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La historia de Ángel1

Nací en Tumbes, en una familia de dos hermanas y tres hermanos. Como era el menor,
siempre fui muy apegado a mi madre. En cambio mi padre era bastante distante y
violento. Pero por mucho tiempo ni yo ni mis hermanos lo recordamos de esta manera:
lo idolatrábamos y la verdad es que se me olvidó que a veces era muy violento. Recién
empecé a hacer memoria. Por ejemplo, me obligaba a ir a entregar el dinero para que su
amante diera de comer a los hijos que tenía con él. O esa vez que yo cumplía cinco años
3 y mis hermanas me hicieron una fiesta. Mi padre llegó a mitad de la celebración, estaba
borracho y empezó a patearlo todo, inclusive a nosotros, mientras decía que no hay que
darle nada a nadie, que él todo lo había conseguido solo y que no iba a permitir que sus
hijos recibieran nada gratis. Fue muy doloroso… Pero mira qué grande es el trauma que
yo ni lo recordaba, tardé 40 años para poder hacerlo. Aunque tenía sus cosas buenas, no
tenemos que endiosarlo, hay que recordar que fue muy violento y no repetirlo.
Siendo adolescente vine a Lima y empecé a vivir en casa de mi hermano. Yo lo tomé
como algo natural, pero ocurrió que cuando repetí primero de secundaria, él y su esposa
dijeron que para qué volver a pagar mi matrícula si yo no servía para estudiar. Eso me
pareció injusto, me dolió, hoy veo que tenían razón, que me han ayudado mucho en
realidad, yo era una carga muy grande para una familia que recién empezaba.
De todas formas, yo no quería dejar de estudiar. Pero tenía mucho miedo de ir al
colegio. Los mayores abusaban mucho de los recién llegados, sobretodo si éramos de
provincia. Pero decidí que iba a seguir y mi hermano consiguió para que trabajara junto
con él, en una tienda. El dueño –uno siempre encuentra gente buena– me dijo: si quieres
estudiar, trabajas aquí de ocho a una. Y desde entonces nunca dejé de trabajar.
Pero igual como en el colegio, ocurría en mi barrio: los mayores querían imponerse y
los de un grupo o un sector a los del otro y los de Lima a los de provincia. Y entonces
pasé a ser parte de una pandilla. Nos peleábamos con cinturones con hebilla de bronce.
Yo entré porque era el modo que encontré de defenderme y llegué a ser un líder. Pero lo
que nadie sabía era que por adentro yo tenía mucho miedo, tenía mucho miedo a la
violencia. Hoy algunos lo dejaron, otros se han ido a la cárcel, han muerto o mudado.
Me acuerdo cuando dejé la pandilla: fue porque tomaba cerveza ya por esa época y tenía
mi enamorada, que hoy es mi esposa, ella lo descubrió y lo fui dejando poco a poco.
Con mi esposa, entonces, nos conocimos a los trece años. Nos casamos a los 20 año, nos
queremos mucho y hemos tenido dos hijas a las que queremos mucho igualmente.
Yo decidí ser policía porque creía que así podría ayudar a las personas. ¡No imaginaba
que había tanta corrupción! Fue una gran decepción, pero igual sigo creyendo que desde
mi posición, trabajando con honestidad, puedo ayudar a la gente.
Con mi esposa hemos tenido una buena relación de pareja, conversamos, yo le comento
mis preocupaciones y ella también, así nos apoyamos. Siempre veíamos en la tele los
casos de violencia contra la mujer. Igual en el trabajo veía a las mujeres maltratadas y la
desidia que había en las varias comisarías para con ellas y los niños. Se abrían cursos de
capacitación en esos temas, pero pesaba más la desidia del personal. Hasta que un día vi
que iba a abrirse una comisaría de la mujer y pensé que sería bueno que yo entrara.
Entonces le pedí al comandante de instituciones el cambio para ir a trabajar en la
comisaría de la mujer, lo cual me fue un poco difícil. Hubo una persona que me dijo:
“¿por qué quieres que una mujer te mande?”. Siempre lo recuerdo, es como un dolor…
1
Elaborado por el Colectivo MAGÉNTA (Masculinidades, Auto-conocimiento, Género, Teoría y Acción)
http://www.colectivomagenta.org con la colaboración del propio Ángel y a su familia.
yo no podía aceptar que esta persona, con un grado alto, se expresara de esta manera.
Pero al final doy gracias a Dios de haber llegado a esta comisaría.
Trabajar aquí ha sido una experiencia linda. Trabajar con personas de otras instituciones
que sí son sensibles y preocupadas con el problema de la violencia familiar, por ejemplo
la DEMUNA y las organizaciones vecinales, muy comprometidas. Con ellas ofrecíamos
charlas en el barrio. Siempre tenemos esto con mi pareja: la preocupación por la
violencia familiar y por aconsejar… Ahora tengo una lucha personal: mis hermanos
mayores tienen problemas de violencia familiar. Me duele, porque son mis hermanos,
3 que maltraten a sus parejas. Yo les hablo, cuestionándolos sobre el sistema de género.
Este cuestionamiento abre muchas luces a nosotros los hombres. Les digo que su pareja
no es la culpable de la violencia que ellos ejercen… “el culpable eres tú”, les digo.
Un día llegó la invitación para participar de un taller de capacitación en un programa
llamado Hombres que Renuncian a Su Violencia. Yo no creía mucho, pero la encargada
del Centro de Emergencia de la Mujer en mi barrio dijo que sería bueno que fuera.
Empezó la capacitación y yo decía “no, yo no soy violento con mi esposa”. Nos
calificábamos como la pareja más ideal en mi comunidad. Pero me dijeron que
recordara cuando hubo conflicto, porque hasta en la pareja más armónica hay conflicto.
Ahí me di cuenta que sí había violencia. Aunque no violentaba físicamente a mi esposa
ni a mis hijas, igual sí las violentaba emocionalmente.
Recuerdo un conflicto que tuvimos: los lunes mi señora preparaba lentejas y un día le
dije en forma burlona “ya me tienes cansado con tus lentejas, te voy a poner un puestito
para que vendas lentejas”. Luego, otro lunes vuelve a poner lentejas y le dije “Ya te he
dicho, estoy harto de esta cochinada”, me levanté y me fui a comer al mercado. Cuando
regresé ella no me hablaba y yo creía que era su culpa. Pero después me di cuenta que
era violencia lo que yo había cometido, porque hay otras formas de decirlo. Ella me dijo
después “nosotros somos adultos, pero están las bebes que tienen que comer hierro”.
Contra mis hijas también he cometido violencia. A veces no les tenía paciencia y les
gritaba. O cuando estaba amargado con mi señora ellas sufrían, lloraban. Ahora intento
permanentemente que ya no suceda esto, pero cuando lo hago les pido disculpas y
hemos acordado castigos. Por ejemplo, cuando daban “Esclava Isaura”, mis hijas me
pusieron como castigo no ver la novela si yo hacía algo que no debía.
Ahora hay una comunicación diferente con mis hijas, más linda. Antes, si bien es cierto
que ellas me contaban cosas, yo no tenía paciencia cuando lloraban, me molestaba:
“¿por qué lloran?”, les decía. Ahora no, si quieren llorar que lloren. Estoy entendiendo
cosas y esto para mí es muy lindo, por ejemplo, mi hija postuló a la universidad. Pero
no entró y lloró como una semana. Mi otra hija dijo que ella estaba llorando por el
dinero que habíamos gastado en ella. Le dije que el mayor tesoro que tengo es para
gastar en ellas y eso no tiene precio. Ahora está diciendo que va a volver a postular. Me
pone triste verlas llorar, pero ahora veo que está bien que lo hagan, porque todas las
personas tienen que expresar sus sentimientos.
También ha cambiado mi relación con mis hermanos. La manera como me relacionaba
con ellos siempre fue una fuente de conflicto con mi esposa y mis hijas, porque a veces
tocaba el cumpleaños de uno y en la fiesta tomaban mucho, no era un buen ambiente,
pero yo hacía que ellas fueran. Me parecía que por ser mi esposa y mis hijas era su
obligación. Pero ahora voy solo a mis reuniones familiares, ellas no quieren ir y están en
su derecho. Mis hermanos hacen bromas, me dicen saco largo.
Todo eso lo conversamos con mi esposa. Ella misma me dijo: “He sido una tonta
muchas veces en estos años”. Escuchar eso me dolió, pero era verdad, ella aguantó
muchas cosas que yo le imponía de mi familia. Ahora hay más confianza.
Eso es lo que he logrado con esto de reflexionar sobre mi masculinidad. Es algo que me
sirve a mí para estar mejor y para mi familia. Pero también me ayuda bastante en el
trabajo, al recibir a las mujeres, a los niños que han sido víctimas de violencia y también
cuando hay que tratar con un hombre violento o cuando toca dar charlas para la
comunidad. Así les hablo de mi experiencia como hombre, que he sufrido violencia en
3 la familia, que por mi vez también cometí violencia, pero que trato de ser diferente.
Con los jóvenes en particular he tenido buenas experiencias, y eso es así porque pude
aprender de mis hijas. Una vez les dije que iba a un colegio a conversar con los chicos y
ellas me dijeron que estaban cansadas de que siempre les dieran las mismas charlas. O
iban a enseñarles como ponerse un condón, algo que ellas ya sabían, o iban a decirles
que mejor no tener ninguna relación sexual. Me dijeron que los jóvenes querían hablar
de lo que les ocurre, de su vida real. Tardé en comprender su punto de vista: no es fácil
para los adultos comprender lo que la juventud dice, tenemos que empezar por
reconocerlo. Ahora, cuando voy a dar una charla primero pregunto sobre qué quieren
hablar ellas y ellos, que elijan el tema. Yo les voy hablando cómo lo veo desde mi
experiencia, les cuento lo que es mi experiencia cuando adolescente, en mi familia, en el
barrio, en el colegio, con el pandillaje. Que sepan que yo también tuve muchas
dificultades, que soy adulto pero que he sido joven, que mi vida fue distinta pero
también se parece a la suya y ahí nos podemos comprender mejor. Cuando lo digo
parece sencillo, pero es muy difícil hablar de la realidad. Al final de las charlas,
algunas/os se acercan a agradecerme, otros/as me ven por la calle y me saludan, algunos
chicos homosexuales me dijeron que siempre les molestan y nadie hace nada y que
nunca esperaban que se les fuera a defender en el colegio y menos todavía un policía.
Otras/os todavía van a la comisaría a pedir que yo regrese al colegio.

Preguntas para motivar la lectura:

Grupo X Grupo Y

¿Qué puede la historia de Ángel decir sobre nuestra propia ¿Qué puede la historia de Ángel decir sobre
historia? Sobre la historia de cada una/o de nosotros/as. nuestra propia historia? Sobre la historia de
cada una/o de nosotros/as.
1. Ángel era un hombre sensible a la violencia sufrida por
las mujeres y sin embargo descubrió que él cometía 4. Ángel dice que el cuestionamiento del
violencia emocional contra su pareja y sus hijas. ¿Está sistema de género abre muchas luces a los
usted de acuerdo? ¿Considera que Ángel cometió hombres. Dice también que sirve para que
violencia en estos episodios de conflicto que nos cuenta? su familia esté mejor. ¿Por qué cree que lo
¿Por qué? dicen?

2. Repetidas veces, Ángel dice que, desde el principio de 5. El padre de Ángel cometió violencias
su matrimonio, él y su esposa conversan mucho, que muy fuertes. Y sin embargo, todos en su
toman decisiones conjuntas y que se consideran una familia lo idolatraban. ¿Cómo lo explica?
familia feliz. Y sin embargo, él toma algunas decisiones
muy autoritarias. ¿Cómo usted puede explicar esta 6. Los hermanos de Ángel, al parecer, han
contradicción en su vida? seguido el camino de su padre: son
violentos con sus esposas, les gusta tomar
3. Cuando Ángel decide irse a la comisaría de la mujer, un bastante. Ángel, sin embargo, ha salido
oficial le dice “¿por qué quieres que una mujer te bastante diferente. ¿Por qué algunos
mande?”. Sus hermanos le dirán saco largo porque aparece hombres reproducen la misma violencia
en las fiestas sin su familia. ¿Qué están queriendo estos que han sufrido, mientras otros no lo
hombres al interpelar a Ángel de esta manera? hacen?

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