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1.2. Planteamiento preciso de los principales problemas.

Santiago, capital de Chile, es uno de los más avanzados en América Latina, sin embargo
este presenta algunos problemas urbanos que podrían afectar en la decisión de elegir a
este como lugar para los XX Juegos Panamericanos.

- Mala Calidad: Más de seis millones de personas, casi un tercio de la población chilena,
vive en la Región Metropolitana de Santiago. La contaminación del aire es uno de los
problemas más visibles que afectan a todos por igual. En medio de una cuenca
geográfica, la capital de Chile tiene mala ventilación y acumula contaminantes. A pesar
de los esfuerzos de las autoridades, el problema persiste.

- Segregación social y desigualdad : Las políticas de suelo y habitacionales desplazaron


a los pobladores más pobres hacia la periferia, en barrios que son acumulación de casas
sin acceso a bienes ni servicios, áreas verdes ni oferta de trabajo, lo que obliga a los
vecinos a cruzar toda la ciudad para acceder a estos beneficios. Un caso emblemático
de no integración es Bajos de Mena, conocido como el gueto de Chile, con 130 mil
habitantes. En síntesis hay mucha desigualdad social y mala distribución de ingresos.

- Mala conectividad : Calles y avenidas se han vuelto insuficientes. El transporte público


como el metro, no da abasto. La construcción mal planificada de viviendas ha hecho
que en algunas zonas aumente la población sin contar con la adecuada conectividad.
Quienes viven en comunas periféricas pueden demorar hasta dos horas en llegar a sus
trabajos.

- Transporte público deficiente : El Transantiago prometía ser la solución, pero fue un


fracaso. Nueve años luego de su puesta en marcha, el sistema integrado de transporte
público no ha cumplido las promesas de viajes “rápidos, cómodos y eficientes”. Buses
y metro están saturados, los usuarios tienen que hacer largas filas y un mayor número
de trasbordos, además de viajar apretados y demora más que antes en sus
desplazamientos.
- Cada día más autos : Aunque la población de Santiago no crecerá mucho más, sí lo
hará el poder adquisitivo de sus habitantes. Cada día ingresan entre 350 y 500 nuevos
vehículos a las sobrepobladas calles santiaguinas. La oferta de transporte público o
bicicleta todavía no es una alternativa atractiva para los conductores (la gran mayoría
solitarios), quienes también contribuyen a la contaminación del aire.

- Congestión vehicular : Debido a que Santiago posee una mala conectividad , un


deficiente transporte público y un excesivo parque vehicular genera una congestión.
Largas filas de vehículos a paso lento, o simplemente detenidos, de camino al trabajo o
de regreso a casa no son una novedad. Los atascos se han convertido en panorama
habitual casi a cualquier hora del día.

- Ciudad poco amable: Santiago sufre de altos niveles de estrés, desconfianza y


sensación de inseguridad, a pesar de ser una de las ciudades latinoamericanas más
seguras. No respetar los derechos del otro, imponerse con palabras y actos groseros, no
ver los pasos peatonales o estacionar en lugares para discapacitados son muestras de
ello. Una campaña de la Intendencia Metropolitana busca generar conciencia.

- Deuda con el Río Mapocho: Integrar el Mapocho es un desafío para Santiago. A pesar
de ser el eje de la capital, la ciudad ha vivido a espaldas al río. El Mapocho ha sido
hogar de los sin techo y vertedero de residuos, un espacio inseguro y poco amable.
Afortunadamente, se está avanzado en la recuperación de su ribera, con ciclovías y áreas
verdes, como el Parque Renato Poblete.

- Mayor resiliencia: Santiago está expuesto a desastres naturales como terremotos,


aluviones e inundaciones. Ha dado muestras de saber recuperarse, pero todavía falta
una adecuada planificación para evitar y enfrentar estos problemas, como quedó claro
con las lluvias de abril pasado, que causaron caos vial, destrucción de infraestructura y
daños millonarios.

- Polémica barrios v/s edificios: Con una clase media emergente, las demandas son cada
vez más altas y la presión sobre los mejores barrios, los vuelve más caros. La
construcción de edificios ha proliferado y los antiguos vecinos reclaman por la
destrucción de sus barrios. Falta una planificación que armonice los diferentes intereses
y la calidad urbana, en vez de dejar estos asuntos a la oferta y la demanda.

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