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Juan Carlos Torres: El oportunismo de la Vieja Guardia Sindical

1. EL CAMINO TORTUOSO HACIA LA ALIANZA DE LOS SINDICATOS Y PERON

La era de la Justicia Social anunciada por el secretario de Trabajo tardo algún tiempo en traducirse en los hechos.
Parecía como si las promesas de reforma hubieran tenido como objetivo que el de apaciguar el frente sindical para
ganar tiempo.

La reorganización del gobierno en octubre ha dejado firmes en el control del poder a los coroneles neutralistas,
pero estos se hallan lejos de ser un grupo cohesivo. Las ambiciones personales y una distinta concepción sobre los
rumbos de la revolución enfrentan a perón y al sector de los oficiales integristas y doctrinarios, que aprecian poco
su política obrerista, mal vista por quienes solo piensan en un Estado autoritario y austero, volcado a la
restauración de los valores idealizados de una Argentina tradicional. En ese marco, las luchas de palacio continúan,
incesantes, y en ellas perón utilizando los medios que le ofrece su posición en el ministerio de guerra y su
ascendiente personal sobre el propio ministro el general Farrell.

El relativo abandono del frente sindical a que obligo la lucha por el poder dentro del régimen tenía una razón
adicional, reveladora del divorcio entre los cálculos políticos del perón, y los de sus camaradas (sectores del
partido radical). Perón busca alguna forma de legitimidad popular que ponga al régimen militar al abrigo de
imprevistos. Los contactos se establecen con Amadeo Sabattini, del neutralismo ante la guerra. La originalidad de
la apertura social anunciada desde la secretaria de trabajo esta acompañada, aun, de la confianza en la eficacia de
lealtades políticas ya probadas en la vida del país.

La parálisis del apenas esbozado proceso de reformas no podía suscitar la inquietud mas viva de los dirigentes
obreros (ferroviarios, empleados públicos, transporte urbano).

A estos sindicalistas se les aparece con claridad la perspectiva de devenir la masa de maniobra de perón, en su
lucha por el predominio en el interior del régimen. Cualquier iniciativa de los dirigentes sindicales con respecto al
giro tomado por la política oficial estaba sujeta a la resolución de una cuestión previa la de su unidad. A fines del
1943 la Unión Ferroviaria ocupa una posición de privilegio. Es bajo su estimulo que la central obrera crea una
comisión pro-unidad sindical, con la finalidad de atraer al núcleo existente, tanto las nuevas organizaciones que
van surgiendo en la industria como al resto del viejo sindicalismo.

El 1° de marzo un manifiesto de la central obrera explica los objetivos de la campaña por la unidad sindical, y
plantea una detallada lista de demandas que apunta indirectamente a subrayar la parálisis de la gestión oficial. La
publicación de manifiesto seria apenas el prólogo de actitudes más audaces de parte del hasta entonces
fragmentado movimiento sindical. Dos semanas después la CGT reclama la inmediata normalización de la Unión
Ferroviaria y la Fraternidad, la reapertura de los locales clausurados y la liberación de los presos políticos. Al no
recibir respuestas, la dirección de la central obrera decide iniciar conversaciones con el sector sindicalista de la
USA y los sindicatos con vistas a la organización de una concentración el 1° de mayo bajo el lema “acto de la
libertad”

Esta consigna no dejaba duda alguna sobre las intenciones de la movilización sindical. Pero a ultimo momento el
acto de 1° de mayo fue prohibido. En su origen también estaba el fracaso de las negociaciones con los radicales.
Esto imponía la necesidad de introducir una mayor reciprocidad en unas relaciones cuyo deterioro había mostrado
muy bien el fallido acto de rebelión sindical.

El primer signo de la puesta en marcha de las reformas sociales prometidas llego el 1°de mayo. En el discurso que
pronuncia en el Dia del trabajador, perón declara que la hora de traducir los principios de la justicia social en
medidas concretas ha arribado, y anuncia una serie de resoluciones que coinciden, con reivindicaciones claves
contenidas en la plataforma de la CGT. La era de la justicia social dejara de ser un eslogan prometedor, para
hacerse realidad en los próximos doce meses, superando las modestas expectativas despertadas en los medios
sindicales. Perón contara con los recursos de poder conquistados gracias a una exitosa guerra de intrigas dentro
del régimen militar.

Este era un régimen aislado de la opinión política externa e interna.

2. LA PUESTA EN MARCA DE LAS REFORMAS SOCIALES Y LA REACCION PATRONAL

La convergencia entre los compromisos asumidos por el secretario de trabajo y sus aspiraciones por tanto tiempo
postergadas tuvo el efecto de despejar el camino de la colaboración para la vieja guardia sindical.

Las lealtades de partido no serían tampoco obstáculo a la participación en la redistribución del poder social abierta
desde la secretaria de trabajo. Es, pues, una dirección sindical confirmada en su confianza en el papel arbitral del
Estado por la dura experiencia del orden conservador, que se percibe a si mismo como un grupo de presión
independiente, la que habrá de participar activamente, a partir de mayo de 1944, en la elaboración de la nueva
política social en los diversos organismos que el régimen militar multiplica con esa finalidad. Quizás el más
importante de todos ellos fue el consejo nacional de posguerra, establecido en 09/1944. Con el recuerdo de la 1°
guerra y la próxima hacia temer por la suerte del proceso de industrialización. La paz estaba asociada, así, en el
espíritu de muchos, con la perspectiva de la recesión. El compromiso con la industrialización no ponía fin, sin
embargo, a las opciones abiertas por el debate sobre la economía de posguerra. Poniendo énfasis en la protección
de las industrias de materias primas de origen nacional. Introduciendo un sesgo favorable en la distribución del
ingreso para ampliar el mercado interno y compensar a las industrias ante la pérdida de demanda extranjera.

Pero los dirigentes sindicales obtendrían las ventajas mas inmediatas de la colaboración en el ámbito de las
negociaciones colectivas. Se embarco además en una amplia campaña tendiente a extender y mejorar la vigencia
de los contratos del trabajo en el gran buenos aires y el interior del país. También mejoras en la escala salarial,
accidentes de trabajo, obra social, transporte, teléfono, etc. Las concesiones recibidas por los sindicatos
industriales fueron mas modestas, reflejando las diferencias existentes en el movimiento obrero en cuanto a la
capacidad de articular las demandas y de presionar sobre el estado. El esfuerzo conjunto de los dirigentes
sindicales y los funcionarios oficiales centro aquí en romper la fuente de resistencia de los patrones a la
negociación contractual.

Si bien la obra reformista de perón se tradujo en una legislación de alcance gral, y puede mas bien ser definida
como un conjunto de decisiones puntuales, entrañó un cambio radical de actitudes hacia la cuestión social. Pero la
campaña de perón no se centra solo en el movimiento obrero.

Lo que suscita esta todavía discreta advertencia es el proyecto de creación de un sistema nacional de jubilación,
para los trabajadores industriales inclusive, que se discute en las esferas gubernamentales. Además del pago de
indemnizaciones por despido en la industria. Sumando su voz el sector Rural.

Perón intenta justificar su gestión en la necesidad de anticiparse a la intensificación de la lucha de clases,


presentándose como garante de ese orden. Esta posición e interpretación de perón no la hace mas convincente a
los ojos de los empresarios, ni por otra parte, mas cercana a los hechos.

3. ENTRE LA DEPENDENCIA Y LA AUTONOMIA, EL OPORTUNISMO SINDICAL.

Este oportunismo fue la respuesta al dilema politico creado por la apertura social del Estado al que solo los
comunistas habrian de escapar: el resto se encontro bajo las pretensiones de la colaboración y de la necesidad de
salvaguardar su independencia. El reconocimiento de sus demandas, su participacion en la gestión de las reformas
sociales hacia dificil evitar las solicitaciones del regimen militar.
La virtud esencial de los sindicalistas comenzo por ser la discrecion y en 1944 atrincherarse detras de la linea de
neutraldad, con el tradicional celo por la defensa de su independencia como grupo de presión.
La viabilidad de esa tactica oportunista estaba facilitada por la paralisis de la escena politica. La ofensiva de las
clases patronales y de la oposisión democrática que culminó en la crisi de octubre de 1945 llevo a la vieja guardia
sindical a abandonar sus reticencias y a comprometerse con Perón.

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