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Sabemos que lo que sucede en el inconsciente de un autor juega un papel significativo en la

creación de una obra literaria. [...] Igualmente importante es la participación del inconsciente en la
configuración de la apreciación de una obra literaria por parte del lector. El inconsciente del lector
configura de manera significativa sus respuestas a la obra que está leyendo, pero hasta el
momento se ha prestado poca atención a este fenómeno, aunque su investigación nos ayudaría a
comprender porqué algunas personas obtienen grandes beneficios de la lectura mientras que
otras siguen siendo indiferentes a ella.

Bruno Bettelheim y Karen Zelan.

La lectura es una actividad solitaria, silenciosa, de descubrimiento, de recreación del lenguaje


escrito. Leer es volver presente un pasado y, por lo tanto, se convierte en un viaje hacia el
conocimiento y la verdad; al mismo tiempo puede sernos útil en la inacabable tarea de
comprender al mundo, al hombre, a uno mismo. La lectura implica, por una parte, una
competencia, un aprendizaje del sujeto que ejecuta el acto y, por otra, es la razón que justifica en
mayor medida la puesta en práctica de la imaginación, ya que en todo acto de lectura siempre
apelamos a ella y es ella la que nos permite hablar del papel activo, (co)creador, (co)elaborador
del lector ante la obra.

En todo acto de lectura subyacen dos situaciones: a) una práctica lingüística y, b) una actividad
directamente relacionada con el quehacer humano, con las motivaciones, las experiencias y la vida
personal, pues es un aprendizaje que se construye y se conquista paso a paso desde el momento
en que el sujeto descubre y redescubre nuevos mundos, nuevos saberes. De este modo, la
recepción individual se encuentra mediada por los acontecimientos vivenciales y por diversas
recepciones que determinan, en gran medida, las motivaciones hacia la lectura.

La lectura se transforma en una actividad hermenéutica si se realiza interrogando al texto y si deja


a éste responder, porque le permite al lector la construcción de interrogantes que hace extensivos
al grupo social: lo individual y lo colectivo; entonces se interceptan en todo acto lector. Leer un
texto es descifrar su significado; al mismo tiempo es agregar de acuerdo con una perspectiva
personal una interpretación. En otras palabras, todo texto se caracteriza por su organización
interna y su codificación múltiple. En el caso específico de la lectura literaria, la participación del
lector se modifica, en la medida en que el universo de la obra es un universo inventado,
(re)creado, ficcional en una palabra. De allí que la figura del lector se hace indispensable para
construir el texto. La lectura literaria, que denominamos comunicación literaria,2 es una forma
particular de comunicación entre el texto y el lector y puede estudiarse en dos niveles de análisis:
a) entre el emisor ( autor implícito) y un lector "virtual" y, b) entre el texto y el receptor. Tenemos,
por lo tanto, al menos dos situaciones que se presentan permanentemente en forma simultánea:
la extratextual, en la que se lleva a cabo la comunicación literaria entre un emisor-autor y un
receptor-lector y la intratextual, entre un emisor-narrador-personaje y un receptor-narratario-
personaje. En el cuadro siguiente sintetizamos las categorías3 enunciadas:

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