. Por eso puede distinguirse entre los textos expositivos divulgativos (que apuntan a
un amplio rango de personas y no requieren de conocimientos previos sobre el tema que tratan)
y los textos expositivos especializados (los cuales, dado su elevado grado de dificultad, exigen
conocimientos previos relacionados con su contenido).

La estructura más habitual del texto expositivo incluye un concepto central junto a un amplio
abanico de información complementaria. Asimismo, se suele estructurar a través de una
presentación, un desarrollo y una conclusión. Al finalizar su lectura, se espera que el lector haya
adquirido nuevos conocimientos gracias a la efectiva presentación de los temas por parte del
autor.

La descripción detallada, la comparación de conceptos, los ejemplos y las definiciones son


algunos de los recursos lingüísticos más utilizados por la mayor parte de los autores de este tipo
de textos. Con respecto al formato en el cual suelen encontrarse, se pueden mencionar las
enciclopedias, los manuales, las revistas científicas, los artículos periodísticos e incluso las reglas
de un juego de mesa, redactadas en su correspondiente folleto de instrucciones.

Texto expositivoA menudo se presenta el punto central y se procede a definir una serie de
conceptos relacionados que resultan indispensables para la comprensión del primero;
finalmente, cuando se cuenta con todas las herramientas necesarias, se retoma el tema principal
y se expone detalladamente. Esta estructura debería reflejar el crecimiento intelectual de los
lectores, que comienzan con una idea vaga de lo que quieren aprender y se convierten, luego de
la lectura, en conocedores de una materia.

Cuando se trata de temas muy extensos, muy amplios, los textos se suelen dividir en dos o más
partes, tal y como sucede con los textos científicos y ciertos artículos periodísticos presentados
en forma episódica.

Como en toda obra escrita de carácter informativo, un texto expositivo exige a su autor un
conocimiento de los temas que desarrolla a través del mismo. Quien acude a su lectura tiene
una necesidad que satisfacer, que bien puede girar en torno al aprendizaje de una materia o a la
investigación acerca de una cuestión muy precisa; no va en busca de una visión artística ni de
más interrogantes de los que acarrea antes de comenzar.

Dado que el consumo de un texto es un fenómeno muy concreto y fácil de delimitar,


independientemente de las consultas complementarias que se realicen posteriormente, es
importante que el autor se anteponga a las inquietudes de los lectores a la hora de escoger y
organizar el contenido. Para conseguir un producto que satisfaga efectivamente las expectativas
del público, el escritor debe asegurarse de tenerlas en cuenta desde la concepción de la obra.

Es muy importante recordar que un texto expositivo no debería incluir opiniones personales,
especialmente aquellas que puedan provocar a los lectores de manera negativa; algunos
ejemplos son los comentarios de tipo racista o antireligioso, o bien el desprecio hacia una
persona famosa o compañía. Dichos elementos son propios del texto amarillista, dado que
buscan generar reacciones violentas en el público, y son el punto de partida de controversias y
agresiones verbales, que en la actualidad tienen lugar principalmente en Internet.

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