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Sin embargo,
el rey le había prometido su hija mayor, Merab, al guerrero. Pero, al
regresar de la guerra contra los filisteos, David la encontró casada con
Adriel (1 Samuel 18:17-19).
Cuando el rey Saúl supo que Mical amaba a David, usó eso a su favor, para
que él matara a algunos filisteos más y se casara con ella. Después de un
tiempo, Mical supo que su padre mataría a David y lo ayudó a huir.
David y Mical estuvieron mucho tiempo sin verse. Él fue muy perseguido por
Saúl, por distintas ciudades. En una de ellas, conoció a Abigail y Ahinoam,
ambas fueron sus esposas (1 Samuel 25:39-43- Si Mical hubiera
permanecido a su lado, ¿David tendría otras mujeres?
Algunas mujeres prefieren la comodidad antes que hacer valer sus palabras
de fidelidad y compañerismo dichas a su marido el día de su casamiento.
Cuántas no valoran al hombre que Dios colocó en sus vidas, al no apoyarlo
en sus decisiones, al no estar a su lado en los momentos difíciles y no darle
la debida atención a sus proyectos. Actitudes como estas, incluso otras no
mencionadas, dan lugar a las amantes, amistades no tan convencionales.
Rechazo
El carácter de Mical fue más evidente aún cuando David festejó la entrada
del arca del Señor en Jerusalén (2 Samuel 6:14-16). Ella vio a David
saltando y bailando, y lo rechazó en su corazón. Después, cuando se
encontraron, ella le dijo que desaprobaba su comportamiento (1 Samuel
6:20).
Mical no se sentía esposa de David, pero vivía en la antigua condición de
hija del rey Samuel. Y, ¿cuántas prefieren estar acomodadas y no seguir
adelante? ¿Cuántas fueron las experiencias vividas por David en las que
Mical no estaba a su lado para compartir las alegrías?
No sea una “Mical”, no deje de valorar a su amado, de estar con él, de darle
coraje, de alentarlo en cada batalla y de vibrar con cada victoria.