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LA MUERTE Y EL MORIR
La muerte puede considerarse la suspensión absoluta de las funciones vitales, mientras que morir
es el proceso en el que se pierden esas funciones. Una buena muerte es aquella que no produce
malestar y sufrimientos evitables a los pacientes, familias y cuidadores y coincide razonablemente
con los estándares clínicos, culturales y éticos. Por el contrario, una mala muerte se caracteriza por
un sufrimiento innecesario, la humillación del paciente o de los deseos o valores de la familia, y la
sensación entre los participantes u observadores de que se ha atentado contra las normas de la
decencia.
La President’s Commission for the Study of Ethical Problems in Medicine and Biomedical and
Behavioral Research publicó su definición de muerte en 1981. La persona que mantenga: 1) un
cese irrecuperable de las funciones circulatorias y respiratorias, o 2) un cese irrecuperable de todas
las funciones del cerebro, incluido el tronco del encéfalo, está muerta
La psiquiatra y estudiosa de la muerte Elisabeth Kübler-Ross clasificó las reacciones que aparecen
ante una muerte inminente de forma exhaustiva y útil.
La diversidad clínica de las actitudes y conductas relacionadas con la muerte entre los niños y los
adultos tiene sus raíces en los factores del desarrollo y en las diferencias debidas a la edad que se
encuentran en las causas de muerte. Al contrario que los adultos, que por lo general fallecen por
enfermedades crónicas, los niños son propensos a morir por causas súbitas e inesperadas.
Niños. Las actitudes de los niños hacia la muerte reflejan las que tienen hacia la vida. Los
niños que van a morir son conscientes de su situación y desean hablar de ello; a menudo
tienen ideas más sofisticadas sobre la muerte que los niños sanos de su misma edad. En la
edad preescolar, la etapa preoperacional del desarrollo cognitivo, la muerte se ve como la
ausencia temporal, incompleta y reversible, como marcharse o dormir.
Adolescentes. Entienden que la muerte es inevitable y supone el final, pero no aceptan
que la suya sea posible. Los principales miedos que tienen los que van a morir son
paralelos a los de todos los adolescentes: pérdida del control, ser imperfectos y ser
diferentes.
Adultos. Algunos de los miedos más frecuentes que expresa un adulto que entra en un
centro para pacientes terminales, por orden aproximado de frecuencia, son los miedos a:
1) la separación de los seres queridos, su hogar y su trabajo; 2) convertirse en una carga
para los demás; 3) perder el control; 4) qué les sucederá a las personas que dependen de
ellos; 5) el dolor o la aparición de síntomas de empeoramiento; 6) la incapacidad de
completar las tareas o responsabilidades de su vida; 7) morir; 8) estar muerto; 9) los
miedos de los demás (miedos reflejados); 10) el destino del cuerpo, y 11) la otra vida.
Dolor anticipatorio
En el dolor anticipatorio, las reacciones de dolor aparecen ante el proceso de muerte lenta del ser
querido por lesiones, enfermedad o una actividad de alto riesgo. Aunque puede suavizar el golpe
de la muerte cierta, también puede provocar reacciones prematuras de separación, y no mitiga
necesariamente el luto posterior.
Luto
Desde los primeros datos conocidos, cada cultura mantiene sus propias creencias, costumbres y
conductas relacionadas con el luto. Los patrones específicos consisten en mantener rituales para
el duelo, para la eliminación del cuerpo, la invocación de ceremonias religiosas y los recuerdos
oficiales periódicos.
Duelo complicado
El duelo complicado engloba una serie de términos confusos que lo describen: anormal, atípico,
distorsionado, patológico, traumático y no resuelto, por nombrar algunos. Se tienen 3 patrones:
Dolor crónico. El tipo más frecuente es el dolor crónico, que a menudo se caracteriza por
amargura e idealización del fallecido.
Dolor hipertrófico. La mayoría de los casos aparecen después de una muerte súbita e
inesperada, y las reacciones son extraordinariamente extensas.
Dolor diferido. El dolor ausente o inhibido que aparece cuando, en realidad, esperaríamos
encontrar signos y síntomas de un duelo agudo. Es una negación prolongada
Duelo traumático. El duelo traumático se refiere al dolor que es a la vez crónico e hipertrófico.
Este síndrome se caracteriza por punzadas de dolor intenso y recurrente con anhelo persistente,
inmovilidad y nostalgia del difunto, imágenes molestas y recurrentes de la muerte, y una mezcla
molesta de evitación y preocupación por la memoria de la persona perdida.
• Ansiedad prolongada
• Pánico
• Estrés postraumático