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ETAPA DISCIPULAR: UN ENCUENTRO PARA NUNCA ACABAR.

Quisiera comenzar este artículo poniendo como cimiento en él, el mandato dado
por Jesús a sus discípulos de ir a todo el mundo y anunciar el evangelio:

- “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”


Marcos 16: 15

Cuando Jesús resucitó, se presentó a sus seguidores y les recordó a todos, su gran
misión dentro del mundo, aquello que les posibilitaría también en sus propias vidas
experimentarlo a él como el salvador, una misión que ellos encarnarían siendo en
medio de las comunidades otros Cristos para las personas, hombres que con su
vida vivieran la donación completa y la entrega generosa a los hermanos sin esperar
nada a cambio. Ser discípulo es tarea de todo hombre que decide en su vida darse
la oportunidad de encontrar en Jesucristo sentido a su existencia y que desea
sentirse enviado por él no sin antes haber descubierto en Jesús la voluntad para su
vida.

El seminario, como se ha compartido en entregas anteriores, es el espacio y el lugar


que la Iglesia ofrece para formar en muchos hombres el corazón de discípulos -
pastores según el deseo y la voluntad de Dios; para serlo obviamente hay que tener
un contacto directo y profundo con la persona de Jesús, pues es a él, a quien se va
procurar vivir como se plasmaba anteriormente; es a él a quien se va a compartir y
a quien se va a hacer presente diariamente en el altar por medio del sacramento de
la eucaristía. Para lograr esto, el seminario cuenta con una formación basada en
etapas; una primera llamada introductoria, otra discipular y una última conocida
como configurativa. Hoy deseo compartir con ustedes, quienes leen, un poco acerca
de la etapa discipular, en la que estoy ahora dentro de mi camino al ministerio
sacerdotal. La etapa discipular, es la experiencia para que como su nombre lo dice
se aprenda a ser discípulo, y este a su vez, como aquel hombre que está a los pies
del maestro y que procura diariamente por aprender algo nuevo de él que le sirva
para descubrirse como ser habitado y en constante relación con otros descubriendo
en ellos la misma presencia y enseñanza de su maestro.

La etapa discipular es el tiempo propicio dentro del camino formativo para estar en
profundidad con el maestro, nos dice la misma palabra que Jesús llamó a sus
discípulos para que estuvieran con él, para instruirlos y luego enviarlos. Es por eso
entonces, que este momento de la formación es propicio también para entrar con la
ayuda de la oración (lectio divina, liturgia de las horas, oración personal) en los
llamados “secretos del reino”, aquello que sólo Jesús y la experiencia con él va
revelando a quienes se lo permiten y que se va convirtiendo en claridades para
afrontar la vida cristiana desde la libertad, la verdad, el dominio de sí y la
misericordia.

Existe dentro de esta etapa una actividad sumamente importante, y es el estudio de


la filosofía. El discípulo en formación al ministerio sacerdotal debe ayudarse en este
momento de su recorrido con la apertura y la estructuración mental que le ayuda a
formar el estudio filosófico, es allí donde vive la experiencia de comprender lo
trascendente como el mecanismo para encontrar también en sus acciones
cotidianas la misma palabra y voluntad de Dios. Con la filosofía más que llenarse
de contenidos teóricos, debe ganar para sí una madurez personal que junto con las
demás herramientas de la etapa han de permitir que el discípulo organice su vida
desde el conocimiento pleno de su persona y en su persona conocer al mismo Cristo
encarnado en su historia y acompañante de cada momento de su existencia. La
etapa discipular es el encuentro cara a cara con aquel en quien se ha depositado la
total confianza y de quien se desea con todas las ansias ser feliz y aprender la
novedad cada día.

Juan Esteban Cartagena Rojas


Seminarista II de Filosofía

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