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MUNDO Y NATURALEZA DE SU
DOCTRINA SOCIAL
TEMA 1: EVANGELIO, IGLESIA E INJUSTICIA
SOCIAL
COMPETENCIA: Analiza los problemas que presenta la realidad social y las exigencias
que brotan desde el Evangelio y la fe para expresar la misión de la Iglesia que dé una
respuesta coherente y eficaz.
I. Introducción
La sociedad de nuestro tiempo está fuertemente marcada por la desigualdad, lo que deviene
en injusticia. El amplio desarrollo de la ciencia y la tecnología ha abierto posibilidades
insospechadas ante nosotros, pero, al mismo tiempo está descubriendo la terrible capacidad
de autodestrucción del ser humano. Al inicio del tercer milenio el mundo se debate en una
esquizofrenia consumista, individualista casi infinita que sólo puede llevar a la destrucción.
En este contexto la Iglesia se pregunta sobre su misión en el mundo porque es claro que la
realidad social y sus problemas determinan la calidad de vida de los hombres y mujeres, así
como las condiciones de vida que están obligados a vivir.
La relación que ha existido entre Iglesia y sociedad tiene una larga historia de encuentros y
desencuentros. La sociedad y todo lo que ella constituye no es ajena ni extraña a la Iglesia,
porque es esta sociedad de hombres y mujeres, la que es “camino primero y fundamental de
la Iglesia”.
"El capitalismo mundial sigue batiendo récords de inequidad: ya existen 2.043 personas
que poseen más de 1.000 millones de dólares (super-ricos). En un año, la riqueza de estos
super-ricos ha crecido en 762 mil millones de dólares, monto que permitiría erradicar a
nivel mundial la pobreza extrema en siete veces.
Entre los años 2006 y 2015 la riqueza de estos super-ricos se incrementó en un promedio
anual del 13 %, mientras que los salarios de los trabajadores sólo crecieron en promedio
un 2 %.
Del incremento de la riqueza mundial en el último año, el 82 % de ésta quedó en las manos
del 1 % más rico. Mientras que el 50 % de la población más pobre no recibió nada de esa
nueva riqueza" OXFAM, 2018.
Es evidente que estamos cada vez más en un contexto global que pone en cuestión la
realidad de lo nacional, se borran las fronteras nacionales, en consecuencia, se limita a los
Estados su capacidad de ser la forma última de la organización social y política.
Paradójicamente la globalización, a pesar de su sentido abarcador, es selectiva, porque no
todos participan de la misma manera. Los capitales se mueven en el mundo al ritmo que
desean, por eso, se puede decir que tenemos “capitales sin fronteras”, pero curiosamente, no
existen “trabajadores sin fronteras”.
Por todo el planeta se extiende la injusticia, con consecuencias visibles que nadie quiere
ver: pobreza, marginación, exclusión, desigualdades sociales, explotación laboral,
discriminación, corrupción, insensibilidad social, mentalidad economicista.
Hoy los excluidos sociales son personas, grupos, países que son descartados, arrojados fuera
del sistema, porque ya no encajan, no sirven “ni siquiera para ser explotados”; de este modo
trabajar en situación de explotación se convierte casi en un privilegio, porque significa
“tener un trabajo”. Además, hay que resaltar que, respecto al trabajo, la situación de la
mujer es más precaria todavía, persiste la discriminación en la remuneración por ser mujer,
es común la eventualidad del trabajo, etc…
Ciertamente se puede decir que la injusticia siempre ha existido en la humanidad, en efecto,
no es un fenómeno nuevo, lo grave es que esa injusticia se ha entrañado, se ha incrustado en
las estructuras sociales y se perpetúa a través de ellas, tanto que se “normaliza” y por eso ya
nada nos mueve, ni conmueve, lo peor es que muchas veces estas estructuras se revisten de
un cristianismo inventado.
“No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que
sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que
se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro
del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más
débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven
excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano
en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio
a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del
fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda
afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está
en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son
«explotados» sino desechos, «sobrantes»” EG, 53.
II. Misión de la Iglesia en la sociedad (Juzgar)
“Transformar la realidad social con la fuerza del evangelio, testimoniada por mujeres y
hombres fieles a Jesucristo, ha sido siempre un desafío y lo es aún al inicio del tercer
milenio de la era cristiana” (CDSI, Introducción)
Jesús dejó, entre otros, un mandato a sus apóstoles y en consecuencia a todos los cristianos:
“Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). En efecto, “la
misión esencial de la Iglesia es la evangelización de todos los hombres” (EN, 14).
Esta misión tiene que realizarse en concordancia con los tiempos cambiantes que ofrece el
devenir de la historia, porque si bien el mensaje que proclamó Jesús con sus palabras y con
su vida, es la revelación definitiva (no hace falta quitar ni poner nada más), es necesario
aplicar este mensaje en las diferentes culturas y épocas. De lo que se trata es de aplicar los
principios del mensaje de Jesús a la realidad cambiante.
Los problemas sociales no solo tienen que ver con aspectos técnicos, en los campos de
lo social, económico o político, sino que éstos tienen dimensiones éticas.
Las condiciones inhumanas de la vida impiden la realización del ser humano y su
desarrollo, promueven el desprecio y generan una idea materialista de la vida.
Los problemas sociales se originan en el corazón del ser humano, en el pecado personal
y social, en la descristianización, en el olvido de los valores cristianos.
La iglesia tiene la obligación de ofrecer y proponer un concepto cristiano de la vida.
[1] Oxford Committee for Famine Relief (Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre)
https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-economy-for-99-
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